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La Guerra Civil Española (1936-1939)



Partes: 1, 2

  1. Desarrollo de la guerra. Fases
  2. Las condiciones de la guerra
  3. La ayuda exterior
  4. Las consecuencias de la guerra civil
  5. Documentos sobre la guerra civil. Zona franquista
  6. Documentos sobre la guerra civil. Zona republicana

Desarrollo de la guerra. Fases

Fase 1ª. El golpe de estado.

En julio de 1.936 el sector del ejército que conspiraba contra el gobierno republicano no quería provocar una larga guerra sino realizar un golpe de estado rápido (de la misma forma que fueron realizados otros tantos por el ejército en el SXIX) que le diera el control de las principales ciudades para poder instaurar un gobierno derechista sin grandes dificultades. Pero el golpe fracasó en las principales ciudades del país debido, principalmente, a la rápida movilización de las masas obreras (Milicianos) encuadradas en sindicatos y partidos de izquierda, mientras que triunfó en zonas amplias de Castilla, Andalucía, Aragón, Galicia…, de manera que esta situación de "igualdad" solo podría resolverse mediante un conflicto más duradero: Una guerra civil de 3 años de duración.

Fase 2ª. La lucha por los enlaces.

La zona sublevada inicialmente estaba dividida en 2 partes: En el N. comprendía Galicia, Castilla-León, Navarra y parte de Aragón (en el interior de esta zona Cantabria y la mayor parte de Asturias y el País Vasco permanecieron fieles a la República). En el S. comprendía parte de Andalucía , Canarias y el Marruecos Español. El objetivo principal de los militares sublevados durante los primeros meses de la guerra fué, en primer lugar, pasar las tropas regulares y de la Legión desde el N. de Africa (a través del Estrecho, que estaba dominado por la Marina, fiel a la República) a la provincia de Cádiz, y después conectar con la zona del N. gracias a un rápido avance por Extremadura.

Las fuerzas republicanas no pudieron impedir ésto (contaban con un ejército improvisado y mal organizado), de manera que en Septiembre de 1.936 los sublevados lograron unir ambas zonas.

Fase 3ª. Las batallas por Madrid.

Una vez enlazadas sus fuerzas, el objetivo principal de los sublevados fué la conquista de Madrid, con la cual suponían que ganarían definitivamente la guerra. En noviembre de 1.936 se produjo el asalto desde el O., pero la ciudad logró resistir. No obstante el Gobierno de la República se desplazaría hacia zonas más seguras en la retaguardia: Valencia, y posteriormente Barcelona.

En los primeros meses de 1.937 se realizaron otras tentativas de tomar Madrid desde otras direcciones, desde el NE (batalla de Guadalajara) y desde el S. (batalla del Jarama), las cuales tampoco tuvieron éxito.

Fase 4ª. Reducción de los frentes cercados (1.937).

Tras fracasar el último intento de la conquista de Madrid, los sublevados dirigieron la guerra en otra dirección: En verano de 1.937 lograron vencer en el Frente Norte al conquistar el País Vasco, Asturias y Santander (a pesar de que los republicanos lanzaron unas contraofensivas en otros frentes, aunque sin éxito: Brunete, Belchite).

Fase 5ª. Batallas de Aragón (1.938).

Al final de 1.937 los republicanos consiguieron tomar Teruel, aunque no podrían retenerlo mucho tiempo: Ya en primavera de 1.938 los sublevados, tras recuperar Teruel, lanzaron una ofensiva cuya misión era llegar al Mediterráneo y cortar la zona republicana en dos, dejando separada Cataluña del resto. Esta ofensiva tuvo éxito, pero en verano de 1.938 los republicanos intentaron su última gran ofensiva para recuperar los territorios perdidos en el S. de Cataluña: la batalla del Ebro. Ésta fué la batalla más dura de la guerra y duró hasta finales de 1.938, pero terminó con el fracaso y el agotamiento definitivo de las fuerzas republicanas.

Fase 6ª. Caída de Cataluña y fin de la guerra (enero-abril de 1.939).

Tras el fracaso de la Batalla del Ebro, Cataluña estaba sentenciada: Entre enero y febrero de 1.939 fué conquistada y 400.000 soldados y civiles tuvieron que refugiarse en Francia escapando de los ejércitos sublevados. En el resto de la zona republicana las fuerzas republicanas se mostraban divididas sobre si debían rendirse incondicionalmente a Franco o bien resistir hasta el final. Prevaleció la primera postura solamente después de vencer la resistencia de los partidarios de la segunda (comunistas): EL 28 de marzo Madrid se entrega a los sublevados y el 1 de abril terminó oficialmente la guerra con la victoria de éstos.

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Las condiciones de la guerra

A las pocas semanas de estallar la guerra España había quedado dividida ya en 2 zonas diferentes con sus gobiernos distintos:

1. La zona sublevada.

Domina casi desde un principio el 50% del territorio y el 30% de la población, por lo tanto las grandes zonas rurales de Castilla, Extremadura, Andalucía, etc. estarán mejor abastecidas de alimentos durante la guerra que las zona fiel a la República, urbana y superpoblada.

En un principio existía el inconveniente de la falta de material de guerra suficiente (armamento, flota, etc.), pero ésto se solucionó pronto gracias a la ayuda masiva de Italia y Alemania. Sin embargo contaba con la ventaja de que gran parte de la oficialidad del ejército apoyó desde el principio loa sublevación. Otra ventaja importante fué que la cohesión de las diversas fuerzas políticas que apoyaban la sublevación fué mucho mayor que la que tenían las fuerzas republicanas: Franco impuso con facilidad su autoridad suprema dentro del ejército sublevado (octubre de 1.936) y, después (abril de 1.937), suprimió todos los partidos políticos y los "unificó" en uno solo (la Falange Española Tradicionalista) del cual sería en lo sucesivo el líder indiscutible, convirtiéndose así en la máxima autoridad militar y política ("Generalísimo" y "Caudillo").

En este aspecto fue fundamental el apoyo que la Iglesia española ofreció a los militares sublevados al justificar su lucha como una "cruzada" sagrada contra los enemigos de la civilización cristiana.

2. La zona republicana.

Controlaba en un principio la zona más poblada del país, por lo que el problema de abastecimiento de alimentos fué cada vez mayor conforme pasaba el tiempo: Los índices de precios al por mayor evolucionaron a lo largo de la guerra de un modo muy diferente en la España republicana (subida de 163 a 2.501) que en la sublevada (subida de 163 a 226). Contaba en un principio con las zonas industriales, la mayor parte de la flota y con masas de milicianos entusiastas, pero poco disciplinados. Sin embargo faltaba algo fundamental para ganar la guerra: oficiales fieles a la legalidad republicana. Así pues, hubo que improvisar un ejército nuevo casi desde cero (en esta labor organizativa destacaron principalmente los comunistas), que pese a todo nunca tendría una organización tan eficaz como el sublevado.

Uno de los mayores inconvenientes fué la desunión de las fuerzas republicanas (partidos republicanos, regionalistas y partidos obreros) que condujo a la aparición de dos posturas diferentes ante la guerra:

a. Los anarquistas y los marxistas anti-estalinistas del Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM): consideraban que había que hacer la revolución a la vez que la guerra (de hecho los anarquistas en las zonas que controlaban impulsaron las "colectividades" poniendo así en práctica sus principios libertarios con más o menos aciertos).

b. El PCE y el PSOE: defendían que todos los esfuerzos se debían dirigir hacia la victoria en la guerra y, por lo tanto, no había que pensar en hacer la revolución simultáneamente, pues esto supondría que muchos sectores antifascistas de la burguesía podrían abandonar la causa de la República.. Sobre todo, los comunistas se presentaban como el partido del orden, la disciplina y la eficacia en la lucha antifascista gracias, en gran parte, a que la ayuda rusa a la República se canalizaba a través de ellos.

Estas dos posturas nunca llegaron a ponerse de acuerdo, sino que la segunda se impuso a la primera a partir de mayo de 1.937 (se produjeron Barcelona enfrentamientos armados entre seguidores de los dos sectores).

Estas diferencias políticas explican la existencia de los diversos gobiernos de la República: a las pocas semanas de la sublevación golpista se creó un gobierno de coalición de todas las fuerzas antifascistas presidido por el socialista Largo Caballero (en él llegaron a formar parte como ministros algunos de los anarquistas más destacados del momento: García Oliver, Montseny…), sin embargo a partir de los sucesos de mayo de 1.937 se crearía un nuevo gobierno presidido por el también socialista Negrín que duraría hasta el final de la guerra.

Este nuevo gobierno (del cual los anarquistas ya no formaron parte) se planteó como objetivo llevar a cabo el esfuerzo de la guerra hasta el límite, pues Negrín pensaba que la guerra a nivel internacional contra las potencias fascistas, la segunda guerra mundial, era inminente, y que así se lograría derrotar a los fascistas en España. Esta política fue firmemente apoyada por el PCE y por un sector del PSOE.

Pero los sectores más derrotistas del ejercíto republicano y del PSOE (Casado, Besteiro..) terminarían protagonizando a finales de marzo de 1.939 un golpe contra el Gobierno de Negrín, con el objetivo de poner fin a la guerra unilateralmente, rindiéndose a Franco sin condiciones (confiaban que éste se comportaría con benevolencia hacia los vencidos). Esto provocó que miles de republicanos que, con buen sentido común, desconfiaban de la benevolencia de Franco, buscasen la huída al extranjero desde puertos como Alicante y Valencia, pero no lo consiguieron. La represión franquista alcanzaria inmediatamente a todos .

El 1 de abril de 1.939 terminó la guerra civil española, el 1 de septiembre del mismo año comenzaria la Segunda guerra mundial.

La ayuda exterior

La intervención extranjera benefició mucho más a los sublevados que a los republicanos:

Los sublevados contaron desde un principio con el apoyo de los regímenes dictatoriales como Italia, Alemania y Portugal: La ayuda italiana en material y tropas fué enorme (60.000 "voluntarios"). La ayuda alemana fué más especializada y técnica: Alemania utilizó la guerra española para adiestrar aviadores y técnicos y ensayar tácticas de guerra que serían utilizados durante la 2ª Guerra Mundial (bombardeo de Guernica).

Los republicanos no encontraron ningún apoyo de los regímenes democráticos como Inglaterra y Francia: el gobierno conservador de Gran Bretaña no simpatizaba con la República Española (demasiado izquierdista para su gusto), y además su postura era la de no molestar a Hitler creyendo que así se evitaría un conflicto directo entre Inglaterra y Alemania. Francia atravesaba una situación interna muy difícil, con unas fuerzas político-sociales al borde de la guerra civil, por lo cual el gobierno francés (presidido por el socialista Blum) consideró que el apoyo de Francia a la República Española podría desencadenarla. A iniciativa de Francia e Inglaterra se creó el "Comité de no intervención" que debía evitar cualquier tipo de apoyo extranjero a ambos bandos contendientes, pero fué totalmente ineficaz para impedir la ayuda que recibían los sublevados. La única ayuda importante, aunque inferior a la de Alemania e Italia, fué la de la URSS, que proporcionó material de guerra y algunos técnicos. En cuanto a tropas, la República tuvo el apoyo de voluntarios antifascistas procedentes de diversos países (las brigadas internacionales), pero su número fué inferior al de los "voluntarios" italianos, alemanes y portugueses.

Las consecuencias de la guerra civil

1) Demográficas:

Según estimaciones de Ramón Tamames, sobre una población aproximada, de 25.000.000 hb., el número de bajas producidas por la guerra fue el siguiente:

. 650.000 muertos por acciones de guerra, represalias, hambre y enfermedades provocadas por la guerra (de todos ellos 500.000 correspondieron a población de la zona republicana).

Con respecto a los muertos por represalias, hubo importantes diferencias cuantitativas y cualitativas. En la zona republicana se contabilizan alrededor de 37.000 asesinatos: religiosos (7.000), terratenientes, caciques, , militares, políticos derechistas.., y la mayor parte de ellos se produjeron en los primeros meses de la guerra por parte de sectores que frecuentemente actuaban fuera del control de las autoridades republicanas (todas estas víctimas obtuvieron un gran reconocimiento por parte del Régimen franquista y sus familiares lograron beneficios y prebendas oficiales). En la zona bajo dominio de las fuerzas sublevadas fueron asesinados cerca de 110.000 personas (campesinos, obreros, maestros, intelectuales, sindicalistas, militantes de partidos de izquierdas..), a lo largo de todo el periodo de la guerra (conforme el ejército franquista iba conquistando nuevos territorios), y se produjeron bajo el control y el consentimiento de las autoridades militares y civiles (gran parte de estas víctimas -hay hasta 30.000 desaparecidos- fueron sepultadas en lugares desconocidos o en fosas comunes fuera de los cementerios, y sus familiares sufrieron durante mucho tiempo una importante marginación y humillaciones de todo tipo, incluso después de terminada la guerra).

. 300.000 emigrantes políticos (todos ellos republicanos) de los que la mayor parte no volverá a España o regresaría muchos años más tarde. Muchos de ellos pertenecían a los sectores más prestigiosos del mundo cultural del país.

. A estas casi 950.000 bajas totales (de ellas 800.000 eran republicanas) hay que añadir el gran número de encarcelados en los primeros años de la postguerra (llegaron a haber hasta 300.000 presos políticos a la vez en 1.940). Aproximadamente 193.000 personas fueron ejecutadas o murieron en prisión, debido a las malas condiciones de la vida carcelaria, entre 1.939 y 1.945. Todos ellos republicanos también.

Así pues, entre muertos y emigrantes políticos hubo aproximadamente 1.293.000 españoles (aproximadamente el 5 % de población) que por apoyar la República sufrieron directamente en sus carnes los efectos de la guerra.

Durante los años de la guerra civil la población del país prácticamente permaneció estancada. La disminución de la natalidad con respecto a los años anteriores fue muy importante (se dejó de crecer aproximadamente en 500.000 personas).

2) Económicas:

A esta importante pérdida del capital humano hay que añadir las enormes pérdidas materiales:

. El coste de la guerra por parte de ambos ejércitos se ha estimado en 300.000 millones de pts. de 1.963 (6.480.000 millones de pts. de 1.998). Para financiar ésto el gobierno republicano gastó las 510 Tm de oro del Banco de España, y el gobierno franquista se endeudó considerablemente con Italia y Alemania.

. Se destruyeron parcial o totalmente el 8 % de las viviendas, el 40 % de los ferrocarriles, el 30 % de la flota mercante.

. Entre 1.935 y 1.939 disminuyó la producción agrícola del país el 21 %, la industrial el 31 %, la Renta Nacional el 25 %, y la Renta Per Cápita el 28 %.

Todo esto supuso la entrada en una larga situación de estancamiento (que afectaría muy penosamente a las condiciones de vida de la mayor parte de la población del país) de la que no se saldría hasta finales de la década de los años 50.

3 Políticas v sociales:

La derrota de la República en 1.939 no supuso el retorno de la monarquía, sino la instauración de una larga dictadura de carácter fascista: el Franquismo. Durante este periodo las conquistas democráticas que aportó la República (derechos y libertades individuales, laicismo, estatutos de autonomía, reforma agraria…) serían suprimidos.

Documentos sobre la guerra civil. Zona franquista

1. EL GOLPE DE ESTADO CONTRA LA REPÚBLICA

1.1. Las primeras manifestaciones de los golpistas

"Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta, de modo que se reduzca lo antes posible a un enemigo fuerte y bien organizado. Desde luego, serán encarcelados los dirigentes de los partidos políticos, sociedades y sindicatos desafectos al movimiento y se les aplicará castigos ejemplares para estrangular los movimientos de rebeldía o huelga."

Circular del general Mola a sus subordinados. (Julio 1936)

"Ni rendimientos, ni abrazos de Vergara, ni pactos, ni nada que no sea la victoria aplastante y definitiva. Después, si el pueblo lo pide, habrá piedad para los equivocados, pero para los que alentaron a sabiendas una guerra de infamia, crueldad y traición, para esos, jamás. Antes que ¡ajusticia de la Historia, la nuestra, la de los patriotas, que ha de ser inmediata y rápida. De todo eso responderemos nosotros con nuestro honor, y, si es preciso, con nuestras vidas."

Alocución radiada por el general Mola. (Julio 1936)

2. LA DEMOLICIÓN DE LAS REFORMAS DE LA REPÚBLICA

2.1. Revocación de la Reforma Agraria. Septiembre 1936.

DECRETO

"Como complemento a las disposiciones que sobre aplicación de la Reforma Agraria se han dictado por esta Junta de Defensa, y para recoger y aclarar situaciones no comprendidas en mencionadas disposiciones de algunas fincas ocupadas,

Como Presidente de la Junta de Defensa Nacional, vengo en decretar lo siguiente:

Artículo primero.-Las fincas intervenidas por el Instituto de Reforma Agraria, no afectadas por el Decreto núm. 128, en las que se dé la circunstancia de que la totalidad de los llamados asentados renuncien a su ocupación, se ofrecen a la disposición de sus propietarios en la misma forma y con sujección a las mismas normas desarrolladas en el expresado Decreto.

Artículo segundo.-Las fincas rústicas invadidas por campesinos o jornaleros, con posterioridad a la fecha de dieciséis de febrero de mil novecientos treinta y seis, cuya situación no haya sido legitimada por la superioridad, y cuyos propietarios deseen recuperarlas para su explotación, se reintegran a la plena disposición de sus dueños, quedando anulados y sin valor, mientras no se renueven por voluntad de las partes los pactos o contratos que, para formalizar la situación creada, hayan podido firmarse. Los propietarios no tendrán la obligación de satisfacer las labores que en las mismas hayan realizado los intrusos.

Dado en Burgos a veinticinco de septiembre de mil novecientos treinta y seis – Miguel Cabanellas."

("Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional de España", Burgos, 28 septiembre 1936.)

2.2. Abolición del Estatuto de Cataluña. Abril 1938.

LEY

"El Alzamiento Nacional significó en el orden político,
la ruptura con todas las instituciones que implicasen negación de los
valores que se intentaba restaurar. Y es claro que, cualquiera que sea la concepción
de la vida local que inspire normas futuras, el Estatuto de Cataluña,
en mala hora concebido por la República, dejó de tener validez,
en el orden jurídico español, desde el día diecisiete de
julio de mil novecientos treinta y seis. No sería preciso, pues, hacer
ninguna declaración en este sentido.

Pero la entrada de nuestras gloriosas armas en territorio catalán plantea el problema, estrictamente administrativo, de deducir las consecuencias prácticas de aquella abrogación. Importa, por consiguiente, restablecer un régimen de derecho público que, de acuerdo con el principio de unidad de la Patria, devuelva a aquellas provincias el honor de ser gobernadas en pie de igualdad con sus hermanas del resto de España.

En consecuencia, a propuesta del Ministro del Interior y previa deliberación del Consejo de Ministros.

DISPONGO:

. Artículo primero. La Administración del Estado, la provincial y la municipal en las provincias de Lérida, Tarragona, Barcelona y Gerona, se regirán por las normas generales aplicables a las demás provincias.

. Artículo segundo. Sin perjuicio de la liquidación del régimen establecido por el Estatuto de Cataluña, se consideran revertidos al Estado la competencia de legislación y ejecución que le corresponde en los territorios de derecho común y los servicios que fueron cedidos a la región catalana en virtud de la Ley de quince de septiembre de mil novecientos treinta y dos.

Así lo dispongo por la presente Ley, dada en Burgos a cinco de abril de mil novecientos treinta y ocho.-II Año Triunfal."

FRANCISCO FRANCO

("Boletín Oficial del Estado" (Burgos), 8 abril 1938.)

3. SUPRESIÓN DE LOS PARTIDOS POLÍTICOS DEL FRENTE POPULAR.

DECRETO

"Durante largo tiempo ha sido España víctima de actuaciones políticas desarrolladas por algunos partidos que, lejos de cooperar a la prosperidad de la Patria, satisfacían ambiciones personales con detrimento del bien común, pero nunca, como en los momentos anteriores al presente ha culminado el antipatriotismo en la formación de entidades que, bajo apariencia política, envenenaron al pueblo con el ofrecimiento de supuestas reivindicaciones sociales, espejuelo para que las masas obreras siguieran a sus dirigentes, quienes las aprovecharon para medrar a su costa, lanzarlas a la perpetración de toda clase de desmanes y cristalizar al fin, en la formación del funesto llamado Frente Popular, de cuyos males, si responsables son las agrupaciones no lo son menos aquéllas personas físicas que, con su actuación «interior o coetánea, directa o indirecta, han sido autores materiales o por inducción de los daños y perjuicios sufridos por el Estado y por los particulares, con motivo de la absurda resistencia sostenida contra el movimiento nacional, por lo que procede adoptar, contra unos y otros, medidas encaminadas a garantizar la responsabilidad que en su día pueda alcanzarles para la indemnización procedente en la inteligencia de que medida elemental y básica de saneamiento es declarar fuera de la ley a las agrupaciones de actividades ilícitas que siempre estuvieron al margen de ella; en vista de lo cual, como Presidente de la Junta de Defensa Nacional y de acuerdo con la misma vengo en decretar:

Artículo primero. -Se declaran fuera de la ley todos los partidos y agrupaciones políticas o sociales, que desde la convocatoria de las elecciones celebradas con fecha dieciséis de febrero del corriente año han integrado el llamado Frente Popular, así como cuantas organizaciones han tomado parte en la oposición hecha a las fuerzas que cooperan al movimiento nacional.

Artículo segundo. -Se decreta la incautación de cuantos bienes muebles, inmuebles, efectos y documentos pertenecieren a los referidos partidos o agrupaciones, pasando todos ellos a la propiedad del Estado.

Artículo tercero. – Los funcionarios públicos y los de empresas subvencionadas por el Estado, la provincia o el municipio o concesionarias de servicios públicos, podrán ser corregidos, suspendidos y destituidos de los cargos que desempeñen cuando aconsejen tales medidas sus actuaciones antipatrióticas o contrarias al movimiento nacional.

Artículo cuarto. – Las correcciones y suspensiones a que se refiere el artículo anterior, serán acordadas por los jefes del centro en que preste sus servicios el funcionario y en su defecto, por el superior jerárquico del corregido, y aquéllos, en su caso, previa la formación del oportuno expediente, propondrán la destitución a la autoridad, empresa o Corporación a quien correspondiera hacer el nombramiento.

Artículo quinto.-Los generales jefes de los Ejércitos de operaciones o los de columna o unidad a quienes éstos hayan dado instrucciones al efecto podrán, en las plazas ocupadas y que en lo sucesivo se ocupen, tomar medidas precautorias encaminadas a evitar posibles ocultaciones o desaparición de bienes de aquellas personas que por su actuación fueran lógicamente responsables directos o subsidiarios, por acción o inducción, de daños y perjuicios de todas clases ocasionadas directamente o como consecuencia de la oposición al triunfo del movimiento nacional.

Artículo sexto.-Las autoridades expresadas remitirán a los Juzgados de primera instancia relación de las personas y bienes que posean y que a su juicio estén comprendidas en el artículo quinto, para que se decrete el embargo de éstos, con arreglo a lo dispuesto en el artículo seiscientos y siguientes de la ley de Enjuiciamiento Criminal y concordantes de la de Enjuiciamiento Civil, quedando subsistentes tales medidas hasta la depuración de las responsabilidades criminales o civiles que se declaren.

Artículo séptimo.-Las medidas precautorias de los dos artículos anteriores se llevarán a efecto no obstante aparecer los bienes enajenados o gravados a favor de personas distintas de los supuestos responsables, siempre que la enajenación o gravamen haya sido hecho en fecha posterior al diecinueve de julio último y a reserva de la convalidación de los mencionados actos.

Artículo adicional. -Para el desarrollo definitivo de las disposiciones contenidas en el presente Decreto, se dictarán las oportunas normas.

Dado en Burgos a trece de septiembre de mil novecientos treinta y seis. – Miguel Cabanellas."

4. CONSAGRACIÓN DE FRANCO COMO "CAUDILLO"

"Francisco Franco, Jefe del Gobierno del Estado Español.

DECRETO

La Junta de Defensa Nacional, creada por Decreto de veinticuatro de julio de mil novecientos treinta y seis, y el régimen provisional de Mandos combinados respondían a las más apremiantes necesidades de la liberación de España.

Organizada con perfecta normalidad la vida civil en las provincias rescatadas, y establecido el enlace entre los varios frentes de los Ejércitos que luchan por la salvación de la Patria, a la vez que por la causa de la civilización, impónese ya un régimen orgánico y eficiente, que responda adecuadamente a la nueva realidad española y prepare con la máxima autoridad, su porvenir.

Razones de todo linaje señalan la alta conveniencia de concentrar en un solo poder todos aquellos que han de conducir a la victoria final y al establecimiento, consolidación y desarrollo del nuevo Estado, con la asistencia fervorosa de la Nación.

En consideración a los motivos expuestos, y segura de interpretar el verdadero sentir nacional esta Junta, al servicio de España, promulga el siguiente

DECRETO

Artículo primero.-En cumplimiento de acuerdo adoptado por la Junta de Defensa Nacional se nombra Jefe del Gobierno del Estado Español al Excelentísimo señor General de División don Francisco Franco Bahamonde, quien asumirá todos los poderes del nuevo Estado.

Artículo segundo.-Se le nombra, asimismo. Generalísimo de las fuerzas nacionales de tierra, mar y aire, y se le confiere el cargo de General Jefe de los ejércitos de operaciones."

1 de octubre de 1.936

5. DECRETO DE UNIFICACIÓN.

"DISPONGO:

Artículo primero. Falange Española y Requetés, con sus actuales servicios y elementos, se integran, bajo Mi Jefatura, en una sola entidad política de carácter nacional, que de momento se denominará Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S.

Esta organización, intermedia entre la Sociedad y el Estado tiene la misión principal de comunicar al Estado el aliento del pueblo y de llevar a éste el pensamiento de aquél a través de las virtudes político-morales de servicio, jerarquía y hermandad.

Son originariamente, y por propio derecho, afiliados de la nueva organización todos los que en el día de la publicación de este Decreto posean el carnet de Falange Española o de la Comunión Tradicionalista, y podrán serlo, previa admisión, los españoles que lo soliciten.

Quedan disueltas las demás organizaciones y partidos políticos"

19 de Abril de 1.937

6. LA ACTITUD DE UNAMUNO

12 de octubre 1936. Millán Astray, general del ejército fascista, interviene en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. Miguel de Unamuno le responde:

«… Acabo de oir el grito necrófilo y sin sentido de ¡Viva la muerte!. Esto me suena lo mismo que ¡Muera la vida! Y yo que he pasado toda la vida creando paradojas que provocaron el enojo de los que no las comprendieron, he de deciros, con la autoridad en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. Puesto que fue proclamada en homenaje al último orador, entiendo que fue dirigida a él, si bien de una forma excesiva y tortuosa, como testimonio de que él mismo es un símbolo de la muerte.

»¡Y otra cosa! El general Millán Astray es un inválido. No es preciso decirlo en un tono mas bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero los extremos no sirven como norma. Desgraciadamente hay hoy demasiados inválidos en España. Y pronto habrá si Dios no nos ayuda… Me duele pensar que el general Millán Astray pueda dictar normas de psicología de las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre -no un superhombre- viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido como dije, que carezca de esa superioridad del espíritu, suele sentirse aliviado viendo cómo aumenta el número de mutilados alrededor de él.

El general Millán Astray no es uno de los espíritus selectos, aunque sea impopular o, quizá por esta misma razón porque es impopular. El general Millán Astray qusiera crear una España nueva -creación negativa sin duda- según su propia imagen. Y por ello desearía ver España mutilada, como inconscientemente dio a entender.»

Millán Astray interrumpe a Unamuno: «¡Mueran los intelectuales" ¡Viva la muerte!.» En el tumulto posterior, Unamuno se hace oir.

«Este es templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: la razón y derecho en la lucha. Me parece inútil que penséis en España. He dicho.»

7. LA REPRESIÓN EN LA ZONA INSURRECTA

"En el barrio de pescadores de San Pedro de Agaete [Canarias] se declaró una huelga marinera y, la misma noche en que fue aplastada la resistencia, se presentaron los falangistas con Manuel Trujillo y sus hermanos -que eran propietarios de los barcos para los que trabajaban los pescadores huelguistas- y detuvieron a unos ochenta hombres, los cuales, en vez de ser trasladados al campo de concentración de la Isleta o a la prisión provincial, fueron lanzados a la sima de Jinámar, después de ser torturados en la checa falangista de la calle Luis Antúnez. Este barrio marinero pasó a llamarse el barrio de las viudas."

ALBERTO REIG TAPIA.

"Excelentísimo señor:

Yo, Antonio Pildain Zapiain, obispo de la diócesis apostólica de las Palmas, me veo en la obligación, como pastor de almas y padre espiritual de los canarios, de pediros la conmutación de la pena capital de Juan García Suárez, condenado a muerte en un consejo de guerra celebrado en esta plaza. Esta muerte sería muy mal vista en Canarias, donde no pasó nada, teniendo en cuenta que todas las barbaridades que aquí se cometieron fueron por parte de los nacionales y no de los republicanos. No querría insistir mucho al recordar a V.E. todo lo que pasó en esta isla, y especialmente en la sima de Jinámar, donde murieron miles de personas"

Carta de petición de indulto de 1957 del obispo de Las Palmas a Franco, que no fue atendida.

8. LA INTERVENCIÓN EXTRANJERA

8.1. La ayuda de Mussolini

"En España ya se han formado dos frentes. Con uno están los alemanes e italianos; con otro los franceses, belgas y rusos. El Duce está de acuerdo con Hitler en opinar que la determinación de los dos frentes es ya un hecho consumado. Italia ha apoyado y sigue apoyando a los españoles sin condiciones […]: Nuestra acción en España es una prueba efectiva de nuestra participación en la lucha antibolchevique."

Galeazzo Cianno, mínistro italiano de Asuntos Exteriores

9. LA JUSTIFICACIÓN IDEOLÓGICA DEL GOLPE MILITAR POR PARTE DE LA IGLESIA: LA "CRUZADA" CONTRA LOS ENEMIGOS DE LOS VALORES CRISTIANOS

9.1. CARTA COLECTIVA DEL EPISCOPADO ESPAÑOL. 1.937

"El alzamiento militar y la revolución comunista

El 18 de julio del año pasado se realizó el alzamiento militar y estalló la guerra que aún dura. Pero nótese, primero, que la sublevación militar no se produjo, ya desde sus comienzos, sin colaboración con el pueblo sano, que se incorporó en grandes masas al movimiento que, por ello, debe calificarse de cívico-militar; y segundo, que este movimiento y la revolución comunista son dos hechos que no pueden separarse, si se quiere enjuiciar debidamente la naturaleza de la guerra. Coincidentes en el mismo momento inicial del choque, marcan desde el principio la división profunda de las dos Españas que se batirán en los campos de batalla.

Aún hay más: el movimiento no se produjo sin que los que lo iniciaron intimaran previamente a los poderes públicos a oponerse por los recursos legales a la revolución marxista inminente. La tentativa fue ineficaz y estalló el conflicto, chocando las fuerzas cívico-militares, desde el primer instante, no tanto con las fuerzas gubernamentales que intentaran reducirlo como con la furia desencadenada de unas milicias populares que al amparo por lo menos de la pasividad gubernamental, encuadrándose en los mandos oficiales del Ejército y utilizando, a más del que ilegítimamente poseían, el armamento de los parques del Estado, se arrojaron como avalancha destructora contra todo lo que constituye un sostén en la sociedad.

Esta es la característica de la reacción obrada en el campo gubernamental contra el alzamiento cívico-militar. Es, ciertamente, un contraataque por parte de las fuerzas fieles al Gobierno; pero es, ante todo, una lucha en comandita con las fuerzas anárquicas que se sumaron a ellas y que con ellas pelearán juntas hasta el fin de la guerra. Rusia, lo sabe el mundo, se injertó en el Ejército gubernamental tomando parte en sus mandos, y fue a fondo, aunque conservándose la apariencia del Gobierno del Frente Popular, a la implantación del régimen comunista por la subversión del orden social establecido. Al juzgar de la legitimidad del movimiento nacional, no podrá prescindirse de la intervención, por la parte contraria, de estas "milicias anárquicas, incontrolables" -es la palabra de un ministro del Gobierno de Madrid-, cuyo poder hubiese prevalecido sobre la nación.

Y porque Dios es el más profundo cimiento de una sociedad bien ordenada -lo era de la nación española- la revolución comunista, aliada de los ejércitos del Gobierno, fue, sobre todo, antidivina. Se cerraba así el ciclo de la legislación laica de la Constitución de 1931 con la destrucción de cuanto era cosa de Dios. Salvamos toda intervención personal de quienes no han militado conscientemente bajo este signo; sólo trazamos la trayectoria general de los hechos.

Por esto se produjo en el alma nacional una reacción de tipo religioso, correspondiente a la acción nihilista y destructora de los sin-Dios. Y España quedó dividida en dos grandes bandos militantes; cada uno de ellos fue como el aglutinante de cada una de las dos tendencias profundamente populares; y a su alrededor, y colaborando con ellos, polarizaron, en forma de milicias voluntarias y de asistencias y servicios de retaguardia, las fuerzas opuestas que tenían, dividida la nación.

La guerra es, pues, como un plebiscito armado. La lucha blanca de los comicios de febrero de 1936, en que la falta de conciencia política del Gobierno nacional dio arbitrariamente a las fuerzas revolucionarias un triunfo que no habían logrado en las urnas, se transformó, por la contienda cívico-militar, en la lucha cruenta de un pueblo partido en dos tendencias: la espiritual, del lado de los sublevados, que salió a la defensa de orden, la paz social, la civilización tradicional y la patria, y muy ostensiblemente en un gran sector, para la defensa de la religión; y de la otra parte, la materialista, llámese marxista, comunista o anarquista, que quiso sustituir la vieja civilización de España con todos sus factores, por la novísima "civilización" de los soviets rusos.

Las ulteriores complicaciones de la guerra no han variado mas que accidentalmente su carácter: el internacionalismo comunista ha corrido al territorio español en ayuda del ejército y pueblo marxista; como, por la natural exigencia de la defensa y por consideraciones de carácter internacional, han venido en ayuda de la España tradicional armas y hombres de otros países extranjeros. Pero los núcleos nacionales siguen igual, aunque la contienda, siendo profundamente popular, haya llegado a revestir caracteres de lucha internacional.

Por esto observadores perspicaces han podido escribir estas palabras sobre nuestra guerra: "Es una carrera de velocidad entre el bolchevismo y la civilización cristiana." "Una etapa nueva y tal vez decisiva en la lucha entablada entre la Revolución y el Orden." "Una lucha internacional en un campo de batalla nacional; el comunismo libra en la Península una formidable batalla, de la que depende la suerte de Europa."

No hemos hecho más que un esbozo histórico, del que se deriva esta afirmación: El alzamiento cívico-militar fue en su origen un movimiento nacional de defensa de los principios fundamentales de toda sociedad civilizada; en su desarrollo, lo ha sido contra la anarquía coaligada con las fuerzas al servicio de un gobierno que no supo o no quiso tutelar aquellos principios.

Consecuencia de esta afirmación son las conclusiones siguientes:

Primera: Que la Iglesia, a pesar de su espíritu de paz, y de no haber querido la guerra ni haber colaborado en ella, no podía ser indiferente en la lucha: se lo impedían su doctrina y su espíritu, el sentido de conservación y la experiencia de Rusia. De una parte se suprimía a Dios, cuya obra ha de realizar la Iglesia en el mundo y se causaba a la misma un daño inmenso, en personas, cosas y derechos, como tal vez no lo haya sufrido institución alguna en la historia; de la otra, cualesquiera que fueren los humanos defectos, estaba el esfuerzo por la conservación del viejo espíritu, español y cristiano.

Segunda: La Iglesia, con ello, no ha podido hacerse solidaria de conductas, tendencias o intenciones que, en el presente o en lo porvenir, pudiesen desnaturalizar la noble fisonomía del movimiento nacional, en su origen, manifestaciones y fines.

Tercera: Afirmamos que el levantamiento cívico-militar ha tenido en el fondo de la conciencia popular un doble arraigo: el del sentido patriótico, que ha visto en él la única manera de levantar a España y evitar su ruina definitiva; y el sentido religioso, que lo consideró como la fuerza que debía reducir a la impotencia a los enemigos de Dios, y como la garantía de la continuidad de su fe y de la práctica de su religión.

Cuarta: Hoy por hoy, no hay en España más esperanza para reconquistar la justicia y la paz y los bienes que de ellas derivan, que el triunfo del movimiento nacional. Tal vez hoy menos que en los comienzos de la guerra, porque el bando contrario, a pesar de todos los esfuerzos de sus hombres de gobierno, no ofrece garantías de estabilidad política y social.

El movimiento nacional: sus caracteres.

Demos ahora un esbozo del carácter del movimiento llamado "nacional". Creemos justa esta denominación. Primero, por su espíritu; porque la nación española estaba disociada, en su inmensa mayoría, de una situación estatal que no supo encarnar sus profundas necesidades y aspiraciones; y el movimiento fue aceptado como una esperanza de toda la nación; en las regiones no liberadas sólo espera romper la coraza de las fuerzas comunistas que lo oprimen. Es también nacional por su objetivo, por cuanto tiende a salvar y sostener para lo futuro las esencias de un pueblo organizado de un Estado que sepa continuar dignamente su historia. Expresamos una realidad y un anhelo general de los ciudadanos españoles, no indicamos los medios para realizarlo.

El movimiento ha fortalecido el sentido de Patria, contra el exotismo de las fuerzas que le son contrarias. La Patria implica una paternidad; es el ambiente moral, como de una familia dilatada, en que logra el ciudadano su desarrollo total; y el movimiento nacional ha determinado una corriente de amor que se ha concentrado alrededor del nombre y de la sustancia histórica de España, con aversión de los elementos forasteros que nos acarrearon la ruina. Y como el amor patrio, cuando se ha sobrenaturalizado por el amor de Jesucristo, Nuestro Dios y Señor, toca las cumbres de la caridad cristiana, hemos visto una explosión de verdadera caridad que ha tenido su expresión máxima en la sangre de millares de españoles que la han dado al grito de "¡Viva España!" "¡Viva Cristo Rey!".

Dentro del movimiento nacional se ha producido el fenómeno, maravilloso, del martirio -verdadero martirio, como ha dicho el Papa- de millares de españoles, sacerdotes, religiosos y seglares; y este testimonio de sangre deberán condicionar en lo futuro, so pena de inmensa responsabilidad política, la actuación de quienes, depuestas las armas, hayan de construir el nuevo Estado en el sosiego de la paz.

Partes: 1, 2

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