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El ALCA en el contexto del crack del capitalismo global



  1. Apoteosis y hundimiento de la
    globalización corporativa
  2. Colapso de la financierización: la
    lógica económica
  3. La "falla" ética del sistema de la
    burbuja
  4. La justicia infinita y el ALCA como salidas a
    la crisis
  5. La premura de George W. Bush con el
    ALCA
  6. Bibliografía

Apoteosis y
hundimiento de
la globalización
corporativa

Sucesos recientes en el escenario de las altas
finanzas mundiales, con las emblemáticas quiebras de las
firmas Enron y WorldCom y los aparatosos desplomes de la Bolsa de
Nueva York, han resucitado el fantasma de la Gran
Depresión de los años 30. De su lado, los
descalabros monetario-financieros en el Mercosur -mal atemperados
por los blindajes del FMI– han venido a corroborar la
presunción de que el capitalismo global ha devenido un
caso clínico. Los presagios sombríos se multiplican
incluso entre los apologistas del establishment.
¿Qué hay detrás de los espasmos cada vez
más frecuentes que soporta el capitalismo tanto en sus
núcleos centrales como en la periferia? ¿Qué
salidas explora el sistema?

Caracteriza al capitalismo su desigual
desenvolvimiento en el espacio (países que crecen y
países que se estancan e incluso retroceden) y en el
tiempo (ciclos con sus fases de auge, crisis, recesión y
reanimación). Las crisis constituyen el momento crucial
para ese régimen económico-social, puesto que ponen
a prueba su capacidad de reproducción. E incluso, desde
una perspectiva temporal más amplia, interpelan sobre la
validez del multisecular paradigma de la Modernidad y el
Progreso. ¿Por qué sobreviene una crisis? Las
crisis capitalistas -independientemente de sus circunstancias
particulares y anecdóticas- obedecen siempre a su
contradicción esencial, es decir, al desajuste entre el
valor de las mercancías producidas y el volumen de la
demanda de las mismas. Expuesto en otros términos,
traslucen el desequilibrio entre el carácter social de la
producción y la forma privada de apropiación de los
frutos de la actividad económica. Este punto de vista,
antes que expresar una anacrónica visión
sindicalista, refleja la realidad más cruda de este
tornasiglo. ¿A qué aludimos?

Catapultado por sus grandes triunfos
políticos (caída del "socialismo real",
cooptación del movimiento obrero de las metrópolis
y debilitamiento del nacionalismo tercermundista) y por los
espectaculares avances tecnológicos especialmente en los
campos de la informática y las comunicaciones
-constitutivos de la denominada "nueva economía-, el
capitalismo central vivió una nueva apoteosis en la
década de los noventa a horcajadas de un impetuoso proceso
de concentración y centralización de capital
exacerbado por el crecimiento exponencial del capital financiero
especulativo. Dialécticamente, esa euforia del sistema
habría incubado la crisis que hoy padece paladinamente.
Expliquémonos.

A consecuencia del referido proceso de
concentración, la economía mundial se encuentra
actualmente bajo el dominio de unas 200 corporaciones globales
-encabezadas por firmas como la ExxonMobil, General Motors, Ford
Motor, DaimlerCrysler- que controlan el 25 por ciento del PIB
mundial y conforman el "complejo totalitario" al que se refiere
F. Clairmot. Este núcleo duro del capitalismo global y sus
círculos adyacentes venían robusteciéndose
en los últimos lustros blandiendo un liberalismo
económico de una sola vía; es decir, avasallando
países y continentes, desregularizando a las
economías "anfitrionas", privatizando empresas estatales y
paraestatales, desmantelando sistemas de protección
laboral, arruinando a competidores locales, impulsando bloques de
integración asimétrica (tipo TLC y ALCA). Y por
supuesto -conforme se insinuó- mediante operaciones
especulativas adelantadas a escala planetaria. ¿Por
qué la bonanza de la economía estadounidense -la
locomotora del capitalismo global- comenzó a hacer aguas
desde el año 2000 diseminando las turbulencias
financieras, la recesión, el desempleo y el escepticismo
tanto en el centro como en la periferia? ¿Qué
factores generales y específicos concurrieron para agotar
la fase expansiva de los Estados Unidos?

Aparte del debilitamiento de la demanda solvente,
la inflexión del crecimiento tiene que explicarse por la
progresiva pérdida de la competitividad norteamericana
frente a Europa, Japón y China, tendencia que, en los
últimos años, se ha traducido en déficit
comerciales del rango de los 400 mil millones de dólares
provocando devastadores efectos en la ocupación y los
ingresos. Asimismo, un factor contractivo de la economía
de la potencia mundial se tiene que localizar en la
orientación capital intensiva de las tecnologías de
punta, orientación que ha retroalimentado la caída
de la demanda y generado un desempleo de características
estructurales y no solo coyuntural. La extrapolación de
estas condiciones a la economía internacional
estaría en la base de la brecha de dimensiones siderales
entre la opulencia y la miseria a escala mundial. Según
las Naciones Unidas, tres hombres-corporación detentan una
riqueza que supera al PIB total de los 48 países
más pobres (600 millones de habitantes).
¿Cómo puede reproducirse normalmente un capitalismo
que miniaturiza de tal modo el mercado?

Colapso de
la financierización: la
lógica
económica

El aspecto más perceptible de la crisis en
curso constituyen los "cracks" bursátiles, popularizados
bajo la denominación de "explosiones" de la burbuja
financiera. Además del referido proceso de
contracción de la demanda efectiva ¿qué
factores determinan las debacles financieras? "El problema con la
globalización es que los globos se revientan",
apuntó el subcomandante Marcos. ¿Por qué se
desinfla el capital financiero?

Para comenzar, la financierización alude a
un proceso de crecimiento exponencial del capital ficticio.
Maurice Allais, premio Nobel de Economía, ha calculado que
los movimientos internacionales de capital especulativo superan
en 40 veces a las liquidaciones originadas en la compraventa de
bienes y servicios. De su lado, José Manuel Naredo,
coautor del libro Pensamiento crítico vs. pensamiento
único (Debate, l998), anota que el volumen de las reservas
monetarias en el poder de los gobiernos apenas corresponde al que
se intercambia diariamente en el mercado de divisas,
aproximadamente unos l.800 millones de millones de
dólares. ¿Cómo pudo edificarse esa colosal
"economía de papel"?

La creación de capital ficticio es una
tendencia innata del régimen capitalista. Un innombrable
economista alemán del siglo XIX la explicó asociada
a la alienación que provoca ese régimen productivo
y que se traduce en que los hombres dejan de reconocerse en los
objetos que producen, dando pábulo a que el intercambio
asuma formas fantasmagóricas. En la actualidad, ese
"fetichismo de la mercancía" ha llegado a niveles
surrealistas bajo comando de las corporaciones globales y los
bancos de inversión y cabalgando en el descomunal
crecimiento de los mercados cambiarios, íntimamente
relacionados con el mercado de los intereses. Como era de
esperarse, la expansión de estos mercados, fuente de
ingresos extraordinarios para el Gran Capital, ha dado origen a
una variedad de "productos" financieros -"futuros", "swaps",
"opciones"- y a la consiguiente expansión de la famosa
burbuja. ¿Por qué se rompió la
pompa?

Al menos por las dos siguientes razones
económicas:

° En primer lugar porque la
financierización oculta la abismal disociación
entre capital financiero y capital productivo, lo cual significa
que, en cualquier momento, los títulos fiduciarios pueden
perder su valor de cambio y convertirse en papeles para el
basurero. Es precisamente lo que han constatado recientemente
millones de inversionistas estadounidenses (y de otros
países). ¿Cómo explicar el desplome de los
valores bursátiles? Precisamente por el sinceramiento que
tarde o temprano se produce entre economía financiera y
economía real. "La pretensión de burlar las causas
estructurales de la crisis -se lee en un documento reciente- con
el despegue de las bolsas de valores promovido en la
década de los 90 en EE.UU. llegó a su
límite. En realidad, durante esa década el valor de
las acciones creció en un l.000 %, pero la economía
real lo hizo solo en un 50%". (Declaración del
Comité Ecuatoriano contra el ALCA,
2002).

° Una segunda causa se relaciona con el hecho
de que la hipertrofia del sector financiero coloca las decisiones
más importantes de la vida económica de continentes
y naciones en manos de un grupo numéricamente
insignificante de personas, cuyos criterios se definen al margen
de los intereses de los grandes contingentes humanos y de los
vitales equilibrios ecológicos, es decir, de los
componentes de la economía real. Tanto las colectividades
humanas como la naturaleza están reaccionando contra ese
absolutismo cabalmente tipificado como "fascismo liberal" (I.
Ramonet). La victoria de Lula en las presidenciales
brasileñas y los cataclismos ambientales cada vez
más globales tienen ese inequívoco
significado.

La "falla"
ética del sistema de la burbuja

Desde el enfoque de la economía, el actual
"crack" financiero de los Estados Unidos y, por extensión,
de la economía-mundo puede explicarse sin lugar a
equívoco por el agotamiento de la estrategia encaminada a
disfrazar las presiones recesivas estructurales del ciclo a
través del expediente de "cebar" la burbuja
bursátil. Esta respuesta, sin embargo, no es suficiente
para comprender la complejidad de la crisis del capitalismo
abstracto y cibernético y vislumbrar sus implicaciones.
¿Cuál es el fondo último de los desastres
financieros que tienen en vilo al planeta?

R. Garaudy anticipó una explicación
del fenómeno en su ensayo aparecido en el libro colectivo
El Islam ante el Nuevo Orden Mundial (l996), donde plantea la
tesis según la cual nuestro tiempo describe una pugna
entre el monoteísmo sórdido del mercado y los
hombres que creen que la vida tiene un sentido. Más
recientemente, el citado F. Clairmont ha ensayado una
teoría similar. "La religión del mercado -dice-
sigue siendo la libre circulación de capitales, pero se
empieza a materializar un nuevo mensaje cada vez más
concreto y peligroso: hay que hacerlo todo buscando "el mayor
valor para el accionista", por el crecimiento del valor de las
acciones". Traducido a lenguaje corriente, esto no significa otra
cosa que, en la lógica de este tornasiglo del capitalismo
y la modernidad, no son los balances de pérdidas y
ganancias los que determinan el valor de los títulos.
Actualmente, las cotizaciones bursátiles han llegado a
establecerse a partir de estimaciones (especulaciones) sobre la
situación futura de las empresas reales o imaginarias.
¿Cuál es el talón de Aquiles moral de este
Mundo Feliz?

Samir Amin ha visualizado a la pompa fiduciaria
como a una patología equiparable al cáncer,
enfermedad que -conforme se conoce- multiplica descontroladamente
las células en un proceso que conduce a la muerte del
paciente. ¿Cuál es el cáncer del capitalismo
contemporáneo? Max Weber discurrió sobre la
superioridad del capitalismo a partir de sus supuestos atributos
éticos como la frugalidad, el ascetismo, el sosiego.
Semejante capitalismo, si existió alguna vez, resulta
evidente que no existe más. Actualmente, "la fría
astucia rige las relaciones comerciales, e incluso se ha
convertido en un comportamiento normal. El ceder de alguna manera
ante un opositor o un competidor se considera un error
imperdonable para la parte que tiene una ventaja en cuanto a
posición, poder o riqueza". (A. Solzhenitsyn, Fin de
Siglo, l996). Las elites económicas y políticas
mundiales -incluso sus congéneres del Sur- han abrazado
frecuentemente sin saberlo el fundamentalismo de la modernidad
cifrado en la sentencia de Bentham para quien "todo valor es un
valor mercantil".

El horizonte de ese apotegma utilitarista es
temible y no únicamente por los efectos derivados de las
tormentas financieras. Si las acciones humanas van a tener como
brújula exclusiva el éxito económico,
habrá que entender que todo está permitido.
Seguramente este sea el argumento que exhiban los sacerdotes de
la "contabilidad creativa", cuyos logros exagerados terminaron
por destapar la represada crisis de la economía
estadounidense. ¿Cómo se proyecta esta moral
neodarwiniana a Nuestra América?

La justicia
infinita y el ALCA como salidas a la
crisis

El boom de la economía estadounidense en
los 90 tuvo su correlato en la ideología. Con entusiasmo y
fanatismo, los economistas metropolitanos proclamaron el
crecimiento lineal y ascendente del capitalismo central y el
consiguiente fin del ciclo económico. Sus epígonos
latinoamericanos fueron todavía más lejos:
pregonaron por todos los sistemas de propaganda del establishment
-algunos continúan haciéndolo- que la
práctica del neoliberalismo diseminaría los bienes
terrenales en estas latitudes por la acción benevolente y
civilizadora de entidades como Mc"Donalds y Microsoft, a
condición de que nuestros gobiernos "despoliticen la
economía" y pongan en vigor los desempolvados preceptos
lesseferianos.

Más temprano que tarde las ilusiones se han
venido al suelo. El derrumbe de las empresas-estrellas de la
"nueva economía", las recurrentes caídas de Wall
Street y los impactos de los atentados contra el WTC y el
Pentágono han provocado un triste despertar para los
cantores del sistema, y más grave que eso, un viraje en el
pensamiento y en las acciones de la Casa Blanca. El viraje se
percibe en dos ámbitos cruciales.

En el orden más general de la
política, la Pax Americana -forjada en operativos
bélicos localizados como la Guerra del Golfo o la
intervención en Yugoslavia- ha devenido en la "lucha
mundial contra el terrorismo". Capitalismo abstracto, enemigo
abstracto. "¿Qué tipo de guerra es esta?", se
pregunta la politóloga estadounidense Susan Sontag.
Respuesta: "Hay algunos precedentes de estas guerras sin final
previsible. Las guerras contra enemigos como el cáncer, la
pobreza y las drogas también son guerras sin fin; siempre
habrá cáncer, pobreza y drogas. Y siempre
habrá terroristas despreciables como los que perpetraron
el ataque del ll-S. Cuando un Presidente de EE.UU. declara una
guerra contra el cáncer o la pobreza o las drogas, sabemos
que la palabra "guerra" es una metáfora. También la
guerra que Washington ha declarado al terrorismo es una
metáfora, aunque con poderosas consecuencias… Las
guerras verdaderas no son metáforas. Tienen principio y
fin… Pero la guerra contra el terrorismo no
terminará nunca. Ese es un indicio de que no se trata de
una guerra, sino más bien de un mandato para extender el
uso del poder estadounidense". ("Estados Unidos se involucra en
una seudoguerra", Líderes, sept. l6 del
2002).

¿Qué dice la economía
política de esta guerra metafórica?
¿Cuál es el soporte material de esa cruzada contra
villanos fantasmales? ¿Cómo explicar la
resurrección del intervencionismo económico en una
nación que venía evangelizando al mundo con un
discurso ultraliberal (ciertamente de una sola
vía)?

La respuesta la encontramos cabalmente expuesta
por el economista norteamericano D. Dillard en su libro La
teoría económica de John Maynard Keynes (
edición en castellano de l965), cuando analiza la
inflexión de la política de los Estados Unidos en
los años posteriores a la II Guerra Mundial. En el citado
libro anota: "La industria de la guerra tiene una clara aunque
irónica ventaja sobre la industria de paz, consiste en que
necesita producir cosas que han de estallar y no quedan para
competir con más producción del mismo tipo en una
fecha posterior". Más terminante todavía: "Si la
guerra y la amenaza de guerra fuesen eliminadas del mundo, los
países capitalistas del mundo se enfrentarían una
vez más con la tarea de encontrar desembolsos suficientes
para nuevas inversiones, a fin de proporcionar empleo a todos sus
millones de obreros que no pueden ser empleados en las industrias
de consumo". De esta lógica keynesiana surgió el
"complejo industrial-militar" (D. Eisenhower) y la
militarización de la economía norteamericana bajo
el pretexto de la "guerra fría". La "guerra fría"
no fue más que la justificación política
para mantener la producción bélica como soporte de
la economía estadounidense. El mundo -se le dijo entonces
al pueblo norteamericano- ha podido librarse de Hitler pero los
peligros subsisten. El enemigo escogido fue la Unión
Soviética; posteriormente la China de Mao. Las
circunstancias cambian, los fines últimos del Imperio no.
En los albores del siglo XXI se busca enjugar la recesión
incrementando el vilipendiado gasto público. La
administración de George W. Bush ha aprobado para el 2003
un presupuesto de Defensa de 350 mil millones de dólares
(casi el doble del correspondiente al 2002)). ¿Cómo
hacer que los contribuyentes norteamericanos expriman sus
bolsillos? Los justificativos se llaman Bin Laden y Saddam
Hussein.

La consecuencia para América Latina de la
falsa guerra mundial en que se han embarcado la Casa Blanca es el
ALCA. ¿Qué está detrás de esta "otra"
guerra de Washington?

En la mencionada Declaración del
Comité Ecuatoriano contra el ALCA puede leerse: "El ALCA
no es un instrumento distinto a la guerra. Es esencialmente una
doble declaración de guerra comercial y financiera. Por
una parte, las corporaciones transnacionales norteamericanas
pretenden desplazar a sus competidores europeos y
asiáticos de su actual participación en el mercado
subcontinental… (Por otra), pretende instituir la
competencia de los megacapitales norteamericanos con los
minicapitales locales. El capital financiero norteamericano
deglutirá a los bancos locales como un tiburón a
las sardinas. Y beneficiándose de la legislación de
"excepción" que contiene el ALCA, no podrá ser
sujeto de competencia de los capitales europeos o
asiáticos. En consecuencia contiene además, una
doble guerra financiera en contra de los capitales externos e
internos". Pero no se trata únicamente de una guerra a
librarse en la esfera de la circulación de bienes y
servicios, sino también en el propio ámbito
productivo. En el mismo documento se destaca: "El ALCA comporta
un programa integral de recolonización, cuyas previsibles
consecuencias amenazan superar la tragedia del colonialismo
español. Por lo tanto atacan directamente a la
producción en todos sus aspectos. Desde la
imposición de un régimen de flexibilización
laboral dirigido a elevar las tasas de extracción de
plusvalía absoluta y relativa…a la
reprimarización de nuestras economías que
serán condenadas a abandonar toda estrategia de desarrollo
industrial, a cambio de su concentración exclusiva en la
extracción de riquezas naturales y en procesos de trabajo
que demandan la explotación intensiva de fuerza laboral
para la producción no de mercancías terminadas,
sino solamente de parte de ellas, en el contexto de la
internacionalización de la producción. La
expectativa del ALCA es transformar al subcontinente en una
gigantesca zona franca donde operen libremente las
maquilas".

Desde luego, la guerra convencional tiene sus
propios capítulos en el ALCA: Plan Puebla-Panamá,
Plan Colombia… ¿Consumatum est?

La premura
de George W. Bush con el ALCA

La necesidad estratégica estadounidense de
conformar su propio bloque económico (el "área
americana") como soporte de su hegemonía
político-militar mundial explican el interés de la
Casa Blanca por impulsar el ALCA. El gobierno de Bush Jr. le ha
conferido al programa un impulso fundamental con la reciente
aprobación por el Congreso del texto denominado Autoridad
para la Promoción Comercial (TPA o "vía
rápida"), ley que le faculta a negociar acuerdos
comerciales bilaterales sin el requisito anterior de la
mediación parlamentaria. ¿Qué motivaciones
concretas están detrás de la urgencia del
gobernante republicano para que el acuerdo integracionista opere
a plenitud a partir del cercano 2005? Al parecer, las tres
siguientes: enjugar la recesión estadounidense, contener
la influencia europea en la región y neutralizar
políticas proteccionistas al sur del Río Grande y,
finalmente, camuflar en las negociaciones económicas el
remozado intervencionismo militar norteamericano. Desglosemos
estos factores.

El auge de la economía norteamericana
durante la era Clinton -el más importante en la posguerra
después del "boom" Kennedy-Johnson- colapsó a fines
del 2000, envuelto en la debacle de la "nueva economía.
Esta inflexión del ciclo económico norteamericano
estuvo signada no solo por la caída de las inversiones
sino también por un espectacular descenso de las
exportaciones, tendencia que se agudizó en el 200l. En el
segundo trimestre de este último año -poco antes
del ll-S- las ventas externas de Estados Unidos cayeron el l2%,
lo que determinó que la Casa Blanca enfatizara en la
conveniencia de acelerar la conquista de nichos comerciales en
América Latina y el Caribe.

El segundo motivo tiene que ver con el hecho de
que Washington y las corporaciones de Estados Unidos no se
encontraban precisamente felices con los acuerdos comerciales
suscritos por los europeos a la sombra de las cumbres
iberoamericanas. Igualmente les incomoda una eventual
consolidación del MERCOSUR, proyecto de integración
que reivindica principios de proteccionismo comercial y
financiero. Para desalojar a los intrusos y para que el libre
mercado opere conforme a las prescripciones de Washington, nada
mejor que presionar por el ALCA, cuyas bondades para Estados
Unidos han sido demostradas ampliamente por el Tratado de Libre
Comercio (TLC), convenio en el cual se inspira el instrumento en
ciernes.

Finalmente, las razones político-militares
no son extrañas a la propuesta washingtoniana. El
investigador argentino Claudio Katz las expone de modo
convincente: "Desde hace varios años una escalada de
rebeliones populares conmueve a muchos países de
América Latina. Estos movimientos acentúan la
erosión de distintos sistemas políticos, que han
perdido legitimidad por su incapacidad para satisfacer los
reclamos populares. El descreimiento en los regímenes
vigentes precipita la interrupción de mandatos
(Perú), la disgregación de gobiernos (Ecuador), el
colapso de estados (Colombia) y la desintegración de
partidos tradicionales (Venezuela, México). A
través del ALCA se intenta reforzar la intervención
militar encubierta de Estados Unidos en Colombia, el rearme
regional asociado a "lucha contra el narcotráfico", los
ejercicios bélicos tipo Vieques y la presión
diplomática para alinear a los gobiernos latinoamericanos
en sanciones contra los países demonizados por la Casa
Blanca (Cuba, Irak, Irán, Corea del Norte)". En esta
vertiente habría que inscribir las presiones del
Departamento de Estado para que algunas naciones
latinoamericanas, entre ellas el Ecuador, confieran patente de
corso frente a la Corte Penal Internacional a tropas y
funcionarios estadounidenses por crímenes de guerra que
pudieran cometer en sus territorios.

PLANTEAMIENTOS PARA UN DEBATE FUERA
(O DENTRO) DEL ALCA.

En los albores del siglo XXI y a más de
ciento setenta años de la independencia política de
la mayoría de las naciones que la conforman, la
situación de América Latina colinda con la
catástrofe económica y social. Con sus aparatos
productivos reprimarizados y desarticulados, hipotecados a una
deuda externa-interna de dimensiones siderales, aislados de las
principales corrientes de inversión productiva, comercio e
innovación tecnológica y sometidos al diktat de una
potencia victoriosa y arrogante nuestros países parecen
tener obstruidas todas las salidas. Esta "crisis de alta
intensidad", conforme la caracterizó Agustín Cueva
ya a fines de los 80, no totaliza la realidad continental de este
tornasiglo, que también aparece jalonada por una
multiplicada resistencia incluso empresarial al neoliberalismo y
por posiciones defensivas de corte institucional como la
política antiinjerecista de Cuba, la revolución
bolivariana en Venezuela y la promisoria victoria del Partido de
los Trabajadores y "Lula" da Silva en las recientes
presidenciales brasileñas.

En estas complejas condiciones, Nuestra
América -la martiana, no la monroísta- enfrenta el
desafío del ALCA, es decir, el reto de su
integración con la economía más poderosa del
planeta. Proyecto que ni remotamente tiene relación con un
interés de Estados Unidos de compartir con sus vecinos del
sur su bienestar material o sus avances tecnológicos, sino
que, por el contrario, implica una estrategia de Washington para
profundizar su dominio hemisférico en un amplio espectro
de actividades: comercio de bienes y servicios, movimiento de
capitales y tecnología, compras gubernamentales, recursos
naturales y medio ambiente, propiedad intelectual e incluso
conductas políticas. De galvanizar tal propuesta
ultraliberal -contenida germinalmente en la Iniciativa Bush
(l99l)- la región en su conjunto pasaría a
desenvolverse dentro de un estatuto más ominoso que el de
los tiempos del coloniaje ibérico. Sería el "fin de
América Latina" que pronosticara Alain
Rouquié.

Este indeseable horizonte impone, especialmente a
quienes no militan en ningún determinismo
histórico, la urgente tarea de configurar y defender un
proyecto alternativo. ¿Con qué materiales construir
la utopía viable?

El desafío mayor consiste, sin duda, en el
rescate de la soberanía de nuestros Estados, tan mellada
en los últimos tiempos por el desbordamiento del poder
estadounidense y de sus gigantescas corporaciones, y por la
sumisión de las elites criollas. Dado que la
soberanía no es una entelequia sino un planteamiento con
soportes identificables, la reivindicación de ese atributo
supone reflexiones y acciones (al menos) en los siguientes
ámbitos concretos: la deuda, la lucha por la paz en la
región y el impulso a una genuina
integración.

En cuanto al primer ámbito, conviene no
olvidar que, sin una resolución radical del problema del
endeudamiento, el futuro simplemente no existe para
América Latina, salvo como hundimiento de un
archipiélago de Estados fallidos. En el mundo de la
economía no existen milagros: nadie puede sobrevivir con
deudas que más se acrecientan mientras más se
pagan. Si Estados Unidos, la Unión Europea y los restantes
acreedores institucionales o comerciales -incluidos, por cierto,
los Shyloks nativos- buscan realmente restañar esa
ulceración del mundo moderno, ¿por qué no
discutir seriamente, en el ALCA o en el seno de cualquier otro
foro, la reimplantación de un régimen
sabático? ¿No sería la mejor forma de honrar
a nuestra tradición de civilización occidental y
cristiana y asegurar la pervivencia de nuestros pueblos?
¿O se quiere que el genocidio económico llegue a
sus últimas consecuencias? ¿No habrá llegado
la hora de conformar el "club" de parias de la
globalización corporativa?

El derecho a la paz y a la
autodeterminación es consustancial a la libertad,
prosperidad y felicidad de las naciones. Resueltas o atemperadas
la práctica totalidad de controversias fronterizas entre
nuestros países -oprobioso legado del viejo colonialismo-
¿qué sentido tiene despilfarrar los escasos
recursos en guerras internas o regionalizadas por mandato
metropolitano? Aludimos a complementos del ALCA como el Plan
Colombia. A este último respecto, ¿por qué
Latinoamérica no contribuye a desactivar el conflicto
civil colombiano presionando a Estados Unidos para que levante la
prohibición de las drogas psicoactivas igual que lo hizo
en l933? ¿Por qué aceptar que se continúe
criminalizando a las sociedades? ¿Por qué no formar
un frente latinoamericano en pro de la reanudación de las
negociaciones pacificadoras en el hermano
país?

Respecto de la cuestión específica
de la integración-desintegradora ("anexionista") que
representa el ALCA, creemos del caso cerrar este comentario con
dos referencias históricas atingentes a la materia de la
fusión económica. Cuando el Libertador
Bolívar convocó al Congreso Anfictiónico de
Panamá (l826), lo hizo buscando sustentar su sueño
de la Patria Grande en el proteccionismo de nuestros
países frente al avizorado peligro de la emergente
potencia norteamericana. Cuando hace cuatro décadas los
gobiernos de la época pusieron en vigencia la ALALC y el
MCCA, a nadie se le ocurría dudar de la filosofía
defensiva de esos tratados frente a la superioridad productiva y
financiera de los monopolios estadounidenses. ¿Qué
razones económicas y políticas objetivas se han
presentado en esta vuelta de siglo para echar al basurero de la
historia a ese principio defensivo y unificador de nuestras
atribuladas naciones?

¿Por qué no incorporar estas
inquietudes a las ríspidas agendas del
ALCA?

Bibliografía

Resumen de la Ponencia para el II
Congreso del Pensamiento Latinoamericano (Universidad de
Nariño, Pasto-Colombia, noviembre del 2002). "EL ALCA EN
EL CONTEXTO DEL "CRACK" DEL CAPITALISMO GLOBAL", DE RENÉ
BÁEZ TOBAR.

 

 

Autor:

Ing.+Lic. Yunior Andrés
Castillo S.

"A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA
LIBERTAD DE INFORMACION"®

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Santiago de los
Caballeros,

República
Dominicana,

2014.

"DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH
– POR SIEMPRE"®

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