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Microorganismos que alteran recursos culturales en bibliotecas y archivos




Enviado por miguel ritacco



  1. Bacterias
  2. Hongos
  3. Acciones en el edificio
  4. Algunas medidas preventivas
  5. Anexo
  6. Bibliografia

En el antiguo Egipto se utilizaba el tallo de una planta muy abundante en las riberas del río Nilo llamada Cyperus papyrus (el papiro, de donde proviene la palabra "papel") como soporte de sus documentos y de todo lo que se necesitaba proyectar en el tiempo.

Durante la Edad Media en Europa, debido a la escasez y costo del papiro, se usaba la piel curtida de cabra o de carnero para escribir con tinta. Como este soporte era muy costoso, a partir del siglo VII se borraban los textos de pergamino para reescribir sobre ellos, dando lugar a los palimpsestos (palabra proveniente del griego y que significa "grabado nuevamente"), perdiéndose así una cantidad incalculable de textos.

El acervo documental que se halla en bibliotecas y archivos, permanece en riesgo constante por los peligros físicos, químicos y/o biológicos a los que está sometido, debido a que entre los componentes que lo constituyen encontramos una gran diversidad de elementos orgánicos, tanto naturales como sintéticos. Cada una de estas variables puede provocar por sí misma daños específicos en la pieza, pero combinadas entre sí, generarán perjuicios irreversibles y de mayor magnitud.

Desde la valoración biológica, cada conjunto de estos elementos es atacado por algún organismo, pero no todos los objetos pueden ser estropeados con la misma intensidad o sea algunos son más susceptibles que otros: la madera por escarabajos taladro, los hilados por polillas y grillos, las alfombras por coleópteros derméstidos, los papeles por lepismas y microorganismos.

Entre los recursos más vulnerables a la acción de este último grupo, representado aquí por bacterias y hongos, encontramos los recursos bibliográficos que también están constituidos por una gran diversidad de materiales orgánicos (papel, cartón, cuero, adhesivos, pieles) que cuentan al carbono como un componente común. Tales productos están constituidos por polímeros naturales que según van envejeciendo y soportando diferentes situaciones higiénicas, ambientales, biológicas, de uso, de almacenaje, etc., se produce la fragmentación de sus cadenas moleculares (despolimerización) provocándose un daño inexorable.

Las bacterias y hongos son microscópicos organismos, generalmente unicelulares que presentan una organización básica, algunos patógenos, transportan humedad y atraen plagas al modificar el inventario nutritivo del sustrato. Ambos colonizarán un medio susceptible cuando en un sitio poco ventilado, pH adecuado y con escasa iluminación, durante varios días se registre temperatura superior a 25º C y humedad ambiente desde el 65% con acumulación de polvo y/u hollín en los diferentes tipos de superficies de las piezas.

Esta situación no solo perjudica a las colecciones sino a las personas que consumen esteroides, son alérgicas, padecen diabetes, asma y otras afecciones respiratorias, oculares, dérmicas o tienen el sistema inmunológico debilitado. Las células reproductoras producidas por bacterias y hongos son arrastradas por el viento y entran en el organismo por inhalación y por lesiones en la piel. Estas esporas se fijan en todas las superficies húmedas pero como durante su desarrollo producen agua metabólica, se incrementa el contenido de humedad en el sustrato y además cuando estas áreas exteriores disponen de proteínas e hidratos de carbono (celulosas, hemicelulosas, almidones), podrán ser colonizadas por hongos y bacterias debido a su alta digestibilidad, situación que favorece la multiplicación y la germinación de las esporas.

Encontramos muchos edificios históricos que fueron adaptados
para albergar archivos y colecciones, pero al establecerse sistemas contra incendios
y robos, para climatización y control de plagas se modificaron sus características
originales. Con frecuencia podemos advertir insuficientes recursos técnicos,
humanos y económicos para su mantenimiento, situación que se complica
aún más cuando esos edificios se encuentran en lugares con un
alto promedio anual de humedad.

Bacterias

Los primeros organismos unicelulares fueron observados por Antón van Leeuwenhoek en 1683 al emplear un microscopio monocular que él mismo diseñó. Las bacterias tienen estructura simple y diversidad de formas, miden entre 0,5 y 5 ???no presentan núcleo celular, poseen 1 cromosoma, se reproducen asexualmente por división binaria o conjugación y en condiciones favorables se desarrollan en unos 25 minutos. Las diferentes especies están adaptadas para desarrollar su vida en todos los ambientes con un porcentaje de humedad elevado y continuo. Algunas presentan flagelos, que son unas proyecciones de la membrana que usan para movilizarse. Se desarrollan a pH de 7 u 8 y entre 25 y 38º C de temperatura, aunque muchas especies toleran temperaturas inferiores a 0o C o por sobre los 45º C (Ver Anexo: ref. 1).

Pueden ser aerobias o anaerobias y producen enzimas (proteasas, celulasas) y ácidos orgánicos (oxálico, fumárico, acético, láctico, etc.) e inorgánicos que están implicados en los mecanismos de degradación de sustratos, situación que a su vez favorece la colonización por hongos.

Algunas bacterias necesitan desdoblar la celulosa (un polímero de la glucosa) porque debido a su gran peso molecular y tamaño no puede ingresar a esos microorganismos sin ser hidrolizada.

A este grupo pertenecen los géneros Cellvibrio y Cellfacicula (especies aeróbicas, con forma de bastones) y Cytophaga (mixobacteria) que son atraídos por los papeles vegetales, los que por acción de los ácidos producidos por esos microorganismos experimentan reducción de pH (acidificación) y ruptura de las cadenas de celulosa, por lo tanto degradan la matriz quedando el papel poco consistente, quebradizo y con la tinta descompuesta. La bacteria anaeróbica grampositiva Cytophaga hutchinsonii, quien tiene una gran velocidad de deslizamiento en superficie, frecuentemente es hallada en el papel (Anexo: ref. 2)

La presencia de estos microorganismos es una razón más por la cual los libros son atacados por insectos, ya que coleópteros de la familia Anobiidae (carcomas) son atraídos por los hongos y luego se alimentan de la celulosa generando surcos en el papel; algo similar ocurre con la familia Lepismatidae (lepismas) aunque el daño es menos violento (Anexo: ref. 3)

Hongos

Inicialmente eran considerados vegetales pero como desarrollan
procesos degradativos y no fotosintéticos, se los clasificó en
un reino diferente: Fungi. Son organismos eucariotas (con núcleo),
más desarrollados que las bacterias, con paredes celulares quitinosas,
se encuentran en todos los habitats debido a que tienen menos limitaciones por
falta de agua disponible y se desarrollan en cualquier sustrato orgánico.

El phylum Ascomycota presenta una masa de filamentos cilíndricos, constituidos por filas de células alargadas (hifas) que componen el cuerpo vegetativo del hongo (micelio) que penetra el papel, debilitando y degradando irreversiblemente la celulosa al segregar la enzima celulasa, obteniendo así la glucosa necesaria que al ser ingerida le permita desarrollar su vida (Anexo: ref. 4). Constituyen el grupo de microorganismos más biodeteriorantes debido a sus secreciones y exudados que al depositarlos sobre el papel producen acidólisis, alcalinización, reducciones enzimáticas, oxidación y formación de pigmentos, lo que conduce a este sustrato hacia un daño irreparable.

Más de 200 especies pueden proliferar en adhesivos, cueros, gelatinas, almidones, gomas y algunas tintas, produciendo manchas circulares de diferentes tonalidades debido a las enzimas y ácidos presentes en sus excreciones, las que se extienden y contaminan a los demás archivos modificando sus propiedades y deteriorándolos. Entre estos predominan los hongos filamentosos de los géneros Aspergillus y Penicillium (Anexo: ref. 5). Las esporas (del griego sport: "semilla") son cuerpos que permiten la supervivencia del hongo por tiempo prolongado y en condiciones adversas. Para la germinación requiere un porcentaje alto de humedad y luego, para desarrollar su vida, la misma debe permanecer a un nivel superior al 65%, temperatura por encima de los 26º C y un pH en el medio de 5 (+/-1). Las oscilaciones de estas variables también favorecen el desarrollo de las esporas fúngicas (Anexo: ref. 6).

El aire húmedo en los interiores de las salas que se condensa sobre las superficies frías generando microgotas de agua, la débil circulación de aire, la penumbra y el polvo acumulado hacen que el hongo pueda crecer en piezas ricas en nutrientes. Este desarrollo se vigoriza por sobre el 75% de humedad y es fuertemente activo por encima del 85%. Cuando la humedad baja y los materiales acompañan esa nueva situación, los hongos dejan de crecer y se tornan inactivos o latentes, pero como las esporas quedan viables al repetirse la situación inicial habrá un rebrote. El crecimiento de los hongos se entorpece cuando la pieza queda sumergida en agua porque no queda aire disponible.

Este biodeterioro es una de las causas más severas de daño en bibliotecas y museos.

Con el fin de determinar la presencia de microorganismos, recomendamos seguir los siguientes pasos:

– explorar con luz potente las salas, depósitos, etc., especialmente en época de lluvias y calurosas con alta humedad.

– Ante la sospecha de presencia de hongos, asegurarse que lo sean para no confundir con polvo, suciedad o manchas.

El papel muy vulnerable a la humedad elevada puede tener aspecto moteado ("foxing" o manchas de zorro), semejante al menoscabo producido por hongos, se produce por la interacción sostenida de sales de hierro u óxido ferroso con el papel en un ambiente con alta humedad. El foxing se origina en los bordes de las páginas para desplazarse paulatinamente hacia el interior de la hoja; los materiales ácidos como cartón y los pegamentos pueden agravar este fenómeno. Tales manifestaciones se aprecian principalmente en textos de los siglos XVIII y XIX (Anexo: ref. 7)

A continuación, determinar el estado de la colonia pasando suavemente un pincel de pelo de camello: cuando se dispersa polvillo seco significa que el hongo está inactivo o muerto y no causa daño; en el caso que se produzca una mancha grasosa sobre la superficie de la pieza, el hongo está vivo o activo, por lo tanto seguirá creciendo y malogrando la colección (Anexo: ref. 8).

Acciones en el edificio

– Si hubiere grietas, sellarlas y eliminar goteras; en todos los casos se recomienda emplazar aislamientos, instalar deshumidificadores, split y otros medios para controlar la humedad.

– Limpiar paredes, techos, ventanas, puertas y sus marcos con cloro diluido; enjuagar con agua limpia, secar, lijar y finalmente pintar con un producto antihongos.

– Ventilar las piezas afectadas al aire libre.

– Mantener un equilibrio interno conservando el edificio limpio, seco y aireado (Anexo: ref. 9)

Prácticas ante la verificación de presencia de microorganismos

La primera operación es retardar o interrumpir su crecimiento, para lo cual se deben colocar las piezas afectadas en bolsas de plástico buscando reducir la dispersión de las esporas y proteger al personal. Luego ubicarlas en un lugar seco y recordar que esos objetos no deben quedar dentro de tales envoltorios durante mucho tiempo. Cuando los brotes son de mayor magnitud, cerrar las puertas e instalar cortinas de plástico para separar las zonas afectadas y las no perturbadas.

– Bajar el nivel de humedad y aumentar la circulación de aire.

– Realizar determinaciones de humedad y temperatura varias veces al día.

– Emplazar ventiladores dirigidos hacia el exterior para aumentar la circulación de aire.

– Instalar deshumidificadores, asegurándose su drenaje continuo y vaciado frecuente.

– Abrir ventanas toda vez que el nivel de humedad fuera del edificio sea más bajo que en el interior.

– De haber ocurrido un episodio grave con humedecimiento o mojadura de piezas, actuar dentro de las primeras 24 horas para prevenir brotes de hongos y bacterias (Anexo: ref. 10)

Medidas para trabajar con objetos dañados

– Comprobar el real problema

– Usar máscara con filtro de alta eficacia HEPA (High Efficency Particulate Arrestant) para retener partículas y reemplazarlos periódicamente.

– Emplear guantes descartables

– Es conveniente utilizar anteojos protectores

– Valerse de guardapolvo descartable; en presencia de mucha suciedad usar cobertores para calzado y cabeza

– Identificar un lugar dentro del edificio para quitarse el equipo usado.

– Periódicamente desinfectar los componentes no descartables con cloro y agua caliente. Limpiar las máscaras con isopropanol, Lysol o producto similar.

Acciones para inactivar hongos de papel

Para dificultar o impedir el biodeterioro
microbiológico en bibliotecas y archivos no es conveniente reducir significativamente
la humedad en el ambiente ya que si bien la hidrólisis del papel se minimiza,
al eliminarse el agua interfibrilar puede iniciarse el proceso de rigidización
por la reticulación o entrecruzamiento de las cadenas de celulosa y otras
reacciones químicas degradantes. Para casos leves, extender un papel
sobre una mesa y parar los libros abiertos en abanico; intercalar las hojas
con papel secante (o servilletas de papel blanco) y ventilar el lugar de modo
seguro para llevar la humedad a un nivel inferior al 60 % y evitar la dispersión
de esporas. Cuando los brotes son de mayor magnitud introducir aire seco y simultáneamente
usar extractores.

La liofilización (congelación al vacío) es un método que congela el material dañado y dentro de la misma cámara, el vació remueve el agua; este ciclo repetido de congelación-evaporación, permite eliminar la totalidad del agua libre del objeto, situación que frena el desarrollo de hongos, pero no mata esporas (Anexo: ref. 11)

Las cámaras de vacío y las cámaras de congelación se usan para secar colecciones con numerosas piezas (Anexo: ref. 12)

La luz ultravioleta es un método físico que utiliza la radiación ultravioleta de onda corta (UV-C) y alta energía para la destrucción de los ácidos nucleicos en los microorganismos, de manera que al afectarse el ADN estos se ven impedidos para desarrollar sus funciones vitales. Los rayos solares también inactivan microorganismos y tienen una acción secante al cabo de 30 minutos (Anexo: ref. 13)

Ambos son medios altamente dañinos para el material celulósico; lo mismo ocurre con los muy tóxicos fungistatos como el timol u ortofenilfenol.

Pasos para superar los efectos de una inundación

– En primer término se debe rescatar el libro o documento de mayor valor, la pieza única, la que está firmada por el autor o corresponder a una edición agotada.

– El material bibliográfico empapado debe secarse antes del 1º día porque luego de 24 horas pueden proliferar microorganismos y generarse múltiples daños. Como el agua que se impregnó está contaminada y/o los libros sucios, el desarrollo puede iniciarse con mayor dinamismo, sobre todo cuando la temperatura es alta.

– Secar las impresiones en papel ilustración de inmediato colocando láminas secantes entre cada una de las páginas y reemplazar cuando estén humedecidas. El papel ilustración tiene una terminación tal que ante la humedad extrema se adhieren las hojas y luego se problematiza su separación.

– Los planos, mapas, libros pequeños y hojas sueltas humedecidas se pueden colgar en hilos de plástico grueso y, si es necesario, sujetar con broches no metálicos; también pueden colocarse sobre cartón corrugado en el piso o superficie amplia, con el gravado hacia arriba y sobre ella papel secante. Si se cuelgan fotos nunca hacerlo sobre la imagen, proceder con sumo cuidado y en ningún caso secar al sol. También puede usarse un secador de pelo en zic-zac a baja potencia y a prudente distancia.

– Durante todo el tiempo de secado, el material debe estar muy ventilado mediante aire filtrado para que las esporas que se encuentran en el ambiente no se fijen en las piezas.

– El sitio donde el material se está secando, tendrá que contar con un deshumidificador y recipientes con silicagel (dióxido de silicio) o cloruro de calcio anhidro para acelerar el oreado antes de su traslado (Anexo: ref. 14).

– El depósito o biblioteca donde se dispongan los libros y documentos secos y limpios, deberá estar saneado y mantener la temperatura entre 20 y 23º C con humedad relativa < 65 %.

Este material ya sensibilizado por el accidente, dificilmete podrá resistir otra catástrofe por lo tanto habrá que mantenerlo muy protegido.

Limpieza del material y el edificio

El polvo que se acumula sobre los libros contiene esporas de microorganismos, partículas metálicas, grasas, etc., agentes que aceleran el deterioro sobretodo cuando penetra en el soporte y entre las hojas, produciendo manchas abrasivas que a largo plazo causarán su desintegración. El aseo es una actividad sistemática, constante y permanente muy importante no sólo para mantener el ambiente en condiciones higiénicas aceptables sino porque la acumulación de suciedad también atenta contra las diversas estructuras del lugar y además favorece su colonización por microorganismos. Esta práctica periódica que se realiza en todo el edificio, estanterías y libros, constituye la base de la conservación del patrimonio y permite la detección temprana de algún problema. Para implementar la limpieza debemos utilizar guardapolvo, barbijo, antiparras y todo el atuendo que sea necesario para la protección personal y seguir una secuencia lógica desde el techo, siguiendo por las paredes, aberturas y pisos. En el edificio no baldear, no usar paños mojados, ni escobas o plumeros, sino una aspiradora con trampa de agua, con filtros HEPA o con malla delgada para evitar dispersar el polvo. Al extremo distal de la manguera de aspiración se le podrá adosar una malla de tul, para que quede retenido allí algún trozo que se desprenda durante el saneamiento. En el caso que haya transcurrido bastante tiempo desde la última limpieza o el lugar se encuentre con mucho polvo, luego de la aspiración pasar un paño apenas humedecido con un producto desengrasante y muy volatil. Para mayor seguridad, limpiar también las cortinas y alfombras y desinfectar los sistemas de climatización (en inglés HVAC: ventilación, calefacción y aire acondicionado).

Respecto del acerbo, en primer término nos dirigimos hacia las piezas que están arriba, ya que siempre caerán las impurezas.

A continuación se acicalan las estanterías desde las situadas en la parte superior luego de haber retirado los libros, para examinar los anaqueles e identificar los problemas (óxido, clavos salientes, restos de insectos, rastros de humedad).

Después pasar una aspiradora con un sistema de filtro que retenga el polvo más fino para impedir que éste vuelva al ambiente.

Seguidamente se limpia cada libro individualmente sobre una mesa y en un lugar ventilado. Nunca abrirlo sin antes haber expulsado de su exterior las impurezas para evitar el traslado de esas partículas al interior de la pieza y las tapas deben limpiarse con pincel desde el centro hacia fuera, prestando atención a las primeras y últimas páginas porque es allí donde se acumula más suciedad. Usar siempre pinceles de cerda suave y paños finos para la limpieza, los que serán lavados con cloro y reemplazados con periodicidad.

Con el fin de desprender restos debe tomarse el libro desde la parte superior y aplicar suaves golpes laterales con los dedos; durante esta operación también podemos retirar clips, cintas adhesivas y otros objetos extraños perjudiciales.

En el caso que haya que desplazar la totalidad de la colección, deberá realizarse empleando carros destinados a ese cometido y al trasladar un número reducido de piezas, se procederá con ambas manos. Cuando un grupo de libros esté sujetado por una cuerda, no tomarlos desde la misma ya que se puede seccionar o bien generar abrasión en las tapas y en las zonas de mayor presión.

Manipular el material con cuidado y suavidad: tomar los libros desde la parte media de los costados (tapas), no desde el lomo y evitar arrastrarlos sobre la estantería para soslayar la abrasión (Anexo: ref. 15)

Trasladar las piezas que permanecían en sitios inseguros (cerca de paredes que dan al exterior o en sótanos húmedos) a ambientes resguardados e implementar los mejoramientos de lugares vulnerables y las reparaciones necesarias para evitar la repetición del problema.

Culminada la tarea, los documentos y libros limpios serán dispuestos en las estanterías correspondientes, observando los mismos cuidados que cuando se los retiró. Asegurar el riguroso cumplimiento de las tareas de limpieza y el mantenimiento de las variables ambientales adecuadas.

Por último, elaborar un informe donde constará la actividad realizada, tiempo empleado, áreas trabajadas, materiales usados y cuanta otra información pueda servir para realizar un seguimiento del trabajo y elaborar un historial y calendarizar las revisiones con el fin de tener actualizada la información.

Algunas medidas preventivas

Para dificultar o impedir el biodeterioro en bibliotecas no es conveniente reducir demasiado la humedad relativa en el ambiente ya que si bien la hidrólisis del papel se minimiza al tomar esta medida, puede iniciarse una rigidización de las piezas por la reticulación o entrecruzamiento de las cadenas de celulosa y otras reacciones químicas degradantes, fenómenos que se producen al eliminarse el agua interfibrilar. Estas manifestaciones se evitan manteniendo la ventilación, la humedad relativa entre 40 y 65% y la temperatura estable en el orden de los 23º C ya que a estos niveles ralentizan las reacciones químicas y son confortables para las personas.

Monitoreo permanente de todas las variables ambientales (Anexo: ref. 16)

Inspeccionar regularmente la integridad del sistema de climatización, limpieza frecuente de conductos y filtros (materiales descartables, reemplazarlos por otros de buena calidad).

Mantenimiento preventivo y regular de la estructura edilicia.

Sostenimiento de la limpieza y el orden: no disponer objetos sobre el suelo, en sótanos húmedos, cerca de paredes que dan al exterior o que tienen en su interior caños por los que circula agua.

Cuarentenar todos los objetos que llegan a la biblioteca, antes de su ingreso al edificio.

Disponer de grupos electrógenos, de equipos de climatización para emergencias (cortes de suministro eléctrico, rotura), ventiladores de pié e industriales.

Instalar "cortinas de viento" en sitios de acceso (Anexo: ref. 17)

Anexo

        Ref. 1- Estrutura de bactéria

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Ref. 2 –

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Ref. 3 – Libros dañados Lepismatidae y Anobiidae después del ataque por hongos

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Ref. 4 – Estructura de hongo

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Ref. 5 –

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Ref. 6 – Presencia de hongos en diferentes tipos de papel

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Ref. 7 – Foxing

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Ref. 8 – Limpieza de libro

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Ref. 9 – Hongos en techo y pared

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Ref. 10 – Diferentes esporas

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Ref. 11

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Ref. 12

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Ref. 13 – Luz UV

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Ref. 14 – Disposición del material dañado para su secado

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Ref. 15 Libro dañado por incorrecta disposición en anaqueles

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Ref. 16 Registro de termihigrógrafo

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Ref. 17 – "Cortina de viento"

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Autor:

Lic M Sc Miguel Ritacco

Investigador Consulto CNEA

 

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