Monografias.com > Sin categoría
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

El Pensamiento Lógico de Sherlock Holmes (página 3)



Partes: 1, 2, 3

-Estoy seguro de que me perdonará. Es mi oficio
-dijo al soltarla-. Casi cometo el error de suponer que
escribía usted a máquina. Pero se nota con toda
claridad que toca un instrumento musical. ¿Se ha fijado,
Watson, en que el aplastamiento de las puntas de los dedos es
común a ambas profesiones? Sin embargo, el rostro expresa
una espiritualidad -al decir esto, la hizo volverse hacia la luz
que la máquina de escribir no genera. Esta señorita
se dedica a la música.

-Sí, señor Holmes, soy profesora de
música.

-En el campo, deduzco del color de su piel.

-Sí, señor; cerca de Farnham, en los
límites de Surrey.

-Una zona preciosa, llena de recuerdos interesantes.
¿Se acuerda usted, Watson, que fue cerca de allí
donde agarramos a Archie Stamford, el falsificador? Y bien,
señorita Violet, ¿qué es lo que leha
ocurrido cerca de Farnham, en los límites de
Surrey?"[32]

"-Bien. Escribió con tal frenesí que se le
rompió la mina del lápiz y, como usted ya
había observado, tuvo que sacarle punta. Esto es
interesante, Watson. El lápiz era de marca, de
tamaño más o menos normal, con mina blanda; azul
por fuera, con el nombre del fabricante en letras de plata, y la
parte que queda no tendrá más que una pulgada y
media de longitud. Busque ese lápiz, señor Soames,
y tendrá a su hombre. Como pista adicional, le diré
que posee una navaja grande y muy poco afilada.

El señor Soames quedó algo abrumado por
esta avalancha de información.

-Todo lo demás lo entiendo

-dijo-, pero, la verdad, ese detalle de la
longitud…

Holmes esgrimió una pequeña viruta con las
letras NN y un espacio en blanco detrás.

-¿Lo ve?

-No, me temo que ni aun así…

-Watson, he sido siempre injusto con usted. Hay otros
iguales. ¿Qué podrían significar estas NN?
Están al final de una palabra. Como todo el mundo sabe,
Johann Faber es el fabricante de lápices más
conocido. ¿No resulta evidente que lo que queda del
lápiz es sólo lo que viene detrás
de

« Johann»? -inclinó la mesita de lado
para que le diera la luz eléctrica y continuó-:
Confiaba en que hubiera utilizado un papel lo bastante fino como
para que quedara alguna marca en esta superficie pulida. Pero no,
no veo nada. No creo que saquemos nada más de aquí.
Veamos ahora la mesa del centro."[33]

"Stanley Hopkins sacó de un bolsillo un paquetito
envuelto en papel. Lo desenvolvió y exhibió unos
lentes con montura de oro, de los que se sujetan solamente a la
nariz, con dos cabos rotos de cordón de seda negra
colgando de sus extremos.

-Willoughby Smith tenía una vista excelente
-prosiguió-. No cabe duda de que esto fue arrancado de la
cara o el cuerpo del asesino. Sherlock Holmes tomó los
lentes en la mano y los examinó con la máxima
atención e interés. Se los colocó en la
nariz, intentó leer a través de ellos, se
acercó a la ventana y miró a la calle con ellos,
los inspeccionó minuciosamente a la luz de la
lámpara y, por último, riéndose por lo bajo,
se sentó a la mesa y escribió unas cuantas
líneas en una hoja de papel, que a continuación
entregó a Stanley Hopkins.

-No puedo hacer nada mejor por usted -dijo-.
Quizás resulte de alguna utilidad.

El asombrado inspector leyó la nota en voz alta.
Decía lo siguiente:

«Se busca mujer educada y refinada, vestida como
una señora. De nariz bastante gruesa y ojos muy juntos.
Tiene la frente arrugada, expresión de miope y,
probablemente, hombros caídos. Hay razones para suponer
que durante los últimos meses ha acudido por lo menos dos
veces a un óptico.

Puesto que sus gafas son muy potentes y los
ópticos no son excesivamente numerosos, no debería
resultar difícil localizarla.»

El asombro de Hopkins, que también debía
verse reflejado y en mi cara, hizo sonreír a
Holmes.

-Estarán de acuerdo en que mis deducciones son la
sencillez misma -dijo-.

Sería difícil encontrar otro objeto que se
preste mejor a las inferencias que un par de gafas, y más
un par de gafas tan particular como éste. Que pertenecen a
una mujer se deduce de su delicadeza y también, por
supuesto, de las últimas palabras del moribundo. En cuanto
a lo de que se trata de una persona refinada y bien vestida…,
como ven, la montura es magnífica, de oro macizo, y no
cabe suponer que una persona que lleva estos lentes se muestre
desaliñada en otros aspectos. Si se los pone,
comprobará que la pinza es muy ancha para su nariz, lo
cual indica que la dama en cuestión tiene una nariz muy
ancha en la base. Esta clase de nariz suele ser corta y vulgar,
pero existen excepciones lo bastante numerosas como para impedir
que me ponga dogmático e insista en este aspecto de mi
descripción. Yo tengo una cara bastante estrecha, y aun
así no consigo que mis ojos coincidan con el centro de los
cristales ni de lejos. Por tanto, nuestra dama tiene los ojos muy
juntos, pegados a la nariz. Fíjese, Watson, en que los
cristales son cóncavos y de potencia poco corriente. Una
mujer que haya padecido toda su vida tan graves limitaciones
visuales presentará, sin duda, ciertas
características físicas derivadas de su mala vista,
como son la frente arrugada, los párpados
contraídos y los hombros cargados.

-Sí -dije yo-. Ya sigo su razonamiento. Sin
embargo, confieso que no entiendo de dónde saca lo de las
dos visitas al óptico.

Holmes levantó las gafas en la mano.

-Fíjese -dijo- en que las pinzas están
forradas con tirillas de corcho para suavizar el roce contra la
nariz. Una de ellas está descolorida y algo gastada, pero
la otra está nueva. Es evidente que una tira se
desprendió y hubo de poner otra nueva. Yo diría que
la más vieja de las dos no lleva puesta más que
unos pocos meses. Son exactamente iguales, por lo que deduzco que
la señora acudió al mismo establecimiento a que le
pusieran la segunda.

-¡Por San Jorge, es maravilloso! -exclamó
Hopkins, extasiado de
admiración-."[34]

"-Hopkins ha recurrido a mí en siete ocasiones, y
en todas ellas su llamada estaba justificada -dijo Holmes- Creo
que todos esos casos han pasado a formar parte de su
colección, y debo reconocer, Watson, que posee un cierto
sentido de la selección que compensa muchas cosas que me
parecen deplorables en sus relatos. Su nefasta costumbre de
mirarlo todo desde el punto de vista narrativo, en lugar de
considerarlo como un ejercicio científico, ha echado a
perder lo que podría haber sido una instructiva, e incluso
clásica, serie de demostraciones. Pasa usted por encima de
los aspectos más sutiles y refinados del trabajo, para
recrearse en detalles sensacionalistas, que pueden emocionar,
pero jamás instruir al lector.

-¿Por qué no los escribe usted mismo?
-dije, algo picado.

-Lo haré, querido Watson, lo haré. Por el
momento, como sabe, estoy demasiado ocupado, pero me propongo
dedicar mis años de decadencia a la composición de
un libro de texto que compendie en un solo volumen todo el arte
de la investigación. La que tenemos ahora entre manos
parece ser un caso se asesinato.

-Entonces, ¿cree usted que este sir Eustace
está muerto?

-Yo diría que sí. La letra de Hopkins
indica que se encuentra muy alterado, y no es precisamente un
hombre emotivo. Sí, me da la impresión de que ha
habido violencia y que no han levantado el cadáver, en
espera de que lleguemos a examinarlo. No me llamaría por
un simple suicidio. En cuanto a eso de dejar libre a la
señora…, parece como si se hubiera quedado encerrada en
una habitación durante la tragedia. Vamos a entrar en las
altas esferas, Watson: papel crujiente, monograma
«E.B.», escudo de armas, casa con nombre
pintoresco… Creo que el amigo Hopkins estará a la altura
de su reputación y nos proporcionará una
interesante mañana. El crimen se cometió anoche,
antes de las doce.

-¿Cómo puede saber eso?

-Echando un vistazo al horario de trenes y calculando el
tiempo. Primero hubo que llamar a la policía local,
ésta se puso en comunicación con Scotland Yard,
Hopkins tuvo que llegar hasta allí, y luego me hizo llamar
a mí. Todo eso ocupa buena parte de la noche. Bien, ya
llegamos a la estación de Chislehurst, y pronto saldremos
de dudas."[35]

"-Tenga la amabilidad de sentarse mister Scout Eccles
-le dijo Holmes en tono tranquilizador.

Antes que nada, ¿puedo preguntarle cómo es
que se ha dirigido a mí?

-Pues verá usted señor: el asunto no
parecía como para llevarlo a la policía; pero,
cuando usted se entere de los hechos, reconocerá que yo no
podía dejar las cosas como estaban. Yo no abrigo la menor
simpatía hacia los detectives particulares, considerados
como una clase, pero como había oído

hablar de usted…

-Perfectamente. Y ahora, en segundo lugar, le pregunto:
¿por qué no vino inmediatamente?

-¿Qué quiere usted decir con esas
palabras?

Holmes miró su reloj.

-Son las dos y cuarto -dijo -. Su telegrama fue puesto a
eso de la una. Pero basta mirar sus ropas y su cabeza para darse
cuenta de que sus dificultades arrancaron el instante en que
usted se despertó esta mañana. Nuestro cliente
alisó sus cabellos revueltos y se palpó la barbilla
sin afeitar.

-Tiene razón, míster Holmes. Ni por un
momento pensé en arreglarme. Lo que yo quería era
salir a cualquier precio de esa casa. Pero antes de venir a usted
he andado de un lado para otro haciendo averiguaciones, Fui a la
agencia de alquileres y me contestaron que el señor
García tenía pagados los de la casa hasta el
día, y que todo estaba en orden en el pabellón
Wisteria.

-Ea, ea, señor -exclamó Holmes,
echándose a reír -. Se parece usted a mi amigo
Watson, que acostumbra contar sus historias mal y en orden
invertido. Por favor, ponga orden en sus pensamientos y
expóngase en su debida secuencia los sucesos que le han
impulsado a salir de casa sin peinarse ni arreglarse, con botas
de paño y los botones del chaleco abrochados en ojales
equivocados, para buscar consejo y ayuda.

Nuestro cliente bajó los ojos para contemplar con
expresión lastimosa su extraordinaria apariencia
exterior.

-Mister Holmes, estoy seguro de que produzco una
impresión detestable, y no creo que en toda mi vida me
haya ocurrido hasta ahora cosa semejante. Voy a contarle el
rarísimo suceso y no me cabe la menor duda de que, cuando
haya terminado, reconocerá usted que ha habido motivo
suficiente para disculparme.

……

"-Bien detalladamente ha debido usted de registrar la
casa para encontrar una bola de papel.

-Así es, mister Holmes. Es mi costumbre.
¿Quiere, mister Gregson, que la leamos?

El detective londinense asintió con la
cabeza.

La carta está escrita en papel corriente color
crema y no tiene filigranas. Es de tamaño cuartilla y le
han dado dos cortes con unas tijeritas. Le han hecho luego tres
dobleces y la han lacrado con lacre rojo, extendido
apresuradamente y aplastado con algún objeto plano y
ovalado. Está dirigida al señor García,
pabellón Wisteria, y dice así: «Nuestros
colores son verde y blanco. Verde, abierto; blanco, cerrado.
Escalera principal, primer pasillo, séptima a la derecha,
bayeta verde. Buen viaje. D» Es letra de mujer, escrita con
pluma de punta fina, pero el sobre escrito lo ha sido con otra
pluma, o por otra persona. Como ven ustedes, la letra es
más gruesa y de rasgos más
enérgicos.

-Es una carta muy notable -dijo Holmes, mirándola
de arriba abajo -. Le felicito, mister Baynes, por el cuidado del
detalle que ha demostrado en el análisis que ha hecho de
ella. Podrían quizás añadirse algunos otros
detalles insignificantes. El sello ovalado es, sin diputa, de un
gemelo de puño ¿qué otra cosa tiene esa
forma? Las tijeritas son las de uñas. A pesar de los
pequeños que son los cortes, se observa claramente en
ambos la misma ligera curva.

El detective campesino gorgoriteo por lo bajo y
dijo:

-Creí que había oprimido totalmente el
jugo, pero veo que aún quedaba un poco más. No
tengo más remedio que decir que lo único que yo
saco de la carta es que se traían algún asunto
entre manos y que, como es corriente, en el fondo de todo anda
una mujer."[36]

"Viendo que Holmes estaba demasiado abstraído
para conversar, yo había echado a un lado el insulso
periódico y, reclinándome en el sillón, me
sumí en profundas meditaciones. De pronto la voz de mi
acompañante interrumpió el curso de mis
pensamientos:

-Lleva usted razón, Watson. Parece una forma
absurda de dirimir una disputa.

-¡De lo más absurda!- exclamé, y de
pronto, comprendiendo que Holmes se había hecho eco del
pensamiento más íntimo de mi alma, me
incorporé del sillón y le miré
perplejo.

-¿Cómo es eso, Holmes? -grité-.
Supera todo cuanto pudiera haber imaginado.

Él se rió de buena gana al observar mi
perplejidad.

-Recuerde usted -me dijo- que hace algún tiempo,
cuando le leí el pasaje de uno de los relatos de Poe en el
que un minucioso razonador sigue los pensamientos no expresados
de su compañero, usted se sintió inclinado a tratar
el asunto como un mero tour de forcé del autor. Al
advertirle que yo solía hacer eso constantemente, usted se
mostró incrédulo.

-¡Oh, no!

-Tal vez no llegara a expresarlo en palabras, mi querido
Watson, pero lo hizo sin duda con las cejas. De modo que cuando
le vi tirar el periódico al suelo y ponerse a pensar, me
alegré mucho de tener la oportunidad de leerle el
pensamiento, y finalmente de poder interrumpirlo, demostrando
así mi compenetración con usted.

Aquello no me convenció del todo.

-En el ejemplo que usted me leyó -le dije- el
razonador extrajo sus conclusiones basándose en la
actuación del hombre al que observaba. Si mal no recuerdo,
aquel hombre tropezó con un montón de piedras,
miró hacia arriba a las estrellas, etcétera. Yo, en
cambio, he estado sentado en mi sillón tranquilamente, por
tanto ¿qué pistas he podido darle?

-Es usted injusto consigo mismo. Las facciones le han
sido dadas al hombre para poder expresar sus emociones, y las
suyas cumplen ese cometido fielmente.

-¿Quiere usted decir que leyó en mis
facciones el curso de mis pensamientos?

-En sus facciones y sobre todo en sus ojos. ¿Es
posible que no pueda usted recordar cómo comenzaron sus
ensueños?

-No, no puedo.

-Entonces se lo diré yo. Después de tirar
al suelo el periódico, acto que atrajo mi atención
hacia usted, estuvo sentado durante medio minuto con
ex

presión ausente. Luego sus ojos se clavaron en el
retrato, recientemente enmarcado, del general Gordon y por la
alteración de su rostro comprendí que había
vuelto a sumirse en sus pensamientos. Más eso no le
condujo muy lejos. Sus ojos contemplaron fugazmente el retrato
sin marco de Henry Ward Beecher, que estaba encima de sus libros.
Entonces miró usted hacia arriba a la pared, y era obvio
desde luego lo que eso significaba. Usted pensaba que si el
retrato estuviera enmarcado cubriría exactamente ese
espacio desnudo de pared, y haría juego con el retrato de
Gordon que allí estaba.

-¡Me ha comprendido usted a las mil maravillas!-
exclamé yo.

-Hasta ahí era poco probable que me perdiera.
Pero ahora sus pensamientos volvieron a Beecher, y usted le
miró con severidad como si estudiara el semblante del
personaje. Entonces dejó usted de entornar los ojos,
aunque sin dejar de mirar, y su rostro se quedó pensativo.
Estaba usted recordando los incidentes que jalonaron la carrera
de Beecher. Me daba perfecta cuenta de que usted no podía
hacer eso sin pensar en la misión que emprendió
durante la Guerra Civil en favor del Norte, pues recuerdo que
expresó su ferviente indignación por la manera en
que fue recibido por los más turbulentos compatriotas
nuestros. Lo sintió usted tanto que yo sabía que le
sería imposible pensar en Beecher sin acordarse
también de eso. Cuando, poco después, vi que sus
ojos se apartaron del retrato, sospeché que ahora
volvía usted a pensaren la Guerra Civil y, cuando
observé que apretaba usted los labios, que sus ojos
echaban chispas, y que apretaba los puños, tuve la
seguridad de que, en efecto, estaba usted pensando en el
heroísmo demostrado por ambos bandos en aquella batalla
sin cuartel. Pero entonces, de nuevo su rostro se puso más
triste y dio usted muestras de desaprobación. Hizo usted
hincapié en la tristeza, el horror y la inútil
pérdida de vidas humanas. Acercó usted la mano
sigilosamente a su vieja herida y una sonrisa tembló en
sus labios, lo cual me indicó que el aspecto
ridículo de este método de dirimir las cuestiones
internacionales había afectado a su mente. En ese mismo
instante estuve de acuerdo con usted en que aquello era absurdo y
me alegró comprobar que todas mis deducciones
habían sido correctas.

-¡Sin lugar a dudas! -dije yo-. Y ahora que me lo
ha explicado usted, confieso seguir tan asombrado como
antes.

-Fue un trabajo muy superficial, mi querido Watson,se lo
aseguro. No me habría inmiscuido si usted no hubiese
mostrado cierta incredulidad el otro día. Pero tengo ahora
entre manos un pequeño problema que puede resultar
más difícil de resolver que este insignificante
intento mío de leer el pensamiento. ¿No ha visto
usted en el periódico un breve suelto que alude al
extraordinario contenido de un paquete enviado por correo a la
señorita Cushing, de Cross Street, en Croydon?"
[37]

"La patrona sacó un envoltorio de su bolso; de
él, sacudió dos fósforos quemados y una
colilla de cigarrillo, y los hizo caer en la mesa.

– Estaban en su bandeja esta mañana. Los traje
porque había oído que usted sabe leer grandes cosas
en cosas pequeñas.

– Aquí no hay nada -dijo-. Los fósforos,
desde luego, se han usado para encender cigarrillos. Eso se ve en
lo corto del lado quemado. Encendiendo una pipa o un cigarro se
consume la mitad. Pero ¡caramba!, esta colilla es
verdaderamente notable. ¿Dice usted que el caballero
tenía barba y bigote?

– Sí, señor.

– No lo entiendo. Yo diría que sólo un
hombre afeitado del todo podía haber fumado esto. Bueno,
Watson, incluso su modesto bigote habría sufrido
quemaduras.

– ¿Una boquilla? -sugerí.

– No, no; el extremo está aplastado. Supongo que
no podría haber dos personas en sus habitaciones,
señora Warren.

– No, señor. Come tan poco, que muchas veces me
extraña que pueda conservar la vida de una sola
persona.

– Bueno, creo que debemos esperar a tener un poco
más de material. Después de todo, usted no tiene de
que quejarse. Ha recibido su renta, y no es un huésped
molesto, aunque ciertamente es raro. Paga bien, y si decide vivir
oculto, no es asunto que le incumba directamente a usted. No
tenemos excusa para invadir su vida privada mientras no tengamos
razones para pensar que hay un motivo culpable. Yo acepto el
asunto y no lo perderé de vista. Infórmeme si
ocurre algo nuevo, y confíe en mi asistencia si hace
falta.

»Ciertamente hay algunos puntos de interés
en este caso, Watson -observó, cuando se marchó la
patrona-. Claro que quizá sea trivial, una excentricidad
individual; o quizá sea mucho más profundo de lo
que parece a primera vista. Lo primero que se le ocurre a uno es
la posibilidad obvia de que la persona que está ahora en
las habitaciones sea diferente de la que las
tomó.

– ¿Por qué piensa eso?

– Bueno, aparte de esta colilla, ¿no resulta
curioso que la única vez que salió el
huésped fuera inmediatamente después de tomar las
habitaciones? Volvió -o alguien volvió- cuando
todos los testigos estaban alejados. No tenemos pruebas de que la
persona que volvió fuera la que salió. Luego,
además, el hombre que tomó las habitaciones hablaba
bien el inglés. Este otro, en cambio, escribe
«fósforo» cuando debía ser
«fósforos». Puedo imaginar que sacó la
palabra de un diccionario, que da el sustantivo, pero no el
plural, el estilo lacónico puede ser para ocultar la falta
de conocimiento del inglés. Sí, Watson, hay buenas
razones para sospechar que ha habido una sustitución de
huéspedes."[38]

"-¿Pero por qué turcos precisamente?
-preguntó Mr. Sherlock Holmes, clavando su mirada en mis
botines. Yo estaba reclinado en una silla de respaldo de rejilla,
y mis pies, que sobresalían, habían atraído
su atención siempre activa.

-Ingleses -respondí, algo sorprendido-. Me los
compré en Latimer"s, en la calle Oxford.

Holmes sonrió con expresión de paciencia
tolerante.

-¡Los baños! -dijo-; ¡los
baños! ¿Por qué los turcos relajantes y
caros, en vez del estimulante artículo casero?

-Porque estos últimos días me he sentido
reumático y viejo. El baño turco es lo que en
Medicina llamamos alterante, un nuevo punto de partida, un
purificador del sistema. >>Por cierto, Holmes
-añadí-, no me cabe duda de que la relación
entre mis botas y los baños turcos resulta perfectamente
evidente para un cerebro lógico; no obstante, le
agradecería mucho que me la explicase.

-El hilo de razonamiento no es muy oscuro, Watson -dijo
Holmes, con un guiño malicioso-. Pertenece a la misma
clase elemental de deducción que ilustraría si le
preguntase con quien compartió el coche en su paseo de
esta mañana.

-No admito que un nuevo ejemplo pueda servir de
explicación -dije, con tono áspero.

-¡Bravo, Watson! Una reconvención digna y
lógica. Veamos, ¿cuales eran los puntos? Empecemos
por el último: el coche. Observará que tiene usted
unas salpicaduras en la manga izquierda y la hombrera de su
gabán. Si hubiera ido sentado en el centro de un
cabriolé, probablemente no llevaría esas
salpicaduras, y en el caso de que las llevase, serían sin
duda simétricas. Así que está claro que ha
ido sentado en uno de los lados, razón por la que queda
igualmente claro que iba acompañado. -Eso es
evidente.

-Absurdamente común, ¿verdad?

-¿Pero y los botines y el baño?

-Igual de pueril. Tiene usted la costumbre de abrocharse
los botines de una forma determinada. En esta ocasión veo
que los tiene atados con un elaborado doble lazo, que no es su
método habitual de hacerlo. Por lo tanto, se los ha
quitado. ¿Quién se los ha anudado? Un zapatero, o
el mozo del salón de baños. Es poco probable que
haya sido el zapatero, ya que sus botines están nuevos.
¿Qué queda? Los baños. ¡Que bobada!
¿Verdad? Pero en cualquier caso, el baño turco ha
cumplido una finalidad." [39]

"-Por favor, siéntese -dijo Sherlock Holmes-.
Deberíamos, me imagino, tener un buen trato para discutir
-tomó sus hojas de papel plegado-. Usted es, por supuesto,
el Sr. John Garrideb mencionado en este documento. ¿Pero
seguramente habrá estado en Inglaterra algún
tiempo?

-¿Por qué dice eso, Sr. Holmes? -me
pareció leer una sospecha repentina en esos expresivos
ojos.

-Su completa vestimenta es inglesa. El Sr. Garrideb
forzó una sonrisa.

-He leído sobre sus trucos, Sr. Holmes, pero
nunca pensé que sería sujeto de ellos.
¿Dónde lee eso?

-Los hombros cortados de su traje, los dedos del pie de
sus botas… ¿Podría alguien dudarlo?

-Bien, bien, no tenía idea de que era tan obvio
un británico. Pero los negocios me trajeron aquí
hace ya bastante tiempo, y entonces, como usted dice, mi
vestimenta es aproximada a la de todo Londres. Sin embargo, me
imagino que su tiempo es de valor, y no nos hemos encontrado para
hablar acerca del corte de mis calcetines.

………………

-Me estaba preguntando, Watson, qué cosa sobre la
tierra puede ser el objeto de este hombre para decirnos tal
maraña de mentiras. Estuve cerca de preguntarle… porque
hubo varias veces cuando un bruto ataque frontal es la mejor
acción… pero juzgué que sería mejor
dejarle pensar que nos ha engañado. Aquí hay un
hombre con un traje inglés raído en los codos y
pantalones abultados en la rodilla con una vestimenta
añeja, y aún por este documento y por su propia
cuenta él es un americano provinciano que posteriormente
desembarcó en Londres. No hubo ningún aviso en las
columnas del diario. Usted sabe que no me pierdo nada en esa
sección. Son mi abrigo favorito para ofrecer un ave, y
nunca he pasado por alto un faisán como ese. Nunca
conocí un Dr. Lysander Starr, de Topeka. Lo toqué
donde sabía que era falso. Creo que este compañero
es realmente un americano, pero ha consumido su refinado acento
con años en Londres. ¿Cuál es su juego,
entonces, y que motivo yace detrás de esta absurda
búsqueda por

Garridebs? Vale la pena nuestra atención, porque,
exceptuando que elhombre es un bribón, es también
ciertamente uno complejo e ingenioso. Debemos encontrar si
nuestro otro corresponsal también es un fraude.
Sólo llámelo,
Watson."[40]

"Yo tengo por costumbre sentarme de espaldas a la
ventana y hacer sentar a mis visitas en la silla de enfrente, de
modo que les de la luz en la cara. Mister James M. Dodd
mostró no saber cómo empezar la
conversación. No intenté acudir en ayuda suya,
porque su silencio me dejaba más tiempo para observarlo a
él. He comprobado que resulta hábil despertar en
los clientes una sensación de poder, y por eso le hice ver
algunas de las conclusiones a que yo había
llegado.

-Veo, señor, que viene usted de
Sudáfrica.

-Así es, mister Holmes; usted es
brujo.

-Del Cuerpo de Voluntarios de Caballería
Imperial, si no me equivoco. Del regimiento de Middlesex, sin
duda alguna.

-Así es, mister Holmes; usted es
brujo.

Me sonreí al escuchar la expresión de su
asombro.

-Cuando un caballero de apariencia varonil entra en mi
habitación, con el rostro de un matiz que el sol de
Inglaterra no podrá darle jamás, y a eso se agrega
el detalle de que lleva el pañuelo dentro de la manga, en
lugar de llevarlo en el bolsillo, no resulta difícil de
establecer su profesión. Lleva usted la barba corta, y ese
detalle da a entender que no pertenece usted al ejército
profesional. Tiene todo el aspecto de un jinete. En cuanto a
situarlo en el Cuerpo de Middlesex, ya su tarjeta me ha hecho
saber que es usted corredor de bolsa en la calle Thorgmorton.
¿A qué otro regimiento podía usted
agregarse?

-Lo ve usted todo.

-No veo más de lo que ven todos, pero me he
adiestrado en fijarme en lo que veo. Bueno, mister Dodd, usted no
ha venido esta mañana a visitarme con objeto de hablar
acerca de la ciencia de la observación, ¿verdad?
¿Qué es lo que le ocurre en Tuxbury Old
Park?

-¡Mister Holmes … !

-No hay en ello misterio alguno, querido señor.
Su carta estaba fechada en ese lugar, y como usted solicitaba
esta entrevista en términos ¡muy apremiantes,
resulta claro que había ocurrido algo importante de una
manera repentina.

-Así es, en efecto. Pero yo escribí la
carta por la tarde, y de entonces acá han ocurrido muchas
cosas. Si el coronel Emsworth no me hubiese echado de allí
a puntapiés…"[41]

"Hacia finales del mes de julio de 1907 hubo una fuerte
borrasca huracanada que agitó el Canal, lanzando su alto
oleaje contra la base de los acantilados y dejando en la playa
una laguna al retirarse la marca. En la mañana de que
estoy hablando, el viento había amainado, y toda la
naturaleza aparecía como recién lavada y fresca.
Era imposible entregarse al trabajo con día tan delicioso,
y yo salí paseando para disfrutar de aquella
atmósfera exquisita. Avancé por el sendero del
acantilado que desemboca en la playa después de una
pendiente pronunciada. De pronto oí un grito a mis
espaldas, y vi a Harold Stackhurst que me saludaba alegremente
con la mano.

-¡Qué mañana, mister Holmes! Tuve la
idea de ir a buscarle para que saliese a dar un paseo.

-Veo que va usted a darse un chapuzón.

-Ya vuelve usted a sus antiguas mañas -me
contestó, dándose palmadas en su abultado
bolsillo-. Sí, mister MacPherson salió temprano y
espero encontrarle allí."[42]

Conclusión

Hemos arribado al final de este trabajo de
investigación, trabajo que fue un deleite, ya que ser
guiado de la mano por el doctor John H. Watson, es tener como
cicerone, a la persona que mejor conoció al mundialmente
famoso detective Sherlock Holmes. De los caso del señor
Holmes, fuimos pergeñando el pensamiento lógico, y
los mismos retazos, estucamos las paredes de razonamiento, para
presentar en la mente un esbozo de taracea, que nos permita
tener, como en los mosaicos bizantinos, una idea policromada de
la Ciencia de Deducción.

Cuando Aristóteles inventó la
Lógica, de lo cual nos dejó constancia en sus
Analíticos, nunca iba a imaginar, y sí que fue
fecunda su imaginación, que un ser imaginario iba a
embellecer el Organon, que tan qué tan árido y
pesado se tornó a la sombra de muros de los conventos y
monasterio en la Edad Media. Y es que en el silogismo
aristotélico, donde después de dos afirmaciones,
las cuales pueden ser negativas, se extrae de esas premisas una
conclusión; es sacando conclusiones, haciendo deducciones,
que nuestro amigo Holmes, es un verdadero maestro. Como hemos
visto, por la efectividad de sus deducciones, sus conclusiones se
asentaban sobre bases sólidas, ya que sus premisas se
encontraban ligada a los hechos estudiados.

A manera de ejemplo, finalizamos con dos consejos
dejados por el maestro de los detectives, para que de ahora en
adelante, ante cualquier situación que se nos presente en
la vida, no solamente sepamos cómo debemos pensar, que es
el trabajo de la Lógica, sino que también hemos de
ver que debemos pensar, como nos enseña la
Psicología. He aquí los que nos dice
Holmes:

"-A partir de una gota de agua -decía el autor-,
cabría al lógico establecer la posible existencia
de un océano Atlántico o unas cataratas del
Niágara, aunque ni de lo uno ni de lo otro hubiese tenido
jamás la más mínima noticia. La vida toda es
una gran cadena cuya naturaleza se manifiesta a la sola vista de
un eslabón aislado. A semejanza de otros oficios, la
Ciencia de la Deducción y el Análisis exige en su
ejecutante un estudio prolongado y paciente, no habiendo vida
humana tan larga que en el curso de ella quepa a nadie alcanzar
la perfección máxima de que el arte deductivo es
susceptible. Antes de poner sobre el tapete los aspectos morales
y psicológicos de más bulto que esta materia
suscita, descenderé a resolver algunos problemas
elementales. Por ejemplo, cómo apenas divisada una persona
cualquiera, resulta hacedero inferir su historia completa,
así como su oficio o profesión. Parece un ejercicio
pueril, y sin embargo afina la capacidad de observación,
descubriendo los puntos más importantes y el modo como
encontrarles respuesta. Las uñas de un individuo, las
mangas de su chaqueta, sus botas, la rodillera de los pantalones,
la callosidad de los dedos pulgar e índice, la
expresión facial, los puños de su camisa, todos
estos detalles, en fin, son prendas personales por donde
claramente se revela la profesión del hombre observado.
Que semejantes elementos, puestos en junto, no iluminen al
inquisidor competente sobre el caso más difícil,
resulta, sin más,
inconcebible."[43]

"-Ya le he explicado otras veces que en esta clase de
casos lo extraordinario constituye antes que un estorbo, una
fuente de indicios. La clave reside en razonar a la inversa,
cosa, sea dicho de paso, tan útil como sencilla, y
poquísimo practicada. Los asuntos diarios nos recomiendan
proceder de atrás adelante, de donde se echa en olvido la
posibilidad contraria. Por cada cincuenta individuos adiestrados
en el pensamiento sintético, no encontrará usted
arriba de uno con talento analítico."
[44]

Las últimas palabras que se leen en Estudio en
Escarlata, es cuando Watson le cita a Holmes esta frase de
Horacio Flaco:

"Pierda cuidado -repuse-. He registrado todos los hechos
en mi diario, y el público tendrá constancia de
ellos. Entre tanto, habrá usted de conformarse con la
constancia del éxito, al igual que aquel avaro
romano:

"Populus me sibilat, at mihi
plaudo.

Ipse domi simul ac nummos contemplar in
arca."[45]

Pero yo no puedo decir lo mismo, aunque sí puedo
citar al mismo Horacio a mí favor y aseverar:

Omne tulit punctum, qui miscuit utile
dulci
[46]

 

 

Autor:

Humberto R. Méndez
B.

Santiago, República
Dominicana

2014

[1] Esto lo dice Watson, porque un poca
más arriba, Holmes había dicho
refiriéndose a François le Villard, quien
está al frente del servicio francés de
Investigación Criminal: “—El valora en
exceso mi ayuda —dijo Sherlock Holmes con
despreocupación—. Es un hombre de capacidad
notable. Posee dos de las tres cualidades necesarias al
detective ideal: la facultad de observar y la facultad de
deducir. Falla en cuanto a conocimientos, pero eso quizá
le venga con el tiempo. En la actualidad, está
traduciendo al francés mis pequeñas
obras.”

[2] El signo de los cuatro, La ciencia de la
deducción.

[3] Estudio en Escarlata, Míster
Sherlock Holmes.

[4] Estudio en Escarlata, La ciencia de la
Deducción.

[5] Estudio en Escarlata, El Misterio de
Lauriston Garden.

[6] Estudio en Escarlata, El informe de John
Rance.

[7] Bastón de paseo de cabeza abultada
que se fabrica con el tallo de Licuala Acutifida, una palma de
Asia oriental.

[8] Member of the Royal College of Surgeons
(Miembro del Real Colegio de Cirujanos). Holmes me daba la
espalda, y yo no le había dicho en qué me
ocupaba.

[9] La deducción de Watson se explica
porque la inicial H sirve en inglés tanto para la
palabra hunt, una de cuyas acepciones es
«asociación de cazadores», como para
«hospital».

[10] El Sabueso de Baskeville,
Capítulo primero: El Señor Sherlock Holmes.

[11] El Valle del Terror, Capítulo
uno: La Advertencia.

[12] Las Aventuras de Sherlock Holmes, Un
escándalo en Bohemia.

[13] Las Aventuras de Sherlock Holmes, La
liga de los pelirrojos.

[14] Las Aventuras de Sherlock Holmes, Un
caso de identidad.

[15] Las Aventuras de Sherlock Holmes, El
misterio del valle Boscombe.

[16] Las Aventuras de Sherlock Holmes, Las
cinco semillas de naranja.

[17] Las Aventuras de Sherlock Holmes, El
carbunclo azul.

[18] Las Aventuras de Sherlock Holmes, La
banda de lunares.

[19] Las Aventuras de Sherlock Holmes, El
aristócrata solterón.

[20] Las Aventuras de Sherlock Holmes, La
corona de berilos.

[21] Las Aventuras de Sherlock Holmes, El
misterio de Copper Beechers

[22] Como en una milla hay 1760 yardas,
Holmes notó que en un minuto recorrían 1, 569.333
yardas, o como es su calculo, 22.42 postes por minutos.

[23] Las Memorias de Sherlock Holmes,
Estrella de Plata.

[24] Las Memorias de Sherlock Holmes, El
rostro amarillo.

[25] Las Memorias de Sherlock Holmes, El
oficinista del corredor de bolsa.

[26] Las Memorias de Sherlock Holmes, La
Gloria Scott

[27] Las Memorias de Sherlock Holmes, El
jorobado.

[28] Las Memorias de Sherlock Holmes, El
paciente interno.

[29] Las Memorias de Sherlock Holmes , El
interprete griego.

[30] El Retorno de Sherlock Holmes, El
constructor de Norwood.

[31] El Retorno de Sherlock Holmes, Los
bailarines.

[32] El Retorno de Sherlock Holmes, El
ciclista solitario.

[33] El Retorno de Sherlock Holmes, Los tres
estudiantes

[34] El Retorno de Sherlock Holmes, Las gafas
de oro.

[35] El Retorno de Sherlock Holmes, La granja
Abbey.

[36] Su último saludo, El
pabellón Wisteria.

[37] Su último saludo, La caja de
cartón.

[38] Su último saludo, El
Círculo Rojo.

[39] Su último saludo, La
desaparición de Lady Frances-Carfax.

[40] El archivo de Sherlock Holmes, Los tres
Garrideb.

[41] El archivo de Sherlock Holmes, El
soldado de la piel decolorada.

[42] El archivo de Sherlock Holmes, La melea
del león.

[43] Estudio en Escarlata, capítulo 2:
La Ciencia de la deducción.

[44] Estudio en Escarlata, capítulo 7
de a segunda parte: Conclusión.

[45] La gente me silba, pero yo me aplaudo a
mí mismo en mi casa cuando contemplo el dinero en mi
arca.

[46] Ha obtenido un consenso unánime
quien ha integrado lo dulce y lo útil.

Partes: 1, 2, 3
 Página anterior Volver al principio del trabajoPágina siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter