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El violinista en el tejado: Una adaptación psicoanalítica freudiana (V)





Enviado por Felix Larocca

  1. Etapas
    del desarrollo psicosexual de acuerdo con Freud
    (V)
  2. Período genital: El sexo como
    función y el sexo como proceso
  3. El
    triángulo familiar: Edipo Rex Redux
  4. Lealtades divididas
  5. Fred:
    Un caso flagrante de relaciones
    triangulares
  6. En
    resumen
  7. Bibliografía
  8. Apéndice

Según Freud, a partir de la
pubertad emerge la etapa genital o segunda fase de interés
genital. En esta fase, el niño, tras la superación
del Complejo de Edipo, orienta su deseo sexual fuera de la
familia, hacia personas del sexo opuesto convirtiendo la
relación genital reproductora en el objetivo del instinto
sexual.

La etapa genital, como aquí se
estudia, es la etapa final del desarrollo, culminando en el
nacimiento del período más significativo, menos
estudiado y de mayor impacto en la evolución del
hombre como ser adulto y como padre, guerrero, hechicero y
curandero.
FEFL: en Cuatro estaciones en la vida del
hombre

Leer
más: http://www.monografias.com/trabajos97/cuatro-estaciones-vida-del-hombre/cuatro-estaciones-vida-del-hombre#laetapagea#ixzz3IqjZD7Ot

Etapas del
desarrollo psicosexual de acuerdo con Freud (V)

(V) La fase genital: Desde
la pubertad hasta el fin de la vida

La etapa
Genital

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Identidad y juventud

Fase del desarrollo psicosexual
caracterizada por la organización de las pulsiones
parciales bajo la primacía de las zonas genitales;
comporta dos tiempos, separados por el período de
latencia:

  • la fase fálica (u
    organización genital infantil) y

  • la organización genital
    propiamente dicha, que se instaura en la pubertad.

Algunos autores reservan el término
"organización genital" para designar este último
tiempo, incluyendo la fase fálica en las organizaciones
pregenitales. Según atestigua la primera edición de
los Tres ensayos sobre la teoría sexual (Drei
Abhandlungen zur Sexualtheorie
, 1905), para Freud no
existía al principio más que una sola
organización de la sexualidad, la organización
genital, que se instauraba en la pubertad y se oponía a la
"perversidad polimorfa" y al autoerotismo de la sexualidad
infantil. Luego, Freud modifica progresivamente esta primera
concepción: 1) describe organizaciones pregenitales (1913,
1915: véase: Organización); 2) en un
capítulo añadido a los Tres ensayos, Fase
de desarrollo de la organización sexual, establece la idea
de que, desde la infancia, tiene lugar una elección de
objeto sexual: "[…] todas las tendencias sexuales convergen
hacia una sola persona y buscan en ésta su
satisfacción. Se realiza así, durante los
años infantiles, la forma de sexualidad que más se
aproxima a la forma definitiva de la vida sexual. La diferencia
[…] se reduce a que, en el niño, todavía no se ha
realizado la síntesis de las pulsiones parciales, ni su
sumisión completa a la primacía de la zona
genital
.

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El sexo: Función y
proceso

Sólo la última fase del
desarrollo sexual traerá consigo la afirmación de
esta
primacía". 3) Freud, vuelve a poner en tela de
juicio la teoría enunciada en esta última frase al
reconocer la existencia de una "organización genital"
llamada fálica, antes del período de latencia, que
sólo se diferenciaría de la organización
genital pos puberal en que un solo órgano genital es el
que cuenta para ambos sexos: el falo (1923) (véase: Fase
fálica).

Como puede verse, la evolución de
las ideas de Freud acerca del desarrollo psicosexual le condujo a
aproximar cada vez más la sexualidad infantil a la
sexualidad adulta. No desaparece, sin embargo, la primera idea,
según la cual con la organización genital puberal
las pulsiones parciales se unifican y jerarquizan
definitivamente, y el placer inherente a las zonas
erógenas no genitales se vuelve "preliminar" al orgasmo y
respuestas asociadas.

Freud también señaló
insistentemente que la organización genital infantil se
caracteriza por una discrepancia entre las exigencias
edípicas y el grado de desarrollo
biológico. (Leer más:
http://www.tuanalista.com/ResultadosMuestra.php?cx=partner-pub-5218966167774594%3A9cx16j-jm7d&cof=FORID%3A10&ie=ISO-8859-1&q=fase+genital&sa=Buscar&siteurl=www.tuanalista.com%2FDiccionario-Psicoanalisis%2F5142%2FFase-anal—sadica.htm&ref=&ss=3806j1414584j12).

Continuando

Período
genital: El sexo como función y el sexo como
proceso

Somos humanos, y — a pesar de que nos
repugne aceptar o creerlo — somos también animales. De
hecho, pertenecemos al clado de los tetrápodos.

En biología, se
llama clado a cada una de las ramas
del árbol filogenético propuesto para
agrupar a los seres vivos. Por consiguiente, un clado se
interpreta como un conjunto de especies emparentadas (con
un antepasado común).

Cualquier grupo así
considerado es un
grupo monofilético de organismos,
y puede ser representado mediante un cladograma,
por ejemplo, un gráfico en la forma de un "árbol
genealógico".

En otras palabras que en nuestros instintos
y en sus funciones no somos diferentes de
otros grupos de seres vivientes que se comportan
filogenéticamente como nosotros.

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Cladograma de los
mamíferos

Éste es, precisamente, el
propósito de estas lecciones: Tratar de entender nuestros
instintos y nuestras pulsiones desde un punto de vista que
clarifiquen para nosotros, cómo es, que, con inusitada
frecuencia, los usamos de manera anti-intuitivas para nuestro
detrimento y perjuicio — algo, que es muy extraño, sin
mucho decir.

Aquí nos ocuparemos esencialmente
del instinto reproductivo, alias,
"instinto sexual".

Pero, antes de esta etapa final y de cierre
tenemos que repasar y revisar ciertas consideraciones que
pertenecen a la llamada Situación de Edipo que imparten su
energía a ésta, la fase genital.

El
triángulo familiar: Edipo Rex Redux

Los triángulos familiares no
terminan en la infancia sino que tienen repercusiones a
lo largo de toda la vida. Si no se resuelven, entrarán
secretamente en nuestras relaciones adultas. Si un
triángulo familiar no se reduce o se resuelve, podemos
recrearlo, una o varias veces, porque esperamos, a un nivel
profundo e inaccesible, encontrar una forma para sanarlo o
solventarlo. Freud desarrolló la idea del triángulo
del Complejo de Edipo, también conocido,
erróneamente, por los no iniciados, como "el romance
familiar", (véase mi artículo al respecto) en un
contexto muy específico: Si inequívocamente
"ganamos" y conseguimos el amor exclusivo del padre
del sexo opuesto, sufriremos porque nunca aprenderemos
a individualizarnos en el proceso de la madurez emocional o a
compartir amor equilibrado y exclusivo con otra persona.
(Véase mi artículo: La Mala
Semilla
).

Experimentamos un tipo de falso poder
infantil, porque sentimos que hemos abatido al rival. Lo que nos
torna en seres omnipotentes, y esto puede abrir la puerta a una
posterior incapacidad para enfrentarse a cualquier clase de
desilusión en una unión emocional. Y, como
consecuencia, también se verán afectadas las
relaciones sentimentales con personas del mismo o del otro
sexo.

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Adultery por
Beckman

Si, por ejemplo, un niño ve a su
madre y a su padre en conflicto, y "gana" la batalla
Edípica al convertirse en el "marido" suplente de su
madre, puede experimentar una profunda culpa inconsciente hacia
su padre. También, puede perder respecto por el mismo, a
quién aparentemente ha apartado por medio de un
empujón con gran facilidad. Entonces noción de
la imagen paterna del muchacho podría ser la de
alguien débil, impotente, y fácilmente
domeñable e interiormente puede temer eso de sí
mismo, porque él también pertenece al sexo
masculino. Este joven tendrá que seguir afirmando su
victoria Edípica más tarde a lo largo de su vida
transformando a cada amigo masculino en un rival potencial y
relacionándose exclusivamente con mujeres. Este tipo
de hombre no conecta con otros hombres, solamente con
las mujeres que ya están comprometidas con otros hombres.
El vínculo con su madre le habrá costado a este
individuo la relación con su progenitor, lo que puede
significar que no tenga una imagen masculina idealizada a la que
recurrir, ni una sensación de apoyo por parte de
la comunidad masculina de su entorno. Por eso nunca
puede apartarse del grupo de hombres que considera
amigos y dejar de querer conquistar mujeres, para sentirse
íntegro como hombre.

Hombres como el que describiéramos
en el párrafo anterior que existen confusos en
el sentido psicosexual, no pueden amar a una mujer
únicamente, adoran lo pornográfico y lo sexualmente
reprobado y subrepticio, como el voyerismo,
el ménage à trois y otras formas
de desviaciones parafílicas porque resienten y quieren
denigrar al sexo femenino, por ser básicamente
homosexuales ocultos, latentes, o ambas cosas.

Si perdemos totalmente la batalla
Edípica — y la palabra clave aquí es "totalmente"
— también sufrimos. Una derrota Edípica absoluta
constituye una humillación que puede hacernos perder la
confianza en nosotros mismos. Con "absoluta" significo que el
niño siente que no ha conseguido contacto emocional de
ningún tipo con el padre (de cualquier sexo) amado, y a
esto sigue un profundo sentimiento de fracaso. El individuo
entonces no puede acercarse al padre ofendido, quien puede ser
incapaz de ofrecer una respuesta emocional positiva a su hijo o
hija. O bien puede ser que la madre siempre esté de por
medio. Más adelante en la vida, tal derrota emocional
puede generar un sentimiento persistente de inadecuación e
inferioridad sexual.

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Britney Spears… Campeona incierta
en la lucha por ganar custodia de sus hijos

Freud pensaba que la resolución
más sana del conflicto Edípico es una especie de
derrota tolerable, en la que recibimos suficiente amor por parte
del padre amado pero todavía estamos obligados a admitir
que la relación de nuestros padres es en última
instancia inquebrantable. Entonces podremos aprender a respectar
las relaciones entre otras personas, y desarrollar una confianza
al establecer relaciones más allá de la fantaseada
representación triangular de los padres. Entramos
aquí en el reino de lo que Winnicott llamó
"suficientemente bueno" — un matrimonio de
los padres suficientemente "bueno", una relación con ambos
padres suficientemente "buena", y suficiente amor y
apreciación para que la derrota Edípica pueda estar
acompañada de un razonable sentido
de seguridad dentro de la familia y
un conocimiento de que uno seguirá siendo
querido. También es importante que no temamos un castigo
por parte del padre rival.

Desgraciadamente, muchos padres
emocionalmente hambrientos y resentidos en un matrimonio infeliz,
castigan a sus hijos por "robar" el amor de su pareja.
Necesitamos reconocer que no podemos suplantar a un padre para
tener al otro, pero también tenemos que saber que seremos
amados por el padre que hemos soñado, inconscientemente,
desplazar.

Hay un valor considerable en
el modelo psicodinámico de Freud, y parece haber
muchas situaciones en las que una absoluta derrota o victoria
Edípica están relacionadas con una tendencia a
involucrarse reiterativamente en triángulos posteriormente
en la vida. Pero hay limitaciones importantes en este modelo de
situación familiar. El padre al que nos atamos no es
necesariamente el padre del sexo opuesto. El padre puede
pertenecer al mismo sexo que el individuo — en el
psicoanálisis, todo es posible.

Los sentimientos Edípicos no son,
después de todo, "sexuales" en el sentido estricto de la
palabra, sino que están más relacionados con
una fusión emocional. Al igual que, de hecho, lo
están muchos de nuestros sentimientos aparentemente
sexuales cuando somos adultos. La sexualidad contiene
muchos niveles emocionales que no son siempre conscientes. Un
hombre puede pasarse la vida intentando ganar el amor de su padre
al demostrar lo muy macho que es. Entonces establecerá
triángulos de forma inconsciente, que no tienen que ver
con la mujer con la que se enrede, porque la
ambición inconsciente es impresionar a otros hombres o
castigarlos por el rechazo del papá. Y una mujer puede
intentar ganar el amor y la admiración de su madre de la
misma manera, castigando a otras mujeres por el fracaso de su
madre a la hora de amarla. El rival en un triángulo adulto
puede ser secretamente mucho más importante para el
individuo que el aparente objeto del deseo. Los que sufren de
dependencias encuentran en este aspecto del triángulo
parte de la naturaleza de su adicción.

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Abducción por
Cezanne

Esto en sí mismo no es negativo. Ya
que puede significar que proyectamos nuestra propia belleza y
valor sobre el padre, y entonces muchas cosas dependerán
de cómo el padre emplea esta proyección. Vemos
cualidades y atributos profundamente adorables y valiosos y nos
"enamoramos" de lo que el padre representa porque estamos
enamorados de esos atributos. Es de esperar que, cuando
maduremos, incorporemos eventualmente estas cosas, y reconozcamos
que nos pertenecen a nosotros tanto como a la madre o al padre.
Este proceso puede ayudar a crear un vínculo amoroso
perdurable entre padre e hijo — una valoración mutua del
otro por cualidades que comparten. Pero no todos los padres
están libres de agendas ocultas en lo que se refiere a sus
hijos. Si el padre está demasiado hambriento de amor y
admiración, él o ella trabajarán
inconscientemente para mantener la proyección y seguir
siendo siempre dioses olímpicos a los ojos del hijo.
Según el mito, Venus no es famosa por su generosidad
emocional. Es una diosa vanidosa que se involucra constantemente
en triángulos amorosos. Si pudiésemos lograr su
representación moderna, quizás encontraría
su homóloga en mujeres narcisistas.

Prosigamos

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Sardanápalo por
Delacroix

Los padres, especialmente la madre, pueden
sentir también una sensación de amenaza sexual
cuando se ven frente a un hijo que está creciendo en
hermosura y madurez sexual ante sus ojos. Este sentimiento de
intimidación puede estar basado en una
mayor conciencia sexual. Cuando Venus es un rasgo
distintivo de los padres, puede no ser sentido únicamente
por parte del padre, sino que puede ocurrir en ambos, padre e
hijo. Reconocer que esos sentimientos eróticos puedan ser
compartidos entre padre e hijo no constituye una excusa para
el abuso sexual infantil. Ni tampoco implica una
relación "anormal". Pero los niños pueden
ser muy seductores, de una manera ingenua y natural. Están
"experimentando" con su sexualidad en progreso. No quieren ni
esperan una respuesta sexual por parte del adulto, pero necesitan
descubrir su propia identidad física y
emocional expresándosela a los padres. Estas cosas forman
simplemente parte de la vida familiar. No son patológicas,
son humanas, e intrínsecamente normales. La energía
erótica que es parte del proceso de desarrollo de
cualquier persona durante la infancia va a ser liberada en la
familia porque es el lugar apropiado para que el niño la
exprese.

Lealtades
divididas

Incluso en la más feliz y
emocionalmente estable de las familias, uno puede sentir un amor
profundo y al mismo tiempo una intensa rivalidad con el
progenitor. Este es el caso de la situación del
Príncipe Charles de Inglaterra, que nos ha ofrecido
uno de los más famosos triángulos inconclusos de
los últimos tiempos.

La solución del triángulo del
Príncipe, hubiera sido o ser su Madre, la Reina, o
aún mejor ser Diana, la mujer infiel que atrajera tantos
hombres, mientras que sus hijos esperan
ser él. También pueden reprimirse los
sentimientos hacia la madre.

Uno puede convertirse en un "destroza
matrimonios", como solían llamarlo en la época en
la que todavía había matrimonios duraderos y
cerrados. Un "destroza matrimonios", psicológicamente
hablando, es una persona que invade una relación estable,
no sólo por su auténtico afecto y deseo hacia el
objeto amoroso, sino también porque hay una necesidad
compulsiva de adoptar el papel del rival con quién uno se
identifica secretamente — o literalmente convertirse en
éste.

Melania, cuya presencia adorna varias de
mis ponencias. Como algunos pueden recordar, sólo
"quería hombre, si éste tenía mujer". (Puede
encontrarse su referencia simplemente bajo su nombre en
monografías.com).

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Despertares por
Delvaux

Es muy difícil admitir
tal conducta en uno mismo. Si acabamos en el papel del
Instrumento de Traición, nos gustará pensar
que realmente nos hemos enamorado de
alguien, y el hecho de que ese alguien ya tenga una
relación estable es simple mala suerte. Ha cometido un
error y se ha casado con la persona equivocada, o se ha casado en
contra de su voluntad porque había un niño de
camino, una profesión que proteger o una fortuna que
adquirir. No importa los razonamientos que nos demos a nosotros
mismos, siempre intentaremos justificar nuestro papel como
Instrumento de Traición devaluando la importancia del
vínculo ya existente. Esto puede resultar a veces
extremadamente ingenuo, y conduce a una desilusión y a un
daño importante cuando se descubre que la esposa o el
esposo "no querido" significa mucho más para el amado de
lo que uno nunca ha sido capaz de reconocer. También
podemos descubrir con horror que empezamos a comportarnos
exactamente igual que el rival repudiado a quien en un principio
relegamos al zafacón de la basura de
"él/ella sólo está con ella/él por
los niños". Cuando los conflictos de los padres
están sin resolver, la necesidad de derribar a una pareja
puede ser increíblemente poderosa — especialmente si el
rival es un amigo o amiga íntima, lo que facilita re-crear
los sentimientos del triángulo familiar original. Hay que
tener cuidados con el nivel de intimidad de los llamados, "amigos
íntimos".

También podemos ver cosas en el
padre amado que no son tan hermosas. Estas combinaciones expresan
dos imágenes muy diferentes de la madre, una de
las cuales es amada y bella, y la otra es amenazadora e hiriente.
Estos dos atributos tienden a manifestarse posteriormente en la
vida como dos personas — el Traicionado y el
Instrumento de Traición. Esto es lo que Jung llamó
un "ánima dividida", o el equivalente masculino — un
"animus dividido". Jung estaba bastante preocupado
por las dinámicas psicológicas de esta pauta
de comportamiento porque él las sufrió en
su propia experiencia. Aunque sus definiciones son algo
rígidas y necesitan una interpretación mucho
más flexible, son útiles en cuanto que nos ayudan a
comprender por qué necesitamos los triángulos, y
porqué las tres partes son sutilmente intercambiables. Es
posible que las tres personas sufran la
misma dinámica no resuelta con los padres. La
escisión interna parece ser particularmente fuerte y
conduce a triángulos compulsivos cuando opuestos,
aparentemente irreconciliables, aparecen en el mismo progenitor
amado. Hay padres en los que los opuestos no son tan
extremadamente opuestos, pero hay otros en los que son extremos.
Estos padres suelen ser fascinantes y a menudo ejercen un gran
carisma sexual porque son inescrutables. El padre es bello y
amado, pero también dañino, cruel, insensible,
devorador o bien difícil de sobrellevar. Es muy duro para
la psique humana aceptar estos opuestos tan extremos en el mismo
paquete, así que uno necesita dos personas a través
de las cuales poder reconciliar estos sentimientos ambivalentes
— como advirtiera Winnicott.

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Nostalgia por
Grosz

Las imágenes de los padres que
contienen extremos opuestos pueden facilitar una
propensión a los triángulos en la vida adulta. Nos
involucramos con alguien y con el tiempo esa persona comienza a
adoptar la imagen de una parte del padre. Después de unos
pocos años de vivir juntos, empezamos a decirnos a
nosotros mismos y a nuestros amigos "Mi pareja es tan
posesiva, sólo necesito un poco más de espacio
para
respirar". O bien uno dice, "Mi pareja es tan
restrictiva y tan convencional, sólo tengo que ser libre
para ser yo
mismo". Todos los triángulos, incluyendo
aquellos que surgen del entorno familiar, están vinculados
en última instancia con nuestra propia vida
psíquica latente. Si fuéramos capaces de
reconciliar nuestros propios opuestos, podríamos permitir
a nuestros padres ser igualmente contradictorios. Los seres
humanos tienen muchas facetas, y lo mismo pueden amarnos que
herirnos. Pero no podemos encontrar estas contradicciones
intolerables en nuestros padres si ellos no pueden enfrentarse a
sus propias contradicciones.

Entonces no recibimos ninguna ayuda para
aprender a integrar nuestras paradojas. Y algunas de ellas, en
términos universales, son simplemente demasiado complejas
para manejarlas a una edad tierna.

Fred: Un caso
flagrante de relaciones triangulares

Fred

Vino a la consulta a los 29 años de
edad. Soltero, obeso, arrogante y acerbo. Mantenido por padres
pudientes e infelices en su matrimonio que habían
satisfecho los caprichos del hijo desde que éste naciera
cuando ambos llegaban a los sesenta años.

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Honorè Dumier

Jocosamente, los esposos admitieron que se
habían acostumbrado a una vida holgada sin retoños
y que el embarazo fue a la vez bochornoso (por la edad de la
madre) y difícil para la mujer embarazada aceptar, ya que,
cuando la preñez sucediera, había asumido la labor
de ser directora de un colegio de mujeres católicas
jóvenes. Algo que había siempre anhelado y que tuvo
que abandonar para hacerse cargo de Fred.

El padre era presidente de una firma de
abogados que representaban la iglesia católica en la
comunidad donde residieran en el corazón geográfico
norteamericano.

A pesar de ser devotos del catolicismo y
comulgantes diarios. Cuando, debido a las náuseas
persistentes del embarazo, que la grávida mujer sufriera
por casi seis meses, se sugirió la terminación de
la preñez. Ambos estuvieron dispuestos a asentir. Algo que
les causaría sentimientos de culpa más
adelante.

La mamá, ganó muy pocas
libras durante la gestación, aunque Fred tuvo que nacer
por cesárea debido a que la pelvis materna era muy
estrecha y que el bebé pesó 11.8lb.

Obeso nació y obeso viviría
por casi toda la vida.

Fred se educó en colegios privados
donde vivió al margen de su grupo. Siempre víctima
del bullying. Sus tics faciales y tartamudeo lo hicieron
el blanco de los chistes y burlas más desagradables
aún entre los mismos docentes.

Para complicarlo, durante su niñez
se descubrió que hubo que reparar una condición
congénita de la uretra (hipospadias) que dificultó
su identificación masculina.

"¿Soy hombre o mujer?" Se
preocupaba más adelante durante la terapia.

Con la familia vivió por muchos
años el abuelo paterno (fundador de la firma legal).
Católico ferviente, viudo y víctima del Mal de
Alzheimer.

La muerte del abuelo, cuando Fred apenas
cumplía diez años, lo entristeció mucho, ya
que pareciera que a Fred lo reconociera cuando no lo hacía
con otros.

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La gordura causó que sufriera de
cálculos biliares necesitando una operación para
removerlos a la edad de once años.

Fue enviado a campamentos de veranos para
niños obesos en Pennsylvania (de los 11-16 años)
sin pérdidas de peso. Las dietas no daban
resultado.

Cuando terminó el bachillerato,
aprovechó la pequeña herencia que el abuelo dejara
a su nombre y se mudó a Francia, donde viviría en
París como ermita que rehusaba recibir a sus padres a
quienes culpaba por sus problemas.

Una ex compañera de colegio lo
encontró fortuitamente en un concierto y notificó a
los padres que temía que Fred era suicida y que
debían retornarlo a su hogar en Saint Louis, para que lo
viera un psiquiatra.

Yo había asistido a la madre con lo
de los vómitos perniciosos del embarazo y ella
originó el contacto. Cuando el obstetra sugirió
terminar el embarazo y yo no lo opuse, el papá del
niño por nacer asintió. Arrepintiéndose
después y culpándome a mí por no oponerlo
vigorosamente.

Me acusaba de ser "católico"
renegado y sólo de nombre.

En su ambivalencia yo terminé siendo
culpable por las dos cosas: Que y que la gestación
continuara y que Fred naciera, con todos los inconvenientes que
el niño causara a ambos padres.

Fred estipuló que, de retornar a
Saint Louis para el tratamiento psiquiátrico, no
viviría en el hogar paterno, aunque aceptó
asistencia financiera para poder cubrir todos sus gastos,
incluyendo los de la terapia psicoanalítica que
necesitara.

Los primeros meses de la terapia fueron
dedicados a una resistencia implacable que el paciente
exhibiera.

Silencios, palabras críticas del
decoro de la oficina, los gestos del psiquiatra, y de todo lo que
pudiera sugerir. "Sugerir", ya que temía la asertividad,
porque no deseaba despertar sentimientos negativos en otros,
mucho menos en la figura paterna del analista.

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Comiendo así es como me siento
feliz

El peso permanecía
impertérrito a 265lb, con una talla de 5"11". A
me culpaba por el fallo del Plan que no
siguiera.

Mientras tanto, el papá, que
había esculpido una merecida reputación de "tirano"
entre sus conocidos empezó por su parte, a actuar sus
propias resistencias al cambio de Fred.

Olvidaba los pagos de rentas del
apartamento donde el hijo viviera, olvidaba el pago de la terapia
dentro del tiempo estipulado, olvidaba pagos de tarjetas de
crédito de los que fuera responsable, hacía
envíos de "comidas prohibidas" a Fred, mientras actuaba
como si poco le interesaba el progreso del hijo.

Fred, acertadamente, pensó que para
su papá su nacimiento fue castigo divino, comenzando a
verbalizar el odio que percibiera proveniente de su
padre.

Este "odio" era recíproco entre
padre e hijo.

La mamá, por su parte,
empezaría a exhibir síntomas sugestivos de un
Alzheimer incipiente, por lo que se sugirió tratamiento.
El padre rehusó financiarlo, alegando que el gasto era
innecesario porque la condición carece de cura
conocida.

Fue cuando el padre sufrió un
problema de la columna lumbar requiriendo cirugía
prolongada y arriesgada, que los sentimientos mágicos del
papá ("El Juez", como ambos Fred y su madre, lo llamaran)
se desplomaron, y que el verdadero problema del padre
emergió.

En su amargura contra un Dios que lo
había desertado. El resentido hombre, transfirió
todo su odio a la figura del terapeuta de Fred. Yo me
convertí en el depositario donde se amontonaban las
penurias del frustrado papá.

Exigió que la mamá, a quien
— por no querer él pagar — yo tratara gratis como
parte de una investigación que a la sazón
condujera, terminara el tratamiento conmigo de manera abrupta.
Aunque se le explicó lo insensato de su decisión
arbitraria y perjudicial para quien necesitaba el cuidado
ofrecido.

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Lazar Wolf

Por su parte, Fred mejoró y
siguió mejorando, mientras el resentido progenitor culpaba
al psiquiatra por todos los problemas de su vida frustrada. En
una ocasión el papá le informó a Fred y a su
madre que las complicaciones que sufriera en el período
posoperativo eran mi culpa, ya que el cirujano
tenía un nombre itálico, como el mío.
"Son perros los dos". Exclamó. (El nombre del
otro facultativo era "Pierino").

Detalles técnicos:

  • El "Juez" era también hijo
    único

  • Contrajo nupcias a los 23 años
    siendo virgen por admisión a su nueva esposa.
    Diciéndole la noche del himeneo: "Yo no sé
    que de mí se espera, Dios
    dispondrá"
    "¿Qué se hace para tener el sexo, y,
    cómo se viste uno
    ?" "¿Tú lo
    habías hecho
    ?" "Aunque me decías que
    ibas a ser monja
    …"

  • Aspiraba a ser sacerdote, lo que nunca
    lograría por carecer del coraje de dedicarse a una
    vida "donde se hacen tantos sacrificios"

  • Creía en un Dios rígido e
    incapaz de perdonar transgresiones mínimas. Como no
    ir, o llegar tarde a misa, o no decir gracias antes de
    consumir los refrigerios de la jornada

  • No creía en alejarse de ninguna
    regla eclesiástica establecida, incluyendo la
    abstención del consumo de carne los viernes

  • Pensaba que las mujeres, con la
    excepción de la Virgen María eran "errores
    divinos" y causas de la perdición de los hombres.
    "Las mujeres son obra del diablo", con frecuencia
    repetía

  • Desarrolló un odio persistente e
    infundado hacia el terapeuta de Fred, a quien acusaba de
    haber sido responsable por sus propios problemas
    médicos y por su impotencia genital, de la que
    sufriera desde el principio de su matrimonio. Cuando contrajo
    nupcias siendo virgen.

Mientras tanto, Fred mejoró en la
terapia, unió su herencia a la de la madre y la
mudó a un lugar que ambos compartieran.

Se graduó de psicología
clínica asociándose a un grupo que se especializaba
en problemas familiares.

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Lolita

En
resumen

Hemos utilizado en estas lecciones el
microcosmos de las vidas de los actores en la obra brillante de
El violinista en el tejado para representar las etapas
del desarrollo del ser humano como fueran concebidas por el genio
de Sigmund Freud, Padre del Psicoanálisis.

Cada personaje en esta obra se reviste con
atributos que expresan vívidamente los conflictos que se
despiertan durante el desarrollo psicosexual, algunos encontrando
soluciones a los mismos, mientras los participantes actúan
sus sentimientos.

La producción abunda en
máximas, situaciones y epigramas gloriosos que dan
ímpetu al mensaje conmovedor de personas que llevan vidas
plenas, simples y, a la vez sinceras.

El uso de las metáforas en la
terapia se enfatiza y el drama reiterado de la vida encuentra
expresión.

L'chaim!

Fin de la lección.

Bibliografía

  • Larocca, FEF: Cuatro estaciones en
    la vida del hombre
    en monografías.com,
    academia.edu y researchgate.net

  • Larocca, FEF: El sexo como
    función y el sexo como proceso
    en
    monografías.com, academia.edu y
    researchgate.net

Larocca, FEF: Lolita en
monografías.com, academia.edu y
researchgate.net

Larocca, FEF: La
Masturbación el Instinto Sexual y los Trastornos del
Comer 
en monografías.com, academia.edu y
researchgate.net

Larocca, FEF: La
Masturbación Infantil 
en monografías.com,
academia.edu y researchgate.net

Larocca, FEF: TOC y el Onanismo de
Nando 
en psikis.cl, en monografías.com,
academia.edu y researchgate.net

  • Larocca, FEF: Cuentos de hadas:
    Magia fe y encanto
    en monografías.com,
    academia.edu y researchgate.net

  • Larocca, FEF: Bullying: La realidad
    y los hechos
    en monografías.com, academia.edu y
    researchgate.net

Larocca, FEF: Amor
y Sexo en la Adolescencia 
en
monografías.com, academia.edu y
researchgate.net

Larocca, FEF: Las Zonas
Erógenas 
en monografías.com, academia.edu
y researchgate.net

Larocca, FEF: La Virginidad como
Tabú 
en monografías.com, academia.edu y
researchgate.net

Larocca, FEF: La Membrana del
Himen y el Destino de la Mujer Gobernado una Reliquia
Evolutiva 
en monografías.com, academia.edu y
researchgate.net

  • Larocca,
    FEF: El Poder de la Primera
    Experiencia 
    en monografías.com, academia.edu
    y researchgate.net

  • Larocca, FEF: Anorgasmia: Desde el
    Punto de Vista Darvinista la Mujer Siempre
    Gana 
    en monografías.com, academia.edu y
    researchgate.net

Además, extensivos enlaces
(links), bibliografía adicional y
referencias de contribuciones a este tema y otros temas
mencionados por este mismo autor, pueden obtenerse en los
siguientes portales:

  • Academia.Edu

  • ResearchGate.net y

  • Monografías.com

Monografias.com

El juego como ensayo
pre-genital

Apéndice

Etapas del desarrollo
psicosexual de acuerdo con Freud

Sigmund Freud propuso cinco etapas del
desarrollo humano a las que llamara psicosexual. Las etapas se
denominan "psicosexual" porque Freud creía que cada fase
del desarrollo en nuestra especie está dominada por una
zona erógena, que, a menudo que son descubiertas, tienen
repercusiones en el equilibrio psíquico. En cada etapa, la
personalidad se centra en la zona erógena
predominante.

Éstas son las fases:

1. La fase oral: Desde el
nacimiento al 21 mes de la vida

La fase oral se extiende desde el
nacimiento hasta aproximadamente la edad de dos años. En
este período, la zona erógena es la boca, o cavidad
oral. Según Freud, el bebé no sólo recibe la
nutrición de la mamá por medio del seno, sino que
también logra la satisfacción de la experiencia
interpersonal de la succión. En este caso, chupar
satisface el instinto sexual incipiente.

Si el bebé recibe conforte y amor de
su madre, concluirá esta etapa exitosamente. De lo
contrario, si la madre rechaza y frustra al bebé
consistentemente. Éste puede desarrollar una neurosis. El
bebé se obsesiona con el logro de la satisfacción
de lo que se siente privado para medrar. La neurosis resultante
tiene un gran impacto en el desarrollo de la personalidad. El
recién nacido permanecerá fijado en la fase oral,
incapaz de progresar plenamente a las etapas ulteriores. De
acuerdo a este esquema se convertirá en un temperamento
oral.

2. La fase anal: Desde el
segundo al tercer año de la vida

Freud llamó la segunda etapa de
desarrollo psicosexual la fase anal porque en este caso
la zona primordial de la libido es el ano y el control de sus
funciones excretorias y eróticas. La fase anal, dura de
los dos a tres años, se advierte sólo en aquellos
que no permanecieron estancados en la fase oral.

A esta edad el niño empieza a usar
el sanitario. Si sus padres le ofrecen recompensas para esta
acción, el niño puede llegar a sentirse aceptado
sobre su entrenamiento. Como resultado, el niño
obtendrá placer gracias a las respuestas positivas que
expresan sus progenitores y su entorno, por ser
obediente.

Pero, si los padres son demasiado
estrictos, el niño puede permanecer fijado en esta fase
anal. Un niño que había recibido un tratamiento
estricto de sus padres durante la fase anal podría
convertirse en una personalidad anal expulsiva o retentiva y
llegar a ser afectado demostrando conductas
mal-adaptativas.

El ego esboza su aparición
organizada, por primera, vez durante la fase anal.

3. La fase fálica:
De los tres a los cinco años

La fase fálica empieza a tres
años y termina cuando el niño tiene aproximadamente
cinco años. La zona erógena dominante en esta
etapa, es la región de los genitales. Freud (lo mismo que
San Agustín) creía que los niños
experimentan sensaciones eróticas. Según la
teoría de Freud, los niños dirigen sus deseos
sensuales sobre el padre del sexo opuesto y tratan de desplazar
afectivamente el padre del mismo sexo.

En el caso de los varones, Freud
llamó  esto el Complejo de Edipo. El niño
empieza a sentir atracción por su madre y considera a su
padre un rival por su cariño. Se siente como si su padre
interfiere con la posesión y control de su madre adorada.
El miedo al castigo por parte del padre, por la infracción
fantaseada, el famoso psicoanalista lo llamó la ansiedad
de castración.

En el caso de las niñas, se
habló por un tiempo del complejo de Elektra. Es un poco
diferente, porque las niñas no sufren de ansiedad de
castración, por razones obvias. Freud sugirió que
las niñas creen que nacieron castradas. Como resultado,
sufren de envidia del pene. Hoy, el complejo o situación
de Edipo, como se le llama de manera indistinta afecta ambos
sexos.

Durante esta fase, el súperego se
manifiesta por primera vez. Las normas morales de los padres son
asimilados en la personalidad del niño.

4. La fase de latencia: De
los seis años a la pubertad

La fase de latencia se manifiesta
desde los seis años hasta la pubertad. Durante este
período se suprimen los componentes eróticos de la
libido. Esta etapa se considera como un período de
sosiego. A los seis años el niño entra en la
escuela y se interesa más en el desarrollo de las
relaciones interpersonales. La fase de latencia es importante en
la evolución de las habilidades sociales.

5. La fase genital: Desde
la pubertad hasta el fin de la vida

Freud llamó a la última etapa
del desarrollo psicosexual la fase genital. La etapa
comienza durante la pubertad y dura para el resto de la vida de
todo individuo. Las personas comienzan a desarrollar un fuerte
interés sexual hacia la actividad genital especialmente
con el sexo opuesto. Si se han completado las fases anteriores,
el individuo ahora puede ser bien equilibrado y libre de
fijaciones neuróticas conflictivas para progresar hasta el
cierre del ciclo vital.

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Autor:

Dr. Félix E. F.
Larocca

 

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