Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Concepción de la eutanasia en los trabajadores del Amparo de Ancianos San José (página 2)



Partes: 1, 2, 3

Ante la sentencia, derecho a morir con dignidad,
¿será que es indigna la muerte de quien acepta su
sufrimiento, su enfermedad? En tiempos en que la medicina no se
había desarrollado tanto, se puede decir que aquellos que
murieron por las enfermedades incurables, murieron indignamente.
Se deja la cuestión abierta.

La dignidad de la muerte no radica en la evasión
del sufrimiento y del dolor. Si así fuera la muerte de
Jesús no tendría ningún valor; sería
un masoquista que se complace con el sufrimiento. La verdad es
que en la obediencia de la fe; el Hijo de Dios aceptó la
muerte y una muerte en cruz, cargada de atroces suplicios. En el
misterio de su muerte se ha otorgado la salvación para
todos los hombres. Este ejemplo ilumina esta realidad y dice que
el sufrimiento y el dolor aceptado en la obediencia de la fe y de
la confianza plena en Dios traen consigo la salvación
inminente.

Todos huyen del dolor hasta tal punto que es asociado
con la desgracia, pero no debe olvidarse que por el dolor se
previenen enfermedades peores. Cuando acontece un dolor como
síntoma es innegable que contribuye eficazmente para
combatir un mal mayo y así restablecer la salud. Desde
esta perspectiva, se desestigmatiza la sola imagen negativa del
dolor humano. No se pretende justificarlo ni mucho menos hacer
una apología masoquista, sólo se busca de ver el
otro lado diferente.

En los principios de la fe cristiana, la
aceptación del dolor tenía que ver con el amor y la
fidelidad de los seguidores de Jesús. Por dar testimonio
de su mensaje y conversión se sometían, libre y
voluntariamente, a todo tipo de torturas. Basta recordar los
martirios provocados por Nerón, Decio…

En la Segunda Guerra Mundial se vio otro testimonio en
que se aceptó el dolor por amor al hermano; se trata de un
Kolbe que ofreció su vida para salvar a un hombre casado,
padre de familia. Ahora bien, ¿Estas muertes fueron
indignas?; sigue abierta la cuestión.

Al respecto, ¿será menos digna la muerte
de quien teniendo una enfermedad terminal, acepta afrontarla
naturalmente, que quien solicita lo inyecten para liberarse de
todo dolor y sufrimiento?

5. "Tengo derecho a evitarme el sufrimiento"; el
sufrimiento no sólo acontece en la enfermedad,
también se lo percibe en casi todas las etapas de la vida,
por no decir plenamente en todas. El hombre desde que nace, nace
sufriendo por eso 105 primeros signos de vida de un niño
se los capta por sus fuerte llantos; ha salido de la
protección interna de una madre para verse en la abertura
del mundo, en el que se siente frio, hambre, sed, soledad,
tormento, traición. Con razón en la oración
cristiana de la Salve, se califica al mundo como "valle de
lágrimas". Es un valle de lágrimas en cuanto en
él se expresan todo tipo de tribulaciones y
sufrimientos.

Ahora bien, evitarme el sufrimiento como un derecho,
implica promover el suicidio colectivo desde la captación
consciente del primer dolor. Si todos razonaran de esta manera,
verdaderamente la especie humana ya hubiese existido hace ya
muchos milenios.

La respuesta al sufrimiento evidentemente no debe ser la
petición de la muerte. El enfermo terminal tiene derecho a
mitigar su dolor con los cuidados paliativos descubiertos por la
ciencia, pero no con el falso derecho de reclamar su muerte. Los
enfermos terminales poseen el derecho de solicitar
analgésicos eficaces aun cuando éstos tengan
efectos secundarios que acorten su vida.

En síntesis, el problema no está en que la
persona tenga derecho a evitarse el sufrimiento, sino en la
manera como se lo evita, llegando al extremo de solicitar la
muerte como única alternativa.

6. "El coraje que supone la supresión de la
vida":
"El coraje consiste en saber escoger un mal menor, por
más horrible que pueda
parecer"[17]Stendhal, escritor del siglo
XVIII.

Ante un acontecimiento de suicidio surge la siguiente
pregunta: ¿Lo hizo porque es valiente o porque es cobarde?
Las respuestas son variadas y hasta encontradas.

Algo parecido ocurre con el caso de la eutanasia; si la
persona opta por la muerte y esta decisión se la ve como
una expresión de coraje, pues mucho mayor es el coraje que
se necesita para afrontar la vida con sus dolores y sufrimientos;
mayor es el coraje que implica asumir la enfermedad con nobleza y
valentía.

Desde esta perspectiva el coraje aparente en el caso de
la eutanasia se convierte en la más vil muestra de
cobardía y temor por encarar la vida con todos los bienes
y males que ella tiene consigo.

7. "La insoportable degradación
física":
quizá debe aclararse el término
"degradación" que no es lo mismo que
transformación. Es más oportuno hablar de
transformación que emplear el vocablo despectivo,
degradación.

Si esta hipótesis fuera verdad, la naturaleza
sería el acontecer constante de la degradación.
Nada se transforma, todo se degrada. Realmente es una
visión muy negativa de lo que verdaderamente ocurre con la
naturaleza.

Para que una semilla se convierta en un árbol
ineludiblemente, necesita transformarse para iniciarse el proceso
de crecimiento y producción. En este proceso
chocaría hablar de degeneración de la semilla.
Sería muy negativo apreciar algo de esta
manera.

8. "El absurdo de una vida sin sentido": el
hombre es un ser en continua conquista de sentidos para su vida.
Cuando se pierde el sentido viene el absurdo y el absurdo la
muerte. En la filosofía existencialista se habla de que el
fin del hombre es la muerte; según Albert Camus. Esta
visión se somete a las más enraizadas
argumentaciones que muestran lo contrario y sencillamente, esta
afirmación prevalece cuando el sentido de vida ha
desaparecido.

¿Qué se puede esperar de una vida que
carezca de sentido?, la respuesta es nada y esa nada se equipara
con la muerte. Pero no, el hombre está llamado a no perder
el sabor de su existencia a pesar de su enfermedad, dolor y
sufrimiento.

Los filósofos antiguos como Platón,
Aristóteles, en particular afirmaban que el hombre tiende
hacia un fin y ese fin es la felicidad expresada a cada uno
según su situación. Así la felicidad del
enfermo es conseguir la salud desde el pensamiento
aristotélico.

Se generan unas preguntas: ¿Se puede afirmar que
un enfermo terminal aspire a la felicidad? ¿Qué
tipo de felicidad? ¿Es posible?

La felicidad es el centro de motivación de la
persona humana y por eso Kant la definía así:
"La felicidad es un estado interior de satisfacción
completa y consciente de las aspiraciones fundamentales del ser
humano"[18].

Ciertamente, la felicidad ha respondido a todo el
proceso de vida de la persona, de su relación consigo
mismo, con los otros, con lo otro y con el Gran otro.

Seguramente, el enfermo terminal que ha perdido el
sentido de su vida es porque nunca en vida fue feliz y por eso no
tiene más respuestas a su situación que buscar la
muerte. Puede sonar radical pero en el fondo las decisiones
responden al cúmulo de experiencias que a lo largo de la
vida se han tenido.

9. "No quiero estar a cargo de nadie". Es
innegable que cuando una persona recibe la noticia que tiene una
enfermedad terminal reaccione de mil formas; entre ellas se deje
llevar por la depresión y fa angustia.

No pocas veces se sienta impotente e inútil
frente a esta situación. La primera idea es considerarse
en un peso para la familia. Verdaderamente, todo esto responde a
los efectos primarios de quien experimenta la enfermedad mortal.
Pero esto no es suficiente para opacar el amor, la
compañía, la solidaridad, fraternidad de los
familiares, amigos y conocidos.

No siempre la familia lo mirará como un peso sino
como un hermano necesitado y es allí donde es más
valorado y apreciado. Frecuentemente y de manera lamentable se
espera que la persona esté en condiciones muerte para
preocuparse por ella y para manifestarle el afecto y
cariño.

Esto por una parte, pero si es cierto que muchos
enfermos son maltratados, abusados, hasta violentados. Nadie se
preocupa de ellos aún ante situaciones últimas. Tal
vez porque no tiene nada que heredar o porque siempre fue ajeno a
su núcleo familiar. También es cierto que no por
esto debe caerse en el fango de la lamentación y pedir
afanosamente la muerte como la única posibilidad de
liberar a los demás de mis males y pesares.

Existen más argumentos para refutar los
insistentes asedios de falsos raciocinios que buscan imperar a
como dé lugar. Pero lo esencial no es quedarse en
apologías sino más bien en ofrecer continuamente
gestos de amor y compañía al hermano que sufre y
que necesita palabras de aliento. Se puede llenar a la
razón de los más bellos razonamientos, pero donde
queda e! corazón, lo que se vive, lo que se siente y se
experimenta. Con razón Pascal decía que el
corazón tiene razones que la razón no
comprende.

Pueden elaborarse los tratados más perfectos que
argumenten la adversidad a la eutanasia, pero dónde queda
la praxis, la acción para que eso que se afirma sea
comprensible y tenga un sustento experiencial, basado en el amor,
fraternidad, solidaridad y la hermandad.

2.3.2 Cuidados paliativos. En esta parte, el
autor pretende abordar el tema de los cuidados paliativos por su
pertinencia a la hora de comprender aquellas situaciones que se
ven implicadas en el drama de la enfermedad terminal y por
consiguiente de la eutanasia.

2.3.2.1 ¿Qué se entiende por medicina
paliativa?
Se trata de aquella especialidad médica que
tiene que ver directamente con el cuidado de los enfermos
terminales, es decir, los distintos tratamientos, atenciones,
procedimientos que deben tenerse respecto a una enfermedad
incurable.

La medicina paliativa "se ha desarrollado a partir de
distintas especialidades médicas que han enfrentado la
cercanía de /a muerte y el manejo del sufrimiento, como la
geriatría, la anestesiología, la medicina interna,
la psiquiatría"[19].

Sin duda, la prosperidad de esta medicina se asocia
directamente con la eutanasia. Para quienes están a su
favor, la ven como la evolución milagrosa para alcanzar la
pronta liberación de un mal tan grande, como lo es la
enfermedad terminal.

Por otra parte, quienes ponen de manifiesto sus
argumentos no la ven como la perfección para lograr un
método de muerte más perfecto, sino como un gran
avance que contribuya al sano tratamiento de quien padece los
fuertes dolores y tormentos. Se percibe como un modo oportuno
para mitigar el dolor y aliviar en parte el sufrimiento tanto del
enfermo como de sus familiares.

2.3.2.2 ¿Qué son los cuidados
paliativos?
Se trata de aquellas atenciones que se dan a un
paciente con una enfermedad potencialmente mortal, en fase
avanzada y al que no afectan los tratamientos
curativos.

Según el Instituto de Cáncer de los
Estados Unidos los define de la siguiente manera:

"Los cuidados paliativos son un concepto de la
atención al paciente que incluye a profesionales de la
salud y a voluntarios que proporcionan apoyo médico,
psicológico y espiritual a enfermos terminales y a sus
seres queridos.

Los cuidados paliativos ponen el énfasis en
la calidad de vida, es decir, en la paz, la comodidad y la
dignidad. Una de las metas principales de los cuidados paliativos
es el control del dolor y de otros síntomas para que el
paciente pueda permanecer lo más alerta y cómodo
posible.

Los servicios de cuidados paliativos están
disponibles para personas que ya no pueden beneficiarse de los
tratamientos curativos; el paciente típico de cuidados
paliativos tiene un pronóstico de vida de 6 meses o
menos.

Los programas de cuidados paliativos proporcionan
servicios en varias situaciones: en el hogar, en centros de
cuidados paliativos, en hospitales o en establecimientos
capacitados para asistir enfermos.

Las familias de los pacientes son también un
enfoque importante de los cuidados paliativos, y los servicios
están diseñados para proporcionar/es la asistencia
y el apoyo que necesitan"[20].

2.3.2.3 Enfermedad terminal. La sociedad
española de cuidados paliativos ha definido la
situación de enfermedad terminal con cinco
criterios[21]

1. Presencia de una enfermedad avanzada, progresiva e
incurable.

2. Falta de posibilidades razonables de respuesta al
tratamiento específico.

3. Presencia de numerosos problemas y
síntomas.

4. El gran impacto emocional de esta situación en
el paciente, la familia y el propio equipo
terapéutico.

5. Pronóstico de vida inferior a los 6
meses.

Siempre y cuando la enfermedad comporte estos criterios
se podrá decir que es una enfermedad terminal y que
requiere de cuidados paliativos; se advierte a que no debe
confundirse con los llamados tratamientos curativos propios de
toda enfermedad.

2.3.3 Posición de la Iglesia católica
frente a los cuidados paliativos.
Ciertamente, un enfermo
sentenciado a muerte por una enfermedad letal se ve
acompañado por sus familiares y por el equipo
médico. Los médicos procuran aliviarlo y
restablecer su salud. La verdad es que se trata de una enfermedad
mortal acompañada de terribles dolores. Se debe procurar,
por tanto, atenuar el sufrimiento y el dolor por medio de
tratamientos eficaces.

Surge una cuestión: ¿La Iglesia
Católica está de acuerdo en que se suministren
narcóticos para suprimir el dolor, aun cuando se abreviara
la vida; es moralmente admitido?

La respuesta la brinda el Papa Pío XlI:"Si no
hay otros medios y si, en tales circunstancias, ello no impide el
cumplimiento de otros deberes religiosos y
morales"[22].

Se ve claramente que no se busca la muerte, sino paliar
el dolor de un modo eficaz, con la ayuda de analgésicos a
disposición de la medicina. Se sabe que todo medicamento
farmacéutico produce efectos colaterales, incluso hasta
las aspirinas.

Una enfermedad grave como el cáncer avanzado,
requiere de morfina para mitigar el dolor, atenuándolo
enormemente, pero al mismo tiempo acorta la vida de la persona.
Este efecto, tras el uso de fármacos no puede entrar en la
categoría de eutanasia ni mucho menos se puede entender
como suicidio u homicidio.

En efecto, los médicos y los familiares gozan de
la licitud para actuar en bien del enfermo. Se ha dicho que no se
trata de buscar la muerte, sino más bien prestar un
servicio oportuno lejos de pretender matar a alguien. Por ende,
los médicos no pueden descuidar esta valiosa ayuda de
ofrecer medicamentos y tratamientos para paliar los efectos de la
enfermedad terminal.

2.3.3.1 Objetivos fundamentales de los cuidados
paliativos.
Los cuidados paliativos no pretenden evitar que
el paciente muera. Por ende, si acontece la muerte en medio de
los cuidados no debe verse como un fracaso. Se ha dicho que su
fin se ordena a procurar que la muerte se produzca sin
sufrimiento o con el menor posible.

Los siguientes objetivos son tomados de la
reflexión del profesor Manuel Alves, en su obra "Frente a
la vida"[23]:

  • Reafirmar la importancia de la vida, considerando la
    muerte como un proceso normal.

  • Establecer un proceso que no acelere la llegada de
    la muerte, ni tampoco la prorrogue.

  • Proporcionar alivio del dolor y los demás
    síntomas angustiosos.

  • Integrar los aspectos psicológicos, sociales
    y espirituales en el tratamiento del paciente.

  • Ofrecer un sistema de apoyo para ayudar a los
    pacientes a llevar una vida lo más activa posible
    hasta que le sobrevenga la muerte.

  • Ofrecer un sistema de apoyo a la familia para que
    pueda afrontar la enfermedad del paciente y sobrellevar e
    período de duelo.

Tal como se han presentado los objetivos, como el fin de
los cuidados paliativos, exige por su puesto, un equipo de
personas idóneas capaces de brindar todas estas
atenciones; se necesita médicos especialistas,
psicólogos, psiquiatras, sacerdote, fisioterapeutas,
enfermeros… Todos están íntimamente articulados
para buscar el bien del paciente y de su familia.

No pocos países promueven la defensa de la vida y
eso es algo loable. Aunque ha existido una tendencia fuerte por
legitimar acciones criminales como el aborto, y de hecho existen
territorios en los que es legalmente admitido, es de destacar que
frente a la eutanasia, sólo un país en el
año 2004, se atrevió a aceptar la violación
de la vida como ley.

Holanda legalizó la eutanasia asistida y lo hizo
bajo ciertas condiciones previas por la
ley[24]

2.4 FUNDAMENTACIÓN
TEOLÓGICA

El origen del hombre no se debe sólo a las leyes
de la biología, sino directamente a la voluntad creadora
de Dios y a su perenne gratuidad con lo creado.

La vida humana es sagrada porque desde su inicio
comporta la acción creadora de Dios y permanece siempre en
una especial relación con el Creador, su único fin.
Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo
hasta su término.

La eutanasia dice de la violación directa o
indirecta de la vida humana; "Cualesquiera que sean los
motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin
a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es
moralmente inaceptable
"[25].

La Iglesia reconoce el alcance de la gravedad que
implica una acción como ésta. Dice que es
moralmente inaceptable porque se trata de una ofensa a la
dignidad humana y además es una falta de respeto al Dios
vivo. Es catalogado como un acto homicida pues se da muerte a una
persona inocente.

Las personas disminuidas mencionadas en la cita
anterior, pueden ser aquellas que se ven limitadas física
o mentalmente y que ante esa situación hay quienes buscan
la muerte como una posible solución. Esto vuelve a
ratificar el irrespeto a Dios que es creador de la
vida.

Las personas enfermas o moribundas, agobiadas por el
sufrimiento físico también recurren a la muerte
para verse libres de los dolores humanos, con conciencia o sin
ella. Peor aún, es cuando los familiares con falso
argumento de solidaridad buscan la muerte de sus seres queridos.
Todo esto hace ver la falta de adhesión a la persona de
Cristo, a su palabra y a su obra.

El Concilio Vaticano II denuncia la eutanasia junto a
todo lo que atenta contra la vida humana: "homicidios de
cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo
suicidio deliberado
"[26], las considera como
prácticas infamantes que degradan la civilización
humana y deshonran más a sus autores que a sus
víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al
Creador.

"El hombre, rechazando u olvidando su
relación fundamental con Dios, cree ser criterio y norma
de sí mismo y piensa tener el derecho de pedir incluso a
la sociedad que le garantice posibilidades y modos de decidir
sobre la propia vida en plena y total
autonomía
"[27].

Desde esta fundamentación teológica y tras
la anterior afirmación debe considerarse profundamente la
relación del binomio Dios-Hombre; su rechazo o su olvido
es lo que origina, sin duda alguna, la pretensión de verse
absolutamente independiente del creador, con la autonomía
de decidir sobre la propia vida como propiedad de la que se puede
disponer.

"La eutanasia es una grave violación de la
ley de Dios
"[28] pues, se trata de eliminar
deliberadamente, de manera moralmente inaceptable, la vida de una
persona humana.

Al respecto, sólo Dios es quien tiene el poder y
la autoridad sobre la vida y nadie puede atribuirse tales
privilegios, pues si así fuera, se caería en el
absurdo y en el egoísmo de proceder irresponsablemente
conduciéndose inevitablemente a la muerte.

2.5 FUNDAMENTACIÓN
BÍBLICA

Para abordar adecuadamente el problema de la eutanasia
como una amenaza contra la vida humana y para encontrar el modo
más eficaz para su defensa, se debe, ante todo, recurrir
al dato bíblico.

Hay que detenerse reflexivamente en los relatos de la
creación. La Biblia define en dos perspectivas al ser
humano:

  • El hombre es creado a imagen y semejanza de Dios
    (Gen. 1, 26); se trata del segundo relato de la
    creación en el que se expresa, que es tomado del
    polvo, lleva en sí el soplo divino de la
    vida.

  • El hombre se caracteriza por su relación
    inmediata con Dios, propia de su ser; el hombre es imagen de
    Dios y por eso está bajo su protección
    personal, es algo «sagrado». La vida humana es
    intocable porque es propiedad divina.

  • Todos los hombres son un sólo hombre porque
    provienen de un único padre, Adán, y de una
    única madre, Eva, «madre de todos los
    vivientes» (Gn 3, 20).

Esta unicidad del género humano, que implica la
igualdad, los mismos derechos fundamentales para todos, es
solemnemente repetida y re-inculcada después del diluvio.
Para afirmar nuevamente el origen común de todos los
hombres.

A partir de los relatos de la creación se pueden
extraer dos aspectos fundamentales que aporta la Sagrada
Escritura respecto al valor de la vida: dignidad del ser humano
en cuanto es creado a imagen y semejanza de Dios y la unicidad de
su origen y destino. Aspectos que encuentran confirmación
definitiva en la figura del segundo Adán, Cristo: el Hijo
de Dios ha muerto por todos, para reunir a todos en la
salvación definitiva de la filiación divina.
Aparece así con la máxima claridad la común
dignidad de todos los hombres: "Ya no hay judío ni
griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos
vosotros sois uno en Cristo
Jesús
"[29].

Este anuncio bíblico, que recorre toda la Biblia
se puede considerar como el fundamento de la dignidad y de los
derechos humanos. Luego, se percibe un desarrollo de estos
elementos traducidos en códigos o normas.

Desde una perspectiva bíblica, la eutanasia nunca
encontrará un argumento que se ponga a su favor. En el
Decálogo se expresa una ley que quedará impresa en
la mente del pueblo y que contribuirá a favorecer y
proteger la vida por encima de cualquier cosa.

La vida es don recibido de Dios; de ella nadie puede
disponer. Solamente Dios es dueño de la vida y de la
muerte. Dios da la muerte y la vida nadie tiene el derecho de
intervenir sobre la muerte de su hermano o peor aún,
pedirla de manera voluntaria. De allí que se den unas
categorías sobre la eutanasia, entendida como homicidio o
bien, como suicidio.

Evidentemente, Dios como creador y fuente de vida es el
único que tiene el poder sobre la vida y sobre la muerte.
El hombre por más creativo e inteligente que sea nunca
debe olvidar que es una criatura y por ende, no debe atribuirse
los poderes de Dios. Existe una tendencia acendrada en querer
presentarse cono dioses y por eso, sintiendo plena
autonomía sobre la vida, se llega a un punto extremo y
vergonzoso de pedir incluso la propia muerte.

Esto se puede traducir como una intención suicida
y quien la posibilite estará contribuyendo para que se
realice un suicidio asistido. Muchos se hacen partícipes
de este crimen con el pretexto de solidaridad con el sufrimiento
ajeno. Es absurdo expresar la solidaridad matando al hermano,
sería más oportuno confortar y animar desde la fe y
la compañía.

En el Nuevo Testamento, Jesús se presenta como el
camino la verdad y la vida. Dios es un Dios de vivos y no de
muertos y el Hijo de Dios es quien transparenta al Dios de la
vida. Jesús siempre estuvo a favor de la vida; curo a
muchos enfermos, resucitó a la hija de Jairo, al hijo de
la viuda de Naim y a Lázaro. Obró muchos signos en
la comunidad para manifestar la inminente llegada del Reino de
Dios.

San Pablo en la carta a los Romanos expresa la profunda
obediencia a Dios respecto a la vida y a la muerte: "Ninguno
de nosotros vive para sí mismo; como tampoco nadie muere
para sí mismo. Si vivimos, para el señor, vivimos y
si morimos, para el Señor morimos
"9. Así
que, ya vivamos, ya muramos, del Señor somos
." Esto
significa aceptar la vida y la muerte desde el don de Dios con
todo lo que implica; dolor, sufrimiento, alegría, gozo,
júbilo…

La carta a los Gálatas muestra la pasión
que el cristiano debe tener por Cristo asumiendo las
tribulaciones y los tormentos desde la pasión del
crucificado. "Estoy crucificado con Cristo. Vivo yo pero no
soy yo, es Cristo quien vive en
…"10

Desde este horizonte, se puede decir que es Cristo quien
da sentido a la vida y a la muerte y vivir la vida con
pasión significa vivir como Cristo
vivió.

2.6 FUNDAMENTACIÓN
PASTORAL

Los seres humanos, hombres y mujeres, no son ajenos a la
tentación de de optar por la muerte como solución a
los sufrimientos, generados por la enfermedad física, sea
en ancianos, adultos, jóvenes, o bien, en niños
recién nacidos con mal formaciones físicas.
Así, la eutanasia se va justificando erróneamente
por el principio de autonomía del sujeto, que
tendría derecho a disponer, de manera absoluta, de su
propia vida; y la convicción, más o menos
explicitada, de la insoportabilidad e inutilidad del dolor que
puede a veces acompañar a la muerte.

Desde una perspectiva pastoral se debe buscar la forma
más clara y precisa para orientar a las que han perdido su
esperanza y que ya no tienen ninguna referencia con el misterio
de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
Es decir, personas que han perdido la fe y sin ella es muy
difícil desarrollar un trabajo pastoral. El punto de
partida para animar y confortar a una persona que se ve de cara a
la muerte por la sentencia de su enfermedad, es sin duda la fe en
Dios; que tenga de base plena confianza en Jesús, en su
vida, en su muerte y resurrección.

La Iglesia Católica por su parte, no se ha
sentido ajena frente al dolor de sus hijos; ella, ora
incesantemente por su salvación y su consuelo. No pocas
veces se ha pronunciado públicamente para expresar su
parecer frente al sufrimiento humano, aborto, suicidio y
eutanasia. Conviene presentar algunos escritos importantes que
Iluminan el trabajo pastoral:

  • "Iura et Bona"11

  • "Cor unum"12

  • "Evangelium vitae"13

Estos documentos del Magisterio no se limitan a definir
la eutanasia como moralmente inaceptable, sino que también
ofrecen un itinerario de asistencia al enfermo grave y al
moribundo, que se inspire, tanto bajo el aspecto de la
ética médica como bajo el espiritual y pastoral, en
el respeto a la dignidad de la persona, en el respeto a la vida y
a los valores de la fraternidad y la solidaridad, impulsando a
las personas y a las instituciones a responder con testimonios
concretos a los desafíos actuales de una "cultura de
muerte" que se difunde cada vez más.

Las posibles peticiones de muerte por parte de
personas que sufren gravemente, casi siempre constituyen la
manifestación extrema de una apremiante solicitud
del paciente que quiere recibir más atención y
cercanía humana, además de cuidados adecuados,
ambos elementos que actualmente a veces faltan en los
hospitales.

Resulta hoy tan importante crear acciones pastorales que
favorezcan a las personas enfermas o moribundas; poder
evangelizar a sus familias llevando un mensaje de fe y de
esperanza, pues es muy cierto lo que afirma el Consejo Pontificio
para la pastoral para la salud::  "El enfermo que se
siente rodeado por la presencia amorosa, humana y cristiana, no
cae en la depresión y en la angustia de quien, por el
contrario, se siente abandonado a su destino de sufrimiento y
muerte y pide que acaben con su vida. Por eso la eutanasia es una
derrota de quien la teoriza, la decide y la
practica"
14.

A este respecto, es justo interrogarse si, bajo la
justificación de que el dolor del paciente es
insoportable, no se esconde más bien la
incapacidad de los "sanos" de acompañar al moribundo en la
prueba de su sufrimiento, de dar sentido al dolor humano. Tampoco
se ha de excluir que detrás de algunas campañas en
favor de la eutanasia se ocultan razones de gasto público,
considerado insostenible e inútil frente a la
prolongación de ciertas enfermedades.

La acción pastoral debe procurar orientar sobre
el amor y la solidaridad para con el que sufre la enfermedad y si
se trata de algo que es incurable, tiene prelación la
compañía cercana, la solidaridad, el apoyo y la
fortaleza que brinda la familia. Algunos afirman que el amor de
la familia es el mejor remedio para cualquier en enfermedad. Esto
es más evangélico y pastoral que ofrecerle al
hermano enfermo el "coctel de la muerte"15.

2.6.1 MARCO HISTÓRICO

Ciertamente la eutanasia desde su etimología se
muestra como un concepto ambiguo; "buena muerte" pero, el dato
evidente es que no todos así la consideran, por eso, hay
que ver su historia, mirando los significados que a lo largo de
los siglos ha tenido.

1. En el mundo grecorromano, la eutanasia se
comprende como un "morir bueno" morir bien, el que ha
muerto
bien16, Pero estos tres términos han recibido
diversos significados a lo largo de la historia; "morir
bueno" (sin dolor), se entendió
así:

En el mundo grecorromano, ésto significa;
"el morir bien", sin dolor, no tiene en cuenta la ayuda al morir.
Cicerón le da significado a la palabra como "muerte digna,
honesta y gloriosa"17.

2. En la historia Griega:

Hipócrates: (S. V a.C.) en su juramento
afirma que no dará medicamento mortal por más que
se lo soliciten.

Platón: (427-337 a.C.) dice lo contrario
en la república: "Se dejará morir a quienes no sean
sanos de cuerpo"18.

En los Romanos, la práctica es
múltiple: Muerte sin dolor por miedo a afrontar
conscientemente el sufrimiento y la propia destrucción
(Tácito en sus Anales)19.

Los Estoicos, (Séneca, Epícteto y
Marco Aurelio) ven la eutanasia así:

Séneca: "Es preferible quitarse la vida, a
una vida sin sentido y con sufrimiento".

Epícteto: predica la muerte como una
afirmación de la libre voluntad.

Después de hacer una aproximación al
concepto, dentro de la historia, es necesario presentar
diferentes posturas o pensamientos relevantes que se han
formulado respecto a la eutanasia.

Juan Pablo II, en su encíclica
Evangelium Vitae define la Eutanasia como:
"Adueñarse de la muerte, procurándola de modo
anticipado y poniendo así fin "dulcemente" a la propia
vida o a la de otro"
20. Y se considera esto como una
"cultura de la muerte" que se ve en las sociedades del bienestar,
caracterizadas por una mentalidad eficientista, que va en contra
de los ancianos y los más débiles, caracterizadas
como algo gravoso e insoportable, aisladas por la familia y la
sociedad, según lo cual una vida inhábil no tiene
ya valor alguno. Y vuelve a definir la Eutanasia como una
"acción o una omisión que por su naturaleza y en la
intención causa la muerte, con el fin de eliminar
cualquier dolor "situada en la intención y los
métodos usados"
21.

En términos de una teoría utilitarista de
los derechos, la Eutanasia se muestra como una opción
más práctica en el caso de que se presente una
existencia marcada por el dolor y sin posibilidades de
felicidad22. Desde esta perspectiva, la eutanasia es buena dados
los dolores que se le quitan a quien los está sufriendo,
se disminuyen los daños a la sociedad y se termina con una
"carga" para la familia.

En la Utopía de Tomas Moro, aparece el concepto
médico y moral de la Eutanasia : "…Cuando a
estos males incurables se añaden sufrimientos atroces, los
magistrados y sacerdotes, se presentan al paciente para
exhortarle, tratan de hacerle ver que está ya privado de
los bienes y funciones vitales…y puesto que la vida es un puro
tormento, no debe dudar en aceptar la muerte, no debe dudar en
liberarse a sí mismo o permitir que otros le liberen…
esto es, la muerte no le apartará de las dulzuras de vida
sino del suplicio y se realiza una obra …piadosa y santa…este
tipo de muerte se considera algo honorable
"23.

David Hume, critica la posición eminentemente
moralista del suicidio y de paso a la eutanasia así:
"nuestro horror a la muerte es tan grande que cuando
ésta se presenta bajo cualquier otra forma distinta de la
que un hombre se había esforzado en reconciliar con su
imaginación, adquiere nuevos aspectos aterradores y
resulta abrumadora para sus pocas fuerzas. Y cuando las amenazas
de la superstición se añaden a esta natural
timidez, no es extraño que consigan privar a los hombres
de todo poder sobre sus vidas" y va en contra de un determinismo
al decir que " si el disponer de la vida humana fuera algo
reservado exclusivamente al todopoderoso, y fuese un
infringimiento del derecho divino el que los hombres dispusieran
de sus propias vidas, tan criminal sería el que un hombre
actuara para conservar la vida, como el que decidiese
destruirla
"24.

Finalmente justifica la eutanasia en términos
prácticos al decir que: " una vez que se admite que la
edad, la enfermedad o la desgracia pueden convertir la vida en
una carga y hacer de ella algo peor que la aniquilación.
Creo que ningún hombre ha renunciado a la vida si esta
mereciera conservarse
"25.

Quien se retira de la vida no le produce daño a
la sociedad, a lo sumo deja de producirle un bien.

En términos de Kant, a él no le
importa la singularidad, el suicidio es malo, al contrario de
Hume, porque viola deberes para conmigo mismo, el respeto por
nosotros mismos. Frente a la eutanasia afirma: "es la
potencialidad de ese ser humano que se quita la vida, las
posibilidades de desarrollo de sus capacidades. La vida no vale
por sí misma, sino en función de un proyecto de
vida ligado con una libertad y una autonomía, ésta
se justifica si permite la base material para una vida
digna
"26.

Dentro de este marco histórico no se presentan
las posturas de la Iglesia católica porque ya se han
abordado en temas precedentes. Hasta aquí, se hizo el
intento de ver, de forma global, cuál ha sido el
desarrollo y la comprensión de la eutanasia a
través de la historia con algunos filósofos,
quienes se han preocupado por reflexionar sobre este
tema.

LA EUTANASIA DESDE LAS DISCIPLINAS
TEOLÓGICAS

Desde la sagrada escritura: "Alma de la sagrada
teología"
Si las Sagradas Escrituras constituyen
el corazón de la teología y en ella se inspiran las
reflexiones eclesiales, es preciso abordar el problema de la
eutanasia en la revelación presentada en el Antiguo
Testamento y Nuevo Testamento, con una mayor amplitud y
profundización.

La Constitución apostólica, "Dei
Verbum"
resalta la prelación que tiene la Sagrada
Escritura y su íntima relación con la
teología: "Las Sagradas Escrituras contienen la
Palabra de Dios; por consiguiente, el estudio de la Sagrada
escritura ha de ser como el alma de la sagrada
teología".[30]

La Sagrada Escritura, y la venerable Tradición,
muestran claramente el querer de Dios acerca de una
situación, que aparentemente se ve ambigua y hasta
relativa.

Ella, por su parte, ilumina, orienta y determina algunos
criterios de acción. Se pretende dar una mirada al Nuevo y
Antiguo Testamento, no para presentar arbitrariamente un concepto
o una realidad, que tal vez ni siquiera se emplee de modo directo
o literal en las Sagradas Escrituras.

Se debe tener en claro que el hecho, así como el
término "eutanasia" no se perciben patentemente en los
relatos bíblicos; es más, esta palabra es ajena a
las costumbres y tradiciones judías. Sólo,
después del surgimiento del cristianismo, se ve la
necesidad de afrontar tal situación manifiesta en la
cultura grecorromana y que es defendida por la filosofía
antigua.

Por ende, desde las sagradas escrituras, sólo se
busca apoyarse de algunos elementos, que si bien no aparecen
directamente, al menos de forma indirecta, puedan ofrecer algunas
luces y criterios, referentes al tema de estudio. Ciertamente,
desde una visión global, en la Sagrada Escritura, se
encuentran temas de mucha pertinencia para la comprensión
de un pensamiento, que se evidencia con más ahínco
en la defensa constante de la vida humana.

Ahora bien, después de ofrecer este comentario
previo, se prosigue a la presentación de un recorrido
bíblico cargado de una valiosa riqueza, a la hora de
comprender la problemática de la eutanasia respecto a
verdades irrefutables.

Antiguo Testamento. En principio, el
presupuesto bíblico, preeminente, que avala la vida humana
como creación de Dios, lo presenta el libro del
Génesis cuando afirma el siguiente postulado:
"Entonces Yahvé Dios formó al hombre con polvo
del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y
resultó el hombre un ser
viviente[31]

Este versículo trata de revelar una verdad
primaria y tiene que ver con el origen del primer hombre, en su
sentido genérico. Un hombre, que sin duda, es criatura,
pero portadora del aliento vital de Dios; un ser animado por el
soplo de vida que procede de su Creador.

En efecto, se puede apreciar de modo claro, que el
hombre no adquiere su vida de modo propio y autónomo. Es
Dios quien crea libre y gratuitamente. De allí, nace la
afirmación, por todos sabida, que nadie es dueño de
la vida, sino Dios quien la hizo. Además, se manifiesta la
soberanía de Dios sobre ella.

En suma, se puede decir que el hombre no puede disponer
de ella, a su libre albedrío. No tiene potestad para
quitarla cuando a él le satisfaga. Es un don y en sus
manos está el cuidarla y protegerla hasta que Dios pida
cuenta de ella. Este principio, desde la fe de un pueblo, es
innegable e indiscutible. El pueblo israelita, así lo
siente y así lo experimenta en su más profunda
reflexión y lo lega como criterio sagrado para todas las
generaciones.

Así pues, si la vida es un don de Dios y de ella
nadie puede disponer, sólo su Creador, se torna ineludible
establecer normas que la preserven contra abusos y
arbitrariedades.

Efectivamente, el libro del éxodo presenta un
decálogo en el que se expresa el querer de Dios sobre la
conducta de los hombres. Dentro de esas leyes aparece una que se
puede considerar como eje de apoyo respecto a la violación
del don inalienable de la vida: "Dios pronunció estas
palabras:… No
matarás"[32]

No obstante, el mandato de Dios frente a la vida es
puntual. No advierte otra cosa, sino la defensa y
promoción de aquello, que libre y gratuitamente se ha
recibido; la vida. Por lo demás, el hagiógrafo
revela el deseo indeleble de Dios, el de salvaguardar la vida,
que para el hombre debe ser lo más sagrado.

Respecto a tal mandato, nadie está autorizado
para quitar la vida de su hermano, sea por asentimiento o sin
él. Se trata de un imperativo divino que pretende tutelar
la vida humana, hasta los últimos días de su
existencia.

Sólo se acepta a Dios como dueño y
señor de la vida. Por lo menos, así lo ratifican
muchos pasajes bíblicos: "Ved ahora que yo soy yo, y
que no hay otro Dios junto a mí. Yo hago morir y hago
vivir, yo hiero y yo sano"[33].

Este relato hace ver que tanto la vida como la muerte le
pertenecen a Dios. Es decir, Dios tiene potestad incluso sobre
aquello que se escapa de las manos de los hombres, o si al menos
el hombre pretende gobernar sobre su muerte, ingenuamente cae en
transgresión por suicidio u homicidio, pues él no
dispone de su muerte. El hombre, en cuanto a su relación
con Dios, desde esta perspectiva, está sometido a depender
de él como su único creador. Por ende, su vida se
torna como un tesoro, puesto en sus manos, para ser administrado
de la mejor manera. "Dios en su mano retiene el hálito
de los vivientes, el espíritu de todo ser
humano."[34]

La expresión en su mano, retiene el
hálito de los vivientes,
por un lado el verbo retener
está asociado con la acción de disponer. Es Dios
quien dispone de la vida de los seres vivientes. Luego, el autor
sagrado, se remite a Génesis 2,7 para significar la
estrecha relación con aquel momento en el que Dios insufla
en las narices del hombre el soplo de vida. Se trata de recordar
nuevamente una verdad ineludible; Dios es creador y el hombre es
criatura. Su vida viene de Dios y a El debe dirigirse.

Así pues, se vuelve a corroborar que Dios el
único ser capaz de intervenir tanto en la vida, como en la
muerte. Justamente, el primer libro de Samuel enuncia claramente
la potestad de Dios en proporción al don que ha dado al
hombre "Yahave da muerte y vida"[35]. Sin
más el hombre debe aceptar el querer de Dios: reconocer
humildemente, que posee un Creador y que de Él
depende.

Necedad es ignorarlo o peor aún, tratar de
negarlo para establecerse él, como dueño y
señor de su propia vida. El hombre cuando olvida a Dios
está condenado a suplantar su puesto y atribuirse los
derechos que sólo a Él le pertenecen.

El libro bíblico citado anteriormente pone de
manifiesto una escena que no responde a este principio y deseo de
Dios: "Dijo Saúl a su escudero: saca tu espada y
traspásame, no sea que lleguen esos incircuncisos y hagan
mofa de mí. Pero el escudero no quiso, pues estaba lleno
de temor. Entonces Saúl tomó la espada y se
arrojó sobre ella. Viendo el escudero que Saúl
había muerto, se arrojó también sobre su
espada y así murió con
él"[36].

Ciertamente, este relato hace notar el deseo de Dios
sobre la vida y sobre la muerte. Aunque algunos se atreven a
decir que, evidentemente, corresponden a un contexto propio,
deben saber que la muerte es muerte y no existen contextos que la
justifiquen, aun cuando se trate de la propia muerte.

Esta acción de Saúl no es ningún
ejemplo de eutanasia, aún cuando contiene elementos por
los cuales muchos tratan de justificarla. Así por ejemplo,
Saúl se quita la vida para verse libre de la mofa del
enemigo y quien argumenta a favor de la eutanasia lo hace para
verse o ver libre a la persona del sufrimiento y el dolor en los
últimos días de su existencia.

Si ya se dijo que no corresponde a una eutanasia,
entonces, ¿qué es? Es un suicidio; Saúl ha
buscado su propia muerte para no enfrentar una situación
que trae consigo la inminente aparición de sus
efectos.

La verdad es que la Sagrada escritura no pronuncia
ningún juicio sobre la muerte de Saúl ni de su
escudero. Previamente, se ve en el pasaje bíblico la
petición que hace Saúl a su escudero, saca tu
espada y traspásame.
El escudero siente temor y no se
explica de qué temor se trata. Algunos exegetas hablan del
temor a matar al ungido de Yahavé; situación que
implica el inevitable castigo divino. Otros, por su parte, se
atreven a decir que se teme a violar el precepto de Dios,
"No matarás[37]

En efecto, si se pudiera poner en juego la
imaginación y se admitiría que el escudero acepta
la petición de Saúl, ya no se hablaría ni de
eutanasia ni de suicidio. Ahora entra en escena el pecado de
Caín contra su hermano Abel. Es decir, se trataría
de un homicidio; acto aborrecido por Dios y que no se exime de
severas sentencias.

Esta primera distinción terminológica se
hace pertinente, a la hora de adentrarse en el estudio de los
siguientes capítulos, en los que es preciso tener criterio
claro cuando se trate de una acción suicida, homicida o
eutanásica.

Otro pasaje que presenta tanto el suicidio como el
homicidio, es la escena en que Sansón hala, con todas sus
fuerzas, las columnas del edificio, dando fin a su vida y a la de
muchos de sus enemigos[38]Sin desfigurar el
sentido e intención del texto, parece una escena de
triunfo y de victoria; aquí, el suicidio de Sansón
no es visto con pesar, puesto que se compensa con la muerte de
miles de filisteos, que también provocan alegría y
gozo.

La narración, con su forma expresiva y llena de
matices vivos y dramáticos, se aleja de cualquier juicio
moral; lo importante es el triunfo y la victoria de un nasir de
Dios. Su muerte, vista con alegría, no da pie a pensar de
que se trata de un suicidio y la muerte de los filisteos como un
homicidio. Estos son los casos en donde la muerte violenta de las
personas no se valora, ni se juzga; obviamente, responden a un
contexto propio a tal punto de llama a Dios,
"YahavéShebaofo Dios guerrero. Porque se piensa
que es Dios quien pelea por su pueblo y entrega en sus manos la
vida de los pueblos enemigos.

Nuevo Testamento. Reconociendo el
valor literario con que se revisten los escritos
neotestamentarios y atendiendo a sus intenciones
teológicas, se buscará presentar algunas
aplicaciones respecto al tema tratado.

De esta manera, se puede decir que Dios está a
favor de la vida, la protege y busca salvaguardarla de sus
enemigos; "Levántate, toma contigo al niño y a
su madre y huye a Egipto; y estáte allí hasta que
te diga. Porque Herodes va a buscar el niño para
matarle[39]

Una sana comprensión del verso permite ver el
querer de Dios frente a la vida; Dios no desea la muerte ni la
quiere para sus hijos. La prevención que El hace a la
familia de Nazareth, por medio del ángel, tiene que ver
con el cuidado y la atenta vigilancia ante la amenaza de muerte.
Ciertamente, Dios es un apasionado por la vida, la ama y busca su
bien.

El evangelio según san Mateo ofrece un programa
de vida en las muy conocidas bienaventuranzas. Para acercarse un
tanto al tema, basta reflexionar una de ellas:
"Bienaventurados los que lloran porque ellos serán
consolados[40]

Otras traducciones, prefieren decir, bienaventurados los
que sufren. Ahora bien, los que lloran o los que sufren no son
sino aquellos que aceptan la voluntad y el querer de Dios,
inclusive, con los tormentos, aflicciones y angustias que esto
implica.

La eutanasia busca, arbitrariamente, liberarse del
sufrimiento y del dolor como una amenaza insoportable. Esta
actitud, verdaderamente, está muy lejos de la
proclamación de felicidad expresada por el evangelio
según san Mateo. No se trata pues, de ser masoquistas;
sufrir por sufrir o peor aún de sentir felicidad por el
sufrimiento. Significa que a pesar de los dolores y sufrimientos,
acontecidos voluntaria o involuntariamente, en la naturaleza
humana, el verdadero cristiano , por fidelidad al mensaje de
Cristo, los acepta y en ellos encuentra una felicidad que hasta
tal punto es causa de polémica y de contrariedad constante
a un mundo hedonista que proclama el placer por el
placer.

Esta bienaventuranza asegura la promesa de Dios, de
consolar a los que sufren. Los enfermos terminales e incluso los
mismos familiares y cercanos suyos, pueden encontrar en esta
fuente bíblica, esperanza y fortaleza para confiar en Dios
aún en la desesperanza e impotencia humanas.

Esta explicación no debe llevar al conformismo
frente a la enfermedad ya la dolor. Recuérdese que Dios es
el eterno apasionado de la vida y busca para sus hijos el bien y
la salud. Muestra de ello son los innumerables signos de
Jesús. En los evangelios, Jesús es contemplado como
el verdadero taumaturgo. Es decir, como aquel que tiene el poder
de curar las enfermedades. De hecho, la proclamación de su
mensaje está acompañado de milagros y
curaciones.

Jesús se mueve a compasión por los que
sufren, por aquellos que padecen enfermedades y por eso obra y
manifiesta su poder: cura a la suegra de
Pedro[41]a un
paralítico[42]curación de una
hemorroísa y resurrección de la hija de
Jairo[43]etc.

La acción de Jesús invita a los enfermos a
no conformarse con su enfermedad, sino a buscar los medios
posibles para restablecer la salud. Jesús ama a los
enfermos pero no a la enfermedad; él busca el bien de la
persona y no su degeneración.

En efecto, no deben descartarse las posibilidades de
recurrir en la búsqueda de la salud. Los enfermos
terminales, aun cuando las esperanzas parecen haberse agotado por
completo, no deben desanimarse, pues Dios obra de mil maneras y
son miles los casos en los que El ha concedido la
sanación. Optar por la eutanasia es abandonar radicalmente
la fe y la esperanza de la acción de Dios en la persona
enferma.

Un caso particular que se presenta en el evangelio
según san Mateo es la muerte de Judas. Este sí que
es un verdadero suicidio. Se trata de uno de los doce
discípulos de Jesús. Se supone que vivió
junto a él; aprendió de su predicación;
contemplo los prodigios y maravillas realizadas en la vida
pública de Jesús, pero termina en el
suicidio.

No es de extrañarse ante las posibles reacciones
de los lectores. Unos sentirán aborrecimiento por su
traición, otros, lástima, en fin. El dato preciso
es que se ahorcó y cabe preguntarse; ¿Por
qué lo hizo?

Realmente, se generarían muchas respuestas, pero
eso no es lo importante. Se trata de ver una acción que
puede iluminar el tema puesto en evidencia. Es decir, el suicidio
visto desde esta perspectiva parece ser un subterfugio al
sufrimiento y dolor provocados por la traición. Nada ajeno
a la realidad de la eutanasia cuando se busca acortar la vida
para evadir los sufrimientos y dolores, no de una
traición, sino de una enfermedad que desestabiliza a la
persona y la sumerge en el fango del desespero y el sinsentido de
vida.

Luego, los evangelistas presentan la pasión y
muerte del Señor. Todo se expresa en un escenario de
terrible crueldad y martirio. Jesús, el Hijo de Dios,
acepta con pasión los sufrimientos y dolores para dar
plenitud a la obediencia al Padre. Ciertamente, se percibe un
fuerte sufrimiento pero vivido en la esperanza.

Jesús no opta por la muerte ni fue tampoco una
representación al margen del dolor. No se alegra de morir
crucificado como si fuera un masoquista. El se aflige y sabe que
ella es consecuencia de la integridad de Vida. Ella obedece a la
absoluta obediencia al Padre; a la consumación de su obra
y misión.

Por otro lado, Dios no se alegra de la muerte de su
Hijo, pues si así fuera, se diría que Dios es
sádico y esta designación es completamente
contraria a su bondad y misericordia eternas.

Frente a la eutanasia deben considerarse claramente
estas afirmaciones. Dios ni es sádico ni quiere que sus
hijos sean masoquistas. Con la muerte de su Hijo enseña,
en aquella pedagogía de la fe, que se debe aceptar el
sufrimiento y el dolor desde una perspectiva cristiana.
Sólo así es posible esperar y acompañar a un
familiar que padece una enfermedad mortal. Por ende, desde este
aspecto, Dios no es indiferente al dolor de los hombres ni se
complace con su sufrimiento. Ellos, sin duda, poseen una
dimensión salvífica. Es verdad que cuando el hombre
cae en la enfermedad acontece un encuentro más cercano con
Dios y un profundo deseo de arrepentimiento, necesario para la
salvación

Desde la teología moral. La
Iglesia siempre ha estado a favor de la vida; lucha
incansablemente por su promoción y para que le sean
respetados sus derechos inviolables. Toda forma de muerte y
degeneración de la persona es inmediatamente censurada por
la Iglesia que, como madre sabia y prudente, enseña a sus
hijos el verdadero camino.

En efecto, no son pocos los que reconocen su papel,
dentro de la sociedad, en la defensa de la vida.
"Difícilmente podrá encontrarse otra
organización religiosa que haya defendido la vida y
rechazado con más empeño y constancia como la
Iglesia Católica"[44]. Así pues, la
Congregación de la Doctrina de la Fe, aborda el tema de la
eutanasia desde una perspectiva en la que expone
lúcidamente la posición moral respecto a dicha
problemática.

El 5 de mayo de 1980, se publicó el documento
"lura et Bona"; allí se concentran reflexiones
que dejan en claro la posición moral de la Iglesia frente
a la eutanasia. Ofrece su postura a partir del valor de la vida
humana como fundamento de todos los bienes, fuente y
condición necesaria de toda actividad humana y de toda
convivencia social.

En principio, todos coinciden en que la vida se reviste
de un carácter sacro, es decir, se trata de un don de Dios
y que no puede disponerse al arbitrio humano. Las consecuencias
inmediatas que el documento presenta son las
siguientes:

  • "Nadie puede atentar contra la vida de un
    inocente sin oponerse a Dios y sin violar un derecho
    fundamental, irrenunciable e inalienable, sin cometer, por
    ello, un crimen de extrema gravedad.

  • Todo hombre debe conformar su vida con el
    designio de Dios. Esta le ha sido encomendada como un bien
    que debe dar sus frutos ya aquí en la tierra, pero que
    encuentra su plena perfección solamente en la vida
    eterna.

  • La muerte voluntaria o sea el suicidio es, por
    consiguiente, tan inaceptable como el homicidio; semejante
    acción constituye en efecto, por parte del hombre, el
    rechazo de la soberanía de Dios y de su designio de
    amor. Además, el suicidio es a menudo un rechazo del
    amor hacia sí mismo, una negación de la natural
    aspiración de la vida, una renuncia frente a los
    deberes de justicia y caridad hacia el prójimo, hacia
    las diversas comunidades y hacia la sociedad entera, aunque a
    veces intervengan, como se sabe, factores psicológicos
    que pueden atenuar o incluso quitar la
    responsabilidad"[45].

Considerando la decisión expuesta en estas
afirmaciones, el documento sobre la eutanasia, vuelve a ratificar
de manera categórica la inviolabilidad de un derecho que
es sagrado para el hombre; "nadie ni nada puede autorizarla
muerte de un ser humano inocente, sea feto o embrión,
niño o adulto, anciano, enfermo incurable o agonizante.
Nadie además puede pedir gesto homicida para sí
mismo, o para otros confiados a su responsabilidad, ni puede
consentirlo explícita o implícitamente. Ninguna
autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. Se
trata en efecto, de una violación de la ley divina, de una
ofensa a la dignidad de la persona, de un crimen contra la vida,
de un atentado con la
humanidad"[46].

La postura de la Iglesia siempre ha sido bastante
rígida en este aspecto, a la vez que ha sido bastante
clara con ese postulado. Siendo así una postura que en
extremo se encuentra cerrada a toda posibilidad de que pueda
aprobar la práctica de la eutanasia.

Desde una perspectiva moral se puede decir que estos
principios son ante todo una respuesta a Dios; toda
decisión moral es una respuesta a Dios. Se le responde a
su ser creador, a sus deseos y en miras a buscar lo que a El le
agrada.

También, el Papa Juan Pablo II, presentó
su posición moral en su encíclica "Evagelium
Vitae";
afirmó. "De acuerdo con el Magisterio de
mis Predecesores y en comunión con los Obispos de la
Iglesia católica, confirmo que la eutanasia es una grave
violación de la Ley de Dios en cuanto eliminación
deliberada y moralmente inaceptable de una persona
humana"[47].

Con estas posiciones se puede deducir, claramente, que
la eutanasia es, sin duda alguna, una violación al derecho
fundamental de la vida y abuso arbitrario del don divino. Por
tanto, es moralmente inadmisible; se rechaza firmemente y se
condena su práctica como una grave violación de la
ley de Dios.

Visto de esta manera, no pocos llegan a considerar a la
eutanasia como un suicidio por quien la pide y un homicidio por
quien la practica. Además, se ve como un rechazo directo a
la soberanía de Dios sobre la vida y la negación
del carácter purificador y redentor del
sufrimiento.

No hay ninguna duda, en la moral, para percibir su
posición contraria a la praxiseutanásica. La moral
como respuesta a Dios siempre salvaguardará el
valorinexorable de la vida y propiciará su
promoción, condenando todo abuso e intentosde
violación, al don más grande que el hombre ha
recibido de Dios. La moral, nopor verse cuestionada y hasta
rechazada, debe perder su propio horizonte en ladefensa y
promoción de la vida.

Marciano Vidal, moralista representativo en nuestra
época, ofrece un gran aporte en orden a la
afirmación general del principio del valor moral de la
vida humana. Lo hace poniendo de manifiesto tres núcleos
fundamentales[48]

  • La vida humana es un bien
    personal:
    quitarse la vida propia o quitar la
    vida a otro es ofender la caridad (Caridad hacia uno mismo o
    caridad hacia el prójimo). Respecto al suicidio, Santo
    Tomás, señala: "todo ser se ama naturalmente a
    sí mismo, y a esto se debe el que todo el ser se
    conserve naturalmente en la existencia y resista cuanto sea
    capaz lo que podría destruirle. Por tal motivo, el que
    se de muerte a sí mismo es contrario a la
    inclinación natural y a la caridad por la que uno debe
    amarse a sí mismo".

  • La vida humana es un don de la
    comunidad:
    atentar contra la propia vida o
    contra la vida de un semejante supone una ofensa a la
    justicia. Dice Santo Tomás: "cada parte, en cuanto
    tal, es algo del todo; y un hombre cualquiera es parte de la
    comunidad, y, por lo tanto, todo lo que él es
    pertenece a la sociedad".

  • La vida humana es un don recibido de Dios y
    que a Dios pertenece:
    disponer de la vida propia
    o ajena, es usurpar un derecho que sólo a Dios le
    pertenece. La vida es un don dado al hombre por Dios y sujeto
    a su divina potestad, que mata y hace vivir.

La moral tradicional se ha valido de estas
argumentaciones para afirmar el valor moral de la vida humana. Es
cierto que habrá más razones y posiciones, pero
éstas han sido las bases nucleares para mantener su
postura y su defensa absoluta frente a la vida.

Ahora bien, se ha presentado una valoración moral
de la vida humana y tocada desde sus categoría
irrevocables, permite pisar el terreno moral sobre la
eutanasia.

Desde una valoración moral se pueden
presentar las siguientes posiciones:

  • Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser
    humano inocente: anciano, enfermo incurable o
    agonizante.

  • Se debe atender a la inviolabilidad de
    la vida humana[49]

  • Otros valores sin sentido no deben tener
    prelación sobre el valor primario de la vida
    humana.[50]

  • Autoridad, técnicos y
    demás, no deben disponer arbitrariamente de la vida
    humana.[51]

  • La vida humana no se debe valorar desde
    su función utilitarista en la
    sociedad[52]

  • Es grave violación de la ley de
    Dios, en cuanto es la eliminación deliberada de una
    persona humana.

  • Es una ofensa a la dignidad de la
    persona humana.

  • Es un crimen contra la vida; es un
    atentado contra la humanidad.

  • Es moralmente inaceptable, poner fin a
    la vida de las personas disminuidas, enfermas o
    moribundas[53]

  • Quienes la propician son considerados
    homicidas y quienes la solicitan deben ser considerados como
    suicidas.

Estas afirmaciones, sin duda, han originado muchas y
variadas controversias para quienes piensan que la eutanasia debe
reconocerse como un legítimo derecho a morir con
dignidad.

No por esto, se pueden valorar las posiciones morales
como masoquistas o sádicas. La moral, no por verse
cuestionada y hasta rechazada, debe perder su propio horizonte;
la defensa y promoción de la vida humana.

Desde la cristología. Si se
pretende ofrecer unas líneas desde la cristología
que permitan ratificar el valor de la vida humana y su postura
frente a la eutanasia, sin duda, habrá que poner de
manifiesto la vida de Jesús como Evangelio de la
vida.

La existencia terrena de Jesús, su vida, su
misión, su mensaje son, evidentemente,
certificación del anuncio del valor de la vida. Desde el
anuncio del Ángel Gabriel a María santísima
y a los pastores de Belén se presenta el gozo inmensurable
del nacimiento de la vida. Se anuncia con alegría el
nacimiento del Hijo de Dios.[54] Los
términos gozo y vida se conjugan y van íntimamente
relacionados. La vida no está hecha para la tristeza sino
para la alegría. Si los pastores al igual que los reyes
magos se dirigen con gozo a ver al niño, sin duda, se
está expresando la alegría de la vida, del
nacimiento, de la nueva existencia humana, de la nueva
creación.

Jesús, cuando comienza su vida pública
anuncia la vida para los hombres: Jesús da una respuesta a
quien pregunta sobre la vida: Maestro, ¿qué he de
hacer de bueno para conseguir la vida eterna?[55]
Y, Jesús le responde: 'Si quieres entrar en la vida,
guarda los mandamientos"[56].

Se pone de relación directa, vida y mandamientos;
la vida eterna tiene su realización después de la
muerte pero con sus raíces en la vida terrena.
Jesús comprendía que el valor de la vida no se
ciñe a la simple arbitrariedad humana sino que se rige por
aquellos mandatos que regulan la vida frente a la relación
conmigo mismo, con Dios y con los otros.

Allí se encuentra el sabor de la vida; cuando la
persona se ama a sí mismo, ama y respeta su vida; cuando
ama y respeta la vida de los otros y cuando ama y respeta a
Dios.

Por otro lado, Jesús mismo se define como la
vida: "Yo soy el camino la verdad y la
vida"
[57]Si él es la vida, anuncia su
mensaje que es vida, no proclama algo en contra de la vida sino
por el contrario la promueve y la defiende. Los evangelios dan
testimonio de actuar de Jesús; un actuar marcado netamente
por la preocupación de defender la vida de los enfermos,
marginados y excluidos de la comunidad.

Jesús dedicó gran parte de su vida a
recorrer los pueblos, anunciando su mensaje de liberación
ante los más frágiles y rechazados de la sociedad.
Es hermoso ver las distintas escenas en la que realiza
innumerables curaciones y no lo hace con intereses lucrativos o
personales de adquirir fama o popularidad.

Con relación a la eutanasia, se puede aducir que
Jesús ante los enfermos no asumió técnicas
homicidas, sino por el contario acompañó,
fortaleció, curó y liberó a quienes se
encontraban en situaciones que los hacían impuros y
despreciados por la comunidad.

Jesús cuando fue a curar a la suegra de Pedro, a
la hija de Jairo y a otros, no optó por ninguna
práctica eutanásica; qué tal si hubiera
dicho a Pedro o a Jairo; no, esta mujer no tiene cura; dadle
el coctel de la muerte, porque su vida no tiene reversa;
liberadla del sufrimiento y de la agonía prolongada;
concededle el derecho de morir dignamente.

Inmediatamente, su proyecto de vida se hubiese
frustrado, malogrado y estropeado irrevocablemente. Pero,
Jesús hizo lo que tenía que hacer; sanar, rescatar
y promover la vida, pues él es el Evangelio de la
vida.

Jesús ha venido al mundo para que los hombres
tengan vida y la tengan en abundancia[58]Su vida
en la historia y su resurrección dan fe de ello. Nadie
tiene amor más grande que el que da la vida por sus
amigos. Ni siquiera su muerte oscurece su anuncio solemne sobre
la vida. Jesús fue capaz de dar su propia vida para la
salvación desde los hombres.

Desde la antropología teológica.
Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo
imagen de su misma naturaleza; más por envidia del diablo
entró la muerte en el
mundo[59]

Dios concede al hombre una vida superior,
auténtica y original, distinta a las demás
criaturas, aunque no deja de ser criatura suya. La dignidad que
recibe el hombre de Dios se expresa claramente en la realidad de
ser imagen y semejanza suya. Por esta razón en los relatos
de la creación, en el libro del génesis, se pone al
hombre como la cima de lo que Dios ha hecho, hasta el punto de
otorgarle el poder de dominar sobre la creación
misma.

No se trata de una dominación arbitraria de lo
que Dios le ha concedido para su desarrollo y progreso; se trata
de la sana administración de los bienes y por eso no puede
abusar o disponer a su antojo. Todo esto, hace ver la
superioridad del hombre y de la mujer respecto a la demás
creación.

Cuando se habla del hombre, imagen y semejanza de
Dios,
se habla del hombre que es partícipe de la vida
de Dios; o bien, el hombre y la mujer comparten algo de la vida
de Dios. Aquí, se subraya la dimensión relacional
entre Dios y el hombre, en su sentido genérico.

El hombre se encuentra en una estrecha relación
con Dios; posee inteligencia, libertad, responsabilidad,
voluntad, discernimiento de sus actos, búsqueda del bien,
deseos de realización personal y colectiva…

El hombre y la mujer, dotados de estos privilegios por
parte de Dios, están en la obligación de reconocer
a su Creador como único señor de la vida humana. En
efecto, si se reconoce este principio, se deduce que el hombre no
posee el derecho de disponer de su vida a su propio
arbitrio.

Si la vida humana es creación de Dios, el hombre
no puede disponer ni de su vida ni de la de los demás a su
propio antojo. La vida, por ser don de Dios se reviste se
sacralidad y respeto y por ende, nadie puede atentar contra ella
ante ninguna situación y argumentos habidos y por
haber.

Si el hombre es imagen y semejanza de Dios, sin duda,
debe estar al servicio de la vida. Su actuar en el mundo debe
ceñirse a la defensa, promoción y al respeto de la
vida humana. El hombre tiene la responsabilidad de preservar la
vida humana y participa en la obra creadora de Dios como
instrumento de vida, en la procreación. Allí,
hombre y mujer expresan claramente el querer de Dios sobre la
historia; generar vida, promover a la vida, defender a la vida.
Tales insinuaciones no son abstracciones inválidas; son
reales en cuanto se contemplen con fe y singular respeto a Dios,
creador y único señor de la vida.

Así pues, la participación en la obra
creadora, por parte de los padres, es también la
posibilidad de reproducir la imagen y semejanza de Dios a la
nueva generación; por supuesto, como obra del mismo Dios,
porque el hombre en sí mismo no puede ser generador de
aquella parte espiritual y trascendental en la persona; aun
cuando el hombre es una unidad multidimensional, su
dimensión trascendental tiene que ver con el don de Dios
impreso en su existencia.

Si bien es cierto, los progenitores poseen protagonismo
en la donación de su ser psíquico-somático a
la nueva generación, incidencia biológica,
cultural, histórica, terrestre y física,
también es cierto que la dimensión trascendental
está íntimamente ligada con la acción de
Dios sobre el hombre; allí tiene lugar la búsqueda
incesante de Dios; el deseo inmensurable de la perfecta felicidad
y el anhelo de la plena realización.

Desde estos presupuestos antropológicos, se puede
afirmar claramente que frente a la eutanasia, el hombre no puede
intervenir en la muerte de la persona humana. No posee el derecho
de "solicitar su propia muerte ni la de su prójimo.
Sólo Dios goza de tal soberanía sobre la vida y
sobre la muerte. Ejercer prácticas eutanásicas
sobre sí mismo o sobre otro, deben considerarse
severamente desde la moral y desde la perspectiva
jurídica.

Desde la moral se ha declarado como un gran pecado;
violación grave de la dignidad humana y desde la parte
jurídica debe considerarse como un crimen al que debe
hacerse justicia. El hombre y la mujer, según estas
posiciones, no deben perder de vista su dimensión
criatural, es decir, el reconocimiento humilde y sincero Dios
como su único Creador y Señor.

Además, los privilegios de los que goza no son
sino dones de Dios que lo pone como administrador de su
creación. A él le corresponde, desde la
responsabilidad, actuar conforme los mandatos del Señor y
nunca abusar de su poder ni en contra de la naturaleza, plantas y
animales, ni de su prójimo, que es su hermano y a quien
debe respetar como así mismo.

Desde el derecho canónico. El
Código de Derecho Canónico no aborda directamente
el problema de la eutanasia. Lo que se puede apreciar es que la
Iglesia, ante su postura clara y decidida, no está a favor
de la muerte. Así pues, la eutanasia como un delito grave
en contra de la vida, se la valora desde el punto de vista
penal.

Sólo desde este enfoque y comprensión
entra en escenario el canon 1397, aunque no se refiere a la
eutanasia, sí se expresa claramente respecto al homicidio,
estudiando los delitos graves contra la vida y la libertad del
hombre.

Quien comete homicidio, o rapta o retiene a un ser
humano con violencia o fraude, o le mutila o hiere gravemente,
debe ser castigado, según la gravedad del delito, con las
privaciones y prohibiciones del can. 1336; el homicidio de las
personas indicadas en el can. 1370 se castiga con las penas
allí establecidas.[60]

Desde esta perspectiva, si la eutanasia es designada por
la Iglesia como un delito grave se deduce que se debe castigar
con penas, privaciones y prohibiciones pertinentes.

El Papa Juan Pablo II, fue muy claro en presentar su
posición frente a la eutanasia: "es una grave
violación de la ley de Dios, en cuanto eliminación
deliberada y moralmente inaceptable de una persona
humana"[61]

Si esta afirmación se comprende desde el
suicidio, indistintamente, merece el mismo juicio moral que el
homicidio. No pocas veces la acción de la eutanasia se
configura con la del homicidio. Es verdad, porque se da muerte a
una persona inocente aun cuando éste no la pidió de
ningún modo y nunca dio su consentimiento.

El canon 1397, no habla tampoco del suicidio y por eso
la asociación que se ha hecho entre suicidio, homicidio y
eutanasia se elabora desde la deducción y no desde la
fuente literal.

Se sabe que el suicidio, desde el punto de vista
subjetivo se ve influido por condicionamientos
psicológicos, sociales, familiares, afectivos, que pueden
atenuar o anular la responsabilidad subjetiva. Pero desde el
punto objetivo es un rechazo directo al amor de Dios, a su don
inmensurable expresado en la vida del ser humano.

En efecto, desde el Derecho Canónico, no se puede
confundir entre suicidio y homicidio. El canon 1397," habla del
delito del homicidio y establece las penas y sanciones para tal
delito.

Teniendo presente esta aclaración: cometen
ciertamente el delito del homicidio cuantos practican la
eutanasia contra la voluntad de la persona enferma anciana o
sufriente y todos los
cooperadores.[62]

Así pues, la eutanasia así comprendida se
equipara al homicidio, porque es la muerte de una persona que ha
sido violentada en su realidad más sagrada que es la vida;
en contra de su voluntad y consentimiento y por ende, se debe
considerar con las penas y sanciones que le son propias a tal
delito.

Además, si bien es cierto se equipara al
homicidio en tal situación, también es cierto que
se equipara al suicidio cuando el paciente pide libre y
voluntariamente, expresando su rechazo definitivo a la bondad de
Dios en su vida.

Diseño
metodológico

3.1 IDENTIFICACIÓN DE VARIABLES:
INDICADORES – CATEGORÍAS

En esta investigación se toman tres dimensiones
que, según el autor, son necesarias para descubrir los
respectivos elementos y posiciones que en la realidad se manejan
en orden al problema de la eutanasia.

Así pues, se vale de la dimensión
académica, religiosa y moral de las personas para poder
elaborar un trabajo útil y necesario para promover la
defensa de la vida en la fase última de la existencia
humana.

3.1.1 Dimensión académica: el
área académica es un espacio fundamental en la
persona humana. En ella se contienen las distintas comprensiones
y aprehensiones de la realidad, traducidas todas ellas, en el
mosaico de conceptos que dan significación a las
relaciones interpersonales.

El lenguaje es el instrumento eficaz que posee el hombre
para expresar la comprensión de su vida y todo aquello que
en ella se genera. Es justo afirmar que el lenguaje es la
revelación del propio ser. Si existe alguna manera para
tener acceso a la realidad del otro, a su experiencia,
conocimientos, a su mundo, es sin duda, a través del
lenguaje.

Concepto de Eutanasia: se trata de una
aproximación directa y espontánea respecto a la
definición y conocimiento que los entrevistados posean
acerca de la palabra, eutanasia.

Concepto de libertad: se pretende identificar
qué tipo de concepción tienen los entrevistados en
la diversidad de comprensiones que subyacen en el término
libertad.

3.1.2 Dimensión religiosa: si bien es
cierto, la persona se comprende desde varias dimensiones,
también es cierto que existen algunas de ellas, que son
determinantes, a la hora de acercarse a la realidad del otro.
Así, la dimensión religiosa permite apreciar la
relación del hombre con el ser Absoluto y trascendente, y
al mismo tiempo establece su compromiso con él, como
respuesta a la vocación, a la que él mismo se
siente llamado.

Vida espiritual: se trata de apreciar la
relación del hombre con Dios; percibir hasta qué
punto se deja iluminar por su espiritualidad, es decir, como
actúa y decide, sobre su vida según el
Espíritu de Dios. Además, permite identificar la
apertura y la acción de Dios en su vida y sobre su
muerte.

Compromiso cristiano: tiene que ver con su
respuesta y compromiso frente a la vivencia de su vida cristiana.
Es decir, la manera como sus creencias afectan y a la vez generan
actitudes concretas en la expresión de su fe; manifestadas
en la ayuda y promoción del otro que es su
hermano.

3.1.3 Dimensión moral: si la persona posee
unas bases conceptuales y éstas, muchas veces, orientadas
por su estilo de vida religioso, no obstante, las decisiones que
se tomen nunca estarán lejos de ser afectadas por estas
dimensiones. Así pues, en lo referente a decisiones que
impliquen el discernimiento sobre si tal acción es buena o
es mala, sin duda, se presentarán muchos argumentos
personales, subjetivos, emocionales, culturales, así como
también, posiciones objetivas, claras y contundentes que
se apoyan en reflexiones por expertos ya analizadas, que
argumenten dicha decisión. Es aquí donde la moral
entra en escena; ella debe orientar sobre la bondad o malicia de
las acciones humanas en orden al objeto, fin o intención
de la acción y a sus circunstancias
específicas.

Valoración personal: hace referencia a la
posición moral que la persona tiene sobre la eutanasia,
atendiendo solamente a su parecer y criterio particular. Es
decir, cómo la persona percibe el problema y cuál
es su valoración moral; es buena o es mala; está o
no de acuerdo con ella.

Valoración eclesial: se trata de escrutar
en la persona, si goza de conocimientos y de capacidad, para
juzgar el problema de la eutanasia desde una perspectiva
doctrinal, atendiendo a las orientaciones de la moral
católica, a la enseñanza cristológica, a la
iluminación bíblica o al Magisterio de la Iglesia
católica.

3.2 TIPO DE INVESTIGACION

Para este trabajo de investigación se
utilizará la metodología cualitativa que permite al
investigador explorar y a la vez interpretar los distintos
fenómenos encontrados, formas de interacción,
patrones de acción, conductas no verbales y ejes que
articulan el comportamiento.

Se le dará un enfoque etnográfico, como
camino investigativo que ofrece estrategias, métodos,
recursos y técnicas pertinentes a la hora de acceder a la
recolección de información.

3.3 POBLACIÓN Y MUESTRA.

3.3.1. Características de la
población:
para obtener la información
requerida, se hace necesario realizar entrevistas a los
diferentes profesionales del Amparo de Ancianos San José,
para poder obtener una visión general del pensamiento
académico, religioso y moral.

3.3.2. Características de la muestra: Se
opta por entrevistar a 6 personas, específicamente a los
profesionales, Gerontólogo, Fisioterapeuta, Terapeuta
ocupacional, Enfermera Jefe, Trabajadora social y
Congregación de Hermanas Franciscanas Siervas de
María, encargadas de la Institución, que
diariamente atienden a los 150 adultos mayores de la
Institución.

Por ser una obra de la Diócesis de Pasto, con
tendencia evangélica y cristiana, el personal que labora
en el Ancianato, debe gozar de una formación sólida
y pertinente que le permita trabajar con un sentido humano y
cristiano.

De este modo, la recolección de la
información responderá a un grupo
heterogéneo en edad, experiencia y formación
académica. Es posible que de esta manera se pueda ser
más objetivo y preciso, a la hora de valorar la
información que los entrevistados ofrezcan.

3.4 TÉCNICAS E INSTRUMENTOS PARA
RECOLECCIÓN DE LA INFORMACIÓN.

Para recoger los datos que se requerían, se
determinó la siguiente técnica: LA
ENTREVISTA,
la más adecuada para recopilar
acertadamente la información requerida para la
investigación.

3.4.1. La entrevista: Entre las estrategias a
utilizar está la entrevista, la observación y la
historia personal de vida. La entrevista que consiste en un
diálogo desarrollado entre dos o más personas que
ayudados por unas preguntas orientadoras permitirá generar
parte de la información deseada. La observación,
que involucra la atención y el análisis de las
distintas conductas manifestadas espontáneamente en el
lugar de la investigación. La historia de vida que puede
ser uno de los testimonios de quienes participan en el trabajo de
investigación, como experiencia recogida a lo largo de la
jornada investigativa.

para alcanzar la información deseada se emplea la
técnica de la entrevista que consiste en la
búsqueda de opiniones y conocimientos, mediante la
formulación de interrogantes que orientan y a la vez
determinan la información pretendida.

La técnica de la entrevista, es sin duda alguna,
la más común y frecuente en el ámbito de la
comunicación social para ampliar un tema, un
acontecimiento o un suceso que al momento no se ha revelado
totalmente.

Con la entrevista se pretende conocer qué
conceptos, qué estilo de vida religiosa y qué tipo
de formación moral-doctrinal, poseen los profesionales del
Amparo de Ancianos San José. De tal manera, que al
disponer de estos presupuestos se pueda elaborar una propuesta
pastoral objetiva y con pertinencia en la vida real.

3.5 ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN
DE DATOS

Conforme se indicó anteriormente, luego de
organizar la información se hace la presentación
textual de lo expresado por los informantes de acuerdo a la
categoría correspondiente, diversificada en variables de
análisis.

Después de haberse realizado las respectivas
entrevistas se procede al análisis de los datos que los
distintos interrogantes han generado en los
entrevistados.

Se pretende sistematizar la información,
articulándola de acuerdo a cada dimensión y espacio
concreto, para facilitar la comprensión general que se
tiene respecto a los conceptos, implicación de la vida
cristiana y formación moral-doctrinal.

Entrevista a trabajadores de la
Institución

Partes: 1, 2, 3
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter