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Hititas: Su orígen y evolución



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Consideraciones preliminares
  3. Origen
    y antecedentes
  4. Evolución y
    desarrollo
  5. Conclusión
  6. Bibliografía

Introducción

El estudio de la historia antigua
está destinado a ser constantemente ampliado, renovado y
transformado, en especial por los datos nuevos que frecuentemente
aportan las investigaciones de las ciencias que lo nutren, como
la arqueología, antropología,
lingüística, filología, técnicas de
datación, epigrafía, y análisis comparativo,
entre otros más. Abordar las civilizaciones e imperios de
épocas remotas, no es una tarea fácil, requiere
fuentes fidedignas, referencias amplias y objetivas, datos
recientes, análisis críticos y comparativos entre
diversas ciencias, hasta el interés personal y la
imaginación que arrobe, emocione y motive a internarse en
la dimensión de culturas que viven en el tiempo y espacios
del pasado.

Objetivo :

La idea básica que guía estas
consideraciones es proporcionar una visión
sintética de la Civilización e Imperio Hitita, a
modo de introducción preparatoria que sea de utilidad al
interesado en emprender estudios de mayor profundidad, o en su
defecto, ser un trazado de líneas generales que permitan
apreciar esta gran Cultura.

Consideraciones
preliminares

Primeros documentos y
traducciones.

Las primeras fuentes importantes sobre los
hititas proceden de documentos egipcios, principalmente los de la
XIX Dinastía, y de pasajes de la Biblia. El primero de
estos pasajes, en los que a los hititas se les denomina "Hijos de
Heth", probablemente se refieran al periodo del Reino Hitita.
Aunque pasajes posteriores aluden a los siro-hititas. En 1906, en
unas excavaciones en Bogazköy, se descubrieron los archivos
reales de los hititas. Este descubrimiento suscita dudas acerca
de muchas evidencias egipcias. Por ejemplo, algunas contiendas
militares se mencionan como victorias para los hititas, mientras
que en los documentos egipcios, las mismas contiendas se
identifican como derrotas hititas, así en la época
imperial tenemos la batalla de Qades en el 1296 a.C. y
un tratado firmado entre Ramses II y Hattusili III datado en
1280 a.C.. El descubrimiento de los archivos fue particularmente
importante porque permitió a los eruditos descifrar la
lengua hitita, y además se revelaba información
sobre aspectos anteriormente desconocidos de esta cultura, como
su organización política, legislación,
religión y literatura. La mayoría de los textos
encontrados en los archivos estaban escritos en lengua hitita,
aunque los tratados y las cartas de Estado estaban escritos en
acadio, idioma internacional del periodo. Otros textos estaban
escritos en lengua hurrita del sureste de Anatolia y norte de
Mesopotamia, idioma no relacionado con ningún tronco
lingüístico conocido. Los hititas utilizaron el
sistema cuneiforme de escritura adoptado de los babilonios,
aunque también emplearon un sistema de jeroglíficos
para inscribir un idioma muy relacionado con el hitita,
probablemente un dialecto luvita. Aunque los jeroglíficos
se utilizaron durante el periodo del imperio, la mayoría
de las inscripciones pertenecen al periodo posterior a su
caída. La literatura de los hititas estaba muy
desarrollada, según muestran los documentos
históricos y las narraciones.

Situación
Geográfica:

El corazón del Imperio hitita
–llamado comúnmente País de Hatti–
estaba situado en el recodo del río Kizil Irmak
(Marrasantiya en lengua hitita), donde se hallaba la
capital Hattusa. Construida lenta y progresivamente a los
largo de cientos de años, encima de un rocoso promontorio
entre dos escarpados desfiladeros, y en sus últimas
edificaciones, circundada por muros dobles coronados de almenas
de madera y ladrillo con ventanas y torretas almenadas para los
arqueros. Era una ciudadela de roca totalmente infranqueable e
inexpugnable para cualquier enemigo o atacante, y durante su
apogeo en el siglo XIII a.C., Hattusa abarcó alrededor de
414 acres.  Fue un gran centro neurálgico que se
desarrolló en todo su esplendor alrededor del periodo
comprendido entre los años 1400 y 1200 a.C.  Situada
en el centro de Anatolia, la ciudad contaba con extensos bosques
y una gran extensión fértil, pero los ríos
de la zona no eran navegables, la ciudad estaba completamente
fortificada, rodeada por una doble muralla y reforzada por
torreones.  En 1986, la UNESCO declaró el enclave,
Patrimonio de la Humanidad. Se encuentra en la República
de Tuquía, la cual fue durante mil años el eje
principal del Imperio Bizantino y durante otros quinientos el
centro del Imperio Otomano, hoy forma parte del flanco sureste de
la alianza de la OTAN. Se compone de una parte europea llamada
Tracia oriental, y una asiática, la península de
Anatolia y la Armenia turca.

Origen y
antecedentes

Volviendo a la ciudad de Hattusa, en la actualidad, los restos
que se conservan dan muestra del esplendor de la
civilización hitita. La entrada mejor conservada es la
denominada Puerta de los Leones. Por otra parte, algunas
estimaciones refieren que el nombre de Hatti proviene de las
crónicas asirias que lo identificaban como el "País
de Hatti" (Chati), y por otra, los egipcios les denominaban
"Heta", que es la transcripción más común
del jeroglífico "Ht" (la escritura egipcia carecía
de vocales). Sin embargo, según las referencias
bíblicas, este término era el llamado "Hittim", que
Lutero traduciría al alemán como "Hethiter", los
ingleses lo convirtieron en "Hittites", mientras que los
franceses los denominaron primero "Héthéens" para
terminar llamándoles del mismo modo que los ingleses,
"Hittites". "Hititas" es el término general que se usa en
español, aunque también se ha usado el de "heteos",
pero es poco frecuente y ya no se usa. Las referencias en la
Biblia sobre los hititas las encontramos en Josué (3,10),
Génesis (15,19-21) y (23,3). Números (13,30) y
Libro II de los Reyes (7,6), así también, en el
libro 2 de Samuel, (11, 1-21), se hace referencia a Uría
el hitita, combatiente de los ejércitos del rey David, y
esposo de Betsabé. No obstante, se debe considerar
previamente a los Protohititas, en la época de las
colonias comerciales asirias (3.000-1.750 a.C.) donde Anatolia
alcanzó su punto culminante, en lo que a metalurgia se
refiere, durante la Edad de Bronce Superior. El mayor desarrollo
se observa en las últimas fases de esta época,
especialmente en el norte de Anatolia Central. Los mercaderes
asirios que vivían en el norte de Mesopotamia, entre los
años 2.000-1.750 a.C., formaron la primera red comercial,
y en este sentido estableciendo colonias en Anatolia. El centro
de este comercio era el "Karum-Kani?" de KüItepe en Kayseri.
Por otra parte, Anatolia, rica en minas de cobre, plata y oro,
era pobre en estaño, mineral necesario para la
aleación del bronce. Por ello los materiales
traídos por los mercaderes (estaño, telas y
perfumes) se convirtieron rápidamente en los productos
principales de este comercio. Ellos trajeron consigo la escritura
a Anatolia. Han sido descubiertas tablillas cuneiformes escritas
en asirio, que revelan parte de la historia, costumbres y lugares
de este pueblo. Su primera capital fue Kusara, pero se
trasladaron a Nesa y luego, como se ha dicho, a Hattusa, de donde
tomaron el nombre. Así, progresivamente los hititas se
instalaron en Anatolia hacia el año 2000 a.C. pero en
realidad eran un conglomerado de tribus con una herencia cultural
común; una de estas tribus, los nesitas, conquistó
la ciudad de Hattusa hacia el año 1700 a.C, pasando a ser
los hititas por antonomasia, al fundar desde dicho asentamiento
un gran imperio. Fueron uno de los pueblos que intentaron dominar
Mesopotamia. Por su posición dominaron las vías de
comunicación entre Oriente y Occidente, y por esto mismo
su cultura fue muy heterogénea, ya que había
asimilado elementos de todas las civilizaciones
limítrofes. Esto les permitió difundir la
metalurgia y en general, los avances tecnológicos y
novedades culturales. Aunque la teoría más
común sobre el origen de los hititas es que una serie de
tribus de habla indoeuropea emigraron desde Europa a Anatolia,
mezclándose con (o conquistando) a las civilizaciones
locales, para acabar formando una cultura común. Destaca
particularmente la posibilidad de que el origen de los elementos
indoeuropeos esté relacionado con la cultura de Kurgan
(del ruso Kourga, que describe las tumbas de la élite de
esta cultura), civilización del V milenio a. C., que con
toda probabilidad hablaba una lengua próxima al
indoeuropeo original, y se extendía por las llanuras entre
Dnieper y el Volga. Aunque los reyes hititas creían ser
descendientes de Anitta, caudillo del siglo XIX a.C en Asia
Menor. Sin embargo, algunos historiadores, como Collin Renfrew,
creen que los indoeuropeos llegaron a Anatolia por el este; y
aún otros especialistas sostienen que en realidad nunca
hubo una influencia cultural indoeuropea más allá
del idioma nesita, ya que existe una evidente continuidad entre
los primitivos asentamientos de Katalkuyuc y la
civilización posterior. En fin, las investigaciones y
análisis continúan, y bien podemos considerar la
historia de los hititas como la de este pueblo de la
Antigüedad asentado en la península de Anatolia.
Alrededor del siglo XVIII a. C. que fundaron un reino con capital
en Hattusa, donde este núcleo limitaba al norte con las
tribus kaskas, al sur con Kizzuwadna, al este con Mitanni y al
oeste con Arzawa. En el momento de máxima expansión
hitita, Kizzuwadna, Arzawa y una parte importante del territorio
gasga fueron incorporados al Imperio, que incluía,
además, una buena parte (o la totalidad) de Chipre y
diversos territorios en Siria, donde el reino hitita limitaba al
este con Asiria y al sur con Egipto. Con el tiempo, llegó
a convertirse en una de las grandes potencias de Oriente
Próximo, junto a Mitani, Egipto y Asiria, abarcando, en el
momento de su máxima expansión (siglo XIII a. C.),
prácticamente toda Anatolia y partes importantes de
Chipre, Siria y Mesopotamia. Los hititas desaparecieron
bruscamente de la historia durante la embestida de los pueblos
del mar, aproximadamente en el año 1200 a.C. y que
trataremos más adelante. No sin antes aclarar, los
problemas de la cronología.
Es decir, la cronología es la disciplina auxiliar de la
historia que se encarga de la datación de los hechos
históricos en términos absolutos . Para lograr esa
datación absoluta, o sea situar en nuestro calendario
datos acaecidos en el pasado y registrados bajo otros calendarios
. El problema radica en que los hititas en sus crónicas no
establecen una cronología de su historia, sino de cada uno
de sus reyes, por lo que para conocer la fecha de un hecho hitita
debe de relacionarse con una fecha conocida de la historia
mesopotamica o egipcia. Para establecer esos sincronismos tenemos
dos tipos de datos , por un lado los fenómenos
astronómicos y por el otro los hechos históricos
entre ambas culturas . De entre estos últimos tenemos
datadas fechas referente al Reino Antiguo la toma de Babilonia
por Mursili I datada en 1595 o 1535 a.C.; y referente a la
época imperial tenemos la batalla de Qades en el 1296 a.C.
y un tratado firmado entre Ramses II y Hattusili III datado en
1280 a.C. Tradicionalmente, la historia hitita se ha divido en
tres partes: el reino antiguo, donde los hititas edificaron un
poderoso reino; el reino medio, una etapa bastante oscura y con
cierta decadencia de la fortaleza hitita, y el reino nuevo, donde
los hititas alcanzan la categoría de imperio y su
máxima expansión. De esta manera, éstos son
los grandes periodos de la historia hitita, el llamado Reino
Antiguo (aprox. 1700-1500 a.C.) y el Reino Nuevo o Imperio Hitita
(apox. 1400-1180 a.C.), separados por un oscuro periodo de cien
años, a veces llamado Reino Medio.

Evolución y
desarrollo

El Reino Antiguo. (1680-1430
a.C.)

Las primeras noticias del estado Hitita se
inician con dos reyes, Khattushili I y Murshili I, cuya
época se sitúa alrededor del siglo XVII a.C.,
momento en que se llevó a cabo la unificación de
los reinos. El antecedente de este proceso fue protagonizado por
Anitta de Kushushara, cuyas acciones bélicas en
años anteriores habían culminado en la
destrucción de Khattusha y el traslado de la capital a
Nesha/Kanish. Será tras un nuevo proceso bélico
cuando Khattushili I traslade la capital a Khattusa y adopte su
nombre para el inicio de la dinastía. Si bien, el anterior
proceso de formación del estado antiguo hitita se basa en
noticias que aparecieron en textos poco fiables.
Tradicionalmente, se pensó que el reino empezó con
una pareja real formada por Labarna y Tawananna pero, en
realidad, tal y como luego se demostró, estos nombres son
los títulos que se aplicaban al rey y a la reina en
general. Su estructura social y política estaba regida por
el rey, luego venía una asamblea de nobles llamada Panku y
las aldeas eran controladas por un consejo de ancianos. Por
debajo de esta estructura de poder, se encontraban los
agricultores y los artesanos. En el último estrato de la
sociedad estaban los esclavos, los cuales tenían unas
condiciones de vida bastante dignas en comparación a otras
civilizaciones de la antigüedad. En este mismo sentido,
también es importante que este reino corresponde con las
fases iniciales del reino hattusa, del que poco se sabe si no
fuese por el rey Telebino que escribió 150 años
después del inicio de este periodo, donde menciona a tres
monarcas: Labarna I,Hattusil I y Mursil I. En este documento se
dice que el verdadero fundador del imperio hitita fue Labarna que
agrupó a las ciudades y los pueblos pequeños bajo
una autoridad central y ensancho las fronteras hacia el oeste y
hacia los mares Negro y Mediterráneo. Así, uno de
los textos más relevantes del Reino Antiguo es el llamado
Rescripto de Telipinu. En él hay un resumen, más o
menos legendario, de los orígenes del poder hitita.
"Antiguamente, Labarna, fue Gran Rey; y sus hijos, hermanos,
aliados por matrimonio, parientes y soldados estuvieron unidos.
El país era pequeño, pero doquiera llevaba la
batalla, subyugaba las tierras y las sometía e hizo del
mar su frontera. Y cuando regresó de la batalla dio a cada
hijo una parte del País, a Hupisna, a Tuwanuwa, a Nenassa,
a Landa, a Zallara, a Parsuhanda y a Lusna y gobernó el
País y en sus manos florecieron las grandes ciudades.
Después, fue rey Hatusil (…)" El
nombre Labarna se transformó, si es que no fue
eso ya en origen, en título de honor (como César en
Roma). En 1957 se halló una inscripción
bilingüe (hitita-acadia) del segundo rey, Hatusil
(Khattushilish), al que se llama Labarna en acadio y, en hitita,
"Rey de Hattusas" y "Hombre de Kussara", acaso porque la
dinastía fue oriunda de esta ciudad. Quizá la
traslación de la capital a Hattusas hizo que este segundo
Labarna cambiase el nombre por Hatusil.Las tierras conquistadas
mencionadas por Telipinu están todas al S. del río
Kizil (Halys), en lo que los hititas llamaron País
Inferior. Su hijo, Hattusil I pudo apoyarse en la base
política de Labarna, para ello lanzo campañas
militares sobre todo en el reino de Alepo y hurritas. Por otra
parte, estableció en Hattusas la capital de los Hititas
capital hasta el final del imperio, ya que en un testamento
repudió a su hijo, y nombró sucesor a Mursil. A
quien también nombra hijo adoptivo.Mursil I
estrechó los lazos que unían a las ciudades-estado
e incorporó éstos al reino Hitita, de tal modo que
puede ser considerado como el principal artificie de lo que
sería el imperio Arcaico o Reino Antiguo, además de
que expandió fronteras, conquistando Alepo, y de derrotar
a los hurritas. Estas victorias convirtieron al reino hitita en
una de las potencias de Oriente Próximo, hasta el punto de
que, una vez conquistada Alepo (1595 a.C.), Mursil
encabezó una expedición contra la ciudad de
Babilonia que tomó y saqueó. Una empresa más
sorprendente que efectiva. Lo que provocó la caída
de los amorreos. Sin bien, la crónica señalada, no
da detalles para el primer año de Hatusil que guerrea,
quizás, en Capadocia; en el segundo, Hatusil llega al
Tauro y norte de Siria, cerca de Karkemish. En esta
expansión, el principal rival de Hatti fue el reino de
Alepo. En el tercer año, combate contra Arzawa, un extenso
reino al SO de Anatolia, y los hurritas aprovechan para
anexionarse las conquistas del SE hitita, aunque Hatusil
reaccionó y las recuperó, en lo que se fueron los
dos siguientes años. Su sexto año de
campañas fue también contra los hurritas apoyados
por Alepo. Resultó malherido y volvió a Kussara, a
preparar la sucesión, de la que fueron descartados tres
hijos, por traición, lo que el rey llora en un texto
conservado en hitita cuneiforme. La sucesión recayó
en su nieto Mursil (Mushilish), que lo vengó,
derrotó a los hurritas y destruyó Alepo.
Llevó a cabo una fulminante incursión contra
Babilonia y, según Telipinu, la destruyó. Aunque
algunos historiadores recelan ante una expedición de casi
1.000 km. Pero los casitas, llegados a Mesopotamia por las mismas
vías que antes los hurritas, empezaban a debilitarla y no
es imposible que Mursil pactase con ellos. La expedición
ocurrió inmediatamente antes o después de la muerte
del último rey babilónico, Samsuditana, (1595),
año que pudo ser el de la muerte de Mursil, asesinado por
unos parientes. Le sucedió su cuñado Hantil
(Hantilish), bajo cuyo gobierno el reino estuvo a punto de
extinguirse. La conquista del País de Adana (Cilicia, la
zona litoral bajo el Tauro) por los hurritas supuso un fuerte
golpe para Hatti. Los hurritas la llamaron Kizzuwadna y
dificultaron desde allí la vía hitita a Siria, que
quedó circunscrita a los pasos del SE del Tauro. Telipinu
hubo de pactar con ellos para fijar con seguridad sus fronteras.
En el Rescripto, Telipinu informa de sus medidas de gobierno.
Preocupado por la inestabilidad de la corona, sujeta a las
querellas de la aristocracia, edictó una ley sucesoria
detallada que obliga a que las quejas contra el rey o sus hijos
no se resuelvan por la fuerza, sino legalmente, por denuncia ante
el pankus o asamblea general, ya mencionada y que algunos han
pretendido sea la típica asamblea indoeuropea de guerreros
y jerarcas de linaje, pero sobre la que no hay información
detallada. Más bien parece un órgano amplio y
general, al que, con el tiempo, acabarían
imponiéndose los aristócratas indoeuropeos. Por
otra parte, teniendo como capital Hattusas (Bogazköy), las
ciudades más importantes de los hititas son
Alacahöyük y Alisar. Es posible encontrar restos de los
hititas en todos los höyük existentes en Capadocia.
También y principalmente en esta zona, existen monumentos
hititas tallados en las rocas altas de las zonas de paso de
importancia estratégica, y siempre en las cercanías
de una fuente de agua. Es posible constatar los caminos que
atravesaban los reyes hititas para llegar a los países del
sur, gracias a estos documentos en la roca. Fraktin,
Tasçi e Imankulu son los nombres de los monumentos,
anteriormente citados y más importantes que se encuentran
en el sur del Monte Erciyes. Estos representan la
adoración y la ofrenda del rey hitita Hattusili III y la
reina Puduhepa a los dioses. Aunque la fuente utilizada para este
período, el edicto de Telipinun, de 1500 a.C.,
presenta al antiguo reino de Labarna como un modelo de concordia
política, cohesión y poderío, en realidad,
habría que imaginar la primera singladura del reino hitita
como un proceso de difícil y conflictiva confluencia hacia
la unidad política, con tensiones dinásticas que
permanecieron como un factor endémico de inestabilidad,
incluso hasta el final del imperio y, desde luego, tampoco hay
que olvidar que Anatolia central se encontraba fragmentada en
pequeños reinos independientes. De hecho algunos textos
encontrados del propio Khattushili, remiten a las enormes luchas
que establecieron él y sus antecesores contra el resto de
las ciudades. Sin bien no es posible determinar ni el orden ni el
cómo de las anexiones, sí se sabe el nombre de
estas importantes ciudades conquistadas, entre las que se
encuentran algunas como Khupishna, Tuwanuwa, Nenashsh, Landa,
Zallara, Purushkhanda y Lushna, principales rivales de Kushshara
y Khattusha en el proceso de formación del reino. Para
establecer su dominio, no siguieron únicamente las
vía bélica; en muchos casos, los emparentamientos
familiares por matrimonio consiguieron una unión, si bien
a costa de provocar conspiraciones dentro de la corte por parte
de las distintas facciones de poder.

Reino Medio :

Durante el siglo XVII a. C., el
reino había vivido su primera gran expansión con
Hattusil I, llegando a saquear en el siglo XVI a. C.
Babilonia bajo Mursil I. Sin embargo, tras Mursil I, hubo una
serie de reyes poco documentados, hasta que Telepinu intenta
restaurar la gloria del imperio mediante la codificación
de algunas leyes básicas. Sin embargo, tras Telepinu, el
reino hitita, ahora en etapa media, cae de nuevo en manos de las
intrigas dinásticas, sucediéndose, durante casi un
siglo, reyes de los que se sabe muy poco, mientras el reino de
Mitani aumentaba su poder. En el llamado Reino Medio, suele
tenerse a Telipinu como último rey del Reino Antiguo. Hubo
de abandonar las provincias sirias en manos hurritas;
éstos, a su vez, fueron derrotados por Egipto
(campaña de Tutmés III /1479-1426). Hacia el 1471
a.C., Hatti y Egipto mantenían relaciones mediante
tributos hititas a cambio de ayuda egipcia para restablecer sus
fronteras. Pero la ayuda egipcia no parece haber sido tan
poderosa como la presencia del nuevo estado de Mitanni, en el que
una nueva dinastía de aire indoeuropeo revivificó
la presencia hurrita en Siria y dominó Kizzuwadna de nuevo
(en tiempos de Amenhotep II, 1426-1400). El faraón
aceptó a Mitanni como fuerza regional hegemónica y
Tutmosis IV (1400-1390) casó con una hija de Artatama I de
Mitanni. Hatti quedó relegado a un papel irrelevante. Tras
este período de oscuridad se siguen una buena variedad de
dificultades dentro del reino Antiguo, si bien de este periodo
iniciado en el 1450 a.C. se caracteriza por la falta de
documentos y de datos veraces . Lo poco que se sabe es que fue un
periodo que tuvo fases de auténticas crisis como la toma
de Hattusa por parte de los gasgas . Aunque por otra parte,
en este mismo período también faltan textos asirios
y babilonios, y un poco proviene de Egipto. Se sabe que
allí en la primera mitad del siglo XVIII, una
invasión repentina, numerosa, y devastadora, procedente de
Canaán, había irrumpido en la región del
Delta. Refiriéndose a los Hicsos, llamados éstos,
después de Manetón, citado por el judío
Josefo, si bien rodeado de un profundo misterio, aunque tal vez
haya tenido el movimiento su punto de partida en el país
de Hurri. Cuando los príncipes de Tebas expulsaron a los
hicsos y dirigieron sus esfuerzos hacia la conquista de
Canaán, Hatti vuelve a entrar en escena y se dirige
nuevamente a Siria septentrional. Luego de destruir el
poderío mitanni, ocasiona el retroceso de los hurritas al
lago Van. Estos hechos los pone directamente en oposición
a Egipto, siendo las dos únicas potencias, aunque tratasen
como iguales suyos a los reinos de Assur y Babilonia,
éstos no desempeñan un papel de gran
relevancia.

Reino Nuevo:

El denominado Nuevo Reino Hitita fue
fundado hacia el 1450 a.C. Uno de sus miembros más
importantes, el príncipe real Subbiluliuma (que
reinó hacia 1380-1346 a.C.), usurpó el trono
durante un periodo de invasiones extranjeras. Después de
liberar su país y derrotar a su principal enemigo, el
reino de Mitanni al norte de Mesopotamia, condujo sus
ejércitos más allá de Siria. Allí sus
conquistas fueron sencillas por el debilitamiento del poder
egipcio durante el reinado del faraón Ajnatón,
también denominado Amenhotep IV (o Amenofis IV). De este
modo, el reino Hitita bajo Subbiluliuma se convirtió en un
gran imperio que rivalizó con el poder de Egipto,
Babilonia y Asiria. Tras la muerte de Subbiluliuma, los hititas
consiguieron mantener la mayor parte de su imperio, aunque
sólo mediante guerras continuas. Durante los siglos XV y
XIV a.C. sus posesiones se extendieron hacia el oeste, hasta el
mar Egeo, hacia el este hasta Armenia, hacia el sureste hasta
Mesopotamia superior, y hacia el sur Siria, hasta el actual
Líbano. No obstante, el Imperio Hitita (h. 1400-1180
a. C.) está en una fase en que la influencia hurrita es
visible en Hatti, quizá porque la dinastía reinante
fuera oriunda de Kizzuwadna, los hititas desarrollan una
fructífera política expansiva. Los reyes hititas
desde finales del s. XV (Tudhaliyas y Arnuwandas son sus nombres
predilectos) son grandes conquistadores. Tudhaliyas II
reconquista Arzawa y Assuwa (la Asia de los griegos) y se
alía con Kizzuwadna, que luego conquistará
también, para poder destruir Alepo y derrotar a Mitanni.
Por el norte, el acceso al Mar Negro se vio impedido por la
presencia de los kaska (kashku) de las montañas, que no
dejaron de hostigar a Hatti. Pero estos dominios eran
efímeros y Arnuwandas I, su hijo, se vio atacado por todos
los frentes e incluso, ardió su capital, Hatusas. Ya
luego, su hijo Tudhaliyas III procuró enderezar la
situación.El gran soberano hitita de la época es
Suppiluliumas I (Shuppiluliumash o Subbiluliuma ).
Fortificó Hattussa, de unas 120 ha, y se dispuso a la
guerra con Mitanni, su más fuerte enemigo. Tras
infructuosas tentativas, logró entrar en Mitanni por la
inusual ruta de Malatya y el alto Éufrates y tomó
la capital, Wassukkani (cerca de la actual Diyarbakir, cabecera
del r. Jabur). Las ciudades del norte de Siria le ofrecieron
sumisión, sobre todo tras la inútil resistencia de
Kadesh, y los hititas llegaron cerca de Damasco. Eran los tiempos
de Amenofis IV (el hereje Akenatón) y Egipto no se opuso a
la nueva situación. Bajo dominio hitita quedó el
territorio Sirio del norte., incluyendo Líbano e
importantes ciudades como Alepo y Alalaj.Suppiluliuma dejó
a uno de sus hijos, Telipinu (no confundir con el rey
homónimo) como regente de esos territorios. La derrotada
Mitanni, ahora regida por Artatama, se volvió hacia
Asiria. Suppiluliuma concluyó la conquista de Siria,
tomó Karkemish, donde entronizó a su segundo hijo,
Piyasilis (Shar Kushukh) al igual que a Telipinu en Alepo. Le
quedaba tomar la vieja capital mitania, Wassukkani, lo que hizo,
coronando como rey vasallo a un hijo del asesinado Tushratta, que
quedó como jefe de un estado-tampón frente a
Asiria. La prueba del poderío del Gran Rey de Hatti la
suministra el hecho de que la corte egipcia le pidió a uno
de sus hijos como marido para la reina de Egipto (quizás
Anjesenpaatón, viuda de Tutankamón; o
Meritatón, hija de Akenatón y viuda de su sucesor
Smenja-Re) partió el hitita para la boda, pero fue
asesinado antes de llegar, acaso por orden del sacerdote Ay, que
aspiraba al trono y se hizo con él. Al poco, Suppiluliuma
murió de peste y su primogénito, Arnuwandas II, le
siguió después. El trono quedó en manos del
joven Mursil II, su hermano, que perdió el control de
Wassukkani a manos de Asurubalit I (1354-1318), el cual
llevó sus fronteras al Éufrates. Karkemish y Alepo
permanecieron fieles, pero Arzawa y los territorios
aledaños se sublevaron, lo que exigió una guerra de
dos años. Tampoco cejaron en su presión
norteña los peligrosos gasga (kaska), que exigieron
campañas casi cada año y debilitaron la fidelidad
de los territorios anatolios del NE. Murió Piyasilis de
Karkemish, y Siria se alzó, con ayuda de Asiria y Egipto,
pero Mursil II pudo restablecer su dominio. No son seguras las
fechas del reinado de Mursil II (1345-1317 ?). Su sucesor
Muwatallis heredó un Imperio todavía
sólido.El Egipto de la XIX Dinastía renovó
su control sobre Canaán (Seti I, 1290-1279), relajado
durante la fase amarniense (Ajenatón) y llegó hasta
Kadesh, en el Orontes. Ramsés II atacó allí
a Muwatallis en 1275. El faraón salvó la vida por
poco en una batalla "internacional" (se menciona a los
dárdanos -citados en la Ilíada– y a los filisteos)
cuya descripción tácita es la primera conocida,
según un texto egipcio. La batalla de Kadesh. La Batalla
de Kadesh fue la última contienda a gran escala entre
egipcios e hititas, pueblos que ya no volverían a invadir
cada uno la esfera de influencia del otro. Es también la
primera batalla en la Historia Universal que está
documentada hasta el punto que es posible reconstruirla etapa por
etapa, incluyendo la estrategia militar y el armamento empleado
en la misma.  La batalla no fue decisiva y Muwatallis,
más cerca de sus bases que el faraón, llegó
hasta Damasco y trasladó su capital desde Hattussa a
Dattassa, en el Tauro, encomendando la gobernación
anatolia a su hermano Hattusil (III), que finalmente se
proclamó rey tras vencer, en una disputa de siete
años, a su sobrino Mursil III (Uri Teshub), hijo de
Muwattalis, que se exilió a Siria (1226 a.C.), desde donde
conspiró con los casitas de Babilonia. Quizás el
miedo por Asiria llevó a la paz a Hattusil y Ramsés
hasta realizar un tratado (1259 a.C.) que se conoce en sus dos
versiones. En 1246 una hija de Hattusil y Puduhepa, la activa
reina hitita, casaba con el faraón. Hattusil y Puduhepa
modernizaron la antigua capital, Hattusas, los archivos y la
legislación. Sus textos dan cuenta de las actividades en
diversos distritos y principados del Imperio y en territorios
lejanos como Lukka (Licia) y Millawanda (probablemente, Mileto)
de los ahhiyawa (Àaqueos homéricos?). A la muerte
de Hattusil, su hijo Tudhaliyas IV (1240-1210) siguió la
obra reformadora bajo la tutela de Puduhepa. En esta fase se
esculpirían los grandes relieves de Yazilikaya, cerca de
Hattusas, con el panteón hurrita. Tudhaliyas IV no pudo
oponerse con éxito a los avances de Tukulti Ninurta I de
Asiria (1233-1197), que propició rebeliones en Siria
(Ugarit). Apenas se sabe nada de los dos reyes siguientes,
Arnuwandas III y Suppiluliumas II: hay noticias sueltas, como la
de una expedición a Chipre; pero en esas fechas ya
debía de haber empezado la invasión frigia de
Anatolia que sumiría con el paso del tiempo al territorio
nuclear de Hatti en una oscuridad casi absoluta. Si bien, durante
la segunda mitad del siglo XIV a.C., los hititas mantuvieron
continuos conflictos con Egipto. Estos dos grandes poderes
lucharon para controlar Siria hasta la batalla de Kadesh (c.
1296) como ya hemos dicho, entre el rey hitita Muwatalli (
reinó hacia 1315-1296 a.C.) y el faraón egipcio
Ramsés II, y ya cuando el imperio egipcio logró
superar la depresión sufrida durante el reinado del
faraón Tutankamón. Ramsés quería
reconquistar los territorios perdidos en aquellas épocas
de confusión al este del mediterráneo, pero sus
huestes sufrieron hacia el 1300 una tremenda derrota en la gran
batalla de Kadesh contra el ejercito Hitita, que fue ocultada por
los egipcios, pero ahora sabemos gracias a tablillas encontradas
en Hattusa que en realidad los hititas ganaron la batalla, luego
de la muerte del rey hitita Muwatalli, su sucesor Hattusil III
(que reinó hacia 1289-1265 a.C.) firmó un tratado
de paz con Ramsés II años después, y lo
selló dándole a su hija en matrimonio. Durante el
reinado de Hattusil III, debieron afrontar ataques por parte de
los asirios, gobernados por Salmanasar I. Posteriormente, las
relaciones entre hititas y egipcios siguieron siendo amistosas,
hasta que el Imperio hitita cayó poco después del
1200 a.C. en manos de los invasores denominados pueblos del mar.
Y donde bien pudieron estar incluidos los gasgas (kaskas) por una
parte, y el movimiento étnico de la gran migración
egea por otra, cuando ocurre la ruina de Troya en la Costa del
Mar Egeo. A ello le sigue el denominado período
tardío de los reinos hititas en el centro y sureste de
Anatolia. En la zona de Capadocia el reino hitita tardío
forma el llamado reino de Tabal, que incluye las ciudades de
Kayseri, Nigde y Nevsehir. De este período destacan los
monumentos en la roca con escritos jeroglíficos de los
hititas en los pueblos de Gülsehir-Sivasa,
(Gökçetoprak), Acigöl-Topada y
Hacibektas-Karaburna. Sin embargo, el final estaba en curso, y
los frigios se instalan en la meseta y extienden su poder hasta
las Puertas Cilicias al sur, y hasta Heuyuk al norte de Hattussa.
Los gasgas ya estaban en las montañas, al este, y
Teglatfalasar I, los encuentra allí a fines del siglo XII.
No obstante, el Imperio Hitita desaparece como tal, y a la
caída del imperio siguieron la confusión y los
conflictos. Posteriormente, una serie de ciudades-estado hititas
surgieron al sureste de Anatolia y norte de Siria, la más
famosa de ellas fue Karkemish. Estos estados estaban poblados por
un grupo étnico mixto denominado siro-hitita, compuesto
principalmente de hititas, de pueblos del antiguo Imperio Hitita
y de los primeros habitantes de ambas zonas. Los gobernantes
siro-hititas utilizaban el idioma luvita escrito en
jeroglíficos. Algunas de estas ciudades estado fueron
conquistadas en el siglo X a.C. por los arameos; el resto se
convirtieron en provincias del Imperio Asirio bajo Sargón
II, hacia el 715 a.C. Incluso después de que los asirios
conquistaran toda Siria, aún la denominaban Hatti. El
final del Imperio hitita y el origen de estos estados representa
una etapa oscura en las fuentes que se manejan, etapa cuya
cronología se sitúa entre el 1200 y el 1000 a.C., y
en la que el hecho más significativo fue la
destrucción de la hasta entonces capital del Imperio
hitita, Khattusha. La prestada costumbre hitita de deificar a sus
monarcas tendía al poco tiempo para arraigarse en la
cultura popular, ya que Shuppiluliuma I, el hijo de Tudhaliya,
estaba destinado a ser el último gran rey hitita.
Alrededor de 1200 a.C. los escribas de Hattusa cayeron en
silencio y toda la región de Hatti se lanzo a una
oscuridad catastrófica de la que jamás
emergería. Los signos del cataclismo están escritos
con claridad en las ruinas de Boghazkoy, por doquier yacen
grandes fragmentos de albañilería rota y restos
calcinados, testamento de la furia de los misteriosos
antagonistas que se abrieron paso a la fuerza por Hattusa,
incendiándola. La intensidad de la
conflagración que provocaron todavía se puede leer
en las huellas de fuego que ennegrecieron el interior de las
murallas de la ciudad. No quedó de pie ni un solo
edificio. Si bien, posteriormente fueron considerados hititas por
los asirios unos pequeños estados en Alta Siria, desde
Maldija hasta Kargamis, que se mantienen alrededor de quinientos
años, hasta su ruina definitiva a manos de Sargón
II de Asiria casi al terminar el siglo VIII.

Conclusión

El origen y evolución de una
Civilización hasta la etapa imperial puede ser estudiada y
descrita, si se cuenta con las evidencias y restos materiales que
permitan su interpretación adecuada, incluso seguida hasta
su desaparición, aunque siempre tendrá
inconvenientes según los medios y el tiempo en que se
lleven a cabo las investigaciones. Y tomando las múltiples
variables que pueden ser consideradas, las correlaciones y
comparaciones, los resultados serán con frecuencia
sorprendentes.

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