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El Leviatán – Hobbes



Partes: 1, 2

  1. Biografía
  2. Introducción
  3. Del
    Hombre
  4. Del
    Estado
  5. Del
    Estado Cristiano
  6. Del
    Reino de la Oscuridad
  7. Conclusiones
  8. Bibliografía

Biografía

Thomas Hobbes nació en Inglaterra el 5 de
abril de 1588. Fue
un filósofo inglés cuya
obra Leviatán (1651) influyó de manera
importante en el desarrollo de la filosofía
política occidental. Es el teórico por
excelencia del absolutismo político.

En 1603 realiza sus estudios en el Magdalen Hall de la
Universidad de Oxford, donde se empapa de filosofía
escolástica y de lógica, graduándose en
1608. Ese mismo año se hace cargo del hijo de William
Cavendish (conde de Devonshire) lo que le permitió
codearse con la nobleza y las elites intelectuales. A
raíz de su primer viaje por el continente Europeo, Hobbes
toma conciencia del poder que todavía ejercía el
escolasticismo en la mayoría de los ámbitos de
conocimiento.

En su tercer viaje por el continente, allá por
1637, Hobbes se relaciona con el círculo de Abbe Mersenne,
estableciendo contacto con Descartes y Pierre Gassendi. En un
viaje a Italia en 1636 conoce a Galileo, que le influirá
en su construcción de una filosofía social
fundamentada en las ciencias naturales y la
geometría. Cuando vuelve a Inglaterra en 1637, el rey
y el parlamento mantenían una acalorada disputa, motivo
por el cual Hobbes hizo circular secretamente un manuscrito
titulado Elementos del derecho, donde defendía la
necesidad de la soberanía absoluta, frente al
parlamentarismo.

En noviembre se exilia voluntariamente a
Francia, temiendo las consecuencias que la difusión de su
escrito pudiera acarrearle. En 1642 publica De cive, una
teoría sobre el gobierno y comienza a escribir De corpore,
primer trabajo que incluirá posteriormente en una
trilogía sobre el cuerpo, el hombre y el
ciudadano.

Más tarde diría respecto a su
nacimiento: "El miedo y yo nacimos gemelos". La frase alude a que
su madre dio a luz de forma prematura por el terror que
infundía la Armada Invencible española, que se
acercaba a las costas británicas.En 1648, después
de soportar una enfermedad que casi lo lleva al borde de la
muerte, publica la segunda edición de De cive. Tres
años después Hobbes publica su obra más
importante, Leviatán, una teoría sobre la
soberanía en la que se muestra como un defensor implacable
del absolutismo. Pero, debido al temor a las represalias de las
autoridades francesas que veían en esa obra un ataque a
las instituciones eclesiásticas, Hobbes marcha de nuevo a
Inglaterra, donde se ve inmerso en una controversia en torno al
tema de la libertad con el obispo de Derry, John Bramall. En
1666 la Cámara de los Comunes incluyó su obra
Leviatán en el índice de libros investigados a
causa de sus supuestas tendencias ateas y, a pesar de que el rey
intercedió a su favor, se prohibió a Hobbes
publicar ninguna otra obra, por lo que sus tres libros
siguientes, que trataban temas de historia y que fueron agrupados
bajo el título Bhemoth, no verían la luz hasta
después de su muerte, acaecida el 4 de diciembre de 1679
en Hardwick Hall. Antes, Hobbes escribió una
autobiografía en prosa y en verso latino y con 86
años publicó una traducción al inglés
de la Ilíada y la Odisea. Thomas Hobbes es recordado por
su obra sobre filosofía política, aunque
también contribuyó en una amplia gama de campos
como historia, geometría, teología, ética,
filosofía general y ciencia
política.

Introducción

Leviatán o La materia, forma y poder de una
república eclesiástica y civil, comúnmente
llamado Leviatán (en inglés Leviathan), es el libro
más conocido del filósofo político
inglés Thomas Hobbes, publicado en 1651. El título
del libro hace referencia al monstruo bíblico
Leviatán, que posee un poder descomunal ("Nadie hay tan
osado que lo despierte… De su grandeza tienen temor los
fuertes… No hay sobre la Tierra quien se le parezca, animal
hecho exento de temor. Menosprecia toda cosa alta; es rey sobre
todos los soberbios). En este libro, Hobbes establece su doctrina
de derecho moderno como la base de las sociedades y de los
gobiernos legítimos, puede entenderse como una
justificación filosófica de la eliminación
del Estado absoluto, a la vez que como la proposición
teórica del contrato social y autoritarismo
estatal.

La naturaleza, aunque será impredecible y a veces
indomable, está limitada por el arte del hombre; sin
embargo, este arte va mucho mas lejos, imitando esta obra
racional, que es la más excelsa de la Naturaleza: el
hombre. Asimismo, es de este arte que se crea ese gran
Leviatán que nosotros llamamos república o Estado
que no es sino un hombre artificial, en el cual la
soberanía es un alma artificial que da vida y movimiento
al cuerpo entero. Igualmente, los convenios mediante los cuales
las partes de este cuerpo político se crean se asemejan a
aquel pronunciado por Dios en la creación.

En la materia de que consta y el artífice existe
un dicho acreditado el el cual la sabiduría no se adquiere
leyendo en los libros sino en los hombres. Asimismo, existe otra
frase que dice léete a ti mismo el cual no se
entendía como poner límite a la conducta violenta
que los que yacen en el poder observan con respecto a sus
inferiores; o de inducir a los hombres de baja estofa a una
conducta insolente hacia aquellos que son mejores. Del mismo
modo, nos enseña que quien se mire a si mismo y considere
que hace cuando piensa, opina, razona, espera, teme,
etc.

Sin embargo, aunque un hombre pueda leer a otro por sus
acciones, de un modo perfecto, solo puedo hacer con sus
circunstantes, los cuales son muy pocos, debido a que quien ha de
gobernar una nación entera debe leer a la
humanidad.

Los temas que se proponen son los siguientes:

  • 1. La materia de que consta y el
    artífice( expuesto arriba)

  • 2. Cómo y por qué pactos se
    instituye

  • 3. Qué es un gobierno
    cristiano

  • 4. Qué es el reino de las
    tinieblas

I PARTE:

Del
Hombre

En esta primera parte, Hobbes comienza por el estudio
del hombre en sí mismo para poder, a partir de ahí,
estudiarlo en sociedad. Analiza el conocimiento humano, cuyo
origen fundamenta en la experiencia. La experiencia, según
Hobbes, se forma por la repetición de hechos que se
irán almacenando en la memoria, por lo que son fuente de
sensaciones que permiten la producción de imágenes
memorizadas. Los recuerdos son utilizados en estas combinaciones
mentales y posibilitan al hombre simular los acontecimientos
futuros y adquirir, por lo tanto, una indispensable prudencia. El
hombre actuará según su experiencia, mediante la
cual tratará de evitar los resultados indeseados que ha
sufrido en momentos anteriores. El elemento fundamental que
hará que este proceso sea mucho más rápido
es la palabra, ya que permite el tránsito de lo mental a
lo verbal, oral y escrito, razón por la cual favorece la
emergencia de la verdad. Si decimos la verdad podemos transmitir
nuestra experiencia y recibir la de otros, con lo cual podremos
complementarnos mutuamente. Sin embargo, al tener datos
equivocados, la ausencia de veracidad en esta comunicación
tendría un efecto nefasto sobre nuestra prudencia. El
discurso es, sin embargo, fuente de errores y de engaños
que deben ser eliminados con el fin de obtener definiciones
rigurosas que, a su vez, se conviertan en vías de acceso a
la ciencia. Estos errores no tienen por qué ser
inevitablemente malintencionados por el prójimo, sino que
pueden ser producto de una falta de precisión
lingüística. La palabra es la base de la razón
y se adquiere por la acción, siendo esta fuente de
sensaciones y de imágenes que se intelectualizan tras la
adquisición de una metodología. La razón se
caracteriza, según Hobbes, por el "cálculo de las
consecuencias" de nuestros pensamientos. Descompondrá la
situación que se presenta ante ella y analizará,
según su experiencia, los posibles acontecimientos futuros
para elegir el que más le convenga.

Posteriormente, examina la voluntad y la conducta
humanas, tendientes siempre a la acción motivada por el
deseo: el poder del hombre reside en su capacidad de actuar, y la
adquisición del poder se convierte en una búsqueda
permanente y dominada por la pasión.

La persona actúa según los impulsos que
recibe del exterior, por lo que intentará a toda costa
evitar los impulsos que le resulten desagradables y conseguir
todos los agradables posibles.

El problema surge cuando estas fuentes de placer hay que
compartirlas con otras personas o interfieren con sus deseos.
Ello determina que cada ser humano esté en continua guerra
con los demás. Esta situación en la que vive el ser
humano en su estado natural encontró su mejor
definición en dos de sus sentencias más
universalmente conocidas: "Bellum omnium contra omnes"
("Guerra de todos contra todos"); y "Homo homini lupus est" ("El
hombre es un lobo para el hombre").

En este proceso de análisis del ser humano y de
sus sentidos llega a una serie de definiciones que serán
cruciales para su filosofía. Señala la importancia
de estas definiciones, para lo cual insinúa que
está intentando axiomatizar la humanidad siguiendo el
modelo de la geometría.

Esta influencia de las ciencias exactas se percibe en la
manera tan objetiva y carente de sentimiento en la que describe
las pasiones. Por ejemplo: "Lo que de algún modo es objeto
de cualquier apetito o deseo humano es lo que con respecto a
él se llama bueno; y el objeto de su odio y
aversión, malo; y de su
desprecio, vil e
inconsiderable 
indigno. Pero estas
palabras de buenomalo y
despreciable siempre se usan en relación con
la persona que las utiliza. No son siempre y absolutamente tales,
ni ninguna regla de bien y de mal puede tomarse de la naturaleza
de los objetos mismos, sino del individuo (donde no existe
Estado) o (en un Estado) de la persona que lo representa, o de un
árbitro o juez a quien los hombres permiten establecer e
imponer como sentencia su regla del bien y del mal". Le sigue una
larga secuencia de definiciones similares como
la esperanza (apetito con opinión de
obtener) o lo honorable (cualquier
acción, cualidad o argumento que sea señal de
poder) por ejemplo.

CAPÍTULOS:

Cap. I. De las Sensaciones.

La causa de la sensación es el cuerpo externo u
objeto que actúa sobre el órgano propio de cada
sensación, Ya sea de modo inmediato, como en el gusto o en
el tacto, o mediatamente como en la vista, el oído y el
olfato: dicha acción, por medio de los nervios y otras
fibras y membranas del cuerpo, se adentra por éste hasta
el cerebro y el corazón, y causa allí una
resistencia, reacción o esfuerzo del corazón, para
libertarse: esfuerzo que dirigido hacia el exterior, parece ser
algo externo.

Cap. 2. De la Imaginación.

La IMAGINACIÓN no es otra cosa sino una
sensación que se debilita; sensación que se
encuentra en los hombres y en muchas otras criaturas vivas, tanto
durante el sueño como en estado de vigilia.

Cap. 3. De la Consecuencia o Serie de
Imaginaciones.

Como en las sensaciones, tras una sola y misma cosa
percibida, viene una vez una cosa y otras otra, así ocurre
también en el tiempo, que al imaginar una cosa no podemos
tener certidumbre de lo que habremos de imaginar a
continuación. Sólo una cosa es cierta: algo debe
haber que sucedió antes, en un tiempo u otro.

Cap. 4. Del Lenguaje.

El primer autor del lenguaje fue Dios mismo, que
instruyó a Adán cómo llamar las criaturas
que iba presentado ante su vista. Más tarde quedó
de nuevo perdido en la torre de Babel. El uso general del
lenguaje consiste en trasponer nuestros discursos mentales en
verbales: o la serie de nuestros pensamientos en una serie de
palabras, y esto con dos finalidades. Así, el primer uso
de los nombres es servir como marcas o notas del recuerdo. Otro
uso se advierte cuando varias personas utilizan las mismas
palabras para significar. Y para este uso se denominan
signos.

Cap. 5. DE LA RAZÓN Y DE LA
CIENCIA.

Cuando un hombre razona, no hace otra cosa sino concebir
una sima total, por adición de partes; o concebir un
residuo, por sustracción de una suma respecto a otra: lo
cual (cuando se hace por medio de palabras) consiste en concebir
a base de la conjunción de los nombres de todas las
cosas.

Cap. 6. DEL ORIGEN INTERNO DE LAS MOCIONES
VOLUNTARIAS, COMÚNMENTE LLAMADAS PASIONES, Y
TÉRMINOS POR MEDIO DE LOS CUALES SE EXPRESAN.

Como la constitución del cuerpo
humano se encuentra en continua mutación, es imposible que
las mismas cosas causen siempre en una misma persona los mismos
apetitos y aversiones.

Cap. 7. DE LOS FINES O RESOLUCIONES DEL
DISCURSO.

Cuando el discurso de un hombre no comienza por
definiciones, o bien se inicia por una contem0lación de
sí propio, y entonces se llama opinión, o se apoya
en afirmaciones de otra persona, de cuya capacidad para conocer
la verdad y de cuya honestidad sincera no tiene la menor duda;
entonces el discurso no concierne tanto a la cosa como a la
persona, y la resolución se llama CREENCIA y FE. Tener fe
en o confiar en, o creer en un hombre, significan la misma
cosa.

Cap. 8. DE LAS VIRTUDES COMÚNMENTE
LLAMADAS INTELECTUALES, Y DE SUS

DEFECTOS OPUESTOS.

Si todas las cosas fueran iguales en todos
los hombres, nada sería estimado. La razón,
está fundada en el uso correcto del lenguaje, y produce
las ciencias. Tener por alguna cosa pasiones más fuertes y
más vehementes de lo que es ordinario en los demás,
es lo que los hombres llaman LOCURA.

Cap. 9. De las Distintas MATERIAS del
CONOCIMIENTO.

Hay dos clases de CONOCIMIENTO: uno es el conocimiento
del hecho, y otro el conocimiento de una consecuencia de una
afirmación con respecto a otra. El primero no es otra cosa
sino sensación y memoria, y es conocimiento absoluto. El
último se denomina ciencia y es condicional.

Cap. 10. Del PODER, de la
ESTIMACIÓN, de la DIGNIDAD, del HONOR y del TÍTULO
A LAS COSAS.

El poder de un hombre puede ser original o instrumental.
Poder natural es la eminencia de las facultades del cuerpo o de
la inteligencia. Son instrumentales aquellos poderes que se
adquieren mediante los antedichos, o por la fortuna, y sirven
como medios e instrumentos para adquirir más.

El mayor de los poderes humanos es el que se integra con
los poderes de varios hombres unidos por el consentimiento en una
persona natural o civil; tal es el poder de un Estado; o el de un
gran número de personas.

Cap. 11. DE LA DIFERENCIA DE
MANERAS.

La felicidad es un continuo progreso de los deseos, de
un objeto a otro, ya que la consecución del primero no es
otra cosa sino un camino para realizar otro ulterior.

Cap. 12. DE LA RELIGIÓN.

No existen signos ni frutos de religión sino en
el hombre. Este perpetuo temor que siempre acompaña a la
humanidad en la ignorancia de las causas, como si se hallara en
las tinieblas, necesita tener por objeto alguna cosa. En
consecuencia cuando nada ve, a nadie se acusa de la buena o de la
mala fortuna, sino a algún poder o agente
invisible.

Cap. 13. DE LA CONDICIÓN NATURAL DEL
GÉNERO HUMANO, EN LO QUE CONCIERNE A SU FELICIDAD Y SU
MISERIA.

La Naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las
facultades del cuerpo y del espíritu que, por lo que
respecta a la fu erza corporal, el más débil tiene
bastante fuerza para matar al más fuerte, la prudencia no
es sino experiencia. De esta igualdad —la humana— en
cuanto a la capacidad se deriva la igualdad de esperanza respecto
a la consecución de nuestros fines. Esta es la causa de
que si dos hombres desean la misma cosa, y en modo alguno puede
disfrutarla ambos, se vuelven enemigos.

Cap. 14. DE LA PRIMERA Y DE LA SEGUNDA
LEYES NATURALES, Y DE LOS

CONTRATOS.

La condición del hombre (tal como se ha
manifestado en el capítulo precedente) es una
condición de guerra de todos contra todos, en el cual cada
uno está gobernado por su propia razón, no
existiendo nada, de lo que pueda hacer uso, que no le sirva de
instrumento para proteger su vida contra sus enemigos. De
aquí se sigue que, en semejante condición, cada
hombre tiene derecho a hacer cualquier cosa, incluso en el cuerpo
de los demás.

Cap. 15. DE OTRAS LEYES DE LA
NATURALEZA.

Los escritores dividen la justicia de las acciones en
conmutativa y distributiva, la primera: es la justicia de un
contrato, es decir, el cumplimiento de un pacto; la segunda: es
la justicia de un árbitro, esto es, el acto de definir lo
que es justo.

Cap. 16. DE LAS PERSONAS, AUTORES Y COSAS
PERSONIFICADAS.

Cuando son consideradas como suyas propias, entonces se
denomina persona natural; cuando se consideran como
representación de las palabras y acciones de otro,
entonces es una persona imaginaria o artificial.

PARTE II:

Del
Estado

Hobbes desarrolla su idea del contrato o pacto social,
desarrollado por los hombres como garantía de la seguridad
individual y como forma de poner fin a los conflictos que, por
naturaleza, generan estos intereses individuales. Así, a
las pasiones naturales del hombre se oponen las leyes morales,
siendo a su vez leyes naturales.

El Estado (o República) que Hobbes proyecta en
Leviatán no es el concepto moderno de república
(ausencia de monarquías) sino que es concebido como
una res publica, es decir, un poder organizado de
forma común cuya función es "regentar" las cosas
públicas y que se funda a partir de la suma de voluntades
individuales libres que deciden actuar para adquirir ventajas
comunes. La libertad del individuo se verá
reducida a los espacios donde la ley no se pronuncia. Sin
embargo, al existir una cesión voluntaria de poder, se
contemplaba un caso en el que los individuos podrían
rebelarse contra el soberano: cuando éste causara
perjuicios a su integridad corporal o a su libertad
física, o sea, si el soberano no cumplía su parte
del contrato social (defender la libertad de los individuos
asegurando la paz) el pacto quedaba roto inmediatamente. El
pensamiento de Hobbes deja un margen muy estrecho al libre
albedrío y a la libertad individual.

El propósito que Hobbes da al principio del
segundo libro es describir la causa final, el fin o el deseo de
los hombres (que aman la libertad y el dominio sobre otros) en la
auto imposición de los límites en los que viven en
sociedad que es un instrumento para su propia preservación
y, consecuentemente, para obtener una vida más tranquila;
es decir, para librarse de la terrible condición de
constante guerra, que como fue demostrada en la primera parte, es
natural a las pasiones del hombre cuando no hay poder visible que
las limite y controles por el miedo al castigo a aquellos que las
lleven a cabo.

Hobbes renuncia explícitamente a
la separación de poderes, en particular a la que
posteriormente se convertirá en la separación de
poderes establecida en la Constitución de los Estados
Unidos. Cabe destacar que en el sexto derecho del soberano,
Hobbes especifica que está a favor de
la censura de los medios de
comunicación y de las restricciones a
la libertad de expresión, si el soberano considera
que son negativas para la preservación del orden
público.

Hobbes admite tres tipos de Estado: la monarquía,
la aristocracia y la democracia. No puede haber más formas
de gobierno que esas tres, pues ninguna, o todas, pueden tener
todo el poder soberano (que se ha demostrado anteriormente que es
indivisible).

Aunque haya habido otras formas de gobierno en el
pasado, como fueron la tiranía y la oligarquía,
Hobbes no las consideraba nombres de otras formas de gobierno
sino las mismas con otro nombre. Pues aquellos que están
descontentos con la monarquía la llaman tiranía y
aquellos que están descontentos con la aristocracia la
llaman oligarquía, al igual que aquellos que no les gusta
la democracia la llaman anarquía (que significa falta o
ausencia de gobierno).

Para Hobbes, el más práctico es la
monarquía; ya que la diferencia entre estos tipos de
gobierno no consiste en la diferencia del poder, sino en la
conveniencia o aptitud de asegurar la paz y la seguridad del
pueblo; al fin y al cabo, es el motivo por el cual se
instituyen.

Al comparar la monarquía con las otras dos, de
esto deduce que donde los intereses públicos y lo privados
están muy unidos, los públicos se ven más
favorecidos. En la monarquía el interés
público y el privado son el mismo. Las riquezas, el
poder, y el honor del monarca surgen de las riquezas, fuerza y
reputación de sus súbditos. Es imposible que el rey
sea rico, glorioso o poderoso si su pueblo es pobre, sin
aspiraciones, o débil debido a la pobreza o la ignorancia,
como para mantener una guerra contra sus enemigos. Mientras que
en la democracia o la aristocracia, la propiedad pública
no da tanta fortuna individual, dando lugar a la
corrupción, el mal uso de la ambición, a la
traición o a la guerra civil.

Hobbes considera la realidad política en la que
vive y desarrolla una serie de explicaciones para la
sucesión paterno filial; si falta la denotación
expresa de un heredero por parte del monarca, se seguirá
la tradición. Esta establece que el varón
primogénito será el heredero de su padre, teniendo
inmediato derecho de sucesión por costumbre; se supone que
el monarca lo habría declarado así en vida, al ser
tradición de generaciones. Por tanto, en la
práctica, se vuelve al varón primogénito
como heredero.

CAPÍTULOS:

Cap. 17. DE LAS CAUSAS, GENERACIÓN Y
DEFINICIÓN DE UN ESTADO.

La causa final, fin o designio de los hombres (que
naturalmente aman la libertad y el dominio sobre los
demás) al introducir esta restricción sobre
sí mismos (en la que los vemos vivir formando Estados) es
el cuidado de su propia conservación y, por
añadidura, el logro de una vida más
armónica; es decir, el deseo de abandonar esa miserable
condición de guerra que, tal como hemos manifestado, es
consecuencia necesaria de las pasiones naturales de los hombres.
La multitud así unida en una persona se denomina ESTADO,
en latín CIVITAS. La esencia del Estado, que podemos
definir así: una persona. El titular de esta persona se
denomina SOBERANO, y cada uno de los que le rodean es
SÚBDITO suyo.

Cap. 18. DE LOS DERECHOS DE LOS SOBERANOS
POR INSTITUCIÓN.

Corresponde, al soberano dar títulos
de honor, y señalar qué preeminencia y dignidad
debe corresponder a cada hombre, y qué signos de
respeto.

Cap. 19. DE LAS DIVERSAS ESPECIES DE
GOBIERNO POR INSTITUCIÓN, Y DE LA SUCESIÓN EN EL
PODER SOBERANO.

Cuando el representante es un hombre, entonces el
gobierno es una MONARQUÍA; cuando lo es una asamblea de
todos cuantos quieren concurrir a ella, tenemos una DEMOCRACIA o
gobierno popular; cuando la asamblea es de una parte solamente,
entonces se denomina ARISTOCRACIA. [Hay también] otras
formas resultantes de la mezcla de aquellas.

Cap. 20. DEL DOMINIO PATERNAL Y DEL
DESPÓTICO. Un Estado por adquisición es aquel en
que el poder soberano se adquiere por la fuerza. Ahora bien, los
derechos y consecuencias de la soberanía son los mismos en
los dos casos —es decir, con respecto al dado por
institución. El dominio se adquiere por dos
procedimientos: por generación y por conquista. El dominio
adquirido por conquista o victoria en una guerra, es el que
algunos escritores llaman DESPÓTICO. No es, pues, la
victoria la que da el derecho de dominio sobre el vencido, sino
su propio pacto.

Cap. 21. DE LA LIBERTAD DE LOS
SÚBDITOS.

LIBERTAD significa, propiamente hablando, la ausencia de
oposición (por oposición significo impedimentos
externos al movimiento); puede aplicarse tanto a las criaturas
irracionales e inanimadas como a las racionales. La libertad de
los súbditos consiste en la libertad de los pactos, y se
compagina con el poder ilimitado del soberano. Ellos tienen
libertad para defender su propio cuerpo, y no están
obligados a dañarse a sí mismos.

Cap. 22. DE LOS SISTEMAS DE
SUJECIÓN, POLÍTICA Y PRIVADA.

A los sistemas, que asemejan las partes análogas
o músculos de un cuerpo natural. Entiendo por SISTEMAS un
número de hombres unidos por interés o un negocio.
De ellos algunos son regulares; otros, irregulares. De los
regulares, algunos son absolutos e independientes. De los
sistemas subordinados unos son políticos y otros privados.
Entre los sistemas privados, unos son legales, otros
ilegales.

Cap. 23. DE LOS MINISTROS PÚBLICOS
DEL PODER SOBERANO.

Se denomina MINISTRO PÚBLICO a quien es empleado
por el soberano (sea un monarca o una asamblea) en algunos
negocios, con autorización para representar en ese empleo
la personalidad del Estado. De los ministros públicos,
algunos tienen conferido el cargo por la administración
general. Otros tienen administración especial, es decir,
les está encomendada la realización de ciertos
asuntos especiales, en el propio país —v. gr.:
relativa autoridad del Tesoro— o en el extranjero. En
segundo lugar, los que poseen una autoridad concerniente a la
militia. Son también ministros públicos quienes
tienen autoridad para enseñar al pueblo su deber.
También en la administración de justicia, en los
actos que tienden a la conservación de la paz, o aquellos
que representan la persona de su propio soberano en otros
Estados.

Cap. 24. DE LA NUTRICIÓN Y
SEPARACIÓN DE UN ESTADO.

La NUTRICIÓN de un Estado consiste en la
abundancia y distribución de materiales que conducen a la
vida, Tierra y mar, Dios los ha puesto libremente ante nosotros,
donde el Estado no se ha constituido, existe, como hemos
manifestado anteriormente, una situación de guerra
perpetua de cada uno contra su vecino. Por tanto, cada cosa
pertenece a quien la tiene y la conserva por la fuerza, lo cual
no es ni propiedad, ni comunidad, sino incertidumbre. La
institución de la propiedad es un efecto del
Estado.

Cap. 25. DEL CONSEJO.

ORDEN es cuando quien manda pretende con ello su propio
beneficio.

CONSEJO es cuando un hombre deduce sus razones del
beneficio que obtendrá aquel a quien se habla. Así,
la orden se dirige al propio beneficio de uno mismo, y el consejo
al beneficio de otro hombre. Y de ello deriva otra
distinción: que un hombre puede ser obligado a hacer lo
que le ordenan, cuando se ha obligado a obedecer; en cambio, no
puede ser obligado a hacer lo que se le aconseja, nadie puede
pretender un derecho a ser consejero de otro hombre, porque con
ello no puede pretender un beneficio para sí mismo: exigir
un derecho de aconsejar a otro arguye una voluntad de conocer sus
designios

Cap. 26. DE LAS LEYES CIVILES.

Todas les leyes escritas y no escritas tienen necesidad
de interpretación. Ninguna ley escrita promulgada en pocas
o muchas palabras puede ser bien comprendida sin una perfecta
inteligencia de las causas finales.

Cap. 27. DE LOS DELITOS, EXIMENTES Y
ATENUANTES.

Un pecado no es solamente un una transgresión de
la ley, sino, también, un desprecio al legislador, porque
tal desprecio constituye, de una vez, un quebrantamiento de todas
las leyes. Todo delito es un pecado: en cambio, no todo pecado es
delito. Proponerse robar o matar es un pecado, aunque no se
traduzca en palabras o en hechos, porque Dios, que ve los
pensamientos del hombre, puede cargárselo en
cuenta.

Cap. 28. DE LAS PENAS Y DE LAS
RECOMPENSAS.

Una PENA es un daño infligido por la autoridad
pública sobre alguien que ha hecho u omitido lo que se
juzga por la misma autoridad como una transgresión de la
ley, con el fin de que la voluntad de los hombres pueda quedar,
de este modo, mejor dispuesta por la obediencia.

Cap. 29. DE LAS CAUSAS QUE DEBILITAN O
TIENDEN A LA DESINTEGRACIÓN DE UN ESTADO.

Considerar la enfermedad como: falta de poder absoluto,
juicio privado del bien y del mal, conciencia errónea,
pretensión de hallarse inspirado, la popularidad de un
súbito potente, la grandeza inmoderada de una ciudad, el
gran número de corporaciones, la libertad de disputar
contra el poder absoluto, el apetito insaciable o bulimia de
ensanchar los dominios.

Cap. 30. DE LA MISIÓN DEL
REPRESENTANTE SOBERANO.

La misión del soberano (sea un monarca o una
asamblea) consiste en el fin para el cual fue investido con el
soberano poder, que no es otro sino el de procurar la seguridad
del pueblo; a ello está obligado por la ley de
naturaleza.

Cap. 31. DEL REINO DE DIOS POR
NATURALEZA.

Quienes creen, por consiguiente, que existe un Dios
gobernando el mundo, y que ha dado preceptos y señalado
recompensas y castigos para la humanidad, son buenos
súbditos; todos los demás deben ser considerados
como enemigos.

PARTE III:

Del Estado
Cristiano

En esta tercera parte, y por lo que respecta a las
relaciones entre el poder espiritual y el poder temporal, Hobbes
abogaba por la total sumisión de la Iglesia al
soberano.

Hobbes investiga la naturaleza de un Estado cristiano.
Esto da lugar inmediatamente a la pregunta de en qué
escrituras deberíamos confiar y por qué. Si alguna
persona reclama que lo sobrenatural es superior a lo civil,
entonces habría caos, y el deseo principal de Hobbes es
evitarlo. Por tanto, concluye que no podemos conocer
infaliblemente la revelación dada por otra persona;
ya que cuando Dios habla al hombre, es por medio del propio
hombre o de otro igual al que le ha hablado anteriormente. La
persona con la que Dios habló le entendió
perfectamente, pero eso no quiere decir que cuando el revelado se
lo cuente a otro, esta otra persona le comprenda; por lo que es
difícil, por no decir imposible, saber con certeza lo que
Dios quiere. Además, que alguien demuestre que Dios le ha
hablado es prácticamente imposible, por lo que no puede
esperar que los demás le crean. Como esto podría
ser considerado como una herejía (al aplicarse a la
Biblia), Hobbes dice que se necesita una prueba, y la verdadera
prueba es contrastar los dichos de los que oyen a Dios con las
sagradas escrituras -ya que considera que las escrituras son las
enseñanzas que Dios ha dado-, y la muestra de un milagro.
Si ambos requisitos se cumplen, es un verdadero profeta. Como en
la actualidad ver un milagro es algo poco probable, se considera
a la Biblia como única fuente verdadera de fe.

Hobbes analiza varios libros que son aceptados por
distintas sectas y la cuestión de la verdadera autoridad
de las escrituras.

Para Hobbes, es un manifiesto de que nadie puede saber
cuál es la palabra de Dios (aunque los cristianos la
crean) al menos que Dios se lo haya dicho personalmente. Por
tanto la verdadera pregunta es: ¿Qué autoridad
tiene la ley? Como era de esperarse, Hobbes concluye que no hay
una forma certera de saberlo si no es por medio del poder
civil: a aquel a quien Dios no le haya revelado personalmente que
son suyos, ni que aquel que los hizo fue enviado por Dios mismo,
tiene obligación de obedecer a nadie cuya voluntad no sea
ley. Por tanto sólo hay obligación de obedecer al
soberano del Estado, el cual sólo tiene poder
legislativo.

Discute los Diez Mandamientos, y se pregunta
quién los dio para que tengan fuerza de ley. No hay duda
de que la ley la dio Dios mismo, pero éstos ni obligan ni
son ley para aquellos que no lo reconozcan como acto del poder
soberano. ¿Cómo sabía el pueblo de
Israel que fue Dios quien se los dio, y
no Moisés, si no pudieron acercarse al monte?
Concluye que la promulgación de la ley de las Escrituras
es tarea del soberano civil.

Finalmente, se plantea qué poder tiene la Iglesia
sobre aquellos que, siendo soberanos, han elegido la fe
cristiana. Concluye que los reyes cristianos son los pastores
supremos de su pueblo y tienen el poder de ordenar a sus pastores
lo que deseen, pueden enseñar a la iglesia, es decir,
instruir a sus súbditos.

Esta tercera parte está repleta de
enseñanzas bíblicas. Sin embargo, una vez aceptado
el argumento principal de Hobbes (que nadie puede estar seguro de
la revelación divina del prójimo) a su
conclusión (que el poder religioso ha de estar subordinado
al poder civil) se llega por deducción.

Debido al momento histórico en el que ésta
obra fue redactada, las largas explicaciones que se exponen en
esta tercera parte fueron necesarias. La necesidad que Hobbes
veía de la supremacía del poder soberano
surgió por una parte por las consecuencias de la guerra
civil, y por otra, para destruir la amenaza de los papas de
Roma, dedicándole bastante esfuerzo a esta última
idea.

CAPÍTULOS:

Cap. 32. DE LOS PRINCIPIOS DE LA
POLÍTICA CRISTIANA.

Cuando Dios habla al hombre lo hace o bien
inmediatamente o por mediación de otro a quien antes le
habló Él mismo, de modo directo. Dios no quiere que
los milagros sirvan solamente como argumento para probar la
vocación de los profetas, sino como un experimento de la
constancia de nuestra adhesión a Él.

Cap. 33. DEL NÚMERO,
ANTIGÜEDAD, ALCANCE, AUTORIDAD E INTÉRPRETES DE LOS
LIBROS DE LA SAGRADA ESCRITURA.

Por libros de la SAGRADA ESCRITURA comprendemos aquellos
que deben ser el canon, es decir, las reglas de la vida
cristiana. Quiénes fueron los autores originales de los
distintos libros de la Sagrada Escritura, no se ha evidenciado
por ningún testimonio suficiente. Por tanto, la luz que
debe guiarnos en esta cuestión, es la que derraman sobre
nosotros los libros mismos.

Cap. 34. DEL SIGNIFICADO DE
ESPÍRITU, ÁNGEL E INSPIRACIÓN EN LOS LIBROS
DE LA SAGRADA ESCRITURA.

CUERPO y ESPÍRITU, que en el lenguaje de las
Escuelas se denominan sustancias corpóreas e
incorpóreas. La palabra cuerpo, en su acepción
más general, significa aquello que llena u ocupa un
determinado espacio o lugar imaginado. Se denomina también
sustancia, esto es, sujeto a varios accidentes. Así,
sustancia y cuerpo significan la misma cosa, y, por consiguiente,
la frase sustancia incorpórea se integra con palabras que,
reunidas, se destruyen una a otra, como si uno dijera un cuerpo
incorpóreo.

El verdadero significado de espíritu, en el
lenguaje común, o bien es un cuerpo sutil, fluido e
invisible, o una aparición, u otro ídolo o fantasma
de la imaginación. Otra significación de
espíritu, no la encuentro; la frase espíritu de
Dios se significa a Dios mismo.

Cap. 35. DE LA SIGNIFICACIÓN DE
REINO DE DIOS, DE SANTO, SAGRADO Y

SACRAMENTO, EN LA ESCRITURA.

El reino de Dios en los escritos de los religiosos, y
especialmente en los sermones y tratados de devoción, se
considera muy comúnmente como la felicidad eterna,
después de esta vida, en el altísimo cielo. Un
SACRAMENTO es una separación de alguna cosa visible para
uso común, y una consagración de ello al servicio
de Dios.

Cap. 36. DE LA PALABRA DE DIOS Y DE LOS
PROFETAS.

La palabra de Dios, cuando se toma por lo que ha
manifestado, se comprende a veces propiamente, a veces
metafóricamente. El nombre de PROFETA significa, en la
Escritura, a veces pro locutor, es decir, el que habla de Dios al
hombre o del hombre a Dios; a veces predictor, o sea, el que
predice las cosas venideras; y a veces uno que habla de modo
incoherente, como hablan los hombres cuando están
distraídos.

Cap. 37. DE LOS MILAGROS Y SU
USO.

Considérese como MILAGROS las obras admirables de
Dios. Corresponde a la naturaleza de un milagro que sea producido
para procurar crédito a los mensajeros, ministros y
profetas de los dioses. No existe demonio, ángel u otro
espíritu creado que pueda hacer un milagro.

Cap. 38. DE LA SIGNIFICACIÓN DE VIDA
ETERNA, INFIERNO, SALVACIÓN,

MUNDO VENIDERO Y REDENCIÓN EN LA
ESCRITURA.

Que el lugar en que los hombres han de vivir
eternamente, después de la resurrección, sea el
cielo, significando por cielo aquellas parteras del mundo que
más remotas están de la tierra, ni fundamentado se
encuentra esto en la razón, y no puede inferirse
fácilmente de ningún texto examinado.

Cap. 39. DE LA SIGNIFICACIÓN DE LA
PALABRA IGLESIA EN LA ESCRITURA.

La palabra iglesia (Ecclesia) significa en los libros de
la Sagrada Escritura diversas cosas. Ellas son: la casa de Dios,
una congregación o una asamblea de ciudadanos, o los
hombres que tienen derecho a ser de la congregación,
aunque no estén realmente reunidos. En este último
sentido solamente puede ser considerada la Iglesia como una
persona.

Cap. 40. DE LOS DERECHOS DEL REINO DE DIOS
EN ABRAHAM, MOISÉS, LOS SUMOS SACERDOTES Y LOS REYES DE
JUDÁ.

Cap. 41. DE LA MISIÓN DE NUESTRO
BEDITO SALVADOR.

La misión de nuestro Salvador, durante su
permanencia sobre la tierra, consistió en dos cosas: una
en proclamarse a sí mismo Cristo, y otra en persuadir y
preparar a los hombres. En cuanto a la tercera parte de su
misión que era la de ser rey, ya he manifestado que su
reino no había de comenzar hasta la
resurrección.

Cap. 42. DEL PODER
ECLESIÁSTICO.

A base de los escritos de los Padres que vivieron en el
tiempo anterior a la época en que la religión
cristiana fue reconocida y autorizada por el Emperador
Constantino, podemos inferir que los libros que ahora tenemos del
Nuevo Testamento fueron considerados por los cristianos de aquel
tiempo. Aquí se observa que la base canónica de los
Escritos no es otra que la fe. Las leyes de Cristo fueron las
leyes de naturaleza, y las leyes civiles del Estado, a las que
cada cristiano se ha sometido por vía de pacto.

Cap. 43. DE LO QUE ES NECESARIO PARA QUE UN
HOMBRE SEA RECIBIDO EN EL REINO DE LOS CIELOS.

El pretexto más frecuente de sedición y
guerra civil en los Estados cristianos ha derivado durante mucho
tiempo de una dificultad que todavía no está
suficientemente resuelta: la de obedecer, a la vez, a Dios y al
hombre, precisamente cuando sus mandatos son contrarios uno a
otro.

PARTE IV:

Del Reino de la
Oscuridad

En esta cuarta parte, ejerce una severa crítica a
la Iglesia, a la cual acusaba (tras denunciar las tradiciones
fabulosas que sostienen al conjunto de la mitología
cristiana) de estar impregnadas, incluso, de cierto
ateísmo. No obstante, y con el fin de evitar eventuales
represalias y censuras eclesiásticas, en el
apéndice con que concluye Leviatán intentó
atemperar sus posiciones recurriendo para ello al examen de la
jurisprudencia sobre la herejía.

Cuando Hobbes nombra esta sección "el reino de la
oscuridad", no se refiere al Infierno (al no creer ni en el
Infierno ni en el purgatorio), sino a la oscuridad de la
ignorancia como opuesto a la luz del verdadero saber. Esta
interpretación por parte de Hobbes es bastante poco
ortodoxa y ve oscuridad en la mala interpretación de las
Escrituras.

Para este autor existen cuatro causas para esta
oscuridad:

  • La mala interpretación de las Escrituras. El
    abuso más destacado es el enseñar que
    el reino de Dios está en la Iglesia, por
    consiguiente disminuyendo el poder civil. Otro abuso es
    convertir la consagración en una conjura o un ritual
    tonto.

  • La demonología de los poetas, tratando de
    demonios que no son más que construcciones de la
    imaginación. Critica muchas prácticas del
    catolicismo, como la veneración de los santos, las
    imágenes, reliquias y otras cosas practicadas por la
    Iglesia de Roma, afirmando que no están permitidas por
    la palabra de Dios.

  • Partes: 1, 2

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