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Introducción a la metodología de la investigación social




Enviado por Pablo Turmero



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    I.- INTRODUCCIÓN A LA METODOLOGÍA DE LA INVESTIGACIÓN SOCIAL
    I. CUESTIONES GENERALES DE MÉTODO: FORMAS DE CONOCIMIENTO. CONOCIMIENTO CIENTÍFICO. CIENCIA Y TEORÍA.
    II. LA CUESTION DEL ENFOQUE: PERSPECTIVAS ANALÍTICAS DE LOS FENÓMENOS SOCIALES
    III. LAS POSICIONES TRADICIONALES Y ORTODOXAS.
    IV. LAS APORTACIONES DEL MARXISMO.
    V. LAS POSICIONES DE LA DOCTRINA ANGLOSAJONA
    1, TEORÍA NORMATIVA
    2, INSTITUCIONALISMO Y NUEVO INSTITUCIONALISMO
    3, CONDUCTISMO
    4, LA TEORÍA DE LA ELECCIÓN RACIONAL
    5, FEMINISMO
    6, LA TEORÍA DEL DISCURSO POLÍTICO
    7, LA TEORÍA DE AGENCIA
    VI. SOBRE LOS METODOS GENERALES Y LAS TECNICAS DE ANALISIS
    VII. LAS EXIGENCIAS PLURALES DE LA INVESTIGACIÓN Y LA NECESARIA INTEGRACIÓN DE PERSPECTIVAS

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    I.- CUESTIONES GENERALES DE MÉTODO: FORMAS DE CONOCIMIENTO. CONOCIMIENTO CIENTÍFICO. CIENCIA Y TEORÍA.
    I.1.- CONOCIMIENTO Y CIENCIA. POSICIONES ONTOLÓGICAS. PROCESOS Y CORRIENTES. SENTIDO COMÚN, OBSERVACIÓN Y CIENCIA EMPÍRICA.
    I.2..- EL DISCURSO COMÚN U ORDINARIO.
    I.3.- CONCEPTOS Y ESQUEMAS CONCEPTUALES.
    I.4.- METAFÍSICA, EPISTEMOLOGÍA Y LÓGICA.
    I.5.- PARADIGMA, ENFOQUE Y TEORÍA.
    I.6.- INDUCCIÓN Y DEDUCCIÓN.
    I.7.- LEYES Y TEORÍAS.
    I.1.- Conocimiento y Ciencia. Posiciones ontológicas. Procesos y corrientes

    La producción del conocimiento, en términos generales, requiere la interacción de tres elementos básicos:

    El sujeto cognoscente El objeto de conocimiento El proceso cognoscente

    El Sujeto busca o se ve compelido a saber o conocer al entrar en contacto con los diversos fenómenos de la realidad, de entre los cuales, escogerá o se orientara a través de sus sentidos hacia un o unos objeto u objetos de conocimiento. Las percepciones que resulten de estas experiencias serán procesadas mentalmente y, al razonarlas, permitirán formar imágenes conceptuales que son abstracciones de la realidad. El proceso concluye al confrontar las propias ideas y experiencias con la realidad objetiva y obtener conclusiones y resultados.
    El proceso mental es subjetivo, porque no puede verse, sentirse, tocarse, olerse, oírse ni manipularse. tanto el sujeto como el objeto son influidos en el proceso de conocimiento
    Posición materialista: la materia es infinita y eterna; la existencia y sus manifestaciones, el sujeto y sus ideas son así mismo materia; el conocimiento es objetivo y los objetos de conocimiento existen con independencia de la razón o de las ideas del sujeto, su ser es ajeno a que sean o no conocidos por el sujeto cognoscente.
    Posición idealista: el objeto de conocimiento es estructurado por las ideas del sujeto y no existe sin ellas; lo primario es la conciencia cognoscente del sujeto, que recrea el objeto a través de sus abstracciones. El objeto de conocimiento existe a partir de que el sujeto le da vida.

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    Por su carácter, las principales corrientes en la obtención del conocimiento científico serían las empíricas y las científicas:
    El conocimiento empírico se desprende de la experiencia y opera a través de los sentidos. Es el conocimiento que permite al ser humano interactuar con su ambiente; es generacional, sin un razonamiento elaborado ni una crítica al procedimiento de obtención ni a las fuentes de información. Los conceptos empíricos son imprecisos e inciertos, se producen por ideas preconcebidas, tienden a aceptar explicaciones metafísicas y son dogmáticos.

    El conocimiento empírico se convierte en conocimiento científico cuando es capaz de extraer de la realidad experiencia y conclusiones ciertas y regulares utilizando métodos y herramientas precisas e integrándose en un sistema de conceptos, teorías y leyes. El conocimiento científico rebasa los hechos empíricos, admite generalizaciones y es susceptible de elaborar pronósticos, resiste la confrontación con la realidad, descarta explicaciones metafísicas, y utiliza fuentes primarias.

    Por la forma en la que se interpretan las informaciones de la realidad en un contexto científico, cabe apreciar cuatro corrientes generales: Positivismo y neopositivismo, Hermenéutica, Dialéctica, y Racionalismo crítico.

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    Positivismo y neopositivismo. (Bacon, Locke, Newton, Lavoisier, Saint-Simon, Compte, Russell y Nagel, entre otros. El principio fundamental del positivismo y del neopositivismo afirma que no existe conocimiento que no provenga de la percepción. La importancia se da al rigor en las técnicas para obtener el conocimiento; se insiste en la cuantificación, y se afirma la unidad de la ciencia, es decir, la semejanza de todas las ciencias del hombre. El positivismo concibe al conocimiento como separado de la acción, a la ciencia como "neutra". El científico debe desprenderse de sus conceptos e ideas, de la influencia del ambiente.
    Hermenéutica. (Historicismo y fenomenología; Dilthey y Weber). El planteamiento fundamental de la hermenéutica es opuesto al positivismo. Afirma que no existe un lenguaje observacional puro; todo lenguaje y todo conocimiento es interpretación. Lo esencial es la teorización, el interés en datos cualitativos, el rechazo a lo cuantitativo, el manejo crítico del lenguaje y la diferenciación entre las ciencias naturales y las sociales. La hermenéutica y la dialéctica coinciden en su oposición al positivismo clásico. En el positivismo, los científicos hacen ciencia "neutra"; en la hermenéutica, la ciencia se supedita a la práctica social, de acuerdo con las determinantes ambientales, En una, es el conocimiento por el conocimiento; en otra, es el conocimiento para la acción.
    Dialéctica. Desarrollada cono parte esencial de la doctrina marxista, pone todo su énfasis en la realidad como una "totalidad", de la que no puede aislarse ningún elemento sin que deje de tener sentido. Rechaza el análisis cuantitativo. En la práctica, las actividades científicas no se disocian de las posiciones de los científicos, las cuales influyen de manera decisiva en el conocimiento.
    Supuestos de la dialéctica
    La realidad existe independientemente y con anterioridad al ser humano. No ha sido creada por ningún espíritu universal.
    La realidad es cognoscible.
    Los procesos y los objetos están relacionados y son interdependientes.
    Todos los conocimientos son verdades relativas.
    La realidad está en continuo cambio, movimiento y transformación.
    La realidad se presenta a diversos grados y niveles.
    La práctica es el criterio de verdad del conocimiento.
    Racionalismo crítico. (Karl L. Popper) Constituye una postura intermedia entre el positivismo y la hermenéutica donde el conocimiento es la interpretación de las experiencias. Pone énfasis en lo cuali-cuantitativo, y subraya la importancia de las técnicas para obtener datos. Describe una relación entre las ciencias naturales y las sociales. La corriente del racionalismo crítico pretende establecer un equilibrio entre el conocimiento y la acción, y critica a la dialéctica por su "alto grado de confusión en cuanto a la teoría para la acción". La ciencia tiene criterios propios diferentes e independientes de las condicionantes ambientales. Acepta el valor del conocimiento empírico en la construcción del conocimiento científico.

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    Sentido común, observación y ciencia empírica.

    Gran parte de nuestro conocimiento es saber práctico, y se refiere a cómo hay que hacer las cosas de cada día, cómo se alcanzan objetivos y cómo hay que actuar en las situaciones corrientes. Este conocimiento, que llamamos “de sentido común” es común porque es de esperar que cualquiera lo posea, y constituye por tanto un cuerpo de verdades familiares que apenas se articulan con vistas a la reflexión crítica por lo frecuentes que son, y por lo bien atrincheradas que se encuentran en el comportamiento cotidiano y en el lenguaje práctico. Se refiere, por tanto, a cómo hacemos las cosas de cada día; son “verdades” obvias, que se dan por sentadas y sobre ellas no se reflexiona; se encuentran incorporadas en el lenguaje ordinario de las personas como dichos proverbiales en los remedios populares, etc…..

    Lo característico del conocimiento de sentido común es que no es ni explícitamente sistemático ni crítico; es decir, ni cualquiera de sus partes atañe a todas las demás, ni existe intento consciente alguno por considerarlo como cuerpo consistente de verdades. Y, sin embargo, es a grandes rasgos completo y se encuentra listo para su utilización inmediata, como corresponde a la propiedad común de una cultura, porque se refiere a lo que todo el mundo debiera saber de las actividades corrientes y básicas de la vida cotidiana y, en consecuencia, proporciona previsiones seguras en materia de actividad humana y previene contra sorpresas que no se esperaban. Así, el conocimiento de sentido común cumple funciones importantes posibilitando el trabajo ordinario y la vida social.

    Obviamente, el sentido común no es invariable ni universal, pues cambia según los entornos y los periodos históricos; es decir, cambia según la cultura de una sociedad. Uno de los juegos favoritos de la antropología comparada consiste en intentar establecer, o establecer que no existen, rasgos comunes omnipresentes en sociedades muy dispares, y especular acerca de lo que se denomina “universales de la naturaleza humana.

    De esta forma, los “universalistas” sostienen que se encuentran tales rasgos comunes en sociedades muy diversas. Los “relativistas”, por el contrario, se complacen en desbaratar tales pretensiones de universalidad descubriendo excepciones y casos en contrario. Pero hay actitudes y creencias de sentido común a bajo nivel que sí parecen prevalecer o que, al menos, producen a primera vista la impresión de hacerlo.

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    En defensa del sentido común cabe decir que se forma lenta y cuidadosamente, que se ensaya de modo eficaz en áreas de la más amplia experiencia común, que su núcleo ha estado formándose durante largo tiempo y que constituye la condición de sociabilidad y de la vida práctica de la comunidad. Sin embargo, no es científico por no ser objeto de crítica consciente y reflexiva: es más próximo al hábito que al pensamiento consciente y es, además, con frecuencia erróneo (incluso en situaciones prácticas), falso con respecto a cosas que se dan por supuestas, y demasiado vago como para resultar adecuado como guía para la acción en situaciones especiales y nuevas. Se ha caracterizado al sentido común como “acrítico” por su propia naturaleza, y es aquí donde el sentido común se separa del pensamiento científico y del análisis filosófico, que son críticos por naturaleza.
    El sentido común puede dar una regla o guía para la acción, pero deja sin precisar el método para aplicarla: depende para ello del “buen sentido” o del “juicio acertado”. Se dice que depende de la “experiencia”, de haber llegado a conocer, o a reconocer, tal juicio en la práctica. El método de sentido común que permite asegurar que se procede con buen sentido consiste en señalar un modelo y exigir su imitación, y se dice por eso que gran parte de nuestra educación en lo referente al juicio procede del buen ejemplo. La instrucción es: “Hazlo así”, y la contestación a la pregunta inoportuna en cuanto a “¿Por qué?”, es “Porque así es como se hace”.
    La diferencia más importante entre ciencia y sentido común reside en que la proposición científica es explícita y refutable y en que la ciencia intenta ser consciente y deliberadamente crítica como cosa natural. La condición para que haya crítica es, como poco, que el objeto de la misma se articule, de modo muy claro, como objeto de reflexión consciente y deje de ser tácito.
    Por ciencia entendemos el uso de métodos sistemáticos de investigación, pensamiento teórico y examen lógico de argumentos para desarrollar un cuerpo de conocimiento sobre un objeto particular. El trabajo científico depende de una mezcla de pensamiento innovador y creativo, y de la disposición y el control cuidadoso de la evidencia para apoyar o desechar hipótesis y teorías. La información y las ideas acumuladas durante el estudio y el debate científicos son siempre, hasta un cierto punto, tentativas, en el sentido de que están abiertas a la revisión.
    Pero la investigación científica no consiste simplemente en recopilar hechos, ni la ciencia es un montón de ellos acumulados; en la medida en que ésta última es racional y crítica, es un intento de ordenar los hechos observados, de representarlos de una forma coherente y sistemática dentro de la articulada estructura de cierto lenguaje; por lo tanto, una gran parte de la ciencia comienza allí donde la observación deja de actuar. La observación no proporciona nunca a la mujer o al hombre de ciencia unos datos pasivos, sino que por el contrario le obliga a hacer inferencias, a razonar, y a ese recortar, reajustar y acoplar que caracterizan su empresa como sistemática y racional: esa ciencia racional no trata simplemente de “tener conocimiento de los hechos” sino de razonar a partir de ellos, pero también de razonar en dirección a ellos.
    Kerlinger: "La investigación científica es sistemática, controlada, empírica y crítica, de proposiciones hipotéticas sobre las relaciones supuestas entre fenómenos naturales[ … ]: sistemática y controlada para tener confianza crítica en los resultados[ … ]; empírica, al depositar su confianza en una prueba ajena a él".

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    I.2.- El discurso común u ordinario, que podemos concebir, en última instancia, como opinión sobre la Política, pesa notablemente sobre nuestro campo teórico. En efecto, si bien este discurso no se aplica al conocimiento científico de la política, por cuanto sólo constituye un conjunto de manifestaciones ideológicas o emotivas, no cabe despreciarlo a priori, ya que encierra unos contenidos simbólicos sumamente interesantes (*).
    Frente a la compleja realidad de la existencia humana y del mundo circundante, todos los sujetos precisan de ciertos esquemas conceptuales que les permitan aprehender suficientes elementos de la realidad para hacer más comprensible el mundo y la propia existencia. De ahí que, mediante los procesos de socialización y de aprendizaje, se llegue a participar de una cosmovisión, de un enfoque ideológico que, en sentido relativo, tanto hace cognoscible y explica la realidad, como precondiciona su valoración (**).
    * "El pensar humano es ideológico y todo análisis de interpretación presenta una cierta carga ideológica". Amendola, G. "Método sociológico e ideología". A. Redondo Ed. Barcelona, 1973.
    ** Debemos destacar, no obstante, que la ideología no ha de confundirse con la concepción del mundo. Mientras que esta última no es un sistema, puede ser tanto individual como colectiva, pero la ideología nunca es individual. A la ideología se adhiere el individuo, y presenta una coherencia estricta en sus elementos. Lo esencial de la ideología es que constituye un sistema de ideas que no son pensadas individualmente. Son comprendidas o expuestas, pero no pensadas. La ideología implica un programa de acción y, a la vez, la justificación de este programa. Por tanto, no tiene sentido más que en su vinculación con actitudes y comportamientos; en último término, con la acción colectiva. Weidle, W. et. alt. "Las ideologías y sus aplicaciones en el siglo XX". Instituto de Estudios Políticos. Madrid, 1962. Lenk, K. "El concepto de ideología". Amorrortu. Buenos Aires, 1974. Needler, M.C. "Identity, interest and ideology". Praeger. Westport, CT, 1996.

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    En este sentido, insistiremos en el notable peso que ejerce la opinión sobre la política. Y ello porque, de acuerdo con Sartori, tanto en su dimensión lógico-reflexiva, que intenta razonar y convencer a efectos de fijar significados ideológicos, como en la dimensión irreflexiva-emotiva, que sólo implica la motivación inmediata y la inducción de actitudes reactivas, el discurso ordinario ocupa un espacio semántico importante en lo relativo a la construcción conceptual que no por ser de uso común deja de tener menos trascendencia (*).
    La Ciencia Política, como sistema de conocimiento de lo político, como epistemología de la política, dotada de pretensiones empíricas, trata de comprender racionalmente la realidad política y sus procesos de cambio, lo que implica llegar a aprehender y poder explicar lo que sucede por el análisis de lo sucedido, considerando siempre que dependemos en este proceso gnoseológico de dos variables: a) de la información a la que se accede, y b) del pluralismo metodológico inherente a toda interpretación racional.
    Creemos que Schmeil completa la aportación de Sartori al reflexionar sobre los problemas que plantea el análisis político en función del carácter de las fuentes inmediatas de conocimiento, que vendrían determinadas por:
    a) Una información parcial que presenta múltiples lagunas, lo que dificulta la percepción de la realidad al manifestarse de forma fragmentada y sobresaturada.
    b) La percepción de un sentimiento general de incoherencia, que se manifiesta en estados de ánimo compartidos por ciertos sectores sociales propensos a encontrar ilógico el mundo inmediato que habitan, reputando además de poco fiable la información que reciben, ya que la perciben bien como un discurso ajeno e incoherente, o bien como un sistema ininteligible de contradicciones, apreciables en los actos de las élites políticas, en los programas de los partidos y en las producciones del Gobierno.
    c) La ausencia de valores morales ciertos y fiables en la acción política, lo que se deduce de la percepción de situaciones de privilegio, de la mitología de la corrupción y de la ineficiente o no satisfactoria administración del gasto público.
    * Para un análisis más extenso de las implicaciones que llega a tener sobre la política el discurso común y su objetivación material como opinión pública véase Adorno, T.W. "La ideología como lenguaje". Taurus. Madrid, 1971. También son fundamentales las aportaciones de Habermas, J. "Conciencia moral y acción comunicativa", Península. Barcelona, 1965, así como las reflexiones que este autor expresa en "Thèorie et practique". Payot. París, 1975, en cuya página 101 (Vol. I) dice: "El tránsito de la teoría a la práctica, iniciado por Hobbes, se materializa en el término "opinión pública", concepto que fuera definido con precisión, por primera vez, en los círculos fisiocráticos. La opinión pública se muestra como la instrucción que se adquiere sobre los fundamentos del orden social por medio de la reflexión común y pública, alimentada por los filósofos-representantes de la nueva ciencia. Resume las leyes naturales en forma de certidumbre práctica de los ciudadanos activos; no reina, pero el Príncipe Ilustrado deberá seguir sus enseñanzas". Véase también Berger, P. L. & Luckmann, T. "The social construction of reality". Doubleday. Londres, 1976, y Dryzek, J.S. "Discursive Democracy. Politics, Policy, and Political Science". Cambridge. University Press, 1990. Sartori, G. "La Política, lógica e metodo in Scienze Sociali". SugarCo Ed. Milán, 1979. Schmeil, Y. "La Science politique". Armand-Colin. París, 1994.

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    I.3.- Conceptos y esquemas conceptuales.
    Un elemento crucial de la ciencia son los conceptos que se pueden definir como “construcciones mentales que representan, de una forma esquemática o simplificada, una parte de la realidad”.
    Por exponerlo sencillamente: el concepto de “silla” es lo que entendemos por silla. Así , la silla que está frente a nosotros no es en sí misma el concepto de silla. La silla que está frente a nosotros es un objeto físico que tiene cuatro patas y se usa para sentarse. El concepto “silla” es lo que entendemos que esta palabra quiere decir, en virtud de lo cual la empleamos para referirnos a objetos físicos, como la silla que está frente a nosotros. Este sentido del significado de una palabra es, por tanto, distinto del objeto real al que la expresión denomina o describe. Pero es en virtud de que comprendemos que una expresión tal (como silla) significa esto o aquello por lo que convendríamos en si algo es una silla o no lo es.
    El desarrollo y evolución de nuestro pensamiento es, por tanto, un proceso de formación de conceptos y de elaboración de estructuras más o menos sistemáticas dentro de las cuales estos conceptos se relacionan entre sí. Pero una vez que articulamos dichos conceptos podemos estudiar estos significados y sus relaciones por sí mismos; es decir, podemos reflexionar críticamente acerca de nuestra comprensión y estudiar no sólo aquello a lo que nuestros conceptos se refieren, sino los propios conceptos. De este modo podemos empezar a analizar la relación entre nuestra concepción corriente de las cosas, de acuerdo con el sentido común, y el entendimiento científico
    Nuestros conceptos corrientes parecen ser, a primera vista, bastante concretos y prácticos. Quizá sea difícil aislarse y hacerse críticamente consciente de los conceptos más corrientes, porque los damos por sentados: que yo era más pequeño cuando era más joven, o que la noche sigue al día. Tampoco se queda uno muy perplejo al darse cuenta de que el agua está húmeda, o de que el fuego quema. Sin embargo, todas estas cosas hubieron de aprenderse en algún momento, y nuestro entendimiento acerca de ellas hubo de ser establecido.
    Nuestros conceptos, aunque pertenezcan a esta o aquella cosa, a esta o aquella situación en particular, se refieren normalmente a clases de cosas, y a tipos de situaciones; es decir, presentan una mayor o menor generalidad y un cierto campo de aplicación.
    Entre nuestros conceptos más profundamente enraizados se encuentran los de mayor generalidad, los que constituyen el esquema básico de nuestro pensamiento: Por ejemplo: los conceptos de dentro y fuera, de solidez, de lugar…. Y hay todavía un concepto más general que es el de “cosa”.
    Al concebir una cosa como situada en un lugar, acudimos al concepto general de espacio. Y en nuestra concepción básica de las relaciones de las cosas entre sí tomamos ciertas cosas como causa de otras, acudiendo al concepto general de causa y efecto o “causalidad”.
    En ocasiones, sus nuevos conceptos sustituyen a los viejos que teníamos nosotros o los modifican radicalmente, de tal modo que el sentido común se ve transformado por la ciencia. Por ejemplo, nuestro concepto de “localización espacial”, de “estar en un lugar” es, a cualesquiera efectos prácticos, claro y adecuado: no podemos concebir, por ejemplo, que haya algo que no esté en algún lugar en un cierto instante, ni podríamos concebir que algo esté más o menos en un lugar o que esté en dos lugares al mismo tiempo. Sin embargo, examinando la cuestión podemos sacar a la luz aspectos problemáticos acerca de lo que queremos decir:

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    Estos conceptos no son esotéricos ni rebuscados, sino conceptos ordinarios de nuestro pensamiento corriente; representan el modo en que estructuramos en pensamiento el mundo de nuestra experiencia y, tanto si intentamos conscientemente ordenar estos conceptos como si no lo hacemos, se relacionan de un modo más o menos sistemático, y dicho sistema de conceptos constituye el esquema común dentro del cual nos entendemos unos con otros y a nosotros mismos. Tal esquema conceptual es, por consiguiente, el modo en que ordenamos racionalmente nuestro conocimiento; y en tanto en cuanto nuestro pensamiento y nuestro conocimiento se encuentran íntimamente ligados a nuestras creencias y acciones, sirve también para ordenar nuestras acciones y esperanzas.
    La ciencia ha alcanzado un rigor notable en su construcción de dicho esquema conceptual que va más allá de las necesidades ordinarias del sentido común, del lenguaje común y de la actividad común; ha desarrollado el análisis de sus conceptos de trabajo en un grado muy elevado, adoptando lenguajes especiales adecuados a sus temas de trabajo especiales, alcanzando la precisión adecuada a dichos temas y sometiendo dichos conceptos a constante crítica y contrastación con los hechos de la experiencia. Pero los conceptos del trabajo científico son, con frecuencia, muy especializados y se desarrollan en dominios limitados: el científico ha sido capaz de aislar o abstraer ciertos rasgos del mundo para investigación intensiva, y ha adaptado sus conceptos a su uso especial.
    Pero cuando el científico hace todo esto es un ser pensante como el resto de nosotros, y el esquema general de conceptos del sentido común que ha adquirido sirve de soporte a su esquema conceptual especial; lo que ocurre es que, a veces lo que es suficientemente bueno para el sentido común no lo es para el trabajo científico.
    Afirmar, simplemente, que “algo” está “en un lugar” presupone una noción clara acerca de las fronteras o límites de una cosa y una idea clara en cuanto a que un lugar sea “éste” en vez de “aquél”. Nuestras concepciones ordinarias se ajustan bastante bien a la física clásica, que hizo explícitas estas nociones de posición tomadas del sentido común; sin embargo, tanto la física más antigua de los griegos como la física cuántica contemporánea ponen de manifiesto otros posibles conceptos de “estar en un lugar”, y la propia historia de la física clásica revela las dificultades que se encuentran para llegar a un concepto riguroso y sin problemas de la posición o la localización.
    Por ejemplo, si uno concibe el mundo físico como formado en último extremo por diminutas partículas puntuales que se mueven en un espacio continuo y homogéneo, ¿poseen dichas partículas un “dentro” y un “fuera”? o, si se hallan en movimiento constante ¿cabe hablar de un “lugar” en el que se encuentren en cualquier intervalo dado de tiempo o sólo de un lugar a través del cual se mueven, de modo que nunca se encuentran realmente “ahí”, sino sólo “llegando a” o “marchándose de”?
    Hay un sentido sistemático y una exigencia de claridad por parte de nuestro pensamiento que llega hasta las raíces de nuestra actividad reflexiva; el entrenamiento y la práctica científica agudizan este sentido y esta exigencia.

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    I.4.- Metafísica, epistemología y lógica.

    Hay tres disciplinas filosóficas que tienen una particular importancia en relación a la ciencia. Y entre las preguntas fundamentales que plantean están las siguientes:
    ¿Qué existe y cuál es la naturaleza o estructura de lo que existe? (Metafísica)
    ¿Cómo podemos conocer las cosas que existen y cómo justificamos nuestras pretensiones de conocimientos? (Epistemología)
    ¿Cómo se relacionan los conceptos entre sí? ¿Qué es una inferencia válida o razonamiento correcto? ¿Qué es la verdad? (Lógica)

    Metafísica. La fuerza motriz del pensamiento metafísico en sus formas tanto clásica como moderna ha sido el intento de mirar las cosas como un todo, de presentar un cuadro o esquema unificado dentro del cual la amplia diversidad de cosas de nuestra experiencia pudiera explicarse sobre la base de algunos principios universales o como manifestaciones de alguna sustancia o proceso universal.
    Así, tenemos las primeras explicaciones a base de algún principio unitario que derivaban en gran parte de relatos míticos y religiosos de creación, y el corolario de esta cosmogonía especulativa es la especulación acerca de la estructura del mundo, que se hace preguntas tales como: ¿De qué están hechas todas las cosas? O ¿Cómo puede explicarse la diversidad de cosas a base de transformaciones de una sustancia inicial y elemental o a base de unos pocos de dichos elementos – y en este sentido los ejemplos típicos del aire, tierra, fuego y agua-, o considerándolas constituidas por combinaciones de fragmentos de una sustancia elemental?
    La metafísica mas antigua, con Platón y Aristóteles se refiere a los “principios racionales” que son los conceptos más generales, en función de los cuales podría comprenderse cualquier cosa. Y aquí está la suposición implícita de la metafísica, que cualquier cosa del universo posee rasgos que comparte con todas las demás cosas. Hay pues rasgos universales de todo cuanto existe o, dicho de otra forma, principios universales para comprender la existencia, que constituyen el tema fundamental del pensamiento crítico, reflexivo, que podría denominarse, por tanto, filosofía “primera” o “primaria”.
    Por eso, Aristóteles concibió este tema como ciencia de los primeros principios, y se refirió a el como a la ciencia del “Ser en si”; es decir, no como ciencias particulares de esta o aquella forma, aspecto o división del Ser, tal cual podría ser la biología, o la física, la química, la política, etc…., sino lo que serían los supuestos o principios últimos, en función de los cuales cualquiera de las otras ciencias podría estudiarse y ser comprendida racionalmente.
    La historia de la metafísica es la historia de la crítica de conceptos de dicha índole universal o general, y de los intentos para formular sistemas de tales conceptos. Podemos resumir esto definiendo la metafísica como “aquella tarea en el campo de la formulación y análisis de conceptos que se compromete a un examen crítico y sistemático de los principios del Ser y del origen y estructura de lo existente”.

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    En un sentido estricto, “metafísica” que procede del griego, quiere decir “lo que está detrás de la física” o, más exactamente, “las cosas que están detrás de las cosas físicas”.
    La metafísica tuvo, desde relativamente pronto, dos sentidos: uno “trasnatural” y otro “sobrenatural”. El trasnatural se referiría más bien a la investigación formal, estrechamente relacionada con la lógica, referida a temas como el ser, la sustancia, los modos, la esencia, la existencia, todos los cuales han sido considerados tradicionalmente como los “objetos” de estudio de la metafísica. El sobrenatural llevaría a la metafísica a ser más bien una “filosofía teológica” , dedicada al estudio del primer motor, de Dios en definitiva.
    Una crítica clásica a la metafísica es que expresa sus preguntas de tal forma que sólo pueden contestarse mediante la más pura especulación, sin prueba o justificación alguna derivada de una investigación científica concreta y empírica. Una versión más generosa de esta crítica es aquella según la cual los problemas de la metafísica se mantienen dentro de un plano meramente especulativo, hasta que pueden replantearse en forma de problemas científicos, que cabe contestar por medio de una investigación palpable, experimental y, por tanto, contrastable por medios científicos. Pero hay otro punto de vista que considera dicho pensamiento sistemático, crítico y especulativo como parte de la ciencia: concretamente, como la parte que desempeña el papel de esquema conceptual más general dentro del cual se formulan las hipótesis y teorías científicas. Desde este punto de vista, la metafísica serviría de fuente de ideas, de guía para la sistematización de las diferentes partes del pensamiento científico.
    Algunas características omnipresentes en la actitud del científico, como por ejemplo la noción de que la naturaleza es uniforme, de que las leyes científicas no son locales o de que se cumplen igualmente en todas partes del universo, que nada surge de la nada, o que nada ocurre sin una causa, todas estas nociones, aunque no constituyen por si mismas el tipo de cosa cuya verdad pueda comprobarse experimentalmente son, no obstante, ideas subyacentes y reguladoras de la ciencia; es decir, constituyen para el científico la visión básica del mundo, la estructura profunda de su modo de pensar. Como tales, estas ideas metafísicas regulan o guían al científico con respecto a las clases de cosas que el considerará como importantes o plausibles.
    Naturalmente, el que critique a la metafísica y, por tanto, este punto de vista tan poco prevenido con respecto a la metafísica sostendrá que, en lugar de guiar al científico, esto no son sino vestigios de imaginación mítica y poética y que le extravían y, aún peor, que aprisionan su pensamiento dentro de esquemas rígidos y dogmáticos.

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    Epistemología.

    La ciencia es un modo de conocer el mundo y también un cuerpo de conocimiento, pero ¿qué quiere decir que uno sabe o que tiene razones para creer esto o aquello? ¿por qué medios se adquiere dicho conocimiento? ¿qué diferencia hay entre las conjeturas e hipótesis iniciales y aquellas que damos por confirmadas?. En una alternativa entre presuntos conocimientos que sean incompatibles (aquí poner ejemplos) ¿cómo se elige? Y ¿qué sirve para garantizar o justificar las creencias, por una parte y, por otra, para desecharlas o combatirlas?
    El análisis de estas preguntas recibe el nombre de “epistemología” o “teoría del conocimiento”. Y la importancia de la epistemología se refiere a los instrumentos para la adquisición y convalidación del conocimiento científico, a los medios de que el científico se vale para llegar a conocer.
    Así, por ejemplo, el papel de la observación y el experimento, de la descripción y la clasificación, el papel de la inferencia o razonamiento en la ciencia, la naturaleza de las hipótesis y el papel de los modelos, leyes y teorías, todo esto se refiere a los medios por los que se adquiere y establece el conocimiento científico y también a los medios por los cuales algunos de los presuntos hallazgos de la ciencia pueden ensayarse, refutarse y descartarse de modo crítico. La búsqueda de la verdad entraña también la eliminación de la falsedad. En este sentido, la ciencia es un quehacer crítico, no dogmático, que somete todos sus supuestos a ensayo y crítica.
    Por ello, concebidas de modo amplio, las condiciones para originar y poner a prueba los presuntos conocimientos de la ciencia caen dentro del ámbito de la epistemología de la ciencia.

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    La lógica.
    Parte de lo que sabemos o creemos saber parece directo, inmediato, en cierto modo intuitivo y evidente por si mismo e incontrovertible. Las sensaciones de dolor o hambre, las convicciones que se refieren a la propia identidad, la creencia de que una cosa no puede estar en dos lugares diferentes al mismo tiempo, todo ello parece constituir materia cierta bien de los sentidos, de la impresión, de la creencia o de la razón.
    Sin embargo, gran parte de nuestro conocimiento, o quizá la mayor parte de el, es conocimiento indirecto o mediato o conocimiento por inferencia. En tanto en cuanto esta última pasa de una proposición que se toma como premisa a otra que, según decimos, “se sigue” de ella como la conclusión de un argumento, el “paso” que así damos constituye lo que normalmente llamamos “razonamiento” (o lo que antiguamente se llamaba raciocinio).
    Puede decirse que hacemos nuestros propios razonamientos “internos”, como cuando decimos que pensamos hasta llegar a una conclusión; pero gran parte de nuestro razonamiento adopta forma pública o externa, y nuestros procedimientos de inferencia se manifiestan en cierto lenguaje: damos razones, discutimos, mostramos, probamos y demostramos de tal modo que suponemos que cualquier otra persona razonable ( o “racional”) debiera llegar a las mismas conclusiones a las que nosotros hemos llegado dadas las mismas premisas y las mismas reglas para pasar de las premisas a las conclusiones.
    Esta deducción articulada y explícita se encarga, así, en un lenguaje, y este lenguaje es público y común en el sentido de que las idiosincrasias y ambigüedades se encuentran delimitadas, de tal modo que una comunidad de personas que hable dicho lenguaje comparte rasgos del lenguaje en común y puede comunicarse mediante él.
    Podemos hablar entonces de un universo de discurso, del que dicho lenguaje constituye un ejemplo y, dentro de tal universo, de una universalidad de reglas para la formación de expresiones adecuadas, “gramaticales”, y para la inferencia correcta.
    En realidad, parece una esperanza la idea de llegar a una comunidad racional ideal donde los miembros racionales compartirían reglas comunes y compromisos comunes, en cuanto a la validez de las deducciones hechas de acuerdo con estas reglas. Habría acuerdo universal, probablemente, respecto a las conclusiones que cualquier alcanzase mediante procedimientos de deducción correctos o válidos; y a la aceptación común de la verdad de las premisas de cualquiera de dichos argumentos seguiría la aceptación común de la verdad de las conclusiones. La historia de la lógica está llena de visiones así de amplias de la racionalidad ideal. Leibniz la concibió como una matemática universal que resolvería todos los argumentos de modo inequívoco y por aceptación común de las reglas del juego.
    Una esperanza más modesta es la de que el análisis de la deducción adecuada o correcta conduzca a una aclaración de nuestros conocimientos, a una articulación clara de las razones y argumentos por medio de los cuales justificamos nuestras creencias. Esto corresponde, por tanto, a una ciencia, o teoría racional de la deducción, ciencia que se califica a veces de ciencia formal porque se ocupa no del contenido de éste o aquel argumento, sino de la forma del argumento o de la forma de la inferencia.
    Una parte de la lógica es, así, el análisis de las formas de la inferencia correcta; otra se ocupa de la definición, es decir, de precisar los significados y mostrar cómo unos conceptos se relacionan con otros, o cómo un concepto se define en función de otro. Esta última labor es la de establecer, de hecho, ese lenguaje común que la comunidad ideal de discurso comparte, y eliminar o delimitar vaguedad y ambigüedad.

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    Aparte de esto, el empleo de sistemas formales en las ciencias introduce una importante cuestión filosófica: ¿qué relación hay entre la lógica y la realidad, entre la forma de la inferencia, de la prueba y la demostración, y la verdad de las cosas? Dicho de otro modo, esto plantea el problema de cuál es la relación que hay entre un sistema lingüístico, sistema de conceptos o modelo teórico de las ciencias, y aquellas cosas externas al lenguaje a las que se refiere tal sistema o modelo.
    Quizá la pregunta filosófica fundamental que pueda hacerse acerca de la lógica si se concibe ésta como ciencia de la inferencia válida y de la definición precisa de los términos empleados en la inferencia, sea la pregunta referente a qué quiere decir que algo sea una inferencia “correcta” o “válida”, o una definición “adecuada”. Porque esto alude a las normas o criterios de la propia lógica. ¿Sus reglas son convenciones adoptadas porque sí, simples postulados que podamos modificar a voluntad? ¿Derivan del carácter y estructura de los propios lenguajes naturales, de las propias condiciones de comunicación? ¿Se justifican las reglas, sencillamente, como instrumentos que nos ayudan a llegar a donde queremos llegar y, por consiguiente, como un “buen medio de transporte” entre las estaciones de paso del pensamiento científico?.
    Bien, en estos epígrafes preliminares no hacemos sino considerar las líneas divisorias generales entre la lógica, la metafísica y la epistemología, teniendo en cuenta que son disciplinas filosóficas emparentadas que se solapan en muchos puntos. Por ejemplo, algunos de los conceptos fundamentales de la ciencia son conceptos lógico, que se refieren a problemas epistemológicos acerca de la naturaleza y justificación de nuestro conocimiento, y que incluso algunos de estos problemas lógico-epistemológicos se refieren directamente a problemas metafísico. Conceptos tales como los de “necesidad”, “posibilidad”, “probabilidad”, “existencia”, “identidad”, otros como los de “clase”, “individuo”; los conceptos generales de relación, tales como “parte-todo”, “sustancia-atributo”, y relaciones lógico-lingüísticas como “nombrar”, “designar”, “significar”, desempeñan un papel central en la crítica y en la formación de conceptos en las ciencias.
    Estas tres disciplinas de la filosofía, relacionadas entre si, influyen profundamente en la historia de la ciencia.

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    I.5.- Paradigma, enfoque y teoría.
    Paradigma, según Thomas Kuhn, a quien se debe la difusión de su utilización: “una imagen básica de la sociedad que guía no sólo la investigación (esto es, qué temas de investigación son más relevantes que otros), sino también las reflexiones teóricas del investigador”. (“Estructura de las revoluciones científicas”)
    Kuhn estimaba que lo que se llama “ciencia normal”, esto es, la ciencia que es entendida como tal comúnmente, se desarrolla dentro de un paradigma, en el cual, y sólo dentro del cual, parece que se van acumulando los conocimientos; los hombres de ciencia van resolviendo las perplejidades que se plantean y con ello tiene lugar lo que se estima ser un progreso.
    Lo que no se halla dentro del correspondiente paradigma es rechazado por ser “metafísico”, por no ser, en otras palabras, científico (ejemplo, experiencias parapsicológicas, vudú, etc….).
    La aparición de anomalías dentro del paradigma no obliga, en los primeros momentos, a descartar éste: los conceptos y las teorías se reajustan, pero el paradigma se mantiene. Cuando las anomalías, sin embargo, son excesivas, se empieza a poner en duda la propia validez del paradigma adoptado (inconscientemente adoptado). Tiene entonces lugar una revolución científica, que termina por cambiar el paradigma. En el tránsito de un paradigma a otro la ciencia ofrece un aspecto “anormal”, en vez de perplejidades, surgen problemas, que terminan por romper el paradigma hasta entonces establecido y contribuyen al asentamiento de un nuevo paradigma.
    En cualquier caso, ha habido muchas discusiones entre quienes no aceptan la idea de paradigma y sostienen que la ciencia se halla siempre en una especie de “revolución permanente”, y quienes no la aceptan manteniendo que si hubiera paradigmas en cualquiera de los sentidos de este concepto serían incomparables los conceptos y las teorías científicas de dos distintos paradigmas. El concepto de paradigma de Kuhn no es idéntico pero no está completamente desconectado del concepto de “episteme” propuesto por Michael Foucault, y de los conceptos de “corte epistemológico” y de “umbral epistemológico” propuestos por Gaston Bachelard.

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    Enfoque.
    El enfoque se corresponde con el término “approach” que utiliza la literatura anglosajona, que también es perspectiva, o forma de aproximación. Se refereriría a la forma de la mirada, y por eso hablamos de, por ejemplo, “enfoque conflictual”, en el sentido de que el análisis que se realiza “focaliza” por así decir, una parte central de la experiencia humana considerándola esencial por su capacidad explicativa. En realidad, el “enfoque” muchas veces se utiliza de forma indistinta con la expresión “perspectiva”.
    Teoría. Datos. Hechos
    Una teoría es un “enunciado que expresa cómo y por qué unos determinados hechos están relacionados”. De hecho, todos teorizamos o hacemos generalizaciones en muchos momentos, sin embargo la diferencia con el razonamiento científico radica en que la ciencia lo hace de forma sistemática y racional.
    Los datos nos dicen muy poco de la realidad; es necesario incardinarlos y ordenarlos en una teoría; sólo así podemos comprender la realidad. Y la ciencia utiliza las reglas de la lógica y los métodos y técnicas de investigación para construir y probar teorías.
    Los hechos permiten confirmar teorías. Nos permiten cualificarlas y señalar cuales son los puntos débiles, confirmarlas y validarlas o rechazarlas y refutarlas.
    Teoría, del griego theoria, significa observación, investigación. La reflexión filosófica le da otra acepción, explicándola como un saber generalizado. Una de las definiciones más difundidas es la de La teoría es finalmente la meta de la ciencia; todo lo demás se deduce de ella. Los tres momentos en el proceso deL conocimiento son: descripción, explicación y predicción.

    Popper: "las teorías científicas son enunciados universales… [consisten en] apresar aquello que llamamos el mundo, para racionalizarlo, explicarlo y dominarlo…" Kerlinger: "la teoría es un conjunto de proposiciones hipotéticas, conceptos relacionados entre sí, que ofrecen un punto de vista sistemático de los fenómenos, al explicar relaciones existentes entre variables, con el objeto de explicar y predecir los fenómenos".

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    I.6.- Inducción y deducción.

    Si seguimos el método deductivo no necesitamos ver el color del cisne. Deducimos su color a partir del axioma (afirmación tan evidente que es admitida por todos sin necesidad de demostración). Si surge un cisne de otro color será ignorado por el procedimiento y la actividad científica no podrá aprender del error.
    Si seguimos el método inductivo consideramos el análisis de casos individuales. La regla o conclusión general surge de observar un denominador común en un número determinado de eventos. Si no hay denominador común los casos negativos serán ignorados por el procedimiento y la actividad científica sólo habrá de generar reglas positivas; es decir, los cisnes sólo podrán ser blancos, no habrá cisnes negros dado que ellos tendrían que ser objeto de otra regla.

    Inducción Caso Resultado Regla o Ley

    Deducción Regla o Ley Caso Resultado

    Abducción Resultado Regla o Ley Caso

    Corrección de la deducción estricta por el método abductivo: Dado un resultado parcial (hechos) y un regla aceptada (teoría A) nos interrogamos si el caso pertenece a dicha regla. El análisis empírico del caso nos puede llevar a dos situaciones muy distintas: 1) confirmar el dato, ampliar el resultado y confirmar la teoría conocida; o 2) refutar el dato, corregir el resultado y reformular la regla (Teoría A`).La actividad científica habrá aprendido del error y podrá elaborar reglas negativas o relativas (los cisnes pueden ser negros o blancos).

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    I.7.- Leyes y teorías.
    Respecto de las leyes, vamos a distinguir entre “leyes de la naturaleza “ y “leyes de la ciencia”.
    Al hablar de ley de la naturaleza, deberemos considerar que lo es tanto si alguien lo sabe como si nadie lo sabe. Supondremos, por tanto, que la ley de Galileo referente a la aceleración de los cuerpos en caída libe no comenzó a existir como ley de la naturaleza cuando Galileo la formuló, sino que es verdadera en cualquier instante, incluso antes de que hubiera seres conscientes en este planeta.
    Una ley de la naturaleza se cumple independientemente de si es o no conocida; resulta materialmente objetiva.
    Las leyes de la ciencia hace cognoscible la materialidad real de las leyes de la naturaleza y permite que lleguen a ser inteligibles tanto en sus dimensiones espaciotemporales como en sus interrelaciones con las demás leyes.

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    ESTRUCTURA
    PENSAMIENTO

    DIVERSIDAD TEÓRICA

    Ambiente social global. [determinaciones y condicionamientos múltiples económicos, sociales y políticos].
    Construcción de teorías
    Cosmovisiones.
    ACCIÓNES SOCIALES
    Dimensión ontogenética
    Dimensión filogenética
    o
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    DIMENSIONES EN LA CONSTRUCCIÓN DE TEORÍAS

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    II. LA CUESTION DEL ENFOQUE: PERSPECTIVAS ANALÍTICAS DE LOS FENÓMENOS SOCIALES.

    Creemos necesario comenzar este apartado definiendo el contenido de los conceptos que usamos, a fin de realizar

    Partes: 1, 2

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