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La era de la desigualdad (¿Consecuencia directa del imperialismo monetario?) Parte II (página 15)




Enviado por Ricardo Lomoro



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En este sentido, las tendencias actuales en Estados
Unidos han sido, en gran medida, destructivas. La movilidad
económica, por ejemplo, ha disminuido en las
últimas décadas, y ahora también es menor en
muchos otros países industrializados, como por ejemplo en
Canadá, Finlandia, Alemania, Japón y Nueva Zelanda.
La posición inicial de un trabajador estadounidense en la
distribución del ingreso es altamente predictiva de sus
ganancias futuras.

Es más, existe una fuerte correlación
intergeneracional del ingreso (cerca al 0,5) en los EEUU; es
decir, los hijos de padres que ganan un 50% más que el
promedio tienen la probabilidad de ganar 25% más que el
promedio de su propia generación. De hecho, los EEUU se
encuentra ahora aproximadamente en el medio de lista de
jerarquización de países según oportunidades
económicas (ranking of economic opportunity) del Banco
Mundial, muy por debajo de países como Noruega, Italia,
Polonia y Hungría.

Este tema no es únicamente de importancia para
los estadounidenses. En un mundo en el que los destinos
individuales de las personas están cada vez más
interrelacionados, y la gobernanza efectiva depende de un
consenso sobre las normas relacionadas a la justicia social y
distributiva, las crecientes diferencias de ingresos en un
país -especialmente en uno que ha servido como punto de
referencia en cuanto a oportunidades económicas- puede dar
forma al comportamiento que se desarrolla en otros lugares. Sin
la creencia de que el trabajo fuerte engendra oportunidades, las
personas tienen una menor propensión a invertir en
educación, lo que socaba el desarrollo del mercado de
trabajo; inclusive, puede que dichas personas se vean impulsadas
hacia la protesta.

De manera más general, la disminución de
la movilidad económica en EEUU podría deteriorar la
confianza en los principios relacionados a la economía de
mercado y a la gobernabilidad democrática, que son los
principios que Estados Unidos ha propugnado durante
décadas -y que a su vez son fundamentales para las
estrategias de desarrollo de muchos países. Como el
ganador del premio Nobel Joseph Stiglitz ha señalado:
"La medida en la que sea posible configurar la
economía y los sistemas de gobierno a nivel mundial para
que los mismos estén en concordancia con nuestros valores
e intereses dependerá, sobre todo, de lo bien que
funcionen nuestros sistemas económicos y políticos
para la mayoría de los ciudadanos
". Debido a la
creciente evidencia de que el sistema está funcionando
mucho mejor para los ciudadanos más ricos que para los
pobres, el poder blando de Estados Unidos parece estar destinado
a erosionarse de manera considerable.

Recientemente, The New York Times publicaba un reportaje
sobre una sociedad cuyos cimientos estaban siendo socavados por
la desigualdad extrema. Esta sociedad proclama que recompensa a
los mejores y más brillantes, independientemente de
cuáles sean sus antecedentes familiares. En la
práctica, sin embargo, los hijos de los ricos se
benefician de oportunidades y relaciones inaccesibles para las
criaturas de las clases media y trabajadora. Del artículo
se desprende que la brecha entre la ideología
meritocrática de la sociedad y su realidad cada vez
más oligárquica está teniendo un efecto
profundamente desmoralizador.

En todo caso, sea cual sea la causa de la
concentración creciente de la renta en las clases
más altas, el efecto es que está socavando todos
los valores que definen a Estados Unidos. Año tras
año se van apartando de los ideales fundacionales. Los
privilegios heredados están desplazando a la igualdad de
oportunidades, y el poder del dinero está ocupando el
lugar de la verdadera democracia.

Así será el futuro de los jóvenes
de hoy

Un nuevo e interesante libro viene a arrojar nueva luz
sobre la generación que está llamada a tomar las
riendas de la sociedad durante las dos próximas
décadas. Se trata de Baby Bust: New Choices for Men and
Women and Work in Family (Wharton Digital Press), un breve
volumen escrito por Stewart Friedman con un título que no
deja lugar a dudas sobre su contenido: el "fiasco" ("bust") del
título es un juego de palabras con la "explosión"
("boom") de los "baby boomers", la generación de sus
abuelos: si aquella estuvo marcada por la explosión
demográfica, el destino de la nueva generación es
su decrecimiento de las tasas de natalidad. ¿Por
qué?

Friedman explica en las primeras páginas de su
volumen que si en 1991 el porcentaje de jóvenes que
tenían pensado tener descendencia se encontraba en el 78%,
veinte años más tarde, la situación es muy
distinta, y la cifra ha descendido hasta el 42%. En
España, la tendencia quizá no sea tan acentuada,
pero sí existe: según el Instituto de
Estadística de Madrid, el 14,5% de las parejas en edad
fértil de la región no se plantea tener otro
retoño, mientras que en 1991 el porcentaje era
únicamente del 6%. Además, según un estudio
realizado por la Fundación Acción Familiar a partir
de datos del INE y Eurostat, el 51% de mujeres en el mercado
laboral no tienen hijos y el 85% de las mujeres trabajadoras
renuncian a tener más descendencia.

A tal respecto, Friedman asegura que no se trata, como
ocurrió en el pasado reciente, de una reducción del
número de hijos -en España, la tendencia a tener un
único vástago se acentuó durante las
últimas dos décadas-, sino de que cada vez hay
más parejas (e individuos) que optan de manera voluntaria
por no tener ninguna clase de descendencia.

En opinión del autor, los millenials viven un
conflicto que las generaciones anteriores conocieron de manera
menos acentuada, debido a dos factores: "los requerimientos
temporales del trabajo se han disparado (hasta 14 horas al
día) y la deuda estudiantil se ha multiplicado
".
Precisamente, una reciente encuesta manifestaba que el 80% de los
españoles trabaja 10 horas o más al día, a
la par que las tasas universitarias han aumentado hasta un 40%. O
sea, una situación no tan diferente a la de Estados
Unidos.

En definitiva, en un panorama en el que el paro juvenil
ha aumentado hasta niveles críticos y en el que la
formación del individuo puede alargase más
allá de los 30 años, resulta cada vez más
complicado gozar de los recursos económicos necesarios
para mantener una familia antes de cumplir los
cuarenta.

E incluso en dicho caso, las exigencias laborales
imposibilitan la compatibilidad entre la vida profesional y la
personal, incluso aunque se haya alcanzado la tan deseada
igualdad de género, que en muchos casos, ha provocado que
ambos miembros de la pareja pasen la mitad del día fuera
del hogar, algo que imposibilita la formación de una
familia.

¿Está el Papa Francisco en lo
correcto?

El Papa Francisco advirtió en noviembre de 2013
que "las ideologías que defienden la autonomía
absoluta del mercado"
están impulsando al crecimiento
rápido de la desigualdad.

En los EEUU, las estadísticas son sorprendentes
en ambos extremos de la distribución del ingreso. La
cuarta parte inferior de los hogares estadounidenses casi no ha
recibido ningún aumento en su ingreso real (ajustado a la
inflación) durante los últimos 25 años.
Ellos ya no están compartiendo los frutos del crecimiento
de su país. El 1% de los estadounidenses, sin embargo, han
visto que sus ingresos reales casi se han triplicado durante este
período, y su participación en el ingreso nacional
ha alcanzado el 20%, una cifra que no se veía desde la
década de 1920.

En muchos países emergentes, el rápido
crecimiento económico ha elevado el nivel de vida para
casi todas las personas, en al menos un cierto grado, pero la
proporción de los ricos y de los ultra ricos está
aumentando dramáticamente. Una vez que estos países
se acerquen a los niveles de ingreso promedio de las
economías desarrolladas, y sus crecimientos se desaceleren
a las tasas típicas de los países ricos, su futuro
puede lucir como el de los Estados Unidos de hoy en
día.

La globalización explica algo del estancamiento
de ingresos en el cuarto inferior en EEUU y en otras
economías desarrolladas. La competencia de los
trabajadores chinos con salarios más bajos ha reducido los
salarios en Estados Unidos. Pero el cambio tecnológico
puede ser un factor más fundamental – y un factor que
conlleva consecuencias para todos los países.

El cambio tecnológico es la esencia del
crecimiento económico. Nos volvemos más ricos
debido a que encontremos la forma de mantener o aumentar la
producción con menos empleados, y debido a que la
innovación crea nuevos productos y servicios.

Los beneficios que recibe el consumidor de estas
tecnologías son grandes en relación a su precio: el
costo de cada computadora, tableta o teléfono inteligente
del modelo más reciente del año es trivial en
comparación al costo de un nuevo automóvil en el
año 1950. Pero, el número de puestos de trabajo
creados es también trivial.

En 1979, General Motors empleaba a 850.000 trabajadores.
Hoy en día, Microsoft emplea a 100.000 personas en todo el
mundo, Google emplea a 50.000, y Facebook emplea solamente a
5.000. Estas son meras gotas en el océano del mercado
laboral mundial, que reemplazan muy pocos de los puestos de
trabajo que la tecnología de la información ha
dejado cesantes debido a la automatización.

Por lo tanto, el Papa Francisco estaba en lo cierto: a
pesar del éxito indiscutible del capitalismo como un
sistema que genera crecimiento económico, no podemos
confiar en las fuerzas del mercado por sí solas para
generar resultados sociales deseables. Todas las nuevas
tecnologías crean oportunidades, pero los mercados libres
distribuirán los frutos de algunas nuevas
tecnologías en maneras dramáticamente desiguales.
Compensar tales resultados hoy será un reto de más
grande de lo que fue en el pasado.

Para la mayoría de los estadounidenses no hay
recuperación: el 95 % de los beneficios va al 1 %
más rico. Incluso antes de la recesión, el
capitalismo al estilo estadounidense no funcionaba para una gran
parte de la población. La recesión solo puso
más al descubierto sus asperezas. La mediana del ingreso
(ajustada por inflación) aún es menor que en 1989,
casi un cuarto de siglo atrás; y la mediana del ingreso de
los hombres es menor que hace cuatro décadas.

¿Cuánto tiempo más se puede seguir
así?

"Hay un nuevo mapa de la pobreza como consecuencia
de las medidas de austeridad. Desde el aumento del desempleo
hasta el desalojo y el desmantelamiento del Estado de Bienestar
están contribuyendo a este nuevo panorama",

señala la directora de Oxfam Internacional, Natalia
Alonso.

El caso más emblemático de esta "pobreza
de los ricos" es Alemania, exhibido siempre como modelo a seguir
en la eurozona por su crecimiento económico y su
flexibilización laboral. La cara oscura de este
crecimiento son los casi ocho millones de personas que sobreviven
con los llamados minijobs que dan unos 450 euros mensuales (US$
611) y prestaciones sociales nulas. Desde los orígenes de
la flexibilización germana con el gobierno social
demócrata de Gerhard Schroeder en 2002 hasta su actual
versión con la canciller Angela Merkel, los bancos de
alimentos se han triplicado de 310 a 906.

Una situación similar se da en otro de los
modelos de sociedad equitativa de antaño, Holanda. En
diciembre la Agencia Oficial de Estadísticas
señaló que en 2012 el porcentaje de holandeses que
vivía por debajo del umbral de la pobreza había
saltado al 9,4%, equivalente a unos 664.000 hogares. En 2010 el
porcentaje era el 7,4%.

"En Grecia, Irlanda, Italia, Portugal, España
y el Reino Unido se ha visto un crecimiento de los niveles de
desigualdad comparables con el 16% de aumento en Bolivia en los
seis años que siguieron al programa de ajuste de los 90.
En estos países europeos o el 10% más rico gana
más o el 10% más pobre gana menos o ambas
cosas
", señaló desde Oxfam Natalia
Alonso.

El impacto no es sólo social o humanitario: el
mismo modelo de crecimiento europeo de la posguerra está
en juego. Este modelo incluyente y con fuertes tendencias
niveladoras en lo social permitía un crecimiento basado en
un alto consumo doméstico. El modelo no ha desaparecido,
pero está en crisis. "Si no cambian estas
políticas, Europa necesitará 25 años para
recuperar el nivel de vida que gozaba antes de la crisis. Hay un
desmantelamiento de un modelo en marcha. Hoy la desigualdad en
Reino Unido es igual que en Estados Unidos
", indicó
Alonso.

La globalización ha hecho del mundo un lugar
más igualitario, elevando las fortunas económicas
de miles de millones de personas de escasos recursos en los
últimos 25 años. Pero, al mismo tiempo, ha hecho
que los países ricos sean más desiguales,
reduciendo los ingresos de la clase media y baja.

Enfoque de seguridad (Liturgia
eucarística)

Thomas Frank (periodista estadounidense, que ha
colaborado con Harper"s, Wall Street Journal,
Washington Post o The Nation,) ha escrito la
crónica de un tiempo confuso, en el que la clase media y
los trabajadores se revolvieron contra quienes mandan de verdad,
enviándoles un mensaje inequívoco y radical:
"Podéis seguir robándonos, que nosotros os
defenderemos
". Un tiempo en el que el desmoronamiento de las
capas medias dejó paso al individualismo de masas gracias
al marketing del descontento (es lo que Frank cuenta en
Pobres magnates).

En Pobres magnates nos relata las condiciones
que hicieron posible la crisis financiera. La
desregulación de Wall Street en la década de 1990
fue un acto de fe ideológica casi puro. La negativa de
Alan Greenspan a regular el mercado hipotecario fue otra. El
tercer acto claramente ideológico fue cuando la
Administración Bush anuló los esfuerzos de los
gobiernos de diferentes estados para regular los préstamos
abusivos. Por supuesto, había dinero involucrado en todas
estas decisiones, pero la ideología fue muy
importante.

En cuanto a ¿cómo ha sido posible que Wall
Street esté ganando más dinero tras la crisis que
antes?, Frank sostiene que es debido a que los principales
políticos estadounidenses de ambos partidos no han
aprendido la lección obvia de la crisis de 2008. No pueden
borrar su fascinación por la ideología dominante de
los últimos treinta años. E incluso cuando
entienden la situación, no son capaces de enfrentarse al
sector más rico y poderoso de América. La
recuperación de Wall Street es un asunto sencillo.
Consiguieron ser rescatados. Da igual lo que hagan, su bienestar
está garantizado esencialmente por el gobierno de los
Estados Unidos.

La política de RC de la Reserva Federal y las
variantes de ella en otros países han hecho que los
balances de los más importantes bancos centrales
aumentaran espectacularmente (de entre cinco y seis billones de
dólares antes de la crisis a casi 20 billones ahora), con
lo que los mercados financieros se han vuelto adictos al dinero
fácil, lo que ha propiciado, a su vez, una búsqueda
mundial de réditos, una inflación artificial de los
precios de los activos y una asignación inapropiada del
capital.

La desaceleración del crecimiento mundial se
está produciendo sobre un fondo de aumento de la
desigualdad económica, debido a una menor
participación de la mano de obra en los ingresos
nacionales, fenómeno mundial resultante de la
mundialización y del progreso tecnológico, que
constituye una grave amenaza para las autoridades. Los sistemas
que propagan la desigualdad o que no parecen poder detener su
aumento contienen el germen de su propia destrucción, pero
en un mundo interdependiente no hay una solución evidente,
porque la gran movilidad de las corrientes de capital alimenta la
competencia mundial entre sistemas tributarios.

"Los pobres no pueden dormir porque tienen
hambre",
es la famosa cita del economista nigeriano Sam
Aluko, dicha en 1999, "y los ricos no pueden dormir porque
los pobres están despiertos y con hambre
". A todos
nos afectan las profundas desigualdades de los ingresos y la
riqueza, ya que el sistema económico del que depende
nuestra prosperidad no puede seguir enriqueciendo a unos mientras
empobrece a otros.

En tiempos difíciles, los pobres pierden fe en
sus líderes y en el sistema económico, y en tiempos
de vacas gordas son demasiados pocos los que disfrutan de los
beneficios. El coeficiente GINI, un indicador de la desigualdad
económica, se ha ido elevando en los países en
desarrollo y en los desarrollados, como Estados Unidos. En Europa
ha crecido la desigualdad debido al rápido aumento del
desempleo, especialmente entre los jóvenes. Algunos han
reaccionado con manifestaciones callejeras, otros han respaldado
a partidos xenófobos de extrema derecha; muchos más
observan en silencio, cada vez más enfadados y resentidos
con los políticos y el sistema que representan.

El problema se aprecia crudamente en las megaciudades
del mundo, que representan cerca del 80% del PIB global. Pero
hasta en las más desarrolladas las disparidades pueden
saltar a la vista. Por ejemplo, si se viaja en el metro de
Londres apenas 6 millas (o 14 paradas) hacia el este, desde el
centro del gobierno en Westminster hasta Canning Town, la
esperanza de vida de los habitantes va reduciéndose seis
meses en cada estación.

La avaricia lleva a la miopía social y la
miopía social ¿puede llevar a la eutanasia pasiva
del avaro?

(El gato que se quema con la leche, cuando ve la vaca
llora) Como argentino de origen (en un exilio voluntario europeo,
desde hace 25 años), no puedo dejar de recordar una parte
de la desdichada historia de "involución permanente" de la
económica del país.

Tanto trajinar por la hemeroteca, a veces me brinda la
oportunidad (en tiempo y forma), de utilizar un artículo
periodístico para destacar "up to the point", el tema que
deseo tratar. Son los "hechos" que vienen a mí…
(como tener que describir estos dramas durante la "Semana de
Pasión"). Los cristianos decimos que son los caminos de
Dios.

Bueno, vamos a lo que vamos. Hace mucho, mucho, tiempo
que vengo sosteniendo que luego del abandono a los sectores
más débiles de la comunidad, viene la
pérdida de confianza y el rechazo a las autoridades, para
desembocar, si la situación no se revierte prontamente, en
alguna forma de revolución social a título
individual. Uno contra todos.

Como no tienen capacidad (o inteligencia) para
organizarse como movimiento político o asociación,
cada una de las partes desamparadas de la sociedad buscan "hacer
justicia" por su propia mano, cada cual a su manera (muchas veces
en sentidos opuestos), y casi siempre fuera de las normas de
justicia y convivencia.

Sin olvidar a Colombia o México donde la guerra
de clases forma parte de la crónica de sucesos, Brasil o
Argentina (tal vez por experiencia o cercanía) son dos de
los ejemplos que más pronto me vienen, dolorosamente, a la
memoria, aunque EEUU y ciertos países de la UE no
están demasiado lejos de ingresar en el "Hall of
Fame".

Como les dije antes, la hemeroteca (que tanto odian los
políticos) viene en mi ayuda.

No comment (en búsqueda de una
historia)

Rosario, la ciudad
argentina donde se desbordó la
violencia (BBCMundo –
16/4/14)

(Por Ignacio de los Reyes)

La ciudad de Rosario, a unos 300 kilómetros de
Buenos Aires, vive en estado de shock, con 2.000 agentes de la
Policía Federal y la Gendarmería custodiando los
barrios más humildes de la tercera urbe más
importante de Argentina. Llegaron en los últimos
días, después de un sorpresivo operativo policial
propio de una película de acción, para quedarse en
la que se ha convertido en la ciudad más violenta de
Argentina.

En los últimos meses Rosario, en la provincia de
Santa Fe, ha sufrido un vertiginoso aumento de los homicidios:
más de 260 personas asesinadas en 2013, y casi un centenar
en lo que va de año. La tasa de homicidios de la ciudad es
ya cuatro veces mayor que la media de Argentina, con 22 muertes
violentas por cada 100.000 habitantes. La mayor parte,
víctimas de enfrentamientos entre hombres de menos de 20
años, miembros de "juntas" o bandas juveniles dispuestas a
vaciar el cargador del revólver por una disputa familiar,
un robo menor o unos gramos de "merca"
(cocaína).

Para llegar al barrio de Nuevo Alberdi, uno de los 20
distritos con presencia de las fuerzas federales, hay que viajar
una media hora en auto desde el centro de Rosario por una zona
rural. "En la calle manda más el que pelea más",
nos dice Claudio Sotelo, un joven de 21 años. Empieza a
caer la noche y una mitad del cielo se tiñe de azul y
amarillo, como los colores del Central, el equipo de
fútbol más seguido en esta parte de Rosario. La
otra mitad está oscura, con un azul casi negro, y cubierta
por nubes de tonos rojizos, pintando la camiseta de Newell"s, su
archirrival.

Y es que hasta en el cielo de Rosario se pelea por el
territorio. "Porque acá si no peleás sos un gil",
cuenta Claudio. Y en un barrio donde las oportunidades y la
esperanza escasean, el que planta cara se lleva la fama, el poder
y las mujeres. Las vías abandonadas del ferrocarril
separan los costados de este asentamiento, una amalgama de
construcciones, algunas de ladrillo y otras de chapa, sin
alcantarillado y con suelos de cemento, muchas levantadas en
terrenos ocupados. Algunas "juntas" se apostan en el camino,
junto a la vieja ruta del tren, para exigir un peaje. El que no
paga tendrá que sufrir las consecuencias.

Que Rosario está en una encrucijada lo saben
hasta los niños. "Allá se tiran tiros y no nos
dejan jugar, nos tenemos que ir adentro", dice Cecilia, de 11
años, que hasta hace poco vivía con sus 9 hermanos
en un barrio humilde de la ciudad. "Cuando se agarran a tiros yo
me voy y me pongo a ver la computadora, dentro de casa", contesta
Diego, de 7. Escuchar disparos era habitual aquí hasta la
llegada de los federales. A su hermano Nico "lo cagaron a tiros"
hace sólo unas semanas. Dos balazos fueron suficientes
para que decidiera marcharse cuanto antes de la
ciudad.

Los más jóvenes parecen los menos reacios
a dialogar sobre la violencia en las calles de algunos barrios.
Porque los adultos son "ciegos, sordos y mudos", como dice Ana
Gioppo, una comerciante de Nuevo Alberdi. Nadie quiere oír
los disparos ni los gritos, cuando en las cuadras se escenifican
batallas campales. Nadie quiere ver las camionetas de lujo llegar
con la caída de la noche. Y ante todo, pocos quieren
denunciarlo en una comunidad donde la delación se castiga
más duro que el delito.

¿Quiénes son los muertos de
Rosario?

Según cifras oficiales y estimaciones de la
Universidad de Rosario, más del 80% de los homicidios en
Rosario están relacionados con disputas entre
jóvenes varones de barrios marginados por robos, arrebatos
y peleas entre bandas, sin relación directa con el
narcotráfico. Sólo entre el 15% y el 20% de los
homicidios están vinculados con las drogas, según
las autoridades. Analistas coinciden en que una
organización, la de Los Monos o la familia Cantero, se
hizo con el control de la mayor parte del negocio de
estupefacientes en la ciudad.

Mientras, en otro extremo de la ciudad, un laberinto de
callejuelas sin asfaltar, llenas de basura y agua estancada,
conduce a un búnker, una casa clandestina de
tráfico de drogas. Sellada, sin puertas ni ventanas, con
apenas un agujero por el que entra el dinero y sale la droga, con
un estrecho pasadizo por el que ingresan los asalariados del
narco.

En el exterior, "Cabeza de Lata", un agente de la
Policía Federal, conversa con los vecinos de La Tablada,
un punto rojo de violencia en las afueras de la ciudad. "No
queremos más búnkers", es la frase más
repetida entre los vecinos al paso de las botas negras de los
gendarmes. Por si no tuviera suficiente con la lucha entre
bandas, Rosario padece también la proliferación de
pequeños grupos de narcotraficantes que han encontrado en
la pobreza y exclusión social de algunos barrios la
cantera perfecta para construir puntos de venta de drogas y
reclutar a sus "soldaditos".

Así se conoce a los jóvenes que vigilan y
defienden los búnkers y que reciben unos US$ 20 diarios,
más dinero si además van armados. Porque los
narcos, como en tantos otros lugares, aquí pagan "plata
por fierro". Las pistolas son para frenar a aquellos que intentan
penetrar en el búnker y llevarse parte de la
mercancía, lo que en la jerga local se conoce como
"mexicanear". Existen más de un centenar de búnkers
por toda la ciudad, especialmente en la deprimida zona Sur. Pero
en los últimos meses se extendieron también a
algunos barrios del centro y norte, que hasta hace poco eran
zonas relativamente tranquilas.

El acecho de los monos

A menudo los medios argentinos atribuyen asesinatos a
sangre fría y el control de gran parte del
narcotráfico de Rosario, con narcotúneles y hasta
un sistema de comunicación con palomas mensajeras, al
llamado clan de Los Monos. Se trata de una banda presuntamente
encabezada por la familia Cantero, un grupo con varios de sus
integrantes acusados de formar parte de una organización
criminal y sus dos supuestos líderes, padre e hijo
adoptivo, prófugos de la justicia
internacional.

Pero su abogado, Carlos Varela, le dijo a BBC Mundo que
los Cantero son en realidad víctimas de una
"conspiración" y que se dedican a compra-venta de
inmuebles y autos. ¿Por qué no se entrega entonces
Ramón Machuca, uno de los hombres más buscados por
la Justicia de Rosario? "Sería un insensato y un demente
si se presenta a la Justicia para ponerse a disposición de
un grupo de forajidos. Solo un loco o un torpe podría
creer que va a estar seguro o no le van a matar", dice
Varela.

Alejandro Flores, un joven recolector de basura, no
recuerda bien cuál es su edad, pero tiene muy claro lo que
es vivir entre estos búnkers. "Hay criaturas que llegan a
matar para robar, para comprar la maldita droga", cuenta. A su
lado, un caballo cansado y el carro sobre el que le espera su
padre, otro "ciruja" o reciclador, que le mira apoyado sobre su
única pierna. "No podés salir tranquilo, no
sabés si vas a venir vivo de tu trabajo", dice.

A su espalda, una choza presidida por un altar con las
figuras de la Virgen y el Gaucho Gil, la figura profana
más venerada en la Argentina rural. "Que venga Cristina
(Fernández de Kirchner, la presidenta), acá la
querría ver. Los políticos no saben todo lo que
está pasando acá en Rosario". Y es que el negocio
del narcotráfico mueve unos US$ 200 millones al
año, según el informe de la Universidad de Rosario
"Calles Perdidas", lo que representa un tercio del presupuesto
municipal. El 80% de las drogas, según las estimaciones
oficiales, acaban en los sectores más acaudalados de la
ciudad.

Lugar estratégico

La ubicación estratégica de Rosario,
emplazada entre carreteras internacionales con conexión a
los países productores de drogas y junto a uno de los
mayores puertos fluviales de Sudamérica, la convierte en
un perfecto lugar para la llegada, producción y
distribución de narcóticos, explica Enrique Font,
profesor de Criminología de la Universidad de Rosario. La
cocaína llega desde Bolivia por la ruta nacional 34 y la
marihuana de Paraguay, por la ruta 11. La sangre y las balas
vienen de Rosario.

"Si bien la tasa de homicidios venía creciendo
significativamente en los últimos tres años, no se
habían visto asesinatos del nivel de crueldad y
espectacularidad que tienen ahora los homicidios de disputa por
cuestiones territoriales de las bandas narco", asegura Font. "Eso
es algo que distingue a Rosario de otras ciudades donde el nivel
de consumo de drogas es similar". Pero no es lo
único.

Corrupción policial

La amenaza a la seguridad de Rosario no llega
sólo del narco o de las peleas callejeras. A veces
está en el seno mismo de la autoridad. El exjefe de la
policía santafesina, Hugo Tognoli, está procesado,
acusado de tener vínculos con una red de narcotraficantes.
Mientras, el gobierno de Santa Fe tuvo que apartar a siete
agentes y comisarios de la División Judiciales de la
policía provincial, señalados en un video grabado
con cámara oculta como cómplices del menudeo de
droga. "Cada punto de drogas le entrega a la policía unos
US$ 6000 por semana", a cambio de impunidad, dice el
criminólogo Enrique Font.

Cuestionado sobre estas acusaciones, el ministro de
Seguridad de Santa Fe, Raúl Lamberto, dice que "en la
sociedad hay personas que trabajan honorablemente y
también los hay quienes no dan certeza ni garantía
a un cargo tan importante como ser policía. Hay que
avanzar con aquellas personas que quieren honrar un uniforme,
apartando de la fuerza y sometiendo a la Justicia a los que
no".

El alivio entre la población de los barrios
más golpeados por la violencia ante la llegada de las
fuerzas federales es un síntoma de la profunda
desconfianza hacia los cuerpos locales. "En la lucha contra el
delito organizado existen muchas tentaciones", apunta Lamberto.
"Esto no afecta sólo a la policía, también
otros estamentos de la vida privada y pública pueden ser
presas de la corrupción. Esto ha pasado en otros
países", señala el ministro de Seguridad de Santa
Fe.

¿A tiempo?

Esta ciudad no parece ser una nueva Medellín, ni
el próximo Juárez. La sofisticación de las
bandas de narcotraficantes no llega a la de los grandes
cárteles latinoamericanos, coinciden autoridades y
analistas. Por ahora el negocio de la cocaína, la
marihuana y las drogas de diseño está en manos de
pequeños clanes locales. Pero el cóctel de
violencia entre los jóvenes de los barrios más
excluidos y la instalación del narco en la ciudad ha sido
suficiente para poner en alerta a Rosario.

Mientras en un lado de la ciudad florecían
rascacielos y cafés de moda, gracias a la imparable
llegada de dinero procedente del sector agrícola, en el
otro se desataba una ola de violencia por la disputa del
territorio.

"Cuando se vayan los gendarmes, la pobreza y la miseria
seguirán acá", recuerda un grupo de jóvenes
de una escuela secundaria de Nuevo Alberdi, "¿Qué
va a pasar entonces?". La respuesta parece depender en gran
medida del destino de lugares como esta barriada, o el de La
Tablada o Villa Banana.

"Y si vos querés cambiar, buscar trabajo y
empezar de cero y todos te cierran la puerta…
¿cómo no van a tomar algunos la salida más
fácil, la de la violencia?", se cuestiona una de las
alumnas. En estas aulas los estudiantes hacen planes de futuro,
algunas quieren ser enfermeras, otros profesores.

Mientras, en otras partes de Rosario, donde se esconden
los laberintos de búnkers y se siembran los soldaditos,
los jóvenes no se permiten el lujo de planear:

– "¿Cómo te ves de aquí a 10
años?"

– "Muerto".

Ceteris paribus (si los ricos y poderosos se
empeñan en continuar negando la evidencia)

Puede ser que los "amos del universo" sigan creyendo (o
intentando hacer creer a los sufridos contribuyentes -con la
complicidad de los políticos corruptos) que todos estos
signos elocuentes carecen de contenido, prefiriendo pasar por
alto los resultados o discutiendo su importancia. Pero en
cualquier caso, resulta indudable el peligro que está
corriendo la sociedad en su conjunto (aunque posiblemente les
importe muy poco), y en especial las familias, propiedades e
intereses de los "global players" (que debería importarles
bastante más)… ya sabemos cómo acabó
aquella historia (asesinatos para robar un par de
zapatillas… linchamientos por el tirón de un
bolso).

¿Se podrá decir lo mismo de la vida
cotidiana en las "civilizadas y exitosas" Londres o Nueva York?
¿Cuánto faltará para que los periodistas
puedan comparar estas ciudades u otras de Europa, con
Medellín, Ciudad Juárez, Rosario o Río de
Janeiro?

Aunque sea por razones de "seguridad", los "amos del
universo" deben reaccionar. ¿Creen que podrán salir
indemnes en medio de la mierda? y si ellos (rodeados de guardias
de seguridad y viviendo en barrios privados) lo pueden
hacer… ¿podrán hacerlo sus hijos y sus
nietos? ¿Cómo podrán evitar que sus hijos y
nietos se droguen, sean asaltados, violados o raptados?
¿Es esa la vida que desean a cambio de más
poder?

Si no han reaccionado a las razones económicas
(ahogaron el mercado interior, por mejorar los resultados y
dividendos de las corporaciones en el corto plazo), y por
supuesto se muestran insensibles a las razones morales (equidad,
justicia, cordura), parecería razonable (en mi
opinión), que al menos actuaran ante el riesgo de su
propia sobrevivencia (seguridad), y la de su descendencia
(conservación de la especie).

He visto, más de una vez, fotografías de
lujosas urbanizaciones (San Pablo, Buenos Aires…),
rodeadas (literalmente) por "favelas", "villas miserias" o
"ranchitos". ¿Cuánto tiempo más (me pregunto
y les pregunto) creen que tardarán los "desesperados" en
saltar la valla y tomar parte de esa "riqueza" que se les niega,
y ven tan cercana y accesible? ¿Qué harán
cuando uno de esos "alienados" les ponga una pistola en la
sien?

¿Cuántos guardias de seguridad privados
serán necesarios para repeler la horda?
¿Cuándo se produzca la "toma de la Bastilla" o el
asalto al "Palacio de Invierno", de qué parte se
pondrá la policía, la gendarmería o el
ejército? ¿Quién disparará a
quién?

Decía Robert Antelme (L"Espèce humaine)
que es falso y aberrante todo lo que contribuya a ahondar las
desigualdades entre los individuos, a querer transformar leves
fisuras en abismos imposibles de franquear porque la edad, el
sexo, el color, la función social y todo lo que distingue
a una persona entre otras, muestran, de entrada, desde
dónde debe leerse una disimilitud. Sobre ella se construye
el régimen de explotación y servidumbre. Solamente
la existencia de una multiplicidad de especies podría
justificar un modo de intersubjetividad que legitimara la
esclavitud, el sometimiento o la explotación. Ahora bien,
la unidad de la especie humana produce una monstruosidad
ontológica, metafísica, luego, política, de
todo lo que pone a los individuos en situación de ser
explotados o explotadores.

Enfoque de
rebelión (Rito de conclusión)

Como último recurso: "cuando estén secas
la pilas de todos los timbres que vos apretás" (un lance
extremo no exento de peligro)

Leamos a Antelme: "No hay diferencia de naturaleza entre
el régimen "normal" de explotación del hombre y el
de los campos (de concentración nazis). El campo es
simplemente la imagen clara del infierno más o menos
velado en el que viven todavía tantos pueblos". Y
más adelante: "La "moral" que recubre la
explotación disimula el desprecio que es, en última
instancia, la fuente real de esta explotación".

Acerca de estas evidencias, agrega que no se puede
aceptar y reconocer como tales -entre los valores y la moral
sino lo que es universalizable. Para lograrlo, formula clara y
radicalmente la supresión de la explotación del
hombre por el hombre como imperativo categórico.
¿Se puede ser más claro?

El capitalismo ha creado, desde que reina en forma
absoluta, las condiciones que permiten demasiado a menudo y
trágicamente la asimilación del pobre, del
proletario y del deportado, asociados en una comunidad de
destino, despojados de su individualidad, sometidos, sujetos, sin
esperanza de dejar las prisiones en las que se pudren como quien
expía una falta mayor, un pecado capital: el de salir a la
luz, el de haber nacido.

¿Quién puede decir que el capitalismo es,
hoy, completamente civilizado? Con sus solas necesidades vitales,
encontró algo mejor que una oposición o un rechazo,
obligando a comprar y pagar. ¿Comer y beber? Hay que
pagar, todos los días. ¿Dormir? Hay que encontrar
con que pagar. ¿Derecho a la salud? A qué precio,
con qué prestaciones. ¿Derecho a la sepultura?
Aquí se llega al extremo de la vileza: en la
civilización capitalista, la muerte ofrece un mercado, una
oportunidad más de esquilmar, de cobrar
impuestos.

Los ricos atraviesan esta sociedad con menores
perjuicios que los que no tiene nada. Así decía
Antelme: fraccionar la especie humana, construir clases, castas,
razas, ese es el principio que permite funcionar a la
mecánica nazi, así a todas las que justifican la
explotación y la dominación violenta y brutal por
parte de sus señores. Allí donde los nazis
habían llevado los límites hasta el borde del
precipicio, los capitalistas balizaron el terreno al que se puede
acceder, pago mediante. Tanto mejor para los que pueden hacerlo.
Los otros tendrán que conformarse con gemir, si los
dejan…

Los enemigos persisten y siguen siendo los mismos: los
promotores del orden tal cual es. Lo más que se pueden
intentar hacer aquellos que están fuera del círculo
del poder es: "castigar la estupidez". De otro modo, esta
triunfará en forma absoluta, hasta el punto que los
autoritarismos de antaño parecerán opacos y
pálidos en comparación con los que habrán
logrado sojuzgar los cuerpos, pero también, y sobre todo,
las almas.

¿Dónde están los filósofos?
¿Qué hacen los intelectuales, y qué dicen
sobre esto?

Más preocupados por las miserias del mundo cuando
parecen nobles, dignas y capaces de abrir las puertas del
reconocimiento mediático o de un hipotético premio
Nobel, abundan en manifiestos, petitorios, tomas de
posición cuando la miseria es limpia, es decir, cuando
proviene de las guerras, los genocidios sangrientos, los combates
planetarios entre potencias enloquecidas. ¿Pero la miseria
sucia, la de los desclasados, los indigentes, los héroes
de todos los días que mueren de hambre y frío en
los huecos de las escaleras, o los que cotidianamente recorren la
calle esperando la limosna de un trabajo miserable? ¿La de
los hombres y mujeres que permanentemente ofrecen su tiempo, su
energía, sus sueños, sus deseos a las ávidas
fauces del "Leviatán" en las fábricas, en los
talleres, en las empresas?

¿Dónde están los filósofos
que elaboraron la teoría de la miseria, los que,
después de Proudhon y Marx, seguidos por Simone Weil,
hicieron de la condición de los menesterosos y los obreros
un objeto filosófico políticamente tan digno como
la cuestión de los derechos humanos, el derecho de
injerencia o el fin de la historia?, pregunta Michel Onfray
(Política del rebelde-Tratado de la resistencia y la
insumisión).

¿Cómo sería, pues, una
cartografía infernal de la miseria, hoy? No una miseria
metafísica, transfigurada por la filosofía, que la
definiría como carencia o penuria existencial,
inadecuación entre el ser y el tener, antinomia total
entre la aspiración y la posesión, imposibilidad
absoluta de gastar causada por el confinamiento a una
economía de supervivencia simple y llana, sino la miseria
encarnada, la miseria sucia que tiene nombres: vagabundos y
desocupados, delincuentes y trabajadores provisorios, aprendices
y empleados, obreros y proletarios, la miseria que hace la calle
con las prostitutas, duerme bajo los puentes con los vagabundos y
en la cárcel con los presos, la que puebla las noches de
los que no tienen trabajo.

Paradójicamente, la calle es lo que le queda al
condenado cuando se le suprimió todo, incluso, a veces, es
un lujo increíble para los que solo tiene un cuerpo
exigente y doloroso, frágil e imperioso. Aun si tiene que
compartir esa monstruosa geografía con los perros
callejeros, las ratas hambrientas y los excrementos animales o la
basura desperdigada, el condenado muestra una vitalidad
excepcional, una valentía y una fuerza que dudosamente se
pueda encontrar entre los responsables de ese estado: los
cancerberos del capitalismo salvaje.

Desguarnecidos, empobrecidos, disminuidos, destruidos,
perseveran en su ser con una energía tanto más
admirable en cuanto se compara con el desprecio, que puede
sentirse por los que, lejos de las deyecciones del
"Leviatán", viven con él, de él, obtienen
sus favores acariciándolo, halagándolo,
celebrándolo: todos lo que no se rebelan contra ese estado
de hecho y esa miseria, a la circunscribieron llamándola
"coyuntural", asegurando que procede necesariamente de la crisis,
es decir, de un estado excepcional y pasajero, mientras que la
miseria es "estructural" y resulta del modo de reparto social, y
por lo tanto político, de los recursos y los bienes, las
riquezas y los valores.

¿Qué hicieron para merecer estas penas
infamantes? ¿Por qué se les niega hasta este punto
toda figura humana, toda dignidad? Por lo menos, para Dante
había que haber cometido pecados: lujuria o gula, avaricia
o ira, herejía o violencia, fraude, seducción,
adulación, simonía o tráfico, desfalco,
hipocresía, robo o perfidia. ¿Fueron ellos acaso
cismáticos, falsarios, alquimistas, falsificadores o
traidores? Ninguna de esas cosas, que sí son la mayor
parte del tiempo los responsables de su deterioro.
¿Entonces?

Entonces nada, ellos son simplemente los desechos del
"Leviatán", las deyecciones del cuerpo social que hace la
fiesta sin ellos, a pesar de ellos, gracias a ellos, contra
ellos. ¿Su pecado? No ser utilizados por la comunidad, ser
rechazados en todas partes por causa de inutilidad decretada.
Infrahombres deseados como tales por los mismos que, con
frecuencia, recitan los artículos de la Declaración
de los Derechos del Hombre o ridiculizan la excelencia de todas
las constituciones posibles e imaginables.

La falta de trabajo es sabiamente administrada por los
que tienen interés en esa escasez: los actores y
beneficiarios del capitalismo salvaje, a quienes les conviene
disponer de una reserva de mano de obra lista para aceptar
cualquier cosa, porque se encuentra en las zonas más
efervescentes y peligrosas de la pobreza. Los desocupados,
también los que viven del seguro del desempleo, engrosan
las filas improductivas en una lógica que hizo del trabajo
un valor absoluto, casi una ética.

Privados de seguridad, son requeridos según la
voluntad y las necesidades llamadas económicas o de
producción. Lejos de la apariencia de dignidad de los
contratos bilaterales, la precariedad de su condición
funciona en relación directa con los caprichos del
"Leviatán". En virtud de la religión
económica, que es el medio de su poder discrecional, el
animal social contrata, luego despide, ofrece un trabajo y luego
licencia, pero siempre explota a su antojo. Su ley se confunde
según sus necesidades, y estas envían a los hombres
a engrosar las colas de espera de las agencias de empleo o a
comprar diarios para buscar un pequeño aviso que se
descubre como una posibilidad de salvación, una promesa de
mejoría.

¿Quiénes son entonces los tiranos y los
esclavos? ¿Quién dirá que la sociedad
respeta sus propios deberes respecto de los individuos, para lo
que está especialmente constituida: la protección
de todos los ciudadanos y de todos los que, tácitamente,
han aceptado el principio del Contrato Social? ¿Qué
puede exigirse a los individuos, en materia de deberes, cuando la
sociedad, y junto con ella lo político, no honra ya en
absoluto el pacto, sobre todo en materia de seguridad, dignidad y
satisfacción de las necesidades elementales?

Son esclavos todos los que soportan el yugo de esas
sociedades y no tiene ninguna otra alternativa más que
someterse de buen grado o por la coacción a la autoridad
indiscutible de una presunta justicia que pone su policía,
sus magistrados y hasta su ejército al servicio de esa
vasta empresa de expoliación de los individuos, para
provecho de una maquinaria económica, social y
política, salvaje, furiosa y antófaga. Y son
tiranos sus administradores, los funcionarios, los recaudadores,
los brazos armados de esa lógica perversa.

¿Y por qué se instaló ese infierno
en la tierra? ¿Qué justifica el origen de esa
demonomanía cada vez más imaginativa, cada vez
más perversa y al mismo tiempo tolerada? Para asegurar su
dominación absoluta sobre los esclavos, impedirles toda
esperanza de salvación, hacerles temer un estado peor que
el que tienen si por ventura dejan de someterse, en cuerpo y
alma, a los dictados del "Leviatán" vendido a las leyes
del mercado y convencido por ellas.

Ese infierno representa lo que le espera a cualquiera
que rechace las reglas de juego de la economía
(falsamente) liberal. De ahí el éxito garantizado
de los que anuncian el "fin de la historia", apoyados en su
propaganda por los que piensan que nada puede cambiarse: hay que
transigir con el capitalismo planetario, mundial, universal y
aceptarlo en lo sucesivo.

De lo contrario, viene el infierno, la condena, la
miseria generalizada, lo peor para todos. De lo contrario, el
apocalipsis, el retorno del "gulag", el fascismo y las
dictaduras, la gran zambullida en la cloaca del mundo, la certeza
de ser los últimos desechos del mundo.

Los avaros miopes (egoístas y hedonistas) se han
"cargado" el sistema económico de los países
avanzados, se han "cargado" el estado de bienestar
europeo… ¿quieren además generar una
resistencia e insumisión social imposible de
soportar?

Transgredida toda lógica económica (empleo
estable, salario digno, seguridad social), incumplida toda
lógica moral (compasión, piedad, caridad
cristiana), contravenido el espíritu de supervivencia
(preservación de la especia, posibilidad salvaje de las
afinidades electivas), podemos inferir, aunque no se exprese tan
cínicamente, que la miseria, la pobreza, la
explotación, la servidumbre de los obreros, el estado de
decrepitud en que se encuentran los proletarios, la
pauperización, todo eso es necesario para la
producción, "in fine", de una obra armoniosa: la
economía de mercado y el capitalismo deben funcionar sin
trabas metafísicas, ontológicas, y por lo tanto
políticas.

Ante esta cartografía infernal de la miseria, tal
vez, los perturbados que anuncian el "fin de la historia",
deberían interesarse por el "retorno de la prehistoria",
en algunos casos.

¿De quién es la culpa? La respuesta obvia
sería que es de los empresarios y de los políticos,
es decir de la casta. Aunque en realidad, la principal "culpa" en
esta coyuntura es "nuestra", es decir, de los ciudadanos, porque
-a pesar de ser críticos- entregamos el control de la
economía y la resolución de nuestros problemas, a
los mismos que han causado la crisis y los problemas.
¿Cómo hemos podido caer tan bajo? Y
entonces…

¿Qué podríamos aportar? Un poco de
lucidez. Es decir: no persistir en el error.

Ante tanta indiferencia, mentira, desidia, relativismo,
corrupción, estafa, mendacidad, escándalo,
desolación, tactismo, cortoplacismo, banalidad,
inconsistencia… (podría seguir), "perdidos por
perdidos" ¿por qué no patear el tablero?
¿por qué no decir basta?

Propuesta preliminar (por algo hay que
empezar):

  • Rebelión del consumidor (utilizar los
    consumos como arma defensiva o boicot)

  • Rebelión del contribuyente (dejar de pagar
    impuestos y ahogar a la casta)

  • Rebelión cívica (exigir la
    recuperación del futuro para nuestros hijos y
    nietos)

Globalización, librecambio,
financierización, deslocalizaciones, y
descentralizaciones, son las instancias que hacen posible el
reparto desigual de la riqueza.

¿Qué beneficios encuentran el obrero, el
empleado, el desocupado, el asalariado precario, el vagabundo, en
las cifras monetarias expresadas de manera cibernética en
la memoria de una computadora?

Se le rinde culto a una pura creación artificial:
falsos dioses, construidos con los escollos del hombre
metamorfoseados en chucherías fulgurantes.

Toda alienación funciona sobre el mismo
principio. La miseria de los hombres ha permitido la
creación de la "santidad del dinero", la hizo
posible.

Tal vez este Sábado Santo (19/4/14) sea un
momento oportuno para reflexionar que "a veces hay que morir
para vivir
". Basta ya, de "ser los enanos los que tengan
que llevar sobre sus hombros a los gigantes".
Basta de
"amaneceres al olor del dinero".

Si triunfa la rebelión social, habremos
logrado una auténtica Pascua de
Resurrección
.

(En la Parte III – Informes de organismos
internacionales
, se presenta una selección de
párrafos, tablas y cuadros, vinculados con la desigualdad
de ingresos – Primer trimestre del año 2014)

 

 

Autor:

Ricardo Lomoro

 

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15
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