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Una teoría de todo, de Ken Wilber (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

También debemos distinguir entre una
acepción estricta y una acepción amplia de la
ciencia. La ciencia estricta se ocupa, fundamentalmente, del
mundo exterior, físico y sensoriomotor, lo que
habitualmente tenemos en mente cuando pensamos en las "ciencias
duras" como la física, la química y la
biología, por ejemplo. Pero ¿acaso significa eso
que la ciencia no puede decirnos absolutamente nada acerca de los
dominios interiores?, ¿acaso no puede existir una ciencia
más amplia que no se contente con comprender las piedras y
los árboles, sino que también aspire comprender las
mentes y los seres humanos?

Todos conocemos este tipo de ciencias amplias, ciencias
que no están exclusivamente atadas al mundo exterior,
físico y sensoriomotor, sino que también se
interesan por los estados interiores y por las
metodologías de la investigación cualitativa. Me
refiero, claro está, a las llamadas ciencias "ciencias
humanas", a lo que los alemanes denominan "ciencias
geist" (de geist que, en alemán,
significa mente o espíritu). Así pues, la
psicología, la sociología, la antropología,
la lingüística, la semiótica y las ciencias
cognitivas son "ciencias amplias" que se ocupan del estudio de la
conciencia humana utilizando un enfoque generalmente
"científico". Debemos ser sumamente cuidadosos para que
estos enfoques no se limiten simplemente a emular la simplicidad
positivista de las ciencias estrictas. No obstante, creo que la
diferencia existente entre la ciencia estricta y la ciencia
amplia es algo que ya reconoce mucha gente. (En breve volveremos
a este punto, pero si echamos un vistazo a la figura 4.6 no
tardaremos en advertir que las ciencias estrictas se ocupan del
estudio de los cuadrantes de la Mano Derecha o materiales,
mientras que las ciencias amplias, por su parte, dedican al
estudio de algunos aspectos de los cuadrantes de la Mano
Izquierda.)

El matrimonio entre el alma y los sentidos
procede luego a discutir lo que específicamente se
considera religión amplia y ciencia amplia. Comencemos con
esta última.

Como ya hemos visto, no podemos definir la ciencia -ya
sea amplia o estrecha- diciendo que basa todo su
conocimiento en el mundo sensoriomotor, porque hasta la
más estricta de las ciencias (la física) recurre al
uso de herramientas que no son empíricas ni
sensoriomotoras, como la lógica y las matemáticas,
por ejemplo, sino que se refieren a realidades
interiores (nadie ha visto nunca en el mundo
empírico la raíz cuadrada de un número
negativo).

No, la "ciencia" tiene más que ver con una cierta
actitud de experimentación, honestidad e
investigación en equipo, que, en la medida en que puede,
asienta su conocimiento en la evidencia (ya sea en la
evidencia externa, como ocurre con las ciencias estrechas, o en
la evidencia interior, como sucede con las ciencias amplias).
Hablando en términos generales, éstas son, en mi
opinión, las tres vertientes que caracterizan la
investigación científica, ya sea en un sentido
estricto o en uno amplio:

1. Una prescripción práctica o
modelo.
Si usted quiere saber si está lloviendo o no,
deberá abrir la ventana y ver lo que ocurre. Porque la
cuestión es que los "hechos" no están aguardando en
tomo nuestro dispuestos, por así decirlo, a que todo el
mundo pueda verlos. Si usted quiere saber esto,
deberá hacer aquello otro, deberá llevar a
cabo algún tipo de experimento, seguir alguna
instrucción o emprender algún tipo de
práctica, una práctica social. Ésta es, en
última instancia, una de las facetas distintivas de las
principales formas de buena ciencia y también, en el
fondo, el significado de la noción kuhniana de
"paradigma", que no se refiere tanto a una superteoría
como a un modelo o práctica real.

2. Una aprehensión, iluminación o
experiencia.
Una vez que ha realizado el experimento, una
vez que se ha llevado a cabo la instrucción -una vez que
se ha comprometido pragmáticamente con el mundo-, se
hallará en condiciones de acceder directamente a las
experiencias o aprehensiones proporcionadas por la
instrucción que técnicamente son conocidas con el
nombre de datos. Como señaló William
James, el significado real del término dato es,
precisamente, el de experiencia inmediata." Y debo decir
que, en este sentido, uno puede tener experiencias físicas
(o datos físicos), experiencias mentales (o datos
mentales) y experiencias espirituales (o datos espirituales).
Toda buena ciencia -ya seaestrecha o amplia- se halla, hasta
cierto punto, anclada en datos o evidencias
experienciales.

3. Verificación o refutación
colectiva.
Una vez hemos llevado a cabo el paradigma (o la
práctica social) y hemos generado una serie de
experiencias y evidencias (o datos), resulta de mucha utilidad
cotejar esas experiencias con otros que también hayan
llevado a cabo la instrucción y hayan registrado las
evidencias. Y el mejor modo de verificar los datos recopilados
-uno de los rasgos distintivos de toda buena ciencia- reside en
el cotejo con la comunidad de pares -de personas que hayan
completado adecuadamente las primeras dos vertientes
(prescripción y datos)- que pueda confirmar o refutar la
bondad de los datos. Ahí es donde resulta de mucha
utilidad el principio de falsabilidad que, como creía sir
Karl Popper, representa un ingrediente importante de la buena
ciencia. Porque la idea, resumida en dos palabras, es que la
comunidad de pares adecuadamente entrenados puede ayudar a
rechazar los malos datos. Si no hay ningún modo
deponer en cuestión el propio sistema de
creencias, tampoco hay forma alguna de despojarse de él,
aunque sea manifiestamente incorrecto y, en consecuencia, tales
creencias, sean cuales fueren, no serán científicas
sino lo que habitualmente se denomina "dogma" (es decir, una
verdad exclusivamente basada en el criterio de autoridad).
Obviamente, hay muchas realidades que no pueden
someterse al criterio de falsabilidad (ya que, como bien
sabía Descartes, uno no puede, por ejemplo, rechazar ni
dudar de su propia conciencia). Pero este tercer criterio
simplemente afirma que la buena ciencia aspira de continuo a
confirmar (o refutar) su conocimiento y el criterio de
falsabilidad se usa con mucha frecuencia como una parte de esta
tercera vertiente que debe presentar toda buena
ciencia.

La religión profunda

Éstos son los tres criterios generales
característicos de la buena ciencia, tanto en su
acepción estricta como amplia o, dicho de otro modo,
éstas son las tres vertientes a las que se atiene la buena
ciencia, en cualquiera de los dominios (ya sea físico,
mental o espiritual) para recopilar sus datos y corroborar su
validez. Casi todas las modalidades de la ciencia esbozan
hipótesis para explicar los datos y posteriormente se ven
verificadas por una aplicación posterior de las tres
vertientes de la buena ciencia (más experimentos,
más datos y comprobación posterior para confirmar o
refutar la hipótesis). Resumiendo, tanto la ciencia
estrecha (cuyos datos proceden fundamentalmente de los reinos
exteriores o de los cuadrantes de la Mano Derecha) como la
ciencia amplia (cuyos datos proceden fundamentalmente de los
reinos interiores o de los cuadrantes de la Mano Izquierda)
tratan de ser una buena ciencia (una ciencia que tiene
en cuenta las tres vertientes de acumulación, evidencia y
verificación).

Permítasenos ahora echar un breve vistazo a la
religión. Ya hemos dicho que, al igual que ocurre con el
caso de la ciencia, existe una religión estrecha (que
sólo busca consolidar el yo separado) y una
religión amplia o profunda (que aspira a trascenderlo).
Pero ¿qué es exactamente una religión o una
espiritualidad profunda y cómo puede ser
verificada? Porque el hecho es que, después de
todo, la espiritualidad profunda no se refiere a estados
emocionales subjetivos, sino que despliega auténticas
verdades sobre el Kosmos. Y aquí es donde Ciencia y
religión
formula su afirmación más
radical: La espiritualidad profunda es la ciencia amplia de
los niveles más elevados del desarrollo del ser
humano.

La revelación integral

Como luego veremos, aunque ésta no sea la
historia completa de la espiritualidad profunda, constituye una
parte esencial que todavía no ha recibido la
atención suficiente. Si echamos un vistazo a la figura 4.3
-que representa la Gran Cadena tradicional del Ser-, advertiremos
la existencia de un despliegue que va desde la materia hasta el
cuerpo, la mente, el alma y el espíritu. Desde una
perspectiva tradicional -en Plotino, por ejemplo-, éstos
eran tanto los niveles ontológicos del ser como los
niveles cronológicos del desarrollo individual (aunque
debemos señalar de nuevo que no se.trata tanto de un
desarrollo rígido y lineal como de un proceso que
sedespliega a modo de olas fluidas). Si echamos un vistazo a la
figura 4.4, advertiremos que los niveles individuales del
desarrollo se detienen en la visión-lógica y el
centauro (amarillo/turquesa). El motivo por el cual la figura 4.4
no incluye las olas transpersonales y supramentales más
elevadas del desarrollo de la conciencia (como el alma y el
espíritu) es porque esta figura representa simplemente la
evolución promedio hasta el momento presente y,
en consecuencia, no incluye las olas más elevadas del
desarrollo supraconsciente (aunque los individuos pueden
desarrollarse hasta ellas). Pero la afirmación de las
grandes tradiciones de sabiduría es que existen olas o
estadios del desarrollo de la conciencia más
elevados,
de modo que no sólo disponemos de la
materia, el cuerpo y la mente, sino también del alma y el
espíritu, que he incluido, por otra parte, en las figura
4.5 y 4.6 (como también en el cuadrante superior-izquierdo
de la figura 3.2, aunque el hecho es que todos esos niveles
tienen correlatos en los cuatro cuadrantes).

Mi tesis es simplemente ésta: la espiritualidad
profunda implica la investigación directa de la
evidencia experiencial que se revela en los estadios más
elevados de la evolución de la conciencia
(estadios a
los que he denominado psíquico, sutil, causal y no-dual y
que, en las distintas figuras, se presentan de forma resumida
como "alma" y "espíritu"). Y esa investigación
espiritual profunda se atiene a las tres vertientes de toda buena
ciencia (no de la ciencia estrecha, sino de la buena ciencia). En
este sentido, pues, descansan en prácticas
sociales concretas o instrucciones (como la meditación),
apoyan sus afirmaciones en datos y evidencias experienciales
y
perfeccionan y verifican de continuo sus datos
con la comunidad de personas adecuadamente entrenadas. Y es
precisamente por ello que pueden denominarse -y se autodenominan-
ciencias contemplativas.

Así pues, con respecto a la figura 4.3, la
espiritualidad profunda es, en parte, la ciencia amplia de los
fenómenos, datos y experiencias etiquetados como D y E.
(En la figura 4.6, D es el alma y E el espíritu.) Pero
también hay que advertir -y esto forma parte de la nueva
formulación de este abordaje- que los datos y experiencias
interiores del alma y del espíritu (en el cuadrante
superior-izquierdo) poseen correlatos en las evidencias
sensoriomotoras del cuadrante superior-derecho
(véase
figura 4.6). Dicho en otros términos, la espiritualidad
profunda del cuadrante superior-izquierdo investigada por la
ciencia amplia tiene correlatos en el cuadrante superior-derecho
investigado por la ciencia estrecha. Las ciencias contemplativas
y fenomenológicas (las ciencias amplias de las
interioridades) pueden aliarse con la buena ciencia para
lograr datos experienciales directos del cuadrante
superior-izquierdo y con la ciencia estrecha para
obtener los correlatos propios del cuadrante superior-derecho.
(Debo reiterar que los aspectos científicos -tanto amplios
como estrechos- de los reinos superiores, si bien no
representan la totalidad de la historia, sí constituyen
una parte fundamental que habitualmente se ha visto soslayada; y
ciertamente también constituyen un ingrediente esencial de
cualquier abordaje realmente integral. )15

Así pues, cualquier abordaje omninivel y
omnicuadrante integrará la ciencia y la religión en
muchos frentes diferentes. Por una parte, integrará la
religión profunda con la ciencia amplia, mostrando que la
espiritualidad profunda es una ciencia amplia de las
cúspides más elevadas del potencial humano.
También integrará la religión profunda con
la ciencia estrecha, porque hasta los datos y experiencias
espirituales profundas (como las experiencias místicas),
por ejemplo, poseen correlatos reales en el cerebro material que
pueden investigarse con la ayuda de la ciencia estrecha (como
ocurre con la meditadora conectada a un EEG con que
comenzábamos este capítulo). Por último -y
como veremos en breve-, este abordaje también deja
suficiente espacio para la religión estrecha. En todos
estos casos, el enfoque omninivel y omnicuadrante nos brinda la
posibilidad de interrelacionar de un modo inconsútil lo
que anteriormente se consideraba como "dominios no
solapados".

Vive la différence!

Este enfoque integral también respeta las
grandes diferencias existentes entre los distintos tipos
de ciencia y religión. Decir que una investigación
se atiene a los criterios de la buena ciencia no supone decir que
su contenido o metodología real también lo
sea, sino tan sólo que esa investigación compromete
al mundo (prescripción), que proporciona experiencias
sobre él (datos) y que, finalmente, será
corroborado tan minuciosamente como sea posible
(confirmación). Pero la forma real que asuma la
investigación -sus métodos y contenidos-
variarán notablemente de un nivel a otro y de un cuadrante
a otro. A diferencia del positivismo, que sólo admite el
uso de un método (empírico) en un único
reino (sensoriomotor), este abordaje abre las puertas a tantos
métodos e investigaciones como niveles y cuadrantes
existen.

Por dar un ejemplo muy sencillo, los fenómenos
llamados B, C, D y E son entidades muy diferentes y se han
desarrollado metodologías para abordar cada una de ellas
en sus propios términos. En Los tres ojos del
conocimiento
he expuesto muchas razones por las cuales
ninguno de estos tipos de investigación pueden reducirse a
los demás (diferenciando entre la experiencia
sensoriomotora, la experiencia empírico-analítica,
la experiencia hermenéutico-fenomenológica, la
experiencia mandálica y la experiencia gnóstica).
En la medida en que todas esas investigaciones intentan atenerse
a ciertas prescripciones (o compromisos pragmáticos),
apoyan sus afirmaciones en la evidencia experiencial y tratan de
verificar, en la medida de lo posible, la veracidad de
susconclusiones, pueden ser calificadas como "buena ciencia".
Pero, más allá de todo eso, son fundamentalmente
diferentes y sus diferencias son respetadas -e incluso
abanderadas- por este abordaje integral.

La religión estrecha

Hablando en términos generales, la crítica
recibió muy positivamente la publicación de
Ciencia y religión. También hubo quienes
me reprocharon haber desdeñado -hasta el punto de ignorar-
la religión estrecha, con lo cual estaba cuestionando
excesivamente la faceta religiosa del pretendido matrimonio entre
la ciencia y la religión. En opinión de los
críticos, el creyente promedio jamás
renunciaría a los mitos y relatos que constituyen el 95%
de la mayor parte de las formas de espiritualidad. Y no
sólo fueron los profesionales quienes me hicieron esta
advertencia, sino también muchos de mis amigos que,
después de mostrarles el libro a sus padres, pongamos por
caso, vieron cómo movían de un lado a otro la
cabeza diciendo: «¿Así que Cristo no
resucitó?», «¿de modo que Dios no
estableció ninguna alianza con Moisés?»,
«¿nada de rezar a diario orientado hacia La
Meca?» «¡ésa no es mi religión!
», etc.

Muy bien, acepto mi culpabilidad. No cabe la menor duda
de que en ese libro me centré casi exclusivamente en las
experiencias espirituales profundas (de los dominios
psíquico, sutil, causal y no-dual), ignorando la mucho
más frecuente dimensión religiosa de la
espiritualidad traslativa (o religión estrecha).
También debo decir en mi favor que en ningún
momento llegué a negar -ni a sugerir siquiera- que hubiera
que rechazar esa dimensión. Reiteremos aquí lo
dicho en Ciencia y religión: «Hay que decir
también, al mismo tiempo, que esto no significa que
debamos diluir toda diferencia religiosa, todo matiz local, y
caer en una suerte de espiritualidad… homogeneizada. La Gran
Cadena es simplemente el esqueleto de cualquier abordaje
individual a lo Divino, un esqueleto que cada individuo y cada
religión deberá investir con su propia carne y sus
propias vísceras. La mayor parte de las religiones
seguirán ofreciendo sacramentos, distracción y
mitos (y otros consuelos horizontales que cumplen con funciones
meramente traslativas), amén de las prácticas
auténticamente contemplativas que cumplen con la
función de alentar una transformación vertical. No
es preciso, pues, que las religiones experimenten un cambio
espectacular…». `

Pero sí que hice, no obstante, dos acusaciones
que sigo considerando necesarias. La primera de ellas es que, si
la religión estrecha realiza afirmaciones
empíricas (es decir, afirmaciones acerca de
entidades propias de los cuadrantes de la Mano Derecha), esas
afirmaciones deberán atenerse al criterio de la ciencia
empírica (estrecha). Si la religión, por ejemplo,
dice que la Tierra fue creada en seis días, deberá
contrastar esa afirmación con la ciencia empírica,
una prueba en la que, por cierto, naufragan estrepitosamente; uno
es libre de creer o no creer en ellas, pero no puede reclamar el
respaldo de la buena ciencia ni de la espiritualidad profunda. En
segundo lugar, el núcleo fundamental de la religión
es la religión profunda o la espiritualidad profunda que
tiende a relajar y debilitar el celo de la religión
estrecha, y así, en la medida en que uno despierte a sus
potencialidades más elevadas, se hallará cada vez
menos atraído por la religión estricta."

Obviamente, los críticos tienen razón en
que la mayor parte de las personas abrazan una religión
estrecha o traslativa -sea la creencia en la Biblia, la creencia
en Gaia o la creencia en la teoría holística de
sistemas– y no desean transformar al sujeto de esas
creencias. Desde la perspectiva proporcionada por mi modelo, esas
creencias mentales se refieren a los niveles del desarrollo
mágico, mítico, racional o
visión-lógico (es decir, desde púrpura hasta
turquesa). Pero yo también quisiera dirigirme a los
dominios transpersonales más elevados (psíquico,
sutil y causal) que se encuentran más allá de las
meras creencias, los reinos supraconscientes y supramentales que
constituyen el núcleo de la espiritualidad profunda y de
las ciencias contemplativas. Un modelo realmente omninivel y
omnicuadrante debe hacer suficiente espacio para todas esas
alternativas, desde la premental hasta la mental y la
supramental.

Espiritualidad y liberalismo

El último punto que me gustaría discutir
brevemente en este capítulo es muy sencillo: la
religión y la ciencia nunca se llevarán bien hasta
que la religión y el liberalismo se
reconcilien.

La Ilustración clásica occidental -y su
vástago, el liberalismo- nacieron como un
movimiento fundamentalmente antirreligioso. Los filósofos
liberales y los teóricos políticos de la
Ilustración buscaban, entre otras muchas cosas, liberar a
los individuos de los dictados de la religión del Estado y
de la mentalidad del rebaño, ya que, hasta ese momento, si
alguien se atrevía a discrepar en voz alta de lo que
decía el Papa, tenía que vérselas con la
Inquisición. El liberalismo, por el contrario,
sostenía

que el estado no debe alentar ninguna versión
particular de la buena vida,
sino que debe permitir que los
individuos decidan por sí mismos (separación entre
la Iglesia y el Estado). En la actualidad, el liberalismo tiende
a contemplar con mucha suspicacia a la religión, por el
simple hecho de que muchos creyentes son muy proclives a tratar
de imponer su sistema de valores sobre los demás.
Además, el liberalismo también se alió
estrechamente con las ciencias naturales recién emergentes
-como la física, la biología y la química-,
que no encontraron evidencia experimental alguna de las creencias
sustentadas por la religión mítica (como que el
mundo fuera creado en seis días, por ejemplo). Por su
parte, la religión mítica acabó concluyendo
que el liberalismo no era mucho más que un "horrible
ateísmo" que acabaría arruinando a la sociedad.
Resumiendo, el liberalismo y la religión se hallan
enfrentadas casi desde el mismo momento de partida.

Pero ahora que hemos visto que al menos existen dos
tipos diferentes de religión (estrecha y profunda),
permítasenos revisar esa antigua animosidad. La
religión tradicional cuestionada por la Ilustración
era la religión azul, con sus mitos y absolutismos
etnocéntricos (crea en su Dios mítico y será
salvado, no lo haga y se condenará eternamente). En este
sentido, la Ilustración representaba la nueva ola
emergente naranja de la existencia, con su fuerte creencia en el
materialismo científico, el progreso lineal, el comercio y
el empirismo. El resultado de todo ello fue un conflicto
titánico de memes que acabó originando, al menos,
dos grandes revoluciones (la americana y la francesa).

Como ya hemos visto, la ola naranja es, de hecho, la
primera de las olas de la conciencia postconvencional y
mundicéntrica. Por ello los filósofos
fueron los primeros abanderados de esa extraordinaria ola que
enfatizaba los derechos universales del hombre (derechos que,
siguiendo su misma lógica, no tardaron en extenderse a las
mujeres, los esclavos, los niños y hasta los animales). Se
trataba del gran avance que va desde lo etnocéntrico hasta
lo mundicéntrico, desde las jerarquías de dominio
social hasta las meritocracias, desde el deber hasta la dignidad.
Y los filósofos también estaban en lo cierto al
afirmar que la mayor parte de los dogmas de las religiones
propias del estadio mítico-pertenencia no eran más
que supersticiones despojadas de toda evidencia, pero
también estaban profundamente errados al extrapolar que la
religión tradicional no era otra cosa más que un
mito como el de Santa Claus. Porque lo cierto es que la esencia
de cada una de las grandes tradiciones de sabiduría
también nos proporciona una serie de prácticas
contemplativas que, en el mejor de los casos, permiten acceder de
un modo estable a las olas transracionales y transpersonales de
la conciencia.` Estas ciencias contemplativas no nos revelan los
mitos pre-racionales, sino las realidades trans-racionales y la
Ilustración racional, al reaccionar en contra de todo tipo
de afirmaciones no-racionales, arrojó también
descuidadamente por la ventana lo transracional con lo
prerracional, y el hermoso bebé del espíritu se fue
por el mismo desagüe que el agua de la
bañera.

Así pues, con la Ilustración, el
materialismo científico estrecho (naranja) asumió
una postura abiertamente hostil hacia casi todas las formas de
religión (tanto pre como trans)." Hasta el momento, la
religión tiende a identificarse con las creencias azules
mítico-pertenencia (la creencia en la verdad literal de la
Biblia, la Torah, el Corán, etc.), y la ciencia, por su
parte, tiende a identificarse con una posición francamente
antirreligiosa. En mi opinión, ambas precisan
liberarse de su fanatismo estrecho y poco profundo y abrirse a la
buena ciencia y a la espiritualidad profunda propias de las olas
más elevadas de la existencia, donde pueden acabar
reconciliándose.

Esta sería una espiritualidad postconservadora y
postliberal que tendría en cuenta los logros de la
Ilustración mundicéntrica sin atrincherarse en las
afirmaciones de la religión mítico-pertenencia y de
la moral prescriptiva, una espiritualidad que no fuera preliberal
y reaccionaria, sino progresiva y evolutiva,20 una espiritualidad
que no aspiraría a imponer sus dogmas sobre los
demás, sino que alentaría a todo el mundo a
desarrollar sus potencialidades y, de ese modo, a descubrir su
propia espiritualidad profunda, infinitamente radiante,
resplandeciente en medio de la oscuridad, eternamente feliz, el
asombroso descubrimiento de su propio Rostro Original, su alma y
su espíritu divino, que nunca ha dejado de
resplandecer.

El mundo real

O pendemos unos de otros o terminaremos colgando
cada cual por su cuenta.

BENJAMIN FRANKLIN

A menudo me pregunto cuáles son las aplicaciones
prácticas de mi trabajo, es decir, cuáles son las
aplicaciones del modelo holónico o integral en el "mundo
real". Veamos ahora una breve muestra de lo que está
ocurriendo en este sentido.

La política integral

He colaborado con Drexel Sprecher, Lawrence Chickering,
Don Beck, Michael Lerner, Jack Crittenden y algunos otros en la
elaboración de un enfoque político omninivel y
omnicuadrante (que tiene en cuenta la obra de tantos
teóricos políticos que resulta imposible
enumerarlos a todos). También he colaborado con consejeros
de Bill Clinton, Al Gore, Bill Bradley, Tony Blair, George W Bush
y Jeb Bush, entre otros. Porque lo cierto es que todo el mundo
parece estar buscando una "tercera vía" que integre lo
mejor de las visiones liberal y conservadora -el vital
center
del presidente Clinton, el compassionate
conservatism
de George W Bush, el neue mitte de
Alemania, la third way de Tony Blair y el African
renaissance
de Thabo Mbeki, por nombrar sólo unos
pocos- y son muchos los teóricos que tratan de establecer
los cimientos sólidos de una nueva visión omninivel
y omnicuadrante.

Veremos ahora mi propia visión teórica
concreta, una visión que he desarrollado fundamentalmente
por mi propia cuenta y que se ha convertido en un fértil
marco de referencia para el debate con las ideas aportadas por
otros teóricos. Para ello, comenzaré esbozando mis
propias ideas al respecto y luego señalaré las
áreas en las que las ideas de otros teóricos me han
resultado de suma utilidad.

En el último capítulo de
Después del Edén («Republicanos,
demócratas y místicos») dije que, en lo que
respecta al sufrimiento humano, los liberales tienden a creer en
la causación objetiva, mientras que los conservadores
creen en la causación subjetiva. Con ello quiero decir
que, desde la perspectiva liberal, la responsabilidad del
sufrimiento individual recae en las instituciones sociales
objetivas (si usted es pobre es porque la sociedad le oprime),
mientras que la perspectiva conservadora culpa a los factores
subjetivos (si usted es pobre es porque es perezoso).
Consecuentemente, el liberal aborda ese problema recomendando
algún tipo de intervención social objetiva, como
una reforma de las instituciones sociales y una
redistribución de la riqueza que aliente la igualdad entre
todos los seres humanos. El abordaje conservador, por su parte,
recomienda inculcar los valores de la familia, exige que los
individuos asuman la responsabilidad de sus acciones, propone el
endurecimiento de las normas morales (lo cual supone, en muchos
casos, la aceptación de los valores religiosos
tradicionales), alienta la ética del trabajo, el uso de
incentivos que recompensen el logro, etc.

Dicho en otras palabras, el liberal suele creer en la
causación de la Mano Derecha, mientras que el conservador
cree en la causación de la Mano Izquierda (aunque hay que
advertir en este punto que cuando elaboré los cuatro
cuadrantes no tuve en cuenta la posible confusión
terminológica que podría ocasionar. Reiteremos,
pues, que la llamada izquierda política cree en la
causación de la Mano Derecha, mientras que la derecha
política, por su parte, cree en la causación de la
Mano Izquierda).

El hecho, en cualquier caso, es que el primer paso hacia
una "tercera vía" -que integre lo mejor de la
visión liberal y de la visión conservadora y que
subraye en consecuencia, tanto el desarrollo interior como el
desarrollo exterior- consiste en reconocer la realidad e
importancia tanto
de los cuadrantes interiores como
de los cuadrantes exteriores y en orientar nuestros esfuerzos
tanto hacia los factores internos (los valores, los significados,
la moral y el desarrollo de la conciencia) como hacia los
factores externos (las condiciones económicas, el
bienestar material, los avances tecnológicos, la seguridad
social, el medio ambiente).

Centremos ahora nuestra atención en el
área del desarrollo de conciencia, ya que ésta es,
después de todo, la parte más difícil para
los liberales, que suelen oponerse a todo tipo de "estadios" o de
"niveles" (incluyendo los niveles de conciencia), convencidos de
que tales "juicios" son racistas, sexistas, marginadores, etc.
Recordemos que, en este sentido, el liberal no suele creer en la
causalidad interior y que incluso llega, en ocasiones, a
cuestionar la existencia misma de cualquier tipo de interioridad.
La epistemología liberal típica (como la sostenida,
por ejemplo, por John Locke) considera que la mente es como una
tabula rasa, una pizarra en blanco que va
llenándose con imágenes procedentes del mundo
externo. Así pues, si existe algún problema
interior (si usted está sufriendo, en suma), es porque
algo funciona mal en el exterior (en las instituciones sociales),
ya que, desde esa perspectiva, toda interioridad constituye, de
un modo u otro, un reflejo del exterior.

Pero ¿qué ocurriría si lo interior
no dependiera exclusivamente del mundo externo y tuviera sus
propios estadios de crecimiento y desarrollo? Si el logro de una
auténtica "tercera vía" exigiera tener en cuenta
tanto el desarrollo interior como el desarrollo exterior,
deberíamos prestar también una atención
cuidadosa a los estadios interiores del desarrollo de la
conciencia. En libros tales como Una visión integral
de la psicología
he establecido las correlaciones
existentes entre unos cien modelos diferentes del desarrollo de
la conciencia, tanto orientales como occidentales, tanto antiguos
como modernos, que pueden proporcionarnos una imagen muy clara de
los estadios del desarrollo del reino subjetivo, pero no a modo
de una secuencia fija e inalterable de niveles, sino como una
guía general de las posibles olas del desarrollo de la
conciencia.

Así pues, el primer paso hacia una "tercera
vía" auténticamente integral nos obliga a combinar
adecuadamente lo interior y el exterior (la Mano Izquierda y la
Mano Derecha, lo subjetivo y lo objetivo), mientras que el
segundo consiste en reconocer que lo subjetivo -es
decir, la conciencia- se despliega a través de una
serie de estadios.
Quien quiera dilucidar más
detalladamente estos estadios puede recurrir a cualquiera de los
mapas de los investigadores más reputados del desarrollo
interior, como Jane Loevinger, Robert Kegan, Clare Graves,
William Torbert, Susanne Cook-Greuter o la Spiral Dynamics de
Beck y Cowan. Bastará, para ilustrar esta visión
global y simplificada, con utilizar una versión de tres
grandes estadios: el preconvencional (o egocéntrico), el
convencional (o sociocéntrico) y el postconvencional (o
mundicéntrico).

La ideología tradicional conservadora se halla
asentada en una ola convencional y sociocéntrica del
desarrollo propia del estadio mítico-pertenencia cuyos
valores hunden sus raíces en la orientación
mítico-religiosa (como la Biblia, por ejemplo), suele
subrayar la importancia de los valores de la familia y de la
patria, es fuertemente sociocéntrica (y, en consecuencia,
también suele ser muy etnocéntrica), afirma los
valores sociales aristocráticos y jerárquicos (meme
azul) y tiende hacia el patriarcado y el militarismo. Ésta
fue la modalidad mítico-pertenencia que subrayó las
virtudes cívicas y que dominó la conciencia
cultural desde aproximadamente el año -1000 hasta la
Ilustración occidental, después de la cual
apareció una modalidad de conciencia radicalmente nueva
-la conciencia racional-egoica (el meme naranja
postconvencional)- que trajo consigo la nueva ideología
política liberal.

La Ilustración liberal nace, pues, como una
reacción en contra del fundamentalismo propio de la
estructura mítico-pertenencia.

Estoy hablando, claro está, de la opresión
social generada por los mitos y sus prejuicios
etnocéntricos (que afirma que los cristianos se
salvarán, mientras que los paganos irán al
infierno, por ejemplo) y de la naturaleza no científica
del conocimiento proporcionado por los mitos (como que el
universo fue creado en seis días, pongamos por caso).
Así pues, uno de los principales objetivos de la
Ilustración fue aliviar el sufrimiento impuesto por la
opresión de la religión
mítico/etnocéntrica y su carácter no
científico. No olvidemos que el grito de batalla de
Voltaire -el verdadero lema de la Ilustración- fue el de
« ¡Recordad las crueldades! », recordad el
sufrimiento infligido por la Iglesia sobre millones de seres
humanos en nombre de su Dios mítico.

Así pues, en lugar del etnocentrismo
mítico-pertenencia basado en una identidad de rol inserta
en una jerarquía de identidades de rol, la
Ilustración anhelaba una identidad egoica libre de los
prejuicios etnocéntricos (los derechos universales del
hombre) y basada en la investigación racional y
científica. Desde la perspectiva de la Ilustración
-una perspectiva, por otra parte, muy acertada-, los derechos
universales acabarían con la esclavitud, la democracia nos
libraría de la monarquía, el ego autónomo
vencería a la mentalidad del rebaño y la ciencia se
impondría sobre el mito. Dicho en otros términos,
en el mejor de los casos, la Ilustración liberal
representó -a la vez que fue un producto– la
evolución de la conciencia desde la ola convencional y
sociocéntrica hasta la postconvencional y
mundicéntrica.

Ahora bien, si el liberalismo se hubiera limitado a ser
el producto de un avance evolutivo desde lo etnocéntrico
hasta lo mundicéntrico, hubiera terminado, pura y
simplemente, ganando la batalla. Pero lo cierto es que el
liberalismo emergió en un clima al que he denominado mundo
chato -o materialismo científico-, según
el cual lo único real es la materia (o, en el mejor de los
casos, la materia/energía) y, en consecuencia, la
posesión de la verdad sólo pertenece a la
ciencia más estricta.'
(Recordemos que la ciencia
estrecha -ya se trate de la ciencia atomística propia del
cuadrante superior-derecho como de la ciencia sistémica,
característica del cuadrante inferior-derecho- es la
ciencia de los dominios de la Mano Derecha.) El mundo chato,
dicho en otras palabras, es la creencia de que lo único
real son los cuadrantes de la Mano Derecha.

Y el liberalismo, al emerger en el seno del materialismo
científico, no sólo se tragó el cebo, sino
también el anzuelo, el sedal y hasta el pescador
ideológico y acabó convirtiéndose en el
adalid político de mundo chato,
abanderando la
realidad exclusiva del mundo material y sensoriomotor propio de
la Mano Derecha. Desde esa perspectiva, la mente no es más
que una tabula rasa, una pizarra vacía que va
llenándose con representaciones del mundo de la Mano
Derecha. En consecuencia, si el reino subjetivo está
enfermo es porque también lo están las
instituciones sociales objetivas y, por tanto, el mejor modo de
liberar al ser humano y de acabar con el sufrimiento consiste en
proporcionarle la libertad material y económica, para lo
cual hay que apelar al materialismo científico y a la
igualdad económica. Pero, de ese modo, acaban
soslayándose -o, en el peor de los casos, hasta
negándose de un plumazo- los dominios interiores de la
Mano Izquierda. Así es como se zanja toda posible
discusión con la conclusión de que todas las
interioridades son iguales.' No existen, pues, olas, estadios ni
niveles de conciencia, porque eso sería establecer un
juicio de valor y los juicios de valor son malos, muy malos… un
sentimiento muy noble, ciertamente, pero que acaba jurando
fidelidad al mundo chato y negando al Kosmos toda
interioridad.

Así pues, el deseo liberal de aliviar el
sufrimiento humano de forma universal -ya que todas las
personas son merecedoras de la misma justicia, con independencia
de raza, color, sexo o credo– evidenció un cambio de
actitud (de lo etnocéntrico a lo mundicéntrico),
que terminó, no obstante, atrapado en la visión
patológica del mundo chato o, dicho en dos palabras,
convirtiéndose en una versión enferma de un nivel
superior.

Ésta es la gran paradoja del liberalismo. Hace
mucho que los teóricos están de acuerdo en que el
liberalismo es intrínsecamente contradictorio, porque
abandera la igualdad y la libertad… y sólo es posible
tener una o la otra, pero no ambas al mismo tiempo. Yo
formularía esta contradicción del siguiente modo:
el liberalismo es el resultado de una secuencia de estadios
interiores del desarrollo de la conciencia -que va desde lo
egocéntrico hasta lo etnocéntrico y, finalmente, a
lo mundicéntrico-, después de lo cual da media
vuelta y niega el valor -y, en ocasiones, hasta la misma
existencia- de los niveles interiores del desarrollo que le
dieron origen. Es como si el liberalismo, al creer exclusivamente
en la causación objetiva (es decir, en el mundo chato),
acabase también negando el camino interno
recorrido hasta llegar ahí.; La

postura liberal es el producto de una serie de
estadios que terminan siendo negados,
ésa es la
contradicción intrínseca del
liberalismo.

Así fue como el liberalismo se negó a
emitir cualquier tipo de "juicio' en torno a las interioridades y
los individuos -¡ninguna posición es mejor que
otra!- y centró exclusivamente su atención en la
reforma de las instituciones exteriores, económicas y
sociales, abandonando, de ese modo, toda interioridad (los
valores, los significados y el desarrollo interno, por ejemplo) a
los conservadores.

Los conservadores, por su parte, abrazaron el desarrollo
interior, pero únicamente hasta el estadio
mítico-pertenencia, un estadio sano en su propio nivel,
una versión saludable de un nivel inferior que
defendía el estadio mítico-pertenencia, la ola
convencional/conformista, la virtud cívica, el meme azul,
un estadio, por otra parte, completamente sano, natural y
necesario
del desarrollo humano.

Ésta es la curiosa encrucijada política en
la que hoy en día nos encontramos y que nos obliga a
elegir entre una versión enferma de un nivel superior
(liberalismo) o una versión sana de un nivel inferior
(conservadurismo).

Cualquier auténtica "tercera vía" integral
debería abrazar una versión sana del nivel
superior -es decir, un nivel arraigado en las olas
postconvencionales y mundicéntricas del desarrollo- que
alentase por igual el desarrollo interior (el
crecimiento y el desarrollo de la conciencia y del bienestar
subjetivo) y el desarrollo exterior (el crecimiento y el
desarrollo del bienestar económico y material). Se
trataría, dicho en otros términos, de bosquejar una
teoría y una práctica
política omninivel y omnicuadrante.5

Además, desde este ventajoso punto de vista, la
directriz primordial de una auténtica "tercera
vía" no debería centrarse tanto en que todo el
mundo alcanzara un determinado estadio de desarrollo de la
conciencia (ya fuera integral, pluralista o liberal), como en
asegurar la salud de la espiral completa del
desarrollo

en cada uno de sus niveles y olas. Así pues, los
dos pasos que deben conducirnos a una "tercera vía"
realmente integral serían los siguientes: 1) incluir tanto
lo subjetivo como lo objetivo y 2) discernir los diferentes
estadios del desarrollo de lo subjetivo y respetar la
directriz primordial.'

Esa es, precisamente, la orientación general que
he seguido en las discusiones políticas que he mantenido
con los teóricos anteriormente mencionados. De Chickering
(Beyond Left and Right) y Sprecher he adoptado la
importante distinción que realizan entre las vertientes
"ordenada" (que subraya la importancia de la colectividad) y
"libre" (que subraya la importancia del individuo) tanto del
conservadurismo como del liberalismo .7 Además, ellos
también consideran que la izquierda y la derecha creen,
respectivamente, en la causación objetiva y en la
causación subjetiva. Desde esta perspectiva, las
vertientes "ordenada" y "libre" -tanto de la derecha como de la
izquierda- se caracterizan por tratar de imponer sus creencias
sobre los demás (habitualmente a través del
gobierno) o por colocar en primer lugar los derechos del
individuo, respectivamente. En este sentido, la vertiente
"ordenada" de la derecha recurre a la autoridad del Estado para
fortalecer los roles y valores convencionales, mientras que la
vertiente "ordenada" de la izquierda está ejemplificada
por el movimiento políticamente correcto y el feminismo
ortodoxo, que pretenden apelar al Estado para imponer su propia
versión de la igualdad. Por su parte, la vertiente "libre"
de la derecha está constituida por los defensores del
libre mercado, mientras que la vertiente "libre" de la izquierda
se ejemplifica con los libertarios civiles.

Esta visión de la política se ajusta
perfectamente a mis cuatro cuadrantes, porque los cuadrantes
superiores son individuales o "libres" y los inferiores son
colectivos u "ordenados", mientras que los interiores son
derecha/conservadores y los exteriores son izquierda/liberales.'
De este modo disponemos de un marco de referencia que nos sirve
para determinar el cuadrante que un determinado teórico
considera más importante (y, por consiguiente, que debe
ser manipulado, dirigido o protegido para tratar de obtener los
resultados deseados). Desde mi punto de vista, los cuatro
cuadrantes son igualmente importantes y, en consecuencia, un
abordaje auténticamente omninivel y omnicuadrante puede
servir de base teórica para una orientación
política realmente integral.

En Beyond Individualism, Jack Crittenden ha
aplicado la noción de individualidad compuesta
desarrollada en Después del Edén a los
ámbitos de la teoría política y de la
educación y la ha complementado con sus propias
conclusiones al respecto. Por mi parte, también me he
beneficiado mucho de las aportaciones proporcionadas por la
Spiral Dynamics de Don Beck (desarrollada conjuntamente con
Christopher Cowan), heredera de la obra pionera de Clare Graves.
Se trata de un enfoque que ha tenido muchas aplicaciones en el
"mundo real", desde el ámbito de la política y la
educación hasta el mundo empresarial. He de resaltar, en
este sentido, que Beck tiene una idea muy clara de la necesidad
de respetar la directriz primordial. Jim Garrison, presidente del
State of the World Forum, tiene muy claro el papel que puede
desempeñar una visión integral en el mundo actual.
La politics of meaning, de Michael Lerner, aunque muy
ligada a la vertiente "ordenada" de la izquierda -y, en
consecuencia, muy poco integral- insiste en que los liberales
tengan también en cuenta los cuadrantes interiores
(significados, valores y espiritualidad) que hasta el momento han
eludido como si se tratara de una plaga, una actitud que ha
tenido consecuencias muy lamentables (por-que ha dejado en manos
de los conservadores y de su actitud frecuentemente reaccionaria
los valores mítico-pertenencia tan necesarios para
fundamentar la sociedad y tan desastrosos cuando se les deja
abandonados a su cuenta y riesgo).

El gobierno integral

Esta investigación sólo aspira a atisbar
los efectos que podría tener una visión
integral -una visión propia del pensamiento de
segundo grado- sobre el mundo del gobierno.

Hablando en términos generales, la
Constitución de Estados Unidos es un documento
característico del estadio moral 5 (postconvencional y
mundicéntrico), un estadio en el que, en el momento en que
fue redactada, sólo se hallaba, aproximadamente, el
10% de la población del país. Se trata de
un documento extraordinariamente brillante -que reflejaba
fielmente el talento de sus redactores- que encontró el
modo de institucionalizar la postura mundicéntrica y
postconvencional (estadio moral 5) y lo convirtió en un
sistema de gobierno para personas que, en su mayor parte, no se
hallaban en ese nivel. Así fue como la misma
Constitución se convirtió en una especie de
marcador de la transformación que estimulaba
amablemente el desarrollo hacia un clima moral
no-etnocéntrico sino postconvencional y
mundicéntrico.

La Constitución de Estados Unidos representa la
culminación de las filosofías de gobierno
características del pensamiento de primer grado. Porque,
aunque sus artífices utilizaran a menudo el pensamiento de
segundo grado, las realidades de las que se ocupaban
todavía pertenecían al pensamiento de primer grado,
especialmente en lo que respecta a la formación y
relación de las agrupaciones de estados que
evolucionaron de los imperios feudales y de las
antiguas naciones.

Pero, hoy en día, las agrupaciones de estados y
comunidades de valor están dando lugar a los sistemas
globales y
las redes integrales (véase
figura 3.1), sistemas interdependientes que requieren de un
gobierno capaz de integrar (imponer) los grupos y
comunidades de la espiral completa del desarrollo interior y
exterior. Lo que el mundo actual necesita, pues, es la primera
filosofía política y la primera forma de gobierno
propia del pensamiento de segundo grado, que en mi opinión
será una teoría y una práctica
política omninivel y omnicuadrante que se atenga a pautas
profundamente integrales. Y ello no supone, en modo alguno,
modificar la Constitución de Estados Unidos (ni de
ningún otro país), sino simplemente ubicarla en el
lugar que le corresponda, en el seno de una red global que
fomente el mutuo desarrollo y mejora, una política
realmente integral y holónica.

Pero para ello todavía debemos responder a las
siguientes preguntas: ¿cómo podemos llegar a
concebir, abrazar y aplicar esa visión?,
¿qué detalles precisos, qué contenidos
reales, dónde, cómo y cuándo se
aplicará? Estas son las grandes preguntas a las que debe
responder la política global de este nuevo milenio.`
Estamos aguardando la visita de los nuevos padres y madres
fundadores de un sistema de gobierno integral, un sistema de
gobierno que nos empuje hacia un futuro mejor y que opere a modo
de marcador de la transformación de la espiral completa
del desarrollo humano, al tiempo que honre el desarrollo de cada
una de sus olas y nos invite amablemente a alcanzar profundidades
todavía mayores.

La medicina integral

En ningún ámbito resultan más
inmediatamente aplicables los cuatro cuadrantes que en el caso de
la medicina, y tal vez sea por ello que este modelo está
siendo adaptado cada vez con más frecuencia por las
instituciones de salud mental de todo el mundo. Basta con echar
un rápido vistazo a los cuadrantes para cobrar conciencia
de la utilidad de un modelo integral. (Recordemos que, en este
caso, estamos hablando de enfermedades físicas –la
rotura de un hueso, cáncer, una enfermedad
cardíaca, etc.- y del mejor modo de tratarla, puesto que
ése es el enfoque de la medicina ortodoxa.)

La medicina ortodoxa o convencional constituye un
abordaje típico del cuadrante superior-derecho al
organismo físico mediante intervenciones exclusivamente
físicas, como la cirugía, los fármacos, la
medicación y la modificación de conducta. La
medicina ortodoxa cree esencialmente en las causas físicas
de la enfermedad física y, en consecuencia, prescribe
intervenciones fundamentalmente físicas. Pero el modelo
holónico afirma que cada evento físico (cuadrante
superior-derecho) tiene, al menos, cuatro dimensiones (o
cuadrantes), y que hasta la enfermedad física debe
contemplarse desde los cuatro cuadrantes (por no mencionar los
niveles de los que luego hablaremos). De este modo, el modelo
integral no afirma que el cuadrante superior-derecho carezca de
importancia, sino tan sólo que, considerado de forma
aislada, únicamente representa, en el mejor de los casos,
una cuarta parte de la historia.

La reciente explosión del interés
despertado por las prácticas alternativas -por no
mencionar disciplinas como la psiconeuroinmunología-
evidencia que los estados internos de la persona (sus
emociones, su actitud psicológica, su imaginería e
incluso sus intenciones) desempeñan un papel fundamental
tanto en la génesis como en el
tratamiento de toda enfermedad, hasta de la enfermedad
física. Dicho en otros términos, el cuadrante
superior-izquierdo constituye un ingrediente clave de cualquier
abordaje médico realmente global. En este sentido, se ha
demostrado fehacientemente que la visualización, y el uso
consciente de las afirmaciones y de la imaginería
desempeñan un papel importante en la etiología de
la mayor parte de las enfermedades, y también está
más allá de toda duda que el tratamiento depende de
los estados emocionales y de la actitud mental."

Pero, por más importantes que sean estos factores
subjetivos, la conciencia individual no existe en el
vacío, sino que está indisolublemente unida a
valores culturales, creencias y visiones compartidas del mundo.
El modo en que una cultura (cuadrante inferiorizquierdo)
considere una determinada enfermedad -de un modo respetuoso y
compasivo o, por el contrario, con desprecio o ironíatiene
un profundo impacto en el modo en que los individuos la abordan
(cuadrante superior-izquierdo), lo cual puede llegar a influir
directamente en el curso de la misma enfermedad física
(cuadrante inferior-derecho). De hecho, existen muchas
enfermedades que no pueden siquiera definirse sin hacer
referencia al trasfondo cultural compartido (del mismo modo que
lo que se considera "cizaña" depende de lo que se espera
cultivar). Recordemos que el cuadrante inferior-izquierdo incluye
todo el extraordinario abanico de factores intersubjetivos que
tan cruciales resultan para cualquier interacción humana,
como el intercambio de comunicación entre doctor y
paciente, las actitudes de la familia y los amigos y del modo en
que se relacionan con el paciente; la aceptación (o
rechazo) cultural de la enfermedad (como ocurre, por ejemplo, en
el caso del sida) y hasta los mismos valores culturales que se
ven amenazados por esa enfermedad. En cierta medida, todos esos
factores inciden tanto en la génesis como en la
curación de la enfermedad física (por el simple
hecho de que cada holón presenta cuatro vertientes o
cuadrantes diferentes).

En la práctica, obviamente, este punto debe
centrarse sólo en aquellos factores que puedan abordarse
de un modo eficaz como, por ejemplo, la comunicación
(entre el paciente y el médico, la familia, los amigos,
los grupos de apoyo) y una comprensión general de los
juicios culturales al respecto y de sus efectos sobre la
enfermedad. Digamos, a modo de ejemplo, que la
investigación ha demostrado de forma consistente que los
pacientes de cáncer que se hallan integrados en un grupo
de apoyo tienen una mayor esperanza de vida que aquellos otros
que carecen de él. Así pues, los factores
más relevantes del cuadrante inferior-izquierdo
también resultan esenciales para cualquier abordaje
médico realmente global.

El cuadrante inferior-derecho tiene que ver con todos
aquellos aspectos materiales, económicos y sociales que,
si bien no forman parte directa de la entidad mórbida
desempeñan, no obstante -como ocurre con cualquier otro
cuadrante-, un papel esencial tanto en su génesis como en
su curación. En este sentido, por ejemplo, un sistema
social incapaz de distribuir alimentos a sus ciudadanos
acabará matándoles (como lamentablemente ocurre a
diario en los países asediados por el hambre), y lo mismo
sucederá si vive en un país desarrollado cuya
seguridad social no cubre cierta enfermedad letal de la que usted
se halla aquejado, aunque habitualmente no lo consideremos
así y concluyamos que "el virus acabó con
él". Así pues, aunque una persona se halle aquejada
de una enfermedad vírica, no debemos olvidar que los
cuatro cuadrantes desempeñan un papel importante en su
etiología. Recuerdo que, cuando la burocracia del FDA
retiró el apoyo a la investigación
farmacológica sobre el sida, un hombre aquejado de la
enfermedad se puso de pie ante el Congreso y dijo: «No
permitan que mi epitafio rece: "Murió de papeleo"»,
una afirmación muy cierta porque todas las entidades del
mundo real presentan cuatro cuadrantes y, en consecuencia, aunque
el problema focal se centre en un virus ubicado en el cuadrante
superior-derecho, en ausencia de un adecuado sistema social
(cuadrante inferior-derecho), uno puede terminar muriendo. Y no
se trata de dos problemas diferentes, sino del mismo problema,
porque todos los holones presentan cuatro cuadrantes. Así,
el cuadrante inferior-derecho incluye factores tales como la
economía, la cobertura sanitaria, los sistemas de
distribución social, e incluso cosas tan sencillas como la
estructura misma de las habitaciones de los hospitales (en el
modo en que favorezcan o dificulten la libertad de movimientos,
el acceso de los visitantes, etc.), por no mencionar cuestiones
tan evidentes como la polución medioambiental.

El aspecto omnicuadrante, pues, se refiere tanto a la
causa como a la curación (o gestión) de la
enfermedad, mientras que la faceta omninivel, por su parte, se
refiere a la existencia de niveles físicos, emocionales,
mentales y espirituales en cada uno de esos cuadrantes
(véase figuras 4.5 y 4.6). Existen muchas enfermedades que
tienen causas y tratamientos fundamentalmente físicos
(cuando uno es atropellado por un autobús y se rompe la
pierna, por ejemplo, se la ubica de nuevo en su sitio y se la
enyesa), pero la mayor parte de las enfermedades tienen causas y
tratamientos que incluyen las dimensiones emocionales,
mentales y espirituales.
En Gracia y coraje he
hablado de este punto y no reiteraré ahora lo dicho
allí, baste sólo con apuntar que existen
literalmente cientos de investigadores de todo el mundo que han
contribuido enormemente a aumentar nuestra comprensión de
la naturaleza "multiestratificada" de la enfermedad y de la
curación (incluyendo las inestimables contribuciones
realizadas por las grandes tradiciones de la sabiduría,
desde la chamánica hasta la tibetana). El hecho, en suma,
es que si tenemos en cuenta la existencia de muchos niveles
dentro de esos cuatro cuadrantes dispondremos de un modelo
médico mucho más comprehensivo y, en consecuencia,
mucho más eficaz.

Una visión omninivel y omnicuadrante, pues, nos
permitirá elaborar un abordaje médico mucho
más global y eficaz, porque cada cuadrante o
dimensión -"yo", "nosotros" y "ello"- posee niveles u olas
físicas, emocionales, mentales y espirituales (figura
4.6), y un tratamiento auténticamente integral
debería tener en cuenta todas esas realidades. Y ese tipo
de tratamiento no sólo sería más
eficaz-, sino también más
económico, uno de los criterios fundamentales, a
fin de cuentas, de la administración médica. De los
muchos teóricos que están trabajando en esta
línea conviene destacar a John Astin, que ha escrito
varios artículos sobre la aplicación de la
teoría holónica en la medicina complementaria y
alternativa,''- Pat Odgen y Kekuni Minton,'' Gary Schwartz y
Linda Russek," Wanda Jones y James Ensign (del New Century
Healthcare Institute) y Barbara Dossey y Larry Dossey, que han
utilizado la teoría holónica para complementar su
abordaje original de lo que denominan "la gran cadena de la
curación"."

Varios de nosotros hemos constituido recientemente el
Integral Institute, una organización cuyas ramificaciones
se extienden, por el momento, como veremos, a los campos de la
medicina integral, la psicología integral, la
política integral, etc. Entre los integrantes del
Institute of Integral Medicine se cuentan, además de los
teóricos enumerados en el párrafo anterior, Ken
Pelletier, Mike Murphy, George Leonard, Marilyn Schlitz, Joan
Borysenko, Jeanne Achterberg y Jon Kabat-Zinn. Debo
también decir que, si bien no todos los miembros del
Integral Institute están necesariamente de acuerdo con los
pormenores de mi versión integralista, todos ellos
comparten el mismo interés profundo por un abordaje
más integral, equilibrado y comprehensivo que abarque la
totalidad del espectro que va desde la materia hasta la mente y
el espíritu en los dominios del yo, de la cultura y de la
naturaleza.

Una visión integral del mundo de los
negocios

Recientemente han aparecido multitud de aplicaciones del
modelo holónico al campo de los negocios, lo cual tal vez
también se deba a la evidencia e inmediatez de sus
aplicaciones porque, en este ámbito, los cuatro cuadrantes
nos proporcionan los cuatro "entornos" o dimensiones en que debe
sobrevivir un determinado producto, y los niveles, por su parte,
se refieren tanto al tipo de valores que lo producen como a los
que determinan su compra. Las investigaciones realizadas en el
campo de la jerarquía de valores, como las de Maslow y
Graves (es decir, la Spiral Dynamics), por ejemplo, ya han tenido
una extraordinaria influencia en el mundo de los negocios, por
ello los "VALS" pueden combinarse con los cuadrantes (que
muestran la apariencia de esos niveles de valores en los cuatro
entornos diferentes), proporcionándonos así una
visión más global del mercado (que abarca tanto el
mercado tradicional como el cibermercado). Y aunque es evidente
que esta visión también puede manipularse en propio
beneficio -después de todo, los negocios son los
negocios-, no lo es menos que también puede utilizarse
para hacer llegar más eficazmente a los seres humanos
aquellos productos y servicios que más necesiten
(promoviendo, en tal caso, la salud de la espiral
global).

En este sentido, debo decir que los programas
deformación en gestión y liderazgo
empresarial
basados en un modelo integral también han
empezado a florecer por doquier. Daryl Paulson, en
«Management: A Multidimensional/Multilevel
Perspective», señala que existen cuatro grandes
teorías de la gestión empresarial: la teoría
X (que se centra en la conducta individual), la teoría Y
(que lo hace en la visión psicológica), la
gestión cultural (que enfatiza la cultura de la
organización) y la gestión de sistemas (que se
ocupa fundamentalmente de la gestión de los sistemas
sociales). Estas cuatro teorías, según el mismo
Paulson, ejemplifican los cuatro cuadrantes que debería
incluir cualquier modelo realmente integral. Luego Paulson se
ocupa de la parte "omninivel" y sugiere la existencia de cuatro
estadios muy simples pero también muy útiles por
los que atraviesan los cuadrantes, con sugerencias concretas para
implementar una gestión realmente omninivel y
omnicuadrante.1ó

Otros pioneros de este campo son Geoffrey Giaja y JMJ
Associates, cuyo seminario Integral Leadership (que utiliza tres
niveles en los cuatro cuadrantes) ha sido presentado a decenas de
empresas de Fortune («El enfoque transformativo ha
sido, hasta muy recientemente, el líder indiscutible del
cambio en el mundo empresarial, tanto en el campo de lo subjetivo
como en el de lo objetivo. Pero hoy en día, sin embargo,
estamos asistiendo a la emergencia de un abordaje integral que
está eclipsándolo progresivamente»); John
Forman, de R.W. Beck Associates, que recurre a un abordaje
omninivel y omnicuadrante para. complementar y corregir las
reducciones y distorsiones generadas por las teorías
sistémicas y la teoría de la complejidad; On
Purpose Associates (John Cleveland, Joann Neuroth, Pete Plastrik
y Deb Plastrik); Bob Anderson, Jim Stuart y Eric Klein (coautores
de Awakening Corporate Soul), cuyo Leadership Circle
representa un enfoque omninivel y omnicuadrante del campo de la
transformación y el liderazgo integral («El asunto
es que la evolución de todas las corrientes del desarrollo
de todos los cuadrantes se hallan íntimamente
relacionadas. La inteligencia espiritual constituye una especie
de alfabetización en la práctica de la
transformación. La inteligencia espiritual está
convirtiéndose rápidamente en uno de los
imperativos del liderazgo»); Leo Burke, director y decano
del College of Leadership and Transcultural Studies de la
Motorola University, que se ocupa de la formación de cerca
de veinte mil ejecutivos de todo el mundo; Ian Mitroff (A
Spiritual Audit of Corporate America);
Ron Cacioppe y Simon
Albrecht («Developing Leadership and Management Skills
Using the Holonic Model and 360 Degree Feedback Process»);
Don Beck, de Spiral Dynamics, cuyo modelo ya ha sido implementado
en situaciones que incluyen a cientos de miles de personas, y Jim
Loehr y Tony Schwartz, que están trabajando en un enfoque
omninivel y omnicuadrante ligado a tecnologías de cambio
muy concretas que giran en torno al manejo óptimo de la
energía, tanto física, como emocional y mental. En
la actualidad, Tony se ocupa de la columna mensual Life/Work de
Fast Company, y quien esté interesado puede
contactar con él a través de Internet en esa
dirección. Otros miembros, además de los
mencionados, del Institute of Integral Business son Deepak
Chopra, Joe Firmage (Project Voyager), Bob Richards (Clarus), Sam
Bercholz (Shambhala), Fred Kofman, Bill Torbert y Warren
Bennis.

La educación integral

Hay mucha gente que considera que, como soy un pensador
"integral" u "holístico", debo apoyar todos los abordajes
que se autodenominan "holísticos", ya sean convencionales
o alternativos, pero ése no es, en modo alguno, el caso
porque existen multitud de abordajes que se autocalifican de
"holísticos" que, en mi opinión, son sumamente
chatos (es decir, que están basados en la teoría
sistémica convencional y sólo tienen en cuenta el
cuadrante inferior-derecho) o que se hallan exclusivamente
centrados en el meme verde (un abordaje plural que trata
noblemente de no marginar otras visiones, pero que de hecho
desdeña, demasiado a menudo, el desarrollo
jerárquico, con lo cual acaba entorpeciendo el desarrollo
y la evolución). Debo decir, en este sentido, que la mayor
parte de los abordajes supuestamente holísticos soslayan
la directriz primordial, el imperativo ético central
según el cual no hay que centrarse en ningún nivel
concreto sino apuntar a la salud de la espiral global. Por ello
cualquier educación auténticamente integral no
debería centrarse exclusivamente en imponer el meme verde
a todos los alumnos, sino en comprender que el desarrollo se
despliega a través de una serie de olas concretas de
inclusividad cada vez mayor (o, por usar la versión de
Gebser, que la conciencia atraviesa una serie de olas que van
desde la arcaica, hasta la mágica, la mítica, la
racional y la integral), y que, por tanto, una educación
realmente integral no debería subrayar tan sólo la
última ola, sino el adecuado desarrollo de todas
ellas.

Son muchos los teóricos integrales que han
tratado de aplicar un enfoque verdaderamente omninivel y
omnicuadrante al campo de la educación y existen ya muchos
casos en los que las estructura organizativa (administrativa y
docente) de las escuelas y el currículum ofrecido a los
alumnos se ha organizado en torno a un formato omninivel y
omnicuadrante. Y no me estoy refiriendo tan sólo a las
escuelas convencionales, sino también a las de
educación especial. Espero tener pronto más cosas
que decir en torno a este punto, que constituye uno de los
objetivos fundamentales del Institute of Integral
Education.

Los estudios sobre la
conciencia

El enfoque predominante de los estudios sobre la
conciencia en nuestro país sigue siendo estrictamente
científico (es decir, la ciencia cognitiva exclusivamente
centrada en el cuadrante superior-derecho). Como ya he
señalado en Una visión integral de la
psicología,
cualquier abordaje global de la
conciencia debería implicar los cuatro cuadrantes o
simplemente el Gran Tres del "yo", el "nosotros" y el "ello" (los
relatos fenomenológicos de la conciencia realizados en
primera-persona, las estructuras intersubjetivas consideradas
desde la perspectiva de la segunda-persona y la
investigación acerca de los mecanismos y sistemas
científicos realizada en tercera-persona). Como evidencian
libros como The View fironi Within, editado por
Francisco Varela y Jonathan Shear, y muchos de los
artículos incluidos regularmente en el Journal of
Consciousness Studies,
se trata de un abordaje "1-2-3" de la
conciencia que ya ha sido emprendido. El siguiente estadio que
deberá acometer un enfoque más comprehensivo -un
paso que esbozo en Una visión integral de la
psicología-
no podrá ser sólo
omnicuadrante, sino que también deberá ser
omninivel.

Ya son varios los teóricos interesados en una
visión más global y equilibrada de la
psicología y los estudios sobre la conciencia que se han
integrado en el Institute of Integral Psychology. De todos ellos
cabe destacar a Roger Walsh, Frances Vaughan, Robert Kegan,
Susanne Cook-Greuter, Jenny Wade, Kaisa Puhakka, Don Beck, Robert
Forman, Richard Mann, Brian van der Horst, Allan Combs, Raz
Ingrasci, Anthony Arcari, T. George Harris, Francisco Varela,
Connie Hilliard y Michael Murphy.

Una espiritualidad relacional y socialmente
comprometida

Cualquier abordaje omninivel y omnicuadrante de la
espiritualidad debe subrayar la necesidad de ejercitar
simultáneamente las olas físicas, emocionales,
mentales y espirituales del ser en los ámbitos del yo, la
cultura y la naturaleza (es decir, en los dominios del "yo", del
"nosotros" y del "ello"). Existen muchas posibles variaciones
sobre este tema, que van desde la práctica transformadora
integral hasta la espiritualidad socialmente comprometida, y el
mundo de las relaciones en tanto que camino espiritual,
ámbitos en los que el número de grupos y
organizaciones que están abriéndose paso es
demasiado grande como para poder mencionarlos a todos.
Convendría señalar, en cualquier caso, en este
sentido, la obra de Thich Nhat Hanh, Diana Winston, Donald
Rothberg, la revista Tikkun y Robert Forman y el Forge
Institute (del que soy miembro); todos ellos están
tratando de aportar nuevas ideas a este noble
quehacer.

La ecología integral

Tanto si están de acuerdo como si no, los
críticos parecen coincidir en que la visión de la
ecología presentada en Sexo, ecología,
espiritualidad
es única en el sentido de que combina
la unidad ecológica, la teoría sistémica y
la espiritualidad no-dual sin privilegiar, no obstante, la
biosfera y sin usar la noción de red-de-la-vida, un
concepto, en mi opinión, chato y reduccionista. El hecho
es que cualquier abordaje realmente omninivel y omnicuadrante de
la ecología debería permitimos ubicar la biosfera,
la noosfera y la teosfera en el lugar que ocupan en el Kosmos y,
de este modo, subrayar la importancia de la biosfera sin caer en
la necesidad de reducirlo todo a ella.

La figura 4.6 evidencia la clave de las relaciones
existentes entre los ámbitos mencionados en el
párrafo anterior y también explica el motivo por el
cual suelen ser tan mal comprendidas. Adviértase que la
figura incluye el cuerpo (la biosfera), la mente (la noosfera) y
el alma/espíritu (la teosfera), y que cada ola mayor
trasciende, a la vez que incluye, a sus predecesoras, a modo de
nidos envolventes. En ese sentido, es correcto decir que
la mente trasciende e incluye al cuerpo o que la noosfera
trasciende e incluye a la biosfera. Qué duda cabe de que
la biosfera es un componente fundamental de la noosfera, pero no
viceversa, como erróneamente concluyen la mayor parte de
los ecólogos. Con ello quiero decir que uno puede destruir
la noosfera -o la mente humana- y la biosfera, no obstante,
seguirá sobreviviendo, pero que la destrucción de
la biosfera acarrea necesariamente la destrucción de todas
las mentes humanas. Y ello es así porque la biosfera forma
parte de la noosfera, pero no viceversa. A fin de cuentas, el
átomo forma parte de una molécula, de modo que si
usted destruye la molécula el átomo todavía
puede seguir existiendo, pero la destrucción del
átomo necesariamente conlleva la destrucción de la
molécula. Y lo mismo podríamos decir con respecto a
la biosfera y la noosfera, destruya ésta y aquélla
todavía podrá existir, pero no viceversa, lo cual
evidencia que, en los dominios interiores, la biosfera forma
parte de la noosfera, pero no viceversa (como evidencian
claramente las figuras 4.3 y 4.6). No es cierto, pues,
que la mente humana (la noosfera) forme parte de la naturaleza (o
biosfera), sino más bien todo lo contrario.

Pero hay que señalar que cada evento
interior tiene su correlato en el mundo sensorial exterior al que
solemos llamar "naturaleza". Así pues, la mayor parte de
los ecoteóricos observa el mundo externo, empírico,
sensorial y concluye que "todo forma parte de
naturaleza", porque (como evidencian las figuras 4.4 y 4.6) todo
posee un correlato en el mundo de la Mano Derecha. Así es
como llegan a la conclusión de que la "naturaleza" (o la
"biosfera") es la realidad última, se preguntan si
actuamos de acuerdo con la "naturaleza" y acaban
reduciéndolo todo a alguna versión de la
ecología, de la biosfera o de la gran-red-de-la-vida. Pero
debo decir que ésa es sólo la mitad de la
historia, la mitad derecha, por cierto. En las dimensiones
interiores de la Mano Izquierda, vemos que la naturaleza
-las dimensiones sensoriales, sentidas o empíricas-
sólo constituye una pequeña parte de una historia
mucho mayor, una pequeña porción del Gran Pastel,
un pastel que incluye la biosfera, la noosfera y la teosfera. Y
aunque todas esas olas interiores tengan sus correlatos externos
en el mundo de la naturaleza, no pueden reducirse a ellos, no
pueden reducirse a la naturaleza.
Hacer eso es simplemente
incurrir en una versión del mundo chato, el mundo
monocromo de la realidad propia de la Mano Derecha, la red
empírica y sensorial de la vida. Ese es el peor de los
reduccionismos ecológicos -reducir la totalidad del Kosmos
al cuadrante inferior-derecho-, un reduccionismo en el que caen
la mayor parte de las ecofilosofías.

Una visión ecológica realmente omninivel y
omnicuadrante -que presentamos de manera resumida en la figura
4.6- nos permitiría honrar la fisiosfera, la biosfera, la
noosfera y la teosfera, sin tratar de reducir una a las otras,
sino reconociendo y respetando el papel crucial que
desempeña cada una de ellas en este extraordinario
Kosmos.'8

Llegar a las minorías

Los modelos realmente integrales no deberían
aspirar a tomar un solo nivel o dimensión del desarrollo
(como el pluralista, el transpersonal o incluso el integral) e
imponerlo a la fuerza, sino atenerse a la directriz primordial de
preocuparse por la salud de toda la espiral del desarrollo y, en
consecuencia, acercarse a las minorías de un modo distinto
al propio de los enfoques típicos liberales, conservadores
y contraculturales/holísticos. Porque no se trata
tanto de imponer el pluralismo liberal, los valores
conservadores, el multiculturalismo verde o las ideas
holísticas, como de cuidar las condiciones -tanto internas
como externasque promueven el desarrollo armónico de los
individuos y de las culturas a través de toda la espiral.`
Y lo mismo podríamos decir con respecto a un enfoque
más integral a los países en vías de
desarrollo. Ilustremos todo esto con el ejemplo que nos
proporciona el caso de la UNICEF.

Omnicuadrante, omninivel y omnilínea: una
visión global de la UNICEF

El «Process of Integral Development» y el
«Integrative Approach: All-Quadrants, All-Levels,
All-Lines» son dos estudios realizados por iSchaik
Development Associates, asesores de la UNICEF. En esos
artículos, esbozan los cuatro cuadrantes y los
ejemplifican; luego resumen los principales niveles u olas
de

Figura 5.1. UNICEF
(iSchaikDevelopmnentAssociates).

cada cuadrante y, por último, señalan la
importancia de las muchas líneas o corrientes del
desarrollo que discurren de un modo relativamente independiente a
través de las distintas olas. (Véase figura 5.1,
realizada por el iSchaik Development Associates.) Según
afirman, «ésta es la gran imagen dentro de la que
deben contemplarse todas las ideas y proyectos en los que se
halla implicada la UNICEF».

Luego pasan a los contenidos concretos: «Para
profundizar nuestra comprensión acerca de la naturaleza
compleja e interrelacionada del mundo en que vivimos resulta
absolutamente necesario disponer de algún mapa del
desarrollo de la conciencia en los campos de la evolución
social y cultural, lo cual también debería incluir
un abordaje integral que nos asegurase que la evolución
-y, en consecuencia, el estado de los niños, de la
humanidad, de la cultura y de la sociedad, en general- recuperase
un nivel de desarrollo sostenible». Y esto requiere,
según ellos, «un marco de referencia que nos permita
ir más allá de la mera comprensión del
sistema o red objetivo/superficial y abarcase también una
comprensión cultural de la diversidad». Dicho en
otras palabras, debemos ir más allá de la
red-de-la-vida y del análisis habitual de la teoría
sistémica (que sólo abarca el cuadrante
inferior-derecho) y más allá también del
mero abrazo del pluralismo y la diversidad (que se halla
confinado al meme verde). Lo que se requiere, en su
opinión, es un abordaje "omninivel, omnicuadrante y
omnilínea", después de lo cual emprenden una
revisión crítica de las actividades pasadas de la
UNICEF y de la ONU.

Es evidente que, si queremos alentar un proceso de
desarrollo sostenible, el análisis debe apuntar a la
integración de los cuatro cuadrantes. Pero esto
también resulta igualmente evidente cuando contemplamos la
evolución de la implicación de la UNICEF en este
proceso, junto al proceso global del desarrollo humano y al modo
en que ambos se interrelacionan, porque el progreso realizado
hasta el momento no ha provocado ningún cambio sostenible.
Cualquier esfuerzo por entender los procesos de cambio,
transformación o desarrollo sin una comprensión
adecuada de la naturaleza de la evolución o del desarrollo
de la conciencia (del ser humano) no parecen tener mucho
éxito."

Luego tratan de analizar las principales razones que, a
su juicio, explican algunos de los fracasos pasados de la UNICEF
y la ONU. «Las actividades de la UNICEF se han centrado
fundamentalmente en los cuadrantes superior e inferior de la Mano
Derecha, es decir, en los cuadrantes objetivos y exteriores
(individual y social), ignorando, al mismo tiempo, en gran
medida, los cuadrantes interiores y culturales», un
abordaje al que, por cierto, yo también he calificado de
"monológuico" (otro modo de hablar del mundo chato). Luego
el análisis prosigue diciendo: «Es muy probable que
su visión excesivamente monológuica no les haya
permitido tener en cuenta la imagen global en la que estaban
moviéndose y haya lastrado los esfuerzos realizados hasta
el momento por la UNICEF y la ONU. Tal vez esta visión
monológuica haya sido necesaria durante el período
en que la conciencia atraviesa -y sigue atravesando- los estadios
arcaico, mágico, mítico y racional del desarrollo
(y hay que decir que hoy en día gira en torno a la
visión-lógica o red-lógica [es decir, el
pensamiento de segundo grado]). Pero en la actualidad, no
obstante, resulta indispensable que esas organizaciones adopten
un enfoque postracional o transracional que incorpore las ideas
positivas procedentes del nivel racional [y, en mi
opinión, todas las contribuciones positivas de
todas las olas anteriores], pero también las
trascienda a un nivel postracional más alto o profundo de
la conciencia, en todos los cuadrantes».

Luego esbozan la historia de los distintos programas
emprendidos por la UNICEF, señalando que, por más
importantes que hayan sido, todos ellos se centraron en
iniciativas de la Mano Derecha:

  • Los años cincuenta fueron la época de
    las campañas en contra de la enfermedad,
    «firmemente ancladas en el cuadrante superior-derecho,
    mensurable, observable y objetivo».

  • Los años sesenta constituyeron la
    década del desarrollo «que subrayaba el
    cuadrante inferior-derecho, es decir, el "ajuste
    funcional"».

  • Los años setenta fueron la época
    de las alternativas que,
    no obstante, «se
    centraron fundamentalmente en los cuadrantes de la Mano
    Derecha».

  • Los años ochenta fueron la época
    de la supervivencia del niño,
    pero sin mencionar
    siquiera el desarrollo interior.

  • Los noventa fueron la década de los
    derechos del niño
    (todo ello contemplado desde
    una perspectiva abiertamente conductista), unos años
    que rápidamente dieron paso a la época de
    la fatiga del donante,
    en la que «los donantes y
    los gobiernos volvieron ["regresaron"] a un estadio preglobal
    y nacionalista que sólo se preocupa de los problemas
    locales, cuya falta de comprensión acabó
    originando la noción equivocada de que todas las
    perspectivas son iguales [la "locura aperspectivista" propia
    del relativismo pluralista]». A menudo he
    señalado que todo holón, para sobrevivir,
    necesita del adecuado equilibrio entre justicia y derechos
    (individualidad) y respeto y responsabilidades
    (relación), y esto, precisamente, es lo que refleja el
    comentario del estudio realizado por iSchialk Associates
    sobre los esfuerzos realizados por la UNICEF y la ONU
    «no yuxtaponían claramente los "derechos"
    (justicia) con la jurisprudencia (respeto y responsabilidad)
    a un nivel global».

A la vista de todo lo anterior, su conclusión es
que la primera década del 2000 será la
época del enfoque integral, «en la que el
proceso de desarrollo sostenible será contemplado desde
una perspectiva integradora que explore más profundamente
los dos cuadrantes de la Mano Izquierda (intencional y cultural),
algo que, en el caso de la UNICEF, se centrará más
en los niños, los jóvenes y las mujeres».
Hasta el momento, pues, el problema es que «todas las ideas
de las últimas cinco décadas eran tan
monológuicas que excluían la necesidad del
desarrollo interior/subjetivo de los individuos y de las
sociedades para que el proceso del cambio y, sobre todo, de la
transformación, pudiera ser sostenible».

Finalmente, los autores señalan la necesidad de
acometer un enfoque "omnicuadrante, omninivel y omnilínea"
adaptado a cada situación concreta para «asegurarnos
de que las acciones que emprendemos o los
programas/ideas/metáforas que proponemos tengan alguna
posibilidad de alentar un proceso de cambio sostenible, orientado
y transformador».

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
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