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Jerga carcelaria un modismo que traspasa los muros




Enviado por José Luis Negri N



  1. Introducción
  2. Bases
    teóricas
  3. Conclusiones
  4. Referencias

Introducción

Desde los albores de la raza humana, el hombre ha tenido
como premisa el comunicarse con sus semejantes, inicialmente lo
hizo a través de señas, o imitando a los animales,
con posturas y actitudes, mas adelante con gruñidos y
sonidos guturales, que poco a poco fueron teniendo significado,
al asignarle a los objetos, acciones y semejantes, un
gruñido particular a cada uno, así fue naciendo la
lengua. No obstante, cada grupo humano se comunicaba de manera
diferente, ya que dentro de su reducida sociedad, le eran
asignados "gruñidos" diferentes a cada objeto o
acción, diferenciando a sí a cada grupo por una
"lengua natural" diferente; aunque aun es muy temprano para
hablar de lenguas naturales, o de idiomas, ya que éste
término designa una variedad lingüística o
forma de lenguaje humano con fines comunicativos que está
dotado de una sintaxis y que obedece supuestamente a los
principios de economía y optimidad.

Cabe exponer la teoría de monogénisis,
donde explica que todos los idiomas o lenguas tienen su origen en
una sola, proveniente de un determinado grupo de personas, estos
al diseminarse por la tierra, lo compartieron y poco a poco el
habla fue cambiando o alterándose hasta generar muchos
idiomas y lenguas distintas. La teoría de la
poligénesis, habla que la creación del idioma o
lenguas vienen de orígenes múltiples, según
la hipótesis, hubo muchas apariciones
lingüísticas independientes en cada sitio donde el
ser humano se iba estableciendo, Según otra teoría,
las lenguas humanas pudieron haber nacido en varias comunidades
independientemente, con idiomas independientes en cada lugar
donde se iban estableciendo los humanos sin tener previamente
ningún habla.

Ante lo expuesto, se hace referencia a la Teoría
de la Protolengua, la cual indica que existió un
único idioma al principio de la humanidad, este lenguaje
original dataría entre 100.000 y 200.000 años
atrás y ha sido llamado "Protomundo, Proto-Humano, o
Proto-Sapiens" siendo el hipotético primer idioma
común de todos el mundo, esta hipótesis se denomina
"Monogénesis" (un sólo origen), el primer
científico en publicarla fue el lingüista italiano
Alfredo Trombetti en el año 1905. No obstante, la
hipótesis de que existiera un único idioma, y que
de ahí nacieran todos los idiomas, es muy cuestionada y
existen muy pocas evidencias que lo confirmen, pues para que
existiera una lengua madre, debió existir un solo grupo de
humanos del cual evolucionó el resto de la humanidad, algo
que es muy debatido en la actualidad.

En este momento, se debe hacer referencia obligatoria,
para luego caer en el tema que atañe a la presente, a
aquello que se conoce como semiótica, llámese a la
teoría que tiene como objeto de interés a los
signos, a la ciencia encargada de analizar la presencia de
éstos en la sociedad, al igual que la semiología.
Ambos conceptos son tomados como sinónimos por el
diccionario de la Real Academia Española (RAE), aunque los
expertos establecen algunas diferencias. Muchos autores han
hablado y escrito sobre el término: Saussure, Pierre,
Buyssens, y otros. En las diferentes definiciones se encuentran
elementos en común y otros absolutamente opuestos; sin
embargo todos coinciden en algo, que la semiótica no se
trata de un acto de lectura; sino de una actitud de
exploración de lo que existe de fondo de toda
significación: sus raíces y los mecanismos que la
sostienen.

Algunos de estos intelectuales sostienen que la
semiótica incluye a todas las demás ciencias, que
se dedican al estudio de los signos en determinados campos del
conocimiento, es decir, que la ven como una ciencia orientada a
estudiar cómo funciona el pensamiento para explicar las
maneras de interpretación del entorno y de creación
y difusión de conocimiento que tienen las personas. Otros
especialistas definen a la semiología como una disciplina
que se encarga de los estudios vinculados al análisis de
los signos a nivel general, tanto lingüísticos
(relacionados a la semántica y la escritura) como
semióticos (los signos humanos y de la naturaleza),
debiendo tener en cuenta que las características
más trascendentes del signo lingüístico son la
arbitrariedad, la linealidad, la inmutabilidad y la
mutabilidad.

Ahora bien, cada uno de estos idiomas se
subdividió luego en dialectos y más aun,
dependiendo de factores como la ubicación
geográfica específica, la condición social o
sencillamente el modismo, surgió la jerga o lo que se
conoce como el argot popular, no obstante, las palabras dialecto,
jerga y argot, entre otras más con las que se designa una
parte de la lengua general, se usan por ahí, no al tenor
de su verdadero significado, sino al que el sentido común
da a estos, creando confusión, claro está, porque
ellos se refieren al sistema de signos que empleamos en los actos
de habla. Según el Diccionario de la Real Academia
Española (DRAE) en su última edición, el
significado de estas palabras es como sigue: Dialecto: es un
sistema lingüístico derivado de otro, la Jerga es el
lenguaje especial y familiar que usan entre sí los
individuos de ciertas profesiones y oficios, similar al Argot,
definido como el lenguaje especial entre personas de un mismo
oficio o actividad.

Con base a lo hasta ahora expuesto, se parte a exponer
la idea principal de la presente indagación, la cual se
realiza en el Internado Judicial de la Ciudad de Trujillo,
capital del estado del mismo nombre; la presente pesquisa versa,
por una parte acerca del lenguaje que utilizan los privados de
libertad dentro del recinto carcelario, por la otra parte de la
manera como este lenguaje está permeándose hacia la
sociedad extramuros. Cabe destacar que los privados de libertad,
por lo general, rechazan la forma de vida de los que están
libres y, en especial, sus valores, dicha actitud contracultural
se ve reflejada en la creación de un lenguaje propio que
los distingue de otros grupos sociales y, principalmente, del
mundo de la sociedad que los encarceló. Resulta oportuno
acotar que la cohesión de grupo provoca una mayor
identificación de los individuos que integran una
comunidad lingüística, esto gracias a la
comunicación de sus integrantes y al uso de ese lenguaje
especial que, en este caso, denominaremos jerga
carcelaria.

Cabe señalar que el léxico de las
cárceles, es un tema interesante, pues es el lenguaje con
el que se comunican diariamente las personas que están en
los centros penitenciarios y aunque son palabras conocidas, no
siempre tienen el mismo significado, si bien mucha gente se
pregunta por qué surge este lenguaje, el tema es
interesante para su estudio, porque es una variación del
propio idioma. Por lo antedicho, cuando alguien está
privado de libertad, aún y cuando se niegue a no entender
el lenguaje que se utiliza se ve obligado, porque es un
código que existe para comunicarse en esos espacios y la
cotidianidad hace que se entienda esto en estos
espacios.

Según Berstein (1961:107), en la
interacción se presenta una selección
lingüística a través de la cual "se crean
reglas en función de las características de sus
hablantes y éstas traducen las relaciones de poder y de
control a prácticas interactivas y sus principios
comunicativos, junto con formas de resistencia y
oposición". Además de ello, destaca también
el nivel que corresponde al vocabulario, los componentes
verbales, la palabra con su referente, y los componentes extra
verbales (gestos, movimientos), estos aspectos caracterizan a la
población penal. Por ende, los reclusos, poseen modos de
pensar, modos de ser y modos de actuar semejantes
permitiéndoles identificarse como personas pertenecientes
a un ámbito cultural determinado, de igual manera, se
sienten parte de un grupo y en consecuencia actúan para
serlo, pues no quieren ni pueden ser excluidos, al contrario, se
proponen ser reconocidos como iguales dentro del círculo
en el que hacen vida.

Bases
teóricas

A efectos de esclarecer lo que la sociedad en
común denomina "sistema carcelario" se cita a Foucault
(2003:211) quien afirma que "Se ha constituido en el exterior del
aparato judicial", frase que complementa mas adelante con lo
siguiente "La forma general de un equipo para volver a los
individuos dóciles y útiles, por un trabajo preciso
sobre su cuerpo, ha diseñado la
institución-prisión, antes que la ley la definiera
como la pena por excelencia". Visto desde esa perspectiva, la
Cárcel es un lugar penitenciario en el que se tiene lugar
el cumplimiento de las penas privativas de libertad, se comprende
en esta expresión que no sólo es un establecimiento
destinado a la ejecución de las penas, sino que
también es usado para la retención y custodia de
detenidos y presos, así como los de carácter
especial, que son más bien centros hospitalarios,
clínicas de desintoxicación de drogadictos,
recintos psiquiátricos para enfermos y deficientes
mentales o psicópatas, espacios de rehabilitación o
reeducación social, y otras dependencias. El objetivo
primordial de las cárceles es lograr que las personas
incorporadas en ella rectifiquen su conducta.

Desde otra óptica una cárcel,
generalmente, se trata de una construcción de elevados
muros normalmente edificada para realizar otras tareas, como la
de convento o fortaleza, y que, por diversas razones, son
reutilizadas posteriormente para encerrar hombres, aunque hoy en
día se construyen poniendo empeño en el fin que
persiguen. Tras sus muros, frecuentemente, se convierten en
establecimientos sucios e insalubres, donde los presos dividen su
tiempo entre las "cuadras", es decir, las inmensas salas donde
conviven y duermen en régimen de hacinamiento, la cantina
o el patio, que suele ser el único lugar donde hay agua,
utilizada tanto para beber como para la limpieza de personas y
prendas. De manera casi idéntica en cada recinto existen,
dentro del mismo encierro, ambientes con diferentes grados de
comodidad o de densidad de habitantes; el vivir en una u otra
depende de la capacidad económica o de la violencia del
privado de libertad. Según resalta Fraile
(1985:4)

Tal ambiente imposibilita una vigilancia continuada de
cada individuo, que la mayor parte del tiempo actúa sin
ningún control, hasta que contraviene alguna de las normas
explícitas, o en muchas ocasiones implícitas, que
todos deben respetar; entonces sobreviene el castigo, que es
espectacular y ejemplificador para los que lo contemplan. Dentro
del encierro se reproducen las mismas pautas de comportamiento
punitivo que en el exterior.

Según se observa, dentro de los centros de
reclusión penitenciaria, la violencia y el comportamiento
criminal no decrecen, se podría considerar que por el
contrario se incrementan, de hecho, dentro de cada cárcel
se establecen rangos de autoridad que determinan una
jerarquía, dominada por el más antiguo o el
más temido de los reclusos, el cual se rodea de varios
esbirros que le siguen y obedecen a carta cabal, bien sea a
cambio de prebendas, favores, licor o drogas, es más, en
algunas instalaciones se forman grupos, bien diferenciados y
territoriales, que de una manera u otra pugnan por el dominio y
control de la población penal entera. Todo lo redactado en
líneas anteriores denota que dentro de los muros y rejas,
se gesta y pulula una "micro sociedad" con sus propias normas,
escalas de valores, modismos y por supuesto su propio dialecto o
jerga.

A tal respecto Uquillas (1994) citado por Burgos, A. y
Sánchez, N. (2012:7), trabajando en el ámbito
cultural del interno, explica:

Los Centros Penitenciarios están conformados por
una heterogénea población penal, donde impera la de
los escasos recursos económicos y de bajos niveles
intelectuales… En las prisiones de nuestro país
existen códigos comunicacionales propios de la misma
población. Por ejemplo, un lenguaje muy bien adaptado a la
situación de los internos.

Ahora bien, cabría preguntarse si esta jerga es
de uso exclusivo de los privados de libertad; pues aunque debiera
de ser así, para mantener su cualidad de código que
identifica a un grupo en particular, ello no sucede, llega el
momento que esta "jerga carcelaria" es manejada también
por los cancerberos, los consejeros, funcionarios policiales,
personal civil y autoridades que laboran en cada centro de
reclusión, quienes lo llegan a utilizar a diario. Si bien
es cierto que el conocimiento de la jerga resulta necesario para
que éstos funcionarios puedan entender el dialecto que
utilizan entre ellos los reos, ello no les excusa del hecho de
utilizarlo también en sus coloquios (dentro y fuera del
sitio de trabajo, llamado cárcel) con otros
funcionarios.

Se da el caso, de que este dialecto se difunde
además entre los alguaciles de los juzgados, donde el
personal también está en contacto, en mayor o menor
grado, con los privados de libertad, y también necesitan
saber a qué se refieren dichos individuos cuando hablan
entre ellos; claro está, si los funcionarios del sistema
tribun

alício conocen y utilizan esta jerga, es
lógico suponer que abogados y jueces también la
conocen, ya que por su labor, se encuentran en contacto constante
con los privados de libertad. Lo realmente preocupante, al modo
de ver del autor del presente trabajo, es que estos funcionarios,
que hacen vida activa en la sociedad, gozando de plena libertad,
arrastran consigo la semilla de un modismo que
teóricamente es de "uso exclusivo" de aquellos que se
encuentran tras las rejas y, de manera involuntaria o no, lo
difunden.

Respecto a lo antes expuesto, Benthan citado por Fraile
(ob. cit.) refiere "La pureza moral y física tienen un
lenguaje común, y no se puede alabar una de estas virtudes
sin que una parte de la alabanza resalte sobre la otra".
Lógicamente, en todo sistema comunicativo los diversos
elementos deben estar enlazados entre sí para poder
funcionar. Esto fue visto muy bien por Foucault (ob. cit), el
cual escribe "lo que permite definir una lengua no es la manera
en que ella representa las representaciones (…) una cierta
manera de modificar las palabras mismas acorde al lugar
gramatical que ocupan unas en relación con otras".
Entonces se observa cómo estas palabras, ésta jerga
referidas párrafo atrás, trascienden sustratos, se
utilizan en espacios geográficamente alejados con igual o
similar sentido, salen del ámbito carcelario y se usan en
los grandes centros urbanos, lamentablemente hay que admitirlo,
la sociedad enfrenta el uso de una jerga urbana procedente de la
delincuencial

Por su lado, refiere Correa (2008) al referirse a la
jerga carcelaria:

La jerga forma parte de la memoria social de una
comunidad de hablantes que de algún modo se reconoce en
ella, en su historia, en su pluralidad y que pudiera estar
documentada en muchas historias de vida, diarios, creaciones
poéticas, un potencial que se escribe, que se piensa, se
respira, y simplemente se diluye en el olvido porque no resulta
nada sencillo para el que sobrevive en esos lugares registrar su
vivencia por muchas razones que solo conoce profundamente quien
subsiste en medio del hacinamiento y la permanente
convulsión

La referida "memoria social" es a su vez el medio para
unir y enfrentar a los miembros de una comunidad de hablantes que
se encuentran y desencuentran en esa variedad diastática
llamada jerga carcelaria. La jerga no solo presenta el dinamismo
de la cambiante lengua o sistema lingüístico sino que
también combina recursos metonímicos,
imágenes, metáforas con valores específicos
muchas veces descifrables solo en el hermético
ámbito carcelario. Aunque tal hermetismo es relativo
porque trasciende el espacio carcelario y pasa luego al "otro
lugar", la otra cárcel representada en las heterotopias
para decirlo en palabras de Michel Foucault.

Es menester recordar que dentro de toda sociedad se
pueden hallar subculturas, las mismas que generalmente, se
relacionan con la marginalidad, cada una de ellas posee elementos
distintivos muy fuertes, entre los cuales se destaca ampliamente
el lenguaje, es por ello que se debe tener en cuenta al medio
carcelario, ya que se desea realizar un acercamiento a este tipo
de habla. El lenguaje carcelario no se origina en la
cárcel, es decir que su léxico no es propio de este
lugar, este lenguaje es el de la calle, una mezcla de subculturas
que convergen en los centros de reclusión de cada estado
de Venezuela. Por ello Acosta, citado por Gallegos E. (2013:44)
refiere que: "su comportamiento tiene los rasgos de una comunidad
estructurada con el manejo de una filosofía
espontánea, unos códigos de conductas y normas, una
práctica diaria y una jerga de conceptos, la cual la
reconoce como tal".

No obstante, es oportuno recalcar que las
cárceles no son un mundo diferente al propio, lo que pasa
es que allí hay una cultura totalmente diferente a la de
la sociedad civil. Y cuando se habla de la forma de comunicarse,
los estilos, la expresión verbal y corporal, cada penal se
comunica de una manera diferente no solamente en el lenguaje
directo, entre ellos, sino que también desde lejos de un
anexo a otro. Por ejemplo con un aullido o mediante el movimiento
de las manos con paños. Cada uno de ellos sabe qué
quieren decir. El que entra a prisión debe saberse
conducir para no transgredir las reglas, cuando se llega a la
prisión no se tiene que estar viendo lo que no se tiene
que ver, hay que saber hablar y estar concentrado en lo suyo. Hay
mucha gente que habla y se compromete, la palabra allá
adentro es algo que se respeta a carta cabal y por eso ha muerto
más de uno.

La jerga no son solo las palabras que se utiliza como un
habla diferente para ser entendidas por su grupo social, sino que
también resulta ser un instrumento que provoca violencia,
este tipo de lenguaje existe en los diferentes grupos sociales
como: juveniles, drogadictos, y en este caso explicito
delincuenciales. Por lo tanto la jerga carcelaria es un lenguaje
preciso, que sirve a los internos y a las internas para una
comunicación dentro de este mundo detrás de las
rejas, ya que su mundo cotidiano exige claves y códigos,
la decodificación de la jerga carcelaria implicaría
mucho más que un análisis lingüístico,
con mayor razón si se trata de un elemento de
identificación, gracias al cual los privados de libertad
se integran y mantienen una comunicación fluida y
codificada que se encuentra en constante evolución, puesto
que crean nuevos códigos dentro de este mundo.

Cabe destacar que, si bien este tipo de código no
es utilizado por todos los internos de un centro carcelario
cualquiera, por el nivel educativo, social y hasta delictivo que
cada uno tiene, casi todos logran entender el significado de casi
todas las palabras y frases, por ende, este código
sólo se le acredita a aquellas personas que tienen un
nivel sociocultural muy bajo, que tanto dentro como fuera del
recinto penitenciario sean y hayan sido personas con un nivel
educativo deficiente. Este código genera una gran cantidad
de dudas basadas en los significados que estos internos les dan a
las palabras, pues, si bien los significantes de las palabras que
se utilizan son usados por los hablantes del español en
general, sus significados no son muchas veces ni parecidos con
los significados que ellos les dan a esas palabras, debido a
ello, se debe estar inmerso en este micro ambiente social para
dominar la jerga carcelaria.

Aunado a todo lo expuesto hasta ahora, existe otro tipo
de jerga carcelaria que si resulta propia de los privados de
libertad, se trata dl lenguaje corporal y gestual que
éstos utilizan para comunicar un grueso número de
mensajes. A través de este lenguaje, ellos manifiestan sus
iguales su estado de ánimo, su disposición para tal
o cual comportamiento, advierten de un peligro o de una
oportunidad que habría de aprovecharse; esta forma de
comunicación, si bien es conocida por el personal que
labora en los centros penitenciarios, es del uso exclusivo de los
privados de libertad, tiñéndose de matices propios
y distintivos en cada grupo en particular, a pesar de haber
muchas señas comunes entre todos.

Según lo hasta ahora presentado, y atendiendo a
la idea de que los mensajes que se transmiten entre los reos se
han convertido en un aparejo imaginativo, capaz de encubrir otras
relaciones lingüísticas, de manera tal que enmascara
la finalidad del mensaje mediante el uso de terminologías,
posturas, movimientos que pasan desapercibidos ante el
común de las personas, ante aquellos que desconocen dichos
códigos. Ésta situación se da no solo dentro
de los recintos penitenciarios, se filtra extramuros para servir
de arbotante en situaciones que implican a los privados de
libertad mientras son trasladados, o durante las visitas
familiares o conyugales, aún mas, los siguen utilizando
cuando ya han alcanzado su libertad, bien sea por finalizar su
sentencia o por escapar de su presidio.

Pero, este despliegue de "información" que ataca
a todos, bien sea por ser víctimas potenciales del hampa o
por caer en el uso de los pre nombrados modismos, se realiza
desde muchos ángulos: ya se mencionó el más
común y esperado de ellos, el que los mismos "generadores"
del mismo se conviertan en entes multiplicadores de este argot
entre sus familiares, amigos y compañeros de andanzas al
abandonar las prisiones; en segundo lugar, el uso de
exclamaciones o expresiones que, de manera involuntaria o no,
puedan realizar en sitios púbicos o ante sus familiares y
allegados, aquellos funcionarios que por motivos laborales
coexisten entre población penal o tienen trato más
o menos constante con ellos; y existe un tercer factor que muchos
pasan por alto, un hecho cotidiano que está presente en
infinidad de hogares venezolanos, las telenovelas transmitidas a
diario por los diferentes medios.

Si se pudiera analizar detalladamente el lenguaje
utilizado en la mayoría de estos programas, sin obviar al
cine venezolano, teniendo a la mano un glosario de la jerga
carcelaria, se podría descubrir que muchos libretistas
apoyan su líneas en términos que se presentan como
aparentemente inocuos, pasando por alto la realidad que se
encuentra agazapada en el génesis y la utilidad de
éstos vocablos o expresiones. Como complemento de lo
anterior, no se puede obviar el uso que se le da a este dialecto
entre los periodistas de sucesos, quienes adoptan su uso como
tarea habitual al redactar sus esquelas periodística,
tantas veces recubiertas de amarillismo.

Conclusiones

Tal como fueron desplegados los distintos contenidos en
párrafos previos, queda de manifiesto la facilidad con que
se filtra en la sociedad el uso indiscriminado y desenfrenado de
la jerga carcelaria, lo cual en mayor o menor grado contribuye al
menoscabo de los valores sociales, convirtiéndose en un
ácido capaz de corroer los cimientos de la sociedad.
Lamentablemente, los jóvenes de la cultura urbana utilizan
esta jerga como modo de expresión y búsqueda de
aceptación social, una especie de código
Lingüístico propio que tiene su génesis en la
decadencia carcelaria y en la calle de los barrios como lenguaje
dialogístico de supervivencia e identidad.

En correspondencia con el tema específico de las
instituciones carcelarias, se concibe que cada elemento de los
que configuran la vida del procesado, le ofrece un mensaje
más amplio que el fijado precisamente por su destino, ello
sería lo que dicho factor implica. La serie de
dispositivos significadores está establecida por el
ámbito socio-cultural en que funciona el recinto
carcelario y, de alguna manera, pueden interpretarse a
través de la observación del sistema en su
conjunto, valiéndose de aquellas ocasiones en que el
mensaje se hace más explícito.

Esta jerga carcelaria es críptica dada su
naturaleza de reserva semántica, así que como
conclusión fundamental se ha de señalar que estos
sociolectos marginales revisten validez y utilidad siempre que
conserven su carácter confidencial en tanto que es el
propósito real que persiguen los internos. De allí
que este singular vocabulario tenga una evolución bastante
rápida toda vez que a medida que es difundido, abandona su
valor y surgen otros términos o se aportan nueva
semántica a los que ya existen.

Paradójicamente, en Venezuela, este tipo de jerga
se utiliza como marca de estatus, a tal punto que se escucha en
la música de los diversos movimientos culturales y hasta
en la publicidad. Así, la sociedad la va asimilando hasta
convertirla en jerga común.

Otro componente digno de estudio es el de la
penetración de los celulares en las cárceles, ya
que establecen puentes de interacción entre la
cárcel y la dinámica social. Prácticamente
cada reo tiene un teléfono celular de última
generación 3G con el que libera su voz.

La interacción real y virtual de dos mundos, el
de la cárcel y el de la calle, genera un lenguaje
dinámico propio que se fusiona, influye y transforma en el
tiempo. Así, se convierte en la jerga mutante de la
cultura común juvenil urbana, como vehículo de
supervivencia y adaptación social.

Referencias

Acosta, M. (2012). Jerga
Carcelaria
.

Berstein, B. (1961). La estructura del discurso
pedagógico. Clase, Código y Control
.
Volumen IV. 3era Edición. Madrid. Madrid. Ediciones
Morata, S.L.

Burgos, A. y Sánchez, N. (2012).
Léxico utilizado por los internos en el Centro
Penitenciario de Occidente (CPO), estado
Táchira
.

Correa, Y. (2008). La jerga, el graffiti y el
tatuaje como expresión del mundo carcelario
.
Upel-Ipm Maestría en
Lingüística.

Foucault, M. (2003). Vigilar y castigar:
nacimiento de la prisión
. Siglo XXI Editores
Buenos Aires, Argentina.

Fraile, P. (1985). El Castigo y el poder.
Espacio y Lenguaje de la cárcel
. Cuadernos
Críticos de Geografía Humana. Universidad de
Barcelona. Año IX. Nº 57.
España.

Fundación El Silencio de los Inocentes.
Jerga Carcelaria en los Centros de Internamiento de
Adolescentes
. Documento en línea. Fecha de
consulta [11/15/2014]. Disponible en:
http://esdlingmailcom.blogspot.com/2011/01/jerga-carcelaria-en-los-centros-de.html.

Gallegos, E. (2013). Análisis
sociolingüístico de la jerga carcelaria, en el
Centro de Rehabilitación de mujeres de la ciudad de
Cuenca
. Trabajo Especial de Grado. Universidad de
Cuenca, Perú.

 

 

Autor:

Ing. José Luis
Negri

 

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