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Influencia árabe en la cultura cubana



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Desarrollo
  3. Llegada a Cuba de los componentes culturales árabes
  4. Influencia en el idioma y la literatura
  5. Adelantos científicos
  6. Influencia culinaria
  7. Música
  8. Arquitectura
  9. Descendientes árabes convertidos en personalidades destacadas en Cuba
  10. Mantenimiento de las raíces árabes en Cuba
  11. Conclusiones
  12. Referencias
  13. Anexos

Introducción

Durante la conquista y colonización de América llegan los primeros componentes de la cultura árabe, estos pasan a ser un ingrediente más de la conformación de la etnogénesis de los pueblos americanos, se convierten en una de las sustancias que va a condimentar el "ajiaco" criollo, ya que nos aportarán elementos de su cultura, contribuyendo al gran proceso de transculturación que experimentamos.

Esta presencia árabe aportó nombres, palabras, alfabeto, arquitectura, actitudes sociales y valores culturales a todos los pueblos (colonizados por España) del mundo americano en los que ejercieron una marcada influencia, y que aún prevalece en muchas de nuestras costumbres, en la forma de nombrar muchas cosas, en el idioma español con millones de vocablos derivados de la lengua de los árabes, al igual que en la arquitectura, los oficios, la farmacopea, etc.

Sin embargo, en ocasiones esto pasa desapercibido, pues todo se centra en lo contemporáneo, y se olvida que las raíces cubanas no solo son obra de los aborígenes, sino de un gran número de culturas fusionadas (entre ellas la árabe), que dieron como resultado al cubano de hoy.

Objetivo: Analizar la llegada de los componentes de la cultura árabe a Cuba y su marcada influencia en los caracteres que identifican la cubanía.

Idea científica: El acercamiento visual y cognitivo a la presencia del mundo árabe y su influencia en Cuba. Puede contribuir a elevar los conocimientos acerca del origen de la cultura cubana, posibilitando una aproximación a sus raíces, y con ello una mayor reafirmación y concientización de la "condición de cubano", tan necesaria en este mundo globalizado.

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Desarrollo

Los componentes de la cultura árabe llegan a Cuba de forma directa e indirecta, ya que a lo largo de la historia de nuestro país hemos sido objeto de diferentes migraciones, entre estas, la de árabes, también fuimos influenciados por elementos de su cultura a través de los conquistadores españoles, porque no debemos olvidar que España fue ocupada por los musulmanes mucho antes que el descubrimiento de América.

  • 1. Árabes conquistan España.

En el año 711 se produjo la invasión de la península ibérica por los musulmanes, que procedían del norte de África. En muy pocos años los musulmanes conquistaron todo el territorio peninsular, excepto las zonas montañosas del Cantábrico y del Pirineo.

Los invasores (en su mayor parte bereberes aunque dirigidos por árabes) eran escasos, no obstante gran parte de la población anterior de Hispania aceptó la religión musulmana, convirtiéndose en muladíes, término con el que se designaba a quienes abrazaban el Islam después de haber rechazado su religión original. Se estableció un emirato en Córdoba, dependiente de Damasco, donde se hallaban los califas. En el año 756 ocupó el emirato un miembro de la familia Omeya, Abd al-Rahman I, que pudo escapar a la matanza de la que fue objeto su familia y se proclamó emir independiente de los nuevos califas Abasíes, establecidos en Bagdad.

Esa situación perduró hasta que en el año 929 el emir Abd al-Rahman III decidió proclamarse califa, lo que suponía la ruptura de los vínculos religiosos con Bagdad. A Abd al-Rahman III, que fue un gran político y militar, le sucedió como califa Alhakem II, famoso por su papel protector de las letras y las artes. Pero a finales del siglo X el hayib Almanzor se hizo con el poder en Córdoba, estableciendo una dictadura militar y lanzando terroríficas campañas contra los cristianos. El califato, no obstante, se desintegró en los primeros años del siglo XI, siendo finalmente sustituido por un mosaico de reinos de taifas.

Al-Andalus fue el nombre dado por los musulmanes a Hispania, tuvo una economía próspera, con una agricultura avanzada, en la que tenía un gran peso el regadío, y una importante actividad artesanal y mercantil. La circulación de monedas de oro (dinar) y de plata (dirham) y la vitalidad de los zocos de las ciudades son buenas muestras de ello. Pero también destacó al-Andalus por el desarrollo de la cultura, tanto en las disciplinas humanísticas como en las científicas. Recordemos, como ejemplo, la introducción, a fines del siglo IX, del sistema de numeración indio que se impuso al romano. En el campo de las artes sus obras más significativas son, entre otras, la mezquita de Córdoba y el palacio-ciudad de Medinat al-Zahara, cerca de Córdoba. (Ver Anexo 1)

1.1 Factores que contribuyeron a la islamización

La rápida conquista de España y la subsiguiente islamización se debieron a la habilidad de los caudillos musulmanes, que supieron explotar las inconsecuencias sociales del reino visigótico y aplicar la legislación textual de El Corán, muy adaptable en aquel entonces a las necesidades de los neófitos y de aquellas poblaciones cristianas y judías que quisieron conservar sus peculiaridades sin sentirse, por ello, discriminadas.

Contribuyó a ello además la gran flexibilidad de su ley religiosa, que, expuesta en El Corán, aún no había sido ajustada por las interpretaciones de los juristas, que con análisis y reglamentos, lo único que hicieron a partir del siglo IX, fue darle una normativa que cerraba, en gran parte, las grandes posibilidades de incluir en su seno la mayoría de los usos y costumbres de los pueblos conquistados que en nada se oponían a la revelación.

El éxito del Islam se explica, en primer lugar, porque la situación de algunos condiciones de la sociedad visigótica era sumamente desagradable: el peso de los impuestos, la existencia humillante de los siervos, la discriminación de los judíos, las continuas sublevaciones de los vascones y la existencia de islotes paganos, sobre todo en las zonas montañosas del Norte, hacían que gran parte de la población no se sintiera representada en el gran proyecto de unidad peninsular que bien o mal habían llevado a cabo aristocráticos e hispano-romanos.

En especial, los judíos, que aún a principios del siglo V se confundían con frecuencia con los cristianos, habían sido discriminados cada vez más por los sucesivos Concilios de Toledo: en el III se obligó a bautizar a los hijos de matrimonios mixtos, con lo cual, algunos iniciaron el camino del exilio hacia el reino franco (587); en el IV (633) se previó la persecución de los conversos que no practicasen el cristianismo; en el XII (681) se les obligó a bautizarse en el plazo de un año, aunque, en compensación, se les devolvía la facultad de testar; en el XVI (693) se les prohibía comerciar con los cristianos, con lo cual se les arruina, y en el XVII (694), suponiendo que sus actas no hayan sufrido manipulaciones posteriores, se acusó a los judíos que habían buscado refugio en el Norte de África de conspirar para conseguir la ruina de España y, en consecuencia, se condenaba a sus correligionarios residentes en la Península a perder todos sus bienes, a la esclavitud con prohibición de que sean libertados y a entregar a sus hijos menores de siete años para que fuesen bautizados y educados en el cristianismo.

Con la arrolladora invasión que sobrevino en 711, la mayor parte de España quedó sujeta al dominio musulmán. El orbe islámico fue más poderoso, más adelantado en milicia, en ciencias y en artes que el mundo cristiano, así que su dominación en España se consolidó por mucho tiempo. Los principales centros de vida romano-goda, Toledo, Hispalis, Córdoba, Mérida, Tarraco, Cesaraugusta, permanecieron cuatro o más siglos teniendo por lengua de cultura el árabe y muy aislados respecto a los cristianos del Norte: Toledo estuvo islamizada durante 370 años, Sevilla durante 530. La población cristiana que vivió sometida a los invasores se llamó mozárabe o 'arabizada'.

1.2 España Mozárabe

Procedente del árabe musta`rab ?????? que quiere decir "arabizado", era el cristiano que vivía en los reinos musulmanes de la Península Ibérica en calidad de dimmí, durante el período de la Reconquista. Estaban gobernados por magistrados propios y mantenían cierta libertad religiosa, continuando su iglesia el rito mozárabe y la organización de la visigoda. A medida que avanzaban los reinos cristianos o arreciaba la intolerancia en Al-Andalus, fueron reuniéndose con los cristianos del norte, a los que aportaron la herencia de la cultura visigoda y la influencia de la cultura musulmana. Tradicionalmente se les atribuye el denominado Arte mozárabe.

En España durante el período del 711 al 932 predominaba la rebeldía, el heroísmo y el martirio, esta época termina con la sumisión de Toledo al poder califal. Es el tiempo de máxima exaltación nacional de los mozárabes. Los principales centros de población, como Sevilla, estaban llenos casi totalmente por los romano-godos; los árabes no gustaban de las ciudades; preferían establecerse en la campiña, en las heredades de los fugitivos o de los despojados. Esta época es también la de máxima influencia de los mozárabes sobre los cristianos del Norte, colaborando activamente en la repoblación y en la cultura de los reinos reconquistadores.

El segundo período en la vida de los mozárabes es de postramiento; el espíritu nacional cristiano se apaga hasta casi extinguirse; en cambio, la cultura musulmana española florece, sobre todo en el reino de Sevilla, hasta que la destruyen los invasores africanos almorávides. Terminamos este período en 1099, año en que ocurre el primer acto conocido de persecución contra los mozárabes por parte de los almorávides; es también el año de la muerte del Cid, suceso que determina el abandono de Valencia y primera emigración en masa de mozárabes (1102).

A partir de 1099 en España el romance mozárabe conserva todavía considerable valor social y literario. Los botánicos que escriben entre los siglos XI y XII siguen lo mismo que en el X, juzgando necesario dar el nombre mozárabe de las plantas que describen, prueba de que el bilingüismo continuaba muy vigoroso en todo el Andalus.

Llegada a Cuba de los componentes culturales árabes

Aunque mucho se ha especulado sobre la entrada de árabes en Cuba a través de la expedición de Cristóbal Colón, este hecho no ha sido verificado, si bien resulta probable que en la tripulación de las tres carabelas colombinas se hayan enrolado algunos moriscos conversos. En todo caso, sí existe testimonio documental de que ya en 1593 se realiza en la Parroquial Mayor de La Habana el bautizo de un hombre nacido en Berbería, actual Magreb africano y por entonces destino de millones de moriscos salidos de España huyendo de la persecución inquisitorial. Según consta en el Libro de Barajas de la Catedral de La Habana, el «lunes Primero de noviembre de este año el Padre Francisco Vázquez Carrión bautizó a Juan de la Cruz, fue su padrino el gobernador Don Juan Maldonado Barnuevo». (1)

2.1 Primeros inmigrantes

En 1596, la relación de esclavos llegados a La Habana en la galera «San Agustín» deja constancia del arribo de algunos procedentes del norte de África, entre ellos moriscos y berberíes, los últimos pertenecientes a un grupo no árabe autóctono de esa zona y practicantes del islamismo. Ese listado fue hallado por el prestigioso historiador cubano doctor César García del Pino, y menciona a 45 personas con nombres musulmanes y sus ciudades de nacimiento. (2)

La llegada de moriscos a Cuba continuó hasta mediados del siglo XVII, en tal medida que autoridades civiles y religiosas emitieron quejas sobre esa «peligrosa presencia» en La Habana. Y si bien la mayoría de los árabes llegados a costas cubanas eran esclavos, también arribaron hombres libres, o sea, moriscos conversos al cristianismo, conocidos en España como «nuevamente convertidos». En ambos casos, su irrupción en Cuba significaba una violación de la legislación oficial española, que prohibía explícitamente la entrada al Nuevo Mundo de «esclavos, y esclavas berberiscas, y otras personas libres nuevamente convertidos de moros e hijos de ellos […] porque en tierra nueva como ésa, donde nuevamente se planta la fe, conviene se quite toda ocasión, porque no se pueda sembrar y publicar en ella la secta de Mahoma ni otra alguna en ofensa de Dios nuestro señor y perjuicio de Nuestra Santa Fe Católica…»(3)A esa presencia morisca que, como primera vía de impronta árabe, llega a Cuba a través de la colonización española, la denominamos inmigración indirecta. Su existencia en el país se hizo menos visible de lo que probablemente era en realidad, por estar obligados sus miembros a ocultar su verdadera identidad para subsistir dentro de la sociedad colonial.

Ya en la década de 1870 comienzan a arribar con regularidad inmigrantes del etno árabe, oriundos del territorio autónomo de Monte Líbano, la provincia de Jerusalén, el vilayato de Beirut y otras regiones político-administrativas entonces pertenecientes al Imperio Turco Otomano. (4) La crisis económica y el empobrecimiento de artesanos y campesinos árabes de esas áreas determinaron que muchos de ellos emprendieran una diáspora transoceánica que tenía como punto de mira a Estados Unidos, tras efectuar escalas en puertos europeos, a las que seguían estancias en puertos cubanos y de otras regiones de América, estas últimas muchas veces definitivas. Un corte muestral del período 1906-1913 probaba que el 30 por ciento de los árabes que habían llegado a Cuba -bajo la denominación de sirios, árabes, turcos y egipcios- lo habían hecho desde la Turquía Asiática. Las escalas más comunes en el trayecto eran Córcega (8, 95 por ciento) y España, Islas Canarias e Islas Baleares (7, 95), mientras que otros habían pasado por Puerto Rico (20, 48), México (16, 97) y Estados Unidos (11, 62 por ciento). Sólo un por ciento minoritario de los que arribaron, había estado antes en Cuba. (5)

La entrada se producía, fundamentalmente, por La Habana y Santiago de Cuba, los que entraban por el puerto habanero eran registrados en el Apostadero, y luego internados en el Campamento de Inmigrantes en Triscornia (ubicado en Casablanca), donde debían someterse a exámenes médicos, comunicar el nombre de la persona que los reclamaba (generalmente un coterráneo establecido ya en Cuba) y declarar a las autoridades aduanales la casa donde residirían.

Entre los años 1860 y 1930, se calcula que a Cuba arribaron unos 33 000 árabes. Ya por esa época, entre 1931 y 1951, la población musulmana en Cuba se duplica y los descendientes de aquellos esclavos vuelven su mirada hacia África y el Islam.

2.2 Principales asentamientos.

Ya entre 1885 y 1890 existía un discreto asentamiento en los antiguos barrios coloniales habaneros de San Nicolás, Chávez, Guadalupe y Jesús María, que tenían como nervio principal la Calzada de Monte. En los libros bautismales de la Parroquia de San Nicolás (hoy San Judas Tadeo y San Nicolás) se constata la residencia en su zona pastoral de las familias Pichara, Selemon, Gabriel, Yaponch…, provenientes en su mayoría del Líbano y algunas pocas de Palestina. (6) En Santiago de Cuba, ya en 1891 se celebran matrimonios uniétnicos entre los inmigrantes, muchos de ellos asentados en el barrio Tivoli.

En los primeros años del siglo XX arribó a la Isla una segunda oleada de inmigrantes árabes, entre los que se destacaron los cristianos maronitas del Líbano, que también se asentaron en el barrio de Los Sitios, en el  barrio de Rancho Grande en Santiago de Cuba, en el municipio de Palma Soriano, en Ciego de Ávila y en Camagüey. Su actividad laboral estuvo dedicada en lo fundamental a la venta ambulante y, a pesar de su elemental español, este le fue suficiente para entenderse con los cubanos.

Además del centro de la ciudad de La Habana (hoy Centro Habana) y del Centro Histórico, los árabes residieron en Marianao, Santa Amalia, reparto Juanelo, Regla y pueblos de la actual provincia de La Habana (Güines, Bejucal, Quivicán y Bauta). En las provincias orientales además de Santiago las áreas preferidas fueron Guantánamo, Cueto, Manzanillo, Holguín, y Las Tunas. En Camagüey se agruparon en Guáimaro, Minas, Morón, Sola, Esmeralda, Santa Cruz del Sur y Ciego de Ávila. En el resto del país se comprobaron asentamientos en Santa Clara, Cabaiguán, Sagua la Grande, Matanzas, Cárdenas y Pinar del Río.

La gran mayoría se asentaron en el llamado Barrio Árabe de La Habana, que abarcó las calles de Monte, San Nicolás, Corrales, Antón Recio y Figura, zona que inicialmente fue poblada por españoles peninsulares, pero en la que, a partir de la década de 1870 del siglo XIX, surgió un discreto asentamiento de inmigrantes libaneses, sirios y palestinos.

2.3 Características de los inmigrantes árabes.

Las condiciones físicas eran generalmente buenas. Se tienen indicios de que la enfermedad más común que portaban algunos era la tracomatosis, una patología visual de tipo contagioso. (7)

En la correlación de sexos y estado civil de los inmigrantes se puede observar que entre 1906 y 1928 entraron al país 10 mil 652 varones y dos mil 427 mujeres; del total sólo 3 863 eran casados, y un total de 9 526, solteros. Pese a ello, durante las primeras seis décadas de la inmigración predominaron en Cuba los matrimonios endogámicos, o sea, por lo general los emigrantes árabes escogían para su matrimonio a una coterránea, que en algunas ocasiones era miembro de su familia.

De las parejas que llegaban casadas, la mayoría eran matrimonios entre personas de la misma aldea, lo cual constituía una tradición ampliamente extendida. En el caso de los libaneses registrados por el Ministerio de Ultramar del Líbano a mediados del siglo XX, un 69, 5 por ciento eran parejas intraldeanas.

Esa costumbre contribuye a mantener en alguna medida la estabilidad de las colonias árabes en un primer período. Sin embargo, a partir de la primera generación de descendientes, hay una tendencia al aumento de los matrimonios con otros representantes del etnos cubano. 2.4 Posición en la sociedad y oficios que desempeñaron.

Los inmigrantes árabes no eran considerados dentro de los más depauperados, toda vez que más del 75 por ciento pagaba su propio pasaje, sin depender de otras personas; incluso, más de la mitad exhibían como condición monetaria una suma superior a 30 pesos, cantidad significativa en la época.

Los mediterráneos ejercían de manera libre actividades mercantiles. Ya en sus propias ciudades de origen habían practicado un sinnúmero de oficios, entre los que se destacaban labrador, comerciante y jornalero. En el caso de la inmigración libanesa –nacionalidad árabe mayoritaria en Cuba- la composición ocupacional es difícil de determinar, pues la mayoría de sus representantes aparecen registrados con la denominación étnica de turcos y sirios. Sin embargo, parece que entre ellos abundaban más los comerciantes; quizás, por ser agricultores que en su país de origen habían emigrado de las aldeas a los suburbios y ciudades, donde -al no obtener suficiente éxito- terminaron optando por la emigración trasatlántica. No es menos cierto que también un significativo número de libaneses ejerció como jornaleros, labradores y dependientes.

Por su parte, los naturales de Palestina eran los que tenían mayor representación de labradores. Entre los árabes palestinos que arribaron a Cuba en el período de 1923 y 1928, se cuentan agricultores (45 por ciento), jornaleros (33) y comerciantes (8). El resto de los oficios lo compartían impresores, estudiantes, hojalateros, marineros y zapateros, además de un grupo sin ocupación, formado por mujeres y niños (13 por ciento).

El escenario de Cuba era muy favorable al comercio. Una población devastada por intensos años de contienda bélica contra España, y una economía necesitada de nuevas fuentes de trabajo, propició el desarrollo de actividades mercantiles de menor escala. Los árabes pudieron incursionar, sin contratiempos, en la esfera de venta de productos textiles, primero, como vendedores ambulantes; luego, como propietarios de pequeñas tiendas, y finalmente, como almacenistas e importadores. Al incrementarse desde los años 20 ese tipo de faena por la llegada de judíos emigrados de Rusia y Polonia, ello generó que se bautizara inapropiadamente a sirios, libaneses y palestinos con el término de «polacos», aplicado por la población cubana a todo foráneo que desarrollaba actividades de ventas al por mayor.

Específicamente, en el comercio ambulatorio, los levantinos encontraron una opción que rivalizó con los comerciantes de origen hispánico. Esa ocupación la ejercían incluso en las ciudades-escalas, después que salían del punto de origen. Adquirían retazos de tela de la forma más barata y, aprovechando el oficio de costurería desempeñado por algunos inmigrantes, confeccionaban ropas y las vendían de casa en casa.

En fecha tan temprana como el 19 de marzo de 1883, las Actas Capitulares del Ayuntamiento habanero dan fe de la venta ambulatoria de mercancías por inmigrantes de origen árabe: «Diose cuenta de una instancia de Dn Jorge Cattan, natural de Palestina, pidiendo se le conceda como gracia por carecer completamente de recursos para regresar a su país licencia para establecer una venta de efectos de Jerusalén por el término de un mes en la calle del Obispo número 45 y el Excmo Ayuntamiento declaró que no está en sus facultades el dispensar las contribuciones, y en tal concepto se expida la licencia al interesado si así lo deseare abonando la contribución que corresponda previa clasificación del gremio respectivo».

Sin embargo, no es hasta 1899 cuando aparece registrado un comerciante levantino en las guías comerciales cubanas: Luis Azar, residente en la calle Monte número136 entre Ángeles e indio, nativo de Jerusalén y de fe cristiana. (8). Azar administraba una sedería, que representa el segundo paso seguido por el comerciante árabe, o sea, abrir un local permanente para la venta de objetos de seda y de otros géneros, encajes, quincallería…

En 1909, en la ciudad de Santiago de Cuba ya se registran las firmas de «Abdala y Hadad», y «Cremati y Chediak», como importadoras de artículos de seda y dueños de quincallería.

En un análisis sobre el comportamiento de los inmigrantes árabes en la esfera ocupacional en 17 ciudades de Cuba durante el año de 1927, se observa que la tercera parte de las categorías eran cubiertas por almacenes y tiendas de tejido y sedería, junto a las tiendas de ropa hecha para caballeros. Para esta fecha, Cueto, Holguín y Santiago de Cuba secundaban a La Habana en la densidad de los comerciantes árabes. (9)

Con la apertura de almacenes de encajes, sedas, alfombras y otros géneros, o el establecimiento de oficinas comerciales, convirtieron la Calzada de Monte en una importante arteria comercial de la capital en cuyo entorno radicaron quincallerías, joyerías, tiendas de tejidos, sastrerías, mueblerías, platerías y restaurantes que ofrecían platos típicos de la culinaria levantina.

Se destaca dentro de la misma comunidad el establecimiento La verdad (10) de Maluf, el cual fue trasladado de la calle Monte No, 15 esq. Condesa. Otra de las zonas de comercio fue la calle Bernaza, en la que confraternizaron con comerciantes judíos.

Hacia 1930 comenzaron a desarrollar la especialización en restaurantes y fondas. Dentro de la barriada de Monte se destacó la llamada Fonda de los libaneses, en la calle San Nicolás, administrada por Adle Shded y su hija Nazira Nemer, donde se expedían platos regionales como el Kibbeh, el Shik Barak y otros alimentos a partir de carnero y vegetales. (11)

Otro restaurante famoso fue El árabe, propiedad del descendiente libanés Antonio Hebeiter y su esposa, más conocido como el restaurante de Antonio y Rosa, ubicado este en la calle Indio No. 19 el cual fue comprado a propietarios libaneses Youssef Abbo y Abdallah Chain.(12).

Otro negocio fue la firma Faro del sector industrial, la cual se dedicó a fabricar y comercializar objetos y trofeos deportivos y fue ubicada en la calle Industria no. 454.

Para 1954, muy a pesar de la competencia, aparecen nuevos nombres como el de los hermanos Banet Saiden en la calle Galiano, los Chedeak en Monte, Salomón A. Chokha en Belascoaín y Juan Daxie en la calle Maloja. (13)

Con el freno de la inmigración árabe, los cambios generacionales, las migraciones hacia los Estados Unidos y países de origen, se produjo el fin del comercio sirio, renglón ocupacional que identificó a este grupo.

2.5 Religión.

Los árabes transportaron a Cuba, sus diversas confesiones, propias del mundo multirreligioso mesoriental. Así, por ejemplo, aproximadamente el 58 por ciento de los arribantes libaneses pertenecía a la comunidad cristiano-maronita, procedentes en su mayoría de la montaña libanesa o Monte Líbano. Otro núcleo importante fue el de los practicantes del rito griego ortodoxo.

También llegaron musulmanes sunitas y chiitas, así como feligreses, aunque en exiguas cantidades, del rito griego católico, sirios católicos y drusos.

Un total de cinco clérigos maronitas ejercieron su ministerio en La Habana. El primero que se conozca fue Mateo Noemí, quien ya ejercía en la Parroquia de San Nicolás de Bari (Centro Habana) desde noviembre de 1899. Fue sustituido por Martino Deleptani, quien ofició hasta los años 30 y tuvo gran arraigo en la colonia cristiano árabe de la barriada de Monte, e incluso en las ciudades de Sagua la Grande y Cienfuegos, donde también prestó servicios a los vecinos maronitas a principios de siglo.

Hacia fines de la década del 30, y hasta 1952, oficia en la parroquia de San Nicolás, Juan Kourí Aramouni, quizás el más relevante prelado libanés en Cuba. Este visitador apostólico participó en la colocación allí de la imagen de San Marón -patrón de los feligreses maronitas de esa iglesia, hoy denominada San Judas Tadeo y San Nicolás-, así como en la inauguración, en 1943, del panteón de la Sociedad Libanesa de La Habana, en el Cementerio de Colón. Posteriormente, los cristianos árabes de La Habana contaron con los servicios religiosos de los reverendos maronitas Juan Elías Korkemas (1952-1955) y Boutros Abi Karam (1955-1958).

Pese a esta amplitud confesional, el mosaico religioso de los inmigrantes árabes se fue desvaneciendo a la par y a tenor con el proceso de asimilación de este grupo étnico al etnos-nación cubano, hasta el punto que las generaciones de descendientes, en su mayoría, no practicaron el rito de sus ancestros. Conservan, sin embargo, algunos matices de carácter sicosocial e idiosincrático, así como ciertas costumbres culinarias, siempre que lo permitan las condiciones de su preparación.

El culto maronita

La presencia árabe, por la diversidad de lugares de origen se distinguió por su diversidad de cultos, y entre los más activos se destacan las prácticas litúrgicas maronitas, quienes contaron con cuatro párrocos de su rito en La Habana. Estas celebraciones se realizaban en lengua árabe, en las parroquias de San Judas y San Nicolás, Jesús, María y José y del Santo Cristo del Buen Viaje.

También los maronitas oficiaron bodas, bautismos y defunciones de los miembros de la comunidad cristiana o árabe. Ya desde el año 1895 se efectuaban matrimonios interétnicos en la Parroquia del Santo Cristo del Buen Viaje.

2.6 Sociedades árabes en Cuba.

Centro Habana

La primera referencia en cuanto a sociedades árabes en Centro Habana, la podemos encontrar en una hospedería de la calle Monte No. 248. Ya en 1885 comienza el vínculo de estas familias con la parroquia católica de San Judas Tadeo y San Nicolás de Bari, según consta en libro de bautismo de blancos. (14)

Las asociaciones étnicas árabe (que se sumaron más de treinta) eran de tipo benéfica y recreativa, alguna tenían una finalidad política-religiosa, destacándose la Sociedad Palestina, por ser esta una de las más antiguas, fundada en 1919 en Ciudad de La Habana para agrupar a la colectividad de origen palestino y se caracterizó por ser una de las sociedades árabes de más pujanza en Cuba.

Por no poseer local propio, las reuniones y actividades sociales se efectuaban en la casa del secretario, ubicada esta última en la calle Alambique No. 4 esquina Plazoleta. Más tarde, tuvo local propio en la calle san Nicolás No. 220 y pasó, finalmente, a radicar en la misma calle San Nicolás e/ Corrales y Gloria.

Los salones de estas sociedades sirvieron para reuniones familiares, festejos y bodas, así como para aulas en las que se enseñaban a sus miembros a leer y escribir en su lengua natal y posiblemente este haya sido el primer lugar en Cuba en que se enseñó el idioma árabe. (15)

La sociedad libanesa

Fundada en el año 1920 desempeñó un papel relevante dentro de las instituciones árabes. El primer local de esta sociedad se encontraba en la calle Monte, altos e/ Carmen y Figuras.

Posteriormente en 1951, hubo una separación en su membresía por lo que una de sus parte pasa a radicar en la calle Amistad e/ Reina y Dragones y continuó llevando el nombre de Sociedad Libanesa, la otra parte de esta membresía se estableció en la calle Indio No. 534 e/ Monte y Rayo, con el nombre de Unión Líbano Cubana. Entre sus actividades más sobresalientes podemos mencionar las que se realizaban en honor del 22 de noviembre, Día de la Independencia del Líbano. Esta fecha siempre se celebraba un domingo cercano a la citada fecha, en un centro recreativo, con comidas, brindis típicos, tómbolas y rifas.

La prensa escrita

En el proceso de inculturación de la comunidad árabe en la sociedad cubana de fines del XIX y principio del XX, la misma llegó a tener su propia prensa escrita con la edición de periódicos en idioma árabe y castellano, entre los que se destaca el diario AL-FAIHAA (El espacioso) fundado el 16 de enero de 1931 por el inmigrante Kassin El-Himani, cuya redacción estuvo localizada en la calle San Nicolás No. 220. (Ver Anexo 3)

Influencia en el idioma y la literatura

La influencia fundamental de la cultura árabe nos llegó a través de la lengua, términos como zaguán, azotea, sofá, alcoba, alacena, anaquel, tarimas, tabique, alfombra, almacén, almohada, propios del mobiliario, útiles y parte del hogar.

De la cocina nos llegaron términos como berenjena, acelga, aceite, almíbar, azafrán, paella, arroz, azúcar.

De los materiales y herramientas de construcción nos legaron términos como alicate, azoque, albañil, azulejo, avería, adoquín, atalaya, acequia, alberca, aljibe, alcantarilla, alféizar, alcanfor, andamio y alquitrán, etc.

En el vestuario encontramos términos como bata, gabón, alpargata, ajuar, toldo, alfiler, alhaja, etc.

De los términos administrativos tenemos aduana, arancel, aldea, alcalde, alguacil, tarifa, sultán, alquiler, etc.

Del universo de las plantas tenemos árboles, flores, adelfa, azucena, jazmín, algarrobo, algodón, tamarindo, este último proveniente del Tamal hindi, y significa dátil de la India.

Entre los nombres de animales también tenemos términos de raíz arábica, jabalí, lobo, alacrán, etc.

Uno de los textos más importantes de todo el corpus morisco es el tratado erótico que se conoce como el Kâma Sûtra español. Este desconcertante manual de amores de principios del siglo XVII, escrito por un morisco anónimo expulsado a Túnez en 1609, describe el coito en todos sus pormenores y las instrucciones eróticas, se encuentran entrelazadas con oraciones y azoras coránicas.

Buena parte de las palabras que en castellano comienzan por "al", corresponden al artículo determinado en árabe, que presenta al sustantivo, independientemente de su género y número.

Otro ejemplo se observa en El Cantar de Mío Cid, que es un cantar de gesta anónimo cuya base argumental es una parte de la vida del caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar. Está escrito en castellano medieval y está compuesto alrededor del año 1200. Es interesante porque, resulta irónico el hecho de que el poema épico español por excelencia llame al héroe con un nombre árabe – Mío Cid – , es decir, "mi señor", teniendo en cuenta que se trata de un escrito que realza los valores de la cultura castellana como forma de lucha contra la presencia morisca.

El saludo As Salamu Aleibum (la paz sea con usted) que fue asimilado en sus cultos por los paleros. Se puede decir que pudo haber entrado por la vía de los esclavos árabes y berberiscos moroaficanos, practicantes ancestrales del Islam. Aunque Fernando Ortiz apuntaba que pudo haber venido también con la introducción de los esclavos mandingas islamizados procedentes de la costa occidental de África.

La expresión ojalá, por ejemplo, es el derivado castellano de wa allah, típica frase musulmana que significa «quiera Dios».

Adelantos científicos

Desde el punto de vista del legado científico y técnico que recibió Colón de los árabes, no cabe duda que la ciencia y la técnica que utilizó en sus viajes poseen una verdadera tradición árabe-andalusí.

La formación del Almirante es sin duda uno de los elementos donde se puede destacar la influencia de la cultura y la ciencia árabe-andalusí. Conocía este la obra de Al-Farghani, cosmógrafo árabe del siglo IX, que calculó con acertada precisión las dimensiones del ecuador terrestre; también las opiniones de Averroes sobre el comentario de Coelo et Mundi, de Aristóteles. Pero sobre todo la influencia del desarrollo cartográfico y de los elementos informativos, que desde el siglo XIV se habían realizado en Al-Andalus, fueron los que permitieron al genovés desarrollar un análisis más pleno y agudo.

Los andalusíes habían constituido un importante patrimonio científico y técnico del que formaban parte todos estos instrumentos relacionados con la navegación y la astronomía: astrolabio, cuadrante náutico, calendario, ampolleta.

Se pude decir sin temor a equívocos que de no ser por la presencia árabe en España la aventura Colón no hubiese sido posible.

Matemáticas: Los matemáticos islámicos dieron un nuevo impulso a esa ciencia en la Edad Media. De ellos, Europa adquirió el actual sistema numérico, el sistema decimal y el concepto del cero, fundamental para llegar a los números negativos y otros principios matemáticos cruciales. Conocimientos como el álgebra y la trigonometría también fueron obra de islamistas.

Geografía: Gracias a sus conocimientos astronómicos, los musulmanes se convirtieron en diestros navegantes y viajeros. Debido a esto, ya en siglo XII confeccionaban mapas del mundo conocido, que en precisión superaban ampliamente los europeos. Mucho antes que Marco Polo, naves islámicas comerciaban con China y el Lejano Oriente.

Caligrafía: En el siglo VIII, prisioneros de guerra chinos capturados por musulmanes revelaron el secreto de la fabricación del papel. Poco después se instaló la primera fábrica de construcción de papel en Samarcanda (actual Uzbekistán). Gracias esto los musulmanes desarrollaron la caligrafía, disciplina que vertieron en sus artes figurativas.

Ajedrez: Los musulmanes difundieron por el mundo el ajedrez, un juego de origen persa. La expresión "jaque mate" deriva de la palabra árabe al-jakn-mat, que quiere decir: el rey está muerto.

Medicina: En el siglo X la ciudad musulmana de Córdoba (España) tenía 50 hospitales bien equipados, mientras en los hospitales del resto de Europa la atención era más que nada religiosa. En esa época, el filósofo y médico islámico, Avicena, escribió El canon de la medicina, una obra en la que esta disciplina basó su enseñanza durante siete siglos.

Química: A partir de traducciones de libros árabes de alquimia, los europeos del siglo XII se familiarizaron con las propiedades del mercurio, la mirra y otros elementos, gracias a los cuales sentarían las bases de la química moderna. Uno de los primeros tratados de la farmacología fue escrito en el 760 por el árabe Jabir Iban Hayyan, y en el siglo IX las primeras farmacias particulares abrieron sus puertas en Bagdad. La destilación de alcohol (clave en su uso como desinfectante) fue obra de islamitas.

Astronomía: El uso en el mundo islámico del astrolabio (instrumento que mide la posición de las estrellas) era muy amplio para orar en dirección a La Meca. Sin embargo, también sirvió para confeccionar tablas astronómicas precisas. Mucho antes de Nicolás Copérnico, el astrónomo árabe Abu Reyhan Biruni describió el Sistema Solar con precisión, acabando con la creencia de que la Tierra era el centro del Universo. Los árabes legaron el nombre de varias estrellas, como Betelgeuse ("La Espalda del Gigante"), en Orión, y Altair ("Águila Voladora") en la constelación del Águila.

Influencia culinaria

Los musulmanes españoles eran muy aficionados al dulce, los siropes y jaleas; y de esta afición dejaron huellas en la dulcería tradicional, donde hay numerosos dulces que aún conservan el nombre árabe. De ahí puede deducirse que muchas de las recetas tradicionales cubanas tengan ese origen. Un ejemplo de ello es el típico arroz con leche. También la forma de preparar los buñuelos, utilizando el cocimiento de anís, apunta hacia la huella árabe-andalusí.

La agronomía árabe constituyó la esencia de lo que formó la agricultura española, y como consecuencia una alimentación en la que los elementos vegetales eran la base. Una segunda gran influencia fue la aportación no solo de las plantas que los árabes habían cultivado en España, sino con ellas de su modo de cultivo y el uso alimentario que sobre ello habían aprendido y heredado. También la utilización de especies, condimentos, ingredientes y recetas árabes, muchas veces adaptadas a las condiciones del país.

Música

La música estuvo también presente en este legado a través de los flamencos, en el cante jondo, en los repentismos campesinos, así como instrumentos musicales típicamente árabes, como por ejemplo el laúd, el cual continúa utilizándose para alegrar las fiestas tradicionales cubanas.

Arquitectura

La presencia cultural árabe en La Habana fue efectiva desde la época colonial. Se expresó de forma indirecta en la arquitectura y en los famosos patios coloniales de La Habana Vieja, que recordaban los patios interiores de Andalucía, introducidos en España por los árabes.

Las manifestaciones de esa arquitectura; y las técnicas de construcción mudéjar o hispano-morisca aún pueden verse en los edificios antiguos, en los arcos de herradura, los bellos patios interiores y balcones. Hay muchos detalles decorativos en madera y yeso que muestran motivos árabes.

El estilo mudéjar es apreciable en edificios religiosos y civiles del Centro Histórico de la ciudad de La Habana (iglesia del Espíritu Santo, Casa de Oficios # 12 y Casa de Tacón # 4) y de Remedios (iglesia Parroquial de la Ciudad). Tampoco es casual que muchas de las casas de La Habana Vieja estén orientadas hacia La Meca, esta fue una de las formas con la que los árabes conversos al cristianismo tuvieron la oportunidad de expresar sus imaginarios religiosos a través de las artes y la arquitectura.

Otros elementos que se suman al acervo cultural de lo árabe en Cuba, y que no escapó en los dos últimos siglos a la arabofilia en la arquitectura, lo demuestran los palacios y hoteles de renombre, o la costumbre de comprar tapices con escenas de beduinos, y mercadeo, e incluso la importación de objetos y estatuas alusivos a la cultura del Islam

Descendientes árabes convertidos en personalidades destacadas en Cuba

Pese a la mayoría de comerciantes presentes en la estructura ocupacional de los arabófonos cristianos y musulmanes, todo hace inferir que -desde fines del siglo XIX- jóvenes inmigrantes del Líbano, Palestina y Siria matriculan en las aulas universitarias cubanas para ejercer el periodismo, la medicina, ingeniería y otras carreras.

Entre los primeros estudiantes de medicina de procedencia árabe en el siglo XX destacan Juan B. Kourí y, posteriormente, su hermano Pedro, eminente parasitólogo nativo de Puerto Príncipe, Camagüey.

Se destacan hombres de la cultura, de la ciencia, la política y la historia  que siendo nacidos en el mundo árabe o descendientes de aquellos emigrantes llamados cariñosamente "moros" contribuyeron significativamente con la nación cubana como lo fueron el comandante de la guerra de independencia Felipe Elías Tumas, los doctores Juan  y Pedro Kouri, mencionado anteriormente, el innovador de la guayabera Said Selman Hussein, la pianista Ñola Sahig y el ministro de justicia (1959 -1973), Alfredo Yabur.

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