Monografias.com > Estudio Social
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Derechos Humanos: Memoria: verdad, justicia, olvido y reconciliación




Enviado por David



  1. Introducción
  2. Presentación
    de ambos casos
  3. Diferencias entre
    ambos casos
  4. Consideraciones
    finales
  5. Bibliografía

"La Verdad duele pero el olvido
mata"

Desmond Tutu[1]

Introducción

La memoria colectiva, relacionada con los
acontecimientos ocurridos en nuestro país en la
década de los años 70 es un tema que ha surgido con
mucha fuerza en este último tiempo, sobre todo, a partir
del nuevo impulso que el presidente Kirchner le dio a su
política de derechos humanos.

El concepto "Memoria Colectiva" es original del
sociólogo Maurice Halbwachs quien la define como "el
proceso social de reconstrucción del pasado vivido y
experimentado por un determinado grupo, comunidad o
sociedad"[2].

A partir del año 1983, con la recuperación
de la democracia, comienza un periodo de reconstrucción de
la memoria colectiva sobre la desaparición de personas
durante el gobierno militar entre los años 1976 y
1982.

El juicio a las Juntas militares, llevado a cabo por el
presidente Raúl Alfonsín, como principales
responsables de lo ocurrido en el periodo en que se cometieron
los delitos considerados de lesa humanidad, no alcanzó
para calmar los ánimos de la sociedad. El conflicto se
intentó saldar judicialmente sin embargo esto no fue
suficiente pues quedaron temas sin resolver que no permitieron
cerrar las heridas abiertas.

Recuperar la memoria se volvió necesario para
evitar que el indulto decretado por Menem pusiera un manto de
olvido sobre este pasado oscuro.

Durante los últimos años se desarrollaron
medidas importantes para que la memoria colectiva, sobre este
periodo, resurgiera con mucha fuerza. Se abre, de esta manera, un
debate sobre la memoria que nos lleva a reflexionar sobre
conceptos tan importantes como verdad, justicia, perdón,
olvido y reconciliación. Conceptos esenciales en los que
debemos ponernos de acuerdo para que el futuro no sorprenda a
otras generaciones cometiendo los mismos errores del pasado.
Somos responsables, como sociedad, de aprender del pasado para
construir el futuro, como sostiene Hans Jonás, quien dice:
"nuestra actuación en el presente tiene consecuencias
con respecto a las generaciones que van a
seguirnos"[3].

Hannah Arendt, delimita el ámbito de debate a
tener en cuenta para poder superar una etapa tan difícil
al definir que la política empieza allí donde deben
y pueden vivir juntos los que son
diferentes[4]

Surge la pregunta: ¿es posible que la memoria
colectiva se pueda transformar en un espacio de debate que ayude
a reconciliar a una sociedad con su pasado?. Con respecto a esto
es buenos aclarar lo que dice Castany Prado: "No se trata,
claro está, de olvidarlo todo, sino superar una
concepción prescriptiva o esencial del pasado, con el
objeto de convertirlo en un medio para un mejor
presente"
[5].

Ahora, ¿cómo saber si la memoria
está cumpliendo un propósito que beneficie a un
pueblo o país a encontrarse a sí mismo para
construir un futuro superador a su pasado?, ¿cuál
es el criterio para distinguir si la memoria ayuda o paraliza? o
en otras palabras ¿cuál es el límite de la
memoria?. Un primer criterio podría ser, dice Todorov,
"preguntarnos por sus resultados y preferir aquellos usos de
la memoria que fomenten la paz antes que la guerra"
y un
segundo "distinguir entre memoria literal y memoria ejemplar.
Según Todorov, la memoria literal preserva el hecho
histórico, normalmente traumático, en su
literalidad (lo que no significa su verdad), permaneciendo
intransitivo y no conduciendo mas allá de sí mismo.
La memoria ejemplar, en cambio, sin negar la propia singularidad
del suceso histórico en cuestión, lo utiliza como
una manifestación entre otras de una categoría
más general, y se sirve de él como modelo para
comprender situaciones nuevas, con agentes
diferentes"[6].

En este sentido el análisis de la experiencia de
Sudáfrica permite considerar como una sociedad puede
encarar un proceso que posibilite usar la memoria de manera
ejemplar, al decir de Todorov. Sudáfrica tuvo que
enfrentar un pasado de violación a los derechos humanos
con desapariciones, muertes, torturas y vejaciones, todos,
considerados delitos de lesa humanidad. Sumado a este drama
debemos agregar que, quienes sufrieron estas violaciones, fue por
ser negros y considerados por los dueños del poder como
inferiores y por ende segregados socialmente. Por lo tanto, en un
mismo territorio, coexistían dos pueblos bien
diferenciados, los colonizadores de origen europeo y los nativos
africanos. El apartheid fue un hecho dramático para
quienes tenían que sufrir el racismo de quienes detentaban
el poder[7]

A través de este trabajo intentaré
reflexionar sobre, la acción de la Comisión de la
Verdad y Reconciliación en Sudáfrica, la
Comisión Nacional por la Desaparición de Personas
en Argentina y, su vínculo en la transición
democrática de los respectivos países para poder
hacer un análisis de las diferencias entre ambas
experiencias.

Presentación de ambos
casos

  • La Comisión de la Verdad y
    Reconciliación en Sudáfrica (TRC) y su
    vínculo en la transición
    democrática.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación
TRC (siglas en inglés) forma parte de un proceso de
transición negociado en el marco de una situación
de extrema crispación política existente en
Sudáfrica como consecuencia del Apartheid que había
sumido a la población en cinco décadas de
separación entre blancos y negros y siglos de
discriminación y violencia.

En febrero de 1990, el presidente Le Klerk
declaró el fin del Apartheid y de esta manera
comenzó en Sudáfrica un proceso de
redefinición de la ciudadanía y de
construcción nacional[8]

En este contexto la TRC jugó un papel
significativo que podemos desdoblarlo en dos aspectos
fundamentales: por un lado dar respuesta a las demandas de los
sectores de la sociedad civil que pedían justicia ante las
violaciones de los derechos humanos que se habían cometido
durante el Apartheid y, el otro, ejercer un tipo de justicia que
no pusiera en peligro los acuerdos obtenidos entre las
principales fuerzas políticas que pusieron fin al
Apartheid. A partir de estas premisas es que la TRC va a tener
características inéditas para este tipo de
comisiones como la realización de audiencias
públicas y el otorgamiento de amnistías. La TRC
surgió como una manera de encarar un proceso
constitucional para pacificar la sociedad. En 1990 el presidente
Le Klerk anunciaba al Parlamento el fin del Apartheid, Mandela
salió en libertad y los movimientos opositores, que
habían sido perseguidos, fueron legalizados. Sin embargo
esto no trajo el resultado esperado debido a la intención
del gobierno de hacer borrón y cuenta nueva o sea dejar
atrás el pasado y comenzar de nuevo. Dos fuerzas
políticas se enfrentaron, el Partido Nacional (PN) que
gobernaba y el Congreso Nacional Africano (CNA) liderado por
Mandela. El equilibrio de fuerzas hacía imposible que
ninguna se impusiera sobre la otra y esto determinó la
necesidad de una transición pactada. En el año
1994, luego que Mandela ganó las elecciones se
inició un debate público y político que
culminó con una ley del Parlamento (the Promotion of
National Unity and Reconciliation act, n. 34 de 1995) que dio
origen a la TRC[9]

Más allá de los asuntos operacionales, la
Comisión resultó ser la piedra angular del nuevo
proyecto de nación post apartheid mediando y enmarcando
traumas individuales e incorporándolos a una narrativa
colectiva que comenzó a dejar de lado la idea de la
memoria literal para dar paso a una memoria ejemplar, es decir,
superadora del pasado. Se propuso la necesidad de "hacer memoria"
para hacer frente a las divisiones y conflictos del
pasado.

Para llevar adelante sus actividades, la
Comisión, que estaba presidida por el Obispo anglicano
Desmond Tutu, se dividió en 3 subcomisiones. El
Comité para las violaciones de Derechos Humanos, el
Comité de Amnistía y el Comité de
Reparación y Rehabilitación. El proceso tuvo 3
fases: 1) la víctimas testificaron en audiencias
públicas en diversos lugares del país y eran
transmitidas por radio y televisión, 2) luego se
convocaron las "audiencias de amnistía" en las que los
perpetradores (uso de la palabra en inglés perpetrator)
tenían que testificar y fueron sometidos a indagaciones
para determinar si podrían recibir amnistía, 3) y
por último, se llevaron a cabo audiencias con sectores
específicos como medios, empresas, religiones, sindicatos,
fuerzas armadas, etc[10]El jurista peruano Carlos
Chipoco afirma que "la búsqueda de la verdad por parte
de la Comisión fue importante por el deber moral hacia las
víctimas, los familiares y los deudos, además de
descubrir y sancionar a los culpables. Solo esto
permitiría afirmar la democracia y el control ciudadano de
las instituciones públicas para evitar que se
repita"[11].

Es importante remarcar que no se trató de
amnistías sin condiciones sino de aquellas que eran
decididas por un panel en una audiencia pública. El
perpetrador personalmente y en audiencia pública
debía revelar por completo sus crímenes y demostrar
la manera en que los había llevado a cabo frente a las
víctimas y sus representantes quienes podían,
además, participar del interrogatorio. Se trataba de
crímenes solamente considerados políticos, es
decir, motivados en defensa institucional o ideológica del
régimen. Este acto no solo dejaba al perpetrador expuesto
ante sus víctimas sino, también, lo exponía
a la condena pública.

De esta forma a los requerimientos legales
convencionales la TRC agregó "verdad social ó
diálogo" (mediante interacción, discusión y
debate), "verdad narrativa" (percepciones, historias y mitos) y
"verdad de cura" (ubicar el significado de los hechos en el
contexto de las relaciones humanas)[12]. La
Comisión desarrolló 140 audiencias por todo el
país. A las audiencias asistieron la gran mayoría
de los perpetradores y confesaron su participación en
atrocidades de toda índole cometidas durante el Apartheid.
Participaron también víctimas y familiares quienes
podían preguntar libremente y tener cara a cara a los
victimarios[13]

A partir del trabajo de la TRC, se pueden observar los
intentos por cimentar una nueva nación y construir una
memoria oficial. Esta surge como resultado de las memorias
populares emanadas de las audiencias y se inscriben en la
participación activa de la comisión que
posibilitó la transformación social y
política de Sudáfrica a través de la
valorización de su desempeño y la
materialización de sus recomendaciones. La necesidad de
establecer las bases de un nuevo proyecto de nación
necesitó de importantes cambios que permitieran llevar
adelante la transición democrática en
Sudáfrica. Era necesario que esta transición no
violara los acuerdos pactados por los dos frentes
políticos, el Partido Nacional (PN) y la Convención
Democrática de Sud África (CODESA). La
Comisión fue el espacio mediador en la pugna de intereses
que este proceso democratizador debió soportar y que
además dejó en claro las importantes controversias
que se pueden generar en torno al concepto de memoria.
Controversias que por otro lado tuvieron que priorizar el
objetivo primordial que era la reconciliación en pro de
reconstruir una nueva nación[14]

La tarea de la TRC también incluyó la
elaboración de un conjunto de recomendaciones necesarias
para garantizar cambios reales que fueran percibidos por toda la
población sudafricana. Entre estas recomendaciones se
destacan la edición de una versión popular del
Reporte Oficial y la necesidad de ofrecer reparaciones a las
víctimas reivindicándolas, no solo materialmente
sino también, moralmente al igual que a sus familiares. El
cambio de nombres de calles y el establecimiento de monumentos y
museos se constituyeron en factores fundamentales de estas
reparaciones simbólicas. En torno al concepto de
reconciliación se trató de unir a los sudafricanos
y fue alrededor de esta idea que la Comisión centró
su atención y sustentó su
trabajo[15]

Rescatamos que, más allá de que
todavía el proceso está en deuda con muchas
víctimas y que indudablemente llevará tiempo su
total integración, la constitución de una nueva
nación está en marcha. La naturaleza del antiguo
régimen fue superada por una sociedad que, más
allá de sus diferencias y antagonismos, estuvo dispuesta a
emprender el camino restaurador alrededor del concepto de
reconciliación. Este caso se encuadraría en la idea
de Todorov sobre la memoria ejemplar.

  • La Comisión Nacional sobre la
    Desaparición de Personas (CONADEP) y el proceso
    democratizador en Argentina.

En el caso de Argentina, con la vuelta a la democracia,
el gobierno de Raúl Alfonsín, creó una
Comisión para investigar los delitos cometidos por la
dictadura militar. La Comisión Nacional sobre la
Desaparición de Personas (CONADEP), formada por
personalidades reconocidas de distintos ámbitos de nuestra
sociedad, tuvo como principal objetivo sacar a la luz la
desaparición de personas y los delitos cometidos por los
militares que tuvieron el poder entre los años 1976 y
1982. Tal como lo dijo en su oportunidad el presidente
Raúl Alfonsín, después de esta etapa de
tanta violencia, "No puede haber un manto de olvido. Ninguna
sociedad puede iniciar una etapa sobre una claudicación
ética semejante"
[16].

La CONADEP se creó por decreto de Ley Nº
187/83 el 15 de diciembre de 1983 y realizó su trabajo
durante 9 meses de investigación. La Comisión
determinó que el gobierno  militar había
producido más de 9000 desaparecidos. Se publicó una
selección de los testimonios bajo el título de
"Nunca Más". Esta Comisión, a diferencia de la
Sudafricana, no tenía autoridad para dictar penas ni
otorgar ningún tipo de amnistía, sin embargo, fue
tan minucioso su trabajo, que la Fiscalía basó su
acusación en el informe de sus miembros. El informe
permitió dejar en claro el accionar de los responsables y
fueron estos antecedentes mencionados internacionalmente que
posibilitaron enjuiciar a los Comandantes con cargos muy bien
documentados. "Nuestra Comisión no fue instituida para
juzgar, pues para eso están los jueces institucionales,
sino para indagar la suerte de los desaparecidos en el curso de
estos años aciagos de la vida nacional. Pero,
después de haber recibido varios miles de declaraciones y
testimonios, de haber verificado o determinado la existencia de
cientos de lugares clandestinos de detención y de acumular
más de cincuenta mil páginas documentales, tenemos
la certidumbre de que la dictadura militar produjo la más
grande tragedia de nuestra historia, y la más salvaje. Y,
si bien debemos esperar de la justicia la palabra definitiva, no
podemos callar ante lo que hemos oído, leído y
registrado; todo lo cual va mucho más allá de lo
que pueda considerarse como delictivo, para alcanzar la tenebrosa
categoría de los crímenes de  lesa humanidad.
Con la técnica de la desaparición y sus
consecuencias, todos los principios éticos que las grandes
religiones y las más elevadas filosofías erigieron
a lo largo de milenios de sufrimiento y calamidades fueron
pisoteados y bárbaramente
desconocidos"[17].

Mas allá del trabajo de la CONADEP y de la
evidencias que quedaron de manifiesto por sus investigaciones la
Argentina tuvo que atravesar distintas etapas, en su proceso
democratizador, debido a la fragilidad institucional. Estas
marchas y contramarchas dificultaron este proceso. En los
primeros años de democracia hubo un florecimiento de la
defensa de los derechos humanos. Sin embargo este entusiasmo se
fue desvaneciendo con el tiempo y en aras de la
"reconciliación nacional", los distintos gobiernos
democráticos, tuvieron que ir adoptando medidas para
defender la institucionalidad. Primero las leyes de "obediencia
debida y punto final", y luego "el indulto", dejaron en parte de
la sociedad la sensación de que la justicia quedaba en
deuda con los familiares de las víctimas. La
fórmula, "perdón y olvido", dejó impunes los
delitos cometidos por el gobierno militar.

Con la anulación, por parte del Congreso de la
Nación, de las leyes de Obediencia debida y Punto Final,
se abrió nuevamente un camino hacia la justicia.
Actualmente se están juzgando y condenando a represores
responsables de violación a los Derechos Humanos en el
periodo mencionado.

Diferencias entre
ambos casos

La necesidad de construir una nación
colocó a los sudafricanos ante el desafío de llegar
a acuerdos mínimos que hicieran posible la convivencia. Y
sobre esta pluralidad, emprendieron este proceso.

El rol del estado y la religión marcaron
diferencias importantes entre ambos casos debido a que los
sudafricanos buscaron unirse en torno al concepto de
reconciliación. Este fue una pieza clave en este proceso.
Tal cual afirma Mónica Cejas, "El concepto africano de
Ubuntu fue promovido por el mismo Tutu como la noción
legal y política clave para el orden post-apartheid
inmediato"[18].
Este término
significaba, según Richard Wilson, "reciprocidad,
respeto, dignidad humana, cohesión de la comunidad y
solidaridad y era utilizado por las comunidades rurales
africanas"[19].
En lugar de la venganza por
violencia se daba una cura mediante la posibilidad del
perdón liberador. Una justicia basada, en el entendimiento
y no en la venganza, en la restauración y no en la
represalia. Esto en el contexto ya descripto en el que la verdad
era sacada a la luz, los perpetradores arrepentidos, y las
víctimas indemnizadas. Para Tutu, dice Marta Minow,
"esta era una idea africana de justicia restauradora que busca
restablecer el balance torcido o quebrantado a diferencia de la
justicia occidental que implica la idea
retributiva"[20].

En su autobiografía Nelson Mandela nos muestra
como fue el camino hacia la Reconciliación. "No
nací con hambre de libertad, nací libre en todos
los aspectos que me era dado conocer. Libre para correr por los
campos cerca de la choza de mi madre, libre para nadar en el
arroyo transparente que atravesaba mi aldea (…) Sólo
cuando empecé a comprender que mi libertad infantil era
una ilusión, cuando descubrí, siendo joven, que mi
libertad ya me había sido arrebatada, fue cuando
empecé a añorarla (…) Pero, poco a poco, fui
comprendiendo que no sólo no era libre, sino que tampoco
lo eran mis hermanos y hermanas. Vi que no era sólo mi
libertad la que estaba en juego, sino la de todo aquel que se
pareciera a mí. Fue entonces cuando me uní al
Congreso Nacional Africano, cuando el ansia de mi propia libertad
se transformó en otra más grandiosa, que buscaba la
libertad para mi pueblo (…) Bajo el Apartheid, los negros
vivían en la penumbra, a medio camino entre la legalidad y
la clandestinidad, entre el ocultamiento y la franqueza. Ser
negro en Sudáfrica significaba que uno no podía
confiar en nada. Aquella situación no difería
demasiado de lo que representa llevar una existencia clandestina
durante toda la vida (…) Cuando salí de la
cárcel, ésa era mi misión: liberar tanto al
oprimido como al opresor. Hay quien dice que ese objetivo ya ha
sido alcanzado, pero sé que no es así. La verdad es
que aún no somos libres; sólo hemos logrado la
libertad de ser libres, el derecho a no ser oprimidos. Ser libre
no es simplemente desprenderse de las cadenas, sino vivir de un
modo que respete y aumente la libertad de los
demás"[21].

La Ley dictada por el Parlamento que creó la TRC,
es el resultado de la voluntad política de
Reconciliación de Mandela. Su apertura para que se
dé el debate público posibilitó que la
sociedad sudafricana llegara a un estadio que antes hubiera sido
inimaginable. El convencimiento de que para construir un
país todo el mundo era necesario y hace falta un cierto
entendimiento mutuo, no ideal, pero sí mínimo, le
permitió asumir el liderazgo que Sudáfrica
necesitaba.

Es de destacar que este proceso de reconciliación
fue posible porque el estado asumió un rol activo pero
distante de las posiciones que debían saldar las deudas
pasadas. Con respecto al presente el estado debe cumplir y hacer
cumplir los derechos humanos con toda la fuerza y autoridad que
le da el pueblo y la constitución.

El presidente Mandela creó el ámbito
propicio para que la sociedad debatiera y para que la
discusión sea pública. Debemos tener presente de
donde venía Mandela y que sin renunciar a su
condición, sin olvidar lo que pasó, y con la verdad
como sustento, se logró, desde el estado, sentar los
cimientos de un país reconciliado con su
pasado.

En Argentina los distintos gobiernos democráticos
tuvieron posturas disímiles relacionadas con la memoria
colectiva y la intención de reconciliar a la sociedad con
su pasado traumático. Si bien en un primer periodo hubo un
marcado entusiasmo en un sector muy importante de la
población sobre el tema, el gobierno de Menem
intentó, desde el poder, resolver el problema. A
través del indulto, tanto a los militares asesinos y
condenados por la justicia, como a los líderes de la
guerrilla que estaban presos, se consideró que se
lograría la pacificación de la nación. Este
acuerdo no resultó porque se realizó sin el debate
público necesario para resolver un pasado tan
oscuro.

Estos últimos años, han vuelto a poner el
debate en la opinión pública. La memoria colectiva
requiere de un espacio de discusión y seguramente,
todavía, hay muchas cosas que deben salir a la luz. No se
ha privilegiado la construcción de un futuro de
nación, como en el caso sudafricano, sino la necesidad de
conseguir una justicia retributiva. Según Hugo
Vezzetti,"es claro que en la Argentina el término de
referencia privilegiado para pensar los problemas de la memoria
no es la nación sino la justicia. Lo digo como una simple
constatación: no celebro que el problema de que la
nación haya quedado en éste como en otros
tópicos borrado del discurso intelectual o
histórico para quedar instalado en las glorias del
fútbol (o del rugby) o en los consumos masivos en los
medios"[22].

Consideraciones
finales

Teniendo en cuenta la complejidad de la situación
que presentaba la sociedad sudafricana antes y durante el
Apartheid es importante señalar que resulta imprescindible
encuadrar dentro de ese contexto el análisis del trabajo
de esta experiencia.

Sudáfrica no es la sociedad ideal. Los resultados
alcanzados no han sido suficientes. Según quienes han
estudiado el caso con mayor amplitud dan cuenta de que, a pesar
del importante trabajo realizado por la TRC, todavía las
estructuras de poder que mantuvieron el control sobre el
país, durante tantos años, no han desaparecido y no
se espera que lo hagan de la noche a la mañana.

Aunque todavía tienen un largo camino por
recorrer las bases están puestas y la vía en la que
transitan les permite ver el futuro con otra perspectiva. En la
opinión de Ferriol Soria, "parecería acertado
pensar que era un proceso necesario pero no suficiente para
lograr que las desigualdades desaparezcan, no solo ante la ley
sino también en la
cotidianeidad"[23].

En Argentina, los juicios a los responsables
están en marcha gracias a la voluntad del gobierno de
considerar los derechos humanos como política de estado.
Sin embargo, perecería, que esto no es suficiente para
pacificar a la sociedad en su conjunto. De todos modos este es el
camino que se ha elegido y el futuro dirá si el mismo
posibilitará que se pueda construir una nación
reconciliada. Hugo Vezzeti expresa que "la escena judicial ha
sido y sigue siendo el espacio mayor de las prácticas de
memoria del terrorismo de estado y de la violencia
política en la Argentina. Las banderas de la verdad y la
justicia impulsaron las movilizaciones, siempre en nombre de las
víctimas. Hubo y hay actores y luchas que han sostenido
sobre todo la vía del derecho. No voy a insistir en lo que
es sabido. Hoy están abiertas la vía de la
investigación y la acción judicial sobre los
crímenes de Estado. Esta es una conquista extraordinaria
de la sociedad y de los actores que han luchado por ese objetivo.
Pero caben dos preguntas: a) ¿el derecho (las
prácticas judiciales, los códigos, la penalidad..)
equivale o, mejor, agota la realización de la justicia,
como valor y como ideal de una comunidad? b) La justicia, como
dispositivo judicial ¿reemplaza el tratamiento, la
deliberación política, de un pasado significativo
para el destino de una comunidad
nacional?"[24].

En ¿qué es la política?
Hanna Arendt afirma que todas las actividades de los hombres
están condicionadas por la pluralidad humana, ya que no es
el hombre, sino los hombres los que habitamos la tierra y vivimos
entre semejantes, "la pluralidad es Ley de la tierra y
condición de la
política"[25].

Que la Ley condene a los responsables es saludable para
el futuro sin embargo, no debemos quedarnos ahí, la
memoria colectiva, debe ayudarnos a no quedar petrificados en el
pasado sino mirar hacia lo que tenemos que construir. Citando a
Bernat Castany Prado podemos decir que "si tenemos que
conservar viva la memoria del pasado no es para pedir una
reparación por el daño sufrido, sino para estar
alerta frente a situaciones nuevas y sin embargo análogas.
De este modo, lejos de seguir siendo prisioneros del pasado,
pondremos el pasado al servicio del presente y la memoria al
servicio de la justicia"[26].

En ese sentido me interesaba analizar la experiencia
sudafricana pues, con todas las dificultades que podemos
observar, encontraron la forma de reconciliarse para mirar hacia
el futuro con otra perspectiva.

No pienso que debemos copiar el ejemplo sudafricano sino
buscar la forma de que la memoria colectiva pueda ser utilizada
de manera ejemplar para poder proyectar un futuro en la
pluralidad de nuestras diferencias

La acción política es siempre la
posibilidad de comenzar de nuevo. Pero esa posibilidad es
necesario construirla entre todos.

Bibliografía

Arendt Hanna, La condición humana,
Paidós, Barcelona, 1996.

Arendt Hanna, ¿Qué es la
política?,
Paidós, Barcelona, 1997.

CONADEP;
http://www.oni.escuelas.edu.ar/olimpi2000/santa-fe-ur/niderechosnihumanos/conadep.htm.

En

Castany Prado Bernat, Reseña Los abusos de la
Memoria
, Cartaphilus 5, Revista de investigación y
crítica estética, 2009.

Cuya Estevan, "Las Comisiones de la
Verdad en América Latina"
en Historia del Pensamiento
Latinoamericano, DIML, Centro de Derechos Humanos de Nuremberg,
Alemania, p.p. 7

Cejas Mónica, Memoria, Verdad, Nación
y ciudadanía: algunas reflexiones sobre la comisión
de la verdad y la reconciliación en Sudáfrica
,
Liminar, Estudios Sociales y humanísticos, Universidad de
Ciencias y Artes de Chiapas, México, 2007.
http://redalyc.uaemex.mx

Chipoco, Carlos, jurista peruano, en Memoria, Verdad,
nación y ciudadanía: algunas reflexiones sobre la
Comisión de la Verdad y la Reconciliación en
Sudáfrica, de Mónica Cejas, Liminar, Estudios
Sociales y Humanísticos, Universidad de Ciencias y Artes
de Chiapas, Vol, V, nº 001, 2007.

Halbwachs, Maurice, en Selección y
Traducción de M. A. Aguilar, Revista de Psicología,
Año 1, Nº 1, México, UNAM, Facultad de
Psicología, 1991

Ferriol Soria, Reconciliación en
Sudáfrica: repaso tras diez años de la
Comisión,
Pueblos, Revista de información y
debate, Barcelona, 2005.

Madariaga Julia "La Comisión de Verdad y
Reconciliación en Sud"

julia.madariaga@gmail.com

Mandela Nelson, El largo camino hacia la
libertad
, Plaza edición, Madrid, 2004.

Minow, Marta, between vengeance and Forgiveness
Facing History After Genocide and mass Violence
, Beacon
Press, 1999. (Entre la venganza y el perdón: frente a
la historia después del genocidio y la violencia de
masas).

Monje Justo Adolfo Ignacio, ¿Qué es la
política? De Hanna Arendt
, A Parte Rei, revista de
filosofía,

Todorov Tzvetan, Los abusos de la memoria,
Paidós, Barcelona, 2000.

Traverso, Enzo, Memoria, olvido
reconciliación: el uso público del
pasado
.

Ventura Navarrete María del Rayo, Ponencia:
La comisión de la Verdad y Reconciliación y su
vínculo con la transición democrática
sudafricana
, XII congreso Internacional ALADAA,
México, D.F.

Cea.colmex.mx/alaada/xiii.20.congreso%20…

Vezzetti, Hugo, La memoria justa: política e
historia
, Coloquio Internacional "Problemas de historia
reciente en el cono sur", Los Polvorines, 2007.

Wilson Richard, Politics of truth and reconciliation
in South Africa: Legitimizing the post-apartheid Stat,

Cambridge University Press, 2001. (Políticas de verdad y
reconciliación en Sudáfrica: Legitimación
del estado post- Apartheid)

www.historiacultural.com/2010/09/apartheid-sudafrica.html.

 

.Autor:

David

 

[1] Eclesiástico y político
sudafricano. En 1961 fue ordenado sacerdote anglicano. Entre
1971 y 1975, trabajó en el Consejo Mundial de las
Iglesias. Tras su regreso a Sudáfrica, en 1975, se
convirtió en el primer eclesiástico de color en
ser nombrado deán de Johannesburgo. En 1978 fue elegido
secretario general del Consejo de Iglesias de Sudáfrica,
cargo en el que destacó por sus acciones y alegatos a
favor de la supresión del apartheid. La notoriedad
adquirida gracias a la concesión, en 1984, del Premio
Nobel de la Paz, y el proceso aperturista del régimen le
permitieron convertirse en el primer obispo de color de
Johannesburgo y, en 1996, en primer arzobispo de color de
Ciudad del Cabo.

[2] Halbwachs, Maurice, en Selección y
Traducción de M. A. Aguilar, Revista de
Psicología, Año 1, Nº 1, México,
UNAM, Facultad de Psicología, 1991.

[3] Hans Jonás, en “Memoria,
olvido, reconciliación: el uso público del
pasado” de Enzo Traverso.

[4] Arendt Hanna, ¿Qué es la
política?, Paidós, Barcelona, 1997.

[5] Castany Prado Bernat, en
reseña:”Los abusos de la memoria” de Tzvetan
Todorov, Barcelona, Paidós, 2000. pp. 202

[6] Todorov tzvetan, “Los abusos de la
memoria”, Paidós, Barcelona, 2000, pp. 31.

[7] El Apartheid (significa "vidas separadas"
en africano) era un régimen segregacionista que negaba a
los negros de África del Sur (Republica de
Sudáfrica) los derechos sociales, económicos y
políticos. Sin embargo, la segregación
existía en Sudáfrica desde el siglo XVII, cuando
la región fue coloniazada por ingleses y holandeses, el
termino Apartheid paso a usado legalmente en el año
1948. El régimen del Apartheid era controlado por los
blancos de origen europeo (holandeses e ingleses), que creaban
las leyes y gobernaban para el interés de la
población minoritaria blanca. A los pobladores de raza
negra se le impuso leyes, reglas y sistemas de control
social.www.historiacultural.com/2010/09/apartheid-sudafrica.html.

[8] Cejas Mónica, Memoria, Verdad,
Nación y Ciudadanía, Liminar, Estudios Sociales y
Humanísticos, México, Chiapas, 2007. pp. 26.
http://redalyc.uaemex.mx.

[9] Ibidem, pp. 28

[10] Ibidem, pp. 29

[11] Chipoco, Carlos, jurista peruano, en
Memoria, Verdad, nación y ciudadanía: algunas
reflexiones sobre la Comisión de la Verdad y la
Reconciliación en Sudáfrica, de Mónica
Cejas, Liminar, Estudios Sociales y Humanísticos,
Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Vol, V, nº
001, 2007.

[12] Cejas Mónica, Memoria, Verdad,
Nación y Ciudadanía, Liminar, Estudios Sociales y
Humanísticos, México, Chiapas, 2007. pp. 32.
http://redalyc.uaemex.mx.

[13] Madariaga Julia “La
Comisión de Verdad y Reconciliación en Sud”
julia.madariaga@gmail.com.

[14] Ventura Navarrte, “La
Comisión de la Verdad y la reconciliación y su
vínculo con la transición democrática
sudafricana”, XXII Congreso Internacional de ILADDA,
México, D.F. pp. 1-4

[15] Ferriol Soria, Reconciliación en
Sudáfrica: repaso tras diez años de la
Comisión, Pueblos, Revista de información y
debate, Barcelona, 2005.

[16] Cuya Esteban, “Las Comisiones de
la Verdad en América Latina”, KO'AGA
ROÑE'ETA se.iii (1996) –
http://www.derechos.org/koaga/iii/1/cuya.html..p.p. 7.

[17] CONADEP,
http://www..oni.escuelas.edu.ar/olimpi2000/santa-fe-su/niderechosnihumanos/conadep.html

[18] Cejas Mónica, Memoria, Verdad,
Nación y Ciudadanía, Liminar, Estudios Sociales y
Humanísticos, México, Chiapas, 2007.
http://redalyc.uaemex.mx.

[19] Wilson Richard, Politics of truth and
reconciliation in South Africa: Legitimizing the post-apartheid
Stat, Cambridge University Press, 2001. (Políticas de
verdad y reconciliación en Sudáfrica:
Legitimación del estado post- Apartheid)

[20] Minow, Marta, between vengeance and
Forgiveness Facing History After Genocide and mass Violence,
Beacon Press, 1999. (Entre la venganza y el perdón:
frente a la historia después del genocidio y la
violencia de masas)

[21] Fernadez Escudero, Clara, Sudafrica usa
la memoria para superar el Apartheid,
www.diarioperfil.com.ar/edimp/0567/articulo.php?art=28626…

[22] Vezzetti, Hugo, La memoria justa:
política e historia, Coloquio Internacional
“Problemas de historia reciente en el cono sur”,
Los Polvorines, 2007, pp.3.

[23] Soria Ferriol,
“Reconciliación en Sudáfrica: repaso tras
diez años de la comisión”, Pueblos. Revista
de información y debate, 30 de diciembre de 2005.

[24] Vezzetti, Hugo, La memoria justa:
política e historia, Coloquio Internacional
“Problemas de historia reciente en el cono sur”,
Los Polvorines, 2007, pp.4.

[25] Arendt Hanna, La condición
humana, Paidós, Barcelona, 1996.

[26] Castany Prado Bernat, Reseña Los
abusos de la Memoria, Cartaphilus 5, Revista de
investigación y crítica estética,
2009.

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter