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Borges y el paroxismo literario



Partes: 1, 2

  1. Biografía
  2. En la Biblioteca Nacional
  3. 1960
  4. Los años setenta
  5. El regreso del peronismo
  6. Soledad y desdicha
  7. En los años de plomo
  8. Los años ochenta
  9. Obra
  10. Fuentes

"La literatura es un arte que sabe profetizar aquel tiempo en que habrá enmudecido, y encarnizarse con la propia virtud y enamorarse

de la propia disolución y cortejar su fin" (Jorge Luis Borges)

Biografía

Jorge Luis Borges nación en Buenos Aires, el 24 de agosto de 1899, en la calle Tucumán 840, que era la casa de la abuela materna. Poco después, su familia se mudó a una casa de la calle Serrano N° 2135 (al lado de la casa de su otra abuela: Serrano 2147).Cuando su padre lo inscribió en el Registro Civil, cometió un error. Lo anotó como Jorge Francisco Isidoro Borges. Jorge, por su padre, Francisco Isidoro, por su abuelo (que fue coronel del ejército mitrista, quien murió en los campos de La Verde en 1874, cuando Mitre se rebeló contra el presidente Sarmiento).

Recién en 1939, con motivo de la realización del juicio sucesorio a causa de la muerte de su padre, Borges advirtió que no se hallaba inscripto con el nombre Luis y llevó a cabo los trámites necesarios para corregir ese misterioso olvido.

Su barrio desde niño fue Palermo-Serrano 2135, casi esquina Guatemala-. Los tigres del cercano zoológico, los espacios y el laberinto fueron sus obsesiones infantiles, como así también incidió el escepticismo y el anarquismo de su padre, muy propios de una familia prestigiosa, aunque su situación económica se hallaba deteriorándose.

Recién a los nueve años comienza a concurrir a la escuela. Hasta ese momento no lo hacía porque su padre, de ideología anarquista, desconfiaba de la educación estatal. Hasta ese momento, su padre prefirió que una institutriz inglesa, miss Tink, educara a Jorge y a su hermana Norah, en su casa.

Borges aprendió a leer inglés antes de llegar a leer español. La dualidad lingüística era un hecho básico de su vida hogareña. En su hogar (que era un mundo cerrado y autárquico) el inglés era un idioma natural. Sus antepasados fueron ingleses y una rama de ellos había sido protestante. Su bisabuelo materno, a los veinticuatro años de edad, siendo capitán, dirigió una famosa carga de caballería que dio vuelta a una de las últimas batallas de las guerras sudamericanas de independencia, era Isidoro Suárez y acabó con el grado de coronel. Otro antepasado más lejano, figura pública más prominente y uno de los fundadores de la nación, fue perseguido y muerto en una guerra civil, en 1829; era Francisco de Laprida, el protagonista del "Poema conjetural" de Borges. Uno de sus abuelos, Isidoro Acevedo, participó en otras guerras civiles de las décadas de 1860 y 1880. El otro abuelo, Francisco Borges, fue un coronel que tuvo a su mando un puesto de avanzada en las guerras contra los indios a principios de la década de 1870 y que, en 1874, murió en combate en condiciones complicadas y extrañas.

Existía entonces en Argentina una suerte de snobismo pro-británico, que había de dominar a la sociedad de Buenos Aires al avanzar el siglo. Las modas francesas estaban cediendo gradualmente su sitio a los ingleses. Este cambio tenía una base económica.

Aunque fue "naturalmente" bilingüe, ese bilingüismo contenía las semillas de una diferencia radical entre ambos idiomas. El inglés se convirtió en la clave para leer y escribir. En contraste, el español no sólo era el idioma de los sirvientes, gallegos y vascos. En casa, el mundo restringido y bilingüe alternaba un idioma y otro. En la calle, se abría el exclusivo mundo del español.

El rasgo más característico de Jorge Luis fue la timidez, que, en su juventud, fue atroz. Se debe atribuir, seguramente, al predominio de la literatura sobre todas sus actividades.

Naturalmente, "sus primeras lecturas" fueron los cuentos de los hermanos Grimm en una versión inglesa; luego vendría la novela Huckleberry Finn de Mark Twain; The Lost Word, de Conan Doyle y El Sabueso de los Baskerville. Su madre siempre afirmó que a Jorge Luis siempre le apasionó lo misterioso.

A los ocho años llegó a sus manos una versión inglesa del Don Quijote que leyó en pocos días. Este le inspiró a escribir su primer cuento en español antiguo, que contaba unas cinco páginas. Pocos años más tarde, cuando leyó Don Quijote en español, a ese niño le pareció una pobre traducción del inglés. Otro libro que se consideraba obsceno, llegó a sus manos en esos días, Las mil y una noches. Leyó la obra a escondidas, en la azotea, a riesgo de recibir una paliza, pues le estaba prohibida. Asimismo, a los seis o siete años, empezó a escribir. A los nueve años, tradujo El príncipe feliz, de Oscar Wilde. Su trabajo fue publicado en un diario de Buenos Aires.

Sus momentos de esparcimiento los ocupaba en leer, escribir, en jugar con su hermana Norah (futura pintora), en escuchar las conversaciones del padre con escritores y profesores de amigos. Norah contaba siempre que, cuando eran niños, los aterraba la imagen que les devolvía el espejo. La familia pasaba sus veranos en la localidad de Adrogué, cuyos trazos de comarca veraniega y señorial se han borrado casi definitivamente ante el enorme crecimiento urbano de Buenos Aires. Durante alguno de esos veranos, cuando Borges tenía ya alrededor de diez años de edad, conoció la ciudad de San Nicolás, también por ese entonces un sitio más campestre que hoy, en el que tomará su primer contacto con el paisaje pampeano y sus hombres.

Su familia no pertenecía a la oligarquía. En 1914, se trasladaron a Suiza y Borges estudió en el College Calvin, de Ginebra. Uno de los motivos del viaje a Suiza fue intentar una cirugía oftalmológica que pudiera curar la avanzada ceguera de su padre. Allí, se sumergió profundamente en la cultura europea. Se interiorizó de los clásicos franceses, del realismo y del naturalismo como Zola, Maupassant, Barbusse, Hugo, Romain Rollánd, etc. Años después, Borges adoptó otras referencias y optó decididamente por Chesterton, Wells, The Quincey y Carlyle. Además de residir en Ginebra, los Borges estuvieron también en París.

En 1919, la familia se trasladó a España y allí, fuertemente impactado por la Revolución que se estaba produciendo en el viejo Imperio de los zares, el joven Borges escribió dos poemas sobre aquella gesta. En aquella época, cercana al año veinte, al igual que Victoria Ocampo y toda su generación literaria, Borges abominó del idioma español.

En la época en que el joven Borges se sumergía en el mundo literario español, donde trababa relación con Rafael Cansinos-Asséns, quedaba fascinado del ultraísmo. El mismo Cansinos-Asséns llegó a afirmar: Ese gran maestro de la literatura que se llama Jorge Luis Borges el cual me hace el gracioso honor de proclamarse mi discípulo. Esta experiencia constituyó una de las rupturas que marcaron la vida del poeta: las tertulias de literatos en los cafetines donde los poetas leían y analizaban los autores básicos españoles. También tomó contacto con la corriente expresionista, leía con intensidad a Nietszche y estudiaba latín en Mallorca, como también alemán.

A fines de 1921, regresó a Buenos Aires. Publicó en colaboración con su hermana Norah, Guillermo Juan, Eduardo González Lanuza y Guillermo de Torre, la revista mural Prisma en la que aparecía la proclama ultraísta, la que con modificaciones se repetiría después en la revista Nosotros en diciembre de 1921. Jorge tenía 22 años. Conoció los barrios porteños, con calles empedradas, casas bajas de tres patios y zaguanes profundos, rejas, parras entrevistas, un alumbrado de bombitas solitarias amarillas. Era la ciudad pobre y criolla, oía los tangos de los conventillos, los naipes que se jugaban en los boliches, el olor del mate. Iba solo o con amigos a un boliche y tomaba un vasito de caña o guindado oriental.

En ese año, ocurrieron dos sucesos importantes en su vida: su vinculación con Macedonio Fernández y su amor por Concepción Guerrero. Era asiduo asistente a las tertulias de Macedonio, junto a Marechal, Scalabrini Ortiz, el peruano Luis Alberto Sánchez y el paraguayo Natalicio González. Ese era el Borges joven.

En agosto de 1922, Borges intervino en la publicación de la revista Proa (primera época) junto a Macedonio Fernández, Eduardo González Lanuza, Guillermo Juan, Norah Lange y Francisco Piñero, pero la publicación sólo duró tres números y desapareció en julio de 1923. Allí nació su primer libro Fervor de Buenos Aires. En este libro, el poeta abordó cálidamente el suburbio porteño. Mereció la atención de algunos escritores, entre ellos Ramón Gómez de la Serna que le escribió una excelente crítica.

En 1923, realizó un segundo viaje a Europa, con su familia. Por entonces, tenía dos influencias marcadas: una, del suburbio porteño, Evaristo Carriego; otra, la de España profunda y pueblerina como la de Federico García Lorca.

En coincidencia con esta concepción que sustentaba acerca de la cultura, Borges publicó, en 1924, un trabajo en la Revista de Occidente, dirigida por José Ortega y Gasset, donde contrapone la literatura de Quevedo con la de Góngora, definiéndose a favor del primero.

En 1925, Borges publicó otro libro de poemas titulado Luna de enfrente. En este libro aparecen otra vez las calles del suburbio, los terrenos baldíos, el descubrimiento de las orillas, el horizonte, los yuyales. El mayor elogio lo recibió de Leopoldo Marechal.

Luego de las dos frustraciones anteriores como Prisma y Proa, Jorge Luis llevó a cabo otro intento de revista gráfica, que también se llamó Proa y se la reconoció como la Segunda época. La impulsaron Borges junto a Güiraldes, Brandán Caraffa y Pablo Rojas Poz. El grupo inicial invitó a otros escritores a través de una carta en la cual se percibe la mano de Borges. Pero la revista desapareció, entre 1926 y 1927, cuando Güiraldes renunció y quedaron sólo Borges y Brandán Caraffa.

Por esa época, a los 26 años, Jorge Luis colaboraba con un artículo mensual en el suplemento literario del diario "La Prensa", por recomendación de Ramiro de Maetzu y Ricardo Güiraldes, amigos del dueño del diario, Ezequiel Paz. Asimismo, publicó algunos de sus poemas en revistas literarias de azarosa existencia.

En la primavera de 1927, Borges y algunos de sus amigos asumieron una posición de fervoroso apoyo a Hipólito Yrigoyen, quien se postulaba para una segunda presidencia. Nació así el Comité Yrigoyenista de Intelectuales Jóvenes que fijaba domicilio en la casa del escritor: Quintana 222. Lo integraban, entre otros, Leopoldo Marechal, Enrique González Tuñón, Ulyses Petit de Murat, Nicolás Olivari, Macedonio Fernández, Roberto Arlt, Raúl González Tuñón y Pablo Rojas Paz. Casi todos ellos se manifestaban, en sus obras, un interés por lo social y una búsqueda de lo nacional que los colocaría a distancia de quienes optaban por los caminos del preciocismo literario y los temas lejanos y tóxicos. El apoyo se concretó el 10 de diciembre de 1927, mediante una declaración firmada para las elecciones presidenciales de 1928.

Borges y sus amigos fueron acusados por los "cosmopolitas" martinfierristas de haber traicionado los ideales de la Nueva Generación y de haber formado el comité pro-Yrigoyen sin mejor objetivo que obtener empleos y patrocinios del Partido Radical,

El tercer libro de poemas de Borges se tituló Cuaderno San Martín, publicado en 1929.

Los tres primeros libros de Borges-en sus versiones originales, con sus prólogos y el total de sus poemas de la primera edición-constituyen un hito importante en la historia de nuestra literatura. Expresan la consolidación de una cultura nacional donde la belleza se conjuga con lo propio, la excelencia de la forma con los temas de nuestra vida.

Sin embargo, el escritor manifestó, años después, su disgusto por publicar estos tres libros. Respecto a Fervor de Buenos Aires, a partir de la segunda edición, el libro quedó mutilado por su propio autor. También ocurrió lo mismo con Luna de enfrente, que no fue tenido en cuenta en su Antología personal. Con respecto a Cuaderno San Martín, Jorge Luis se definió igualmente crítico y lamentó haberlo publicado.

En la década del veinte, los escritores se expresaban en dos núcleos antagónicos: el grupo literario "Florida"-refinados estetas, atentos a toda novedad extranjera-y el grupo "Boedo", donde prevalece el enfoque social. Borges estaba ubicado generalmente como integrante de "Florida" y colaborador de su revista "Martín Fierro". Pero no es segura que su relación fuera ideológica y literaria sino de amistad. Ni en el grupo ni en la revista, Borges se sintió plenamente integrado y años más tarde, manifestó que su ubicación allí constituía un equívoco. Jorge Luis y un grupo de amigos buscaban un idioma propio, "criollismo" para algunos, "argentinismo" para otros, "identidad o cultura nacional" para ser más correctos.

Desde 1927, Borges fue sometido a operaciones en los ojos pues su visión se iba debilitando en el mismo camino de la creciente ceguera que padecía su padre. Al ser derrocado Yrigoyen, el mundo material y espiritual de ese Borges, de 32 años, se torna cada día más difícil. En esa época, su padre-casi ciego-se jubiló por invalidez, lo cual obligó a Jorge Luis a ingresar, de modo más permanente y efectivo, al mundo del periodismo.

Entre 1930 y 1932 transcurrió un momento decisivo en su vida y su obra. El poeta del suburbio inició su desplazamiento hacia un ensayista desdeñoso de lo propio, agrio comentarista de costumbres y modos de ser argentinos, cuyo escepticismo y frialdad ante el destino de su patria se expresa, además, en un reconcentrarse hacia un estilo perfectista y desapasionado. Su transformación fue profunda y evidente.

En el verano de 1931, Victoria Ocampo lanzó la revista "Sur" y lo convocó a Borges para integrar el comité de redacción de la revista. En la misma época, Eduardo Mallea se hizo cargo de la dirección del suplemento literario del diario "La Nación", del cual Borges fue colaborador permanente casi hasta el final de su vida. Poco después, "Crítica" (en 1933) se constituye en uno de los pocos cobijos para este poeta que estaba quedando a la intemperie.

En 1932, después de tres años de comentarios periodísticos (especialmente sobre cinematografía), Borges publicó un nuevo libro: Discusión. Este sufrió varias modificaciones en ulteriores ediciones. Este texto es de transición en la vida y la obra del poeta. Los ensayos de este libro muestran ya a un Borges distinto al de la década anterior. Esta transformación no le pasó desapercibida a uno de los más agudos críticos literarios de la época: Ramón Doll. Sostenía, por ejemplo, que Borges se contenía, controlaba sus emociones, no emitía opinión como en su juventud. Por esas razones, Doll juzgaba que Borges no tenía significación literaria, estrictamente literaria. Esta crítica aguda constituyó la primera alerta acerca de la posible frustración del Borges joven, el primer llamado de atención sobre la profunda transformación que se estaba operando en Jorge Luis y que conduciría al segundo Borges, aplaudido y celebrado por su literatura preciocista pero universalista, perfecta, fría, erudita sobre cuestiones ajenas y lejanas pero desentendida de las inquietudes nacionales de sus primeras obras.

Después de publicar Discusión, Borges pareció abandonar para siempre su literatura juvenil, adaptándose al fuerte carácter de Victoria Ocampo y la amable persuasión de Adolfo Bioy Casares.

En septiembre de 1933, las carencias familiares lo impulsaron a ingresar al diario "Crítica", donde pasó a dirigir "La Revista Multicolor" con un sueldo de 300 pesos mensuales.

En 1934, Borges trabajaba en la revista "Sur" y era director del suplemento cultural del diario "Crítica". En 1935, reunió varios relatos en forma de libro bajo el título de Historia universal de la infamia, obra que puede considerarse de ruptura en la trayectoria literaria de Borges ya que cambia la lectura de relatos ya escritos por otros. Fue su primer libro de relatos y el escritor dijo que los relatos de este libro habían sido los ejercicios de un tímido.

En 1936, publicó Historia de la eternidad, donde reunió varios ensayos también signados por el perfil del futuro Borges, que alcanzaría la forma: reflexiones de orden metafísico, especialmente sobre el tiempo y el infinito, como asimismo incursiones en temas exóticos (con las diversas traducciones de Las mil y una noches) que permiten hacer gala de erudición. Estos dos libros marcan el momento del desplazamiento del Borges juvenil al Borges que alcanzará la fama.

A mediados de 1936, Borges y Bioy Casares decidieron lanzar una revista: "Destiempo". La aparición de la revista provocó el enojo de Victoria Ocampo que la consideraba como un intento de competir con "Sur". "Destiempo" intentó también en convertirse en editorial y llegó a publicar algunos libros. Tanto la revista como la editorial eran financiadas por Bioy Casares.

Borges publicó dos libros entre 1930 y 1938. En cambio, leía intensamente y aconsejaba desde la revista "El Hogar", en la columna "Guía de lectura". Traducía, asimismo, a Virginia Woolf, prologaba a Kafka y en largos viajes en tranvía, devoraba La Divina Comedia.

En febrero de 1938 murió su padre, después de una larga enfermedad. Cuando su padre se encontraba gravemente enfermo-hacia mediados de 1937-Jorge Luis comprendió la necesidad de ayudar a los gastos familiares con algo más que las esporádicas colaboraciones periodísticas, es decir, un empleo estable pues desde tiempo atrás había cesado en la revista multicolor de "Crítica".

Ante las dificultades para encontrar empleo, recurrió a sus amigos de la clase alta y desde allí llegó la solución: ingresó al plantel de la Municipalidad de Buenos Aires, en una de sus bibliotecas barriales. Ese empleo lo obtuvo gracias a la intervención del padre de Bioy, Don Adolfo, un poderoso estanciero, con muchos campos. Este es el hombre que protegía al poeta, ubicándolo-durante nueve años-como empleado en la Biblioteca Municipal "Miguel Cané", en un puesto de relativa importancia pues se le asignaron $240 mensuales que, en 1937, resultaba un ingreso muy interesante pues cuadriplicaba el ingreso mensual de un peón ($60) y se equiparaba con los haberes de un empleado bancario a nivel gerencial.

Desde diciembre de 1940 y durante cuarenta y cuatro años, Borges concurrió todas las noches a la casa del matrimonio Bioy Casares-Ocampo, ubicada en Posadas 1650, a cenar con Adolfo y su esposa Silvina. Allí hablaban de literatura y de política, como así también leían y comentaban poemas y cuentos relatados por ellos mismos, ya fuesen producidos separada o conjuntamente. Las reuniones se prolongaban en interminables sobremesas a las cuales concurría a veces Manuel Peyrou y algún otro de los pocos escritores con los cuales ellos mantenían relaciones amigables. El reducido grupo acostumbraba a veranear juntos, y en estos casos se agregaba Victoria cuya casona de Mar del Plata, construida totalmente con materiales importados, se levantó a una cuadra de la residencia de los Bioy- Ocampo.

Hacia 1940, la aparición de Antología de la literatura fantástica revivió el interés por un género casi olvidado. La Antología se compone de los cuentos más importantes de ese tipo de literatura, en especial de autores anglosajones: G. K. Chesterton, Kipling, Poe, Swenderborg, Wells, Carroll, David Néel Stapleton, O´ Neill y otros, entre ellos también textos orientales. Este tipo de literatura no predominaba por entonces en América Latina. El mundo literario se interesaba aún por el realismo; en su enfoque del siglo XIX, y algunos de los nuevos novelistas procuraban aplicar el realismo social a la presentación de las tristes realidades latinoamericanas. En esa época, Jorge Luis y su madre se mudaron a un sexto piso de Maipú 994, donde residirían muchos años, vecinos del Círculo Militar y del Palacio San Martín, donde vivían los Anchorena, una de las familias más poderosas del país agroexportador.

A fines de 1941, Borges publicó el cuento "El jardín de los senderos que se bifurcan". Meses después, dicho cuento fue presentado al concurso para el Premio Municipal y si bien los comentarios del mundo intelectual fueron muy elogiosos, se le otorgó el 2° Premio, por debajo de una novela gauchesca de Eduardo Acevedo Díaz, la cual provocó que la revista "Sur" organizara "un desagravio a Borges" con el apoyo de varios escritores. Así se inicia el interés de Borges por el cuento policial. En esa línea, Borges y Bioy publicaron, en 1942: Seis problemas para don Isidro Parodi, que firman con el seudónimo Bustos Domecq (apellidos de los bisabuelos de ambos).

Desde 1943, Borges y Bioy se vincularon con la editorial Emecé. En ese año, apareció, con ese sello, Los mejores cuentos policiales, selección y traducción que acometieron ambos. El libro contenía relatos de dieciséis autores. Se vendió con un éxito no previsto por nadie, ni por la editorial ni por lo compiladores. Esta aceptación del género por los lectores consolidó los cimientos de una famosa colección, "El Séptimo Círculo", cuyo título recordaba el lugar que asignó Dante en el Infierno a los violentos. El primer volumen de la colección fue un texto memorable, La bestia debe morir, de Nicholas Blake.

Borges y Bioy también lanzaron la colección La puerta de marfil, a través de la cual se difundió la obra de autores como Nicholas Blake (Cecil Day Lewis), Joseph Conrad, Wilkie Collins y John Dickson Carr.

Poco más tarde, apelando también al seudónimo Bustos Domecq, publicaron otros cuentos policiales, entre ellos Dos fantasías memorables (1946) y además, Un modelo para la muerte, este último con el seudónimo B. Suárez Lynch. Borges consiguió con la colección El Séptimo Círculo que dirigía con Bioy Casares en la editorial Emecé, imponer en Argentina y en buena parte de Latinoamérica, el género policial.

En 1942, apareció Antología poética argentina, preparada por Borges y Bioy. La obra reunió alrededor de 70 poetas, entre los cuales se encontraba Almafuerte, Carriego, Lugones, Marasso, Lange, Capdevila y Girondo.

El 4 de julio de 1943 publicó en el diario "La Nación", su "Poema conjetural", utilizando la historia de uno de sus antepasados (Francisco Narciso de Laprida). Pocos días después, Jorge Luis publicó Ficciones, uno de sus libros más importantes. La obra se compone de varios cuentos como: "Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius", "Pierre Menard, autor del Quijote", "Las ruinas circulares", "La lotería de Babilonia" y "La Biblioteca de Babel". Este libro recibió el gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores.

El 17 de diciembre de 1943, la editorial Losada le publicó un libro donde Borges se autocensuró cada vez más tajantemente su obra juvenil. Se trataba de Poemas 1922-1943, compuesto por la reedición de Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente, Cuaderno San Martín, pero expurgados y corregidos.

La literatura policial y la literatura fantástica se conjugaron para cerrar el paso de la literatura realista, testimonial, con predominio de lo social. Los cuentos de Borges alcanzaron gran difusión y algunos autores consideraron-desde el punto de vista de la importancia de la literatura de evasión-que una de sus grandes virtudes fue ganar un público importante que se sumergía con entusiasmo en la lectura de crímenes misteriosos o acontecimientos sobrenaturales que nada aportaban a la formación de una conciencia nacional, tan necesaria en la semicolonia.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el prestigio de Borges fue ascendiendo en el ámbito cultural de Argentina. Producido el golpe militar del 4 de junio de 1943, Borges lo juzgó como una amenaza fascista. En esa época, el escritor se había aliado a los conservadores.

Durante 1944, ya muy cerca del fin de la guerra, Borges estableció una compleja y borrascosa relación con la escritora Estela Canto, que duraría alrededor de dos años, aunque se reiniciaría años más tarde.

En 1945, publicó el cuento El Aleph, dedicado a Estela Canto, en la revista "Sur". Este fue uno de los cuentos que alcanzó mayor difusión. Aquí se plasma el segundo Borges, un orfebre de la palabra, con citas exóticas y tramposas, obsesionado por el laberinto, los espejos, el tiempo, el infinito, el olvido, el sueño, las sombras, los tigres, la irrealidad. Hay una correlación entre su oposición a la experiencia peronista de los trabajadores, su sostenimiento material en familias oligárquicas e instituciones extranjeras y su prédica a favor de una literatura ajena a nuestra vida y por tanto inauténtica, mero juego literario sin raíces ni vivencias nacionales. Con su excepcional manejo del lenguaje y ayuda de sus amigos poderosos, Borges fue camino a la fama.En 1946, siendo Juan Domingo Perón presidente de la Nación, Borges perdió su empleo en la biblioteca Miguel Cané. Por entonces, Jorge Luis mantenía aún su relación sentimental sumamente contradictoria y atormentada con la escritora stalinista Estela Canto y luego, con Ulrike von Kulhmann a quien dedica el cuento "Historia del guerrero y la cautiva" (1949).

En 1948, publicó el cuento policial "Emma Zunz", cuya trama-según reconoció el propio Borges-la inventó su amiga Cecilia Ingenieros.

En 1949 aparece el libro EL Aleph, donde Borges incorporó el cuento que dio título al libro-ya publicado en 1941-y otros importantes, entre ellos el mencionado "Emma Zunz" y otros entre los cuales se destaca "La historia del guerrero y la cautiva", "La escritura del Dios y el inmortal". Durante los años del gobierno del peronismo, Borges no sufrió detención alguna, ni censura de sus libros. Editó cerca de una veintena de volúmenes. Algunos de sus títulos más representativos pertenecen a ese período.

El antiperonismo obsesivo de Borges resulta difícil de explicar.

En una conferencia dada en 1947, Jorge Luis desarrolló argumentos contra sus tesis juveniles. Dicha conferencia, se incorporó intencionalmente a las reediciones de Discusión.

Con una concepción totalmente nueva, se sumergió cada vez más profundamente en obras exóticas y en 1951, publicó Antiguas literaturas germánicas. Asimismo, en 1952, dio a conocer Otras inquisiciones, libro en el cual prepondera esa alienación en lo extranjero: "La flor de Coleridge", "El tiempo y J. W. Dunne", "El sueño de Coleridge", "La creación y P. H. Gosse", "Nathaniel Hawthorne", "Valéry como símbolo", "El enigma de Edward Fitzgerald", "Sobre Oscar Wilde", "Sobre Chesterton", "El primer Wells", "Pascal", "El idioma analítico de John Wilkins", "Kafka y sus precursores", "El ruiseñor de Keats", "Sobre el Vathek de William Beckford", "Nota sobre Bernard Shaw. Este libro resume su vocación bibliográfica.

Los viajes le gustaban al escritor. Eso puede parecer extraño si se tiene en cuenta que no podía ver, pero quienes lo acompañaban tenían la misión de contarle los paisajes, los monumentos, los palacios, las personas que se le cruzaban. Una vez más las palabras le servían para ponerse en contacto con el mundo.

Fue un gran viajero, quizá de ese modo satisfacía su vocación de aventura a la que después daba rienda suelta en sus libros y en los libros ajenos.

En 1953, la editorial "La Croix du sud" publicó en francés una selección de cuentos de Borges, entre ellos "El Aleph". En 1954, en "Editions du Rocher" aparecieron, en un mismo volumen, "La Historia Universal de la Infamia" y la "Historia de la Eternidad".

En agosto de 1955, Borges publicó el libro Nueve poemas, reproduciendo varios de sus poemas más conocidos, entre otros "El general Quiroga va en coche al muere", "La noche que en el sur lo velaron" y "Poema conjetural".

Con la dictadura militar de 1955, Victoria Ocampo influyó para que Borges fuera designado Director de la Biblioteca Nacional. Allí trabajó durante dieciocho años hasta que se jubiló en 1973.

En la Biblioteca Nacional

A partir de su designación, Borges llegaba luego de las cuatro de la tarde y se retiraba luego de las siete. Llegaba acompañado de Fanny (Epifanía Uveda de Robledo), la mucama, arrastrando los pies por la puerta giratoria, subía por la espléndida escalera de mármol y entraba primero en la oficina exterior con el gastado y desnudo suelo de madera, donde las secretarias se apiñaban ante una pequeña mesa en un rincón, junto a la ventana. La oficina de Borges tenía paneles lustrados de caoba, cielo raso muy alto y empapelado verde y suelo de parquet.

Vivía diez cuadras. Él no tenía ningún tipo de responsabilidades ya que todas las funciones administrativas recaían sobre José Edmundo Clemente, el vicedirector.

En 1956, la ceguera de Jorge Luis era casi total. Había sufrido ocho cirugías desde 1927.

En su oficina, reunía a un pequeño grupo de estudiantes para profundizar el estudio del anglosajón. Ese año, ingresó a la Academia Nacional de Literatura y se le otorgó la cátedra de profesor de Literatura Inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras. Por entonces, se acentuaba su interés por las lenguas nórdica, anglosajona e islandesa.

Durante el gobierno de Arturo Frondizi (1958-1962), Borges mantenía sus fuertes críticas al peronismo. Su cuento titulado "Ragnorda" resultó una de sus tantas expresiones.

1960

Después de varios años sin publicar, lanzó, en 1960, El Hacedor, donde recopiló diversas colaboraciones publicadas en revistas y diarios. En general, los textos abundan en preciocismo formal y reflexiones filosóficas.

En esa época, las traducciones de sus libros en Francia, constituyeron la base para que Borges recibiera, en 1961, el Premio Formentor, otorgado por el Congreso Internacional de Editores, galardón que compartió con Samuel Beckett y le otorgó renombre internacional. Luego de ese hecho, aparecieron las traducciones inglesas y alemanas y la difusión internacional del escritor se hizo constante.

Así llegó la época de las condecoraciones: fue invitado a conferencias en los Estados Unidos, donde fue elevado al rango de "Caballero del Imperio Británico", laureado por la sociedad italiana Dante Alighieri y su nombre comenzó a repetirse como Premio Nobel de Literatura.

De este modo, Borges consolidó su fama dentro y fuera de las fronteras de la Argentina. Por supuesto, trascendió por méritos propios pero también es cierto que la promotora-Victoria Ocampo-y sus amigos-Caillois y Etiemble-constituyeron un trampolín para ese éxito.

Entre 1964 y 1966, Borges regresó, por momentos, a su época juvenil en un libro que sugestivamente tituló El otro, el mismo. Se trató de una compilación de poemas, algunos de los cuales son de años anteriores, donde conviven la literatura del Borges famoso y celebrado, con algunas composiciones en las cuales se entrometía el joven escritor, de los años veinte.

En 1965, publicó Introducción a la literatura inglesa, Literaturas germánicas medievales en 1966 e Introducción a la literatura norteamericana en 1967. En ese mismo año, se reunió con Victoria Ocampo durante varios atardeceres y, mientras revisaban antiguas fotografías, ella le hizo rememorar momentos de su niñez y adolescencia. De allí, nació Diálogo con Borges, que editorial Sur publicó en 1969.

En ese año, Jorge Luis publicó El libro de los seres imaginarios, aparecido originalmente como Manual de zoología fantástica, en colaboración con Margarita Guerrero. Ese año, también publicó El elogio de la sombra.

Los años setenta

Desde fines de 1968, el escritor se reunía periódicamente con un traductor estadounidense de origen italiano-Norman di Giovanni-quien desde joven se había dedicado a la literatura y admiraba la obra de Borges.

Di Giovanni comenzó a visitarlo en la Biblioteca Nacional y no sólo se preocupaba por traducir sus obras al inglés, sino que, en largos atardeceres, recopilaba recuerdos de Borges sobre su vida, su obra y el mundo intelectual en que había actuado, con los cuales iría construyendo la Autobiografía del escritor.

Durante cuatro años, el estadounidense desarrolló esa doble tarea de traducir y recuperar el pasado, alcanzando un profundo conocimiento acerca de la personalidad de Borges. De esas largas conversaciones nacieron dos libros. Uno fue titulado Notas Autobiográficas y se publicó en la revista The New Yorker, el 19 de septiembre de 1976, recogida (como introducción) en el libro El Aleph y otras historias. La otra es exclusivamente del crítico y se titula La lección del maestro, publicada por Editorial Sudamericana, en castellano, en Buenos Aires, en 2002.

El regreso del peronismo

Con el triunfo del peronismo que llevó al poder Dr. Héctor Cámpora, Borges pudo mantener su cargo como director de la Biblioteca Nacional. Al renunciar Cámpora y con el triunfo electoral de Juan Domingo Perón, el 8 de octubre de ese año, Borges se decidió a solicitar su jubilación, que le fue otorgada inmediatamente tres días después.

En 1975, el escritor publicó El libro de arena, que se recogió luego en el tomo III de sus Obras Completas. Allí, vuelven a reencontrarse "los dos Borges".

En esa época, Jorge Luis comenzó a estrechar relación con una ex estudiante suya de nombre María Kodama, quien sería su compañera en los últimos años de su vida. Era una muchacha delgada, devota del escritor, de ascendencia japonesa, a la cual conoció en los años cincuenta y que desde hacía un tiempo concurría a sus cursos e incluso lo visitaba en su casa, sin lograr la simpatía de Doña Leonor (la madre de Borges).

El 9 de julio de 1975, a los noventa y nueve años, muere la madre del escritor ya que estaba muy enferma.

Soledad y desdicha

La soledad de Borges se ahondaba. La multiplicación de sus relaciones con motivo de sus viajes y premios, iba acompañada de un acentuamiento de su soledad y su melancolía.

En 1976, publicó La moneda de hierro. El prólogo lo firmó el 27 de julio de 1976, es decir, cuatro meses antes del golpe cívico-militar.

En los años de plomo

A las pocas semanas de su instalación como presidente, el general Jorge Rafael Videla invitó a almorzar, en la Casa Rosada, aun reducido grupo de intelectuales, entre los cuales se hallaba Jorge Luis Borges. El diario "La Prensa" del 20 de mayo de 1976, publicó declaraciones desafortunadas del escritor, en las cuales elogiaba al dictador y le agradecía enormemente por haber efectuado el golpe de estado. Esto fue muy mal recibido en Europa.

Ese mismo año, recibió una condecoración del dictador chileno Augusto Pinochet. El paso había sido excesivo y el escritor fue repudiado por la inmensa mayoría de la intelectualidad latinoamericana. Sin embargo, tiempo después, se retractó de aquellas opiniones y, junto con otras personalidades, entre los que se destacaba Ernesto Sábato, firmó una solicitada sobre el tema de los desaparecidos. Publicó Historia de la noche, en medio de diversos viajes y conferencias. De a poco fue abandonando a sus amigos como Bioy Casares y Silvia Ocampo.

En el invierno de 1979, mantuvo conversaciones radiales con el periodista Antonio Carrizo, que se convirtieron luego en el libro Borges el memorioso. Conversaciones de Jorge Luis Borges con Antonio Carrizo. En ellas, se leen algunos poemas suyos y el escritor reiteraba opiniones sobre su literatura.

Por entonces, también publicó el libro Siete noches, donde reunió siete conferencias que había dado últimamente.

Los años ochenta

En noviembre de 1981, cuatro meses antes del comienzo de la Guerra por las Islas Malvinas, Borges publicó La Cifra, compuesto en su mayoría, de poemas. Una y otra vez se reitera las referencias a la muerte, la desdicha y al suicidio. En esa época, vuelve a su mente la idea del suicidio. Lo intentó pero no logró consumarlo. Esa idea la llevaría durante toda su vida.

En 1982, publicó Nueve Ensayos Dantescos, reiterando reflexiones y comentarios sobre la Divina Comedia y Las Memorias de Shakespeare, donde aparece el cuento "25 de agosto de 1983", en el cual se encuentran nuevamente, frente a frente, los dos Borges, dialogando sobre aquella noche en el hotel "Las Delicias" de Adrogué donde se suicida, para dar paso al otro Borges. Este impresionante relato, en cuyo recorrido fantasmal reaparecen los destinos antagónicos, puede casi entenderse como una confesión, el continuo desgarramiento del poeta, confrontando perfiles antagónicos y unidos por permanentes desdichas.

Ya superados los 80 años, el escritor y su compañera, María Kodama, continuaban viajando por todo el mundo y recibiendo premios en todas las latitudes. Por ejemplo, la "Legión de Honor" en Francia. Por entonces, ya no quedaba nada de aquel Borges joven que buscaba una identidad nacional, que se enfervorizaba con Irigoyen o el que realizaba largas caminatas hasta encontrar un almacén rosado y la música de una guitarra al atardecer. El cosmopolitismo y el enciclopedismo predominan en su obra literaria. Aquellas "tecniquerías" que demostraba en sus primeros libros, el Borges famoso, de discurso perfecto, el metafórico ingenioso y brillante se había ido silenciando poco a poco.

En 1984, la depresión iba avanzando en el autor y publicó otro libro, titulado Atlas, donde parecen textos referidos a sus viajes por el mundo. Un año más tarde, publicó su último libro, titulado Los Conjurados, donde reaparece el tema de la muerte.

El 17 de octubre de 1985, publicó, en el diario español "El País", un artículo muy interesante, titulado "Por qué me siento europeo". Luego, en noviembre, su estado de salud se agravó. Los médicos le diagnosticaron un cáncer de hígado y tenía pocos meses de vida. El escritor y Kodama viajaron a Europa. Permanecieron en Italia y, luego, se trasladaron a un hotel de Ginebra. Eligieron esa ciudad para vivir. Borges siempre afirmó que esa ciudad europea era una de sus patrias.

En febrero de 1986, Borges fue internado de urgencia. Al solicitársele información desde Buenos Aires, María Kodama declaró que el escritor había sido sometido a exámenes de rutina. Dos meses después, trascendió la noticia de que Jorge Luis Borges y María Kodama habían contraído matrimonio. El acta había sido confeccionada en Paraguay, el 24 de abril de 1986. Esto produjo asombro en Argentina, en especial en los sobrinos de Borges, hijos de su hermana Norah. Más aún, cuando el abogado del escritor declaró que Borges había dejado un testamento que favorecía a su esposa. Éste anuló uno anterior.

En junio de 1986, el autor fue nuevamente internado. Al dársele el alta, retornó al departamento que compartía con su esposa. Sus últimos días fueron penosos. Sólo María Kodama permaneció junto a él. Lentamente, la vida de Borges se fue apagando. Le hicieron una traqueotomía para que pudiera respirar. Ya todo era en vano.

A las 8:30 horas de la mañana del 14 de junio de 1986, Borges falleció. Cuatro días más tarde, sus restos fueron sepultados en el antiguo cementerio de Ginebra.

Poco tiempo después de fallecer Borges, un periodista le preguntó a Kodama cuáles habían sido las últimas palabras del escritor. Ella respondió: "Eso es algo que no debo contar. Eso morirá junto conmigo".

Obra

"Hoy, 9 de setiembre de 1978, tuve en la palma de la mano un pequeño disco de los trescientos sesenta y uno que se requieren para el juego astrológico del go, ese otro ajedrez de Oriente. Es más antiguo que la más antigua escritura y el tablero es un mapa del universo. Sus variaciones negras y blancas agotarán el tiempo; en él pueden perderse los hombres como en el amor o en el día. Hoy, 9 de setiembre de 1978, yo, que soy ignorante de tantas cosas, sé que ignoro una más, y agradezco a mis númenes esta revelación de laberintos que ya no exploraré".

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