Florencia Pacheco Arias de Mibelli, Patrimonio Cultural Viviente del pueblo de Carayaca, Venezuela
Florencia Pacheco Arias de Mibelli,
Patrimonio Cultural Viviente y Hacedora de Cultura en el pueblo
de Carayaca
(* 7/ 11/1.924 – Hacienda
Curiana-Tarmas / + 2.014 – Carayaca)
Este trabajo de investigación y
sistematización de la historia local y regional en la
Parroquia Carayaca del Edo. Vargas, la comenzamos
con estas palabras del escritor Félix
Piñerúa Monasterios, que se encuentran en su
obra titulada "Mensajes Brujos y la Personalidad
del Venezolano", y que a continuación damos a
conocer:
"… El término de cultura, en general se
refiere a las formas de comportamientos y creencias de cualquier
sociedad. Toda sociedad posee una cultura por sencilla que sea, y
todo ser humano es culto en el sentido de que es portador de una
cultura. Son las diferentes culturas vinculadas cada una a una
sociedad, las que constituyen las entidades organizadas,
funcionales, por lo que el individuo debe estudiarse en
relación con una cultura particular…".
El equipo de investigadores locales del Equipo de
Sistematización "Urimare" en el pueblo de San
José de Carayaca, compuesto por Ada Bello
Iriarte, Álvaro Mayora Anderson, Magaly
Bello, Alida Marina Carapaica González de
González, Manuel Felipe Carapaica
González, Tirsa León, María
Alejandra Díaz, Teresa Grillo Aguilar, Luis
Pérez Évora, Francis Romero de Camacho,
Mirian Carussi y León Manuel Morales optaron
por visitar en su casa en "Barrio Nuevo" a la hacedora de
cultura doña Florencia Pacheco Arias de
Mibelli, quien a su vez es Patrimonio Cultural de
la Parroquia Carayaca, a las 12:15 p.m., del 3 de junio
del 2.006.
Casa de habitación de la
señora Florencia Pacheco Arias de Mibelli en Barrio Nuevo
en Carayaca, en su puerta Manuel Felipe Carapaica González
y León Manuel Morales.
Cuando llegamos a la casa de la señora
Florencia Pacheco Arias de Mibelli, nos encontramos
que en un principio estaba reacia a recibirnos y a suministrarnos
informaciones que de hechos son históricas y que tienen
relevancia en su historia de vida.
Después de habernos servido un gustoso
café, fue entrando en confianza con todos los
investigadores de historias locales presente en su casa y de esa
manera fue como la fuimos abordando en aras de que nos legara sus
testimonios para la posteridad y los postreros
tiempos.
¿En dónde nació usted y quienes
fueron sus padres, señora Florencia?
"Yo nací en la hacienda "Curiana" el 7 de
noviembre de 1.924.Mi padre se llamaba José Pacheco
y nació en la hacienda "La Fundación", y mi
madre fue Eulalia Arias de Pacheco. Eso les indica
a ustedes, que yo tengo entre 81 y 82 años de
edad".
¿Cuéntenos cómo fue que su padre
nació en la hacienda "La Fundación" y
cómo llegó su familia a la hacienda
"Curiana", señora Florencia?
"Si se quiere, esa es una historia larga de
contar. Ya que mi padre se vino a la hacienda "Curiana"
fue con el señor Eduardo Padilla y su hermana
doña María de los Remedios Padilla,
quienes trabajaron como medianeros sembrando tomates en la
hacienda "La Fundación".
Trapiche abandonado de la hacienda
"Curiana", año 1.980
"Don Eduardo Padilla compró la hacienda
"Curiana" y se trajo a mi familia, y por eso somos de
allí".
"Mi familia era muy antigua en la hacienda "La
Fundación" y allá nacieron mis antepasados como
mi bisabuelo José Rivas Pacheco".
En eso notamos cierta alegría en la señora
Florencia Pacheco Arias de Mibelli, cuando nos
hacía referencia sobre su ancestro José Rivas
Pacheco.
¿Y quién fue José Rivas
Pacheco, señora Florencia?
"José Rivas Pacheco vivió por casi
130 años y él nació como esclavo en la
hacienda "La Fundación", más o menos en el
año 1.800. Él era hijo de Jorge Rivas y
María Luciana Pacheco, quienes también
fueron esclavos en esa hacienda que había en el camino
antiguo que había de Carayaca a
Caracas".
¿Y quiénes fueron los dueños de la
hacienda "La Fundación", señora
Florencia?
"Yo tengo entendido que los dueños de la hacienda
"La Fundación" fueron don Juan José
Rivas y doña María del Rosario
Pacheco de Rivas quién era nieta del Conde de
San Javier e hija de doña María de la
Luz Pacheco, encargada de la educación del Dr.
Juan Germán Roscio, secretario en la firma del
Acta de la Independencia, el 5 de julio de
1.811.
José Rivas Pacheco, a la edad
de 124 años en 1.924
¿Y es por eso que su familia lleva el apellido
Pacheco, señora Florencia?
¡Claro, mijito!
Lo que pasaba en esos tiempos era que los esclavos
llevaban el apellido de los amos y eso fue lo que pasó con
mis antepasados. Tal vez, ese no sería nuestro apellido, a
lo mejor era africano. Ya que mi bisabuelo José Rivas
Pacheco era negrito como el carbón que
sacábamos en "Curiana".
"Este héroe de la Guerra Federal
nació en la hacienda antes mencionada en 1.800, la cual
fue propiedad de don Juan José Rivas y doña
María del Rosario Pacheco de Rivas,
quien a su vez descendían de doña, propietaria o
dueña de una hacienda en tierras de Carayaca, hija
del Conde de San Javier, y quién en Caracas
se encargó de la educación del eminente jurista Dr.
Juan Germán Roscio".
. En una ocasión en una entrevista que le hizo el
periodista Elías Campos para el periódico
El Universal en la ciudad de Caracas el 24 de
diciembre del 1.924, cuando a la edad de 124 años dijo lo
siguiente:
En mi infancia jugaba con muñecas de botellas, y
estudie hasta segundo grado de primaria. Nosotros éramos
tres hermanos: Julio, Ángela y
yo.
Uno de los Padilla pidió la mano de mi
hermana y ella se puso a llorar, y yo recuerdo que en ese momento
dije estas palabras: "… Que me lo digan a mí,
que yo no lo pelo ni con ceniza…".
Todos éramos muy unidos en Tarmas y yo
recuerdo que de una mordida de culebra que sufrí en las
cercanías de una quebrada que hay por allá en la
hacienda "Curiana" me curó el negro Heriberto
Izquierdo, quién todavía vive en el pueblo de
Tarmas.
Sra. Florencia Pacheco Arias de
Mibelli, su hermana Ángela con ropa de novicia, maestra
Emiliana Angulo de Sánchez, maestro Raúl
Díaz.
Yo me casé a los 20 años de edad en la
hacienda que era propiedad de los Mayorca, en donde
conocí a mi novio quién era de apellido
Mibelli y trabajaba en la Electricidad de
Caracas.
Yo recuerdo cuando el comerciante Ricardito Luy
Acosta fue a pedir mi mano para casarse conmigo. Claro
está, él me llevaba varios años de edad,
pero mi papá no consintió ese noviazgo,
diciéndome estas palabras: "… No te vas a casar con
ese señor, porque él te va tener como una esclava
en su casa…".
Y fíjense lo que son las cosas de la vida; ya
Ricardito murió, pero si voy al cielo seguro estoy que le
daría una oportunidad, ya que él en los velorios de
cruz que hacíamos en la hacienda "Carayaca Abajo"
que era propiedad de Valentín González, me
dedicó unas décimas muy bonitas que siempre las
recuerdo y que en algunas ocasiones las recito.
Nunca se me ha olvidado aquellos momentos cuando
salía vestida de novia para ir a la iglesia a casarme con
el difunto Mibelli; cuando salíamos de la casa de
Valentín González, en un lugar casi
inadvertido vi a Ricardito Luy Acosta, como me veía
pasar vestida de novia; él me hizo una muesca que nunca
podré olvidar, como queriéndome decir: "…
Está bien, no fuiste mía…".
Una vez que me casé con Mibelli, me vine
para Carayaca, yo no parí porque según unos
exámenes que me hicieron tenía la sangre
envenenada, y que no paría ni que fuera a Estados
Unidos.
Las alpargatas o los zapaticos nos los poníamos
al llegar a Carayaca, pá que no se ensuciaran en el
camino. En las fulías o folías, El
Cumanés se cantaba ya pá amanecer. Hay versos
de bien y de mala que se dicen ya al amanecer.
Para amarrar a los hombres había mucha
picardía. Los González me llevaban a los
velorios de cruz que siempre hacían en la hacienda
"Carayaca Abajo", Valentín González me
mandaba a buscar. De rézalo y de los ensalmes, te digo que
para curar cualquier enfermedad me encomiendo a San
Luís Beltrán Bendito. Para salir de su casa a
la Santísima Trinidad.
Poetiza Emma
Díaz
Hija del poeta Pío Rengifo con
Eloísa Díaz
Había que madrugar para llenar los tobos, perolas
y latas de agua por medio de una tubería que pusieron y
existían pocas casas, como tres en lo que hoy es Barrio
"Nuevo". Segundo Díaz y Emma
Díaz fueron los padrinos de mi hermana
Ángela. Lo principal aquí en la comunidad es
la inseguridad.
Con la Oración de "San Cipriano" me
curó de la mordida de culebra Heriberto Izquierdo.
Los alimentos como el arroz y las caraotas con cambur eran las
preferidas. Los instrumentos de antes son los mismos de
ahora.
Me decían doctora "agüita", pero lo
que mandaba era agua de malojillo y a los niños pazote con
llantén, hojas de cimarrón para la parótida;
todas estas plantas se consiguen en Carayaca.
Manuel Morales era mi compadre y su esposa
todavía vive; ella se llama María Castro.
Él era de Cataure y vivía allí. En la
hacienda se producía papa, hortalizas; pasábamos
una semana trabajando y sembrábamos repollo, lechuga,
cebolla, jojoto. Luego se vendía lo grande y lo más
pequeño se repartía entre los vecinos.
Se pagaba con unos papelitos de valor del
Bolívar y de dos bolívares. Estos papelitos
los canjeábamos en las bodegas por las cosas que se
necesitaban. Los músicos eran unos de Carayaca y
otros del Edo. Aragua o de Miranda. De un
año para el otro ya se organizaban para las fiestas. Antes
todos veneraban a sus muertos, en el cementerio todos los
difuntos tenían sus coronas.
Don Valentín
González
Dueño de la hacienda "Carayaca
Abajo"
El espectáculo del alumbrado el 1º de
noviembre de cada año en el cementerio era maravilloso, ya
que venía gente de todas partes, Caracas, La
Guaira, etc, etc. Y se cerraba el cementerio o campo santo a
las doce de la noche. Se velaba al difunto y existían
carpinteros que elaboraban los ataúdes y los enterraban en
Tarmas.
En aquellos tiempos se cocinaba con leña,
fogón o cocina de querosene, más adelante; y se
alumbraba con lámparas de carburo y de querosene. El
Corazón de Jesús, San Cipriano
y José Gregorio Hernández son mis santos de
devoción.
Una vez castigué a José Gregorio
Hernández, pero como curó a uno de mis
muchachos, le dije estas palabras: "… San José
Gregorio, ahora somos amigos…".
Arepas hechas con maíz pelado con ceniza y a base
de carbón. En un río que había en
Curiana se lavaba el maíz y se colaba. Una
máquina de moler costaba cinco
bolívares.
En cuanto a los curanderos, un señor más
bueno, de quién no recuerdo su nombre ahora, una mata
llamada Juan de la Calle cura toda
enfermedad.
Imagen de Santa Ana en la Hacienda
"Curiana" en Tarmas
Grupo PROHITA año
1.980
El señor era una eminencia y vivía por los
lados de Zapateral. A mí, algunas personas me dicen
bruja al revés y al derecho. A veces me dicen: "…
Adiós mi bruja; mi bruja
Florencia…".
Yo voy a contarle algo sobre la acequia de agua para
regar las matas en Curiana. Allí
escuchábamos a un perro ladrando y nos
preguntábamos: ¿Qué pasa?
Julia me caí en la
acequia,
Préstame tu
camisón
Que me caí como un
mojón.
Mi hermana estaba en la casa;
Anoche, anoche que me
caí,
Fue que la tumbaron;
Era un palo y la tumbe al
río;
Y es una mujer bonita
Que estaba en Curiana,
Julia nada tenía
Sino un hermano llamado
Esteban.
Para convertirse en brujas
Lo hacían con una
escoba
Pá lante y pá
tras.
Florencia donde está la
escoba,
La escoba se quedó allá
arriba;
Pero tú te viniste con el
palo.
La picia o pinga, para que se la peque yo a mi hija. A
un espíritu, me quedo como una persona que a nada le teme
y enfrenta la situación que se presente en esos momentos
difíciles. Si existen cosas malas; la primera vez que yo
he pasado un susto; llame a Arcia pá que le quitara una
mujer lo que tenía.
La patrona de Curiana es Santa Ana. Antes
había burros, machos y caballos; vivíamos
más acá de Santa Ana, en Curiana
propiamente. Mi hermana la monja se montaba en el caballo que era
de papá y veníamos a las fiestas de Santa
Bárbara una vez al año. Necesidades, de eso no
entiendo nada.
Sobre la época de antes, todo ahora ha cambiado.
Las fiestas se gozaban mucho, ahora no; ya que no se puede hacer
nada por la inseguridad. El gas viene ahora acompañado de
la policía.
El baile de tambor era una sola vez en el año,
recuerdo que en una ocasión me jalaron por el
cabello.
Autor:
León Morales