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El Otro San Martín:"Algunas preguntas postergadas" (página 2)




Enviado por walther Gahn



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Tómese nota, que el "Libertador" habituaba en la práctica indecorosa de la infidelidad, la condesa de los Ríos y viuda de Pascual Ruiz Huidobro, María Josefa Morales, fue quien permitió, entre sexo y pólvora, concretar la alevosía del prócer mientras este ideaba, desde Mendoza, la empresa de toma del Perú. En los círculos sociales mendocinos, el pareo de "Pepe y Pepa" era reconocido. Tanto fue así que ciertos emblemas de batallas del general (su sable corvo y el estandarte de Pizarro, inestimable donativo del Perú) fueron retenidos por la condesa. Los restituyó años después, cuando ya San Martín residía en Francia. Esta situación anómala se obstaculizó en 1818, cuando Remedios Escalada llegó a Mendoza con la hija de ambos, Mercedes, escoltada por la criada (su familia tenía negros esclavos sirvientes) la joven Jesusa. (Su madre era negra, originaria de Luanda (Angola) y su padre, blanco, un tío abuelo de las Escalada). Lejos de terminar con el impulso de los bajos instintos, la esclava se convirtió en su amante. Ya es consabido que, proyectando el ataque a Lima, San Martín disipó que Remedios retornara a Buenos Aires, cosa que la misma cometió bajo reprobación, cargando un ataúd por si la muerte la sorprendía en su itinerario. Pero Jesusa persistió junto a su amo, don José, y viajó con él al Perú. Allí concibió un hijo natural. Se murmuraba que este hijo fue el resultado poco deseado de sus relaciones con San Martín.

Una vez atacado el Perú, y liberado de los "maturrangos", San Martín conoce a Rosa Campusano. (Esta era residente en Lima, pero originaria de Guayaquil (actual Ecuador). Tenía 25 años (uno más que Remedios) y era muy amiga de Manuela Sáenz, la célebre amante de Simón Bolívar. Su padre, don Francisco de Herrera y Campusano, había tenido hijos con cinco mujeres disímiles. La madre de Rosita era la mulata Felipa Cornejo. Es decir que también ella tenía sangre africana). Rosita y José Francisco de San Martín, convivieron yuxtapuestos en la residencia "La Magdalena", antigua casa de descanso de los virreyes del Perú. Pero los amores de San Martín no dejan de escribirse en el Perú. Cuando San Martín viaja para entrevistarse con Bolívar en Guayaquil, lo hace solo, sin Rosita. En esta oportunidad conoce a Carmen Mirón y Alayón, con quien mantiene un encuentro casual. Nueve meses después de aquel encuentro, nació Joaquín Miguel de San Martín y Mirón. Este hombre, ya anciano, narraba a sus nietos, que era descendiente del prócer liberal-burgués del cono sur, sin que nadie lo pueda refutar ni contradecir. Como si esto fuera poco es su tumultuosa vida sentimental, en 1818 Remedios de Escalada practica un aborto, y se conocen rumores sobre su supuesta infidelidad.

Ya retirado de la vida política, después de haber tomado la enigmática decisión de dejar el Protectorado del Perú (cuyos documentos que explican las razones de su alejamiento extrañamente nunca fueron encontrados), y abandonando sus hombres en aquellas tierras, en 1823, San Martín se establecerse en Mendoza, donde principia labores rurales; pero no viaja a Buenos Aires, donde yacía postrada su esposa Remedios (y que finalmente muere un 3 de agosto de 1823). San Martín se niega al pedido de Remedios (esta solicitaba su presencia en Buenos Aires) por razones de irreconciliable enemistad con el bando rivadaviano. Viajar a Buenos Aires podía significar su propia muerte (aunque no se explica uno como lo hace luego de la muerte de su mujer).

Pero, volvamos a los preparativos de la campaña. Cuando se orientaba a instruir la cruzada al Perú (con un ejército compuesto mayoritariamente por soldados chilenos, y unos pocos argentinos e ingleses) recibió la precepto directorial de replegar sus fuerzas y orientarlas hacia el Litoral para combatir a los federales de Santa Fe y Entre Ríos, Estanislao López y Francisco Ramírez, quienes derrotan a las tropas porteñas en la Cañada de Cepeda el 1 de febrero de 1820, produciéndose con esta la acefalía en las Provincias Unidas del Río de la Plata. San Martín se negó declarando: "el general San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos" (sin embargo en 1812 fue uno de los conspiradores para que cayese el Primer Triunvirato –que era pro oligarquía, la verdad sea dicha-). El 25 de abril, San Martín envía su renuncia al Director Supremo, encomendando su retiro sin sueldo alguno. Pero, resultó que tiempo atrás, un 20 de marzo de 1819, el Director Supremo de Chile, que en esos momentos era Bernardo O"Higgins Riquelme, su compañero de armas, quien lo había nombrado Brigadier General de los Ejércitos de Chile, cargo ratificado en el Acta de Rancagua (2 de abril de 1820), donde se expone por unanimidad la continuidad en el mando del General. La desobediencia de San Martín (algunos sostienen que el prócer respondió a la insubordinación, ya que había recibido del gobierno de Chile, quinientos mil pesos de condición ilícita por sus servicios) dejo como consecuencia la separación del socio estratégico que tenía Chile para llevar adelante la expedición libertadora al Perú, las provincias unidas habían ingresado en una crápula política-social (la anarquía del año 20) que impedía la colaboración económica para la mencionada empresa emancipadora. Pero ¿Cómo el pobre Chile podía hacerse cargo de grandilocuente campaña? ¿Cómo podía crear de la nada una poderosa flota que venza al imperio más omnipotente de aquellos tiempos? ¿De dónde sacaría el capital para poder pagar a los soldados, comprar armas, vestuario, naves y sueldos a sus mercenarios (por ejemplo el escoses Lord Thomás Alexander Cochrane, Comandante de la Flota Naval)?

El 20 de agosto de 1820 partió desde el puerto chileno de Valparaíso la expedición libertadora. La escuadra estaba compuesta e integrada por veinticuatro buques y conducía a unos cuatro mil ochocientos soldados (la mayoría de ellos chilenos, como habíamos dicho, es por esta razón que la expedición redentora enarbolaba bandera chilena). El 12 de septiembre la flota arribó anverso al puerto peruano de Pisco. Allí la milicia expedicionaria se abasteció de suministros y acrecentó el número entre sus filas con los pobladores autóctonos, entre ellos muchos esclavos. Una división bajo la potestad del general Arenales con la premisa de sublevar a los pueblos oprimidos, se dirigió hacia el interior del Perú, obteniendo la significativa victoria de Pasco el 6 de diciembre de 1820. Por su parte San Martín decretó asediar el puerto de Lima. Así, el virrey De la Serna se encontró sin salida alguna y debió presentar rendición incondicional el 10 de julio de 1821. Ese mismo día, San Martín ingresó triunfante a la capital virreinal.

Pero sucede que el 26 de septiembre de 1820 (casi un año atrás), representantes de ambos bandos se entrevistan en Miraflores con el propósito de llegar a un común pacto para el cese de hostilidades. Los facultados del Virrey Pezuela proponían que los peruanos adopten la Constitución Liberal de 1812 y que el Ejército expedicionario se retire del territorio. Los emisarios de San Martín exigen el reconocimiento indefectible de la independencia peruana con la metrópolis goda. Obviamente, las tratativas de paz fracasan ante gestiones antípodas y la historia debió seguir el surco que marcaba la sangre que se derramará en los campos de batalla. ¿Pero, porqué antes este ofrecimiento el liberal San Martin, ese que según algunos historiadores no buscaba la independencia de las colonias, sino la implementación de los derechos del hombre y el ciudadano dados por la revolución francesa, es decir la implementación del sistema liberal burgués, se niega ante tal promesa? ¿Acaso no era la lucha entre liberales y absolutistas?

Retomamos el derrotero de la historia. San Martín libera el Perú sin casi disparar una bala o desenvainar el sable. ¿Pero, realmente fue San Martín quien liberó al Perú? Cuando el General decide apartarse del cargo como Protector del Perú, su libertad estaba consumada a medias, el ejército realista dominaba el interior del país y gran parte de la región de las Sierras. Tres años habrá de pasar, luego de su retiro, para que la revolución liberal burguesa triunfe en tierras incaicas, la misma se cumplirá en la batalla que se dio origen en la Pampa de Quinua o Ayacucho, Perú, el 9 de diciembre de 1824.

¿Cuáles fueron las medidas adoptadas por San Martín cuando este detentaba el poder? Las oligarquías reaccionarias y conservadoras, por medio de una historia cipaya y taxológica, ha vedado y encubierto las principales medidas tomadas por su prócer, y esto fue y es así porque las mismas fueron contra ellas. San Martín principia su regencia aplicando una feroz persecución contra todo elemento opositor, ya sean las clases altas inclinadas al absolutismo como contra la reaccionaria iglesia católica del Perú (ya comentamos lo sucedido con Monseñor Bartolomé María de las Heras). Estas medidas que sin ningún límite de discusión nos parecen acertadas son opacadas por los decretos de "favoritismo nobiliario". Erigió e instauró la "Orden del Sol" y el uso de la Carrosa presidencial, (con el objeto de crear una aristocracia patria) imitación aparente de la Legión de Mérito en Chile y de la de los Libertadores de Bolívar. Al implantar la nueva estirpe patricia, se atribuía franquicias e inmunidades personales vitalicias, las cuales las hizo hereditarias hasta alcanzar el tercer linaje. Esta "Orden del Sol" condescendía privilegios como renta perpetua, educación selecta para sus hijos, preferencia en los encargos. Coronado su tendencia de nobleza patriótica quitando el cuadro de Fernando VII del salón de gobierno y colocando el suyo propio, desfilando en los actos públicos por una carroza de gala tirada por seis corceles y una guardia escoltada, que hacía deslumbrar su atuendo con retoques en oro. Su aparente inclinación monárquica lo indujo a establecerse un sueldo de treinta mil pesos (medida que no poseían y no contaban con la aprobación de la sociedad peruana) que sería empleado en su mayor beneficio para regalías.

Las intrigas vuelven cando se trata de constituir el nuevo dominio territorial que ahora goza de libertad pero carece de una organización política como forma de gobierno. Es en estas tratativas que se gesta la idea monárquica de coronar un príncipe proveniente de las dinastías inglesas o en su defecto rusa. La difícil situación peruana recae en la misión que llevarán adelante Juan García del Río y Diego Paroissien, en contexto europeo, buscando el reconocimiento de la independencia del Perú con el consecuente protectorado de la potencia extranjera que apoyara tal proyecto. ¿Pero, no fue criticado Rivadavia y Pueyrredón en su momento por idénticos designios?

El clima se torna fastidioso, la atmósfera irritante, el localismo comienza a forjar conflictos entre las filas de un ejército que se encuentra ahora pasivo. No cuenta con el apoyo de las provincias Unidas del Río de la Plata, y sus gobernantes instigan secretamente planes para su derrocamiento en concordancia con sus propios generales. Lord Cochrane, (que se encuentra sepultado en la Catedral de Westminster, lugar que dominan los magnos hombres del imperialismo anglo, en su descanso eterno) en el agosto de 1821 protagoniza un altercado verbal con el Protector reclamándole el estipendio demorado de sus marineros y tripulantes a cargo (unos ciento veinte mil pesos a la Escuadra desde su salida expedicionaria y unos doscientos mil pesos de sueldos atrasados y primas sobre sus victorias). La negativa de San Martín ante tal petitorio, conlleva la insubordinación de Cochrane, quien incautó los tesoros públicos depositados por el General a bordo de una goleta ancorada en el Puerto de Ancón. Se dice que Cochrane solo se limitó a tomar el equivalente a los sueldos gravados a sus hombres, con el objeto de contener y soslayar una sublevación entre sus oficiales, por lo que dejó intacto el resto del considerado erario, aunque otros autores dicen que este se llevó más de lo debido. Desvinculando su Armada y rompiendo todo lazos con el protectorado del Perú, concluye en rescindir sus acciones para este y traslada la Escuadra, el 6 de octubre de 1821, (formada por las fragatas "O'Higgins" y "Valdivia", ex "Esmeralda", ex fragata realista; la corbeta "Independencia", el bergantín "Araucano" y la goleta "Mercedes") con el fin de encontrar en las costas del Océano Pacífico las últimas fuerzas de la armada española, las fragatas "Prueba" y "Venganza"; y la corbeta "Emperador Alejandro".

Al salir del Perú arribó al puerto de Guayaquil, donde constó un mes para acoplar y para abastecer a los buques de la Escuadra. Luego de ello, continúo su viaje de cabotaje por el norte alcanzando las costas de México. Cochrane había ordenado al bergantín "Araucano", ir directamente hacia Acapulco para bloquear el puerto, disuadiendo e impidiendo con esta maniobra que se disgregaran y escaparan las naves españolas que acaecieran allí. Fue así como en los postreros días de diciembre de 1821 el "Araucano" penetró a ese puerto, donde llegaban las flotas y galeones que practicaban el comercio español entre América y las Filipinas. Al descender el comandante del bergantín a tierra fue inminentemente hecho prisionero por el gobernador del dársena.

El 28 de febrero de 1822, llegó Cochrane con el resto de la escuadra al puerto. Allí se le informó de la actitud beligerante de los realistas de la tierra azteca, y de los próvidos planes de combate que se ejecutaban en los fuertes que custodiaban el puerto. Afortunadamente la respuesta del gobernador mexicano fue conciliadora. Luego de aprovisionarse en California decidió regresar a Chile anclando en el Puerto de Valparaíso en junio de 1822, luego de veintidós meses de distancia.

Por otra parte los problemas para el libertador liberal continúan, San Martín ahora proyecta en Punchauca, una entrevista con el Virrey La Serna. Esta entrevista se efectuó el 2 de junio de 1821. Escoltaban al virrey, el general José de la Mar y los brigadieres José de Canterac y Juan Antonio Monet. Por su parte, San Martín constaba asistido por el general Gregorio de las Heras, Mariano Necochea y Diego Paroissien. Según testigos presenciales, San Martín, no bien reconoció a La Serna, lo abrazó cordialmente, expresándole: «Venga acá, mi viejo General; están cumplidos mis deseos, porque uno y otro podemos hacer la felicidad de este país» (La Serna, liberal hermano y miembro de la Gran Logia, fue compañero de armas en Europa y había luchado defendiendo el pabellón godo, al igual que San Martín contra el avance napoleónico). El designio que San Martín expuso al virrey radicaba sustancialmente en que se instalaría una regencia tutelada por el propio Virrey La Serna, que actuaría como Presidente y que además, estaría constituida por un vocal propuesto por el virrey, y otro escogido por San Martín. Los dos ejércitos en conflicto deberían unificarse y se enunciaría formalmente la soberanía del reino del Perú. Posteriormente a ello, San Martín, sujeto a estos convenios, viajaría a Madrid para requerir de las Cortes que distinguieran a un infante de la realeza de España, descendiente del linaje Borbón, este debía ser pregonado e investido como Rey del Perú. En un primer momento, a La Serna no le pareció inadmisible este plan pero luego se reusó juzgando que el General solo buscaba ganar tiempo, de esta manera se rompió las acuerdos e intentos de conciliación entre ambos bandos. Punchauca fue la última conferencia entre los realistas y San Martín. Posteriormente La Serna se replegó de Lima y San Martín ingresó a la capital. El 28 de julio de 1821 el libertador declaró oficialmente la independencia del Perú.

Pero su gestión se ve turbia, cada vez se le es más dificultoso mantener el orden entre sus tropas, crece los recelos y contiendas en la sociedad peruana fomentadas por el aristocrático y localista Riva Agüero, las tratativas de insubordinación que lo convierte en el blanco de las críticas, la traición de Cochrane que lo deja prácticamente sin Escuadra, moldean el contexto y la situación para que San Martín concluya dimitir a su cargo y dejar la empresa libertadora en manos de Simón Bolívar. Es así que San Martín concibe en Guayaquil una conferencia que decidirá los destinos del continente. Escoltado por Pedro Nolasco Fonseca realiza el viaje, y logra acometer el premeditado encuentro con Bolívar, a solas y sin testigos, tratarán primordialmente tres cuestiones: el destino de la Provincia de Guayaquil, la compensación de la ayuda que el Perú había manifestado y consagrado precedentemente para la autonomía de aquella provincia, y por último, el final de la cruzada contra los realistas, cuya perentoria y decisiva etapa debía extenderse y dilapidar en el recientemente emancipado Perú, ya que en las regiones de la sierra peruana se hallaban los últimos reductos del absolutismo realistas de toda Sudamérica.

Algunos historiadores sostienen que el tema fundamental del encuentro fue el futuro del Perú. Disputas en cuanto a su forma de gobierno; mientras que San Martín se inclinaba por un régimen monárquico con características constitucionales, Bolívar se mostraba partidario de una república democrática y, en forma general, la consolidación de América del Sur unificada. La noche del 27 de julio de 1822, Bolívar agasajó a San Martín con un banquete. A mitad del mismo, y bajo un cabal y estricto secreto de todo lo dialogado, tal cual lo convenido, así San Martín se embarcó hacia el Perú, dejando en manos de Bolívar parte de su ejército. ¿Pero este escenario político, social y económico, justifica la desidia del General? ¿No son los mismos problemas que acusarán a Bolívar, quien decide permanece e intentar un desenlace que termine de una vez y para siempre el imperio castellano en tierras americanas?

Los motivos de su partida aún son desconocidos, lo cierto es que abandona el ex reino incaico, arribando en las costas de Chile, para finalmente recaer en Mendoza el enero de 1823, desde donde solicita un permiso para retornar a Buenos Aires y reencontrarse con su consorte que yacía gravemente enferma. Bernardino Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, se lo negó rotundamente (algunos historiadores hablan de un perdón jamás omitido por San Martín, cuando este se enteró de los rumores de infidelidad que acusaban a Remedios y es por esto, que San Martín no acude al acompañamiento en sus últimas horas) explicando que no sería conveniente ni seguro para San Martín regresar a la ciudad. La desobediencia a una orden que había recibido del gobierno (la de regresar con parte de su ejército a reprimir las montoneras federales), le valió que los unitarios pretendieran someterlo a juicio.

Meses más tarde el General decide viajar a Buenos Aires (contradiciendo las dos hipótesis). Su llegada a Buenos Aires fue tardía, Remedios de Escalada ya había fallecido el 3 de agosto de 1823.

Siendo ya en Buenos Aires se lo incriminó de haberse convertido en un traidor. Su incomoda residencia en la capital y los conflictos internos contribuyeron a que el 10 de febrero de 1824 partiera hacia el puerto de El Havre (Francia). Al alcanzar las costas francesas, es retenido y negado a poder desembarcar; debe redirigir su rumbo hacia el oeste. Luego de un breve período en Escocia, recae en Bruselas, para poco tiempo después volver a París (tras algunas negociaciones).

Allí en su exilio San Martín escribe las famosas y renombradas "Máximas para Mercedita" (¿Olvidó acaso escribirle estas máximas a sus otros hijos no reconocidos?)

Tras seis años después de su regreso a Europa estallan las oleadas revolucionarias liberales de la burguesía (las segundas, las primeras fueron en 1820)

Una de estos levantamientos revolucionarios, acaecieron en Bélgica. La Revolución belga de 1830 tuvo como protagonistas a los habitantes de las provincias del sur del Reino Unido de los Países Bajos contra la preponderancia hegemónica de las provincias norteñas, mayoritariamente protestantes. En pocas semanas de agosto y septiembre la rebelión logró la secesión de Flandes y la Valonia y la formación de Bélgica. Sólo parte de Luxemburgo permaneció hasta 1890 en unión personal con el Reino Unido de los Países Bajos.

Del siglo XIV al XVI el norte y el sur constaron unidos y conllevaron la misma historia, originalmente como Países Bajos Borgoñones y más tarde como Países Bajos Españoles. Durante la Reforma Protestante y la Guerra de los Ochenta Años alcanzaron la independencia las siete Provincias Unidas de los Países Bajos Holandeses. En 1815, tras el Congreso de Viena norte y sur se unieron de nuevo junto al Principado de Lieja. Las segmentaciones religiosas, lingüísticas y económicas, que se habían producido durante los aproximadamente dociento cincuenta años de separación, se pusieron pronto de manifiesto de forma catastrófica, y el cisma pasó de su estado latente a ser inevitable. La consecuencia fue una revolución burguesa y liberal en el contexto de la Revolución francesa de julio. El joven Estado belga fue reconocido totalmente independiente en 1839.

¿Pero, qué sucedió cuando los revolucionarios belgas pidieron la colaboración del prócer libertador para enfrentar el poder absolutista de los Países Bajos? ¿Acudió ante este llamado convencido de la idéntica causa liberal, que según algunos historiadores motivaba su accionar? La negativa de san Martín fue rotunda, no prestó su ayuda a los rebeldes liberales belgas que buscaban la independencia de su nación, como tampoco lo hizo cuando Facundo Quiroga solicita su regreso al país con el fin de consolidar la paz y el orden en él territorio, ofreciéndole el cargo de gobernador ¿Era entonces movido por convicciones aferradas su ser, o lo encaminaban otros intereses menos abstractos y más mundanos?

Años más tarde, en 1848, Europa vuelve arder ante nuevas revueltas, pero esta vez se tiñe de rojo y negro. El espectro del comunismo invadía el continente. El surgimiento del proletariado y de las tendencias radicalizadas de izquierda como anarquistas, socialistas, cooperativistas y comunistas desencadenará el último oleaje revolucionario dentro del cuadro de las llamadas revoluciones liberales (ya que la baja burguesía también obtendrá el papel protagónico en estos movimientos). En este año (1848), Francia atravesaba profundos conflictos sociales que se ostentaron como una lucha de clases triangular, con dos burguesías claramente definidas y el campo popular. La alta burguesía, identificada con el Antiguo Régimen, era predominante en el poder, el cual se negaba a compartirlo con la pequeña burguesía, mientras que el proletariado, como clase obrera promovía a ser consciente de su miseria y de su ímpetu reivindicativo y revolucionario para interpelar por sus intereses. Sin embargo, no fue sólo el conflicto social lo que desencadenó la revolución de 1848, sino que la cultura política francesa también inspiró y abrió los ojos a una sociedad que durante el antiguo régimen permanecía aletargada y dormida, conduciendo a un creciente factor de inestabilidad. La Revolución francesa dejó como legado la creencia de que la política podía transformar la realidad, y que el Estado no debía circunscribirse a defender y administrar la sociedad, sino que debía configurarla y conducirla, aunque no había una unificación de ideologías para llevar adelante esta nueva sociedad. Lo que dejaba como consecuencias nuevas y radicalizadas crisis institucionales.

Con la denominada revolución de febrero se produce la destitución de la monarquía de julio, representada por Luis Felipe I de Francia (el rey de las barricadas que había logrado tomar el trono como consecuencia de las tres memorables jornadas revolucionarias de 1830). El 25 de febrero se proclamó la Segunda República Francesa, que tenía amplio consenso social, pero tras las jornadas de junio se impuso un régimen moderado, el de Luis Napoleón Bonaparte, (que tendrá el fin tantas veces visto en la historia del capitalismo, de templar los ánimos de la clase obrera y neutralizar su lucha revolucionaria) que orientaría la política, primero como presidente (10 de diciembre de 1848) y luego, tras un golpe de Estado, ejecutado el 2 de diciembre de 1851, se proclamará emperador de los franceses, dando comienzo al Segundo Imperio francés (1852-1870).

Ante estos estrepitosos acontecimientos de la esfera política y social que convulsionaba la Europa en general y la Francia en particular. ¿Qué mirada tenía San Martín por tales eventos? ¿Cuál era su opinión que dejaba entrelazada su conciencia de clase, su pertenencia social? Extrañamente los sectores de izquierda que tanto han proclamado al prócer burgués parecieran verse vedados antes los postulados tajantes que emitió el gran capitán, olvidándose que nada se pierde en este mundo, pues aun las gotas de rocío conforman el inmenso océano. El alegato de San Martín sobre los hechos trasluce su imagen y presenta un discurso propio del pensamiento más reaccionario y conservador:

"los hombres de orden no se ponen en evidencia sino con reserva: la revolución de febrero en Francia ha demostrado esta verdad muy claramente pues una minoría imperceptible y despreciada por sus máximas subversivas y de todo orden, ha impuesto por su audacia, a treinta y cuatro millones de habitantes la situación crítica en que se halla este país… Este porvenir inspira una gran desconfianza, especialmente en Paris, donde todos los habitantes que tienen algo que perder desean ardientemente que el actual estado de sitio continúe, prefiriendo el gobierno del sable militar a caer en poder de los partidos socialistas."

Y continúa en carta al mariscal Castilla, fechada el 15 de abril de 1849: "El inminente peligro que amenazaba a la Francia (en lo más vital de sus intereses) por los desorganizadores partidos de terroristas, comunistas y socialistas, todos reunidos al solo objeto de despreciar, no sólo el orden y la civilización, sino también la propiedad, religión y familia…"

Contemporáneo a Marx, quizás comprendió mejor que nadie una de sus célebres frases "la historia de la humanidad es la historia de la lucha de clases, y por ende los valores de una sociedad son los valores de la clase dominante". San Martín adhería a las ideas liberales, (entiéndase estas sobre todo desde el punto de vista económico) estaba ligado y pertenecía a las luchas que en aquel contexto la burguesía desplegaba contra el antiguo régimen, San Martín defendía los intereses de la burguesía, (la lucha independentista de toda América fue liberal burguesa) y fue éste estamento social que dotado de conciencia de clase libró en todo el planeta su asalto al poder.

San Martín, como todos los próceres de las distintas nacionalidades americanas (como Bolívar, Sucre, O"Higgins, Moreno, etc.) que hoy se enaltecen y exaltan, fueron hombres inspirados por la ideología que emanó de la Revolución Francesa, (madre de todas las revoluciones liberales burguesas) es decir fieles liberales representantes de la clase social a la que pertenecían.

La Hipótesis de Alberdi, Sejean y Calabrese: San Martín visto como agente inglés

La disputa historiográfica creada entre el mito y la verdad, han llevado a preguntarnos e interrogarnos: ¿Fue San Martín un agente inglés? Sejean se interpela y responde, si el prócer no era un mercenario inglés ¿Cómo pudo desarrollar un sentimiento tan profundo de amor a la patria, siendo que la mayor parte de su infancia y formación completa la recibió en España? ¿Pudo acaso este débil recuerdo de sus primero seis años mover sus convicciones a tal punto que arriesgó hasta su propia vida por la causa liberal americana? ¿Fue por este motivo que abandonó las filas del ejército español que se batía a duelo contra el avance napoleónico? Ante estos hechos Sejean es contundente y afirma: San Martín fue el sucesor de Beresford y Whitelocke, fue quien lideró la tercera invasión inglesa en el cono sur. Su desempeño como militar, con grandes dotes para ello, lo llevó a concretar un plan que concernía y había tenido su origen en el Estado de la Gran Bretaña, este plan es conocido como el "Plan Maitlad", un plan ideado secretamente por los ingleses que respondían cabalmente al "Memorial de Castlereagh", (Castlereagh como ministro de guerra del imperio Albión, redactó el 1 de mayo de 1807 un memorial dirigido al gabinete sobre su manera de entender las relaciones con Sudamérica). Este documento puede considerarse como la piedra angular del imperialismo semicolonial que en adelante habría de regir la política inglesa en el Plata. Fue considerado y tenido en cuenta luego del fracaso de Whitelocke. A Castlereagh lo guiaba intereses puramente comerciales, no le interesaba el dominio directo de estos territorios, pues su objetivo estaba en constituir y ganar nuevos enclaves económicos donde pudiera vender manufacturas y obtener materia prima mediante la explotación de los recursos naturales de estos territorios. Castlereagh expresaba sus ideas: "estoy fuertemente persuadido…la política que ahora estamos desenvolviendo (en el Río de la Plata) no nos va a producir mayores beneficios comerciales o políticos, y vamos a necesitar gastar grandes recursos militares…debemos actuar de manera acorde con los sentimientos y los intereses del pueblo americano…debemos abandonar la esperanza de conquistar esta extensa región contra el temperamento de su población…si nosotros nos acercamos a ellos como comerciantes y no como enemigos, podríamos dar energía a sus impulsos locales y conseguiríamos abrogar las prohibiciones contra nuestro comercio…es absolutamente indispensable que nosotros no nos presentemos bajo otro aspecto que el de auxiliadores y protectores"… cuyos designios imperialistas dejaban más que claro cuál era el itinerario político a seguir, luego de haber visto fallidos sus dos intentos colonizadores en el Río de la Plata, en 1806 y 1807. ¿O acaso el imperio más grande de aquella época no presentaría una estrategia ofensiva (aunque disimulada ella) y acabaría por rendirse frente a las enormes ventajas que les proporcionaría explotar tan extenso territorio? ¿No buscaría la manera propicia de dominarlo, ya sea directa o indirectamente?

Este ideario convenía a la corona británica, promover y maquinar el levantamiento de criollos contra el asfixiante yugo mercantilista español, ahorrándose con ellos los gastos de guerra y la vida de sus súbditos, auxiliando el reclamo de libre comercio (de esta manera no solo no perdía capitales ni hombres, si no que obtenía ganancias con la venta de armamentos a los liberales del nuevo mundo).

Sejean continúa en su ensayo e interroga al prócer de la burguesía: sabemos que San Martín lucho bajo la bandera goda, y que por misteriosas causas renuncio a su ejército trasladándose con ayuda inglesa hacia Londres, desde donde zarpó hacia tierras americanas… ¿De que vivió San Martín en este período? ¿Cómo hizo para solventar los gastos de viaje hacia el nuevo mundo, y como logró sortear las vicisitudes que la vida diaria presentan? Tanto ayer como en el hoy se necesita de un trabajo para sobrevivir ¿Si no poseía oficio alguno, quien era su mecenas? ¿Fue San Martín acaso un mercenario británico?

Pero más allá de estas preguntas, la incoherencia de la historia burguesa presenta a un hombre que vivió la mayor parte de su existencia fuera del país que lo vio nacer, como el "padre de la patria", un hombre que cuando el deber lo llamo, literalmente, se negó a cumplirlo. ¿O acaso no es una muestra de traición su desobediencia, el no haber acatado en 1819 la orden impartida por el entonces director supremo Martín de Pueyrredon? (la solicitud de auxilio militar expedida por el directorio tenía que ver con dos cuestiones a resolver, la primera aplacar los levantamientos de las montoneras federales y la segunda de gran envergadura, la noticia de una posible expedición goda hacia el Río de la Plata, (la cual nunca llegó a partir de la península, pero consistía en una eventual amenaza para el proceso independentista), ésta, había sido organizada en Cádiz por el antiguo virrey de Nueva España, don Félix María Calleja del Rey (entonces capitán general de Andalucía) con la intención de decidir la disputa liberal defendiendo los interese colonialistas de España, esta sería comandada por conde de La Bisbal.

Dicha expedición estaba formada por una flota improvisada de los restos de la armada destruida en 1805 y por los barcos comprados por la camarilla del rey al Imperio ruso sin el discernimiento de la Armada española (y que luego fueron catalogados en su advenimiento a España como anticuados, ineficaces y con malas condiciones para la navegación).

La vasta información que se filtraba por medio de espías, proveía a la capital del Plata la noticia de esta expedición, lo que posibilitaba al gobierno río platense la búsqueda de estrategias para organizar la defensa insurrecta del territorio. Bajo estas circunstancias y motivos, el gobierno bonaerense intento negociar la paz con José Gervasio Artigas, pidió auxilio al general San Martín (el cual se negó a dárselo) y reclutó mil quinientos hombres en Córdoba como refuerzos.

La tropa de la expedición incorporaba más de 20.000 hombres, incluidos en ellos a catorce escuadrones de caballería y a 6.000 marinos, junto a 35 naves de guerra. El plan de reconquista era desembarcar próximos al puerto de Montevideo, como consiguiente paso, apoderarse de la ciudad donde probablemente aún existiera un fuerte apoyo a la causa realista. Contarían así con una base firme y estable en el Río de la Plata desde donde organizar la ofensiva y conseguir el apoyo de los absolutistas del interior del virreinato. Posteriormente una partida se dirigiría contra Buenos Aires. Una vez aplacado el levantamiento en el Río de la Plata la "Gran Expedición" avanzaría hacia Chile para finalmente penetrar en el Perú, que se encontraba sitiado al norte por Bolívar y al sur por San Martín.

No es solo esta supuesta desobediencia dice Sejean, (la que considera una estricta obediencia a los mandatos británicos) si no que existe otra, (que también el autor considera una obediencia) ésta es el pedido del director supremo Pueyrredón de disponer un diputado chileno para el Congreso tucumano que declarará la independencia el 9 de julio de 1816. ¿Con qué fin, según el autor, San Martin se niega a obedecer? Con tal negativa, el gran capitán permitió abortar la idea de un Estado bioceánico, un Estado que pudo haber representado una seria amenaza a los interés comerciales de la corona inglesa. San Martín, de esta manera, cumplió con estrictas órdenes impartidas por sus superiores anglosajones, no fue una desobediencia sino por el contrario una completa sumisión a las directivas de su majestad.

Ya en su exilio, en el viejo mundo, haya por 1824, Lord Duff lo condecora como ciudadano ilustre del reino, por haber tenido la capacidad de poder llevar adelante la empresa de colonizar indirectamente la mitad del continente americano, plegarlo al liberalismo económico y sentar las bases del dominio ingles en el extremo sur del continente, así continua Sejean en su ensayo.

Las acciones del General San Martín fueron meticulosamente estudiadas y supervisadas por los ingleses, muchos de sus colaboradores inmediatos eran ingleses, como el caso del general Miller o de su propio médico auxiliador durante toda la campaña continental, otros estaban "casualmente" en los lugares de disputas políticas o militares (como el caso del supuesto "viajero" inglés Paris Robertson, que brinda junto a San Martín, el futuro triunfo horas antes del combate en San Lorenzo, aquel 3 de febrero de 1813 junto al Convento de San Carlos Barromeo en la provincia de Santa Fe), todos estos movimientos estaban custodiados y amparados por las logias, que poseían sus matrices en Londres. Su empresa de otro modo hubiese sido imposible, los gastos de guerra, los hombres sin experiencia en el ejército de caballería y ni hablar sobre lo naval…la injerencia meticulosa de Inglaterra en estos asuntos es más que evidente y no se necesitan grandes razonamientos para poder llegar a estas conclusiones. Los jefes de las escuadras, en su mayoría eran mercenarios de descendencia nórdica, como Guillermo Brown, Lord Cochrane, entre otros. La masonería inglesa participó activamente en el entretejido de las operaciones militares llevadas en el Plata desde los días previos a la semana de Mayo y lo continuó haciendo durante todo el período de lucha independentista en el continente. La decisión de abandonar el Perú fue una decisión hecha con anterioridad por los hermanos de la Gran Logia. Sejean dice, el propósito por el cual San Martín regresó a América era romper con el yugo español y anclar las economías a los intereses comerciales de Inglaterra, una vez logrado ello, San Martín no tenía nada que hacer en el continente, por tal motivo se resuelve cesarlo en el mando del gobierno peruano y organizar su regreso al Viejo mundo. El propio Amuchastegui afirma que las logias que participaban en la contienda americana, eran los verdaderos árbitros del momento, y todas ellas tenían íntima reciprocidad con los intereses económicos de la Gran Bretaña.

La historia oficial ha intentado minimizar el hecho de San Lorenzo, el encuentro producido entre Paris Robertson y San Martín, para ello conto con la ayuda de muchos historiadores, que intentaron presentar a Robertson como un simple viajero, un comerciante que casualmente transitaba el lugar. ¿Pero si así fuese, cual es la relación para invitar a un total desconocido al cuartel? ¿Era un total desconocido para San Martín, o ya lo conocía? ¿Era casual que este en ese momento de la historia, o había ciertamente una causa primera? ¿Por qué brinda por la victoria criolla? ¿Tenía algunos intereses que lo beneficiaban? ¿Las batallas y las luchas de San Martín eran también sus batallas y sus luchas? ¿Era este inglés un simple comerciante aventurero que por cuestiones del destino lo situaron en San Lorenzo, o más bien era un agente de la corona británica que inspeccionaba el obrar de San Martín? Basta recordar que éste mismo comerciante, entrevista a San Martín en Córdoba, cuando este tenía una reunión clave junto a Pueyrredón (oportunidad en que el Director Supremo, aseguró al jefe militar de Los Andes toda la ayuda necesaria para emprender la campaña libertadora al Alto Perú, aún con una economía en crisis). No podemos dejar al azar estos datos, aun sabiendo que los hermanos Robertson serán los encargados luego de realizar el primer empréstito que endeudará al país con la Banca Baring Brothers (La Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires sancionó el 19 de agosto de 1822 una ley que facultaba al gobierno a "negociar, dentro o fuera del país, un empréstito de tres o cuatro millones de pesos valor real". Los fondos del empréstito debían ser utilizados para la construcción del puerto de Buenos Aires, el establecimiento de pueblos en la nueva frontera, y la fundación de tres ciudades sobre la costa entre Buenos Aires y el pueblo de Carmen de Patagones. Además debía dotarse de agua corriente a la ciudad de Buenos Aires.

La Junta de Representantes había autorizado la colocación a un tipo mínimo del 70%, pero Rivadavia aceptó constituir un consorcio que representara al Gobierno de Buenos Aires para la colocación del empréstito al tipo de 70%. Este consorcio estaba encabezado por los señores Braulio Costa, Félix Castro, Miguel Riglos, Juan Pablo Sáenz Valiente y los hermanos Parish Robertson, quienes en virtud del poder conferido celebraron el acuerdo en Londres con la firma Baring Brothers & Co.

Como la colocación en el mercado sería fácil, la Baring propuso al consorcio colocarlos al 85%, pagando 70% a Buenos Aires y repartiéndose el 15% de diferencia con el consorcio.

El 1 de julio de 1824 se contrató con la Banca Baring el empréstito por 1 000 000 de libras esterlinas. El 15% de diferencia de colocación representó 150 000 libras, de ellas el consorcio en su conjunto se llevó 120 000 libras en carácter de comisión, y los 30 000 restantes fueron para Baring.

El Bono general dispuso que:

  • Los intereses serían pagados semestralmente, encargándose la Casa Baring de hacerlo a nombre de Buenos Aires cobrando una comisión del 1%.

  • El Estado de Buenos Aires "empeñaba todos sus efectos, bienes, rentas y tierras, hipotecándolas al pago exacto y fiel de la dicha suma de 1 000 000 de libras esterlinas y su interés".

  • Baring retendría 200 000 títulos al tipo de 70, acreditando a Buenos Aires las 140 000 libras correspondientes y disponiendo para sí del excedente de su venta.

  • Por cuenta del consorcio, Baring vendería en bolsa los 800 000 títulos restantes al tipo de 85%, cobrando un 1% de comisión por ello, y acreditando a Buenos Aires el 70%. Si lograse colocarlas a más del 80%, la comisión subiría a 1,5%.

  • En toda suma a entregarse en lo futuro por Buenos Aires, en concepto de intereses y amortizaciones, Baring cargaría un 1% de comisión a cuenta del gobierno.

Como no se había especificado como llegaba el dinero a Argentina, el consorcio informa a la Casa Baring que la mejor manera era enviando letras giradas contra casas comerciales de prestigio que dieran garantías en Buenos Aires. No por casualidad, una de esas casas comerciales era la de Robertson y Costas, dos miembros del consorcio. Al final, del millón de libras que totalizaba el mismo, sólo llegaron a Buenos Aires unas 570 000, en su mayoría en letras de cambio y una parte minoritaria en metálico.

El empréstito solo se pagaría por completo ochenta años más tarde.

En cuanto el préstamo llegó, la Legislatura cambió de idea: el dinero no era necesario. De modo que fue entregado al Banco de Descuento para que lo entregara como créditos a sus clientes, a intereses mucho más bajos que los que pagaba la provincia por ese dinero.

El empréstito argentino de 1824 no fue el único de su tipo en Latinoamérica: ya en 1822 Colombia había negociado un crédito por valor de 2 millones de libras esterlinas, lo mismo había hecho ese año Chile con un crédito por 200 000 libras. El reino de Poyais (país ficticio creado por el estafador Gregor McGregor supuestamente en la Costa de Mosquitos, ubicada en el litoral del Mar Caribe de las actuales Honduras y Nicaragua), hizo lo propio por 200 000 libras, y Perú colocó un empréstito por 1 200 000 libras. México también tomó un crédito de este tipo en 1824, y Colombia obtuvo su segundo crédito. Entre 1822 y 1826 las colonias españolas se endeudaron con Londres por la suma de 20 978 000 libras, habiendo Inglaterra desembolsado una suma real de sólo 7 000 000 de libras.

Existe una causalidad, hay intensiones claras en estos encuentros diplomáticos y estrategas, existe por ende una falta de honestidad intelectual en todos aquellos historiadores que han minimizado o acallado estos hechos que comprometen fuertemente la imagen del prócer burgués.

¿Por qué razón Lord Duff lo condecora? ¿Qué méritos hiso el capitán para ser declarado ciudadano ilustre de un pueblo que no era el suyo? ¿De qué dinero disponía para poder vivir en Europa, poder retratarse y hasta poder adquirir una casa en Francia?

Muchos defensores del "Gran Capitán" podrán fusilar con su última carta. ¿Si San Martín fue agente inglés, cómo explicar que éste cediera a modo de gratitud y reconocimiento su sable a Juan Manuel de Rosas (el terrateniente autoritario, como todo terrateniente explotador), tras presentar batalla a los bloqueos anglo-franceses? La respuesta es muy sencilla. El sable con el que luchó San Martín en los Andes fue entregado a Rosas antes del bloqueo conjunto con Inglaterra. Se puede incluso decir más, San Martín no escribió ninguna línea condenando la actitud imperialista de este segundo bloqueo (en el primer bloqueo solo participó Francia, y luego de ellos San Martín dono su sable en 1844, pero ante la injerencia inglesa que tuvo lugar entre el 2 de agosto de 1845 y el 31 de agosto de 1850, el prócer emitió un contundente silencio)

San Martín visto como agente napoleónico (Enrique de Gandia)

Antes que el prócer liberal ancle en tierras americanas, diplomáticos ingleses eran advertidos por la llegada de este Teniente Coronel que acababa de desertar las filas del ejército español. De ser un militar al servicio de la corona goda, extrañamente abandona las filas de la defensa anti napoleónica, y se embarca hacia la América convulsionada por las ideas de la Revolución Francesa, ideas que eran alentadas por Napoleón (el mismo que luchaba contra el absolutismo en el viejo mundo, ahora parecía tener un aliado en las colonias reales españolas). Los agentes ingleses fueron precavidos y avisados por medio de cartas secretas que permitieron seguir sigilosamente los pasos de San Martín.

En carta al cónsul inglés en Buenos Aires, Roberto Staples, Mariano Castilla se refiere y advierte que en el pequeño buque del George Canning, llegado a las costas del Plata en febrero de 1812, habían embarcado unas veinte personas aproximadamente con vistas a incorporarse al ejército sublevado del virreinato. Estos pasajeros según el remitente venían pagados por el gobierno francés. Venía también en esta embarcación un barón alemán que traía instrucciones del emperador francés, este era sin dudas el barón de Holmberg. Había también, continúa Castilla, un Coronel de apellido San Marín que había sido ayudante y principal partidario del marqués de Solano, gobernador de Cádiz, del cual no se tenía la más mínima duda, por su pasada conducta que se hallaba a sueldo de Francia y era abiertamente enemigo de los intereses británicos en el Plata. Y redondeaba su informe con la sospecha sobre el general (también pasajero de la George Canning) Martín de Pueyrredón, que sabemos de su amplia inclinación afrancesada.

No es de olvidar que los vínculos y la buena relación que tenía San Martín con Pueyrredón acrecientan las dudas sobre este supuesto teórico al cual nos invita a dudar e interrogarnos el historiador Enrique De Gandia ¿Fue San Martín un agente francés? ¿Las ideas liberales de Napoleón, como hijo de la Francia del 89 influyeron en el general a tal punto de convertirse en un súbdito franco?

Caratular a San Martín como liberal no es un desacierto, de hecho San Martín lo era ¿Entra en incoherencia este calificativo con la acusación de funcionario francés? Para nada, la revolución francesa fue liberal, fue la madre de todas las revoluciones liberales que se dieron en América y el mundo, fue y es la inspiración de todos los revolucionarios liberales de aquel período histórico y el emblema heroico del pasado burgués. Si San Martín fue un mercenario francés también fue liberal. Pues esta es la ideología de su clase social, la de la burguesía.

¿Son estas ideas las que instigan al Teniente Coronel desertar las filas del ejército español? Probablemente sí. España era absolutista y encontraba al soldado peleando en un ejército que ideológicamente no lo representaba. Y lo que es peor, su enemigo era a quien el adjuntaba admiración política e ideológica.

Si bien es cierto que Pueyrredón fue quien en reiteradas ocasiones pretendió coronar un príncipe europeo (de filiación francesa), no menos cierto es que San Martín lo intentó en el Perú (En apoyo a sus ideas monárquicas, envió a García del Río y Diego Paroissien a Europa, a conseguir un príncipe de la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha, para que reinara en el Perú. También debieron contratar un empréstito para continuar la campaña militar), y no menos cierto es que el capitán de los Andes poseía una amistad íntima con el ahora Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

En 1817, el Director Supremo, Juan Martín de Pueyrredón, consignó un agente a París con la tarea de transmitir al Ministro de Negocios Extranjeros de Francia, la voluntad y el deseo de las provincias del virreinato, de exaltar al trono a un príncipe europeo como un medio de sostener su independencia y encauzar el proceso político surgido tras el Golpe de Mayo a través de una monarquía constitucional (muchos historiadores muestran a San Martin como republicano, aunque otros, defensor de la monarquía como forma de gobierno, aquí no es nuestro interés detenernos en ello). Descartada la posibilidad del Duque de Orleáns (futuro Luis Felipe I, Rey de los Franceses), el otro aspirante posible fue el Infante Carlos Luis, Príncipe de Lucca, en razón de su parentesco con el Rey Fernando VII y su pertenencia a la Casa de Borbón, también reinante en Francia. Los convenios llevados a cabo por Valentín Gómez se orientaron en esa dirección, pero la caída del Directorio y la derrota de las fuerzas de Buenos Aires en la Batalla de Cepeda en el año 1820, concluyeron esta aventura entreguista monárquica.

¿Era ajeno San Martín a estas tratativas? ¿Desconocía el accionar de su correligionario y amigo?

Algunas dudas pueden dispersarse o despejarse cuando sabemos de hechos posteriores ocurridos en el exilio. Estos datan de cuando San Martín llega a las costas francesas. El gobierno francés niega su estadía por considerarlo un "hombre peligros" (pese a no plegarse al pedido liberal independentista belga). ¿Por qué razón el gobierno francés niega la estadía al militar condecorado y victorioso de Sudamérica? Porque el gobierno era reaccionario y no pretendía alojar liberales en su territorio.

Pese a ello, tiempo después el Gran Capitán, lejos de su patria materna, en 1831 se radicó en Francia, en una finca de campo cercana a París. Por esos años tuvo lugar su afortunado encuentro con su antiguo compañero de armas en el ejército español, Alejandro Aguado, marqués de las Marismas del Guadalquivir, quien, convertido en un exitoso banquero, designó a San Martín tutor de sus hijos, con una generosa paga. Tres años más tarde y gracias al dinero ahorrado trabajando con su compañero y a la comercialización de las fincas con que lo habían retribuido el Gobierno de Mendoza y el de Perú, se alteró a una casa que compró en la villa de Grand Bourg, departamento de Essonne, a breve trecho de París.

Acogió la visita de varios políticos americanos, en general jóvenes liberales, exiliados de su país, como Juan Bautista Alberdi (en 1843) y Domingo Faustino Sarmiento (entre 1845 y 1848), que viajó a Europa por comisión del Gobierno de Chile y se halló con San Martín en Grand Bourg en reiteradas ocasiones. Hasta sus últimos años mantuvo correspondencia con su gran amigo Tomás Guido, quien lo mantenía informado sobre el escenario político de América.

En marzo de 1848, al estallar la revolución de ese año
en París, se reubicó en la ciudad de Boulogne-sur-Mer, estableciéndose
en una habitación alquilada. En aquel lejano paisaje, a la edad de 72
años, el 17 de agosto, siendo las 3 de la tarde fallecía el Gran
Capitán, en compañía de su hija Mercedes y de su yerno
Mariano Balcarce.

 

 

Autor:

Walther Gahn

 

[1] El historiador Otero y Galv?n Moreno argumentan que la fecha de nacimiento del mismo se produjo en 1777 y para ello presentan tres documentos trascendentales:1) el pasaporte obtenido por San Martin, en 1824, declara haber cumplido cuarenta y siete a?os. 2) en carta enviada al presidente del Per?, Mariscal Ram?n Castilla, se reconoce de setenta y un a?os. 3) el 6 de diciembre de 1783, al partir hacia Espa?a con su familia, fue registrado en la fragata ?Santa Balbina? como de 6 a?os cumplidos.

[2] Esta hip?tesis que es sostenida por Garc?a Hamilton, en su libro ?Don Jos?, la vida de San Mart?n?, se basa en un documento declarado por la nieta de Don Diego de Alvear y Ponce de Le?n, Joaquina de Albear Quintanilla, donde, asegura que su abuelo junto con una originaria guaran? hab?a procreado a San Mart?n. Esto puede advertir el por qu? de la inexistencia de un acta de nacimiento o de bautismo.

[3] Cabe destacar que para poder ingresar a este regimiento era necesario tener m?nimo 16 a?os de edad, a menos que sea hijo de oficial (que ser?a el caso de San Martin), reduciendo el m?nimo a 12 a?os de edad en tales condiciones, esto podr?a ayudar a probar y demostrar que Jos? de San Martin naci? en el a?o 1777, puesto que de lo contrario el haber nacido en 1778 solo tendr?a 11 a?os y medio.

[4] Ya el Consejo de Regencia hab?a obstruido el esbozo liberal de la Junta Central de Sevilla, omitiendo el derecho a los americanos de gobernarse por Juntas electas por ellos mismos. Luego, los constituyentes de C?diz hab?an agravado las diferencias al conceder a los americanos una representaci?n m?nima (asim?tricamente menor, dada la poblaci?n de las provincias ultramarinas) y a?n m?s, designando por s? a los diputados americanos.

[5] Cabe destacar este punto, a que ninguna de las clases subalternas al orden que quer?a imponerse lo hac?a por convicci?n mutua, pues no era su lucha, no eran sus revoluciones. Como sucedi? en la Revoluci?n Francesa, las clases plegadas al levantamiento burgu?s fueron traicionadas cuando el poder cay? en manos de estos, donde se enga?? a los estamentos m?s bajos (obreros y campesinos) el Golpe de Mayo del a?o X hizo lo suyo una vez en el mando. De tal manera, la casi totalidad de las filas del ej?rcito patrio lo formaron los nativos (que hab?an adquirido la?libertad?al dejar de servir en mitas y yanaconazgos) y los esclavos, que bajo el condicionamiento de incorporarse al ej?rcito obten?an su libertad (para morir en el campo de batalla)

[6] Conocemos hoy que muchos hombres del Golpe de Mayo de 1810 estuvieron a sueldo del imperio Ingles, que actuaron por medio de la diplomacia y el env?o de dinero y de armas por parte de esta naci?n.

[7] Decimo que Mayo fue un golpe, pues sabemos que fue realizado por una peque?a fracci?n de la sociedad, efectuado por los jefes de las milicias de aquel per?odo. La participaci?n popular estuvo ausente y no particip? (al menos conscientemente) ni influy? en los acontecimientos.
La votaci?n realizada en el Cabildo fue una mera coacci?n de la burgues?a portuaria, que a punta de pistola y espada, esperaba agazapada a las afueras del recinto virreinal el conteo de los votos. Sabemos que estos votos fueron selectivos, que solo los sectores m?s acomodados del vecindario tuvieron la oportunidad de llevarlos a la pr?ctica.
Mayo no puede ser considerado una revoluci?n porque en el movimiento fueron excluidas las masas. Y fueron excluidas tambi?n luego por las nuevas autoridades que emergieron de este golpe.
Aunque sabemos que un golpe no es realizado ?nicamente por las milicias, sino que tambi?n posee un apoyo c?vico, este apoyo no es masivo (ni pretend?a serlo), ya que solo la "gente decente" incentiv? a los cuarteles a dicho levantamiento contra el orden imperante.
Remitirse a la idea de la legitimidad del gobierno realista, del propio Estado colonial, ya que, ante las consecuencias de la ?Farsa de Bayona? y la abdicaci?n de Fernando VII, este es hecho prisionero por Fran?ois Charles Bonaparte (Napole?n Bonaparte), genera una acefalia, lo que derivaba en la p?rdida de legitimidad sobre todos sus posesiones. Es una verdad y argumento a medias. Fernando VII fue hecho prisionero, pero aun el poder real permanec?a intacto, ya que en la Isla de Le?n una autoridad central, como el Consejo de Regencia pudo resistir al avance franc?s, lo que significaba que los gobiernos coloniales en Am?rica gozaban de total?amparo?en hecho y en derecho.

[8] Lugar que nunca volvi? a visitar desde su vuelta a la colonia

[9] La elecci?n de sus colores, nada tiene que ver con la historia ense?ada en las aulas, donde vinculando su inspiraci?n con los colores del firmamento, ?l subrepticio historiogr?fico trat? de deformar el origen de los colores de la Bandera, pero este, en realidad, nos revela las ideas pol?ticas de su creador, pues los mismos colores son los que representan la ?Casa de Borb?n?. En efecto, Belgrano era carlotista, y su idea de imponer a Carlota Joaquina, hermana de Fernando VII, como reina en el R?o de la Plata est? ?ntimamente ligada a esta elecci?n. ?Por qu? la burgues?a ha tratado de ocultar estos hechos? La f?bula creada sobre el origen de los colores tienden a exaltar hechos transform?ndolos en relatos m?stico grandilocuentes y por otro lado negar en la figura de un pr?cer el pensamiento pol?tico (pues el ideal burgu?s de sociedad es apol?tico y sumiso)

[10] Pero San Mart?n no solo estar? custodiado en San Lorenzo, de hecho su relaci?n con esp?as ingleses proviene de larga data, incluso antes de su vuelta a tierras del nuevo mundo. Son dos ingleses quienes amparan su subterfugio de Espa?a y su partida hacia tierra anglosajonas, (Charles Stuart y James Duff o Macdoff) embarc?ndolo hacia el R?o de la Plata. Por m?s est? decir que estos masones efectuaban directivas de su Real Majestad. Lord Macdoff se transformar? tiempo despu?s, por sus servicios prestados a la corona, en ?Lord of the Bedchamber? (Se?or de la C?mara).
En su vasta y extensa lucha redentora nunca estuvo ausente un confidente anglosaj?n: en Espa?a, Lord Macduff; en San Lorenzo, el viajero comerciante Robertson; en Mendoza, Santiago y Maip?, Haigh, portador ?accidental? de las actas de batalla; en Lima, el marino Hall, as? como su compa?ero de armas General Miller y el Comodoro Guillermo Bowles (y gran parte de su ej?rcito estaba integrado por ingleses). A esto podemos sumarle su m?dico de campa?a y amigo personal Diego Paroissien. Mucho de estos agentes de su majestad tendr?n relaci?n simult?nea con el propio Sim?n Bol?var.

[11] "Cinco a?os de repetidas experiencias han hecho ver de un modo indudable a todos los hombres de juicio y opini?n, que este pa?s no est? en edad ni estado de gobernarse por s? mismo, y que necesita una mano exterior que lo dirija y contenga en la esfera del orden antes que se precipite en los horrores de la anarqu?a. Pero tambi?n ha hecho conocer el tiempo la imposibilidad de que vuelva a la antigua dominaci?n, porque el odio a los Espa?oles, que ha excitado su orgullo y opresi?n desde el tiempo de la conquista, ha subido de punto con los sucesos y desenga?os de su fiereza durante la revoluci?n."
"La sola idea de composici?n con los Espa?oles los exalta hasta el fanatismo, y todos juran en p?blico y en secreto morir antes que sujetarse a la Metr?poli. En estas circunstancias solamente la generosa Naci?n Brit?nica puede poner un remedio eficaz a tanto males, acogiendo en sus brazos ? estas Provincias que obedecer?n su Gobierno, y recibir?n sus leyes con el mayor placer, porque conocen que es el ?nico medio de evitar la destrucci?n del pa?s, ? que est?n dispuestos antes que volver ? la antigua servidumbre, y esperan de la sabidur?a de esa naci?n una existencia pac?fica y dichosa. Yo no dudo asegurar ? V.E., sobre mi palabra de honor, que ?ste es el voto y objeto de las esperanzas de todos los hombres sensatos, que son los que forman la opini?n real de los Pueblos; y si alguna idea puede lisonjearme en el mando que obtengo, no es otra cosa que la de poder concurrir con la autoridad y el poder a la realizaci?n de esta medida toda vez que se acepte para la Gran Breta?a. Sin entrar en los arcanos de la Pol?tica del Gabinete Ingl?s, yo he llegado a persuadirme que el proyecto no ofrece grandes embarazos en la ejecuci?n."
"Estas provincias desean pertenecer a Gran Breta?a, recibir sus leyes, obedecer su gobierno y vivir bajo su influjo poderoso. Ellas se abandonan sin condici?n alguna a la generosidad y buena fe del pueblo ingl?s y yo estoy resuelto a sostener tan justa solicitud para librarlas de los males que las afligen. Es necesario se aprovechen los momentos; que vengan tropas que impongan a los genios d?scolos y un jefe plenamente autorizado para que empiece a dar al pa?s las formas que sean de su benepl?cito, del rey y de la naci?n a cuyos efectos espero que V.E. me dar? sus avisos con la reserva y prontitud que conviene para preparar oportunamente la ejecuci?n?"
"Inglaterra no puede abandonar a su suerte a los habitantes del R?o de la Plata en el acto mismo que se arrojan en sus brazos generosos…"
"Yo deseo que V.E. se digne escuchar mi enviado, Dn. Manuel Garc?a, acordar con ?l lo que V.E. juzgue conducente y manifestarme sus sentimientos, en la inteligencia que estoy dispuesto ? dar todas las pruebas de sinceridad de esta comunicaci?n, y tomar de consuno las medidas que sean necesarias para realizar el proyecto, si en el concepto de V.E., puede encontrar acogida feliz en el ?nimo del Rey y la Naci?n. Dios Gu?e ? V.E. Ms As. Bs. Ays. E? 25 de 1815. Carlos de Alvear. "

[12] ?Por qu? se declara la Independencia del tutelaje espa?ol seis a?os despu?s del ?Golpe de Mayo?? las controversias contin?an, para un c?rculo de acad?micos la llamada ?M?scara Fernandina? en realidad nunca fue tal m?scara, mantienen la hip?tesis que afirma la fidelidad al monarca espa?ol de la Primera Junta, pues su intenci?n no era la independencia, si no, conseguir cierta autonom?a pol?tica y ciertas libertades (sobre todo las ligadas al comercio)

[13] Jos? Antonio ?lvarez Condarco, debi? convencer, en mayo de ese mismo a?o a Lord Cochrane para que ?ste se dirija a Chile junto a una serie de oficiales brit?nicos que fueron contratados con el fin de forjar una armada.

Partes: 1, 2
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