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Bitácora de la utopía (anarquismo para el siglo XXI) (página 4)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

La autogestión es social en tanto no es individual. La gestión es la tramitación de diligencias para un asunto, por lo que implica la participación de más de una persona. Si esta gestión se realiza en el seno de un grupo, mediante acuerdos y sin coacciones exteriores, no se afecta la libertad individual que es la base para que un acuerdo no sea sometimiento. La autogestión es método y objetivo, es decir, su fin es ella misma en tanto la plena participación del individuo en el conjunto social, asumiendo en forma directa y colectiva la conducción de su grupo. La única forma de lograrlo es mediante la ejecución de acciones autogestionarias. No hay un método que nos lleve a la autogestión excepto su propio ejercicio en el seno de un colectivo.

Se mencionaron dos aspectos, social y económico, y en este último hay dos niveles: microeconómico y macroeconómico. En el nivel microeconómico, la empresa autogestionada se caracteriza por estar la dirección en manos de los trabajadores y no en manos de los dueños, sean privados o el Estado. En el nivel macroeconómico lo anterior se traduce en la total perdida de peso del Capital en las decisiones económicas, siendo los trabajadores y sus intereses colectivos quienes dirigen la economía; creando para ello, si es necesario, nuevos sistemas de organización. Extender la autogestión a la sociedad implica hacer desaparecer todos los centros de poder que ahora se reservan la gestión político-social, tales como los partidos políticos, las burocracias sindicales, el Estado, el Ejército, etc.; poniendo en manos de todos los miembros de la colectividad sus asuntos, sin intermediarios o dirigentes, organizándose de la manera que a buen saber y entender juzguen más adecuada.

(CORREO A, # 4, p. 4, mayo 1988) ¿Autogestión o cogestión? Antes definimos lo que es autogestión y hemos tratado de analizar lo que significa. En pocas palabras, es la toma por parte de los trabajadores, directamente, de sus propios asuntos, tanto económicos como políticos, sociales, de defensa, sin la injerencia de otras instancias como serían los representantes del Capital, los partidos políticos, el Estado o las Fuerzas Armadas.

Hay dando vueltas otro concepto que la burocracia sindical o los empresarios enarbolan de cuando en vez y es el de cogestión. La cogestión es un modelo de participación, caracterizado por la composición paritaria de las instituciones. En otras palabras, patronos y trabajadores participan en igual número en la dirección de la empresa (en el mejor y más hipotético de los casos), con un hombre "neutral" para resolver situaciones de empate. Este sistema opera en Alemania desde 1976, y en menor o semejante grado en otros países.

La autogestión es algo muy diferente de la cogestión. Como dijimos, la cogestión es una forma de participación, es decir, tener parte en una cosa. Pero tener parte, en este caso, significa admitir una estructura preexistente, la empresa o la fábrica, haciendo los trabajadores un aporte a la dirección de algo que no les pertenece. En la cogestión el patrón cede inteligentemente una parte de su poder dictatorial para conciliar o superar fricciones entre empleados y propietarios. Pero de ninguna manera se pone en duda quien manda, quien tiene la última palabra, quien es el dueño: el Capital, sea privado o estatal, nunca los trabajadores.

La autogestión no es participación. En la autogestión no hay dueño del capital, privado o estatal, que participe o coparticipe. Es la totalidad de trabajadores la que asume la dirección y administración de la empresa. No se trata de limitar el papel del "natural interés de los capitalistas" en la conducción de la empresa, sino de eliminarlo, transformando radicalmente la manera de concebir la empresa. Con la autogestión la empresa no tiene porque desaparecer, ni perder eficiencia, ni dejar de contribuir a la satisfacción de sanas necesidades, sino que tiene que cambiar el polo alrededor del cual giran sus intereses. Si les parece imposible, es lo mismo que sucedió cuando Copérnico dijo que la Tierra giraba alrededor del Sol y no el Sol alrededor de la Tierra. Y resultó que así anduvo mejor la Astronomía.

A esto se suma que la autogestión también pretende una transformación total y radical de la sociedad, y no sólo de la empresa, porque se trata de otra versión de la revolución copernicana. En cambio la cogestión es un sistema de participación que puede coexistir con cualquier sistema político y adaptarse a cualquier organización social. La autogestión es un intento de modificar la organización social y la noción de política, poniendo en manos de todos y cada uno, de manera directa y sin intermediarios, todos sus asuntos.

(CORREO A, # 6, p. 8; agosto 1988) Autodescubrimiento = autogestión Muchos han sido y serán los comentarios respecto al V Centenario del 12 de octubre de 1492. Es llamado el Descubrimiento, el Encuentro de Dos Mundos o la Salvaje Conquista de América. En cada caso hay razones que justifican que se lo considere de una u otra forma. Llamarlo Descubrimiento se funda en que nuestro continente no era conocido… en Europa. Nombrarlo como Encuentro de Dos Mundos minimiza los hechos de violencia que acompañaron al acontecimiento, así como llamarlo Salvaje Conquista ignora todo el aporte cultural que de la península ibérica vino a estas tierras y que es innegable. Sin olvidar la gran influencia que en bastantes zonas de América tuvo la etnia africana, que también es "invasora", aunque habiendo sido forzada a ello.

Asomar y discutir estos temas es positivo, pero creo que no debe de ofuscarnos de manera que descuidamos lo que estimo debe ser nuestra principal preocupación. Medio milenio es mucho tiempo de mezcla entre ibéricos, indios y negros. Sin negar la importancia del origen, ha surgido de ello un tipo singular de habitante del planeta fruto de esas culturas que lo constituyeron, pero también de una geografía, de una historia, de experiencias, de éxitos, de fracasos, de luchas, de esperanzas, que les son propias. Esta humanidad que aquí se ha desarrollado no es peninsular, ni indígena, ni negra, ni una sumatoria de ellos. Es diferente. Diferente de las otras oportunidades en que mezclas étnicas semejantes han ocurrido. Es un ser humano distinto, ni mejor ni peor que otros sino con sus aspectos positivos y negativos que lo distinguen.

Este hombre latinoamericano, ya con 500 años de historia, tiene una empresa de capital importancia para su futuro y los tiempos están maduros para que la asuma. Llamo a esta empresa su AUTODESCUBRIMIENTO. Descubrirse a sí mismo, pero no solamente mirando al pasado, discutiendo su origen, lamentando las oportunidades perdidas o regocijándonos en los logros de los que ya fueron, sino atentos al futuro. Es buscar en nosotros mismos, indagar lo que somos, en lo bueno que tenemos y en lo que son nuestros defectos, para seleccionar las metas que orienten hacia el futuro que elijamos construir. Apuntar a lo que queremos, que no tiene que ser lo que otros quieren, y tratar de alcanzarlo de la manera que mejor se adapte a lo que somos, que tampoco tiene que ser la manera en que otros consiguen lo que se propusieron. Hace por lo menos 50 años que hay el sentimiento de estar corriendo detrás de algo que no es nuestro, utilizando modelos que no terminan de convencernos, mal copiando las experiencias ajenas, con el resultado de un deterioro económico, cultural y moral de nuestros hombres y mujeres. Son tiempos de retomar la obra que los más visionarios constructores de la Independencia advirtieron pero que no pudieron concluir: AUTODESCUBRIRNOS como humanidad latinoamericana, como condición primera para poder AUTOGESTIONAR nuestro futuro.

(CORREO A, # 17, p. 13; noviembre 1991) VI.2) Textos de Nelson Méndez

VI.2.a] Arte y anarquismo: Introducción a la visión estética libertaria

Las bases de la perspectiva anarquista – tanto en términos generales, como en lo específicamente referido a lo artístico – no derivan de un modelo teórico que, una vez establecido por algún "maestro pensador", quedaron determinados para siempre. Se trata aquí de un cuerpo conceptual dinámico, cuyos creadores y seguidores han rehusado convertir en canon de obligatoria obediencia, pues siendo su esencia la libertad y el cambio mal podría avenirse con ello. Por tal motivo, no es sencillo – y hasta resultaría inaceptable para algunos – pretender enumerar los principios estéticos libertarios, más aún cuando ello significa suponer coincidencias plenas entre posturas ideológicas que han puntualizado sus diferencias tanto en la explicación y valoración del hecho artístico como en otros aspectos (por ejemplo, el Anarcosindicalismo, el Anarquismo Individualista, el Anarquismo Cristiano y el Mutualismo). No obstante, es posible intentar una presentación que subraye los elementos que unifican a las diversas teorías estéticas libertarias, ámbito donde quizás lo más difícil sea conciliar lo que sostiene el Anarquismo Individualista con lo que afirman las tendencias en pro de lo que cabe llamar el Anarquismo Social. En todo caso, se tratará también de exponer los principales puntos de divergencia entre ambas vertientes.

La estética anarquista parte de considerar al arte como expresión indispensable en la vida de los pueblos y los individuos, en tanto se trata de una praxis que fusiona la imaginación con el trabajo – la actividad humana y humanizadora por excelencia -. El arte ha sido y puede ser "trabajo liberado y liberador", pues en él se evidencia lo mejor de la persona y de los colectivos. Por supuesto, en el Anarcoindividualismo (cuyos representantes en el plano estético han sido principalmente intelectuales de lengua inglesa como William Godwin, Oscar Wilde, Benjamín Tucker y Herbert Read) ese carácter liberador del quehacer artístico se asocia en primera instancia con las posibilidades que ofrece para potenciar la individualidad, el ego, frente al adocenamiento castrador que desde el poder se impone a las masas. El artista labora orientándose a su rebelión y liberación personal, aún cuando ello lo convierta en "Un Enemigo del Pueblo", como reza el título del drama de Ibsen que tan bien pinta aspectos claves del credo anarcoindividualista. Por su parte, el anarquismo de matiz más social, desde Proudhon y Kropotkin en el siglo XIX hasta Rudolf Rocker y los artistas agitadores del siglo XX, insiste en ligar las posibilidades libertarias del arte a su papel de experiencia esencial para el imaginario y el accionar colectivo. En este sentido, Kropotkin y los pre-rafaelitas ingleses veían en las catedrales medievales una prefiguración de lo que podría alcanzar la creación colectiva liberada; mientras que, en similar tónica, entre los artistas que se ligaron a la actividad de movimientos anarcosindicalistas tan importantes a principios del S. XX como el español, el norteamericano, el búlgaro o el argentino, hubo algunos que jugaron un rol significativo – aún poco estudiado – en el rescate y renacimiento de tradiciones artísticas populares que la modernidad inicialmente rechazó o ignoró.

Punto de coincidencia entre los diversos matices estéticos del pensamiento ácrata es reivindicar el "arte en situación", el acto creador por encima de la obra en si. Cuando se está en el hacer del arte, se vive en un ámbito de libertad intransferible al producto de esa actividad cuando ella ha concluido; por más satisfactoria que fuese la obra anterior en forma y/o contenido, siempre la de ahora es más importante porque en su creación está presente la supresión de todo lo que separa a arte y vida. El desarrollo de estas ideas lo encontramos ya a mediados del S. XIX en el joven músico Richard Wagner, amigo y compañero de barricada de Bakunin, y en Proudhon, cuyas propuestas para el impulso de formas artísticas susceptibles de continua re-creación tienen un toque de actualidad, cuando Hakim Bey (seudónimo del norteamericano Peter L. Wilson) dice que el elemento estético en acción del acto de la creación artística es esencial para constituir las "Zonas Temporalmente Autónomas", única tarea revolucionaria ahora posible.

No es casualidad la crítica que tantos anarquistas han hecho del culto de la "genialidad artística", que en el mundo moderno se sustenta en el individualismo posesivo burgués, que transforma al arte, su práctica y sus productos en mercancías tasables y transables. En ese culto se expresa dogmatización del gusto, limitación para el desarrollo de nuevas formas de arte y la anulación de posibilidades de creación para la colectividad y el individuo. Pero el poder del Capital no es sino uno de los posibles agentes de opresión y mediatización para el arte; con igual o mayor fuerza pueden subordinarlo a sus intereses otros factores de dominación, en particular el Estado, tópico respecto al cual Kropotkin y Rocker han escrito páginas brillantes, desarrollando la tesis de una relación inversa entre desarrollo artístico pleno y la vigencia de poderes estatales autoritarios en una sociedad. Como expresión contemporánea de la impugnación al genio individual, hay que mencionar la amplia obra artística y de crítica cultural de "Luther Blissett", seudónimo bajo el cual se ha realizado un demoledor trabajo colectivo (en distintos espacios, por múltiples personas y en variados lenguajes) contra supuestos esenciales de la estética dominante.

Para concluir, vale referir las diferencias del enfoque anarquista con la estética marxista ortodoxa, que pueden condensarse en tres aspectos cardinales:

  • La visión del compromiso social del arte y el artista; donde aunque ambas filosofías exigen vincularse a la lucha por la libertad y la igualdad, el Anarquismo enfatiza que éste es también el combate por un arte libre de constricciones internas y externas a él que lo empobrecen y someten, mientras que el Marxismo llama al artista a la lucha más como obligación social.

  • Relaciones entre forma y contenido en el arte; pues para los anarquistas no tiene sentido establecer cánones preceptivos en forma o contenido (como el "realismo socialista", que la ortodoxia marxista-leninista ha considerado por tanto tiempo como la verdad revelada); la estética libertaria llama a la experimentación ("culto a lo ignoto", diría André Reszler), sin despreciar jamás lo que hay de vital en la tradición ("culto a lo conocido"). Apuntemos que en este punto no ha dejado de haber entrecruzamientos de una a otra perspectiva, pues hay anarquistas que se han sentido tentados a bosquejar pautas inmanentes al arte revolucionario, mientras que no han faltado marxistas heterodoxos que, citando a Trotsky, han planteado que se debe ser "marxista en política y anarquista en el arte".

  • Interpretación del fenómeno artístico; ya que aceptando como los marxistas que el arte tiene obvias raíces histórico-sociales, la estética anarquista reivindica la autonomía del proceso creador, pues explicar la actividad artística por un determinismo estrecho – patente inclusive en el propio Marx y en seguidores tan rigurosos como G. Luckács o los teóricos del marxismo estructuralista – impide potenciar su función innovadora y subversiva, la cual reiteramos que para el Anarquismo está no sólo en el contenido y su significación social, sino también en la forma y en el acto libre de la creación.

HITOS HISTÓRICOS EN LA RELACIÓN ANARQUISMO – ARTE

Richard Wagner, Gustave Courbet y el arte revolucionario a mediados del S. XIX
Los pre-rafaelitas ingleses (William Morris y John Ruskin)
Simbolismo literario y corrientes plásticas Post-Impresionistas en la "Belle Époque" (Mallarmé, Leconte de Lisle, Pissarro, Seurat, Expresionismo alemán, Futurismo italiano)
Arte y movimiento anarcosindicalista:

– el grupo "Arte Social" en Francia;

– los "wobblies" (militantes del sindicato IWW) en EE. UU.;

– los Ateneos Libertarios en la península ibérica;

– los payadores libertarios en el Cono Sur

Dadá (Zurich, 1916: H. Ball, T. Tzara, J. Arp, F. Picabia, K. Schwitters, etc. )
El Surrealismo post-II Guerra Mundial (A. Breton, B. Peret, J. Dubuffet, L. Buñuel, etc.)
John Cage, A. Rauschenberg, Merce Cunningham y los "happenings" (EE. UU.; años 1940-50)
Teatro: Darío Fo, "Living Theatre" (Julian Beck y Judith Malina) y "Bread & Puppet" (Peter Schumann); desde los años 50 hasta hoy
Contracultura radical contemporánea: rock y el comix anarquista, la escena punk, la "T.A.Z." – Zona Temporalmente Autónoma – de Hakim Bey y el colectivo "Luther Blissett".
Estética anarquista y arte latinoamericano [rescate y reseña del tema en la obra de A. Cappelletti]

EXPOSITORES DESTACADOS DE LA TEORÍA ESTÉTICA ANARQUISTA

Pierre J. Proudhon: Del principio del arte y su destino social
Richard Wagner: El Arte y la Revolución, y La obra de arte del porvenir
León Tolstoi: Escritos sobre Arte
Oscar Wilde: El alma del hombre bajo el Socialismo
Emma Goldman y la revista MOTHER EARTH en Nueva York (EE.UU.; década de 1910)
REVISTA BLANCA (Barcelona-España) y diario LA PROTESTA (Buenos Aires-Argentina); década de 1920.
Rudolf Rocker: Nacionalismo y Cultura
La obra del crítico inglés Herbert Read (1893-1968)
André Reszler: La Estética Anarquista
Actualmente: Revista A en Italia, ARCHIPIÉLAGO en España, FREEDOM en Inglaterra, UTOPÍA en Portugal, OUR GENERATION en Canadá, ALTER en Uruguay, EL LIBERTARIO en Venezuela
REFERENCIAS EN CASTELLANO EN EL WWW SOBRE EL TEMA

( 2000-2001 Huelga de Arte

( Anarquía y una rosa

( Archivo Situacionista Hispano

( Ateneo Libertario Elisée Reclús

( Ateneo Libertario Gregorio Baticón

( Biblioteca Virtual Libertad

( Fundación Anselmo Lorenzo

( Fundación Salvador Seguí

( La Página Social de Hartza

( Lebbeus Woods web

( Luther Blissett

( Poesía Salvaje

( Samizdata

(Revista LA ESPADA ROTA (Caracas), # 27, septiembre 1999, pp. 21-23.)

VI.2.b] Conociendo a Durruti Condensar en pocas líneas la biografía de quien fue expresión cabal de la rebeldía y la utopía anarquista es tarea complicada pero necesaria, porque el testimonio de libertad en lucha que fue la vida de Buenaventura Durruti debe divulgarse ayer, ahora y siempre. Nació segundo de 8 hermanos el 14 de julio de 1896 en León, capital de la provincia española del mismo nombre. Se inicia de adolescente en la misma senda de su padre, obrero afiliado al sindicato socialista UGT. Como miembro de su sección ferroviaria, participa con ardor en la huelga general revolucionaria de agosto de 1917, impulsada en conjunto con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT, anarcosindicalista); eso le costó la expulsión de la UGT por radical, la persecución policial y la huida a Francia, donde se relaciona con exilados anarquistas, afiliándose a la CNT de Asturias al retornar a España en enero de 1919.

Se une a la pelea frontal contra la agresiva patronal de las minas asturianas y cae preso por primera vez en marzo de 1919; se fuga y en diciembre está en San Sebastián, ciudad industrial del país vasco, trabajando como metalúrgico. La burguesía impulsaba entonces una ola de asesinatos de sindicalistas y Durruti se integra a un grupo de autodefensa – Los Justicieros – que en represalia planea un golpe sensacional: atentar contra el rey Alfonso XIII que visitaría la ciudad en agosto de 1920, pero son descubiertos y deben escapar. Durruti prosigue en la labor ilegal más arriesgada por toda la península; así conoce a Francisco Ascaso, quien sería fraterno amigo y camarada. En agosto de 1922 van a Barcelona y con gente afín fundan el grupo Crisol, que luego tomará un nombre que se hará celebre en la historia libertaria: Los Solidarios. El grupo reunió a lo más valioso del proletariado catalán golpeando a la reacción donde le dolía, hasta que la crisis política hispana trajo la dictadura del general Primo de Rivera, instaurada en septiembre de 1923 con pleno apoyo del rey. De Los Solidarios nunca se resaltará bastante la valiente defensa que hicieron de la CNT en hora tan desesperada, cuando cientos de militantes cayeron y sólo pudo sobrevivir y recuperarse por sus nexos profundos con los trabajadores, pero el costo para ese colectivo combatiente y decidido fue alto: casi todos Los Solidarios murieron o purgaron largas condenas, mientras que Durruti y Ascaso tuvieron que refugiarse en París.

El fracaso de los planes insurreccionales cocinados en el exilio les impulsa a viajar a Latinoamérica en diciembre de 1924, acompañados por Gregorio Jover, en procura de fondos para el proscrito y agobiado anarcosindicalismo ibérico. Siguieron 15 meses de andanzas increíbles con acciones de guerrilla urbana para agenciarse recursos inéditas por estos lares, persecuciones y fugas escalofriantes, la ayuda solidaria de un sinfín de compañeros, las burladas furias policiales, la frugal supervivencia como asalariados en los momentos de calma, el trabajo sindical de base desarrollado en varios países y, por supuesto, la creciente leyenda en torno a la figura de aquellos hombres. En abril de 1926 regresan a Europa y les seduce una idea espectacular: secuestrar al monarca y al dictador españoles cuando visiten París el 14 de julio; antes de eso la policía los captura y, luego de un agitado proceso, son expulsados de Francia en julio de 1927, prosiguiendo como militantes semi-clandestinos en el exterior hasta la caída de Primo de Rivera y la proclamación de la República en abril de 1931.

La vuelta a Barcelona es de efervescente actividad para Durruti, ahora con su compañera Emilienne embarazada de Colette, que nacerá en diciembre de 1931. Se integra a la Federación Anarquista Ibérica – FAI, organización específica anarquista creada secretamente en julio de 1927 – y con militantes allegados forma el grupo Nosotros, animadores en la CNT de una tendencia radical que no se hacía ilusiones tácticas con el recién proclamado régimen político, pues afirmaban que el momento era para seguir avanzando. El enfrentamiento interno en la Confederación fue agriándose hasta la escisión, mientras arreciaba la represión y las provocaciones gubernamentales contra esos sencillos obreros – cuando no estaban presos, Durruti y Ascaso laboraban como mecánicos en una empresa mediana de Barcelona – que eran vistos por los bienpensantes de toda laya como el aterrador puño de la Revolución Social. La histeria represiva cayó sobre Durruti y otros anarquistas en enero de 1932, deportándolos a Canarias y al Sahara "español". La presión popular los liberó en septiembre, pero Durruti fue arrestado de inmediato por dos meses más.

Aún encarcelando a sus supuestos "líderes", las posiciones más ofensivas crecían en el seno de la CNT y del proletariado, lo que llevó al fallido intento insurreccional anarquista de enero de 1933, tras el cual Durruti debe ocultarse hasta caer preso a fines de marzo. En julio ya está en la calle, con la CNT y la FAI encarando las variaciones de la escena política, pues la derecha se aprestaba a asumir las riendas del gobierno ante el fiasco de republicanos y socialistas, lo que ocurre tras los comicios de noviembre. En diciembre hay otra tentativa fracasada de huelga general insurreccional; Durruti y cientos de anarquistas van a los calabozos, pero una amnistía les permitió salir en mayo de 1934, a tiempo para que Durruti tenga papel decisivo en el traslado por carretera de 13.000 hijos de huelguistas aragoneses a Barcelona, para acogerse a la solidaridad de las familias obreras.

En octubre del 34 es la insurrección de Asturias, 14 días de heroica y desigual batalla de los trabajadores unidos contra el ejército, mientras que la represión y la indecisa conducta de la UGT y otros sectores dejaron a los anarquistas aislados en su afán de extender la flama revolucionaria. De nuevo Durruti pasa por el vaivén de meses de cárcel alternando con semanas de febril militancia pública, hasta que el triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936, con el crucial voto de muchos afiliados de la CNT (que esta vez no hizo campaña notoria por la abstención), marcó otro vuelco a la situación. En medio de un explosivo clima político-social, se reúne en Zaragoza el IV Congreso de la CNT del 1 al 15 de mayo, donde parte esencial de los debates y el ambiente de pletórico fervor anarquista que allí se vivió fue el grupo Nosotros, entregado en esos días a prepararse junto a los trabajadores para el tremendo reto que se aproximaba. Derechas e izquierdas iban al choque inevitable, iniciado más temprano que tarde con el alzamiento militar del 19 de julio de 1936.

La CNT y la FAI enfrentaron con coraje, organización y movilización de masas la superioridad fascista en armas y recursos; su contribución fue decisiva para resistir el zarpazo en toda la península y casi a solas derrotaron a los alzados en Cataluña, con Durruti como una de las figuras más arrojadas de esta victoria popular y sufriendo la dolorosa baja de Francisco Ascaso. El 24 de julio, desde una Barcelona donde el comunismo libertario empezaba a ser una realidad, Durruti partió con una columna armada a Zaragoza, ocupada por los golpistas. Luego de duros combates aquella milicia igualitaria, sin oficiales ni demás tramoya castrense, avanzó y estabilizó el frente de Aragón contra tropas regulares mejor equipadas, aun cuando no pudieron recuperar la ciudad. Paralelamente, las fuerzas anarquistas apoyaron la transformación social que significo el establecimiento de las colectividades agrarias aragonesas, para escándalo de comunistas, socialistas y demás acólitos del credo según el cual no se podía ganar la guerra si al mismo tiempo se hacía la Revolución. En su persona, Durruti encarnaba lo que eran los sentimientos y metas de los trabajadores en armas, siendo un peculiar "jefe" cuyo privilegio principal era combatir en primera fila, con la única jerarquía de la estima con que lo distinguían sus iguales.

Esa vida radiante y corajuda – "El Corto Verano de la Anarquía" la llamó su cronista Enzensberger – terminaría en noviembre de ese mismo año. El día 15, Durruti llegó a reforzar la defensa de Madrid con una columna de 1800 hombres, de inmediato van a lo más duro del combate y el 19 lo alcanza una bala, cuando transitaba en área supuestamente segura. Murió en la madrugada del 20, siendo sepultado 2 días después en el cementerio de Montjuich en Barcelona, acompañado del duelo más multitudinario visto en la urbe. Como con Zamora, el Che o Zapata, su muerte tiene estigmas de traición y el principal sospechoso, el PCE stalinista, desatará pocos meses más tarde una brutal persecución contra anarquistas y demás radicales que no sólo liquidó la Revolución Social amenazante, sino que fue el comienzo del fin de la propia República que decían salvaguardar.

40 años de existencia intensa tuvo este hombre que luchó por sus ideales sin treguas ni fanatismos; que nunca dejó de vivir de su trabajo; que actuaba tanto como leía y pensaba; que amó, soñó y tuvo amigos entrañables. En fin, Buenaventura Durruti fue lo que fue, y también lo que de mejor queda en nosotros cuando compartimos su trayectoria luminosa.

(CORREO A # 20, pp. 16-17; agosto 1992)

VI.2.c] La Utopía en femenino: Mujeres Libres de España 1936-1939 A Concha Liaño, que vivió el futuro y lo tiene en la mirada Se ha dicho que la historia la escriben los vencedores, pero más importante aún es que la escriben varones que suelen preciarse de realistas, así que ocuparse de unas ilusas mujeres derrotadas pasa por tema de poca entidad como para que los "investigadores serios" se dignen examinarlo. Por ello, en lo dedicado a la Guerra Civil Española, el hecho histórico del siglo XX sobre el cual se ha producido documentación más abundante en lengua castellana, la consideración acerca de la Agrupación de Mujeres Libres (MM. LL.) y su huella en el proceso social ibérico de aquel período normalmente es ignorada del todo, cuando más reducida a escuetas menciones o al limbo de las notas al pie de página, a pesar de que se trata nada menos que del primer movimiento feminista radical de masas en el ámbito iberoamericano, precursor en la lucha por reivindicaciones que después de tantos años conservan plena vigencia, con el mérito extraordinario de iniciar con coraje la construcción de utopías en medio de un enorme atraso social y cultural del cual la mujer era víctima por excelencia.

* Las raíces de MM. LL.

Desde su fundación, ocurrida en 1910, la Confederación Nacional del Trabajo – CNT, central sindical orientada por el anarquismo y fuerza fundamental en el movimiento obrero español – había reconocido el derecho de las mujeres a su libertad económica y a salario igual que el hombre, pero poco o nada se planteó por mucho tiempo como iniciativas de lucha específica en relación a ellas, pues apenas es a fines de los años de 1920 y comienzos de los 30 cuando la presencia femenina empieza a asomarse en el mercado laboral hispano. Un puñado de esas primeras mujeres asalariadas se aproxima al anarcosindicalismo y en 1934 funda en Barcelona el Grupo Cultural Femenino, núcleo pionero de articulación femenina en el anarquismo peninsular, que por entonces también anima una importante corriente educativa y cultural que atrae a sus filas a otras mujeres provenientes del reducido sector de las españolas con alguna formación académica (a mediados de los años 30, se estimaba en 50% el analfabetismo femenino). El objetivo inicial, en ambas vertientes, era alentar a las mujeres a aproximarse al ideal libertario, pero la acelerada dinámica que se puso en marcha con el estallido de la guerra civil (19 de julio de 1936), las impulsó a una rápida unificación de esfuerzos y a evolucionar a un planteamiento feminista muy activo, que todavía nos resulta inspirador.

El grupo más maduro política e intelectualmente estaba en Madrid, con la escritora Lucía Sánchez Saornil, la abogada Mercedes Comaposada y la médica Amparo Poch. Desde esa ciudad, el 2 de mayo de 1936, se publica el primer número de MUJERES LIBRES, revista en cuyas 13 ediciones se recogería lo esencial de las ideas que impulsaban a este colectivo y de las acciones que emprendió en medio de las complejas circunstancias de la guerra civil, además del esfuerzo para entonces inédito en el ámbito de habla castellana de hacer una publicación donde los textos, el componente gráfico y el diseño era en su totalidad creación femenina. El nombre de la revista también lo tendría la organización específica que constituirían las mujeres anarquistas desde septiembre de ese año en las zonas liberadas del fascismo, aún cuando el congreso que formalizó su fundación ocurrió en agosto de 1937. Para la creación de esta agrupación, las más activas fueron las mujeres provenientes del ambiente anarcosindicalista de Cataluña, como Soledad Estorach, Pepita Carpena, Sara Berenguer y Concha Liaño, pero no hay que olvidar a otras destacadas animadoras de ese proceso como María Jiménez, Pura Pérez, Suceso Portales y Antonia Fontanillas. El esfuerzo de todas las mencionadas y muchas otras se tradujo en una organización que afiliaba a un estimado de más de 20000 mujeres a fines de 1936, con particular presencia en Cataluña, Aragón y Valencia.

* Lo específico en las ideas de MM. LL.

El feminismo hispano anterior al nacimiento de MM. LL. era un movimiento que expresaba visiones y objetivos de clase media, con énfasis en el logro paulatino de los derechos políticos, ocupándose poco o nada de la discriminación social, educativa y cultural que padecían las españolas obreras y campesinas. La aparición de este colectivo libertario marca una ruptura con esas limitadas experiencias previas, así como con el esfuerzo paralelo en el tiempo de comunistas, socialistas y fascistas de crear las secciones femeninas de los respectivos partidos, concebidas como correas de transmisión para llevar consignas y ordenes políticas a un sector que en lo esencial debía someterse a la dirección partidista (integrada siempre por varones, si acaso con alguna mujer que aceptara esa dominación de género). A pesar del apoyo orgánico y la afluencia de activistas provenientes de las otras instancias del movimiento libertario (CNT, Federación Anarquista Ibérica – FAI – , Juventudes Libertarias, los Ateneos), desde el principio MM. LL. insistió en funcionar de modo autónomo, sin subordinarse a ninguna de las estructuras previamente existentes, pues se consideraba que la organización femenina separada permitiría una acción más eficaz en los temas que particularmente concernían a la mujer, pues sólo con la acción femenina autogestionada se podría adquirir la confianza y capacidad para participar como iguales a los hombres en la tarea de construir un mundo mejor. Esto se explicaba así en la revista MUJERES LIBRES: "No luchamos contra los hombres, No pretendemos sustituir el dominio masculino por el femenino. Es necesario trabajar y luchar juntos pues sino nunca tendremos la revolución social. Pero necesitamos nuestra propia organización para luchar por nosotras mismas".

MM. LL. compartía sin duda la estrategia anarcosindicalista de lucha de clases y la visión comunista libertaria de la CNT y la FAI, pero entendía que en ese marco cabía desarrollar sus objetivos organizacionales específicos, resumidos en dos consignas: CAPACITACIÓN y CAPTACIÓN. Lo primero se refería al trabajo educativo, para ayudar a las mujeres obreras y campesinas a superar las enormes carencias de instrucción formal que padecían, lo cual era condición básica para acceder a lo segundo, pues las mujeres que se superaban a través de la educación podrían incorporarse y participar activamente en ese proceso de transformación social profunda impulsado por el movimiento libertario español en las áreas donde tenía predominio (particularmente en Cataluña y Aragón).

Como propuestas para modificar a corto plazo la situación femenina en España, los esfuerzos más insistentes de la Agrupación apuntaron a lo siguiente: – Sobre el trabajo: La participación de la mujer era indispensable, porque en ello se fundaba la independencia económica femenina. Por las urgencias de la guerra civil se aceptó que las mujeres trabajaran en las fábricas, pero MM. LL. no quería simplemente esa función de emergencia, pues propugnaba un derecho definitivo al trabajo. Además pedían comedores populares, guarderías, y que las faenas hogareñas fuesen compartidas.

– Relaciones de pareja: Este aspecto lo vinculaban con la independencia económica, pues sin ésta no es posible construir una relación basada en la libertad. También repudiaban el control y sanción institucional (estatal o eclesiástico) sobre las uniones.

Prostitución : Sobre este tema hicieron proposiciones originales. Estaban en su contra pero a favor de las prostitutas. Decían que no se podía acabar con la explotación sexual sólo con medidas policiales, pues ello supondría dejar sin trabajo a muchas mujeres. Plantearon que inicialmente debía existir una prostitución liberatoria, con exámenes y tratamientos médico-sicológicos, orientación y capacitación en trabajos sustitutos, ayuda moral y económica, que progresivamente llevasen a la desaparición de este "oficio".

Educación de l@s niñ@s: siendo un asunto al que prestaron la mayor atención, sostenían que en las escuelas capitalistas se adquiría una mentalidad burguesa, por lo que era esencial que todos los involucrados diesen un giro total al proceso educativo, potenciando una escuela para la libertad a la que asistiesen juntos niñas y niños, iniciativa radical para la época en España.

Familia: Criticaban su autoritarismo, jerarquización y el poder paternal. En su opinión, la mujer y l@s hij@s carecían de todo derecho a expresarse dentro de la familia tradicional y el sistema capitalista utiliza esta institución para favorecer la propiedad privada, de modo que la estructura familiar debía transformarse radicalmente en términos de igualdad, libertad y solidaridad.

Es necesario apuntar que las ideas y la existencia misma de MM. LL. enfrentaron resistencias incluso dentro del ámbito libertario, donde a pesar de brindarse apoyo económico, locales de funcionamiento y espacio en la prensa ácrata, no se quiso reconocer a la Agrupación como un organismo igual a las otras ramas del movimiento libertario (CNT, FAI y Juventudes). Ciertamente tal resistencia a reconocer la especificidad y necesidad de autonomía en la lucha femenina puede interpretarse como una muestra de la opresiva tradición del dominio de género, presente con todo su peso en la España de entonces, que llevaba a un grueso sector del anarquismo ibérico a ver la lucha de MM. LL. con condescendencia pero como algo secundario. Ni que decir que fuera del ámbito ácrata, eran vistas como la expresión más acabada y pintoresca de la "locura anarquista", infamia que luego se usaría para justificar un desdén que para algunos sigue vigente aún.

* MM. LL. en acción Para aclarar que no hablamos de un colectivo cuya existencia fue básicamente testimonial o teórica, se impone destacar la labor concreta que en menos de 3 años de existencia realizó la Agrupación:

– Con la revista ya mencionada, MM. LL. editó otras publicaciones periódicas (citadas en la Bibliografía que se apunta al final de este artículo), además de difundir textos e informaciones en el resto de la prensa libertaria. También hay testimonio de la impresión de un sinnúmero de folletos, hojas de propaganda, afiches y libros.

– Realización de una amplísima labor de capacitación educativa básica y aprendizaje laboral dirigida a las mujeres obreras y campesinas. Para ello, en muchos sitios se participó dentro de las iniciativas impulsadas por los sindicatos, mientras que en Barcelona MM. LL. puso en marcha de modo independiente el "Casal de la Dona Treballadora", donde se atendían entre 600 y 800 mujeres en clases de: alfabetización, instrucción básica, mecánica y agricultura, sin olvidar enseñanza sindical y temas económico-sociales.

– Vale aclarar que si bien en los primeros días de la Guerra Civil hubo una espontánea integración de mujeres a las milicias anarquistas, eso no ocurrió por iniciativa de MM. LL., desde donde se hizo todo lo posible a favor de esas combatientes, que fueron excluidas de la línea de combate con la militarización de las milicias en noviembre de 1936. En todo caso, MM. LL. mantendría su esfuerzo a favor de canalizar el máximo de suministros hacia el frente.

– Se organizaron jornadas de agitación y propaganda, bibliotecas móviles y eventos culturales para resaltar el papel de las mujeres organizadas en el proceso hacia la revolución social. Se enfatizó en realizar estas actividades en las colectividades agrarias e industriales impulsadas por la CNT y la FAI.

– Participación directa en la creación y gestión de guarderías y comedores populares, respondiendo a una reivindicación inmediata de las trabajadoras.

– En el área de salud, MM. LL. impulsó la creación de una Escuela de Enfermeras y el Instituto Materno-Infantil Louise Michel, ambos en Barcelona. Debe decirse que la Ministra de Sanidad era Federica Montseny, a quien correspondería la paradójica circunstancia – para una anarquista – de ser la primera mujer en el mundo que ocupase una cartera ministerial.

– También en conjunto con el Ministerio de Sanidad, se trabajó en hacer funcionar los "liberatorios" de prostitución.

Toda esa fulgurante actividad y reflexión se vio truncada por el triunfo de los fascistas de Franco, que condujo a estas mujeres a la cárcel, al exilio, a volver a la situación contra la que se habían rebelado, o lo que tal vez fue peor, a un silencio que negaba a muchas tan siquiera mencionar la experiencia más rica de sus vidas. Entre la desesperanza y debilitamiento que significó el exilio para el anarquismo español, parte de lo peor le tocó a las veteranas de MM. LL., a quienes ni siquiera les fue posible mantener un mínimo de continuidad como grupo, de modo que hubieron de esperar muchos años para al menos rememorar en conjunto, y también para que tuvieran oídos atentos a escucharlas, así como a seguir el rumbo que ellas abrieron, tomando el mismo nombre de Mujeres Libres para colectivos que hoy funcionan en Francia, Colombia, Argentina y España. Por decirlo con palabras de Concha Liaño: "Hoy apenas quedamos las veinteañeras de esa gesta. Todas las mencionadas han desaparecido. Bastantes somos las que les debemos mucho. Y la autora de estas líneas más que ninguna. Desde aquí quiero reiterar que nunca las olvidé y que las he llevado en mi corazón a través de tantos años de ausencia física. ¡Ya ves Mercedes, no hemos desaparecido!… Aquella semillita que con tanta fe, ardor y esfuerzo sembramos, luchando contra reloj, porque teníamos el tiempo contado, corto, ¡GERMINÓ!".

* Bibliografía Ackelsberg, Martha: Mujeres Libres. El Anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres, Barcelona, Virus, 1999.

EL NOI – Boletín de la Fundación Salvador Seguí, Valencia, #4, 1996 (dedicado al tema "La mujer en la Revolución Española").

Liaño, Concha y otras: Mujeres Libres. Luchadoras libertarias, Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 1999.

Liaño, Concha: "Sobre Mujeres Libres", en EL LIBERTARIO, Caracas, #14, p. 4, 1999 (también en ).

Nash, Mary: Mujeres Libres. España 1936-1939, Barcelona, Tusquets, 1975.

En el WWW, en inglés y francés, se localizan diversos textos sobre el tema, basados en los estudios académicos de Ackelsberg y Nash, pero desconociendo los testimonios de las protagonistas recopilados en el boletín EL NOI y, particularmente, en el indispensable volumen recopilatorio editado por la Fundación Anselmo Lorenzo.

(CNT (Granada, España), publicado en tres entregas: # 268, junio 2001; #269, julio 2001; y # 270, agosto 2001.)

VI.2.d] Ángel Cappelletti y su enfoque de la historia social del anarquismo en América Latina Resumen El extenso Prólogo que Ángel Cappelletti (1927-1995) escribió para el volumen colectivo titulado EL ANARQUISMO EN AMERICA LATINA, representa a nuestro entender el intento más ambicioso y coherente que se ha hecho en la historiografía contemporánea para afrontar ese tópico, respecto al cual no hubo casi ningún interés en los medios académicos por bastante tiempo. Explicamos cómo en el Prólogo se concretan los resultados de una erudita y analítica labor de investigación sobre el tema que el autor desarrolló por muchos años, con previos logros parciales expresados en innumerables artículos y trabajos académicos que ahora sirven de base para un enfoque totalizador, con una extraordinaria riqueza al exhibir los detalles necesarios, pero a la vez denso en su interpretación de los hechos y sugerente en sus propuestas para posteriores líneas de trabajo. Comentamos aquí los puntos esenciales de la presentación y explicación que hace Cappelletti, destacando el sólido camino que abre para nuevas perspectivas tanto en la Historia Social como en otros ámbitos de la investigación histórica latinoamericana, que no puede seguir obviando los significativos procesos sociales, políticos y culturales que se han vinculado con la actividad e ideales anarquistas y anarcosindicalistas en el subcontinente.

Palabras claves: Ángel Cappelletti, anarquismo, anarcosindicalismo, América Latina, historia, movimientos sociales, ideas políticas, cultura.

[Nota previa: Este texto desarrolla ideas en principio esbozadas al intervenir como ponente en el Foro-Homenaje "Ángel Cappelletti como Anarquista", evento organizado por la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela, en Caracas, a mediados de 1996. Ángel Cappelletti (1927-1995) nació y murió en Rosario, Argentina, pero los 27 años que vivió en Venezuela entre 1968 y 1994 fueron los más prolíficos en su producción intelectual y académica. Como humanista, como filósofo, como historiador de las ideas políticas y como anarquista, Cappelletti es una figura de obligado conocimiento para todo el que quiera acercarse con tino a cualquiera de estas dimensiones del pensamiento latinoamericano contemporáneo; es por ello que nos ha parecido válido asentar por escrito nuestros comentarios glosando la presencia de la temática del socialismo libertario latinoamericano en la obra de quien, además, fue inolvidable maestro y compañero de utopías y afanes.] No es exagerado calificar al libro EL ANARQUISMO EN AMERICA LATINA (Cappelletti y Rama – comps. -, 1990) como hito fundamental en la bibliografía del anarquismo latinoamericano. Aun cuando el pie de imprenta indica noviembre de 1990, diversos inconvenientes editoriales retrasaron su aparición pública, así que apenas fue en junio de 1993 cuando salió a la venta en Caracas, en forma por demás restringida al tratarse de un grueso volumen, con pequeño tiraje (1.500 ejemplares en edición de tapa dura y 1.500 en rústica), publicado por la Biblioteca Ayacucho, organismo estatal venezolano que padece los clásicos males de los entes públicos de la cultura en el trópico, por lo cual se deduce que ha sido complicado para los interesados del país tener acceso a la obra por los canales habituales (adquisición en librerías o consulta en bibliotecas), y que resultase muy problemática o hasta inexistente la distribución en el exterior. Pese a todo, esta publicación fue un tributo al esfuerzo de una persona sin cuya voluntad entusiasta y capacidad erudita no es concebible emprender trabajo de tal magnitud y tantas dificultades: el Dr. Ángel J. Cappelletti, quien tomó en sus manos y llevó a feliz término un proyecto que permaneció en suspenso por un largo período tras la muerte en 1982 de quien lo había concebido e iniciado, el historiador y sociólogo uruguayo Carlos M. Rama.

Cappelletti no sólo efectuó la mayor parte de la recopilación de textos prevista en el plan inicial de la obra, sino que encaró la realización de un extenso ensayo sobre las claves históricas, sociales y culturales que marcaron país por país la presencia del socialismo libertario en nuestro subcontinente. Este trabajo prácticamente no tiene paralelo en la historiografía contemporánea, pues apenas ha llamado la atención de los investigadores ocuparse de proponer una visión total y articulada de la presencia del anarquismo en América Latina. De hecho, solamente hay otras dos obras escritas en los últimos 40 años que intentaron examinar globalmente la temática del anarquismo latinoamericano (los libros de D. Viñas [1983] y A. Gómez [1980]); pero a pesar de tratarse de trabajos del mayor interés en sus perspectivas y análisis, están lejos de poder presentar un soporte de datos e informaciones que les permitiera poder aprehender la riqueza y multiplicidad del tema, de modo que en ambos casos se limitan a bosquejar el proceso histórico del anarquismo para unos pocos países del área, mientras el ensayo de Cappelletti expone tal cúmulo de hechos y referencias para sustentar su enfoque del anarquismo latinoamericano, que consideramos que al fin se ha presentado una propuesta definida para construir la historia social del movimiento libertario en la región.

El trabajo sintetiza y da unidad orgánica a los numerosos artículos del autor en publicaciones periódicas sobre aspectos parciales de este vasto tema, algunos de los cuales se encuentran recogidos el volumen HECHOS Y FIGURAS DEL ANARQUISMO HISPANOAMERICANO (Cappelletti, 1991), siendo el obligado preámbulo al compendio documental de 454 páginas, que abarca 18 autores individuales y 6 colectivos, provenientes de 7 países del área, en una recopilación nunca antes hecha de testimonios escritos del anarquismo continental, tomados de las más diversas fuentes – a veces casi rarezas bibliográficas – y que en fecha y motivación van desde un combativo manifiesto obrero paraguayo de 1892, hasta la conceptual crítica a la democracia representativa publicada en 1983 por una intelectual y militante ácrata ítalo-uruguaya (Luce Fabbri). Otros nombres más (como el greco-mexicano Plotino Rhodokanaty, el cubano Enrique Roig San Martín, el exiliado español Abraham Guillén o los "Industrial Workers of the World" de Chile[1]podrían agregarse a los que presenta la muestra antológica seleccionada, pero sin duda los que se incluyen en el libro lo merecen plenamente, ya sean individualidades resaltantes como el incansable combatiente mexicano Ricardo Flores Magón, el dramaturgo y ensayista uruguayo Florencio Sánchez, el fogoso intelectual peruano Manuel González Prada, el anarcosindicalista hispano-argentino Diego Abad de Santillán y el fundamental autor brasileño José Oiticica; o colectivos de evidente raíz popular como la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), el Partido Liberal Mexicano y la organización anarcosindicalista histórica de Uruguay (la FORU – Federación Obrera Regional Uruguaya -).

En el Prólogo, nombre por demás engañoso para un texto tan denso como éste que comentamos, Cappelletti trabajó con la acuciosidad característica de su amplísima y estimada labor intelectual, culminando lo que a nuestro entender es el examen contemporáneo más agudo y exhaustivo sobre el tema, digno de una calificación mayor a la de "simple esbozo" que su creador le atribuyó con modestia; y no sólo por su extensión de 218 páginas escritas con rigor, pasión y amenidad, sino porque allí se cimientan las bases para el rescate de una historia tan diversa y significativa como ignorada o tergiversada. Las investigaciones sobre el impacto y la presencia del anarquismo en la historia social de Colombia desarrolladas por los miembros del Proyecto Cultural Alas de Xué de Bogotá (Villanueva, Vega y otros, 1993); las vigorosas páginas de Frank Fernández sobre el quehacer y las vicisitudes del movimiento libertario cubano (Fernández, 1997); los múltiples trabajos sobre la trayectoria histórica del anarquismo en Brasil surgidos de la prolífica pluma de Edgar Rodrigues (Rodrigues y otros, 1997); las líneas esclarecedoras que el historiador venezolano Leonardo Rodríguez expone respecto al alcance de la actividad y el ideario anarcosindicalista en nuestro país, en una vasta obra sobre la evolución del sindicalismo nacional que prepara actualmente y de la que se han publicado fragmentos preliminares (Rodríguez, 1993); todos son ejemplos que ilustran respecto a que al texto de Cappelletti le cabrían ampliaciones de detalle, provenientes de estudios más precisos sobre la significación de la influencia libertaria en contextos sociales particulares; pero esto, más que deficiencia, es un reto que plantea el Prólogo al abrir tan amplias vías de información, análisis y reflexión.

Detengámonos a detallar esas vías, para lo cual citaremos extensamente el Prólogo. Para Cappelletti: "… El anarquismo tiene en América Latina una amplia historia, rica en luchas pacíficas y violentas, en manifestaciones de heroísmo individual y colectivo, en esfuerzos organizativos, en propaganda oral, escrita y práctica, en obras literarias, en experimentos teatrales, pedagógicos, cooperativos, comunitarios, etc. Esta historia – continúa – nunca ha sido escrita en su totalidad, aunque existen algunos buenos estudios parciales. Más aún, quienes escriben la historia social, política, cultural, literaria, filosófica, etc., del subcontinente suelen pasar por alto o minimizar la importancia del movimiento anarquista. Hay en ello tanto ignorancia como mala fe. Algunos historiadores desconocen los hechos o consideran al anarquismo como ideología marginal absolutamente minoritaria y desdeñable. Otros, por el contrario, saben lo que el anarquismo significa en la historia de las ideas socialistas y comprenden bien su actitud frente al marxismo, pero precisamente por eso se esfuerzan en olvidarlo o desvalorizarlo como fruto de inmadurez revolucionaria, utopismo abstracto, rebeldía artesanal y pequeño burguesa, etc." (Cappelletti y Rama – comps. -, 1990: X). ¡Ciertamente un fuerte reclamo a los historiadores latinoamericanos!. Pero las páginas mismas del Prólogo son la más patente demostración de su justeza, al evidenciar con tanta claridad la riqueza histórica de la experiencia del socialismo libertario en América Latina.

Como todo pensamiento originado en Europa, la ideología anarquista fue para América Latina producto importado. Esto lo comprendía Cappelletti, pero también que las ideas no son meros productos sino más bien organismos y, como tales, deben adaptarse al nuevo medio y, al hacerlo, cambiar en mayor o menor medida. Por ello, para él, decir que el anarquismo fue traído a estas playas por emigrantes europeos era casi acotar lo obvio. Interpretar el hecho como signo de su minusvalía, lo denunciaba como muestra de estupidez, pues bien debe saberse que hasta la idea misma de "patria" y la ideología nacionalista nos han llegado de Europa.

Cappelletti entiende que el anarquismo no fue solo la ideología de masas obreras y campesinas paupérrimas que, arribadas al nuevo continente, se sintieron defraudadas en su esperanza de una vida mejor y vieron cambiar la opresión de las antiguas monarquías europeas por la no menos pesada de las oligarquías republicanas de América. Fue muy pronto el modo de ver el mundo y la sociedad que adoptaron también masas autóctonas y aun indígenas, desde México (con Francisco Zalacosta y Julio Chávez, dos casi ignorados predecesores decimonónicos de esa indomable tradición de lucha indígena y campesina que ahora encarna el Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas) hasta la Argentina (con Facón Grande, aquel legendario guerrillero gaucho de la Patagonia rebelde en la década de 1910). Con agudeza, Cappelletti anotaba que muy pocas veces se ve que la doctrina autogestionaria anarquista, aplicada a la cuestión agraria, coincidía de hecho con el antiguo modo de organización y de vida de los indígenas de México y Perú, anterior tanto al imperialismo hispano como al imperialismo de los aztecas y de los incas. En la medida en que los anarquistas lograron llegar hasta la población indígena, no tuvieron que inculcarles ideologías exóticas, sino sólo tornar conscientes las ancestrales ideologías colectivistas del calpull y del ayllu.

Explicando la incidencia social del Anarquismo en América Latina, también nos dice Cappelletti: "Por otra parte, en la población criolla se había arraigado muchas veces una tendencia a la libertad y un desapego por todas las formas de la estructura estatal que, cuando no eran canalizadas por las vías del caudillaje feudal, eran tierra fértil para una ideología libertaria. Casi nunca se menciona la existencia (en Argentina y Uruguay) de un gauchaje anarquista, que tenía su expresión literaria en los payadores libertarios. Pero aún prescindiendo de estos fenómenos, que serán considerados sin duda poco significativos por los historiadores académicos y marxistas, puede decirse sin lugar a dudas que el anarquismo echó raíces entre los obreros autóctonos mucho más profunda y extensamente que el marxismo (con la sola excepción, tal vez, de Chile)." (Cappelletti y Rama – comps. -, 1990: XI).

Cappelletti estaba consciente en que el movimiento ácrata latinoamericano no generó en el pasado aportes fundamentales a la teoría del anarquismo, pero recalcaba que desde el punto de vista de la organización y de la praxis produjo formas desconocidas en Europa. Así, la Federación Obrera Regional Argentina fue ejemplo de una central que, siendo mayoritaria (hasta llegar a constituirse, de hecho, entre las dos primeras décadas del Siglo XX, en central única), no hizo jamás ninguna concesión a la burocracia sindical, al mismo tiempo que adoptaba una organización diferente tanto de la Confederación Nacional del Trabajo en España y demás centrales anarcosindicalistas europeas como de la IWW norteamericana. Otro ejemplo, típicamente latinoamericano, es la existencia del Partido Liberal Mexicano, el cual pocos años después de su fundación adoptó una ideología que, sin ninguna duda, era anarquista (por obra, sobre todo, de Ricardo Flores Magón) y que, sin embargo, conservó su nombre y siguió presentándose como partido político (lo que le valió duras críticas de algunos ortodoxos europeos como Jean Grave). Para comprender mejor esta peculiar perspectiva del "magonismo" y su significación dentro del proceso revolucionario que se inició en 1910, sólo cabe referir a los interesados al extenso artículo de Cappelletti sobre los escritos e ideas de Flores Magón, publicado por entregas en cuatro ediciones consecutivas del quincenario anarcosindicalista hispano CNT (Cappelletti, 1996), sin duda un texto ineludible para apreciar con profundidad la trascendencia del gran revolucionario mexicano.

Como movimiento de acción colectiva y si se exceptúa el caso singular del liberalismo magonista mexicano, Cappelletti afirmaba que en América Latina el anarquismo histórico fue casi siempre anarcosindicalismo y estuvo esencialmente vinculado a organizaciones obreras y campesinas. Hubo, sin duda, algunos anarcoindividualistas en Argentina, Uruguay, Panamá, etc., y también algunos anarco-comunistas enemigos de la organización sindical (en Buenos Aires, durante las décadas de 1880 y 1890), pero la inmensa mayoría de los anarquistas fueron partidarios de un sindicalismo revolucionario y antipolítico (no, como suele decirse equívocamente, a-político).

Por otra parte, el anarquismo presentaba también algunos rasgos diferenciales en los distintos países de América Latina, y de ello Cappelletti hizo una magistral síntesis en su trabajo. Así, nos enteramos que en Argentina ha sido, con la FORA, más radical, hasta el punto de ser considerado extremista por la CNT española. En Uruguay ha sido más pacífico, tal vez porque menos perseguido (excepto durante la última dictadura de las décadas de 1970 y 1980). En México ha tenido significación en el gobierno, no solo por la participación del magonismo en la revolución contra Porfirio Díaz, sino también porque la Casa del Obrero Mundial – organismo de fuerte orientación ácrata – y sus "batallones rojos" se aliaron con Carranza en la lucha entre facciones revolucionarias, y porque luego los voceros anarcosindicalistas de la primera Confederación General del Trabajo polemizaron directamente con el propio presidente Obregón. En Brasil, por el contrario, estuvo siempre al margen de toda instancia estatal, y la república militar-oligárquica nunca lo tomó en cuenta sino para perseguir, desterrar o asesinar a sus militantes.

Otro fenómeno original que describe Cappelletti para el movimiento libertario de ciertos países latinoamericanos, entre 1918 y 1923, fue el anarco-bolchevismo. En Argentina, Uruguay, Brasil y México sobre todo, al producirse en Rusia la revolución bolchevique, muchos ácratas se declararon partidarios de Lenin y anunciaron su incondicional apoyo al gobierno soviético, pero no por eso dejaron de considerarse anarquistas. Esta corriente desapareció con la muerte de Lenin, pues quienes decidieron seguir a Stalin ya no se atrevían sin duda a llamarse "anarquistas". Digamos de pasada que un reflejo de estas concepciones lo tuvimos en Venezuela con Pío Tamayo, el esforzado luchador anti-dictatorial muerto en 1936, quien a partir de 1928 instruía a sus jóvenes compañeros de infortunio en las prisiones de Juan Vicente Gómez acerca de "el socialismo de Marx y Bakunin". Para conocer la vida, la obra y el ambiente histórico de este revolucionario venezolano, pueden verse los trabajos de Agudo Freytes (1969) y Sananes (1987), donde hay una descripción del entorno ideológico de la izquierda socialista en el área centroamericana y del Caribe para la década de 1920, con sus heterogéneas combinaciones de marxismo y anarquismo que obviaban la polémica que distanció a ambas teorías en Europa 50 años antes.

Con su sapiencia y juicio preciso característicos, Cappelletti nos ilustra sobre como "en todos los países del área el anarquismo produjo, además de vasta propaganda periodística y copiosa bibliografía ideológica, muchos poetas y escritores que, con frecuencia, fueron figuras de primera línea en las respectivas literaturas nacionales. No en todas partes, sin embargo, fueron igualmente numerosos y significativos. En Argentina y Uruguay puede decirse que la mayoría de los escritores que publicaron entre 1890 y 1920 fueron, en algún momento y medida, anarquistas. En Brasil y Chile, hubo asimismo, durante ese período, no pocos literatos ácratas, aunque no tantos como en el Río de la Plata. En Colombia, Venezuela, Costa Rica, etc., si bien no floreció una literatura propiamente anarquista, la influencia de la ideología libertaria se dio más entre literatos y poetas que en el movimiento obrero. Es importante, hacer notar, sin embargo, que aun allí donde literatura y anarquismo fueron casi sinónimos, como en el Río de la Plata (en el período mencionado), los intelectuales anarquistas nunca desempeñaron el papel de élite o vanguardia revolucionaria y nunca tuvieron nada que ver con la universidad y con la cultura oficial. En esto el anarquismo se diferencia profundamente del marxismo." (Cappelletti y Rama – comps. -, 1990: XII-XIII). La descripción detallada de este tópico ocupa muchos párrafos del Prólogo, proponiendo una estimulante invitación para que los historiadores de la literatura, del arte y de las ideas en América Latina exploren esta línea de investigación hasta ahora tan desatendida.

No rehuyó Cappelletti un problema de capital importancia en la temática que examinó: la decadencia del anarquismo histórico latinoamericano (que no trajo, como el mismo autor afirma, la total desaparición de ideas y actividades libertarias en nuestro ámbito durante el lapso posterior). Atribuía ese hecho en lo inmediato a tres causas histórico-políticas: 1) Una serie de golpes de Estado, más o menos fascistoides, que se producen alrededor de 1930 (Uriburu en Argentina, Vargas en Brasil, Terra en Uruguay, etc.); todos caracterizados por una represión general contra el movimiento obrero, los grupos de izquierda y los anarquistas en especial. En ciertos casos (Argentina) llegan a desarticular enteramente la estructura organizativa y propagandística de las federaciones obreras anarcosindicalistas. 2) La fundación de los partidos comunistas. El apoyo de la Unión Soviética y de los partidos afines europeos les confieren una fuerza material de la que carecen las organizaciones anarquistas, sin más recursos para su sostenimiento que las cotizaciones de sus propios militantes. En algunos países más (Brasil), en otros menos (Argentina), hay anarquistas que se pasan al partido comunista. 3) La aparición de corrientes nacionalistas-populistas (más o menos vinculadas con las fuerzas armadas e inclusive, a veces, con los promotores de golpes fascistoides).

Al analizar dichas circunstancias, Cappelletti explica como la particular situación de dependencia en que se encuentran los países latinoamericanos ante el imperialismo europeo y, sobre todo, norteamericano, deriva la lucha de clases hacia las llamadas luchas de "liberación nacional". Los trabajadores visualizan la explotación que sufren como imposición de potencias extranjeras. La burguesía (nacional y extranjera) vinculada a ciertos sectores del ejército y la iglesia católica, los convence de que el enemigo no es ya el Capital y el Estado, sino solo el Capital y el Estado extranjeros. Esta convicción (hábilmente inducida) es la causa principal de la decadencia del anarquismo histórico latinoamericano. Todo lo demás es secundario, inclusive las dificultades intrínsecas que se supone afectan a una organización anarquista en el mundo actual (tal como serian la necesidad de hacer funcionar sindicatos sin burocracia y la real o aparente inviabilidad de sus propuestas concretas).

No obstante, Cappelletti siempre confió calmadamente en que la situación del socialismo libertario en el subcontinente se modificaría en un sentido positivo para su reaparición como fuerza social, lo cual empezó a vislumbrarse en los años posteriores a la redacción del Prólogo (escrito hacia 1988). De ello tuvo exacta conciencia y, al respecto, no podemos dejar de mencionar un hecho que para él fue sintomático: al llegar a Venezuela en 1968, encontró que acá el ideal anarquista era asunto de un menguante puñado de exiliados veteranos, en su mayoría ibéricos; al irse en 1994 se despedía de un pequeño pero creciente movimiento ácrata, integrado esencialmente por gente joven nacida y activa en diversas zonas del país. Agregaremos que este neo-anarquismo venezolano es parte de un fenómeno latinoamericano, que parece correlacionado con procesos que también ocurren en otras latitudes, donde resurgen agrupaciones, actividades e ideas libertarias que recogen la tradición de Proudhon, Bakunin, Kropotkin y Malatesta en tanto herencia que armoniza con los nuevos contextos de organización horizontal y autogestionaria, ecologismo, feminismo, reconocimiento y valoración de la diversidad étnico-cultural, construcción de alternativas tecnológicas y de modo de vida, contracultura, y posibilidad de acceso e intercambio en el ciberespacio; combinación que puede explicar el atractivo que vuelve a tener el anarquismo para jóvenes en todo el planeta.

Tanto el Prólogo como la Selección de Textos del libro que comentamos hacen referencia central al período entre fines del Siglo XIX y comienzos del Siglo XX. De hecho, la Cronología que Cappelletti preparó para este volumen va de 1861 a 1940 (Cappelletti y Rama – comps. -, 1990: pp. 457-481), pues dentro de ese lapso el anarcosindicalismo como movimiento social y el pensamiento ácrata como referencia cultural alcanzaron innegable relevancia en Latinoamérica, siendo mérito básico de la obra describir esa realidad para cada país del área, en toda una multiplicidad de expresiones y vínculos que son apenas conocidos hasta para la nueva generación que hoy procura impulsar el renacimiento libertario entre el Río Grande y la Tierra del Fuego.

Concluyamos apuntando que para nosotros el sentido de la recuperación consciente de la memoria inexplorada y amplia del anarquismo latinoamericano, no va en plan de sentimentalismo nostálgico ni de consagrar otra mitología histórica para afrontar dogmas positivistas, liberales o marxistas, pues se trata de rescatar el significado vivo que ese pasado tan fértil tiene para el presente y futuro de las luchas sociales en el continente. Es en tal ánimo que proponemos leer y debatir EL ANARQUISMO EN AMERICA LATINA, y esa sería tanto una tarea inaplazable para quienes se ocupan e interesan en la historia social de Latinoamérica, como también el homenaje más consecuente a la memoria de Ángel Cappelletti.

Bibliografía AGUDO FREYTES, Raúl (1969) Pío Tamayo y la Vanguardia. Caracas, Biblioteca UCV.

CAPPELLETTI, Ángel (1991) Hechos y Figuras del Anarquismo Hispanoamericano, Móstoles, Madre Tierra.

CAPPELLETTI, Ángel (1996) "Tierra y Libertad: El ideario de Ricardo Flores Magón". CNT. Granada, V época: # 195, p. 9; # 196, p. 11; # 197, p. 9; # 198, p. 11.

CAPPELLETTI, Ángel y Carlos RAMA (1990) El Anarquismo en América Latina (Prólogo y cronología: A. Cappelletti; selección y notas: C. Rama y A. Cappelletti), Caracas, Biblioteca Ayacucho. Prólogo: CCXVIII páginas. Selección de Textos, Cronología e Indice: 490 páginas.

FERNÁNDEZ, Frank (1997) "CUBA – The Anarchists & Liberty". .

[Nota: La edición corregida y ampliada en castellano, titulada El Anarquismo en Cuba, Madrid, Fundación Anselmo Lorenzo, 2000, apareció luego de publicado este artículo.] GÓMEZ, Alfredo (1980) Anarquismo y Anarcosindicalismo en América Latina. París, Ruedo Ibérico.

RODRIGUES, Edgar y otros (1997) "Bibliografía Anarquista de Edgar Rodrigues". RODRÍGUEZ, Leonardo (1993) "Conociendo al Anarcosindicalismo Venezolano". CORREO A. Caracas, # 22, pp.16-17. (También en: ) SANANES, Mary (1987) Pío Tamayo, una Obra para la Justicia, el Amor y la Libertad. Caracas, sin editorial.

VILLANUEVA, O., VEGA, R. y otros (1992) Biófilo Panclasta, el Eterno Prisionero. Bogotá, Proyecto Cultural Alas de Xué.

VIÑAS, David (1983) Anarquistas en América Latina. México, Katún.

(ESTUDIOS HISTÓRICOS – Anuario del Instituto de Estudios Hispanoamericanos de la Fac. de Humanidades y Educación, Universidad Central de Venezuela -, Nº 9, 1997, pp.237-247)

VII.- Fuentes sobre anarquismo en castellano

En esta sección se incluyen fuentes de todo orden, procurando ampliar la visión del anarquismo que tratamos de esbozar aquí. Si hemos sido lo suficientemente explícitos con las páginas anteriores, es fácil prever que no todos los autores, grupos o referencias incluidas gozan de unánime conformidad. El anarquismo está lleno de ideas, actitudes frente a distintos regímenes políticos, enfoques sobre la relación con el Estado, conductas de vida, etc., en permanente contraste, revisión y crítica. De allí que muchos lectores anarquistas, con todo derecho, puedan discrepar – sea total o parcialmente – sobre lo acertado de las compilaciones que siguen.

VII.1) Bibliografía básica editada entre 1970 y 2001 Hacemos esta lista desde Venezuela, sometidos a las carencias que cabe esperar en un país donde el tema del anarquismo es visto como extraño o despreciable por casi todos los editores, distribuidores, libreros y bibliotecas; así que debe quedar muy claro que este catálogo es más ilustrativo que exhaustivo en cuanto a autores y tópicos, pues es posible encontrar mucho más como bibliografía ácrata contemporánea en castellano. Los 20 libros junto a cuyo nombre hay un asterisco*, son recomendados como textos de introducción general; en los demás se anota entre paréntesis su tema específico, en caso que el propio título no lo señale. Se indica nombre y apellido completo del autor (salvo en las obras colectivas), también la editorial con su ciudad de ubicación y fecha de la edición consultada. Muchas obras tienen diversas ediciones, a veces con modificaciones en el título. Para los "clásicos" se prefirió apuntar las antologías más accesibles y menos costosas, pues se haría muy extensa esta sección si recogiera la amplia obra de esos autores.

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VII.2.a] Sitios en el WWW Esta es una selección de websites – con el agregado de la respectiva dirección de correo electrónico – que estimamos contienen información en castellano de relevancia para quien se inicie en el conocimiento del anarquismo o busque una visión panorámica del movimiento libertario hoy, considerando lo accesible vía Internet en abril de 2002. Una lista continuamente puesta al día y mucho más extensa de recursos anarquistas del WWW en nuestra lengua (que al momento de escribir estas líneas tiene más de 230 sitios en América Latina, sobre 300 en la península ibérica y cerca de 100 en el resto del mundo) puede solicitarse por e-mail a .

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