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La vocación, el seguimiento de Jesús e interioridad agustiniana




Enviado por Exequiel



Partes: 1, 2, 3

  1. Introducción
  2. Ver
  3. Juzgar
  4. Actuar
  5. Conclusión
  6. Bibliografía

Introducción

En el desarrollo de este trabajo monográfico,
trataré el tema de la vocación, el seguimiento de
Jesús, y la interioridad agustiniana, utilizando el
método: ver juzgar y actuar, propio del magisterio de
América Latina y usado en la constitución
dogmática Gaudium Spes (GS) del Concilio Vaticano II,
también utilizado por el Beato Juan Pablo II en su
magisterio. El método ver, juzgar y actuar, nos
ubicará en nuestro contexto, en situaciones concretas y un
hilo conductor que desemboca en una respuesta a las situaciones
propias de nuestro tiempo.

En el primer capítulo se abordará de una
manera clara y sencilla la crisis que el hombre actual
está viviendo. Su desarrollo nos permitirá
profundizar en el cómo se está viviendo la
vocación, particularmente a la vida sacerdotal y
religiosa, y cómo se está viviendo el seguimiento
de Jesús y la interioridad desde la repuesta de San
Agustín de Hipona.

Partimos de la siguiente pregunta: ¿está
en crisis la vocación o, por el contrario, es el ser
humano el que está en crisis? Para responderla nos daremos
a la tarea de ver los acontecimientos de la historia,
enfocándonos principalmente en el secularismo y el
daño que ha causado en el mal uso de los medios
técnico-científico. También desarrollaremos
algunos aportes del Papa Benedicto XVI sobre la crisis del hombre
actual, que consisten en:

  • 1. La ausencia de Dios como deterioro de la
    misericordia en el mundo.

  • 2. El materialismo economicista global como
    expresión epocal de la crisis del ser
    humano.

  • 3. Vacío de Dios- vacío del
    sentido de la vida.

En el juzgar: trataremos a nivel profundo la
reflexión sobre la vocación, el seguimiento de
Jesús y la interioridad agustiniana. Los tres temas se
abordan por separados, para definir el significado y en que
consiste cada uno. La vocación, por ejemplo: es un
acontecimiento propio e irrenunciable que nos acompaña,
desde el llamado a la existencia hasta encontrarnos con quien nos
llamó. El seguimiento de Jesús lo plantearemos como
una manera concreta de llevar a cabo la vocación recibida;
nos ubicaremos en su contexto teniendo en cuenta los datos
históricos y de fe, expresados principalmente en los
evangelios sinópticos y de Juan. También,
desarrollaremos algunos modelos de seguimiento, como es el de
maría la madre de Jesús y la vida monástica.
Además abordaremos el itinerario de San Agustín, su
inquietud-búsqueda y la interioridad-trascendencia que le
llevó a descubrir primeramente su propia vida y luego a
Jesús que habita en lo más íntimo de su
propia intimidad.

En el actuar o tercer capítulo, habiendo
visto y juzgado lo relacionado al tema a trabajar en esta
monografía, ofreceremos un proyecto formativo para los
fieles cristianos laicos que han optado por pertenecer a la
sociedad de oblatos Albertinianos. Este proyecto formativo
estará basado en la espiritualidad de los Monjes
Contemplativos Albertinianos. Brindaremos una repuesta concreta a
las vocaciones que deseen un seguimiento más pleno de
Jesucristo.

Ver

1. PROBLEMA VOCACIONAL COMO MANIFESTACIÓN DE
LA CRISIS DEL HOMBRE ACTUAL.

Hemos iniciado el siglo XXI y como herencia del siglo XX
estamos experimentando de manera violenta dentro de la Iglesia
Católica los estragos que primero el modernismo, y luego
la post modernidad nos han dejado. Vivimos en una sociedad
Secularista que rechaza todo signo que hable de Dios, o bien todo
signo por el cual Dios nos habla. El hombre actual ha querido
quitar a Dios para ocupar su lugar, lo que le hace perder su
identidad y con ella su vocación. En este sentido la
Iglesia Católica que por mandato Divino está
formada por hombres, es decir por miembros que tienen la
vocación de formar en el propio género humano, la
familia de los hijos de Dios, que ha de ir aumentando sin cesar
hasta la venida del Señor
(Cfr. GP 40) manifiesta una
gran preocupación por la dificultad que actualmente tiene
el hombre para encontrar su vocación.

1.1. La Iglesia en el tiempo.

La iglesia católica, cuerpo místico de
Cristo y Jerusalén Eterna, con dos mil trece años
de historia, pero con los fundamentos en el corazón mismo
de Dios, El Eterno Padre y por quien todo fue creado (Cfr. GP
40), ha sufrido diversos ataques procedentes de los imperios,
personajes, ideologías y diferentes detractores en cada
etapa transcurrida a lo largo de la
historia[1]

Las fuerzas del mal actúan contra ella para la
perdición de la humanidad. Los daños que causan son
muchos y de gran magnitud, pero ninguno puede destruirla. No
porque quienes la integran sean seres extraordinarios, sino
porque prevalece la promesa del Hijo Eterno del Padre: "los
poderes del infierno no prevalecerán sobre Ella" (Mt
16,18).
Con razón, escribe Chesterton, para el tiempo
de San Francisco De Asís, ya la Iglesia era más
antigua que la Francia de hoy, y más antigua que la
Inglaterra de nuestros días. Ya parecía antigua
casi tanto como ahora y probablemente más. Había
alcanzado sus mil y volvía la esquina del segundo milenio.
Parecía tan antigua como ahora y había quien la
imaginaba moribunda como ocurre ahora.[2]
Así como en el pasado la Iglesia enfrentó diversos
ataques, también hoy lo está haciendo y con el
mismo vigor y certeza que hace dos mil años, tal como si
nuevamente volviera a nacer. Gracias a la acción del
Espiritu Santo, que transforma y rejuvenece, este misterio es
posible.

En nuestros tiempos se piensa que la Iglesia enfrenta
una crisis de vocaciones, religiosas y sacerdotales. ¿En
qué consiste esta crisis? ¿Está en crisis la
vida religiosa y sacerdotal? La vocación no es una
necesidad más que el hombre haya inventado para estimular
los anhelos e inquietudes que nacen en su interior, sino una
realidad existencial sobrenatural que tiene sus fundamentos en su
creación (cfr. Ef 1, 3-5).

No existe una crisis Vocacional o crisis de la
vocación. No está en crisis la vocación a la
vida religiosa y sacerdotal. Como ya mencioné, la
vocación es un llamado gratuito de Dios a los hombres.
Independientemente que responda o no, su corazón
estará marcado por el sello indeleble de su
amor:[3] "Nos hiciste Señor para ti y
nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en
ti" (Confes., I, 1,1).

1.1.1 Estado actual de la vocación

Si la vocación no está en crisis, entonces
¿en qué consiste ese extraño fenómeno
que está ocurriendo al interior de las comunidades
religiosas, de la vida sacerdotal diocesana y de las
órdenes monásticas que son tan antiguas como la
iglesia? Muchas de estas formas de vida consagrada han cerrado o
están a punto de cerrar casas religiosas, debido a una
creciente disminución de hombres y mujeres que optan por
este estilo de vida, y muchos de los que ya hicieron su
opción terminan abandonando el
ministerio[4]Veremos los siguientes datos
estadísticos: En Latino América, en 1978 eran
300.489 religiosas, en el 2000 eran 232.986, un 22,46% menos.
Religiosos laicos eran 23.747 en 1978, en el 2000 eran 16.615, un
30, o3% menos. Religiosos sacerdotes eran 54.187 en 1978, en el
2000 eran 45.720, un 15,63% menos. Así el total de
religiosos y religiosas eran de 378.423 en 1978 y en el 2000 eran
295.321, un 21,96% menos".
[5]

Sumado, estos datos a las diferentes experiencias que
los feligreses tienen en sus parroquias, nos damos cuenta de la.
La atención pastoral – espiritual de la
feligresía, es cada vez menos personalizada y menos
atendida. Personalmente, en los encuentros semestrales que
realiza la Conferencia de Religiosos de la Diócesis de
Estelí, he tenido la oportunidad de conversar con
religiosos y sacerdotes sobre el tema vocacional, Y coincidimos
que existe una creciente disminución de las vocaciones
religiosas y sacerdotales. He orientado vocacionalmente a
jóvenes que han solicitado ingreso a nuestro Monasterio
Albertiniano Inmaculada Concepción de María en
Estelí, Nicaragua, de los cuales no todos ingresaron y no
todos los que ingresaron han perseverado. ¿Qué
sucede? ¿Qué está
pasando?¿Será el hombre el que está en
crisis?

1.2. Crisis del hombre en la actual coyuntura
global.

Efectivamente, se ha constatado que el hombre
está atravesando situaciones muy hostiles en la historia
actual. No es plenamente libre a la hora de tomar decisiones y
opciones fundamentales. Va perdiendo la capacidad de escucha y
por lo tanto de repuesta. Las estructuras de pecado han alcanzado
tales dimensiones, y el hombre actual no quiere acordarse de
Dios. Continúa enfrascado en su lucha por ser como dios:
"En realidad ni siquiera hace falta una rebelión
consciente a lo Prometeo. Es tal el poder que los hombres tienen
en sus manos, que aun sin quererlo van adquiriendo
psicología de
diosecillos".
[6]

El hombre actual ha renunciado a construir la ciudad de
Dios, la ciudad del amor, que tiene sus fundamentos en Abel, para
construir la ciudad de los hombres, es decir, la ciudad del
pecado, fundada en Caín.[7] Ha renunciado a
sus valores fundamentales, que son inherentes a su existencia,
creando así una sociedad secularista sin referentes
trascendente.

1.2.1. El secularismo y sus consecuencias.

En este sentido, el secularismo se ha de entender como
el extremo de lo que la teología llama
secularización y que forma parte de la crisis del hombre
actual. Secularización viene del latín "saeculum" y
que significa "siglo"; en el lenguaje eclesial significó,
"mundo". Las religiosas y religiosos le llamaban mundo a lo que
estaba fuera de la Iglesia. La primera vez que este
término se empleó fue jurídicamente en el
año 1648 en los tratados de "Wuest Falia" para pasar
algunos bienes de la Iglesia a manos del estado
(secularización), y así poner fin a la guerra de
los treinta años.

En el siglo XVIII se le llamó
secularización al retorno de los sacerdotes al estado
laical, de la Iglesia al mundo. En el siglo XIX adquiere un
significado cultural. Muchas tareas que la iglesia realizaba en
lo políticos, lo económico y en lo intelectual,
fueron asumidas por la sociedad. Por ejemplo: para gobernar, un
monarca lo hacía en nombre de Dios, Era ungido con oleo.
Ahora, quien gobierna, lo hace en nombre del pueblo y para el
pueblo; el pueblo lo pone y lo quita cuando quiere.

La educación hasta la edad media estuvo bajo la
tutela de la Iglesia. Muchos descubrimientos científicos
estaban basados en la interpretación de la Biblia. Los
sacerdotes eran los notarios y llevaban los registros
eclesiásticos y civiles del estado. En la agricultura los
cultivos eran asperjados con agua bendita. En la actualidad ya no
ocurre esto. Los cultivos ya no son asperjados para su buena
producción, sino que son bañados con
fertilizantes.

La Iglesia ha cedido gran parte de sus actividades a la
sociedad. A tal punto que el estado de secularización a lo
largo de la historia ha adquirido nuevas dimensiones: de la
secularización se ha pasado al
secularismo.[8] El Papa Juan pablo II manifiesta
su preocupación al momento de interrogarse:
"¿Cómo no hemos de pensar en la persistente
difusión de la indiferencia religiosa y del
ateísmo, en sus más diversas formas,
particularmente en aquellas hoy más difundidas del
secularismo? Embriagados por las diversas conquista de un
irrefrenable desarrollo científico- técnico, y
fascinado sobre todo por la más antigua y siempre nueva
tentación de querer llegar a ser como Dios (cf. Gen 3,5)
mediante una libertad sin límites, el hombre arranca las
raíces religiosas que están en su corazón:
se olvida de Dios, lo considera sin significado para su propia
existencia, lo rechaza poniéndose a adorar los más
diversos ídolos." (
ChL 3)

Por secularismo se entiende entonces aquello que va
más allá de la secularización. Podemos decir
secularización sí, pero secularismo no. La
secularización en sus justas coordenadas es importante,
porque ayuda a madurar la fe, permite una sana
interpretación del Misterio de Dios en todos los
ambientes. En cambio el secularismo rechaza el sentido
trascendente de la vida. Elimina todo elemento espiritual que
haga referencia al Misterio. Nos enmarca en un espacio finito,
declarándonos administradores de nuestra propia vida, sin
tener que rendirle cuentas a nadie.

Esto desemboca en una rebeldía interior. Durante
el año 2012, Nicaragua experimentó el impacto
negativo del secularismo. Como rechazo a los signos de
trascendencia: tres Iglesias fueron víctimas de sacrilegio
(La Iglesia San Agustín, en Managua; Don Bosco, en
Estelí y la Asunción, en Ocotal). Y En marzo de
2013, un grupo de personas del Barrio Betania, Estelí,
Nicaragua, agredió física y verbalmente, al
Monasterio Albertiniano Inmaculada Concepción de
María, ubicado en ese mismo barrio marginal. Cosa que
jamás hubiese ocurrido cincuenta años
atrás.

1.2.2. Una sociedad científico-
tecnológica sin referente trascendentes

Lo cierto es que estamos en una sociedad secularista,
donde el hombre ha perdido los referentes trascendentes y
experimenta una aguda crisis de valores. Con el desarrollo
científico tecnológico, ha pretendido crear su
propio "estado de cosas" cambiar el rumbo de la historia:
"Sin embargo a lo largo de los últimos años,
todas esas esperanzas se han manifestado inconscientes. Es verdad
que la ciencia ha beneficiado notablemente a la humanidad pero
también ha hecho posible el holocausto judío las
tragedias de Hiroshima y Nagasaki; el marxismo por su parte, en
vez de traer el paraíso comunista, dió origen al
archipiélago Gulag; las sociedades del capitalismo
avanzado han alcanzado un alto nivel de vida, pero están
corroídas desde dentro por el gusano del aburrimiento y
del sin sentido… En resumen, que para toda una
generación el mundo se ha venido
abajo".
[9]

El hombre se ha dejado seducir por el mundo nuevo y
apasionante de la novedad científico-tecnológica.
Ha renunciado a su capacidad de pensar y de reflexionar. Ha
descuidado la dimensión de la fe, renunciando al silencio
y a la oración. Por la falta de preguntas existenciales,
se ha constituido en un ser alienado y alienante. No puede
encontrar su identidad como persona, mucho menos reconocer en el
otro su alteridad. [10]

Ha adquirido una mentalidad pragmática, en la que
el centro de su vida es producir y consumir. "La persona vale
según lo que produce y lo que posee". Cultivar las
dimensiones trascendentes del hombre es lo que menos importa, si
está de por medio el confort[11]y el poder.
Ya no interesa el saber. Si se sabe manipular una máquina
o un instrumento tecnológico es suficiente, pues de esa
manera se es productivo. En el hombre actual impera la
razón instrumental; como dice L. González Carvajal:
"Es representativo de la nueva forma de pensar aquel lema de
kodak que, desde, 1989, tanto contribuyó a popularizar la
fotografía en todo el mundo "usted oprime el botón
nosotros hacemos lo demás" fue una de las primeras
exaltaciones de la razón instrumental: usted no necesita
saber nada "otros saben por usted; todo lo que tiene que hacer
usted es oprimir botones. Pues bien así es el hombre
tecnológico: un hombre sin interrogantes, sin preguntas
últimas. Le basta saber dónde está el
botón".
[12]

1.2.3. La superficialidad

La situación es preocupante. ¿Cómo
no podría serlo? El mismo hombre, no se da cuenta que algo
no está funcionando bien; no conoce sus propias
inconsistencias. Es como un "rompe cabezas" donde las piezas
están fuera de lugar. Ha perdido la unidad de la totalidad
del ser. No se conoce así mismo y por eso desconoce la
verdad. Camina sin darse cuenta a donde se dirige, ha perdido su
meta y con ella el sentido de su vida. Es incapaz de ver su
futuro con esperanza. Se ha estacionado en un eterno presente
entre la superficialidad que deja el hedonismo y el consumismo;
vive como si Dios no existiera (etsi deus non
daretur).

En este sentido José A. Pagola nos dice que:
"la cultura moderna se convierte así en una cultura de
la "intrascendencia" que ata a la persona al "aquí" y al
"ahora" haciéndole vivir solo para lo inmediato sin
necesidad de abrirse al misterio de la trascendencia. Es una
cultura de "divertimiento" que arranca a la persona de sí
misma haciéndola vivir en el olvido de las grandes
cuestiones que lleva en el corazón el ser humano. En
contra de la maxima agustiniana "no andes fuera de ti mismo;
entra en tu interior que ahí habita la verdad," el ideal
más generalizado es vivir fuera de uno
mismo".
[13]

Soy testigo de esta dura realidad; Como hombre de esta
época y de este momento de la historia, puedo dar
testimonio de lo que he vivido: Llegué, al Monasterio
Albertiniano Inmaculada Concepción de María,
carente de afecto, egoísta, narcisista, lleno de
prejuicios y de tabúes, alienado en cuanto a las
ideologías y a los "mass medias" y con una personalidad
fragmentada. Mis hermanos Monjes lo pueden confirmar, pero sobre
todo, mi padre-maestro, quien me ha orientado para una sana
relación con Jesucristo, el único capaz devolverle
la dignidad al hombre. Igual que yo existen muchos que son
conscientes de la crisis que el hombre actual
enfrenta.

1.3. Aportes del Papa Benedicto XVI.

El Papa Benedicto XVI es uno de los grandes
teólogos católicos de los últimos tiempos.
Asumió el reto de profundizar en las grandes cuestiones
que aquejan a la humanidad. Él es dueño de su
tiempo
.[14] Ha sabido reconocer la presencia
amorosa de Dios en medio de tanto mal; es un hombre que sabe
descubrir en cada detalle la existencia de Dios. Nació en
el silencio de un sábado santo el 16 de abril de 1927.Fue
formado con altos valores morales y espirituales, lo que le
permitió mantenerse fiel a sus profundas
convicciones
.[15]

Su vida está cimentada sobre la fe y la familia,
dos grandes pilares en los que se apoyará durante toda su
vida. Es un teólogo de matriz agustiniana, lo hace saber
en sus escritos, su espiritualidad y sobre todo, en su entrega
total e incondicional a la Voluntad de Dios a través del
servicio a la Iglesia.

Benedicto XVI ha vivido involucrado activamente en los
últimos acontecimientos de la historia a nivel social y
eclesiástico: La segunda guerra mundial, la post guerra,
los daños del modernismo en todas sus dimensiones, y los
continuos ataques a la Iglesia católica; se
involucró, como universitario, soldado, sacerdote,
catedrático, obispo, Pontífice y finalmente como
Monje. Es un hombre que ha vivido inserto en el corazón
del mundo sin ser del mundo; por eso sus aportes desde el
magisterio profético: adquieren gran valor y
autoridad.[16]

La voz del Papa Benedicto XVI es profética porque
sabe anunciar y denunciar; siempre partiendo del dominio que
tiene sobre el pasado y la ubicación en el presente se
proyecta hacia el futuro,[17] Se puede apreciar en
la reforma de la reforma de la liturgia que, llevó a cabo
en la iglesia[18]Esto hace de él un
personaje de la historia, como él mismo lo dice: "esta
es una lucha que hace época, una lucha de enorme
importancia en la historia".[19]

Teniendo muchos aportes que brindar, sobre la crisis del
hombre actual, haré mención de tres grandes
teologúmenos, en los cuales podemos descubrir, en la
manera como los aborda, no sólo el peligro del fracaso de
una sociedad que le ha dado la espalda a Dios, sino
también la oportunidad de cambiar el rumbo de la historia,
si atendemos a su llamado, que es el de encontrarnos cara a cara,
corazón a corazón con Cristo. Los
teologúmenos son:

  • 4. La ausencia de Dios como deterioro de la
    misericordia en el mundo.

  • 5. El materialismo economicista global como
    expresión epocal de la crisis del ser
    humano.

  • 6. Vacío de Dios- vacío del
    sentido de la vida.[20]

1.3.1 La ausencia de Dios como deterioro de la
misericordia en el mundo.

Ante la pregunta que le hacen a Jesús
¿Quién es mi prójimo? Él, responde
con la parábola del buen samaritano; reconociendo al
prójimo, como aquel que se mueve a misericordia (Cfr. Lc
10,29-37). Se entiende aquí, la misericordia como la
capacidad de amar, de acoger al herido y al necesitado. El Dios
que se ha hecho hombre por nuestra salvación, que ha
renunciado a su naturaleza divina para asumir la condición
humana, se constituye en el obediente hasta la muerte y una
muerte de cruz (cfr. Flp. 2, 6-8), Él es el paradigma de
este amor misericordioso. Como dice el apóstol San Juan:
"Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por
sus amigos" (Jn 15,13).

El Papa Benedicto XVI ha detectado en el mundo lo
contrario a esta lógica del amor que propone Jesucristo en
su evangelio y es la lógica de vivir según
egoísmo. (Cerrarse al otro para centrarse en sí
mismo) señala que: "el ansia de vivir que encontramos
hoy en todos los continentes ha originado una anticultura de la
muerte que se va convirtiendo en la fisonomía de nuestro
tiempo: el desenfreno sexual, la droga y el tráfico de
armas se han convertido en una trinidad profana cuya red se
extiende por los continentes. El aborto, el suicidio y la
violencia colectiva son las maneras concretas en que opera el
sindicato de la muerte."[21]

Esta cultura de la muerte denunciada por el papa
Benedicto XVI, refleja la ausencia de Dios que hay en el mundo;
se ve claro el deterioro de la misericordia y, conlleva un grave
peligro para la sociedad, ya que: "una sociedad que se olvida
de Dios, que excluye a Dios precisamente para tener la vida cae
en una cultura de muerte. Por querer tener la vida se dice "no"
al hijo, pues me quita parte de mi vida; se dice "no" al futuro
para tener todo el presente; se dice "no" a la vida que nace,
como a la vida que sufre, a la que va hacia la muerte. Esta
aparente cultura de la vida se transforma en la anticultura de la
muerte"[22]

El miedo a la muerte tanto física como
existencial genera muerte. El ser humano ha perdido el horizonte
de su vida, se ha olvidado que en ese ser de tierra, Dios
insufló el espíritu que le hace persona, capaz de
relacionarse y abrirse a la trascendencia, un ser inmanente pero
a la vez trascendente, capaz de morir para resucitar. Como el
hombre actual ha perdido el conocimiento de sí mismo, ha
perdido su identidad. El miedo a la muerte no permite asumir su
vida con plena libertad, trata de esquivar el dolor de la cruz
que le recuerda que hay que morir y renuncia a un Dios que ofrece
la muerte como la única manera de poder vivir (Cfr. Lc.
9,24-25), le da la espalda, y se abandona a sus propios placeres,
sumiéndose en el hedonismo y el relativismo.

Ante tal situación el papa Benedicto XIV nos
recuerda que la cruz no se queda solo en el sufrimiento y el
dolor, porque desde el madero no nos contempla un fracasado,
desventurado, sino que nos contempla el Sumo Bien que hace que de
ese absurdo nazca una vida nueva. Nos contempla el bien supremo
de Dios que se entrega por nosotros para cargar con el peso de
todos los pecados de la historia. El signo de la Cruz por un lado
nos muestra lo peligroso que puede ser el ser humano y hasta
donde pueden llegar sus atrocidades y por otro nos muestra el
inmenso poder de Dios y que somos amados por
Él.[23]

El auténtico problema, es la crisis de Dios, la
ausencia de Dios disfrazada por una religiosidad vacía. La
teología debe retroceder y ser verdaderamente autentica
teología y hablar sobre y con Dios. Lo único
necesario para el hombre es Dios. Todo cambia dependiendo si Dios
existe o no. Desafortunadamente, también nosotros los
cristianos vivimos como si Dios no existiera vivimos a menudo
según el lema que dice: Dios no existe y si existe no
influye en lo que sucede. La evangelización en
consecuencia, debe, antes que nada, hablar de Dios, proclamar al
único y verdadero Dios: el creador, el santificador y el
juez. [24]

1.3.2 El materialismo economicista global
como expresión epocal de la crisis del ser
humano.

La crisis del ser humano, además de lo que
anteriormente he mencionado, se centra en el materialismo
economicista. Una extensión más de la cultura
globalizada que vive como si Dios no existiera. El materialismo
es la expresión epocal donde el hombre centra toda su
existencia en la pura inmanencia, sin márgenes para
trascender.

La dictadura del materialismo economicista global, ha
traído grandes vacíos para la sociedad, sobre todo
para las más empobrecidas de los terceros mundo; existe
inseguridad por la vida; la pobreza ha adquirido un significado
muy amplio, ya que se habla de control demográfico,
contracepción y aborto. En los países
económicamente desarrollados las legislaciones contrarias
a la vida, están muy extendidas y han difundido una
mentalidad antinatalista, como si fuera un progreso
cultural.

El hombre tiene la idea de ser el único autor de
su vida y de la sociedad. Es una presunción fruto de la
cerrazón egoísta de sí mismo. Creerse autor
suficiente y capaz de eliminar el mal de la historia por
sí mismo, le ha hecho confundir la felicidad y la
salvacion con formas inmanentes de bienestar material y social
"un humanismo sin Dios".[25]Además
la exigencia de la economía, de ser autónoma, de no
someterse al juicio de carácter moral, ha llevado al
hombre al abuso de los instrumentos económicos, de manera
destructiva. Estas posturas han desembocado en sistemas
económicos sociales políticos que tiranizan la
libertad de las personas eliminando así la esperanza
cristiana. (cfr. CV.28, 34)

Es triste dice el Papa Benedicto XVI, el balance que
dejó el modelo liberal sobre todo en África.
Detrás de los modelos de desarrollo se ha ocultado el
deseo de ampliar el alcance de poderes he ideologías, para
dominar los mercados; en esta situación se han destruido
las estructuras sociales, espirituales y morales. Donde no se
respeta la jerarquía de valores sino que se altera, ya no
se sale al encuentro del que sufre, sino que también el
ámbito de los bienes materiales queda destruido. Donde se
cree que hay algo más importante que Dios, también
eso importante se hunde.

Esto no sólo lo demuestra el fracaso marxista,
también la ayuda al desarrollo por parte del occidente,
basada en principios puramente técnicos y materiales que
no sólo ha dejado de lado a Dios, también ha
alejado a los hombres de Dios. Por su orgullo y presunción
han hecho mucho daño al tercer mundo. Creía que
podía convertir las piedras en pan, pero en vez de dar pan
ha dado piedras. Debemos reconocer nuevamente la
supremacía de Dios.[26]

El papa Benedicto XVI en la homilía de la misa
"pro eligendo pontifice" a la vez que denunciaba una cultura
alienante, propia de la dictadura del materialismo, nos da las
pautas para enfrentar este fenómeno que tanto mal causa a
nuestra sociedad globalizada. Se toma la tarea de enfocar de una
manera sutil el problema y de brindar la cura.

Nos recuerda los vientos de doctrina que hemos conocido
durante estos últimos decenios: las corrientes
ideológicas, las modas de pensamiento. Nos dice que la
pequeña barca del pensamiento de muchos cristianos ha sido
zarandeada a menudo por estas olas, llevada de un extremo al
otro: del marxismo al liberalismo, hasta el libertinaje; del
colectivismo al individualismo radical; del ateísmo a un
vago misticismo religioso; del agnosticismo al sincretismo. Sin
embargo no está todo definido por que en el ser humano
siempre hay un plus, y este plus es la fe, que hay que madurar
para no dejarse arrastrar por estos vientos.

Es necesario adherirse con fe al Hijo de Dios, el
verdadero hombre, Él es la medida de todo humanismo. Todos
los hombres quieren dejar una huella que permanezca. Pero
¿qué permanece? El dinero, no. Tampoco los
edificios; los libros, tampoco. Después de cierto tiempo,
más o menos largo, todas estas cosas desaparecen. Lo
único que permanece eternamente es el alma humana, el
hombre creado por Dios para la eternidad. Por tanto, el fruto que
permanece es todo lo que hemos sembrado en las almas humanas: el
amor, el conocimiento, el gesto capaz de tocar el corazón,
la palabra que abre el alma a la
alegría"[27]

1.3.3. Vacío de Dios- vacío del sentido de
la vida.

Quien ha experimentado alguna vez el silencio de Dios en
su vida, la soledad abrumadora de sentirse abandonado por todo el
mundo y en especial por Dios, a causa del miedo, de la
inseguridad, de la pobreza o de un encuentro personal con la
muerte ya sea existencial o la muerte física de un ser al
que se le ha amado sin reserva; tiene una aproximación al
horror causado por las guerras, tanto la primera y segunda guerra
mundial, como las locales, que ocurrieron en el siglo pasado y a
principios de este siglo.

Después de la primera y segunda guerras mundiales
parece que la humanidad ha perdido el rumbo de su existencia y
los horrores siguen extendiéndose hasta nuestros
días. El ser humano ya no es el mismo, pues han
caído por tierra todas las expectativas, que las distintas
ideologías y corrientes de pensamiento habían
inyectado en su corazón; con ellas también ha
caído el deseo de encontrar nuevamente una razón
por la cual existir.

El nihilismo se ha apoderado de la sociedad, incluso a
niveles eclesiales. Existe un sentimiento agobiante donde nada
tiene razón de ser ni sentido en la
vida.[28] El hombre actual no encuentra repuestas
por mucho que las busque. Se encuentra en un desierto: el
desierto de la pobreza, del hambre y de la sed, del abandono, de
la soledad, del amor quebrantado; el desierto de la oscuridad de
Dios, del vacío de las almas que ya no tienen conciencia
de su dignidad ni del rumbo de la
humanidad.[29]

Existe una verdadera desesperación por encontrar
la felicidad, porque el encuentro con el misterio del mal en los
últimos tiempos ha derrumbado como un castillo de naipes
toda esperanza de felicidad. Esta desesperación Benedicto
XVI la describe con el término "accedie" que es comparable
al "dolor del mundo" el "dolor del mundo"; del que Pablo dice que
causa la muerte (2 Co 7:10) ¿Qué significa este
dolor del mundo? Los creyentes no parecen disfrutar mucho de la
vida, atormentados por los escrúpulos de su conciencia.
Los goces de la vida parecen perder su atractivo desde el momento
que están vetados.

La causa más profunda de este dolor es la falta
de una gran esperanza y la posibilidad de un gran amor: todo lo
que puede esperarse es conocido, y todo amor se convierte en la
decepción de lo finito, es un mundo cuyos monstruos
impostores son un disfraz de la desesperación más
absoluta. El dolor del mundo termina en la muerte.

La antropología Cristiana tradicional dice que
este tipo de dolor se deriva de la ausencia de grandeza en el
alma, de la incapacidad de creer en la grandeza de la
vocación humana, para la que Dios nos ha destinado. El
hombre no confía en sí mismo, ni en su Verdadera
dimensión sino que quiere ser "más realista" y de
ser así la inercia metafísica sería una
falsa humidad que tan común es hoy en día: el
hombre no quiere creer que Dios le ama y que está con
él.[30]

1.4 Cristo lo da todo (Benedicto XVI)

El hombre fue creado libre. En este hecho se manifiesta
la grandeza de Dios, Él sabiendo que podíamos darle
la espalda en cualquier momento, corrió el riesgo de
crearnos con la capacidad de decirle sí o
no[31]En este sentido, la felicidad que todos
buscamos depende de nuestra libertad. En tanto que elijamos lo
correcto conservamos la libertad y procuramos la felicidad Y en
tanto elegimos lo incorrecto herimos gravemente la libertad y la
felicidad se nos convierte en un ideal inalcanzable.

Entendemos aquí lo correcto, como la fidelidad a
aquel que nos ha creado, a aquel que nos dio la vida y que
está pendiente de nosotros porque somos fruto de sus
entrañas, fruto de su infinito amor, ese amor que al
desbordase produce vida, ese amor que se extiende a las
creaturas, por que nacen de él. Y, entendemos lo
incorrecto como la traición, la negación a ese acto
misericordioso, a la renuncia práctica o teórica
del sumo bien que es el Creador de cuanto existe, para ocupar el
lugar de ÉL.

Como ya hemos visto, el hombre actual le ha dicho "no" a
su Creedor, "vive como si Dios no existiera." Al decirle no a
Dios ha querido ocupar su lugar y deja escapar de su vida la
felicidad, pues de esa necesidad sólo se sacia con el
infinito, que es Dios Mismo. Al ponerse en el lugar de Dios
desaparece lo infinito y se abandona a lo único que es
accesible para él, lo finito. En nuestro tiempo podemos
descubrir esa necesidad de lo infinito en la gran variedad de
religiones y practicas trascendentales; en un ambiente
secularista el hedonismo que lo podemos descubrir en el confort,
el sexo sin ningún vínculo afectivo, las drogas,
las discoteca, los casinos y los ruidos de los "mass medias"
etc.

San Agustín afirma: "Camina por la senda de
la humildad si quieres llegar a la eternidad. Cristo, en cuanto
Dios, es nuestro destino. Cristo, en cuanto hombre, es nuestro
camino. Vete a Él pero por Él".
(Sermón
123, 3,3) Y el Papa Benedicto XVI, en la Jornada Mundial de la
Juventud en Colonia, en 2005, nos exhorta a permanecer unidos a
ese Dios que se ha hecho Hombre para que nuestra alegría
sea perfecta (Cf Jn. 17, 11)" ¡Cristo no quita nada, lo da
todo!"

¿Qué camino tomar? ¿El que sugieren
las pasiones o el que indica la estrella que brilla en la
conciencia? Los Magos, una vez que oyeron la respuesta "en
Belén de Judá, porque así lo ha escrito el
profeta" (Mt 2, 5), decidieron continuar el camino y llegar hasta
el final, iluminados por esta palabra.

En el altar está presente Aquel a quien los Magos
vieron acostado entre pajas: Cristo, el Pan vivo bajado del cielo
para dar la vida al mundo, el verdadero Cordero que da su vida
para la salvación de la humanidad. Iluminados por la
Palabra, siempre es en Belén ?la "Casa del pan"? donde
podremos tener ese encuentro sobrecogedor con la indecible
grandeza de un Dios que se ha humillado hasta el punto de hacerse
ver en el pesebre y de darse como alimento sobre el
altar.

La felicidad que buscáis, la felicidad que
tenéis derecho de saborear, tiene un nombre, un rostro: el
de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía.
Sólo él da plenitud de vida a la humanidad. Decid,
con María, vuestro "sí" al Dios que quiere
entregarse a vosotros.

Quien deja entrar a Cristo (en la propia vida) no pierde
nada, nada, absolutamente nada de lo que hace la vida libre,
bella y grande. ¡No! Sólo con esta amistad se abren
de par en par las puertas de la vida. Sólo con esta
amistad se abren realmente las grandes potencialidades de la
condición humana. Sólo con esta amistad
experimentamos lo que es bello y lo que nos libera. Estad
plenamente convencidos: Cristo no quita nada de lo que hay de
hermoso y grande en vosotros, sino que lleva todo a la
perfección para la gloria de Dios, la felicidad de los
hombres y la salvación del
mundo.[32]

Juzgar

2. LA VOCACIÓN.

Para hablar de vocación en este trabajo, partimos
de la llamada-repuesta que acontece en la relación de Dios
con el hombre y particular mente en la relación de
Jesús con sus discípulos, siendo este un
acontecimiento donde se respeta la libertad humana, a la hora de
tomar la decisión de seguirle.

2.1. La vocación como llamada repuesta es ante
todo un acto de libertad humana.

La vocación es un medio por el cual la persona
respondiendo libremente al llamado, emprende un camino para
encontrar su plena realización. No podrá lograrlo
sin conocerse a sí misma y sin abrirse al Misterio de la
Santísima Trinidad; sobre todo, al de la
encarnación, Donde Cristo, el Hijo eterno de Dios, se hace
Hombre, para manifestarle plenamente el hombre al hombre y
descubrirle la grandeza de su vocación (cf. GS 22). Tal
como lo expresa el papa Benedicto XVI: "Las vocaciones
religiosas y sacerdotales nacen de la experiencia del encuentro
personal con Cristo, del diálogo sincero y confiado con
él, para entrar en su voluntad. Es necesario, pues, crecer
en la experiencia de fe, entendida como relación profunda
con Jesús, como escucha interior de su voz, que resuena
dentro de nosotros. Este itinerario, que hace capaz de acoger la
llamada de Dios, tiene lugar dentro de las comunidades cristianas
que viven un intenso clima de fe, un generoso testimonio de
adhesión al Evangelio, una pasión misionera que
induce al don total de sí mismo por el Reino de Dios,
alimentado por la participación en los sacramentos, en
particular la Eucaristía, y por una fervorosa vida de
oración. Esta última «debe ser, por una
parte, muy personal, una confrontación de mi yo con Dios,
con el Dios vivo. Pero, por otra, ha de estar guiada e iluminada
una y otra vez por las grandes oraciones de la Iglesia y de los
santos, por la oración litúrgica, en la cual el
Señor nos enseña constantemente a rezar
correctamente»
[33]

La vocación es un acto de amor divino donde Dios
le manifiesta al hombre quien es, qué lugar ocupa y lo que
Dios quiere de él. Es una realidad dinámica en la
cual Dios llama al hombre en cada instante de su vida, una
realidad vital que se desarrolla progresivamente entre el
Señor que no cesa de llamar y el creyente que no cesa de
responder; este diálogo comienza en el tiempo y termina en
la eternidad.[34] Así lo manifiesta San
Agustín, padre y doctor de la iglesia, modelo de los
hombres inquietos y buscadores de la verdad: "Nos hiciste
señor para ti y nuestro corazón está
inquieto hasta que descanse en ti"
(Confes., I, 1,1). Es un
don gratuito del padre, como nos lo Dice el Apóstol San
Pablo: "desde lo alto del cielo nos ha bendecido con toda
clase de bienes espirituales. Él nos eligió en
cristo antes de la creación del mundo para que
fuésemos su pueblo y nos mantuviésemos sin mancha
en su presencia. Llevado de su amor, él nos destinó
de antemano, conforme al beneplácito de su voluntad a ser
adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo" (Ef,
3-5),

Para comprender a profundidad este misterio de la
vocación, profundizaremos en el seguimiento de
Jesús desde las diferentes dimensiones llevado a
cabo..

2.2. El seguimiento de Jesucristo como alternativa de
humanización.

En la Constitución Pastoral Gaudium et Spes del
Concilio Vaticano II, se nos da a conocer la humanidad de
Jesús, como un nuevo giro antropológico de la
Teología: El fundamento existencial de la verdad del
hombre en la existencia vivida por Jesucristo. Dios hecho hombre
revela el misterio del hombre al hombre dándole a conocer
su sublime vocación (cf GS 22). A la vez que se descubre
la necesidad de una experiencia existencial de él mismo
hacia los demás, para encontrarse a sí
mismo.[35] El ser humano en un principio fue
creado a imagen de Dios, un ser social capaz de relacionarse, de
establecer vínculos profundos de unión con su
creador y las creaturas como alteridad (cf. Gn 2, 7; 2,21); sin
embargo por el pecado hiso ruptura con sigo mismo, con el otro y
con Dios, perdiendo así la imagen con la que fue creado.
Ante este acontecimiento, Dios, que nos ama sin límite, se
hiso hombre para librarnos del poder del pecado (cf.GS
12-13).

Cristo es el Nuevo Adán, imagen visible de Dios
invisible. Cristo ha trabajado, ha pensado, ha obrado con manos,
inteligencia y voluntad de hombre, nos ha reconciliado con el
padre y nos ha ofrecido ejemplo de sufrimiento, dando significado
nuevo la vida y a la muerte (cf. GS 22)". Es en el seguimiento de
Jesús la única manera de restaurar esa imagen
perdida del proyecto fundante de Dios, para con el
hombre.

En este sentido, el seguimiento de Jesús como
alternativa de humanización debe estar arraigado en su
proyecto, de ser, Verdadero Hijo, Verdadero Hermano y Verdadero
Señor del Universo. Él nos enseña a ser
hijos, haciendo la voluntad del padre y no la propia. Nos
enseña a ser verdaderos hermanos porque en él se
vio lo que es ser hombres como hermano, quiso que su comunidad
fuera una comunidad de hermanos y hermanas; su comportamiento
como Señor es de Señorío responsable; no se
manifestó en el ningún apego egoísta. Este
comportamiento salva al hombre de ser "hijo rebelde", de ser
"dominador de sus hermanos" y de ser "déspota del
universo".[36]

Jesús vivió la proexistencia, en la medida
que su vida fue una entrega total para la salvación del
género humano, de igual modo nuestra existencia solo puede
ser perfecta en la medida que somos para los demás,
abriendo el espacio a una relación amorosa con el Padre,
los hermanos y el universo.

Para experimentar la nueva humanidad, es necesario que
la conformen hombres nuevos, y se es hombre nuevo cuando se
descubre en Jesucristo el camino para alcanzar la perfecta
humanidad. Es en Él que se llega a ser nueva creatura, es
en Él que se transforma nuestra humanidad, es en El que
descubrimos el rostro de Dios en el hombre. Sólo en su
seguimiento se define el proceso de
humanización.

2. 3. Seguimiento y carisma

Seguimiento y carisma sólo se puede entender a la
luz de la vocación; es decir, del llamado que acontece en
nuestro ser y que transforma nuestra vida a través del
proceso de seguimiento en el carisma de la persona que llama
(Jesucristo el Dios que hecho hombre). Seguimiento y carisma no
pueden separarse, ya que son dos dimensiones de una misma
realidad: el llamado-repuesta.

Partes: 1, 2, 3

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