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La vida y felicidad del hombre y su relación con Dios



Partes: 1, 2, 3

  1. Introducción
  2. Planteamiento del problema
  3. Desarrollo
  4. A modo
    de conclusión
  5. Citas
    bíblicas
  6. Bibliografía

Introducción

Aprender a pensar la vida como la empresa más
valiosa del universo.

El hombre de todas las épocas y de manera muy
especial hoy, se indaga sobre ¿Qué es la vida?;
podría afirmar que toda actividad humana está
orientada hacia el logro de resolver dicho interrogante. Sin
embargo, tal vez nunca antes como ahora, se ha prestado tanto
interés al tema. Conviene entonces que preguntemos, por
qué los hombres aspiran siempre a vivir gozosos y para
lograrlo deben aprender a administrar su propia vida.

En cuanto al contenido, el autor toma como objeto de
investigación "la felicidad del Hombre y su
relación con Dios
".

Cabe añadir, y no menos importante, que el autor
invita a la aventura de la investigación que es uno de los
elementos del conocimiento de fronteras.

La reflexión sobre la vida es un tema de
palpitante actualidad, todas las ciencias han abordado el tema,
la vida misma sigue siendo un interrogante y una inquietud
compleja, que el mismo hombre no ha podido descifrar en su
más amplio sentido.

En los procesos de la construcción de un ser
humano superior, es fundamental el desarrollo de principios y
valores, todos ellos encaminados a darle a la vida el lugar y
espacio de trascendencia.

Gerenciar con eficiencia nuestra vida, sólo es
posible si primero creemos en nosotros mismos, si nos auto
descubrimos, si reconocemos nuestras habilidades y sobre todo si
tenemos una visión de grandeza. La gerencia implica
planear, controlar, manejar recursos intelectuales, emocionales,
espirituales, físicos y actitudinales. Es una tarea que
exige interiorización; el autoconocimiento y el
reconocimiento de nosotros mismos.

El presente escrito, tiene como propósito
concienciar en la adopción de un riguroso plan de
acción con metas programadas, propósitos definidos,
visión, misión operativa y sobre todo la
valoración de nuestra propia vida. Para tal fin hay que
empezar por el conocimiento de nuestras "debilidades" y
"fortalezas". Pero teniendo siempre presente que el amor
propio es el ingrediente fundamental para el crecimiento
espiritual y personal.

Se pretende rescatar el goce de aprender a valorar la
vida, rescatar la capacidad de asombro ante sí mismo, como
expresión del milagro de la vida. Porque, el mundo
comienza en nuestra piel con nuestros sentimientos y emociones y
termina en la más lejana de las galaxias y las
quásares[1]dado que el mundo nos afecta he
influye sobre todas nuestras acciones de vida.

Planteamiento del
problema

"El deseo intenso crea no
sólo sus propias oportunidades sino a demás sus
propios talentos
".

Eric
Hoffer
[2]

"No es breve la vida, nosotros
la abreviamos -Los vicios, las ocupaciones inútiles- las
ociosidades nos hurtan una parte del precioso
tiempo
".

Séneca[3]

En cada uno de los ensayos realizados para este trabajo
de indagación se pretende demostrar que la Vida, "es
la empresa más valiosa, que es lo bueno, lo bello y lo
útil de la vida
". También se discernirá
sobre la vida frente al tiempo, los valores que adornan nuestra
vida, las cualidades que evidencian que el ser humano tiene un
toque de divinidad, la vida y su relación con otros
valores como la tolerancia, la comprensión y el afecto. Se
termina el ejercicio con ejemplos de administración de
grandes vidas: Einstein, Gorbachov, la
Madre Teresa de Calcuta, el Rey Pelé,
son entre otros, ejemplos administrativos de vidas, los tres son
el resultado del esfuerzo del cumplimiento de férreos
principios como la consistencia, la generosidad, la tenacidad y
la esperanza de lograr lo que se propusieron.
(1)

Se realizará una indagación
bibliográfica en referencia a grandes vidas y criterios de
valoración del valor supremo. Y sobre todo se
desarrollará una propuesta en torno a cómo ser
"gerente, propietario de la vida como empresa más
valiosa
".

El lenguaje argumentativo será el utilizado en
este trabajo. Se utilizara una estructura deductiva y se
citará para facilitar la demostración de las tesis
y la sustentación de la hipótesis mayor; es decir,
una dialéctica fácil de entender. Pero el
propósito central no es hacer de este trabajo, uno de
naturaleza científica, sino sencillo, entendible por
cualquier persona.

Se espera avanzar en el conocimiento, reconocimiento, la
autoaceptación y la proyección que permita la
valoración de la vida como una gran oportunidad de ser
vivida, y la aplicación de estrategias para administrarla
como lo más importante del universo.

Experiencia que fue extraordinaria y formadora, porque
pude por primera vez acercarme a la "Filosofía de la
espiritualidad
" y la búsqueda de mi grandeza como ser
superior.

El profesor Jorge Velasco refiriéndose
al libro "El Origen de la Vida" del profesor Ruso
Alexander Ivanovich Oparin[4]plantea:
quizás la aparición de la vida -mucho antes que la
del hombre- haya sido un milagro, pero los científicos se
resisten a aceptar este punto de vista y más bien aceptan
que la vida surgió como consecuencia de factores
determinantes y su posterior evolución espontánea
por medio de reacciones químicas producidas en la
materia.

"Sólo está bien
invertido el tiempo que se consagra a la sabiduría
–la vida es breve, el arte es largo–. No es que
tengamos poco sino que perdemos mucho
".

Séneca[5]

Las primeras teorías sobre el problema del origen
de la vida por su carácter metafísico van
más allá del alcance de la investigación
científica, que no es propósito del presente
trabajo, como lo dijéramos en palabras iniciales; es otro,
el de demostrar la felicidad del Hombre a lado de Dios.
Están fundamentadas en manifestaciones de fe, en el poder
de un ser inasequible a la comprensión humana.

Las segundas teorías sostienen que el origen de
la vida responde a leyes de la física y la química
y la explican a partir de la existencia de determinadas
temperaturas, humedad, radiaciones, sustancias básicas,
espacio y tiempo para que puedan tener lugar las combinaciones
necesarias que determinaron los cambios y transformaciones que
dieron origen al llamado "milagro de la vida"

Hasta el siglo XIX la materia del universo estaba
clasificada de manera muy extraña. Se hablaba del Universo
como un paquete con billones de estrellas, el planeta tierra con
todas sus rocas, la atmósfera y los océanos. Por
otro lado se hablada también de una cantidad infinita de
materia que incluye la masa total de los seres vivos, se
tenía la creencia que solo la vida la produce un ser vivo.
Fue necesario que Louis
Pasteur
[6]demostrara que la generación
espontánea es un mito, para que se negara la tesis que las
moléculas de vida se originan a partir de la propia
vida.

"Una buena vida es aquella
inspirada por el amor y guiada por la
inteligencia
".

Bertrán
Russell
[7]

La misión de la universidad es fortalecer la
memoria colectiva a través de avanzar en el conocimiento y
el amor haciendo de la vida un continuo aprendizaje; es decir,
servir a la sociedad en la producción de un nuevo
conocimiento y formar para vivir mejor por tal motivo ella
privilegia la vida por encima de toda forma de racionalidad
instrumental.

El ser humano es la criatura más compleja que
vive sobre la faz de la tierra. Pero no hay nada tan fácil
como vivir. La vida surge evoluciona y declina en una incesante
sucesión de maravillas. El hombre es una suma interminable
de funciones biológicas destinadas a mantener el
equilibrio, al igual que todas las criaturas vivientes, él
es un ser de necesidades. El mismo hombre ha hecho insoportable
la vida en su afán por dominarlo todo.

"vivimos un momento de la
historia de la humanidad en que el crecimiento de la
población humana constituye una amenaza no solo para la
vida humana misma sino la de todo el
planeta
"

Humberto
Maturana
[8]

La definición común dice que la vida es
una actividad propia y peculiar de seres organizados,
caracterizado por la inmanencia de esta actividad. Para
Aristóteles la vida es algo que gira entre el
interior y el exterior, entre el alma y el cuerpo, y es a partir
de Descartes que la vida deja de ser un simple
fenómeno primario, para convertirse en un complejo proceso
mecánico y psíquico; el ser viviente es considerado
como una máquina y su organismo como una suma de
instrumentos útiles.

Con Federico Nietzsche[9]la vida
es colocada en el centro de todos los juicios de valor. Con
él se origina la filosofía de la vida, que concibe
a esta como el valor supremo, ella es superior al bien y al mal;
la trascendencia de la vida debe arrastrar a todos los valores en
una vida ascendente.

Es muy común encontrar que los jóvenes
deseen disfrutar la vida sin haber hecho lo suficiente y son
pocos los que se formulan el interrogante del ¿cómo
administrar la vida? Sobre todo cuando no se tiene la conciencia
de que ella representa la empresa más valiosa del
universo.

Responder el interrogante no es sencillo, ni se puede
lograr en poco tiempo. Para ello son necesarios: el
autoconocimiento, el reconocimiento y fundamentalmente, el
aprender a aceptarnos. Por tal motivo el propósito central
de este trabajo mostrar las pautas para la gerencia de nuestras
vidas como empresas valiosas.

Una gerencia afectiva de vida se logra con creatividad,
talento, racionalidad y fundamentalmente amor por sí
mismo; la autoestima es el motor, es el combustible fundamental
para una excelente administración de vida.

Las estrategias fundamentales para la gerencia de la vida como
empresa más importante del universo:

  • Tenga siempre una actitud de gozo.

  • Conviértase en el actor, el artista, el
    protagonista, el piloto, el escultor de su vida.

  • Sea un aprendiz permanente.

  • Eleve su autoestima con acciones que confirmen su
    grandeza.

  • Sienta dicha, en todo lo haga.

  • Tenga sobra confianza en usted mismo.

  • Practique la búsqueda de la felicidad a partir de
    preocuparse por la felicidad y bienestar de los
    demás.

  • Mantenga siempre viva la llama por la vida.

  • Piense en grande y siempre en forma positiva y
    entusiasta.

  • Tenga planes, metas, propósitos, fines claros y
    visión de grandeza.

  • Aprenda a conocerse, reconocerse y aceptarse.

  • Tramita alegría, sonría, mejore la imagen de
    usted mismo.

  • Confíe en usted y en los demás.

  • Conserve elevada la moral de logro.

Los siguientes son secretos para la gerencia de la vida.
Adam J Jackson[10]en su obra "Los 10
secretos de la abundante felicidad
" señala los
siguientes:

  • El poder de la actitud. La actitud es el pincel con el que
    la mente pinta nuestra vida. Y somos nosotros los que
    elegimos los colores.

  • El poder del cuerpo. El ejercicio no solo es necesario
    para la salud física sino también para el
    bienestar de la mente.

  • El poder del "aquí y el ahora" vivir
    siempre el momento presente.

  • El poder de nuestra propia imagen. Actúe como
    sí.

  • El poder de las metas. Las metas dan significado a
    nuestras vidas.

  • El poder del humor. Aprenda sobre sí mismo y a
    reírse de sus éxitos y fracasos.

  • El poder del perdón. Perdónese a sí
    mismo y a los demás.

  • El poder del dar. Ahí está la verdadera
    felicidad.

  • El poder de las relaciones. La calidad de mi vida depende
    de la calidad de mis relaciones.

  • El poder de la fe. Ella es la confianza que nos da la
    vida.

Pero pocos son los que se preocupan de escribir sobre la
felicidad del Hombre en relación con Dios; que es lo
más hermoso; en las Sagradas Escrituras, encontramos
hermosos pasajes bíblicos, sobre historias, consejos,
experiencias de vida; que leyéndolas estoy seguro que
engrandecerá nuestro corazón y nuestro
espíritu se llenará de regocijo.

Desarrollo

  • LA VIDA DEL HOMBRE EN
    SOCIEDAD[11]

El Hombre Moderno, desde el punto de vista de la
Biblia.

Las personalidades de la Biblia, y especialmente Dios, han
sido comprendidas y consideradas siempre por el prisma de la
mente humana limitada, y por su capacidad interpretativa de la
época en que vivían.

Nuestra era científica es una etapa en que la raza
humana ha llegado a la madurez intelectual. Implica la
pérdida de aquellas ilusiones confortantes que, en la
niñez, nos protegían contra las rudas realidades
del mundo en el cual nacimos. Tanto para un pueblo como para el
individuo, el proceso de crecer es siempre penoso. Como
Proverbios y Eclesiastés, el devastador pensador
existencialista de los tiempos del Antiguo Testamento, donde
Salomón lo veía tan claramente: "Entender los
consejos prudentes, y recibir la buena doctrina, la justicia, la
rectitud y la equidad
"; "En la mucha sabiduría
hay molestia; y quien añade ciencia, añade
dolor
". (2)

En el pequeño mundo de la Alta Edad Media,
plácido y calurosamente envuelto en sus
concéntricas esferas de cristal, el hombre no estaba lejos
de aquel ámbito esplendoroso "más allá
del Cielo
", donde recibiría, después de haber
llegado la hora, una recompensa perenne por las penas y las
preocupaciones que había sufrido durante su breve
peregrinaje aquí abajo, en la Tierra. El nacimiento de la
ciencia moderna, si bien alivió en gran medida la
condición terrenal del ser humano, lo despojó de su
sensación tan agradable, de sentirse a sus anchas en el
centro del universo; en lugar de las esferas de cristal y de los
cielos brillantes encima de ellas, le reveló la infinitud
sobrecogedora del desierto cósmico.

Asustado y solo en un vacío enorme y silencioso, el
hombre en un lento desarrollo ha sido librado a su suerte con las
leyendas de la ciencia-ficción, o distraía su
atención de su condición perdida, comprometiendo
todas sus energías en la febril tarea de derribar graneros
a fin de construir otros más grandes. El advenimiento de
la cosmovisión científica trajo consigo la
conciencia de la futileza final de toda la vida y de la labor del
hombre, y ha convertido al "niño" confiado y
esperanzado de la era de la fe, en el adulto neurótico e
inadaptado de la época moderna, desilusionada, triste e
insegura[12]

Sin embargo, la destrucción de las ilusiones, aunque
penosa, es necesaria y saludable. El desarrollo de las ciencias
naturales destruyó la cosmología
aristotélica, que los escolásticos medievales de la
época anterior habían amalgamado con el contenido
de la Biblia; pero de ninguna manera ha hecho caducar la verdad
moral de la Biblia. Al contrario: azuzó las mentes
religiosas dentro del nuevo movimiento científico, como el
de Pascal, al adelantarse hacia una apreciación más
clara de la naturaleza basada en la verdad bíblica. Era
cada vez más evidente que lo que está revelado en
la Biblia no es una cosmología, ni son verdades acerca de
la naturaleza que las ciencias naturales pueden explorar.

Pero no se percibieron todas las derivaciones de este
reconocimiento hasta que llegó a su fin la
Revolución Científica con la introducción
del método científico en el
siglo XIX. Todavía
Newton[13]no lo percibió, y
dedicó muchas horas de estudio a la tarea de reconciliar
sus observaciones astronómicas con la supuesta
cronología universal de la Biblia.

Sin embargo, a la luz de nuestra perspectiva histórica,
vemos más claramente aquello que para él no era
posible ver, es decir, que la Biblia no nos da una
cronología ni una cosmología divinamente revelada.
Hemos de buscar en la ciencia la información acerca de la
estructura o de la edad del universo material, porque tal verdad
no nos está dada en la Biblia. Tenemos que buscar en la
ciencia de la historiografía la información acerca
de la cronología de la Biblia, porque vemos ahora que
ésta no es sino una de las muchas fuentes de nuestro
conocimiento acerca del pueblo hebreo y de las vicisitudes de su
existencia entre las naciones del mundo antiguo. Pero sí
es la fuente más importante para brindar una base moral y
ética para toda la humanidad.

Los libros que aparecen de tiempo en tiempo, con el
propósito de demostrar a base de descubrimientos
arqueológicos que "la Biblia tenía
razón
", han confirmado muchas narraciones
bíblicas, pero no prestan un servicio muy bueno si
sugieren que la Biblia fue escrita con la intención de
proveernos una crónica histórica
científicamente avalada. Es importante, en efecto, que la
historia bíblica sea una historia real de hombres y
mujeres reales y no una novela ficticia acerca de héroes y
acontecimientos míticos. La Biblia no es ciencia y si no
lo es, resulta inapropiado aplicarle parámetros
científicos. La Biblia seguirá siendo un libro de
historia real, y como tal, continuará siendo una fuente de
supremo interés y valor para todos los historiadores del
mundo antiguo. Pero no en su calidad de texto documental de
historia antigua, como la valoran algunos; la comprobación
a base de informaciones arqueológicas e históricas
seguramente no va a influir jamás en la aceptación
o no aceptación de su contenido moral.

Judíos y cristianos aprecian la Biblia como el
testimonio de aquellos que estaban allí presentes cuando
Dios reveló Su presencia y Su poder salvador en el curso
real de la historia. He aquí el valor permanente de la
Biblia. En virtud de este testimonio, la Biblia da esperanza y
consuelo al hombre, también en la era de la ciencia, tal
como lo ha hecho en todas las épocas anteriores. Es el
Libro de los libros. Es el Libro más completo de la
Historia. La Biblia vive. Los clásicos reposan en la paz
de las bibliotecas, polvorienta, cansada, son materia para
eruditos. La Biblia es sencilla, está escrita con menos
artificios retóricos, pero como tal, es viviente y
vivificadora.

El surgimiento del método científico, tanto en
las ciencias naturales como en la historiografía, nos ha
aclarado la naturaleza de la Biblia como testimonio de la
Revelación de Dios en la historia, más que nunca en
épocas pre científicas.

Muchos se preguntan, ¿Cómo sabemos que la Biblia
es verídica, si su verdad no pertenece a aquellas que
pueden corroborarse por investigaciones científicas?. La
Biblia no nos da ninguna respuesta a preguntas
científicas; sus autores no tenían acceso a fuentes
de información sobrenaturales acerca de los problemas
científicos, tales como la edad de la Tierra o los
orígenes de los semitas; en efecto, es evidente que poco
les interesaban los problemas científicos y tampoco
estaban preparados para formularlos.

La Biblia no nos confiere un saber científico sino
"existencial", es decir, una auténtica conciencia
de nuestra existencia en relación con Dios, con nuestros
semejantes y con nuestro mundo. Nos revela nuestra
condición como criaturas hechas a la imagen de Dios, pero
rebeldes contra Su voluntad amorosa; somos libres de elegir la
verdad, pero vivimos en falsedad; tenemos deseos de eternidad,
pero estamos conscientes de que moriremos.

De la observación empírica, podemos aprender y
comprender que moriremos, porque ésta es la suerte
común de todos los seres humanos. "De la
"Cosmología Científica moderna" podemos aprender
algo acerca de la aterradora nulidad y transitoriedad de nuestro
ser en los vastos y vacíos espacios cósmicos del
universo en expansión. Pero de la Revelación
Bíblica aprendemos algo aún más aterrador:
aprendemos no sólo que moriremos, sino que merecemos la
muerte, que la sentencia de muerte que pesa sobre nosotros es
justa; aprendemos no sólo que estamos solos en un vasto
universo impersonal, indiferente a nuestras aspiraciones y
temores, sino que nuestra soledad y nulidad son los resultados de
nuestro deliberado enajenamiento de nuestro propio y verdadero
ser, a donde no dejamos entrar a Dios, quien se
manifestaría en nuestra vida como nuestra conciencia, que
dirige y controla nuestras
actividades
."[14]

Enfrentándonos de una manera desoladora con la realidad
de nuestra existencia, la Biblia es aún más
destructiva para las ilusiones y mitologías reconfortantes
del hombre que la cosmovisión austera de la ciencia.
Así, resulta que la revelación bíblica es
tan pertinente, tan verídica en la era de la ciencia, como
siempre lo ha sido en la larga historia del género humano,
pues nos habla de nuestra situación existencial, y no de
nuestro status científicamente determinable en el mundo.
La Revelación Bíblica no puede entrar en conflicto
con la ciencia moderna, ni ser corroborada ni refutada por
ella.

Pero la Biblia no nos da tan sólo un análisis
desolador de nuestra condición humana; también nos
da una Buena Nueva, una seguridad de que Dios ha previsto para
nosotros un medio de superar el enajenamiento de nuestro ser a
través de la reconciliación con nosotros mismos,
con nuestra familia, con nuestros semejantes y con El.
¿Pero cómo sabemos que ese Evangelio no es
también una mitología, una ilusión
reconfortante de seguridad en medio de nuestra
desolación?. ¿Cómo podemos estar seguros en
ese ámbito existencial que se encuentra
más allá de la posibilidad de verificarlo por
métodos de la ciencia?

La respuesta se encuentra en la vivencia del encuentro
salvador con Dios, en los eventos de la historia de Israel y de
la Iglesia. Ese encuentro no es un mito, sino parte de la
historia del mundo; la interpretación de los profetas de
la historia vivida por ellos, es tanto parte de la historia como
lo son los acontecimientos históricos, tales como la
invasión de Judea por Nabucodonosor (3) y la
destrucción de Jerusalén por los romanos.
(4)

Cuando estudiamos la Biblia con todas las técnicas de
crítica que el conocimiento moderno nos ofrece, sentimos
cada vez más que su verdad está ratificada por toda
trama humana, y que no es el libro de los hombres acerca de Dios,
sino el Libro de Dios acerca de los hombres.

No hay posibilidad de comparar la Biblia y la Ciencia, porque
ambas traen mensajes distintos respecto a diferentes facetas de
la realidad. La Ciencia investiga y describe hechos y
regularidades de hechos. La Biblia procura un significado, un
destino, un "para qué" y da la respuesta: para
hacer algo por el mejoramiento del mundo.

La Biblia es a menudo descrita como un libro que incluye
muchas ideas que son científicamente inexactas. La verdad
es que muchos Cristianos (y no Cristianos) han interpretado mal
la Biblia de tal manera que la han
hecho parecer estar en conflicto con la
realidad de nuestro mundo. Por ejemplo, la Iglesia
Católica Romana promovió el geocentrismo (la idea
de que la tierra es el centro del universo) por largos
años. Este concepto no es hallado en la Biblia, pero
resulta de la idea de que los humanos son el centro de la
atención de Dios, que el lugar donde viven debe ser el
centro del universo de Dios. Ésta no es ni una inferencia
lógica ni bíblica. De hecho, la Biblia manifiesta
que los cielos "fijan sus ordenanzas sobre la
tierra
,…", demostrando que los cielos controlan la
tierra y no al revés. Los primeros proponentes
(Nicolás Copérnico, Johannes
Kepler
, Galileo Galilei) del heliocentrismo (la
tierra gira alrededor del Sol) fueron todos Cristianos (Ver la
página relacionada -Personas de fe- Científicos
Famosos). De hecho, Isaac Newton, en su famosa
obra  científica, "Philosophiæ Naturalis
Principia Mathematica
", indica, "el más bello
sistema del sol, los planetas, y los cometas, sólo
podrían provenir del consejo y el dominio de un Ser
inteligente y poderoso
[15]

Hay que resaltar que Newton era profundamente
religioso.

Por supuesto, la Biblia no fue escrita como una obra de
ciencia ni fue su propósito describir los funcionamientos
el mundo físico. Fue escrita para explicar principios
espirituales – la naturaleza de la humanidad, la naturaleza de
Dios, y cómo pueden las personas tener una
relación personal con Dios. Sin embargo, cuando la Biblia
describe al mundo físico, es precisa. El propósito
de esta página es ilustrar algunos ejemplos de principios
científicos descritos en la Biblia cientos o miles de
años antes de que se probaran verdaderos por la
ciencia.

Vivimos en una época muy complicada y confusa, que nos
da muchas preocupaciones. La primera es aquella que podemos
llamar el aumento de la incredulidad en el mundo moderno. Si se
propone descubrir este mundo moderno, bajo este nombre
genérico, cuántas son las corrientes de
pensamientos, valores y contravalores, aspiraciones latentes o
semillas de destrucción, convicciones antiguas que
desaparecen, y cuántas las convicciones nuevas que se
imponen, a veces sin tener largo futuro.

Desde el punto de vista espiritual, este mundo moderno parece
debatirse en lo que un autor contemporáneo ha llamado
"el drama del humanismo".

Por una parte, hay que hacer constar que en el mismo
corazón de este mundo contemporáneo existe un
fenómeno que impone su marca más
característica: el secularismo. No hablamos de la
secularización en el sentido de un esfuerzo en sí
mismo justo y legítimo; incompatible con la fe y la
religión, por querer descubrir en la creación, en
cada cosa o en cada acontecimiento del universo, las leyes que
los rigen, por una cierta autonomía, con la
convicción interior de que el Creador ha puesto en ellos
Sus leyes. Hablamos aquí del secularismo común: una
concepción nueva del mundo según la cual
éste se explica por sí mismo; por lo tanto,
mencionar a Dios resultaría superfluo y hasta
quizás un obstáculo. Dicho secularismo quiere
resaltar el poder del hombre, quien acaba por sobrepasar a Dios a
fin de ocupar su lugar en el Universo.

Nuevas formas del ateísmo, un ateísmo
antropocéntrico, ya no abstracto y metafísico, sino
pragmático y militante, parece desprenderse del concepto
anterior. Esta unión entre el secularismo y el
ateísmo nos propone todos los días, bajo las formas
más distintas, una civilización de consumo, un
hedonismo adorado, un deseo de poder y de dominio, y de
prejuicios y discriminaciones de todo género; todo eso y
mucho más constituyen otras tantas inclinaciones inhumanas
para este nuevo "humanismo secular".

Hay secularismo ateo entre los adultos y entre los
jóvenes, en la élite y en la masa. No podemos
ignorarlo y tenemos que buscar constantemente los medios y el
lenguaje adecuados para intentar cambiarlo; en eso puede
ayudarnos mucho la Biblia, si la usamos con serenidad y aceptamos
la idea de que mucho depende de la relación personal del
hombre moderno con la Biblia.

La influencia de la Biblia en la vida, en el pensamiento y en
el carácter de los individuos ha sido muy profunda en
todas las épocas y aún más fuerte es su
efecto en la sociedad actual y en su historia. Se consideraba
clásica, porque había inaugurado nuevas formas del
pensamiento en las diferentes épocas del desarrollo de la
humanidad. Y si ahora preguntamos ¿cuál es el
secreto de la vitalidad de la Biblia, tan constante a
través de épocas tan variadas: cómo ha
ejercido un poder tan dinámico en tantas épocas y
en tantos pueblos, incluso en regímenes y épocas de
persecuciones? Tiene sentido también otra pregunta:
¿tiene la Biblia todavía algo importante que
transmitir a los hombres y mujeres del
siglo XX y XXI?

A las primeras dos preguntas contestamos con facilidad. La
Biblia, al enseñar la existencia de un Dios invisible,
amílico, universal y justiciero, proclamó la
dignidad y la libertad del hombre común. Afirmó la
unidad de la humanidad y el derecho de todos los hombres a un
trato justo y compasivo, Vislumbró un mundo redimido de la
tiranía y de la guerra, donde los hombres vivirían
en armonía y hermandad bajo la Ley proclamada, siempre y
cuando la aceptaran.

En respuesta a la última pregunta, consideramos que la
Biblia tiene mucha validez también hoy día, e
influye continuamente en nuestra cultura. Da inspiración a
la literatura, a las artes, a la música, ayuda en el
desarrollo de los conceptos democráticos y humanistas.
Enseña el desafío a la tiranía y llama a
luchar por la democracia, por la justicia y por la libertad para
todos y en todo sentido.

Sobre este último tema tenemos que hablar más
ampliamente, porque este concepto ha sido divulgado y es muy
discutido en nuestro ambiente latinoamericano.

La divulgación de la Biblia no sería meritoria
si no tomara en cuenta la interrelación recíproca
que se estableció entre la Biblia y la vida, tanto
personal como social, del hombre en el curso de los tiempos.
Precisamente por esta razón, la divulgación de la
Biblia lleva consigo un mensaje explícito, adaptado a las
diversas situaciones y constantemente actualizado acerca de los
derechos y deberes de toda persona humana; sobre la vida
familiar, sin la cual apenas sería posible el progreso
personal; sobre las formas de convivencia y la conducta en la
sociedad; sobre la vida internacional, sobre la justicia, sobre
el desarrollo y sobre la paz; y además, contiene un
mensaje especialmente vigente en nuestros días sobre la
liberación.

Muchos pueblos están empeñados con toda su
energía en el esfuerzo y en la lucha por superar todo
aquello que los condena a quedar al margen de la vida: hambre,
enfermedades crónicas, analfabetismo, ignorancia,
empobrecimiento, injusticia en las relaciones internacionales y
especialmente en el intercambio comercial, situaciones de
neocolonialismo económico y cultural, a veces tan cruel
como el político.

Entre la divulgación de la Biblia y la promoción
humana -liberación y desarrollo- existen lazos muy
fuertes. Son vínculos de orden antropológico,
porque el hombre no es un ser abstracto, sino que está
sujeto a los problemas sociales y económicos. Son lazos de
orden teológico, ya que no se puede disociar el plan de la
Creación del plan de la Redención, que llega hasta
situaciones muy concretas de injusticia que hay que combatir, y
de justicia que hay que restaurar. Son vínculos de orden
bíblico, como es el de la caridad constructiva. En efecto,
¿cómo proclamar el Noveno Mandamiento sin promover
el auténtico crecimiento del hombre mediante la justicia y
la paz?. (5) Es imposible separar los problemas
extremadamente graves de nuestros días, que atañen
a la liberación, al desarrollo, a la justicia social y a
la paz en el mundo, del conocimiento y aprecio de las leyes
bíblicas.

Quisiéramos subrayar que la liberación de la que
hablamos mucho y nos esforzamos en ponerla en práctica, no
puede reducirse a la simple y estrecha dimensión
política, económica, social o cultural, sino debe
abarcar al hombre entero, en todas sus dimensiones.

Debemos estar convencidos de que toda liberación
temporal, toda liberación política o
económica, lleva en sí el germen de su propia
contradicción y niega el ideal que ella misma se propone,
desde el momento en que sus motivaciones profundas no sean las de
la hermandad y la justicia, y si la fuerza interior que la mueve
no entraña una dimensión verdaderamente espiritual
y humanista, siendo su objetivo final otra que no sea la
felicidad de todos los seres humanos.

Consideramos ciertamente importante y urgente la
construcción de estructuras más humanas, más
justas, más respetuosas de los derechos de la persona en
la sociedad. Tienen que ser convincentes y sin opresión,
basadas en la igualdad; pero consideramos también que aun
las mejores estructuras, los sistemas más idealizados,
pueden convertirse pronto en inhumanos si las inclinaciones
inhumanas del hombre no se corrigen, si no hay educación
que lleve a una conversión del corazón y de la
mente por parte de quienes rigen estas estructuras o viven en
ellas.

Nosotros, que respetamos la Biblia y creemos en su poder
transformador, no podemos aceptar la violencia, sobre todo la
fuerza de las armas que se torna incontrolable cuando se desata.
Tampoco se puede aceptar la muerte de quienquiera como camino
hacia la liberación, porque sabemos que la violencia
engendra inexorablemente nuevas formas de opresión y de
injusticia, a veces más graves que aquellas de que
pretenden liberar. La violencia es contraria a todos los mensajes
de la Biblia y puede retardar, en vez de favorecer, el desarrollo
social. Los cambios bruscos o violentos de las estructuras
sociales son engañosos, ineficaces en sí mismos y
ciertamente no conformes con la dignidad del pueblo. Por
intermedio del conocimiento del verdadero mensaje de la Biblia,
debemos luchar para que haya cada vez más personas que se
dediquen a su propia liberación y a la liberación
de los demás. La Biblia les da una inspiración de
esperanza, una motivación de amor fraternal, una doctrina
social a la que no sólo debemos prestar atención
sino, agregando nuestra prudencia y nuestra experiencia,
traducirla concretamente en categorías de acción,
de participación y de compromiso.

Este libro pone de relieve la variedad de los conceptos de la
literatura bíblica. Sabemos bien que los escritos
bíblicos no ofrecen un relato continuo y bien organizado,
ni una filosofía sistemática. Los acontecimientos a
los cuales se refieren los escritores bíblicos ocurrieron
hace mucho tiempo y las circunstancias pueden ser muy diferentes
de las de nuestra época. Sin embargo, toda su intensa
preocupación por la suerte del hombre otorga a estos
antiguos documentos una vitalidad y validez continuas y nos hace
sentir que su mensaje está dirigido también a
nuestra generación.

Así llegamos a la pregunta: ¿cuál es la
importancia de la Biblia para el hombre moderno?. Ya hemos
mencionado y podemos encontrar todavía más
respuestas significativas, que tampoco constituyen totalmente la
respuesta. Algunas de las respuestas pueden ser las siguientes:
la Biblia es sumamente interesante; es una colección de
obras maestras literarias; es indispensable para la
comprensión de la cultura occidental; proporciona al
hombre los medios para comprenderse mejor a la luz de su propio
medio ambiente. Pero, por sobre todo, la Biblia es "el Libro
del día
", el libro que habla a cada generación
y a todas las generaciones. Es un libro que exige respuesta de su
lector, es un libro que reclama compromiso vital.

¿Qué puede decirnos la Biblia? Muchas cosas, de
acuerdo con nuestras necesidades, nuestra situación,
nuestra voluntad de aceptar y de absorber su mensaje.

Tiene poco para ofrecer a aquellos quienes no miran la vida
con seriedad y sólo se preocupan por conservar una
superficie bien pulida, a fin de ocultar la vaciedad o debilidad
de su interior. Pero aquellos que consideran la vida como una
invitación y una gran oportunidad para el progreso
espiritual y moral, encuentran la Biblia como una lámpara
a sus pies y una luz en su sendero. Como la Biblia no es un libro
de dogmas estáticos o de contemplaciones eternas,
señala un camino que conduce hacia adelante y hacia
arriba. Es el impulso para asumir y cumplir una tarea. Para los
escritores de la Biblia, la Edad de Oro no se situaba en el
pasado, en el Jardín del Edén perdido, sino en un
futuro aún por realizarse. El drama de la historia que
había comenzado con la creación del hombre, alcanza
su culminación sólo en la era mesiánica por
venir. Cómo habrá de lograrse esta
realización, es un misterio, igual que la vida misma.

Los escritores bíblicos no se sienten tan orgullosos de
su bondad como para buscar y esperar la gracia divina. Aprecian
la promesa de que "Dios nos quitará el corazón
de piedra y nos dará un corazón de carne
"
(6), con el cual podremos promover nuestra
perfección, lo que nos hará más merecedores
de Su perdón y de Su amor compasivo.

Es evidente para ellos, que el hombre no puede aceptar
complacientemente sus propias faltas y esperar, a brazos
cruzados, el perdón de Dios. La lucha moral del hombre, su
propio esfuerzo por alcanzar la justicia personal y edificar una
sociedad justiciera es, en cierto modo, inherente e indispensable
para la consumación final, para la venida de la
época mesiánica aquí en la Tierra.

La Biblia es el "Libro de la Vida" (7), para
el hombre en este mundo y en su centro de atención,
está la preocupación por la justicia en todo
sentido. La prosperidad y la estabilidad nacionales dependen del
mantenimiento y de la observación de los valores morales y
espirituales. Este es el firme mensaje de los profetas,
efectivamente documentado por los historiadores desde
Tucídides[16]hasta
Toynbee[17]

La Biblia sostiene con frecuencia la tesis de que muchos de
los seres humanos viven con el lema "sé bueno a fin de
ser feliz
". Pero las expresiones más elevadas de las
Escrituras Sagradas ofrecen una moral todavía más
alta: "Santos seréis que santo soy Yo, el Eterno
vuestro Dios
". (8) La vida es todo lo que tenemos. Y
todo en ella es o puede ser santificado. Y esta santidad, que es
buscar la rectitud y practicarla con amor, no requiere y no
acepta el retiro del contacto con un mundo pecador. La
evasión del pecado por medio de la separación de
las realidades del trabajo cotidiano y del contacto social no
entraba siquiera en consideración para los escritores de
la Biblia. La vida, en el enfoque bíblico, no requiere
ascetismo.

Según los autores de la Biblia, el pecado es un hecho
ineludible y no se forjan ilusiones sobre la bondad humana;
tampoco juzgan las malas acciones del hombre como simples
pecadillos o desviaciones sicológicas. El pecado es la
transgresión. No es un mal contra Dios, sino contra los
hombres. Es un error, desviación, distorsión,
traición. No hay pecado como una mácula imborrable.
Siempre existe la oportunidad y la capacidad del hombre para
retornar al camino correcto, que es el camino de la moral, y esta
insistencia en el retorno es la raíz del optimismo
bíblico.

La relativa simplicidad de la civilización
bíblica nos permite comprender más
fácilmente sus valores fundamentales. En nuestro mundo
complejo e interdependiente, la determinación del bien y
del mal en una situación concreta, puede entrañar
la consideración de muchos factores en pugna y la correcta
interpretación de datos altamente técnicos. En
consecuencia, es tanto más necesario que mantengamos la
conciencia de las distinciones básicas entre el bien y el
mal, entre lo humano y lo inhumano, que nos proporciona la
Biblia.

En la Biblia, el carácter personal y la justicia social
se compenetran y se combinan para formar una sola exigencia
ética. Nuestro mundo moderno ha perdido mucho por la
distinción demasiado aguda entre estos elementos. El
enfoque que trató de despertar la conciencia del individuo
y elevar su carácter personal, fue ineficaz en lo relativo
a las injusticias económicas y políticas sociales,
que ninguna especie de nobleza personal podría rectificar.
Un cierto número de individuos buenos no constituye
necesariamente una buena sociedad. La Biblia, sin un
análisis detallado, exige tanto la justicia personal como
la del grupo. Debe existir una sociedad que ponga en
práctica el régimen de vida recomendado por
ella.

Reconoce la diferencia inherente entre el hombre y las otras
criaturas. No lo disminuye cínicamente, ni lo idealiza
sentimentalmente. Sus escritores despliegan una
penetración casi total de las motivaciones y
comportamiento humanos, y dan una instrucción respecto a
la manera de hablar y actuar en sociedad.

El futuro nunca está cancelado, ni en los más
oscuros momentos, y por doquier resplandece con esplendor
mesiánico la seguridad en algo mejor por venir, que tiene
una dimensión histórica, la del mesianismo
celestial, aunque la principal preocupación de la Biblia,
especialmente del Antiguo Testamento, se dirige hacia este
mundo.

La Biblia anuncia la Redención, que significa la
liberación de todo aquello que oprima al hombre. Pero se
refiere sobre todo a la liberación del pecado y de lo
maligno, que está en el hombre.

La salvación debe ser conquistada por la fuerza del
hombre, con fatiga y sufrimiento, con un espíritu de
esfuerzo por la humanidad. Pero ante todo, cada uno la consigue
mediante un total cambio interior, con una transformación
profunda de la mente y del corazón.

Partes: 1, 2, 3

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