- ¿Qué es
Pobreza? - Las
Políticas Económicas y la
Pobreza - Pobreza y clientelismo
político - Bienes
Intangibles y Pobreza
¿Qué es
Pobreza?
¿Cuáles son las
consideraciones que necesariamente debemos tener en cuenta
respecto de la pobreza? En general se parte del concepto que
pobre es aquel "que no tiene, o tiene escasamente, lo necesario
para vivir".[1]
Este parece cuando menos un criterio
reduccionista que sólo acota el concepto de pobreza a
"carencia de ingresos" y por lo mismo para su comprensión,
establece arbitrariamente una "línea de pobreza", por
debajo de la cual se encuentran aquellos que no están en
condiciones de acceso a una canasta básica de
bienes.
Pero existen múltiples estudios que
permiten una comprensión de la pobreza como un
fenómeno multidimensional. Esto es decir que la pobreza
supone no solo carencia de ingresos sino una multiplicidad de
privaciones que se interrelacionan y condicionan su
interdependencia.[2]
Sin omitir que la percepción de ser
pobre supone consideraciones de estricta subjetividad,
también se deben analizar cuales son las dimensiones que
se deben evaluar, el peso relativo de cada una y las carencias
que involucra y cuando las privaciones alcanzan una magnitud que
revisten al sujeto de la condición de pobre y sin
perspectivas esperables de cambio de su
situación.
Establecer un monto (como único
proceso de medida) para definir "la línea de pobreza"
resulta inadecuado metodológicamente por unidimensional y
arbitrario ya que supone una correlación entre salarios o
ingresos por una parte y precios relativos de los bienes a
adquirir por otra.
Lo anterior deja en penumbras otras
variables de importancia ya que excluye expectativas y
preferencias personales, la consideración de otros "bienes
intangibles", consideraciones sobre las posibles trayectorias de
vida, es además manipulable y arbitrariamente (solo
"cuenta pobres"), en el mismo sentido que facilitador de los
intereses de gobierno.
Resulta, finalmente, una forma de contar
personas "por arriba" o "por debajo" de la línea de
ingresos estipulada sin considerar la existencia de otros bienes
que hacen tanto o más a "la condición de ser
pobre".
Visto de esta forma hablar de la
"disminución" de la pobreza puede declamarse, sin que se
hayan modificado las condiciones de vida de los más
vulnerables,…
Sin desestimar lo anterior, en
líneas generales el indicador "ingresos" es considerado
básico para definir la condición de pobreza, pues
condiciona en gran medida otros aspectos que se asocian en el
análisis multidimensional.
En un conjunto social resulta preciso
definir quienes (y cuantos) son pobres, porque ello define la
estructura y conformación de la sociedad tanto como en
qué medida resulta inclusiva o excluyente, pero
además asumir la brecha existente entre diferentes
"grados" (o niveles) de pobreza.
A su vez muchos de los considerados "no
pobres" pueden convertirse en tales desde una perspectiva de
vulnerabilidad o por circunstancias imprevisibles que los
desplazan a una condición a la que no esperaban acceder.
Esto explica la dinámica de las circunstancias y
condición de "ser pobre", que en muchos casos se encuentra
más ligada a la evolución de los ciclos
económicos, al mercado de trabajo y a otras variables, que
a la perspectiva individual de previsión y resguardo.
(Un ejemplo de ello es lo acaecido en nuestro país en la
crisis del 2001).
Es por ello que el análisis
unidimensional puede simplificar la comprensión del
fenómeno y servir en líneas generales como una
referencia, pero cuyas limitaciones deben ser comprendidas, ya
que omite el análisis de aspectos
culturales[3]condicionantes políticos,
económicos, sociales, educativos, etc. que por su
naturaleza dificultan mucho más una clara
distinción entre el "ser pobre", el que no lo es pero se
considera "en riesgo" y el que puede dejar de serlo.
La comprensión de la pobreza debe
ser abordada desde una perspectiva multidimensional que analice
una multiplicidad de privaciones, entre las cuales con seguridad
el ingreso juega un rol básico.
El análisis multidimensional nos
conduce a una serie de desarrollos teóricos en los que
deberíamos plantearnos cuando menos diferentes aspectos
referidos a:
Los condicionantes culturales de
la pobreza(Íbid.3) y entre ellos aquellos que permiten
la aceptación por parte de muchos, de sus situaciones
de vida como si fueran inevitables, producto de
circunstancias establecidas y de las que son sólo
pasivos merecedores de ellas, o (aún en un
máximo de resignación) que resultan suficientes
para subsistir (o perdurar), sin necesidad de posibilitar
caminos para su superación.Lo anterior conduce a preguntarnos
acerca de la sensación de bienestar, porque es cierto
que "uno puede sentirse sin estarlo" y en ese caso
parecería más adecuado asimilar la
"sensación" a la "aceptación" y además
necesariamente en este aspecto plantearse un punto de
referencia y comparación, el que muy probablemente sea
finalmente arbitrario y esté condicionado por nuestras
propias preferencias y expectativas, que no son las de otros,
ni son innatas, sino culturalmente aceptadas.La existencia de "necesidades
absolutas", que son las que hacen a una vida digna,
aceptando desde ya el amplio rango que puede tener la
interpretación de este término y las
"necesidades relativas" que, si bien complementarias,
enriquecen el arsenal de recursos. Y en este punto
¿quién puede establecer cuál es el
límite entre unas y otras?.Por otra parte, existen necesidades
"generadas" (y en este aspecto los cambios culturales y
su sustentabilidad y difusión a través de los
medios de comunicación resulta otro amplio campo para
la investigación) que no se enmarcan en "necesarias" y
aún pudiendo en muchos casos permitir una vida mejor
(incluso más confortable) ya que no resultan
imprescindibles a la hora del balance de una vida digna. Sin
embargo es de entender que los más pobres y
vulnerables también acceden a los medios de
comunicación que se ocupan de difundir las "costumbres
deseables" o los caminos y opciones que supone el consumo
masivo (a veces indiscriminado respecto de reales
necesidades), en un camino de identificación o
búsqueda acrítica, sin que ello mejore
sustancialmente las necesidades que suponen una vida mejor. Y
este ha sido el punto de la crítica fácil y
despiadada : …"no tienen para comer, pero televisor y
celular no les falta"… De esta forma se termina
discriminando y culpabilizando a la
víctima.Por esta línea de pensamiento
entramos en un terreno más complejo : "medir ingresos
y correlacionarlos con la calidad de vida". Y en este aspecto
¿Cuántos de aceptables ingresos resultan
"pobres" desde nuestra óptica?. La pobreza no puede
objetivarse solo comparando los ingresos con una arbitraria
línea. La pobreza no puede limitarse a una
comparación cuantitativa, ya que omite la complejidad
del problema, nos presenta una visión reduccionista y
desestima las consecuencias de "ser pobre" en sus
múltiples dimensiones.
Así es que no debemos perder de
vista el circuito vicioso que se establece para el sostenimiento
en el tiempo de la pobreza, su reproducción
intergeneracional, a los que no se les permite visualizar
ningún camino de salida, lo que conduce a la
aceptación de la misma, su inevitabilidad y su
perpetuación a través de erróneas
políticas públicas que suponen la contención
pero niegan "la salida", porque se "focalizan" en los que
"definen" (y solo en algunos) y los mantienen un mínimo
grado de subsistencia,.. sin mayores perspectivas de
futuro.
Además con la reproducción
intergeneracional de la pobreza, los aspectos culturales se
extienden más allá del núcleo
originario, existe imposibilidad de ofrecer a los hijos
oportunidades de educación -por otra parte a esta altura
ya devaluada por sí- y con ellos se reproduce la carencia
de horizontes y el supuesto mal de no visualizar ninguna salida,
ni perspectivas de cambio.
Desde ya que en una sociedad las
diferencias existentes entre los individuos en lo referente a
expectativas, preferencias, capacidad, dedicación,
esfuerzo personal, oportunidades generadas o espontáneas,
las decisiones, etc. son tan grandes que resulta imposible
suponer homogeneidad en las condiciones de vida, en los
derroteros y en los resultados.
"….en un mundo ideal las
diferencias en los resultados solo deberían reflejar las
diferencias en los esfuerzos, el talento, las decisiones que
toman las personas, además de la
suerte"….[4]
Pero si es cierto que el análisis de
las condiciones de diferentes sociedades nos permite concluir que
aquellas con mayor desarrollo terminan por ofrecer a todos
mayores oportunidades y aun existiendo pobres, su número
es siempre proporcionalmente menor.
Del análisis no pueden omitirse, por
un lado los procesos que son causa de la pobreza y por otro
aquellos que son consecuencia de la misma.
La misma sociedad que -cuando no genera
riqueza- reduce las oportunidades de muchos y por lo mismo
"produce" proporcionalmente más pobres, que luego
discrimina y margina, sin contemplar que tarde o temprano
deberá protegerse o sufrir las consecuencias.
De ello se desprende considerar que la
primera política pública social es la
política económica.
Es cierto que muchos parten del supuesto
que la generación de pobres en una sociedad obedece a lo
que llaman "la injusta distribución de la riqueza". Y se
esmeran en detallar las diferencias existentes entre aquellos que
han obtenido más y los que no han logrado el mismo (o
similar) bienestar.
Esta concepción expresa
interpretaciones igualitaristas, que finalmente para lograrlo
"igualan hacia abajo", reduciendo las posibilidades de todos. La
aceptación de diferencias parece a estas posiciones
moralmente inaceptable,.
Pero la realidad de la naturaleza humana
nos hace inevitablemente diferentes y forzar torcer esta
condición desde una opción política
colectivista resulta tan dañino para el conjunto social,
como inevitablemente estéril y perniciosa para los que se
supone beneficiar.
En función de ello dos aspectos son
de su especial preocupación:
cuantificar las diferencias entre
quintiles o deciles de los extremos y para ello utilizan
diversos indicadores entre los que se destaca el
Índice de Gini[5]a partir de lo que
infieren que la pobreza (de grupos de población) es
resultado de la desigual distribución de ingresos (que
es lo que supone que los unos "ricos" se apropian de lo que
es de otros que resultan "pobres"), y a partir
elloconsideran que el único
mecanismo válido para superar una situación de
inequidad (que en realidad consideran de desigualdad, que no
es lo mismo), es la "redistribución de ingresos", por
cualquier mecanismo por arbitrario que sea, tarea que deben
llevar adelante los gobiernos, ante el supuesto de que el
mercado está imposibilitado de alcanzar un
óptimo paretiano: distribuye inequitativamente y
enriquece más a los ricos, mientras empobrece
más a los pobres.
En realidad los pobres como mencioné
resultan consecuencia de innumerables condiciones -muchas propias
(transferidas por ejemplo culturalmente) e imposibles desde su
situación de superar- y otras derivadas de una sociedad
que por su estructura, dinámica, mercado de trabajo,
políticas económicas, políticas
públicas e intereses políticos no les ofrece
mejores oportunidades ni condiciones de salida, por lo que
los mantiene en su precaria situación.
Las Políticas
Económicas y la Pobreza
Todo análisis que se base en una
simplificación de conceptos y sólo considere la
visión redistributiva resulta limitado y reduccionista,
que no contribuye -sino que por el contrario agrava- a la
solución del problema.
Por otra parte la persistencia de la
pobreza finalmente resulta una pesada carga para el conjunto
social -imposible de superar una vez iniciado su
diagnóstico erróneo y planteadas soluciones
equívocas- porque a medida que más se excluyen del
proceso productivo (el que de por sí se reduce),
más recursos son necesarios para su asistencia.
El análisis -que considero
interesado- no solo es sesgado sino inverso: la pobreza existe
tanto más cuanto un país es más pobre y
menos desarrollado, ofrece menos oportunidades a todos sus
habitantes-ciudadanos y condiciona circunstancias de vida que
debieran ser superables, sin recurrir a mecanismos
distorsivos[6]como una arbitraria
redistribución que solo beneficia a los intermediarios de
transferir los recursos.
Lo anterior significa que -por el contrario
de lo declamado- el Índice de Gini es mayor en
países que han logrado un "desarrollo incompleto" (me
refiero a desarrollo político, económico y social),
y resulta expresión de estas condiciones.
Es bajo en los países sin
ningún desarrollo porque allí todos son igualmente
pobres y en los países desarrollados porque la mayor parte
de sus habitantes han podido acceder a mayores y mejores
oportunidades,.. "igualando hacia arriba".
Esto es decir que: no es la
distribución desigual (mayor Índice de Gini) la que
genera pobreza, sino por el contrario la ausencia de suficiente
desarrollo lo que genera mayor desigualdad. Po lo que este no
debiera ser suficiente argumento para promover transferencias
compensatorias,.. sino que por el contrario debería
facilitar el diagnóstico para lograr una sociedad
abierta, competitiva, generadora de riqueza, genuinos puestos de
trabajo, con mayores oportunidades y como con secuencia: con
menos pobreza.
¿Cómo explicar sino que por
ejemplo países con similar Índice de Gini puedan
tener indicadores de pobreza totalmente
disímiles?
Para dar ejemplos concretos: la disparidad
del índice de Gini en Chile (tanto entre deciles -0,52-
como en quintiles de los extremos) es similar a la existente en
la Argentina (entre deciles 0,49). Y como se ve en Chile
aún es un poco mayor.
Sin embargo el indicador pobreza es en la
Argentina tres veces más alto que en Chile. Es decir que
tomando como referencia una sola dimensión (la del
ingreso), en Chile solo los integrantes del último decil
(el 10%) no alcanzan a satisfacer la canasta básica de
bienes y servicios (en números absolutos 1, 4 millones de
personas)
Mientras que por otra parte en la Argentina
casi los tres últimos deciles (25% de la población)
o lo que es lo mismo una de cada cuatro personas (en
números absolutos 10,25 millones de personas) se
encuentran en situación de pobreza (según
ingresos).[7]
Otro informe señala que un
niño pobre nacido en Chile tiene diez veces más
posibilidades de salir de su condición, que otro nacido en
la Argentina. Y en ambos países el Índice de Gini
es similar (incluso algo mayor en
Chile).[8]
Lo que no debe perderse de vista y explica
en gran medida las diferencias es que Chile ha adoptado una
economía abierta, con mínima intervención
estatal, con estímulo permanente a la actividad privada y
al libre intercambio, que le han permitido insertarse en el
mundo. Es decir políticas económicas que han
generado más riqueza lo que ha favorecido que los ingresos
de solo el 10% de la población no alcancen el costo de los
bienes básicos.
Sin embargo estos "pobres" tienen muchas
más oportunidades para superar su condición que en
nuestro país.
En la Argentina por el contrario (como
comparación de las políticas económicas) -y
desde hace ya 10 años- se han basado en una creciente
intervención del Estado (re-estatizaciones de empresas);
se ha dado prioridad (con y por interés político)
al consumo bajo premisas keynesianas sin que ello haya alterado,
modificado o mejorado los modos de producción (Ley de
Say); se ha multiplicado ad infinitum la asistencia social (ello
es prueba del creciente deterioro social), lo que generó
una indescriptible irresponsabilidad fiscal (con altísima
presión tributaria: 45% según varios analistas, que
no alcanza a financiar el gasto público y debe recurrir a
la emisión y al auxilio de otras cajas); una
política monetaria expansiva (con emisión de la
base monetaria que alcanza al 35% en 2012) y que a pesar de las
disquisiciones de algunos economistas adeptos a las
políticas gubernamentales, ya casi nadie pone en duda hoy
que la emisión termina por erosionar el poder adquisitivo
del dinero y ser la principal causa de inflación (en la
Argentina de hoy entre el 25 y el 30% anual); restricciones al
libre intercambio con una balanza de pagos que no es
superavitaria porque exportamos más, sino porque
importamos menos (con las consecuencias sabidas a la
producción) y finalmente producto de la incertidumbre y la
ausencia de reglas claras, una importante fuga de
capitales.
Lo que se debe tener en cuenta es que
"…desde que se abandonó
el patrón oro, todo el sistema monetario
mundial funciona en base a la confianza que la gente tenga
respecto a determinada moneda. Dicho en otras palabras,
actualmente las monedas no están respaldadas por oro, sino
por la calidad de las instituciones de un país, su
disciplina monetaria y
fiscal…"[9]
Es por todo ello que se pierden
inversiones y fuentes de trabajo. La mantención del
aparato asistencial-clientelar requiere otros bienes para
sostener el intercambio y es por ello que el empleo
público (también fuente de prebendas) se incrementa
más que el empleo privado.
Muchas voces se han manifestado en defensa
de ello bajo el concepto que se posibilita de esta forma la lucha
contra el desempleo. Lo que no se dice que es una forma de
reemplazo del empleo privado -que sería empleo
genuinamente productivo- y del que se carece de manera
suficiente. Cuando aumenta el empleo público se reduce
la productividad media y se afecta la
competitividad.
El empleo público en la Argentina
alcanza niveles del 20,5% del empleo total (solo superado por
unos pocos países, todos con mucha mayor solvencia
fiscal). Pero esta cifra es solo un promedio ya que en muchas
provincias que seguramente tienen economías menos
desarrolladas esa cifra se ve duplicada.
Las malas políticas
económicas, generan una masa de dependientes sin
opción. El populismo y el clientelismo político
hacen el resto.
Estas son las políticas que generan
y perpetuán la pobreza, a pesar de la multiplicidad de
planes, programas que durante años pudieran llevarse a
cabo.
El círculo vicioso se establece
entre las políticas económicas y la
generación de pobreza, que se ve perpetuada por el
asistencialismo redistribucionista.
"…Si queremos entrar en la
modernidad no debemos bajarnos del tren del Libre Comercio y la
apertura comercial de nuestros países porque ello es
imprescindible para lograr una integración
económica que permita desarrollar sectores productivos
competitivos…."[10]
Una correlación que permite un
análisis más preciso de lo que expresado se puede
observar en el siguiente gráfico que muestra una fuerte
relación entre el Índice de Desarrollo Humano (IDH)
con el Ingreso bruto per cápita (expresado por su
logaritmo), en una muestra de 150 países.
El IDH es un indicador que surge de tres
variables (las dos primeras "bienes intangibles"): 1)
Índice compuesto de educación, 2) Índice
compuesto de salud y 3) el ingreso en
PBI/cápita
Los términos, ideas y expresiones se
han desvirtuado e -intencionalmente- la clara correlación
anterior se ha desestimado y desde otra perspectiva
ideológica se alimentan intereses de ideologías
colectivistas: mayor intervención del Estado (no solo en
la regulación sino incluso en la propiedad o
apropiación de medios de producción: las empresas
del estado), manejo discrecional de los fondos públicos
(redistribución) con sus consecuencias de clientelismo
político, discrecionalidad asignativa, corrupción,
perpetuación de la pobreza porque ello (es consecuencia) y
hace a sus fines: ejercicio del poder disfrazado de
benevolencia y cuidado de los más
desprotegidos.
¿Cómo puede suponerse que se
protege a quienes se mantiene a perpetuidad en sus condiciones de
marginalidad y pobreza, porque no se les ofrece la perspectiva de
elegir entre mejores oportunidades generadas por un mayor
desarrollo? Lo único que puede concluirse es que la
pobreza conviene a muchos que la explotan en nombre de un
supuesto "bien común".
Pobreza y
clientelismo político
Nuestros países (me refiero en
especial a Latino-América) tienen una larga
tradición en este tipo de políticas que en nombre
de la Justicia distributiva (Justicia
Colectiva)[11] -que debiera significar un
activo rol del estado en permitir a cada quien su propio
desarrollo acorde a sus capacidades, esfuerzo personal,
expectativas, intereses, deseos y trayectoria (además de
la suerte), alcance lo que considere la satisfacción de
sus necesidades y objetivos propios de vida– las convierten
vía mecanismos redistributivos en políticas
asistencialistas, prebendarías y clientelares. Que una vez
instaladas se perpetúan y profundizan como tales, con las
múltiples consecuencias (entre muchas otras que
sería extenso analizar):
Las políticas redistributivas
implícitamente resultan "asistencialistas", generan
una mutua dependencia -entre el "dador" que ejerce el
poder de dar y el "receptor" que tiene necesidades- perversa
relación de la política con sus supuestamente
asistidos que finalmente son clientes cuya
contraprestación es la lealtad y
sumisión.Se basan solo en principios de
"beneficencia", vulnerando aspectos de autonomía y
libertad individual como derecho básico, porque
presuponen responder a "necesidades" (que las imponen
concesionadas): ¿Quién determina que,…
cuanto,… y quien necesita,… que cosas? De la
misma forma y como consecuencia facilitan eludir los aspectos
que corresponden al "esfuerzo" que cada quien debería
poner de si para ser merecedor: ¿Quién
determina cuanto del esfuerzo requerible ha puesto
proporcionalmente cada uno?Es decir los criterios se concentran en
un decisor que ejerce el poder,… pero a
través del mismo lo perpetúa y genera una
legión de dependientes que se someten a la voluntad
del caudillo de la comarca,. Mientras este a su vez se debe
-lealtad partidaria mediante y necesidad de recursos
(coparticipación, ATN y otras transferencias) ante el
poder altamente centralizado- cuando menos aparentar confluir
con el poder nacional. La pirámide de lealtades
políticamente generada así perpetúa las
pobres condiciones de "un mundo feliz"!Mucho peor aún cuando el
financiamiento de estas políticas proviene de los
recursos del Estado con base regresiva y se transforman en
solo un circuito que asigna escasos recursos, para proveer
malos servicios a los mismos de quienes mayoritariamente se
financia. De cualquier manera este esquema no garantiza que
mayores recursos se expresen en mejores servicios.La administración de los
recursos es frecuentemente direccionada para cubrir a los
adeptos -entre otras asignaciones perversas- lo que conlleva
y promueve un alto grado de corrupción. Esto se
refiere a que no solo se financia a los que se supone
proteger pero se mantiene en la misma condición, sino
que además una gran parte de los recursos son
destinados a financiar obras realizadas por los amigos del
poder: no existe mayor grado de corrupción que la
que surge de la asociación política con grupos
de interés empresarial (obras no ejecutadas,
carencia de inversiones, subsidios cruzados, sobreprecios
etc.) y que a su vez tiene tanto o mayor costo para el
país que lo que se destina a "planes
focalizados".La generación de mutua
interdependencia permite una vinculación circular
de subsistencia política, con la apariencia de aporte
"caritativo" que solo sostiene el statu quo y vulnera las
necesidades reales de los más necesitados, sus
perspectivas futuras y con ello su dignidad.El clientelismo político no
promueve el crecimiento y desarrollo individual en el sentido
ya analizado, "el esfuerzo aplicado al desarrollo del capital
humano". Es más: en las condiciones descriptas este
puede resultar finalmente incomodo para el ejercicio del
poder y el sostenimiento de la relación clientelar y
por lo mismo de su subsistencia.Todo ello se sostiene además -y
reafirma- en una enorme cantidad de ciudadanos cuyas
condiciones de vida en realidad no cambian, luchan por
recibir lo que se les ofrece como si fuera lo que en realidad
merecen y no por la real satisfacción a sus
necesidades, para que una vez satisfechas puedan optar
ante nuevas oportunidades, a mejores condiciones que les
permitan su elección personal de lo que en libertad
consideren un mejor derrotero de vida.Todo ello es posible además con
mucha mayor facilidad en países en los existe tanto
una baja participación de la ciudadanía y
aceptación de sus condiciones, como una baja
calidad institucional.[12]No es cierto que esta sea una nueva
forma de racionalidad de la acción colectiva que
permite la participación política "populista"
en la sociedad[13]sino que establece una
relación de dependencia (y poder) en función de
la explotación de las necesidades no satisfechas de
amplios grupos de población marginada, que no tienen
opción de elegir y por lo mismo se trafica con su
libertad.Los costos de transacción
derivados del clientelismo político son elevados y
los soporta toda la sociedad,.. pero recurso "sobre
utilizado" representa además un alto costo de
oportunidad, mucho de ese costo se hubiera podido
utilizar en políticas de mayor y mejor
impacto.
En realidad, la búsqueda de la
maximización del bienestar general, (nótese que
evito hablar del "bien común")[14],
requiere del mayor y mejor desarrollo de la sociedad. Esto es
decir la generación de riqueza, que ofrecerá a
todos mejores oportunidades para posibilitar el desarrollo de las
capacidades individuales, la acumulación de capital humano
y el esfuerzo personal, lo que se entiende permitirá a
cada uno "transformar ingresos en resultados acordes a sus
expectativas de vida".(Ibíd. 1)
Un aspecto importante que debe ser
diferenciado es la evidencia empírica existente la que
demuestra que los mejores resultados se obtienen con
políticas públicas universalistas (distributivas)
que mejoren el ingreso y las condiciones de vida de la
población en su conjunto pues dan opciones y oportunidades
a todos. En vez de intentar mejorar las condiciones de vida
"focalizando" (redistributivas) en los más necesitados
-"quitando a los que más para darle a los que
menos",… sin que además ello garantice que se haga
bien- lo que no ayuda a la disminución de la pobreza y
genera la relación clientelar, de indigna dependencia ante
quien ejerce el poder.
Otro costo adicional que tiene este
tratamiento es que estas políticas significan una carga
importante y creciente para toda la sociedad que contribuye
significativamente a limitar el desarrollo del país, por
un lado por la pérdida de productividad de aquellos que no
producen y por otro por la necesidad de crecientes recursos para
asistir la espiral inflacionaria de su carga
económica.
Bienes Intangibles y
Pobreza
Si bien este no es un análisis
profundo del proceso educativo y del capital humano, me he
referido al mismo en tanto se trata de una perspectiva necesaria
e imprescindible para comprender que existen bienes
intangibles, que son necesarios para posibilitar el desarrollo
personal.
Aún en la tarea de "educar" y
más aún en nuestros países, las
oportunidades se desmerecen, porque las políticas
públicas se desvirtúan cuando los servicios
adolecen de graves deficiencias, originan acceso a ofertas y
posibilidades educativas limitadas y carentes, resultando que
el mismo Estado por su propia baja calidad institucional
promueve "escuelas pobres para los
pobres".[15]
Estudios realizados, nos muestran en
América Latina los deficientes resultados en
educación lo que constituye una barrera para superar la
condición de pobreza, patrón que se agrava cuando
el análisis se desagrega por niveles.
El deterioro de la calidad educativa ha
afectado a nuestro país en mayor grado que a otros
países latinoamericanos rezagados hace apenas veinte
años respecto al nuestro y habiéndonos superado hoy
en día en la tasa de escolaridad, número de
días con actividad docente y en la tasa de
deserción escolar. En nuestro país casi el 20%
de los ingresantes no terminan el nivel secundario y otro 20% lo
hacen fuera de término.[16]
Lo que en realidad sucede es que ha
dejado de verse la educación en todos sus niveles, como un
paso necesario e integrador a la actividad social y
productiva.
"….un problema a resolver en
educación es la desigual distribución del bien
educativo que hace el propio
Estado…."[17]
Lo anterior mantiene las actuales
circunstancias de dificultad en el acceso a oportunidades y
adquisición de capital humano.
No puede omitirse que las políticas
públicas de contenido clientelar, han respondido
más a la demanda que a cubrir reales
necesidades.
En salud las necesidades y las demandas
confluyen con más facilidad, ya que "el estar enfermo" y
requerir asistencia, es mejor percibido.
Pero en educación no se genera la
demanda desde la necesidad, en especial porque las carencias
imposibilitan percibir lo imprescindible que aquella resulta para
la superación de estas.
Además, se ha dejado de ver a la
educación como un instrumento fundamental para generar
otras perspectivas de vida a futuro.
Por otra parte, se ha instalado la
idea[18]referida a que existe un núcleo de
población que por ser pobre "ya no es posible educar",
dados los contextos actuales y aun sin considerar las dimensiones
económicas, culturales, educativas y sociales.
Finalmente, la misma escuela se encarga de
discriminar y segregar a los pobres condicionando un agregado a
su pobreza y generando su actual y futura
exclusión.
"…el financiamiento de la
educación estatal a través de impuestos sesga,
necesariamente, el acceso a la educación de aquellos que
son alcanzados por el tributo, porque reduce sus oportunidades de
educarse o -en forma directa- las suprime cuando la sumatoria de
ingresos es igual o inferior al total de impuestos que se pagan.
Esto implica que resulta falso el insistente cacareo
demagógico por el cual se quiere convencer a la gente de
que la educación estatal es "para
todos"…[19]
Por otra parte, el deterioro de la escuela
-y en especial del recurso humano en el área- la cuestiona
como "dador" y generador de educación para quienes
más la necesitan. Muchas familias de bajos recursos hacen
ingentes esfuerzos para enviar a sus hijos a instituciones
educativas privadas.
Hoy la escuela solo promueve la
selección de los mejores (o los que tienen mejores
posibilidades), facilitando la exclusión de "los otros",
en virtud de "malas intervenciones educativas". (Sergio
España)(Ibíd 4)
Por otra parte la brecha cultural e
informática entre nuestros países y los
desarrollados es creciente, cuando precisamente se habla de la
"sociedad de la información y el conocimiento".
En América Latina y el Caribe
existen más de 30 millones de analfabetos. Más
allá de ese número que es de por si impactante,
casi el 40% de la población no terminó la escuela
primaria y el 35% de los jóvenes entre 17 y 25 años
no estudia ni trabaja (en nuestro país alcanza a un
millón de jóvenes -el 24%- llamados "ni-ni") y
mientras el promedio de años de escolaridad de los que
pertenecen a las familias de mayores ingresos alcanza los once
años, los de menores ingresos solo reciben en promedio
tres años.
Nuestro país según el
último informe PISA[20]se encuentra al
pié de la nómina de los países
latinoamericanos, cuando hace apenas 20 años la
encabezaba.
En cuanto al nivel alcanzado por la PEA
(Población Económicamente Activa), en nuestros
países casi el 60% no ha completado sus estudios
secundarios, mientras que en países desarrollados ese
porcentaje no supera el 18%.
Por otra parte el fenómeno de la
desocupación se concentra en el 25% más pobre de la
población (pero alcanza a 2, 5 millones de personas,..
aún basándonos en cifras oficiales INDEC: 7,9% de
la PEA. Sin contabilizar los que son asistidos por planes
sociales y que los pierden en caso de conseguir trabajo. De otra
forma la cifra de desocupados alcanzaría largamente los
dos dígitos) y es consecuencia de una baja
calificación en materia de educación de las
familias y en la deficiencia que ofrece la enseñanza,
especialmente en escuelas públicas. Esto deriva a
desocupación y trabajo informal, con bajos
salarios.
[21]
Con enormes difencias
regionales:
(Íbid. 21)
La pobreza resulta así la
consecuencia de una confabulación de factores
desfavorables que determinan un nivel de carencias.(Ibíd
4)
La persistencia de un núcleo duro de
pobreza que ronda el 25% de la población argentina -es
decir: 1 de cada 4 habitantes- se comprueba al medir las
condiciones de hábitat, educación, situación
laboral y alimentación, entre otras
variables.[22]
El incentivo está presente en la
naturaleza del ser humano: la insatisfacción es el
motor para la búsqueda de mejores opciones. El problema se
presenta como consecuencia de la carencia de políticas
económicas que generen riqueza, un aparato político
que mantiene en la dependencia y que no facilita los instrumentos
adecuados para que el pobre pueda superar su
condición.
"….el defecto más grande
del capitalismo es la distribución desigual de la
riqueza,.. la virtud más grande del socialismo es la
distribución equitativa de la pobreza,.." (Winston
Churchill)
Hoy la política ha distorsionado
para sus propios intereses las variables económicas, ha
alterado el buen funcionamiento de los mercados y generado a su
servicio una legión de pobres y carenciados de muchos
bienes intangibles pero esenciales para una subsistencia digna o
una alternativa a su condición.
La economía debería ser un
instrumento de la política. Pero sus presupuestos -no
verificables en un laboratorio como en otras ciencias sociales–
(solo contamos con la evidencia empírica),..han sido
aprovechados en la medida de las necesidades políticas.
Los resultados invariablemente negativos han sido cargado en la
cuenta de los economistas o de imponderables nunca definidos pero
no asumidos por una clase política parasitaria que nos ha
gobernado los últimos 100 años.
Existen jerarquías que no pueden ser
obviadas: a la política deberían dirigirla los
valores éticos y en función de los mismos la
política debería servirse de instrumentos
económicos, para dar satisfacción a las necesidades
de la población, sin perder de vista los objetivos de
futuro como nación.
La economía debería ser
asignatura de aprendizaje obligatorio en nuestra clase
política que -actuando como amateurs de sus principios– no
olvidan aquellos procederes que los benefician.
Por ello la principal política
pública es la política económica si su eje
está dirigido a generar crecimiento y desarrollo en un
país lo que de por sí resultan ya "inclusivos". La
necesidad de que el estado se ocupe de aquellos que no han podido
o sabido hacerlo por si mismos se reduce
considerablemente.
Las políticas públicas
además deben ser direccionadas hacia aquellas que
posibilitan el incremento del "capital humano" (en especial salud
y educación) cuidando la calidad de los servicios
provistos, cuyo monopolio no debe estar en manos del Estado y en
los que la competencia y libertad de elección resultan
fundamentales para la mejora de todos.
Y ello se funda en que estas adquisiciones
"suman" (cuando son universalistas) y -utilitarismo mediante-
resultan en mejores resultados en la productividad, el capital
social y la cohesión de la sociedad.
A partir de allí las diferencias
entre los extremos que tanto preocupan a los igualitaristas
(Índice de Gini) serán menores, aunque no
necesariamente,.. ya que más que igualar, lo que
necesitamos es reducir la pobreza.
Los individuos necesitan "sentirse
incluidos" en la carretera de la producción, como medio de
ingreso al conjunto social y como medio de acceso a la
participación política y los bienes que hacen a su
calidad de vida, como salud y educación.
Cuando se queda fuera de los circuitos y
dinámica de la economía por carecer de las
herramientas necesarias (capital humano), por pérdida de
la fuente laboral, o trabajo precario, se ingresa en la
exclusión: enorme paradoja "ingresar" en el "estar
afuera".
En los pobres y los más vulnerables
se ha roto la visión positiva de "trayectoria de
progreso", que forma parte de cada individuo y en la que se
asienta su pertenencia a la comunidad,… (Ibíd
1)
En los países de nuestra
región (y más aún en el nuestro porque otros
han iniciado ya otro camino) tenemos todavía que superar
diversos problemas:
La existencia de administraciones
pobres y de baja calidadLas formas perversas de
acción política (que por desconocimiento o
interés sostienen la dádiva y con ello las
condiciones de dependencia)Los sucesivos ajustes
económicos,.. producto de reiteradas crisis
dependientes de la perpetuación de un modelo de
alto gasto asistencial y baja productividad
relativaLa persistente exclusión social
y por todo lo anterior la persistencia en el tiempo de la
pobreza, no solo económica, sino de otros bienes y
por lo mismo de mejores oportunidadesLa compleja situación de los
recursos humanos[23]
Existen múltiples clasificaciones de
análisis de las necesidades humanas, pero
básicamente debemos considerar en términos
generales y a los fines de hacer una breve referencia al tema,
una taxonomía que identifica dos de ellas:
Las necesidades existenciales : el
"ser", el "tener", el "hacer, el "estar", etcLas necesidades axiológicas que
se encuentran referidas a aspectos y condiciones vitales y
personales psicológicas vinculadas a la emotividad,
identificación, reconocimiento e integración
social, como son: la subsistencia, la protección, el
afecto, la posibilidad de creación y
realización personal, la identidad y el ejercicio de
la libertad individual. Su carencia transforma la vida en
ausencia.
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