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La obra martiana. Ejemplo invaluable en la defensa de la identidad de los pueblos latinoamericanos




Enviado por Alina y Ana



  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Martí: el
    dramaturgo y el crítico
  4. Antecedentes
    históricos
  5. Análisis del
    Drama Indio: Patria y Libertad
  6. Conclusiones
  7. Bibliografía

Resumen

Martí es el fundador de una estética
trascendental para Cuba, América y otros pueblos del orbe.
Toda su obra es la expresión de una vida intensa de
creación literaria y revolucionaria. Su producción
escrita y discursiva es un paradigma que resume el vínculo
entre ética y estética. En su labor creativa
consideró la alusión a temas artísticos,
literarios, históricos, sociales y políticos, todos
ellos aparecen expresados en el Drama Indio: Patria y
Libertad.

El objetivo del presente trabajo es confirmar la
existencia de la fusión entre ética y
estética en la obra martiana. Estos elementos
acompañan el uso de la lengua escrita como medio
fundamental de comunicación entre el lector o espectador
de la obra y su autor, quien se auxilia en ella, del empleo de
símbolos e imágenes para darnos su visión de
Patria y Libertad.

Palabras claves: Martí,
ética, estética, sociales, Patria,
Libertad.

Introducción

Con el propósito de evidenciar los resultados de
una lectura reflexiva de la obra martiana que contribuya a
modelar su riqueza artística y mediante lo cual,
según Hans Robert Jauss (1992): "se enjuicie disfrutando y
se disfrute enjuiciando" (Jauss, H.R., 1992:76), discurren en
este trabajo una serie de ideas sobre el Drama Indio: Patria y
Libertad.

Martí (1853-1895), vivió y fue un
intelectual activo en el contexto universal denominado
"Modernidad". La Modernidad ha significado una
multifacética y contradictoria etapa de transformaciones
socioeconómicas y políticas que condujeron al
advenimiento del capitalismo con las consecuencias del
crecimiento inmenso de una sociedad industrial y
tecnológica, en el caso de los países que
alcanzaron mayor desarrollo. Para América Latina
significó el colonialismo primero y el neocolonialismo
después. Principios teóricos de igualdad, unidad y
racionalidad han estado vinculados a la modernidad. Esos
principios permean el pensamiento martiano en todo ese constante
batallar humanista que es toda su obra.

Se evidencia en la obra martiana la defensa de la
identidad de la América "nuestra" en el reconocimiento de
los valores auténticos de su cultura, junto a su ideal
emancipatorio. En su labor intelectual se pone de manifiesto su
interés por la formación de modelos de desarrollo
socioeconómicos independientes del capitalismo
norteamericano. Es inseparable de la práctica
independentista con respecto a Cuba, la participación de
Martí en la práctica intelectual y literaria
común al continente latinoamericano a partir de su llegada
de España, después de su destierro allí
desde 1869 hasta 1873. La participación de Martí en
el quehacer cultural del continente latinoamericano fue
ilustrativa de la labor transformadora de toda práctica.
Su estancia en España le proporcionó nutrientes muy
importantes para esa labor.

En sus escritos y manera de ser, no es difícil
encontrarle a Martí su inclinación por la escena, y
hasta cierto fervor por ella. La palabra "escena" debe tomarse en
lo que sigue como literatura dramática, como
acontecimiento en presencia de espectadores o como el lugar en
que se representa.

Desarrollo.

Martí: el
dramaturgo y el crítico

Desde niño, mostró Martí
interés por la literatura dramática. En uno de sus
escritos confiesa que a los 11 años intentó
traducir Hamlet, aunque reconoce que fue un vano
intento. A los 16 años escribió su drama
Abdala, el pequeño drama en verso donde aparecen
sus ideas sobre la patria y el deber. Se sirvió de
Abdala para mover el espíritu de sacrificio entre
sus compatriotas. A los l9 años, ya deportado en
España, empezó el drama Adultera,
también con edificante propósito. Sobre esta obra
dijo que solo había querido pintar una pasión con
un objetivo moral.

Martí llega a México en febrero de 1875 y
pronto se incorpora a la vida social y literaria de la ciudad.
Comienza a colaborar en la Revista Universal, escribe y presenta
su drama Amor con amor se paga y conoce a quien
más tarde sería su esposa, Carmen Zayas
Bazán. En México, Martí escribió lo
único suyo que pudo ver representado, el proverbio
Amor con amor se paga, una simple presentación
del juego amoroso al mismo tiempo que ensayo de teatro dentro del
teatro. En 1876, un año más tarde, hizo en
Guatemala su último esfuerzo para la escena, el Drama
Indio: Patria y Libertad, de escaso valor
artístico pero que él recordaba todavía al
hacer su "testamento literario".

Existen innumerables ejemplos que muestran la
preocupación e inclinación del Maestro por el
drama. Son ejemplos La Niña de Guatemala, o los
Versos Sencillos siguientes: Por la tumba del cortijo /
Donde está el padre enterrado, / Pasa el hijo de soldado,
/ Del invasor pasa el hijo. / El padre, un bravo en la guerra, /
Envuelto en su pabellón / Álzase y de un
bofetón / Lo tiende muerto en la tierra. / El rayo reluce:
zumba / El viento en el cortijo: / El padre recoge al hijo / Y se
lo lleva a la tumba.

Antecedentes
históricos

Durante toda la historia de la colonia y de la
república neocolonial, la religión católica
ocupó un lugar predominante en la sociedad cubana. La
iglesia ostentó un poder económico importante: fue
propietaria de tierras, fábricas de azúcar,
esclavos cementerios, bienes raíces, acciones e
inversiones de diversa índole, además de los
ingresos derivados del cobro de diezmos, y de distintas
ceremonias y contribuciones voluntarias. En el plano
político fue la religión oficial de la colonia y la
oficiosa de la neo colonia. La jerarquía
eclesiástica gozó siempre de ascendientes en las
esferas de gobierno, en calidad de fuerza ultra conservadora y
parte integral de las clases dominantes.

A lo largo de la colonia y más tarde, como
ocurriera en las tres primeras décadas del siglo pasado,
Cuba fue tierra de promisión para inmigrantes que
procedían de todas las regiones de España, en busca
de su sustento. Fueron estos portadores de un catolicismo popular
alejado de la ortodoxia de la iglesia, basado en el culto de los
santos, la fe en el poder milagroso de las oraciones, conjuros,
agüeros y ensalmos y en la existencia de fuerzas
maléficas, manipuladas por brujas como las meigas
de Galicia, y transmitidas de múltiples formas, entre
otras mediante el mal de ojos.

Las expresiones de religiosidad del peninsular humilde
y, en muchos casos analfabetos, no estaban tan alejadas
esencialmente de las del africano.

En la medida en que fue creciendo la población
con mulatos y negros libres, radicados sobre todo en zonas
urbanas, los blancos pobres, españoles o criollos,
padecían de condiciones de vida y de trabajo bastante
similares a ellos.

El catolicismo ejerció una influencia formal
sobre los esclavos africanos, a quienes se impusieron los
rudimentos de la religión de los amos, empezando por el
bautismo, sacramentos, que se les administraba a poco de su
desembarco en la Isla. Sin embargo, la interacción
principal, en el plano religioso, fue la que tuvo lugar entre los
propios africanos, entre las creencias y prácticas de que
estos eran portadores. En la convergencia de influencias
étnico – culturales, a lo largo de siglos tanto africana
como hispánicas y en menor grado procedentes de otras
latitudes, se fueron conformando los sistemas religiosos de
origen africano que mantienen vigencia hasta nuestros días
en Cuba, en lo fundamental, la santería de ascendiente
Yoruba y el Palo Monte, de origen Bakongo – Ambundu.

En la colonia, la iglesia se proyectó
políticamente como enemiga de la independencia; en la
república neocolonial fue partidaria de las ataduras de
dependencia económica y política con respecto a los
Estados Unidos. Desde el punto de vista ideológico
jugó un relevante papel en la formación de una
conciencia de clase en las élites dominantes basada en una
visión católico – centrista del mundo y de la
sociedad, y en el fortalecimiento de patrones de conducta
discriminatoria, asentados en una educación segregada
social y racialmente, para los más blancos de piel o para
otros, perceptiblemente mestizos, pero blanqueados por el dinero.
Y esto ocurría en un país cuya población
está entre un 70 u 80 % con índice de
mestizaje.

En 1877, Martí viaja de México a
Guatemala. Llega a Guatemala en medio de la revolución
liberal liderada por Miguel García Granados (1809 – 1878)
y el entonces Presidente Justo Rufino Barrios (1835 – 1885).
Entre las principales medidas que adoptaron ambos gobiernos
estuvieron: la expulsión de varias comunidades religiosas
–entre ellas los jesuitas –; la expropiación de las
tierras y edificios que pertenecían al clero; y una fuerte
campaña educacional que se extendió a los
indígenas en la década del 1880.

Desde un inicio ambos gobiernos impusieron leyes que
aceleraran el progreso económico del país, y
estimularan la inmigración extranjera, ya sea reclutando
profesores en Estados Unidos o favoreciendo las medidas que
normalizaran el matrimonio de los extranjeros.

En breve, Martí consigue trabajo como profesor de
literatura y gramática en la Escuela Normal de Guatemala,
que dirigía entonces su compatriota, José
María Izaguirre. A éste, el gobierno de Barrios lo
había contratado en Nueva York como parte de su
campaña de atraer profesores calificados. Martí,
según Izaguirre, pronto se da a conocer en los
círculos literarios de la capital por sus capacidades
oratorias y su inteligencia. Es querido por todos sus alumnos, y
conoce al antiguo Presidente de la República García
Granados, cuya hija se enamora de él. En 1877,
Martí va México a casarse con Carmen Zayas
Bazán, y allí publica un folleto titulado
Guatemala (1878). Sin embargo, poco tiempo
después de su regreso, recibe la noticia de que Izaguirre
ha sido destituido de su puesto como director de la escuela por
el propio Barrios y la razón, dice Izaguirre, fue que los
enemigos del colegio le dijeron al presidente que él no
atendía bien el centro educativo, que sólo pensaba
en divertirse y que de esta forma, malgastaba el dinero del
país. Martí, para solidarizarse con su amigo,
renuncia entonces a su puesto en la Escuela Normal y decide desde
entonces marcharse a Nueva York. Los escritos que nos quedan de
su estancia en Guatemala, sin embargo, indican que estaba muy de
acuerdo con las medidas que habían tomado los gobiernos
liberales de García Granados y de Barrios.

En su folleto Guatemala (1878), Martí
reitera su apoyo al programa de Barrios y en especial, a la
actitud que tuvo el gobierno en relación con los
indígenas. Martí llega a decir que después
de pensar en las causas de nuestro estado mísero, era
necesario buscar los medios para renacer y de asombrar, para
derribar el cacazte de los indios, el huacal ominoso, y poner en
sus manos el arado, y en su seno dormido la conciencia.
¿Qué significa esto? Según Rafael Almanza
(1990), Martí proponía: "el modelo pequeño
burgués de progreso social" para los indígenas
guatemaltecos, ya que debían participar "en calidad de
propietario y de trabajador libre de la tierra" (Almanza, R.,
1990:125).

El hecho cierto, sin embargo, es otro. Las medidas
liberales de Barrios, que apoya en este folleto, iban mucho
más allá de convertir a los indígenas en
trabajadores. En la práctica, estas leyes llevaron a la
expropiación de sus tierras, a su trabajo forzado y a su
endeudamiento. En la época que Martí llega a
Guatemala, la situación del indígena es una de las
peores en la historia de este país, ya que con la excusa
de aumentar la producción del café, se les
enlistaba para que fueran a trabajar a las tierras de los
colonos, donde los mestizos utilizaban la fuerza y el alcohol
para obligarlos a trabajar. Como lo explica Severo
Martínez Peláez (1971), en La patria del
criollo
: al amparo de la doctrina liberal de Barrios que
"recomienda multiplicar el número de propietarios,
[…] se legisló y se actuó de modo que dicha
multiplicación favoreciera a la capa media alta rural ?los
ladinos de los pueblos? y lanzara al mercado de mano de obra una
masa creciente de indios despojados de sus tierras y espantados"
(Martínez, S., 1971:578).

El proyecto económico de Barrios implicó
la instauración de un sistema de plantación
cafetalero para lo cual fue necesario primero saber con
qué tierras contaba el gobierno y con tal objetivo,
Barrios mandó a censar los terrenos baldíos, y le
quitó a la iglesia los que había heredado de
católicos devotos. Todo aquel que no mostrara un
título de propiedad, así hubiera vivido toda su
vida en ellos, también sería despojado de sus
tierras. Según Thomas Herrick (1974), como la
mayoría de los indígenas no pudo encontrar el
dinero para comprar sus pacerlas en los 18 meses que le dio el
Estado, "mucha de esta tierra fue vendida en mercado abierto"
(Herrick, T.R., 1974:133). Se los expulsó entonces de sus
terrenos y se los obligó a trabajar en las plantaciones de
los colonos. Estas medidas de fuerza fueron justificadas por el
gobierno, según Herrick, dada la "convicción
general de que los indios eran gente inferior y que por tanto
podían ser sometidos a la fuerza para "favorecer el
progreso de la agricultura de Guatemala"" (Ibídem,
p.:134).

El objetivo de estas leyes era buscar mano de obra
barata para desarrollar la industria cafetalera que se
expandió en los años que siguieron y trajo enormes
ganancias para muchos hacendados.

El reglamento que institucionalizó el trabajo
forzado de los indígenas en Guatemala, dice Herrick,
apareció el 3 de abril de 1877, esto es, cuatro meses
después que Martí llegara a Guatemala. Este
reglamento fue apoyado por las leyes en contra de la vagancia, y
de una "admonición de los jefes políticos para
suministrar en base a un contrato obligatorio, trabajadores a los
finqueros que lo solicitaran" (Ibídem, p.:135). Esto
significó en la práctica el endeudamiento de muchos
de ellos, el descontento y la pobreza. Como dice Martínez
Peláez, representó una  "brusca
reactivación del trabajo forzado colonial"
(Martínez, S., 1971:579-580). Todo bajo la
justificación de que había que hacer progresar al
país, y poner a producir las tierras que antes
permanecían ociosas. Los indígenas no tenían
ni voz ni voto en esta política, pero con ellos contaba el
Estado para mover la rueda del progreso. Si antes eran un
estorbo, ahora eran una necesidad. Esta realidad
histórico-social sirvieron de nutrientes esenciales para
conformar el argumento de su Drama Indio: Patria y
Libertad.

Análisis
del Drama Indio: Patria y Libertad

No es casual entonces que en su Drama Indio: Patria
y Libertad
, escrito para celebrar la fiesta de independencia
de Guatemala, Martí retome varias de las preocupaciones
fundamentales que tenía con respecto al indígena de
este país:

  • 1. Su pasividad, (expresado en metáforas
    como "el letargo", "el sueño" y su condición de
    "niños").

  • 2.  La necesidad de unificar el país
    bajo una misma ideología, para lo cual Martí
    recurre a la metáfora del casamiento.

  • 3.  El imperativo de acabar con la influencia
    de la iglesia ya que se suponía, siguiendo el precepto
    liberal, que esta apoyaba a los conservadores y simbolizaba
    la antigua colonia.

Su crítica a la iglesia en este escrito no puede
desvincularse, de la política de Barrios, quien se
enfrentó al clero, expulsó a los jesuitas,
prohibió el pago obligatorio del diezmo y les quitó
sus bienes. Y aquí vale nuevamente recordar el testimonio
de Izaguirre, quien da a entender en su artículo sobre
Martí en Guatemala que fueron los mismos partidarios de la
iglesia y sus amigos quienes provocaron su destitución e
indirectamente la partida del cubano. José M. Izaguirre
(1953), se refiere a que cuando Martí comenzó a
trabajar en la Escuela Normal, el entonces Secretario de
Instrucción Pública de Guatemala, Marco Aurelio
Soto le dijo: "La Escuela Normal tiene muchos enemigos por
hallarse situada en un edificio que perteneció a la
congregación de los Padres Paulinos; aquí hay
muchos fanáticos: todos ellos son enemigos de ese
establecimiento, y es necesario hacerlo simpático si
queremos que no decaiga" (Izaguirre, J.M., 1953:333).

En el escrito titulado "La América Central,"
 Martí se hace eco de las medidas del gobierno en
contra de la iglesia, y dice que de lo que se trataba era "del
hombre que despierta y el cura que lo ahoga" (OC. XIX, p.:76), y
del "convento, que mira extrañado a la máquina de
vapor" (Ibídem, p.:77). Martí, afirma que el
colegio donde ahora trabajaba, antes era "la casa de los hermanos
Paúles, ocultos hoy en una casita ignorada"
(Ibídem). Dice que por donde antes se paseaban los
sacerdotes, ahora lo hacen "una multitud de jóvenes
indios" que estudian las ciencias y los descubrimientos modernos
(Ibídem).

Para los liberales, como afirma Hubert Millar (1976), la
religión era "el principal obstáculo para el
desarrollo del país," y "la "ambición e inmoralidad
de los clérigos mantenía al pueblo en la
esclavitud" (Millar, H., 1976:345). En su lugar había que
establecer una economía vigorosa y una educación
práctica encaminada a resolver las necesidades de la
nación.

A pesar de que Martí, en Patria y
libertad
, y en sus artículos de Guatemala y
México fustiga con vigor a los indígenas, e incluso
acepta que fueran sometidos por la fuerza al trabajo, busca
también reconciliar ambas razas en el país, y acude
por esto a la metáfora del matrimonio entre una
indígena y un mestizo.

El drama indio Patria y libertad, fue escrito
para una representación escolar sobre la independencia de
Guatemala, en él puede hallarse la anticipación de
un cristianismo revolucionario que en nuestros días se ha
manifestado como Teología de la Liberación.
Véase en la escena II del Acto Segundo la
confrontación del indio Martino con el Padre Antonio. La
primera intuición de estas ideas se halla en la
identificación de Cristo con el desvalido y sufriente,
según la versión del Juicio Final de Mateo 25, ante
la imagen del torturado anciano Nicolás del Castillo, en
el presidio político.

En este drama el principal protagonista, Martino, es un
"mestizo de alma fiera," quien le daría al buen
español, que es capaz de morir defendiendo los derechos de
los americanos, su hermana: "a ese español yo lo
honraré en mi casa y le daré a mi hermana por
esposa" dice (OC. XVIII, p.:146).

El argumento aparece en el momento en que Martino le
responde a Indio, quien no entiende por qué hay que
llamarles "hermanos" a los españoles, que el amor a la
libertad debía ser en "este continente de Bolívar"
lo que nos uniera, y que se abrieran por ello "los brazos
generosamente al español" (Ibídem). Y para probar
sus palabras, el mismo protagonista al final de la obra, contrae
matrimonio con una indígena de nombre Coana con cuya
alianza racial completa el pacto de la nueva
república. 

Doris Sommer (1991), en Foundational Fictions
ha señalado cómo estos matrimonios interraciales
sirvieron en el período post-independentista para
consolidar las ideologías triunfadoras y buscar un
consenso común a nivel nacional. Esta esperanza en un
futuro político que implicara una unión entre
etnias diferentes proviene de los movimientos revolucionarios de
principios de siglo, los cuales definían la
ciudadanía como algo inclusivo, pasando por alto los
particularismos de raza y religión.

En Patria y Libertad esta es la idea que corona
el drama, ya que al final exclama el protagonista: "Patria
libre… Coana… esposa mía… / la
inmensa procesión que se levanta / marca la feliz ruta del
futuro. / Ya veo el porvenir que se agiganta / Ya veo el porvenir
amplio y seguro / Hombres libres serán los descendientes /
de tu amor y el mío" (OC. XVIII, p.:151). La unión
interracial implica por tanto un pacto político y la
seguridad de la paz y el bienestar para todos. Implica
también que el indígena no es el centro de la
nación ni el único con derecho, sino todos
incluyendo los blancos de descendencia europea partidarios del
gobierno y los mestizos.

Poco después de escribir este drama, Martí
publica en 1882 un artículo para La Opinión
Nacional
de Caracas, donde reseña justamente el
ensayo de Ernest Renan, "¿Qué es la nación?"
(1882). Martí escribe sobre las ideas de Renan con visible
regocijo ya que siguiendo el modelo francés, que borra los
particularismos y se opone a cualquier exclusión basado en
la etnia, ?como era el caso de los nacionalistas alemanes?,
Martí dice que "Renan dijo que era para montar en ira o
mover a risa, la creencia de que los hombres han de ser guiados,
como por guía suma, por lo que han dado en llamar
espíritu de raza," (OC. XIV, p.:449). Y afirma más
adelante: no es la historia humana ?decía Renan? un
capítulo de Zoología. El hombre es ser racional y
ser moral. La libre voluntad está por encima de las
sugestiones ruines del espíritu de raza. Una nación
es un alma, un principio espiritual elaborada de lo pasado, con
vida en lo presente, y toda gran junta de hombres con mentes
saludables y corazones generosos puede crear la conciencia moral
que constituye una nación." (Ibídem,
p.:449-50).

De modo que no es extraño que diez años
después, cuando organiza el Partido Revolucionario Cubano
(PRC), Martí regrese al concepto de un alma nacional, al
Ser moral, y al peligro del racismo, para fundar sobre un grupo
tan heterogéneo de seres humanos un nuevo
Estado.

El lenguaje martiano en el Drama Indio: Patria y
Libertad
.

En la obra de José Martí se funden "la
inspiración" y "el trabajo como puro taller artesanal",
para abrir el paso a su proceso creativo, y ser presencia activa
en su producción escrita.

Sobre la base de un pie forzado, nació el Drama
Indio: Patria y Libertad, la última pieza dramática
de que hasta el momento se tiene noticia, de las escritas por el
Apóstol.

Él mismo confesaba a Gonzalo de Quesada y
Aróstegui, en carta del 1º. de abril de 1895 por la
cual le encomendaba el cuidado y edición de su
papelería, que el guatemalteco Antonio Batres,
tenía un drama suyo, o borrador dramático, que en
unos cinco días le hizo escribir el gobierno sobre la
independencia Guatemala.

Obra escrita bajo la tensión e hija de la
premura, sin embargo es, para los teatrólogos, la pieza
más coherente y lograda de todo el teatro
martiano.

Situada en los momentos críticos de la Junta de
Independencia, cuando todavía las naciones del Istmo
formaban un solo cuerpo bajo el mandato hispano, padece de cierta
retórica que recuerda al teatro español de los
siglos de Oro; pero tiene, sin embargo, un raigal
americanismo.

La trágica confrontación entre criollos e
indios, desde los días de la independencia, la legitimidad
de la rebelión popular ante el despotismo, y la
irrenunciable voluntad de libertad del pueblo, con el
protagonismo de la justicia y no de la venganza, son pilares de
una proyección política de fuerte
eticidad.  

La voluntad de unir las revoluciones anticolonialistas,
sus alusiones a Bolívar y también al legado
aborigen, desde el heroísmo de Cuathemoc y de
Hatuey, permite a Martí configurar una pieza que
trasciende el hecho de la independencia guatemalteca, para
 trasladar el mensaje a todo el horizonte de Nuestra
América.

El lenguaje empleado en el Drama Indio: Patria y
Libertad
, es el más puro exponente del vínculo
entre ética y estética en la obra
martiana.

La preocupación y el respeto de Martí
hacia la idea estética de concebir su obra, la encontramos
en fecha tan temprana como 1871 cuando escribió en
España el folleto El presidio Político en
Cuba.
Posteriormente el Maestro afirmaría en
Méjico que la manera de decir realza el valor de lo que se
dice. Martí fue siempre fiel a ese postulado, por lo que
en sus escritos se aprecia un estilo comunicativo que por sus
formas poéticas llegan no solo al sentimiento, sino
también a la razón del hombre.

Su lenguaje impresiona, estimula y absorbe desde el
momento mismo de la percepción inicial. Su
intención rebasa el simple hecho de hermosear sus ideas,
para estimular nuevas necesidades cognitivas en sus oyentes o
lectores. No pueden en su obra separarse lo
estético y lo ético.

Lo estético aparece expresado en su
obra, según las palabras del propio Martí como: "el
color, ambiente, gracia y riqueza del estilo" (OC. XXI, p.:164).
En otra oportunidad afirmó: "el lenguaje ha de tener
sentido, música y color para que produzca distintos goces
en el receptor de la palabra" (OC. VII, p.: 211-212).

Martí fue un celoso guardián del uso de la
lengua. Con su lucidez evita que el adorno en un traje elegante
impida ver quién lo lleva, es decir, su esencia
espiritual, descubriendo con la estética de su
palabra la esencia ética del espíritu
humano.

Martí desarrolló una capacidad
extraordinaria para desentrañar lo real de un
carácter y emplear la palabra adecuada para fortalecer
éticamente el espíritu de los hombres. La riqueza
de sus expresiones transmiten un código moral bien
delimitado, relacionado con el mundo físico que permite
abundar con una determinada lógica la esencia ética
que encierra la palabra de José Martí.

Conclusiones

Resumiendo entonces, tanto el ideal nacionalista como el
modelo liberal de desarrollo económico son los que ejercen
más influencia en estos años en el pensamiento de
Martí. Su liberalismo lo hereda de una larga
tradición de cubanos, especialmente separatistas, que se
oponían al gobierno español, criticaban la iglesia
por apoyarlo. Pero sobre todo, hay que entender su
reacción a los indígenas de México y
Guatemala tomando como punto de referencia la de los
intelectuales que por la misma época apoyaban el proyecto
liberal y formaron parte de los gobiernos de ambos países.
Las ideas de Martí en tales casos no irían en
contra de ellos, sino a favor de las medidas que promovía
el Estado. Estas ideas forman el centro de su ideología
modernizadora y con los años va a fortalecer su creencia
de que para sacar adelante el país era necesario explotar
la tierra y educar a su gente en las ideas que ayudaran mejor al
país. En el contexto de Guatemala, y en gran parte de toda
Centroamérica, la respuesta para lo primero estaba en la
explotación del café. La respuesta para lo segundo
en la secularización y el aprendizaje de las ciencias
modernas.

José Martí ofrece, a través del
lenguaje, soluciones materialistas a los problemas humanos. Su
lenguaje nos posibilita un manantial de generador de fortaleza y
ética espiritual de esa gran patria cubana y
latinoamericana que es su obra.

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19. OC. XXI, p.:164

20. OC. VII, p.: 211-212

 

 

Autor:

MSc. Pablo González
Corredeguas.

MSc. Ana Elvira Quesada
Sotolongo.

MSc. Mariela Sierra
González

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