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Análisis del capitulo 2: Conversaciones inteligentes (Las aventuras de Candy Candy)




    Análisis del capítulo 2 –
    Conversaciones inteligentes (las aventuras de Candy Candy) –
    Monografias.com

    Análisis del capítulo 2
    – Conversaciones inteligentes (las aventuras de Candy
    Candy)

    CAPITULO 2

    CONVERSACIONES INTELIGENTES

    De chica solía pensar que un militar siempre se
    levantaría con el toque de una corneta, de modo que,
    cuando la señora Pony le rentó el cuarto al
    señor Albert, no tuve más remedio que esperar por
    las mañanas escuchar el sonido de la trompeta llamando al
    desayuno.

    Para mi sorpresa, en los meses que vivimos bajo el mismo
    techo nunca ocurrió. Tampoco nos tocó coincidir en
    el desayuno, salvo contadas ocasiones que fueron bastante
    especiales.

    Por aquellos tiempos creí haber descubierto que
    el señor Albert disfrutaba dormir hasta tarde, pero con el
    tiempo surgió la verdad de los hechos, sufría de
    insomnio. Pasaba horas sentado leyendo, ya fuera en su
    habitación, la sala, o inclusive el patio de la casa.
    Siempre se le encontraba por las noches leyendo.

    Me daba tristeza verle solo. Suponía que era
    terrible pasar noches sin tener un buen descanso. Ello me hizo
    acercarme una noche. No sabía que conversar con él,
    pero algo se me ocurriría.

    -Buenas noches señor Albert-

    -Buenas noches Candy-

    Sus ojos no se apartaron un solo segundo de su
    lectura

    -Puedo preguntarle qué está
    leyendo-

    -Es un libro que han hecho unos alemanes sobre los
    puntos estratégicos para colocar cargas de dinamita en los
    puentes y derribarlos-

    Mis ojos se desorbitaron y sin duda alguna me puse
    pálida cuando escuché su respuesta. El silencio, me
    pareció, se volvió incómodo, pero el
    señor Albert no despegaba su vista de su lectura. Yo
    seguí plantada como estatua en el mismo sitio y eso le
    orilló a preguntarme si pasaba algo, con cierto
    nerviosismo le pude responder.

    -La verdad, esperaba que me dijera que leía
    poesía o alguna novela clásica,
    pero…-

    -También me gustan. Sólo que hoy quise
    retomar una lectura pendiente-

    Y su vista nuevamente se posó sobre el texto.
    Debió ser mi rabia por ignorarme cuando yo hacía un
    esfuerzo tan grande por aligerarle una noche de insomnio lo que
    me llevó a responderle.

    -Pero esos puentes… la dinamita…
    ¿cómo puede tener una lectura así? Bien
    merecido se tiene no dormir por las noches. Seguro le atormentan
    los fantasmas de la gente que ha matado-

    Mis palabras salieron como en un tropel de mi boca y en
    cuestión de minutos ya le había encontrado culpable
    de crímenes que desconocía si había
    cometido. Lo había juzgado y sentenciado la condena. Su
    rostro no se inmutó ante mis palabras y, contrario a lo
    que yo me hubiera esperado, respondió paciente y
    dulcemente a mis acusaciones.

    -Vaya, usted sí que es rápida. Pero,
    permítame corregirla. Yo no he matado a nadie. El que yo
    porte el uniforme militar no es sinónimo de ser
    asesino-

    Su calma me sorprendía. Podía ser que
    dijera la verdad, pero también que estuviera perfectamente
    entrenado para responder de esa manera.

    -Seguramente el que le haya dicho de mi lectura le ha
    creado un prejuicio. Candy, dígame, ¿Qué
    piensa usted que se hace en el ejército?-

    -La Guerra

    Mi respuesta fue firme y hasta cierto punto agresiva,
    pero él no respondió a mi agresividad, sino todo lo
    contrario, trató de tranquilizar mi sentir.

    -La Guerra existe, lo queramos o no. Si bien es cierto,
    es a través de los ejércitos que se libran las
    batallas, no significa que ése sea nuestro fin
    último. El ejército busca, por sobre todas las
    cosas, la permanencia de un estado de paz-

    -¿Cómo pretende que crea eso señor
    Albert? Con sus armas, sus tanques, las bombas. No me tome por un
    infante-

    -No me atrevería Candy. Verá usted, es
    importante buscar la protección de cierta manera, aunque
    muchos digan que el ataque es la mejor defensa, yo creo,
    firmemente, que el diálogo entre los individuos es lo que
    nos trae los mejores resultados. Ponga de ejemplo esta
    conversación, Candy. Usted llegó atacándome,
    llamándome en cierta manera asesino. Yo pude responder
    violentamente, sin embargo estoy aquí, intentando hacerle
    ver una postura distinta. No le estoy imponiendo mi visión
    de las cosas, pero entre más información tiene
    usted, mayor oportunidad tiene de formar un correcto
    juicio-

    Él tenía la razón, yo había
    llegado atacándolo y no era justo actuar de esa manera.
    Desde que le vi en la oficina del bufete me decía que
    debía ser un hombre que había matado a más
    de un inocente, me creaba imágenes de él en
    algún campo de batalla, donde había luchado en
    combate cuerpo a cuerpo. Haciendo explotar cañones,
    cargando rifles o escopetas, disparando a quemarropa sobre
    soldados del frente enemigo, soltando granadas para las
    trincheras contrarias y rebanando cuellos con un cuchillo de
    monte. Le imaginaba con un rostro fiero enfrentando a hombres
    jóvenes y grandes por igual.

    Y de pronto, me di cuenta que jamás le
    había preguntado qué hacía en el
    ejército, si había luchado en una guerra.
    Jamás le pregunté nada.

    -Pero esa lectura…-

    Fue lo único que utilicé para
    justificarme. Un argumento poco sólido y hasta
    ridículo.

    -Usted asume muchas cosas Candy-

    Parecía que había adivinado mis
    pensamientos.

    -Sabe, al igual que mis sobrinos yo estudié leyes
    y administración. Pero realmente eso nunca fue lo
    mío. La educación en casa conllevó estudiar
    varios idiomas. Mi hermano pensó que tal vez para
    mí la carrera diplomática sería lo
    más adecuado. Siempre he sido buen negociador y tengo lo
    que se dice "mucha mano izquierda", la habilidad para
    tratar a las personas con cierta delicadeza cuando no se merezcan
    ni una pizca de ésta. Yo creí que también
    sería una buena idea y partí a Francia, los efectos
    de la Gran Depresión aún se sentían y el
    diálogo entre las naciones era imposible, las relaciones
    internacionales estaban pasando a segundo plano, lo importante
    era el control de la situación en el interior, ya que de
    ahí podría surgir el estallido de una segunda
    guerra. Mis conocimientos sobre administración y
    legislación me llevaron por otra línea, analizar la
    situación presente y establecer los lineamientos para
    situaciones futuras. Por alguna razón retomé los
    puntos del Tratado de Versalles que no se estaban cumpliendo, la
    situación posterior a la Gran Depresión e
    identifiqué otras condiciones que se presentaron en aquel
    momento. Así presenté un plan de riesgos y
    oportunidades al gobierno y, a partir de ese momento, me llamaron
    para una división especial del ejército. Así
    que como verá Candy, formar parte de las fuerzas militares
    no significa haber matado a alguien.

    -Pero usted forzosamente tuvo que entrenarse-

    -Así es, todos tenemos que prepararnos. Nos
    enseñan el manejo adecuado de las armas y combate cuerpo a
    cuerpo, pero no tuve que matar a nadie. Además, por mis
    estudios, yo pasé después a otra división
    del ejército, que si bien nos obliga a tener conocimiento
    de armas y combates, no involucra ninguna de estas
    actividades-

    -Pero ¿y su lectura?-

    -Sabía que lo preguntaría. Es esencial
    conocer las actividades de otros países. Se imagina si
    esta publicación cayera en las manos de una persona
    afectada de sus facultades, o algún otro que tuviera la
    firme intención que provocar el asesinato de inocentes.
    ¿Cómo podríamos reconocer los puntos de
    riesgo si no conocemos toda la información a la que puede
    tener acceso un enemigo?-

    Sus palabras estaban llenas de razón. Yo empezaba
    a entenderle un poco o, al menos, justificaba su lectura.
    Comprendí que todas las batallas se ganan con la
    información. Cuando tenemos un problema, sin importar el
    que sea, entre más podamos saber sobre él,
    más fácilmente encontraremos un modo de darle
    solución. Eso lo hacían en el bufete. Los
    señores Andrew llamaban a sus clientes una y otra vez,
    investigaban, preguntaban, recopilaban cuanta información
    fuera posible, ya para identificar al culpable o para salvar a un
    inocente.

    Recordé como la prensa era cruel al hablar de
    casos en los que no había información, donde
    hacían sus propias conclusiones y lo difícil que
    era después cambiar la mentalidad de la gente cuando ya se
    habían formado un juicio basado en falsas acusaciones. Y
    como si el señor Albert pudiera leer mis pensamientos,
    continuó su charla.

    -Nunca crea del todo lo que digan los periódicos,
    Candy. Existen muchos intereses sobre las publicaciones.
    Documéntese, lea cuanto le sea posible. Crea la mitad de
    lo que vea y la mitad de lo que oiga. Fórmese sus propias
    conclusiones. No sea un títere más de esta sociedad

    -¡Ay señor Albert! Es que a veces no hay
    nada que leer-

    -No me diga eso Candy. Me hace pensar que sólo
    lee revistas del corazón y por eso viene el
    desánimo-

    -No señor Albert, en absoluto, también leo
    el periódico ocasionalmente y algunos clásicos de
    la literatura. He leído a Platón, es mi
    filósofo favorito-

    -El cuerpo es la cárcel del alma

    El príncipe de Maquiavelo

    -Espero no se lo haya tomado muy en serio-

    -¡Oh! No en absoluto. Leí también
    unos apuntes de un hombre llamado Sun Tzu-

    -¿Leyó el arte de la guerra? Dígame
    ¿Quién es la belicosa ahora?-

    Su comentario me arrancó un sonrojo y una
    tímida sonrisa. Él simplemente curvó sus
    labios dulcemente.

    -Veo que ha leído muchas cosas. Recuerde no
    creerse todo a pie juntillas Candy.

    -No lo hago señor Albert.

    -¿Qué me dice de Tomás
    Moro?-

    -¿Utopía? Sí, también, junto
    con el Manifiesto Comunista.

    -¿Será que tenemos a una mujer comunista
    en casa?

    Su comentario y la calidez de su sonrisa me hicieron
    nuevamente sonreír, aumentando el tono ruborizado de mis
    mejillas.

    -No señor Albert, creo que es un buen sistema,
    pero es tarde, demasiado tarde para su
    implementación-

    -¿Y no le parece que esté funcionando en
    Rusia?-

    -Tengo mis reservas sobre ese tema-

    -Comprendo-

    -Y recientemente he encontrado los libros de un autor
    alemán llamado Friedrich Nietzsche, que han sido mi
    lectura más frecuente. Dicen que sus teorías
    están inspirando una nueva corriente-

    Su rostro se ensombreció un poco ante mis
    palabras. El silencio se instaló en el lugar y procuraba
    disimular su incomodidad. El momento encantador en que
    charlábamos sobre los libros y los diferentes tipos de
    lectura se había roto. Con un tono velado procuró
    continuar la conversación.

    -¿Ha leído también a
    Nietzsche?

    -Si-

    Mi respuesta fue tímida. No sabía que
    esperar. En esos momentos me sentía como si hubiese
    cometido un crimen. De pronto me arrepentí de haber
    perseguido las publicaciones en la biblioteca. Me
    arrepentí enormemente de haber pasado horas leyendo sus
    escritos.

    -¿Y qué piensa de la Teoría del
    Superhombre? ¿No le recuerda un poco la Teoría de
    la Eugenesia, propuesta por Platón?-

    -Es una ridiculez. El ser humano es en sí mismo
    una raza superior. No es preciso hacer más divisiones. Es
    una tontería lo que han hecho en Europa

    Una pequeña pregunta había desatado un
    infierno interior. No hacía muchos días
    había sido testigo del constante trato discriminatorio que
    se vivía en contra de las personas de color y me
    despertaba una rabia incontenible, peor aún saber de la
    segregación en Alemania.

    -¿Así que está al pendiente de la
    situación en Europa?-

    -Sí, es una crueldad lo que allá se hace.
    En todos los aspectos. Desde aquella maldita quema de libros
    hasta la segregación-

    -Es un tema espinoso Candy-

    Sus palabras me indicaron mesura.

    -Candy, conoce que significa el término
    WASP?-

    -No-

    Respondí sinceramente.

    -White, Anglo-Saxon and Protestant-

    -¿Y eso qué significa?-

    -Bien, existen ciertas personas que, creen que
    deberíamos volver a los antiguos sistemas de castas.
    Piensan que deberíamos tener esclavos de nuevo. Algunos
    piensan que deberíamos unificarnos bajo una sola
    religión y otros más piensan que no debería
    haber ninguna. Que hay ciertas razas inferiores y otras
    superiores-

    -Pero eso es barbarie. Todos somos iguales y cada
    persona tiene el derecho de elegir el credo que siga, si es que
    desea seguir alguno.-

    -Usted lo ve así, yo lo veo así. Pero
    existen grupos de personas con ciertas tendencias extremistas que
    no lo ven así-

    -Y estos WASP…-

    -Es un grupo de personas con cierta tendencia. Por
    ejemplo, en Australia, cuando nace un niño de madre
    aborigen y padre "blanco", debe ser notificado inmediatamente al
    gobierno, para que éste, a través de la iglesia
    protestante, se haga cargo de la educación del
    menor-

    -Eso es una crueldad señor Albert-

    -Nuevamente usted y yo estamos de acuerdo, pero el
    Gobierno dice otra cosa, y la influencia de los grupos WASP es
    fuerte en muchas partes del mundo-

    -Como si ellos fueran mejores-

    Tal vez fue el tono de mi voz, o mi cruce de brazos, o
    el mohín que lo acompañó, o las palabras que
    formulé, o todo en conjunto, pero la estancia se
    inundó con una carcajada que venía dulce desde su
    boca.

    -No Candy, en el mundo no hay mejores ni peores. Ni
    razas inferiores ni razas superiores, aunque muchos así lo
    crean, por eso le digo que no se deje guiar por lo que escuche o
    lo que vea. Trate de hacerse su propia opinión. Tal vez
    pronto le tocará escuchar con mayor frecuencia sobre esas
    ideas de una raza superior, pero recuerde que usted y yo sabemos
    que eso no existe-

    -Si Albert-

    -¿Puedo sugerirle una lectura?-

    -Si, por favor.-

    -Seguramente ha escuchado mucho sobre esto. Es una
    novela. Algunos la llaman futurista, para otros es una simple
    burla sobre la sociedad y algunos conceptos. Es una buena
    lectura-

    Y tuve entre mis manos, por vez primera, un ejemplar de
    "Un Mundo Feliz" de Aldous Huxley. La sátira
    moderna de la sociedad de la década nuestra, los
    años 30.

    Tomé el ejemplar con mucho cuidado y le
    agradecí sinceramente el préstamo con apenas un
    inclinamiento de cabeza y una sonrisa. Empezaría la
    lectura al día siguiente en mi hora del almuerzo. Me
    sentía feliz porque había compartido un poco de su
    misterio personal conmigo, a través de la charla, y ahora
    lo hacía a través del préstamo de uno de sus
    artículos personales.

    -¿Cómo va el francés?

    Preguntó mientras recogía su cuadernillo
    de notas y sus bolígrafos.

    Je suis perdu

    "Estoy perdida" respondí. La verdad era que no
    había avanzado nada durante el último mes, cada
    día se me hacía más complicado aprender los
    diferentes tipos de acentos y empezaba a pensar que había
    cometido un gran error al tomar las lecciones.

    Pas de chance

    "Mala suerte" me dijo y sonrió simulando su
    desencanto. Recogió el resto de sus pertenencias y se
    encaminó a su habitación.

    -¿Candy…?-

    -¿Si?-

    -¿Podría pedirle un favor?

    -Sí, claro-

    -¿Podría no azotar las puertas en la
    noche?

    -¿Cómo?

    -Sí, verá, la noche anterior salió
    de su habitación y azotó la puerta. Parecía
    que alguien hubiera entrado de golpe a la casa y salí de
    inmediato. Estuve a punto de tomar mi pistola y encañonar
    al ladrón que había entrado, pero no había
    nadie. Entonces vi la luz en su habitación y caí en
    la cuenta que era usted. ¿Podría hacer menos ruido
    en la noche?-

    -Yo…-

    -Gracias-

    Me interrumpió.

    -¿Tiene usted un arma en esta casa?-

    -Si-

    -Y ¿Podría…?-

    -No. No se la voy a enseñar-

    -Yo…-

    -Buenas noches Candy-

    Y el señor Albert desapareció tras la
    puerta de su habitación.

    ¿A qué se deben los cambios bruscos en el
    ánimo de la gente? Habíamos pasado de un momento
    muy lindo a pedirme que no azotara las puertas. Que frío
    se volvió el trato. Tal vez a los militares no les gusta
    hacer amistad y lo mejor es salir con excusas cuando sienten que
    se están involucrando demasiado en una
    conversación. Hay que conservar cierta línea,
    ciertos límites.

    Prefería pensar que era su manera de decir que
    sólo había sido una charla para aligerar la noche.
    Para evitar que yo pensara que existía un interés
    de su parte hacía mí. Yo le podía asegurar
    en ese momento que a mí no me interesaba y que nunca me
    iba a interesar.

    Así, me fui a dormir, confundida en
    mis emociones. Por una parte emocionada por haber tenido una
    charla tan amena, que había sido para mí lo
    más cercano a tener un amigo, y porque, además,
    compartía conmigo sus pertenencias, un poco de ese mundo
    que yo desconocía; y por otro lado temerosa al saber que
    tenía un arma dentro de la casa, los accidentes pueden
    pasar y no quería terminar con un agujero en alguna parte
    de mi cuerpo a causa de un disparo accidental; pero sobre todo me
    sentía enojada, me molestaba que me creyera tan imprudente
    como para pedirle me enseñara el arma. Seguro me
    moriría del espanto de verla. Aunque dentro de mí
    me causaba curiosidad. Pero el enojo podía más
    conmigo. No me había dejado hablar. A fin de cuentas,
    tendría que hacer caso de los consejos, "cree la mitad
    de lo que ves y la mitad de lo que oyes
    ". Seguramente no
    existía tal arma.

    […FIN…]

    Bibliografía

    Basado en las Aventuras de Candy Candy,
    Análisis del Capitulo 2 – Conversaciones
    Inteligentes, Por Liz T – Albertmanía

     

    Enviado por:

    Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo
    S.

    "A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD
    DE INFORMACION"®

    Monografias.com

    Santiago de los Caballeros,

    República Dominicana,

    2014.

    "DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR
    SIEMPRE"®

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