Las teorías de Erik H. Erikson y sus aplicaciones en la terapia: La Séptima Etapa

Es parte de nuestro pasado tribal. La
vejez es parte de la estructura esencial que hace de
la sociedad humana una entidad
perdurable.

A diferencia de otras etapas de la vida
en nuestra edad avanzada, contamos con experiencias vividas,
una infancia con más o menos alegrías,
una juventud con satisfacciones y frustraciones, una
adultez no tan remota, y una posibilidad de cumplir deseos
postergados o anteriormente difíciles.

Es entonces en la vejez el momento
propicio para una integración de todo lo antes
dicho, solidificando la identidad, ya que uno persiste a
través de todo eso. FEFL en: Envejeciendo, el arte de ser
viejos y de cómo disfrutar la vejez.

Leer
más: http://www.monografias.com/trabajos97/envejeciendo-del-arte-ser-viejos-y-como-disfrutar-vejez/envejeciendo-del-arte-ser-viejos-y-como-disfrutar-vejez#ixzz38W6pmQ2r

En el principio era William Shakespeare
(1564-1616) quien en el 1600, a la edad de 36 años,
produjo su obra profética (al menos para la historia del
desarrollo humano) Como gustéis. En ésta,
el carácter principal Jaques, describe originalmente
las siete etapas en la vida del hombre.

En esta lección tendremos una
oportunidad de apreciar los pensamientos del bardo ilustre, que
precedieran los de Erikson por más de tres siglos y
medio:

Las siete etapas de
la vida de acuerdo a Shakespeare

Las siete etapas de la vida según
Shakespeare aparecen en la comedia "Como
gustéis", escrita alrededor del año 1600 y
publicada por primera vez en 1623. Parte de la trama involucra a
un duque que ha sido depuesto del poder. En el destierro, el
hombre noble es acompañado por el melancólico
Jaques. Jaques (cuyo apelativo no debe de ser confundido con el
patronímico gálico "Jacques") pronuncia el
discurso que comienza con la frase "todo el mundo es
un escenario", donde apasionadamente describe las siete
etapas de la vida de una persona, desde los días
desamparados de la infancia a la adolescencia
(éste último concepto inexistente como hoy lo
conocemos), la juventud, la mediana edad, el envejecimiento y la
muerte. El discurso aparece en la escena VII del II acto de
la obra. Antes de describir las siete etapas, Jaques dice:
"Todo el mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres
meros actores; tienen sus salidas y sus entradas, y un hombre en
su vida interpreta muchos roles, siendo sus actos siete
edades".

Lámina de las siete
etapas

Las 7 etapas para
Shakespeare en Como gustéis

Etapa 1: Infancia

"Primero el infante, gimoteando y
vomitando en brazos de la nodriza".

Etapa 2: Colegial

"Después el chiquillo
quejumbroso, con su cartera, y radiante cara matinal,
arrastrándose como caracol, de mala gana, a la
escuela".

Etapa 3: Amante

"Y luego el amante, suspirando como un
horno, con una balada doliente, hecha para la ceja de su
amada".

Etapa 4: Soldado

"Luego un soldado, lleno de
extraños juramentos y barbado como el leopardo, celoso de
su honor, precipitado y veloz en la disputa, buscando la burbuja
de la fama, incluso en la boca del
cañón".

Etapa 5: Juez

"Luego el juez, que con el vientre
redondo relleno de buenos capones, los ojos severos y la barba
recortada, lleno de sabios aforismos e instancias actuales,
actúa así su parte".

Etapa 6: Edad avanzada

"La sexta edad trae consigo al viejo
enflaquecido en pantuflas, con gafas en las narices y una
faltriquera al costado, con sus calcetines juveniles, bien
guardados, ahora demasiado anchos para sus huesudas piernas; y su
gran voz varonil, que vuelve a sonar aguda como la de un
niño, pitando y silbando al hablar".

Etapa 7: Demencia y proximidad de la muerte
"sin dientes, sin ojos, sin gusto, sin nada"

Comentario: La escena final de todas, con
que concluye esta singular y variada historia, es en la segunda
infancia de Erikson, y el simple olvido que escuchamos:
"sin dientes, sin ojos, sin gusto, sin nada".

El juez por Honoré
Daumier

Importancia de la
perorata

La frase "todo el mundo es un
escenario" es una de las más citadas de Shakespeare. El
"escenario" a que se refiere el poeta tiene significados
compuestos. En primer lugar, están las etapas propias de
la vida, desde la infancia hasta la muerte. Luego,
está la metáfora de que la humanidad se limita a
ejecutar una función predeterminada en aras de un logro
mayor. Nuestros papeles, Shakespeare parece haber escrito, en
gran parte no son de nuestra propia creación, sino que
parecen ser predeterminados por la misma Naturaleza. La humanidad
sigue un camino establecido, y no importa cómo actuamos
nuestros papeles (nuestras vidas), todos terminaremos de la misma
manera: en el "simple olvido". Este discurso es un
momento oscuro en la que de otro modo se considera una obra de
comedia, y contrasta el optimismo de otros personajes con la
visión resignada y melancólica de
Jaques.

Leer más:

http://www.ehowenespanol.com/siete-etapas-vida-shakespeare-info_382598/

Shakespeare vivió hasta los 52
años (muriendo de causas desconocidas a una edad no muy
avanzada), justamente en la etapa que hoy estamos estudiando de
acuerdo al esquema por Erikson trazado.

Shakespeare en su tiempo no gozaba de los
conocimientos que hemos adquirido desde que borroneara sus obras
teatrales. Como tampoco reconociera la importancia de la
niñez post-victoriana en la que Dickens viviera, la de la
adolescencia actual (entonces desconocida, como la conque hoy
somos familiares), ni el impacto real que la escolaridad
del joven ejerce en las vidas de todos; y que, por sus
dependencias en los padres, a veces se extiende, mucho más
allá de la edad los 30 años. (Véanse mis
ponencias al respecto).

La importancia de las etapas
Erikson

Son subrayadas en este artículo
porque éstas representan un adelanto cronológico
que, como sucede con los estudios de los sabios
epistemólogos, están basados en la
progresión de las diferentes fases características
de cada período en cada modalidad del desarrollo.
Incluyendo el neuromuscular, el del lenguaje, el cognitivo, el
psicosexual y — por supuesto — el psicosocial.

Haeckel nos enseñó que la
ontogenia recapitula la filogenia…

Jan Saudek

La séptima
etapa de Erikson: Generatividad frente al
estancamiento (desde los 40 hasta los 60 años
aproximadamente)

La tarea fundamental en esta etapa es
lograr un equilibrio apropiado entre la productividad liberadora
y el estancamiento que todo lo obstruye. La productividad, es una
extensión del amor hacia el progreso y el crecimiento que
resulta de añadir conocimientos nuevos y nuevas
experiencias a nuestras vidas en cualquier edad.

Esta es la etapa de la "crisis de la
mediana edad", cuando uno se pregunta: ¿Qué estoy
haciendo en este mundo? ¿Qué he logrado y
qué me falta por alcanzar en mi existencia menguante? Y,
finalmente ¿Soy feliz?

Esta es uno de los lapsos más
prolongados en el desarrollo, extendiéndose de los treinta
a los sesenta años. Erikson lo divide en dos
períodos distintos: primero, la edad adulta ajustada (de
treinta a cincuenta años) y segundo la edad adulta per se
(desde los cincuenta a los sesenta), ya que los intereses y
preocupaciones de una persona de treinta años de edad no
son los mismo que los de una de sesenta.

Esta es la etapa del arraigo, ya que en
ella se cristalizará provecho de lo aprendido en fases
anteriores. Normalmente consiste en cerrar el círculo:
primero se estudia, se trabaja, se procrean hijos y luego se
vuelve a educar y se asiste en formar a los nuevos
individuos.

Los adultos se convierten así en
parte activos de la sociedad, trabajando, participando en la
elaboración de proyectos cívicos, formulando las
decisiones políticas, y auxiliando a las nuevas
generaciones con su ejemplo y labores.

Distinguiremos dos tipos de personas:
aquellas que poseen prestigio social y sirven de ejemplo, y
aquellas que aparecen como paralizadas, incapaces de modificar su
vida y entorno dejándose arrastrar por los eventos,
convirtiéndose en personas conformistas que se moldean
impasibles a las situaciones que enfrentan.

Si una persona supera esta etapa
satisfactoriamente, está centrada y equilibrada, por lo
que procurará modificar su medio ambiente para hacerlo
más productivo para sí misma y su
familia.

Ejemplos de
una crisis existencial

Daniel se encuentra a
sí mimo

"Tenía 35 años y estaba por
casarme. Mi plan era casarme de grande, como
papá.

"Él predicaba que un muchacho
debía vivir, conocer todo y después colgar la
chancleta y ser buen marido. Yo era muy enamoradizo, me gustaban
mucho las chicas, tenía éxito y muchas
novias. Me enamoraba a menudo y me gustaba mucho el estar
acompañado de mujeres.

"Un día me estaba vistiendo para ir
a una fiesta con mi novia. De pronto sentí un gran
silencio interior y la convicción de que Dios me llamaba a
su servicio. Pero lo rechacé: venía a
complicar todos mis proyectos. Ese silencio se empezó
a sobrevenir más seguido, sobre todo de noche, cuando me
iba a acostar. Sentí que Dios me llamaba y al
mismo tiempo que era libre en la elección. Me
sentía halagado, pero me iba a la piscina, y, mientras
nadaba y nadaba, le decía a Dios: No te confundas, a
mí me gusta esto. Y le pedía que me
respondiera.

"Una tarde se desató una tormenta
brutal. Paré en la zona colonial, justo enfrente de
una iglesia. Y decidí entrar. En ese momento, el cura
pregunta si alguien puede ayudarlo a decir misa. Me sentí
señalado: era la respuesta que había pedido a
Dios.

"Lo más extraordinario que me
sucedió es haber sido llamado al sacerdocio, porque voy a
ser sacerdote también en el más allá, para
toda la eternidad. Cuando me convocó Dios, tuve que
abandonar muchas cosas, y lo único que lamento es haber
tenido que dejar el remo, las chicas,
la natación y la navegación a
vela".

En este caso, la crisis existencial se
resolvió por sí misma, ya que Daniel estaba
dispuesto a seguir las coincidencias de su vida sin titubeos y
sin dudas. (Véanse mis ponencias al respecto).

Petra y su
agonía

Petra era una niña infeliz cuya vida
empezara en un hogar donde la armonía era inaparente. Su
mamá era una actriz de vodevil que desposó al
marido por el dinero. Nunca estuvo satisfecha con sus cuatro
embarazos y nunca se ocupó del cuidado de sus hijos. Petra
creció sola, acompañada del servicio a quien
ayudaba en los quehaceres del hogar.

Cuando entró al kindergarten
recuerda que pataleaba y que había que arrastrarla para
que fuera a la escuelita local (problemas en la segunda etapa de
Erikson). Más adelante resistió ir al colegio,
terminando en un internado de monjas que
practicaban disciplina férrea y que utilizaban
la humillación como castigo. Allí aprendió,
de las preladas, que su mamá era
una persona libertina, por haber actuado semidesnuda en
el teatro .

En el colegio, a la edad de doce
años, se enamoró de una compañera de su
misma edad. Esa aventura amorosa le causó
mucho daño emocional, culminando en
períodos alternantes de obesidad y
de bulimia. Mientras que su padre abandonó el hogar y
obtuvo un divorcio, mientras que la mamá
retornó por un tiempo a Venezuela, su país
natal.

El primer contacto con un terapeuta fue en
Maracaibo, cuando Petra, sintiéndose deprimida,
mencionó el suicidio a un primo que, como ella,
vivía con la familia de sus abuelos. La pusieron en
diazepan para sus ansiedades, fármaco al que se
volvería adicta — como adicta asimismo sería —
a un sinnúmero de drogas que obtendría en las
calles por medio de sus amigos.

A pesar de vivir intoxicada la mayor parte
del tiempo, Petra funcionaba y aún obtenía buenas
notas, lo que le permitió ser admitida en
una escuela norteamericana para completar el
bachillerato, donde, luego de haberse graduado, se mudó
con un hombre muy mayor que la maltrataba cruelmente.
Una vez decidió, para no tener su hijo, huir de su
compañía terminando un aborto en medio de
la compañía de unos inmigrantes ilegales que se
dedicaban al tráfico de las drogas.

Viktor Oliva: El bebedor de
ajenjo

Con ellos vivió un tiempo largo al
margen de la sociedad y de la ley.

A los 21 años decidió
retornar a su hogar, encontrando a su madre muy enferma con
cirrosis del hígado. Condición que
causaría su muerte en breve. Nunca
recordó si la había afectado esa pérdida
emocional, ya que no vertió lágrimas
algunas.

Se convenció de que el placer y el
dolor para ella no existían y que todo lo que podía
hacer era simular los sentimientos requeridos para la
ocasión dada.

Desposó su primo, ahora
médico, y se mudaron a Caraballedo donde vivió la
vida estable de una adicta furtiva. El marido, le proporcionaba
los derivados de la morfina para tratar una neuralgia facticia
del trigémino. No era feliz, pero tampoco era
infeliz.

Tenía cuarenta y cinco años
cuando, en un crucero, conoció a Jorge. "Fue, en realidad
mi primer amor", dice de él. Se ocultó,
alejándose del buque durante el desembarque en las Islas
Vírgenes y allí permaneció viviendo con
Jorge en Saint Croix. Esta unión tampoco duraría,
animándose a retornar a su esposo que ahora residía
en los Estados Unidos, donde la
conociéramos.

"Cuando yo estoy en grupos, voy a
bodas, a entierros, a bautizos. Yo observo a los demás y
me fijo cómo actúan, entonces yo los imito. Debo de
ser una buena actora, porque todos creen que comparto los
sentimientos de los demás… pero no es
verdad… si hay algo que siento, es algo loco. O es
tristeza o es vacío… a veces es como
anestesia…" (Véase mi artículo acerca de la
personalidad mimética).

La terapia de Petra fue muy instructiva
para Helen, su terapeuta, porque ambas establecieron una
relación de mucha empatía. Petra abandonó
totalmente el uso de las drogas y aceptó ser
entrenada, como líder, en un grupo de apoyo
mutuo que asistía víctimas de trastornos afectivos
y del comer.

La terapia analítica sacó a
la luz los muchos traumas que ella sufriera en su
niñez temprana — desde la segunda etapa — y fue capaz
de revivir el impacto de sus pérdidas prematuras, las que
nunca antes se permitió reconocer y, mucho menos,
lamentar.

Mimetismo emocional

Hoy Petra es trabajadora social y asiste en
una clínica de Recovery en
Missouri.

Leer
más: http://www.monografias.com/trabajos49/crisis-existencial/crisis-existencial2#ejemp.

En
resumen

Siguiendo nuestro propósito de
adaptar en esta tesis cada etapa de Erikson al entendimiento de
los aspectos particulares de casos que conociéramos en
terapia. Aquí nos convence el hecho de que desde que el
infante comienza los esboces de su etapa pre-verbal y de
entrenamiento sanitario (segunda etapa en este caso), hasta que
llega a la edad de la adultez (séptima etapa). Para
algunos, el hecho de no haber superado exitosamente esa segunda
etapa — tan crucial y significativa — representa una crisis
por sí misma, que interferirá con la feliz
resolución de las fases posteriores.

Por ello consideramos de mucha importancia
para todos quienes hacen psicoterapia con sus pacientes, que
mantengan vivas en sus mentes las fundaciones técnicas de
las teorías que las soportan para recurrir a las mismas en
respuesta a los problemas que — en su manera única de
vivir sus propias vidas — nuestros pacientes nos
presentan.

Fin de la lección.

A ser continuada en la última de las
etapas que Erikson esquematizara.

Autor:

Dr. Félix E. F.
Larocca