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1844 Hecho Simple del Dr. Clifford Goldstein



Partes: 1, 2, 3

    1844 Hecho Simple del Dr. Clifford
    Goldstein

    Capítulo Uno

    Nunca olvidaré la emoción que sentí
    cuando salí de las tinieblas del escepticismo,
    agnosticismo e incluso el espiritualismo y entré en la luz
    del mensaje de los tres ángeles. El Señor me
    levantó del pecado, la muerte, la alienación y el
    vacío que cubrían una vida alejada de Dios, y me
    condujo no sólo al conocimiento de Jesús, sino
    también al adventismo, a la verdad presente, al más
    importante movimiento desde la Reforma Protestante.

    Sin embargo, no todo era bueno en Sión. Me
    uní al movimiento adventista en medio de rumores, bullicio
    y rebeliones que agitaban la iglesia; no obstante, en mi
    inocencia de recién convertido, la mayor parte de esto me
    pasó de largo. Desapercibido, yo era un bebé
    sonriente que ignoraba las amargas lecciones de la
    vida.

    Cuando tenía tres meses de adventista, un amigo
    me contó acerca de un profesor de teología del lado
    oeste de los Estados Unidos, que negaba el juicio investigador de
    1844.

    ¿Qué importa?,
    respondí.                  

    Yo había visto los diagramas, había
    leído acerca de 1844, y creía en ello porque Elena
    G. de White lo creyó, y yo creía lo que ella
    había creído. Pero ¿qué importa? Mi
    único tema durante mis primeros seis meses de adventista
    era la marca de la bestia. Había dado docenas de estudios
    bíblicos sobre la marca de la bestia. Incluso
    llegué a escribir en paredes de baños acerca de la
    marca de la bestia. ¿1844? Parecía poco
    importante.

    Al comienzo de 1981, llegué a mi primera
    comunidad adventista. Allí los rumores acerca de 1844 y la
    controversia sobre el santuario eran más que bullicio,
    ¡eran rugidos! Era la conversación del desayuno,
    almuerzo, cena y entre las comidas. Aunque no entendía a
    qué se debía todo el alboroto, una cosa
    sabía: Nada me iba a hacer tambalear.

    Pero entonces empezaron a confrontarme con estas
    preguntas: ¿Cómo se demuestra que hay un juicio
    investigador desde 1844 en base a Daniel 8:14?
    ¿Cómo se sabe que el principio de día por
    año es válido? Y si es válido, ¿por
    qué aplicarlo a los 2.300 días? ¿Cómo
    se une Daniel 8 con Daniel 9? ¿Por qué no hay
    conexión verbal entre la palabra purificado de Daniel 8:14
    con la de Levítico 16:16? Las dos tienen diferentes
    raíces en el hebreo. ¿Cómo se sabe que las
    2.300 tardes y mañanas de Daniel 8 no son 1.150
    días, como algunos lo sugieren? (Ver la nota aclaratoria
    de Daniel 8:14 en la Biblia de Jerusalén.) ¿No ve
    cómo el libro de Hebreos coloca a Cristo en el segundo
    departamento del santuario mucho antes de 1844? ¿No es
    Antíoco Epífanes el cuerno pequeño de Daniel
    8? Y de paso, ¿sabe usted cuánto copió Elena
    G. de White de otros autores?

    Yo no tenía las respuestas, y aquellos de quienes
    esperaba obtener alguna, ¡tampoco! Por todos lados la gente
    atacaba la doctrina o por lo menos expresaba escepticismo hacia
    ella. No sabía en quién confiar, ni adonde
    ir.

    Como resultado de todo esto, ya no creía en el
    juicio investigador de 1844. Simplemente no podía
    encontrarlo en la Biblia y las implicaciones de tal
    conclusión ¡me hacían tambalear! Nunca me
    había percatado hasta ese momento, de hasta qué
    medida nuestro mensaje dependía de 1844.
    Instantáneamente mi fe en el mensaje adventista se
    desmoronó.

    Lo primero que definidamente debía salir del
    camino era Elena G. de White. Si 1844 no era bíblico,
    Elena G. de White entraba en la categoría de Mary Baker
    Eddy, fundadora de la Iglesia Científica Cristiana, y
    José Smith, fundador del mormonismo.

    Comencé a dudar de la idea del adventismo como la
    iglesia remanente. Si 1844 no era bíblico, la iglesia
    tampoco.

    Empecé a preguntarme cuan importante en realidad
    era la ley y en particular el sábado. ¡Incluso
    comencé a dudar de la marca de la bestia!

    ¿Había sido toda mi experiencia con Dios
    una pura casualidad?    

    Derramé mi alma en oración, rogando por la
    verdad. Si este mensaje no era verdadero, yo lo
    abandonaría. No había sido adventista por tanto
    tiempo, la iglesia no significaba mucho para mí.
    Además, no me gustaba la idea de ser vegetariano. Mi
    agresiva búsqueda de la verdad me había llevado al
    adventismo, pero si esa búsqueda me estaba llevando a otra
    parte, yo estaba listo.

    Regresé adonde el problema había
    comenzado; si no podía encontrar en la Biblia este asunto
    de 1844, sin la ayuda de Elena G. de White (en ese tiempo ella
    representaba muy poca autoridad para mí), yo
    empacaría mis cosas y volvería a Israel, donde
    estaba viviendo cuando comencé a creer en Jesús. La
    simple lógica me decía que si 1844 no era
    bíblico, el adventismo era una secta
    seudocristiana.

    Así que oré y estudié profundamente
    la Biblia. Busqué una comprensión de la verdad,
    porque sabía que el destino de mi vida, y posiblemente
    incluso el de mi vida eterna, estaban en juego. Y no usé a
    Elena G. de White.

    Terminé unas pocas semanas después. Mi
    conclusión: ¡Si usted usa sólo el Antiguo
    Testamento, tendrá tanta evidencia para un juicio
    investigador desde 1844 como para probar que Jesús de
    Nazaret es el Mesías!

    Antes, cuando leía Daniel 8, no podía
    imaginar cómo alguien podía encontrar allí
    el juicio. ¡Pero ahora, después de mis estudios,
    cuando leo Daniel 8, no imagino cómo algunos pueden
    ignorarlo!

    De pronto nací de nuevo, ¡otra vez! La
    duda, la inseguridad y el desánimo se fueron. Sentí
    como que había sido curado de una enfermedad. Estaba
    más convencido del adventismo que cuando llegué a
    la comunidad adventista por primera vez, y ahora me daba cuenta
    de cuan frágil había sido mi fundamento.

    Instantáneamente todas las dudas sobre Elena G.
    de White desaparecieron. Pensé, ¡ciertamente aquella
    anciana conocía exactamente de qué estaba hablando!
    Desde ese momento, nunca he dudado de Elena G. de White como una
    profetisa; más aún, mi confianza en la verdad de
    1844 me ha permitido verla como una de las más grandes
    entre los profetas.

    Mi comprensión de 1844 me dio una nueva
    experiencia con Jesús, con el adventismo y con el
    espíritu de profecía. Cuando descubrí cuan
    bíblico era 1844, supe que esta iglesia es todo lo que
    pretende ser, y las dudas acerca de la ley y el sábado se
    desvanecieron.

    A pesar de las apostasías, a pesar de nuestra
    tibieza laodicense, a pesar de los escándalos, a pesar de
    cualquier cosa y a todas las cosas que le suceden a esta iglesia,
    la enseñanza de 1844 prueba más allá de
    cualquier duda que la Iglesia Adventista del Séptimo
    Día es la iglesia remanente de la profecía
    bíblica y que nuestro mensaje es verdad presente. El
    juicio desde 1844, más que el estado de los muertos, el
    sábado y la segunda venida, establece la validez del
    adventismo. Todas esas otras doctrinas son aceptadas por algunas
    otras denominaciones, pero los adventistas son los únicos
    que predican que desde 1844 hay un juicio investigador. Mientras
    usted no conozca la verdad de 1844 y no advierta que los
    adventistas son los únicos que la enseñan, nunca
    comprenderá totalmente nuestro llamado, nuestro
    propósito o nuestra misión.

    Yo fui obligado a aprender o a dejar este mensaje. Para
    mí no había término medio. Y cuan agradecido
    estoy de que el mismo Dios que me llevó a creer en
    él, me llevó de entre todas las religiones del
    mundo al cristianismo; y de entre todas las denominaciones que
    hay en el cristianismo, al adventismo. ¡Cuan agradecido
    estoy de que también me salvó de la
    apostasía!

    Con todo, pronto noté que casi cada adventista
    que conocía, joven o anciano, convertido o nacido en la
    iglesia, hombre o mujer, blanco o negro, en el este o el oeste,
    liberal o conservador, casi ninguno podía extraer 1844 de
    la Biblia. ¡Y a la mayoría tampoco le interesaba! No
    creían que fuese importante.

    He estado de pie frente a iglesias de 300 personas y
    preguntado, ¿cuántos de ustedes, sin usar a Elena
    G. de White, pueden dar un estudio bíblico sobre 1844 y el
    juicio investigador? Vez tras vez, sólo dos o tres manos
    se levantaban. La mayoría de los adventistas no
    podrían dar un estudio inteligente sobre esta doctrina,
    aun si su destino eterno dependiera de ello. Hay la posibilidad
    de que usted que lee este libro, de la misma manera no pueda
    ofrecer una explicación satisfactoria sobre el significado
    de 1844, o dar una respuesta clara a los argumentos presentados
    en contra de esta doctrina. Probablemente no ha oído una
    predicación sobre esto o leído algo acerca de esto
    en años.

    Usted puede estar convertido. Puede ser que diezme
    fielmente y practique el vegetarianismo. Puede dar estudios
    bíblicos, ganar almas, ser un cristiano que ama y que es
    amado. Pero si usted no está fundamentado en la doctrina
    de 1844, si no tiene por lo menos un entendimiento rudimentario
    de esta enseñanza, entonces no está preparado para
    las pruebas y el zarandeo. Si yo hubiese tenido que enfrentar el
    tiempo de prueba final, con mi comprensión superficial de
    1844, hubiera sido barrido como una hoja en un
    tornado.

    No estoy hablando de salvación por medio de
    teología. La fecha de 1844 o la comprensión de
    ella, no nos salva. Pero si 1844 no es bíblico, nuestro
    mensaje es falso, somos una iglesia falsa, enseñando un
    mensaje falso y guiando a la gente con engaños por un
    camino cuesta abajo. Una de dos, o 1844 es verdad y tenemos la
    verdad, o es falso y hemos heredado y enseñado
    mentiras.

    Quizás usted nunca ha sido confrontado con este
    asunto o nunca pensó acerca de ello. Algún
    día lo hará. Hemos sido apercibidos de que todo lo
    que pueda ser zarandeado será zarandeado, y como pueblo,
    nosotros aún no hemos comenzado a comprender lo que el
    zarandeo significa. Tarde o temprano nuestra fe será
    probada hasta lo sumo.

    El diablo vendrá contra nosotros desde todas las
    direcciones, buscando cualquier brecha o área
    débil, en un esfuerzo por apartarnos de la verdad. Y usted
    puede estar seguro que 1844 será un blanco primordial. Si
    usted cree en el mensaje, dé todas maneras le será
    muy difícil mantenerse fiel cuando pierda su trabajo, su
    casa y cuando no pueda comprar alimentos. ¡Pero imagine
    todas estas presiones externas, incluyendo amenazas contra su
    vida, cuando para empezar usted duda seriamente del adventismo y
    su verdad! Si alguien puede sacudir su fe con respecto a 1844,
    usted dudará de todo el mensaje, y si duda del mensaje,
    ¿cómo podrá mantenerse en pie?

    ¿Quién moriría por un mensaje del
    que duda? ¿Quién dejaría que sus hijos pasen
    hambre por una creencia de la cual no está convencido?
    ¿O quién podría ver que le quiten a sus
    hijos por una doctrina que no puede probar con la Biblia? Usted
    no necesita ser un teólogo, pero el pueblo sí
    perecerá por falta de conocimiento, y con toda esta verdad
    a nuestro alcance no tendremos excusas por no
    entenderla.

    El juicio investigador de 1844, el pilar
    teológico de nuestro movimiento, descansa como una
    reliquia empolvada en el armario de la familia adventista.
    Sabemos que está allí, todos lo conocemos, pero
    nadie se preocupa por ello. No estamos seguros de qué
    hacer con 1844. No estamos seguros de qué significa o si
    realmente lo necesitamos. Incluso no estamos seguros si
    después de todo es tan importante (como lo revelan la
    escasez de sermones, artículos y libros acerca del tema).
    Con todo, cuando se descarta 1844, también se descarta el
    adventismo. Qué habilidad la del diablo al hacernos poner
    a un lado nuestra doctrina más básica. El sabe que
    cuando nos arrebata este fundamento, nos desmoronamos y caemos.
    Sólo espera el momento exacto para hacer caer a tantos
    adventistas como pueda.

    No estoy hablando de una teoría o
    especulación, sino de una experiencia. Sé lo que le
    pasará a aquellos que no están fundamentados en
    este mensaje, porque me ocurrió a mí bajo
    circunstancias que fueron patéticamente fáciles,
    comparadas con las que la iglesia pronto
    enfrentará.

    Pero ahora veo cuánta confianza, fuerza y
    seguridad me ha dado el entendimiento de esta verdad. La
    enseñanza de 1844 da irrefutable solidez al hecho de que
    el adventismo es la verdad para este tiempo; es por ello que el
    enemigo se ha esforzado grandemente para minimizarla, y yo me
    espanto ante su tremendo éxito.

    En 1986 hice una serie de grabaciones para el American
    Cassette Ministries (Ministerio americano de casetes), titulada
    "1844 Hecho Simple". Usé las investigaciones de los
    mejores teólogos del adventismo, los hombres que han
    demolido casi todos, si no todos los argumentos contra 1844. A
    pesar de esto, la mayoría de los adventistas nunca han
    escuchado de sus investigaciones o libros, menos aún los
    han leído. Además, el material es profundo y
    teológico, y muchos de nosotros preferiríamos
    sentarnos frente al televisor antes que estudiar nuestro mensaje.
    He tomado estas publicaciones (mayormente de los volúmenes
    1, 2 y 3 de la serie del Comité de Daniel y Apocalipsis) y
    las simplifiqué para dar cursillos en iglesias y reuniones
    campestres.

    Este libro está basado en esas cintas, fue
    escrito para presentar la doctrina del juicio investigador desde
    1844, en la manera más simple y clara que me es posible,
    creyendo que la comprensión de esta doctrina es crucial no
    sólo para entender el adventismo, sino también para
    la preparación de nuestro pueblo para el encuentro con la
    crisis que se avecina.

    El libro está dividido en tres secciones. La
    primera es el estudio de cómo se consigue la fecha en la
    Biblia. La segunda contesta muchos de los argumentos usados
    contra el juicio investigador. Y la tercera sección
    responde a la pregunta: ¿Cuál es el significado del
    juicio investigador?

    Un comentario final. No uso a Elena G. de White. Algunos
    argumentan que ella no fue una teóloga y por lo tanto no
    es buena para la teología. Supongo que, en el sentido
    clásico de la palabra, ella no fue una teóloga,
    ¡fue una profetisa! Y yo siempre tomaría la palabra
    de un profeta por encima de cualquier teólogo. Con todo,
    nosotros no tenemos que basar nuestra comprensión de 1844
    en ella. No use a Elena G. de White para adquirir solidez en la
    Biblia. Consiga solidez en la Biblia y estará
    sólido en ella. Base 1844 en la Biblia y usted
    permanecerá inamovible en cuanto a Elena G. de White.
    Úsela como su base para 1844 y tanto ella como 1844 se
    derrumbarán.

    Yo lo sé.

    Capítulo Dos

    ¿Ocurrió el juicio investigador en el
    año 31 d.C., o después? La respuesta hace o deshace
    el adventismo. Si como algunos entre nosotros han afirmado, el
    juicio ocurrió en el 31 d.C. con  la
    ascensión de  Cristo a la "diestra de Dios" en el
    cielo, entonces la doctrina del juicio investigador de 1844 no es
    otra cosa sino una artimaña fraguada por milleritas
    frustrados, quienes debían buscar una forma de librarse de
    la vergüenza del gran chasco.

    Entonces, ¿ocurrió el juicio en el 31
    d.C.? Lea los siguientes textos:

    "Por cuanto ha establecido un día en el cual
    juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a
    quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de
    los muertos" (Hechos 17:31).

    "Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del
    dominio propio y del juicio venidero, Félix se
    espantó" (Hechos 24:25).

    "Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los
    hombres, conforme a mi evangelio" (Romanos 2:16).

    "Pero tú, ¿por qué juzgas a tu
    hermano? O tú también, ¿por qué
    menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el
    tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el
    Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,
    y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de
    nosotros dará a Dios cuenta de sí" (Romanos
    14:10-12).

    "El Señor juzgará a su pueblo" (Hebreos
    10:30).

    Estos pocos textos tienen varias cosas en común.
    La primera, y la más notable, es que son del Nuevo
    Testamento: Hebreos, Hechos, Romanos.

    También se refieren al juicio.

    ¿Pero en qué tiempo sitúan el
    juicio? ¿En el pasado, o en el futuro? "El Señor
    juzgará a su pueblo". "Todos compareceremos ante el
    tribunal de Cristo". Obviamente, estos textos se refieren a
    algún tipo de juicio futuro y algunos de ellos se refieren
    específicamente al juicio del pueblo de Dios.

    ¿Qué es lo que tenemos? Pasajes del Nuevo
    Testamento, algunos de los cuales se refieren a un juicio futuro
    de los cristianos. Y debido a que los libros del Nuevo Testamento
    fueron escritos diez, veinte, treinta años después
    de la cruz y debido a que estos textos señalan un juicio
    que ha de ocurrir después de que ellos mismos fueron
    escritos, entonces obviamente ese juicio debe ocurrir en
    algún momento posterior al 31 d. C.

    Este detalle, aunque sencillo, es crucial: porque el
    meollo de la herejía que ha estado perjudicando al
    adventismo coloca al juicio en la cruz. Estos textos, sin
    embargo, muestran el error de colocar el juicio de los creyentes
    en el 31 d. C. Aunque no dan la fecha, por lo menos muestran que
    el 31 d. C. no es la fecha correcta.

    ¿Y qué diremos acerca del texto: "Ahora es
    el juicio de este mundo" (Juan 12:31), lo cual Jesús
    habló refiriéndose a su muerte cercana?
    ¿Acaso estas palabras no indican que el juicio
    ocurrió en la cruz?

    Ciertamente, en cierto sentido sí ocurrió
    un juicio en la cruz. El inmaculado Hijo de Dios vino a la Tierra
    en carne humana, derramó todo el amor del cielo sobre la
    humanidad y sólo recibió el rechazo y el desprecio
    de los hombres. Todo el mundo quedó condenado por la
    muerte de Jesús. En este sentido, sí ocurrió
    un juicio en la cruz, pero no el juicio investigador.

    La Biblia habla acerca de varios tipos de juicios. La
    tierra cayó bajo juicio después del pecado de
    Adán. El diluvio fue un juicio contra la humanidad. El
    antiguo Israel enfrentó numerosos juicios. Los hombres
    enfrentarán un juicio cuando Jesús regrese a la
    tierra. Estaremos involucrados en un juicio durante el milenio,
    cuando "hemos de juzgar a los ángeles" (1 Corintios 6:3).
    También existirá el juicio ejecutivo, cuando los
    impíos serán consumidos para siempre: "Y el que no
    se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al
    lago de fuego" (Apocalipsis 20:15).

    ¿Pero a qué tipo de juicio se
    referían algunos de los textos que hemos citado? Pablo
    dijo que "todos compareceremos ante el tribunal de Cristo". Pablo
    se incluyó a sí mismo en ese juicio. Pablo era un
    creyente. ¿A quiénes le escribía? A otros
    creyentes. Todos ellos, incluyendo a Pablo, habrían de ser
    juzgados por Dios. En efecto, "el Señor juzgará a
    su pueblo".

    ¿Cuándo, entonces, serán juzgados
    los creyentes? De acuerdo con los pocos textos que hemos
    leído, los creyentes deberán enfrentar algún
    tipo de juicio, y ese juicio deberá ocurrir en
    algún momento posterior al 31 d. C. Es a ese juicio al que
    los adventistas se refieren como el juicio
    investigador.

    Capítulo Tres

    Aunque hemos podido notar que el juicio del pueblo de
    Dios ocurre después del 31 d. C., aún falta mucho
    para llegar a la conclusión de que ocurrió en 1844.
    Para lograrlo, vayamos al libro de Daniel, comenzando en el
    capítulo 2.

    La mayoría de los adventistas conocen bastante el
    capítulo 2 de Daniel. El rey Nabucodonosor de Babilonia
    tuvo un sueño, pero no podía recordarlo y mucho
    menos interpretarlo. Los magos, los astrólogos, los
    hechiceros y caldeos de Babilonia ofrecieron interpretarlo, si el
    rey les describía el sueño. El rey, sin embargo, no
    sólo quería que le interpretaran el sueño,
    sino que también se lo revelaran. "No hay hombre sobre la
    tierra exclamaron los caldeos que pueda declarar e1 asunto del
    rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni
    señor preguntó cosa semejante a ningún mago
    ni astrólogo ni caldeo" (versículo 10).

    Airado, el rey decidió deshacerse de todos ellos,
    incluyendo a Daniel. No obstante, pronto Daniel recibió la
    respuesta que el rey buscaba en una "visión nocturna" y se
    lo relató al rey.

    El sueño, desde luego, fue el de la "gran
    imagen". La cabeza era de oro, el pecho y los brazos de plata, el
    vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies
    en parte de hierro y en parte de barro cocido. Finalmente, "una
    piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en
    sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
    Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro
    cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las
    eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos
    quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen
    fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra"
    (versículos 34-35).

    Entonces Daniel interpreta el sueño. Le dice al
    rey que su reino, Babilonia, es la cabeza de oro. Posteriormente
    se levantará otro reino (plata), luego otro (bronce), y
    entonces otro (hierro).

    El reino de hierro será desmenuzado (parte de
    hierro y parte de barro cocido) en pequeños reinos que "no
    se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla
    con el barro" (versículo 43). La piedra cortada no con
    mano es el reino que Dios establecerá y perdurará
    para siempre.

    Sabemos que el primer reino era Babilonia. Daniel lo
    aseguró. La historia revela que el próximo reino es
    Medo-Persia, el tercero Grecia y el cuarto Roma. El hierro y el
    barro mezclados son la división del Imperio Romano en las
    naciones de Europa (algunos han interpretado el hierro y el barro
    como el intento de unir la Iglesia y el Estado, lo que
    ocurrió durante la mayor parte de la historia europea).
    Estos reinos se establecieron en el orden exacto, aunque Daniel
    lo profetizó cientos de años antes de que los
    eventos ocurrieran. El reino que Dios establecerá viene
    después de la segunda venida de Cristo. Daniel 2, por lo
    tanto, luce así: 

    Oro                             
    Babilonia

    Plata                           
    Medo-Persia

    Bronce                         Grecia

    Hierro                         
     Roma

    Hierro /
    Barro            
      Europa

    Piedra                         
    Segunda venida de Cristo 

    Debemos notar dos asuntos importantes. Primero, Daniel 2
    forma el bosquejo básico para el resto de las
    profecías apocalípticas (referentes al fin del
    mundo) que estudiaremos en Daniel. En otras palabras, el resto de
    las profecías apocalípticas amplían lo que
    ya se encuentra en Daniel 2. Daniel 2 es la base; los otros
    capítulos proféticos, añaden detalles y
    encajan dentro de la porción de la historia delineada en
    Daniel 2, que comienza con Babilonia y termina con la segunda
    venida de Jesús. Las naciones que se describen en los
    capítulos posteriores son, como veremos,
    básicamente las mismas que se describen en Daniel
    2.

    El otro asunto importante tiene que ver con los varios
    metales mencionados en el sueño. Babilonia era oro,
    Medo-Persia era plata, Grecia era bronce y Roma, hierro. Cada
    reino tenía un metal diferente que lo describía. No
    obstante, Roma, Simbolizada por el hierro, continúa hasta
    el fin del tiempo. El hierro de Roma viene inmediatamente
    después de Grecia, Continúa hasta que se mezcla con
    barro, pero persiste en su existencia, sólo que en una
    forma diferente. "Sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de
    hierro y en parte de barro cocido" (versículo 33). Lo
    importante es que el hierro, que simboliza a Roma, se extiende
    desde la caída de Grecia hasta que la piedra desmenuza
    todo en ocasión de la segunda venida de Cristo. Al
    principio, el hierro era puro; más tarde se mezcla con
    barro. Sin embargo, todavía es hierro. Más tarde
    advertiremos la importancia de este asunto.

    Repasemos:

    Hemos visto que el juicio del pueblo de Dios ocurre en
    algún momento después del 31 d. C.

    Daniel 2, con su sucesión de reinos: Babilonia,
    Medo-Persia, Grecia y Roma (dos fases), precede a la segunda
    venida de Cristo y forma el bosquejo profético
    básico para el resto de las profecías
    apocalípticas de Daniel.

    Finalmente, hemos visto que el hierro de Roma, que surge
    después de Grecia, se extiende hasta el fin del tiempo,
    aunque en algún momento cambia de forma.

    Capítulo Cuatro

    ¿Qué capítulo de Daniel da
    más información concerniente al juicio
    investigador?

    La mayoría respondería, Daniel 8. En ese
    capítulo se encuentra el texto clave: "Y él dijo:
    Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el
    santuario será purificado" (Daniel 8:14).

    No obstante, esa respuesta está equivocada.
    Aunque Daniel 8 revela información valiosa, su importancia
    mayor radica en que nos da la fecha del juicio. En realidad, la
    cantidad mayor de referencias al juicio investigador en Daniel se
    encuentra en el capítulo 7. Si sólo
    tuviéramos Daniel 7, podríamos probar la existencia
    del juicio de los creyentes previo al advenimiento, y
    también podríamos deducir el tiempo aproximado de
    ese juicio.

    Daniel 7 repite a Daniel 2, sólo que suple
    detalles adicionales. En este capítulo, Daniel mismo
    sueña acerca de cuatro grandes bestias que salen del mar.
    La primera bestia era como un león; la segunda bestia como
    un oso; la tercera bestia como un leopardo, aunque tenía
    cuatro alas y cuatro cabezas; y la cuarta bestia era "espantosa y
    terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos
    dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras
    hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias
    que vi antes de ella, y tenía diez cuernos"
    (versículos 4-7).

    ¿Quiénes son esas bestias? En la
    explicación de la visión, Daniel se entera de que
    representan cuatro reyes o reinos que surgirán, y que "la
    cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra"
    (versículo 23). La primera bestia: el león, es
    Babilonia. La segunda bestia, el oso, simboliza a Medo-Persia. El
    que estuviese alzada de un costado más que del otro
    muestra la diferencia de poder entre las dos naciones de ese
    imperio. Las tres costillas que llevaba entre los dientes
    (versículo 5) se cree que son Lidia, Babilonia y Egipto,
    tres naciones que fueron aplastadas por el poder Medo-Persa. El
    leopardo era el próximo gran imperio mundial, y
    simbolizaba a los griegos bajo la dirección de Alejandro
    Magno. La cuarta bestia, desde luego era el último gran
    imperio: el romano.

    Durante siglos, numerosos eruditos de la Biblia,
    judíos y cristianos, han estado de acuerdo en cuanto al
    significado de esta secuencia exacta de naciones. Esta
    interpretación no es exclusivamente adventista.

    Note, también, que la profecía de Daniel 7
    es similar a Daniel 2. Daniel 7 brinda más detalles que
    Daniel 2, y provee e1 fundamento para el resto de las
    profecías que estudiaremos.

    En Daniel 2 y 7, se pone énfasis en el cuarto
    reino. Y en ambos capítulos aunque el cuarto reino es
    simbolizado por cosas diferentes, se observan similitudes. La
    primera, desde luego, es que se trata del cuarto poder en las dos
    visiones. En ambas sucede a Grecia. En ambos lugares se lo
    describe como "fuerte" (Daniel 2:40; 7:7). Los dos pasajes tienen
    la palabra hierro en sus descripciones. Vea Daniel 2:40; 7:7, 19.
    Ambos reinos desmenuzan a otros poderes. Vea Daniel 2:40; 7:19,
    23. Y ambos poderes son divididos entre "reyes" o reinos (Daniel
    2:41-44; 7:24). Es claro que se trata del mismo poder.

    Sin embargo, en Daniel 7 aparece otro poder. Este poder
    no se separa de la cuarta bestia, Roma pagana; más bien,
    surge directamente de entre los diez cuernos que son parte de la
    cuarta bestia. Este poder es el cuerno pequeño. "Mientras
    yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno
    pequeño salía entre ellos, y delante de él
    fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí
    que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que
    hablaba grandes cosas" (versículo 8).

    Más adelante se menciona nuevamente que el cuerno
    pequeño surge de la cuarta bestia: "de los diez cuernos
    que tenía en su cabeza, y del otro que le había
    salido, delante del cual habían caído tres; y este
    mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas,
    y parecía más grande que sus compañeros"
    (versículos 20-21).

    Más adelante se explica lo que son la cuarta
    bestia y el cuerno pequeño. "La cuarta bestia será
    un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de
    todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará,
    trillará y despedazará. Y los diez cuernos
    significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y
    tras ellos se levantará otro, el cual será
    diferente de los primeros, y a tres reyes derribará. Y
    hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos
    del Altísimo quebrantará, y pensará en
    cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su
    mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo" (versículos
    23-25).

    En Daniel vimos que el hierro era el poder que
    surgiría después de Grecia, y aunque cambió
    de forma, todavía tenía hierro hasta el final.
    Todavía era el mismo poder. En Daniel 7, teníamos a
    una bestia que representaba a Babilonia, a otra bestia para
    Medo-Persia, otra para Grecia, y otra para Roma. El poder
    conocido como el cuerno pequeño era parte de la cuarta
    bestia que surgió después de Grecia, pero hacia el
    fin del tiempo pasa a la etapa del cuerno pequeño. Lo
    importante es que en Daniel 7, al igual que en Daniel 2, el poder
    que surge después de Grecia permanece hasta el fin del
    tiempo, aunque en una forma diferente. En el próximo
    capítulo veremos la importancia de este asunto.

    Notamos que la cuarta bestia, y el cuerno que surge de
    ella, ocupan un lugar central en Daniel 7. Se dedica más
    tiempo a ellos que al resto de las bestias combinadas, y se
    describe con mayor detalle el cuerno pequeño que cualquier
    otra bestia, incluso la cuarta. Obviamente, la
    identificación del cuerno pequeño es de importancia
    clave.

    Por varios siglos, los estudiosos de la Biblia han
    comprobado, sin dejar lugar a dudas, que el cuerno pequeño
    simboliza el poder papal. Y con toda razón: se ajusta
    perfectamente.

    La mayoría de los adventistas han entendido esta
    identificación. Sin entrar en detalles (hay mucho material
    disponible sobre el tema), hagamos un repaso:

    ·          
    Primero, el cuerno pequeño surgió de la Roma
    pagana. El papado también surgió de la Roma
    pagana.

    ·          
    El cuerno pequeño surgió de entre las diez tribus
    bárbaras que sucedieron al Imperio Romano pagano. El
    papado surgió entre las diez tribus, haciendo caer a tres
    de ellas, tal como el versículo 24 dijo que
    sucedería ("Y a tres reyes derribará").

    ·          
    Se dice que el cuerno pequeño es "diferente" a los otros
    cuernos, e indudablemente, el papado, un poder único en su
    clase, difería de las tribus bárbaras.

    ·          
    El pequeño cuerno habría de ser más recio
    que los otros, y evidentemente el papado fue más poderoso
    que las tribus bárbaras; si no hubiera sido así, no
    podría haber derribado a tres de éstas.

    ·          
    El cuerno pequeño hablaría "palabras contra el
    Altísimo". Las aseveraciones papales concernientes a la
    función y al poder del papa son "grandes cosas" contra
    Dios.

    ·          
    El cuerno pequeño "hacía guerra contra los santos",
    y la historia muestra cómo el papado guerreó contra
    los hijos de Dios.

    ·          
    Este poder "pensará en cambiar los tiempos y la ley".
    Cuando estudié esta profecía por primera vez, fui a
    la escuela católica, pedí un catecismo y
    busqué los Diez Mandamientos. Tal como se me había
    enseñado, el mandamiento que prohíbe la
    adoración de ídolos había sido eliminado.
    ¡Eso sí es cambiar la ley! Desde luego, todos los
    adventistas conocen las numerosas aseveraciones del papa acerca
    del cambio de la observancia del sábado al domingo, tales
    como: "La iglesia católica por más de mil
    años antes de la existencia de un protestante, por virtud
    de su divina misión, cambió el día de reposo
    del sábado al domingo" (The Catholic Mirror, 23
    de septiembre, 1893).

    La señal definitiva de identificación,
    quizá la más importante, es que se da una
    profecía de tiempo concerniente a la actividad del papado.
    Los santos serían entregados en su mano "hasta tiempo, y
    tiempos, y medio tiempo" (versículo 25). En la
    descripción del cuerno pequeño, encontramos la
    primera profecía apocalíptica de tiempo en el libro
    de Daniel.

    "Tiempo, y tiempos, y medio tiempo" es una frase
    reconocida por eruditos judíos y gentiles con el
    significado de tres y medio años. Un tiempo es igual a un
    año, tiempos se refiere a dos años, y medio tiempo
    es la mitad de un año. En Apocalipsis 12, se hace
    referencia a este mismo período de tiempo y se iguala con
    "1.260 días". En la profecía, tres años y
    medio es igual a 1.260 días.

    Daniel 7, entonces, señala un período de
    tiempo del cuerno pequeño equivalente a tres años y
    medio o 1.260 días. Durante muchos años, los
    adventistas y otros han aplicado el principio de día por
    año a esta profecía. Yo no quiero entrar en la
    discusión del principio de día por año
    ahora. En la segunda parte de este libro mostraré no
    sólo la validez del principio de día por
    año, sino cómo este principio debe aplicarse a las
    profecías de Daniel 7, 8 y 9 para que tengan
    sentido.

    De todas formas, si aplicamos el principio de día
    por año a los 1.260 días, tendremos 1.260
    años. ¿Se ajusta esto a un período de tiempo
    para el papado?

    En 1698, Drue Cressner, un estudioso británico de
    la Biblia que estudiaba las profecías de Daniel 7 y
    Apocalipsis, llegó a las siguientes conclusiones: el
    cuerno pequeño de Daniel se refería al papado; el
    principio de día por año debe ser aplicado a estas
    profecías; y algo de naturaleza drástica
    sucedería al papado alrededor del año 1800. En sus
    propias palabras: "El tiempo de la bestia termina alrededor del
    año 1800" (citado por LeRoy Froom, The Prophetic Faith of
    Our Fathers, tomo 2, p. 595).

    Sabemos que en el 538 d. C. el último poder
    arriano (uno de los tres cuernos derribados) fue expulsado de
    Roma, dándosele al papado la autoridad total sobre la
    ciudad. Exactamente 1.260 años después, en 1798, el
    general francés Berthier tomó preso al papa. Usted
    puede leer acerca de este evento en publicaciones
    católicas que describen el cautiverio del papa, quien
    murió en el exilio en manos de los franceses. (Sabemos que
    aunque el papado recibió una herida mortal, más
    tarde revivió. Daniel 7, que cubre miles de años en
    unos pocos versículos, no tiene espacio para detalles.
    Más adelante, en el Apocalipsis, especialmente el
    capítulo 13, se nos brinda un enfoque más detallado
    de lo que sucedió al final del período de 1.260
    años y la recuperación del papado.)

    Drue Cressner, al aplicar las profecías al
    papado, predijo que algo le sucedería "cerca del
    año 1800". ¡Su predicción sería como
    si alguien en 1888 hubiera predicho quién sería el
    presidente de los Estados Unidos en 1988!

    La razón por la que él pudo ser tan
    exacto, es que el papado cumple esta profecía
    perfectamente. Por siglos, los protestantes unánimemente
    aplicaron esta profecía al papado. Lutero, Zwinglio,
    Calvino, Melanchton, todos los reformadores durante los
    siguientes tres siglos entendieron que el cuerno pequeño
    de Daniel 7 se refería al papado. (Para un estudio
    limitado de por qué pocos protestantes aplican esta
    profecía al papado actualmente, vea mi librito Manos sobre
    el abismo, Pacific Press, 1988.) Aun antes de la reforma, un
    erudito judío llamado Isaac Abravanel, después de
    estudiar Daniel 7, escribió: "He llegado a la
    conclusión privada de que el cuerno pequeño se
    refiere al dominio del papado" (citado por LeRoy Froom, The
    Prophetic Faith of Our Fathers, tomo 2, p. 228).

    Hasta este momento hemos visto en orden
    cronológico a Babilonia, Medo-Persia, Grecia, Roma pagana
    y Roma papal. Esta es la secuencia exacta de Daniel 7:

    Babilonia        

    Medo-Persia

    Grecia

    Roma pagana

    Roma papal

    ¿Pero qué viene después de Roma
    papal en la profecía?

    "Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que
    otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de
    él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he
    aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y
    una boca que hablaba grandes cosas. Estuve mirando hasta que
    fueron puestos tronos, y se sentó un anciano de
    días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de
    su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas
    del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía
    y salía de delante de él; millares de millares le
    servían, y millones de millones asistían delante de
    él; el Juez se sentó, y los libros fueron
    abiertos… Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos
    los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es
    dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no
    será destruido" (versículos 8-14).

    El versículo 8 describe el poder del cuerno
    pequeño. ¿Qué viene inmediatamente
    después en los versículos 9 y 10? Vemos tronos que
    fueron "puestos". Vemos al "Anciano de días", a quien
    reconocemos como Dios. Vemos ríos de fuego; vemos
    "millares de millares" delante de él, y finalmente: "el
    Juez se sentó, y los libros fueron abiertos".
    ¡Indudablemente, esta escena describe un juicio en el
    cielo!

    Lea los versículos 8 hasta el 10 nuevamente. Se
    trata de una escena de juicio divino, y obviamente, considerando
    el contexto, este juicio ocurre en el cielo.

    ¿Y qué sucede después de esta
    escena de juicio celestial? Dios establece su reino, un reino
    "que nunca pasará" (versículo 14).
    ¿Cuándo es que Dios finalmente establece su reino?
    En ocasión de la segunda venida de
    Jesús.

    Observe el orden específico de eventos en estos
    pocos versículos. Esta parte es crucial. Tenemos este
    cuerno pequeño (el que surge de la cuarta bestia,
    según las tres descripciones citadas), luego una escena de
    juicio en el cielo y finalmente Dios establece su
    reino.

    Cuerno pequeño. Juicio en el cielo. Dios
    establece su reino. Lea estos versículos nuevamente hasta
    que pueda notar esta secuencia. Es importante que lo
    entienda.

    Esta secuencia es tan crucial que se repite nuevamente
    en el mismo capítulo. "Y veía yo que este cuerno
    [papado] hacía guerra contra los santos, y los
    vencía; hasta que vino el Anciano de días, y se dio
    el juicio a los santos del Altísimo [juicio]; y
    llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino
    leí reino de Dios]" (versículos 21-22).

    Nuevamente, en el mismo orden cronológico que
    antes: cuerno pequeño (papado), el juicio y el reino de
    Dios.

    Esta secuencia es tan importante que la tenemos por
    tercera vez en el mismo capítulo. "Y hablará
    palabras contra el Altísimo, y a los santos del
    Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar
    los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta
    tiempo, y tiempos, y medio tiempo. Pero se sentará el
    Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y
    arruinado hasta el fin, y que el reino, y el dominio y la
    majestad de los reinos debajo de todo el cielo sea dado al pueblo
    de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y
    todos los dominios le servirán y obedecerán"
    (versículos 25-27).

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