Monografias.com > Biografías
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

¿Quién fue Andrés Eloy Blanco? (Venezuela)




    ¿Quién fue Andrés Eloy Blanco? – Monografias.com

    ¿Quién fue Andrés Eloy Blanco?

    Andrés Eloy Blanco nació en Cumaná, Estado Sucre (Venezuela) el 6 de agosto de 1896 y conservó hasta su muerte la sal del Caribe en su ingenio, la dulzura de las uvas de su tierra en sus versos, y un perfil guaiquerí que era la imagen justa de su valiente rebeldía. Yo no pretendo en estas líneas hacer un análisis crítico de este ilustre poeta nuestro, sino contar a los niños venezolanos cómo era personalmente Andrés Eloy Blanco, como izaba banderas con su alegría, como no perdía su alegría frente a la adversidad. Puedo palabrear estas cosas (palabrear era un verbo muy suyo) porque fui su amigo y haberlo sido constituye uno de mis mayores orgullos.

    Monografias.com

    Su padre era un médico de cabeza blanca, lleno de sabiduría y bondad, una cabeza de algodón sobre el corazón de las herirlas, lo dijo el propio Andrés Eloy en un poema. Su madre, doña Dolores Meaño, ha quedado para siempre presente en la historia de nuestra literatura, gracias a la imborrable elegía que el hijo le escribiera bajo el título: "A un año de tu luz". Ambos aparecen en mis primeros recuerdos de Andrés Eloy. Vivía la familia Blanco Meaño, en la esquina de Miranda, cuando la Plaza Miranda no era ese horrible cajón de cemento que es ahora, sino un frondoso matorral con un molino rojo en el centro. Yo era entonces un niño de 9 años y Andrés Eloy un joven intelectual de 21 años, ya se había ganado un premio de poesía con un Canto a la espiga y el arado, y publicaba versos en el Diario "El Universal" y salía retratado en las revistas. Pero a mi me gustaba oírlo conversar, porque hablaba bonito y decía cosas alegres, y me gustaba ver a sus hermanas que eran muy lindas y la cabeza blanca del doctor Blanco y la bondad sencilla de doña Dolores, y por eso saltaba de contento cuando mi madre o mis tías me llevaban de visita a aquella casa.

    Después Andrés Eloy triunfó en otro concurso, éste mucho más importante porque participaron centenares de escritores de España y de América Latina. Fue el certamen promovido por el rey Alfonso XIII en 1923, y ganado por el poeta venezolano con el "Canto a España". Desde ese momento Andrés Eloy se hizo célebre, se le abrieron todas las puertas, las mujeres se enamoraban de él y los ricos querían que les defendiera sus pleitos, porque era abogado además de poeta.

    Dejé de verlo mientras yo (interno en varios colegios) estudiaba bachillerato. Volví a encontrarlo en 1928 y fue en esa ocasión cuando me hice verdaderamente amigo suyo. Venezuela sufría en aquel tiempo la dictadura más inhumana que ha conocido en toda su historia. Las cárceles estaban repletas de hombres encadenados, las carreteras eran construidas por los presos, la población entera enmudecía aterrada. Los estudiantes universitarios de 1928, unos 250, decidimos hacerle frente a aquella tiranía a través de la protesta cívica, de las manifestaciones de calle, de la conspiración, de la guerrilla, de lo que fuera. Andrés Eloy Blanco no pertenecía a nuestras promociones estudiantiles; él tenía 30 años, con bufete, un poeta laureado, una figura mimada por la sociedad y los periódicos.

    Sin embargo (no vaciló un instante ante el compromiso con la patria). Se unió a la rebelión estudiantil, protestó a la par de nosotros, cantó nuestro himno, escribió versos contra el tirano, editó periódicos clandestinos, conspiró al lado nuestro y, finalmente, fue a parar a la sala de torturas de La Rotunda, y de ahí a un calabozo del mismo presidio siniestro, y de ahí al Castillo de Puerto Cabello, siempre engrillado, enfermo, incomunicado del mundo exterior. Así se mantuvo durante varios años, hasta que la presión de los escritores de América y de Europa logró que lo pusieran en libertad, cuando ya estaba tuberculoso o casi tuberculoso, y sus verdugos creyeron que se les iba a morir.

    En la cárcel escribió varios libros muy hermosos ("Barco de Piedra", "Baedeker 2.000", "Malvina recobrada", "La Juambimbada"), poemas que salían a la calle copiados en papel de envolver, o por otros medios astutos, ya que en aquellas cárceles no se le permitía correspondencia a nadie. Los apuntes garrapateados por el poeta llegaban a manos de sus hermanas, de su novia, de sus amigas, y ellas los tecleaban a máquina y los guardaban. De esos libros escritos en la tiniebla de un calabozo hay muchos poemas que ustedes niños venezolanos, han escuchado recitar más de una vez, como los "Murales del Maestro de Escuela" y del "Hombre Honrado", como "La Loca Luz Caraballo", como el "Palabreo de la Recluta", como "Píntame Angelitos Negros".

    .

    Al salir del Castillo, Andrés Eloy fue confinado a un pueblo de los Andes, donde la respiración de la montaña repuso su salud maltrecha. Volvió a aparecer en las calles de Caracas a la muerte del dictador, en diciembre de 1935. Volvió a aparecer para asumir de nuevo su responsabilidad ciudadana, para ponerse de nuevo al servicio del pueblo y de la libertad. Le era muy fácil que lo nombraran ministro o embajador, o cualquier otro cargo que hubiera pedido, como lo pidieron muchos de sus compañeros. Pero Andrés Eloy Blanco había escrito en su juventud unos versos que decían así:

    "El echó por los rosales y yo eché por los espinos, pero el espinó las rosas y yo florecí el zarzal".

    Echó una vez más por los espinos, no aceptó ministerios, ni embajadas sino un puesto en la lucha. Y así seguiría toda su vida hasta topar la muerte entre los espinos de un destierro y hacer florecer los zarzales de América con la luz de su poesía.

    Pero no adelantemos los acontecimientos. Durante los gobiernos de López Contreras y Medina Angarita, además de su militancia política, Andrés Eloy Blanco llevó a cabo una intensa labor intelectual: corrigió y publicó los libros que había escrito en la cárcel; estrenó tres obras teatrales; concluyó una magnífica biografía del doctor Vargas, a quien llamó "el albacea de la angustia"; pronunció extraordinarios discursos en el parlamento, en circos y en plazas públicas; colaboró acuciosamente en diversos periódicos del país.

    En aquellas circunstancias volvimos a encontrarnos y entonces se hizo más firme nuestra amistad. Mi padre Henrique Otero Vizcarrondo, el poeta Antonio Arráiz y yo fundamos en 1943 el diario "El Nacional", del cual Andrés Eloy Blanco fue uno de los primeros columnistas a base de una colaboración diaria, muy ágil, y aguda, que él tituló "Reloj de Piedra". Antes habíamos lanzado (un grito de humoristas) un semanario satírico llamado "El Morrocoy Azul", en cuyas páginas desplegó Andrés Eloy raudales de su gracia inigualable. Pocas personas he conocido yo en mi vida (mejor dicho, ninguna) que desparramara tanta sal en sus conversaciones, tantas rápidas réplicas ingeniosas, corno Andrés Eloy. Les contaré una sola de sus anécdotas, aunque conozco tantas que no sé cual escoger. Escogeré la del amigo suyo que era profesor de historia natural en un colegio de monjas, pero era al mismo tiempo partidario de la doctrina revolucionista, y no encontraba la manera de dar una clase sobre el origen del hombre, sin traicionar sus convicciones darwinistas por un lado, sin que lo echaran del colegio por el otro. Andrés Eloy le solucionó el problema de este modo "Es muy sencillo. Tú vas y le dices a los muchachos: -Hijitos la primera pareja que existió sobre la tierra la formaron un mono que se llamaba Adán y una mona que se llamaba Eva …"

    De sus versos satíricos, que son innumerables, citaré la presentación de si mismos que hacen Atós, Portós y Paramís en un romance que tituló "Los Tres Mosquiteros", en homenaje a la novela de Alejandro Dumas:

    -Señoras y caballeros

    Soy el Coronel Atós,

    jefe civil de mi pueblo;

    me llamo Ramón Tolete,

    primo hermano del gobierno.

    Pero me llamán "Atós",

    porque "a tós los pongo presos.

    -Señores: Yo soy Portós,

    Juan Bimba de nacimiento,

    pero "Portós" me llamaron

    porque "por tós" doy el pecho,

    porque "por tós" pago el pato .

    y "por tós" salgo perdiendo.

    -Señores, yo soy John Bluff,

    gran caimacán petrolero,

    "Paramís" me llaman todos,

    porque en cosas del subsuelo

    para todos es la brega

    y "para mís" el dinero.

    Volvamos a la historia. Cuando su partido llegó al poder en 1945, a Andrés Eloy Blanco le correspondió desempeñar un papel brillante y providencial. Fue uno de los contados venezolanos que lograron sobreponerse a la marejada de sectarismos, de intolerancia, de violencias verbales que sacudió a los políticos de aquella época.

    Andrés Eloy Blanco fue elegido Presidente de la Asamblea Constituyente y, a no ser por la amplitud y el talento de quien lo dirigía, aquel organismo habría concluido varias de sus sesiones a tiros. El poeta encauzaba y apaciguaba las pasiones por obra y gracia de sus espléndidas intervenciones, de su comprensión humana e incluso de los punzantes epigramas sin veneno que enviaba desde la Presidencia a los Parlamentarios de la oposición. .. y también a los del gobierno. Algunos discursos suyos, pronunciados en la Asamblea Constituyente, son piezas oratorias antológicas, por el estilo y por el contenido.

    Después vino el tiempo del destierro, de su destierro definitivo. El golpe militar contra Rómulo Gallegos se produjo en el momento que Andrés Eloy Blanco era Ministro de Relaciones Exteriores y se encontraba en Francia, en misión oficial. En el extranjero se quedó, en el extranjero lo obligaron a quedarse, pobre y digno como siempre había sido, se fue a vivir a México, con su mujer y sus hijos y sólo volvió a Venezuela para asistir al entierro de la madre.

    Le tocaría experimentar en carne propia la maldición de la tierra venezolana que él mismo señaló en un poema que "el hijo grande se le muere afuera".

    En la obra poética de Andrés Eloy Blanco se advierten tres etapas muy bien delimitadas. La primera va de sus poemas juveniles de "Tierras que me oyeron" hasta un libro aglutinante llamado "Poda", en el cual recopiló poemas de varios años diferentes. Lo bautizó precisamente con el nombre de "poda", porque con su publicación había decidido podarse de su facilidad natural de juglar, de versificador espontáneo, para emprender una obra más pensada, más libre y más innovadora. En toda esa primera etapa se pueden apreciar influencias de la escuela llamada modernismo (Rubén Darlo en primer lugar) o del pos-modernismo (Ramón López Velarde especialmente). Sin embargo, se elevan en todo instante por encima de las influencias, su gracia espiritual, su humana ternura, su singular habilidad para llegar al corazón de la gente.

    La segunda etapa comienza tras las rejas de la cárcel y concluye al iniciarse su destierro. En los poemas escritos en ese duro tiempo de lucha, Andrés Eloy Blanco, pugna por liberarse de la retórica, de la magnificencia y de la trivial musicalidad bien sea a través de vigorosos poemas sociales escritos en versos libres ("Barco de Piedra"), o de chispeantes ejercicios vanguardistas ("Baedeker 2.000"). o rescatando y elevando la poesía popular cantando al pueblo en el lenguaje del pueblo ("La Juambimbada") .

    Su última etapa es la concluyente de "Giraluna", ya aquilatado su talento creador en una luminosa madurez. Llegó a ser un poeta sabio sin dejar de ser risueño, moderno sin dejar de ser clásico, profundo sin dejar de ser radiante. De esa época son "Giraluna y el mar", "A un año de tu luz" y el "Canto a los hijos", obras de excepcionales proporciones que la historia de nuestra literatura señalará como creaciones poéticas ejemplares, pueden ustedes estar seguro de ello (no hagan caso a los críticos).

    En cuanto al ser humano llamado Andrés Eloy Blanco, su virtud esencial fue la generosidad. No cultivaba rencores, perdonaba a sus enemigos, era tolerante con aquellos que habían sido ruines y malvados con él. Jamás aconsejó a sus hijos que vengaran los agravios recibidos por su padre, sino todo lo contrario.

    "por mí ni un odio, hijo mío,

    ni un solo rencor por mí

    no derramar ni la sangre

    que cabe en un colibrí …"

    Otra condición suya, hermana gemela de la anterior, fue el ejercicio
    cumplido de la amistad. No hubo amigo en desvelo que no recibiera el calor de
    su mano tendida, de su corazón abierto, de su palabra reconfortante.
    Por ese motivo, después de casi veinte años de su muerte, quienes
    fuimos sus amigos lo estamos nombrando cada rato, y por ese motivo estoy escribiendo
    yo este reportaje para que los niños venezolanos revivan su imagen.

    Una tercera cualidad (eran muchas las suyas pero no voy a mencionar sino tres) fue su amor a Venezuela. Su amor a Venezuela corre como un ancho río por todos sus poemas. Su amor a Venezuela lo llevó a la cárcel, al destierro y a la muerte misma. "Era la suya una pasión avasal1ante por la geografía venezolana, por la historia venezolana y. en primer término, por el pueblo venezolano:

    "Madre si me matan ábreme la herida, ciérrame los ojos.

    y tráeme un pobre hombre de algún pobre pueblo,

    y esa pobre mano por la que me matan pónmela en la herida por la que me muero".

    El pueblo venezolano correspondió a su amor convirtiéndolo en "su poeta", más poeta del pueblo que cualesquiera otros de los que en este país han nacido. Venezuela ha producido grandes poetas como Andrés Bello, como José Antonio Pérez Bonalde, como Francisco Lazo Martí, como José Tadeo Arreaza Calatrava, como Alfredo Arvelo Larriva, como José Antonio Ramos Sucre, como Jacinto Fombona Pachano, como Antonio Arráiz, como Alberto Arvelo Torrealba (y tres más que no nombro porque todavía están vivos) pero los únicos versos que el pueblo venezolano se sabe de memoria son los de Andrés Eloy Blanco. Y los repite en aquellos trances cruciales en que se enamora, cuando llora a sus muertos y cuando se enfrenta a sus enemigos.

    Andrés Eloy Blanco murió en 1.955 en México, víctima de un estúpido accidente automovilístico. Murió desterrado, sin alcanzar a ver el levantamiento de su pueblo con que soñaba, ni la hora de soltar los prisioneros con que soñaba más todavía. Trajeron su cuerpo a Caracas y su entierro fue un cortejo vigilado por esbirros que miraban sombriamente a los asistentes y anotaban sus nombres. Desde entonces anda por ahí, vuelto flor de bucare, brizna de hierba o pelusa de algodón, asomado al destino de los niños desaguaceros, vivo y erguido sobre su muerte como sobre un caballo.

    Fuente:

    Ministerio de Educación (Venezuela)

    Dirección General

    Departamento de Publicaciones

    Imprenta del Ministerio de Educación

    Caracas, Venezuela, el día 5 de Mayo de 1.975

     

     

     

    Autor:

    Miguel Otero Silva

     

    Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

    Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

    Categorias
    Newsletter