1844 Hecho Simple del Dr. Clifford
Goldstein
Capítulo Uno
Nunca olvidaré la emoción que sentí
cuando salí de las tinieblas del escepticismo,
agnosticismo e incluso el espiritualismo y entré en la luz
del mensaje de los tres ángeles. El Señor me
levantó del pecado, la muerte, la alienación y el
vacío que cubrían una vida alejada de Dios, y me
condujo no sólo al conocimiento de Jesús, sino
también al adventismo, a la verdad presente, al más
importante movimiento desde la Reforma Protestante.
Sin embargo, no todo era bueno en Sión. Me
uní al movimiento adventista en medio de rumores, bullicio
y rebeliones que agitaban la iglesia; no obstante, en mi
inocencia de recién convertido, la mayor parte de esto me
pasó de largo. Desapercibido, yo era un bebé
sonriente que ignoraba las amargas lecciones de la
vida.
Cuando tenía tres meses de adventista, un amigo
me contó acerca de un profesor de teología del lado
oeste de los Estados Unidos, que negaba el juicio investigador de
1844.
¿Qué importa?,
respondí.
Yo había visto los diagramas, había
leído acerca de 1844, y creía en ello porque Elena
G. de White lo creyó, y yo creía lo que ella
había creído. Pero ¿qué importa? Mi
único tema durante mis primeros seis meses de adventista
era la marca de la bestia. Había dado docenas de estudios
bíblicos sobre la marca de la bestia. Incluso
llegué a escribir en paredes de baños acerca de la
marca de la bestia. ¿1844? Parecía poco
importante.
Al comienzo de 1981, llegué a mi primera
comunidad adventista. Allí los rumores acerca de 1844 y la
controversia sobre el santuario eran más que bullicio,
¡eran rugidos! Era la conversación del desayuno,
almuerzo, cena y entre las comidas. Aunque no entendía a
qué se debía todo el alboroto, una cosa
sabía: Nada me iba a hacer tambalear.
Pero entonces empezaron a confrontarme con estas
preguntas: ¿Cómo se demuestra que hay un juicio
investigador desde 1844 en base a Daniel 8:14?
¿Cómo se sabe que el principio de día por
año es válido? Y si es válido, ¿por
qué aplicarlo a los 2.300 días? ¿Cómo
se une Daniel 8 con Daniel 9? ¿Por qué no hay
conexión verbal entre la palabra purificado de Daniel 8:14
con la de Levítico 16:16? Las dos tienen diferentes
raíces en el hebreo. ¿Cómo se sabe que las
2.300 tardes y mañanas de Daniel 8 no son 1.150
días, como algunos lo sugieren? (Ver la nota aclaratoria
de Daniel 8:14 en la Biblia de Jerusalén.) ¿No ve
cómo el libro de Hebreos coloca a Cristo en el segundo
departamento del santuario mucho antes de 1844? ¿No es
Antíoco Epífanes el cuerno pequeño de Daniel
8? Y de paso, ¿sabe usted cuánto copió Elena
G. de White de otros autores?
Yo no tenía las respuestas, y aquellos de quienes
esperaba obtener alguna, ¡tampoco! Por todos lados la gente
atacaba la doctrina o por lo menos expresaba escepticismo hacia
ella. No sabía en quién confiar, ni adonde
ir.
Como resultado de todo esto, ya no creía en el
juicio investigador de 1844. Simplemente no podía
encontrarlo en la Biblia y las implicaciones de tal
conclusión ¡me hacían tambalear! Nunca me
había percatado hasta ese momento, de hasta qué
medida nuestro mensaje dependía de 1844.
Instantáneamente mi fe en el mensaje adventista se
desmoronó.
Lo primero que definidamente debía salir del
camino era Elena G. de White. Si 1844 no era bíblico,
Elena G. de White entraba en la categoría de Mary Baker
Eddy, fundadora de la Iglesia Científica Cristiana, y
José Smith, fundador del mormonismo.
Comencé a dudar de la idea del adventismo como la
iglesia remanente. Si 1844 no era bíblico, la iglesia
tampoco.
Empecé a preguntarme cuan importante en realidad
era la ley y en particular el sábado. ¡Incluso
comencé a dudar de la marca de la bestia!
¿Había sido toda mi experiencia con Dios
una pura casualidad?
Derramé mi alma en oración, rogando por la
verdad. Si este mensaje no era verdadero, yo lo
abandonaría. No había sido adventista por tanto
tiempo, la iglesia no significaba mucho para mí.
Además, no me gustaba la idea de ser vegetariano. Mi
agresiva búsqueda de la verdad me había llevado al
adventismo, pero si esa búsqueda me estaba llevando a otra
parte, yo estaba listo.
Regresé adonde el problema había
comenzado; si no podía encontrar en la Biblia este asunto
de 1844, sin la ayuda de Elena G. de White (en ese tiempo ella
representaba muy poca autoridad para mí), yo
empacaría mis cosas y volvería a Israel, donde
estaba viviendo cuando comencé a creer en Jesús. La
simple lógica me decía que si 1844 no era
bíblico, el adventismo era una secta
seudocristiana.
Así que oré y estudié profundamente
la Biblia. Busqué una comprensión de la verdad,
porque sabía que el destino de mi vida, y posiblemente
incluso el de mi vida eterna, estaban en juego. Y no usé a
Elena G. de White.
Terminé unas pocas semanas después. Mi
conclusión: ¡Si usted usa sólo el Antiguo
Testamento, tendrá tanta evidencia para un juicio
investigador desde 1844 como para probar que Jesús de
Nazaret es el Mesías!
Antes, cuando leía Daniel 8, no podía
imaginar cómo alguien podía encontrar allí
el juicio. ¡Pero ahora, después de mis estudios,
cuando leo Daniel 8, no imagino cómo algunos pueden
ignorarlo!
De pronto nací de nuevo, ¡otra vez! La
duda, la inseguridad y el desánimo se fueron. Sentí
como que había sido curado de una enfermedad. Estaba
más convencido del adventismo que cuando llegué a
la comunidad adventista por primera vez, y ahora me daba cuenta
de cuan frágil había sido mi fundamento.
Instantáneamente todas las dudas sobre Elena G.
de White desaparecieron. Pensé, ¡ciertamente aquella
anciana conocía exactamente de qué estaba hablando!
Desde ese momento, nunca he dudado de Elena G. de White como una
profetisa; más aún, mi confianza en la verdad de
1844 me ha permitido verla como una de las más grandes
entre los profetas.
Mi comprensión de 1844 me dio una nueva
experiencia con Jesús, con el adventismo y con el
espíritu de profecía. Cuando descubrí cuan
bíblico era 1844, supe que esta iglesia es todo lo que
pretende ser, y las dudas acerca de la ley y el sábado se
desvanecieron.
A pesar de las apostasías, a pesar de nuestra
tibieza laodicense, a pesar de los escándalos, a pesar de
cualquier cosa y a todas las cosas que le suceden a esta iglesia,
la enseñanza de 1844 prueba más allá de
cualquier duda que la Iglesia Adventista del Séptimo
Día es la iglesia remanente de la profecía
bíblica y que nuestro mensaje es verdad presente. El
juicio desde 1844, más que el estado de los muertos, el
sábado y la segunda venida, establece la validez del
adventismo. Todas esas otras doctrinas son aceptadas por algunas
otras denominaciones, pero los adventistas son los únicos
que predican que desde 1844 hay un juicio investigador. Mientras
usted no conozca la verdad de 1844 y no advierta que los
adventistas son los únicos que la enseñan, nunca
comprenderá totalmente nuestro llamado, nuestro
propósito o nuestra misión.
Yo fui obligado a aprender o a dejar este mensaje. Para
mí no había término medio. Y cuan agradecido
estoy de que el mismo Dios que me llevó a creer en
él, me llevó de entre todas las religiones del
mundo al cristianismo; y de entre todas las denominaciones que
hay en el cristianismo, al adventismo. ¡Cuan agradecido
estoy de que también me salvó de la
apostasía!
Con todo, pronto noté que casi cada adventista
que conocía, joven o anciano, convertido o nacido en la
iglesia, hombre o mujer, blanco o negro, en el este o el oeste,
liberal o conservador, casi ninguno podía extraer 1844 de
la Biblia. ¡Y a la mayoría tampoco le interesaba! No
creían que fuese importante.
He estado de pie frente a iglesias de 300 personas y
preguntado, ¿cuántos de ustedes, sin usar a Elena
G. de White, pueden dar un estudio bíblico sobre 1844 y el
juicio investigador? Vez tras vez, sólo dos o tres manos
se levantaban. La mayoría de los adventistas no
podrían dar un estudio inteligente sobre esta doctrina,
aun si su destino eterno dependiera de ello. Hay la posibilidad
de que usted que lee este libro, de la misma manera no pueda
ofrecer una explicación satisfactoria sobre el significado
de 1844, o dar una respuesta clara a los argumentos presentados
en contra de esta doctrina. Probablemente no ha oído una
predicación sobre esto o leído algo acerca de esto
en años.
Usted puede estar convertido. Puede ser que diezme
fielmente y practique el vegetarianismo. Puede dar estudios
bíblicos, ganar almas, ser un cristiano que ama y que es
amado. Pero si usted no está fundamentado en la doctrina
de 1844, si no tiene por lo menos un entendimiento rudimentario
de esta enseñanza, entonces no está preparado para
las pruebas y el zarandeo. Si yo hubiese tenido que enfrentar el
tiempo de prueba final, con mi comprensión superficial de
1844, hubiera sido barrido como una hoja en un
tornado.
No estoy hablando de salvación por medio de
teología. La fecha de 1844 o la comprensión de
ella, no nos salva. Pero si 1844 no es bíblico, nuestro
mensaje es falso, somos una iglesia falsa, enseñando un
mensaje falso y guiando a la gente con engaños por un
camino cuesta abajo. Una de dos, o 1844 es verdad y tenemos la
verdad, o es falso y hemos heredado y enseñado
mentiras.
Quizás usted nunca ha sido confrontado con este
asunto o nunca pensó acerca de ello. Algún
día lo hará. Hemos sido apercibidos de que todo lo
que pueda ser zarandeado será zarandeado, y como pueblo,
nosotros aún no hemos comenzado a comprender lo que el
zarandeo significa. Tarde o temprano nuestra fe será
probada hasta lo sumo.
El diablo vendrá contra nosotros desde todas las
direcciones, buscando cualquier brecha o área
débil, en un esfuerzo por apartarnos de la verdad. Y usted
puede estar seguro que 1844 será un blanco primordial. Si
usted cree en el mensaje, dé todas maneras le será
muy difícil mantenerse fiel cuando pierda su trabajo, su
casa y cuando no pueda comprar alimentos. ¡Pero imagine
todas estas presiones externas, incluyendo amenazas contra su
vida, cuando para empezar usted duda seriamente del adventismo y
su verdad! Si alguien puede sacudir su fe con respecto a 1844,
usted dudará de todo el mensaje, y si duda del mensaje,
¿cómo podrá mantenerse en pie?
¿Quién moriría por un mensaje del
que duda? ¿Quién dejaría que sus hijos pasen
hambre por una creencia de la cual no está convencido?
¿O quién podría ver que le quiten a sus
hijos por una doctrina que no puede probar con la Biblia? Usted
no necesita ser un teólogo, pero el pueblo sí
perecerá por falta de conocimiento, y con toda esta verdad
a nuestro alcance no tendremos excusas por no
entenderla.
El juicio investigador de 1844, el pilar
teológico de nuestro movimiento, descansa como una
reliquia empolvada en el armario de la familia adventista.
Sabemos que está allí, todos lo conocemos, pero
nadie se preocupa por ello. No estamos seguros de qué
hacer con 1844. No estamos seguros de qué significa o si
realmente lo necesitamos. Incluso no estamos seguros si
después de todo es tan importante (como lo revelan la
escasez de sermones, artículos y libros acerca del tema).
Con todo, cuando se descarta 1844, también se descarta el
adventismo. Qué habilidad la del diablo al hacernos poner
a un lado nuestra doctrina más básica. El sabe que
cuando nos arrebata este fundamento, nos desmoronamos y caemos.
Sólo espera el momento exacto para hacer caer a tantos
adventistas como pueda.
No estoy hablando de una teoría o
especulación, sino de una experiencia. Sé lo que le
pasará a aquellos que no están fundamentados en
este mensaje, porque me ocurrió a mí bajo
circunstancias que fueron patéticamente fáciles,
comparadas con las que la iglesia pronto
enfrentará.
Pero ahora veo cuánta confianza, fuerza y
seguridad me ha dado el entendimiento de esta verdad. La
enseñanza de 1844 da irrefutable solidez al hecho de que
el adventismo es la verdad para este tiempo; es por ello que el
enemigo se ha esforzado grandemente para minimizarla, y yo me
espanto ante su tremendo éxito.
En 1986 hice una serie de grabaciones para el American
Cassette Ministries (Ministerio americano de casetes), titulada
"1844 Hecho Simple". Usé las investigaciones de los
mejores teólogos del adventismo, los hombres que han
demolido casi todos, si no todos los argumentos contra 1844. A
pesar de esto, la mayoría de los adventistas nunca han
escuchado de sus investigaciones o libros, menos aún los
han leído. Además, el material es profundo y
teológico, y muchos de nosotros preferiríamos
sentarnos frente al televisor antes que estudiar nuestro mensaje.
He tomado estas publicaciones (mayormente de los volúmenes
1, 2 y 3 de la serie del Comité de Daniel y Apocalipsis) y
las simplifiqué para dar cursillos en iglesias y reuniones
campestres.
Este libro está basado en esas cintas, fue
escrito para presentar la doctrina del juicio investigador desde
1844, en la manera más simple y clara que me es posible,
creyendo que la comprensión de esta doctrina es crucial no
sólo para entender el adventismo, sino también para
la preparación de nuestro pueblo para el encuentro con la
crisis que se avecina.
El libro está dividido en tres secciones. La
primera es el estudio de cómo se consigue la fecha en la
Biblia. La segunda contesta muchos de los argumentos usados
contra el juicio investigador. Y la tercera sección
responde a la pregunta: ¿Cuál es el significado del
juicio investigador?
Un comentario final. No uso a Elena G. de White. Algunos
argumentan que ella no fue una teóloga y por lo tanto no
es buena para la teología. Supongo que, en el sentido
clásico de la palabra, ella no fue una teóloga,
¡fue una profetisa! Y yo siempre tomaría la palabra
de un profeta por encima de cualquier teólogo. Con todo,
nosotros no tenemos que basar nuestra comprensión de 1844
en ella. No use a Elena G. de White para adquirir solidez en la
Biblia. Consiga solidez en la Biblia y estará
sólido en ella. Base 1844 en la Biblia y usted
permanecerá inamovible en cuanto a Elena G. de White.
Úsela como su base para 1844 y tanto ella como 1844 se
derrumbarán.
Yo lo sé.
Capítulo Dos
¿Ocurrió el juicio investigador en el
año 31 d.C., o después? La respuesta hace o deshace
el adventismo. Si como algunos entre nosotros han afirmado, el
juicio ocurrió en el 31 d.C. con la
ascensión de Cristo a la "diestra de Dios" en el
cielo, entonces la doctrina del juicio investigador de 1844 no es
otra cosa sino una artimaña fraguada por milleritas
frustrados, quienes debían buscar una forma de librarse de
la vergüenza del gran chasco.
Entonces, ¿ocurrió el juicio en el 31
d.C.? Lea los siguientes textos:
"Por cuanto ha establecido un día en el cual
juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a
quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de
los muertos" (Hechos 17:31).
"Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del
dominio propio y del juicio venidero, Félix se
espantó" (Hechos 24:25).
"Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los
hombres, conforme a mi evangelio" (Romanos 2:16).
"Pero tú, ¿por qué juzgas a tu
hermano? O tú también, ¿por qué
menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el
tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el
Señor, que ante mí se doblará toda rodilla,
y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de
nosotros dará a Dios cuenta de sí" (Romanos
14:10-12).
"El Señor juzgará a su pueblo" (Hebreos
10:30).
Estos pocos textos tienen varias cosas en común.
La primera, y la más notable, es que son del Nuevo
Testamento: Hebreos, Hechos, Romanos.
También se refieren al juicio.
¿Pero en qué tiempo sitúan el
juicio? ¿En el pasado, o en el futuro? "El Señor
juzgará a su pueblo". "Todos compareceremos ante el
tribunal de Cristo". Obviamente, estos textos se refieren a
algún tipo de juicio futuro y algunos de ellos se refieren
específicamente al juicio del pueblo de Dios.
¿Qué es lo que tenemos? Pasajes del Nuevo
Testamento, algunos de los cuales se refieren a un juicio futuro
de los cristianos. Y debido a que los libros del Nuevo Testamento
fueron escritos diez, veinte, treinta años después
de la cruz y debido a que estos textos señalan un juicio
que ha de ocurrir después de que ellos mismos fueron
escritos, entonces obviamente ese juicio debe ocurrir en
algún momento posterior al 31 d. C.
Este detalle, aunque sencillo, es crucial: porque el
meollo de la herejía que ha estado perjudicando al
adventismo coloca al juicio en la cruz. Estos textos, sin
embargo, muestran el error de colocar el juicio de los creyentes
en el 31 d. C. Aunque no dan la fecha, por lo menos muestran que
el 31 d. C. no es la fecha correcta.
¿Y qué diremos acerca del texto: "Ahora es
el juicio de este mundo" (Juan 12:31), lo cual Jesús
habló refiriéndose a su muerte cercana?
¿Acaso estas palabras no indican que el juicio
ocurrió en la cruz?
Ciertamente, en cierto sentido sí ocurrió
un juicio en la cruz. El inmaculado Hijo de Dios vino a la Tierra
en carne humana, derramó todo el amor del cielo sobre la
humanidad y sólo recibió el rechazo y el desprecio
de los hombres. Todo el mundo quedó condenado por la
muerte de Jesús. En este sentido, sí ocurrió
un juicio en la cruz, pero no el juicio investigador.
La Biblia habla acerca de varios tipos de juicios. La
tierra cayó bajo juicio después del pecado de
Adán. El diluvio fue un juicio contra la humanidad. El
antiguo Israel enfrentó numerosos juicios. Los hombres
enfrentarán un juicio cuando Jesús regrese a la
tierra. Estaremos involucrados en un juicio durante el milenio,
cuando "hemos de juzgar a los ángeles" (1 Corintios 6:3).
También existirá el juicio ejecutivo, cuando los
impíos serán consumidos para siempre: "Y el que no
se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al
lago de fuego" (Apocalipsis 20:15).
¿Pero a qué tipo de juicio se
referían algunos de los textos que hemos citado? Pablo
dijo que "todos compareceremos ante el tribunal de Cristo". Pablo
se incluyó a sí mismo en ese juicio. Pablo era un
creyente. ¿A quiénes le escribía? A otros
creyentes. Todos ellos, incluyendo a Pablo, habrían de ser
juzgados por Dios. En efecto, "el Señor juzgará a
su pueblo".
¿Cuándo, entonces, serán juzgados
los creyentes? De acuerdo con los pocos textos que hemos
leído, los creyentes deberán enfrentar algún
tipo de juicio, y ese juicio deberá ocurrir en
algún momento posterior al 31 d. C. Es a ese juicio al que
los adventistas se refieren como el juicio
investigador.
Capítulo Tres
Aunque hemos podido notar que el juicio del pueblo de
Dios ocurre después del 31 d. C., aún falta mucho
para llegar a la conclusión de que ocurrió en 1844.
Para lograrlo, vayamos al libro de Daniel, comenzando en el
capítulo 2.
La mayoría de los adventistas conocen bastante el
capítulo 2 de Daniel. El rey Nabucodonosor de Babilonia
tuvo un sueño, pero no podía recordarlo y mucho
menos interpretarlo. Los magos, los astrólogos, los
hechiceros y caldeos de Babilonia ofrecieron interpretarlo, si el
rey les describía el sueño. El rey, sin embargo, no
sólo quería que le interpretaran el sueño,
sino que también se lo revelaran. "No hay hombre sobre la
tierra exclamaron los caldeos que pueda declarar e1 asunto del
rey; además de esto, ningún rey, príncipe ni
señor preguntó cosa semejante a ningún mago
ni astrólogo ni caldeo" (versículo 10).
Airado, el rey decidió deshacerse de todos ellos,
incluyendo a Daniel. No obstante, pronto Daniel recibió la
respuesta que el rey buscaba en una "visión nocturna" y se
lo relató al rey.
El sueño, desde luego, fue el de la "gran
imagen". La cabeza era de oro, el pecho y los brazos de plata, el
vientre y los muslos de bronce, las piernas de hierro y los pies
en parte de hierro y en parte de barro cocido. Finalmente, "una
piedra fue cortada, no con mano, e hirió a la imagen en
sus pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó.
Entonces fueron desmenuzados también el hierro, el barro
cocido, el bronce, la plata y el oro, y fueron como tamo de las
eras del verano, y se los llevó el viento sin que de ellos
quedara rastro alguno. Mas la piedra que hirió a la imagen
fue hecha un gran monte que llenó toda la tierra"
(versículos 34-35).
Entonces Daniel interpreta el sueño. Le dice al
rey que su reino, Babilonia, es la cabeza de oro. Posteriormente
se levantará otro reino (plata), luego otro (bronce), y
entonces otro (hierro).
El reino de hierro será desmenuzado (parte de
hierro y parte de barro cocido) en pequeños reinos que "no
se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla
con el barro" (versículo 43). La piedra cortada no con
mano es el reino que Dios establecerá y perdurará
para siempre.
Sabemos que el primer reino era Babilonia. Daniel lo
aseguró. La historia revela que el próximo reino es
Medo-Persia, el tercero Grecia y el cuarto Roma. El hierro y el
barro mezclados son la división del Imperio Romano en las
naciones de Europa (algunos han interpretado el hierro y el barro
como el intento de unir la Iglesia y el Estado, lo que
ocurrió durante la mayor parte de la historia europea).
Estos reinos se establecieron en el orden exacto, aunque Daniel
lo profetizó cientos de años antes de que los
eventos ocurrieran. El reino que Dios establecerá viene
después de la segunda venida de Cristo. Daniel 2, por lo
tanto, luce así:
Oro
Babilonia
Plata
Medo-Persia
Bronce Grecia
Hierro
Roma
Hierro /
Barro
Europa
Piedra
Segunda venida de Cristo
Debemos notar dos asuntos importantes. Primero, Daniel 2
forma el bosquejo básico para el resto de las
profecías apocalípticas (referentes al fin del
mundo) que estudiaremos en Daniel. En otras palabras, el resto de
las profecías apocalípticas amplían lo que
ya se encuentra en Daniel 2. Daniel 2 es la base; los otros
capítulos proféticos, añaden detalles y
encajan dentro de la porción de la historia delineada en
Daniel 2, que comienza con Babilonia y termina con la segunda
venida de Jesús. Las naciones que se describen en los
capítulos posteriores son, como veremos,
básicamente las mismas que se describen en Daniel
2.
El otro asunto importante tiene que ver con los varios
metales mencionados en el sueño. Babilonia era oro,
Medo-Persia era plata, Grecia era bronce y Roma, hierro. Cada
reino tenía un metal diferente que lo describía. No
obstante, Roma, Simbolizada por el hierro, continúa hasta
el fin del tiempo. El hierro de Roma viene inmediatamente
después de Grecia, Continúa hasta que se mezcla con
barro, pero persiste en su existencia, sólo que en una
forma diferente. "Sus piernas, de hierro; sus pies, en parte de
hierro y en parte de barro cocido" (versículo 33). Lo
importante es que el hierro, que simboliza a Roma, se extiende
desde la caída de Grecia hasta que la piedra desmenuza
todo en ocasión de la segunda venida de Cristo. Al
principio, el hierro era puro; más tarde se mezcla con
barro. Sin embargo, todavía es hierro. Más tarde
advertiremos la importancia de este asunto.
Repasemos:
Hemos visto que el juicio del pueblo de Dios ocurre en
algún momento después del 31 d. C.
Daniel 2, con su sucesión de reinos: Babilonia,
Medo-Persia, Grecia y Roma (dos fases), precede a la segunda
venida de Cristo y forma el bosquejo profético
básico para el resto de las profecías
apocalípticas de Daniel.
Finalmente, hemos visto que el hierro de Roma, que surge
después de Grecia, se extiende hasta el fin del tiempo,
aunque en algún momento cambia de forma.
Capítulo Cuatro
¿Qué capítulo de Daniel da
más información concerniente al juicio
investigador?
La mayoría respondería, Daniel 8. En ese
capítulo se encuentra el texto clave: "Y él dijo:
Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el
santuario será purificado" (Daniel 8:14).
No obstante, esa respuesta está equivocada.
Aunque Daniel 8 revela información valiosa, su importancia
mayor radica en que nos da la fecha del juicio. En realidad, la
cantidad mayor de referencias al juicio investigador en Daniel se
encuentra en el capítulo 7. Si sólo
tuviéramos Daniel 7, podríamos probar la existencia
del juicio de los creyentes previo al advenimiento, y
también podríamos deducir el tiempo aproximado de
ese juicio.
Daniel 7 repite a Daniel 2, sólo que suple
detalles adicionales. En este capítulo, Daniel mismo
sueña acerca de cuatro grandes bestias que salen del mar.
La primera bestia era como un león; la segunda bestia como
un oso; la tercera bestia como un leopardo, aunque tenía
cuatro alas y cuatro cabezas; y la cuarta bestia era "espantosa y
terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos
dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras
hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias
que vi antes de ella, y tenía diez cuernos"
(versículos 4-7).
¿Quiénes son esas bestias? En la
explicación de la visión, Daniel se entera de que
representan cuatro reyes o reinos que surgirán, y que "la
cuarta bestia será un cuarto reino en la tierra"
(versículo 23). La primera bestia: el león, es
Babilonia. La segunda bestia, el oso, simboliza a Medo-Persia. El
que estuviese alzada de un costado más que del otro
muestra la diferencia de poder entre las dos naciones de ese
imperio. Las tres costillas que llevaba entre los dientes
(versículo 5) se cree que son Lidia, Babilonia y Egipto,
tres naciones que fueron aplastadas por el poder Medo-Persa. El
leopardo era el próximo gran imperio mundial, y
simbolizaba a los griegos bajo la dirección de Alejandro
Magno. La cuarta bestia, desde luego era el último gran
imperio: el romano.
Durante siglos, numerosos eruditos de la Biblia,
judíos y cristianos, han estado de acuerdo en cuanto al
significado de esta secuencia exacta de naciones. Esta
interpretación no es exclusivamente adventista.
Note, también, que la profecía de Daniel 7
es similar a Daniel 2. Daniel 7 brinda más detalles que
Daniel 2, y provee e1 fundamento para el resto de las
profecías que estudiaremos.
En Daniel 2 y 7, se pone énfasis en el cuarto
reino. Y en ambos capítulos aunque el cuarto reino es
simbolizado por cosas diferentes, se observan similitudes. La
primera, desde luego, es que se trata del cuarto poder en las dos
visiones. En ambas sucede a Grecia. En ambos lugares se lo
describe como "fuerte" (Daniel 2:40; 7:7). Los dos pasajes tienen
la palabra hierro en sus descripciones. Vea Daniel 2:40; 7:7, 19.
Ambos reinos desmenuzan a otros poderes. Vea Daniel 2:40; 7:19,
23. Y ambos poderes son divididos entre "reyes" o reinos (Daniel
2:41-44; 7:24). Es claro que se trata del mismo poder.
Sin embargo, en Daniel 7 aparece otro poder. Este poder
no se separa de la cuarta bestia, Roma pagana; más bien,
surge directamente de entre los diez cuernos que son parte de la
cuarta bestia. Este poder es el cuerno pequeño. "Mientras
yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno
pequeño salía entre ellos, y delante de él
fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí
que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que
hablaba grandes cosas" (versículo 8).
Más adelante se menciona nuevamente que el cuerno
pequeño surge de la cuarta bestia: "de los diez cuernos
que tenía en su cabeza, y del otro que le había
salido, delante del cual habían caído tres; y este
mismo cuerno tenía ojos, y boca que hablaba grandes cosas,
y parecía más grande que sus compañeros"
(versículos 20-21).
Más adelante se explica lo que son la cuarta
bestia y el cuerno pequeño. "La cuarta bestia será
un cuarto reino en la tierra, el cual será diferente de
todos los otros reinos, y a toda la tierra devorará,
trillará y despedazará. Y los diez cuernos
significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y
tras ellos se levantará otro, el cual será
diferente de los primeros, y a tres reyes derribará. Y
hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos
del Altísimo quebrantará, y pensará en
cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su
mano hasta tiempo, y tiempos, y medio tiempo" (versículos
23-25).
En Daniel vimos que el hierro era el poder que
surgiría después de Grecia, y aunque cambió
de forma, todavía tenía hierro hasta el final.
Todavía era el mismo poder. En Daniel 7, teníamos a
una bestia que representaba a Babilonia, a otra bestia para
Medo-Persia, otra para Grecia, y otra para Roma. El poder
conocido como el cuerno pequeño era parte de la cuarta
bestia que surgió después de Grecia, pero hacia el
fin del tiempo pasa a la etapa del cuerno pequeño. Lo
importante es que en Daniel 7, al igual que en Daniel 2, el poder
que surge después de Grecia permanece hasta el fin del
tiempo, aunque en una forma diferente. En el próximo
capítulo veremos la importancia de este asunto.
Notamos que la cuarta bestia, y el cuerno que surge de
ella, ocupan un lugar central en Daniel 7. Se dedica más
tiempo a ellos que al resto de las bestias combinadas, y se
describe con mayor detalle el cuerno pequeño que cualquier
otra bestia, incluso la cuarta. Obviamente, la
identificación del cuerno pequeño es de importancia
clave.
Por varios siglos, los estudiosos de la Biblia han
comprobado, sin dejar lugar a dudas, que el cuerno pequeño
simboliza el poder papal. Y con toda razón: se ajusta
perfectamente.
La mayoría de los adventistas han entendido esta
identificación. Sin entrar en detalles (hay mucho material
disponible sobre el tema), hagamos un repaso:
·
Primero, el cuerno pequeño surgió de la Roma
pagana. El papado también surgió de la Roma
pagana.
·
El cuerno pequeño surgió de entre las diez tribus
bárbaras que sucedieron al Imperio Romano pagano. El
papado surgió entre las diez tribus, haciendo caer a tres
de ellas, tal como el versículo 24 dijo que
sucedería ("Y a tres reyes derribará").
·
Se dice que el cuerno pequeño es "diferente" a los otros
cuernos, e indudablemente, el papado, un poder único en su
clase, difería de las tribus bárbaras.
·
El pequeño cuerno habría de ser más recio
que los otros, y evidentemente el papado fue más poderoso
que las tribus bárbaras; si no hubiera sido así, no
podría haber derribado a tres de éstas.
·
El cuerno pequeño hablaría "palabras contra el
Altísimo". Las aseveraciones papales concernientes a la
función y al poder del papa son "grandes cosas" contra
Dios.
·
El cuerno pequeño "hacía guerra contra los santos",
y la historia muestra cómo el papado guerreó contra
los hijos de Dios.
·
Este poder "pensará en cambiar los tiempos y la ley".
Cuando estudié esta profecía por primera vez, fui a
la escuela católica, pedí un catecismo y
busqué los Diez Mandamientos. Tal como se me había
enseñado, el mandamiento que prohíbe la
adoración de ídolos había sido eliminado.
¡Eso sí es cambiar la ley! Desde luego, todos los
adventistas conocen las numerosas aseveraciones del papa acerca
del cambio de la observancia del sábado al domingo, tales
como: "La iglesia católica por más de mil
años antes de la existencia de un protestante, por virtud
de su divina misión, cambió el día de reposo
del sábado al domingo" (The Catholic Mirror, 23
de septiembre, 1893).
La señal definitiva de identificación,
quizá la más importante, es que se da una
profecía de tiempo concerniente a la actividad del papado.
Los santos serían entregados en su mano "hasta tiempo, y
tiempos, y medio tiempo" (versículo 25). En la
descripción del cuerno pequeño, encontramos la
primera profecía apocalíptica de tiempo en el libro
de Daniel.
"Tiempo, y tiempos, y medio tiempo" es una frase
reconocida por eruditos judíos y gentiles con el
significado de tres y medio años. Un tiempo es igual a un
año, tiempos se refiere a dos años, y medio tiempo
es la mitad de un año. En Apocalipsis 12, se hace
referencia a este mismo período de tiempo y se iguala con
"1.260 días". En la profecía, tres años y
medio es igual a 1.260 días.
Daniel 7, entonces, señala un período de
tiempo del cuerno pequeño equivalente a tres años y
medio o 1.260 días. Durante muchos años, los
adventistas y otros han aplicado el principio de día por
año a esta profecía. Yo no quiero entrar en la
discusión del principio de día por año
ahora. En la segunda parte de este libro mostraré no
sólo la validez del principio de día por
año, sino cómo este principio debe aplicarse a las
profecías de Daniel 7, 8 y 9 para que tengan
sentido.
De todas formas, si aplicamos el principio de día
por año a los 1.260 días, tendremos 1.260
años. ¿Se ajusta esto a un período de tiempo
para el papado?
En 1698, Drue Cressner, un estudioso británico de
la Biblia que estudiaba las profecías de Daniel 7 y
Apocalipsis, llegó a las siguientes conclusiones: el
cuerno pequeño de Daniel se refería al papado; el
principio de día por año debe ser aplicado a estas
profecías; y algo de naturaleza drástica
sucedería al papado alrededor del año 1800. En sus
propias palabras: "El tiempo de la bestia termina alrededor del
año 1800" (citado por LeRoy Froom, The Prophetic Faith of
Our Fathers, tomo 2, p. 595).
Sabemos que en el 538 d. C. el último poder
arriano (uno de los tres cuernos derribados) fue expulsado de
Roma, dándosele al papado la autoridad total sobre la
ciudad. Exactamente 1.260 años después, en 1798, el
general francés Berthier tomó preso al papa. Usted
puede leer acerca de este evento en publicaciones
católicas que describen el cautiverio del papa, quien
murió en el exilio en manos de los franceses. (Sabemos que
aunque el papado recibió una herida mortal, más
tarde revivió. Daniel 7, que cubre miles de años en
unos pocos versículos, no tiene espacio para detalles.
Más adelante, en el Apocalipsis, especialmente el
capítulo 13, se nos brinda un enfoque más detallado
de lo que sucedió al final del período de 1.260
años y la recuperación del papado.)
Drue Cressner, al aplicar las profecías al
papado, predijo que algo le sucedería "cerca del
año 1800". ¡Su predicción sería como
si alguien en 1888 hubiera predicho quién sería el
presidente de los Estados Unidos en 1988!
La razón por la que él pudo ser tan
exacto, es que el papado cumple esta profecía
perfectamente. Por siglos, los protestantes unánimemente
aplicaron esta profecía al papado. Lutero, Zwinglio,
Calvino, Melanchton, todos los reformadores durante los
siguientes tres siglos entendieron que el cuerno pequeño
de Daniel 7 se refería al papado. (Para un estudio
limitado de por qué pocos protestantes aplican esta
profecía al papado actualmente, vea mi librito Manos sobre
el abismo, Pacific Press, 1988.) Aun antes de la reforma, un
erudito judío llamado Isaac Abravanel, después de
estudiar Daniel 7, escribió: "He llegado a la
conclusión privada de que el cuerno pequeño se
refiere al dominio del papado" (citado por LeRoy Froom, The
Prophetic Faith of Our Fathers, tomo 2, p. 228).
Hasta este momento hemos visto en orden
cronológico a Babilonia, Medo-Persia, Grecia, Roma pagana
y Roma papal. Esta es la secuencia exacta de Daniel 7:
Babilonia
Medo-Persia
Grecia
Roma pagana
Roma papal
¿Pero qué viene después de Roma
papal en la profecía?
"Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que
otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de
él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he
aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y
una boca que hablaba grandes cosas. Estuve mirando hasta que
fueron puestos tronos, y se sentó un anciano de
días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de
su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas
del mismo, fuego ardiente. Un río de fuego procedía
y salía de delante de él; millares de millares le
servían, y millones de millones asistían delante de
él; el Juez se sentó, y los libros fueron
abiertos… Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos
los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es
dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no
será destruido" (versículos 8-14).
El versículo 8 describe el poder del cuerno
pequeño. ¿Qué viene inmediatamente
después en los versículos 9 y 10? Vemos tronos que
fueron "puestos". Vemos al "Anciano de días", a quien
reconocemos como Dios. Vemos ríos de fuego; vemos
"millares de millares" delante de él, y finalmente: "el
Juez se sentó, y los libros fueron abiertos".
¡Indudablemente, esta escena describe un juicio en el
cielo!
Lea los versículos 8 hasta el 10 nuevamente. Se
trata de una escena de juicio divino, y obviamente, considerando
el contexto, este juicio ocurre en el cielo.
¿Y qué sucede después de esta
escena de juicio celestial? Dios establece su reino, un reino
"que nunca pasará" (versículo 14).
¿Cuándo es que Dios finalmente establece su reino?
En ocasión de la segunda venida de
Jesús.
Observe el orden específico de eventos en estos
pocos versículos. Esta parte es crucial. Tenemos este
cuerno pequeño (el que surge de la cuarta bestia,
según las tres descripciones citadas), luego una escena de
juicio en el cielo y finalmente Dios establece su
reino.
Cuerno pequeño. Juicio en el cielo. Dios
establece su reino. Lea estos versículos nuevamente hasta
que pueda notar esta secuencia. Es importante que lo
entienda.
Esta secuencia es tan crucial que se repite nuevamente
en el mismo capítulo. "Y veía yo que este cuerno
[papado] hacía guerra contra los santos, y los
vencía; hasta que vino el Anciano de días, y se dio
el juicio a los santos del Altísimo [juicio]; y
llegó el tiempo, y los santos recibieron el reino
leí reino de Dios]" (versículos 21-22).
Nuevamente, en el mismo orden cronológico que
antes: cuerno pequeño (papado), el juicio y el reino de
Dios.
Esta secuencia es tan importante que la tenemos por
tercera vez en el mismo capítulo. "Y hablará
palabras contra el Altísimo, y a los santos del
Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar
los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta
tiempo, y tiempos, y medio tiempo. Pero se sentará el
Juez, y le quitarán su dominio para que sea destruido y
arruinado hasta el fin, y que el reino, y el dominio y la
majestad de los reinos debajo de todo el cielo sea dado al pueblo
de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y
todos los dominios le servirán y obedecerán"
(versículos 25-27).
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