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Las drogas: un problema personal, familiar y social (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

? Afecto familiar, que valora varios ítems, entre
los que destacamos: la gama de sentimientos, ya sea amplia, lo
que constituye el nivel óptimo, o, limitada en el nivel
menos funcional; el humor y el tono, en donde el nivel
óptimo es un estado de humor abierto y optimista y el
menos funcional el cínico y pesimista; el conflicto
irresoluble, en donde las familias óptimas son aquellas
con alta capacidad para resolver los conflictos, frente a
familias disfuncionales asociadas a conflictos
crónicamente irresueltos y, por último, la
empatía, aspecto que está determinado por las
respuestas de los miembros de la familia a los sentimientos
individuales, en donde el nivel óptimo está
representado por respuestas empáticas frente a respuestas
inapropiadas en el nivel más inadecuado.

La suma de los anteriores parámetros se agrupa en
una escala global de salud, funcionalidad o competencia familiar
que va desde una familia óptima adaptativa a una familia
gravemente disfuncional. Es decir, a las familias con mejor nivel
de competencia o funcionalidad, los autores las agrupan en
óptimas y en adecuadas, reuniendo, las primeras,
cualidades tales como: una alta capacidad negociadora, claridad
de expresión, respeto a las diferentes opciones e
integradas por miembros que generalmente alcanzan el éxito
y el reconocimiento, los cuales encuentran confianza para
expresar espontáneamente sus sentimientos, disfrutan la
compañía mutua. Cabe además destacar, que
los padres ejercen un liderazgo claro y se constituyen en modelos
para sus hijos en lo referente al respeto y la
intimidad.

Por otro lado, las familias adecuadas, en donde,
según la opinión de los autores, se ubican la mayor
parte de estas agrupaciones humanas, alientan y respetan la
individualidad, la claridad de expresión y la
responsabilidad, algunos de sus miembros son competentes,
mientras que el éxito es resultado de un mayor esfuerzo y
tienen mayor dificultad para la negociación y la
espontaneidad.

La familia y los cambios macro
sociales.

Además es conveniente analizar la
evolución conceptual y los cambios estructurales que a lo
largo del tiempo, ha experimentado la familia, esto, debido a
que, se ha observado, como algunos tipos de familias se
relacionan más frecuentemente con diversas
problemáticas como la farmacodependencia. Es preciso,
entonces recordar, como los cambios macro sociales influyen en la
estructura familiar así, la Edad Media privilegió
la familia extensa, ya sea a nivel de los grupos en el poder con
el fin de fortalecerlo o en los estratos sociales bajos con fines
más bien de productividad, ahora bien, si recordamos
épocas más recientes no podemos olvidar, como los
fenómenos bélicos, traen como consecuencia
inmediata una disminución de las expectativas de vida,
predominantemente en los varones, lo que, aunado a las elevadas
tasas de mortalidad que tenían las enfermedades
contagiosas antes del advenimiento de los antibióticos,
provocaba, como algunos autores mencionan, incrementos en el
número de viudas, viudos y huérfanos, lo que
conducía como estrategia para remediar la fundación
de familias que hoy llamaríamos compuestas o
recompuestas.

"Del siglo XVI al siglo XIX la recomposición
de la familia era muy extendida. En esa época, la
esperanza de vida era muy corta, y las dificultades
económicas obligaban a los viudos y las viudas a buscar
rápidamente un nuevo matrimonio. Se estima por ejemplo,
que en el siglo XVII, uno de cada tres matrimonios era de
segundas nupcias" 
(Saint?Jaques; Parent,
2002)[43].

La industrialización por su parte, provocó
un cambio estructural de la familia en el sentido de fortalecer
la familia nuclear ya que al emigrar del campo a la ciudad se
reducían los espacios vitales para las familias extensas.
La vida actual, se ha asociado a importantes cambios en las
funciones familiares tradicionales tales como: Las productivas
entre las que destacan los aspectos económicos,
administrativos y la dotación de vivienda y vestido;
Funciones educativas tales como el diseño de normas y
roles familiares, la interiorización de las funciones de
la familia y la transmisión de ideología o
religión; Funciones asistenciales: como el cuidado de la
salud y la educación, (Ripol Millet,
2002)[44] que como se decía han cambiado
por una mayor especialización, de tal suerte que en la
actualidad las funciones familiares se agrupen en dos
categorías; la socialización, que se manifiesta en
las habilidades para la comunicación, la autoestima y el
desempeño académico y laboral; y el fortalecimiento
de la personalidad a través de la construcción de
la identidad y el sentido de pertenencia.

Además Ripol Millet (2002)[45]
señala otro grupo de cambios familiares agrupados en lo
que llama; la democratización de la
familia 
que se traducen en; el incremento en el
número de divorcios, disminución de la
duración del matrimonio y postergación para el
inicio del mismo, disminución de los índices de
natalidad, disminución del número de hijos por
familia, incorporación de la mujer al mercado laboral,
incremento del número de familias de hecho, incremento de
los nacimientos extramatrimoniales, aumento de la visión
individualista de la vida humana lo que a su vez incrementa la
autonomía.

Todo lo anterior provoca que el papel de la familia como
protectora ante los riesgos del ambiente externo se debilite
especialmente en las familias de los estratos
socioeconómicos inferiores. De tal suerte que el
número de hogares monoparentales se ha incrementado en
prácticamente en todo el mundo así, por ejemplo, se
ha estimado que en América Latina uno de cada cinco
hogares está encabezado por una mujer.

Los tipos de familia y la
farmacodependencia.

La figura paterna reviste características
especiales en México, aunque probablemente este
fenómeno, salvo las variaciones culturales propias, sea
bastante similar en otras partes del mundo, es, de hecho el
factor determinante para la existencia del gran número de
familias monoparentales mencionadas con anterioridad cuyas causas
concretas incluyen en primer lugar la no celebración del
vínculo matrimonial o sea "las madres solteras" y el
abandono del hogar ya sea que medie un proceso de divorcio formal
o uno de facto, seguidas por el abandono temporal del hogar
familiar por necesidades laborales, legales o médicas,
existiendo la posibilidad, por último de vivir en una
familia monoparental; por viudez.

Datos citados por UNICEF, mencionan como el
índice de consumo de drogas era menor en los niños,
niñas y adolescentes que trabajaban cuando su familia se
encontraba intacta (mantenían la convivencia con ambos
padres) y que se incrementaba cuando se trataba de familias
monoparentales, cuando la familia había sido reconstruida,
cuando el menor había formado su familia en la calle y
alcanzaba su máxima expresión cuando los menores no
vivían en familia.

En el caso de las familias, donde convive el dúo
parental con sus hijos, diversos autores han señalado,
como en aquellas familias que se ven envueltas en un problema de
adicción, por parte de los hijos, el padre venía
desempeñando un rol periférico o ausente hasta
antes del descubrimiento del fenómeno y que, cuando era
descubierto éste, el padre se involucraba más en el
cuidado de los hijos pero sólo como un reproche hacia la
supuesta falla materna con quien se relaciona tradicionalmente el
papel de cuidador.

Sin embargo la farmacodependencia no es privativa de un
tipo de familia en particular, las diversas investigaciones en
torno al fenómeno y la relación de éste con
la familia han mostrado diversos aspectos familiares relevantes,
así, que algún tipo de organización familiar
debía haber obstaculizado inconscientemente por parte de
alguien, los intentos del hijo de realizar un auténtico
desarrollo adolescente y de "asumir la responsabilidad adulta
de sí mismo
".

El nivel socioeconómico de la familia es un
factor que se relaciona con la adicción a sustancias sea
cual fuera dicho nivel, es decir, no existe familia que por su
nivel socioeconómico esté exenta de experimentar el
fenómeno de la adicción, más bien este nivel
determina el tipo de sustancias que se consuman, en
relación con su poder adquisitivo, la actitud de los
familiares para enfrentar dicho consumo, los obstáculos
sociales que enfrenten en la búsqueda de ayuda y los
recursos con que cuentan para hacerlo.

Así las familias de los estratos
económicos bajos enfrentan el consumo por parte de sus
miembros de sustancias inhalables y de alcohol con mayor
frecuencia, invocando, como causa para dicho consumo, la
rebeldía y la evasión de la realidad, mientras que
en los estratos socioeconómicos altos las sustancias
más consumidas son la marihuana y la cocaína
asociados a permisividad de los padres y hastío por parte
de los hijos.

Las funciones familiares y la
farmacodependencia.

Si se recuerda lo expuesto líneas arriba en el
sentido de las funciones actuales de la familia relacionadas con
la socialización y el fortalecimiento de la identidad. En
1999 En relación a lo que él llama las
investigaciones experimentales en torno a la familia del
toxico dependiente
en donde menciona a autores como Babst y
Cols que examinó el grado de
cercanía emocional y confianza entre padres e hijos en
relación a numerosas variables, entre otras el
éxito escolar, la presencia de amistades con
toxicodependientes, los comportamientos de riesgo y el uso de
drogas. Este estudio mostró que un alto grado de afinidad
familiar está relacionado positivamente con el
éxito escolar y con una oportuna adquisición de
autonomía. Lo contrario, esto es, un clima familiar
caracterizado por la distancia y el recelo entre los distintos
miembros de la familia, comporta una mayor frecuencia de
comportamientos de riesgo y toxico dependencia. En este caso son
los coetáneos los que ocupan el puesto de los padres como
referencia para las necesidades de sostén en los momentos
de dificultad y la solución de los problemas personales.
Otro trabajo mencionado por el mismo autor es el de Selnow que
encontró evidencia de que en las familias monoparentales
la incidencia de abuso y dependencia de sustancias en el padre es
más frecuente (sobre todo cuando el único
progenitor es el padre) y que en las familias en las que la
relación con los padres es vivida como intensa y
gratificante es menos probable la aparición de las toxico
dependencias, incluso en las familias con un único
padre.

En otros trabajos mencionados por el mismo autor se
incluyen los realizados por Coomns y Ladverk que, también
tomando en cuenta la calidad de la relación determinante
para impedir la implicación de los hijos con la droga,
encontraron que, mientras que parecen más expuestos al
riesgo los jóvenes que se siente investidos por
sentimientos de desconfianza por parte de la madre, las madres
más idóneas para proteger a sus hijos de las drogas
parecen ser aquellas emocionalmente cercanas y proclives a
ofrecer confianza. Simons y Robertson, encontraron una neta
correlación entre algunos indicadores del comportamiento
de los padres y la implicación de los hijos en grupos de
iguales inadaptados y, por tanto, en el uso de las drogas, entre
dichos indicadores destaca el rechazo de los padres hacia
sus hijos que produce hijos agresivos, este rechazo aliena la
credibilidad de la función parental como punto de
referencia para los "valores a largo plazo" (estudio, trabajo,
socialización) por lo que los hijos aprenden a confiar en
los "valores a corto plazo" ofrecidos por sus coetáneos
igualmente rechazados.

Finalmente tanto Estéfano Cirillo para Europa,
como De la Garza Mendiola, para México mencionan una
etiología trigeneracional para el fenómeno de la
farmacodependencia mencionando aspectos como relaciones afectivas
no resueltas entre la primera y segunda generación
(abuelos y padres del futuro farmacodendiente)
adultización temprana del usuario de las drogas o
competencia por el afecto del mismo entre los padres y los
abuelos concretamente del sexo femenino.

La adolescencia y la sociedad actual.

Así mismo, se ha elegido a la adolescencia
porque, diversos autores coinciden en que la etapa del ciclo
vital de la familia con hijos adolescentes es la que pone
más a prueba la flexibilidad y adaptabilidad del sistema
familiar (Estrada Inda, 1997), es, para el individuo, como ya se
mencionó, la época de mayor exposición a
factores de riesgo para la salud, entre ellos, el inicio en el
consumo de las drogas, además de haberse demostrado, que,
a menor edad para este consumo inicial, mayor probabilidad de
desarrollar una adicción (Herrera
Vásquez; et alii, 2004), el uso de
sustancias psicoactivas está relacionado con bajo
rendimiento escolar, embarazos no deseados, accidentes de
tránsito y otros hechos violentos y conductas
delictivas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) llama
"adolescente al individuo que se ubica entre los 10 y los 19
años de edad
". Siendo, precisamente la adolescencia,
una de las etapas más vulnerables para desarrollar
costumbres y hábitos de riesgo para la salud como sexo
inseguro, consumo de alcohol, tabaco y drogas, consumo inadecuado
de alimentos y sedentarismo que determinan problemas en su edad y
la aparición de enfermedades crónico ?
degenerativas en la edad adulta.

Se caracteriza esta etapa por una serie de cambios que
alcanzan a todas las esferas del ser humano, como la
aparición de los caracteres sexuales secundarios entre los
que destacan la menarquía y la espermarquía, que
son muestras de la capacidad fértil del individuo. En el
ámbito psicológico destacan los cambios que
incluyen; la búsqueda de identidad, el cuestionamiento de
los valores familiares, además del establecimiento de los
primeros lazos afectivos con connotación sexual. Mientras,
que en el plano social el adolescente pasa por la experiencia
educativa de los diversos niveles académicos, la llegada a
la mayoría de edad y la incursión en el mercado
laboral. Este cúmulo de fenómenos debe enriquecer
más que ensombrecer la adolescencia, sin embargo, el
adolescente, debido a la antes mencionada búsqueda de
identidad y de individualidad, se ve expuesto a la
experimentación, uso y abuso de drogas, desde las
socialmente aceptadas hasta las prohibidas.

A todo lo anterior hay que agregar los cambios
sociodemográficos que como se mencionó al principio
han provocado un incremento de la población joven
así. El 20% de los hogares de América Latina y el
caribe tienen hijos cuyas edades oscilan entre los 13 y 18
años de edad.

En lo referente a las actividades económicas, la
tasa de participación laboral varia en relación con
la edad y el sexo, sin embargo, es relevante el hecho de que el
8% de los adolescentes entre los 12 y 14 años ya se
encuentran participando en el mercado laboral tasa que se eleva
hasta el 35% en el grupo de 15 a 19 años con predominio de
dos a uno, a favor del sexo masculino.

Además en lo referente al consumo de las drogas
se ha encontrado que aproximadamente el 10% de los adolescentes
en México fuman y que el 75% de los estudiantes empezaron
a fumar antes de los 15 años, mientras que en lo referente
al alcohol alrededor de 70% de los individuos en México
reconocen haber bebido por lo menos una copa antes de los 18
años de edad. En relación con las drogas ilegales
la encuesta nacional de adicciones mostró que el 3.57% de
los varones entre 12 y 17 años y el 1.3 % de las mujeres
del mismo rango de edad habían usado una o más
drogas excluyendo al alcohol y al tabaco. La marihuana es la
droga más usada (2.4% y 0.45% respectivamente), seguida
por los inhalables (1.08% y .2%) y la cocaína (.99% y
.22%)

Además los factores de riesgo para el consumo de
drogas incluyen el ser de sexo masculino, la edad, no estudiar,
trabajar a corta edad, la postura frente a las prácticas
religiosas, considerar fácil conseguir drogas, no ver mal
el uso de drogas por parte de los amigos, que estos las usaran,
usarlas por parte de la familia, el estrato socioeconómico
y estar deprimido.

Factores macro sociales asociados al consumo de las
drogas[46]

Junto a los factores de riesgo antes mencionados
también se han invocado como causales del consumo de las
drogas elementos constitutivos del sustrato social que junto con
las características familiares constituyen los cofactores
más importantes, dichos factores, el mencionado autor los
llama, coincidencias históricas–sociales que
contribuyen al desarrollo de la farmacodependencia, entre
éstas se mencionan:

? Aumento de la disponibilidad de las drogas.

? El uso de las drogas como moda.

? El uso de las drogas como determinante para la
aceptación social.

? La tendencia exploratoria del adolescente motivada por
la curiosidad y el desafío a la autoridad.

? El exceso de consumismo que coincide con un incremento
del tiempo libre del adolescente de confines cada vez más
amplios e inciertos.

? Los modelos culturales que privilegian más el
tener que el ser, que rechaza la solidaridad y el dolor como
condición humana.

? El aplazamiento de la independencia de los
jóvenes.

? La hipercompetencia de los padres que no renuncian a
su rol de omniprotectores de los hijos involucrándolos en
las vicisitudes paternas retrasando la desvinculación y la
autorreponsabilización.

El consumo de las drogas.

En lo referente al consumo de las drogas, México,
en el contexto internacional, se ubica entre los países
que tienen bajas tasas de consumo, pero que a su vez reportan
incremento del problema. El espectro actual, es el de un consumo
que ocurre a edades más tempranas cada vez, con un abanico
de opciones para consumir, formado por las drogas tradicionales,
como los inhalables o la marihuana, engrosado por el consumo de
la cocaína, el cual ha mostrado el mayor incremento
porcentual de usuarios en los últimos años, que
afecta a los niños y sectores pobres de la
población, así como, el surgimiento de drogas
nuevas como las metanfetaminas o el crack además del
consumo de heroína, sobresaliendo en este punto la
frontera norte del país.

En lo referente a los patrones de iniciación se
ha encontrado que los inhalables son las sustancias de inicio
más temprano, seguidos por la marihuana y la
cocaína ocurriendo este consumo inicial entre los 11 y los
12 años. Las calles y los parques son los lugares en donde
con más frecuencia se obtienen la marihuana y los
inhalables, mientras que la cocaína se obtiene con mayor
frecuencia en las fiestas o en las discotecas en
contraposición con el consumo de alcohol y tabaco que son
consumidos de manera inicial en el hogar.

Las razones para consumir drogas generalmente incluyen,
curiosidad, presión del entorno social y búsqueda
de tranquilidad e incluso el no tener otra cosa que
hacer.

Como se mencionó líneas arriba el consumo
de las drogas es más frecuente en los y las jóvenes
y adolescentes que no estudian o tiene bajo rendimiento escolar,
así como en aquellos que tienen percepciones
económicas.

En aspectos relacionados al género es importante
mencionar como el consumo de alcohol, tabaco y drogas ilegales se
han incrementado de manera importante en el sexo femenino en las
últimas décadas e incluso se ha encontrado que los
patrones de consumo, por ejemplo, de alcohol tienden a ser
más intensos en ellas que ellos.

Sus efectos en los
cambios personales, familiares y sociales sobre el uso de las
drogas

Diferentes investigaciones, realizadas en varios
países para conocer los hábitos de la
población juvenil en relación con las drogas,
señalan que un elevado porcentaje de los adolescentes y
jóvenes ha tenido contacto con estas sustancias,
especialmente con el tabaco, el alcohol y el cannabis
(marihuana). Estos consumos son mayoritariamente ocasionales, se
concentran en el fin de semana, son realizados en grupo y en
espacios públicos. En cualquier caso, este tipo de
prácticas por parte de los adolescentes se vinculan cada
vez con mayor intensidad con problemas personales, familiares y
sociales.

Por otra parte, un aspecto importante en relación
con los consumos de drogas lo constituye el hecho de que cada vez
participan de estas prácticas personas más
jóvenes. Los resultados de diferentes encuestas ponen de
manifiesto la existencia de dos fenómenos preocupantes,
como son la progresiva reducción de las edades de inicio
en el consumo y la generalización del contacto con las
drogas.

Entre los posibles "factores de riesgo" o de
"protección" que determinan el fenómeno
del abuso de drogas, la familia juega un importante papel, ya que
es un pilar fundamental en los adolescentes, no sólo
porque conforma el espacio de socialización por
excelencia, sino porque es aquí donde los adolescentes
buscan las pautas fundamentales para orientarse en la vida. Desde
el nacimiento hasta la adolescencia la familia es un
ámbito privilegiado de formación de actitudes,
habilidades y valores que permitirán que posteriormente el
sujeto afronte una etapa vital decisiva, como es la
adolescencia.

La influencia de la familia puede ser contemplada desde
las siguientes vertientes:

Por una parte, el consumo de drogas en los padres puede
propiciar el consumo de las mismas en los hijos, ya que los
padres actúan como modelo de conducta para sus hijos.
Además de esto, dicho consumo influye también de
manera indirecta, incidiendo en las propias pautas de crianza y
en las relaciones intrafamiliares, todo lo cual contribuye a
crear entornos de mayor riesgo para el consumo por parte de los
hijos.

Por otra parte, otro factor de riesgo se refiere al
"manejo familiar", que consiste en las distintas
habilidades de los padres para controlar la conducta de los
hijos, tales como la supervisión, el establecimiento de
normas y límites, las habilidades para negociar con los
hijos, etc. En este sentido, los estilos educativos juegan un
papel importante (sobreprotección, autoritarismo,
permisividad).

Por último, señalamos la existencia de
problemas de relación en la familia y sus consecuencias en
el clima familiar. La frecuencia de disputas y tensiones entre
los padres, la frialdad en la relación y la falta de
comunicación entre ellos, contribuyen a crear entornos de
riesgo para los hijos. Por el contrario, los vínculos
afectivos, el apego y la buena comunicación, son
importantes factores de protección.

Apoyo e intentos de
control de uso de drogas

Si una persona con estos problemas decide buscar ayuda a
través de distintos servicios ofrecidos para drogas y
alcohol, -AAA, DARE o CEDRO-, no siempre son la cura para la
adicción, pero pueden ser un paso en la dirección
correcta para recuperarse, en especial si otros miembros de la
familia han tenido el mismo problema durante toda su vida, que
suele ser la forma en que han sido educados.

Los grupos de apoyo como la "AAA", más conocida
como la "Tripe A", están disponibles para ayudar a
entender la enfermedad. Hay otras instituciones, como los Centros
Educativos, tienen programas, que también ofrecen
orientación al "enfermo" y a la familia, como por ejemplo
el "DARE": "Drug Alcohol and Resistence Education", en
español: "Drogas, Alcohol y Resistencia
Educativa
" o denominada también: "Abuso de Drogas
Educación para la Resistencia
", que es un programa de
educación internacional fundada por  Daryl
Gates, que busca prevenir el uso de drogas controladas,
la pertenencia a pandillas , y el comportamiento
violento. DARE, que se ha expandido a nivel mundial desde su
fundación en 1983. Los estudiantes que ingresan al
programa firman una promesa de no usar drogas y son
enseñados por maestros locales, oficiales de
policía sobre los peligros del consumo de
drogas en un currículo interactivo dentro de la
escuela, que dura diez semanas[47]o "CEDRO:
Centro Español de Derechos Reprográficos
", que
es una institución peruana (ONG) con 28 años 
de trabajo promoviendo el desarrollo y la legalidad a
través de estrategias de educación,
información y promoción de la ocupación
decente. Prioriza las líneas de acción frente a la
problemática de las drogas ilegales (cultivo,
producción, tráfico y consumo) así como a
las drogas legales. Se orienta a la prevención y la
intervención temprana en escenarios de riesgo,
desarrollando con la población alternativas sanas y
dignas, fomentando la toma de conciencia y el empoderamiento de
líderes con un enfoque democrático y
sostenible.

Al igual que con cualquier enfermedad, la dependencia a
las drogas y alcohol empeorará si no se trata y los
niños a veces pueden sentir que están traicionando
a los padres si desean algún tipo de grupo de
apoyo.

 Ellos deben darse cuenta de que todavía es
posible amar a sus padres por igual y no se sienten desleales al
buscar ayuda.

El amor y el apoyo, son muy importantes pero
también hay que pensar en su propio bienestar.

En el trabajo se plantea la responsabilidad de la
ciencia donde los resultados se utilizan para fines no acordes al
desarrollo social y es la ciencia la que adquiere la
responsabilidad de encontrar las vías de resolver entonces
estos problemas que se han creado.

Se hace un resumen de varias de las drogas actuales,
tanto las legales como las ilegales; las sintéticas y las
naturales. El antecedente de las drogas y su evolución en
la historia.

Prevención del consumo de drogas en el
ámbito familiar.

 El fenómeno social del uso indebido de
drogas constituye en nuestros días uno de los problemas
más importantes a los cuales debe hacer frente la mayor
parte de los países desarrollados.

La expansión del fenómeno de la
drogadicción y la problemática social que comporta
han hecho de este uno de los problemas de salud pública
más graves de la actualidad, no solo por él mismo
sino además por ser el desencadenante de otros problemas,
como por ejemplo el SIDA o los accidentes de tráfico.
Más allá de la libertad individual y
responsabilidad de cada persona sobre su propio cuerpo, su vida o
su muerte, el uso inadecuado o el abuso de las drogas, legales o
ilegales, es un problema que genera enormes costes personales,
sociales y económicos.

 En estos momentos, la inversión de recursos
económicos y humanos adscrita a la prevención
continúa siendo muy pequeña, insuficiente, aunque
contamos con investigaciones fiables que ponen de manifiesto la
necesidad y prioridad de la prevención primaria,
así como algunos de los factores de riesgo que controlan
el inicio y mantenimiento del consumo de drogas en los
adolescentes. Las investigaciones realizadas es necesario que
vayan encaminadas a detectar las relaciones entre el inicio al
consumo de drogas y una serie de factores
que, a priori, podían ejercer un
importante papel: socialización, autocontrol, auto
concepto, información, actitudes frente al consumo y otros
factores personales y sociales.

El impacto social de las drogas.

Las drogas no solo perjudican a la persona que las toma.
A su alrededor muchas otras personas padecen sus
consecuencias. Las drogas interfieren en la relación
con el entorno, la familia y el trabajo, y pueden llegar a
comprometer seriamente el proceso de aprendizaje, especialmente
en el caso de los jóvenes y adolescentes. Además,
las drogas incrementan el riesgo de sufrir todo tipo de
accidentes.

Por todo ello, además de las consecuencias
individuales, es toda la sociedad (en mayor o menor
medida) la que sufre los problemas de las drogas. Y estos
problemas son de todo orden: sanitario, económico,
cultural, de inseguridad, etc.

No es extraño, por lo tanto, que las drogas
supongan una preocupación colectiva ni que, para hacer
frente a sus consecuencias, muchos países hayan puesto en
marcha políticas de prevención y
rehabilitación, con un elevado coste
económico.

 Factores
familiares.

 La familia es sin duda un factor principal a la
hora de comprender el fenómeno de las drogodependencias. Y
es importante porque el clima familiar en el que se mueve un
individuo es decisivo para configurar su personalidad, sus
actitudes, su auto concepto y su forma de interrelacionarse con
el medio social y cultural. Además, la influencia que
otros contextos sociales puedan tener sobre los hijos, pasa
normalmente por el tamiz de los padres, ampliando o disminuyendo
sus efectos, tanto positivos como negativos.

La familia es el primer marco de referencia en el que se
realiza la socialización del individuo. Este proceso es
crucial para la formación del adolescente. Los padres,
además de cuidar y proteger a sus hijos, como modelos de
comportamiento.

Los estudios ponen de manifiesto que una buena
relación con los padres es una poderosa protección
ante el consumo de drogas y que una correcta comunicación
entre padres e hijos y un clima propicio son necesarios porque la
comprensión, la satisfacción percibida por el
joven, el desarrollo de la autoestima y el autocontrol, facilitan
su progresiva independencia del grupo familiar.

 El papel de los padres en los procesos preventivos
va más allá de ofrecer un modelado racional sobre
el uso de las drogas y crear un ambiente comunicativo y de buenas
relaciones. El estilo de educación recibida por el hijo
influye en el posterior desarrollo de una
drogodependencia.

 Por estilo educativo familiar se designa al
conjunto de estrategias empleadas por los padres para influir en
sus hijos e inculcarles una serie de valores y normas culturales
que guían su conducta social. Encontramos dos aspectos
diferentes en la disciplina: el apoyo y el control. El apoyo es
la conducta manifestada por los padres, confirmando al hijo que
es básicamente aceptado, querido y respetado, lo que hace
que se sienta integrado en la familia. El control se refiere al
grado de intensidad de la influencia de los padres. Dependiendo
del nivel de control que ejerzan sobre los hijos, se puede hablar
de diferentes estilos educativos familiares: democráticos,
autoritarios, pasivos, etc. En relación con las
drogodependencias, se ha observado que a mayor apoyo paterno son
menos frecuentes las conductas no aceptadas socialmente, las
agresiones y el consumo de drogas. Y sentido inverso, cuanto
mayor es la coerción mayor es la frecuencia de conductas
transgresoras.

 Posteriormente, cada vez se sabe con mayor certeza
que el uso frecuente de drogas parece depender más de la
calidad de las relaciones entre padres e hijos que de otros
factores. En general, son aconsejables cierta flexibilidad ante
situaciones como las drogas o determinada crisis, una buena
capacidad para el entendimiento, la comprensión y la
comunicación. Cuanto antecede es suficiente para concluir
que el uso y el abuso de las drogas es, primero que nada, un
problema familiar.

La prevención de las drogodependencias en el
ámbito familiar requiere que los padres se encargan de la
educación de sus hijos/as, es decir, los enseñan a
vivir sanamente, a tomar por si sólo decisiones sensatas,
a desarrollar y potenciar su autoestima y autocontrol, es decir,
que los ayudan a desarrollar al máximo todas sus
cualidades como seres humanos, en un clima de amor, libertad y
solidaridad. Esto es posible a través del ejemplo personal
y de un clima familiar que, por medio de la comunicación,
potencie el autoafirmación, el autocontrol emocional y las
habilidades de resolución de problemas en los
hijos.

 El desarrollo de estas condiciones en sus hijos
debe comenzar desde los primeros años de vida para
profundizar progresivamente, atendiendo a la madurez que
presentan en cada período evolutivo, de forma que cuando
logran la adolescencia, período de mayor riesgo de inicio
al consumo de drogas, posean unas actitudes saludables y unas
aptitudes que les permiten tomar decisiones racionales y
mantenerse en ellas, haciendo frente a la presión del
grupo de iguales o de la publicidad.

 Es muy importante que en la familia exista un
diálogo permanente, una amplia y sincera
comunicación entre padres e hijos, que permita disminuir
las tensiones familiares e identificar situaciones de riesgo, no
solo de consumo de drogas, sino también de ansiedad,
depresión, frustración. Potenciar la
negociación, el apoyo y la búsqueda de soluciones
saludables ayuda a lograrlo.

Es cierto que la educación que los padres puedan
dar a sus hijos no representa una garantía al cien por
cien que sus hijos no desarrollen conductas adictivas, ahora
bien, esto no los exime de su responsabilidad educadora.
Además, lo importante es saber que cuantos más
factores de riesgo controlen, más posibilidades
habrán de prevenir el consumo de drogas en sus
hijos

 Aunque somos conscientes que no hay padres ideales
podemos intuir cómo podrían ser unos "buenos
padres
", a los que calificaríamos como
democrático?normativos y cumplen:

 ?  Resaltan las actitudes
democráticas.

?  Satisfacen la necesidad de afecto de sus
hijos.

?  Razonan las normas establecidas y están
abiertos a la negociación. No imponen su poder, lo
comparten.

?  Reconocen sus errores y aceptan la suyo parte de
culpa en los problemas.

?  Participan al ámbito escolar y
comunitario potenciando los servicios y actividades que facilitan
una educación integral y saludable y unas alternativas de
ocio y tiempo libre más saludable.

 La prevención del abuso de las
drogas en la familia es realmente una buena forma de ejercer la
paternidad, aunque sea insuficiente por si sola. Los padres y
otros miembros de la familia deben estar informados de los
escenarios actuales de la droga, especialmente en su localidad
(Moon, 1993). Además, deben alentar y fortalecer al
diálogo y la comunicación como a medio de
transmitir las actitudes, habilidades y conocimientos que
permiten a sus hijos tomar decisiones responsables.

La prevención en el seno de la familia se realiza
a través de los padres. La capacitación de los
mismos para el desempeño de su tarea se ve facilitada con
la asistencia a los distintos cursos de formación
enmarcados en la que la actualidad se denomina Escuelas
de padres.

 Hay que constatar la existencia de factores de
riesgo que predisponen al consumo y la necesidad de promover
factores de protección. En este sentido, los padres y
madres pueden detectar factores de riesgo en sus hijos y
fortalecer así los factores de protección. Este es
el motivo por el que se apuesta por un enfoque educativo que
promueva, en el seno de las familias, no solo la competencia para
informar, sino también capacidad para trabajar
hábitos, actitudes, valores y habilidades que ayudan a los
hijos a desarrollar su propia autonomía y control personal
para afrontar la responsabilidad de su existencia.

Se parte del hecho que el desarrollo de un modelo de
competencia individual y social dentro del hogar los
permitirá resolver con mejores recursos las situaciones
intra e interpersonales de iniciación al consumo. Los
padres tienen un alto grado de oportunidad de intervención
sobre los factores de riesgo que detectan en sus hijos desde el
ámbito familiar. Por ejemplo, si los hijos tienen una
autoestima baja, los padres pueden promover valores positivas
hacia la salud y/o valores pro sociales, los cuales
repercutirán positivamente en el incremento de la
seguridad en sí mismos y, por lo tanto, mejorar el
autoestima. Si mejoran los canales de comunicación, el
asertividad aumentará en los distintos miembros de la
familia. Si se generan estrategias que refuerzan los padres en
estilos educativos adecuados con los hijos y se capacita de
habilidades para la comunicación, se promoverán
climas familiares positivos que fortalecerán la
cohesión familiar, disminuyendo el riesgo de establecer
una relación problemática con las
drogas.

 Un programa de prevención en el
ámbito familiar es necesario que desarrolle su contenido
trabajando los conceptos básicos de drogas y su
clasificación, los factores de riesgo, la familia (Estilos
educativos y drogodependencia) y las estrategias
psicológicas de prevención a potenciar en el
ámbito familiar tales como mejorar e incrementar la
comunicación familiar, potenciar el autoafirmación
en sus hijos, desarrollar un auto concepto y una autoestima
positiva en su hijo, enseñar a su hijo a resolver
problemas, controlar sus emociones y afrontar racionalmente los
situaciones conflictivas con sus hijos así como el
desarrollo de actividades de ocio y tiempo libre
saludables.

 Una de las más grandes formas en que el
abuso de drogas afecta a las familias es creando un entorno
inestable. Especialmente los niños son influenciados y
afectados por el comportamiento de los padres. Como tal, un
hermano también puede verse afectado por las acciones de
otro que está abusando de las drogas. La droga puede
afectar la forma en la que los miembros de la familia hablan,
actúan y cuidan a sus familias. Por ejemplo, la droga
puede venir a menudo antes que las necesidades básicas
como comida, ropa o incluso el amor y la atención que un
niño necesita para tener un ambiente estable. Todas estas
acciones pueden tener efectos duraderos sobre los demás en
el hogar, especialmente los niños pequeños que
crecen con los consumidores de drogas como modelos a
seguir. Estos efectos pueden inducir al niño a seguir los
pasos del abusador, especialmente si nunca han visto como una
familia funcional debe ser.

El abuso de drogas puede afectar financieramente tanto a
la familia y como a los amigos. Esto puede venir tanto como un
pedido como también robo. El pedido es la acción de
ayudar a un usuario con su hábito porque se siente mal por
él, o siente que lo mantiene todo el tiempo suficiente
para que seas capaz de cambiarlo. Una de las principales formas
en que se produce es a través del pedido directo o
indirectamente financiar el hábito de la droga a
través de prestar o dar dinero para el adicto. El abuso de
drogas puede también conducir a los adictos a robar a sus
amigos y familiares para apoyar su hábito.

El abuso de drogas también puede afectar a la
familia y amigos invitando a la violencia a la relación.
Hay dos momentos principales en las que la violencia puede
escalar rápidamente para un adicto: mientras esté
muy drogado y cuando se le esté pasando. El alcohol es una
sustancia especialmente culpable de causar la violencia cuando
los usuarios están bien por encima del límite legal
de alcohol en la sangre. Esto puede causar violencia, tanto a
través de acciones directas, tales como conseguir en una
pelea, así como de las medidas indirectas, tales como
conducir un automóvil en estado de ebriedad. La
violencia también puede afectar a los amigos y familiares
de una persona que abusa de drogas durante la abstinencia. Uno de
los síntomas más comunes de la
abstinencia de alcohol es la irritabilidad y la ansiedad. El
deseo de utilizar la droga rápidamente puede hacer que los
usuarios se vuelvan violentos con miembros de la familia con el
fin de obtener ayuda o dinero para drogarse
nuevamente.

Una de los efectos más desgarradores del abuso de
drogas en las familias es especialmente el abandono. Una vez que
las drogas han alterado las vías nerviosas en el cerebro,
el deseo de consumirlas rápidamente se vuelve más
importante que cualquier otra cosa en la vida del drogadicto. Los
amigos y familiares son reemplazados rápidamente por la
droga de elección. Esto a menudo puede conducir a un
divorcio o la pérdida de la custodia de los hijos, debido
a la falta de capacidad para ser un padre cariñoso y
proveedor. También existe un aumento del riesgo de que los
padres o cónyuges estén encerrados en
prisión durante largos períodos de tiempo, dejando
a sus hijos crecer sin una madre o un padre. Los efectos de este
abandono pueden quedarse con los niños todo el camino
hasta la edad adulta.

Los organismos públicos estimulan y promocionan
las relaciones entre universidades y empresas y los directivos de
empresas están participando cada vez más en los
órganos de asesoramiento, gestión y control de las
Universidades.

Existe un problema internacional en la sociedad que es
el consumo de drogas y estupefacientes. En Cuba como
señaló recientemente el periódico Granma en
su editorial, existe un incipiente mercado de expendio y consumo
de drogas que pudiera tender a incrementarse si no se combate,
por lo que existe una gran preocupación con
relación a este tema.

Las drogas y estupefacientes no son más que
compuestos químicos naturales o sintéticos que
alteran el comportamiento social del individuo. El
fenómeno de la droga es de gran complejidad sin analizar
en este trabajo los factores económicos ligados al
subdesarrollo y a la demanda, vinculado a los grandes centros de
poder económicos, se encuentra el hecho factual de que la
química, utilizada inadecuadamente hacia este fin, crea un
flagelo destructivo hacia la sociedad. La detección y
tratamiento de la drogadicción se basa en métodos
químicos. De igual forma los nuevos métodos de
tratamiento se basan también en análisis
químicos al igual que el estudio del mecanismo de
acción de los fármacos y en métodos de
cálculos teóricos que son la base de los nuevos
medicamentos.

En la actualidad, el consumo de drogas y estupefacientes
ha ido en aumento como una vía de evadirse de la realidad
que los circunda en algunos casos y en otros por diferentes
causas mayoritariamente de la sociedad, otras personas las
impulsan a buscar, mediante sustancias, la disminución de
la fatiga ante un trabajo intenso o prolongado, lamentablemente
también esto conlleva a la drogadicción.

La drogadicción es una enfermedad que tiene su
origen en el cerebro de un gran número de seres humanos.
La enfermedad se caracteriza por su cronicidad o larga
duración, su progresión y las
recaídas.

Se debe entender que el adicto seguirá siendo un
adicto mientras viva, es decir, que el individuo se rehabilita
para poder vivir sin consumir la droga y, de allí en
adelante, éste será un adicto en remisión,
no estará usando la droga, pero para mantenerse en ese
estado de abstinencia o remisión no podrá bajar la
guardia.

El amplísimo campo de las drogas es algo que nos
afecta a todos. Tanto las drogas legales como las ilegales nos
afectan directa o indirectamente. Indirectamente nos afectan las
consecuencias tanto negativas como positivas de las
drogodependencias. Las adicciones las podemos entender en
relación con todas aquellas sustancias con poder
psicoactivo. La cara pública de la drogodependencia es la
mafia, los crímenes, siendo la droga uno de los negocios
más saneados y uno de los que más cantidad de
dinero mueven. La droga preocupa por la delincuencia, el contagio
de enfermedades, el dinero dedicado a la salud pública. El
alcohol, la nicotina, a pesar de ser drogas, no provocan estos
problemas jurídicos por el hecho de que son legales.
Sólo nos fijamos en las consecuencias de las drogas
ilegales. Las drogodependencias, por tanto, aparecen como uno de
los problemas fundamentales de la sociedad, la irresponsabilidad
en el uso de los resultados científicos ha traído
como consecuencia esta cantidad de drogas que muchas de ellas de
origen sintético se obtienen en el laboratorio.

Los últimos estudios sobre consumo de drogas
ponen de manifiesto que el alcohol es la droga más
consumida entre los jóvenes.

El origen de este elevado consumo viene dado
principalmente por dos factores: por una parte, la baja
percepción de riesgo que tienen los jóvenes y la
sociedad en general y, por otra parte, porque actualmente las
drogas pertenecen a la cultura del ocio.

Es por estos motivos que desde la Obra Social "la
Caixa", hemos puesto en marcha un programa de prevención
del consumo de drogas, abordando de forma integral la
prevención.

Conclusiones y
recomendaciones

5.1. Conclusiones.

En relación al primer objetivo, analizar el
consumo de drogas por parte de los adolescentes, observamos, por
una parte, un alto porcentaje de no fumadores, un pequeño
grupo de fumadores moderados que en ningún caso llega a
fumar más de 6 cigarrillos al día, y un moderado
grupo de adolescentes que realiza un consumo superior a los 6
cigarrillos al día bien entre semana o en fin de semana.
En definitiva, la proporción de fumadores entre los
adolescentes se halla acorde con la reflejada en estudios de
prevalencia para ese grupo de edad, con un consumo moderado entre
semana que se ve incrementado en cantidad los fines de
semana.

Indicar en relación al consumo de tabaco,
que en nuestro estudio el consumo de esta sustancia es más
prevalente entre las chicas que entre los chicos y además
fuman con mayor intensidad. Desde hace varios años las
investigaciones confirman que las mujeres se han incorporado con
fuerza al hábito de fumar, llegando a superar a los
hombres.

En cuanto al consumo de alcohol casi uno de
cada tres adolescentes refiere no haber bebido nunca alcohol y
uno de cada cuatro haberlo hecho sólo en ocasiones
especiales como navidades, fiestas, etc. Uno de cada diez dice
beber de vez en cuando, dos de cada diez lo hace los fines de
semana y sólo en un caso refiere beber todos los
días. La edad de iniciación en el consumo de
alcohol oscila entre los 11 y los 16 años,
situándose la edad media en los 13,3 años. Este
dato se ve reforzado por los aportados por las encuestas de
Drogas dirigidas a población escolar realizadas en
años anteriores, las cuales obtienen edades medias de
inicio de consumo de 13,4 y 13,7.

Respecto al tipo de bebidas consumidas, resulta curioso
apreciar que las más utilizadas son los licores y los
combinados y no el kalimotxo[48]o la cerveza como
esperábamos.

El fenómeno de la farmacodependencia ha mostrado
un incremento importante en las últimas décadas.
Así mismo, el incremento de la población joven en
los países ha provocado que el incremento en el mercado de
consumo sea también importante. Junto a este incremento
porcentual de la población joven, las sociedades asisten a
un número creciente de padres que trabajan y que por
consiguiente disminuyen el tiempo de atención a sus hijos.
Esto provoca que los adolescentes dispongan de un mayor tiempo
libre de la supervisión parental, tanto a nivel
físico como a nivel emocional, lo que provoca un
incremento a la exposición de los medios de
comunicación masivos como la televisión y sobre
toda la internet que les permite tener acceso a modelos de vida
frecuentemente descontextualizados de su realidad inmediata esto
es, su familia.

Sin embargo, las familias están llamadas a buscar
espacios de convivencia tanto física como emocional entre
todos y cada uno de sus miembros, tratando de buscar un
equilibrio entre el estar involucrados de manera activa en el
crecimiento y desarrollo de quienes las integran y el permitir la
progresiva asunción de la autonomía propia del
adulto de los integrantes más jóvenes.

Especial atención requieren los niños,
niñas y adolescentes que trabajan así como el
entorno donde estos se desenvuelven en la vida diaria es decir
los amigos y los ámbitos escolar y laboral. Es preciso
además que los padres y las madres de familia no renuncien
a su rol de educadores tanto en la palabra como en el ejemplo,
además de que es necesario que desarrollen habilidades
para la negociación de los conflictos propios de la
familia, erigiéndose como la principal fuente de apoyo
emocional, de donde el hijo pueda partir a desarrollar nuevas y
más profundas relaciones personales que necesariamente lo
llevarán a abandonar a su familia para fundar una nueva,
pero manteniendo siempre la posibilidad de regresar a su familia
de origen para encontrar apoyo para una vez más volver a
partir.

Prevenir implica actuar para disminuir el número
de personas que tienen problemas con las drogas, para que
éstos sean menos graves, para evitar las posibles
secuelas. Obviamente, prevenir exige anticiparse a los problemas,
actuar cuanto antes.

Por eso hablamos de una prevención dirigida a
niños y adolescentes, en la que el papel de la
familia y de la escuela es fundamental: porque son los espacios
en los que prioritariamente se educa, se ayuda a crecer y a
construir personalidades más seguras, más libres y
más responsables.

No hay que esperar a la adolescencia para empezar a
prevenir. Lo más importante es tener un conocimiento real
de lo que son las drogas, estar convencido de sus consecuencias
negativas y acompañarlo del ejemplo personal.

En nuestro estudio la frecuencia de consumo de
cannabis y otras drogas es mínima para la
mayoría de los casos. La edad de iniciación en el
consumo de cannabis oscila entre los 11 y los 16 años.
Otras investigaciones realizadas en el País Vasco centran
la edad de inicio en el consumo de esta droga hacia los 14-15
años.

Por último, en lo relacionado con el consumo de
otras drogas, sobresale de forma alarmante la proporción
de casos que han probado la cocaína, el speed y los
hongos. En este sentido, en los últimos años, es
posible hablar de un incremento significativo del consumo de
todas las sustancias analizadas, especialmente en el caso de los
alucinógenos y los derivados
anfetamínicos.

Respecto al segundo objetivo, los datos apuntan en
la dirección del modelado de las conductas de consumo. Si
bien ha sorprendido el hecho de que el número de
asociaciones significativas ha sido inferior al esperado, cabe
resaltar que el consumo de tabaco por parte de la madre se asocia
a una mayor frecuencia de consumo entre los adolescentes, dato
confirmado en otras investigaciones. Por otra parte, se constata
la influencia en el consumo de sustancias por parte de los
hermanos. Algunos autores, de hecho, han observado que los
hermanos mayores pueden influir en el consumo de drogas; cuando
los hermanos mayores consumen drogas, los hermanos más
pequeños perciben que estas sustancias y su consumo no
están desaprobados.

Por último, en relación al tercer
objetivo, cabe confirmar la hipótesis de nuestro
estudio según la cual la presencia de conflicto entre los
padres se asociaría a una mayor presencia de consumo de
sustancias entre los hijos. Si bien cabe comentar que no es tanto
el conflicto existente en sentido objetivo, como la
percepción del hijo de las dinámicas familiares, lo
que condiciona este consumo.

Otro factor de riesgo del consumo se hallaría en
el tipo de relación que los hijos perciben de sus padres.
En nuestra investigación, cuando los hijos perciben amor
por parte del padre, y control por parte de la madre, el riesgo
de ser consumidor de drogas es menor. Precisamente, parece que
esta relación es la que ofrece un mayor efecto protector
respecto al riesgo de ser consumidor.

Finalmente, la cohesión y adaptabilidad se
muestran como factores protectores sobre la probabilidad de
consumir sustancias. La cohesión ha sido definida como el
vínculo emocional que los miembros de la familia tienen
entre sí, y la adaptabilidad sería la habilidad de
dicho sistema para cambiar.

Una de la problemáticas que enfrenta
la sociedad mundial es
el problemas de las
drogas y Venezuela no escapa de esta epidemia,
donde pequeñas comunidades urbanas del país se ven
inmersas esta problemática latente; por lo tanto
los docentes; como involucrados en la labor social, deben de
ejercer una acción preventiva, ya que no existe
la fórmula mágica para derrotar el auge de las
drogas en el país y en el mundo. La prevención
es la medida más efectiva que se puede tomar. Por ende,
esta prevención exige un trabajo duro y
constante por parte de todos los miembros de
una comunidad a fin de desarrollar en los estudiantes,
capacidades y destrezas para evitar que caigan en el mundo de
las drogas.

En este sentido, el consumo de drogas se
presenta en la actualidad como uno de los problemas
más importantes a los que se enfrenta la sociedad, tanto
la magnitud del fenómeno como por las consecuencias
personales y sociedades derivadas del mismo.
Además, ha dejado de ser algo exclusivo de una
minoría para configurarse como un problema de magnitudes
sociales, comunitarias y de salud pública. Es
especialmente preocupante el uso indiscriminado de sustancias en
periodos como la adolescencia, etapa en la que se ha
incrementado en gran medida y en la que toma
en especial relevancia si se toma en cuenta a la
adolescencia como periodo vital de especial riesgo para
uso/abuso de drogas, en la que se llevan a cabo los primeros
acercamientos a las sustancias adictivas y
el mantenimiento de patrones de consumo que, en gran
parte de los casos, se consolidan en la vida adulta.

Es necesario recordar que este momento evolutivo es un
periodo de transición de la infancia a la
madurez en el que se producen una gran cantidad de cambios
corporales, afectivos , cognitivos y de valores que
junto con un mayor deseo por obtener experiencias novedosas e
intensas, por ampliar las redes sociales y la
búsqueda de la autonomía y de
una identidad propia al margen de los
convencionalismos, le convierten en un periodo de especial
vulnerabilidad y proclive el desarrollo de conductas
asociadas al consumo de drogas .

Que si la necesidad apuntada por los jóvenes para
iniciarse en el consumo de drogas es la de experimentar
sensaciones nuevas, adaptarse al mundo social, combatir el
aburrimiento, manejar el tiempo de ocio, etc.,
la escuela, en ese sentido, debe ofrecer un marco ventajoso
donde cabe posibilitar alternativas para que el adolescente pueda
satisfacer su curiosidad y su necesidad de nuevas experiencias,
enseñándole a planificar su ocio y
facilitándole el contacto con sus iguales, todo ello desde
un punto de vista constructivo. De ahí que
las acciones preventivas contra el uso de sustancias en
el ámbito escolar deban considerarse como
prioritarias.

En el mundo actualmente la etapa de la adolescencia en
el individuo con la llegada de los nuevos avances
de la ciencia, la tecnología, el intercambio
cultural, entre otros este se ve afectado por múltiples
situaciones que conllevan estos cambios viéndose reflejado
en la cantidad de adolescentes con problemas
de tabaquismoalcoholismo y
drogadicción

Consumo de drogas ha sido motivo de preocupación
por parte de innumerables personas e instituciones a
nivel mundial. Sin embargo, hoy en día el uso y el abuso
en el consumo de las sustancias estupefacientes
psicotrópicas, se incrementa de manera alarmante,
alcanzando no sólo a adultos, jóvenes y
adolescentes

La idea de presentar el tema motivo
de investigación es dar a conocer los efectos
legales del consumo de las drogas en el ser humano a los alumnos
en la" en el primer trimestre del año 2012, partiendo de
los problemas que generan la drogadicción en los
adolescentes viéndose reflejado en situaciones
de inseguridad de los individuos los cuales se apoyan
en las drogas para ofrecer y consumir fármacos de
diferentes tipos con la finalidad de disfrutar de los placeres de
la vida.

Entre la incertidumbre laboral y las promesas del
ocio.

La pérdida de relevancia que para los
jóvenes tiene el espacio laboral en su proceso de
incorporación a la vida adulta se explica, en parte, como
resultado de la mayor incertidumbre que caracteriza la vida
actual (para los jóvenes, aunque no sólo para
ellos), toda vez que los estudios, el trabajo precario y la
fragmentación de la socialización laboral dejan de
ser garantía para una integración estable en la
sociedad adulta.

Como consecuencia de esta mayor incertidumbre, existe un
proceso de perdida de relevancia de la cultura del esfuerzo y de
la preparación para un futuro a medio plazo (que incluya
el acceso al mundo del trabajo, a la vivienda, etc.), en el que
los estudios y la formación personal dejan de ser un
componente esencial para su proyecto de vida. Un proceso que se
presenta justo cuando las actividades de ocio y tiempo libre y el
mundo del consumo, en sus más diferentes expresiones,
ocupan un lugar central en la vida e identidad de la
juventud.

Procesos y dinámicas que pueden reforzar la
disposición a asumir mayores riesgos en el consumo de
drogas por parte de aquellos jóvenes que, ante la quiebra
de su proceso educativo ("fracaso escolar",
déficit de oportunidades de origen, etc.), acceden al
mercado laboral en edades tempranas, ocupando puestos poco
cualificados y en condiciones de precariedad laboral, como
vía rápida de acceso a unos ingresos "a corto
plazo
" que les permitan participar de la sociedad de consumo
de la que reciben, como el resto de la ciudadanía, una
considerable presión. La mayor disponibilidad de recursos
incrementa las oportunidades de acceso a las sustancias en los
espacios de ocio prevalente, lo cual puede ser un elemento clave
en la asunción de relaciones más intensas con las
drogas.

5.2. Recomendaciones.

Aunado a lo anteriormente expuesto, la curiosidad propia
de la etapa adolescente se ve exacerbada por el cúmulo de
mensajes, que muestran modelos de vida en donde de manera
implícita o explícita el consumo de las drogas. El
fenómeno es cada vez más frecuente, de tal suerte
que, es cotidiano que el individuo en desarrollo tenga contacto
con aspectos relacionados con el mismo por lo que los padres no
pueden evitar el contacto con las drogas de manera permanente. De
ahí que sea necesario educar al adolescente en el
desarrollo de habilidades para enfrentar la realidad de una
manera positiva y no verse afectado por el entorno esto es, la
resiliencia.

Hay que recordar que esta cualidad es de hecho una
cualidad intrínseca de los metales que les permite
mantenerse sin deformar cuando son sometidos a altas temperaturas
y aplicada a los individuos y se forma y se incrementa en las
primeras relaciones sociales del individuo que ocurren
generalmente en la familia. De tal suerte que es el núcleo
familiar sea cual fuera la estructura del mismo el encargado de
proporcionar herramientas y habilidades para que el adolescente y
el joven puedan transitar su proceso de desarrollo de una manera
exitosa independientemente del ambiente en que vivan. Por
supuesto, el ambiente como parte relevante del triángulo
productor de la farmacodependencia deberá ser modificado
de manera positiva.

Para una adecuada realización de la
interacción sujeto?objeto que conduzca al conocimiento de
tal objeto, es necesaria la interrelación entre el hombre,
como sujeto por excelencia del conocimiento, con la
instrumentación, la metodología de
investigación y todo el conocimiento posible previo en
torno a tal objeto. Es aquí donde se realiza el proceso de
investigación científica como una
manifestación superior del conocimiento como
categoría filosófica.

En el trabajo que se analiza se ha llevado a cabo un
ciclo completo de investigación, basado en la
acumulación de experiencias previas, la selección
de complejos métodos instrumentales de trabajo, la
modelación teórica por medios computacionales de
los procesos moleculares y la aplicación de todo esto para
el desarrollo de nuevas técnicas de detección en un
medio bastante complejo como son los medio
biológicos.

Es evidente que el tratamiento a la drogadicción
requiere la interacción e interrelación de varias
disciplinas y a través de distintos tratamientos pero un
elemento de gran importancia lo constituyen los fármacos
correspondientes para resolver la afectación.

Si la química permitió el desarrollo de
nuevas drogas como las drogas sintéticas, deberá
resolver también que se encuentren los antídotos y
medicamentos capaces de la cura y eliminación de la
drogadicción. Este es el reto y es la mayor
responsabilidad de la química y de sus científicos
en este campo de la sociedad.

Uno de los aspectos más interesantes radica en
que el resultado de este ciclo de trabajo sirve como punto de
partida para nuevas investigaciones, ya que desarrolla en
sí mismo una nueva técnica. Así se garantiza
la espiral dialéctica: nunca la nueva investigación
será igual a ésta, pero deberá basarse,
inevitablemente en ésta. Y ya se perciben y se describen
nuevas investigaciones que se basan en las actuales pero que
conllevaran a conclusiones superiores.

En un simulador de juego de ruleta rusa, podremos
conocer las probabilidades de caer en la adicción a
cualquier tipo de droga. Además, podremos comprobar de
qué manera afecta el consumo, no sólo
psicológicamente, sino también
físicamente.

Herramientas al servicio de las
familias:

En la prevención, queremos fomentar el papel
activo de las familias. Para ello, se ofrecen distintos recursos
que permiten abordar, en casa, el tema de las drogas con los
hijos adolescentes.

? La guía para los padres.

Una realidad que debe tratarse en familia analiza
los diferentes puntos de vista de padres e hijos. También
ofrece consejos y estrategias para lograr una buena
comunicación, partiendo de la perspectiva de que prevenir
es ayudar a decidir.

La guía incluye recomendaciones prácticas
para iniciar una conversación en torno a las drogas, y
sobre los riesgos y consecuencias que su consumo conlleva.
Además, aconseja cómo actuar ante una
situación de posible consumo. En especial, estimula a los
padres a aportar conocimientos, habilidades personales,
testimonios y valores para que los hijos, por sí mismos,
aprendan a adoptar una actitud responsable.

El objetivo es proporcionar unas pautas de
actuación en la relación con los hijos, prevenir
las conductas de riesgo asociadas al consumo de drogas y, si es
necesario, informar sobre recursos especializados.

? Programa educativo.

El objetivo de un programa educativo adecuado, es
facilitar las herramientas adecuadas para que el profesorado de
educación secundaria pueda llevar a cabo una
actuación educativa con sus alumnos de prevención
del consumo de drogas. El programa parte del aprendizaje
científico de las bases neurobiológicas de la
adicción y de los efectos de las drogas sobre nuestro
cerebro, nuestro cuerpo y nuestro comportamiento.

Los adolescentes buscan formas de afirmación y de
identificación. La facilidad para acceder a las drogas o
atribuirles connotaciones transgresoras, la curiosidad y la
presión grupal pueden inducirles a consumir. Informarles y
formarles al respecto es, en primer término,
responsabilidad de la familia y de la institución
escolar.

Hacerlo adecuadamente presupone, en cualquier caso,
contrastar las propias ideas para comprobar que se correspondan
con la realidad actual y el perfil de los consumidores de hoy. Y
también con los conocimientos sobre la biología de
las drogas: qué son; en qué consiste el proceso de
adicción; cuál es su base neuronal; y qué
efectos causan sobre el cerebro y la salud en una etapa –la
adolescencia– en la que el desarrollo orgánico no se
ha completado aún.

? Recurso educativo virtual.

Una de las nuevas herramientas es el recurso educativo
virtual, que permite abordar la prevención del consumo de
drogas a nivel educativo de forma virtual, a través de
sitios web, previamente analizados por los profesores. La misma
que pone a disposición de profesores y alumnos una
visión en 3D de la exposición interactiva
presencial; tanto por su temática como por su
metodología, el programa educativo virtual de
prevención puede ser integrado como una actividad
curricular más en las asignaturas en los Centro
Educativos, a través de los materiales didácticos
de neurobiología de la adicción.

? Para los profesionales del ámbito
sanitario.

La Sociedad Española de Medicina de Familia y
Comunitaria, http://www.semfyc.es, ha desarrollado un programa de
formación para los profesionales de salud (médicos
de familia, pediatras y el personal de enfermería). Consta
de una guía en la que se recogen algunas preguntas
frecuentes relacionadas con el consumo de drogas y algunas
respuestas posibles, además de recomendaciones
prácticas. Su finalidad es proporcionar información
actualizada y útil para estos profesionales en su
relación con los padres y las madres de los jóvenes
y con los propios adolescentes.

Además, el programa ofrece una herramienta de
autoformación, con materiales para organizar sesiones de
formación para los equipos sanitarios. Estos materiales
incorporan directrices sobre cómo orientar a las familias,
además de información actualizada sobre drogas,
hábitos de consumo y efectos sobre la salud.

El consumo de drogas no es patrimonio de ninguna edad.
Difícilmente podemos realizar un análisis acertado
de los consumos juveniles sin tener en cuenta el contexto
socio?cultural en el que la juventud es partícipe de igual
forma que los adultos.

Focalizar la atención de forma exclusiva sobre
las pautas juveniles de consumo de drogas y resaltar siempre de
ellas las de cariz más problemático, corre el
riesgo de generar efectos indeseables, entre los que cabe
citar:

? Estigmatización juvenil, en la medida en que se
produce una asociación mediática y discursiva entre
juventud y consumo de drogas que refuerza una imagen social de
éstos en clave de riesgos y problemas.

? Una actitud social escapista, por cuanto se
trataría supuestamente de un asunto que afecta en
exclusiva a las personas jóvenes, tranquilizando a la
sociedad adulta respecto a sus propios consumos, y eludiendo el
necesario análisis crítico sobre los determinantes
sociales que favorecen los consumos problemáticos de
drogas.

? Percepciones no ajustadas a la realidad, en la medida
que se sobredimensiona el fenómeno y se lanzan
permanentemente mensajes que presentan el binomio juventud-drogas
como prácticamente indisociable.

? Un discurso social que subestima las opciones
saludables y de autoprotección que la mayoría de
los jóvenes adoptan hacia las drogas, lo cual contribuye a
la construcción social del problema.

Es deseable que los discursos sociales y las
políticas públicas referidas a juventud y consumos
de drogas dejen de presentar una imagen tan sesgada y negativa
del "ser joven". Una imagen que en nada ayuda, ni a
jóvenes ni a adultos, a disponer de un conocimiento cabal
sobre la situación real de las personas en esa etapa vital
y a diseñar una política preventiva más
efectiva de acuerdo con la realidad y con las necesidades que la
sociedad actual demanda.

Cambios sociales y cambios en la identidad
juvenil.

Nuestra sociedad está inmersa en un proceso
continuo de transformación  que comporta nuevas
contradicciones sociales ante las que los jóvenes viven y
se reinterpretan, y ante las que han aparecido formas y contextos
diferentes de consumo de antiguas y nuevas drogas.

A lo largo de la década de los noventa, y en los
primeros años del siglo XXI, estamos asistiendo a cambios
sociales importantes que han afectado de forma notable el hecho
mismo de "ser joven", así como al proceso de
incorporación juvenil a la sociedad adulta. Cambios que,
entre otros aspectos, han propiciado un desplazamiento de la
identidad juvenil del mundo del trabajo hacia el mundo del ocio,
con un aumento de actitudes presentistas con las que los consumos
de drogas parecen vincularse.

Los consumos de drogas se difunden por el conjunto del
tejido social, perdiendo su exclusividad juvenil. Por otra parte,
pierden importancia simbólica como indicador de
preocupación social en cuanto que la mayoría de
tales consumos no llegan a ocasionar efectos dañinos en
sus consumidores, al menos a corto plazo, y son realizados por
jóvenes integrados socialmente.

A la búsqueda de percepciones sociales
más equilibradas.

La percepción social parece alejarse cada vez
más de vivencias de crisis para atribuir al consumo de
drogas un carácter más normalizado y menos
problemático. Una percepción social que se aleja de
apuestas simplificadoras contra las drogas (como las obsoletas
llamadas a la "guerra contra las drogas"). Una
percepción que, si bien representa una visión
más madura del fenómeno que nos ocupa, puede
denotar, así mismo, un sorprendente desinterés,
particularmente inquietante cuando hablamos de consumos
adolescentes. En este sentido, parece razonable buscar un
equilibrio que ayude a desterrar el tremendismo
característico de otros tiempos, sin caer por ello en la
indiferencia social.

Entre muchos jóvenes se otorga mayor
"legitimidad" a los consumos de drogas, por observarlos
como una modalidad más de consumo en una etapa evolutiva
determinada y en relación a un medio festivo y de
relación entre iguales. Una situación que
contribuye a desdramatizar la percepción social de los
consumos de drogas, aunque habrá que observar su
evolución para asegurarnos de que descargar de emociones
negativas esta representación no nos sitúa en el
terreno de la indiferencia. Sobre todo cuando, como
señalábamos más arriba, nos referimos a las
relaciones de los adolescentes con las drogas.

Políticas preventivas integrales e
integradoras.

Hoy, las políticas de actuación sobre los
consumos juveniles de drogas deben partir de una reflexión
que considere las relaciones globales que con las diversas
sustancias mantiene la ciudadanía de cada país.
Estas políticas deben atender de forma especial aquellos
consumos que se establecen por parte de las personas en
situación de mayor riesgo social.

Por otra parte, las relaciones juveniles con las drogas
deben considerarse desde el punto de vista de los cambiantes
estilos de vida juveniles que las condiciones sociales actuales
favorecen, y respecto a los que es preciso favorecer estrategias
susceptibles de propiciar una adaptación
crítica.

A modo de resumen, debemos considerar que si hace
más de tres décadas los problemas relacionados con
las drogas afectaban esencialmente a los jóvenes de
entonces, en la actualidad aquellos jóvenes son los
adultos que ya han vivido plenamente inmersos, al menos en el
conocimiento, de tales problemas. La relación con las
drogas de los actuales adultos ya no es tan diferente a la
relación que pueden mantener los actuales
jóvenes.

En cuanto a los problemas relacionados con el alcohol,
constituyen una enfermedad frecuente que tiene serias
consecuencias para el individuo, su familia y la sociedad en
general. Aunque los sujetos afectados tienen dificultades para
reconocer su problema y la mayoría no son capaces de
superarlo sin ayuda, en la actualidad existen numerosas
alternativas que permiten una rehabilitación efectiva. Al
final, los esfuerzos serán recompensados y será
posible ofrecer una nueva esperanza de vida a las personas que
padecen este flagelo.

La investigación ha llevado a las siguientes
conclusiones, el consumo de alcohol según los
especialistas es un factor de integración social, el
individuo al pertenecer a un entorno social y laboral muchas
veces requiere participas en eventos sociales, por consiguiente
el consumo de alcohol es permitido en estos casos, pero
responsablemente. El riesgo radica en que el consumo excesivo de
alcohol desencadene en una adicción incontrolable que
ocasiona según la opinión del 80% de los
especialistas en desequilibrios emocionales, que generen
conflictos y desintegración del núcleo
familiar.

Es importante entonces, que la familia colabore con el
tratamiento de la persona afectada, ya que los especialistas
opinan que ellos mantienen una actitud positiva al tratamiento
cuando se sienten motivados, en caso contrario, algunos abandonan
el tratamiento reincidiendo en la adicción.

En consecuencia, además de los efectos en el
organismo, son diversos los efectos que ocasionan el alcoholismo
en las relaciones familiares y laborales: conflictos,
incumplimiento de obligaciones y compromisos,
desintegración del núcleo familiar

La dependencia del alcohol se puede tratar. La mayor
parte de las personas dependientes del alcohol pueden
rehabilitarse de manera que puedan llevar vidas productivas
mientras se abstengan a ingerir alcohol en cualquiera de sus
formas.

Las actitudes responsables hacia la bebida deben servir
para comportarse de tal manera que nunca se sientan avergonzados
o arrepentidos de la conducta asumida

Caracterizar a la población de la
problemática del alcoholismo mediante medidas
preventivas:

? Divulgación de información en contra del
alcoholismo a través de folletos, trípticos, o
cualquier otro medio

? Implantar programas dentro y fuera de las
instituciones educativas con el fin de empezar a sembrar la
semilla en las futuras generaciones y buscar nuevas
soluciones

? Así mismo, se pueden dejar de tomar, con ayuda
de expertos, tratamientos, centros de apoyo y sobre todo
compresión de la familia.

? Promover una conciencia social sobre los efectos
nocivos de las drogas que facilite un aumento de la
percepción de riesgo entre los jóvenes.

? Facilitar los recursos de información,
orientación y formación de las familias así
como de los agentes educativos y sanitarios.

?Desarrollar habilidades y competencias personales para
rechazar el consumo de drogas.

?Ofrecer herramientas a los propios jóvenes para
que puedan adoptar una actitud crítica y responsable sobre
las drogas.

? Las políticas públicas en la materia que
nos ocupa deben trabajar para cuestionar críticamente el
binomio juventud/consumo de drogas.

? Las políticas públicas en esta materia
deben formar parte de las políticas globales de Sanidad,
Bienestar Social, Educación, Juventud y Justicia e
Interior.

? Las políticas públicas en la materia
deben incorporar plenamente los programas orientados a la
reducción de daños, adquiriendo así una
perspectiva más globalizadora.

? Es preciso incrementar la dotación
presupuestaria de las políticas preventivas, así
como explorar fórmulas de financiación que
garanticen la continuidad de los programas y permitan sustraerlos
de la incertidumbre y la precariedad.

? Es necesario garantizar formas efectivas de
coordinación y comunicación entre las
administraciones públicas y las organizaciones
sociales.

? Es necesario reforzar percepciones sociales
equilibradas sobre los consumos de drogas, que huyan tanto del
tremendismo como de la indiferencia.

? Las relaciones juveniles con las drogas deben
considerarse desde la óptica de los estilos de vida que
las condiciones sociales actuales (precariedad creciente y
dificultad para construir proyectos de vida sólidos,
trascendencia del ocio, etc.) favorecen.

? Apostamos por reforzar la perspectiva comunitaria de
las acciones preventivas.

? Es necesario priorizar políticas preventivas
específicas, renunciando a políticas
inespecíficas que corren el riesgo de diluirse por falta
de un marco de actuación propio.

? Las políticas preventivas deben contemplar la
necesaria participación de la sociedad civil en los
distintos momentos de su desarrollo.

? Para que la prioridad atribuida a la prevención
en los discursos públicos sea efectiva, debe reflejarse en
la distribución del gasto público en
drogodependencias.

? Las políticas preventivas dirigidas a la
juventud deben contemplar la existencia de una considerable
pluralidad en el "ser joven" actual de nuestro
país, evitando intervenciones que desatiendan a sectores
juveniles importantes.

? Para reforzar el compromiso preventivo de las familias
españolas estimamos necesario avanzar en el
establecimiento de políticas que concilien la vida laboral
con la vida familiar.

? Es preciso impulsar investigaciones que aporte
conocimiento sobre los riesgos relacionados con las formas
actuales de consumos de drogas y ayuden a orientar las
estrategias preventivas.

? Es necesario mejorar la calidad de los programas,
avanzar en procedimientos de registro y acreditación, y
favorecer su plurianualidad.

? Es preciso fortalecer la formación de los
profesionales de la prevención, así como la de
aquellas personas sobre las que, en su calidad de mediadores,
pivotan buena parte de las acciones preventivas
locales.

? El sistema educativo debe contemplar de manera
explícita la necesidad de que la escuela invierta tiempo
educativo en el desarrollo de propuestas preventivas.

? Los adolescentes que siguen itinerarios formativos
para la iniciación profesional, deberían tener
ocasión de participar en acciones preventivas que
reconozcan su singularidad.

? Las poblaciones juveniles con especial riesgo deben
ser objeto de actuaciones específicas dinamizadas por los
profesionales en contacto con ellos (educadores, sanitarios,
sociales, etc.), que permitan reflexionar sobre la
relación con las drogas, identificar situaciones de riesgo
y actuar de manera adecuada a cada situación.

?La creciente trascendencia del ocio en la vida de la
juventud española hace necesario el desarrollo de
actuaciones preventivas en este ámbito, basadas en
aquellas metodologías participativas que hayan probado su
eficacia.

La Familia y la Prevención.

Es evidente que la epidemia del consumo de drogas tanto
legales como ilegales que nos impacta en la actualidad, ha
despertado finalmente un alto índice de conciencia social
al respecto. Es frecuente encontrar la actitud de esperar que
alguien o algo nos resuelvan este problema que puede afectar a
nosotros directamente o a nuestros hijos o familiares. Sin
embargo, se nos olvida que todos tenemos una responsabilidad
social de formar parte de la solución.

Para poder actuar en prevención del consumo de
drogas en niños y jóvenes, es necesario volver una
y otra vez a la misma conclusión: la familia es la entidad
donde debemos comenzar nuestros esfuerzos.

Los enfoques modernos en prevención nos indican
que la amenaza o castigo no son efectivos. Nuestros esfuerzos,
más bien deben fundarse en el fortalecimiento de los
valores y habilidades humanas, la comunicación, la
educación, el respeto mutuo y el amor familiar.

Propuestas en torno a políticas sobre el
consumo de drogas.

? Políticas preventivas sobre drogas incluidas en
un marco global de promoción de la salud y el
bienestar.

? Las políticas de prevención y
atención de los perjuicios derivados del consumo de
drogas, en tanto que políticas orientadas a fomentar un
alto nivel de protección sanitaria, de bienestar y de
cohesión social, deben formar parte delas
políticas públicas globales de Sanidad,
Bienestar Social, Educación, Juventud y Justicia e
Interior.

? Tanto el ámbito de la prevención como el
ámbito de la atención a las personas en
situación de drogodependencia, deben ser considerados
intervenciones especializadas del Sistema de Promoción del
Bienestar Social (en cuya definición genérica
podemos incluir áreas como educación, juventud y
empleo) así como del Sistema de Salud. Este criterio debe
expresarse en la asunción explícita de
corresponsabilidad respecto a los objetivos de prevenir los
riesgos, tanto para la salud física como para la
integración psicosocial, mediante el impulso
complementario de actuaciones generalistas y especializadas.
Obviamente, para lograrlo se requiere que tanto el Sistema
de  Promoción del Bienestar Social como el de Salud
reconozcan este papel.

Políticas específicas sobre
drogas.

? Las políticas preventivas en materia de drogas
deben definir en sus planes de acción objetivos
estratégicos que permitan, por medio de instrumentos e
indicadores adecuados, una evaluación de
resultados.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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