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Violencia estudiantil en las instituciones educativas (página 2)




Enviado por magaly castillo



Partes: 1, 2, 3

Por ello, para desarrollar estrategias que permitan
preparar al educando desde el punto de vista emocional, es
necesario que la vida emocional tenga por objetivo último
potenciar el bienestar social y personal, a través de un
proceso educativo, porque ambos son necesarios para el desarrollo
de la personalidad integral del educando, desde luego la
disciplina social unida a la moralidad, a lo emocional y lo
educativo se conjugan para fortalecer el bienestar del
individuo.

Asimismo, Tettner (2005) señala ayudar
desinteresadamente, preocuparse por los demás, cooperar,
ser sensible a los problemas del otro y actuar de forma
voluntaria se considera positivo y tiene que ver con los
objetivos personales, normas y valores que subyacen en las
conductas. Lo señalado por la autora indica que para
prevenir la violencia es necesario un proceso que implica sumarle
el peso de las acciones a palabras bien intencionadas ya que
permite lograr una actitud de tolerancia y respeto en los
jóvenes.

En relación con este asunto, la misma autora
refiere, el proceso es promovido en universidades, colegios y
comunidades alrededor del mundo y empieza a dar frutos, ya que
genera una toma de conciencia que lleva a exigir que se haga algo
por lo que sufren tormento en el colegio y en sus hogares.
Evidentemente, lo señalado por Fernández y Tettener
podrían ayudar a enfocar propuestas para la
búsqueda de soluciones ante esta problemática por
cuanto una explica la causa y el otro presenta posibles
soluciones.

2.2.1 Fortalecimiento de la Autoestima del
Alumno

Según Nieto (2008), la autoestima es un proceso
psicológico complejo que involucra la percepción,
imagen, estima y concepto que cada uno tiene de sí mismo.
La toma de conciencia del sí se va realizando en la
interacción del niño con el ambiente; él va
procesando paulatinamente cómo lo perciben; es decir, la
autoestima es la percepción de las personas del aprecio
que le tienen los demás.

Por otra parte, L"Ecuyer (2008), plantea que la
autoestima es un fenómeno psíquico inherente al ser
humano y forma parte de él desde que el hombre es hombre.
Sin embargo, fue Aristóteles quien usó el
término para referirse al "amor a sí mismo" y fue
William James que estudió el desdoblamiento del "yo", en
"yo-conocedor" y "yo-conocido", involucrando en algún
grado la autoestima, dando nacimiento a un fenómeno
psíquico que más tarde sería la clave del
éxito personal. A mitad del presente siglo, con la
aparición de la psicología humanista, la autoestima
adquiere relevancia predominante gracias a la contribución
de Carl Rogers.

Según Massó (2008), la autoestima "Es el
significado más directo de la palabra auto (sí
mismo/a) Estima (amor, aprecio).Quererse a sí mismo/a, ni
es egoísmo, ni es enfermizo; es un sentimiento
fundamental" (p. 89). Se considera necesario enfatizar que es
amor, es decir, que al tenerse amor a sí mismos la persona
tiene la facultad de aceptarse tal cual es, cuando se dice
así se refiere que se sabe y se está consciente que
es un ser humanos y que como tal es poseedora de cualidades pero
también tiene defectos.

Al estar conscientes de esto y al amarse de verdad como
lo dice el autor citado anteriormente no se puede caer en el
egoísmo, la vanidad, el contenido de sí mismo, la
auto justificación, el fariseísmo que al contrario
de quererse, es al final de todo un valor muy débil de el
mismo, ya que al creerse superior y lo mejor, no se acepta los
defectos terminando en pensar que no los posee, entonces pierde
la facultad de ser auto crítico, lo cual es malo para cada
individuo porque la realidad es que es un ser humanos y que tiene
defectos; y el poderse ver con defectos es lo que hace a este
avanzar en la vida para una mejor calidad de vida.

Por otra parte, el autor Yagosesky (2008) plantea que la
autoestima psicológicamente hablando es "amarnos
incondicionalmente y confiar en nosotros para lograr objetivos,
independientemente de las limitaciones que podamos tener" (p.
56). Lo que exhorta a tener en cuenta que como humanos se
comenten equivocaciones, e incluso se tienen limitaciones, ya
sean estas físicas o emocionales; pero que también
no hay que perder de vistan que se tiene la capacidad de
levantarse, y que cada caída no es un fracaso eterno, sino
verlo como una oportunidad que da la vida al individuo de
conocerse más y de obtener la experiencia que en la
próxima equivocación poder confiar en la capacidad
que tiene de seguir adelante y alcanzar los objetivos que
desea.

La autoestima es un punto importante en la personalidad
de los estudiantes, el tipo de autoestima que posean ya sea en
relación a su valía personal o, en mayor medida,
tiene impacto en su comportamiento, la clave para desarrollar la
autoestima en los niños está en cómo se
sienten los profesores con respecto a sí mismos, ya que la
buena autoestima de los niños requiere de adultos que
también tengan una alta autoestima como es el caso de
profesores y padres.

El comportamiento de los alumnos en los liceos,
está íntimamente relacionado, a las cogniciones que
él tiene de sí mismo; estas cogniciones conllevan
valoraciones que, como ocurre en la autoestima, son determinantes
en las formas de pensar, sentir y actuar en el ámbito
escolar.

Es importante resaltar que la importancia del desarrollo
de la autoestima en el alumno radica principalmente en la
relación de comunicación que se establece "entre
él y sus compañeros. La autoimagen que él
proyecta afectará y condicionará su crecimiento
personal.

Una autoestima positiva posibilitaría un adecuado
contexto emocional que facilitaría una educación de
mayor calidad humana. En este sentido, es importante reflexionar
sobre el carácter específico de la autoestima que
el alumno siente de su formación escolar, pues se
considera uno de los elementos distintivos de su
comportamiento.

En la personalidad del individuo la autoestima se
considera como un elemento fundamental, la cual le permite actuar
responsablemente, consciente que su comportamiento es el
más adecuado ante la situación presentada,
asumiendo la responsabilidad de sus acciones, por cuanto se
considera capaz de ejecutar cualquier actividad de manera eficaz
y eficiente.

Para Raffini (2010) "la autoestima es la
apreciación del propio valor e importancia, caracterizada
por la posibilidad de responsabilizarse de uno mismo y de actuar
de manera responsable hacia los demás" (p.19). Esta
definición al ser aplicada a la educación indica la
importancia de brindar al estudiante las experiencias necesarias
para generar un sentimiento de orgullo, evitando aquellas
conducentes a la formación de expectativas
desvalorizadoras.

Asimismo, el hecho de responsabilizarse por sí
mismo, le otorga el sentido del valor, el cual al ser alimentado
tanto en la casa como en la escuela, le ofrece la oportunidad
experiencial de respetarse y, en consecuencia, respetar a los
demás. En ese sentido, Corkille (2009), expresa que la
autoestima está compuesta por dos palabras: auto, se
refiere a la persona en sí mismo; estima, relacionada con
la valoración; por tanto, la define como la
valoración de una persona acerca de sí
mismo.

Los autores mencionados coinciden en señalar la
autoestima como el reflejo de sí misma que tienen las
personas, considerándose una exigencia interior
experimentada por el individuo, la cual lo lleva a sentirse
valioso, digno de respeto no solo ante sí mismo, sino ante
los demás; esta interioridad ejerce un rol de vital
importancia en la conciencia, la personalidad, el organismo como
totalidad.

Desde esa perspectiva, Barroso (2010) considera la
autoestima como la fuerza que organiza, da sentido y
dirección a cuatro procesos fundamentales para el
desarrollo como persona: ubicación, identificación,
selección, socialización. Cualquier cambio en el
sentir con respecto a sí mismo, es suficiente para
disparar alteraciones en la organización, así como
en el funcionamiento del organismo como sistema, siendo por
tanto, responsable de la salud, también del bienestar. Al
respecto, señala como factores de la autoestima los
siguientes: aceptación de sí mismo,
valoración de sí mismo, entendimiento y estima de
los demás.

1. Aceptación de Sí Mismo: Conocerse y
autoaceptarse es una condición para la búsqueda de
paz interior, por tanto la aceptación realista adecuada
evita la aspereza en el trato con los demás, esto supone
asumir y admitir los propios defectos, pero el aceptarse es una
dimensión esencial en la valoración, por tanto,
será muy útil enseñar al alumno a aceptarse
y quererse a sí mismo, para que pueda aceptar a los
demás. Esto no implica una actitud de resignación,
todo lo contrario, el desarrollo del valor de aceptarse a
sí mismo implica comenzar a superarse pero desde una
perspectiva.

Sin duda, conocerse a sí mismo es un valor
fundamental porque proporciona experiencias que refuerzan el
pensamiento, lo cual conduce a actuar conscientemente
según las propias convicciones hacia metas personales con
valores positivos, evidentemente esta forma de actuar implica
tomar conciencia de las necesidades personales.

Si se toma en cuenta lo antes señalado, es
lógico pensar que la escuela como formadora de valores
debe participar en la ayuda del educando hacia la
consecución de este valor. En efecto, Puig,
señalado por Izquierdo (2000) refiere la función de
la educación consiste en facilitar los procesos personales
de valoración, para alcanzar tal objetivo.

En este caso, la acción educativa y vivencial de
los valores debe orientar sus objetivos en la ayuda al educando
para que aprenda a guiarse libre, responsable y coherentemente
por una escala de valores con la mediación de su
conciencia como norma máxima al obrar; lo cual
permitirá que el alumno anteponga su conciencia ante
cualquier actuación.

Ahora bien, Izquierdo (2000) señala como valores
individuales los siguientes: magnanimidad, esfuerzo, lucha,
perseverancia, constancia, paciencia, serenidad, alegría,
dominio de sí mismo, sobriedad, austeridad, sencillez,
tolerancia, modestia, humildad, ornato, decoro. En
relación a lo mencionado, promover el desarrollo de estos
valores en el alumno generará nuevas actitudes que se
traducirán no sólo en comportamientos concretos, si
no en normas de vida consigo mismo, lo cual conduce a sentir que
no se juzga a la persona por sus cualidades, sino por el uso que
hace de ellas.

Cabe considerar que el alumno cuando aprende a conocerse
y aceptarse a sí mismo encontrará razones para
soñar, fuerzas para luchar y transformar su vida; pero
pareciera que el alumno cuando considera imposible alcanzar sus
metas siente insatisfacción y vacío interior cuando
quiere ser como otros; asimismo, difícilmente puede
aceptar a los demás.

Sobre este particular, Moreno (2001) señala: "la
nueva pedagogía de los valores debe orientarse igualmente
a enseñar al educando a potenciar su dignidad humana"
(p.141). Sin duda, es por esto que no basta con enseñar al
alumno a aceptarse a sí mismo sino que también debe
impulsarse a no quedarse aletargado en la mediocridad porque a
veces esto conduce a una vida rutinaria y superficial, ya que el
complemento de la autoaceptación es exigirse
constantemente si se quiere salir de ese estado para evitar caer
en la rutina y transitar hacia la violencia o la
agresividad.

En relación con lo anterior, Descalzo (1996),
citado por Izquierdo (2000) señala "todo hombre debe dar
dos pasos: el primero aceptarse a sí mismo, el segundo
exigirse a sí mismo; sin el primero camina a la amargura,
sin el segundo va a la mediocridad". (p.77)

De acuerdo con lo señalado por el autor, no hay
duda que el enseñar al alumno a aceptarse a sí
mismos es una forma de contribuir a minimizar la agresividad del
educando, y por consiguiente la génesis de la
violencia.

2. Valoración de Sí Mismo: El sentirse
valorados de una manera positiva tiene una importancia positiva
para cada persona, ya que la manera de actuar estará en
parte condicionada por lo que se considera que se es capaz de
hacer, más que por la existencia objetiva de la realidad.
Por lo tanto, enseñar al alumno a quererse y valorarse
como persona es algo a lo que la educación debiera prestar
más apoyo y, más aún en el caso de los
adolescentes porque en el proceso de búsqueda de identidad
éste corre el peligro de perder el aprecio de los
demás.

Cabe considerar que la imagen de la persona se va
formando en relación con los demás. El individuo no
puede experimentarse a sí mismo si no es por medio de los
demás, adoptando las actitudes que los otros adoptan hacia
él. Ya que la valoración positiva o negativa que de
sí tiene una persona es algo de origen social. Es
así por lo que el docente debería ayudar al
educando a encontrar la manera de adoptar actitudes
positivas.

Ese origen social tiene su fundamento en las
expectativas que ponen los demás, así los padres
con sus hijos, los profesores y educadores con sus alumnos, los
jefes con sus subordinados, es un elemento motivador y
dinamizador en la vida de cada persona. La imagen que se va
formando el estudiante a través de su vida en contacto con
los demás es una energía interior que puede
potenciar su imagen personal en sus ambientes.

Por lo tanto, es un compromiso de la familia y del
docente ayudar al joven a elegir lo que quiere ser, a luchar, a
madurar; para ser sí mismo, pero con estilo personal. Por
otra parte, en la configuración psicológica
espiritual del adolescente se debe insistir en formar una escala
de valores para definir y configurar su personalidad, en
consecuencia se le debe indicar que para llegar a ser el tipo de
hombre o mujer con el que ha soñado necesita
ilusión, lealtad, constancia, entrega, compromiso,
esfuerzo diario, espíritu de servicio, alegría,
libertad, optimismo, responsabilidad, buenos modales y
convivencia social.

También el educador puede contribuir a conformar
la autoimagen del educando a través de relaciones, tales
como: estilo de trabajo, simpatía, tolerancia,
mejoramiento de las relaciones sociales e intereses por el
alumno. Del mismo modo, facilitando la comunicación
aceptándolo y valorándolo, esto puede lograr que
éste se vuelve más comprensivo, por consiguiente,
se entenderá mejor a sí mismo y a los demás,
por otra parte, enfrentará los problemas de la vida de
alguna manera más fácil y adecuada.

Sin duda, el adolescente que se acepta a sí mismo
se autovalorará y, por consiguiente tendrá una alta
autoestima. En relación a este asunto Izquierdo (2000)
refiere "la autoestima es la percepción valorativa que
tiene el individuo de sí mismo; de su manera de ser, del
conjunto de sus rasgos corporales, mentales y espirituales que
conforman su personalidad" (p.173). Lo expuesto por este autor
incluye en la autoestima los factores esenciales para el
crecimiento personal, los cuales se desarrollan en base al
aprecio y aceptación que reciba el adolescente de
sí y de los demás, por esta razón la
autoestima contribuye a ayudar al joven a afrontar las
adversidades, a establecer relaciones enriquecedoras y a tratar a
los demás con respecto.

Igualmente, Moreno (2001) en línea con el autor
antes mencionado recuerda que los criterios de Savater han
adquirido relevancia ya que la sociedad del conocimiento
está generando grandes posibilidades de superación
mediante su enfoque incluyente, por tanto para la nueva
educación es muy importante entender en su justa
dimensión el alcance y papel que desempeña el
conocerse a sí mismo.

3. Entendimiento y Estima de los Demás: El
autoestima influye profundamente en la manera de promover las
relaciones con los demás y el comportamiento personal. En
relación con este asunto, Fernández (2001)
establece "la escuela tiene que educar para la vida, esto supone
facilitar al alumno instrumentos para que sean capaces de tener
autoestima, relacionarse con los demás, así mismo,
debe incluir estrategias que le ayuden a resolver los conflictos"
(p.90).

En cuanto a las estrategias para cumplir con la
capacidad para entender y estimar a los demás destacan las
siguientes habilidades: escuchar activamente; por medio de esta
habilidad el alumno se hace consciente de lo que la otra persona
está diciendo y de los que está intentando
comunicarle. Esto se logra ayudándolo a mejorar la
comunicación verbal y no verbal. Otra estrategia para
entender a los demás es el uso de la empatía; es
decir, estar consciente en la capacidad de ponerse en el lugar
del otro intentando de entender sus problemas, sentimientos,
miedos, opiniones o rechazos.

Del mismo modo, la técnica de la asertividad es
una estrategia capaz de conducir al alumno a expresar sus
sentimientos y pensamientos sin herir a los demás,
enseñándolos a evitar los juicios y las
críticas que rompen la comunicación.

En el mismo orden de ideas, las técnicas del
autocontrol y autorreflexión son estrategias que permitan
al alumno a conocerse mejor, y a actuar de forma adecuada a los
intereses personales y de los demás, respetando a quienes
les rodean. La técnica de la negación es otra
estrategia que ayuda al alumno a estimar y entender a los
demás éstas se logran enseñando al educando
a llegar a un acuerdo equilibrado, manteniendo como visión
la idea de que la salida adecuada ante los conflictos no es ganar
o perder, sino más bien que ésta implica
tolerancia, solidaridad, escuchar y asertividad.

Asimismo, enseñarlos a mediar, es una estrategia
que han utilizado muchas escuelas para prepararlos para resolver
problemas con sus compañeros. Al principio, los docentes
pueden actuar como mediadores, hasta que los educandos adquieran
estos conocimientos para aplicarlos entre ellos, cuando surja un
problema. Finalmente, la resolución del problema, mediante
la aplicación de las estrategias anteriores, si eso
llegara a suceder, es un método adecuado para la
solución de los conflictos.

Por otra parte, Kimmel y Weiner (2000) refieren: "los
conflictos que no tienen interés en formar amistades o son
incapaces de ello sufren a menudo trastornos de personalidad"
(p.187), por esta razón con el propósito de
contrarrestar la violencia en las instituciones escolares es
conveniente desarrollar en los alumnos actividades que los
conlleven a interaccionar con los demás, porque las malas
relaciones con los compañeros, más que
ningún otro síntoma particular clasifica a los
jóvenes con problemas de agresividad.

2.2.2 Práctica Pedagógica Integral u
Holística

El modelo instruccional debe convertirse en un modelo
formativo integral, que propicie una formación del ser
humano en todos los aspectos de su vida, no solo el intelectual
sino además en afectivo y espiritual, en una palabra, una
educación holística. Esto significa, según
expresa Martínez (2010), en primer lugar, que la sociedad
se encuentra ante la gran necesidad de promover un nuevo tipo de
educación, la que debería dar pauta para favorecer
el desarrollo integral y global del ser humano, dejar a un lado
las actitudes autoritarias de parte de los actores educativos
como son los maestros, los padres de familia, los directivos
entre otros, y concebir al alumno como un sujeto que en ciertas
ocasiones refleja malas acciones que no puedan ser vistas como
malas intenciones.

La práctica pedagógica, vista desde la
perspectiva integral u holística, elimina la
comparación entre los sujetos ya que dicha
comparación entorpece el aprendizaje, fomenta el
desinterés por el estudio y destruye la autoestima del
individuo. Si se evita este tipo de acciones, entonces se
creará en los alumnos una cultura de ganar-ganar frente a
la sociedad.

En este modelo educativo, aprender es un concepto que
adquiere una connotación especial, difiere mucho del
concepto que se tiene en la educación mecanicista, desde
la educación holística. Al respecto, dice el
Gallegos (2009) "…Aprender es un proceso que implica
muchos niveles de la conciencia humana como el afectivo,
físico, social y espiritual, rebasando por completo lo
puramente cognitivo y memorístico. Aprender se convierte
en proceso creativo y artístico; aprender a aprender es el
propósito de la educación para el siglo XXI"
(p.102)

Se reconoce que la escuela en todos los niveles, es la
institución más prometedora para fomentar el
desarrollo de una educación de este tipo orientada a
valores y prácticas solidarias hacia el interior de la
sociedad, es decir, educar de manera integral. Sin embargo, la
tarea de educar y formar ciudadanos responsables y solidarios es
responsabilidad de las instancias socializantes que comprenden
una gran diversidad de sectores e instituciones y donde la
escuela, es solo una de las instancias, pues en esta tarea, deben
de coadyuvar además de la familia, las empresas, el
gobierno, las organizaciones de la sociedad civil, las iglesias y
sobre todo, los medios de comunicación.

De hecho, estas instancias socializantes son
también el nido y la cuna de muchas manifestaciones
antisociales y antiéticas pues con frecuencia se puede
leer sobre casos de corrupción en el gobierno, de
inmoralidades de ministros y representantes de distintas
religiones, de fraudes y corruptelas en empresas o de violencia
en contra de representantes de algún medio de
comunicación, sin embargo, habría que pensar
también en que son muchos los que cumplen con sus
códigos de ética, siendo éstos donde
podrá incubarse el principio del cambio social.

La sociedad está consciente de la importancia que
la educación tiene para ella, y sobre todo, para el estado
como entidad responsable, la construcción de un modelo
social educativo donde participe toda la sociedad, por medio de
los grupos sociales que representan a las principales instancias
socializantes que conforman la sociedad, ya que hay tareas que
pueden ser delegadas a la sociedad misma a través de
organizaciones ciudadanas que propugnan por mejorar la calidad de
la educación, la formación de maestros, la equidad
de género, la prevención de adicciones, la
formación a adultos entre otras acciones, que coadyuvan
para impulsar el desarrollo de toda la comunidad.

Con este nuevo enfoque en la recuperación de los
valores sociales de convivencia, deberá gestarse hacia el
interior de la sociedad y quizá en el centro de los
programas escolares, el nacimiento de una nueva
generación, donde se fomente una cultura de transparencia,
de desarrollo de valores y prácticas democráticas
entre los ciudadanos.

De hecho, señala Noro (2009), las instituciones
de enseñanza no pueden lograr estos cambios por sí
solas; requieren del apoyo, no sólo de las
jerarquías administrativas del gobierno, sino
también de las familias, de las instituciones sociales y
políticas, de los medios de comunicación y de las
comunidades en que funcionan. Ante el reto de atender con calidad
y equidad la creciente demanda de servicios educativos en el
país, especialmente en los niveles básico y medio
superior, es necesario aplicar las nuevas formas de
comunicación y transmisión de
conocimientos.

Los modelos educativos basados en las nuevas
tecnologías son una de las principales opciones para
llevar la educación a todos los estratos de la sociedad,
así como a las localidades más apartadas de la
geografía nacional. La introducción de la
tecnología de la información en la
educación, se identifica, por tanto, como un factor
decisivo para la preparación de las nuevas generaciones,
así como un medio para contrarrestar los antivalores si se
les da un uso adecuado, orientado por el docente.

2.3 Actitudes de Violencia Estudiantil en el Proceso
Educativo

Según Mardomingo (2002), "los comportamientos
agresivos y violentos constituyen el paradigma de la
implicación de factores individuales, familiares y
sociales en la génesis del comportamiento humano" (p.102).
De acuerdo con lo expresado por este autor, los comportamientos
agresivos o violentos parten de los factores sociales y
familiares, lo cual es una evidencia de la complejidad de las
causas de este problema del aumento de este tipo de
comportamiento en los momentos actuales. En cuanto al origen de
la agresividad debido a factores individuales se considera que la
genética, la fisiología, los procesos
neuroquímicos, neuroendocrinas, neuroanatómicas y
neurológicas probablemente pueden dar origen a
comportamientos disociales y violentos.

En relación a los factores genéticos,
Mardomingo (2002) refiere "la hipótesis más
plausible de la agresividad supone la existencia de
predisposición genética o vulnerabilidad heredada,
a las que se añaden factores familiares y sociales, como
acontecimientos estresantes o vicisitudes desgraciadas" (p.105).
La hipótesis señalada por este autor está
relacionada con factores biológicos; pero también a
esto le agrega las dificultades de aprendizajes y la violencia
familiar como elementos que los complementan. También este
autor señala que los factores neuroquímicos
producto de la serotonina, la noradrelina, ladopamina, la
acetilcolina y el ácido aminobutírico intervienen
en la agresividad, por cuanto los fármacos para disminuir
esta actitud actúan modificando estos
neurotransmisores.

Además, señala que las familias
conflictivas se caracterizan por la manifestación de
reacciones emocionales intensas de impulsividad, son
contradictorias e incluso se hieren unos a otros. La
explicación de la participación de los
neurotransmisores en la agresividad ha sido especificado por
Sierver y Davis, citados por Mardomingo (2002) quienes
señalan: "la hipofunción de la serotonina se
relaciona con el comportamiento agresivo impulsivo; la
hiperfunción noradrenérgica se asocia con la
agresividad dirigida al medio exterior y hacia los otros y la
hipofunción noradrenérgica se vincula con la
agresividad funcional" (p.110).

Sin duda estos neurotransmisores funcionan como
estimulantes de la agresividad, bien sea consigo mismo o hacia
los demás, sin embargo, aunque estos elemento son
esenciales en el comportamiento humano la presencia de ellos y su
relación con los comportamientos no es lineal ni
inmutables, ya que no todas las personas con serotonina baja son
agresivos e impulsivos, ni se constata este dato en todos los
individuos violentos.

En cuanto a los factores endocrinos, Herbert, citado por
Mardomingo (2002) comenta: "los andrógenos comienzan en la
etapa intrauterina. Estas hormonas son esenciales para el
desarrollo normal de algunas de las estructuras del cerebro que
intervienen en los comportamientos agresivos" (p.115). Asimismo,
Gay y Mc Ewen (1980) citados por el mismo autor, señalan
que estas hormonas ejercen un papel de sensibilización de
las áreas del cerebro fetal que participan en la
agresividad. Estos estudios asoman la posibilidad de que las
hormonas cumplan la función de modular la conducta del
individuo por cuanto se ha encontrado relación entre los
comportamientos violentos de los jóvenes y cifras altas de
testosterona.

A este carácter se agrega que el origen de la
violencia tiene que ver con los factores familiares puesto que
también pueden ser la causa de este problema por cuanto es
relativamente frecuente que en los individuos violentos exista el
antecedente de interacción familiar violenta y la
instauración de este trastorno de la conducta, como modo
habitual de relación con los demás. De esto se
deduce que la violencia en el medio familiar y el empleo de
actitudes violentas para resolver los conflictos sea una
característica muy común en estos tiempos de tanta
agresividad en las familias.

Al respecto, Varma (2001) señala, "varios
estudios revelan que los jóvenes agresivos al parecer
adolecen de una formación del proceso cognitivo; es
así como estos individuos carecen de codificación
de las clases sociales, atribución e interpretación
exacta y adecuada de los acontecimientos sociales". Lo expuesto,
indica la necesidad del desarrollo de políticas rigurosas
en salud, educación, vivienda y trabajo; por cuanto las
culturas que hagan el mejor uso del conocimientos humano y de las
nuevas tecnologías mejorarían en todos sus
órdenes; ya que la deshumanización no es un destino
dado, sino que es el resultado de un orden social injusto que
genera la violencia de los oprimidos.

Cabe destacar que junto a las actitudes violentas se
desarrollan acciones agresivas. Según Latorre y
Muñoz (2001), "se entiende por agresividad el impulso o
tendencia relacionado con actitudes de carácter hostil,
destructor, perverso o mal intencionado, lo cual podría
ser la causa de la agresividad" (p.61). Esta situación
planteada por el autor, permite suponer que las actitudes
agresivas son situaciones que forman parte de las estrategias de
enfrentamiento ante amenazas externas, por lo tanto, las
reacciones orientan la acción. Por otra parte, es
conveniente agregar que las mismas no permanecen constante ni
invariable, razón por la cual originan diversos tipos de
agresión.

2.3.1 Presencia de Conflictos en la
Escuela

En el desarrollo de todo ser humano se pueden presentar
relaciones conflictivas que de no ser abordadas adecuadamente
pueden resultar un gran problema. En tal sentido, Bittel (2005)
define los conflictos como sucesos corrientes en la vida del
individuo, el cual se produce cuando no se ha alcanzado en un
nivel suficiente la meta u objetivo deseado, tienen lugar dentro
de una misma persona, entre varias personas, subunidades de una
organización, así como entre otras
organizaciones

Asimismo, Ovejero (2005), define el conflicto como "una
situación en la que unos actores o bien persiguen metas
diferentes, definen valores contradictorios, tienen intereses
opuestos o distintos o bien persiguen simultáneamente la
misma meta" (p.15)

De igual forma, Fisas (2005) define conflicto como un
proceso interactivo que se da en un contexto determinado. Es una
construcción social, una creación humana,
diferenciada de la violencia, que puede ser positivo o negativo
según cómo se aborde y termine, con posibilidades
de ser conducido, transformado, superado por las mismas partes,
con o sin ayuda de terceros, que afecta a las actitudes,
así como comportamientos de las partes, el cual expresa
una insatisfacción o desacuerdo sobre cosas
diversas.

Puede inferirse entonces que el conflicto se produce
como resultado de un desacuerdo entre dos o más partes, el
cual puede conducir a comportamientos no adecuados dentro de las
instituciones educativas afectando el adecuado desarrollo del
proceso educativo, pero que puede ser reorientado en beneficio de
dicho proceso.

Asimismo, Robbins (2012) explica que el conflicto suele
ser un problema serio para cualquier organización, pues si
bien de manera inmediata no destruye a las mismas, las
consecuencias pueden ser impredecibles por la perturbación
que crean dentro del ámbito laboral, incidiendo en la
productividad de la institución.

Ahora bien, a nivel de las organizaciones escolares, la
presencia de conflictos se ha convertido en una situación
cotidiana a la cual debe enfrentarse el gerente educativo, en
donde se involucran alumnos, personal de la institución o
integrantes de la comunidad siendo el gerente educativo el
responsable de mediar o facilitar la resolución de los
mismos. Todo lo anterior compromete al gerente a prepararse para
identificar el tipo de conflicto que se presenta y a utilizar las
técnicas gerenciales que se estilan para
resolverlos.

Visto de esa forma, el conflicto en un centro educativo
se define como una relación antagónica entre uno o
más estudiantes dentro de un mismo grupo. En otras
palabras, es un estado natural mediante el cual los alumnos
sienten la necesidad de negociar, reestablecer nuevas reglas de
convivencia, distribución de recursos, así como
reorganización del poder y la autoridad. Al respecto,
Robbins (2012) sostiene que los conflictos pueden observarse
desde varios puntos de vista: tradicional, relaciones humanas,
interacción.

– Tradicional: consiste en suponer que todo conflicto es
malo. Es visto negativamente, siendo utilizado como
sinónimo de términos de violencia,
destrucción e irracionalidad para reforzar su
connotación negativa. En ese sentido, nace como una lucha
entre opuestos, generando tensión que puede llevar a los
oponentes a tener sentimientos de frustración, los cuales
pueden llegar a expresarse con respuestas agresivas.

– De las relaciones humanas: considera al conflicto como
una consecuencia natural en todos los grupos y organizaciones.
Apoya la aceptación de éste al mencionar que no
puede ser eliminado, el cual puede beneficiar al desempeño
del grupo.

– Interacción: Acepta y alienta el conflicto,
todo con base en un grupo armonioso, pacífico, tranquilo,
cooperativo está inclinado a volverse estático,
apático sin respuesta a las necesidades de cambio e
innovación, propiciando un nivel mínimo de
éste, lo suficiente para mantener al grupo viable,
autocrítico y creativo. Esos conflictos pueden
identificarse como: agresiones verbales, agresiones
físicas, falta de respeto al grupo, falta de tolerancia,
problemas de convivencia.

1. Agresiones Verbales: Sin duda alguna, el ambiente
donde el adolescente ejerce influencia en el uso de la violencia
verbal, por cuanto en sus familias se acostumbra a utilizar el
insulto como una forma de atacar, y donde éste termina
imitando a sus antecesores; pero, al observar que esta actividad
no logra intimidar ni afectar a su víctima cambia la
agresión verbal por la agresión física o, en
ocasiones, utiliza ambas formas para alcanzar sus
propósitos. Sobre este particular es menester
señalar que el don del habla es una cualidad del ser
humano que puede ser utilizado como herramienta para construir o
destruir, pues, cuando éste se utiliza en forma violenta
desarmoniza la vida del agredido.

En efecto, León (2005) refiere "la violencia
verbal no sólo son las palabrotas, ni insolencias del
lenguaje de baja ralea, sino que son todas aquellas
construcciones que persiguen o desarticulan el espíritu de
los demás, humillándolos y pisoteándolos con
todo lo que brota de la boca". Indudablemente, es una forma de
descargar la agresividad mediante expresiones negativas, para lo
cual se utilizan mensajes que atentan contra la dignidad del ser
humano o contra las normas sociales legales, las cuales
naturalmente propician en el amenazado sentimiento de angustia,
desasosiego y dolor moral. Su significado y gravedad han de
considerarse en relación al contexto donde
ocurren.

Lo antes señalado es una evidencia que desde el
punto de vista contextual, no es adecuado estudiar el adolescente
aislado en su entorno, ya que según Kimmel y Weiner
(2000), "el contexto sociocultural afecta el desarrollo del
individuo" (p.115). En este sentido, el entorno físico
también desempeña un papel en las vidas de los
adolescentes, por esta razón en el medio escolar, si se
desea mejorar la actitud violenta de los alumnos se dé a
conocer el medio físico familiar donde se desenvuelve el
educando.

Lo señalado por este autor permite pensar que las
diferencias existentes entre las formas de vida en una comunidad
urbana, suburbana y una rural; o entre un barrio de nivel social
bajo y uno de gente adinerada, las condiciones de la escuela, los
antecedentes étnicos, la religión y la riqueza
verbal del ambiente en que se mueve el individuo también
tiene su importancia, porque podría variar de unas
personas a otras. Sin duda alguna, lo señalado por
León (2005) y Kimmel y Weiner (2000) son coincidentes, en
el sentido de que el manejo del lenguaje agresivo depende
más de la riqueza verbal de la persona que de lo
económico lo cual variará de una persona a
otra.

Lo señalado por este autor es una muestra
evidente que los antecedentes de la interacción familiar
ejercen influencia en la agresividad verbal del niño, por
cuanto el uso de la palabra como medio de violencia paterna es el
modelo que se ofrece para el aprendizaje de las relaciones
interpersonales y de la conducta social, lo cual unido a las
dificultades de comprensión del lenguaje y de
expresión verbal conducirá de forma casi
irremediable a la instauración de la conducta
agresiva.

Asimismo, es de hacer notar que estas actitudes
disminuyen en la medida en que el niño se vuelve
más fuerte y por lo tanto más capaz de causar
daño real; sin embargo, a veces cuando enfrentan problemas
para no poner en juego las destrezas físicas recurren al
lenguaje como una alternativa más segura y menos lesiva.
De esta forma, Latorre y Muñoz (2001), señalan:
"las herramientas de agresión cambian de los golpes a los
insultos" (p.35). La agresión verbal puede considerarse
una forma de violencia puesto que el uso de palabras insultantes
u ofensivas puede producir lesiones psicológicas tan
graves como las físicas.

2. Agresiones Físicas: Como se ha venido
señalando, la agresividad tiene diversas formas
según sea la forma como se manifiesta, sin embargo todas
ellas producen daños que tocan los principios del respeto
por la dignidad humana, pues este comportamiento está
destinado a la conducta violenta y a la destrucción, cuya
proliferación surge cuando las necesidades, tanto
físicas como emocionales de las personas no se satisfacen
o se frustran.

Evidentemente, la insatisfacción o
frustración de las personas terminan
transformándola en intolerante con desinterés total
por la convivencia social o familiar. En relación con este
asunto, la agresividad y la violencia se han convertido en una
pesadilla colectiva e incomprensible donde cada día
más gente joven resuelve sus diferencias y conflictos
empuñando objetos cortantes o recurriendo a armas de
fuego.

Cabe considerar que la agresión física es
una forma de violencia, que según Fernández (2001)
"puede tomar forma de pelea, agresión con algún
objeto o simplemente un daño físico". En el
ambiente escolar en esta categoría se pueden incluir los
abusos entre alumnos, las agresiones entre profesores-alumnos y
alumnos-profesores. Las agresiones entre alumnos suelen ser
percibidas, en algunos casos, como proceso de maduración,
por lo cual se considera un asunto inevitable. En el caso de las
agresiones profesores-alumnos, éstas pueden mantenerse en
el ámbito del miedo sobre todo cuando el alumno no se
siente respetado entrando en pugna de autoridad y poder, por esta
razón, produce sentimientos de venganza, miedo y
rencor.

Si la violencia se aprende hay que aprender
también mecanismos para neutralizarla, lograr o evitar que
se produzcan, por lo tanto se necesitan enseñanzas para
que el adolescente contenga controles y encauce la energía
que se descarga en agresividad y violencia hacia fines más
constructivos. Lo antes referido es una evidencia del pensamiento
coincidente de Fiorenza, Nardone, Castells y Silber, por cuanto
lo que hace falta es el esfuerzo conjunto de profesionales de
diferentes disciplinas que ayuden a los jóvenes de ambos
sexos a gestionar su tiempo y estructurar sus relaciones
humanas.

Sin duda alguna que la atención de la agresividad
física es una cuestión que no debe dejarse a un
lado en las instituciones escolares porque en la actualidad, la
personalidad de los jóvenes está
estructurándose sobre una base de satisfacción
rápida de los deseos y con una baja tolerancia a las
frustraciones.

El culto a la fuerza y a la hombría se pone en
evidencia en la agresión física para demostrar la
habilidad, a todo ello, los medios de comunicación tienen
su cuota de responsabilidad porque hacen una apología de
la figura de los jóvenes violentos y al final, la sociedad
de consumo los anima a que tengan el valor de
símbolo-poder.

3. Falta de Respeto al Grupo: Un examen superficial del
ser humano revela su condición de ser grupal. Según
Stalcup (2000), "el grupo es un conjunto de personas reconocidas
como entidad a causa de la existencia de pautas identificables de
conducta y de interacción" (p.77). En relación a lo
anterior es conveniente destacar que las actividades escolares
desarrollan de manera grupal, donde los miembros están
unidos por ciertas pautas de interacción; no obstante, no
es extraño que dentro de los educandos existen individuos
que no comparten las pautas de conducta que le permitan
identificarse con el grupo, por cuanto carecen de
afiliación grupal, debido a que en algunas ocasiones
carecen de adaptación al mismo.

Cuando el adolescente se desprende de la familia como
única fuente de refugio y de seguridad precisa la
continuidad natural del contacto con el colectivo humano,
entonces busca al grupo, a partir de esta situación se
consolidan asociaciones juveniles, en algunos casos son
pacíficas pero en otras son violentas, donde las
descalificaciones, las burlas y los sarcasmos buscan dejar
públicamente en ridículo a los demás, por
cuanto se considera como libertad en el obrar y en manifestarse
libre autónomamente con actitud crítica.

Por otra parte, Melewdo, citado por Fernández
(2001) refiere que para el adolescente uno de los núcleos
fundamentales alrededor de los que giran su percepción de
la realidad y desde donde enfocan su conducta en la
relación interpersonal con sus iguales; el grupo se
convierte en el campo de experiencias sociales por auto magia y
los ojos a través de los cuales contemplan al mundo. Como
consecuencia de lo anterior, no es extraño que algunos
alumnos se sientan confundidos con respecto al rol que les
corresponde representar y tampoco puede sorprenderles que ciertos
individuos elaboren sus propias reglas y procedimientos a
seguir.

En relación a lo mencionado, Moreno (2001)
señala que los valores deben estar implícitos en la
conducta humana, exigen del reconocimiento de la igualdad y
respeto entre los seres humanos, por tanto, su promoción y
fortalecimiento deben ser objetivo básico de la
educación para formar el ser humano integral.

Lo expuesto por este autor conlleva a suponer que el
educador amerita herramientas que le ayuden a comprender la
naturaleza de los valores, por tanto Stalcup (2000) asevera
"aparentemente la cuestión fundamental alrededor de la
cual se desarrolla la controversia es la naturaleza de los
valores y no la necesidad de promoverlos" (p.66). Lo afirmado por
este autor permite suponer que la crisis sobre la
enseñanza de los valores a nivel de la educación,
posiblemente deriva de la falta de coincidencia entre la clase
social y los valores del docente y los del alumno.

Por otra parte, hay que considerar que en las
instituciones escolares convergen alumnos con diferencias
individuales, las cuales a su vez pueden dar motivos para que
ocurran problemas generadores de violencia, es así como
las percepciones sobre las preferencias ideológicas,
sexuales, raciales, culturales, sociales, entre otras pueden ser
causa de conflictos estudiantiles donde la falta de respeto sea
el elemento iniciador del problema.

4. Falta de Tolerancia: Ya al final de la adolescencia
los procesos de maduración conducente a la madurez le dan
al adolescente signos de independencia, uno de los rasgos que
algunos de ellos suelen adoptar en esta etapa de la vida es la
falta de tolerancia. Al respecto, Tettner (2005) señala
"la intolerancia es la base de la crueldad, ya que, quienes son
diferentes, son percibidos como débiles tomados como
sujetos de discriminación y violencia" (p.33)

Lo señalado por la autora permite comprender que
si en las instituciones escolares se enseña o se permite
la discriminación, evidentemente que los alumnos comienzan
a actuar en base a su propio perjuicio y finalmente se instaura
la violencia. Por las razones anteriores es conveniente
señalar que se puede aprender a ser tolerante; pero esto
depende mucho de la forma de transmitir valores y de tratar a
todos con el mismo grado de amor y empatía.

En relación a lo anterior, Duplá citado
por Pérez (2002) plantea que la buena educación,
entre otras habilidades, debe fomentar lo social con el
propósito de enseñar a los alumnos a saber convivir
con tolerancia. Lo indicado por este autor significa que el
alumno debe ser enseñado a respetar y considerar las
opiniones o prácticas de los demás aunque
concuerden con las propias.

Cabe considerar que, en estos tiempos, el problema
fundamental ya no es solo el de la falta de tolerancia religiosa,
sino que existen la intolerancia hacia otros aspectos tales como
los raciales, económicos, situación que conllevan a
la incomprensión y la hostilidad, por esta razón,
lo que puede llamarse filosofía de la tolerancia, reconoce
el principio de la igualdad entre todos los hombres, donde su
objetivo es sustituir las relaciones de fuerzas por relaciones de
diálogo.

En concordancia con lo antes señalado,
Pérez (2002) refiere que una educación genuina
enseña a aprender a valorar la propia cultura y
religión, a ser consciente de sus raíces, y
respetar las culturas y religiones diferentes, combatiendo los
dogmatismos, fundamentalismos e intolerancia de quienes quieren
imponer su única forma de pensar, de creer y de
vivir.

Sin duda alguna, aprendiendo a interactuar con los
demás, a no agredir ni física ni
psicológicamente a los compañeros, a respetar a los
demás, tolerar las discrepancias se construye la genuina
democracia, porque mediante el respeto a la diversidad y a las
diferencias sin discriminación se logra que el educando no
sólo se forme cognoscitivamente, sino también para
la vivencia mediante un aprendizaje de la solidaridad.

5. Problemas de Convivencia: La educación es un
proceso en virtud del cual una sociedad regula la conducta de sus
miembros, llevándolos a la aceptación de las normas
sociales. Por esta razón, Fernández (2002)
señala que en el ámbito educativo la convivencia va
íntimamente ligada a los procesos de orden, de disciplina
o de control que favorezcan su realidad y originen un clima
positivo. Sin duda, lo expuesto por esta autora permite suponer
que la organización es un factor fundamental para el
mantenimiento de la convivencia dentro de las instituciones, si
se relaciona lo expresado con la actividad gerencial se deduce
que el gerente educativo como organizador de las instituciones
escolares tiene una alta responsabilidad en el desarrollo de la
convivencia.

En referencia al problema de la violencia estudiantil,
es conveniente que se enseñe al educando habilidades para
conducirse de una manera adecuada, aprendiendo a evitar la
conducta agresiva, por cuanto, generalmente es la causa de los
problemas donde la violencia cumple su papel como detonante de la
conflictividad que se desarrolla en las instituciones escolares,
debido a la incapacidad del alumno para solucionar sus problemas
mediante el diálogo.

Evidentemente, que una forma de solución de
conflicto producto de la agresión, de cualquier naturaleza
es a través del diálogo y la negociación,
por cuanto se debe tratar de convertir la agresividad en una
fuerza positiva, donde todos salgan beneficiados. De acuerdo con
lo antes expuesto se piensa que una de las estrategias indicadas
para el enfoque de conflictos es a través de
negociación.

Al analizar los procesos negociadores se infiere que la
salida más adecuada es la última, es decir, la
colaboración, para la solución de problemas porque
ésta implica que todas las partes en conflicto reconozcan
que algo anda mal y que la mejor solución es que todos
ganen. Cabe considerar que dentro de todas las actividades para
la negociación de estas actitudes violentas existe un
elemento que debe ser controlado, es decir, el proceso de
comunicación, pues en el caso de las instituciones
escolares existen barreras que pueden dañar las relaciones
entre los educandos, o entre éstos y los
docentes.

Por su parte, Materi (2000) refiere que de acuerdo con
la función que la comunidad educativa asigne a la
institución, dependerán las pautas para elaborar un
régimen de convivencia. Al situarlo en el enfoque
sistemático se dice que la escuela constituye un sistema
en que algunos de sus elementos: los docentes (quienes
representan el estado cristalizado en la sociedad),
interactúan con otros elementos, los alumnos (quienes
pretenden valorar el medio con sus propias pautas), para alcanzar
su finalidad (la capacitación para la convivencia)
mediante una fluida comunicación que alivie las tensiones
en conflicto, los alumnos podrán aprender a convivir
armónicamente.

2.3.2 Técnicas para la Resolución de
Conflictos en la Escuela

Según Castillero (2010) al hablar del conflicto
es necesario considerarlo como parte inevitable de la vida, el
cual no siempre debe conducir al caos y a la destrucción.
Para que surja, las acciones de una de las partes deben afectar a
la otra, si esto no sucede sólo se producen diferencias,
pues las partes implicadas deben percibir la situación
como problemática. Es decir, independientemente de la
objetividad de ésta amerita existir la conciencia de su
presencia.

Generalmente, los conflictos no sólo suelen ser
entre dos personas, existen también los conflictos entre
personas o subgrupos del mismo grupo, generados por
incompatibilidad de metas, contraposición de intereses y
percepción de escasez de recursos, que pueden ser empleo,
posición social, pero también amor, estima,
estatus, reconocimiento, respeto.

En ese marco de pensamiento, Picard (2008) señala
que de acuerdo con las creencias o filosofía existente
acerca del conflicto, así como de otros elementos como la
historia entre las partes, diferencias de poder entre ellas,
importancia concedida a las consecuencias, rasgos personales de
los participantes, habilidades inherentes a las partes, actitudes
manifestadas por éstas, las personas dan diversas
respuestas a la situación conflictiva, plantea cinco
estilos de respuesta:

– Acomodación: en ese caso los directivos son
capaces de transigir, avenirse, doblegarse ante los demás,
ignorando sus propias necesidades y deseos con la finalidad de
agradarles a los demás, dejando a un lado la
situación para centrarse en las relaciones.

Competencia: los directivos tratan de obligar a los
alumnos a aceptar sus posiciones pues su preocupación
principal es alcanzar su meta, pasando por alto las necesidades
de éstos. Su creencia básica en relación con
el conflicto es de ganar o perder.

– Evasión: los directivos se apartan del
conflicto pues para ellos no vale la pena su resolución.
Evitan tanto a las personas como a los asuntos que pueden
causarles conflictos.

– Avenencia: los directivos ceden algunas de sus metas
si los demás están dispuestos a hacer lo mismo.
Presionan por algunas metas pero tratan, al mismo tiempo, de no
arriesgar las relaciones permitiendo a los docentes obtener algo
a cambio.

– Colaboración: en este casi existe un compromiso
con las metas personales y con las metas de los estudiantes, por
ello, se identifican éstas para luego buscar una
solución mutuamente beneficiosa.

Ahora bien, los directivos son capaces de utilizar
cualquiera de estos estilos, sin embargo, existe una tendencia a
usar con más frecuencia uno de ellos en función de
las características personales, la propia
concepción que tengan sobre el conflicto y de las
habilidades con las cuales cuente. Entre ellas, asertividad,
negociación.

1. Asertividad: Desde el punto de vista conductual, la
propuesta de un aprendizaje asertivo se fundamenta en los
conocimientos generados por Pavlov, quien estudió la
adaptación al medio ambiente de personas y animales: en
cuanto a las primeras considera dos aspectos: si dominan las
fuerzas excitatorias, se sentirán orientadas a la
acción, emocionalmente libres, enfrentándose a la
vida según sus propios términos; por el contrario,
si predominan las inhibitorias, se mostrarán
desconcertadas, acobardadas, sufrirán la represión
de sus emociones, a menudo harán lo no deseado.

En el enfoque cognitivo, el comportamiento asertivo
consiste en expresar lo que se cree, siente, desea de forma
directa, honesta, haciendo valer los propios derechos, respetando
los de los demás. Al respecto, Rodríguez y Serralde
(2009) sostienen la necesidad de incorporar cuatro procedimientos
básicos en el adiestramiento asertivo:

– Enseñar la diferencia entre asertividad y
agresividad.

– Ayudar a identificar los propios derechos y los
demás.

– Reducir los obstáculos cognoscitivos y
afectivos para actuar de manera asertiva, disminuyendo ideas
irracionales, ansiedades, culpas.

– Desarrollar destrezas asertivas a través de las
prácticas de dichos métodos. Es así como la
asertividad se fundamenta en la ausencia de ansiedad ante
situaciones sociales de manera que se hace viable manifestar
sentimientos, pensamientos y acciones.

El enfoque humanista se centra en concebir la
asertividad como una técnica para la
autorrealización del ser humano. En ese sentido, Pick y
Vargas (2008) afirman que para ser asertivo se necesita
aceptarse, valorarse, respetar a los demás, permanecer
firmes en las propias opiniones, comunicar con claridad,
directamente, en el lugar y momento adecuados de forma apropiada,
el mensaje deseado.

2. Negociación: La negociación se refiere
al manejo adecuado de los conflictos que se presentan en las
organizaciones escolares, siendo una actividad continua en grupos
definida como un proceso en el cual dos o más partes
buscan acuerdos conducentes a una situación donde todos
ganen. Su esencia es discutir a fondo un conflicto para alcanzar
una solución satisfactoria con la intervención de
mediadores, árbitros, conciliadores o consultores
externos. En ese sentido, Goleman (2004)
señala:

El manejo de conflicto implica negociar y resolver
desacuerdos. Las personas dotadas de esta aptitud: (a) manejan
con diplomacia y tacto situaciones tensas y personas
difíciles; (b) detectan los potenciales conflictos, ponen
al descubierto los desacuerdos y ayudan a reducirlos; (c)
alientan el debate y la discusión franca; (d) orquestan
soluciones que benefician a todos (p.295).

De acuerdo con lo expuesto, el manejo de conflictos se
refiere a las negociaciones efectivas, donde los negociadores
atacan los problemas y no a las personas, abordan el trato para
resolver el conflicto, recurren a la comunicación para dar
a conocer las necesidades con exactitud a la otra parte,
persiguen adoptar una postura de colaboración en la
resolución de la crisis, con el propósito de
aumentar al máximo la satisfacción de las dos
partes, de esta manera, apoya, instrumenta, controla las
decisiones, comprometiéndose por completo con el logro de
los objetivos comunes.

En ese sentido, todo conflicto amerita la
participación de estrategias de resolución para
resolverlos y forman parte del campo de la negociación.
Una vez elegidas, tendrán un impacto sustancial en los
resultados que se obtengan, cualquiera de ellas puede ser eficaz
para el propósito buscado.

Ahora bien, en las instituciones educativas, sus
miembros requieren de habilidades para gestionar las estrategias
de negociación, para lo cual deben estar abiertas a la
información veraz, franca acerca de las preocupaciones,
sensibilidad conjunta por las necesidades del otro, requieren
además, tener confianza entre sí y una
disposición para mantener la flexibilidad de los
conflictos presentados en ellas.

La necesidad de considerar la negociación como
una vía para el manejo de conflictos en las instituciones
educativas, surge de los cambios en las relaciones
interpersonales que se presentan periódicamente en sus
estudiantes. Por esa razón, para mejorarlas es
indispensable el dominio de esta habilidad entre los miembros de
éstas para estar en capacidad de diagnosticar el grado y
las causas generadoras de los problemas, así, realizar
tratos, los cuales permitan conciliar las diferencias existentes
entre las partes.

2.4 Participación de la Comunidad Educativa en
Actividades para la Prevención de la Violencia
Estudiantil

Como ya se ha señalado anteriormente, considerar
que el gerente educativo requiere de recursos humanos para la
atención del problema de la violencia dentro de las
instituciones escolares, puesto que el proceso educativo no
depende solamente de la acción gerencial, sino
también de la participación de otros miembros que
se involucran en él. Al respecto, Sarramona (2006) explica
que la participación social es una de las manifestaciones
más claras de la democratización. Sin lugar a
dudas, la participación es un elemento fundamental para el
desarrollo de las relaciones humanas, por cuanto ésta
permite valorar al colectivo, disponer un espacio de encuentro
con los otros, estar dispuesto a escuchar otras opiniones,
mantener un papel activo y dinámico, con el encuentro con
los otros y además una actitud flexible, tolerante,
promoviendo a la vez el intercambio y favoreciendo la
convivencia.

Los miembros de la participación interna la
constituyen la gerencia, el consejo de profesores, las
asociaciones de alumnos y los representantes. A través de
estos organismos se puede formar un sistema de
participación donde se potencian las acciones prosociales
de ayudar, de implicación y búsqueda de status e
identidad. En relación a lo anterior, Fernández
(2001) señala que es necesario dar sentido a la
participación como objetivo educativo clave para aprender
a desarrollar socialmente el respeto al otro y las actitudes
solidarias y no agresivas.

Tomando en cuenta lo antes señalado, para
promover la participación se deben realizar actividades
tales como talleres, obras de teatro, fiestas, actividades
deportivas. Por otra parte, el aula en sí misma es un
perfecto lugar donde el docente puede potenciar el autoestima;
por otra parte, la ecología del centro escolar, la
descarga visual de unas paredes sucias o desconchadas tienen
mucho que ver con la actitud agresiva o de destrozo que se genera
en el centro escolar; por esta razón, el docente debe
salirse del aula para crear lugares de expresión
común, de exposición, de intercambio y propiciar la
comunicación y el diálogo.

Por otra parte, Sarramona (2000) señala que el
sistema educativo se refiere a un tipo de actividad social que
requiere de manera especial la participación. Porque la
actuación educativa se ejerce tanto en nombre de los
intereses generales de la comunidad como por delegación
expresa de los principales responsables de la educación de
los niños y jóvenes, esto es, los padres y
tutores.

En atención a lo anterior, y dado que ya se ha
hecho referencia a la participación de los miembros
externos, es decir, los padres por cuanto reiterativamente se ha
señalado que éstos siguen siendo responsables
legales y morales de la educación de sus hijos,
permitiendo así in mejor desenvolvimiento en la
sociedad.

2.4.1 Incorporación de las Organizaciones
Escolares para prevenir la Violencia Estudiantil

Una de las características a estos tiempos es el
hecho que las organizaciones escolares dependen cada vez
más del conocimiento, las habilidades, la creatividad y la
motivación de los profesores, por cuanto éstos son
factores que cambian el enfoque tradicional de la
educación ofreciéndoles a los estudiantes el
desarrollo de oportunidades para que puedan buscar por ellos
mismos el éxito; por otra parte, la integración
escolar se apoya en decisiones consensuadas, por tanto, todos los
miembros de la comunidad educativa deben comprometerse en valores
y proyectos de largo alcance para que en el consenso se deriven
valores comunes.

Al respecto, Materi (2000) refiere que la conciencia en
una estructura valorativa de los docentes, educandos y la
comunidad dará como resultado un régimen de
convivencia en el que no son posibles las faltas de disciplinas
de valores, consciente éstas se imponen como un
sentimiento. Sin lugar a dudas, la incorporación de los
educadores para compartir obligaciones que conduzcan a la
integridad de las funciones docentes en la formación de
valores es de significativa importancia para el mantenimiento de
la disciplina en la institución escolar.

Aún hay otra reflexión importante que
añadir y que estaría vinculada con la
resolución de la conflictividad en las instituciones
escolares, se trata de la consideración del docente sobre
su posible inclusión en la formación de los fines y
valores últimos que el sistema educativo pretende, por
cuanto no se puede contar que éstos se logren si los
profesionales de la docencia no los han internalizado. Visto lo
anterior, habrá entonces que confiar a los docentes las
estrategias técnicas pertinentes para tales logros,
así como su concreción en metas más
específicas e inmediatas. Desde otra perspectiva,
Sarramona (2000) indica que la participación se puede
contemplar como un tipo de descentralización, donde se
delega poder de gestión a elementos mucho más
próximos a la realidad educativa.

Lo afirmado por este autor conlleva a pensar que el
docente como parte del recurso humano con el cual cuenta el
gerente para el desempeño de su función gerencial
no puede estar exento de participar en el control de la
disciplina y por consiguiente en la prevención de la
violencia porque la participación es la vía legal
por la que se presta o se retira el consentimiento hacia un
proyecto educativo y se garantiza la responsabilidad de los
miembros de una comunidad social para su
funcionamiento.

2.4.2 Participación de Docentes en Actividades
de Orientación ante Situaciones
Conflictivas

En los últimos años, con el desarrollo y
la obligatoriedad de la educación se está dando el
caso de la creciente incorporación a las instituciones
escolares de alumnos provenientes de sectores de la
población desfavorecidas, lo que en ocasiones, motiva
rechazo por parte de los educandos provenientes de la
población socialmente más acomodada, esta
situación puede generar violencia dentro de la
institución.

Al respecto, Fernández (2001) refiere que los
profesores en dichos centros se sienten sobrepasados y huyen en
forma constante para no enfrentarse con la realidad escolar que
consideran hostil. Cabe considerar que este problema posee
alternativas de solución que darían solución
al asunto, en este caso el profesorado debería ser formado
en aspectos concretos de la realidad social con la que se va a
enfrentar, además debe ser reconocido y valorado por su
trabajo. Por otra parte, los docentes podrían ayudar al
alumno a aumentar y mejorar los patrones de comunicaciones,
así como desarrollar procesos de pensamiento que les
ayuden a seleccionar una conducta satisfactoria o adaptativa
interiorizando un patrón de comportamiento ante
situaciones conflictivas.

Sobre este particular, Materi (2000) refiere que, como
consecuencia de la descentralización y necesidades de
adecuación de la escuela a los requerimientos de la
comunidad, los docentes deben asumir roles no sólo de
hacedores del proceso educativo sino en las responsabilidades del
gobierno de la institución. Sin duda, esto es una
evidencia de la necesidad de que los docentes se incorporen a la
institución no solo con la finalidad de dictar
cátedra, sino, pensando que su función va mucho
más profunda.

Ahora bien, el conocimiento de las posibilidades de cada
modelo pedagógico, su elección y aplicación
constituyen un modelo y se puede considerar que el profesional de
la docencia debe conocer y dominar todos los modelos
pedagógicos vigentes, porque todos ellos tienen alguna
aplicabilidad en ciertos momentos y en ciertas circunstancias de
aprendizaje.

Como conclusión sobre este aspecto se puede
señalar que todos los actores mencionados enfocan con
similar criterio la participación de los docentes en
actividades para la prevención de la violencia, por cuanto
cada uno de ellos desde distintos puntos de vista consideren el
hecho que el docente no debe evadir su responsabilidad en la
contribución para la formación de actitudes
positivas en el educando, además, de la preparación
académica, por cuanto la superación personal no
solo está en la adquisición de un certificado con
excelente referencia numérica.

Cabe considerar que de no encontrar la manera de
minimizar la violencia en el medio escolar, las consecuencias
serían agobiantes para la sociedad porque la carencia de
una conciencia moral de respeto entre los individuos
posibilitaría la creación de una comunidad en la
que se considera que los abusos entre sus diferentes miembros
podrían darse impunemente; asimismo, la proyección
de los comportamientos agresivos de los educandos podrían
dar lugar a adultos violentos.

2.4.3 Participación de Docentes en la
Formación de Valores

El entrenamiento en habilidades sociales se basa en el
supuesto de que la agresión y la violencia persisten
debido a que no se han aprendido formas más aceptables de
manejar las exigencias interpersonales y al hecho que la persona
carece de las habilidades específicas para hacer frente a
las provocaciones que incita a dar una respuesta
agresiva.

En este sentido, Sambrano, citado por Maradey de
Beltrán (2005) señala que por muy dura que sean las
situaciones existe la posibilidad de salir de las adversidades,
para esto es necesario fortalecer el poder personal, la
autoestima, la capacidad de tomar decisiones, la creatividad y
capacidad para afianzar la esperanza y los apoyos
externos.

Sin lugar a dudas, no se trata de volver a situaciones
pasadas, donde los valores a fomentar era básicamente la
sumisión simple a las normas, el respeto a la autoridad
con independencia a su origen, sino de recuperar aquellos valores
que son de expresión de compromiso personal hacia ideales
colectivos: libertad, honradez, colaboración, solidaridad,
responsabilidad, capacidad de sacrificio, aceptación de
las normas emanadas de las autoridades legales.

Hacer referencia de la pérdida de unos referentes
morales comunes explica en parte las situaciones de conflictos
que viven muchos centros escolares. Todo ello supone un
importante cambio en el ambiente y en la actividad de los
docentes, el cual para superar los previsibles de conflictos
deben contar con el apoyo y con la acción coordinada donde
también se incluye la elaboración de normas de
convivencia y la aplicación de un plan para el seguimiento
de procesos de resolución de conflictos.

En relación a lo indicado, es conveniente
destacar que la participación del docente es una necesidad
para el gobierno de la escuela, por esta razón, deben
contribuir con opiniones, decisiones consensuadas, trabajo de
recolección de información, análisis de los
problemas y alternativas de solución. Asimismo, la tarea
de los docentes implica transformar las instituciones educativas
en necesidades activas dedicadas a realizar sus valores, los
cuales se transformarán en propósitos cuando se
proyectan en realizaciones futuras, ya que los valores no
apoyados por estructuras sociales concretas suelen
perderse.

Estas consideraciones deben estar presentes en la tarea
de preparar al alumno para vivir en sociedad; forjando su
personalidad en base a los mejores valores para poder integrarse
fácilmente en las exigencias de la vida social. Por esta
razón, los docentes como transmisores de conocimientos
deben transmitir la manifestación de un cambio donde la
primera lección debe ser el estímulo de la
satisfacción hacia el trabajo a fin de lograr el
equilibrio mental para que puedan enfrentarse con habilidad,
valentía, estilo y entusiasmo a los problemas que le
plantea la vida.

Asimismo, el docente debe participar
transmitiéndole al alumno la alegría por el
estudio, la ilusión por el esfuerzo, el afán por la
superación personal, esto debe ser uno de los principales
retos para el verdadero profesional de la educación,
así mismo es urgente que el docente ofrezca al alumno
propuestas éticas con orientación y
preparación frente a la manipulación de la sociedad
consumista.

Por otra parte, debe ayudar al alumno a favorecer el
desarrollo personal, a potenciar hábitos de trabajo, a
impulsar la solidaridad en equipos, aprender a tener conciencia
de sus derechos y obligaciones, a cuidar su crecimiento con sus
cualidades y dones, pero fundamentalmente enseñando al
educando a responder mediante un proceso de humanización
personal evitando la desmoralización que cunde.

Según Izquierdo (2000) la transmisión de
los valores se realiza a través de contenidos
teóricos, sino en la comunicación personal de quien
los vivencia y traduce en experiencias vitales, creando un clima
de cultivo y respeto a estos valores. De allí la
importancia de la calidad de ser educador, por cuanto el alumno
tendrá en un futuro a quien recordar como modelo formador
de virtudes y comunicador de acciones que conlleven a la
satisfacción personal y colectiva.

Es conveniente resaltar que el docente debe hacer uso de
sus habilidades para fomentar los valores pues, según
explica Izquierdo (2000), éstos no se realizan a
través de contenidos teóricos, formar valores es
enseñar al alumno a salir de la adversidad por tanto, el
docente para transmitirlo tendrá que manifestar vivencias
y experiencias que enseñen al educando, que permitan al
alumno ver en él un modelo.

En efecto, la promoción de los valores con la
palabra, la vivencia y el ejemplo enseñan al alumno a
formarse juicios correctos a dotarse de una sana autoestima y a
sentirse bien posesionado de sus derechos y deberes sociales para
el ejercicio de la auténtica democracia participativa y
social, donde exista un clima de solidaridad, respeto,
combatiendo las diferencias sociales, de géneros,
religiosas, culturales.

2.4.4 Escuela de Padres y Familia

González (2011) define la Escuela de Padres y
Familia como un proceso sistemático, progresivo de
educación continua, que ofrece a la familia elementos,
medios que le permitan asumir, en forma consciente, responsable,
su vocación y misión de educar integralmente a los
hijos.

Además, la reculturización de los padres y
representantes para hacer que comprendan que si papel no se agota
con inscribir a sus hijos en la institución escolar y
proporcionarles lo que necesitan para sus estudios. Sería
un paso de avance en la formación de valores, por cuanto
ello implica la participación de éstos en la
formación de una nueva cultura escolar, pues los padres y
representantes deben formar parte activa en la
planificación y puesta en marcha del proyecto
educativo.

Aunado a lo anterior, es conveniente agregar que la
estructura de la organización escolar es el resultado de
la actividad colectiva y su finalidad está dada en
posibilitar el logro de los objetivos propuestos. Por esta
razón, acota González (2011), los miembros externos
son importantes porque contribuyen al logro de estas metas; entre
ellos se encuentran los padres o los representantes, los cuales
tienen el derecho a ser reconocidos como agentes naturales y
primarios de la educación de sus hijos, por tanto, deben
participar en las actividades de los establecimientos educativos
en forma individual o en grupos, pero además, deben entre
otras cosas, respetar y hacer respetar por parte de sus hijos las
normas de convivencia en la institución.

Las organizaciones escolares son aquellas corporaciones
sobre las que se pueden asentar diferentes acciones para abordar
los conflictos, por lo tanto, es requisito indispensable
organizar propuestas que conduzcan a llevar a cabo actividades
complementarias con el consentimiento y respeto de la
mayoría y que además faciliten el pensar juntos.
Como quiera que la convivencia es un hecho colectivo, si en la
escuela el equipo directivo, o un sector amplio de la comunidad
no está sintonizado, no colaboran ni comprende los
objetivos de convivencia las experiencias están abocados
al fracaso.

Según el Ministerio de Educación y
Deportes (2000) la escuela para padres es un proceso, una
alternativa educativa para proporcionar a los padres
orientación, formación, instrucción e
información. Es compartir experiencia para el mejoramiento
de las funciones de los integrantes del grupo familiar y de la
escuela. Sus objetivos: (a) promover la participación de
la familia en el proceso formativo de los hijos, logrando
así la integración de los padres, representantes y
docentes; (b) estimular en los padres la toma de conciencia de la
importancia de su participación; (c) proporcionar cambios
de actitudes a través de aprendizajes; (d) lograr el
mejoramiento de la familia como célula fundamental de la
sociedad; (e) promover una significativa participación
familia-escuela-comunidad.

Por otra parte, la escuela para padres debe responder a
la realidad específica de la comunidad educativa y a las
inquietudes y expectativas del propio plantel, asimismo debe
tomar en cuenta que los problemas del país son el reflejo
de la pérdida de valores dentro de la familia como
núcleo de la sociedad. La razón de la existencia de
la escuela de padres se concibe desde tres puntos de vista: como
centro de información o instrucción, como ayuda
personal y como trabajo grupal.

Cabe considerar que la familia es educadora y tiene,
para proseguir su misión, que encontrar un clima
óptimo dentro de la escuela, por tanto una confluencia de
valores entre los miembros de la escuela y los de la familia
sería un clima ideal para la acción formadora del
educando, por esto, los padres tienen derecho de ser reconocido
como participantes en las actividades de los establecimientos
educativos en forma individual y grupal. Logrando este
propósito, es posible alcanzar por medios positivos la
meta de reducir la agresión y la violencia, lo mismo que
el malestar y el sufrimiento que ella genera, dando un nuevo
impulso a la familia como educadora, sobre todo en aquellos casos
para quienes la agresividad ha llegado a convertirse en un
problema.

Sin duda, todo fin tiene un medio, de allí que la
Escuela para Padres según el Ministerio de
Educación, Cultura y Deportes (2000) debe ser concebida
desde tres puntos de vista, como información o
instrucción, como ayuda personal y como trabajo grupal.
Visto de esta manera, se supone que la Escuela para Padres,
también es una escuela formadora, lo cual significa
trabajo en grupo para desarrollar interacción positiva de
ayuda y crecimiento entre padres, por lo tanto es recomendable
lograr la participación de todos los
representantes.

Es conveniente resaltar que el criterio propuesto por
Materi (2000) es afín con los señalamientos del
Ministerio, Cultura y Deportes puesto que ambos coinciden en la
necesidad de incorporar a los padres en funciones más
cercanas con la formación de sus hijos, mediante su
parcial incorporación a la institución escolar,
más allá de la simple firma de los recaudos de
inscripción.

2.4.5 Actividades para incrementar la Identidad y
Pertenencia con la Institución

El modo en que los individuos piensan, sienten,
actúan o reaccionan es una manera de confirmar el sentido
de identidad que posee sobre algo; por tanto, cuando la identidad
se ha logrado ésta influye en la conducta de la persona.
Esto significa que en los adolescentes, las
características de su personalidad están asociadas
con la forma persistente de comportarse de determinadas maneras,
de acuerdo con lo que se identifican.

Actualmente, la identidad dentro de los diversos
organismos sociales es un tema de vital importancia para la
creación de una imagen, por cuanto dentro de la sociedad
contemporánea y mediante los conocimientos en los cuales
se efectúan tantas relaciones, las mismas adquieren cada
vez más resonancia.

En este sentido, Costa (2003) refiere que
filosóficamente, la identidad es una esencia.
Identificarse con algo significa descubrir o compartir de
algún modo la esencia. Lo antes expuesto, ratifica la
necesidad de desarrollar dentro de las instituciones educativas,
actividades para incrementar en los alumnos la identidad y
pertinencia con la misma, pues probablemente el sentir amor,
apego, cariño, sentimiento y sentido de pertinencia
posiblemente lo conllevarían a mantener en la
institución un clima de concordancia a través de la
convievencia.

La orientación que debe regir a un programa de
identidad, según Costa (2003), se debe polarizar en dos
criterios: integración y coherencia. En base a lo expuesto
por este autor, invita a suponer que las actividades
básicas para concertar la integración y la
coherencia dentro de una institución educativa deben
iniciarse en el autoconcepto, la filosofía, los objetivos,
la imagen, el sistema de comunicación y las acciones en el
campo social.

En cuanto al autoconcepto, es conveniente que el alumno
tenga conocimiento de cómo se vea él mismo, como se
siente, como lo tratan los demás, si se ha atribuido
etiquetas erróneas, analizando cuáles son sus
puntos fuertes y los débiles. En este sentido, Kimmel y
Weiner (2000) señala que estrechamente relacionado con la
percepción de sí mismo, está el sentido de
la identidad, asimismo, hipotéticamente ésta se
relaciona con el pensamiento en el futuro. Sin lugar a dudas lo
expuesto por este autor conlleva a suponer que en las
instituciones debe hacerse énfasis en el abordaje de los
problemas de identidad de los adolescentes.

De modo similar, Verzonski y Barlclay, citados por
Kimmel y Weiner (2000) sostienen que quienes no usan el
pensamiento operacional formal en la resolución de
problemas de identidad adopta roles y valores prescritos
socialmente, esto contribuye a ratificar la necesidad de atender
la identidad del alumno con las instituciones, por cuanto el
alejamiento de ella puede ser una manifestación de roles y
valores sociales ajenos a la manera de conducirse en la
institución escolar.

Lo señalado se relaciona con la conflictividad y
la violencia en el sentido de que algún alumno debido a la
falta de identificación con la institución escolar
no tiene el menor recato para asumir actitudes de esta
naturaleza. Sin embargo, la asunción de compromisos
podrían llevar al alumno a asumir alternativas que le
permitan regresar a un estado de identidad asumiendo creencias y
objetivos vitales.

Por otra parte, es conveniente señalar que los
alumnos que logran asumir la identidad con la institución
tienen más probabilidades de experimentar un sentido de
propiedad con respeto a las decisiones tomadas, por cuanto tiene
presente objetivos de logros y, en consecuencia, muestran mayor
interés, buscan a la vez, nuevos compromisos y se
convencen de que han de pensar en ellos y en las instituciones
con más atención, con el objeto de hacer un
esfuerzo serio por resolver los problemas que puedan
surgir.

2.5 Procedimientos Actuales para la Resolución
de los Problemas de Violencia Estudiantil

Sobre este particular, es conveniente señalar que
a menudo las instituciones escolares se ven inmersas en una serie
de momentos cruciales durante el año escolar, en los
cuales a violencia se desborda, por tanto, es importante valorar
la posibilidad de las razones a través de datos medibles y
viables que puedan ayudar a prevenir o intervenir en casos de
conflictividad escolar, en consecuencia es importante mantener
datos o indicadores que sirvan como estímulos para
desarrollar acciones prevención o de
intervención.

Cabe considerar que dentro de las pautas que pueden
ayudar a obtener información sobre los posibles brotes de
violencia se menciona recoger información sobre: resumen
de tipo de incidente que se dan con más frecuencia,
lugares donde suelen darse, autores que participan y especial
atención a los tiempos en que ocurren; también es
recomendable valorar la gravedad e intensidad de los
incidentes.

En el mismo orden de ideas, es conveniente medir en lo
posible las actitudes y conductas que suponen dichos incidentes;
además, es prudente elaborar un diagnóstico del
estado de la convivencia en la institución y proponer unas
actuaciones con objetivos concretos y valorables. Estas
actividades podrían cumplirse mediante cuestionarios que
puedan ser utilizados adaptándolos al contexto de la
institución, cuyos temas podrían ser medidas en el
instituto, sobre abusos entre compañeros y desarrollo de
una clase, etc.

Partes: 1, 2, 3
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