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El desencanto de Europa (impotencia, melancolía y suicidio económico) (página 5)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12

La oportunidad de oro que pueden tener las
energéticas mundiales para lanzarse a por el shale gas
europeo son los nuevos tratados de libre comercio e
inversión que se negocian con EEUU y Canadá.
Antoine Simon, de la organización Friends of Earth Europe,
señala que "sabemos que en el TTIP (La Asociación
Trasatlántica para la Inversión y el Comercio, en
sus siglas en inglés) con EEUU habrá un
capítulo energético y por lo tanto las
exportaciones de frack gas a Europa serán un asunto
importante a discutir". Pero no sólo hablamos de comprar
productos foráneos sino también de los mecanismos
legales que incluyen estos tratados. Permiten a las empresas
denunciar a los Estados si consideran que sus legislaciones van
contra estos supra-acuerdos. Antoine Simon explica "el lobby del
shale gas quiere dar ese paso a nivel europeo dentro del TTIP
para destruir las barreras nacionales al fracking".

Desde hace dos décadas, el Trasatlantic Business
Council trabaja para sacar adelante esta versión 2.0 de
los Tratados de Libre Comercio. Como destaca la
publicación A brave new trasatlantic partnership de la red
de organizaciones sociales 'Seatle to Brussels Network', el
objetivo no es eliminar las tarifas arancelarias, que casi ya no
existen. Ahora se "busca simplificar las regulaciones sanitarias,
medioambientales, laborales o agrícolas", según la
propia Comisión Europea. Una afirmación que parece
extraída de un documento de trabajo de un
lobby.

Si este apoyo no fuera suficiente, en un evento
reciente, Emma Marcegaglia, la líder de la patronal
Business Europe y expresidenta de italiana Cofindustria,
decía "tenemos miedos irracionales sobre el TTIP, creemos
que es la mejor forma de crear empleos y de generar crecimiento.
No sólo para las grandes multinacionales, también
para las Pymes, porque un buen TTIP significa que puedan acceder
a un mercado complicado". Durao Barroso, presidente de la
Comisión, estaba sentado detrás de la italiana.
¿Tomaría buena nota de las recomendaciones de la
patronal de patronales?

La legislación comunitaria sobre los
lobbies

Creado el 23 de junio de 2011 entre el Europarlamento y
la Comisión, el Registro de la Transparencia alienta a las
empresas, grupos de representación, asociaciones
profesionales, federaciones sectoriales o firmas de
consultoría o abogacía a que se inscriban para
poder representar sus intereses ante la UE. Los beneficios que
ofrece son poder acceder a las instituciones comunitarias, las
bases de información y datos así como poder
rastrear la legislación y los trabajos que se realizan en
la Comisión y Europarlamento. Si no lo hacen no
están penadas, pero deben buscar subterfugios
administrativos, como figurar como periodistas, para acceder a
los edificios de la UE.

El Registro divide a los 6.555 lobbies apuntados en 6
grandes grupos: Consultarías profesionales y Bufetes;
Grupos de presión dentro de las empresas; Organizaciones
no gubernamentales y Plataformas; Grupos de reflexión y
académicos; Organizaciones con fines religiosos; y por
último Organizaciones que representan a autoridades
locales. El propio Registro explica las causas de la
inscripción de los lobbies, porque "la relación de
las instituciones europeas con asociaciones ciudadanas, ONG,
empresas, organizaciones comerciales y profesionales, sindicatos,
grupos de reflexión, etc., es constante, legítima y
necesaria para mantener la calidad de la democracia y la
capacidad de ofrecer políticas adecuadas a las necesidades
y la realidad".

"Las patronales de Francia, Alemania, Italia,
Polonia y España han firmado una declaración
conjunta en la que reclaman a los nuevos representantes de la UE
que igualen sus impuestos y que impulsen una mayor "convergencia
presupuestaria". La banca de inversión descarta cambios en
las políticas pese al auge del euroescepticismo"…

Las patronales europeas piden a la nueva UE "más
consolidación fiscal y más reformas estructurales"
(Vozpópuli – 26/5/14)

El mundo del dinero apuesta por la continuidad de las
políticas de ajuste que se han aplicado hasta la fecha.
Así lo leen tanto los empresarios como la banca que
consideran que no habrá cambios políticos pese al
auge del euroescepticismo.

En una declaración conjunta firmada por los
presidentes de las patronales de Francia, Alemania, Italia,
Polonia y España y dirigida al europarlamento, las
organizaciones empresariales piden a la Unión Europea que
continúe con los ajustes. "Los próximos cinco
años van a requerir unas opciones políticas
valientes. La "Europa de los 28" necesita un realineamiento
político que se centre en la competitividad mundial, el
crecimiento, la prosperidad y el empleo", afirma una
declaración que firma también en nombre de la CEOE,
Joan Rosell. Para ello, los empresarios europeos reclaman
más "consolidación fiscal" y más "reformas
estructurales". "Se deben hacer mayores esfuerzos para priorizar
el refuerzo de la competitividad industrial y promover
políticas económicas coordinadas, con vistas a
aumentar la contribución de la industria al PIB europeo.
Es preciso avanzar por la senda de la convergencia presupuestaria
y fiscal", concluyen.

La apelación a más políticas de
ajuste se deriva de la interpretación que las seis
patronales hacen del significado del voto de ayer. Según
los presidentes de los empresariados, francés,
alemán, italiano, polaco y español, los votos de
ayer apuestan por "una mayor integración europea" y por
"poner fin a interferencias innecesarias en la vida cotidiana de
los ciudadanos (…) para construir una Unión Europea
fuerte y competitiva a nivel mundial".

La banca de inversión apuesta por más
austeridad

La apuesta por el mantenimiento de las políticas
es una visión compartida también por la absoluta
mayoría de bancos y casas de análisis de
bolsa.

Nomura asegura que "pese a que el auge de los
euroescépticos ha conseguido mucha atención
mediática, los tres partidos centrales retienen una
mayoría de más del 62% de los votos". El banco de
inversión apuesta por un mantenimiento de las
políticas de ajuste y una lenta recuperación de los
mercados periféricos entre los que estaría
España aunque la entidad no la menciona
explícitamente.

Barclays, por su parte, asegura también
que las mayores repercusiones de la votación serán
domésticas pero que no cambiarán la austeridad
europea. "Hay más euroescepticismo pero tendrá un
efecto limitado en las políticas", concluye la entidad.
"Las elecciones no varían el actual equilibrio
político". Sin embargo Barclays prevé que, "las
discusiones sobre asuntos sociales supondrán un mayor reto
dada la ausencia de un claro consenso entre los partidos
tradicionales".

"La crisis financiera iniciada en 2007 en Estados
Unidos con la implosión de las hipotecas subprime puso en
evidencia la existencia de una compleja "banca en la sombra",
distinta del sector bancario tradicional, pero íntimamente
relacionada con él. Pero, ¿de qué se
habla cuando se habla de banca en la sombra?
¿quiénes son y qué hacen las instituciones
financieras que la componen?"…
Desde Arizona hasta
Múnich: el largo viaje de una hipoteca (Fedea –
28/5/14)

La historia de la (hipotética) hipoteca comienza
con la familia Hidalgo, residente en el estado de Arizona (la
Figura 1 ilustra gráficamente el viaje de esta hipoteca).
Los ingresos de los Hidalgo provienen de esporádicos y
precarios empleos en el sector de la restauración y la
familia carece tanto de ahorros como de un historial de
crédito. No obstante, y a pesar de que ninguno de los
Hidalgo tiene un empleo formal, las favorables condiciones de las
hipotecas y la imparable tendencia alcista del precio de la
vivienda les llevan en el año 2005 a considerar la compra
de una pequeña casa en un suburbio de Phoenix.

1. La familia Hidalgo acude a un bróker de
hipotecas (John Adams), quien, tras estudiar su caso y barajar
distintas alternativas, les ofrece una hipoteca de la empresa
Correspondent Inc., por un 100% del valor de la casa (100.000
US$), a 30 años, y con una baja cuota fija durante los dos
primeros años y una cuota variable posterior (condiciones
frecuentes en hipotecas de estas características). El
Sr. Adams tan sólo media entre los Hidalgo y Correspondent
Inc., la cual es la que, tras analizar el riesgo del
crédito a los Hidalgo,  les concede una hipoteca en
los términos descritos y transfiere los 100.000 US$
necesarios para la adquisición de la casa.

2. Para financiar los 100.000 US$ destinados a la
hipoteca, Correspondent hace uso de una línea de
crédito diseñada para tal propósito y
concedida por Warehouse Lender Inc., empresa especializada en la
financiación de este tipo de operaciones. Ahora
bien, de forma casi inmediata Correspondent vende la
hipoteca a una institución financiera, llamada Conduit GS,
y con los ingresos obtenidos devuelve los 100.000 US$ a Warehouse
Lender y renueva su línea de
crédito.

Merece la pena destacar que, si bien Correspondent es la
encargada de determinar la adecuación del préstamo
hipotecario a las características de la familia Hidalgo y
el inmueble adquirido, al deshacerse de la hipoteca tan pronto
como la origina, Correspondent no se ve afectada directamente por
el posible impago de la misma.

Conduit GS es una mera estructura patrimonial creada por
un banco de inversión (pongamos por caso, Goldman Sachs),
cuya única actividad es la de servir como "almacén"
de la hipoteca de los Hidalgo y de muchas otras. A pesar de que
Goldman Sachs es el creador (o "espónsor") de Conduit GS,
esta última no es parte ni subsidiaria de Goldman Sachs
(lo cual quiere decir que permanecerá fuera del balance de
Goldman Sachs). Conduit GS financia la adquisición de las
hipotecas mediante la emisión de títulos de renta
fija a muy corto plazo respaldados por las propias hipotecas
(títulos conocidos como "papel comercial respaldado por
activos" o ABCP, por sus iniciales en inglés), lo que
quiere decir, en esencia, que, en caso de impago del papel
comercial, los poseedores de éste pueden apropiarse de las
hipotecas. Este papel comercial, tanto por su plazo como por el
respaldo de las hipotecas (así como otras posibles formas
de "mejora crediticia", incluyendo seguros o garantías
implícitas o explícitas por parte de Goldman
Sachs), es considerado como de poco riesgo y es adquirido por muy
diferentes inversores institucionales, desde hedge funds a fondos
de pensiones o de inversión.

4. Pero Conduit GS tampoco se queda mucho tiempo con las
hipotecas. Por el contrario, pronto las vende a un
 "vehículo especial de titulización" (SPV),
también creado por Goldman Sachs y que llamaremos SPV GS.
De nuevo, este SPV es un patrimonio separado de Goldman Sachs y
no afectado por el riesgo de insolvencia de este último
("bankruptcy remote"),  lo que quiere decir que si Goldman
Sachs entrara en quiebra, sus acreedores no podrían
reclamar los activos de SPV GS.

La hipoteca de los Hidalgo, como tal, se quedará
en SPV GS, si bien SPV GS subcontratará los servicios de
administración de la hipoteca a una empresa independiente
o una subsidiaria especializada. No obstante, el flujo crediticio
no para aquí, puesto que SPV GS financia la
adquisición de las hipotecas mediante la
"titulización" de las mismas. En este caso, la
titulización tiene lugar mediante la emisión de
"obligaciones hipotecarias colateralizadas" (o CMOs, por sus
siglas en inglés), las cuales son, esencialmente,
títulos a los que se transfiere el pago de intereses y
principal de las hipotecas en el activo de SPV GS. Por tanto,
podemos pensar que el crédito hipotecario de los Hidalgo
continúa su viaje, transformado ahora en un componente de
estas CMOs.

A diferencia de las hipotecas individuales, las CMOs son
títulos homogéneos y, por tanto, susceptibles de
ser negociados fácilmente en mercados secundarios. Ahora
bien, en lugar de emitir un único tipo de título,
SPV GS emite distintas series o tramos ("tranches"), con distinta
prioridad a la hora de recibir el pago del principal de las
hipotecas. Así, el tramo "super-senior" de la
emisión de CMOs tiene el derecho a percibir los primeros
pagos del capital, mientras que el tramo con menor preferencia
(tramo de primeras pérdidas o "equity") sólo recibe
pagos del principal una vez que se hayan amortizado los tramos
con mayor prioridad.

Además de crear títulos homogéneos
(dentro de cada tramo), cada tramo de la CMO se emite con un
rating crediticio, emitido por una agencia de calificación
(como Moody"s). Este rating, al clarificar (al menos en
teoría) el riesgo de las CMOs, contribuye a la liquidez de
su mercado. Más aún, como el tramo super-senior con
frecuencia recibe la máxima calificación
crediticia, se facilita su adquisición por inversores
institucionales, como fondos de pensiones o fondos de
inversión del mercado monetario, que tienen restringida su
política de inversión a activos con alta
calificación.

5. La cosa no acaba aquí. En una
iteración adicional, las CMOs emitidas por SPV GS son
adquiridas por otro SPV, SPV GS2, el cual financia su
adquisición (y la de otros instrumentos financieros)
mediante la emisión de títulos ("obligaciones de
deuda colateralizadas" o CDOs) que se estructuran a partir de las
CMOs de forma análoga (aunque con numerosas variaciones) a
como las CMOs se estructuran a partir de las
hipotecas.

6. Parte de estos títulos se venden a SIV GS,
otra estructura patrimonial de distinto carácter y
conocida como un "vehículo de inversión
estructurado" (SIV). SIV GS también es creada por Goldman
Sachs (siempre fuera de su balance) y domiciliada en un
paraíso fiscal como las Islas Caimán.

7. SIV GS financia la adquisición de los
CDOs, de nuevo, mediante instrumentos de renta fija a corto
plazo, como ABCP, que coloca a gestores de activos e inversores
institucionales de todo el mundo, como hedge funds, fondos de
pensiones, bancos de inversión, o mesas de trading de
grandes bancos, entre ellas la del banco alemán
CommerzBank, en el que la familia Schmidt, residente en
Múnich, tiene depositados sus ahorros. En último
término, por tanto, parte de la hipoteca de la familia
Hidalgo acaba en la casa de los Schmidt, a más de 9.000
kilómetros de distancia y donde termina su
viaje.

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Figura 1. El viaje de la hipoteca de los
Hidalgo.

Es importante destacar que la trayectoria de la hipoteca
de los Hidalgo es hipotética y sólo uno de los
posibles caminos que pudo haber seguido. No obstante, el modelo
de "originar-para-distribuir" que ilustra esta trayectoria, los
laxos criterios de concesión de hipotecas, la importancia
de  la originación de hipotecas a través de
brokers y entidades financieras independientes (ver la Figura 2)
y la importancia de la titulización para la
financiación de los activos inmobiliarios (ver la Figura
3), son algunos de los rasgos más destacados de la
intermediación financiera en Estados Unidos en el periodo
anterior a la crisis. Es importante resaltar también que
la cadena de intermediación puede ser muy distinta si se
origina en otro país. Así, a pesar del enorme
crecimiento de la titulización hipotecaria en
España en los años del boom inmobiliario, la
originación y administración de las hipotecas se
mantuvo esencialmente a cargo de los bancos y cajas, que se
vieron también obligados a mantener los activos originados
en su balance.

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Figura 2. Concesión de hipotecas por parte de
bancos y otros intermediarios en EEUU, 2004-2008. "Full doc" y
"Low doc" hacen referencia a hipotecas con documentación
completa e incompleta, respectivamente. "Broker" hace referencia
a originadores de hipotecas no bancarios. Extraída de la
Figura 1 del artículo Jiang, Wei, Ashlyn Aiko Nelson, and
Edward Vytlacil. "Liar"s Loan? Effects of Origination Channel and
Information Falsification on Mortgage Delinquency." Review of
Economics and Statistics 96, no. 1 (May 15, 2013): 1–18.
doi:10.1162/REST_a_00387

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Figura 3. Hipotecas en posesión de distintos
tipos de intermediarios financieros. "Agency and GSE mortgage
pools" se refiere a estructuras patrimoniales creadas por
"Government Sponsored Entrerprises" (GSEs), como Freddie Mac.
Extraído de la Figura 4 de Shin, Hyun Song y Tobias Adrian
(2009). "The Shadow Banking System: Implications for Financial
Regulation." FRB of New York Staff Report, No. 382.

La descripción de la trayectoria de la hipoteca
de los Hidalgo plantea numerosos interrogantes. ¿Por
qué una trayectoria tan larga? ¿Qué riesgos
se generan en cada etapa? ¿Tienen las distintas etapas una
justificación económica o son simples instrumentos
para evitar las restricciones impuestas por la regulación
bancaria? ¿Qué implicaciones tiene esta estructura
de intermediación para la estabilidad financiera? Y,
quizá, la más importante de todas,
¿Cómo regular un sistema financiero como el
descrito? Muchos economistas (¿demasiado tarde?) se han
puesto manos a la obra para intentar dar respuesta a estas
preguntas.

Las causas de la "desafección" europea (ayer,
hoy y… ¿mañana?)

(Vuelvo al Paper anterior, redactado en noviembre de
2013):

En definitiva el Fondo Monetario Internacional (FMI) no
esconde una nueva vuelta de tuerca a los bolsillos de los
contribuyentes europeos. El organismo que preside Christine
Lagarde plantea, en su informe Fiscal Monitor de octubre (2013),
una eventual quita a la riqueza de las familias europeas para que
la deuda pública de 15 estados europeos recupere sus
niveles de 2007. En el citado informe, la institución
económica llega a concretar una cifra: el 10% de los
ahorros familiares.

Se define como capital levy o impuesto sobre el capital.
Y sería un one-off. Es decir, la posible reducción
se efectuaría de una sola vez. "Sería una medida
excepcional para restaurar la sostenibilidad de la deuda
pública", explica el FMI en su informe. Para justificar
esta posible decisión, el FMI cita que es una medida
defendida por destacados e históricos economistas como
Pigou, Ricardo, Schumpeter o Keynes.

En el conjunto de países de la OCDE, la deuda
pública media se situará el año
próximo en un 113,1% sobre el PIB, cuando en 2007 el
promedio apenas superaba el 74%. El mayor nivel de deuda
pública bruta corresponderá a Japón, con una
cifra del 233,1% sobre el PIB en 2014. Además de
España, otros nueve países de la OCDE
estarán por encima del 100%. Grecia registrará un
189,2%, figurando a continuación Portugal e Italia con
niveles superiores al 140%. Irlanda (126,4%), Islandia (124,4%) y
Francia (116,3%) también se situarán por encima del
promedio de la OCDE. El Reino Unido alcanzará un 113%,
mientras que los Estados Unidos llegarán al 110,4% y
Bélgica al 104,5%. Austria, los Países Bajos y
Alemania superarán el 85%, mientras que Finlandia
rozará un 70%.

Entre los países de la OCDE que pertenecen a la
Unión Europea destacan los niveles relativamente bajos de
endeudamiento de Dinamarca (58,4%), Suecia (52,7%) y, sobre todo,
Luxemburgo (32%). Estas tres naciones son la excepción en
el conjunto de países de la OCDE, donde la deuda
pública media se situará el año
próximo en un 113,1% sobre el PIB, cuando en 2007 el
promedio apenas superaba el 74%.

Estos "illuminatis" no solo nos "laminan" las
prestaciones sociales hasta la extenuación, sino que nos
"expropian" de un plumazo, un 10% adicional de nuestro menguado
patrimonio. Me queda una sola duda: ¿para cuándo el
"derecho de pernada"? (no sé si le apetecerá a Ms.
Lagarde, pero estoy seguro que a Mr. Strauss Kahn le hubiera
gustado "muchísimo". A verlas venir…
entonces.

Lo auténticamente "insostenible" es el
círculo vicioso entre estados y bancos

No se entiende el peso excesivo del sector financiero en
el PIB. Nunca antes fue tan elevado. Las finanzas se han
divorciado del comercio y la economía real, su
razón de ser primigenia.

Es necesario volver a encarrilar el sistema financiero.
Rediseñarlo introduciendo mecanismos que impidan
tropelías como las que todavía seguimos padeciendo.
Prohibiendo los instrumentos financieros absurdos que exacerban
el riesgo a cambio de nada, cuya letra pequeña nadie
entiende, empezando por aquellos que los adquieren y
contratan.

Es necesario reducir abruptamente la
concentración financiera promovida como consecuencia de la
crisis financiera en vigor. Poniendo al mando de las entidades
resultantes a gente decente y honrada. Reconvirtiendo el
contubernio manipulado en que se ha convertido el sistema
financiero mundial obligándolo a retornar a sus esencias
mercantiles y comerciales.

La banca nació con el fin de servir como simple
intermediario entre comprador y vendedor. Se dedicaba a facilitar
las transacciones económicas. Apadrinaba de manera
rápida, segura y fiable nuevas aventuras mercantiles
otorgando crédito de manera sensata.  

Desgraciadamente, las finanzas han dejado de ser un
medio capaz de propulsar el bienestar y el comercio para
convertirse en un fin en sí mismo. En un lastre y en una
bomba de relojería recurrente generadora de burbujas
diversas destinadas a explotar cada cierto tiempo una vez que los
gurús han vuelto a hacer caja con sus prédicas
absurdas. Cambio conceptual que tomó carta de naturaleza
desacerbada durante los años 80 del siglo
pasado.

La economía financiera, el simple intermediario
de antaño, se ha convertido en protagonista absoluto del
presente económico, pervirtiendo el sistema y
empobreciendo a la mayoría de la
población.

El crédito sigue sin fluir hacia particulares y
empresas, su razón de ser primigenia. Su único
destino actual es financiar a reyes metafóricos y tiranos.
La burbuja de deuda pública se incrementa, aquí o
acullá, hasta que acabe por reventar. Los sistemas
financieros, por el contrario, han dejado de funcionar con
aquello para lo cual fueron creados. Se vuelve al trueque, se
llamen "bitcoins" u otras iniciativas que están
surgiendo fuera del sistema. Brutal paradoja.

En vez de analizar con profundidad los hechos y actuar
con sensatez, desde que comenzó la crisis se han reforzado
los mecanismos financieros que nos han llevado al desastre. La
banca mundial se concentra cada vez en menos actores
alejándola del objetivo tradicional: la mera
intermediación que promueva el crédito,
proporcionar facilidades a los empresarios y agilizar el
comercio. El crédito ya apenas se otorga a particulares y
empresas más que para especular. Su objetivo primigenio
raramente se cumple ya.

El motor económico no podrá arrancar
mientras no vuelva a haber un entramado financiero diverso y
disperso con objetivos claros, con activos más reducidos
respaldados con algo más que aire. Con entidades sanas y
profesionales. El poder financiero debe dejar de seguir
concentrado en manos de unos pocos desalmados.

"Las cenizas de Ángela"

Es un libro de memorias escrito por el autor
irlandés estadounidense Frank McCourt. Fue publicado en
1996 y obtuvo el Premio Pulitzer.

La vida en Irlanda, y especialmente en Limerick, no era
fácil en aquella época (años 30 y 40), y el
libro la recoge con crudeza. La familia McCourt vive en una
casucha minúscula en una callejuela sucia, con una sola
bombilla y conviviendo con las pulgas y los chinches, y comparten
una única letrina con sus demás vecinos. El padre,
vago y alcohólico, apenas logra mantener ningún
trabajo, y cuando lo hace es sólo para poder comprar
más bebida. Así, la familia se ve obligada a vivir
de la caridad, subsistiendo principalmente a base de té y
pan…

Cuando leo que los "illuminatis" europeos (y no digamos
los "partys" americanos), sostienen que hay que pasar de la
"solidaridad indirecta" (estado del bienestar) a la "solidaridad
directa" (caridad privada), porque al estar todo cubierto ha
subido el estándar de vida y la sensación de
felicidad, generando a su vez individualismo, y erosionando en
papel de los ciudadanos en la sociedad, mientras que la
solidaridad directa, la del apoyo mutuo, tiene un fuerte
componente emocional, no puedo dejar de pensar en la
"emoción" que sentían Ángela y sus hijos
cuando mendigaban caridad, dormían todos en la misma cama,
o lamían el papel de diario en el que había sido
envuelto el misericordioso alimento. Una "gozada",
vamos…

(Junio 2014) Mira tú por donde… Del
Limerick de los años 30 y 40 (el de "Las cenizas de
Ángela") hemos pasado al Glasgow del 2014, donde la
miseria, el hambre y la muerte siguen rondado a los mismos "hijos
(tal vez nietos) de un dios menor". Sigue siendo en el mismo
Reino Unido (un cementerio de equivocaciones y desenlaces
devastadores), desde donde la City de Londres bendice la mesa de
los "señores del dinero" (con egoísmo,
grandilocuencia, hipocresía desvergonzada y parcialidad
miope), y reparte el pan y la sal (si es que sobra) entre los
"súbditos".

Vienen a mi memoria escenas de "Los Miserables" (Victor
Hugo – 1862)… donde unos desesperados sin nada que perder
se lanzan a la rebelión social (la novela sirve como una
defensa de los oprimidos sea cual sea el lugar o situación
sociohistórica que vivan).

"El humano sometido a la necesidad extrema es
conducido hasta el límite de sus recursos, y al infortunio
para todos los que transitan por este camino.

Trabajo y salario, comida y cobijo, coraje y
voluntad, para ellos todo está perdido. La luz del
día se funde con la sombra y la oscuridad entra en sus
corazones; y en medio de esta oscuridad el hombre se aprovecha de
la debilidad de las mujeres y los niños y los fuerza a la
ignominia. Luego de esto cabe todo el horror. La
desesperación encerrada entre unas endebles paredes da
cabida al vicio y al crimen…

Parecen totalmente depravados, corruptos, viles y
odiosos; pero es muy raro que aquellos que hayan llegado tan bajo
no hayan sido degradados en el proceso, además, llega un
punto en que los desafortunados y los infames son agrupados,
fusionados en un único mundo
fatídico".

Ellos son "Los Miserables", los parias, los
desamparados.
(Victor Hugo, Los Miserables)

Con estos "mimbres" a ninguno debería sorprender
el resultado electoral del 25 de junio de 2014. Y si me apuran,
creo que el "trompazo" ha sido demasiado leve.

Parte III –
¿Quo vadis?, Europa (ruegos y preguntas): la
opinión de los que saben

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– El triste estado de la Unión. Europa necesita
un nuevo gran pacto (Real Instituto Elcano –
9/4/14)

(Por Loukas Tsoukalis)

La crisis en Europa se ha manifestado de muchas maneras
diferentes: economías que languidecen e incluso
implosionan, partidos antisistema en alza, un creciente
alejamiento entre la política y la sociedad, y el apoyo a
la integración europea a mínimos históricos.
Todo ello de la mano de una fragmentación cada vez mayor
entre y dentro de los países.

Algunos de los problemas se remontan a más
atrás. Con el tiempo, el proyecto europeo se ha hecho
más grande, más intrusivo y menos inclusivo,
mientras se intensificaba la competencia externa en un mundo en
rápida globalización. El consenso permisivo en el
que se basaba durante décadas ya no se puede dar por
hecho.

La creación del euro fue el acto
de integración más audaz y su motor fue la
política más que la economía. Hoy en
día está claro que los europeos querían una
unión monetaria, pero no tenían medios para hacerla
viable a la larga. En ese sentido, el euro fue un terrible error
y ahora estamos pagando el precio.

Fue un proyecto defectuoso, pero también fue mala
suerte que la primera verdadera prueba llegase con la crisis
financiera internacional más grave desde 1929. Fruto de
fallos colosales en los mercados y las instituciones que desde
luego no se limitaban solo a Europa, la crisis reveló en
su curso la debilidad de la construcción de Maastricht
así como la fragilidad de los lazos entre gobiernos y
dentro de los países. También sacó a la luz
a todo tipo de hijos problemáticos en la familia europea y
desveló las limitaciones del poder político
respecto a una economía sin fronteras que marca el ritmo y
a menudo dicta las reglas.

Sin embargo, contra los pronósticos de los
euro-escépticos, se ha evitado lo peor. El fin del euro
habría tenido unas consecuencias económicas y
políticas incalculables dentro y fuera de la unión
monetaria. Muchas cosas "impensables" han ocurrido para
prevenirlo. Por otra parte, el ajuste resultó ser
más doloroso y duró mucho más en la zona
euro que en cualquier otro sitio. Los líderes
políticos europeos intentaron ganar tiempo, mostrando un
fuerte instinto de supervivencia cada vez que se asomaban al
borde del precipicio aunque muy poca visión
estratégica. ¿Quién paga la factura de la
salida de la crisis? sigue siendo la pregunta política
más difícil de contestar.

Europa se ha dividido entre deudores y acreedores, entre
los países del euro y los demás. Asimismo, la
separación se hizo más profunda dentro de los
países a la vez que aumentaba la desigualdad. La confianza
ha sido poca, la economía débil y la
política tóxica. Mientras tanto, la austeridad
impuesta a los países deudores tuvo efectos devastadores
en sus economías, sociedades y sistemas políticos.
Es cierto que estos países habían vivido a base de
tiempo y dinero prestado durante demasiado tiempo.

Algunos creen, o esperan, que lo peor haya acabado. Los
mercados llevan un tiempo, relativamente tranquilos, mientras que
los países empiezan a resurgir de sus dolorosos programas
de ajuste y aparecen los primeros signos de recuperación
económica. Este es el escenario positivo. Otros, sin
embargo, son menos optimistas. Nos recuerdan que Europa coquetea
con la deflación mientras que parece que el crecimiento
seguirá siendo modesto, frágil y desigual en el
futuro próximo. Un gran número de desempleados no
podrá encontrar trabajo pronto y el extremismo
político está en alza. La deuda pública es
ahora mucho más alta que al inicio de la crisis y la deuda
privada también sigue siendo muy significativa. Europa
parece caminar hacia el futuro con fe en los milagros.

Alemania surgió como el
indispensable prestamista de último recurso y la canciller
Merkel como la líder indiscutible de Europa en crisis. El
equilibrio de poder dentro de Europa se ha desplazado. Alemania
disfruta de una ventaja estructural en la unión monetaria
que opera como una versión moderna del patrón oro y
poco más. La experiencia histórica, sin embargo,
advierte que tal situación quizá no sea viable por
mucho más si la unión monetaria europea no adquiere
además una base fiscal y un soporte político
legítimo sobre los que apoyarse.

Las fuerzas centrífugas son
fuertes, entre países y dentro de ellos. Lo que sigue
manteniendo a Europa unida es el pegamento político que se
ha ido solidificando durante varias décadas de estrecha
cooperación y, lo que es más importante, el miedo a
la alternativa. Existe un gran descontento con el estado de la
Unión hoy en día y la integración se ha
convertido en un juego de suma negativa en los ojos de muchos
europeos. Con todo, la mayoría sigue convencida de que los
costes de la desintegración serían aún
mayores. En cierto sentido es un equilibrio de terror, que es a
la vez un equilibrio inestable y propenso a
accidentes.

Europa necesita un nuevo acuerdo general
para romper su nudo gordiano. La iniciativa puede llegar solo de
parte de los fuertes, no los débiles. ¿En
qué medida están los alemanes dispuestos a -o son
capaces de- comprometerse con el proyecto europeo? ¿Hasta
qué punto están los países deudores (y
otros) dispuestos a -o son capaces de- emprender reformas?
¿Los franceses están dispuestos a -o son capaces
de- reclamar de modo creíble su papel de co-líder?
Son piezas esenciales del puzzle, aunque no las únicas. El
nuevo acuerdo general va a requerir que una amplia
coalición de países y los principales grupos
políticos en Europa reconozcan el valor del proyecto
europeo y la necesidad de darle otra forma en un entorno de
rápidos cambios.

La economía de la oferta y el
objetivo de la consolidación fiscal a largo plazo tienen
que empezar a concordar urgentemente con las medidas que reaviven
la demanda y promuevan el crecimiento. Sin respuestas aceptables
a los problemas de deuda y recapitalización de bancos, sin
un programa claro dirigido hacia el fortalecimiento de la faceta
económica de la unión económica y monetaria,
las perspectivas de crecimiento serán inciertas, si no
sombrías, y la viabilidad del euro decaerá
más y más.

El proyecto europeo tiene que volver a ser más
inclusivo, y así atender cada vez más las
necesidades de aquellos que están en el bando perdedor de
una larga transformación económica que
culminó en la gran crisis de los últimos
años. La agenda europea conservadora de hoy en día
no puede dar una respuesta adecuada. A menos que cambie, los
partidos antisistema y los movimientos de protesta
seguirán con su día de gloria, y lo mismo
ocurrirá con los nacionalismos y el populismo.
Sería muy miope agrupar todas las protestas como
populistas y simplemente descartarlas. En cambio, el populismo y
el creciente euro-escepticismo deberían servir de alerta
de unas heridas que se han estado infectando durante años.
Pueden hasta llegar a convertirse en una alerta roja cuando se
anuncien los resultados de las elecciones al Parlamento Europeo a
finales del mes de mayo.

El euro se ha convertido en un asunto
decisivo para Europa. También, ha llegado a ser el
núcleo central del proyecto europeo y parece improbable
que eso cambie pronto. Por tanto, debemos extraer las
conclusiones necesarias. Tal y como está, la
gestión del euro no es ni eficaz ni legítima.
Necesita herramientas políticas efectivas, instituciones
comunes fuertes, mayor responsabilidad democrática y un
ejecutivo capaz de actuar a discreción. Es lo que
proporcionará el equilibrio con respecto a una serie de
reglas sobre las políticas nacionales que también
son necesarias. Y todo ello conduce hacia un tratado nuevo sobre
el euro que debería poder enfrentarse a los
exámenes democráticos en los países
miembros, bajo la condición de que ningún
país tenga derecho a impedir que otros avancen, y que a
cada parlamento nacional -y/o a los ciudadanos, si se convocara
un referéndum- se le presente una opción clara,
concretamente: estar dentro o fuera. Habrá que luchar por
la legitimidad democrática; no se puede dar por
hecho.

Algunos países europeos, especialmente el Reino
Unido, aunque también otros, no estarán ni
dispuestos ni preparados a emprender el salto adelante en el
terreno político. Debería haber sitio para ellos
bajo un paraguas más amplio de la UE que se estableciera
en el proceso de revisión de los tratados existentes. En
una Europa de 28 o de más, serán necesarias
más flexibilidad y diferenciación.

Si seguimos improvisando para salir del
paso, Europa continuará siendo débil, dividida por
dentro y con la mirada puesta en sí misma: un continente
que envejece y se deteriora, cada vez menos importante en un
mundo de rápidos cambios y con unos vecinos muy pobres e
inestables. El reto no consiste solo en preservar la moneda
común. También se trata de proporcionar una
gestión más eficaz de la interdependencia,
apaciguar los mercados, crear las condiciones para un desarrollo
sostenible y unas sociedades más cohesionadas, fortalecer
la democracia y convertir la integración regional otra vez
en un juego de suma positiva, y aunque todo ello ciertamente
representa un ambicioso cometido, también supone un
desafío digno de luchar por él. Más
integración donde se necesita y más responsabilidad
nacional y local siempre que sea posible: esta debería ser
la consigna para Europa. Si lo logramos, también podremos
enseñarle al resto del mundo una lección
útil.

(Loukas Tsoukalis Profesor de integración europea
en la Universidad de Atenas y profesor visitante en el King"s
College de Londres y el Colegio de Europa en Brujas)

– La precaria nueva normalidad de Europa (Project Syndicate –
3/5/14)

Londres.- Hace una década, diez países se
unieron a la Unión Europea. Hoy todo el mundo reconoce que
Chipre, la República Checa, Estonia, Hungría,
Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Eslovaquia y Eslovenia son
países europeos plenamente integrados. Las extraordinarias
transiciones políticas que puso en marcha la caída
del Muro de Berlín en 1989, junto con el largo y minucioso
proceso de adhesión a la UE que le siguió,
produjeron esta nueva normalidad, libre en lo esencial de las
distorsiones políticas y económicas de la Guerra
Fría.

Hoy Ucrania está tomando este camino, sin la
promesa de adhesión completa. En este aniversario, cuando
nuevamente desciende sobre el continente europeo una era de
tensión geopolítica, merece la pena que recordemos
lo que significó este proceso para los países que
hace diez años pasaron a formar parte de la UE y lo que
podría significar para Ucrania.

Se ha recuperado el "área media faltante" de
Europa, separada por la Cortina de Hierro. El comercio en la
región ha florecido, gravitando de manera natural hacia la
UE, el mayor mercado del mundo. Y en dirección opuesta han
fluido las inversiones desde los países con riqueza de
capitales a aquellos donde faltan, tal como habrían
predicho las teorías económicas.

Si se comparan Polonia y Ucrania quedan claros los
beneficios de ser miembro de la UE. En 1989, ambos tenían
aproximadamente el mismo estándar de vida; hoy los polacos
son tres veces más ricos. La brecha del ingreso de Polonia
con Europa Occidental es hoy menor que en cualquier momento desde
el año 1500.

Puesto que el PIB combinado de la EU es ocho veces mayor
que el de Rusia, cabría esperar que el camino hacia la
normalidad para Ucrania signifique que la UE tenga más
presencia en su comercio exterior. Pero esto no implica un
quiebre total con Rusia, cuyo peso en las exportaciones polacas
se ha triplicado desde 2004. Si consideramos su proximidad
geográfica y las redes industriales, el potencial de 
comercio entre Rusia y Ucrania es mucho mayor.

Sin embargo, la democracia y la dignidad también
forman parte del concepto de normalidad. Cuesta imaginar que lo
que está sucediendo en el tejido social del este de
Ucrania pudiera ocurrir en Polonia.

No hay duda de que la integración a la UE ha
contribuido a la excepcional transformación
política de Polonia que, al igual que Ucrania,
sufría una corrupción generalizada en los
años inmediatamente posteriores al colapso del comunismo.
Hoy se encuentra en mejores lugares en los índices de
corrupción que muchos antiguos miembros de la UE. El
meticuloso proceso de cumplimiento de las normas y regulaciones
de la UE, que ayudó a Polonia a convertirse en un
país europeo normal a fines de los 90, podría a
ofrecer a Ucrania la perspectiva de amansar sus propios demonios
del soborno, el favoritismo y el nepotismo.

Más aún, Polonia ha logrado acceso a
grandes niveles de financiamiento de la UE: en la última
década su economía ha recibido más de 92 mil
millones de euros (128 mil millones de dólares). Asimismo,
las inversiones del sector privado han sido mucho mayores en toda
Europa Central y del Este, debido a las atractivas condiciones
ofrecidas a la inversión extranjera directa. Gran parte
corresponde a proyectos de largo plazo con beneficios
adicionales, como la transferencia de conocimientos y la
introducción de mejores prácticas
internacionales.

Crear este tipo de normalidad en Ucrania
desencadenaría grandes fuerzas transformadoras, pero esta
aspiración se encuentra en serio riesgo, como todos
sabemos. Y el precio de su no realización podría
ser alto, no solo para Ucrania, sino también para los
países de Europa Central y del Este.

Para comenzar, en momentos que las sanciones apuntan a
la maltrecha economía rusa, los lazos comerciales que se
acababan de renovar han pasado a convertirse en una fuente de
vulnerabilidad para ambos países. Ya está
ocurriendo que empresas activas en el mercado ruso informan estar
teniendo dificultades para encontrar financiamiento, y las
inversiones transfronterizas se están
posponiendo.

Los efectos van más allá de las
inversiones y el comercio de corto plazo. Los costosos cambios de
último minuto para aumentar la seguridad energética
están posponiendo otras prioridades importantes, como la
inversión de largo plazo en investigación y
educación terciaria, así como muy necesarias
mejoras a los deteriorados sistemas de sanidad pública. Y,
a medida que los países de la región y otras
áreas perciben la necesidad de aumentar sus gastos de
defensa, se va evaporando el "dividendo de la paz" posterior a
1989, que había ayudado a crear espacio en materia
fiscal.

Mientras los líderes de Europa sopesan los
próximos pasos y piensan en cómo dar respuesta, los
ucranios deberían reflexionar en profundidad sobre lo que
ganarían con el camino de las reformas institucionales y
económicas hacia la normalidad europea. Al mismo tiempo,
los países de Europa Central y del Este merecen el apoyo
de la UE en sus esfuerzos por limitar sus áreas
vulnerables.

(Erik Berglof is Chief Economist of the European Bank
for Reconstruction and Development)

– La transformación tecnopolítica (Project
Syndicate – 5/5/14)

Ginebra.- Sería insuficiente decir que nuestro
mundo está experimentando cambios rápidos y de
largo alcance. La economía mundial, el panorama
geopolítico, el medio ambiente y la tecnología
están sujetos a condiciones de constante variación
que se refuerzan y transforman recíprocamente en un
sistema de interacciones complejas. En dicho marco impredecible e
interconectado, el liderazgo efectivo se tiene que sustentar con
perspectivas radicales, capacidades multifacéticas y un
entendimiento de la tecnología y el talento.

Las tendencias que están definiendo el mundo del
siglo XXI, incluyen la promesa y el peligro. Por ejemplo, la
globalización ha sacado de la pobreza a cientos de
millones de personas, pero también ha contribuido a la
fragmentación social y a un enorme aumento de la
desigualdad, sin olvidar los serios daños al medio
ambiente. Asimismo, los datos masivos ofrecen beneficios
desconocidos a compañías y consumidores, pero
plantean una amenaza verdadera a la privacidad y libertad
personales.

Una dicotomía similar se aplica a muchos otros
asuntos esenciales, incluida la adaptación al cambio
climático, los esfuerzos para mejorar la gestión de
recursos, la urbanización y el auge de megaciudades, la
mayor movilidad laboral y la expansión de capital
humano.

La magnitud y complejidad de los desafíos a la
vista son sin duda abrumadoras. Sin embargo, el cambio
rápido y de largo alcance también presenta
oportunidades enormes. Para aprovecharlas al máximo, el
mundo necesita dirigentes educados -llamémosles
"tecnopolíticos"- que tengan un entendimiento intuitivo de
cómo modelar el progreso en este entorno nuevo e
impredecible.

Dentro del marco de la tecnopolítica, el
crecimiento económico y la innovación
tecnológica son dos de los factores más importantes
que definen el panorama global. Nuestro futuro colectivo
dependerá de cómo nos adaptemos y guiemos su
trayectoria.

En términos económicos, el mundo
está entrando en una era de expectativas disminuidas. Si,
como se ha previsto, el crecimiento anual promedio del PIB
será de 3% en el futuro inmediato, se necesitarán
25 años para que la economía mundial crezca el
doble –son diez años más de lo que
había tardado en llegar a dicho nivel antes que golpeara
la crisis económica mundial, cuando el aumento promedio
del PIB se situó en 5%. No será fácil
aprender a vivir con un ritmo de crecimiento más
lento.

Dado que la deuda estimulada por el consumo ha seguido
su curso, el aumento de la productividad será
crecientemente un motor de crecimiento económico crucial.
Sin embargo, en una era en la que la desigualdad creciente
está socavando la cohesión social, es muy poco
seguro que las condiciones necesarias para lograr dicho aumento
-es decir, mejor educación y más incentivos para
innovar- se cumplan.

Tal vez lo más importante es que incluso cuando
el crecimiento económico ralentiza, el cambio
tecnológico continúa a un ritmo vertiginoso, lo que
aumenta las preguntas sin respuesta sobre el impacto potencial de
dicho cambio para la economía mundial. Si bien, algunos
señalan que el progreso tecnológico dejará a
muchos sin empleo, otros siguen convencidos de que los
trabajadores desplazados encontrarán nuevos empleos que
todavía no existen, como ha ocurrido en el pasado. Lo que
es indiscutible es que la tecnología y la
innovación están alterando prácticamente
cada aspecto de la vida.

¿Cómo nos podemos adaptar a un mundo
así? ¿Cuál será la base del
éxito en este entorno nuevo y desafiante?

En un tecnosistema, dos factores inextricablemente
interrelacionados son cruciales: talento e innovación. El
talento es ahora el elemento principal que impulsa la
competitividad (o la falta de) para las empresas y países
por igual. En efecto, el "talentismo" será el credo
económico predominante, en el que el capital humano o
intelectual se convertirá en el activo más
importante -y el más difícil de adquirir y
mantener.

La innovación, estimulada por el talento,
determinará el éxito. En el futuro, la
distinción entre países de altos ingresos y bajos
ingresos, o entre mercados emergentes y mercados maduros, ya no
será relevante. La cuestión será si una
economía puede o no innovar.

Un tecnosistema también reconoce la importancia
crucial de la cooperación, el pensamiento
estratégico y la adaptación. Los desafíos
más grandes de ahora son mundiales por naturaleza, y por
ende solo se pueden abordar mediante la participación de
los responsables de toma de decisiones y grupos de interés
pertenecientes a varios ámbitos. Se tienen que crear
nuevas asociaciones, incluso entre actores con intereses
aparentemente diferentes. Se debe apoyar a aquellos que tienen
dificultades para adaptarse al cambio, no
despreciarlos.

Sin embargo, los tecnopolíticos efectivos tienen
que ir más allá de los ataques para pensar a largo
plazo. Deben ser capaces de responder a nuevos e inminentes
acontecimientos sin demora y experimentar constantemente nuevas
ideas y procesos. Además, tienen que poder entender y
reaccionar simultáneamente frente a múltiples
realidades concurrentes.

El papel del tecnosistema es orientar al mundo hacia
resultados positivos. Hará que los responsables de toma de
decisiones usen su mente y corazón -y también
pondrá a prueba sus nervios.

(Klaus Schwab is Founder and Executive Chairman of the
World Economic Forum)

– El Big Bang de Europa diez años después
(Project Syndicate – 8/5/14)

Bruselas.- Hace diez años, se unieron a la
Unión Europea ocho países del antiguo bloque
soviético, junto con los Estados insulares de Malta y
Chipre; con ellos, la membresía de la UE se
incrementó de 15 a 25 Estados. En ese momento, se
temía que esta ampliación hacia el oriente fuese a
crear tensiones dentro de la UE, ya que los nuevos miembros de
Europa central y oriental eran pobres y algunos tenían
grandes sectores agrícolas. Debido a que la UE realiza
gastos principalmente en regiones pobres y en agricultores,
muchos se preocupaban acerca de la posibilidad de que la
ampliación fuese a sobrecargar el presupuesto de la
UE.

Al final, este problema se resolvió a
través de un compromiso europeo típico que
permitió que se lleve a cabo la ampliación en el
número de miembros, a pesar de que el presupuesto, como
proporción del PIB de Europa, se redujo. En gran medida,
la agricultura ha desaparecido como un elemento importante en la
agenda de la UE. Por otra parte, el horizonte de
planificación bajo el Marco Financiero Plurianual de la UE
implica que el asunto de quién paga por quiénes
tiene que ser abordado solamente una vez cada siete
años.

El propósito de la integración
económica es, en última instancia, impulsar el
crecimiento del PIB y mejorar los niveles de vida. Juzgada desde
esta perspectiva, la ampliación del número de
miembros ha funcionado bien. Durante la pasada década, los
países en transición, han alcanzado en gran manera
los niveles de los otros.

A mediados de la década de 1990, el PIB per
cápita de muchos países en transición se
encontraba en un nivel que alcanzaba a alrededor de un cuarto a
un tercio del PIB de los países que conformaban la antigua
UE-15 (en términos de paridad de poder adquisitivo).
Alguna de la distancia había sido acorta hasta el momento
en el que los nuevos Estados miembros finalmente se unieron a la
UE, pero el proceso de convergencia continuó, incluso
durante la crisis financiera.

El nivel de ingresos de los nuevos miembros ha llegado a
ubicarse en aproximadamente dos tercios del nivel de la UE-15.
Además, los ingresos de los nuevos miembros más
pobres fueron los que aumentaron más (a diferencia de lo
que ocurrió con los miembros más pobres de la
UE-15, como Portugal y Grecia, que al presente retrocedieron a
los niveles de ingresos que vieron por última vez en la
década de 1990). Esta convergencia es la razón por
la cual los solicitantes de empleo provenientes de los Estados
miembros del Este no están abrumando a los mercados
laborales más ricos de la UE-15.

En un principio, se constituyó como una fuente de
tensión el hecho de que al inicio los nuevos miembros eran
mucho más pobres; sin embargo, esto resultó ser una
fuente de ventaja económica para ambas partes, ya que las
empresas de la UE-15 (especialmente las empresas alemanas)
pudieron externalizar tareas intensivas en trabajo. Los
países de la UE-15 ganaron en términos de
competitividad mundial, mientras que los países que
prestaron servicios se beneficiaron con las inversiones directas,
los puestos de trabajo y la transferencia de conocimientos que
tanto necesitaban. En términos puramente
económicos, la ampliación fue claramente una
propuesta mutualmente beneficiosa.

Por supuesto, otros aspectos de la ampliación no
han funcionado tan bien. Una gran parte de la ayuda que ha fluido
desde el presupuesto de la UE hacia los nuevos Estados miembros
se utilizó para proyectos de prestigio que enriquecieron a
las empresas de construcción locales. Y, a pesar de que
este problema no es específico de los nuevos Estados
miembros -ya que esto también sucede en países como
Italia o Grecia que tienen sistemas administrativos lentos e
ineficientes, donde prima una corrupción generalizada-
dicho problema se agudizó a consecuencia de la
ampliación de miembros; de hecho, muchos de los miembros
de países del Este aún tienen administraciones
públicas de menor calidad en comparación con lo que
uno puede encontrar en el núcleo de la UE.

Por lo tanto, la ampliación debe ser vista como
un éxito calificado. Uno de los mayores temores,
específicamente que las instituciones de la UE se
verían abrumadas por la absorción simultánea
de diez nuevos miembros, tampoco llegó a materializarse.
Los nuevos Estados miembros se han integrado sin problemas en las
instituciones de la UE, en las cuales defienden sus intereses
nacionales prácticamente en la misma manera que lo hacen
los miembros más antiguos. Las dificultades que la UE ha
atravesado en los últimos años tienen poco que ver
con el aumento del número de Estados miembros, que ahora
ha llegado a 28.

La consecuencia más importante de
la ampliación hacia el Este de la UE ha resultado ser una
que pocos imaginaron en aquel entonces: la ampliación
llevó a la Unión Europea mucho más cerca de
Rusia. Y, para una Rusia que se ha vuelto autoritaria y que ha
visto cómo la UE puede transformar a los países en
transición que se esfuerzan en democracias cada vez
más prósperas (aunque imperfectas), Europa se
encuentra demasiado cerca y esto le incomoda. La perspectiva de
una relativa prosperidad y libertad resultó ser tan
atractiva para los ciudadanos de Ucrania que derrocaron a un
presidente que prefería una "Unión
Euroasiática" liderada por Rusia en vez de un acuerdo de
asociación con la UE.

Desafortunadamente, una minoría
significativa en el Este de Ucrania no comparte esta
"vocación europea" y se siente amenazada por el reciente
giro de acontecimientos. Rusia apoya estas tendencias y ha
utilizado medios militares y otros medios autoritarios para
avivar las tensiones, debido a que el régimen ruso
podría verse amenazado por el ejemplo vivo de una Ucrania
"europea" que sea democrática y
próspera.

Por lo tanto, diez años
después, la ampliación está llegando a ser
algo distinto a lo esperado. Los desafíos internos han
resultado ser manejables, pero ahora la UE tiene que enfrentarse
a un desafío externo para el que se encuentra mal
preparada. No vamos a tener que esperar una década para
averiguar si la UE puede ayudar a estabilizar Ucrania, mientras
que al mismo tiempo confronta a una Rusia cuyos líderes se
siente amenazados por los valores fundamentales de democracia y
estado de Derecho de la UE.

(Daniel Gros is Director of the Brussels-based Center
for European Policy Studies. He has worked for the International
Monetary Fund, and served as an economic adviser to the European
Commission, the European Parliament, and the French prime
minister and finance minister…)

– Lo que se juega en Europa (El Confidencial –
10/5/14)

(Por Daniel Lacalle)

"No existe política económica que
garantice estabilidad y certeza. Los únicos sitios donde
hay estabilidad y certeza son la prisión y la tumba"
Milton Friedman

Les doy dos cifras para empezar este fin de
semana: 60% y 960.000 millones de euros.

El 60% de los votantes europeos probablemente no va a
participar en las elecciones, según Europa Press, y el
presupuesto aprobado por la Unión Europea para 2014-2020
es de 960.000 millones de euros. Dinero pagado también con
los impuestos de ese 60% que tal vez no vote.

En estas elecciones no se deciden, ni tiene posibilidad
de aprobarse, gran cantidad de las propuestas que
pueblan los programas económicos de algunos de nuestros
partidos. Se decide si Europa va a continuar por la senda
del saneamiento y empezar a atraer capital y crear empleo o caer
en otro error y agrandar el agujero.

Merece la pena recordar quiénes son los
candidatos a presidente de la Comisión Europea:
Jean-Claude Juncker (Luxemburgo, conservador) y Martin
Schulz (Alemania, socialista). No es una batalla sobre
política nacional ni es un debate entre austeridad y
despilfarro. En nuestro país, los representantes de los
dos grandes partidos sumarán en total un 10%, como
máximo, de sus respectivos grupos. Por lo tanto, las
soluciones mágicas que se pasean en los medios de
comunicación nacionales de volver a 2008 ni entran en la
agenda. Son humo. Cualquier entrevista con Schulz o Juncker nos
muestra que, gane quien gane: 

  • No se va a cambiar el mandato del Banco Central
    Europeo (BCE) ni existe posibilidad de aumentar los
    déficits hasta niveles estratosféricos para
    "relanzar la economía" y cuando falle, quejarse de que
    los mercados nos atacan. Los que reclaman "copiar a Obama y
    Bernanke" monetizando deuda (imprimiendo dinero) en realidad
    lo que quieren es copiar a Argentina cuando rechazan el mismo
    nivel de apertura económica, bajos impuestos y
    flexibilidad de Estados Unidos.

  • No pueden prometer los eurobonos. Ya lo
    comentábamos en 2011 en "Eurobonos no, gracias, la
    deuda no se soluciona con más deuda" . Ni
    siquiera está en la agenda, y lo rechazaría el
    propio grupo liderado por Schulz.

  • Ninguno de los grupos políticos puede
    garantizar estabilidad ni crecimiento ni reducción de
    paro. Desde 2008, se han gastado decenas de miles de millones
    en planes de empleo, un 3% del Producto Interior Bruto (PIB)
    de la eurozona en planes de estímulo y se ha disparado
    el gasto público al 49,2% del PIB para acabar con 26
    millones de parados.

  • Las delirantes propuestas de una Europa sin Alemania
    son simplemente imaginaciones. Sin Alemania, Europa no
    podría financiar déficits de 4-4,5% del PIB a
    tipos históricamente bajos, y sin el Bundesbank el
    Banco Central Europeo sería una anécdota.
    Europa sin Alemania no contaría ni de lejos con la
    confianza necesaria para asegurar esa capacidad financiera.
    Europa no es nada sin Alemania y viceversa. Por eso,
    Alemania, como una parte de los problemas y las soluciones,
    no debe sostener un eterno "financiador de proveedores" que
    nunca paguen. Y por eso se mantienen los apoyos a pesar de
    incumplimientos consecutivos. Porque para decir que Merkel
    "nos manda", poco caso hacemos. 

Por lo tanto, estamos centrando el debate de Europa en
propuestas que ni están en la agenda. Las llamadas
inflacionistas siempre olvidan que exigir a Alemania
inflación no soluciona nada, cuando un aumento
del 5% en sus importaciones del resto de
Europa tendría menos de un 0,25% de impacto positivo
sobre España y los países
periféricos.

Estas elecciones son esenciales para reforzar la
confianza empresarial y potenciar el consumo. 

Nada más y nada menos. Desafortunadamente, no
vamos a ver enormes cambios en la UE, pero continuar bajo la
ilusión de que Europa va a salir de la crisis con planes
industriales estatales es un error. La verdadera crisis de
Europa, y causa de la desindustrialización y
deslocalización, ha sido por esos enormes planes estatales
que han llevado a sobrecapacidad y sobrecoste en
infraestructuras, energía, etc. El coste de todos esos
planes Marshall eternos en los que se ha embarcado Europa desde
1999 ha llevado a ahogar a impuestos a empresas y
familias.

Ahora toca atraer capital.

Dependiendo del resultado de estas elecciones, las
empresas, que son las que invierten y crean empleo, pueden
percibir confianza y recuperar el ánimo inversor, o
asustarse ante el riesgo de que Europa vuelva a hundir sus
economías con innecesarios planes de estímulo que
luego implican enormes aumentos de impuestos.

Fíjense en este grafico cortesía de
Merrill Lynch que se resume con la palabra
desconfianza.

Monografias.com

Hemos pasado de la Europa que rebota desde
mínimos, empieza a solventar su problema bancario, se
financia a mínimos históricos y corrige los
desequilibrios alcanzando superávits comerciales, al
riesgo de complacencia. Si la Unión Europea es ya
de por sí un entramado burocrático, entorpecer
aún más la recuperación con intervencionismo
y proteccionismo puede hacernos recaer en la
crisis.

Queda mucho por hacer:

  • A pesar de las reducciones de déficit, los
    niveles de deuda siguen siendo inaceptables en la
    mayoría de los 27 países. La confianza ha
    mejorado gracias a la gradual recuperación, pero es
    muy frágil. En el Eurosistema existe un exceso de
    liquidez de 180.000 millones de euros según el BCE. No
    debemos caer en la trampa de liquidez que ha llevado a todas
    las primas de riesgo a mínimos y entregarnos de nuevo
    al endeudamiento salvaje. Porque la liquidez extrema se
    acaba, hasta en los países que imprimen
    moneda
    y no evita la necesidad de ajustes
    presupuestarios.

  • En Europa hay 26 millones de parados que solo han
    aumentado con planes, estímulos y
    comités. Mientras, unos partidos y otros debaten si
    hay que dar 8.000 o 20.000 millones a un "fondo para combatir
    el paro juvenil". Ambas cifras son francamente
    inútiles. No consiguen nada que no se haría, de
    manera mucho más eficaz, si se redujeran trabas
    burocráticas e impuestos a las empresas y familias
    para relanzar el consumo.

Nos pasamos todo el tiempo echando la culpa a Merkel y a
Bruselas, o al BCE, de nuestros males, pero a la vez les
concedemos una especie de varita mágica que asume que
todos nuestros problemas se solucionarían gracias a ellos.
Y no es correcto. Ni Bruselas dicta todas nuestras leyes ni su
poder o el del BCE es omnipotente.

Europa no va a reducir sus 26 millones de parados
recurriendo al déficit y al gasto público. Porque
no lo hizo nunca, ni en la época de la expansión. Y
porque el sistema financiero europeo sigue siendo demasiado
frágil, a pesar de las mejoras incuestionables. Mucho se
critica a los bancos, pero casi todo el mundo pide más
déficit e inversiones públicas, que deben pensar
que se financian en Marte. Luego hablan de deuda odiosa mientras
piden más crédito, y, por supuesto,
barato.

En Bruselas confían demasiado en un objetivo
quimérico de recuperar industria hasta un 20% del PIB,
imposible cuando la presión burocrática y fiscal
sólo aumenta en sectores subvencionados que encarecen las
facturas de los consumidores a niveles inaceptables y en el
acuerdo comercial con Estados Unidos que esperan que atraiga
hasta 130.000 millones de euros a Europa.

Pero la verdadera solución está en los
sectores que ya han sobrevivido a la crisis y en las familias. Un
aumento del 3% anual de las inversiones de las empresas europeas
y un aumento del consumo del 2% de las familias entre 2014 y 2017
tendría un efecto expansivo que duplica el impacto de los
mismos fondos gastados por los estados, y encima no cuestan al
contribuyente (correlación observada entre aumento de
gasto público y privado con PIB desde 1999).

El coste y burocratización de la UE preocupa, y
hay que exigirle el mismo esfuerzo que han hecho empresas y
familias. Nos jugamos la partida a dos opciones: volver a repetir
los errores del pasado o crear un modelo que pueda competir a
nivel global. Estamos saliendo poco a poco del agujero.
Espero que, gane quien gane, no compre una pala más grande
para cavar más profundo. Porque lo paga usted.
Siempre.

– Europa, por las buenas o por las malas (ABC.es –
12/5/14)

(Por Florentino Portero)

Hay circunstancias que tienen la virtud de hacernos ver
los límites de nuestra libertad. Cada uno de nosotros,
cada Estado europeo, actúa desde unos valores
comúnmente aceptados y desde unos principios que informan
sus leyes. Individuos y estados hemos optado libremente por
formar parte de un proceso de convergencia europea, de
extraordinaria importancia política y dimensión
histórica. Ese proceso ha supuesto una sucesión de
renuncias, siempre dando por descontado que a la postre
saldríamos ganando. Pero no siempre somos capaces de
interiorizar hasta qué punto nuestra capacidad de
acción ha quedado limitada.

La canciller Merkel, mujer de fuertes
convicciones morales, reaccionó ante la "crisis griega"
desde la sensatez: los alemanes no tenían por qué
desviar el fruto de su trabajo para salvar a unos irresponsables
-la fábula de la cigarra y la hormiga-, era injusto, era
inmoral y suponía establecer un precedente funesto, por el
que las muchas cigarras que habitan en el Viejo Continente
considerarían que llegado el frío invernal
encontrarían en el hormiguero alemán alimento
suficiente para sobrevivir. Este comportamiento no es nuevo entre
nosotros. Desde el momento fundacional de este proceso Alemania
viene pagando un impuesto extraordinario por su pasado belicista,
del que los franceses han sabido aprovecharse como nadie. Los
nuevos alemanes están hartos, con toda razón, de
esta sangría. Por una parte la renovación
generacional hace que se sientan menos responsables de su pasado.
Por otra, tras la digestión de los cinco lander orientales
y la crisis mundial, no les sobra el dinero. La firmeza de Merkel
reflejaba el sentir de una nación y de ahí sus
problemas.

Merkel no calculó bien la trascendencia de sus
movimientos. Lo sensato no es siempre lo posible. En Maastricht
Alemania optó por renunciar a ser de nuevo el Imperio
Central para convertirse en el pilar de una Europa Unida con
dimensión política. Fruto de ese paso es el euro y
las medidas adoptadas para garantizar su estabilidad. La
Unión Financiera y Monetaria se hizo mal, se aceptaron
como miembros estados que no reunían las condiciones y no
se previeron mecanismos apropiados para momentos de crisis.
Cuando llegaron los fríos invernales unos cuantos
gobiernos irresponsables, con el español en el
pelotón de cabeza, optaron por la estrategia de la
cigarra, conscientes de que las hormigas teutonas estaban
atrapadas en la red de intereses creada por el euro y no
podrían decir que no. Al final la canciller tuvo que ceder
y eso le ha costado dinero y poder. Creo que mi admirado Wolfgang
Münchau, columnista del Financial Times, tiene toda la
razón cuando afirma que el castigo recibido en las
elecciones de Renania del Norte-Westfalia no ha sido tanto por
ceder ante la presión griega como por no haber comprendido
desde el principio la magnitud del problema y no haber arbitrado
una respuesta coherente en el medio y largo plazo. El euro ha
tenido y tiene muchas ventajas para Alemania, pero también
graves riesgos. Nada va a ser igual en el futuro, pero eso
había que haberlo previsto y Merkel no lo hizo.

El gobierno británico,
también desde un planteamiento sensato, ha manifestado su
intención de no participar en el Plan de Rescate. Ellos no
creyeron en el euro y no ven porqué desviar recursos
propios para salvar a gobiernos irresponsables. Pero ¿han
sido ellos un ejemplo de responsabilidad? ¿puede el
país que acoge a la City dar la espalda a una
situación de esta envergadura? Si la Reserva Federal
norteamericana, el equivalente al banco central, se ha sumado al
Plan y el propio presidente Obama se ha implicado hablando con
dirigentes europeos irresponsables para forzar su cambio de
actitud ¿cómo entender el desplante
británico? De entrada se ha enviado el aviso a Londres de
que si no ayudan no serán ayudados.

La Unión Europea es una realidad,
para lo bueno y para lo malo. Lo que es inadmisible es que
nuestros dirigentes no asuman las consecuencias de sus actos. No
puede haber moneda común si no hay economía
común. O volvemos a las monedas nacionales o avanzamos en
el proceso de unificación. No hay espacio para la
incoherencia.

– Reconstruir la política europea (Project
Syndicate – 15/5/14)

Princeton.- Muchos europeos tiemblan de sólo
pensar que, tal como parece probable, la inminente
elección para el Parlamento Europeo se salde con una
exhibición de fuerza de los partidos
antieuropeístas, que casi seguramente querrán
presentarse como los auténticos ganadores. Pero con
sólo preocuparse no se resolverá la crisis
política de la Unión Europea.

Una crisis que ya es muy profunda. En este momento, los
partidos antieuropeístas (el Frente Nacional de Marine Le
Pen en Francia, el Partido de la Libertad de Geert Wilders en los
Países Bajos y el Partido de la Independencia de Nigel
Farage en el Reino Unido) son los que mejor lograron organizarse
dentro de una única "familia" política. Eso
sucedió a la par que muchos europeos dejaron de confiar en
las otras familias ya establecidas (la socialdemocracia, el
liberalismo y el bloque del Partido Popular Europeo,
PPE).

El problema es que desde hace varios
años los fundamentos intelectuales y morales de los viejos
partidos europeos vienen sufriendo un desgaste acelerado, debido
en parte a su omisión (o su incapacidad) de adaptarse al
sistema paneuropeo. A menos que se apresuren a actuar para
reposicionarse como representantes creíbles y eficaces de
los intereses de los votantes, corren el riesgo de diluirse en el
segundo plano de la política y dejar que el centro del
escenario vaya siendo ocupado por populistas
irresponsables.

Tomemos el caso de la socialdemocracia, cuya
misión ha sido, históricamente, facilitar la
redistribución de los recursos. Como en Europa esa
redistribución se da fundamentalmente en el nivel de cada
país (ya que es allí donde existe la autoridad
fiscal necesaria), no parece un proyecto apto para Europa en su
conjunto.

De hecho, europeizar la socialdemocracia en las
condiciones actuales tal vez sea imposible. Cuanto más
profundamente se integra Europa, menos capacidad tienen los
gobiernos nacionales para redistribuir, porque las personas, las
empresas y los puestos de trabajo pueden, simplemente, irse de
los países con impuestos más altos, como ya
ocurrió en países como Francia. Y para sostener un
Estado de Bienestar paneuropeo financiado con impuestos a las
ganancias personales o corporativas harían falta
importantes transferencias entre países, lo que
agravaría las tensiones, que ya son grandes, entre los
estados miembros de la Unión Europea.

En cuanto al liberalismo económico, su capacidad
de atraer un electorado amplio también está
dañada. Después de la crisis económica
global, creció entre los votantes la demanda de
intervención estatal, lo que sugiere que muchos dejaron de
confiar en los sistemas desregulados del pasado.

Finalmente, están las fuerzas democristianas de
centroderecha del PPE, que surgieron en el período
inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial, trayendo
consigo un énfasis (con bases religiosas) en la
solidaridad social como alternativa al colectivismo inhumano del
fascismo y el comunismo. Pero con la considerable
secularización que se produjo después en Europa
occidental, la idea de basar las decisiones políticas en
la doctrina social de la Iglesia resulta anticuada para los
votantes. Por eso hoy la centroderecha parece vaciada
intelectualmente: un grupo de partidos quietistas que se oponen
al cambio y no ofrecen ideas nuevas.

Así las cosas, puede ser que el entusiasmo con
que los partidos antieuropeístas han acogido al presidente
ruso Vladímir Putin y a sus políticas
económicas y sociales profundamente antiliberales sea lo
único que esté obrando a favor de las familias
políticas establecidas. Pero no tiene por qué ser
así. Europa puede crear un sistema político eficaz
y apto para el siglo XXI, adoptando para ello una nueva
visión política que tenga en cuenta las tendencias
y los imperativos actuales.

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