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La década dorada, economía e inversión española (página 2)



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El reducido tamaño de las empresas latinoamericanas no es el resultado de una estrategia semejante, sino el producto de la deficiente provisión de recursos productivos claves, como son el crédito o la infraestructura de transporte, energía y telecomunicaciones. Estas deficiencias, representan barreras aún mayores para el desarrollo de las empresas medianas y pequeñas dado que cuentan con menos vinculaciones a los mercados financieros nacionales o externos, y que tienen menor escala para sufragar inversiones que les ayuden a compensar las deficiencias de las infraestructuras públicas.

Dentro de este contexto, los últimos años han suscitado un gran interés entre los gobiernos y los sectores privados por identificar políticas que ayuden a mejorar la competitividad, esto es, la calidad del ambiente para la inversión y para el aumento de la productividad en un medio de estabilidad macroeconómica y de integración a la economía internacional.

Las reformas estructurales y el crecimiento

Desde el punto de vista microeconómico se necesitan la consolidación y la profundización de las reformas estructurales para aumentar la eficiencia del mercado. Entre otras reformas, es importante hacer hincapié en la importancia de que se apliquen incentivos reales para el aumento del ahorro interno y su inversión productiva. Para lo cual, se impone solidificar el sistema financiero para que éste actúe de manera eficiente en la captación de ahorros internos y externos y en la distribución de estos recursos al sector privado en la forma de inversiones sólidas, productivas y rentables.

Para la CEPAL, las reformas estructurales han tenido aún escaso efecto sobre el crecimiento, el empleo y la equidad a nivel agregado, aunque la liberalización comercial y la privatización han resultado decisivas para impulsar la reestructuración de mercados, lo que se tradujo en el ingreso de nuevas empresas e inversiones. La competencia que generaron los nuevos actores del mercado interno, provocó fuertes procesos de modernización en sectores como el de las telecomunicaciones. En otros ámbitos (agricultura o manufacturas), las reformas propiciaron la especialización y aumentaron la eficiencia. Las grandes empresas encabezaron las inversiones y la incorporación de nuevas tecnologías, así como de organización.

Riesgos a corto, medio y largo plazo

Las reformas aplicadas en la región, así como la necesidad de consolidar y fortalecer este proceso de transición en el futuro, presentan riesgos que se deben analizar y resolver.

En el corto y medio plazo, uno de los riegos más evidentes de la mayor inserción de los países latinoamericanos en la economía mundial, lo constituye la mayor vulnerabilidad ante las crisis internacionales. Sin embargo, el fortalecimiento de los sistemas financieros nacionales asociado a una política macroeconómica sólida podrá, si no evitar completamente los peligros del contagio, reducir los impactos negativos que éstos conlleven.

En el largo plazo, el riesgo está vinculado a la exclusión social y la concentración del ingreso. Antes que nada, es importante resaltar que el crecimiento económico mundial sustentable es condición necesaria, aunque no suficiente, para la reducción de la pobreza y para una mayor justicia social en la región. El retorno a tasas más altas de crecimiento está vinculado a una aceleración de los niveles de inversión, que a su vez depende del aumento del ahorro interno y de las condiciones «favorables» para la captación del ahorro externo.

Desafíos para la industrialización

En la industria se alberga la fuerza que más dinamismo le imprime al desarrollo económico. Todas las naciones que gozan de un alto nivel de desarrollo han pertenecido al mundo industrializado. Y por el contrario, los países sin industria, o con una actividad fabril insuficiente, sufren las penurias que son el rasgo común de las regiones subdesarrolladas

En efecto, la industria se halla presente en todo cuanto contribuye a generar el progreso de la economía, y éstas son las principales razones que justifican sobradamente la conveniencia de promover la industrialización como objetivo del más alto interés nacional para América Latina.

PANORAMA DE LA ECONOMÍA LATINOAMERICANA

El Fondo Monetario Internacional (FMI)

Preveía un aumento promedio de alrededor del 4,3% para el 2000 y del 4,5% en el 2001. Además, la austeridad fiscal y monetaria, en gran parte de los países, ha tenido como resultado una inflación decreciente en la región. Esta austeridad fiscal, junto al favorable contexto económico internacional, posibilitaron una rebaja de déficit fiscal al situarlo en el 2,4% del PIB, frente al 3% del año anterior.

Casi todos los países flexibilizaron sus políticas monetarias para lograr una más rápida reactivación económica, reduciendo sus déficits fiscales, aunque encontraron un escollo en el aumento de los precios del petróleo, los países no productores influyendo de esta manera en el crecimiento de la inflación.

Evolución reciente y proyecciones del PIB y de la inflación en América Latina

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Este crecimiento económico durante el año 2000 y su continuación proyectada hacia el 2001 presentaban variaciones sustanciales entre los países. En 1999 variaron del positivo 8,3% en la República Dominicana al negativo 7,3% en Ecuador. De la misma forma, las tasas varían para el 2000, y la expectativa es que de los 11 países incluidos en la lista hayan tenido un desempeño económico mejor durante el 2000 que el registrado en 1999.

Banco Mundial (BM)

Las perspectivas económicas del Banco Mundial, analizadas en su informe Global Economic Prospects 2001, pronostican un decenio de crecimiento moderado y sostenido en el contexto económico internacional, con un incremento previsto del 4,1% del PIB en el año 2001 y un potencial para duplicar el crecimiento per cápita de la pasada década, gracias a la estabilización de los mercados financieros internacionales y al florecimiento del comercio mundial. Para América Latina, el pronóstico de crecimiento del PIB es del 4,1% en el año 2001 y del 4,3% en el 2002, mientras que el crecimiento per cápita en los próximos diez años se estima entre el 3 y 3,3%, el doble del experimentado en la pasada década.

Las previsiones económicas a largo plazo, según indica el informe, están sustentadas en la tendencia hacia la aplicación de políticas de mercado en las economías más grandes, la posibilidad de aprovechar los avances tecnológicos y el incremento de la inversión extranjera directa. No obstante, estas economías en desarrollo continuarán enfrentándose a serios peligros en los años venideros, en especial, la posibilidad de una mayor inestabilidad de los mercados financieros, una abrupta desaceleración del crecimiento estadounidense, cambios bruscos en los precios del petróleo y pérdida del impulso al proceso de reformas internas.

Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL)

Según el Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe 2000, Publicado por este organismo, el PIB de la región se expandió a una tasa media anual del 4% durante el año 2000, lo que permitirá concluir la década de 1990 con una tasa media anual del 3,3%. La recuperación del 2000, contrasta con el prácticamente nulo crecimiento de 1999 (0,3%) y la modesta expansión de 1998 (2,3%), aunque estará por debajo del registrado durante 1997 (5,3%). Por su parte, el producto por habitante aumentó un 2,4%, con lo que se acumularía un incremento de casi un 7% en los noventa.

Este crecimiento se basó, principalmente, en el auge de las exportaciones, si bien el consumo y la inversión también tuvieron una contribución positiva. No obstante, parte del incremento de la demanda global se basó en el comercio exterior, debido al incremento de las importaciones. La situación económica adversa por la que atravesaba la región desde finales de 1997 no se ha disipado totalmente, puesto que para la mayoría de los países persisten las restricciones de financiamiento externo.

Los países exportadores de petróleo se han visto favorecidos por la notable alza de los precios en el mercado internacional, mientras que los no exportadores debieron afrontar un deterioro en la relación de intercambio, lo que dificultó la reactivación.

La economía internacional .siempre un factor clave para la región. Registró tendencias contradictorias en el 2000. El alto crecimiento mundial favoreció las exportaciones de la región y el comercio intrarregional repuntó sustancialmente. Sin embargo, las tendencias en los precios fueron dispares: el petróleo se incrementó un 60% y los minerales subieron un 8%, mientras determinados productos agrícolas sufrieron caídas de precios.

Dado el tamaño de sus economías, la fuerte expansión de México (7%) y el crecimiento más moderado de Brasil (4%) explican la reactivación de la economía regional, ya que los restantes países, en conjunto, sólo crecieron un 2,2%. En este sentido, es muy interesante analizar el impacto que esta desaceleración económica ha tenido sobre toda la región de América Latina. Puesto que EE.UU. constituye el mayor mercado de exportación, el impacto comercial ha sido considerable. Hay que señalar que la tasa de inflación media para la zona ha sido de un 9% en el año 2000, ligeramente inferior a los tres años precedentes.

También es destacable que 17 de los 22 países analizados registras en inflaciones de un solo dígito (el contrapunto estuvo en Ecuador, donde la tasa alcanzó un valor del 97%, superando el 60% registrado en 1999). Los ajustes cambiarios experimentados por varios países de la región en los últimos dos años no tuvieron mayor efecto sobre la inflación, a pesar de la recuperación productiva de este año. Argentina, por el contrario, obtuvo un nuevo descenso de los precios al consumo.

Una mayoría de países enmarcó en el 2000 su política macroeconómica definida por el deseo de flexibilizar la política monetaria para reactivar la economía, la voluntad de reducir los déficits fiscales y la necesidad de responder a los vaivenes de los mercados financieros internacionales. Este marco se vio dificultado por el aumento de precio de los combustibles y su impacto sobre la inflación.

Un mejor contexto económico y la austeridad de la política fiscal ayudaron a disminuir el déficit fiscal al 2,4% del PIB, tras alcanzar en 1999 su nivel más alto de la última década, un 3%. En los países exportadores de petróleo hubo una destacada recuperación de los ingresos públicos y la mayor actividad económica y la recuperación del consumo permitieron incrementar los ingresos indirectos.

Los menores tipos de interés y una mayor estabilidad del tipo de cambio contribuyeron a reducir el peso de la deuda. En lo que respecta a los mercados cambiarios, éstos siguieron reacomodándose en el 2000, aunque con mayor tranquilidad. Se registró una menor volatilidad y se mantuvo la tendencia a la devaluación real (1,5% de promedio). Algunos países optaron por la dolarización (casos de Ecuador y El Salvador) para solventar sus problemas cambiarios.

Evolución económica en América Latina

América Latina se enfrentó durante el 2001 a un escenario externo más adverso que el percibido a finales del 2000. Debido a condiciones externas mucho menos favorables que las previstas originalmente y a situaciones internas adversas (problemas de abastecimiento de energía eléctrica en Brasil, demandas internas débiles y problemas políticos en otros países como Argentina para finalmente situarse en un 0,5%62) siendo probable que el año 2001 resulte decepcionante para América Latina.

Se esperaba para 2001 una expansión del PIB del 2%, tras las diversas revisiones a la baja realizada lo que supone la mitad del crecimiento logrado en el año 2000.

Esta tasa de crecimiento está acompañada de un sostenido descenso de la inflación (el promedio regional del primer semestre se redujo a menos del 8%) y de un estancamiento del elevado desempleo (equivalente a alrededor del 8,5% de la fuerza de trabajo de la región). Además, se prevé una expansión del déficit en cuenta corriente, que ascendería a 58.000 millones de dólares (3% del PIB), después de haber alcanzado los 47.000 millones el año 2000 (2,5% del PIB) debido a la disminución del excedente venezolano a consecuencia del descenso en los precios del petróleo. A continuación, se presentan los puntos más sensibles y que inciden negativamente sobre el desenvolvimiento económico en toda la región:

Efectos sobre el comercio

El ritmo de expansión del comercio se ha reducido casi a la mitad con respecto al 2000. El crecimiento de las importaciones pasaría del 13,5% al 7% y el de las exportaciones del 9% al 5% (observándose durante el primer semestre una contracción más en las exportaciones). Para América Latina en su conjunto, el mercado norteamericano representa más de la mitad de sus exportaciones (cifras muy influidas por el comercio de México, origen de la mitad de las exportaciones latinoamericanas) y la desaceleración norteamericana ya comienza a dejarse notar: las proyecciones para el comercio de aquella zona muestran un fuerte descenso respecto a las tasas de 2000 (las exportaciones de bienes crecieron en torno al 5,5% frente a casi 20% del año anterior, mientras que las importaciones lo harán en torno al 7,5% comparando con el 16,4% del año 2000).

Efectos sobre el financiamiento

A comienzos del año 2001 se pensaba, a raíz del plan de financiamiento multilateral aprobado para Argentina y las reducciones de las tasas de interés en los Estados Unidos, que el déficit de la cuenta corriente previsto para la región en 2001 se podría financiar con capitales autónomos. Los dos primeros meses mostraban una continuación de la tendencia de leve recuperación de las reservas internacionales de la región, que alcanzaron 164.000 millones de dólares (el nivel más alto registrado desde la declaración de la moratoria rusa).

Desempeño económico interno

Después de la satisfactoria recuperación de las economías de América Latina en el año 2000, la expansión del nivel de actividad se redujo en el 2001. El producto del conjunto de la región preveía un incremento del 2%, para situarse el PIB por habitante en un 0,5%. En particular, destaca el desempeño adverso de las mayores economías de la región.

La tasa de crecimiento de México, que alcanzó el 7% en el 2000, se reduciría a una tercera parte debido al fin del ciclo expansivo estadounidense, al que destina la mayor parte de sus exportaciones. En Brasil, una severa crisis en el abastecimiento de energía eléctrica, sumado al deterioro del entorno exterior, ha propiciado un frenazo en su crecimiento, y en Argentina la situación económica es muy preocupante, al desaparecer el financiamiento externo y no conseguir reducir el déficit fiscal.

Inversión, inflación y empleo

La expansión de la inversión bruta total en el año 2000 no se ha podido repetir en el 2001. La importante bajada de las corrientes de capital hacia varios países de la región, a raíz de las expectativas poco favorables de los inversionistas internacionales, han impedido alcanzar los niveles de inversión precedentes. Uno de los países más sensibles a esta disminución ha sido México, que en el año 2000 registró un incremento del 9% y que finalmente ha sufrido un retroceso del 16%. Chile y Brasil mostraron en el primer trimestre un aumento importante de la inversión aunque esta situación se revirtió a partir del segundo, mientras Argentina, Perú y Uruguay continuaron registrando caídas en los niveles de inversión al igual que en años anteriores. Por último, Colombia y Venezuela han mostrado favorables perspectivas, y se espera una mejora de la inversión en ambos países.

Por lo que respecta al empleo, la mejoría de la situación laboral a nivel regional, observado el año 2000 en lo que a generación de empleo se refiere, tiende a frenarse y a revertirse, debido a la desaceleración de la actividad económica en el 2001. La tasa de ocupación bajó al 52,6% durante el primer semestre en ocho países, comparado con el 52,9% del mismo período en el año anterior. A ello contribuyó la caída de este indicador en las economías más grandes de la región, Brasil y México, disminuyendo también en Chile, y manteniéndose constante en Argentina, Colombia y Venezuela.

Cabe esperar que en el año en su conjunto, la caída en la tasa de ocupación sea aún más marcada. De esta manera, las proyecciones regionales apuntan a un mantenimiento de la tasa anual de desempleo en el 8,5%.

CEPAL. Situación de la economía latinoamericana después del 11 de septiembre

Según el Balance Provisional Para la Economía Latinoamericana 2001 de la CEPAL, el nivel de actividad de las economías de América Latina y el Caribe creció escasamente en el 2001, con lo que se trunca la satisfactoria recuperación iniciada en 2000. A pesar de los excelentes augurios del FMI que preveía un 4,5% en el aumento del PIB. Este deterioro se fue manifestando a lo largo del año, dada la disminución del crecimiento económico mundial y el agravamiento de la crisis en Argentina hasta desembocar en la suspensión de pagos.

Efecto del 11 de septiembre

La tragedia del 11 de septiembre, agudizó los síntomas de recesión perceptibles en los principales países industrializados desde finales del 2000 o comienzos de 2001. En los primeros días de septiembre, todavía se esperaba una recuperación de la economía norteamericana para el año 2002. En octubre, las esperanzas de esa rápida salida de la recesión en Estados Unidos se habían esfumado, debido al fuerte deterioro de las expectativas de los consumidores e inversionistas, y los analistas ya no esperaban un crecimiento mucho mejor en el 2002 que el previsto para 2001 (1.2% y 1.1%, respectivamente, según la misma fuente). También se acentuó el pesimismo en las economías de Japón y Europa. Por lo tanto, el bienio 2001-2002 sería, según los analistas, el de peor desempeño de los últimos 30 años en materia de crecimiento mundial.

La mayor incertidumbre con respecto al futuro político y económico global podría afectar los flujos de inversión financiera y directa hacia economías emergentes. Esto constituye una llamada de atención para las autoridades económicas latinoamericanas, que deben fortalecer la capacidad interna de financiamiento de la inversión. La comunidad internacional no debería desaprovechar las señales de mayor solidaridad Norte-Sur que surgieron luego de los atentados, y que permitieron incorporar, en mayor medida, el punto de vista de los países en desarrollo en la agenda de las negociaciones comerciales. A su vez, estas nuevas perspectivas deberían permitir acelerar la reforma de la arquitectura financiera internacional.

Las reformas estructurales se desaceleran

El proceso de privatizaciones continuó la tendencia declinante, principalmente por el agotamiento natural del proceso. En gran parte de los países se está instrumentando el procedimiento de concesiones, lo que promete dar nuevo impulso a la cooperación de los sectores público y privado. A su vez, continuaron los esfuerzos para promover una mayor competencia interna.

El año 2001 fue prolífico en propuestas legislativas de reformas tributarias, que se promulgaron en Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Perú y República Dominicana, y aún están en discusión en México y Panamá.

En el área financiera se adoptaron medidas para evitar transacciones de origen ilícito en varios países del Caribe, se profundizó la supervisión bancaria en algunos países, y se adoptaron disposiciones para ampliar el mercado de capitales en otros. Contrariando la tendencia de los últimos años, Argentina y Venezuela adoptaron medidas de control sobre el movimiento de capitales.

Caída del comercio interregional

El comercio entre las Américas cayó casi cuatro por ciento en el 2001 con respecto al año anterior. Este descenso pone fin a una década de expansión en el intercambio comercial en el hemisferio occidental, que durante ese período aumentó a más del doble de la tasa de crecimiento de las exportaciones a otras regiones del mundo.

Las exportaciones de las Américas al resto del mundo bajaron un dos por ciento en el 2001. El comercio interamericano se vio afectado por la desaceleración en la actividad económica mundial, y particularmente por la abrupta caída sufrida en los Estados Unidos. Las exportaciones de algunos países latinoamericanos sufrieron por los descensos en los precios de materias primas, como el petróleo y el café. Por ello, tras la fuerte pero breve recuperación del 2000, este año las exportaciones latinoamericanas habrían bajado casi tres por ciento.

La caída fue especialmente abrupta en algunos países andinos y centroamericanos.

En términos regionales, sin embargo, la caída de cuatro por ciento en las exportaciones mexicanas fue el factor más relevante para el desempeño de la región debido al peso de México en el comercio exterior latinoamericano.

Vulnerabilidad de la economía latinoamericana después
del 11 de Septiembre

El Informe Económico del BID, presentado durante su Reunión de la Asamblea de Gobernadores 2002, celebrada en la ciudad de Fortaleza (Brasil), es un referente para el análisis, pues transcurrido el impacto económico y emocional del 11 de septiembre, fijaba con claridad las ambivalencias o, si se desea, incertidumbres que acechan a la región.

Ciertamente recoge un pesimismo, en parte producto de la situación internacional, que ha golpeado, como en anteriores crisis, al conjunto de las economías latinoamericanas. Ello demuestra una vez más que la vulnerabilidad y dependencia económica y financiera siguen tan presentes, como lo atestiguan aquellos amortiguadores diseñados para salvaguardarse ante los dolorosos y desestabilizadores impactos externos que no ha funcionado.

El desempeño económico de América Latina y el Caribe desde 1997 comprende tres fases definidas por sucesos externos. La crisis de las economías emergentes de Asia a mediados de 1997 marcó el comienzo de una fase de desaceleración. La crisis rusa, un año más tarde, precipitó a toda la zona en una recesión, que culminó con el inicio de una fase de recuperación a mediados de 1999. A continuación se presentan los aspectos clave para la economía de América Latina el 11 de septiembre:

Panorama internacional

Desde mediados de 1997, América Latina y el Caribe han sufrido una serie de choques externos adversos. A partir de la crisis de Asia, los precios de los productos de exportación y los términos de intercambio se han deteriorado de manera significativa. Los precios de los productos básicos, excluido el petróleo, han caído cerca del 26% desde el segundo semestre de 1997. Los términos de intercambio para algunos países no exportadores de petróleo, como Chile o Perú, han caído en un 20%. Hasta fines del 2000, los países exportadores de petróleo venían beneficiándose de los altos precios del crudo, pero desde entonces el petróleo también ha entrado en esta tendencia descendente, que se agudizó después de los sucesos del 11 de septiembre.

Resultados macroeconómicos

A partir de la crisis asiática de mediados de 1997, el crecimiento económico en América Latina empezó a perder fuerza, y a raíz de la crisis rusa, se volvió negativo entre el tercer trimestre de 1998 y el segundo trimestre de 1999. Siguió entonces un período de fuerte recuperación, aunque de corta duración, propiciado en gran parte por el dinamismo de Estados Unidos. Las caídas en los términos de intercambio, la desaceleración del comercio mundial y el deterioro de las condiciones financieras internacionales pusieron fin a la recuperación económica que ocurrió entre mediados de 1999 y el primer trimestre del 2000. Desde entonces, las tasas de crecimiento han sido moderadas y han tendido a debilitarse aún más a medida que la situación externa se fue tornando más adversa. Para 2001 se prevé un crecimiento del orden del 1% para Amé-rica Latina y el Caribe en conjunto.

Perspectivas y desafíos de política económica

Las perspectivas de crecimiento para América Latina y el Caribe en 2002 son algo más positivas que las de 2001, pero hay amplio margen para mejoras. Aunque no se espera recesión en ningún país de la región, con la excepción de Argentina, las tasas de crecimiento previstas en la mayoría de los casos son inferiores al 4% y para la región en conjunto no llegan al 2%.

En estas circunstancias nada halagüeñas, son muchos los motivos de preocupación. El más acuciante es la situación en Argentina. Durante el primer semestre del año 2000, el consenso de los mercados era que el crecimiento en 2001 sería del 4% ó 5%. Los márgenes sobre la deuda no llegaban a los 600 centésimos de punto porcentual y el país gozaba de una buena calificación de riesgo. Posteriormente, el crecimiento pasó a ser negativo y los márgenes sobre la deuda alcanzaron niveles sin precedentes, precipitando la mayor cesación de pagos de la historia y la caída del gobierno.

FMI revisa a la baja sus proyecciones económicas

Desde que se publicó la edición de mayo de 2001 de: Perspectivas de la Economía Mundial, se ha deteriorado el panorama para el período 2001-02 y han aumentado los riesgos de que los resultados sean más desfavorables que los proyectados debido a los atentados terroristas del 11 de septiembre en Estados Unidos. Posteriormente, el FMI revisó a la baja las proyecciones de crecimiento para casi todas las regiones como reflejo de distintos factores, entre los que destacan: repercusiones de la desaceleración mundial más graves de las previstas, el retraso de la recuperación de Estados Unidos, el aumento más débil de la demanda interna y de confianza en Europa, las perspectivas de un período de crecimiento más lento en Japón, dado que este país sigue emprendiendo reformas estructurales (aunque esto tendrá beneficios considerables en el mediano plazo), la continua contracción del gasto en tecnología de la información, que afecta en particular a Asia, y el deterioro de las condiciones de financiamiento en los mercados emergentes, sobre todo en América Latina

a. Desaceleración mundial

El aumento del PIB se está desacelerando en casi todas las regiones del mundo y al mismo tiempo se observa una aguda reducción del crecimiento del comercio exterior. Ante esta situación, muchos países .Especialmente Estados Unidos han adoptado medidas macroeconómicas más expansivas, siendo las más recientes las de mediados de septiembre tras la ofensiva terrorista. Esto, aunado a la disminución paulatina de los precios del petróleo y de otras conmociones que contribuyeron a la desaceleración económica, ayudaría a sustentar la actividad económica y la confianza en el futuro. No obstante, persisten grandes incertidumbres y riesgos porque esta fase descendente del ciclo vuelve al mundo más vulnerable ante nuevos imprevistos, y persiste el riesgo significativo de una desaceleración más profunda y prolongada.

Países en desarrollo y en transición

Se han deteriorado también las perspectivas para la mayoría de los países en desarrollo y en transición. El crecimiento fue revisado a la baja de forma acusada en América Latina, cuya actividad económica ha sufrido nuevamente los efectos nocivos de las dificultades económicas, así como los vaivenes políticos de Argentina y otras peculiaridades, como la crisis de energía en Brasil. Se han desacelerado asimismo las entradas de capital en la mayoría de los países .con excepción de México, lo cual inquieta dadas las cuantiosas necesidades de financiamiento externo de la región.

En cuanto a las economías emergentes de Asia, si bien el crecimiento de China mantiene su capacidad de recuperación, mucho países han sido golpeados duramente por la desaceleración del crecimiento mundial y el giro desfavorable que ha tomado el ciclo del sector electrónico, cuyo impacto fue exacerbado por los vínculos comerciales intrarregionales y lo sucedido en Japón. Las perspectivas de crecimiento se debilitaron moderadamente también en el Oriente Medio, debido a la baja de los precios del petróleo y a los recortes de la producción, además de la crisis que está padeciendo Turquía.

El crecimiento proyectado en África se redujo, pero aún se espera que sea más alto que en el 2000, gracias a las mejores condiciones climáticas y la disminución de los problemas de seguridad en varios países. En cambio, las perspectivas para las economías en transición permanecieron prácticamente iguales.

VI. ARGENTINA. LA PRIMERA CRISIS ECONÓMICA DEL SIGLO XXI. LECCIONES PARA UNA ECONOMIA GLOBAL

Argentina, hace aproximadamente una década, se veía abatida por una incontrolada inflación que se situaba nada menos que en el 3.000 por ciento. Esta situación le situaba en una profunda recesión, soportando fuertes desequilibrios internos y externos, lo cual era especialmente grave por hallarse en un período en que deseaba superar anteriores tiempos sombríos de la dictadura militar.

Para lograrlo, el entonces ministro de economía Domingo Cavallo diseñó en enero de 1991 una medida audaz: la Ley de Convertibilidad, que ligaba el peso argentino al dólar americano en un régimen de igualdad. El objetivo central que perseguía era erradicar radicalmente el proceso inflacionario, para retomar la senda de la estabilidad y el crecimiento económico.

Argentina está viviendo el proceso de empobrecimiento más rápido de una sociedad en tiempos de paz. El PIB cayó casi un 4% en 1999, rompiendo así una tendencia creciente iniciada en 1995, se recuperó hasta el 1% durante el 2000, para bajar hasta el 5% en 2001, y se estima que disminuirá hasta el 12% en el año 2002.

A su vez, la caída de la renta Cronológicamente de la difícil situación económica, argentina arranca de la crisis financiera internacional que sacudió a los mercados a finales de los años noventa. Unos directamente culpan a la Ley de Convertibilidad como causante directo de una debacle anunciada. Otros, que fueron los malos manejos de las cuentas públicas; los demás, que el excesivo endeudamiento exigen ajustes fiscales que reducen las perspectivas de crecimiento. Mientras que otros culpan la falta de actuación de los organismos multilaterales, particularmente del Fondo Monetario Internacional (FMI), lo que llevó al país a esta situación caótica.

Tampoco faltan opiniones de corte exculpatorio, que argumentan a favor del buen hacer y desempeño argentino en línea con lo que se comprometió a realizar, según las reformas suscitadas como consecuencia del Consenso de Washington: reforma fiscal, disciplina presupuestaria, liberación comercial, desregulación, privatizaciones (aunque no todos los países aplicaron estas medidas con igual transparencia, intensidad y rigor), por lo cual argumentan, que toda esta situación arranca desde la aplicación de estos puntos. Aunque, estamos de acuerdo, ha sido una conjunción de factores lo que hizo estallar la mayor crisis económica, social y tal vez política de la historia de Argentina.

A continuación se exponen algunos de los puntos que considero más importantes, es decir, las «lecciones más visibles», siendo éstas abiertas a la reflexión:

La primera y más visible

Es que, a pesar de todo: la «teoría económica» funciona. Lo que demuestra la combinación de déficits fiscales crecientes, causados por malos manejos administrativos y exceso de burocracia una tasa de cambio fija, que restringía la política monetaria, encadenando las reservas internacionales del país con su circulante interno, provocando una falta de financiación tanto para el gobierno como para el sector privado, dibujaban un panorama insostenible, que suponía una pérdida de confianza en el contexto internacional, todo lo cual condujo irremediablemente a una situación explosiva: la quiebra.

La segunda lección

Altamente importante: demuestra que en una economía global prima la confianza internacional. Mirando en retrospectiva, el cambio de opinión en los mercados financieros internacionales sobre Argentina no deja de ser sorprendente.

Cierto que una serie de perturbaciones desfavorables conmovieron al país durante este período, entre otras: el contagio de la crisis asiática y rusa, el descenso de las materias primas, la devaluación del Real brasileño, la caída de la demanda exterior y la continuada apreciación del dólar.

La tercera lección

Confirma: que funciona la «teoría económica». Nos dice que no se pueden mantener políticas contrapuestas. Sin dudas, factores externos como los señalados, no llegan por sí solos a explicar en su totalidad el excepcional deterioro de la economía Argentina, pues otros países de su entorno, con problemas similares han sido capaces de hacer frente a esta situación.

Existen por tanto, razones de indudable peso interno, que certeramente explican cómo se llegó a tamaña situación. En efecto, el punto álgido del problema, se encuentra en la propia situación interna, reconocida en el mantenimiento a ultranza de la política monetaria, que generaba altas incompatibilidades con una política presupuestaria fuertemente expansiva. Para contrarrestarla, se acometieron rápidas reformas, realizando ajustes macroeconómicos y fiscales, aplicando a su vez, recortes desconocidos en los salarios públicos y la seguridad social.

A estas decisiones, le acompañaban fuertes medidas para mejorar la estructura de la deuda y reducir los desequilibrios fiscales hasta situarlos en 6.500 millones de dólares (2001), desafortunadamente no se vieron cumplidos, pues solo durante el primer trimestre se situó en 4.000 millones de dólares.

Todos estos desconocidos cambios, obedecían a que se deseaba cumplir con los acuerdos negociados con el FMI, pues era decisivo que esta institución le liberase definitivamente parte de los fondos negociados en octubre del 2001, que le precedían a los pactados en diciembre del 2000 por valor de 39.800 millones de dólares (España contribuyó con 1000 millones para garantizar esta línea de financiación). Pero no se cumplió con lo establecido, especialmente debido a que el «puzzle» presupuestario de las provincias no se recomponía ante las nuevas realidades que el FMI reclamaba, que las cuentas de éstas se rebajasen entre un 50-60% su déficit fiscal.

Mientras tanto, se había llegado al convencimiento de que no sería
posible restablecer la «confianza» sin algún tipo de reestructuración
o reducción de la deuda, con el fin de aligerar el desequilibrio fiscal
en el futuro y de esta manera, liberar recursos para financiar el crecimiento
(verdadera solución para salir de la crisis). Para conseguirlo, el gobierno
puso en marcha medidas de este tipo, con miras a una reestructuración
voluntaria que no pusiera en peligro el acceso futuro del país al financiamiento
externo.

Pero nuevamente las cuentas no salían, los acontecimientos se precipitaban, y la credibilidad externa e interna se situaba bajo mínimos. La dificultad de combatir el déficit fiscal se comprende al conocer que la evasión impositiva se remonta a los orígenes de la Dirección General de Impuestos.

En Argentina el número de contribuyentes es muy reducido, existiendo una evasión casi total en el impuesto a los bienes personales, y las provincias no tienen sistema tributario, sin que casi ninguna provincia llegue al 20% de sus recursos con recaudación propia. Por ello la nación aporta más del 60% del gasto provincial a través de recursos generados vía coparticipación y aportaciones del Tesoro. Ante este incierto como desolador panorama, los ahorradores deseaban recuperar sus depósitos bancarios, pues sentían muy próxima, como solución para romper este trágico círculo, el abandono del Plan de Convertibilidad, lo que traería consigo la «temida» devaluación.

Con el fin de evitar la retirada masiva de depósitos, haberes y movimientos especulativos contra la moneda nacional, las autoridades decidieron según el plan esbozado por el ministro de economía Domingo Cavallo jugar su última carta: la congelación de los depósitos, «el corralito», medida que provocó de inmediato un bronco rechazo y una agresiva desconfianza que definitivamente agravó la situación.

La convivencia y las expectativas de romper el trágico círculo que comprimía el crecimiento por cuarto año consecutivo, siendo algo verdaderamente curioso que desde que comenzaron los problemas (2000), tanto el gobierno actual como los anteriores no definieron una estrategia productiva y exportadora que fuese el verdadero motor que impulsase la reactivación económica. Y todo ello con la prima negativa por la desconfianza internacional decisiva en una economía global, pero todavía más, en un país tan dependiente del financiamiento externo.

La cuarta y bien reconocida

Es la debilidad del sistema político e institucional argentino, cuya descomposición y corrosión provienen de antiguo, aunque en estos momentos tan críticos su papel sea determinante para hallar una solución a la crisis. Políticamente el anterior presidente Fernando De la Rúa, junto a su ministro de economía Domingo Cavallo y ahora sus respectivos sucesores; Eduardo Duhalde y Jorge Remes, todos ellos de larga trayectoria política, no contaban entre sus planes que el FMI y la comunidad financiera internacional, optaran por el camino que han tomado; «no realizar nuevos desembolsos», pues consideran que serían «dilapidados» como anteriores créditos, que se aplicaban para tapar reiterados incumplimientos, consecuencia de una economía con escaso control y baja solvencia. Anne Krueger (Subdirectora del FMI) así lo ha expresado: «no se tiene intención de conceder préstamos si existe el riesgo de que se malgaste el dinero».

Las quinta, aunque no menos importante

No es menos visible: se constata el «endurecimiento» de la política de intervención económica llevada acabo por Estados Unidos en otros países del mundo. Contrario a lo que ocurría durante el gobierno de Bill Clinton, el Secretario del Tesoro; Paúl O´Neill y su Subsecretario para Asuntos Internacionales; John Taylor, han sido claros en sus planteamientos, al decir que ni el gobierno de Estados Unidos ni el Fondo Monetario Internacional, intervendrán en economías extranjeras a menos que exista un riesgo real para el sector financiero norteamericano.

Es probable, que les queda en la memoria histórica el alto precio que sufrieron los bancos de su país, como consecuencia de la crisis de la deuda externa latinoamericana durante los años ochenta. Por ello, consideraron que Argentina no representaba un riesgo a pesar de sus 138 mil millones de dólares de deuda externa. Sin embargo es bien cierto, que ningún país del mundo ha salido de las recesiones o crisis sin contar con el apoyo del FMI, como lo demuestran los casos más recientes de México y Rusia.

La sexta lección realmente novedosa

Apunta a que: se nota una mayor amplitud de miras de los inversionistas norteamericanos respecto a la región. América Latina, ya no es vista como «el continente debajo de Río Grande». Durante la crisis asiática y rusa, el mercado de capitales internacionales se cerró para nuevas emisiones soberanas, acontecimiento que no ha sucedido con la crisis Argentina. Pues si bien los fundamentos de la economía brasileña son sólidos, existe una gran diferencia entre la situación fiscal e inflacionaria de ambos países, también es cierto que la interdependencia es realmente alta. Argentina, téngase en cuenta que es el segundo socio comercial de Brasil después de Estados Unidos. Además, es su principal proveedor de petróleo y trigo, productos esenciales para el desarrollo económico y el consumo popular.

  • 1. Desde la séptima lección, observamos

Las paradojas de la globalización. Curiosamente, podemos comprobar que las economías se están volviendo cada vez más «dependientes de sí mismas» y esto les supone un creciente y constante esfuerzo por poner orden en sus cuentas públicas.

A falta de un prestamista de última instancia en el mercado internacional, la disciplinas monetaria y fiscal se han vuelto ya lo eran cada vez más importantes. Y los gobiernos, por la misma fuerza de los hechos tienen que ser cada vez más responsables, por supuesto, mucho más de lo que lo fueron sucesivamente en Argentina. Esperando que asuman esta lección en toda su amplitud, con toda la carga de responsabilidad que conlleva y no parcialmente, al descargar en las empresas y bancos extranjeros los males patrios.

Permítase que la octava lección

Trata de las empresas y bancos españoles, los cuales han registrado una actividad prácticamente plana durante el primer trimestre, y seguramente también lo será durante el resto del ejercicio. El tiempo reforzará aún más, el buen comportamiento registrado durante estos turbulentos tiempos, de su plena disposición de colaboración con los sucesivos gobiernos recientemente han participado en el plan de rescate del Banco Galicia, primer banco privado argentino adquiriendo deuda de esta entidad.

También vienen colaborando activamente con el Banco Central Argentino (BCA), para lograr estabilizar el peso frente al dólar. En tanto que las empresas, se encuentran en la misma buena disposición, colaborando estrechamente con las autoridades económicas, cumpliendo aquellas medidas extraordinarias que le vienen siendo impuestas, como los pagos de los tributos por adelantado y los impuestos especiales a la exportación, o la revisión de los contratos de servicios. Bancos y empresas, vienen contribuyendo a las arcas públicas desde los inicios de esta crisis.

Nos referimos en la novena lección

Las reformas hay que cumplirlas. Argentina durante el 2001, logró uno de los ajustes fiscales y macroeconómicos más impresionantes que se haya realizado, con recortes profundos en los salarios públicos, las pensiones y en los programas de la seguridad social. Además se le acompañó con medidas creativas y valientes para mejorar la estructura de la deuda externa y reducir los desequilibrios comerciales externos, consiguiendo en dos ocasiones durante este mismo año recibir el apoyo del Fondo Monetario Internacional.

Esta relación cambiaria, realmente es el termómetro económico del país, pues depende donde se estabilice finalmente el tipo de cambio y se pueda presentar un déficit menor, más realista con las circunstancias, para que se pueda hablar de un freno en el deterioro, para dar paso al restablecimiento de la actividad económica en todas sus dimensiones. Eso sí, siempre y cuando se consiga que el FMI acceda a desembolsar los primeros 9.000 mil millones de dólares puede que se produzca hacia finales de abril o primeros de mayo.

La ayuda por parte del FMI, se halla en una crítica situación, pues el cambio de filosofía es evidente. Su Subdirectora General, Anne Krueger, lo ha señalado muy claramente: «No podemos inyectar nuevos fondos, en algo que no tenemos la esperanza de que pueda resultar una promesa de crecimiento y vuelta a la normalidad, sin que se realicen los cambios señalados por el FMI».

Los cambios son: incluir políticas fiscales y monetarias sostenibles, un régimen de cambio que funcione, nuevas ley de bancarrota y de subversión económica, junto a restricciones importantes en los presupuestos de las provincias (60%), junto al levantamiento de las restricciones bancarias existentes actualmente (en parte las restricciones que mantenía el corralito ya se han realizado).

Seguramente la lección undécima es la más difícil

Las «soluciones». Éstas son sin dudas complejas, pero posibles. Una de las que más fuerza está tomando para la solución a la crisis es hartamente conocida. Me refiero a la clásica, es decir, como consecuencia directa de la devaluación del peso, las exportaciones argentinas ganarán competitividad, la cual permitirá impulsar esta parte más dinámica de la economía que a su vez trasladará esta capacidad productiva a los demás sectores.

Con el saldo comercial favorable positivo, podría levantarse la suspensión de pagos de la deuda externa, se recupere la confianza de los mercados y con ello, comience realmente a funcionar el aparato productivo, que es lo realmente importante y que tan descuidado ha estado en los sucesivos planes del gobierno.

«Argentina, necesita urgentemente un gran acuerdo, pacto, consenso o unidad de acción» para el dictamen de salvación, pues es patente que se desea, cual ave de Fénix, que a partir de las cenizas, de haber tocado un insospechado fondo, se pueda rehacer el país. Todos desean contar con una economía más ordenada y equitativa, incentivar el consumo, las inversiones nacionales y extranjeras, contar con empresas competitivas, evitar las repetidas crisis sistémicas del sistema financiero y definitivamente, buscar la fiabilidad y control de las cuentas nacionales, en una palabra; una economía sólida, solvente, dinámica, eficiente y equitativa.

Finalmente, una lección singular, la renovación político-institucional. Si no se cuenta con una «nueva clase política», no será posible la construcción de lo expuesto anteriormente, pues lo nuevo no puede nacer de lo mismo. Para los empresarios, para la dirigencia, queda el gran desafío de «crear riqueza» desde sus capacidades emprendedoras, de innovación y recta gestión.

En cuanto a los trabajadores, queda algo bastante «trascendente »: la responsabilidad de encarar los sacrificios que hay que asumir en beneficio de las siguientes generaciones, sus hijos. Y en general, dirigentes y dirigidos, deben comenzar dando pequeños pasos, para lograr los «grandes cambios que muy conscientemente» es el deseo común de los argentinos.

Pero eso sí, tiene que arraigarse el concepto de trabajo como arma fundamental para restablecer el crecimiento económico, y restablecer ante todo su «propia» confianza en sí mismos, pues deben ser conscientes de que ellos mismos son los únicos «responsables de su suerte».

VII. LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN ECONÓMICA ENAMÉRICA LATINA. DEL PANAMERICANISMO AL ALCA. IMPLICACIONES PARA LA UNIÓN EUROPEA Y ESPAÑA

Dentro de la actual dinámica económica integradora y globalizadora, que persigue una supresión de las barreras arancelarias y una mayor facilidad para los acuerdos y transacciones comerciales entre países, cuyos ejemplos más destacados son la Unión Europea, Mercosur y Nafta, se enmarca el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA).

El Panamericanismo careció siempre de ideología. Para unos, no fue sino una pantalla del imperialismo; para otros, la expresión de una comunidad internacional basada en unos intereses comunes». El afán moral de exportar el modelo socio-económico y político de Estados Unidos, acabaría confundiéndose rápidamente con una clara vocación de expansionismo territorial y de hegemonismo económico.

Ya en 1881, el secretario de Estado, John Baine, lanzaba la idea de una Conferencia Panamericana ya que, opinaba, «las cosas habían madurado y se acercaba el momento en que Estados Unidos podría desplazar a Europa en el comercio con América». Pero volviendo a la Primera Conferencia Panamericana, además de fijar mecanismos de recurso al arbitraje como medio de solución pacífica de conflictos interamericanos, supuso la creación de la Unión Internacional de Repúblicas Americanas, con sede en Washington y que luego tomaría el nombre de Unión Panamericana.

La guerra hispano-norteamericana de 1898 interrumpió el desarrollo de ese proceso, y lo reemplazó por una actitud impositiva que, para buscar aliados en su penetración económica, no dudó en apoyar gobiernos no democráticos. Esa política contribuyó decisivamente al surgimiento del anti-imperialismo latinoamericano, que alcanzó su apogeo en la revolución cubana de 1959 y sus secuelas guerrilleras continentales a lo largo de la Guerra Fría.

La idea fuerza es crear desde Alaska la Tierra del Fuego una zona donde circulen libremente «capitales y mercancías». El ALCA comprendería las economías de los 34 países del continente americano (todos, excepto Cuba) para crear el mayor área de libre comercio del mundo. Entre los rasgos más significativos se puede mencionar:

– 780 millones de personas.

– 20 % del comercio mundial.

– 40 % del PIB mundial.

– El PIB del ALCA es mayor en un 30 % al de la UE.

El proyecto tiene una clara impronta anglosajona. No pretende, en un principio, crear ningún tipo de integración política, social, humana o institucional como sucede con la Unión Europea (si bien en sus comienzos fue la creación de la CECA, que únicamente cubría los aspectos comerciales y de materias primas). Se trata, tan sólo, de eliminar barreras arancelarias y trabas burocráticas al intercambio de inversiones y productos, algo que ya tiene México, EE.UU. y Canadá con el Tratado de Libre Comercio (TLC) y que se ha traducido en un sólido crecimiento del país azteca.

No obstante, las negociaciones para que el ALCA sea una realidad se presentan complicadas. Así, las potencias económicas del Norte (EE.UU. y Canadá) exigen el cumplimiento de normas laborales, medioambientales y sanitarias que suponen, de hecho, altas barreras para la comercialización de los productos de los países menos desarrollados. Por su parte, los países del Sur, con Brasil a la cabeza, tratan de proteger sus mercados e industrias con altos aranceles y subvenciones que les otorguen una clara ventaja frente a otros países de su entorno.

El ALCA. Acuerdos e implicaciones del Tratado

Uno de los puntos significativos de aquella primera idea era el compromiso en materia de inversiones, incluyendo la creación de un fondo multilateral para promover las mismas en la región, de manera tal que la liberalización comercial pudiera venir acompañada de una apertura a las inversiones directas que permitieran un aumento en la productividad.

Tras la I Cumbre, los ministros de 34 países se han reunido 4 veces: la primera vez fue en junio de 1995 en Denver (EE.UU.), la segunda en Cartagena (Colombia), la tercera en mayo de 1997 en Belo Horizonte (Brasil) y una cuarta en marzo de 1998 en San José (Costa Rica).

En la tercera de estas reuniones se creó un Comité Preparatorio integrado por los 34 viceministros responsables del área de comercio, con el fin de intensificar esfuerzos y transformar los grupos de trabajo en grupos de negociación. Estos grupos impulsaron los siguientes temas: establecimiento de un régimen común de inversiones, compras del sector público, política de competencia, agricultura, acceso a mercados, servicios, subsidios, antidumping y derechos compensatorios.

Los ministros solicitaron que las negociaciones fueran relanzadas durante la II Cumbre de las Américas, a realizarse en Santiago de Chile en mayo de 1998. Se reiteró el compromiso de que el ALCA tome en cuenta la agenda económica y social acordada en la Cumbre de Miami y de conseguir progresos concretos en el año 2000 (como la adopción de medidas específicas antes de final del siglo que faciliten el comercio).

La III Cumbre de las Américas, desarrollada entre el 20 y el 22 de abril del año 2001 en la ciudad de Quebec, ha ratificado el compromiso suscrito por parte de los 34 países del continente americano (todos, excepto Cuba) de crear un área de libre comercio para toda la región en el año 2005.

Hay que señalar que la primera condición para el éxito de las negociaciones es la autorización para promover nuevos acuerdos comerciales (el antiguo fast track o vía rápida) que el presidente de EE.UU., George Bush, se ha comprometido en Quebec a conseguir antes de final de año. En este sentido, es necesario indicar que la última vez que el Congreso concedió esta autorización fue a George Bush padre, lo que permitió firmar el Tratado de Libre Comercio con México y Canadá. Los países latinoamericanos lo exigen para evitar que las Cámaras estadounidenses puedan modificar.

A pesar de este requisito, la Cumbre canadiense concluyó con la aprobación del libre comercio continental, comprometiéndose la totalidad de países a finalizar las negociaciones del ALCA antes del mes de enero del año 2005 con la intención de hacerlo efectivo en diciembre de ese mismo año. Este proceso de liberalización comercial está

Pensado que sea desarrollado por la Organización de Estados Americanos (OEA) o, incluso, el propio Banco Interamericano de Desarrollo (BID).

En el desarrollo de esta Cumbre, los negociadores se han encontrado con un importante y trascendental cambio en la posición que, hasta ahora, venía manteniendo el coloso americano y que pretendía que el Tratado de Libre Comercio fuera efectivo en 2003, frente a la postura que defendían los países iberoamericanos de formalizar el acuerdo para su puesta en marcha en el año 2005.

Los mandatarios de todos los países americanos han aprobado en el desarrollo de estas reuniones una medida, la llamada «cláusula democrática», propuesta por Argentina, y según la cual serán apartados del ALCA todos aquellos países que se alejen de la senda democrática (estos países tendrán, además, negado el acceso a los préstamos del Banco Interamericano de Desarrollo).

Habría que referirse, además, a los obstáculos de carácter estructural y que arrojan algunos interrogantes sobre el ALCA. Entre éstos, destacan el todavía alto grado de proteccionismo de esas economías. En relación con esto, en EE.UU. existen fuertes intereses económicos en algunos sectores productivos (por ejemplo, agricultura, ganadería o industria del acero), contrarios a una liberalización comercial.

Los argumentos esgrimidos ante la opinión pública para su rechazo son los efectos negativos que se pueden generar en ámbitos como el medio ambiente, la protección laboral o los derechos de propiedad intelectual. Otro sector clave y conflictivo para el ALCA es el agrícola, uno de los problemas de más difícil solución debido a los intereses antagónicos entre EE.UU. y otros importantes productores agrícolas y ganaderos de la región, en especial los integrantes de Mercosur. Éstos últimos se quejan de que los norteamericanos mantienen aranceles muy elevados y cuotas que traban la importación de sus productos, de las barreras no arancelarias existentes y de su régimen de subsidios.

La entrada de América en la modernidad del siglo XXI requiere pasos previos hacia la cohesión latinoamericana. El problema, quizá más acuciante, sea la recuperación de Mercosur, lastrado por la crisis argentina. Las dificultades económicas de Argentina hicieron que el entonces Ministro de Economía argentino, Domingo Cavallo, de incluir el euro en el sistema de paridad peso-dólar y su decisión unilateral de subir aranceles comerciales no sólo dañan (en principio) la unión aduanera, sino que dejan fuera de juego a Brasil en su papel de contrapeso frente a Washington y, en concreto, en su petición de que Estados Unidos modere sus normas antidumping y abra su sector agrícola a la competencia.

Habría que referirse, además, a los obstáculos de carácter estructural y que arroja algunos interrogantes sobre el ALCA. Entre éstos, destacan el todavía alto grado de proteccionismo de esas economías. En relación con esto, en EE.UU. existen fuertes intereses económicos en algunos sectores productivos (por ejemplo, agricultura, ganadería o industria del acero), contrarios a una liberalización comercial.

Otro sector clave y conflictivo para el ALCA es el agrícola, uno de los problemas de más difícil solución debido a los intereses antagónicos entre EE.UU. y otros importantes productores agrícolas y ganaderos de la región, en especial los integrantes de Mercosur. Éstos últimos se quejan de que los norteamericanos mantienen aranceles muy elevados y cuotas que traban la importación de sus productos, de las barreras no arancelarias existentes y de su régimen de subsidios.

El ALCA y la vía rápida

Como ya se mencionó, una de las condiciones previas para que el Tratado del ALCA se materialice en la práctica es que la Administración norteamericana consiga la autorización conocida como fast track que le permita negociar acuerdos internacionales de comercio por la vía rápida. el Senado norteamericano, controlado por la oposición demócrata, alcanzó un principio de acuerdo por el que se concede a la Casa Blanca la Autoridad de Promoción Comercial (Trade Promotion Authority), denominada comúnmente vía rápida (fast track). La oposición demócrata exigió cláusulas de protección contra importaciones consideradas desleales. Tras superarse este obstáculo, y consiguiendo además que en el acuerdo se incluyeran mayores ayudas públicas por el desempleo derivado de la competencia internacional, el grupo demócrata ha dado la autorización mencionada.

Las nuevas motivaciones de EE.UU. y América Latina

América Latina es un mercado de gran dinamismo para los EEUU y uno de los pocos con los que registra un balance comercial con saldo positivo, y se ha transformado de manera creciente en un importante destino de IED norteamericana. Por último, las negociaciones del ALCA permitirían contrarrestar efectos de desvío comercial que podrían ocasionar los nuevos acuerdos regionales intralatinoamericanos o las negociaciones en curso con la UE (UE/Mercosur).

Teniendo en cuenta las ventajas e inconvenientes que la negociación e implementación del ALCA impone a los procesos en marcha de integración en América Latina (especialmente el caso del MERCOSUR) podemos mencionar los siguientes:

En primer lugar, la posibilidad de eliminar o disminuir subsidios agrícolas y restricciones que distorsionan el comercio de productos agropecuarios en el hemisferio y la eliminación de barreras no arancelarias que no favorecen las preferencias arancelarias contenidas en el Sistema General de Preferencias.

En segundo lugar, crear una suerte de «lock-in» sobre los procesos de apertura comercial unilateral e impulsar un mayor ritmo en la profundización de la integración intrarregional. Por último, la posición negociadora ante otros importantes socios comerciales como la UE se ve favorecida.

El ALCA. Implicaciones para la Unión Europea

La institucionalización del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), supone una seria amenaza para el mercado europeo. La Unión Europea corre el peligro de perder gran parte de los espacios ganados en los mercados iberoamericanos frente al «impulso» de Estados Unidos en el acuerdo del ALCA.

Ante esta tesitura, la UE deberá evitar que sus empresas accedan a esos mercados en condiciones de desventaja respecto a las estadounidenses y, para ello, deberán concluir con la mayor urgencia las negociaciones entabladas con Mercosur, Pacto Andino y Centroamérica.

El Mercosur es el principal socio de la UE en América Latina (en 1998 representó más de la mitad de los flujos comerciales birregionales y de la IED europea en la región). Por su parte la UE aporta más de una cuarta parte de las exportaciones e importaciones del Mercosur, perfilándose como su socio comercial e inversor principal. A pesar de ello, las reuniones celebradas han concluido con escasos resultados.

  • 1. El ALCA. Implicaciones para España

El ALCA puede anticiparse si definitivamente entra en funcionamiento en el 2005, golpeando con fuerza a los tratados de la UE-México y UE-Chile. Con relación a este segundo tratado, hay que destacar su culminación durante la II Cumbre Unión Europea, América Latina y Caribe, celebrada en Madrid a mediados de mayo de 2002, con motivo del semestre de la Presidencia comunitaria española.

Durante esta II Cumbre, continuación de los celebrados tres años atrás en Río de Janeiro, se cerraron definitivamente las negociaciones entre la Unión Europea y Chile. El Acuerdo de Asociación entre Europa y Chile, crea una ambiciosa zona de libre comercio (ZLC), y vuelve a poner de manifiesto el compromiso e interés de la Unión Europea por Latinoamérica. Pero la Cumbre sirvió además para adelantar el proceso de asociación birregional.

Se fijaron las líneas básicas para que, a partir del 2004, se abran las vías de negociación necesarias para alcanzar un acuerdo definitivo de carácter bilateral, basado en el libre comercio. Igualmente, los Quince hicieron hincapié en el necesario impulso institucional que el Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) debe hacer para asociarse con fuerza en la Unión Europea. Mercosur representa para la Unión Europea la mitad de su comercio con América Latina, y a su vez para el Mercosur la Unión es su principal socio comercial. La aceleración en el crecimiento de las exportaciones es fundamental para que Mercosur consolide su proceso de integración regional y de modernización.

Convergencia Económica e Integración

Si bien es cierto que un análisis sobre el ALCA debe descansar en una descripción detallada de los acontecimientos y cuestiones relacionadas con las características económicas de los países involucrados, también resulta oportuno avanzar en algunas líneas finalistas del análisis y, en ese sentido, resulta necesario hacer una reflexión sobre la posibilidad de que un esquema de esta naturaleza logre consolidar un proceso de convergencia económica real que implique una mejora en el bienestar de las sociedades más atrasadas sin impedir el crecimiento de los países más adelantados.

EL CONCEPTO DE CONVERGENCIA

La convergencia, especialmente entre las economías desarrolladas, ha provocado un auge de literatura tendente a mostrar el acortamiento de las distancias entre los países. Si bien los instrumentos parecen novedosos, es bueno recordar que la preocupación sobre este tema ya había sido descubierta por autores que se preguntaban por qué algunos países toman la delantera y terminan siendo alcanzados por otros que venían más retrasados.

Una de las respuestas bastante obvia era que los países atrasados requerían de un menor esfuerzo para incorporar la tecnología moderna si eran capaces de imitar a las naciones que se habían industrializado al analizar los datos en una amplia muestra de países, Dejando de lado los antecedentes históricos, se puede considerar que el interés actual por la convergencia tiene su origen en la discusión sobre dos familias de modelos de crecimiento económico.

El primero de ellos (modelos neoclásicos de crecimiento), postula que los países pobres tienen una ventaja sobre el resto ya que crecen más deprisa que los países ricos, lo cual no asegura la completa igualdad pero sí al menos, una tendencia hacia la estabilización a largo plazo. El segundo grupo (modelos endógenos), por el contrario, afirma que el conjunto de países ricos crece más deprisa y por lo tanto el grado de desigualdad es cada vez mayor.

Se constataba que había existido un incremento de la desigualdad internacional y que había, a su vez, un cierto grado de convergencia en las economías desarrolladas. Un estudio sobre crecimiento económico realizado por Heston y Summers con datos de 1960-1985 sobre 130 países demostraba que no se cumplía la hipótesis de convergencia neoclásica ni la tendencia hacia una reducción de la dispersión de renta per cápita entre grupos de economías.

CONVERGENCIA E INTEGRACIÓN ECONÓMICA

Si bien la noción de convergencia incluye una serie de análisis que pueden afectar el camino del crecimiento en los distintos países (regiones) la cuestión de fondo que nos ocupa en este capítulo tiene que ver con la influencia que tiene la integración económica sobre la noción de convergencia.

Sin embargo, el proceso de integración implica algunos problemas: en primer lugar, debe considerarse el impacto diferencial de los procesos de integración sobre los sectores económicos y sobre las distintas regiones. En segundo lugar, la integración necesita de un esfuerzo considerable de armonización de las instituciones y de las políticas. Problemas que posiblemente pueden posponer uno de los objetivos esenciales del proceso de integración: aumentar el nivel de vida de los ciudadanos miembros del bloque y mejorar, a través de los procesos de cohesión social, las disparidades existentes en los niveles de vida de la población.

MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS: EL NUEVO REGIONALISMO EN AMÉRICA LATINA

Desde la independencia, la integración regional ha surgido repetidas veces de una forma u otra en las agendas de los países de América Latina y el Caribe. Las iniciativas han variado en sus objetivos: desde ambiciosas uniones políticas hasta simples acuerdos de libre comercio de bienes. Sin embargo, aunque los esfuerzos para «unirnos» con los vecinos parecen ser una característica definitoria de nuestra historia, la meta nos ha sido esquiva.

Una y otra vez, las iniciativas regionales han fracasado a causa de factores tales como conflictos políticos y militares, la distribución desigual de los beneficios entre los socios, un diseño e implementación inadecuada, la inestabilidad y las crisis macroeconómicas, o los obstáculos de la naturaleza.

En este nuevo escenario, la integración regional puede crear un ambiente que permita profundizar las reformas de liberalización, alentando la transformación productiva y fortaleciendo la cooperación, lo que puede generar de forma más rápida beneficios netos para todos.

PARTE II

Una década de inversiones españolas en América Latina (1990-2000)

España, durante los últimos veinte años y especialmente en la última década del pasado siglo, ha realizado loablemente la mayor transformación económica de los últimos tiempos; consecuencia de su apertura al exterior y muy significativamente, como producto de su internacionalización empresarial en América Latina.

LAS INVERSIONES ESPAÑOLAS EN AMÉRICA LATINA

La opción latinoamericana En su memoria sobre qué colonias

España «es un país dominado por el capital extranjero, que depende cada vez más estrechamente de las grandes potencias para asegurar su equilibrio económico, desde hace mucho tiempo ya no es más que una potencia de segundo orden.

Ahora con otras coordenadas, ideas, perspectivas e ilusiones, que confieren a las empresas españolas que se han internacionalizado durante la década inversora dorada» a lo largo y ancho del continente con los vientos de la globalización, perspectivas impensables hace tan solo una década.

Seriamente decididas a ser parte activa y protagonistas de primer nivel en esta economía, que definitivamente se dirige hacia la configuración de un único espacio para competir, el mundo, nuestras empresas han elegido aquél que le resulta más próximo en lo cultural, en lo psicológico, en lo afectivo: América Latina.

América Latina es una gran región del mundo, no sólo por su extensión y por su población, sino por el singular papel económico que desempeña, particularmente relevante en los últimos tiempos. Fue la pieza esencial y necesaria del origen de las formas modernas de la economía en Europa y ha seguido siendo un elemento básico para el desarrollo de la economía internacional.

En este sentido, España puede jugar un papel tan relevante como dinámico en aproximar América Latina al contexto económico y financiero europeo. Pero, indudablemente, no podemos ni debemos sobreestimar la capacidad de la economía española ni de España como país en el contexto europeo e internacional.

La economía española y el PIB

Por primera vez en la historia económica de España, durante el año 2001, el Producto Interior Bruto (PIB), ha pasado la barrera de los 100 billones de pesetas o 600 mil millones de euros. Esta cifra, la sitúa como la octava potencia mundial dentro de los países desarrollados, mientras que la renta per cápita de sus ciudadanos, alcanza el puesto número 26 en términos de poder de compra, que es el mejor instrumento para medirla capacidad real de gasto.

El enorme desarrollo que se ha dado en la riqueza nacional es consecuencia de factores como el crecimiento de la población activa pero, sobre todo, por el aumento de la productividad del factor trabajo. La productividad, del mismo modo, ha avanzado notablemente debido a las nuevas técnicas de producción, la incorporación sistemática de las nuevas tecnologías y la organización más eficiente en términos económicos del factor trabajo. El aumento del PIB, también tiene mucho que ver con el enorme esfuerzo inversor que se ha hecho durante los últimos 40 años, a lo que ha ayudado, sin duda, el aumento de la inversión pública en infraestructuras, lo cual, en parte, explica el fuerte crecimiento de la deuda del Estado.

Ciertamente, el aumento del PIB durante estos años se ha producido en un contexto de cambios radicales en su composición. El sector servicios, por ejemplo, representaba en 1970 el 46% del PIB, 20 puntos menos de lo que pondera actualmente (ha sido este sector en donde se han realizado los grandes desembolsos en América Latina).

ESPAÑA, PAÍS DE MÁXIMA SOLVENCIA

España ya pertenece al selecto club de los países más solventes del mundo, entre los que figuran EEUU y Alemania, esta nueva situación no sólo supone una gran carga simbólica; también tiene trascendencia práctica. Las consecuencias inmediatas son un fortalecimiento de la confianza de los mercados, un mayor prestigio económico internacional, y, sobre todo, un abaratamiento de los intereses para el erario público.

No cabe duda de que el Gobierno ha saneado las cuentas públicas hasta el punto de que España es el primer país grande de la zona del euro en alcanzar el equilibrio presupuestario, junto a ello, la aprobación de la Ley de Estabilidad Financiera, que permitirá la utilización más eficiente de los fondos públicos, evitando que no se repitan la «fácil» utilización de estos como se manejaron durante primera mitad de los noventa, uniéndose la negativa del Ejecutivo a combatir la actual crisis internacional recurriendo al gasto público.

Presencia española en América Latina

Durante la pasada década, los flujos de inversión extranjera directa (IED)8 hacia América Latina y el Caribe registraron un crecimiento sin precedentes, pasando de los 9.200 millones de dólares de 1990 a los casi 100.000 de 1999. En efecto, durante esa década la inversión extranjera directa ha manifestado un impresionante dinamismo, tanto a nivel internacional como en Latinoamérica.

Su impacto no sólo ha sido considerable desde una perspectiva macroeconómica, sino que también ha permitido la generación de una nueva estructura productiva y de organización industrial, paralelo a un significativo proceso de modernización económica.

En la práctica, las inversiones extranjeras directas presentes en la región se han renovado casi totalmente. Este fenómeno ha estado dominado por cambios trascendentales en el origen, destino y estrategias de los inversionistas extranjeros, destacando los siguientes puntos

• El dominio generalizado de las empresas estadounidenses ha sido neutralizado por la masiva llegada de firmas europeas, principalmente de España, Reino Unido, Francia y los Países Bajos.

• Telecomunicaciones, energía y especialmente finanzas han sido los sectores elegidos por las empresas españolas para situarse en la región, en muchos casos por primera vez.

• A pesar de que el interés de los inversionistas extranjeros se concentró en las mayores economías de la región, se aprecia un incremento gradual de la atención por los países más pequeños, pero Brasil por sus privatizaciones de banca y telecomunicaciones, y México, por sus cambios en sectores como el bancario y comercial, como el Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea, son los más dinámicos a la hora de recibir las grandes inversiones, especialmente por parte de bancos y empresas españolas con la crisis argentina, México se hace más atractivo para los inversionistas españolas.

• La compra de activos existentes, ha sido la modalidad más utilizada por los inversionistas extranjeros para entrar o expandir su presencia en la región. Primero, a través de los masivos programas de privatizaciones y, posteriormente, mediante la adquisición de firmas privadas locales.

Ante este nuevo panorama, las empresas españolas se han convertido en actores principales.

ESPAÑA. EL COMERCIO EXTERIOR CON AMÉRICA LATINA

Durante el año 2000, la mejora de las expectativas de las principales economías del área latinoamericana, tuvo su reflejo en un elevado incremento de las exportaciones españolas a la zona y en el intenso aumento de las importaciones procedentes de la misma, con la consecuente disminución del superávit comercial que España mantiene con relación a dicha área.

Las exportaciones a América Latina durante el 2000 experimentaron un intenso crecimiento en términos nominales con respecto al ejercicio precedente (18,0% frente a 2,2%). No obstante, este avance fue inferior al registrado por el conjunto de las ventas españolas al exterior durante el periodo (19,1%), lo cual implica una ligera pérdida en la participación de las exportaciones españolas al área sobre el total.

Las importaciones españolas con origen en Latinoamérica, se han incrementado intensamente durante el año 2000, con tasas nominales de crecimiento del 30,0% para el conjunto del área (21,5% en 1999). El hecho de que tales ritmos de avance sean superiores a los registrados para el conjunto de compras españolas al exterior, determina un mayor peso de las importaciones procedentes de América Latina sobre el total, hasta representar el 4,1% de las mismas.

Características de la inversión extranjera directa en Latinoamérica

Los volúmenes de inversión, que durante los últimos tiempos han llegado a la región, tienen su origen en los países desarrollados. Esto es así, porque la mayor parte de los flujos netos de inversión extranjera directa en los años recientes nacieron en estos países. Sin embargo, al analizar las zonas de destino de estas inversiones, se aprecia una gran concentración dentro del mundo desarrollado.

Por su parte, los países en desarrollo recibieron durante el 2000 un total estimado de casi 200.000 millones de dólares en inversiones extranjeras directas, cantidad similar a la de 1999. Los países asiáticos, especialmente China, y los latinoamericanos, destacado como principales receptores Brasil y México, concentraron casi el 95% de los flujos de IED hacia las regiones en desarrollo, y se encuentran, por tanto, entre los más favorecidos.

LA INVERSIÓN EXTRANJERA DIRECTA. ANTECEDENTES CONCEPTUALES

Los flujos de inversión extranjera tanto de cartera como directa pueden ser significativos desde varias perspectivas. Desde una perspectiva macroeconómica o de balanza de pagos, los flujos de inversión extranjera pueden ser relevantes para permitir un déficit en la cuenta corriente o incluso para realizar el servicio de la deuda externa, entre otros casos.

Por otro lado, la inversión extranjera, y particularmente la directa, tiene igualmente un impacto a nivel de empresa y de organización industrial a nivel local, regional y nacional. Esta puede tener un efecto positivo en la eficiencia y productividad de las respectivas empresas, así como en el entorno socioeconómico local, regional y nacional.

La implantación de nuevas tecnologías, procesos y estándares, formas de organización, de vinculación intra e interempresa, de comercio intra e interindustrial, así como la integración en y de una red económica y social, pueden llevar a impactos que no necesariamente se vislumbran desde una perspectiva macroeconómica.

Razones de la elección de América Latina como principal destino inversor español

Las razones de por qué América Latina como centro casi exclusivo de los flujos de capital español, son muy variadas, y unas y otras están frecuentemente ligadas. Uno de los grandes determinantes de la opción estratégica latinoamericana, y que no ha perdido fuerza en ninguno de estos años, es su calificativo como región emergente. El potencial de fuerte desarrollo poblacional es una solución al embudo demográfico que sufre nuestro país.

Existen otros factores que han perdido fuerza como motivos de atracción de capitales, pero que en su momento contribuyeron a la salida de flujos españoles hacia la región. Entre estos determinantes coyunturales cabe resaltar, por encima de todos, el cambio de políticas en las economías domésticas durante los años noventa. Las empresas españolas fueron agentes más dinámicos no sólo a la hora de su volumen de inversión, sino también para la reestructuración de las economías domésticas, dada su necesidad de apoyo mutuo.

Otro determinante, también de origen local, lo encontramos en el alto grado de maduración de sectores españoles tales como el financiero o el de las telecomunicaciones. Este factor coyuntural, en el sentido de que, al comienzo de la fase inversora, ésta perseguía en los mercados exteriores un recurso de carácter complementario, cuando las ventas no se comportaban adecuadamente en el mercado nacional.

En quinto lugar, y como en toda inversión internacional, la posibilidad de construir estructuras empresariales diversificadas geográficamente suponen un fuerte atractivo para la salida al exterior de los capitales. Pero en el caso latinoamericano esta capacidad de atracción es aún mayor, gracias a que a la diversificación geográfica se añade la diversificación cíclica. Finalmente, y no menos importante, son todos los elementos que hacen de América Latina una comunidad cultural próxima, y muchas veces compartida, con la española.

Características de la inversión española en Latinoamérica

Durante al menos las dos últimas décadas, la economía española viene registrando un proceso de crecimiento, transformación productiva y tecnológica, basado en la incorporación deliberada y sistémica del progreso técnico. Las grandes inversiones españolas en América Latina, se iniciaron a principio de los años noventa con la presencia de Telefónica e Iberia en los procesos regionales de privatización.

En términos agregados, el sector bancario ha sido un destacado inversionista directo español en el exterior, superado por las grandes inversiones de las empresas de telecomunicaciones y energía. Por lo cual América Latina, es el principal destino de la inversión directa española.

Ello pone de manifiesto la madurez y el desarrollo del mercado español, así como el impulso de la iniciativa empresarial, que decididamente se ha lanzado a la búsqueda de nuevas oportunidades comerciales.

España, sexto país del mundo en inversiones en el exterior 1999

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