Monografias.com > Psicología
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La cosntrucción de la autoestima



  1. Los alimentos
    afectivos
  2. Los límites:
    entre el amor incondicional y el
    despotismo
  3. Escuela de
    padres
  4. La infancia
    ¿potencialidad o destino?
  5. El jardín de
    los senderos que se bifurcan: determinismo y
    azar
  6. Bibliografía

"Cuando un niño escucha, la historia que se le
cuenta penetra en él simplemente como historia, pero
existe una oreja detrás de la oreja que conserva la
significación del cuento y la revela mucho más
tarde".

LOUIS PAUWELS, Gurdjieff. El hombre
más extraño de este siglo
.

EL COMIENZO de un gran relato. La historia del
niño comienza antes de su primera mamada, antes incluso de
que los progenitores soñaran con el hijo. La historia
anterior de cada padre gravita y mucho. Gravitan los tíos,
los abuelos y hasta las tradiciones contenidas en varias
generaciones (Hornstein, 2011).

En este punto nos retomaremos solamente hasta el
encuentro boca-pecho. Entonces el bebé descubre el placer.
El cuerpo del bebé descubre el estar
satisfecho.[1] Afecto, sentido, cultura
están presentes en esos primeros sorbos de
leche.

El recién nacido no es una tabla rasa, pero aun
así recibe muchas "estructuras" (que en realidad son
voces, caricias, gestos, afectos). Esta mirada de amor, esos
brazos que acunan, las manos que lo tocan son masajes,
estén o no acompañados de palabras. Los padres van
presentando el mundo al bebé, y ese tráfico de
afectos y símbolos constituyen tanto la identidad como la
autoestima (Hornstein, 2011).

No es un idilio sin zozobras ni tormentas. Ni siquiera
nos consta que la temporada en el vientre sea pura placidez. Pero
el parto instaura una brusca ruptura en el equilibrio entre el
bebé y su medio. El recién nacido es impulsado a la
vida antes de que pueda sentirse a sí mismo como unidad.
Saldrá del desamparo si soporta el desamparo. Es el
más desamparado de todos los mamíferos. La
autonomía se conquista, palmo a palmo.

Los alimentos
afectivos

El niño se alimenta del amor que recibe de sus
padres. El niño lo percibe, le permite no padecer un
sufrimiento devastador, daños irreparables, pero si ese
amor no es acompañado con actos y gestos concretos su
autoestima e identidad serán lesionados (Hornstein,
2011).

Para John Bowlby sólo hay seguridad emocional
cuando se cuenta con figuras para el apego o se confía en
la posibilidad de obtenerlas. La necesidad de apego es primaria.
La respuesta del cuidador consiste en captar e interpretar las
señales del bebé y en responder con empatía.
Un apego seguro genera una autoestima equilibrada y promueve
menor ansiedad y mejor relación con los otros. El inseguro
se asocia con depresión, angustias diversas, hostilidad,
enfermedades psicosomáticas y trastornos de identidad
(Hornstein, 2011).

Bowlby opina que la baja autoestima suele resultar de
algunas de estas situaciones: a) cuando el niño
jamás formó una relación segura y
satisfactoria con los adultos; b) cuando le trasmitieron cuan
pocas cualidades tenía para ser amado y valorado; c)
Cuando el niño padeció una pérdida
importante sin un sustituto adecuado. Estas vivencias generan
sistemas de creencias que distorsionan el modo como procesa la
experiencia en la vida adulta.

Si el apego seguro es producto de una contención
exitosa, el inseguro resulta del encuentro con un cuidador
rechazante o indiferente, por lo que fracasa en sus respuestas a
las necesidades del bebé (Hornstein, 2011).

El bebé llora. Necesita algo, no sabe exactamente
qué, pero no puede conseguirlo sólo. Precisa ser
alimentado, acariciado y contenido. El lactante requiere de otro
para satisfacer sus necesidades esenciales y poner fin a la
tensión interna. En ese momento, la madre responde a esa
necesidad básica para la supervivencia psíquica y
psicológica. El apego es un nexo perdurable que, de ser
seguro, produce consuelo, contención, placer. Y su
resultado condicionará el andamiaje para las relaciones
ulteriores.

Más allá de lo innato, lo que fue
adquirido por medio de la experiencia dejó una huella. Su
impronta dejó una emoción que el cuerpo
registró. Quienes padecen ausencia o separaciones
físicas o emocionales, es muy probable que, desde muy
temprano, generen mecanismos defensivos para sobreponerse. Las
ausencia o, lo que es peor, las presencias sin afecto o las
faltas de contacto, contribuyen a las angustias crónicas
(Hornstein, 2011).

Los bebés que se crían en hogares
demasiado tristes, caóticos o negligentes probablemente
vivirán con una visión derrotista, sin esperar
ningún estímulo o interés de los otros. Este
riesgo es mayor para los padres ineptos (inmaduros, consumidores
de drogas, deprimidos o carentes de objetivos).

Winnicot llamó "capacidad de estar sólo" a
la capacidad de arreglárselas relativamente bien en
ausencia de la madre. En los que no saben estar solos hay
quizá una futura dependencia absoluta respecto de los
otros. El bebé confiado sabe que el todo poderoso cuidador
(madre y otros) no abusará del poder. La
internacionalización de esa relación permite al
bebé estar a solas sin sentirse aislado.

La madre trasmite mediante palabras, caricias, gestos,
cuidados. Ya los cuidados maternos ejercen un mensaje
socializante. "ahora te cambio los pañales". "Ahora te
baño". "Ahora salgo de tu cuarto". La madre lo conforta
con una realidad que todavía el niño no está
en condiciones de entender. Todavía no puede prever el
sentido y las consecuencias de las experiencias con las que se ve
enfrentado. Pero cada hora está un poco más
preparado. La madre (los padres) nunca está en un justo
medio. Se les va la mano de un modo u otro. Exceso de sentido, de
excitación y de frustración. Exceso de
gratificación y de protección (Hornstein,
2011).

El bebé necesita que la madre le filtre y le
atempere los estímulos externos y que lo ayude con los
internos. Que sea capaz de decodificar lo que él
"oscuramente" trasmite y de comprender que él necesita
estimulación y quietud en dosis que ningún asesor
podría determinar. Tanto la sobre estimulación como
la subestimación puede hacer que la autonomía
encuentre trabas.

Si por esto o lo otro la mirada materna hubiera estado
velada, si desde sus primeros intercambios el bebé ni
hubiera captado sino cierta indiferencia o inestabilidad
afectiva, incubará un sentimiento frágil de su
identidad y de su autoestima (Hornstein, 2011).

Lo que winnicot denomina "confianza básica"
constituye el vínculo original del que surge una
orientación hacia los demás, hacia la realidad, la
identidad y la autoestima. El lactante no es un "ser" sino
alguien que "va siendo". La creatividad, esa capacidad para crear
o para actuar de una forma innovadora, está
íntimamente ligada a la confianza básica. La
confianza implica un compromiso que es un "salto a lo
desconocido", una disposición a aceptar lo
novedoso.

Una persona cuya identidad no es frágil tiene
sensación de continuidad biográfica al forjar una
coraza protectora que "filtra" muchos de los peligros que la
amenazan. A lo largo de la vida, nos relacionamos con muchas y
diferentes personas. La relación con la
madre[2]es una impronta[3]El
niño accede a las otras (demás) gracias a ese gran
mediador.

Los otros van cambiando. Apenas nacidos, somos pura
necesidad. Enseguida conocemos el placer de ser abrazados.
Después tenemos relaciones amorosas y sexuales. Luego
conocemos el placer del trabajo y de otras actividades. Pero no
pasamos de una etapa a otra automáticamente. No se trata
de una transición natural, sino de una transición
regada por el lenguaje, la simbolización, la creatividad
que los otros nos procuraron hasta que estuvimos en condiciones
de procurárnoslos por nosotros mismos (Hornstein,
2011).

El niño, un día, percibe su desvalimiento,
pierde la ilusión de una fusión perfecta con la
madre. Percibe que necesita, que tiene que pedir. La
ilusión de autosuficiencia deja paso a un sentimiento de
inferioridad. El desamparo no puede ser sino muy demandante, y
muy angustiante.

Para congraciarse, el niño se vuelve casi una
réplica. Acepta todo de los padres. Incorpora sus valores
y sus prohibiciones. El temor a que dejen de quererlo queda
siempre flotando, mientras se va constituyendo el superyó,
que es el mismo tirano con distinto bozal. Con la
aclaración de que "el papá dentro de uno", por
terrible que sea, no deja de ser una creación del sujeto
(Hornstein, 2011).

Los
límites: entre el amor incondicional y el
despotismo

Recuerdos del doctor Spock. El doctor Benjamin
Spock (1903-1998), que no era psicoanalista sino pediatra,
creyó primero que los niños serían
más sanos si nunca se les decía que no.
Después se arrepintió de esa postura ingenua.
Distinguir entre bueno y malo es inherente al ser humano y por lo
tanto hay que trazar, mejor o peor, una raya de
separación.

No hay en el ser humano una facultad "natural" que le
permita distinguir entre el bien y el mal. La ética no es
innata sino adquirida. Le es impuesta al niño por un
dictamen exterior, que paulatinamente irá haciendo suyo.
Se somete porque es débil. Se somete cuando lo incitan a
controlar sus esfínteres. ¿O usted piensa que
él tiene alguna gana de controlar? Los padres bajan
línea. A veces como vicario de leyes que están en
la cultura (controlar los esfínteres), a veces como
déspotas caprichosos (Hornstein, 2011).

Nuestra empresa, lector, es la de desentrañar la
autoestima no la de abolir los valores, lo que sería
imposible. Los valores internalizados nos recuerdan que vivimos
en una comunidad y que hay ideales compartidos.
"Prohibir-prohibir" no es un eslogan simpático, es un
eslogan irresponsable.

Para conservar el amor de los padres, los sentimientos
hostiles hacia ellos deben de ser suprimidos. "Lo malo es, en un
comienzo, aquello por lo cual uno es amenazado con la
pérdida" (Freud, 1930: 120). La autoridad se instrumenta
otorgando o negando amor. Las aspiraciones acerca de lo que se
debe ser y tener (ideal del yo), así como las consignas de
lo que no se debe de hacer (superyó) están
delimitadas por las aspiraciones parentales (Hornstein,
2011).

A esto se le denomina "condicionalidad del amor
expresado". Lo que diferencia los distintos tipos de apoyo es el
hecho de que sean entregados sin condición (haga el
niño lo que haga, recibirá amor) o con condiciones
(el apoyo depende del desempeño del niño). Las
consecuencias sobre la autoestima son distintas. En el primer
caso, el niño entiende que tiene cierto valor, puesto que
sus padres lo aman por todo y contra todo. Pero este amor
incondicional no lo prepara para provocar amor en personas
distintas a sus padres: es el niño "mimado". En el segundo
caso, el niño sabe que el apoyo recibido depende (en
parte) de sus actos.

El niño empieza a explorar el afuera de la casa.
Va ingresando en ámbitos que le enfrentan a otras
exigencias. No basta la maduración física. Si no se
adapta al jardín y debe abandonar el ingreso por un
tiempo, pocas veces es por motivos orgánicos. El
jardín, las colonias, la primaria, la secundaria, la
universidad, el trabajo… Los viajes… El niño
debe lograr conjugar dichos espacios, hacer arreglos con la
"realidad". Se mueve en el espacio familiar, en el escolar, en el
grupo de pares, en un círculo
profesional.[4] Como decía Sartre, no
existe el hombre sino el hombre en situación. Por ejemplo:
en el siglo XXI y en México; y hay que seguir
especificando: comunidad, la case social, pertenencias diversas
con las que se comparten intereses, exigencias y esperanzas
(Hornstein, 2011).

Los bebés son prematuros. Si todos los cachorros
nacen dependientes, el cachorro humano es el más
dependiente, tal vez porque no tiene que aprender a volar y cazar
por su cuenta sino que tiene que aprender a incorporar el mundo
cultural, que se trasmite por el habla y la escritura. La
prematurez del niño, su indefensión origina un
apego duradero a los primeros objetos de amor, un deseo de
fusión nunca saciado. En todo adulto perdura ese
bebé prematuro que aspira a la unión total con el
otro. Georges Bataille lo dice a propósito del erotismo.
Cada ser es único, irrepetible, distinto de todos los
demás. Su nacimiento, su muerte y los acontecimientos de
su vida interesan e implican a otros, pero se nace y se muere
sólo. Entre un ser y otro hay un abismo que el erotismo
tiende a anular (Hornstein, 2011).

El narcicismo es trófico cuando da forma y
patológico cuando deforma. Es trófico cuando el
cuidado por la identidad y la autoestima no lo absorbe todo y
deja energía para otras metas y actividades. El narcisismo
patológico muestra siempre un hueco. El sujeto no fue
amado lo suficiente o lo fue con modalidades alteradas por sus
padres o sustitutos. Las faltas o fallas crónicas de amor
parental devienen una falta de amor propio.

Escuela de
padres

La producción de una autoestima consolidada tiene
mejores posibilidades:

  • a) Si el niño experimenta que se aceptan
    sus pensamientos, sentimientos y el valor de su
    persona.

  • b) Si lo invitan a jugar un juego limpio, con
    límites definidos claramente, con una "libertad"
    limitada no sólo experimenta una sensación de
    seguridad, sino que cuenta con elementos para evaluar su
    propio juego.

  • c) Si los padres no recurren a la violencia o a
    la humillación; si para calificar toman en cuenta las
    necesidades y los deseos del niño.

Esa condición se trasmite por el cuidado
respetuoso y no intrusivo. El amor no se siente consiente cuando
se utiliza para manipular obediencia o sometimiento. Un
niño cuyos pensamientos y sentimientos son tomados en
cuenta aprende a aceptarse a sí mismo (Hornstein,
2011).

Branden (1995) formula ciertas preguntas para explorar
los orígenes de la autoestima. Retomaremos algunos no muy
textualmente:

  • 1) En su infancia, ¿tuvo la
    sensación de que se reconocían y respetaban los
    hechos o se evitaban y negaban?

  • 2) ¿Se le enseño la importancia
    de pensar? ¿Le proporcionaron estimulación
    intelectual?

  • 3) ¿Se le estimuló a ser
    obediente o a ser responsable?

  • 4) ¿Se sentía libre de expresar
    sus ideas?

  • 5) ¿Comunicaban sus padres su
    desaprobación de sus ideas, deseos o conducta por
    medio de bromas o sarcasmos?

  • 6) ¿Sentía que era comprendido,
    querido y valorado por sus padres?

  • 7) ¿Lo trataban sus padres de forma
    justa y equitativa? ¿Le sonreían cuando
    hacía algo bien o sólo ponían caras
    largas cuando hacía algo mal? ¿Estaban
    dispuestos a reconocer cuando ellos hacían algo
    mal?

  • 8) ¿Era costumbre castigarlo
    físicamente?

  • 9) ¿Trasmitían sus padres la
    sensación de que creían en sus potencialidades
    intelectuales y creativas? ¿Sentía que se
    apreciaban sus capacidades?

  • 10) ¿La conducta de sus padres
    tendía a suscitar sentimientos de culpa?

  • 11) ¿Respetaban sus padres su privacidad
    intelectual y física? ¿O lo espiaban
    constantemente?

  • 12) ¿Se animaba a expresar abiertamente
    sus emociones y deseos? ¿Era bien vista su
    sinceridad?

  • 13) ¿Se aceptaban sus errores como parte
    del proceso de aprendizaje? ¿O merecían
    desprecio y castigo? ¿Se le estimulaba a enfrentarse a
    nuevos desafíos y a conocimientos nuevos?

Usted se habrá formulado, lector, muchas de estas
preguntas. Si bien me referí a la actitud de los padres,
los niños están muy atentos a las comparaciones
sociales. Son capaces de clasificar a sus compañeros en
distintos campos: belleza, popularidad, rendimiento escolar, y de
colocarse a sí mismos en esa clasificación y sacar
sus conclusiones (Hornstein, 2011).

La importancia que un niño otorga a estos campos
no depende sólo de su juicio, sino también de las
personas significativas. Las fuentes principales de esos juicios
son sus padres, sus maestros, sus pares. Cuando estas fuentes le
brindan reconocimiento, ellos consolidan su autoestima. Si una u
otra desfallecen, las demás pueden suplirla.

Estas fuentes suponen presión respecto a los
roles sociales que el niño debe asumir: ser buen hijo o
hija, buen alumno, buen compañero y amigo. Al comienzo la
expresión que más peso tiene es la de los padres.
Luego, se afirma la importancia de sus compañeros. En la
adolescencia el lugar de los padres cede en beneficio de la
microcultura. (Hornstein, 2011).

Ya han pasado los tiempos en que se les atribuía
a los padres ser culpables de todos los desajustes
psíquicos de sus hijos. Con el auge de los mass
media
, lo socio-histórico influye precozmente en el
niño.

Cientos de estudios muestran que la forma en que sus
padres tratan a sus hijos –ya sea con una disciplina dura o
una comprensión empática, con indiferencia o con
cariño, etc.- tiene consecuencias profundas en su
autoestima. También las tiene el modo en que la madre y el
padre se tratan entre sí. El disimulo tiene las patitas
cortas. Los hijos, ya se sabe, tienen radares.

Podemos pensar, esquematizando, ejemplos de estilos
perjudiciales de paternidad:

  • 1) Como quien oye llover. Para estos
    padres los niños no entienden nada y sus sentimientos
    son desatendidos porque carecen de importancia.

  • 2) Los perdonativos o muy
    condescendientes
    . Estos padres respetan lo que siente el
    niño pero se consideran incapaces de darle una mano
    cuando enfrentan una tormenta emocional. Como si la
    experiencia de adulto no sirviera de nada.

  • 3) Los déspotas de entrecasa.
    Fuera de casa pueden ser afables. Pero con los hijos son
    despreciativos y duros en la crítica y en los
    castigos. Estos padres sofocan los estallidos de ira del
    niño y no aceptan la menor señal de
    irritabilidad.

Por otro lado, se ha propuesto el término de
padres "tóxico" para los que alteran la autoestima y la
identidad de los niños. Propondré algunos
ejemplos:

Los intrusivos. Estos padres deciden que
sólo ellos saben lo que es bueno para su hijo, al que no
le facilitan la autonomía. Si éste intenta
rebelarse, lo culpabilizan. El niño y, luego el adulto, se
siente impotente sin sus padres y frecuentemente se pasa de la
dependencia paterna a la conyugal.

Los alcohólicos. Hacen padecer a sus
hijos sus cambios de humor. Su vulnerabilidad, a veces incluso su
degradación física y mental, contribuye a
fragilizar su autoestima e identidad. Los niños no pueden
prever cual será la reacción de su padre o madre
alcohólica ante sus comportamientos.

Los abusadores verbales. Desvalorizan a sus
hijos con observaciones de sus errores, sus puntos
débiles, sus características físicas. El
hijo descubre que es necesario adecuarse a los deseos de los
otros renunciando a los propios.

Los abusadores físicos. Son incapaces de
controlar su agresión. El universo familiar deviene
peligroso e imprevisible. El niño no se siente seguro en
ninguna parte.

Los abusadores sexuales. Cuando alguno de los
padres tiene comportamientos incestuosos (a menudo con la
complicidad o el silencio del otro), el niño es avasallado
en su intimidad y en su autonomía.

La infancia
¿potencialidad o destino?

Haciendo y sufriendo historia. Ahora mismo
usted y yo estamos haciendo historia. Estamos recopilando hechos
en un libro, en una base de datos o en esa base de datos que es
nuestra mente. Además de recopilar para más
adelante, en el día de hoy hacemos cosas o nos abstenemos
de hacerlas. En los dos sentidos hacemos historia,
activamente.

También sufrimos la historia. La del mundo, la de
los vecinos y la puramente nuestra. Al caminar por la calle
alguien me asalta: azar. Un día cayeron dos bombas en
Japón: yo no lo decidí. ¿Pero
contribuí o no a que existieran los Zs? Ojalá
pudiéramos predecir los tsunamis, los tornados, las
avalanchas de lodo, los terremotos, la eclosión de la
esquizofrenia, el Alzheimer. De hecho no es así.
"Señor López usted tendrá Alzheimer dentro
de diez años". ¿Qué haría el
señor López de tener un diagnóstico
así? ¿Aprovecharía los diez años para
vivir intensamente, disfrutando cada minuto? Sin embargo no hay
ningún problema porque esos diagnósticos no se
formulan (por ahora) (Hornstein, 2011).

Claro que el determinismo existe. Al señor
López, por suerte ficticio, le queda un año de
vida. En Estados Unidos se lo dicen directamente a él. En
México, a un allegado o a nadie. ¿Es mejor saber? Y
nos quedará otra pregunta pendiente: ¿Qué es
vivir intensamente? Uno puede comerse toda la torta, no dejar ni
una migajita. Pero los restantes alimentos del alma son
más complejos, no se dejan engullir.

Algo de razón tienen los posmodernistas cuando se
burlan de ciertas supersticiones de la modernidad, como esa
confianza en la predictibilidad. El muchacho ha empezado a
aprender inglés con un profesor. ¿Cuántos
años concurrirá? Hasta que se aburra. Es decir,
hasta que no tenga nada que aprender, sea porque el profesor se
agotó y habrá que pasar a otro, sea porque el
alumno ya ha dado todo de sí. "no le entra
más".

El determinismo duro implica negarle a lo nuevo la
posibilidad de existir. Voy caminando por la calle y se produce
un tiroteo. ¿Pude preverlo? ¿Alguien pudo preverlo?
Un día encontré el amor. ¿La elegí
porque se parecía a mi madre? ¿La elegí
porque era muy distinta? ¿La elegí o "ya estaba
escrito"? Si el azar no es más que una ilusión
debida a nuestra ignorancia de un determinismo escondido,
entonces la posibilidad de la emergencia de lo nuevo es
también una ilusión. Son ideales de
Atlan,[5] un tipo
interesantísimo.

Henri Atlan caracteriza la auto-organización
entre dos polos, uno constituido por un orden rígido,
incapaz de modificarse sin ser destruido como el cristal, y el
otro, caracterizado por una renovación incesante, sin
estabilidad, que evoca el caos propio del humo.[6]
Este estado intermedio reacciona frente a las perturbaciones
imprevistas mediante cambios que no conducen a una simple
destrucción, sino a una reorganización. La
autoestima se sitúa entre el cristal y el humo, en tanto
tiene una historia. Sin embargo, es capaz de modificarse ante
ciertas circunstancias. (Hornstein, 2011).

Vamos todos los años a La Cumbrecita. Sabemos a
qué atenernos. Cómo es la casa, el dormitorio, el
baño. Donde hacer las compras. Conocemos a los vecinos. No
queremos sorpresas.

Una vida anímica totalmente determinada no
podría albergar nada nuevo y una totalmente abandonada ala
zar –que fuera sólo desorden- no accedería a
la historicidad. Aquella sería incapaz de transformarse;
ésta, incapaz siquiera de nacer.[7] Vale la
pena, lector, que conozca a Edgar Morin.

El jardín
de los senderos que se bifurcan: determinismo y
azar

No siempre se trata de un jardín, pero siempre
los senderos se bifurcan. Entre una bifurcación y la
siguiente, digamos que hay una "meseta", una zona calma, al menos
predecible, donde permanecen las leyendas deterministas.
Conviene, lector, que vaya pensando en el azar, porque antes y
después de tales puntos críticos, reina el
azar.

La independencia de un sistema complejo respecto de su
entorno no se consigue con el aislamiento, sino con una
sofisticada red de relaciones entre ambos. Es difícil
vivir en sociedad. Por eso la conducta mansa y la conducta
apocalíptica son respuestas pobres al desafío de
vivir.

La ciencia soñaba en reducir la realidad del
mundo a la predictibilidad de un péndulo simple: "Es el
célebre mito de Laplace: dadme las leyes de la naturaleza
(ecuaciones matemáticas deterministas) y las condiciones
iníciales (o de un instante cualquiera) del universo, y
reconstruiré su película completa (todo su pasado y
todo su futuro)". El determinismo minimiza la creatividad y la
libertad. Tiene un aspecto positivo, la predictibilidad, y uno
negativo, el fatalismo (Wagensberg, 1998).

Hace tiempo que una serie de evidencias cuestionó
la visión determinista del mundo, y el azar
renació. ¿El presente determina eternamente el
futuro? ¿Somos autómatas desprovistos de toda
libertad? Yo no podía prever ese asalto. Hay otros sucesos
que parecen resultar del azar pero que podríamos haber
previsto. Tal inundación se podría haber evitado o
se podría haber evitado que sus consecuencias fueran tan
dañinas.

Nuestro desafío de dar cuenta de la autoestima es
recuperar la historicidad que la construyó, pero
desechando una concepción lineal de la historia
(Hornstein, 2011).

La historia se nos presenta, al igual que la vida misma,
como un espectáculo fugaz, móvil, formado por la
trama de problemas intrincadamente mezclados y que puede
revestir, sucesivamente, multitud de aspectos diversos y
contradictorios. Esa vida compleja, ¿Cómo abordarla
y cómo fragmentarla a fin de aprender algo? (Braudel,
1968).

Bibliografía

  • ATLAN, Henrri. 1990. Entre el cristal y el humo.
    Debate. Madrid España.

  • BATAILLE, Geosrges. 1957. El erotismo, Sur. Buenos
    Aires Argentina.

  • BATAILLE, Geosrges. 1972. Sobre Nietzche. Voluntad
    de suerte. Taurus. Madrid, España.

  • BOWLBY, John. 1993. La pérdida afectiva.
    Tristeza y depresión. Paidós. Barcelona
    España.

  • BRANDEN, Nathaniel. 1995. Los seis pilares de la
    autoestima. Paidós. México.

  • FREUD, Sigmund. {1914} 1979. "Introducción
    del narcisismo" en Obras Completas, t. XIV. Amorrortu. Buenos
    Aires Argentina.

  • HORNSTEIN Luis. 2011. Autoestima e Identidad:
    Narcicismo y valores sociales. 1ra edición. Fondo de
    Cultura Económica. Buenos Aires, Argentina.

  • MORIN, Edgar. 1984. Ciencia con conciencia.
    Anthropos. Barcelona, España.

  • WAGENSBERG, Jorge. 1998. Ideas para la
    imaginación impura. Tusquets. Barcelona,
    España.

  • WINNICOTT, Donald. 1981. El proceso de
    maduración en el niño. Laia. Barcelona.
    España.

 

Autor

José Luis Villagrana
Zúñiga

Maestrante de la Unidad Académica de
Economía, Universidad Autónoma de Zacatecas.
Zacatecas, México.

Fecha de elaboración:
2014-10-09

[1] La mítica “primera
experiencia de satisfacción”.

[2] Para simplificar decimos la madre, aunque
el padre también es un objeto primordial.

[3] Y no una fatalidad inamovible.

[4] Para Freud el sentimiento de sí
(autoestima) está hecho de muchos
materiales”: “Una parte del sentimiento del
sí es primaria, el residuo del narcisismo infantil; otra
parte brota de la omnipotencia corroborada por la experiencia
(el cumplimiento del ideal del yo), y una tercera de la
satisfacción de la libido del objeto […]. Todo lo
que una persona posee o ha alcanzado, cada resto del primitivo
sentimiento de omnipotencia corroborado por la experiencia,
contribuye a incrementa el sentimiento de sí”
(Freud, 1914:94)

[5] Véase Henri Atlan (1979)

[6] Por ello tituló su libro Entre el
cristal y el humo.

[7] Vease Edgar Morin (1984).

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter