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Una teoría de todo, de Ken Wilber (página 5)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8

Permítaseme señalar (como hacen
iSchaikAssociates) que cualquier abordaje integral debe ser
llevado a cabo con sumo cuidado, respeto y compasión. Con
ello quiero decir que no hay que abordar ninguno de los niveles,
líneas o cuadrantes de un modo rígido y
predeterminado. La investigación acerca del desarrollo no
pretende etiquetar a las personas ni juzgarlas inferiores o
superiores, sino que sólo aspira a señalar las
potencialidades infrautilizadas.
La directriz primordial nos
obliga a valorar la necesaria y única contribución
proporcionada por cada una de las olas del desarrollo de la
conciencia con la intención de proteger y promover la
salud de toda la espiral y no
sólo de uno cualquiera
de sus dominios. Al mismo tiempo, nos invita a sugerir
amablemente una visión más global del espectro de
la conciencia, de la espiral completa del desarrollo, para que
los individuos y las culturas (incluida la nuestra) -que no son
conscientes de algunas de las dimensiones más profundas o
más elevadas del ser humano- puedan decidir actualizar
esos extraordinarios recursos, lo cual, a su vez, podría
contribuir a desactivar algunos de los problemas más
recalcitrantes que no han sido resueltos por enfoques menos
integrales.

El terror del mañana

Uno de los problemas más insidiosos que han
acosado desde siempre a la humanidad es que los cuadrantes de la
Mano Derecha son materiales y que, una vez producida una entidad
material, puede ser utilizada por individuos que se hallen en
casi cualquiera de los niveles del desarrollo interior.
La bomba atómica, por ejemplo, es un producto claro del
pensamiento operacionalformal (naranja), pero, una vez que
existe, puede ser utilizada por individuos que se hallen en
niveles inferiores del desarrollo que nunca hubieran, por otra
parte, podido llegar a crearla. Además, aunque nadie que
se halle en el estadio moral mundicéntrico lanzaría
alegremente la bomba atómica, no podríamos decir lo
mismo de quien se encuentre en el meme rojo, preconvencional y
egocéntrico.

Hablando, pues, en términos muy generales,
podríamos decir que la humanidad se ha visto continuamente
aquejada por la pesadilla de que el desarrollo tecnológico
de los cuadrantes de la Mano Derecha siempre ha ido por delante
del desarrollo de la sabiduría, del respeto y del uso
compasivo de esa tecnología o, dicho en otros
términos, que el desarrollo externo ha ido más
rápido que el desarrollo interno. Reiterémoslo de
nuevo: una vez que se ha producido un determinado artefacto
material, puede ser utilizado por cualquier ser humano que se
halle en cualquier nivel interior. Sólo un genio cognitivo
-como James Watt, por ejemplo- pudo concebir y producir un avance
tecnológico del calibre de la máquina de vapor, que
a partir de entonces pudo ser utilizada por individuos que se
hallaban en cualquiera de los niveles de desarrollo, la inmensa
mayoría de los cuales jamás podría haber
llegado a inventarla.

Debo decir también que hasta el advenimiento de
la era moderna éste era un problema relativamente
pequeño, porque las tecnologías disponibles
también eran bastante limitadas. Poco daño puede
infligirse a la biosfera y al resto de los seres humanos con el
mero concurso de un arco y una flecha. Pero con la emergencia de
la modernidad, del meme naranja y de sus aplastantes avances
científicos, la humanidad comenzó a producir
tecnología del nivel naranja cuando la inmensa
mayoría todavía no había trascendido la
conciencia moral azul y roja. Fue entonces cuando el desarrollo
exterior emprendió un sprint que le llevó
a ir muy por delante del desarrollo interior, ocasionando un
defase entre la tecnología de la Mano Derecha y la
sabiduría de la Mano Izquierda que tomó posible -y
hasta probable-, por vez primera en la historia, una
catástrofe de dimensiones globales. Entonces fue cuando la
humanidad comenzó a afrontar a gran escala su problema
fundamental: la falta de desarrollo integral, un problema que
podría terminar abocando al holocausto atómico o al
suicidio ecológico.

La aparición de las poderosas tecnologías
actuales propias del pensamiento de segundo grado -desde la
producción a escala global de energía
cuántica hasta la inteligencia artificial
(robótica), la ingeniería genética y la
nanotecnología– enfrenta de nuevo a la humanidad a su
principal pesadilla: un desarrollo explosivo de las
tecnologías de la Mano Derecha que no se ha visto
equiparado con un desarrollo equivalente en los ámbitos de
la conciencia y la sabiduría interior que podría
suponer el final de la humanidad.

En un artículo titulado «Why the Future
Doesn't Need Us» y presentado en el número de abril
del 2000 de la revista Wired, Bill Joy, cofundador de
Sun Microsystems, ha dicho que dentro de unos cincuenta
años los avances tecnológicos realizados en los
campos de la genética, la robótica y la
nanotecnología podrían suponer el final de la
especie. De un modo deliberado o accidental, la genética
podría terminar creando una especie de "plaga blanca"; la
robótica, por su parte, podría permitimos
transferir la conciencia humana a las máquinas y acabar
con el ser humano, tal y como lo conocemos;'' y la
nanotecnología podría convertir a la biosfera en
polvo en cuestión de días. Además, en
opinión de los científicos a los que cita, entre el
30 y el 50% de la población de la humanidad no
sobrevivirá a este siglo.

Se trata, obviamente, de un asunto sumamente complejo,
pero podríamos decir alguna que otra cosa al respecto. En
primer lugar -y hablando en términos generales-,
sólo existen dos modos de "controlar" esta
tecnología, una imposición legal externa (que
prohiba, por ejemplo, cierto tipo de investigaciones) o las
restricciones morales internas (mediante un desarrollo de la
sabiduría colectiva que promueva el uso adecuado de la
tecnología). Y, aunque creo que finalmente se
llegará a algún tipo de solución de
compromiso que integre ambas perspectivas, me parece evidente que
no podemos comenzar siquiera a discutir el desarrollo de la
sabiduría y de la conciencia interior si seguimos
ignorando todo tipo de interioridades, de modo que o bien
encontramos soluciones integrales a estas pesadillas
globales, o muy probablemente perezcamos en el
intento.

Bill Joy recomienda una adecuada combinación
entre el control externo y el control interno. En este sentido,
está a favor de la prohibición o la renuncia a
ciertos tipos de investigaciones, pero también comprende
que, aun cuando tal cosa fuera posible (aunque, por otra parte,
bastante improbable, puesto que el conocimiento carece de
fronteras), no resolvería el problema fundamental, que
gira en tomo a la necesidad de desarrollar la sabiduría
colectiva. «¿Dónde podemos encontrar un nuevo
fundamento ético en el que asentar nuestra actividad? -se
pregunta Bill Joy-. En este sentido, las ideas expuestas por el
Dala¡ Lama en El arte de vivir en el nuevo milenio
me parecen muy adecuadas. Como es bien conocido -aunque tal vez
no se le haya prestado la debida atención-, el Dala¡
Lama considera que lo más importante es desarrollar el
amor y la compasión hacia los demás, y que, en este
sentido, nuestras sociedades necesitan desarrollar una
noción más clara de nuestra responsabilidad e
interdependencia.» Se trata de una propuesta de la que, sin
la menor duda, se haría eco cualquier otro líder
espiritual, tanto cristiano como judío o
hinduista.

Pero hay que advertir que no podemos sencillamente
recomendar el amor y la compasión per se, porque
el amor se despliega desde lo egocéntrico hasta lo
etnocéntrico y lo mundicéntrico, y no creo que
nadie deseara más amor etnocéntrico. ¿No les
parece que ésa es, precisamente, la causa de muchos de
estos problemas? ¿O es que acaso cree alguien que los
nazis no amaban a sus familias, a su raza y a su tribu? Yo creo
que ése es el motivo por el cual la mayor parte de las
religiones, centradas en el meme azul, no sólo no han
obstaculizado el surgimiento de las guerras, sino que en muchos
casos las han ocasionado. Y no sólo quiero decir
con ello que las religiones han causado más guerras que
cualquier otra fuerza de la historia, sino que lo hicieron en
nombre del amor a Dios y a la patria, porque ese amor y esa
compasión sólo era etnocéntrico y se
orientaba exclusivamente hacia los creyentes y ciertas personas
elegidas, al tiempo que se ocasionaba la muerte de todos los
demás.

Es muy probable, por otra parte, que cuando el
Dala¡ Lama y otros líderes mundiales apelan al "amor
y la compasión" estén refiriéndose al amor y
compasión universales, postconvencionales y
mundicéntricos… pero ése es un estadio del
desarrollo que sólo han alcanzado menos del 30% de la
población mundial, mientras que casi el 100% puede acceder
a tecnologías globalmente destructivas.

Debemos aprestamos, pues, a poner al día los
cuadrantes interiores. ¿De qué sirve seguir
centrando nuestra atención en las maravillas
tecnológicas externas que se despliegan ante nosotros
-desde la prolongación indefinida de la vida hasta la
interrelación mente/ordenador, la energía ilimitada
y el viaje interestelar por agujeros de gusano
intergalácticos- si nuestra conciencia sigue circunscrita
al estadio egocéntrico o etnocéntrico?
¿Queremos colonizar el espacio galáctico de nazis y
miembros del KKK que se hallen en el meme rojo?
¿Pretendemos realmente que Jack el Destripador viva
cuatrocientos años yendo de un lado al otro en su
hipercoche creando nanorrobots misóginos? Porque, mientras
las cosas sigan tal y como están, es decir, mientras el
desarrollo exterior prosiga su veloz carrera -o, lo que es lo
mismo, mientras persista la falta de desarrollo interior-
seguiremos hallándonos en un aprieto.

Edwin Firmage, una reconocida autoridad en los
ámbitos del derecho constitucional y del derecho
internacional que ha trabajado durante varias décadas en
el mundo del control de las armas nucleares, ha escrito:
«La ley [el control legal exterior] puede ayudar pero,
lamentablemente, resulta muy limitada. Aun en el caso de que la
ley pudiera eliminar por decreto todas las armas nucleares de la
tierra, no es posible lobotomizar a toda una generación de
físicos, y por ese camino volveríamos a encontramos
implicados, más pronto o más tarde, en la carrera
armamentística. ¿Cómo podemos cambiar el
alma de los seres humanos? Tenemos que ir más allá
del ámbito de aplicación de las leyes…».'-'
Y con ello quiere decir que debemos alentar el desarrollo de los
cuadrantes interiores, el desarrollo del alma, el desarrollo de
la sabiduría, el desarrollo de la conciencia, el
desarrollo interior de los cuadrantes de la Mano Izquierda de
modo tal que marchen al mismo paso que el desarrollo
tecnológico de la Mano Derecha. 2 Poco importa que se
trate de una tarea muy compleja, porque la alternativa resulta
demasiado dolorosa.

Sean cuales fueren las soluciones a todos estos
problemas, la discusión debe orientarse hacia cuestiones
más integrales, porque cualquier solución menos que
integral omitirá dimensiones fundamentales de la crisis
que, en tal caso, seguirá acelerándose y
descontrolándose en su desenfrenada carrera hacia la
muerte.

Integral Institute

Todos los abordajes que hemos mencionado en este
capítulo -desde el más prosaico hasta el más
apocalíptico- son algunas de las áreas de
aplicación inmediata de un enfoque más integral, de
un enfoque "omninivel y omnicuadrante". Existen otras que no he
mencionado en este sumario, como el feminismo integral, el
derecho integral, el arte y la teoría literaria integral
e, incluso, la reforma penitenciaria integral. Algunos de estos
abordajes han sido presentados en un libro que
próximamente publicará Shambhala, editado por Jack
Crittenden, que tentativamente lleva por título
Kindred Visions. Ken Wilber and Other Leading Integral
Thinkers,
y que incluye contribuciones de Alex Grey, Jim
Garrison, Joyce Nielsen, Ed Kowalczyk, T. George Harris, Marilyn
Schlitz, Georg Feuerstein, Larry Dossey, Jenny Wade, Juan
Pascual-Leone, Michael Lerner, James Fadiman, Roger Walsh, Leland
van den Daele, Francisco Varela, Robert Shear, George Leonard,
Michael Zimmerman, Stan Grof, el padre Thomas Keating, Ervin
Laszlo, Thomas McCarthy (Jürgen Habermas), Eduardo Mendieta
(Karl-Otto Apel), Hameed Ali, Robert Frager, Drexel Sprecher,
Lawrence Chickering, Gus diZegera, Elizabeth Debold, Lama Surya
Das, el rabino Zalman Schachter-Shalomi, Mitchell Kapor, Don
Beck, Frances Vaughan, Robert Forman, Michael Murphy, Max
Velmans, Tony Schwartz, David Chalmers, Susanne Cook-Greuter,
Howard Gardner, Robert Kegan, John Searle y Charles Taylor, entre
muchos otros. Todos ellos han contribuido, a su modo, a una
visión más integral y amable del Kosmos.

Muchos de los teóricos que han participado en
Kindred Visions y de los presentados en este libro se
han unido para fundar el Integral Institute, que en este momento
tiene ramas dedicadas a la medicina integral, la
psicología integral, la espiritualidad integral, los
negocios integrales, la ecología integral, la
educación integral, el arte integral y la política
integral. También existen varias ramas que no
tardarán en desarrollarse (como las que afectan a los
medios de comunicación, la diplomacia o el derecho). El
objetivo del Integral Institute es convertirse en una
organización en la que quepan todos los estudios
auténticamente integrales y encontrar el modo de canalizar
recursos que permitan la puesta en marcha de proyectos
integrales. Pensamos abrir un centro integral que sirva de
oficina principal del instituto (en Nueva York y/o San
Francisco), y ya hemos comenzado IntegralMedia con Shambhala. Si
usted está interesado en unirse al Integral Institute o en
apoyarlo, consulte el website de Shambhala en:
www.shambhala.com

Mapas del
kosmos

En un debate intelectual, ambas partes tienden a
estar en lo cierto en lo que afirman y equivocadas en lo que
niegan.

JOHN STUART MILL

Un sistema de clasificación
holístico

Cualquier modelo holónico que fuera realmente
comprehensivo y holístico -cualquier auténtica TOE-
debería tener en consideración todas las olas,
corrientes, estados, reinos y cuadrantes y en consecuencia nos
proporcionaría también un sistema muy útil
para clasificar las distintas visiones del mundo,
filosofías, religiones y ciencias que han aparecido a lo
largo de la historia. Debo insistir en que no se trata de que
alguna de esas visiones del mundo (incluyendo la mía
propia) acabe brindándonos una imagen completa, sino que
cuantas más visiones puedan incluirse, más exacta
será la visión resultante del Kosmos. En tal caso,
esta visión más abarcadora no sólo
actuará como un catalizador de la transformación
individual -a la que, por cierto, nos referiremos en el
próximo capítulo-, sino como sistema de
clasificación holístico
de las numerosas
visiones del mundo, evidenciando la relación que mantienen
y la importancia irreemplazable de cada una de ellas.'

En este capítulo centraremos nuestra
atención en las distintas visiones del mundo y
señalaremos el modo de articularlas en una visión
más integral. También echaremos un vistazo a la
situación política internacional y trataremos de
sugerir el modo en que tal sistema de clasificación
holístico puede clarificar nuestros análisis
políticos y sugerir cursos prácticos de
acción política en los ámbitos nacional e
internacional.

Todas las teorías presentadas en este
capítulo no son más que eso, simples teorías
o mapas del mundo y, en ese sentido, pueden servirnos para
componer una visión más integral, pero debo
señalar que la competencia básica del
pensamiento integral de segundo grado no exige el dominio de
todos esos mapas y sistemas. Así pues, el lector no tiene
que preocuparse por memorizar los distintos niveles, conocer
todos los bloques de civilización que mencionaremos ni
esforzarse en llegar a comprenderlos en detalle. Para ejercitar
el pensamiento de segundo nivel basta con tratar de entender
estos mapas integrales -mapas "omnicuadrante, omninivel y
omnilínea"- y abrir nuestras mentes y nuestros corazones a
un abrazo más abierto y compasivo hacia el Kosmos y todos
sus habitantes.

Así pues, aunque no tengamos que memorizar ni
conocer al dedillo los siguientes mapas, comprometámonos a
abrir nuestras mentes y nuestros corazones. En el próximo
capítulo prestaremos atención a una práctica
integral que apunta más concretamente a despertar nuestras
capacidades integrales.

Visiones del mundo

Son muchos los intentos realizados a lo largo de los
años para clasificar las distintas visiones del mundo de
que disponen los hombres y las mujeres. Platón nos
ofreció un brillante relato de las alternativas
filosóficas presentes en la antigua Grecia, Fa-hsiang
categorizó los sistemas religiosos de la China T' ang y
santo Tomás de Aquino nos proporcionó una
representación exhaustiva de las filosofías
más acreditadas de su tiempo, por nombrar sólo a
unos pocos.

Con el advenimiento de la era moderna y de la idea de
evolución, fueron muchos los teóricos que
comenzaron a clasificar las diversas visiones del mundo en
función de su nivel de desarrollo. Una de las
primeras -y todavía más influyente-
clasificación fue la llevada a cabo por Auguste Comte,
fundador del positivismo, cuya famosa Ley del Tres afirmaba que,
en su búsqueda del conocimiento, la humanidad ha
atravesado tres grandes estadios -la religión, la
metafísica y la ciencia– y que cada uno de ellos es menos
primitivo y más exacto que los anteriores (un proceso que,
curiosamente, termina abocando al estadio en que se hallaba el
mismo Comte. Y es que ése es, precisamente, el problema
del que suelen adolecer las teorías evolutivas, una
pretensión de la que, por mi parte, me apresuro a
desmarcarme). En cualquier caso, hay que decir que la más
sofisticada de todas las clasificaciones evolutivas del
conocimiento fue la elaborada por Georg Hegel, cuyo brillante
sistema filosófico dejaba lugar, en su opinión, a
todas las grandes visiones de la historia, tanto orientales como
occidentales. (Lamentablemente, sin embargo -como bien
señaló Bertrand Russell-, todo lo que Hegel
sabía de China, por ejemplo, era que existía. Y fue
este tipo de desconocimiento el que, junto a otros problemas
bastante más sutiles, terminó socavando, con el
tiempo, el sistema hegeliano. Pero no, por ello, debemos soslayar
la extraordinaria riqueza desplegada por el idealismo.)'- Otros
bien conocidos modelos histórico-evolutivos (que implican
tanto progreso como decadencia) son los elaborados por Adam
Smith, Karl Marx, Herbert Spencer, Oswald Spengler, Arnold
Toynbee, Pitirim Sorokin, Antonio Gramsci, Teilhard de Chardin,
Carroll Quigley, Jürgen Habermas, Gerhard Lenski, Jean
Gebser y Sri Aurobindo.

Más recientemente, ciertos filósofos han
esbozado modelos "globales" que se centran en tipos de
visiones del mundo que pueden articular los seres
humanos. Uno de los primeros modelos de esta categoría fue
World Hypotheses, de Stephen C. Pepper (1942), que
subraya la existencia de cuatro grandes tipos: el formal
(según el cual el mundo existe en tanto que
categorías), el mecanicista (el mundo depende de
relaciones causa-efecto), el contextual (el mundo es relacional)
y organísmico (el mundo es interactivo y relacional).
Posteriormente, Schwartz y Russek (véase la sección
dedicada a la medicina integral en el capítulo 5)
agregaron cuatro tipos más a la tipología de
Pepper: procesos implícitos (el mundo posee
energías y conciencia más sutiles), causalidad
circular (cibernética), desarrollo creativo
(adaptación emergente) y diversidad integradora (que
intenta integrarlos a todos).'

Otra influyente clasificación de las visiones del
mundo según los tipos disponibles fue la presentada por el
teórico de los sistemas sociales Talcott Parsons, que
organizó las visiones del mundo a lo largo de un continuo
de cinco grandes posturas: sistemista derecho, marginalista
derecho, marginalista medio, marginalista izquierdo y sistemista
izquierdo, una clasificación que, aunque posea ciertas
ventajas, abarca, no obstante -como luego veremos-, un rango muy
limitado de posibles visiones del mundo. Robert Bellah ha
enfocado su análisis desde otro ángulo,
descubriendo la existencia de cuatro grandes visiones del mundo
en Estados Unidos: republicana, bíblica, utilitaria y
romántica. Mark Gerzon, por su parte, habla de seis:
religiosa, capitalista, descontenta, medios de
comunicación, nueva era y política. Samuel
Huntington, por último, considera que el mundo se halla
sometido al choque de ocho o nueve grandes visiones culturales
del mundo (o civilizaciones): occidental, latinoamericana,
africana, islámica, sínica, hindú, ortodoxa,
budista y japonesa. Todos éstos son buenos ejemplos de
"metaanálisis" de tipos de visiones del mundo que muchos
eruditos modernos han encontrado útiles y que ciertamente
pueden serlo, siempre y cuando encontremos un contexto más
abarcador que los integre a todos. (Y ahí es,
precisamente, donde radica el problema.)

La noción de niveles de realidad (u olas
de la existencia) nos proporciona otro sistema de
clasificación. Ya sea que utilicemos la Spiral Dynamics,
la Gran Cadena del Ser, o los niveles del yo de Jane Loevinger,
lo cierto es que podemos clasificar fácilmente diferentes
tipos de visiones del mundo según el nivel de la mis
nia visión del mundo,
y eso es, precisamente, lo que
han hecho numerosos teóricos. Señalemos, en este
sentido, por dar unos pocos ejemplos, que las visiones del mundo
sexuales y vitales (como las de Freud y Bergson, por ejemplo)
provienen fundamentalmente del nivel de la vida biológica,
del meme beige; que las visiones del mundo centradas, de un modo
u otro, en el poder (como la de Nietzsche) se asientan en el meme
rojo; que las visiones racionales del mundo (como la de
Descartes) se asientan en el meme naranja; que el postmodernismo
(de Derrida y Lyotard, por ejemplo) se asienta en el meme verde;
que el misticismo natural (como el de Thoreau) se sustenta en el
meme coral/psíquico; que el misticismo teísta (como
el de santa Teresa de Ávila) se apoya en el meme sutil, y
que el misticismo sin forma (como el de Meister Eckhart) lo hace
en el meme causal.;

Parece razonable suponer que los niveles del ser y del
conocimiento contribuyen a la existencia de las diversas visiones
del mundo, de ahí que sea interesante incluir este hecho
en cualquier TOE.

Conviene señalar, por último -aunque no
por ello es menos importante-, que cualquier síntesis que
aspire a ser realmente integral debe reconocer la verdad
(ciertamente parcial) de todas las grandes visiones del mundo.
Porque no se trata de que los niveles más elevados nos
proporcionen visiones más exactas y que los niveles
más bajos sólo hablen de falsedades, supersticiones
o absurdos primitivos. Existe un sentido en el que hasta la
"magia" infantil y el mito de Santa Claus son verdaderos. Por
ello hay que señalar que las distintas visiones del mundo
son simplemente el modo en que se nos presenta el mundo desde
ese nivel u
ola y que todas las olas son
ingredientes fundamentales del Kosmos. En el nivel mítico,
Santa Claus (o Zeus, Apolo o la astrología, pongamos por
caso) constituye una auténtica realidad
fenomenológica. No es adecuado, pues, concluir: «Muy
bien. Ahora que hemos evolucionado sabemos que Santa Claus no es
real», porque sí que lo es. A la luz de la
evolución, todos los estadios anteriores parecen
primitivos y falsos, y también ocurrirá lo mismo
con nuestra visión actual del mundo (porque la
evolución futura acabará llevándonos
más allá de ella). No se trata, pues, de que
sólo exista un nivel de realidad y que las
demás visiones sean versiones primitivas e
incorrectas de ese único nivel, sino que cada una
de las visiones del mundo es una visión correcta
de un nivel inferior, aunque ciertamente fundamental de la
realidad, no una visión incorrecta del único nivel
real. Desde esta perspectiva, la noción de
desarrollo nos permite descubrir verdades anidadas, no
supersticiones primitivas.'

A menudo me preguntan ¿por qué hemos de
integrar las distintas visiones del mundo? ¿Acaso no nos
basta con celebrar simplemente la rica diversidad de las
distintas visiones sin necesidad de integrarlas? Obviamente, el
reconocimiento de la diversidad constituye un noble esfuerzo, y
debo decir que apoyo sinceramente el pluralismo. Pero si nos
quedamos en la mera celebración de la diversidad,
estaremos promoviendo, en última instancia, la
fragmentación, la alienación, la separación
y la desesperación, en cuyo caso, usted seguirá su
camino, yo seguiré el mío y cada vez nos
separaremos más, que es precisamente lo que tan a menudo
ha ocurrido en el reino postmoderno del relativismo pluralista,
que en tantos frentes nos ha abocado a una Torre de Babel. No
basta, pues, con reconocer las muchas diferencias que nos
separan, sino que también necesitamos ir más
allá y comenzar a reconocer las muchas similitudes que nos
unen. De otro modo, no contribuiremos al holismo sino al
"montonismo". Debemos asentarnos en la rica diversidad que nos
brinda el relativismo pluralista y, desde ahí, dar el
siguiente paso que nos permita entretejer la diversidad en una
espiral holónica de conexiones unificadas hasta advertir
las múltiples relaciones del Kosmos; necesitamos pasar del
relativismo pluralista al integralismo universal, necesitamos
encontrar, en suma, el Uno-en-los-muchos que pone de relieve el
entramado mismo del Kosmos.

Ése es el motivo por el cual creo que debemos
esforzarnos en alcanzar una visión integral a sabiendas de
que nunca llegaremos a conseguirla plenamente, y también
creo que el intento merece la pena, porque en ese intento de
encontrar el Uno-en-los-muchos sintonizaremos nuestros corazones
y nuestras mentes con el Espíritu tal y como resplandece
en este mundo.

Creo que el enfoque integral es el esfuerzo más
valioso para representar la Unidad-en-la-multiplicidad, porque
incluye de un modo explícito todas las visiones del mundo
mencionadas en este capítulo. Esta visión integral
-esta TOE- nos servirá, como luego veremos, como un
sistema de clasificación de todas las visiones del mundo,
permitiéndonos así apreciar y valorar adecuadamente
la contribución especial y profunda realizada por cada una
de ellas. Es innecesario decir que mi propia versión de
esta TOE -aun cuando sea completamente cierta- está
destinada a pasar a mejor vida y a dejar paso a visiones
posteriores todavía mejores.

Este sistema de clasificación integral ya
está usándose en aplicaciones muy diversas, desde
los llamados "websites transformacionales" hasta las "bibliotecas
mundiales". El World Economic Forum celebrado recientemente en
Davos (Suiza) invitó a varios expertos del abordaje
omnicuadrante y omninivel, lo cual tal vez evidencie su utilidad
práctica.

Robert Bellah y Mark Gerzon

Si tenemos en cuenta los distintos cuadrantes,
niveles, líneas, tipos y estados,
abriremos
suficiente espacio para todas las visiones del mundo mencionadas
en este capítulo. Se trata de algo mucho más
sencillo de lo que parece. Veamos algunos ejemplos
concretos.

Muchos de los teóricos de las visiones del mundo
se centran en un solo cuadrante y subrayan sus principales
estadios y/o tipos (la figura 3.6 nos ofrece varios ejemplos de
este fenómeno "monocuadrante"). Robert Bellah, por
ejemplo, se centra en dos niveles del cuadrante
inferior-izquierdo: el mítico-pertenencia (azul), con dos
principales tipos (el republicano y el bíblico), y el
racional-egoico (naranja), con dos principales tipos (el
utilitario y el terapéutico, uno de cuyos subconjuntos es
el meme verde). Su análisis, en mi opinión,
constituye una adecuada descripción sociológica de
estos cuatro niveles-tipos en el cuadrante inferiorizquierdo,
aunque sus prescripciones parecen demasiado sesgadas hacia el
meme azul.'

El análisis de Gerzon descubre la existencia de
seis grandes "naciones" o "sistemas de creencias" en Estados
Unidos hoy en día: religioso, capitalista, descontento,
medios de comunicación, nueva era y político (que
significan exactamente lo que sugieren los nombres). Su
análisis, realizado fundamentalmente a través del
meme verde (que expresa su exquisita sensibilidad pluralista), es
otra descripción fenomenológica útil de
alguna de las principales visiones del mundo presentes en nuestro
país (cuyas correlaciones esbozaré en una nota
final).' Adviértase que todas estas "naciones"
corresponden al pensamiento de primer grado y que no hay
"naciones" correspondientes al pensamiento de segundo grado ni
tampoco grandes masas de población en torno a las cuales
puedan articularse provechosamente organizaciones propias del
segundo grado (la "nación" Gaia o "transformacional" es
fuertemente verde/púrpura/roja, como sólo una
pequeñísima minoría -tal vez inferior al 2%-
activamente comprometida en actividades propias del pensamiento
de segundo grado y superiores). Pero sin el fundamento del
pensamiento de segundo grado, el "nuevo patriotismo" que
sabiamente recomienda Gerzon probablemente no deje de ser
meramente fortuito.

La profundidad vertical

Aunque útil, el esquema clasificatorio de Talcott
Parsons ilustra claramente las limitaciones de un enfoque que no
tenga en cuenta los fenómenos omninivel. El continuo de
Parsons (sistemista derecho, marginalista derecho, marginalista
medio, marginalista izquierdo y sistemista izquierdo) ejemplifica
algunos de los tipos de visiones del mundo que pueden percibirse
desde los niveles racionales, ya que todos ellos son
visiones racionales del mundo. Porque ese espectro de visiones no
es tanto una escala vertical que se extienda por encima
y por debajo de los niveles racionales, sino una escala
horizontal que va desde la creencia sistémica en
la causación subjetiva (sistemista derecho) hasta la
creencia sistémica en la causación objetiva
(sistemista izquierdo). Como ya hemos visto en el capítulo
3, cada uno de los niveles de conciencia dispone de varios tipos
horizontales. La orientación política es
un tipo que se halla disponible en distintos
niveles (usted puede ser de la izquierda o de la derecha
del meme rojo, de la izquierda o de la derecha del meme azul, de
la izquierda o de la derecha del meme verde, etc.).' En cualquier
caso, ésas son escalas independientes: niveles
horizontales versus las distintas tipologías de
que disponemos dentro de los distintos niveles.

Así pues, el esquema de Parsons constituye una
tipología fundamentalmente horizontal dentro de las olas
racional-egoicas. Y ése es, precisamente, el motivo por el
cual su esquema no cubre (de hecho, ni siquiera reconoce) las
importantes visiones del mundo que pueden contemplarse
desde las olas arcaica (beige), mágica
(púrpura) y mítica (rojo/azul) en las que se halla,
aproximadamente, el 70% de la población mundial, algo que
Parsons parece soslayar (por no mencionar las olas superiores,
transmentales y transpersonales de lo psíquico, lo sutil y
lo causal, a las que volveremos en breve).

El esquema de Parsons adolece de una falta de la
dimensión vertical de profundidad que, como
veremos, aqueja también a la mayor parte de los
teóricos presentados en este capítulo.' De hecho,
todos los teóricos mencionados aquí (exceptuando a
Evelyn Underhill) operan desde nivel(es) exclusivamente
racional(es) y, desde esa perspectiva, nos brindan una serie de
visiones muy útiles del mundo. Pero, como luego veremos,
necesitamos complementar esas importantes aunque limitadas
visiones con un enfoque más omninivel y omnicuadrante,
especialmente en lo que respecta a los estadios superiores y, lo
que todavía es más importante, en lo que respecta a
los estadios tempranos del desarrollo (púrpura, rojo y
azul), en los que se halla la mayor parte de la población
mundial.

Francis Fukuyama: "El fin de la historia y el
último hombre"

Tres de los más influyentes analistas de las
cuestiones internacionales de hoy en día son Francis
Fukuyama, Samuel Huntington y, a un nivel más popular,
Thomas Friedman. Sus visiones ilustran el diferente
énfasis que dan a los distintos cuadrantes, niveles y
líneas. Fukuyama (El fin de la historia y el
último hombre)
se centra en el nivel egoico-racional
(naranja) y su necesidad de reconocimiento (la necesidad
de autoestima de la holoarquía de necesidades de Maslow),
un reconocimiento que, según Fukuyama, el estado
liberal-económico ha logrado transmitir de un modo mucho
más eficaz que cualquier otro sistema de la historia. Por
ello en este sentido, concluye que no podrá ocurrir
ningún cambio histórico más y que, en
consecuencia, el Occidente liberal ha vencido a la historia y le
ha puesto "fin".

Pero por más importantes que sean las verdades
señaladas por Fukuyama, su análisis sólo es
válido para los niveles egoico-racionales,
postconvencionales y mundicéntricos (naranja y verde),
que, como ya hemos visto, sólo afectan, en el mejor de los
casos, al 30% de la población mundial. Pero hay
que decir que cualquier persona -incluso las nacidos en un
país egoico-racional, liberal y postconvencional- debe
comenzar su existencia en el estadio 1 (arcaico y beige) y, a
partir de ahí, debe acometer el proceso que le
llevará a emigrar a través de toda la espiral del
desarrollo que, al cabo de cinco o seis grandes estadios, termina
abocando a la conciencia postconvencional (naranja). Pero tal
cosa sólo ocurre con menos de una tercera parte de la
población mundial
-debido a factores procedentes de
los cuatro cuadran

tes-, de modo que el resto del mundo (un 70% aproximado
de la población mundial) no comparte el amor ni el
reconocimiento de Fukuyama por la ola egoico-racional (el meme
naranja), sino que se decanta por diversas versiones de la ola
arcaica, la mágica y la mítica (púrpura,
rojo y azul). Así pues, el análisis de Fukuyama se
halla circunscrito al meme naranja de los cuadrantes de la Mano
Izquierda y a los factores económicos liberal-capitalistas
del cuadrante inferior-derecho, pero deja fuera los estadios
prenaranja del desarrollo, en los que se halla la mayor parte de
la población mundial.

Samuel P. Huntington: "El choque de las
civilizaciones"

Aquí es donde el análisis de Samuel
Huntington resulta sumamente útil porque, "por debajo" de
los memes mundicéntricos y postconvencionales de naranja y
verde, se asientan las raíces y los cimientos de las
distintas civilizaciones etnocéntricas (incluyendo la
nuestra). Y aunque muchas de esas civilizaciones
etnocéntricas alienten ideales mundicéntricos, la
gran mayoría de los integrantes de cada
civilización siguen fuertemente asentados en las olas
púrpura, roja y azul (y, más raramente, naranja)
del desarrollo de la conciencia. El análisis de Huntington
nos habla de nueve grandes bloques de
civilización:
occidental, latinoamericano, africano,
islámico, sínico, hindú, ortodoxo, budista y
japonés (véase figura 6.1). Éstas son las
placas tectónicas horizontales, por así decirlo, de
la cultura humana y resulta absolutamente esencial tenerlas en
cuenta porque, como persuasivamente señala Huntington, en
ellas se asientan algunos de los principales factores motivadores
de la política, el comercio, la guerra y la diplomacia
internacional. lo

Como luego veremos, aunque Huntington da una
definición bastante amplia del término
civilización, se centra fundamentalmente en el cuadrante
inferior-izquierdo, es decir, en la cultura," y sus
recomendaciones se localizan fuertemente en el meme azul, la
postura conservador-republicana (que no es necesariamente tan
mala como muchos liberales quieren hacernos creer. Recordemos, a
fin de cuentas, que el 70% de la población mundial
está en el meme azul o en algún meme inferior.
Además, como ya hemos visto, los conservadores, reconocen
la causación subjetiva y la existencia de los estadios
internos hasta el azul, de modo que suelen ser jueces muchos
más fiables y realistas de esos dominios interiores a los
que los liberales suelen ser ciegos y, en consecuencia, se ven
obligados a exigir cambios exclusivamente externos).

Durante la mayor parte de la historia de la humanidad,
los cuadrantes de la Mano Izquierda y de la Mano Derecha se
desarrollaron al mismo ritmo. Así, la evolución que
condujo, en el cuadrante inferior-izquierdo, desde el nivel
arcaico (beige) hasta el mágico (púrpura), el
mítico (rojo/azul) y el racional (naranja) se vio
jalonada, en el cuadrante inferior-derecho, por un desarrollo
tecnológico que pasó de la visión del mundo
característica de los pueblos recolectores a la propia de
los pueblos hortícola, agrario e industrial,
respectivamente (véase figura 4.4). Así fue como la
visión mágica del mundo tenía un fundamento
recolector, la visión mítica del mundo un
fundamento agrario, la visión racional del mundo un
fundamento industrial, etc.

Con el advenimiento de la modernidad
(racional-industrial), no obstante, la globalización
creciente de la economía posibilitó la emergencia
de un tipo muy intenso de fenómenos inter-nivel
que permitieron, por ejemplo, que las culturas tribales pudieran
acceder a la tecnología racional-industrial, con
resultados frecuentemente catastróficos. Es más,
este mismo tipo de fenómenos inter-nivel podía
también tener lugar dentro de una determinada
cultura, como ocurrió en el caso de Auschwitz el resultado
de la capacidad tecnológica de la visión racional
(naranja) del mundo puesta en manos de una agresividad
etnocéntrica intensamente prerracional (rojo/azul). Por
ello hoy en día, casi cualquier tribu étnica u
orden feudal puede acceder a las armas nucleares,
biológicas y químicas -que jamás hubieran
podido producir por sí solos- con resultados más
que lamentables. Como comenzábamos a advertir en los
capítulos anteriores, el hecho de que todos los cuadrantes
de la Mano Derecha sean materiales posibilita que esos
artefactos materiales (desde las modalidades tecnológicas
hasta las armas nucleares) puedan ser utilizados por individuos
que se hallen en casi cualquier estadio del desarrollo
interior de la Mano Izquierda, aun cuando nunca hubieran podido
llegar a producirlos. Y son precisamente estos fenómenos
los que tornan imperativo el análisis inter-nivel de
cuadrantes, niveles y líneas en la política mundial
de hoy en día y condenan todo análisis que haga
menos que eso (más adelante volveremos sobre este
importante tópico).

Las civilizaciones evidencian una pirámide del
desarrollo en la que, cuanto más alto es el nivel de
desarrollo, menos individuos lo alcanzan, lo cual significa, como
ya hemos dicho, que el grueso de la población mundial se
halla en las olas más bajas del desarrollo,
fundamentalmente púrpura, rojo y azul (y, más rara
vez, naranja). Y éste no es un juicio moral, porque todos
los estadios desempeñan funciones cruciales y constituyen
el fundamento necesario para el desarrollo superior. Pero cada
recién nacido debe comenzar su proceso de desarrollo en el
primer nivel, sin importar cuán "elevada" o "avanzada" sea
la cultura en que se encuentre. La directriz primordial, pues,
nos obliga a proteger y promover la salud de toda la espiral del
desarrollo sin privilegiar ninguna ola determinada.

Esto significa que una nueva realpolitik
deberá tener en cuenta la espiral completa, sin olvidar
que el grueso de la población se halla en
púrpura/rojo (preconvencional) y azul (convencional).
Así pues, el centro de gravedad de la población
mundial se encuentra en los estadios egocéntrico y
etnocéntrico y, como dice Huntington, esos bloques
etnocéntricos tendrán una extraordinaria
importancia en la formación de las corrientes mundiales,
aunque no sean lo único que importe. Como ya hemos
señalado en el capítulo 1, Beck y Cowan estiman que
el 10% de la población mundial se halla en el meme
púrpura, el 20% en el rojo y el 40% tienen un centro de
gravedad azul, de modo que cerca del 70% de la población
mundial tiene un centro de gravedad etnocéntrico o
inferior, una masa extraordinaria, en suma, de la
humanidad.

Y eso también significa que cerca del 70% de la
población mundial se halla bastante lejos del nivel en que
se centra el análisis de Fukuyama. (Tal vez cuando el
porcentaje de población mundial que se halle en el meme
naranja sea de cerca del 100%, ése sea realmente el "fin
de la historia" que preconiza Fukuyama, pero para ello
todavía quedan, en el mejor de los casos, varios siglos.
Pero, además, después del meme naranja se halla el
verde, el amarillo, el coral/psíquico… No parece, pues,
advertirse signo alguno del fin de la historia…

Vertical y horizontal

Pero por más inteligente y útil que pueda
ser, el análisis de Huntington resulta fundamentalmente
horizontal porque, si bien reconoce la existencia y la profunda
importancia de los grandes bloques de la civilización, no
parece advertir siquiera los niveles verticales del desarrollo
(es decir, púrpura, rojo, azul, naranja, verde y amarillo)
que constituyen algunos de los estratos
arqueológicos
cruciales de esos bloques. Huntington
nos brinda una lectura superficial de los territorios reales
actualmente presentes, pero no dice absolutamente nada en tomo al
análisis evolutivo de las infraestructuras de esos
bloques. Si su análisis de la dimensión horizontal
se hubiera complementado con una revisión de la
dimensión vertical -es decir, si no sólo hubiera
reconocido las distintas placas tectónicas presentes, sino
también los distintos estratos arqueológicos que
yacen bajo esas placas-, dispondríamos de una
visión mucho más integral desde la que emitir
juicios políticos más asentados.

Permítaseme dar unos pocos ejemplos de lo que
supondría este enfoque omninivel y omnicuadrante. La
figura 6.2 es un diagrama sacado del libro The Crucible:
Forging South Africa's Future,
de Don Beck y Graham Linscott
que ilustra la mezcla memética de la población
adulta de Estados Unidos, Europa, África subsahariana y
Sudáfrica. De este modo, la complementación del
análisis horizontal de Huntington con la dimensión
vertical nos proporcionaría una visión mucho
más completa e integral de lo que realmente está
ocurriendo en las distintas poblaciones (política,
militar, culturalmente, etc.).

Figura 6.2. Mosaico de los sistemas
de valor adaptado, con permiso. de Don Beck y Graham
Linscott.
The Crucible: Forging South Africa's Future
(Johan nesburg. South Africa: The New Paradigm Press, 1991,
págs. 80-81).

(Beck viajó unas sesenta veces a Sudáfrica
para trabajar con quienes estaban tratando de desmantelar el
apartheid. Los liberales, obviamente, sostenían
que las nociones de "estadios" o "niveles" son marginadoras y
opresivas, pero lo cierto es que tal cosa sólo ocurre
cuando son utilizadas de un modo inadecuado por quienes tratan de
oprimir a los demás, ya sea que utilicen estadios
jerárquicos o concepciones antijerárquicas
políticamente correctas. Beck no se ha cansado de
señalar que el uso adecuado de la noción de
estadios sirve para liberar a las personas de los estereotipos
raciales. Desde esta perspectiva, «no hay personas blancas
o personas negras, sino personas púrpura, personas
amarillas, personas naranja, personas verde,
etcétera». No debe, pues, extrañarnos que su
innovador trabajo en esta área haya sido tan elogiado
tanto por Nelson Mandela como por el líder zulú
Mongosuthu Buthelezi.)

Son varios los ítems de esta figura que
inmediatamente llaman nuestra atención. Europa y
América tienen un centro de gravedad fundamentalmente
naranja, con grandes bolsas de población azul y verde
(como trato de señalar en Boomeritis, la mayor
parte de las "guerras culturales", de hecho, tienen que ver con
la lucha que mantienen los conservadores azules con los liberales
verdes). El África subsahariana todavía se halla
dominada por la conciencia tribal que va de púrpura a
rojo. El norte de África y gran parte del Oriente Medio se
hallan sometidos al orden patriarcal y feudal azul
(fundamentalmente basados en una visión religiosa literal
y estrecha del Corán). Habría, pues, que
complementar la visión horizontal de las civilizaciones de
Huntington con el concepto de memes para disponer de una
visión realmente integral.

El caso de Sudáfrica era especialmente complejo
porque constituía una complicada mezcla de diferentes
civilizaciones horizontales (europea y África
subsahariana) y de distintas estructuras meméticas
verticales (púrpura/rojo versus
azul/naranja). El mismo apartheid era una
organización típicamente azul, puesto que las
jerarquías de dominio social -tanto orientales como
occidentales (desde el apartheid hasta el sistema de
castas)- se asientan casi exclusivamente en las estructuras
azules propias del nivel mítico-pertenencia. Y sobre ese
fundamento azul, los blancos de Sudáfrica habían
erigido un estado naranja fuertemente capitalista. Cuando el
apartheid se vio desmantelado -de un modo muy
rápido y sin haber pensado, por cierto, gran cosa en lo
que lo reemplazaría-, Sudáfrica quedó sumida
en la confusión. Es evidente que el apartheid
debía ser desmantelado, pero los sudafricanos necesitaban
más tiempo para desarrollar una estructura azul
propia que pudiera reemplazar la versión europea.
Esto es, según Beck -que ha permanecido muy cerca de los
líderes sudafricanos-, lo que ahora está ocurriendo
con todo tipo de altibajos (un proceso en el que los liberales
verdes no han ayudado gran cosa, puesto que, con su habitual
falta de reconocimiento de los estadios interiores,
insistían pura y simplemente en el desmantelamiento de
toda la estructura azul).

Al igual que ocurrió en el caso de
Sudáfrica, son muchos los conflictos internacionales que
aquejan a nuestro mundo que se derivan de la colisión
entre distintos bloques de civilización (en la escala
horizontal) y de la lucha entre distintos memes (en la escala
vertical). El caso de Vietnam, por ejemplo, se debió a un
conflicto interminable provocado por el choque de dos
civilizaciones (la sínica y la occidental) que se hallaban
en diferentes niveles del desarrollo (rojo/azul y naranja/verde,
respectivamente), con el resultado de que un estado corporativo
como Estados Unidos acabó atrapado en el lodazal de las
naciones antiguas y de los imperios feudales.

El conflicto serbio, por su parte, ha sido una
auténtica pesadilla porque representa el violento choque
de no menos de tres bloques de civilización (ortodoxa,
islámica y occidental) que incluía, al menos,
cuatro niveles diferentes del desarrollo (las tribus
étnicas púrpuras, los imperios feudales rojos, las
naciones antiguas azules y los estados naranja/verdes). Slobodan
Milosevic, el presidente de la antigua nación azul de
Serbia, desencadenó la limpieza étnica, la
violación y la tortura rojo-tribal. La intervención
de los liberales sensibles verdes Bill Clinton y Tony Blair han
provocado multitud de alegatos en pro de los derechos humanos
verdes que han sido desoídos por las naciones antiguas
azules de Rusia, China e Irán, que les consideran (al
igual que a todo el meme verde) como auténticos criminales
de guerra. Nada sustancial ha cambiado en esta área, ya
que las placas tectónicas y los memes todavía
siguen yuxtaponiéndose de un modo muy inestable, prestos
al próximo terremoto.

El importante papel desempeñado por las olas o
memes verticales puede verse en situaciones tales como la
reunificación de Alemania. Porque, aunque todos los
alemanes comparten el mismo bloque de civilización, la
misma dotación genética y casi la misma historia,
los eventos ocurridos durante la guerra fría permitieron
que Alemania Oriental cayera bajo el influjo de un estado
fundamentalista y marxista basado en el poder, una antigua
nación azul que se regía por las normas dictadas
por un partido único y la obediencia al Estado, mientras
que Alemania Occidental seguía su camino de desarrollo
hacia una agrupación de estados naranja muy teñida
del meme verde. Los problemas de la reunificación, pues,
tienen que ver con el modo de entrelazar estas dos diferentes
olas del desarrollo cultural (azul versus
naranja/verde). Obviamente, en el fondo de ambas Alemanias acecha
la locura provisional de la regresión a la limpieza
étnica y el holocausto de la Segunda Guerra Mundial
llevados a cabo con una tecnología naranja sumamente
poderosa, la peculiar pesadilla de mezcla de niveles posibilitada
por la modernidad. Así pues, las dificultades que conlleva
la reunificación de Alemania no se deben tanto a un choque
horizontal de civilizaciones como a un choque vertical de
memes.

Y lo mismo ocurre con la Unión Soviética,
un estado manifiestamente moderno, pero cuya infraestructura
sigue firmemente anclada en una antigua nación azul,
totalitaria, unipartidista y centrada en una economía
dirigida por el estado y por ideales colectivistas. Y puesto que
el meme naranja, la iniciativa individual y el mercado
capitalista no pueden desarrollarse en esas circunstancias,
cuando trató de adoptarse -de un modo, ciertamente, un
tanto abrupto- algo semejante a una economía del mercado,
la nación antigua no evolucionó hacia un estado
moderno naranja, sino que, en muchos sentidos, retrocedió
a un imperio feudal rojo, a las guerras de bandas y a mafias en
lucha por el control del mercado. Y en la medida en que la
nación antigua continuó su difícil proceso
de desarrollo hacia un estado moderno, se ha visto
acompañado de déficit estructurales correlativos en
el cuadrante inferior-derecho, hasta el punto de que es
innecesario decir que, en este momento, los derechos humanos
verdes ocupan el último lugar de su escala de
intereses.

Algo semejante está ocurriendo también en
el continente chino, donde una antigua nación azul
está tratando de avanzar a trompicones hacia un estado
moderno naranja, un desarrollo que, hablando en términos
generales, no se cataliza convirtiendo los derechos humanos
verdes en el principal problema. Y es que las naciones azules
comprenden de un modo intuitivo (y correcto, por otro lado) que
los derechos humanos verdes disolverán la estructura azul,
lo cual supondría un verdadero desastre para China.
Sólo en la medida en que se asiente una infraestructura
naranja -con una clase media emergente, una tecnología en
vías de desarrollo, un respeto por los derechos humanos
objetivos y una iniciativa individual verdaderamente libre-,
comienzan a tener sentido los derechos humanos verdes. Así
pues, aun cuando una nación azul quisiera avanzar hacia al
pluralismo verde, se hallaría estructuralmente
imposibilitada para hacerlo, de modo que el simple hecho de
pretenderlo no hace más que generar todo tipo de
respuestas paranoicas.

Todo esto nos revela un hecho fundamental de las
civilizaciones y de sus problemas, y es que el desarrollo
exterior sólo puede implementarse y sostenerse sobre la
base del correspondiente desarrollo interior. Y como evidencia un
análisis omninivel y omnicuadrante, no es que uno sea
más importante que el otro, sino que ambos aparecen y
desaparecen juntos.

El mal meme verde

Aunque el análisis de Huntington carece de
profundidad vertical, nos proporciona una visión adecuada
del papel que desempeñan los bloques horizontales de la
civilización en los ámbitos de la política,
el comercio, las relaciones culturales y los conflictos
internacionales. Su análisis -altamente recomendable-
testimonia el hecho de que, en la gran espiral del desarrollo que
va desde lo egocéntrico a lo etnocéntrico y
mundicéntrico, el grueso de la población mundial
todavía se halla en el estadio etnocéntrico y
probablemente permanezca ahí durante un futuro indefinido
(como ha ocurrido desde hace milenios). Esto no supone, en modo
alguno, negar la posibilidad de que emerjan culturas
mundicéntricas -puesto que Huntington aporta alguna
evidencia a este respecto-, sino tan sólo que el centro de
gravedad de los distintos bloques de civilización es
sumamente etnocéntrico y que, debido a la pirámide
del desarrollo, los clusters etnocéntricos serán
siempre factores muy poderosos (y a menudo dominantes) de la
conciencia individual y cultural.

No cabe la menor duda de que las recomendaciones
políticas de Huntington se asientan fuertemente en el meme
azul (y en una visión del mundo republicano-conservadora),
lo cual ha despertado con frecuencia las iras de los liberales (y
del meme verde, en general), porque transgrede sus objetivos
declarados de diversidad, multiculturalismo y sensibilidad.
Además -y al igual que decíamos con respecto al
análisis de Fukuyama-, el análisis liberal-verde
sólo se aplica a un porcentaje muy pequeño de la
población mundial. De hecho, Beck y Cowan han descubierto
que menos del 10% de la población mundial se halla en el
meme verde (y casi completamente circunscrito al bloque de la
civilización occidental, lo cual desconcierta a los
multiculturalistas verdes que parecen dispuestos a abanderar
cualquier cosa menos la civilización
occidental).

Además, para que el resto del mundo alcance el
meme verde, los individuos tienen que desarrollarse desde
púrpura hasta rojo, azul, naranja y verde. Como subrayan
de continuo Beck y Cowan (y casi todos los investigadores del
desarrollo), el meme azul (llamémosle como le llamemos)
constituye un estadio absolutamente necesario, crucial e
inevitable para la emergencia de los estadios más elevados
(incluyendo el verde) y, en consecuencia, resulta lamentable que
el meme verde haga todo lo posible por destruir el meme azul
dondequiera tropiece con él. Como afirma la Spiral
Dynamics, "verde disuelve azul" y por ello, como concluye el
mismo Beck: «Verde ha generado más daño en
los últimos treinta años que cualquier otro
"meme"».

Insisto en que no se trata de que lo que diga el meme
verde sea falso, sino tan sólo de que lo hace a destiempo,
porque el mundo en general -incluida la mayor parte de la
población de Estados Unidos- todavía no se halla en
condiciones de dar el salto al pluralismo verde. Además,
como adecuadamente dice Huntington, ninguna civilización
que haya sostenido una agenda pluralista ha sobrevivido, pero no
porque, como él opina, ninguna civilización pueda
sobrevivir en esas condiciones, sino porque, hasta que más
del 10% de la población se encuentre realmente en la ola
verde y el centro de gravedad cultural sea fuertemente pre-verde,
toda cultura que trate de imponer a la fuerza el pluralismo y
multiculturalismo se rasgará por sus costuras más
rápidamente de lo que tardamos en pronunciar el
término "deconstrucción". Eso, precisamente, es lo
que Beck quiere decir cuando afirma que el daño provocado
por el meme verde ha solido pesar más que sus evidentes
bondades, y hacia ahí apunta también la
crítica de Huntington.

La diferencia, sin embargo -y se trata de una gran
diferencia-, es que Beck nos brinda un análisis post-verde
que tiene en cuenta la directriz primordial. Según dicho
análisis, cuando el meme verde disuelve el meme azul,
mutila la espiral del desarrollo e imposibilita, de ese modo, el
avance hacia púrpura y rojo, porque no hay ninguna base
azul para aceptar el desarrollo. Es así como el meme verde
lesiona la espiral completa del desarrollo humano, aquí y
en todas partes, desdibujando, de ese modo, sus innegables
bondades. La directriz primordial nos obliga a reconocer que
todos los memes, incluidos el azul y el verde, constituyen
aspectos necesarios de la espiral global y que todos
desempeñan un papel fundamental en la salud de toda la
espiral del desarrollo.

A Huntington, por su parte, no parece gustarle el meme
verde y está abanderando una especie de ataque pre-verde a
verde. (Con ello no quiero decir que Huntington ataque la
noción de "pluralismo internacional", puesto que él
reconoce la importancia y legitimidad de los principales bloques
de la civilización y es un abierto defensor del pluralismo
internacional. Lo único que Huntington está
atacando es la versión multiculturalista de Estados
Unidos, que en su opinión está disolviendo ciertas
facetas absolutamente fundamentales.) Por ello muchos liberales
ignoran el análisis de Huntington, pero en mi
opinión -y aun cuando sus sugerencias se hallen muy
teñidas del meme azul- por ahí es, precisamente,
por donde debemos empezar. De forma deliberada o
inconsciente, el meme verde ha dañado las infraestructuras
azules y convendría emprender, en este sentido, una
restauración estructural (invirtiendo así lo que
George W. Bush ha denominado «un fanatismo blando de
expectativas limitadas»).

Los ideales del meme verde sólo pueden erigirse
sobre los sólidos cimientos proporcionados por los memes
azul y naranja. Sin azul y naranja, no hay verde. Así
pues, el ataque del meme verde a los memes azul y naranja es
profundamente suicida. Pero la cosa no termina ahí porque,
cuando la muy desarrollada ola verde postformal alienta todos y
cada uno de los movimientos "multiculturales", está
alentándoles también a no alcanzar el meme
verde. De este modo se llega a la paradójica
situación de que cuando más éxito tiene el
meme verde, más autodestructivo resulta. Sería,
pues, muy interesante que el meme verde tuviera en cuenta la
directriz primordial y buscara el modo de alentar la espiral
completa del desarrollo, sin asumir la actitud típica de
la izquierda "ordenada", según la cual todo el mundo
debería desarrollarse hasta alcanzar el meme
sensible.

El meme verde -que representa cerca del 20% de la
población adulta norteamericana y constituye el
núcleo de lo que Paul Ray denomina inadecuadamente
"cultura integral"- se halla hoy en día en condiciones de
avanzar hasta el pensamiento de segundo grado y las
construcciones auténticamente integrales. El meme verde,
que durante las últimas tres décadas, ha estado a
cargo del mundo académico, de la élite cultural y
de gran parte de la política liberal, está siendo
desafiado en todos los frentes (a causa de sus propias
contradicciones internas, su fracasada agenda política, la
intolerancia puesta de relieve por el pensamiento
políticamente correcto, su afirmación de ser
superior en un mundo en el que se supone que nada es superior, el
nihilismo y narcisismo característicos del postmodernismo
radical, su marginamiento agresivo de las holoarquías y su
falta de visión integral). Como ocurre cada vez que un
meme empieza a perder su hegemonía, sus inquisidores
comienzan con mucha frecuencia una beligerante y reaccionaria
defensa que, en este caso, podría llamarse el "mal meme
verde" (el hogar de boomeritis). Actualmente,
boomeritis y el mal meme verde son los impedimentos
principales para la emergencia de un abordaje
auténticamente integral e inclusivo. Queda por ver si
durante las próximas décadas el mal meme verde
renuncia a su hegemonía -dejándonos las muchas
funciones positivas, importantes y necesarias del meme verde
sano-, o si habrá que aguardar a la muerte de sus
adherentes (la alternativa más probable si escuchamos a la
historia).

Por consiguiente, cuantas más personas cabalguen
la ola verde, más se hallarán en condiciones de dar
el salto al hiperespacio de la conciencia de segundo grado, donde
pueden concebirse e implementarse abordajes realmente integrales
de los problemas del mundo.

La Civilización
Mundial

Huntington acaba su discusión azul con el
reconocimiento de la lenta emergencia actual de una
Civilización Mundial (las mayúsculas son suyas)
postconvencional y mundicéntrica que no sólo
incluye las olas naranja y verde, sino que también empieza
a intuir las olas integrales propias del pensamiento de segundo
grado, una especie de Civilización Mundial integral y
global. Y aunque sus recomendaciones no provengan de ese nivel,
Huntington lo reconoce, con lo cual también reconoce que
el mundo está moviéndose lentamente en una
dirección integral.

Huntington señala que lo que habitualmente se
denomina "universalismo" es, en realidad, una forma de
imperialismo, es decir, el intento de un bloque de
civilización (como el occidental, por ejemplo) de imponer
sus valores sobre todos los demás, un universalismo que,
por mi parte, también me parece categóricamente
reprobable. En su lugar, Huntington propone un universalismo
alternativo de "comunidades" que, además de reconocer y
honrar las muchas y muy importantes diferencias existentes entre
las culturas, también reconozca las cosas que tenemos en
común en tanto que seres humanos que viven en un
pequeño planeta, un universalismo sano que comparto (y al
que también denomino unidad-en-la-diversidad, pluralismo
universal, unitas multiplex, integralismo universal,
etc.). Estoy completamente de acuerdo cuando Huntington afirma
que: «en un mundo multicivilizacional, el avance
constructivo debe llevarnos a renunciar al universalismo [el
imperialismo], aceptar la diversidad [el pluralismo
internacional] y buscar las cosas que nos unen [el universalismo
sano]».

En lo que respecta a un universalismo sano y a una
Civilización Mundial, una auténtica
civilización integral, Huntington concluye -muy
adecuadamente en mi opinión- que «si los seres
humanos acaban desarrollando una civilización
universal,
ésta surgirá gradualmente a
través de la búsqueda y ampliación de los
elementos compartidos. Por ello… las gentes de todas las
civilizaciones deben buscar y tratar de ampliar los valores,
instituciones y prácticas que comparten con los
integrantes de otras civilizaciones».

Luego, Huntington se centra en el núcleo de la
cuestión: la transformación de lo
etnocéntrico (azul) a lo mundicéntrico (e
integral): «Este esfuerzo no sólo
contribuiría a reducir el choque de civilizaciones, sino
que fortalecería la Civilización Mundial [no el
imperialismo, sino el universalismo sano]. Esta
Civilización Mundial probablemente implique una compleja
mezcla de los niveles más elevados de la moral,
la religión, el aprendizaje, el arte, la filosofía,
la tecnología, el bienestar material y probablemente otras
cosas» (las cursivas son mías). Dicho en mis propios
términos, las distintas líneas o corrientes del
desarrollo (desde la moral hasta la religión, el
aprendizaje, el arte, etc.) discurren a través de los
distintos niveles u olas evolutivas (desde púrpura, hasta
rojo, azul, naranja, verde, etc. o, dicho de otro modo, desde lo
egocéntrico hasta lo etnocéntrico y lo
mundicéntrico), y cuanto más elevado sea el nivel
del desarrollo de las distintas líneas, más
probable será que asistamos a la emergencia de una
Civilización Mundial, precisamente porque las placas
tectónicas van desde lo egocéntrico hasta lo
etnocéntrico y lo mundicéntrico. El análisis
de Huntington nos recuerda que la inmensa mayoría de la
población mundial todavía se halla en la ola
etnocéntrica y que cualquier realpolitik que
quiera fomentar el desarrollo mundicéntrico debe tomar
buena cuenta de ello.

Pero una civilización mundicéntrica no es
un conglomerado imperialista uniforme y homogéneo que
abandere exclusivamente la diversidad etnocéntrica y
aboque a los horrores señalados por Huntington
-fragmentación, alineación y guerras-, sino un rico
entramado de unidad-en-la-diversidad que subraya tanto la unidad
como la diversidad.

Finalmente, Huntington concluye su análisis con
la pregunta crucial a la que apunta todo su libro:
«¿Cómo podemos llegar a comprender el
complejo proceso que conduce al desarrollo de una
auténtica Civilización Mundial?».

En mi opinión, obviamente, uno de los mejores
modos de cartografiar el extraordinario viaje que conduce desde
lo egocéntrico hasta lo etnocéntrico y lo
mundicéntrico y todos los peligrosos recodos que jalonan
el camino a la tierra prometida de la Civilización
mundicéntrica y de unitas multiplex, reside en un
enfoque omnicuadrante, omninivel y omnilínea. Y debo decir
que ése no es tanto un punto final, como un nuevo
comienzo.

Thomas L. Friedman:

"The Lexus and the Olive Tree"

Aunque haya quienes consideren a Thomas Friedman como un
mero divulgador, lo cierto es que subraya varios ítems que
el resto de los analistas soslayan o no aciertan a
señalar. Desafortunadamente, sin embargo, su visión
global también es muy superficial u horizontal, ya que
sólo tiene en cuenta seis grandes dominios o corrientes,
pero carece de niveles y de olas. (Recordemos que este enfoque
chato, que ignora la importancia de los niveles del desarrollo,
no es exclusivo de Friedman sino que, como hemos ido viendo a lo
largo de este capítulo, constituye el abordaje más
frecuente de la mayor parte de los analistas políticos y
socioculturales de hoy en día, entre los que cabe destacar
a Samuel Huntington, Zbigniew Brzezinski, Paul Kennedy, Robert
Kaplan, etc., aunque su obra sea, en otros sentidos, admirable y
cualquier análisis realmente integral debería
asumir sus verdades parciales).

Los seis dominios o corrientes señalados por
Friedman son la política, la cultura, la seguridad
nacional, las finanzas, la tecnología y el medio ambiente,
seis dominios que, en su opinión, sólo pueden
comprenderse individualmente comprendiéndolos a todos.
Luego felicita a Paul Kennedy y John Lewis Gaddis por tratar de
ser más "integrales" y "globales" aunque, desde mi punto
de vista, sólo son "medio integrales", puesto que su
visión se centra en la chata red-de-la-vida que, si bien
está interconectada en un determinado nivel, carece de
toda profundidad vertical. «En un ensayo escrito por ambos
-dice Friedman-, Gaddis y Kennedy se lamentan de que la
política internacional se halle, tan a menudo y en tantos
países, en manos de particularistas. Según los dos
historiadores de Yale: "Son personas sumamente competentes a la
hora de considerar aspectos parciales, pero que tienen
dificultades en ver la imagen global. Ordenan las prioridades y
tratan de cumplirlas separada y simultáneamente, sin
pensar en el modo en que se interfieren mutuamente. Se mueven
perfectamente de árbol en árbol, pero parecen
hallarse completamente perdidos en medio del bosque. Los grandes
estrategas del pasado eran generalistas que veían tanto
los bosques como los árboles y operaban desde una
perspectiva ecológica, comprendiendo que el mundo es una
red en la que todo está interconectado y que los cambios
realizados aquí repercuten allí.
¿Dónde, sin embargo, podemos encontrar hoy a un
generalista?… La tendencia dominante en las universidades y en
el mundo del pensamiento experimenta una especialización
cada vez mayor que premia más la comprensión
profunda de un solo campo que la diversificación en
varios. Pero sin comprensión de la totalidad… no puede
haber estrategia alguna y, sin estrategia, no hay más que
movimiento a la deriva".»

Y sin profundidad, la deriva es todavía mayor.
Todos esos teóricos -entre los que cabe destacar a
Kennedy, Gaddis y al mismo Friedman- se centran casi
exclusivamente en los cuadrantes de la Mano Derecha (que incluye
la teoría sistémica, las teorías del caos y
de la complejidad, la red de la vida, el holismo chato, la
globalización tecnoeconómica, etc.). O bien ignoran
los cuadrantes de la Mano Izquierda o sólo los admiten de
pasada, pero sin reconocer los distintos niveles verticales de
profundidad del desarrollo de esos cuadrantes. Y por ello
incurren con tanta frecuencia en el reduccionismo sutil -que
consiste en reducir todos los eventos de la Mano Izquierda a
ajustes funcionales de la Mano Derecha- y no nos presentan tanto
un holismo integral (que atienda a las realidades de la Mano
Izquierda y a las realidades de la Mano Derecha) como un holismo
chato (exclusivo de la Mano Derecha).`

Así pues, el holismo chato y la red
ecológica de la vida deben verse complementados con la
dimensión vertical y la pirámide de la vida, dos
dimensiones esencialmente importantes. Cualquier análisis
que no preste la debida atención a la dimensión
vertical de las olas del desarrollo de la conciencia está
moviéndose en un espacio bidimensional, no en un espacio
tridimensional (que es, por cierto, el espacio en que se mueve el
mundo real), con lo cual las dimensiones de altura y profundidad
se escapan del análisis que, en consecuencia -y por
defecto-, tiene lugar desde el nivel de desarrollo subjetivo
alcanzado por el analista,
lo cual suele significar que el
meme azul, naranja o verde trata de comprender la espiral
completa del desarrollo a través de la lente que le
proporciona su propio nivel, con resultados más que
lamentables.

Así, aunque yo aplauda las interconexiones de la
"red de la vida" (que tiene en cuenta dos cuadrantes y
ningún nivel) subrayadas por estos analistas, sugiero que
una visión más global (omnicuadrante y omninivel)
serviría a la estrategia con una deriva mucho
menor."

Pero volvamos a Friedman. El título de su
último libro, The Lexus and the Olive Tree,
refleja uno de los conflictos fundamentales del mundo actual, la
tensión entre las culturas concretas (una noción
semejante a las "civilizaciones" de Huntington), que son locales,
y la globalización creciente, que no lo es. El mundo
actual se halla sometido a una lucha por la globalización
tecnoeconómica (representada por el Lexus) que
tiende a fracturar -e incluso, en ocasiones, a destruir- las
tradiciones y culturas locales (representadas por el olivo). El
análisis realizado por Friedman nos habla de la existencia
de seis dominios y del papel que desempeñan en ese
conflicto, pero el protagonismo gira en tomo a la
tecnología global -desde el Lexus hasta el
ciberespacio- y a su implacable lógica de homogeneizar el
mundo. Pero, nos guste o no, la globalización está
aquí para quedarse: «Si queremos comprender el mundo
de la postguerra fría, tendremos que comenzar a reconocer
la aparición de un nuevo sistema mundial: la
globalización, y en ella deberemos centrar nuestra
atención. Evidentemente, no se trata del único
factor que influye en los eventos del mundo actual, pero
ésa es, por así decirlo, la Estrella Polar y una de
las fuerzas conformadoras del mundo actual. Lo nuevo es el
sistema, lo viejo es la política del poder, el caos, el
choque de civilizaciones y el liberalismo. Y el drama en que se
halla inmerso el mundo posterior a la guerra fría radica
en la relación existente entre el nuevo sistema y las
viejas pasiones».

El análisis de Friedman de la
globalización, si bien reconoce la existencia de muchas
corrientes, se centra casi exclusivamente en el cuadrante
inferior-derecho, el sistema social de globalización
tecnoeconómica, la locomotora que está tirando del
resto de tren. Pero por más cierto que sea esto desde la
perspectiva del cuadrante inferior-derecho, su análisis
adolece de profundidad vertical en los cuadrantes interiores. Por
otra parte, sus conclusiones (en lo que respecta, al menos, al
cuadrante inferior-derecho) se hallan también en
línea con el polémico -aunque hoy en día
prevalenteanálisis realizado por Peter Schwartz y Peter
Leyden y expuesto en «The Long Boom», Wired,
julio de 1997, donde los autores señalan las cinco
corrientes tecnológicas actuales que, a su juicio, se
hallan presentes en el impulso hacia la integración global
(el ordenador personal, las telecomunicaciones, la
biotecnología, la nanotecnología y la
energía alternativa).

Pero aunque ése sea un análisis
completamente correcto, hay que matizarlo con los resultados de
los análisis realizados desde una perspectiva omninivel y
omnicuadrante que tenga en cuenta los otros cuadrantes y
los estratos arqueológicos de la conciencia en los
cuadrantes interiores que afectan a todo evento, aun a
aquellos que se encuentren en la tecno-red global (no debemos
olvidar que, por más que lo hagamos en el seno de una
cultura integral, todos nacemos en el primer nivel y que, a
partir de ahí, debemos comenzar nuestro proceso de
desarrollo a través de toda la espiral, un proceso en el
que se hallan inmersos miles de millones de personas y abarca
todos los colores del espectro global de la
conciencia).

Si nos centramos exclusivamente en la red
tecnológica global soslayaremos un rasgo absolutamente
esencial, los niveles de conciencia que se mueven a través
de esa red ¿Acaso nos interesa que el globo entero se
halle en el estadio moral 1? Porque, en tal caso, lo más
global que podríamos tener es la pesadilla de la guerra.
Existe un bien global y también hay un mal global y si no
se da un desarrollo correlativo de la conciencia, tendremos
más de éste que de aquél. Si no
centremos nuestra atención en el desarrollo de la Mano
Izquierda y el desarrollo simultáneo de la Mano
Derecha
-es decir, si no ponemos la misma atención en
el desarrollo de la conciencia y en el desarrollo de la
tecnología material-, lo único que haremos
será ahondar nuestra locura colectiva." Recordemos que
ésta fue también la conclusión a la que
arribaron los asesores de UNICEF, según la cual -como ya
hemos visto en el último capítulo-, el desarrollo
exterior no puede sostenerse sin el correspondiente correlato de
un adecuado desarrollo interior.

Pero el análisis del cuadrante inferior-derecho
de Friedman nos ayuda a equilibrar la igualmente desproporcionada
imagen que nos han brindado analistas como Kaplan y Huntington,
que casi ignoran por completo el cuadrante inferior-derecho
(especialmente la emergencia de las redes sistémicas, el
impacto del ciberespacio, el poder de los mercados globales y la
difusión de la tecnología, que están
transformando por completo los ámbitos financieros,
medioambientales y comerciales). Existe un Eros en el Kosmos, una
tendencia evolutiva sutil, lenta e implacable, una especie de
corriente migratoria que nos lleva a establecer conexiones cada
vez más elevadas y profundas, en un viaje que va desde lo
egocéntrico hasta lo etnocéntrico y lo
mundicéntrico. Es cierto que la tecnología
mundicéntrica y globalizadora tiene a Eros de su lado,
pero ello no significa que la globalización deba limitarse
a transmitir los valores superficiales de Occidente (ya que son
muchas las razones por las que no debe hacerlo, aunque eso
sería objeto de otro análisis). En cualquier caso,
Friedman tiene razón cuando afirma que la
tecnología está impulsando una ola
integral-global.

Y esa ola tecnológica global afecta
básicamente al cuadrante inferior-derecho, el correlato de
la Civilización Mundial (cuadrante inferior-izquierdo) de
la que nos habla Huntington. Así pues, Huntington y
Friedman nos proporcionan algunas de las piezas del puzzle que
alienta la lenta emergencia de una Civilización Mundial. Y
como suele ocurrir, el fundamento tecnoeconómico -el
cuadrante inferior-derecho- es el que toma la delantera y da
forma a las sociedades en las que se desarrollan los individuos.
La tecnología suele expandirse muy rápidamente y
esa tecnología va modelando lentamente, a lo largo de
muchas generaciones, las culturas que brotan en su seno. Esto fue
lo que sucedió con las olas recolectora, hortícola,
agraria e industrial, y eso es también lo que ahora
está ocurriendo con la revolución
informática.

Pero más allá de las estructuras
tecnoeconómicas (agraria, industrial, informática,
etc.) propias de la Mano Derecha también hay que tener en
cuenta -en la Mano Izquierda- las placas tectónicas
horizontales y las capas verticales del
desarrollo en las que tiene -y siempre tendrá lugar- la
mayor parte de la acción." Porque debo insistir, una vez
más, en que todo el mundo (incluso en una
Civilización Mundial) nace en el primer nivel y que, desde
él, debe emprender el proceso espiral del desarrollo, de
modo que cualquier civilización siempre tendrá
bolsas de subculturas. En el seno de cualquier
civilización -occidental, pongamos por casohay -y siempre
habrá- bandas callejeras púrpuras, tribus
atléticas rojas, órdenes feudales azules y
comunidades verdes. Y ése es precisamente el motivo por el
cual ninguna tecnología mundicéntrica podrá
llegar a imponer una cultura homogénea. Y todo eso,
precisamente, es lo que soslayan los análisis del
cuadrante inferior-derecho que se centran exclusivamente en la
tecno-globalización superficial.

El enfoque omnicuadrante y omninivel, por su parte, nos
permite seleccionar lo mejor de cada análisis y ubicarlo
en el lugar que le corresponde dentro de una visión mayor
que nos permita apreciar sus importantes contribuciones (y
limitaciones). Creo que los tiempos están hoy en
día ya lo suficientemente maduros como para que el
análisis de la política mundial dé un paso
hacia delante en el camino que le conduce a una ola más
integral.

Las olas de la experiencia
espiritual

Permítaseme redondear esta visión global
-que gira en tomo a la integración de las distintas
visiones del mundo (o mapas del Kosmos) de que disponemos- con
algunos ejemplos de los logros

superiores del desarrollo de la conciencia y de las
experiencias espirituales. Son varios los libros en los que he
presentado una considerable evidencia acerca de la existencia de
cuatro tipos diferentes de experiencias místicas -el
misticismo natural (psíquico), el misticismo teísta
(sutil), el misticismo sin forma (causal) y el misticismo no-dual
(no-dual)-, cuatro olas transpersonales y transracionales de
profundidad creciente' que no tienen nada que ver con las olas
prerracionales púrpura (magia) y roja (mito)."

La evidencia intercultural de que disponemos acerca de
la existencia de esas olas superiores se halla hoy en día
fuera de toda cuestión. Digamos, en este sentido, por
poner un solo ejemplo, que Evelyn Underhill -cuyo
Mysticism sigue siendo un clásico de las
tradiciones místicas occidentales- concluye que la
experiencia espiritual discurre a través de un continuo
evolutivo que va desde el misticismo natural (que
constituye una especie de unión con la-red-de-la-vida)
hasta el misticismo metafísico (que incluye la
iluminación sutil y la absorción sin forma) y el
misticismo divino (y los estados de unión
no-dual), un modelo, por otra parte, muy semejante al
mío.

El espectro global -que va desde la materia
hasta el cuerpo, la mente, el alma (lo
psíquico y sutil) y el espíritu (causal y
nodual)- no es más que la Gran Cadena del Ser. En las
figuras 4.1, 4.2 y 4.3 presentamos varias versiones de este Gran
Nido cuya evidencia intercultural es, como Huston Smith y tantos
otros han señalado, incuestionable.` Mi propuesta,
recordémoslo, consiste en llegar a integrar las
importantes comprensiones proporcionadas por el Gran Nido del Ser
con las verdades del mundo moderno de un modo que sintetice lo
mejor de la sabiduría antigua con lo mejor del
conocimiento moderno y abra así el camino hacia una
auténtica TOE.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8
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