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Relatos sobre El Limbo



Partes: 1, 2, 3

  1. Introducción
  2. Millones de muertos
  3. El limbo
  4. Hay esperanza
  5. ¿Salvación inmediata?
  6. ¿Qué dicen los santos?
  7. Ejemplos concretos
  8. Poner un nombre
  9. Niños sin amor
  10. Reflexiones
  11. Conclusión
  12. Bibliografía

Introducción

En este librito queremos hablar sobre el destino de los niños muertos sin bautismo. El asunto es muy importante, pues hay millones y millones de estos niños que mueren cada año sin bautismo por diferentes razones, como veremos. Hasta mediados del siglo XX, la opinión general era que estos niños iban al limbo eternamente. Actualmente, sobre todo a partir de la declaración de la Comisión teológica internacional, ya se ve más claro que estos niños pueden salvarse y ser felices eternamente en el cielo.

Sin embargo, aunque la Iglesia no se ha manifestado formalmente sobre este tema, es muy probable que estos niños no vayan directamente al cielo al morir, sino que deberán pasar un tiempo más o menos largo en un estado intermedio de espera hasta que sean salvados.

Para que vayan al cielo lo antes posible, podemos ayudarlos con nuestras oraciones. De esta manera, nos convertiremos en sus padres espirituales y ellos nos lo agradecerán. Serán nuestros hijos espirituales eternamente y nos bendecirán desde el cielo.

A las personas que quieran ayudarlos con misas y oraciones les dedico
este libro con mi admiración y agradecimiento.

Millones de muertos

En el mundo mueren cada año muchísimos millones de niños sin bautismo antes de tener el uso de razón. Se habla de unos 70 millones de abortos voluntarios, pero ¿cuántos millones hay de abortos espontáneos? Algunos afirman que hasta el 50% de todos los embarazos serían abortos espontáneos. Otros afirman que son el 15% de todos los abortos. Pero veamos más datos.

En el mundo mueren cada año unos 15 millones de embriones en el proceso de fecundación in vitro. Para realizarla, se induce una ovulación múltiple. Luego se colectan unos 7 ó 8 óvulos y, en una probeta, en el laboratorio, se ponen en contacto con los espermatozoides. Algunos embriones son descartados por malformaciones. Unos tres o cuatro suelen implantarse en el útero. Y después, hay que hacer una reducción embrionaria, es decir, matar algunos para que el embarazo múltiple no sea un riesgo. Y los que sobran de este proceso, se congelan. De los embriones congelados, que son muchos miles, al descongelarlos, muere del 30 al 35%. Del 70% restante, al implantarlos en el útero, mueren 35 a 40%, sobreviviendo sólo entre el 30 y el 35% de los congelados. Como se ve, para que una mujer pueda tener un hijo por fecundación in vitro deben morir varios, lo que es una inmoralidad, porque nadie tiene derecho a tener un hijo, matando a otros. Pero esto es un gran negocio para muchos laboratorios. Sólo en Estados Unidos en 1998 hubo por este concepto unos ingresos anuales de unos dos mil millones de dólares. Evidentemente que hay grandes transnacionales interesadas en todo este asunto, que tratan de convencer a los clientes que el aborto no existe antes de la implantación del embrión en el útero y dicen que el ser concebido es tan pequeñito que no es una persona con todos su derechos humanos. La industria del sexo, de los anticonceptivos, de los abortos, de la fecundación in vitro y de las investigaciones con células madre están involucradas en este negocio millonario.

Por otra parte, muchos miles de niños mueren por selección embrionaria en diagnósticos prenatales que, en algunos países, son casi obligatorios con el fin de descartar a todos los posibles enfermos. Como estas técnicas de diagnóstico no son perfectas, hay muchísimos casos de falsos diagnósticos y matan así a muchos niños sanos. Además, el proceso de diagnóstico tiene sus riesgos. En la amniocentesis, que es el menos peligroso, hay que saber que, si se hace en época tardía, produce al menos un 1% de abortos y, si se hace entre las 11 y 12 semanas, el riesgo de aborto puede ser del 5%. Otros diagnósticos como la embrioscopia produce al menos un 8 a 9% de abortos.

Algunos niños son concebidos con el único propósito de ser bebés medicamento, es decir, con la finalidad de ser usados como medicina para otros; con frecuencia, sus hermanos. Son concebidos para sacarles las células madre u otros órganos compatibles con sus hermanos para que puedan ser curados. O sea, matar para curar. ¿Es esto ético y moral? ¿Se pueden usar niños, comprados o raptados o concebidos a propósito, para transplantar sus órganos a otros niños enfermos? Eso ocurre con niños pobres para curar niños de países ricos.

¡Y en cuántos casos se aplica la eutanasia a esos niños que nacen con minusvalía, malformaciones o enfermedades diversas, como si fueran seres sin valor!

Normalmente, nacen 102 niños por 100 niñas, pero en la India, en el año 2001, nacieron 927 niñas por cada 1000 niños. En 1991, la proporción era de 945 niñas por 1000 niños; pero en Nueva Delhi la proporción era, en 1991, de 915 niñas por 1000 niños; y en el 2001 de 865 niñas por 1000 niños. Esto se debe a que prefieren niños que puedan velar por sus padres en la vejez, ya que las niñas deben llevar su dote al matrimonio y pasan a ser parte de la familia del esposo.

Pensemos también en cuántos millones de embriones humanos mueren por efecto de los anticonceptivos. El 50% de las mujeres en edad fértil en el mundo (entre 15-49 años), usan algún anticonceptivo. Hay píldoras directamente abortivas como la RU-486, nordette, microgynon…

También son abortivas la vacuna HCG, las inyecciones intramusculares o los contenidos de cápsulas que son implantadas debajo de la piel (implantes subcutáneos), cuyo efecto es que el óvulo fecundado no se implante en el útero. También es abortiva la famosa píldora del día siguiente, llamada postinor, postinol o norlevo según distintos lugares. Esta píldora, a base de levonorgestrel, impide la implantación del óvulo fecundado en el útero, como afirman los mismos laboratorios que la producen. Sin embargo, la OMS (Organización Mundial de la Salud), desde el año 1964, habla de que el aborto sucede solamente desde el momento de la implantación y no, como dice la Iglesia, desde el momento de la concepción. De esta manera, lo que nosotros llamamos embrión humano, ellos lo llaman célula embrionaria o feto, sin vida humana y sin derechos humanos.

Y ¡cuántos niños mueren por clonación para sacarles las células madre y hacer investigaciones!

La píldora RU-486 produce el 95% de abortos en embriones ya implantados. En 1997, se estimaba que un millón de mujeres había recurrido a esta píldora. Hoy el mayor usuario es China, donde en los últimos años, por este producto, se habrían realizado unos 20 millones de abortos. Las vacunas anti-embarazo anti-TBA y anti-HCG son también abortivas. Los productos misoprostol por vía oral y gemeporst por vía vaginal producen un aborto precoz. Los implantes norplant o los anticonceptivos en inyección mensual o cada tres meses, como depo-provera, son también abortivos. Los dispositivos intrauterinos (DIU) son los más usados en países en vías de desarrollo. Los usan el 19% de las mujeres en edad fértil en el mundo. Y el 46% de las mujeres chinas. Hay distintos modelos: de plástico, de cobre o de plata; y con distintas formas: espiral, en forma de T…

En los países en que el aborto no está legalizado, los abortistas recurren a subterfugios durante el primer mes de embarazo como recoger muestras del tejido, hacer extracciones menstruales o regularizar la menstruación para así realizar el aborto, como si fuera un simple diagnóstico prenatal.

Pero lo peor de todo esto es que la misma ONU propicia el aborto y la matanza indiscriminada de millones de seres humanos por el aborto. En 1966, UNICEF gastó 700.000 dólares en programas de planificación familiar o para la salud reproductiva, como ahora dicen. En 1980, gastó 5 millones de dólares en 30 países.

Y cada año gasta más dinero en programas anticonceptivos; especialmente, en países pobres y en campos de refugiados. En 1996, la Iglesia católica se retiró de UNICEF, porque su misión no era ayudar a la niñez necesitada como se suponía, sino promover el aborto en todas sus formas y en todos los países posibles. Hoy día se quiere lavar la cara de UNICEF, vendiendo tarjetas navideñas a través de instituciones de Correo, equipos de fútbol u otras empresas que promocionan a UNICEF y piden ayuda, como si fuera una entidad benefactora de la niñez.

Incluso, la Organización Amnistía internacional que es la mayor organización promotora de los derechos humanos, decidió en el 2007 apoyar decididamente el aborto en todas sus formas como si eso fuera defender los derechos de las mujeres. ¿Derecho a abortar? ¿Derecho a matar?

En otro campo, cada año mueren en el mundo 10 millones de niños menores de 5 años en países pobres por falta de medidas de higiene elementales o de vacunas o mosquiteras. Esto sucede, especialmente, en el África subsahariana. La tuberculosis o la peste blanca, mata a un niño cada 15 segundos; el paludismo y la malaria matan un niño cada 30 segundos, pese a que estas enfermedades pueden curarse. Pero los medicamentos son demasiado caros para muchas familias pobres.

Algo especialmente grave es el caso de los niños comprados a familias pobres, con engaños de darles una vida mejor, o que son raptados para sacrificarlos en reuniones satánicas. Muchos de estos niños son hijos de los mismos miembros de la secta. Dice Aldo Buonaiuto, que ha estudiado este tema: El número de crímenes de fondo satánico llegados a conocimiento del público son alrededor de 1.500 cada año en el mundo occidental, pero los casos que permanecen ocultos pueden ser diez veces más, unos 15.000. En total, puede haber unos 20.000 crímenes satánicos cada año en Occidente. Los puntos principales son Turín, Praga y Lión. Los abusos de niños son considerados por los satanistas de fundamental importancia para complacer al demonio. El abuso ritual de niños ha sido definido como un abuso sistemático, físico, mental y sexual con el fin de implantar en ellos el mal. Muchos satanistas son pedófilos y abusan de niños. El número de niños que desaparece, aumenta cada año. Frecuentemente, son casos de recién nacidos, cuyo nacimiento no ha sido notificado o de fetos abortivos para prácticas satánicas aberrantes[1]

En conclusión, son millones de millones de niños pequeños que no han alcanzado el uso de la razón y mueren sin bautismo cada año. Muchos mueren por causa de enfermedades o accidentes, pero muchísimos más son concebidos sin amor y asesinados sin piedad. ¿Hay salvación para todos estos niños?

El limbo

Hasta mediados del siglo XX, prevalecía la idea entre los teólogos de que los niños muertos sin bautismo no podían ir al cielo, porque tenían el pecado original. Iban al limbo eternamente. El limbo se consideraba, desde los tiempos de Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII, como un lugar donde estos niños serían felices con una felicidad puramente natural. En el concilio Vaticano II (1962-1965), ni siquiera se trató el tema del limbo, pero ya desde principios del siglo XX eran cada vez más las voces de quienes creían en la salvación de estos niños muertos sin bautismo. Después del concilio Vaticano II, se multiplicaron las opiniones a favor de la salvación de estos niños.

En el nuevo ritual de Exequias, aprobado en 1971, ya hay misas para los niños muertos sin bautismo, lo cual quiere decir que podría aprovecharles en alguna medida. En el Catecismo de la Iglesia católica se dice con claridad: En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la liturgia de la Iglesia nos invita a tener confianza en la misericordia divina y a orar por su salvación (Cat 1283).

Como vemos, se fue abriendo paso, poco a poco, la idea de la salvación de estos niños, aunque la Iglesia no lo ha afirmado todavía con claridad. Por eso, el documento de la Comisión teológica internacional, aprobado por el Papa el 19 de enero del 2007, no niega la posibilidad del limbo, sino que abre el camino a la esperanza, como hablando de la posibilidad de su salvación sin dar un veredicto definitivo y, mucho menos, como dogma de fe.

El título del documento de la Comisión teológica internacional es significativo: La esperanza de salvación para los niños que mueren sin bautismo. Pero no niega la posibilidad del limbo, como apareció en tantas noticias periodísticas que decían más o menos: Se cerró el limbo; el limbo ha desaparecido… En el documento de la Comisión se dice literalmente: Además de la teoría del limbo (que continúa siendo una opinión teológica posible) puede haber otros caminos que integren y salvaguarden los principios de fe fundados en la Eucaristía[2]

El asunto es que, aunque podemos suponer que todos estos niños se salvarán sin excepción; sin embargo, no necesariamente tienen que hacerlo inmediatamente después de su muerte. Puede haber un tiempo de espera, al que se puede seguir llamando limbo, pero temporal. No sería un estado definitivo y eterno como se creía en siglos pasados, sino un estado temporal, ya que un día, tarde o temprano, se salvarán.

Hay esperanza

Los papás de los niños muertos sin bautismo, especialmente de los que han sido rechazados a propósito por el aborto, pueden respirar tranquilos, porque estos niños podrán salvarse. ¿Por qué? Porque Cristo ha muerto por todos los seres humanos sin excepción. Y Dios quiere que todos los hombres se salven (1 Tim 2, 4). Además, la ternura de Jesús con los niños le hizo decir: Dejad que los niños se acerquen a mí y no se lo impidáis (Mc 10, 14). Todo eso, contando con la misericordia de Dios que es más grande que todos nuestros pecados, nos hacen confiar en la salvación de estos niños.

El mismo concilio Vaticano II afirmó: Cristo murió por todos y la vocación definitiva del hombre es, en realidad, una sola, la divina. En consecuencia, debemos sostener que el Espíritu Santo da a todos la posibilidad de que, del modo que Dios conoce, sean asociados al misterio pascual[3]

Por otra parte, es importante subrayar la solidaridad de todos los hombres en Cristo. Por un hombre vino la muerte y por un hombre vino la resurrección de los muertos. Y así como por Adán hemos muerto todos, así también en Cristo todos somos vivificados (1 Co 15, 21-22).

  • Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia; para que como reinó el pecado por la muerte, así también reine la gracia por la justicia para la vida eterna por Jesucristo nuestro Señor (Rom 5, 15.21).

  • Todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y ahora son justificados gratuitamente por su gracia por la redención de Cristo Jesús (Rom 3, 23).

  • La voluntad de vuestro Padre, que está en los cielos, es que no se pierda ninguno de estos pequeñitos (Mt 18, 14).

Por eso, debemos subrayar que la solidaridad de la humanidad con Cristo (o más precisamente la solidaridad de Cristo con la humanidad) debe tener prioridad sobre la solidaridad con Adán y que es en esta óptica en la que hay que abordar el problema del destino de los niños que mueren sin bautizar[4]

Dios puede dar la gracia del bautismo sin que el sacramento sea administrado; un hecho que debería ser especialmente recordado, cuando la administración del bautismo fuera imposible. La necesidad de los sacramentos no es absoluta. Lo que es absoluto es la necesidad para la humanidad del sacramento primordial, que es Cristo mismo. Toda la salvación viene de él y, por tanto, de alguna manera, a través de la Iglesia[5]

La Iglesia es el sacramento universal de salvación (Vaticano II, Lumen gentium 48). La Iglesia incluye en su oración a los adultos no cristianos y a los niños no bautizados que mueren. Es significativo que, después del concilio Vaticano II, se haya puesto remedio a la carencia de plegarias litúrgicas por los niños que mueren sin bautizar que existía antes del concilio[6]

Con estas plegarias, la Iglesia nos da una pista de que estos niños pueden salvarse y que todavía, aun después de muertos, pueden servirles nuestras oraciones. Lo cual puede significar que todavía no están definitivamente en el cielo y que tienen un tiempo de espera hasta que, por los méritos de Cristo, la misericordia de Dios y la intercesión de la Iglesia, estos niños puedan salvarse e ir al cielo para siempre.

Dicen los teólogos: Nuestra conclusión es que los muchos factores que hemos considerado, ofrecen serias razones teológicas y litúrgicas para esperar que los niños que mueren sin bautismo serán salvados y podrán gozar de la visión beatífica. Subrayamos que se trata de motivos de esperanza en la oración más que de conocimiento cierto. Hay muchas cosas que simplemente no nos han sido reveladas. Vivimos en la fe y en la esperanza en el Dios de misericordia y de amor, que nos ha sido revelado en Cristo, y el Espíritu nos mueve a orar en acción de gracias y alegría constantes.

Lo que nos ha sido revelado es que el camino de salvación ordinaria pasa a través del sacramento del bautismo. Ninguna de las consideraciones arriba expuestas puede ser aducida para minimizar la necesidad del bautismo ni para retrasar su administración. Más bien, como queremos confirmar en esta conclusión, nos ofrecen razones para esperar que Dios salvará a estos niños, cuando nosotros no hemos podido hacer por ellos lo que hubiéramos deseado hacer, es decir, bautizarlos en la fe y en la vida de la Iglesia[7]

¿Salvación inmediata?

Una vez que hemos considerado la posibilidad de salvación de estos niños y que hay una esperanza fundada de que se pueden salvar, como dicen los teólogos, el problema es si se salvan inmediatamente después de su muerte o después de un tiempo. La Comisión teológica internacional no habla de su salvación inmediata. Es muy precavida y cita el caso de la encíclica Evangelium vitae. Dice textualmente: Es notable que la editio typica de la encíclica del Papa Juan Pablo II "Evangelium vitae" haya sustituido el texto del número 99: Os daréis cuenta de que nada se ha perdido y podréis pedir perdón también a vuestro hijo que ahora vive en el Señor (una formulación que podía prestarse a una interpretación errónea), por este texto definitivo: (AAS 87, 1995, 515). Podéis confiar con esperanza a vuestro hijo a este mismo Padre y a su misericordia[8]

En el primer texto de la encíclica, tal como se publicó, da a entender que esos niños abortados ya están en el cielo, como si fueran al cielo inmediatamente. Por eso, se cambió la formulación del texto para indicar que se los puede confiar a la misericordia de Dios, pero sin decir que vayan al cielo de inmediato. Por eso, todos los textos de la Escritura que puedan citarse para reafirmar la voluntad salvífica universal de Dios sobre todos los hombres no pueden confirmar en ningún caso que vayan al cielo de inmediato. ¿No podrían ir al limbo temporalmente?

¿Qué dicen los santos?

Hay algunos santos que han tenido especiales revelaciones sobre estos niños muertos sin bautismo y que nos pueden orientar en este caso.

En las Actas del proceso de canonización de san Nicolás de Tolentino (1245-1305) se habla de un niño muerto sin bautismo. Los padres estaban angustiados, porque no se iba a salvar y no podían enterrarlo en la iglesia por estar sin bautismo. Habían hecho ya una fosa en su casa, cuando san Nicolás fue a la casa y le contó a la mamá: Estaba durmiendo esta noche y vi el alma de tu hijo que estaba entre mis manos. En torno a mí se colocaron los demonios que decían: "Esta alma es nuestra, porque cuando ha muerto no estaba bautizada". Yo le supliqué al Señor por aquel alma que me habían confiado. Y el Señor envió un ángel fuerte que rechazó a todos los demonios y tomó de mis manos el alma del niño destinada al cielo. Así que consuélate y no te lamentes[9]

El padre del niño, Berardo Appillaterra, afirmó en el Proceso de canonización de san Nicolás que el santo les dijo que lo llevaran a enterrar a la iglesia como si hubiera muerto bautizado[10]

Para entender esto hay que tener en cuenta que en aquel tiempo, fines del siglo XIII, algunos creían que los niños muertos sin bautismo iban al infierno donde sufrirían penas levísimas. Otros creían, siguiendo a santo Tomás de Aquino, que iban a un limbo eternamente. Aquí vemos cómo las oraciones de san Nicolás hacen que el niño sea como bautizado espiritualmente y pueda ser enterrado en la iglesia, es decir, que vaya al cielo, adonde no había ido directamente al morir. Estaba en el limbo y podía estar más tiempo, pero salió de ese estado temporal por las oraciones del santo.

La beata Ana Catalina Emmerick (1774-1824), gran mística
alemana de la Orden de san Agustín, dice en sus escritos Visiones
y Revelaciones
sobre una mujer que abortó a su hijo: Al poco
tiempo, murió arrepentida también esta mujer, pero deberá
pasar en expiación todos los años que la providencia divina tenía
destinados de vida a su hijo hasta que el niño con el transcurrir del
tiempo, haya alcanzado el momento de gozar de la luz eterna
[11]

Yo he sentido verdadera solicitud por ese pobre niño muerto antes del bautismo y me he ofrecido a Dios para satisfacer y expiar por él… Y hace mucho tiempo que he tenido revelación sobre el estado de estos niños que mueren antes del bautismo. No puedo explicar con palabras aquello en lo que veo consistir su pérdida, pero me siento tan conmovida que siempre que vengo a saber de un caso semejante me ofrezco a Dios con la oración y el sufrimiento para satisfacer y expiar aquello que otros han descuidado a fin de que el pensamiento y el acto de caridad que yo hago puedan compensar lo que falta en virtud de la comunión de los santos[12]Se debe orar especialmente para que ningún niño muera sin bautismo[13]

Un día, se me presentó un niño de tres años de edad que había fallecido sin bautismo. Me dijo que no podía ser sepultado y que yo debía ayudarlo. También me dijo lo que debía hacer para su aprovechamiento con continuas plegarias… Al día siguiente, vino a verme una pobre mujer de Dülmen, pidiendo ayuda para cubrir los gastos de la sepultura de su hijo muerto. Era el mismo que yo había visto la noche anterior. Lo hicimos sepultar. Y todo esto lo hicimos en sufragio y mérito del alma del niño[14]Después de haber sepultado al niño, lo vi de nuevo. Y ahora estaba radiante y se iba a una fiesta donde muchos niñitos estaban reunidos en alegre diversión[15]

Es interesante anotar lo que escribió Clemente Brentano, el que escribía las revelaciones y visiones de Ana Catalina Emmerick y a quien ella llamaba el Peregrino. Dice: En la primera semana de julio de 1821, una mujer de Dülmen se encontraba en un parto difícil. Mandó rogar a Ana Catalina para que la ayudase con sus oraciones. Ana Catalina pidió y rogó insistentemente a Dios para que el niño pudiera ser bautizado. La nodriza, hasta el momento indecisa, bautizó a esa criatura que aún vivía y que al día siguiente vino al mundo ya muerta. La madre vivió hasta el 13 de julio, pero el niño, nacido muerto, se apareció el día ocho a Ana Catalina alegre y luminoso por el bautismo y le dijo: "Sin tu ayuda, hubiera tenido que estar con los paganos"[16].

El niño regresó a agradecer el haberlo bautizado, pues de otro modo, estaría como los paganos, sin la luz y la alegría de Dios.

La beta Rosa Gattorno, gran mística italiana y fundadora de las hermanas hijas de santa Ana, dice que el 6 de junio de 1889 vino a verme el alma de un niño. Su alma no era negra, sino ahumada, y había otras alrededor de estos pobres angelitos, que también eran ahumados. Pregunté por qué y se me respondió: No están bautizados y estas otras almas van a su encuentro. ¡Oh amor mío!, ¡qué pena tuve! ¡Oh madres crueles que tratan tan mal a sus criaturas, ay, ay, de ustedes! ¡Oh si les pudiese hacer ver lo que sufren![17].

Estos niños aparecen con el alma, no negra o en pecado, sino ahumada, sin la plenitud de la luz y del amor de Dios de los niños bautizados y felices.

El padre Esteban Gobi, un santo sacerdote, fundador del Movimiento sacerdotal mariano, aprobado por la Iglesia, y que recibe locuciones interiores de la Virgen María, afirma que el 8 de setiembre de 1983, estando en Montreal (Canadá), recibió el siguiente mensaje:

Estoy recogiendo de todas partes del mundo a mis niños más pequeños para reunirlos en mi escuadrón y depositarlos en lo profundo de mi Corazón Inmaculado.

Escuchen su voz, que invoca su ayuda, corran a su encuentro, tómenlos en sus brazos y llévenlos a todos a su Madre celestial. Pequeños son para mí todos los niños ya concebidos cuyas vidas son voluntariamente destrozadas desde las entrañas de sus madres. El amor y el ansia de su madre celestial y de la Iglesia por su salvación, así como su sangre inocente derramada por los que desprecian y desobedecen la ley de Dios, es ya un bautismo de deseo y de sangre que los salva a todos. La Virgen María nos dice que escuchemos su voz que pide nuestra ayuda.

La mística austríaca María Simma, a quien escribí personalmente antes de su muerte, me confirmó en la idea de salvación de estos niños después de orar por ellos. Me decía en una carta que conservo: Todos los niños, que mueren sin estar bautizados, van al limbo. Allí son felices y no tienen conocimiento de la posibilidad de ver a Dios. Pero pueden ir al cielo, si nosotros oramos por ellos y les damos el bautismo por los no nacidos, del cual supongo que Ud. ha oído hablar.

En una entrevista con Nicky Eltz, dice: Las almas santas me dicen que los niños nacidos muertos o abortados no van al paraíso ni al purgatorio. Van a un lugar intermedio que se puede llamar limbo o cielo infantil. Las almas de estos niños no saben que exista algo mejor que eso, no saben que no están en el cielo. La responsabilidad de llevarlos al cielo está en nosotros. Lo podemos hacer, bautizándolos espiritualmente o mandando celebrar una misa por ellos[18]

MÁS TESTIMONIOS

El doctor Kenneth McAll, eminente cirujano y siquiatra inglés, miembro del Royal College of Psychiatrists del Reino Unido, habla de la importancia de orar y mandar celebrar una misa por los niños muertos sin bautismo. Por experiencia afirma que, al hacerlo, se solucionan muchos problemas familiares e, incluso, son sanados algunos miembros de la familia. Dice así: En el caso de niños que hayan nacido muertos o de abortos, resulta conveniente darles un nombre (Is 49, 1). Según mis experiencias, normalmente sólo hace falta la celebración de una Eucaristía para liberar a un niño nacido muerto[19]

Tengo registrados más de 600 casos de curaciones directas producidas tras la celebración de una Eucaristía por fetos, víctimas de abortos, voluntarios o involuntarios, niños que nacieron muertos o fueron abandonados inmediatamente después de su nacimiento y que nunca fueron debidamente amados ni consagrados a Jesucristo en una ceremonia de entierro. Cuando se ha celebrado una Eucaristía por esta clase de seres, los resultados son impresionantes. Muchos han experimentado los beneficios del poder curativo que se generó, incluyendo pacientes que estaban participando en la Eucaristía, pero también otros que se encontraban a muchos kilómetros en hospitales e instituciones mentales y no sabían nada acerca de dichas ceremonias; incluso, parientes mentalmente perturbados que vivían en países lejanos[20]

Las personas más afectadas por estos niños (abortados) no consagrados al Señor y que necesitan que se ore por ellos, son los propios padres, un hermano o hermana gemelo, el niño que nace a continuación, un niño adoptado en su lugar o, incluso, el niño más sensible de la familia[21]

Algunas personas creen que todos los niños van directamente al cielo, cuando mueren. Pero eso, sólo ocurriría así en caso de haber sido amados y de haber rezado por ellos en la tierra. He sido testigo de más de 600 casos de niños fallecidos que habían continuado creciendo al mismo ritmo que lo hubieran hecho de haber seguido con vida. Cada uno llevaba al lado a su propio ángel de la guarda, esperando ese momento de amor y de consagración a Dios[22]

Los sacerdotes jesuitas, hermanos Matthew y Dennis Linn, líderes de la Renovación carismática católica, han estudiado mucho este tema de los niños muertos sin bautismo y dicen:

Tal vez la sorpresa más grande de nuestro ministerio es la curación física y emocional que puede ocurrir muy rápido y profundamente a otras personas cuando oramos por bebés nacidos muertos y por abortos espontáneos o provocados. Por ejemplo, después de rezar por sus tres traumáticos abortos, Sandy retornó a casa para encontrar a su hijo de siete años que había sido hiperactivo desde su nacimiento. Ese día fue capaz de dormir por primera vez durante toda la noche y de portarse normalmente en la escuela a partir del día siguiente… Casi cada familia puede beneficiarse, orando por abortos y bebés nacidos muertos, ya que estas pérdidas son tan comunes. Estos bebés constituyen el grupo más importante en nuestras oraciones por los muertos. Pero ¿cómo sabemos que ellos necesitan de nuestras oraciones? A veces, se nos ha dicho que no podemos rezar por ellos, porque están en el limbo eternamente. Otras, que no necesitan de nuestras oraciones, porque están ya en el cielo… La historia de las oraciones de santa Perpetua por Dinócrates, su hermano muerto no bautizado, es un ejemplo proveniente de la tradición cristiana de cómo la gracia del bautismo puede ser concedida a los niños muertos por medio de las oraciones de un miembro de la familia[23]

Pidiéndole a Jesús que bautice a un niño muerto le estamos pidiendo hacer todo lo que todavía necesita hacer por esa criatura, ya sea que esto se inicie con un bautismo de deseo o renovándolo con una celebración más profunda de amor de Jesús ofrecida a través de nosotros. Idealmente, la oración debería ser completada con una Eucaristía en la cual recibamos la comunión y nos unamos a Jesús, orando por nosotros y por el bebé muerto para llevarlo más cerca de Él para siempre.

En la misa se habilita a los fallecidos con el perdón total de Cristo en el calvario. Recibiendo para sí mismos el perdón de Cristo y extendiendo ese perdón hacia todos los que les hicieron daño, los muertos están habilitados para entrar en el cielo y alcanzar el estado de amar para siempre dentro del Cuerpo místico de Cristo[24]

Y ellos recomiendan: Si eres católico, manda celebrar una misa por el bebé. Mientras recibes la comunión, deja que la sangre sanadora de Jesús entre en ti y en todos los difuntos de la familia por medio del bebé[25]

El padre Roberto DeGrandis, otro líder carismático, dice: Cuando consideramos el problema de los abortos, niños malogrados o que han nacido muertos, uno de los principios básicos es que estos niños deben ser recibidos con amor. Una de las formas en que amamos y aceptamos a un niño es dándole un nombre. Esto les da un sentido de pertenencia y de que ocupan un lugar verdadero en la familia[26]

Otro líder carismático, el padre Marcelino Iragui, afirma: Una práctica recomendable es ofrecer una misa y comulgar por ellos, sobre todo, cuando se hace en familia. En esa misa se pide a Dios que acoja en su seno a todos los difuntos de la familia. A veces, los resultados son sorprendentes. En caso de aborto provocado o involuntario, que no fueron bautizados, se pide al Señor que inspire un nombre para cada uno de ellos, se les acepta como miembros de la familia y se les presenta por su nombre al Señor, arropados en el amor de la Virgen María[27]

Para bautizarlos espiritualmente basta con hacer la señal de la cruz simbólicamente sobre su frente o esparcir agua bendita en distintas direcciones, diciendo al mismo tiempo: N.N. (decir el nombre) Yo te bautizo en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

SOLIDARIDAD HUMANA

Es algo bien sabido que Dios no hace milagros sin necesidad y que permite que normalmente actúen las fuerzas de la naturaleza. Pues bien, la vida de cada persona no es una isla, está enraizada al resto de la humanidad y muy concretamente a su propia familia humana. De ahí que la influencia de los antepasados sobre sus descendientes es muy poderosa para el bien o para el mal. Todos somos solidarios, uno con otros, en alguna medida. Como lo fuimos con el pecado de Adán y Eva. Esto lo dice muy bien Monseñor Milivoj Bolobanic: Existe una herencia espiritual negativa que se nos transmite de nuestros antepasados en el momento de la concepción. Si nuestros antepasados hicieron el mal en sus vidas, la maldición de sus malas vidas pasa a sus hijos, porque estamos espiritualmente ligados como los anillos de una cadena.

Los problemas espirituales se transmiten como las enfermedades físicas. El problema es mayor, si nuestros antepasados no se arrepintieron de sus malas acciones. Resulta un problema especial, si hay suicidios o asesinatos, abortos, adulterios, robos, alcoholismo, drogodependencia. Es especialmente fuerte la influencia que ejerce el pecado de odio. Cuando los antepasados han estado involucrados en prácticas de magia y ocultismo, la acción diabólica se percibe muy fuerte en la vida de sus descendientes[28]

Dice otro sacerdote que trabaja en la curación del árbol familiar, el padre Beppino: Algunas veces, he orado y he bendecido a personas con la santa cruz, rechazando en el Nombre de Jesús todo mal o toda influencia maléfica en la primera generación y así hasta la cuarta y, a veces, en un determinado momento de una generación, el paciente se volvía violento, cambiaba de voz, revelando alguna cosa ocurrida en aquella generación, de la cual recibía alguna influencia maléfica en su vida, quedando sanado en el Nombre de Jesús[29]

El doctor Koch ha estudiado más de 10.000 casos de dependencia o influencia del ocultismo y ha tropezado con modelos de desastres heredados que se transmiten a través de generaciones y generaciones. Él dice: En una familia de encantadores y hechiceros, pude rastrear, hasta tres o cuatro generaciones, efectos tales como muerte en un hospital para enfermos mentales, casos de melancolía, suicidios y accidentes fatales, que se repetían de manera regular y siguen por tanto un modelo determinado… Los síntomas de este tipo se dan prácticamente en todas las familias de hechiceros, lo que me pone en alerta y me permite conocer la implicación de algunos miembros de las mismas en fenómenos ocultistas[30]

Algo especialmente grave es la maldición de los padres a los hijos. Las consecuencias pueden ser diversas como enfermedades permanentes o dificultades en el trabajo, que acompañan a la persona por toda su vida o desgracias familiares o enfermedades en los hijos… Algunas madres tienen la mala costumbre de maldecir a sus hijos y los mandan al diablo fácilmente sin darse cuenta de lo que hacen y sin pensarlo seriamente. Y el maligno, que oye que se le abre la puerta, entra pronto para salir con dificultad[31]

Pero,de la misma manera que se puede transmitir una herencia negativa, también se puede transmitir una herencia positiva por medio de bendiciones.¡Qué hermosa es la costumbre de algunos padres de bendecir diariamente a sus hijos! ¡Qué hermoso es saludar diciendo: ¡Que el Señor te bendiga! Que el Señor los bendiga. Los bendecimos en el nombre del Señor (Sal 129, 8). Las bendiciones de tu padre son mejores que las eternas montañas, superan las delicias de las colinas eternas (Gen 49, 26).

Por eso, el Señor recomienda: Honra a tu padre de palabra y de obra para que venga sobre ti su bendición, porque la bendición del padre afianza su familia (Eclo 3, 9-10). Dios nos ha llamado a ser herederos de la bendición (1 Pe 3, 9). Esto quiere decir que debemos bendecir siempre a todos y nunca maldecir a nadie. Hay familias en que el bendecir a los hijos es una tradición familiar. Los bendicen al ir al colegio o al ir a acostarse por la noche. Y, de modo especial, en algunos días como el cumpleaños, el día de la madre o del padre, el día de Navidad, etc. El papá puede bendecir a la mamá y ambos a sus hijos y también los hijos a sus padres.

Dios pone en su Palabra una fórmula de bendición optativa: Que Dios te bendiga y te guarde. Que haga brillar su rostro sobre ti y te conceda su favor. Que el Señor vuelva su rostro hacia ti y te conceda la paz (Num 6, 24-27).

Si los padres bendicen a su hijos y a sus antepasados en el Nombre del Señor, ellos recibirán abundantes bendiciones.

Yo, personalmente, tengo la costumbre de orar en todas las misas que celebro por todos mis antepasados y por todos los que vivirán a través de mis sobrinos hasta el fin del mundo. Estoy convencido de que mis antepasados recibieron en su día muchas bendiciones, porque Dios sabía que yo iba a rezar por ellos después de cientos o miles de años.

Y así como hay familias de delincuentes, también hay familias de santos como la familia de san Basilio Magno (siglo IV). Su padre fue san Basilio y su madre santa Amelia. También fueron santos sus hermanos: san Pedro, obispo de Sebate, san Gregorio Niceno y santa Macrina. Su abuelo murió mártir y su abuela fue también una santa: santa Macrina. Y su mejor amigo: san Gregorio Nacianceno. La familia de san Leandro (siglo VI), arzobispo de Sevilla, también fue ejemplar. Los cuatro hermanos fueron santos: san Leandro, san Fulgencio, san Isidoro y santa Florentina.

Otro caso es el de la familia de san Bernardo Abad (1090-1153). Su padre fue el venerable Tescelín, su madre beata Alicia y beatos fueron sus hermanos Guy, Gerardo, Humbelina, Andrés Bartolomé y Nivardo. La venerable María Concepción Cabrera de Armida, mexicana, tuvo 9 hijos y a todos y cada uno los consagraba a Jesús por María al nacer. Rezaba mucho por los sacerdotes y Dios le concedió un hijo sacerdote, el padre Manuel, que murió a los 66 años con fama de santo.

Eliza Vaughan se casó en 1830 con John Francis. La familia de Francis había sido una de las familias inglesas que había soportado las persecuciones cuando el rey Enrique VIII se apartó de la Iglesia católica. Habían perdido sus bienes y habían sido encarcelados, pero habían conservado su fe católica. Su residencia había sido refugio y salvación para muchos sacerdotes en los primeros tiempos de persecución.

Cuando se casaron, tenían en su casa una capilla en la que se celebraba la misa todos los días y a la que asistía toda la familia unida. Eliza se pasaba todos los días una hora de adoración ante Jesús sacramentado, pidiendo una familia numerosa y muchas vocaciones. El Señor la escuchó y tuvo 14 hijos. Uno murió al poco tiempo de nacer. De los otros 13, ocho se hicieron sacerdotes y cuatro religiosas. ¡Cuántas bendiciones para toda la familia![32].

En 1881, en el pueblo de Lu de Monferrato, pequeña ciudad del norte de Italia, se reunió un grupo de madres de familia con su párroco y tomaron la decisión de orar para que uno de sus hijos llegara a ser sacerdote o religiosa. Se reunían todos los martes para estar una hora en adoración ante Jesús sacramentado. Lo hicieron durante varios años. En 1946, de ese pueblo eran ya 152 sacerdotes y 171 religiosas; en total, 323 vocaciones obtenidas por las oraciones de las madres. La familia más especial fue la familia Rinaldi. Tenía cinco hijos sacerdotes salesianos y dos hijas salesianas. El más conocido, Philipo Rinaldi, tercer sucesor de Don Bosco en la Congregación salesiana, fue beatificado por Juan Pablo II el 29 de abril de 1990[33]

La conclusión es que muchos niños muertos sin bautismo, aunque no tengan pecado alguno, sufren las consecuencias de la culpa de sus padres. Y deben esperar hasta que alguien pueda reparar por ese pecado y ellos puedan ser liberados por alguna mano amiga o por la fe de la Iglesia para entrar en el cielo.

NECESIDAD DE REPARACIÓN

Una de las razones que podemos suponer para la existencia del limbo temporal es la necesidad de reparación. Todos nosotros sufrimos las consecuencias del pecado de Adán y Eva, y tuvo que venir Cristo para repararlo y obtenerlos la salvación. Pero es preciso el bautismo para que podamos liberarnos de las consecuencias del pecado original. Somos concebidos en estado natural, como criaturas de Dios, sin la presencia de Dios y sin amor. Y es preciso que para ser plenamente felices, es decir, para disfrutar del cielo, seamos elevados al orden sobrenatural y seamos hechos hijos de Dios. En el momento del bautismo, nuestra alma se transforma y, al igual que un gusano que se arrastra por la tierra y se convierte en mariposa y puede volar, así nuestra alma terrena se hace celestial, y puede volar al reino de la luz, del amor y de la paz total.

Estos niños que no han sido bautizados y son todavía criaturas de Dios, con su alma vacía, sin luz y sin amor, necesitan de alguien que los ayude a liberarse de esas limitaciones del pecado original y puedan elevarse a Dios en la plenitud del amor y de la felicidad. Si sus padres no lo hacen, alguien debe hacerlo. Si son pocos los que rezan por estos niños, porque la mayoría cree que no lo necesitan, Dios les aplicará los méritos y oraciones de las almas víctimas o de tanta gente buena que reza por los necesitados. Dios, en su misericordia, los ama y por los méritos de Jesucristo y la fe de la Iglesia (de las almas buenas) los llevará un día al cielo.

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