Armada del
Ecuador
Luis Pacheco
Manya
"Si no quieres perderte en el olvido,
tan pronto como estés muerto y corrompido, o bien escribe
cosas dignas de leerse o bien haz cosas dignas de
escribirse".
Luis PACHECO Manya
Ex Suboficial Primero-ARE
[Biografía del General Juan
Manuel Úraga Lemus]
General de Marina, alumno de la primera
Promoción de nuestra Escuela Náutica de Guayaquil.
Marino insigne y valiente.
La Escuela Náutica de Guayaquil, suele ubicarse
el 09 de Octubre de 1822, por decreto del Libertador
Bolívar, a sugerencia del Mariscal Sucre, la
inauguración del curso fue el 1° de Septiembre de
1824, fecha en la cual fue considerada en el presupuesto
nacional. Fue creada de acuerdo a las normas de la Marina
Británica siendo su primer Director el Capitán de
Navío Juan Illingworth y sus colaboradores el Coronel
José de Villamil, Domingo Agustín Garcés
Moreno y Juan Ignacio Pareja Mariscal.
Luego de apasionada búsqueda he logrado completar
una nómina alfabética de los alumnos de la Primera
Promoción de la Escuela Náutica de
Guayaquil:
Avellán José, Calderón Garaycoa
Francisco, Gómez J. Antonio, González Juan, Granja
Juan, Oramas Francisco, Oyarvide Francisco, Mateus José,
Matos Eugenio Diego, Pareja Manuel Ignacio, Reina Francisco,
Rojas Lucas, Robles Francisco, Rodríguez Labandera
José, Tola Luis de, Úraga Juan Manuel, Urvina
Viteri José Gabriel, Urvina Viteri José
María, Vergara N., Valverde Juan José, Valverde
Manuel, Vallejo Manuel María, Yépez N.
Esta vez, el personaje elegido es el General de Marina:
Juan Manuel Úraga, que siendo Capitán de
Navío fue ascendido a General por no existir,
probablemente, vacante de Almirante en las Fuerzas Armadas
ecuatorianas de esa época, y por no contar con una
Escuadrilla; además porque el General Úraga obtuvo
la mayor parte de sus ascensos por méritos de guerra. "En
su cuerpo se contaban hasta 14 cicatrices honrosas, de las cuales
la mayor era la de una gran herida de lanza, mal curada, que
recibió, en la batalla de Miñarica", cantada por
Olmedo, en su epopeya heroica.
Nació en Guayaquil el 11 de abril de 1814. Fueron
sus padres don Fermín de Úraga y doña Ramona
Lemus. Falleció el 29 de marzo de 1904, a los 90
años de edad. Había pues nacido en los comienzos
del siglo XIX y desapareció del escenario de la vida en
los comienzos del XX, habiendo participado por su
profesión de marino en la fundación de la
República, y en las diversas campañas que dieron
vida a la Nación como en la de "los chihuahuas" y en la
del 6 de Marzo de 1845.
Según indica Camilo Destruge que el 1° de
Enero de 1827 ingresó como Aspirante a la Escuela
Náutica.
Permanece en la escuela por un período de tres
años, hasta ser dado el pase al bergantín-goleta
"Guayaquileña" con fecha 3 de Marzo de 1830, como
Aspirante de Marina en servicio (de la Gran Colombia).
El 14 de Agosto de 1830, fundada la República, el
Aspirante Úraga fue ascendido a Alférez de Fragata
efectivo el 23 de junio de 1831, su primer ascenso fue por haber
tomado parte en la campaña auxiliar sobre Panamá,
contra las facciones revolucionarías de Rafael
Urdaneta,
El 24 de Octubre de 1833 es ascendido a Alférez
de Navío, por su participación en la campaña
de "los chihuahuas", encabezada por Vicente Rocafuerte como Jefe
Supremo, a bordo de la fragata "Colombia", asistiendo a todos los
combate que se dieron.
Se halló, pues, entre los defensores de Guayaquil
atacado por las fuerzas del General Juan José Flores,
retirándose luego a la isla Puna, sitio donde Rocafuerte
estableció su gobierno. Estuvo en el combate de la isla
Santay contra las fuerzas del Coronel Soulín; y bajo las
órdenes de Wright en los dos combates que tuvieron lugar
en "La Matanza" contra la soldadesca del General mulato Juan
Otamendi.
El 02 de Enero de 1834 recibió su ascenso a
Teniente de Fragata. Prestó sus servicios en el
bergantín-goleta "Guayaquileña" bajo las ordenes
del Teniente de Navío Francisco Calderón, hermano
de Abdón, el "Héroe Niño", el 31 de Agosto
de 1828, asistió al combate de Punta Malpelo contra los
peruanos; después se le dio el pase al buque la "Gracia
del Guayas".
Estuvo de Comandante posteriormente del vapor de guerra
"Guayas"; también en la goleta "17 de Julio", en el vapor
"Talca" en 1865, tomado por orden del Presidente Gabriel
García Moreno, en el Combate Naval de Jambelí del
26 de Junio de 1865.
En 1835, fue otro de los que no convino con los tratados
que había firmado Rocafuerte con Flores, motivo por el
cual se incorporó a las huestes de los "chihuahuas" que
comandaba en el interior el General Isidoro Barriga (segundo
esposo de la Marquesa de Solanda), "tomando parte en la
sangrienta y desgracia de acción de Miñarica el 18
de Enero de aquel año (1835), resultando herido de
gravedad y librándose de perecer en la matanza horrorosa
que hizo el feroz mulato General Otamendi en los
heridos".
En la obra de Francisco Ignacio Salazar, encontramos el
parte de la Batalla de Miñarica dirigido por el General
Flores al Excelentísimo señor Vicente Rocafuerte,
Jefe Supremo del Guayas.- "Tengo el honor de participara V.E. que
hoy a las cuatro de la tarde, han reportado nuestras armas una
victoria espléndida en los campos de
Miñarica… Más ellos, que sólo
respiraban venganza y sangre, atribuyeron a debilidad nuestra
repugnancia a combatir, y se pulieron en marcha desde Ambato
hacia nuestro campo para obligarnos a aceptar la batalla. Yo, que
no la rehusaba por temor, sino por amor a la humanidad,
elegí la colina de Miñarica, como un terreno a
propósito para maniobrar con suceso contra un enemigo que
era casi tres veces mayor en fuerza numérica, y que
además reunía las ventajas de mi ponderada
artillería y de la excelencia de sus caballos…
(Viene aquí el relato del desarrollo del encuentro
bélico, con muchos conocimientos militares y al final las
recomendaciones)….. "Creo de mi deber recomendar a la
consideración del gobierno y al respeto de todos los
valientes, la intrepidez del General Wright, el arrojo del
General Otamendi, la bizarría del General Morales, segundo
jefe del ejército, y del General Guerra, Jefe del Estado
Mayor General… siguen las recomendaciones hasta el
personal subalterno". Y para no dilatarnos en recomendaciones
debidas, diré francamente: que desde el primer Jefe hasta
el último subalterno, y hasta el último soldado,
han tenido un comportamiento igual, porque no ha habido ni un
solo individúo del ejército que no se haya
precipitado con arrojo sobre las columnas enemigas…… "Juan
José Flores".
En tanto que el Teniente de Fragata Úraga mal
herido y derrotado regresó a Guayaquil y el 20 de junio de
1836 recibió su retiro con el mismo grado, pues no
logró calificarse para el ascenso.
Luego de transcurrir varios años dedicado a
actividades particulares, interviene en la Revolución del
6 de Marzo de 1845, y el día siguiente, el día 07
de Marzo, por su activa participación es ascendido a
Teniente de Navío efectivo; y el 30 de Marzo del mismo
año, "después de los sangrientos encuentros de la
hacienda "La Elvira", propiedad de Juan José Flores,
ubicada en la población de Bodegas, actual Babahoyo, en
los que se portó con el valor y serenidad que le
distinguían", es ascendido a Capitán de Fragata
efectivo.
Dice Francisco Ignacio Salazar en el opúsculo
antes citado que en la época de los "Chihuahuas" la
situación del país era demasiado critica; las
"cosas no iban nada bien en Guayaquil ni tampoco en
Manabí; esta provincia fue quizá de las más
mal libradas del Estado a causa de la guerra". "Los males no
vienen solos, se dice comúnmente, y lo que sucede al
individuo, acontece también a la colectividad, a las
naciones". A los desastres de la guerra de 1830 (muchos muertos y
heridos) se agregó en el Litoral el desarrollo de la
enfermedad conocida con el nombre de fiebre amarilla, la cual,
únicamente en Guayaquil, hubo mes en que causase la
defunción de 315 personal, y día en que ocasionara
el fallecimiento de 23; número de alarmante
significación para una ciudad que, por entonces se ha
calculado, no pasaba de 12.000 habitantes. Para las poblaciones
costaneras y serraniegas, es decir para el Estado entero, a esa
catástrofe y a la guerra se agregaba el temor general al
cólera morbo, que habiendo aparecido entonces en Europa,
especialmente en España y Portugal, se extendió
luego a Jamaica y Santo Domingo.
La prensa ecuatoriana manifestaba el peligro e indicaba
los medios conocidos para prevenir el mal, cuáles eran el
alimento sano y arreglado (que escaseaba por la guerra), aseo
sumo de los vestidos y hogares…. pero no dejaba de angustiar
los ánimos los atroces desastres causados por el flagelo
en el Estado de Yucatán, México, que quedó
casi despoblado, y la capital de República sólo
hasta el 04 de Agosto de 1834 había perdido 11.000
personas."
El General Úraga logró escapar de la
fiebre amarilla, de cólera morbo y de la muerte causada
por heridas en combate cuerpo a cuerpo.
Siguió pues en servicio activo y el 22 de
noviembre de 1840, el Gobierno del Presidente Vicente
Ramón Roca Rodríguez lo ascendió a
Capitán de Navío, con cuyo grado sirvió
hasta el 8 de Setiembre de 1851, en que le concedieron letras de
retiro.
Con el General José María Urvina en el
Poder, éste reincorpora al servicio activo de las armas a
su compañero de Escuela Náutica Juan Manuel
Úraga, con fecha 10 de abril de 1852 con su mismo grado.
Terminado el periodo presidencial de Urvina, llegó a Poder
el General Francisco Robles García, otro compañero
de la Escuela Náutica, quien le concedía sus letras
de retiro el 30 de julio de 1850.
En vista de la ocupación de Guayaquil por los
peruanos del Mariscal Castilla, el Tratado de Mapasingue entre el
General Guillermo Franco y Castila, las politiquerías de
todo orden, inclusive el afán de anexar Guayaquil al
Perú, todo esto entre fines de 1859 y comienzos de 1860,
el acercamiento del ejército de García Moreno,
comandado por el General Juan José Flores (dice Alfredo
Pareja Diez Canseco en su Historia) provocaron el regreso de
Castilla y sus tropas al Perú, y como muchos retirados el
Capitán de Navío Juan M. Úraga fue llamado a
servicio el 23 de febrero de 1960. Ejercía el Poder en
Quito una Junta de Gobierno; García Moreno era Director de
Guerra: con el General Flores y su ejército se vino a
Guayaquil que continuaba en poder del General Franco, a quien
derrotaron, tomándose la ciudad el día de las
Mercedes, 24 de Septiembre de 1860, cuenta Manuel Gálvez
en su "Vida de García Moreno", que éste
sobornó a uno de los Jefes que acompañaban al
General Franco, el Coronel Pedro Pablo Echeverría, que
comandaba uno de los pasos del Salado, ofreciéndole el
ascenso y tres mil pesos, los cuales el antedicho Coronel vino a
cobrar el día de la Victoria, encontrando a García
Moreno en la Gobernación. García Moreno se sienta y
firma una orden para que el Tesoro pague esos dineros.
Echeverría pregunta por el ascenso. iNunca¡ le
contesta García Moreno "la traición se paga, pero
no se premia".
Aparentemente terminadas las luchas, se reúne la
Convención y el 10 de marzo de 1861 elige Presidente a
García Moreno.
Úraga siguió en servicio naval hasta junio
de 1863, pero regresa el 9 de Septiembre del mismo año
hasta el 7 de noviembre de 1864. Rehabilitado en junio de 1863
por García Moreno le da el comando del buque inglés
"Talca" que el Dictador ha tomado para combatir a la escuadrilla
de Urvina y otros conjurados, es la cuarta revolución
encabezada por Urvina, a la cual derrotan en
Jambelí.
Úraga siguió en servicio activo en la
naval hasta recibir el 2 de Octubre del mismo año la
efectividad de Capitán de Navío (probablemente no
había habido la vacante hasta esa fecha),
retirándose, para ser llamado de nuevo al servicio el 28
de diciembre de 1866 y, es hasta el 24 de mayo de 1869, en que
fue ascendido a General de Brigada.
Efectivamente, "cuando estalló es Guayaquil la
revolución del 11 de Marzo de 1869 acaudillada por el
General José de Veintemilla, Úraga siendo
todavía Coronel sostuvo el orden
constitucional.
Según el historiador J. J. Pino de Icaza, nos
dice: "la noche del 18 al 19 de marzo de 1869, Veintemilla se
proclamaba con el Regimiento de Artillería, y se instalaba
en la Comandancia, anexa al Cuartel, (actual calle 9 de Octubre y
Escobedo, frente al edificio del diario "El Universo". Una hora
después los Jefes de las fuerzas de la plaza eran
apresados en la fiesta del onomástico del Canónigo
José Aragundi, prohombre de la política
conservadora. Entre otros jefes estaban el General Manuel
Yépez y el Coronel Ávila con otros distinguidos
oficiales. Intimada la prisión el General Yépez,
saltando por uno de los corredores se arrojó a la calle.
Por desgracia suya, se lisió la pierna. Así
lesionado, se arrastró hasta la vecindad, desde la cual
hizo saber a su esposa doña Margarita Ribadeneyra, la
situación en que se hallaba. Doña Margarita era de
bragas y no sólo de fuste.
No bien amanecía, el Batallón No. 1
situado en Ciudad Vieja, al lado de Santo Domingo, era sacado a
la calle por la valiente quiteña, quien lo entregaba luego
al Coronel Úraga, Jefe de Resguardo (posiblemente
Capitán del Puerto) el cual asumía la Jefatura
Militar, con los Comandantes José M. Quiroz y Antonio
José de Sucre (pariente del Mariscal) como Ayudantes. Y
empezaba el combate. En tanto un pelotón de tropa dirigido
por el mismo General Veintemilla capturaba al General Secundino
Darquea, Comandante de Armas de la Plaza y lo encerraba en una
habitación de la misma Comandancia que, como hemos dicho,
estaba ubicado en 9 de octubre y Escobedo (esquina).
Las balas se incrustaban en el edificio y Darquea
maniatado en una silla le dice al General Veintemilla que lo
salve. Efectivamente lo transportan con silla y todo al interior
del edificio. En ese instante se oyen gritos de triunfo en la
calle, asomándose por una garita el General Veintemilla,
justo en el momento que estalla un proyectil que termina con la
vida del General revoltoso. Minutos después se inclinan
sobre su cadáver el Comandante Sucre, el Comandante
Quiroz, el doctor Pacheco, quien lo declara muerto, y el General
Darquea, que ya está libre. Ha sido debelada la
revolución por Úraga, quien por eso recibe su
ascenso a General. Era valiente. Pino de Icaza,
homologándolo al héroe francés Bayardo, dice
que "era un caballero sin miedo y sin tacha".
En proclamas de García Moreno leemos lo
siguiente, a este propósito: Gabriel García Moreno,
Presidente Interino del Ecuador, a sus Conciudadanos.
Ecuatorianos ¡Gloria y bendición al Dios de los
Ejércitos, y loor y gratitud al heroísmo de los
Generales Darquea, y Úraga, del Coronel José
María Quiroz, de los Comandante Navarrete, Quesada, Sucre,
Palacios, y en una palabra, a todos los oficiales, soldados,
empleados civiles, y de Policía que triunfaron de los
criminales… Quito, Marzo 24 de 1869. G. Moreno.
Desempeño el General Úraga los cargos de
Capitán de Puerto, Jefe General de Policía,
Comandante de Armas y otros en esta ciudad de Guayaquil.
Alcanzó "merecida reputación por su arrojo, por su
valor sereno y su pericia militar".
Conclusiones
1.- El Presidente de la República Gabriel
García Moreno tan inconstante, después de varios
honores y alabanzas, dio oídos a intrigas palaciegas y
mantuvo a Úraga incomunicado en Quito.
1871, efectivamente el General Úraga estaba en la
culminación de su poder, pues fungía de Comandante
de Armas de la Plaza de Guayaquil. En base a comentarios de
origen conservador dice, Roberto Andrade en su obra "Seis de
agosto", que el General Úraga, Jefe de la Plaza de
Guayaquil había sido comprometido por el General Guillermo
Franco, expatriado en Lima desde 1800, para intentar un golpe de
cuartel en el Puerto. Lo repite el historiador Le Gohuir y Rodas
S. J., nos indica Pino de Icaza que ambos historiadores
están errados: esta conspiración marcista "no
llegó siquiera a oídos del General Úraga,
víctima inocente de una burda intriga de pretorio, sino
cuando produjo los frutos de muerte, que le envenenaron el alma
con los rumores de la incomprensión y de la duda". "Muchos
y conspicuos elementos entraban en la conspiración…
hombres de la talla de Francisco X. Aguirre Abad, Francisco de P.
Icaza, Teodoro Maldonado, Toribio Robles en Guayaquil; en Cuenca,
Borreros, Arízagas, Malos, Cuevas, Torales y Corderos. Los
radicales expatriados Pedro Moncayo, Miguel Riofrio, Juan
Montalvo, y era Úraga, el soldado de más noble y
firme confianza para el Presidente García
Moreno".
"Pero la conspiración se delató por si
misma… La ocasión la dio un baile en la mansión
de la familia Rangel, cuyos saraos eran de gran fama en la
sociedad de aquel entonces… allí se le ocurrió en
mala hora, al Comandante Guillermo Franco, hijo del proscrito
General de su mismo nombre, reunir en una estancia apartada a los
entusiastas conjurados… Poca prudencia hubo en ello, y menos
todavía, cuando Franco, sacando de su bolsillo, un
pañuelo blanco de guardas azules, anunció con voz
estentórea:
"Antes de poco, flamearán de nuevo al viento,
estos amados colores, y la bandera de Marzo (parecida a la de
Octubre) volverá a ser, el pabellón de la
República''. Y como no faltara alguno que le objetara que
no sería tan hacedera la cosa, puesto que al frente de los
numerosos batallones, que el Gobierno mantenía en
Guayaquil, se hallaba el General Juan Manuel Úraga… el
soldado más leal y el hombre más enérgico en
aquel quinquenio de robustas personalidades".
Ante esto, Franco respondió: "Úraga es
ante todo y sobre todo un buen guayaquileño y jamás
hará armas contra sus conciudadanos". Y vacilando un poco,
por la mentira que iba a oír de sus labios:
"Además, tengo su palabra en este asunto. Úraga es
nuestro"…
Esta ligereza imperdonable fue producto de las
libaciones. Se conoció el chisme en los círculos
militares y como no hay peor enemigo que el de tu oficio, la
intriga llegó al Poder Ejecutivo, pese a que la revuelta
fue aplastada por las oportunas medidas del General Úraga.
Pocos días después el General Úraga sentado
en el despacho de la Comandancia de Armas, ubicada en el lugar
antes citado, recibió intempestivamente la visita del
Presidente García Moreno, quién cuadrándose
militarmente lo saludó. Inmediatamente le dijo: Soy
portador de una orden verbal del señor Presidente, quien
ruega a Ud. pasar a entrevistarse con S.E., en la cámara
principal del vapor "San Pablo" (que hacía la
navegación Babahoyo – Guayaquil) que acababa de acoderar
al muelle". ¿Cómo, S. E., se halla en el Puerto?
Contesta Martínez: Cuestión de minutos. El
señor Presidente viene de Babahoyo. Salimos hace tres
días de Quito en diligencia gracias a la carretera. Tan
sólo la etapa Guaranda – Babahoyo hemos tenido que
cubrirla a caballo. Y el otro objetó de viaje tan
precipitado? interroga Úraga. Contesta Martínez:
Ignoro todo cuanto a él se refiere.
2.- A bordo del "San Pablo", ante, la presencia
de García Moreno, luego de los saludos de rigor.
"General", le dice, "sin pérdida de minuto debe Ud.
trasladarse a Babahoyo. El vapor tiene aún prendidas las
máquinas con tal objeto. Aquí tiene Ud.
instrucciones reservadas, poniéndole en las manos un sobre
oficial, y por ningún caso debo Ud. abrirlo antes de
llegar a Bodegas", Yo asumo desde este momento la Comandancia de
Armas, en mi carácter, reconocido por la Convención
de 1869, de General en Jefe del Ejército. Y
añadió, enigmático: Secreto de Estado, mi
querido General… no me guarde rencor por este rapto… y
parta… los minutos son preciosos.
Úraga, soldado de raza y vocación,
saludó militarmente y partió.
Seis horas después arribaba a Bodegas,
reconstruida recientemente después del pavoroso incendio
que la devorara en la orilla opuesta (Barreiro).
A lo largo del muelle una escolta de soldados. En el
centro un oficial y dos caballos. Úraga rompió
rápidamente el sobre y leyó: Se ordena al General
Juan Manuel Úraga darse preso al Jefe de la Escolta que
está a la vista, el que debía responder por su
presa, hasta el arribo a la Capital.
Seis días después las puertas del
Panóptico se habrían para dar paso al héroe
de San José, cubierto de polvo y barro, pero con el
contingente altivo de sus mejores horas.
García Moreno hacía saber al General
Úraga que tendría por sitio de prisión el
perímetro de la ciudad de Quito.
Mal pago el que las intrigas palacianas y las envidias
pretorianas daban a la lealtad y a la nobleza y generosidad de un
marino de verdad.
Dos años largos duró su confinamiento y al
finalizar 1873, ya se tramaba en Quito una nueva
revolución, con el fin de eliminar a García Moreno,
para cuyo fin fue invitado Úraga, el cual contestó:
"A la Revolución? Marchemos de inmediato". "A asesinarlo?
Jamás" Y como se le argumentara de que vivo el Dictador
nadie osaría hacer revolución contestó: "Yo
no le tengo miedo al cuco".
Su confinamiento ha terminado. Ya está de regreso
en Guayaquil, para el 6 de Agosto de 1875, asesinato de
García Moreno. Dicen que José Solís y el
Comandante Campuzano le escribieron invitándolo a tomar
parte, pero según consta en el proceso él no quiso
siquiera recibirlas. De todas maneras es un secreto que se
llevó a la tumba. Falleció el 29 de Marzo de 1904,
a la edad de 90 años.
En el diario "El Telégrafo" de Guayaquil,
apareció la nota necrológica: "Obedeciendo a la
inflexible, a la invariable ley de la naturaleza, según la
cual nada es eterno y todo tiene que desaparecer, ha llegado a su
término la existencia de uno de aquellos viejos veteranos,
el General Juan Manuel Úraga, que nos quedaban como
reliquias de otros tiempos, como recuerdos vivientes de las
luchas de otras épocas. Los lidiadores que no cayeron en
los campos de batalla y se conservaron mientras se levantaba una
nueva generación, van rindiendo la jornada; van muriendo
para pasar a vivir en las páginas de la Historia y en el
corazón de sus conciudadanos. Hoy le ha tocado su vez al
General Don Juan Manuel Úraga, anciano respetable que
llego paso a paso, a la tumba, esperando tranquilo una muerte a
la que desafió en tantas y tan brillantes ocasiones, y le
respetó en los sangrientos campos de "Miñarica"
(población cercana a la ciudad de Ambato) y de la Hacienda
"La Elvira". Pero donde una existencia se acaba, una nueva
existencia comienza: La primera es efímera, pero si fue
útil y benéfica, hace que la segunda sea perdurable
y tenga su mejor monumento en la Historia; en ella pasan a vivir
los que mueren después de haber servido como buenos a la
sociedad y a la Patria".
Autor:
Luis Pacheco
2014