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Métodos ecológicos para recuperar terrenos afectados por la Minería de Aluvión




Enviado por René Arango



Partes: 1, 2

Monografía destacada

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Revisión de
    literatura
  4. Especies
    promisorias en la rehabilitación de suelos degradados
    por minería de aluvión
  5. Materiales y
    métodos
  6. Resultados y
    discusión
  7. Conclusiones
  8. Recomendaciones
  9. Bibliografía

Resumen

Dentro de los lineamientos del proyecto de
investigación "Estudios básicos para un manejo
biótico de suelos degradados" del grupo de
investigación de biotecnología en la
rehabilitación de suelos de la Universidad Nacional, Sede
Medellín, se evaluaron los sistemas de propagación
de las especies vegetales Ochroma lagopus y
Trichantera gigantea como una de las estrategias en la
rehabilitación de suelos degradados por minería de
aluvión en bmh-T; haciendo así un aporte en el
estudio de la recolonización vegetal de estas
zonas.

Se determinaron los métodos más adecuados
para la germinación y el desarrollo de plántulas de
O. lagopus, bajo un diseño completamente
randomizado con cuatro tratamientos pregerminativos y 12
repeticiones por tratamiento; y en un sistema de bloques al azar
con cuatro replicaciones para el establecimiento de cuatro tipos
de estacas en T. gigantea. Evaluándose
germinación y sobrevivencia al mes para la primera especie
y prendimiento con los parámetros número y longitud
de raíces y hojas para la segunda, a los 60 días de
las siembras. Se encontró que los choques térmicos
superan estadísticamente (nivel de significancia de 0.05)
a los demás procesos pregerminativos en ambos
parámetros evaluados en O. lagopus. En T.
gigantea
no es encontró diferencia estadística
entre los tipos de estacas evaluados.

Con base en dichos resultados se procedió a
evaluar el efecto de diferentes sustratos (suelo de
minería – S -, S + cascarilla de arroz, S +
aserrín, S + lombricompuesto) sobre la germinación
de semillas de O. Lagopus y prendimiento de estacas de
T. gigantea. Las semillas de balso escarificadas cinco
minutos en agua a 80 °C se evaluaron mediante un
diseño completamente al azar con cuatro tratamientos y
diez repeticiones, y para quiebrabarrigo se evaluaron las estacas
herbáceas en iguales tratamientos, pero con Veinte
repeticiones. Los resultados con T. gigantea demuestran
el alto poder de multiplicación por estacas en diferentes
sustratos al no encontrarse diferencia significativa entre los
sustratos evaluados. En O. lagopus los sustratos en
mezcla 1:1 con suelo de minería (cascarilla de arroz y
aserrín) superaron estadísticamente al testigo con
suelo de minería y al suelo de minería más
lombricompuesto de pulpa de café (1:1).

Introducción

Del manejo ántropico de los recursos naturales,
la minería de aluvión – con sus métodos
degradativos intrínsecos ( Tala rasa, incendio, descapote,
etc. ) – es posiblemente el proceso más debastador de los
suelos a corto y mediano plazo.

Generalmente estos suelos a la par con su riqueza
aurífera tienen gran fertilidad y una muy buena capacidad
agropecuaria; potencial que se ve desplazado por la
minería de aluvión y que luego de la
desertificación que produce en los suelos, los
imposibilita totalmente con los consecuentes problemas
ambientales, sociales y económicos.

Por lo anterior, el presente trabajo encara una parte
del programa de rehabilitación , aportando al conocimiento
de algunas especies que intervienen en el proceso de
recuperación natural, mediante el estudio de los
métodos de establecimiento más adecuados para las
condiciones involucradas, así como en el conocimiento de
las plantas en estudio.

Revisión
de literatura

1. MINERIA DE ALUVION EN EL BAJO CAUCA

1.1 ANTECEDENTES.

Tradicionalmente la región del bajo Cauca,
conformada por los municipios de Cáceres, Caucasia,
Tarazá, El Bagre, Nechí y Zaragoza ( Figura 1), se
destaca según la Secretaría de Agricultura (1986) y
Fadegan (1986), en actividades agropecuarias, especialmente en
ganado de ceba, dada la calidad de los suelos y el tipo de pasto
allí establecido.

Según la Secretaría de Agricultura (1976),
desde mediados de la década del 70, la explotación
de la minería aurífera ha generado cambios
parciales en los usos del suelo, consolidando la región
del Bajo Cauca como la zona minera Antioqueña mas
importante. Para el Departamento Administrativo de
Planeación -DAP- (1978), en 1976 la actividad
aurífera en el Bajo Cauca aportaba el 41.5 % del total del
valor agregado regional, desplazando la ganadería con un
37 % y por último la agricultura con un 21.5 %.

Según el DAP (1985), el crecimiento de la
actividad aurífera en la zona del Bajo Cauca, ha afectado
con alguna significación la actividad agropecuaria. La
minería aurífera ha surgido al lado de una
actividad agrícola deficiente, con técnicas
tradicionales carentes de vías de penetración, poca
asistencia técnica, altos costos de producción,
bajos rendimientos y bajos jornales, lo que la hace supremamente
vulnerable ante una actividad que ofrece mayores ingresos y un
mercado seguro para su producto.

La Secretaría de Agricultura (1986) y Fadegan
(1986), coinciden que en cuanto a la actividad ganadera, la
presión que la minería ejerce sobre el uso del
suelo, ha estimulado relativamente la tecnificación y la
ha reorientado hacia actividades de cría.

La minería de aluvión fuera de su
importancia en la extracción de oro en Colombia donde
representa cerca del 75.2% de la explotación total (DAP,
1978; López, 1977) y el 92.4% de la producción
aurífera del departamento (González de Vega, 1983);
tiene tal vez su mayor importancia en la gran erosión de
los suelos que produce (Tyler, 1994), ya que el suelo es
degradado en sus partes estructurales hasta el punto en el cual,
por la acción mecánica del agua llega a convertirse
en una "colada de barro" como lo menciona Bustamante (1983);
quedando separadas las piedras, quijarros, arena, limo, arcillas
y materia orgánica y, como es obvio, todos los nutrientes;
elementos mayores y menores son lavados quedando sólo el
material grueso estéril (Londoño, 1941).

Bustamante (1983), afirma que el suelo en el lugar de la
explotación queda reducido al afloramiento del basamento
terciario arcilloso, el cual es recubierto mas tarde por las
aguas lluvias. según Bueno (1975) se tiene que en los
lugares donde se ha explotado el suelo con motobombas o
monitores, queda la peña recubierta de cascajo, piedras
grandes y arena, dando la impresión de un
desierto.

Para Orozco y Gómez (1994), la minería de
aluvión causa una destrucción total del suelo,
quedando en la superficie una matriz conformada por materiales de
horizontes B y C, evidenciándose un proceso acelerado de
ferratilización, "concho" vulgarmente, pudiendo llegar a
un proceso de Laterización.

En la sedimentación del material resultante de la
separación mecánica causada por el agua, teniendo
en cuenta el efecto Ellisson citado por Bustamante (1983), se va
quedando depositado en primera instancia el material conformado
por fragmentos gruesos y arena, mientras que el material
constituido por limos y arcillas, ha sido llevado en parte a su
estado coloidal, y mientras se mantenga la componente vertical
hacia arriba, formada por la turbulencia del agua, las
partículas se mantendrán suspendidas y
podrán ser transportadas por el agua a grandes distancias,
causando contaminación y enturbiamiento de la
misma.

Según Enviromental Proctetion Agency (1976) y
Villegas (1982) los sedimentos arrojados por la minería de
aluvión aceleran la pérdida del cauce de los
Ríos, al acumularse en ellos, interrumpiendo la
navegación (Villegas, 1982), ensanchando los ríos
en los valles, destruyendo así viviendas o construcciones
ribereñas e inundando áreas de cultivo. La
sedimentación en lagunas o ciénagas destruye de tal
forma el ecosistema, que la mayoría de ellas en las
áreas de explotación han sido cubiertas de estos
sedimentos (Dahl, 1955).

La destrucción de los recursos
ictiológicos es otra de las consecuencias acarreadas por
los sedimentos y químicos provenientes de estas labores,
ya que enturbian las aguas y con ello la vida acuática
(Fao, 1980; Inderena, 1973; Dahl, 1955; Victoria, 1983;
Villaleón 1974; D" itri, 1977; Figueroa, 1985; Galvao,
1987; Giddings, 1973).

1.1.1 FORMAS DE PRODUCCION AURÍFERA EN EL BAJO
CAUCA

Según López (1977) y Londoño
(1941), hay en Colombia dos formas de explotación
aurífera: Veta y Aluvión ; donde la
producción de oro proveniente de aluvión ha
representado siempre, y cualquiera sea la estimación
empleada, la mayor parte; debido entre otros a que los costos de
explotación son más bajos que en veta, la
maquinaria menos especializada y los trámites para
exploración y la misma explotación no tan
engorrosos (Bustamante, 1983).

En la Tabla 1 se resumen los diferentes tipos de
extracción del oro aluvial que se han venido dando en el
Bajo Cauca.

Tabla 1. Aspectos sobre la extracción de
oro aluvial en el Bajo Cauca Antioqueño. Datos tomados de
Londoño (1941), López (1977 y 1986),
González (1973), Bueno (1975), Bustamante (1983), CIA
(1988), Poveda (1984), Mineros de Antioquía
(1986).

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* Según declaraciones de Cesar Palacio
Londoño, presidente de la asociación Colombiana de
Mineros – Asomineros-, en materia de explotación
aurífera, solo hay en el país dos explotaciones
consideradas como gran minería: La Frontino Gold Mines y
Mineros de Antioquía, las cuales comparadas con las de
otros países, apenas clasifican como mediana
minería. Agregando además, que toda la
minería que se practica en el país corresponde a
pequeña y mediana minería, (Correa,
1995).

1.2 CONSECUENCIAS AMBIENTALES DE LA MINERÍA DE
ALUVION

En el trópico aún no existe un estudio
detallado sobre las consecuencias ambientales a largo plazo sobre
la explotación minera y solo se conocen algunas
referencias, no muy documentadas, sobre la recuperación de
los suelos en minas de Níquel y Aluminio en Australia
(Centro de Investigaciones Ambientales -CIA-, 1988).

No se ha hecho una determinación sobre los grados
de perturbación producidos por la minería en
áreas usadas para ganadería y en aquellas
inicialmente taladas. Aún así es muy posible que la
capacidad de recuperación de las planicies aluviales
(mayormente ganaderas) sea más factible que la de
pendientes y colinas (Costa, 1990).

Es necesario considerar un aspecto básico sobre
la capacidad de recuperación de los suelos en el
trópico. La recuperación de los suelos o bosques en
esta zona reside en que el suelo posee una baja fertilidad
(Gandullo, 1987) la cual decrece paralelamente con su
desprotección contra la alta precipitación y altas
temperaturas. Independientemente del factor de
perturbación (minería, ganadería, cultivos
intensivos, deforestación, etc.) el primer efecto sobre el
suelo es la continua lixiviación de nutrientes. De esta
forma la pérdida de la fertilidad depende fundamentalmente
de la capa protectora eliminada a través de actividades
como la minería, Gandullo (1990).

El CIA (1988) y Zuluaga (1983), mencionan que el primer
efecto de la actividad minera es la modificación gradual o
total de la topografía, relacionada con la
topografía inicial del terreno, la apertura de vías
y la cercanía de cuerpos de agua. Naturalmente esta
modificación implica la remoción desordenada de los
diferentes horizontes del suelo, incluyendo la capa
protectora.

De otro lado, las temperaturas se incrementan en la
superficie del suelo hasta una profundidad de 20 a 30 cm,
alcanzando temperaturas de 2 a 4 °C por encima de los valores
normales encontrados en las zonas boscosas. Seguidamente, se
presenta una oxidación de la materia orgánica,
contribuyendo al fraccionamiento del suelo y a la
solubilización de silicatos, estimulada por las altas
temperaturas y dejando una superficie rica en sesquióxidos
de hierro y aluminio, Bustamante (1983). En estos suelos el bajo
pH (4.5 a 5.5) está relacionado con los altos niveles de
aluminio y la baja cantidad de iones de hidrógeno
intercambiables, ocasionando una deficiencia en la
asimilación del calcio por parte de las plantas;
adicionalmente las concentraciones de nitrógeno y
fósforo bajan a niveles críticos (Duchaufour,
1984).

Por otra parte, se presenta la ausencia total de la
microfauna (especialmente micorrizas, bacterias, hongos y
termites), responsable del desdoblamiento y transporte de materia
orgánica a otros niveles tróficos en los suelos
tropicales (Butler, 1978; Burbano, 1989).

En la minería de aluvión el proceso
regresivo del suelo implica, como lo aseguran Orozco y
Gómez (1994) y Jasper et al (1992), una disminución
en número y diversidad de microorganismos,
creándose un ambiente para que ni aún los
más adaptados permanezcan, con la consecuente
pérdida de funcionalidad del ecosistema.

Como lo demuestran varios autores (Jasper et al., 1987 y
1989; Visser et al., 1984; Rives et al., 1980; citados por Jasper
et al., 1992) con el caso particular de los hongos
micorrizógenos en suelos disturbados, la población
de estos organismos se disminuye substancialmente hasta el 100%,
dependiendo de los procesos degradativos a que se sometan los
suelos. En proporciones similares al remanente de organismos que
permanezcan, se produce la infectividad y recolonización
de las áreas afectadas (Plenchette et al., 1989; Jasper et
al., 1991; Evans and Miller, 1988; citados por Jasper et al.,
1992).

Según Montero de Burgos (1990), con la
remoción del nivel superior del suelo, se elimina
totalmente el banco de semillas, plántulas y
retoños del bosque original, anulando o disminuyendo la
capacidad del bosque.

Aunque numerosos sitios mineros luego de su
explotación, son frecuentemente abandonados, en algunos de
ellos se establecen pequeños asentamientos humanos, donde
continúa el lavado de los suelos remanentes de las
extracciones previas. Esta acción continua en un sitio, no
solo incrementa el daño causado por la minería,
sino que hace cada vez más difícil la
colonización de tales sitios a través de las
llamadas especies pioneras. Además, al no haber una
recuperación de las condiciones de los cuerpos de agua,
estos son colmatados por la erosión continua e invadidos
por las malezas acuáticas, disminuyendo notablemente su
capacidad de remoción de sedimento (Montero de Burgos,
1987).

Finalmente, si los factores anotados siguen operando en
un sitio minero, los suelos se laterizarán (Rost, 1988;
Rozanov, 1982; Fitzpatrick, 1984), como sucede en la gran parte
de los sitios abandonados de la vía El Bagre -Zaragoza,
Tarazá – Caucasia, en donde la recuperación de los
suelos es prácticamente imposible a corto plazo, de
acuerdo a lo expuesto por el CIA (1988), pero no imposible a
largo plazo como lo argumentan Orozco y Gómez
(1994).

En términos generales, el paisaje resultante en
un sitio de explotación minera está constituido por
un mosaico de pantanos, pequeñas charcas y cúmulos
de suelo rodeados por zonas áridas y ácidas
(consecuencia de la acumulación de Al y óxidos de
Fe). El crecimiento de plantas, especialmente gramineas, solo se
presenta en aquellos sitios donde la lixiviación no
modifica los limites críticos del pH; sin embargo las
áreas circundantes permanecen desnudas y por lo tanto, la
recuperación de la biomasa tardaría milenios. Por
ello es imposible predecir, o al menos elaborar patrones sobre la
serie de sucesiones y la colonización por especies
vegetales en tales sitios.

En apoyo a lo expuesto y a manera de ejemplo, sobre el
efecto de la minería de aluvión y las labores
antrópicas al ecosistema, se tiene la situación en
las selvas bajas del río Casiquiare, en San Carlos,
Venezuela (Saldarriaga; citado por el CIA, 1988); donde en cuatro
parcelas sujetas a diferentes tipos de perturbación, se
buscó estimar el tiempo de recuperación de la
cubierta vegetal original y sus características en
nutrientes, la biomasa por hectárea y la pérdida o
entrada adicional de energía al ecosistema. En este
estudio se escogieron bosques maduros, bosques parcialmente
talados para cultivos de yuca y ñame, bosques talados y
limpiados para ganadería y bosques talados y suelos
removidos con buldoser para la construcción de campamentos
de petróleo. En general los resultados
mostraron:

• Los bosques maduros presentaron una
producción de 340 a 400 toneladas métricas de
biomasa por hectárea.

• Las zonas clareadas de aproximadamente 200 m2 del
bosque y abandonadas luego de dos años de cultivo,
muestraron una rápida recuperación, debido
especialmente a la subsistencia de un voluminoso banco de
semillas y a la disponibilidad de nutrientes por
descomposición de la biomasa. En las áreas
similares abandonadas desde treinta años atrás la
biomasa alcanzó 18 toneladas, lo que significa que la
recuperación de la biomasa de un bosque maduro
tardaría cerca de 140 a 200 años.

• En parcelas usadas para la ganadería los
efectos perturbadores son más intensos que en la parcela
anterior. Sin embargo la producción es acentuada por la
aplicación de fetilizantes y nutrientes. Luego de 24
años la biomasa no llegaba a 26 toneladas métricas
y su recuperación tomaría al rededor de 325
años.

• En sitios completamente talados y suelos
removidos por maquinaría, luego de 10 años de ser
abandonados, la biomasa alcanzaba dos toneladas por
hectárea. A esta tasa de acumulación se necesitaran
más de 1000 años para alcanzar los valores de
biomasa del bosque maduro.

El efecto del dragado de los ríos y quebradas de
gran caudal sobre la vegetación es difícil de
evaluar, debido a que el proceso de dragado involucra una
técnica opuesta al lavado de suelos (Bustamante, 1983) y
en gran parte los sedimentos del río se acumulan formando
islas artificiales relativamente ricas en nutrientes, que son
colonizadas por especies pioneras o son utilizadas para cultivos
locales. Los cargueros (González, 1973) en zonas cercanas
a las dragas son indistinguibles visualmente de los bosques
ribereños no perturbados y la composición
florística es sorprendentemente alta en algunos sitios.
Tal método de explotación minera esta lejós
de ser ecológicamente adecuado; sin embargo es improbable
que el dragado de los suelos esté afectando directamente
los bosques de la zona, pero otra situación diferente
puede estar ocurriendo con los cuerpos de agua (Inderena, 1986;
Figueroa, 1985; D"tri, 1977; EPA,1976; Giddings, 1973; Butler,
1978, Brassa, 1983; Stewart, 1982).

Es así que el grado de perturbación que
causa la minería de aluvión al ecosistema, es
materia preocupante en el mundo (Degne, 1983; Mensching, 1988;
Rozanov, 1982; Canadá, 1983; Spooner, 1982; Carrera, 1990;
Camacho, 1990) y en nuestro país (CIA, 1988; Orozco y
Gómez, 1994; Bustamante, 1983; Código Nacional de
los Recursos Naturales, 1974; Bueno, 1975); preocupación
que se ve reflejada en el testimonio tomado por Correa (1995) a
Palacio Londoño, Presidente de Asomineros: La
minería en Colombia le hace daño al hombre, al
suelo y al subsuelo.

Especies
promisorias en la rehabilitación de suelos degradados por
minería de aluvión

La revegetación como proceso natural puede ser
potencializada, con el fin de asegurar a más corto tiempo
unas condiciones similares a las habidas al momento de su
alteración y si es posible la explotación
"racional" de las especies vegetales, idealmente de
múltiples propósitos (leña, forraje, madera,
apicultura, goma, control de erosión, etc.), bajo los
conceptos de sostenibilidad (Reunión de Expertos en
Recursos Genéticos Forestales de la FAO, 1977; citados por
Cony, 1995).

Desde hace décadas son varias las investigaciones
en países industrializados tendientes a potencializar la
revegetación en sitios degradados por diversos procesos,
ántropicos generalmente, donde se involucran en la
mayoría de ellos enmiendas orgánicas e
inorgánicas (Schaenholtz, et al., 1992; Day and Ludeke,
1990; Reddell and Milness, 1992; Soni et al., 1992; Wade and
Thompson, 1990; Sastry and Kavathekar, 1990; Lahirí and
Mazumdar, 1993; Veena et al., 1992; Westbrooke, 1992) y pocas,
solo de diez años para acá, en países en
vía de desarrollo como es el caso de la India (Solanki et
al., 1992), Kenia (Otsamo et al., 1993), Haití (Lee et
al., 1992), Brasil, Argentina (Gandullo, 1987; Montero de Burgos,
1987; Cony, 1995, 1988; Cony, 1993) y Perú (Montecinos et
al., 1988), fundamentalmente a través de programas
internacionales de investigación. Sin embargo todos estos
sitios son diferentes a la realidad que se vive en los suelos de
nuestro país, destruidos por la minería de
aluvión, en donde no es posible conjugar costosas
enmiendas (Fernández de Lima, 1988), ni programas de
mejora genética (Palmberg, 1985), sino generar una
tecnología asequible fruto del aprovechamiento racional de
nuestros recursos.

El grado de colonización y la iniciación
de la sucesión (si es que se presenta) varía de
sitio a sitio y no es uniforme en el tipo de especies pioneras o
en la rapidez con que lo hacen. El establecimiento de las
especies pioneras depende del grado e intensidad en los cambios
de la topografía, de la cercanía a zonas boscosas
que sirven como bancos de semillas para la colonización,
del microfilm local y de la perturbación persistente del
lugar luego del abandono (Montero de Burgos, 1990).

Las especies colonizadoras incluyen una serie de grupos
vegetales que poseen, en general, una gran capacidad para tolerar
altas concentraciones de aluminio en el suelo, un rápido
crecimiento y maduración, producir continuamente un gran
número de semillas con alto poder de dispersión y
que permanezcan latentes y viables por largo tiempo, capacidad de
producción vegetativa, ser altamente competitivas y
tolerantes a condiciones de alta irradiación solar y
poseer además una tasa de saturación
fotosintética alta (Gandullo, 1987; Montero de Burgos,
1987; Cony, 1995; Orozco y Gómez, 1994; Bustamante,
1983).

Con base principalmente en los estudios realizados por
el CIA (1988), Bustamante (1983), Espinal (1992, 1984 y 1977),
Roa (1969), Orozco y Gómez (1994) y a las experiencias
obtenidas en el planeta en zonas con características
similares a la estudiada (Gandullo, 1987; Montero de Burgos,
1987; Cony, 1995; Montecinos et al., 1988; Costa, 1990; Solanki
et al., 1992; Burkart, 1976; Palmberg, 1985; Otsamo et al., 1993;
Carrera, 1990; Rozanov, 1982; Lee et al., 1992, Pires y
Kageyama,1988; Camacho, 1990; Spooner, 1982; Mensching, 1988); se
considera que la siguiente es una lista de especies pioneras para
la región: Tabla 2.

Tabla 2. Lista de especies pioneras en la
región del Bajo Cauca Antioqueño.

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Continuación Tabla 2.

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Para el CIA (1988), el patrón de
colonización de estas especies no sigue una cobertura
general del terreno y no hay una marcada diferenciación en
la composición florística en los primeros
estadíos. Por lo tanto, no parecen existir estadíos
típicos de sucesión, las áreas colonizadas
se reducen a zonas con cúmulo de sedimentos (De Oliveira,
1982) y no se registra una marcada dominación de una
determinada especie, aunque las gramineas son más comunes
que otros grupos. Algunas especies arbóreas como el Carate
(Vismia ferruginea), la Ceiba (Ceiba pentandra)
y el Guásimo (Guazuma ulmifolia) germinan, pero
nunca alcanzan más de un metro, según concluyen los
investigadores del CIA (1988).

La vegetación y la cobertura inicial es
supeditada a ciertas posiciones del terreno, haciendo que la
erosión y el lavado de los suelos sea permanente.
Adicionalmente, no hay una marcada correlación entre
grados de perturbación y las especies colonizadoras. Las
leguminosas al comienzo dominantes, desaparecen debido a la casi
total ausencia de flora bacteriana (CIA, 1988; Degne, 1983;
Montero de Burgos, 1987; Burbano, 1989).En los sitios con
cúmulos de piedras, producto del lavado del suelo, las
altas temperaturas y la deficiencia casi total de nutrientes,
hace que estas zonas permanezcan libres de plantas, incluso en
las áreas cercanas a bosques de cierta magnitud (CIA,
1988; Jaquiot, 1983; Villaleón, 1974).

A continuación se detallan las especies que
serán objeto de estudio en el presente trabajo.

2.1 BALSO

2.1.1 Descripción
taxonómica

  • Familia Bombacaceae

  • Especie Ochroma lagopus (Cav.)
    Urban.

  • Sinónimo(s): Ochroma obtusa
    Roculee

Ochroma pyramidale (Cav.) Urban.

Ochroma grandiflora Rowlee

Ochroma bicolor Rowlee

Bombax pyramidale

Ochroma peruviana Fohnst

Ochroma tomentosa Willd

Ochroma velotina Rowlee

Ochroma limonensis Rowlee

  • Nombres comunes: Balsa, Balso, Balso real, Tucumo,
    Ceiba de lana, Lano, Palo de Balsa, Menuditos, Balso de lana
    (Ayús, 1991; Bartholomaus et al., 1990; Mahecha,
    1984), Palo de lana, Tacariguo, Tambor, Cambómboro,
    Samo (Schnee, 1984).

2.1.2 Descripción de la especie

• Arbol de crecimiento muy rápido, con 6 a
25 metros de alto y un diámetro de hasta 80 cm. Fuste
recto, liso, gris pardo, con lenticelas abundantes, con pocas
ramas, gruesas y largas; la copa es abierta, aparasolada e
irregular, la corteza es de color gris, lisa, con pocas
cicatrices (Ayús, 1991; Echavarría, 1988; Schnee,
1984; Mahecha, 1984).

• Ramas. Las bajeras son gruesas y extendidas,
grisáceas, poco ramificadas; las ramitas son gruesas
ferrugineas (Schnee,1984; Bartholomaus, 1990).

• Corteza. Muerta, lisa blancusca. Desprendible en
tiras largas (Ayús, 1991; Bartholomaus, 1990).

• Hojas. Anchas (Æ 10 cm ), simples, alternas
casi trilobuladas, estipuladas, con peciolos largos, gruesos y
pubescentes, base cordada, margen entero, ápice obtuso y
agudo, haz glabro y envés pubescente, con nervaduras
palmeadas, prominentes que se originan en la base de la hoja
(Pennington, 1968; Mazo, 1976).

• Flores. Blancas (Æ 10 cm ), solitarias,
axiales, sobre pedúnculos pubescentes con 20 cm de largo,
perforadas, actinomorfas de 10 a 17 cm de largo, de cáliz
rojo, pétalos blancos con bordes rojizos (Pennington,
1968; Echavarría, 1988; Bartholomaus, 1990).

2.1.3 Floración y
Fructificación.

Los frutos son cápsulas carmelitas alargadas de
15 a 18 cm de largo con 10 costillas prominentes, longitudinales,
verdes, rodeados por abundante vello sedoso blanco-amarillento,
que contiene numerosas semillas (Schnne, 1984; Bartholomaus,
1990; Espinal, 1984).Según Mazo (1976), florece y
fructifica en los meses secos o de verano y sus frutos son
cosechados en los meses de invierno o de lluvia.

En el área de estudio (Bajo Cauca
Antioqueño) se le observa con frutos durante todo el
año, principalmente de enero a marzo.

Bartholomaus (1990), anota para la época de
floración los meses de diciembre hasta abril y la de
fructificación de mayo a octubre.

2.1.4 Distribución y
hábitat

Este árbol es silvestre en las Indias
Occidentales, América Central, Colombia, Perú,
Bolivia, Venezuela y las Antillas, según Schnee (1984) y
Mazo (1976). Según Bartholomaus (1990), la especie es
originaria de centroamérica.

En Colombia se le encuentra en la Costa Atlática,
Antioquia, Huila, Tolima y en la Costa Pacífica, en
especial en el Chocó (Ayús, 1991).

Especie heliófita, crece en las regiones
tropicales y subtropicales en bosque seco tropical (bs-T), bosque
seco premontano (bs-PM) y bosque húmedo premontano
(bh-PM), Ayús (1991). Espinal (1984), lo reporta en
Antioquia de los 0 a los 2000 msnm. En Colombia se le ha
observado entre los 0 y 1600 msnm (Bartholomaus,
1990).

2.1.5 Propagación

Esta planta es una especie característica de la
sucesión secundaria del bosque (La Rotta, 1992; Espinal,
1984; Hoyos, 1974), lo que le supone un poder de establecimiento
por rebrote o semilla. A este respecto sin más detalles
Pérez (1978), menciona que la planta surge
espontáneamente en sitios que han sufrido incendios
forestales.

Por otra parte Hoyos (1974), fuera de recalcar la
abundancia del árbol en zonas húmedas, anota:
"Generalmente se produce por medio de semillas, en la que
interfieren principalmente el aire y el agua "" ,
refiriéndose con esto a la forma de transporte.

Bartholomaus (1990), atribuye la propagación de
la especie a la semilla, aconsejando secar los frutos al sol para
extraer las semillas que se deben sembrar en semillero a 1cm de
profundidad, a 2 cm entre sí, con 10 cm entre surcos. El
transplante se efectúa cuando la plántula alcanza
20 cm.

2.1.6 Usos

Madera. La más liviana entre las comerciales,
clasificada como extremadamente liviana dentro del grupo I, con
un peso específico anhídro de 0.17 gr/cm2 .
Tradicionalmente se ha usado en aeromodelismo y en la
construcción de aeroplanos mayores, sobre todo en la
segunda guerra mundial. Se utiliza como aislante térmico y
acústico; en la construcción de boyas y salvavidas
y para acentar filos de navajas, machetes, cuchillos
(Ayús, 1991; Avellaneda, 1984; Mora, 1974; Suarez,
1984).

Según La Rotta (1992), en la comunidad
Indígena Miraña, la madera del tronco se emplea
para tallar los juguetes de los niños; la corteza se
utiliza en la elaboración de recipientes en los que se
deposita la masa de la yuca brava y la Cahuana; con las tiras se
hacen las cargaderas de los canastos y el mata
frío.

Lana. Con el algodón de los frutos conocido bajo
el nombre de Kapok, se rellenan colchones y almohadas
(Ayús, 1991; Avellaneda, 1984; Schnne, 1984; Camargo,
1970).

2.1.7 Características deseables para la
rehabilitación de suelos

Especie reportada por Parent (1989), para la
recuperación de suelos, llega a crecer hasta 3 metros y
ocasionalmente más por año (Roa, 1979), Soporta
rangos de precipitación muy amplios, diversos pisos
térmicos (de 0 a 2000 metros de altura), así como
suelos pobres (Avellaneda, 1984; Espinal, 1984).Es una especie
típicamente pionera y en ocasiones crece profusamente en
los desmontes y a la orilla de caminos y carreteras, tiene la
facultad de producir un gran número de hojas (Del Valle,
1972). La propiedad de esta planta de producir abundante follaje
y la de depositarlo rápido y continuamente en el suelo, le
aseguran a este una barrera contra la radiación, el poder
erosivo de las gotas de lluvia, una menor tasa de
evapotranspiración, un establecimiento de organismos
saprófitos y por último una texturización
del suelo (Schoenholtz, 1992).

Según Bartholomaus (1990), la especie es
útil para control de erosión y soporta suelos
pobres y arcillosos.

En el área de estudio se le ha observado en forma
dispersa en potreros y muy especialmente sobre cargueros o
escombreras de minas abandonadas, lo que le da un poder natural
de colonización de estos sitios y lo que le asegura
funciones de prevención de erosión,
reposición del humus, aumento de cierta microfauna y
amarre natural del suelo, Orozco y Gómez
(1994).

2.2 QUIEBRABARRIGO

2.2.1 Descripción
Taxonómica

  • Familia Acanthaceae

  • Especie Trichantera gigantea (Humb et
    Bompl) Nees.

  • Sinónimo Ruleta gigantea (Humb et
    Bompl)

  • Nombres comunes: Quiebrabarrigo, Nacedero, Aro,
    Cajeto, Madre de agua, Naranjillo, Palo de agua, Pausanto,
    Fune, Suiban, Cenicero, Tuno, Beque, Yatago (Gómez,
    1989; Mahecha, 1984; Pérez, 1978; Bartholomaus,
    1990).

2.2.2 Descripción de la especie

• Arbol que crece hasta 15 metros de altura, 12 a
40 cm de diámetro; fuste cónico de 3 a 8 metros de
altura y base recta. Corteza interna y media: blanca, externa:
verdosa olorosa que se oxida pronto (Mahecha, 1984; López,
1989).

• Ramas. Amarillentas, nudosas anilladas y
tetrásticas. Presenta un follaje espeso, copa globosa
(Mahecha, 1984).

?•? Hojas. De 14 cm, simples, enteras, opuestas sin
estípulas con nudos muy pronunciados, ápice
acuminado, base redondeada, superficie glabra o con pilocidad
espaciada en las hojas más grandes (Mahecha, 1984;
Espinal, 1984; López, 1989).

• Flores. (Æ 3 cm), parecidas a campanas,
gamopeÉtalas, interior rojizo, pelos en las antenas
(Mahecha, 1984; Avellaneda, 1989).

2.2.3 Floración y
Fructificación

El fruto es una cápsula con cuatro semillas, 1.5
a 2 cm de largo y 1 de diámetro, pubescente; semilla
lenticular 3 a 4 mm de ancho (Leonard, 1951; Avellaneda, 1984;
Espinal, 1984).

La floración se presenta entre los meses de enero
y febrero. La fructificación entre los meses de marzo y
abril, según lo reportado por Gómez
(1989).

Para Bartholomaus (1990) la floración se da entre
diciembre y abril, mientras la fructificación entre mayo y
octubre.

Bajo observaciones propias de la especie en bh-PM, la
floración es de noviembre a diciembre y la
fructificación de enero a febrero.

2.2.4 Distribución y
hábitat

Arbol abundante y bien distribuido, desde Costa Rica a
Colombia, Venezuela y las Guayanas (López, 1989; Mahecha,
1984).

Según Bartholomaus (1990), la especie es
originaria de Centroamérica.

Según Espinal (1984), en Antioquía es
común en las zonas calientes y cafeteras.

En cuanto al clima y suelo, el quiebrabarrigo necesita
una altitud entre los 30 y 1700 msnm -para Bartholomaus (1990),
en Colombia se ha observado entre 0 y 2000 msnm-; una temperatura
entre 19 y 24 0C y una precipitación de 1400 a 2800 mm por
año. Se encuentra en zonas de vida como bosques seco
tropical (bs-T), bosque húmedo tropical (bh-T), bosque
húmedo premontano (bh-PM), bosque muy húmedo
premontano (bmh-PM).Exige un suelo con drenaje bueno a alto,
suelos francos y un pH mayor de 4.5 con fertilidad moderada
(Parent, 1984 y 1989; Pérez, 1978). Es frecuente en
lugares húmedos, generalmente bordeando quebradas y
nacimientos de agua (Roa, 1969).

2.2.5 Propagación

Su establecimiento, generalmente reportado a quebradas,
nacimientos y fuentes de agua (Roa, 1969; Hoyos, 1974;
Gómez, 1989), se lleva a cabo por estacas, según
Gómez (1989) y Bartholomaus (1990). Prefiere suelos
húmedos y aireados (Hoyos, 1974).

Su reproducción por semilla es poco reportada,
sólo Hoyos (1974) menciona el género
Bravaisia (único que con Trichantera son
árboles de la familia Acanthaceae) con reproducción
sexual , y Parent (1989) anota un rango de germinación
para la especie del 0 al 2 %.

Bartholomaus (1990), sin pormenores sobre tratamientos
pregerminativos y señalando como estacas y rebrotes de
tocón la forma de propagación de la especie; da una
germinación del 27 % y 29 días para la
iniciación de dicha germinación.

2.2.6 Usos

Madera. Usada como linderos para fijar las alambradas,
es blanca amarillenta no durable en contacto con el suelo; tiene
una densidad media (Pérez, 1978; Gómez,
1989).

Hojas. Como forraje de alto contenido proteico para
bovinos, equinos, porcinos, caprinos, aves y demás
animales domésticos (Mahecha, 1984; Bartholomaus, 1990).
Los emplastos de ellas se usan para tratar hernias en los
animales y madurar granos, curar fiebres, hemorroides, varias
clases de reumatismo, afecciones del hígado y
riñones, según lo reportan Avellaneda (1984),
Chavarriaga (1976) y Yepes (1981). La bebida del cocimiento de
sus hojas y ramas se emplea para bajar de peso y reducir la
tensión arterial, Bartholomaus (1990); este mismo autor la
reporta como melífera.

2.2.7 Características deseables para la
recuperación de suelos

La amplia adaptabilidad de este árbol a
diferentes condiciones, así como su gran abundancia,
distribución, uso y fácil manejo, hacen del
nacedero una especie promisoria en prácticas de
conservación de suelos (Gómez, 1989).

Según Bartholomaus (1990), la especie soporta
suelos pobres, arcillosos y encharcados.

Por otra parte se encuentran los beneficios directos e
indirectos que conlleva este tipo de vegetación en la
progresión de un suelo: 1. De prevención contra
efectos erosivos, 2. En la reposición del humus, 3. Como
medio para determinada población microbiológica y
4. El efecto físico del amarre del suelo (Orozco y
Gómez, 1994).

Materiales y
métodos

Este trabajo de investigación hace parte de los
lineamientos del proyecto de investigación " Estudios
básicos para un manejo biótico de suelos
degradados", del grupo de investigación de
Biotecnología en la rehabilitación de suelos
(Orozco et al, 1994).

3.1 CARACTERIZACION DE LA ZONA DE
TRABAJO

3.1.1 Localización

Según la Figura 1., la región del Bajo
Cauca está situada al norte del departamento de Antioquia
y dentro de las siguientes coordenadas (DAP, 1978 y 1979;
Bustamante, 1983; Instituto Geográfico Agustin Codazzi
-IGAC-, 1972; Orozco y Gómez, 1994).

Latitud: N, 8° 8" 7"" ; S, 7° 17"
24""

Longitud: E, 74° 28" 38"" ; W, 76° 8"
23""

Altitud: 100 – 200 m.s.n.m.

En esta región está ubicada la denominada
zona de minería de aluvión del Bajo Cauca y en ella
se llevó a cabo una observación directa de las
escombreras que resultan de este tipo de minería,
especialmente, de las minas que se encuentran a lado y lado de la
"Troncal del Norte", desde inmediaciones de Puerto Valdivia hasta
Caucasia.

3.1.2 Clima

En la región las temperaturas varían entre
28 y 34°C, y presenta un promedio anual de lluvias entre 2000
y 4000 mm, siendo el periodo más intenso en los meses de
mayo a octubre, y una estación seca bastante definida en
los tres primeros meses del año (DAP, 1978; Orozco y
Gómez, 1994).

Según Espinal (1977), en el área
predominan las siguientes zonas de vida: Bosque húmedo
tropical (bh – T), Transición bosque húmedo, Bosque
muy húmedo tropical (bmh – T) y bosque muy húmedo
subtropical (bmh – ST). Para el DAP (1978), el bosque
húmedo tropical caracteriza más del 60 % del
área total del bajo Cauca.

3.1.3 Suelos

Geomorfológicamente corresponde a un sistema
colinado con pendientes cortas, convexas con cimas redondeadas.
El material parental corresponde a rocas sedimentarias, arcillas
y areniscas estratificadas del terciario. En general son suelos
profundos, bien drenados, con texturas finas a medias y han sido
clasificados como Typic Dystropept, Typic Tropodult y Oxic
Dystropept (IGAC, 1979).

Bajo condiciones normales su fertilidad es buena
(Espinal, 1977). Según IGAC (1972) y Bustamante (1983),
tienen un pH bajo, presentándose reacción
ácida entre 4.6 y 5.5 debido a condiciones
climáticas de alta temperatura y alta
precipitación, las cuales traen como consecuencia bajos
niveles de calcio, magnesio y fósforo aprovechable;
niveles altos de Al, Fe, Mn, H en concentraciones
tóxicas.

Benavides (1972) y Cervantes (1970), afirman que en
condiciones de vegetación natural, el contenido de materia
orgánica, el suministro de nitrógeno y la
estructura son satisfactorios, pero tan pronto el sistema se
interviene sin un manejo adecuado del suelo, se corre un riesgo,
debido a que los procesos de descomposición son muy
rápidos, se pierde la materia orgánica, se suspende
el suministro de N y se afecta la estructura.

Con situaciones extremas de degradación el
contenido de carbono no es mayor de 0.5 % y existe una baja o
nula actividad biológica, Orozco y Gómez
(1994).

3.2 Caracterización
físico-química y microbiológica de algunos
suelos de minería

Las muestras de suelo para análisis físico
– químicos se obtuvieron de escombreras sin cobertura y
con cobertura de balso (O. Lagopus) ubicadas en las
fincas La Cubana y El Torín del municipio de
Cáceres.

El análisis de estos suelos se realizó
según las metodologías del Laboratorio de Suelos de
la Universidad Nacional de Colombia, Sede Medellín, que
son las recomendadas por el Instituto Geográfico
Agustín Codazzi (IGAC, 1990).

Se realizó un muestreo rizosférico de las
plantas de balso (O. Lagopus) y de quiebrabarrigo
(T. Gigantea), ubicadas en la zona de trabajo; muestras
que se transportaron en neveras portátiles.

Para el aislamiento géneral de los organismos del
suelo rizosférico, se usó el método del
plato diluido (Red, 1928; Bergey"s, 1957; Breach, 1970); donde
para cada grupo de microorganismos se utilizó un medio de
cultivo específico.

Partes: 1, 2

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