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La lucha espiritual




Enviado por Marta Morales




    La lucha espiritual – Monografias.com

    La lucha espiritual

    El tema de la lucha espiritual no está ausente de la Sagrada Escritura ni de la vida de los santos; pero está ausente en la vida religiosa de muchos católicos actuales.

    Muy pronto el Señor hará que su Iglesia sea pequeña, pobre y perseguida, como hizo con el antiguo Israel para mantenerlo vivo. Si Él nos ama nos va a podar, y la sangre de los mártires volverá a ser semilla de nuevos cristianos, y una segunda primavera florecerá, pero no sin sangre y sufrimientos. El trabajo de Dios no puede prescindir de la Cruz.

    Saber que estamos en guerra es el primer requisito para vencer. Lo primero que hay que sabe es quién es el enemigo. No son los protestantes –ellos son los hermanos separados-, ni los musulmanes, ni los narcotraficantes, ellos son hermanos enfermos o equivocados.

    Cuando oigo la predicación en las iglesias nadie habla de este tema. Tenemos dos enemigos. Uno de ellos es el demonio, los ángeles caídos, los espíritus del mal.

    El segundo enemigo es peor que el primero. Hay una pesadilla peor que ser torturado por el demonio, es la pensadilla de volverse uno mismo demonio. La batalla externa, fuera del alma, puede hacerse terrible, sobre todo en esta época. Imaginemos cómo será el afrontar la posibilidad de tenerlo dentro? ¿Cuál sería el horror de tener dentro del alma a Satán? El pecado. Todo pecado es obra del demonio, que usa a carne y al mundo como sus instrumentos. El pecado significa invitar al demonio a entrar en nosotros… Y lo hacemos. Esa es la única razón por la cual él puede hacer ese trabajo funesto. Dios no lo permitiría hacerlo sin nuestro libre consentimiento. Y esa es la razón por la que la Iglesia hoy es débil y el mundo está muriendo, porque no somos santos.

    T.S. Eliot define la vida cristiana como "una condición de completa simplicidad/ contando con no menos que todo". El precio es darlo todo.

    Cfr. Texto selecto de The winning strategy, de Peter Kreeft. 

    Para ganar la guerra cultural

    Peter Kreeft

    Estamos comprometidos hoy en la lucha más seria que el mundo ha conocido. Para ganar cualquier guerra, hay que saber tres cosas: (1) que estás en guerra, (2) quién es tu enemigo y (3) qué armas o estrategias pueden derrotarlo. No puedes ganar la guerra si simplemente dices "paz" en el campo de batalla, si peleas contra tus aliados o si usas las armas equivocadas. Estamos en plena batalla y, sin embargo, muchas mentes parecen estar en la luna, felizmente desprevenidos, especialmente los "intelectuales", que están supuestamente en la cima de los eventos actuales. La noche está cayendo, "una nueva Edad Oscura" se está tejiendo, como la llama Chuck Colson.

    C.S. Lewis tiene un libro titulado Cartas del diablo a su sobrino. El diablo protagonista se llama Escrutopo y su sobrino es Orugario. Puede ser difícil seguir la línea de reflexión de Escrutopo, porque todo está de cabeza, por ejemplo, para referirse a Dios dirá "el Enemigo".

    Peter Kreeft, filósofo norteamericano –católico converso-, toma esta idea y la aplica a su discurso. Explica que Escrutopo sabe que su negocio es entrenar demonios para ganar la batalla cultural. Aconseja a Orugario: "Especialmente hay que aprender cómo se ataca a la Iglesia Católica, que es el último bastión de la civilización occidental".

    Escrutopo le dice a su sobrino:

    ? Mi dulce y feo demonio, compartiré contigo hoy mi sabiduría suprema demoníaca, te daré siete ideas básicas que debes sembrar en la mente de los católicos y en sus Obispos. Recuerda que Judas Obispo, fue uno de los primeros Obispos en recibir una recompensa del gobierno: 30 piezas de plata. Hay siete caminos para ir de lo real a lo irreal, de lo verdadero a lo falso, del ser al no ser, del cielo al infierno. Nuestro enemigo es el Ser, lo que Dios es: perfecto, infinito, ilimitado, el Ser por excelencia. Los viajes por estos siete caminos son irreales. Por supuesto, no debes revelar este secreto sino llevarles a cometer suicidio espiritual. Pon atención al Masterplan:

    1. Politízalo todo, también la fe. Hemos de persuadir a la gente de que vea a la religión como una especie de política, y a la política como un sucedáneo de la religión; es una forma de idolatría y sabe que todas las formas de idolatría son gratificantes. Logra que adoren lo que sea, menos al Enemigo. Los humanos necesitan lo absoluto, pues bien, logra que absoluticen algo natural o político y que relativicen la religión y todo lo sobrenatural. Luego, que vean a las personas lejanas como cercanas, y a las cercanas como lejanas. Logra que les importen los que están en el otro hemisferio de la tierra, pero no los que están a su lado.

    2.  Haz que piensen que todo va bien, que no hay que cambiar. Que tengan un happy talk. Hay que lograr que se desconozca la raíz de los males y digan: "Todo va bien. ¡Paz, paz!", como decían los falsos profetas del Antiguo Testamento. Que no vean los hechos que empiezan a desunir a las familias para que no les pongan remedio: el desinterés, el egoísmo, el uso excesivo de la TV o el internet. Que ignoren la Biblia. Eso nos dará la oportunidad de sorprenderlos. ¡Se sorprenderán cuando nos vean!

    3. Lo organizacional. Hemos de tratar de que la gente tenga "diarrea" de organizar, que vea a la Iglesia como una organización que busca el éxito, no como un organismo; que vean el activismo como la esencia de la caridad: Hacer, hacer, y pensar poco. La música debe ser siempre sonora, estridente, mejor si tiene tamborazos o si es rock pesado, ya que lo peligroso es que sean contemplativos, que tengan ratos de silencio y meditación. Deben de ver la Iglesia como negocio sin preguntarse por los objetivos de ese negocio.

    Si han de rezar haz que hablen todo el tiempo pero que no escuchen. Es peligroso que dejes que hagan oración, que tenga presencia de Dios y lo adoren. Eso fue lo que hizo la Virgen con su fiat y fue desastroso.

    4. Hazles alabar lo nuevo, la moda. La moda consiste en sustituir lo nuevo por lo verdadero, que padezcan hambre de novedades. Lo nuevo es el periódico. Deben amar lo tenebroso, que se sientan a gusto en ese ambiente.

    Persuádeles a ignorar las armas que van en nuestra contra desde hace veinte siglos, diciendo que son "preconciliares": las devociones a la Virgen, como el Rosario, la Misa, la adoración nocturna, el ayuno, encender velas, el pecado, la confesión… A lo tradicional hay que llamarlo preconciliar. En realidad el Concilio Vaticano II dice lo de siempre pero como ellos no lo leen directamente, no te preocupes. Jesucristo es preconciliar, lo mismo el universo entero.

    5. Hazles creer que el igualitarismo es la máxima sabiduría. Hay que reducir la justicia a igualdad. Hazles pensar que hombre y mujer son iguales, que no valoren la diferencia. Hemos hecho que el sexo sea emocionante y aburrido. Las feministas odian la feminidad. Persuádeles de que las devociones son para la gente anciana. Convence a los varones de que lo realmente importante son los reportes de sus negocios, el poder, el dinero, la técnica, los chips… Que no sepan que la mujer es la persona más poderosa del mundo ya que tiene un alma moral. Que vean a la mujer como un juguete sexual, como un ser inferior o como otra versión del hombre, como la ven las feministas. Que no oigan a su esposa cuando les habla de ley natural o de compromiso. Reemplaza a la Virgen María; no reveles que es el arma principal de Dios Padre, que es la nueva Eva. ¡Que no descubran la potencia de la Virgen!

    6. Que sean consumistas, adictos a las compras; que sean incompatibles con el sacrificio, incapaces de perdonar; que olviden la valentía y el propio control; que llamen fanatismo a la fidelidad. Dales a Cristo sin la Cruz. Los musulmanes aceptan la cruz sin Cristo, por eso están ganando. Cristo con la Cruz conquistaría el mundo, por eso nunca lo conquistarán. Quien tiene a Cristo sin Cruz tiene una religión a su modo. Que le tengan más miedo a los musulmanes que a una sociedad secularizada. Las armas más poderosas con que cuentan son las mujeres y los niños, hay que dejar que los produzcan los musulmanes.

     7. Asegúrate de que les guste la espiritualidad y el  gnosticismo; que sustituyan la espiritualidad por la santidad; la autoestima, por el arrepentimiento; la tolerancia, por el amor; la filantropía, por la caridad; el temor de ofender a Dios, por el temor de ofender al hombre.

    Convénceles de que los santos son contraculturales, así se volverán inocuos y no peligrosos. Que el único pecado sea hacer enojar a alguien. Hazles saber que Jesucristo dijo que el mundo los amaría como lo amó a Él (que hasta lo mataron). Esta persuasión debe ser inconsciente por supuesto Así les haremos creer que la verdad es que no hay verdad, que no hay absolutos, todo es relativo.

    Ahora Peter Kreeft plantea siete consejos para ganar la guerra cultural desde el cristianismo:

    Hemos tenido profetas que nos advirtieron de lo que iba a pasar: Kierkegaard,y Spengler; Aldous Huxley, setenta años atrás, en Un Mundo Feliz, y C.S. Lewis, cincuenta años atrás, en La Abolición del Hombre, pero especialmente Juan Pablo II, el mejor hombre en el peor siglo.

    El primer prerrequisito para ganar es saber que estamos en Guerra, especialmente en nuestra época.

    1. No te dejes politizar. La Iglesia no es una institución política porque no se basa en la fuerza. Si estás en la batalla de Cristo usa las armas de Cristo. La Trinidad no es un sistema político, es una familia. Hay que "dar a César lo que es del César". Una madre a quien se le quería hacer abortar le dijeron que hay que dar a César lo que es de César. Dijo: "el cuerpo de mi hijo no pertenece a César. Su bella alma con su bella imagen pertenece a Dios". ¿Qué le corresponde al César? Al César se le dan monedas sucias con caras enojadas. La moneda está acuñada con su imagen en señal de propiedad. "Dar a Dios lo que es de Dios" es entregarle el corazón con libertad. No te dejes llevar por el pragmatismo, Cristo te pide unirte a su Reino. Las armas de Cristo son dos: la verdad y el amor.

    2. Cállate y lucha con palabras, con gozo y justicia porque la batalla es la más bella y gloriosa. Relee a San Pablo y a Tolkien: allí hay verdades vividas. Evita las conversaciones frívolas o falsamente optimistas. Lucha con alegría, sabiendo que estás en plena batalla; la vida del hombre sobre la tierra es milicia; pero levanta la cabeza porque es una guerra gloriosa.

    Pasemos a un punto importante: ¿Quiénes son los enemigos? Los enemigos no son los protestantes, ellos son nuestros "hermanos separados". Pelearán con nosotros. Hay un enorme terreno común entre católicos y protestantes.

    No los judíos. Por casi dos milenos muchos de nosotros pensamos eso, e hicimos cosas tan poco cristianas a nuestros "padres en la fe" que les hemos hecho imposible a los judíos ver a su Dios , el verdadero Dios, en nosotros.

    No son los musulmanes ni los mormones, ni los testigos de Jehová. Tampoco "los liberales", éste es, por un lado, un término flexible hasta perder todo significado, por otro lado, es un término político, no religioso. Nuestros enemigos no son los fanáticos anticatólicos que quieren crucificarnos. Ellos son a quienes tratamos de salvar. Son nuestros pacientes. Nuestra palabra para ellos es la de Cristo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Decimos esto de los comunistas chinos totalitarios que persiguen y encierran a los católicos y de los terroristas musulmanes sudaneses que esclavizan y matan católicos. No son nuestros enemigos, son nuestros pacientes. Somos los enfermeros de Cristo. Los pacientes piensan que los enfermeros son sus enemigos, pero realmente no lo son.

    Nuestros enemigos no son los medios de comunicación de la cultura de la muerte. Lo mismo puede decirse de los activistas homosexuales, las brujas feministas y los abortistas. Nuestros enemigos no son los herejes dentro de la Iglesia, ni los católicos "a su manera". Ellos también son nuestros pacientes. Son las víctimas de nuestro enemigo, no nuestro enemigo.

    Nuestros enemigos no son los teólogos en los llamados Departamentos de Teología Católica que han vendido su alma por treinta monedas de beca y prefieren los aplausos de sus pares al elogio de Dios. Ellos también son nuestros pacientes.

    Nuestros enemigos no son siquiera los pocos malos sacerdotes y obispos, los modernos fariseos. Ellos también son víctimas necesitadas de curación.

    ¿Quién es, entonces, nuestro enemigo? Nuestros enemigos son los demonios, los ángeles caídos, los espíritus malignos. Dice Jesucristo: "No temáis a aquellos que matan el cuerpo. Temed a aquél que tiene el poder de destruir el cuerpo y el alma en el infierno".

    Lo mismo dice San Pedro: "El diablo, como un león rugiente, va por el mundo buscando la ruina de las almas. Resistidles firmes en la fe".

    Lo mismo dice San Pablo: "Luchamos no contra el cuerpo, sino contra los principados y potestades de mal".

    Lo mismo dice el Papa León XIII, quien recibió una visión sobre el siglo XX que la historia ha probado terriblemente verdadera. Vio a Satán, al comienzo del tiempo, al que se le permitía un siglo en el cual pudiese hacer su peor trabajo, y eligió el vigésimo. Este Papa con el nombre y el corazón de un león se vio tan dominado por el terror de su visión que cayó en trance. Cuando se despertó, compuso una oración que fue rezada luego de Misa, hasta los años sesenta. Exactamente cuando la Iglesia fue golpeada por ese incomparablemente rápido desastre al cual aún no se le ha dado un nombre. Ese desastre que destruyó a un tercio de nuestros sacerdotes, dos tercios de nuestras monjas y nueve décimos del conocimiento teológico de nuestros hijos; ese desastre que convirtió a la fe de nuestros padres en las dudas de nuestros detractores, el vino del Evangelio en el agua de la charlatanería pseudo psicológica.

    La restauración de la Iglesia, y por lo tanto del mundo, podría comenzar con la restauración de la oración de León XIII y su visión, porque ésta es la visión de todos los papas, de los santos y de nuestro Señor: la visión de un infierno real, un Satán real y una guerra espiritual real.

    Dije que había dos enemigos, comenta Peter Kreeft. El segundo es incluso más aterrorizante que el primero. Hay una pesadilla incluso más terrible que el ser perseguido, capturado y torturado por el Diablo. Es la pesadilla de convertirse en un demonio; ¿cómo puedes enfrentar el horror interno?

    ¿Cuál puede ser el error de mi vida? el trabajo del diablo es hacer que cometamos pecados. El pecado significa invitar al diablo a entrar. Dios no se lo permitiría sin nuestro libre consentimiento. Y esa es la razón por la cual hoy la Iglesia es débil y el mundo está muriendo: porque no somos santos.

    La tercera cosa necesaria, el arma que ganará la guerra y derrotará al enemigo, es saber que todo lo que necesitamos es ser santos.

    ¿Puedes imaginar lo que harían doce Madres Teresas? ¿Puedes imaginar lo que pasaría si doce lectores de este artículo ofrecieran a Cristo sus corazones al cien por ciento sin guardarse nada, absolutamente nada?

    No, no puedes imaginarlo, no más de lo que alguien pudo imaginarse: que doce judíos conquistarían el Imperio Romano. No puedes imaginarlo, pero puedes hacerlo, puedes convertirte en santo. Si es tu libre elección, nada ni nadie pueden detenerte. Anoto una de las sentencias más fuertes que he leído: "Si miras en tu propio corazón con completa honestidad, deberás admitir que hay una y tan sólo una razón por la que no eres santo: Que no quieres serlo por completo".

    Esa visión es una acusación; pero es esperanzadora porque es también una invitación, una puerta abierta. Cada uno de nosotros puede convertirse en santo.

    Ahora bien, ¿qué nos lo impide? El temor de pagar el precio.

    ¿Qué precio? La respuesta la da T.S. Eliot, que define la vida cristiana como: "Una condición de simplicidad completa / Que cuesta no menos que / Todo". El precio es todo: 100 por ciento. Un martirio peor que el lazo o la estaca: el martirio de morir diariamente, morir a todos tus deseos y planes, incluyendo tus planes sobre cómo convertirte en santo. Un cheque en blanco para Dios. Sumisión completa, como el "fiat" de María. Mira lo que esa simple palabra de María hizo dos mil años atrás: bajó a Dios y salvó al mundo.

    Si hacemos lo que María, todos nuestros apostolados "funcionarán": nuestra misión y catequesis, paternidad y maternidad, enseñanza y estudio, alimentación y trabajo, sacerdocio y obispado, todo.

    Un obispo preguntó a uno de los sacerdotes de su diócesis qué hacer para incrementar las vocaciones. El sacerdote respondió: "La mejor manera de atraerlos sería que fueramos canonizables".

     3. No seas una persona "organizacional", que vive de organizaciones y de plannings. Si eres católico eres parte de un organismo, no de una organización. Sé Martha y María. No seas Martha cuando reces, sé contemplativo, sé realista. Si eres fiel serás probado, zarandeado, hecho añicos. El mundo real es en el que Dios está presente.

    4. De la moda toma lo que acomoda. Olvida lo novedoso. Sólo hay un absoluto en la historia, una realidad sobrenatural, presente en la Eucaristía. No leas la revista Times, lee la eternidad. Hay una realidad sobrenatural en este mundo natural. Sacrifica 10 de tus 15 minutos de lectura del periódico para leer otra cosa. Dale tus cinco panes y dos peces y Él los multiplicará milagrosamente.

    5. Conquista la revolución sexual y cámbiala. El origen del relativismo moral ? que justifica la revolución sexual? no es intelectual, es moral. Tenemos miedo a los absolutos morales. Nadie defiende la guerra nuclear, pero si defienden el placer sexual, y sobre él todo se justifica. Hay un plan en la revolución sexual. Hay dos ejemplos de asesinatos que se cometen en nombre de la sexualidad: Uno es el divorcio, que es una forma de suicidio porque separa la carne que es una. La única institución que dice que "no" al divorcio es la Iglesia Católica, porque el divorcio te hace mentiroso y traidor, hiere a los hijos, destruye la nueva carne única personal y hiere a la sociedad entera. El otro asesinato de una persona inocente que es tolerado en nombre de la sexualidad es el aborto. ¿Por qué? Porque es parte de la revolución sexual. ¿Por qué lo quieren? Porque falló el control natal. ¿Qué es el control natal? La demanda de tener sexo sin tener bebés. Cada tema en el que se disiente con la Iglesia tiene que ver son la sexualidad: fornicación, sodomía, aborto, divorcio, segundas nupcias, contracepción, feminismo. Hay que saber algo: Ninguna sociedad relativista ha sobrevivido.

    6. Los terroristas actuales quieren imponer la dictadura del relativismo y del consumismo. La respuesta a la revolución sexual la ha dado Dios a través de la Teología del cuerpo de Juan Pablo II. Este Papa encuadra el sexo en su contexto adecuado. Es una bocanada de aire puro, es como leer, en el siglo XIII, a Santo Tomás de Aquino.

    G.K. Chesterton escribió hace 75 años: "La próxima gran herejía será simplemente un ataque a la moral, especialmente a la moral sexual. Y la locura del mañana vendrá, no de Moscú, sino de Manhattan".

    7. No seas yupi, sé santo. El martirio es requerido, quizás el martirio de morir, no de un tirón, sino cada día. Por eso pregúntate: "¿Cómo amo?". No eres parte del reino de este mundo, eres parte del Reino de Dios. Conoces los movimientos de tu Señor, síguelos. Pon los ojos lejos de ti y de tus problemas, pon los ojos en Cristo. Haz lo que Él hizo: amar, darse, sacrificarse; es el secreto de la felicidad. Experiméntalo, te gustará. El egoísmo parece ser el camino de la felicidad, pero es siempre el camino infalible a la miseria. Experimenta la emoción de dar, y dar con alegría, porque la virtud sólo es virtud cuando es alegre. La religión que tenga más santos será la que gane al mundo. Siempre ha pasado esto. Así es como hemos ganado en el pasado y como la ganaremos de nuevo.

    "En realidad, dice Peter Kreeft, cada página de la Biblia se eriza con lanzas, desde el capítulo tres del Génesis hasta el 20 del Apocalipsis. El camino desde el paraíso perdido hasta el paraíso recobrado está empapado en sangre. En el mismo centro de esta historia hay una cruz, un símbolo de conflicto si alguna vez lo hubo. El tema de la guerra espiritual nunca está ausente en la Escritura, y nunca está ausente en la vida y en los escritos de un solo santo".

    El camino para ser santo es fácil de entender y difícil de llevar a cabo. Empieza con la mente pues todo lo que somos está hecho de pensamientos. Escribe Frank Outlaw:

    Vigila tus pensamientos, se convierten en palabras.

    Vigila tus palabras, se convierten en acciones.

    Vigila tus acciones, se convierten en hábitos.

    Vigila tus hábitos, se convierten en carácter.

    Vigila tu carácter, se convierte en tu destino.

    Cada pecado es una gota de sangre sustraída al Cuerpo
    místico de Cristo. Cada acto de amor equivale a dar un vaso de agua fresca
    a ese Cuerpo místico. La salvación de todo depende de la santidad
    de cada uno. Sé realista, sé santo. Es el único modo de
    ganar el mundo. Da, ama, sacrifícate. Si no puedes dar con alegría,
    no des.  

    Winston Churchill dijo, en un corto y memorable discurso, durante la 2a Guerra Mundial: "Nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nos rendiremos". Eso es todo. Nosotros ganaremos la Guerra porque, no importa cuantas veces hayamos caído, no importa las veces que hayamos fallado en el amor o en el intento de ser santos, nunca, nunca, nunca, nos daremos por vencidos.

    Muchas de las ideas están tomadas del
    ensayo y de la conferencia de Peter Kreeft titulada How to Win the Culture
    War.
    El Dr. Peter Kreeft es converso, enseña en el Boston College
    de Cambridge, cerca de Boston, Estado de Massachusetts (Estados Unidos).

     

     

     

    Autor:

    Marta Morales

     

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