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Escatología (página 2)




Enviado por Josué Gallegos Salas



Partes: 1, 2, 3, 4

El rico y Lázaro platican juntos (Luc. 16:19-31). Pablo habla
del estado descorporificado como de "estar ya con el Señor",
y como algo que se desea ya más como la vida presente, (2 Cor. 5:6-9;
Fil. 1:23), con toda seguridad, Pablo, difícilmente hubiera hablado
de esta manera para referirse a una existencia inconsciente que sería
prácticamente una inexistencia. En (He. 12:23) se dice que los creyentes
se han congregado a… "los espíritus de los justos hechos perfectos",
lo que implica con seguridad su existencia consciente. Además, los
espíritus que están debajo del altar claman porque su sangre
sea vengada de los perseguidores de la iglesia (Ap. 6:9), y las almas de los
mártires se dice que reinan con Cristo (Ap. 20:4). Esta verdad de la
existencia consciente del alma después de la muerte ha sido negada
en más de una forma.

  • La doctrina del sueño del alma (Psychopannychy)

a. definición de la doctrina:

Esta es una de las formas en que se ha negado la existencia del alma
después de la muerte. Sostienen que después de la muere, el
alma continúa existiendo como n ser espiritual e individual, pero en
un estado de reposo inconciente. Sus defensores en la edad media fue un grupo
pequeño llamado Psicopaniquianos y en la actualidad sus defensores
son los ruselistas en los Estados Unidos. Estos últimos dicen que en
la muerte el cuerpo y el alma se van a la tumba; el alma en un estado de sueño,
que en realidad equivale a un estado de no existencia. Lo que se llama la
resurrección resulta en realidad una nueva creación.

b. La supuesta base escritura para esta doctrina

La prueba bíblica para esta doctrina se encuentra de forma especial
en lo que sigue:

La Escritura representa con frecuencia a la muerte como un sueño
(Mt. 9:24; Hch. 7:60; 1 Cor. 15:51; 1 Tes. 4:13). Se dice que este sueño
n no puede ser un sueño del cuerpo, y por tanto debe ser un sueño
del alma.

Hay ciertos pasajes de la Escritura que enseñan que los muertos
están en la inconsciencia (Sal. 6:5; 30:9; 105:17; 146:4; Ecl. 9:10;
Is. 38:18, 19). Esto resulta contrario a la idea de que el alma continúa
su existencia consciente.

La Biblia enseña que los destinos de los hombres se determinan
mediante un juicio final, y que será sorpresa para algunos. En consecuencia,
es imposible aceptar, que el alma entre a su destino inmediatamente después
de la muere (Mt. 9:22, 23; 25:37-39, 44; Jn. 5:29; 2 Cor. 5:10; Ap. 20:12ss)

Ningunos de aquellos que fueron levantados de entre los muertos a dado
jamás algún relato de sus experiencias. Esto puede entenderse
mejor sobre la hipótesis de que sus almas estaban inconscientes en
su estado descorporificado.

c. Consideración de los argumentos

Los argumentos precedentes pueden contestarse de la manera siguiente,
en el orden que fueron presentados:

  • duerme, sino sólo la persona que muere. Además, la
    va muerte es un rompimiento con la vida del mundo que nos rodea, y hasta
    donde se le considera como un sueño, es un descanso. Por último,
    no debe olvidarse que la Biblia representa a los creyentes gozando de
    una vida consciente en comunión con Dios y con Jesucristo inmediatamente
    después de la muerte, (Luc. 16:19-31; 23:43; Hch. 7:59; 2 Cor.
    5:8; Fil. 1:23; Ap. 6:9; 7:9; 20:4).Debería notarse que la Biblia
    nunca dice que el alma cae en sueño, ni que el cuerpo.

  • Los dos pasajes que parecen enseñar que el que muere está
    inconciente tienen claramente la intención de acentuar el hecho
    de que en el estado de muerte el hombre no puede seguir tomando parte
    en la actividad del mundo presente.

  • El día del juicio no es necesario para llegar a una decisión
    respecto a la recompensa o al castigo correspondiente a cada hombre, sino
    solamente para el anuncio solemne de la sentencia, y para la revelación
    de la justicia de Dios en la presencia de los hombres y de los ángeles.
    La sorpresa de que algunos de los pasajes dan evidencia pertenecen al
    terreno sobre el cual el juicio descansa más bien que sobre el
    juicio mismo.

  • La Biblia enseña con claridad la existencia consiente de
    los muertos. Sin embargo, muy bien pudo ser que aquellas personas guardaron
    silencio a cerca de sus experiencias, pero que esto puede explicarse desde
    luego sobre la hipótesis de que no les fue permitido hablar de
    ellas, o de que no pudieron relatárnoslos en lenguaje humano. Compárese
    (2Cor.12:4).

  • La resurrección de la carne y su estado final

  • La resurrección de la carne

La doctrina de la resurrección de la carne (entiéndase
«cuerpo humano») es una afirmación del Credo de los Apóstoles,
pero para nuestro estudio de hoy, esta doctrina es la precondición
para hablar del estado final del ser humano, pues la resurrección del
cuerpo es anterior a su estado final.

El estado final será muy diferente en un caso o en el otro.

Si la resurrección del cuerpo es algo en que debemos creer por
ser enseñanza bíblica, entonces no podemos pensar en la vida
eterna como de un espíritu que existe (según pensaban los filósofos)
sin la cárcel del cuerpo.

Pablo habla de la resurrección en términos de la semilla
que «muere», y luego de la semilla «muerta» sale lo nuevo. También
dice que los que estén vivos al momento de la segunda venida de Jesús
serán transformados (1ª Corintios 15:35-52).

Podemos concluir de todo esto que el cuerpo resucitado será
el mismo pero diferente, de la manera que el nuevo trigo es el mismo pero
diferente de la semilla sembrada.

También podemos notar que el cuerpo resucitado de Jesús
era el mismo pero diferente: tenía aspectos de libertad que normalmente
solamente asociamos con el espíritu de no estar limitado por paredes
y espacio, por ejemplo—pero fue reconocido y comió pescado.

  • El estado final

El estado final para la humanidad, como ya hemos notado, es doble,
o es vida, en todo el sentido de la palabra, o es muerte, también en
toda la extensión de la palabra.

La palabra «ge'henna» es griega, pero viene del hebreo «Hinnom», un
valle al lado de Jerusalén donde en la antigüedad se practicaban
las peores formas de idolatría, sobre todo la de quemar los hijos a
Moloc

La palabra «paraíso» o «paraíso de Dios» también
estimula la imaginación, pero en otro sentido. Además, las muchas
descripciones en las profecías del estado bendito del creyente, estimulan
la imaginación para poder pensar en el estado permanente del creyente.

  • El A.T. habla de la Resurrección

El Antiguo Testamento habla bastante claro sobre la resurrección
si se está dispuesto a oír la enseñanza de esta parte
de la Biblia. Algunos de los textos que se pueden citar para mostrar que esta
doctrina se enseña en el AT son los siguientes: Job 19:25-27, Salmo
16:8-11, 71:20, Isaías 25:8; 26:19, Daniel 12:2, Oseas 13:14.

El paraíso: la tierra nueva

Es cierto e indudable que el creyente va (sin escalas) al cielo, la
«misma presencia de Dios» y pasa su estado intermedio en la presencia de Cristo.

Es cierto también que el estado intermedio es el estado final
inaugurado, pero no debemos confundir el estado intermedio con el estado final

La nueva tierra, la nueva creación que Dios realizará
después del juicio final, es donde el creyente vivirá para siempre,
con cuerpo y alma, para la gloria de Dios y su eterna felicidad.

En esa nueva tierra debemos esperar pasar la eternidad, donde disfrutaremos
sus bellezas, exploraremos sus recursos, y emplearemos sus tesoros como medio
de alabanza y servicio.

Si pensamos en el hecho de que nuestro divino Redentor también
hará su morada allá y la presencia de Dios será palpable
en cada rincón, esto hará que sigamos estando en el cielo cuando
estemos en la nueva tierra.

El cielo y la tierra no estarán separados, como lo están
ahora, sino serán un solo universo, un verdadero universo.

Desde Génesis sabemos que toda la creación es de Dios,
y desde Génesis sabemos que la redención está prometida.

La obra del Salvador, la obra de la redención, no es menos que
redimir la totalidad de la creación de los efectos del pecado.

Este propósito se cumple en la nueva tierra, el paraíso
de Dios.

Solamente la doctrina de la nueva tierra pone las dimensiones cósmicas
al plan redentor.

Las promesas hechas a Abraham han de cumplirse. Y se cumplirán
en la verdadera descendencia de Abraham.

La razón para afirmar esto es porque la Biblia dice que los
herederos de Abraham son el Israel espiritual.

En Génesis 17:8, Dios dice: «Y te daré a ti, y tu descendencia
después de ti…en heredad perpetua…». Hay que notar que la promesa
no es solamente para la descendencia de Abraham, sino para Abraham también.

Los herederos de las promesas de Abraham son el verdadero Israel, el
«espiritual», los verdaderos hijos de la promesa.

La nueva tierra y los nuevos ciclos de Isaías 65 no son diferentes
de los cielos nuevos y la tierra nueva de Apocalipsis 21.

No habrá dos nuevas creaciones, una para los judíos y
otra para los cristianos, sino una sola para todo el pueblo de Dios.

Jesús, de la misma manera, afirmaba que los gentiles iban a
estar en el mismo lugar con Abraham, Isaac y Jacob (Mateo 8:11 y Lucas 13:28-29).
Lejos de ser promesas para un Israel físico y para un corto tiempo
de solamente un mil años, las promesas son para todo el pueblo de Dios
y para toda la eternidad, y se cumplirán en la nueva tierra.

  • GE'HENNA: El lugar de castigo

Es un lugar de remordimiento, la aguda conciencia de la separación
de Dios y de todo lo bueno; un lugar con toda la miseria y el dolor que se
puede imaginar, producidos por el ser humano mismo, en cuerpo y alma.

Pero no sabemos cuáles serán los castigos especiales
que Dios mismo infligirá.

La nueva tierra y los nuevos ciclos de Isaías 65 no son diferentes
de los cielos nuevos y la tierra nueva de Apocalipsis 21.

No habrá dos nuevas creaciones, una para los judíos y
otra para los cristianos, sino una sola para todo el pueblo de Dios.

Jesús, de la misma manera, afirmaba que los gentiles iban a
estar en el mismo lugar con Abraham, Isaac y Jacob (Mateo 8:11 y Lucas 13:28-29).
Lejos de ser promesas para un Israel físico y para un corto tiempo
de solamente un mil años, las promesas son para todo el pueblo de Dios
y para toda la eternidad, y se cumplirán en la nueva tierra.

Escatología general (La segunda venida de Cristo)

  • Introducción

Palabras que se usan para indicar la segunda venida

  • 1. Apokalupsis – gr.?????????????? Que significa
    revelación, que indica la remoción lo que ahora
    obstruye nuestra visión de Cristo. (1Cor.1:7; 2Tes. 1:7; 1P. 1:7,
    13; 4:13).

  • 2. Epiphaneia – gr. ???????????: que significa
    Aparición, manifestación, un término que
    se refiere a la venida de Cristo como si saliera de un escondido fondo
    con las ricas bendiciones de salvación, (2Tes. 2:8; 1Tim. 6:14:
    2 Tim. 4:1, 8; Ti.2:13).

  • 3. Parousia – gr. ?????????: Literalmente
    significa presencia, lo que señala hacia la venida que
    precede a la presencia o que resulta en la presencia, (Mt.24:3, 27; 1Cor.15:23;
    1Tes. 2:19; 3:13; 4:15; 5:23; 2Tes. 2:1-9; Sat.5:7, 8; 2P.1:16; 3:4, 12;
    1Jn.2:28).

  • 4. Erkhomai – gr. ???????? Significa venir,
    trasladarse de un lugar a otro, enfatiza la acción (Mt. 24:30;
    25:6-13; 24:37-44; 1Tes. 5:2; 2Tes. 1:10; Ap.22:7, 12, 20).

  • 5. Heko – gr. ????? Significa llegar,
    y señala el punto de destino, como la frase "acabó
    de llegar" o "he llegado" (Mt. 24:14; 2 P. 3:10; 1Tes.
    5:2, He. 10:37; Ap. 2:25).

La Segunda Venida del Señor es el acontecimiento más
importante que haya esperado el creyente de todos los tiempos, pues representa
la consumación de la plenitud de las cosas, la victoria visible al
mundo de la obra de la cruz, y la apreciación por parte de los creyentes
de la verdadera dimensión de la gloria del Señor y de su herencia.
Los ángeles dijeron a los discípulos en el monte desde donde
partió Jesús al cielo: "…Varones galileos, ¿por
qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha
sido tomado de vosotros al cielo, vendrá así, tal como le habéis
visto ir al cielo" (Hech.1:11).

Los pasajes bíblicos que nos hablan de la segunda venida de
Cristo, vienen acompañados de consecuencias buenas y malas. Resumimos
brevemente algunas de estas consecuencias:

  • El Señor juzgará la soberbia del hombre: Dice Isa
    2:10-21,

  • El Señor barrerá al temible "hombre de pecado":
    dice 2Tes. 2:3-12

  • El Señor viene por su Pueblo: Dice (Jn.10:27-29, Ap. 19:5-9;
    2Tes. 1:6-10; 1Cor. 15:51-57; Fil. 3:21)

  • La segunda venida será un solo evento

Los dispensacionalistas de la actualidad distinguen entre una doble
futura venida de Cristo, aunque algunas veces procuran preservar la unidad
de la idea de la segunda venida: hablando de esas dos futuras venidas como
de dos aspectos de aquel gran acontecimiento. Pero puesto que estas dos, en
realidad, se presentan como dos eventos diferentes, separadas por un período
de varios años, teniendo cada una un propósito propio, pueden
difícilmente ser consideradas como un solo evento. La primera de estas
es la parusía o simplemente "la venida", y resulta en el
rapto de los santos, presentado algunas veces como un rapto secreto. Esta
venida es inminente, es decir, puede ocurrir en cualquier momento, puesto
que no hay eventos predichos que deban preceder al momento en que ella ocurra.
La opinión dominante es que en este tiempo Cristo no descenderá
a la tierra, sino permanecerá en las alturas de aire. Aquellos que
mueren en el Señor serán resucitados de entre los muertos, los
santos que vivan serán transfigurados, y juntos, serán arrebatados
para encontrar al Señor en el aire. De aquí que a este regreso
se le llame también "la venida por sus santos", 1 Tes. 4:15,
16. Esta será seguida de intervalo de siete años, durante los
cuales el mundo será evangelizado, Mat. 24:14, Israel convertido; Rom.
11:26, 1a gran tribulación ocurrirá, Mat. 24:21, 22, y el anticristo
o el hombre de pecado será revelado, II Tes. 2:8-10. Después
de estos acontecimientos hay otra venida del Señor con sus santos,
1 Tes. 3:13, venida a la cual se llama "la revelación" o
"el día del Señor", y en éste bajará
hasta la tierra. Esta venida no puede considerarse inminente, debido a que
tiene que ser precedida por varios eventos predichos. En esta venida Cristo
juzgará a las naciones que vivan, Mat. 25:31-46, e introducirá
el reino milenial. De esta manera tenemos dos diferentes venidas del Señor,
separadas por un período de siete años, de las cuales la primera
es inminente y la otra no, la una está seguida por la glorificación
de los santos, y la otra por el juicio de las naciones y el establecimiento
del reino. Esta construcción de la doctrina de la segunda venida es
muy conveniente para los dispensacionalistas, puesto que los capacita para
defender el concepto de que la venida del Señor es inminente, pero
no está autorizada por la Escritura y lleva consigo implicaciones sin
apoyo bíblico. En 2Tes. 12:1, 2, 8 los términos parusía
y "día del Señor" se usan indistintamente, y de acuerdo
con 2Tes. 1: 7,10 la revelación mencionada en el versículo 7
sincroniza con la parusía que trae la glorificación de los santos,
de la cual habla el versículo 10. Mat. 24:29-31 representa la venida
del Señor en la cual los elegidos serán reunidos juntamente,
acontecimiento que seguirá inmediatamente después de la gran
tribulación que se menciona en el contexto, en tanto que según
la teoría que estamos considerando, esto debería ocurrir antes
de la tribulación. Y por último, según esta teoría,
la iglesia no pasará por la gran tribulación, que se explica
en Mat. 24: 4-26 y que sincroniza con la gran apostasía; pero la explicación
bíblica en Mat. 24:22; Luc. 21:36; II Tes. 2: 3; 1Tim. 4: 1-3; II Tim.
3: 1-5; Apoc. 7: 14 es por completo diferente. Sobre la base bíblica
debería sostenerse que la segunda venida de Cristo, y la tratan como
una desautorizada novedad. Dice Frost: "No se conoce por lo general,
y todavía es un hecho indisputable que la doctrina de una pretribulacion,
resurrección y rapto es una interpretación moderna y estoy tentado
a decir, una invención moderna". Según el, esto arranca
de los días de Irving y Derby. Otros premilenialista, es decir, Alejandro
Reese, levantan un argumento muy fuerte en contra de toda esta idea, en su
obra titulada "The Approaching Advent Of Christ"

  • Los grandes eventos que precederán a la parusía

De acuerdo con la Escritura, deberán ocurrir antes del regreso
del Señor varios eventos importantes, y por tanto, no puede considerarse
inminente. A la luz bíblica no puede sostenerse que no haya eventos
predichos que deban sobrevenir antes de la segunda venida.

2Tes. 2:1-12 cree que "…no vendrá sin que antes venga
la apostasía…", etc… De manera que habrá señales
evidentes antes que el Señor venga y se produzca el fin. Lógicamente
la cuestión se circunscribirá a la interpretación que
le demos a esas señales precedentes. Precisamente vamos a hablar de
esas señales, que entendemos no están tan lejanas en su cumplimiento
y detallamos algunas de ellas.

  • La proclamación del Evangelio a todas las naciones.

El Evangelio del Reino, debe ser predicado a todas las naciones antes
de la venida de Cristo, Mat. 24:14; Marc. 13:10; Rom. 11: 25. Esto significa
que todas las naciones han de ser de tal modo evangelizado que el evangelio
venga a ser un poder en la vida del pueblo, una señal y llamamiento
para todos a la decisión. Esta señal no quiere decir que cada
una de las personas del mundo debe ser convertida antes que Cristo regrese,
pues es evidente, por la Escritura, que éste no es el caso. Tampoco
quiere decir que cada individuo sobre la tierra debe escuchar el evangelio
antes de la parousia. Lo que sí quiere decir esta señal es que
el Evangelio debe ser predicado a través del mundo como un testimonio
a todas las naciones, es decir, no que cada persona de cada nación
escuchará el Evangelio, sino más bien, que el Evangelio llegará
a ser parte de la vida de cada nación que no podrá ser ignorado.
El Evangelio

  • La conversión de la pleroma de Israel

2 Cor… 3:15 y Rom. 11:29, refieren la conversión de Israel,
y el pasaje de Romanos parece relacionar este hecho con el fin de los tiempos.
Algunos dicen que estos pasajes enseñan que todo Israel como nación
finalmente se volverá al Señor. Es más probable empero
que la expresión todo Israel de Romanos 11:26, se refiere simplemente
al número total de los elegidos del Antiguo y del Nuevo Pacto. El pasaje
parece empero dar a entender que gran número del pueblo de Israel se
volverá al

Señor.

  • La gran apostasía

La palabra apostasía viene de un verbo griego que significa
"caer". En 2Tesalonicenses 2:3, aparece esta señal. La apostasía
ocurrirá dentro de las filas de los miembros de la Iglesia visible.
Aquellos que son verdaderos creyentes no desertarán (Jn. 10:27-29;
1Ped. 1:3-5), pero muchos que han hecho una profesión de fe externa
lo harán. Es increíble que la biblia enseña repetidamente
que al fin de los tiempos habrá un grande desfallecimiento de la fe.
La iniquidad crecerá y el amor de muchos se resfriará, Mateo
24:12; 2.a Tes. 2:3; 2.a Tim. 3:1-7; 4:3, 4.

  • La gran tribulación

La gran tribulación es la maldad de la apostasía que
clama al cielo y traerá como resultado una terrible tribulación
«como no ha sido desde el principio del mundo hasta ahora ni será».
Mateo 24:21.

Esta señal es obviamente una indicación de la oposición
al reino de Dios por sus enemigos. Esta señal fue ya predicha por los
profetas del A.T. (Jer. 30:7; Dan. 12:16) En el discurso de los olivos Jesús
habla de la tribulación como una señal de los tiempos que debe
ser esperada de su pueblo a través de todo el periodo entre su primera
y segunda venida (Mat. 24:9,10;5:10-12; Jn. 15:20; 16:33) La señal
de la tribulación no se restringe al tiempo final, sino que caracteriza
toda la época entre las dos venidas de Cristo. Esta tribulación
no será básicamente diferente de la experimentada a través
de la historia desde la primera venida, pero sí será mucha más
intensa a medida que se acerca el fin. Por último, no hay indicación
de que la llamada "Gran Tribulación" por los dispensacionalistas,
se restringa solo a los judíos, y que los gentiles o Iglesia gentil
no pasará a través de ella.

  • La revelación venidera del anticristo

El término antichristos se encuentra solamente en las Epístolas
de Juan, es decir en 1Juan 2: 18-22; 4:3; II Juan 7. Hasta donde la forma
de la palabra tiene que ver, puede describir

(a) a uno que toma el lugar de Cristo; entonces "anti" se
toma en el sentido de "en lugar de"; o

(b) uno que, aunque asuma la apariencia de Cristo, se opone a Él;
entonces "anti" se usa en el sentido de "en contra".

La venida de Cristo dará lugar, naturalmente, a este principio
en su específica forma anticristiana y Jesús lo explica como
incorporado en varias personas.

Habló el Señor de Pseudoprophetai y Pseudochristoi, y
que tomaran posiciones en contra de el y de su reino, Mat. 7:15; 24; 5, 24;
Marc. 13:21, 22. Luc. 17:23. Para corregir el concepto erróneo de los
Tesalonicenses, Pablo llama la atención al hecho de que el día
de Cristo no puede venir, al menos que venga primero la apostasía,
y el hombre de pecado se revele, el hijo de perdición.

El problema del carácter personal del anticristo todavía
está sujeto a debate. Algunos sostienen que la expresión "anticristo",
"el hombre de pecado", "el hijo de perdición",
y las figuras alusivas en Daniel y Apocalipsis son nada más descripciones
de un principio ateo y anticristiano, el cual se manifiesta en la oposición
del mundo hada Dios y su reino, a través de toda la historia del reino,
una oposición algunas veces débil, otras veces más fuerte,
pero mucho más fuerte hacia el fin del mundo. Estos no esperan ningún
anticristo personal. Otros sienten que es contrario a la Escritura: hablar
del anticristo únicamente como poder abstracto. Sostienen que tal interpretación
no hace justicia a los datos bíblicos, los cuales hablan, no sólo
de un espíritu abstracto, sino también de verdaderas personas.
Según ellos, "anticristo" es un concepto colectivo, la designación
de una sucesión de personas, que manifiestan un espíritu ateo
o anticristiano, por ejemplo, los emperadores romanos que persiguieron la
iglesia y los papas que se comprometieron en un trabajo parecido de persecución.
Pero ni siquiera ellos piensan en un anticristo personal que será en
sí mismo la concentración de toda maldad. Sin embargo la opinión
más general en la iglesia es que, en último análisis
el término "anticristo" denota una persona escatológica,
que será la encarnación de toda maldad y que, por lo mismo,
representará un espíritu que siempre ha estado más o
menos presente en el mundo, y que ha tenido diversos precursores o tipos en
la historia. Este concepto prevaleció en la iglesia primitiva y parecería
ser el concepto bíblico. Lo siguiente puede decirse en favor suyo:

(a) La delineación del anticristo en Daniel 11 es más
o menos personal, y puede referirse a una definida persona como un tipo de
anticristo.

(b) Pablo habla del anticristo como "el hombre de pecado"
y "el hijo de perdición". 'Debido al uso peculiar hebreo
de los términos "hombre" e "hijo" estas expresiones
en sí mismas no pueden ser conclusivas, pero el contexto claramente
favorece la idea personal. Se opone, se instala como Dios, tiene una revelación
definida, es el que se opone a la ley, etc.

(c) Aunque Juan habla de muchos anticristos como ya presentes, también
habla del anticristo, en el singular; como uno que todavía vendrá
en el futuro, 1 Juan 2:18.

(d) Aun en Apocalipsis, en donde la explicación es ampliamente
simbólica, el elemento personal no falta, por ejemplo en Apocalipsis
19:20, que habla del anticristo y su subordinado, diciendo que fueron arrojados
en el lago de fuego. Y

(e) puesto que Cristo es una persona, no es sino natural pensar que
el anticristo también será una persona.

  • Señales & maravillas

La Biblia habla de varias señales que serán anunciadoras
del fin del mundo y de la venida de Cristo. Menciona:

  • (a) Guerra, Terremotos, Hambruna, Enfermedades. Estas
    señales también tienen antecedentes en el A.T. (Is. 19:2;
    2ª Cro. 15:6; Jue. 5:4,5; Sal. 18:7; 68:8; Jer. 15:2; Eze. 5:16,17;
    14:13; Is. 24:19;29:6; 64:1) Estas señales son evidencia de juicio
    divino (Gen. 3:7; Rom. 1:18; Stg. 5:9) Como las otras señales,
    estas también marcan todo el periodo entre la primera y segunda
    venida de Cristo (Rom. 8:22,23)

  • (b) la venida de falsos profetas, que extraviarán
    a muchos, y de falsos cristos, que harán grandes señales
    y portentos para engañar, si posible fuera, aun a los elegidos;
    y

(c) de espantosos maravillas en el cielo abarcando, al sol,
la luna y las estrellas, cuando los poderes de los cielos serán conmovidos,
Mat. 24:29, 30; Marc. 13:24, 25; Luc. 21:25, 26.

Puesto que algunas de, estas señales son de la clase que repetidamente,
ocurre en el orden natural de acontecimientos, surge, naturalmente, la pregunta,
¿de qué manera podrán ser reconocidas como señales
especiales del fin? Se acostumbra llamar la atención al hecho de que
diferirán de los acontecimientos similares y previos, en intensidad
y en extensión. Pero, de consiguiente, esto no satisface por completo,
porque quienes vean tales señales nunca podrán saber, de no
haber otras indicaciones, si las señales que ellos están atestiguando
no serán seguidas por otras señales similares, y aún
más grandes en extensión e intensidad. Por lo tanto, también
debe llamarse la atención el hecho de que habrá, cuando el fin:
esté cercano, una notable conjunción de todas estas señales,
y que los acontecimientos naturales estarán acompañados con
fenómenos sobrenaturales, Luc.21:25, 26. Jesús dijo: "Cuando
vieres todas estas cosas, sabed que está cercano, a las puertas",
Mat. 24:33.

  • La parusía o segunda venida propiamente dicha

Inmediatamente después de los portentos que acabamos de mencionar
la señal del Hijo del hombre será vista, viniendo en las nubes
del cielo, Mat. 24:30. En relación con esto deben notarse los siguientes
puntos:

  • El tiempo de la segunda venida

El tiempo exacto de la venida del Señor es desconocido, Mat.
24:36, y todos los intentos de los hombres para encontrar la fecha exacta
demuestran estar equivocados. La única cosa que puede decirse con certeza,
fundados en la Biblia, es que El volverá al fin del mundo. Los discípulos
le preguntaron al Señor, "¿cuál será la señal
de tu venida y del fin del mundo?" Mat. 24:3. Ellos ligaron a los dos
juntamente, y el Señor no les hizo ver en alguna forma que estuvieran
equivocados, sino que más bien aceptó lo correcto de la pregunta
en su discurso. El explicó los dos, sincronizándolos, en Mat.
24:29-31, 35-44; compárese Mat. 13:39,40. Pablo y Pedro hablan también
de los dos como coincidentes, 1Cor.15: 23,24; 2Ped.3:4-10. Un estudio de las
concomitancias(relaciones) de la segunda venida conduce al mismo resultado.
La resurrección de los santos será una de tales concomitancias
(relaciones), 1 Cor. 15:23, I Tes. 4:16, y Jesús nos asegura que El
levantará a sus santos en el último día, Juan 6:39, 40,
44, 54. Según Thayer, Cremer-Koegel, Walker, Salmond, Zahn y otros,
esto no puede significar más que el día de la consumación,
– el fin del mundo. Otra de esas concomitancias será el juicio del
mundo, Mat. 25:31-46, particularmente también el juicio de los malvados,
II Tes. 1:7-10 el cual los premilenaristas colocan al fin del mundo. Y, por
último, ese juicio nos llevará también a la restauración
de todas las, cosas, Hech. 3:20, 21. La enérgica expresión "restauración
de todas las cosas" es demasiado fuerte para referirse a cosa alguna
que no sea la perfecta restauración de, aquel' estado de cosas que
existió antes de la caída del mundo. Señala ala restauración
de todas las cosas a su primera condición, y esto no se encuentra en
el milenio de los premilenaristas. Aun el pecado y la muerte continuarán
asesinando sus víctimas durante aquel período. Como ya fue indicado
en lo que precede, varias cosas, deben ocurrir antes de que el Señor
regrese. Esto debe tenerse presente al leer aquellos pasajes que hablan de
la venida del Señor o del último día, como cercano, Mat.
16:28; 24:34; Heb. 10:25, Sgto. 5:9; 1 Ped. 4:5; 1 Juan 4:18. Estos pasajes
encuentran su explicación, parcialmente, en el hecho de que considerada
desde el lado de Dios con quien un día es como mil años y mil,
años como un día, la venida está siempre cerca; parcialmente
en la explicación bíblica del tiempo del Nuevo Testamento como
que constituye los últimos días o el último tiempo; parcialmente
en el hecho de que el Señor al hablar de su venida no siempre tiene
en mente su retorno físico al final del tiempo, sino que puede referirse
a su venida en el Espíritu Santo; y parcialmente en la característica
visión profética, en la que no se hace ninguna ,distinción
clara entre la próxima venida del Señor, en la destrucción
de Jerusalén y en su venida para juzgar al mundo. Los sectarios con
frecuencia han hecho el intento de fijar el tiempo exacto de la segunda venida,
pero sus intentos han sido siempre decepcionantes. Jesús dijo explícitamente:
"Pero de aquel día y de aquella hora nadie lo sabe, ni los ángeles
del cielo, ni el Hijo, sino el Padre solamente", Mat. 24: 36. La afirmación
respecto al Hijo, probablemente, significa que este conocimiento no está
incluido en la revelación que Él tenía que traer en su
carácter de Mediador.

  • La manera de su segunda venida

Los siguientes puntos merecen acentuarse aquí:

  • a) Será una venida personal

No mandará un mensajero por nosotros, él mismo viene.
Es el mismo salvador que los discípulos vieron partir y a quien conocieron
bien.

Esto se sigue de la afirmación de los ángeles hecha a
los discípulos en el monte de la ascensión: "Este Jesús,
que fue recibido arriba de vosotros en el cielo, así vendrá
de la misma manera como le habéis visto ir al cielo", Hech. 1:11.
Jesús en persona estaba dejándoles, y Jesús en persona
volverá.

  • b) Será un regreso físico

Que el regreso del Señor será físico Hech. 1:11;
3: 20, 21; Heb. 9:28; Apoc. 1:7. Jesús volverá a la tierra en
el cuerpo. Hay algunos que identifican el anunciado regreso del Señor
con su venida espiritual en el día de Pentecostés; y entienden
que la parusía significa la presencia, espiritual del Señor
en la iglesia.

No debemos olvidar que las Epístolas se refieren a la segunda
venida, repetidas veces, como a un evento que está todavía en
el futuro, Fil. 3:20; 1 Tes. 3:13; 4: 15,16; II Tes. 1:7-10; Tito 2:.13. Esto
no encaja con la idea de que la venida ya fue un evento del pasado.

  • c) Será una venida visible

Esto está íntimamente relacionado con lo precedente.
Puede decirse que, si la venida del Señor ha de ser física,
también será visible.

La Escritura de la visibilidad del regreso de nuestro Señor.
Numerosos pasajes lo testifican, por ejemplo, Mat. 24:30; 26:64; Marc. 13:26;
Luc. 21:27; Hech. 1:11; Col. 3:4; Tito 2: 13; Heb. 9:28; Apoc. 1: 7.

  • d) Será una venida repentina

Aunque la Biblia nos enseña por una parte que la venida del
Señor será precedida por diversas señales, nos enseña
por otra parte, de manera igualmente enfática, que la venida será
repentina, más bien inesperada, y tomará a la gente por sorpresa,
Mat. 24:37-44; 25: 1-12; Marc. 13: 33-37; 1Tes. 5:2, 3; Apoc.3:3; 16:15, Esto
no es contradictorio, porque las señales predichas no son de tal clase
como para designar el tiempo exacto. Los profetas señalaron ciertas
señales que precederían a la primera venida de Cristo, y sin
embargo, su venida tomó a muchos por sorpresa. La mayoría del
pueblo no puso atención a ninguna clase de señales. La Biblia
nos hace sentir que la medida de la sorpresa a la hora de la segunda venida
de Cristo estará en razón inversa a la medida de la vigilancia
de los que le esperan.

  • e) Será una venida gloriosa y triunfante

La segunda venida de Cristo, aunque personal, física y visible,
será muy diferente de su primera venida. No volverá en el cuerpo
de su humillación, sino en un cuerpo glorificado y con ropajes reales,
Heb. 9: 28. Las nubes del cielo serán su carruaje, Mat. 24: 30, los
ángeles su guardia personal, IITes.1:7, los arcángeles sus heraldos,
I Tes. 4:16, y los santos de Dios sus gloriosos servidores, 1Tes.3:13; II
Tes.1:10. Vendrá como Rey de reyes y Señor de señores,
triunfante sobre todas las fuerzas del mal, habiendo puesto a sus enemigos
debajo de sus pies, I Cor. 15:25; Apoc. 19:11-16.

  • El propósito de la segunda venida

Cristo volverá al fin del mundo con el propósito de introducir
la Edad Futura, el estado eterno de cosas, y El hará esto mediante
la inauguración, y el cumplimiento de dos poderosos eventos es decir,
la resurrección de los muertos y el juicio final, Mat. 13:49, 50; 16:27;
24:3; 25:15-46; Luc. 9:26; 19:15,26, 27; Juan 5: 25-29; Hech. 17:31; Rom.
2:3-16; 1 Cor 4:5; 15: 23; 2Cor. 5:10; Fil. 3:20, 21; 1Tes. 4:13- 17; 2Tes.
1:7-10; 2:7, 8; 2Tim 4:1,8; 2Ped. 3:10-13; Judas 14:15; Apoc. 20:11-15; 22:
12. En la explicación acostumbrada de la Escritura, como ya lo hemos
advertido en lo precedente el fin del mundo, el día, del Señor,
la resurrección física de los muertos y el juicio final coinciden.
Aquel gran punto crítico traerá también la destrucción
de todas las fuerzas, del mal que son hostiles al Reino de Dios, 2Tes. 2:8;
Apoc. 20:14. De no haber habido algunos que pusieron a Apoc. 20:1-6 como norma
según la cual debería interpretarse todo el Nuevo Testamento,
es de dudarse que alguien que se acercara a los pasajes citados, los hubiera
leído de otra manera, tan diferente así, que los aparta de su
sentido pertinente. Según los premilenaristas la segunda venida de
Cristo servirá, principalmente, para establecer el reino visible de
Cristo y dé sus santos sobre la tierra, y para inaugurar el día
verdadero de salvación para el mundo. Esto envolverá el rapto,
la resurrección de los justos, las bodas del Cordero, y los juicios
sobre los enemigos de Dios. Pero seguirán otras resurrecciones y juicios
a diversos intervalos, y la última resurrección y el juicio
final estarán separados de la segunda venida por los mil años.
Las objeciones a este concepto ya han sido dadas en parte en lo que precede
y en parte se mencionará en los capítulos siguientes.

Conceptos milenaristas

  • Apocalipsis 20

Este tema de los mil años es una discusión desde el punto
de vista de cuatro posiciones escatológicas. Lo primero que aremos
es interpretar el pasaje de Apocalipsis 20 que titula La derrota de Satanás
y el día del juicio los veros 1-15

Este capítulo se puede dividir en cuatro partes: el encadenamiento
de Satanás (vv. 1-3); los santos con Cristo (vv. 4-6); la derrota y
el fin del poder de Satanás (vv. 7-10); y el juicio (vv. 11-15).

Vr.1. Y vi un ángel que descendía del cielo que
tenía la llave del abismo y una gran cadena en la mano.

El término que utiliza Juan, vi, no debe verse como
una sucesión cronológica. La expresión se refiere a uno
de las numerosas imágenes que recibió y registró (p.ej.,
19:11, 17, 19; 20:4, 11, 12). Ésta describe a un ángel que desciende
del cielo (compárese con 10:1; 18:1). Dios lo envía al abismo
(9:1) con una llave para abrirlo y con una gran cadena en la mano para sujetar
al archienemigo, Satanás. Nótese que en este versículo
y en los subsiguientes no se dice nada del Cristo victorioso. El versículo
recuerda la guerra en el cielo cuando Miguel y sus ángeles derrotaron
a Satanás y sus huestes y los desterraron a la tierra (12:7-9). Ahora,
en esta escena, un ángel desciende para limitar la influencia de Satanás
al confinarlo al pozo sin fondo, conocido también como infierno. El
abismo es el lugar donde permanecen los demonios, pero a veces se los deja
salir (véase 9:1; Lc.8:31). Al final de los tiempos tendrán
que cambiarlo en forma permanente por el lago de fuego y de azufre ardiente.

Vr. 2. Y sujetó al dragón, la antigua serpiente,
que se llama el diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años.

Vr. 3. Y lo arrojó al abismo y lo cerró y selló
encima de él, de modo que ya no pudiera engañar a las naciones
hasta que se cumplieran los mil años. Después de estas cosas
es necesario liberarlo por un breve tiempo.

a. «Y sujetó al dragón». El objeto de la misión
del ángel es hacer un arresto. No se trata de un arresto ordinario
sino de la aprehensión del dragón mismo, que también
se conoce como la antigua serpiente (Gn. 3:1-7), el diablo y Satanás
(véase comentario sobre 12:9). La trayectoria de Satanás lo
conduce desde el cielo a la tierra y al abismo.

b. «Y lo encadenó por mil años». El ángel se impuso
a Satanás y lo encadenó. Pero este encadenamiento se refiere
a restricciones que Dios le impuso al malvado bajo la forma de quitarle poder
y autoridad.

Satanás y sus ángeles caídos están «atados
como a una soga, que puede extenderse más o menos ».[1]
Pueden intentar liberarse, pero les es imposible soltarse. Juan no pensaba
en un encadenamiento literal sino en una restricción debido a la cual
Satanás no podía llevar a cabo sus maldades como antes de dicha
restricción. De Jesús aprendió Juan que para entrar en
la casa de alguien fuerte, como lo es Satanás, había que encadenarlo
(Mt. 12:26-29; Mr. 3:26-27). Jesús le dijo que había visto a
Satanás caer como un rayo del cielo (Lc. 10:18). Simón Pedro
escribe que Dios no perdonó a los ángeles caídos, entre
quienes estaba Satanás, sino que los arrojó al infierno, atándolos
con cadenas de oscuridad [p 587] para esperar su juicio (2 P. 2:4). Pedro
está muy consciente de la ira de Satanás (Ap. 12:17). El diablo
sigue activo, acechando como león rugiente que busca a pecadores extraviados
a quienes quiere devorar (1 P.5:8).[2] Pero Satanás
puede obrar solamente lo que Dios le permita (véase Job 1:12; 2:6).
Pablo escribe acerca del hombre de maldad quien, como líder de las
fuerzas malignas, se está frenado (2 Ts. 2:6). Aunque estas palabras
son crípticas, revelan que el malvado está bajo control.

Si el encadenamiento de Satanás es un acto simbólico,
entonces resulta razonable asumir que el término mil años
también puede interpretarse de manera simbólica. La literatura
acerca de este término está abierta a una interpretación
tanto literal como simbólica, con raíces en diversos ambientes.[3]
En la iglesia primitiva, el número mil se explicaba a la luz del Salmo
90:4, «Mil años, para ti, son como el día de ayer, que ya pasó,
son como unas cuantas horas de la noche» (véase también 2 P.
3:8).

Muchos teólogos abrazan una explicación literal de exactamente
mil años como el intervalo entre el retorno de Jesús a la tierra
y el fin de los tiempos. Pero hay objeciones en contra este punto de vista.

Primera, la palabra milenio, que se deriva de las palabras
latinas mille (mil) y annus (año), aparece seis veces
en este capítulo y en ninguna otra parte de ninguna de las otras enseñanzas
escatológicas del Nuevo Testamento (vv. 2, 3, 4, 5, 6, 7). En su discurso
escatológico (Mt. 24) Jesús no dice nada acerca de un reino
de mil años con los santos en esta tierra. En sus respectivas cartas,
Pablo y Pedro no mencionan ningún reino interino de mil años
en la tierra. Luego, el Nuevo Testamento enseña sólo un regreso
de

Cristo y no dos. Tercero, la primera mención de un período
de mil años (v. 2) es «el milenio del diablo» que va desde la permanencia
de Satanás en el abismo hasta que es confinado al lago de fuego para
siempre.7[4]Cuarto, una interpretación
literal de este número en un libro de simbolismos, y en especial en
este capítulo lleno de símbolos, constituye de hecho en un obstáculo
considerable. Y por último, mil es diez a la tercera potencia y denota
plenitud. Es, por tanto, más acorde con el tono y tenor de Apocalipsis
interpretar el término de manera metafórica.

c. «Y lo arrojó al abismo y lo cerró y selló encima
de él». ¿Cómo es posible que Satanás siga activo
en esta tierra cuando el ángel lo arroja a un pozo sin fondo que cierra
con un sello? Para Satanás es imposible liberarse. Pero el punto no
es este, porque los tres verbos arrojar, cerrar y sellar
expresan finalidad en cuanto a quitarle a Satanás su poder anterior.
De hecho, estas tres acciones pueden ser modismos que equivalen a nuestra
expresión «firmado, sellado y entregado».8[5]Cuando
Satanás fue expulsado del cielo y arrojado a la tierra, perdió
la autoridad que en otro tiempo había poseído (12:9).

d. «Para que ya no pudiera engañar a las naciones hasta que
se cumplieran los mil años».
En toda la época del Antiguo
Testamento, sólo la nación de Israel recibió la revelación
de Dios (Ro. 3:2). Aunque los nombres de personas no judías se incluyeron
en el registro de Dios y fueron adoptados en su familia (Sal. 87:4-6), las
naciones gentiles no poseían su palabra. Pero todo esto cambió
después de la resurrección de Jesús, cuando instruyó
a sus seguidores que hicieran discípulos de todas las naciones (Mt.28:19-20).
Desde la ascensión de Jesús, Satanás no ha podido detener
el avance del evangelio de salvación.

Ha sido encadenado y no tiene autoridad, mientras que las naciones
alrededor del mundo han recibido las gozosas buenas nuevas. El Hijo de Dios
ha tomado posesión de estas naciones (Sal. 2:7-8) y ha impedido que
Satanás las extravíe durante esta era del evangelio. Cristo
atrae hacia sí personas de entre todas las naciones. Estas naciones
reciben la luz del mundo (Jn. 8:12) y ya no viven en las tinieblas y el engaño.
Satanás no puede frenar la expansión misionera de la iglesia,
porque no puede impedir que las naciones conozcan al Señor. «Por medio
de la predicación de la palabra que el Espíritu Santo hace fructificar,
los elegidos, de todas las partes del mundo, son conducidos de las tinieblas
a la luz».[6]

Apocalipsis utiliza la palabra nación veintitrés
veces. De ellas, dieciséis están en plural con el artículo
definido: las naciones.[7] De estas dieciséis,
las últimas tres (21:24, 26; 22:2) se refieren a las naciones redimidas
en gloria, mientras que los otros trece casos sugieren que pertenecen a la
clase de naciones gentiles.

El significado de la palabra en este versículo es que Satanás
ha perdido durante el milenio su poder engañador sobre las naciones
del mundo. Parece que lo mejor es tomar el término mil de
manera simbólica como referencia a un período indefinido entre
la ascensión de Jesús y su regreso. En resumen, el pasaje enseña
una escatología que en la actualidad está en proceso de irse
haciendo realidad.[8]

e. «Después de estas cosas es necesario liberarlo por un
corto tiempo».
Es la tercera vez en Apocalipsis que Juan habla de un
corto tiempo
(6:11; 12:12). ¿Cuánto dura este período?
Notemos primero la lectura es necesario, que habla de necesidad divina.
Es decir, Dios el Padre sabe el tiempo exacto del retorno de Jesús
(Mt. 24:36), y desde esta perspectiva celestial el período de tiempo
cronológico es corto. Luego, la expresión corto tiempo debería
entenderse en relación con los mil años. Uno es corto, el otro
largo. El mensaje de Juan a los santos en la tierra es que vendrá un
corto intervalo durante el cual Satanás será liberado. Jesús
promete que «por causa de los elegidos se acortarán estos días»
(Mt. 24:22). Les garantiza su seguridad, porque Satanás es incapaz
de destruirlos espiritualmente.

Vr. 4. Y vi tronos y los que estaban sentados en ellos. Y recibieron
autoridad para juzgar. Y vi las almas de quienes habían sido decapitados
a causa de su testimonio de Jesús y de la palabra de Dios, y los que
no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido
su señal en la frente ni en la mano. Y vivieron y reinaron con Cristo
por mil años.

a. «Y vi tronos y los que estaban sentados en ellos. Y recibieron
autoridad para juzgar».
Este largo versículo revela por lo menos
tres puntos: tronos de juicio; almas de mártires, y un milenio de vivir
y reinar con Cristo. Comencemos con los tronos en los que están sentados
el pueblo de Dios para juzgar.

Hay referencias a tronos y juicio en el Antiguo Testamento (Dn.7:9,
22) y en el Nuevo (Mt. 19:28; Lc.22:30; 1Co. 6:2). Los santos en el cielo
tienen el honor y el deber de juzgar a las doce tribus de Israel, al mundo,
a los ángeles; y reinarán con Cristo. En realidad, Dios exalta
hasta lo más alto a los santos dándoles el privilegio de juzgar
a seres humanos y a ángeles. Este juzgar alude no al juicio final sino
más bien a la autoridad que reciben los santos de reinar, como hicieron
los jueces del Antiguo Testamento. Juan se refiere a los tronos en conexión
con los veinticuatro ancianos que fungen como representantes del pueblo de
Dios en el cielo. Están en la presencia de Dios, alrededor del trono
de Dios, reinando con el Cordero y adorando al que está sentado en
el trono. Siguen haciéndolo, y no hay indicio de que se les diga que
dejen de reinar.[9] En otras palabras, sentados en sus tronos
reinan con Cristo en el cielo mientras que Satanás está encadenado
en la tierra. Jesús promete a los vencedores que se sentarán
con él en su trono (3:21), y esta promesa de reinar con él aparece
con frecuencia en Apocalipsis (5:10; 20:4, 6; 22:5); y ver 2 Ti. 2:12).

b. «Y vi las almas de los que fueron decapitados a causa de su testimonio
de Jesús y de la palabra de Dios».
Luego, examinemos el tema de
las almas de los mártires. Juan tiene una forma descriptiva y precisa
de escribir, porque no emplea la expresión almas como sinónimo
de personas; se refiere a almas sin cuerpos. Describe a mártires decapitados
por los verdugos romanos. Sus cuerpos volvieron al polvo de la tierra y sus
almas a Dios en el cielo; y estos santos están para siempre con Cristo.
Son los mártires muertos a causa de su valor en dar testimonio de Jesús
y en proclamar la palabra de Dios. La analogía con 6:9 es significativa:
«Vi debajo del altar las almas de los inmolados a causa de la palabra de Dios
y a causa del testimonio que mantuvieron». En todo Apocalipsis Juan utiliza
las frases palabra de Dios y testimonio de Jesús (1:2,
9; 12:11, 17; 19:10; 20:4). ¿Piensa en este texto sólo en los
mártires decapitados? Sin duda que Juan el Bautista fue decapitado
por enseñar y predicar la revelación de Dios, y también
Santiago el hijo del Zebedeo (Mt. 14:3-12; Hch. 12:2). Según la tradición,
Pablo fue decapitado al exterior de las murallas de Roma, pero Pedro fue crucificado
boca abajo y Santiago, el medio hermano de Jesús, fue despeñado
desde el templo. Sin duda que a ellos también se les incluye aquí.
El apóstol Juan vivió hasta finales del siglo primero (98 d.C.)
y murió de muerte natural. Pero, por haber proclamado con fidelidad
el evangelio de Cristo y haber enseñado las Escrituras, fue desterrado
a Patmos.

c. «Y los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen
y no habían recibido su señal en la frente ni en la mano».
¿Menciona
este versículo dos grupos de santos (los mártires y los otros
santos) o sólo un grupo? Es decir, ¿sugiere dos grupos de santos:
los que fueron decapitados y los que murieron de muerte natural siempre fieles
a Jesús al negarse a rendir pleitesía a la bestia? No, en realidad
no. Siempre que Juan menciona el concepto de martirio a causa de Jesús,
el contexto parece indicar la inclusión de todos los creyentes que
han sido obedientes a su Señor. Juan no da a entender que los santos
fieles difieren de los mártires que sufrieron (véase comentario
sobre 6:9; 17:6). Más bien con una sola cláusula intenta aclarar
la frase anterior. Satanás y sus verdugos no eximen a ningún
verdadero seguidor de Jesús de la opresión, las pruebas y la
tentación. Y, por último, todos los verdaderos creyentes son
vencedores que reciben la invitación de sentarse con Cristo en su trono
(3:21).[10]

Con la repetición de la referencia a la adoración de
la bestia y a llevar su señal en la mano derecha y en la frente (14:9,
11; 15:2; 16:2; 19:20), Juan afirma que ninguno de los santos ha participado
en su adoración ni llevado su señal. Con esta explicación
incluye a todos los santos que han sufrido por Cristo de una forma u otra:
maltratos, destierro, privaciones, encarcelamiento, confiscación de
bienes y propiedades. Han sido excluidos del mercado y se les ha prohibido
comprar o vender.

d. «Y vivieron y reinaron con Cristo por mil años». El
tercer aspecto en este texto es un milenio de vivir y reinar con Cristo. El
verbo griego edsesan (vivieron) se encuentra también en el
versículo 5 con referencia al resto de los muertos (véase el
comentario). Además de estos dos casos, el verbo (en singular) se encuentra
dos veces más en Apocalipsis: una describe al Cristo resucitado (2:8)
y la otra describe, a modo de parodia de la resurrección de Jesús,
a la bestia que ha sido herida de espada pero vivió (13:14). Este mismo
verbo también se utiliza en la parábola del hijo perdido, donde
el padre se regocija de que su hijo que estaba muerto esté de nuevo
vivo (Lc.15:24, 32). El padre afirma que su hijo perdido ha pasado por un
renacimiento espiritual; de igual modo los santos han llegado a la vida espiritualmente.15[11]Cuando
los santos parten de este escenario terrenal, entran en la vida eterna. Permanecen
sin sus cuerpos resucitados hasta el retorno de Cristo.

Los santos viven y reinan con Cristo por mil años, pero ¿dónde
está Cristo? Está en el cielo, donde está sentado en
el trono y reina; le ha sido dada toda autoridad para reinar en el cielo y
en la tierra (Mt.28:18). Y los santos, redimidos del pecado y de la muerte,
están sentados en tronos celestiales y tienen el privilegio de reinar
como realeza con Cristo en el cielo.

Vr.5. (Y los demás muertos no volvieron a vivir hasta
que se cumplieron los mil años). Esta es la primera resurrección.

Algunas traducciones consideran que este versículo 5a es como
un interludio, a modo de paréntesis entre los versículos 4 y
5b, para expresar contraste. El libro de Apocalipsis está lleno de
contrastes entre bien y mal, santo y profano, vida y muerte. En este capítulo
se contrastan las almas que disfrutan de vida eterna con el resto de la raza
humana, que sigue muerta. Nótese que Juan dedica mucha atención
a los santos que reciben vida eterna, pero sólo una frase a los incrédulos.
Dios nunca otorga a «los demás muertos» vida eterna;
quedan separados para siempre de la fuente de vida y son condenados a permanecer
para siempre separados de Dios. El énfasis en el versículo 5a
se pone en el verbo denegado, vivir, lo cual indica que todos los
que han adorado a la bestia y tiene su señal carecen de vida espiritual.

El versículo 5a no habla de una resurrección que
vayan a experimentar los incrédulos; están muertos y permanecen
en ese estado. Sin embargo, tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo hablan
de la resurrección de incrédulos.

«Y del polvo de la tierra se levantarán las multitudes
de los que duermen, algunos de ellos para vivir por siempre, pero otros para
quedar en la vergüenza y en el desprecio perpetuos» (Dn. 12:2).

«No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los
que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán de
allí. Los que han hecho el bien resucitarán para tener vida,
pero los que han practicado el mal resucitarán para ser juzgados» (Jn.
5:28-29).

Juan escribe «hasta que se cumplieron los mil años» e
insinúa que durante el período de mil años hasta el juicio
final los malos permanecen separados de Dios. Cuando este período llega
a su fin, aparecen delante de Dios en el juicio final y son entregados a «la
segunda muerte
». Esto quiere decir que permanecen por siempre separados
de Dios tanto en cuerpo como en alma.

La breve frase «Esta es la primera resurrección» debería
verse como la conclusión del versículo 4, donde los santos entronizados
en el cielo reinan con Cristo. La primera resurrección, entonces, es
espiritual, del mismo modo que la segunda muerte también es una muerte
espiritual. La primera significa vida eterna en la presencia de Dios, la segunda,
separación completa de Dios. No cabe duda de que la segunda resurrección,
que Juan omite en su presentación, es un fenómeno corporal.
Y por comparación, si la segunda muerte es una muerte espiritual para
el incrédulo, entonces la primera muerte, que no se menciona, se refiere
a la muerte física del creyente.

Vr.6. Bienaventurado y santo es quien participa en la primera
resurrección. Sobre éstos la segunda muerte no tiene autoridad,
pero serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán con él
mil años.

Juan escribe la quinta bienaventuranza de una serie de siete.[12]
Es la única bienaventuranza que tiene un doble predicado: bienaventurado
y santo
. También, es una bienaventuranza que está en singular
pero que se aplica a todo el pueblo santo de Dios. La santidad separa a los
creyentes del resto de la humanidad, porque todos los creyentes serán
sacerdotes de Dios y de Cristo. Nótese que, con las palabras de
Dios y de Cristo
, Juan coloca a Cristo una vez más en el mismo
nivel que Dios y subraya su divinidad(véase 11:15; 21:22; y 22:3).

Puesto que se los declara santos, nunca pueden estar sujetos a la segunda
muerte. Servirán a Dios y a Cristo como sacerdotes, y como reyes reinarán
con él. En dos pasajes anteriores (1:6; 5:10), Juan escribe que los
santos han sido hechos sacerdotes, es decir, son sacerdotes en el reino ahora
y en el futuro. Toma las ideas de sacerdotes y reino del
Antiguo Testamento, «Aunque toda la tierra me pertenece, ustedes serán
para mí un reino de sacerdotes y una nación santa»
(Éx.
19:5b-6; Is. 61:6). Los santos son un sacerdocio real que sirven a Dios como
sacerdotes y con Cristo reinan en su reino (1 P. 2:9). Al salir de este lugar
terrenal y entrar en el cielo, seguirán fungiendo como sacerdotes y
reyes, porque su íntima comunión con Cristo perdurará
de manera indefinida (véase v. 4).

Vrs.7-10 Derrota y desaparición de Satanás

Es el tercer cuadro que Juan presenta a sus lectores. Es
una descripción de Satanás que hace la guerra contra Dios. No
sólo pierde esta batalla sino que también, al igual que la bestia
y el falso profeta, es arrojado al lugar de tormento eterno del que nunca
podrá salir. Es el primer miembro del trío porque Satanás,
como padre de la mentira, ha sido el instigador. Pero en este caso es el último
del trío, porque debe darse cuenta de que, como el peor de los tres,
es incapaz de eludir el castigo que Dios le ha reservado.

Vrs.20:11-15 El día del juicio

El cuarto cuadro revela un aspecto celestial del juicio
final. En cinco versículos Juan despliega el fin del tiempo cósmico
y, con ello, el fin de la historia del mundo. El plan de Dios ha sido cumplido
y todo lo que había que resolver se ha concluido. Ahora Dios llama
a todos ante su tribunal y, al abrir los libros, cada uno es juzgado según
la justicia divina. La división entre los santos y los incrédulos
es irrevocable y definitiva. Aquellos cuyos nombres constan en el libro de
la vida están por siempre con el Señor, y los que lo han despreciado
quedan por siempre excluidos.

  • El Amilenialismo

Los amilenialistas entienden que el milenio mencionado en Apocalipsis
20:4-6 describe el presente reinado de las almas de los creyentes fallecidos
que están con Cristo en el cielo. Ellos entienden que el encadenamiento
de Satanás que se menciona en los primeros tres versículos de
este capítulo están en efecto durante todo el período
en de la primera y segunda venida de Cristo, aunque terminará poco
tiempo antes del regreso de Cristo. Enseñan, pues, que Cristo regresará
después de este reinado celestial de mil años.

Los amilenialistas sostienen, además, que el reino de Dios está
presente ahora mismo en el mundo, ya que el Cristo victorioso gobierna a su
pueblo por su Palabra y su Espíritu, aun cuando dicho pueblo anticipa
todavía un reino futuro, glorioso y perfecto sobre la nueva tierra
en la vida por venir. A pesar de que Cristo ha logrado una victoria decisiva
sobre el pecado y el mal, el reino del mal continuará existiendo junto
al reino de Dios hasta el fin del mundo. Aunque ya disfrutamos de muchas bendiciones
escatológicas en este tiempo presente (escatología inaugurada),
anticipamos una serie culminante de acontecimientos futuros asociados con
la Segunda Venida de Cristo que introducirán el estado final (escatología
futura). Los así llamados "signos de los tiempos" han estado
presentes en el mundo desde el tiempo de la primera venida de Cristo, pero
llegarán a una manifestación más intensificada y final
justamente antes de su Segunda Venida. Por lo tanto, el amilenialista espera
que se complete la tarea de llevar el evangelio a todas las naciones y la
conversión de la plenitud de Israel antes' del regreso de Cristo. Espera
asimismo una forma intensificada de tribulación y apostasía,
como también la aparición de un anticristo personal antes de
la Segunda Venida.

El amilenialista entiende que la Segunda Venida de Cristo será
un acontecimiento único, no uno que tenga dos fases. En el momento
en que Cristo regrese habrá una resurrección general, tanto
de creyentes como de incrédulos. Después de la resurrección
los creyentes que estén todavía vivos serán transformados
y glorificados. Estos dos grupos, creyentes resucitados y creyentes transformados,
serán luego arrebatados en las nubes para ir al encuentro del Señor
en el aire. Después de este "arrebato" de todos los creyentes,
Cristo completará su descenso a la tierra y llevará a cabo el
juicio final. Después del juicio los incrédulos serán
consignados al castigo eterno, en tanto que los creyentes disfrutarán
para siempre de la bienaventuranza del nuevo cielo y de la nueva tierra.

  • El Premilenialismo

Los premilenialistas creen que la Segunda Venida de Cristo será
premilenial; o sea, antes del milenio. Los premilenialistas, por lo tanto,
anticipan un reinado de Cristo sobre la tierra que durará mil años
a partir de su regreso, y que será previo a la introducción
del estado final. Lo que viene a continuación es un bosquejo de los
rasgos más importantes del premilenialismo histórico.

Según el premilenialismo histórico, hay varios acontecimientos
que deben ocurrir antes que Cristo regrese: la evangelización de las
naciones, la gran tribulación, la gran apostasía o rebelión
y la aparición de un anticristo personal. La iglesia debe padecer esta
tribulación final. La Segunda Venida de Cristo no será un suceso
en dos etapas sino un acontecimiento único.

Cuando Cristo vuelva, los creyentes que hayan muerto serán resucitados
y los creyentes que todavía vivan serán transformados y glorificados,
y luego ambos grupos serán arrebatados conjuntamente para encontrarse
con el Señor en el aire. Después de este encuentro en el aire,
los creyentes acompañarán a Cristo en su descenso a la tierra.
Después del descenso de Cristo a la tierra, el anticristo será
muerto y su reino opresor llegará a su fin. En este tiempo, o acaso
antes, la gran mayoría de los judíos vivos entonces se arrepentirá
de sus pecados, creerá en Cristo como Mesías, y será
salvo; esta conversión del pueblo judío será una fuente
de bendición indecible para el mundo.

Cristo establece en este momento su reino del milenio-reino que durará
aproximadamente mil años. Jesús gobierna ahora de un modo visible
sobre todo el mundo pero su pueblo redimido reina con él. Los redimidos
son tanto judíos como gentiles. Si bien los judíos en su mayor
parte se han convertido recientemente, después de la reunión
de los gentiles, ellos no forman un grupo separado, ya que sólo hay
un pueblo de Dios. Entre aquellos que gobiernan con Cristo durante el milenio
están incluidos los creyentes que han sido recientemente resucitados
de entre los muertos y los creyentes que todavía estaban vivos cuando
regresó Jesús. Las naciones incrédulas que todavía
existen sobre la tierra durante este tiempo son tenidas a raya y gobernadas
por Cristo con vara de hierro.

El milenio no debe ser confundido con el estado final, ya que el pecado
y la muerte todavía existen. El mal, sin embargo, se verá grandemente
refrenado y la justicia prevalecerá sobre la tierra como nunca antes.
Este será un período de justicia social, política y económica,
y de gran paz y prosperidad. Hasta la naturaleza reflejará la bienaventuranza
de esta era, ya que la tierra será extraordinariamente productiva y
el desierto florecerá como la rosa.

Cerca del fin del milenio, sin embargo, Satanás, que había
estado encadenado durante este período, será soltado y saldrá
a engañar nuevamente a las naciones. Reunirá a las naciones
rebeldes para la batalla de Gog y Magog, y las guiará en un ataque
sobre el "campo de los santos". Satanás, empero, será
consumido por fuego desde el cielo y entonces arrojado al lago de fuego.

Una vez acabado el milenio se llevará a cabo la resurrección
de los incrédulos que hayan muerto. En ese momento toma lugar el juicio
ante el gran trono blanco, en el cual todos los hombres, tanto creyentes como
incrédulos, serán juzgados. Aquellos cuyos nombres fueren hallados
escritos en el libro de la vida entrarán en la vida eterna, en tanto
que aquellos cuyos nombres no se encuentren en ese libro serán arrojados
al lago de fuego. Después de esto vendrá la introducción
del estado final: los incrédulos pasarán la eternidad en el
infierno, en tanto que el pueblo redimido de Dios vivirá para siempre
sobre una nueva tierra de la cual ha sido expurgado todo mal.

¿Qué pruebas bíblicas ofrecen los premilenialistas
históricos como fundamento de la enseñanza de que habrá
un reino terrenal de mil años después del regreso de Cristo?

George Eldon Ladd reconoce que el único lugar en el cual la
Biblia habla de un reino terrenal de mil años es Apocalipsis 20:1-6.26
El encuentra una descripción de la Segunda Venida de Cristo en Apocalipsis
19 y entiende que Apocalipsis 20 describe acontecimientos que seguirán
a la Segunda Venida. Los primeros tres versículos de Apocalipsis 20,
sostiene Ladd, describen el encadenamiento de Satanás durante el milenio
que sigue al regreso de Cristo. 27 Apocalipsis 20:4 describe el reino de los
creyentes resucitados con Cristo sobre la tierra durante el milenio. Ladd
insiste en que la palabra griega ezesan (vivieron, o volvieron a vivir), que
aparece en los versículos 4 y 5, debe significar resucitados físicamente
de entre los muertos.28 El encuentra en el versículo 4 una descripción
de la resurrección física de los creyentes al principio del
milenio (llamada más adelante "la primera resurrección"),
y en el versículo 5 una descripción de la resurrección
física de los incrédulos al fin del milenio. Ladd explica el
hecho de que la enseñanza respecto a este reino terrenal de mil años
se encuentre sólo en este capítulo en base a su concepto de
revelación progresiva.

Ladd encuentra apoyo adicional para su enseñanza en 1 Corintios
15:23-26, aunque reconoce que este pasaje no da pruebas concluyentes a favor
de un milenio terrenal. 29 Se apela en particular a los versículos
23 y 24: "Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego
(epeita) los que son de Cristo, en su venida. Luego (eita) el fin (telos),
cuando entregue el reino al Dios y Padre… "Pablo aquí describe,
según Ladd, el triunfo del Reino de Cristo que se logrará en
tres etapas. La primera etapa es la resurrección de Cristo. La segunda
etapa ocurre en la parusía, cuando los creyentes son resucitados. Después
viene el fin, cuando Cristo entrega el reino a Dios el Padre; esta es la tercera
etapa. Dado que hay un intervalo significativo entre la primera y la segunda
etapa, no parece improbable que haya también un intervalo significativo
entre la segunda y la tercera. Ladd afirma que las palabras luego (eita) y
fin (telas) dejan lugar para pensar en un intervalo no determinado de tiempo
entre la Segunda Venida de Cristo y el fin, cuando Cristo acabará la
subyugación de sus enemigos. 30 Este intervalo sería el milenio.

A manera de evaluación, podemos decir en primer lugar que hay
mucho que nos puede agradar en la posición de Ladd. Entre estos puntos
están las enseñanzas que

(1) Dios no tiene dos pueblos separados con destinos diferentes (a
saber, judíos y gentiles, o Israel y la iglesia) sino solamente un
pueblo;

(2) el reino de Dios es a la vez presente y futuro;

(3) ya en este tiempo presente la iglesia disfruta de bendiciones escatológicas;

(4) los signos de los tiempos han estado presentes desde el tiempo
de la primera venida de Cristo, pero tomarán una forma intensificada
antes de su Segunda Venida;

(5) la Segunda Venida de Cristo no es un acontecimiento con dos fases
sino un suceso único.

Debemos también apreciar el rechazo decisivo que hace Ladd de
muchas enseñanzas escatológicas dispensacionalistas; en consecuencia,
tanto su premilenialismo, como el de los premilenialistas históricos
en general, debe ser cuidadosamente distinguido del premilenialismo dispensacional.
Pero a pesar de esto, quedan ciertas dificultades básicas con la enseñanza
que tienen en común el premilenialismo dispensacional y no dispensacional
que habrá un reino terrenal de mil años después del regreso
de Cristo.

Se pueden presentar las siguientes objeciones en contra de este punto
de vista:

(1) Apocalipsis 20 no aporta ninguna prueba irrefutable a favor de
un reino terrenal de mil años posterior a la Segunda Venida. Es cierto
que muchos teólogos evangélicos encuentran prueba de dicho reino
en este pasaje. Pero, como se demostrará en un capítulo subsiguiente,
esta no es la única manera posible de interpretar estos versículos.
La manera en que los amilenialistas interpretan Apocalipsis 20:1-6, como una
descripción del reinado de las almas de los creyentes muertos junto
con Cristo en los cielos, ha merecido respeto en la iglesia desde los días
de San Agustín. 32 Se encontrará una elaboración y defensa
más amplia de la interpretación amilenialista de este pasaje
más adelante en el capítulo 16.

Resta destacar un punto adicional respecto al concepto premilenialista
de Apocalipsis 20:1-6. Por lo general, los premilenialistas no dispensacionalistas
entienden que los que reinan con Cristo durante el milenio son no sólo
los creyentes que han sido resucitado s de entre los muertos sino también
los creyentes que todavía estén vivos cuando regrese Cristo.
Debe notarse, sin embargo, que aun usando como base la interpretación
premilenialista, este pasaje no dice nada respecto al segundo grupo. Si se
piensa que las palabras "vivieron (o volvieron a la vida) y reinaron
con Cristo mil años" significa "que fueron resucitados de
entre los muertos y reinaron con Cristo", nada se dice aquí respecto
a los creyentes que no murieron pero que estaban todavía vivos cuando
Cristo regresó. Según la corriente interpretación premilenialista,
por lo tanto, este pasaje habla solamente de un reinado con Cristo durante
el milenio de los creyentes resucitados. Pero este sería un tipo diferente
de reinado terrenal de mil años que el que generalmente enseñan
los premilenialistas.

(2)1 Corintios 15:23-24 no da ninguna evidencia clara respecto a un
reinado terrenal de mil años de este tipo. Lo primero que debe decirse
es que no hay fundamento en ninguno de los escritos paulinos para la expectativa
de un reino de mil años previo al estado final. -Además, no
hay ninguna enseñanza clara respecto a este tipo de reino terrenal
de mil años en este pasaje. En 1 Corintios 15 Pablo se ocupaba de los
cristianos que aparentemente creían en la resurrección corporal
de Cristo pero que ya no esperaban una resurrección corporal de los
creyentes. Enfrentando este error, Pablo establece en este capítulo
el orden divino de las cosas: Cristo, las primicias, fue resucitado primero;
después de esto, en la Parusía, aquellos que son de Cristo serán
resucitados de entre los muertos. Pablo no sugiere aquí que habrá
una resurrección de incrédulos mil años después
de la resurrección de los creyentes-en este pasaje él no dice
absolutamente nada respecto a la resurrección de los incrédulos.
Las palabras del versículo 24 "luego el fin, cuando entregue el
reino a Dios y Padre", no sugieren necesariamente un largo intervalo
de tiempo después de la resurrección de los creyentes, sino
que son simplemente un modo de decir que solamente entonces, después
de que todo esto haya sucedido, llegará el fin o sea la consumación
de la obra mesiánica de Cristo.

(3) El regreso del Cristo glorificado y de los creyentes glorificados
a una tierra en la cual el pecado y la muerte todavía existan violaría
la finalidad de su glorificación.

¿Por qué deberían aquellos creyentes, que han
estado disfrutando de la gloria celestial durante el estado intermedio, ser
resucitados de entre los muertos para regresar a una tierra en la cual el
pecado y la muerte todavía existen? ¿No sería esto un
anticlímax? ¿N o reclaman los cuerpos glorificados en la resurrección
una vida sobre una nueva tierra, de la cual todos los remanentes del pecado
y de la maldición hayan sido desterrados? ¿Por qué, además,
regresaría el Cristo glorificado a una tierra en la cual todavía
reinan el pecado y la muerte? ¿Por qué debería él,
después de su regreso en gloria, verse obligado todavía a gobernar
a sus enemigos con vara de hierro y verse obligado aún a destruir la
rebelión final en contra suya al fin del milenio? ¿No se terminó
la batalla de Cristo contra sus enemigos durante su estado de humillación?
¿No logró él entonces una victoria decisiva y final sobre
el mal, el pecado, la muerte y Satanás? ¿No enseña la
Biblia que Cristo regresará en la plenitud de su gloria para introducir
no un período interino de limitada paz y bendición, sino un
estado final de perfección sin calificativos?

Partes: 1, 2, 3, 4
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