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Iniciación humana y solar (primera parte)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

  1. Resumen de una declaración hecha
    por el tibetano, publicada en agosto de 1934
  2. Observaciones preliminares
  3. Definición de la iniciación
  4. El trabajo de la jerarquía
  5. La fundación de la jerarquía
  6. Los tres departamentos de la jerarquía
  7. La Logia de Maestros
  8. El sendero de probación
  9. El discipulado
  10. El sendero de la iniciación
  11. Universalidad de la iniciación
  12. Los participantes en los misterios
  13. Las dos revelaciones
  14. Los cetros de iniciación
  15. El juramento
  16. Revelación de la palabra
  17. Comunicación de los secretos
  18. Las diferentes iniciaciones
  19. Los siete senderos
  20. Reglas para aspirantes
  21. Glosario

El Señor Buda ha expresado que: No hemos de creer en lo dicho, simplemente
porque fue dicho; ni en las tradiciones, porque han sido trasmitidas desde
la antigüedad; ni en los rumores; ni en los escritos de los sabios, porque
han venido de ellos; ni en las fantasías, que se suponen haber sido inspiradas
por un deva (es decir, una supuesta inspiración espiritual); ni en las
deducciones basadas en alguna suposición casual; ni por lo que parece
ser una necesidad analógica; ni por la mera autoridad de nuestros instructores
o maestros, sino que hemos de creer cuando lo escrito, la doctrina o lo dicho,
está corroborado por nuestra propia razón y conciencia. Por eso,
enseñé a no creer lo que oyen decir, sino que, cuando lo crean
conscientemente, actúen de acuerdo y plenamente.

La Doctrina Secreta, T. VI. p. 49

Resumen de una declaración hecha por el tibetano, publicada en agosto de 1934

Solamente diré que soy un discípulo tibetano de cierto grado; esto puede significar muy poco para ustedes, porque todos son discípulos, desde el aspirante más humilde hasta más allá del Cristo Mismo. Tengo cuerpo físico lo mismo que todos los hombres; resido en los confines del Tíbet y, a veces (desde el punto de vista exotérico), cuando me lo permiten mis obligaciones, presido un grupo numeroso de lamas tibetanos. A esto se debe la difusión de que soy un abad de ese monasterio lamásico. Aquellos que están asociados conmigo en el trabajo de la Jerarquía (todos los verdaderos discípulos están unidos en este trabajo) me conocen también con otro nombre y cargo. A, A. B. conoce dos de mis nombres.

Soy un hermano que ha andado un poco más por el sendero y, por consiguiente, tengo más responsabilidades que el estudiante común. He luchado y me he abierto camino hacia la luz y logrado mayor cantidad de luz que el aspirante que leerá este artículo, por lo tanto, tengo que actuar como transmisor de luz, cueste lo que cueste. No soy un hombre viejo, con respecto a lo que la edad puede significar en un instructor, ni tampoco soy joven e inexperto. Mi trabajo consiste en enseñar y difundir el conocimiento de la Sabiduría Eterna donde quiera que encuentre respuesta, y esto lo he estado haciendo durante muchos años. Trato también de ayudar a los Maestros M. y K. H. en todo momento, porque estoy relacionado con Ellos y Su trabajo. Lo expuesto hasta aquí encierra mucho, pero no les digo nada que pueda inducirles a ofrecerme esa ciega obediencia y tonta devoción que el aspirante emocional brinda al Gurú y Maestro con el que aún no está en condiciones de tomar contacto, ni puede lograrlo hasta tanto no haya trasmutado la devoción emocional en desinteresado servicio a: la humanidad, no al Maestro.

No espero que sean aceptados los libros que he escrito. Pueden o no ser exactos, correctos y útiles. El lector puede comprobar su verdad mediante la práctica y el ejercicio de la intuición. Ni A. A. B. ni yo, tenemos interés en que se los considere como que han sido inspirados, ni tampoco que se diga misteriosamente que son el trabajo de uno de los Maestros.

Si estos libros presentan la verdad de tal manera que pueda considerarse como la continuación de las enseñanzas impartidas en el mundo, y si la instrucción suministrada eleva la aspiración y la voluntad de servir desde el plano de las emociones al plano mental (el plano donde pueden hallarse los Maestros), entonces estos libros habrán cumplido su propósito. Si la enseñanza impartida encuentra eco en la mente iluminada del trabajador mundial y si despierta su intuición, entonces acéptense tales enseñanzas.

Si estas afirmaciones son comprobadas oportunamente y consideradas como verdaderas bajo la prueba de la Ley de Correspondencias, muy bien, pero si esto no es así, no se acepte lo expuesto.

CAPÍTULO I

Observaciones preliminares

Antes de entrar a tratar el tema referente a la Iniciación, a los Senderos que se abren ante el hombre perfecto y a la Jerarquía oculta, deben hacerse algunas observaciones esenciales para un concienzudo estudio y comprensión de las ideas presentadas.

Debemos reconocer que en este libro se afirman hechos y se hacen declaraciones definidas, que no son susceptibles de comprobación inmediata por parte del lector. Para evitar la creencia de que la autora se adjudica autoridad y prestigio por el conocimiento expresado, ella rechaza rotundamente tales pretensiones y no puede hacer otra cosa que presentar estas afirmaciones como temas de facto. Sin embargo, pide encarecidamente a quienes encuentren algún mérito en estas páginas, no los sorprenda si existe un cierto aparente dogmatismo en la presentación. La imperfecta personalidad de la autora no debe ser un impedimento para considerar con mente abierta el mensaje en que aparece su nombre. En las, cuestiones espirituales, nombres, personalidades y la opinión externa autorizada, son de poca importancia. Constituyen de por sí, sólo una guía segura que garantiza el reconocimiento y la orientación internos. Por lo tanto, no tiene mayor importancia si el lector recibe el mensaje de estas páginas como un llamado espiritual en un escenario idealista, como una afirmación de hechos supuestos o una teoría desarrollada por un estudiante y presentada a la consideración de sus condiscípulos. Se brinda a todos por la respuesta interna que pueda evocar y la luz o inspiración que pueda traer.

En estos días de desintegración de viejas formas y construcción de nuevas, es muy necesaria la adaptabilidad. Debemos evitar el peligro de la cristalización, por medio de la flexibilidad y la expansión. El "viejo orden de cosas, cambia", pero primordialmente es un cambio de dimensiones y de aspecto y no básico o material. Los fundamentos han sido' siempre verdaderos. A cada generación le corresponde conservar los rasgos esenciales de la vieja y querida forma, a la vez que ampliarla y enriquecerla inteligentemente. Cada ciclo debe aportar lo adquirido mediante las investigaciones y los esfuerzos científicos, y sustraer lo inútil y decadente. Cada era debe construir con el producto y los triunfos de ese período y desechar las acumulaciones del pasado que tienden a hacer borrosos e indefinibles los contornos. A cada generación se le proporciona el gozo de demostrar, sobre todo, la fuerza de las antiguas bases y la oportunidad de construir sobre ellas una estructura que satisfará las necesidades de la vida interna en evolución.

Las ideas aquí desarrolladas están corroboradas por ciertos hechos, expuestos en la actual literatura esotérica, y son tres:

  • 1. En la creación del sol y de los siete planetas sagrados que componen nuestro sistema solar, nuestro Logos empleó materia impregnada de cualidades determinadas. Annie Besant, en su libro "Avatares" (que algunos de nosotros consideramos el más valioso de todos los que ha escrito por ser uno de los más sugestivos), afirma que "nuestro sistema solar está construido con materia ya existente, dotada de ciertas propiedades….". Por lo tanto, se deduce que dicha materia contenía latente determinadas propiedades que fueron obligadas a manifestarse de un modo peculiar, de acuerdo a la ley de Causa y Efecto, como sucede con todo en el universo.

  • 2. Toda manifestación es de naturaleza septenaria y la luz central denominada Deidad, el Rayo Uno de la divinidad, se manifiesta primero como triplicidad y después como septenario. El Dios Uno brilla como Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, reflejados a su vez en los Siete Espíritus ante el Trono, los siete Logos planetarios. Los estudiantes esoteristas de origen no cristiano quizás denominen a estos Seres el Rayo Uno, que se manifiesta a través de los tres rayos mayores y los cuatro menores, formando un septenario divino. El Rayo Sintético que fusiona a todos es el gran Rayo de Amor. Sabiduría, pues en verdad "Dios es Amor". Éste es el rayo índigo, el rayo fusionador, que al final del gran ciclo absorberá a todos los demás, cuando se obtenga la perfección sintética. También es la manifestación del segundo aspecto de la vida logoica. Este aspecto, el de constructor de la forma, hace de nuestro sistema solar el más concreto de los tres sistemas mayores. El aspecto Amor-Sabiduría se manifiesta mediante la construcción de la forma, y como "Dios es Amor", en el Dios de Amor "vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser" y así será hasta el fin de la manifestación de los eones.

  • 3. Los siete planos de Manifestación Divina, o siete planos mayores de nuestro sistema, constituyen los siete subplanos del plano cósmico inferior. Los siete rayos de que tanto se habla y que encierran tanto interés y misterio, son análogamente los siete subrayos de un rayo cósmico. Las doce Jerarquías creadoras son ramas subsidiarias de una Jerarquía cósmica. Forman sólo un acorde de la sinfonía cósmica. Cuando el séptuple acorde cósmico, del que somos humilde parte, resuene en sintética perfección, sólo entonces se comprenderán las palabras del libro de Job: "Las estrellas matutinas cantaban al unísono". La disonancia aún resuena y la discordia surge de muchos sistemas; pero con la sucesión de los eones surgirá una armonía ordenada y alboreará el día en que (si nos atrevemos a hablar de las eternidades en términos de tiempo) el sonido del universo perfecto resonará hasta los lejanos confines de la más remota constelación. Entonces se conocerá el misterio del "canto nupcial de los cielos".

Se sugiere al lector que recuerde y valore ciertas ideas, antes de emprender el estudio de la Iniciación. Debido a la extrema complejidad del tema sólo es factible obtener una idea del esquema general, de ahí la inutilidad del dogmatismo. Lo único que podemos hacer es sentir una fracción de algún todo maravilloso, más allá del alcance de nuestra conciencia, un todo que sólo el Ángel más excelso o Ser más perfecto, recién comienza a comprender. Cuando se reconozca que el hombre común sólo ha sido hasta ahora plenamente consciente en el plano físico, semiconsciente en el emocional y comienza a desarrollar la conciencia en el plano mental, se evidenciará que su comprensión de las informaciones cósmicas sólo puede ser rudimentaria. Cuando se conozca también que ser consciente en un plano y ejercer control en él, son dos cosas completamente distintas, será evidente que es remota la posibilidad de conocer algo más de la tendencia general del esquema cósmico.

Además, se deberá reconocer que el peligro reside en el dogma y en el hermetismo de los libros de texto y que la seguridad otorga flexibilidad al cambiante punto de vista. Por ejemplo, un hecho, desde el punto de vista de la humanidad (empleando la palabra hecho en, sentido científico, como algo demostrado y comprobado más allá de toda duda y controversia), puede no ser un hecho desde el punto de vista de un Maestro. Para Él, puede ser tan sólo parte de un hecho mayor, la fracción de un todo. Puesto que su visión abarca la cuarta y la quinta dimensión, el conocimiento sobre el lugar que ocupa el tiempo en la eternidad debe ser más exacto que el nuestro. Vé las cosas desde arriba, como si el tiempo no existiera para Él.

En la mente del Logos o Deidad de nuestro sistema solar, existe un inexplicable principio de mutación, que rige todas Sus acciones. No vemos nada más que las formas siempre mutables, y captamos en ellas vislumbres de la vida en constante evolución, pero no conocemos aún el principio que actúa a través del variante caleidoscopio de los sistemas solares, rayos, jerarquías, planetas, planos, esquemas, rondas, razas y subrazas. Todos se entretejen, entrelazan e interpenetran, asombrándonos el maravilloso diseño que se despliega ante nosotros. Sabemos que en alguna parte de ese esquema, nosotros, la jerarquía humana, tenemos nuestro lugar. En consecuencia, todo lo que podemos hacer es aprovechar la oportunidad que nos presenta nuestro bienestar y nuestra propia evolución, además de lo que proviene del estudio del ser humano en los tres mundos, tratando de esa manera de comprender parcialmente el macrocosmos. No sabemos cómo el Uno puede convertirse en los tres, los tres en los siete y así sucesivamente, hasta inconcebibles diferenciaciones. Para la visión humana, este entrelazamiento del sistema encierra una complejidad inimaginable, cuya clave ni siquiera se vislumbra. Desde el punto de vista de un Maestro, todo prosigue en ordenada secuencia. Desde el punto de vista de la visión divina, el todo se mueve armónicamente al unísono, produciendo una forma geométricamente exacta. Browing había logrado parte de la verdad cuando escribió:

"Todo es cambio, pero también permanencia…"
y continuó:

"La verdad interna y la verdad externa, verdad también, y, entre ambas, la falsedad que es cambio, así como la verdad es permanencia".

"La verdad toma sucesivas formas en un grado mayor a
su última presentación…".

Debe recordarse también que más allá de cierto punto no es conveniente ni prudente dar información sobre los hechos del sistema solar. Mucho debe permanecer esotérico y velado. Los riesgos que trae el conocimiento excesivo son mucho más grandes que la amenaza del poco conocimiento. Con el conocimiento viene la responsabilidad y el poder dos cosas para las cuales la raza no está aún preparada. Por lo tanto, todo lo que podemos hacer es estudiar y correlacionar, aplicando la sabiduría y la discreción que poseamos, utilizando el conocimiento adquirido en bien de quienes tratamos de ayudar y reconociendo que el empleo inteligente del conocimiento acrecienta la capacidad para recibir la sabiduría oculta. Paralelamente y de acuerdo a la inteligente adaptación del conocimiento a las necesidades ambientales, debemos aumentar la capacidad de mantener una discreta reserva y de emplear la facultad discriminadora. Cuando podamos utilizar inteligentemente el conocimiento, retenerlo discretamente y discriminar con sensatez, ofreceremos a los observadores instructores de la raza, la mejor garantía de que estamos preparados para una nueva revelación.

Debemos resignarnos ante el hecho de que el único modo para encontrar la clave del misterio de los rayos, sistemas y jerarquías, reside en el estudio de la Ley de Correspondencias o Analogías. Es el único hilo capaz de guiarnos a través del laberinto y el único rayo de luz que brilla en la oscuridad de la ignorancia circundante. H. P. Blavatsky lo ha expresado en La Doctrina Secreta, pero hasta ahora los estudiantes no han aprovechado esa clave. Al estudiar esta Ley debemos recordar que la analogía reside en su esencia y no en los detalles exotéricos, según creemos desde nuestro actual punto de vista. Por un lado nos desvía el factor tiempo y erramos cuando tratamos de establecer tiempo y límites fijos; todo en la evolución progresa por la unión y por un constante proceso de fusión, superposición y mezcla. Para el estudiante común, sólo pueden darse amplias generalidades y el reconocimiento de los puntos fundamentales de la analogía. En cuanto intenta reducir a diagramas y clasificaciones detallados, entra en reinos donde está sujeto al error y entonces tambalea a través de la niebla que, finalmente, lo abruma.

No obstante, mediante el estudio científico de la Ley de Analogía se obtendrá un acrecentamiento gradual del conocimiento y en la lenta acumulación de los hechos se construirá una forma que, en continua expansión, encerrará gran parte de la verdad. El estudiante comprenderá entonces que, después de todo, debido a su estudio y esfuerzo, tiene por lo menos un concepto amplio y general de la forma mental logoica, a la cual podrá adaptar los detalles, a medida que los adquiera en el curso de muchas encarnaciones. Esto nos lleva al último punto que debe ser considerado antes de entrar en el tema propiamente dicho y es que:

El desarrollo del ser humano consiste en el paso de un estado de conciencia a otro. Es una sucesión de expansiones, un desarrollo de la facultad perceptiva que constituye la característica predominante del inmanente Pensador. Es el progreso de la conciencia centralizada en la personalidad, yo inferior o cuerpo, hacia la conciencia centralizada en el yo superior, ego o alma y, de allí, pasa a centralizarse en la mónada o espíritu, hasta que oportunamente la conciencia llega a ser divina. A medida que el ser humano se desarrolla, la facultad de percepción se amplía más allá de los límites que lo confinan en los reinos inferiores de la naturaleza mineral, vegetal y animal, en los tres mundos de la evolucionante personalidad, en el planeta donde desempeña su parte y en el sistema donde ese planeta gira, hasta que, finalmente, se evade del sistema solar mismo y llega a ser universal.

CAPITULO II

Definición de la iniciación

El tema de la iniciación se está generalizando cada vez más entre el público. No pasarán muchos siglos sin que se restauren los antiguos misterios y la iglesia posea un grupo interno; en la iglesia del futuro, cuyo núcleo interno se está formando, la primera iniciación será exotérica, vale decir, que la primera iniciación constituirá antes de mucho tiempo, la ceremonia más sagrada de la iglesia y será celebrada en forma exotérica, por ser uno de los misterios revelados en determinados períodos, y a ella asistirán quienes estén implicados. También ocupará un lugar similar en el ritual de los masones. En esta ceremonia, quienes estén preparados para la primera iniciación, serán admitidos públicamente en la Logia por uno de sus miembros, autorizado para ello por el gran Hierofante Mismo.

Definición de cuatro palabras.

Al hablar de la iniciación, la sabiduría, el conocimiento
o el sendero de probación, ¿qué queremos significar? Empleamos
las palabras con mucha ligereza sin considerar el significado involucrado.
Tomemos, por ejemplo, la primera de las palabras mencionadas. Muchas son las
definiciones y explicaciones respecto a su alcance, a los pasos preliminares
al trabajo que debe realizarse entre iniciaciones y a sus resultados y efectos.
Una cosa es evidente para el estudiante más superficial, y es que la
magnitud del tema es tal que, a fin de dilucidarlo adecuadamente, habría
que escribir desde el punto de vista de un iniciado. En caso contrario, todo
cuanto se diga podrá ser razonable, lógico, interesante, sugestivo,
pero no concluyente.

La palabra iniciación, deriva de dos palabras latinas: In en, Ire ir; por lo tanto, es la iniciación de un comienzo o la entrada en algo. En el caso que estamos estudiando significa, en su más amplio sentido, la entrada en la vida espiritual o en una nueva etapa de esa vida. Es el primer paso y los subsiguientes en el sendero de santidad. Por lo tanto, quien recibió la primera iniciación dio literalmente el primer paso en el reino espiritual, saliendo del reino puramente humano, para entrar en el superhumano. Así como salió del reino animal y entró en el humano, en la individualización, así entra en la vida del espíritu y, por primera vez, tiene el derecho de llamarse "hombre espiritual", en el significado técnico de la palabra. Entra en la quinta etapa, la última, de nuestra actual quíntuple evolución. Después de haber palpado su camino a través del Aula de la Ignorancia, durante muchas épocas, e ingresado en la escuela en el Aula del Aprendizaje, ingresa en la Universidad o Aula de la Sabiduría. Cuando egrese de ella se graduará con el grado de Maestro de Compasión.

Podría ser de beneficio estudiar primero la diferencia o conexión entre Conocimiento, Comprensión y Sabiduría. Aunque en el lenguaje común estos términos parecen sinónimos, son técnicamente diferentes.

Conocimiento es el resultado del Aula del Aprendizaje. Podría decirse que constituye la totalidad de los descubrimientos y experiencias humanos y lo que puede ser reconocido por los cinco sentidos y correlacionado, diagnosticado y definido por el intelecto humano. Es aquello de lo que estamos mentalmente seguros o podemos corroborar por el experimento. Es un compendio de las artes y las ciencias. Concierne a todo lo que trata de la construcción y el desarrollo del aspecto forma de las cosas y, por lo tanto, del aspecto material de la evolución, la materia de los sistemas solares en el planeta, en los tres mundos de la evolución humana y en los cuerpos humanos.

Sabiduría es el resultado del Aula de la Sabiduría. Concierne al desarrollo de la vida dentro de la forma, al progreso del espíritu a través de los vehículos, siempre mutables, y a las expansiones de conciencia que se suceden una vida tras otra. Trata del aspecto vida de la evolución. Debido a que se refiere a la esencia de las cosas y no a las cosas mismas, es la captación intuitiva de la verdad, independiente de la facultad razonadora; la innata percepción, capaz de diferenciar lo falso de lo verdadero, lo real de lo irreal. Es algo más que eso, constituye la creciente capacidad del Pensador para penetrar cada vez más dentro de la mente del Logos, comprender la verdadera interiorización del gran espectáculo del universo, ver el objetivo y armonizarse progresivamente con la medida superior. Puede ser descrito para nuestro propósito (que consiste en estudiar el Sendero de Santidad y sus diversas etapas), como el conocimiento del "Reino del Dios interno" y la captación del "Reino del Dios externo" en el sistema solar. Quizás podría decirse que es la gradual fusión de los senderos del místico y del ocultista la construcción del templo de la sabiduría sobre los cimientos del conocimiento.

La sabiduría es la ciencia del espíritu, así como el conocimiento es la ciencia de la materia. El conocimiento es separatista y objetivo, mientras que la sabiduría es sintética y subjetiva. El conocimiento separa, la sabiduría une. El conocimiento hace diferencias, mientras que la sabiduría fusiona. Entonces, ¿qué significa comprensión?

Comprensión puede definirse como la facultad del Pensador, en el tiempo, para apropiarse del conocimiento como base de la sabiduría, aquello que permite adaptar las cosas de la forma a la vida del espíritu, recibir destellos de inspiración, provenientes del Aula de la Sabiduría, y vincularlos a los hechos del Aula del Aprendizaje. Quizás la idea podría ser mejor expresada si se dijera que:

La sabiduría concierne a1 yo y el conocimiento al noyo, mientras que la comprensión es el punto de vista del ego o pensador, o la relación entre el yo y el noyo.

En el Aula de la Ignorancia controla la forma y predomina el aspecto material de las cosas. El hombre se centraliza así en la personalidad o yo inferior. En el Aula del Aprendizaje el yo superior o ego lucha por dominar esa forma, hasta que gradualmente alcanza un punto de equilibrio, donde ninguno de los dos controlan totalmente al hombre. Luego, el ego controla cada vez más, hasta que en el Aula de la Sabiduría domina en los tres mundos inferiores y, acrecentadamente, la divinidad inherente asume el control.

Aspectos de la Iniciación

La iniciación o el proceso de experimentar la expansión de conciencia es parte del proceso normal del desarrollo evolutivo, considerado en amplia escala y no desde el punto de vista del individuo. Observado desde el ángulo individual, llega a reducirse hasta el instante en que el ente evolucionante comprende que (por su propio esfuerzo y ayudado por el consejo y sugerencia de los Instructores observadores de la raza) ha llegado a una etapa donde adquiere cierto grado de conocimiento subjetivo, desde el punto de vista del plano físico. La experiencia es similar a la del alumno en la escuela, cuando se da cuenta repentinamente que domina la lección y que el tema y el método del proceso le pertenecen a fin de aplicarlos inteligentemente. Estos instantes de captación inteligente siguen a la mónada evolucionante en su largo peregrinaje. Lo que ha sido parcialmente mal interpretado en esta etapa de comprensión, es el hecho de que en los distintos períodos se acentúa la importancia de los variados grados de expansión y la Jerarquía se esfuerza en llevar a la raza a la etapa en que sus entes tengan alguna idea del próximo paso a dar. Cada, iniciación indica el paso del estudiante por el Aula de la Sabiduría hacia un grado superior y además el claro resplandor del fuego interno y la transición de un punto de polarización a otro; implica la comprensión de la creciente unidad con todo lo que vive y la esencial unicidad del yo con todos los yoes; da por resultado un horizonte que se ensancha continuamente hasta incluir la esfera de la creación, o la creciente capacidad de ver y oír en todos los planos. Es poseer una acrecentada conciencia de los planes de Dios para el mundo y la capacidad de desarrollar dichos planes. Es el esfuerzo de la mente abstracta para aprobar un examen. Es figurar en el cuadro de honor de la escuela del Maestro, dentro de la realización de esas almas cuyo karma lo permite y su esfuerzo es suficiente para alcanzar la meta.

La iniciación conduce al monte en que se puede obtener la visión; la visión del Eterno Ahora, donde el pasado, el presente y el futuro, existen como uno; la visión de la historia de las razas con el hilo de oro de su genealogía, seguida a través de numerosos tipos; la visión de la dorada esfera que mantiene al unísono las múltiples evoluciones de nuestro sistema: dévica, humana, animal, vegetal, mineral y elemental, a través de las cuales puede verse claramente que la vida palpitante late con ritmo regular; la visión de la forma mental del Logos en el plano arquetípico, visión que se acrecienta de una iniciación a otra hasta abarcar todo el sistema solar.

La iniciación conduce a esa corriente que, cuando se ha penetrado en ella, arrastra al hombre hasta llevarlo a los pies del Señor del Mundo, a los pies de su Padre en los Cielos, a los pies del triple Logos. La iniciación conduce a la caverna en cuyos muros limitadores se conocen los pares de opuestos y se revela el secreto del bien y del mal. Conduce a la Cruz y al total sacrificio que debe consumarse antes de lograr la perfecta liberación, donde el iniciado se libera de todas las cadenas terrenales y nada lo retiene en los tres mundos. Lleva a través del Aula de la Sabiduría y pone en las manos del hombre, en forma gradual, la clave de toda información cósmica y del sistema. Revela el misterio oculto subyacente en el corazón del sistema solar. Conduce de un estado de conciencia a otro. A medida que entra en cada estado, el horizonte se ensancha, la vista se extiende y la comprensión es más incluyente, hasta que la expansión alcanza el punto en que el yo abarca todos los yoes, incluso todo lo móvil e inmóvil, según una antigua escritura.

La iniciación implica ceremonia. Este aspecto es el que más se ha hecho resaltar en la mente de los hombres, omitiendo algo de su verdadera significación. Primordialmente implica la capacidad de ver, oír y comprender, de sintetizar y correlacionar el conocimiento, aunque no necesariamente el desarrollo de las facultades síquicas, pero entraña la comprensión interna que ve el valor subyacente en la forma y reconoce el propósito de las circunstancias prevalecientes. Es la capacidad de presentir la lección que se ha de aprender en cualquier acontecimiento dado, y esta comprensión y reconocimiento da por resultado, cada hora, cada semana y cada año, un progreso y expansión. Este proceso de gradual expansión resultado del esfuerzo definido y de una ardua vida y correcto pensar del aspirante, y no de algún instructor esotérico que celebra un rito oculto conduce a lo que podría llamarse una crisis.

En esta crisis, donde es necesaria la ayuda de un Maestro, se efectúa un definido acto de iniciación, que (actuando sobre un centro particular) produce resultados en alguno de los cuerpos, e incita a los átomos a alcanzar cierta vibración y permite obtener un nuevo ritmo.

La ceremonia de la iniciación señala un punto de realización, pero no la realización que a menudo se cree sino simplemente la que los Instructores que vigilan a la raza, reconocen como una etapa definida en la evolución alcanzada por el discípulo, la cual proporciona dos cosas:

  • 1. Una expansión de conciencia, que permite a la personalidad penetrar en la sabiduría lograda por el Ego, y en las iniciaciones superiores, en la conciencia de la Mónada.

  • 2. Un breve período de iluminación, donde el iniciado ve la parte del sendero que debe hollar y también participa conscientemente en el gran plan evolutivo.

Después de la iniciación, el trabajo que se debe realizar consiste mayormente en convertir esa expansión de conciencia en parte del equipo de la personalidad para ser utilizado en forma práctica, y en dominar esa parte del sendero que aún debe recorrerse.

Lugar y efecto de la Iniciación.

La ceremonia de la iniciación tiene lugar en los tres subplanos superiores del plano mental y en los tres planos superiores, de acuerdo a la iniciación. Durante las iniciaciones en el plano mental brilla sobre la cabeza del iniciado la estrella de cinco puntas. Esto corresponde a las primeras iniciaciones que se reciben en el vehículo causal. Se ha dicho que las dos primeras iniciaciones se efectúan en el plano astral, pero esta afirmación es inexacta y ha dado origen a una mala interpretación. Ambas se hacen sentir profundamente en los cuerpos físico, astral y mental inferior, afectando su control. Debido a que el efecto principal se siente en estos cuerpos, el iniciado puede interpretar que han tenido lugar en los planos implicados, pues el vívido efecto y el estímulo de las dos primeras iniciaciones se producen principalmente en el cuerpo astral. Pero debe tenerse en cuenta que las iniciaciones mayores tienen lugar en el cuerpo causal o fuera de éste en el plano búdico o en el átmico. En las dos iniciaciones finales que liberan al hombre de los tres mundos, se le permite actuar en el cuerpo vital del Logos y manejar esa fuerza, entonces el iniciado se trasforma en la estrella de cinco puntas, la cual desciende sobre él, se fusiona en él y a él se lo ve en el centro mismo de la estrella. El descenso se realiza por acción del Iniciador que empuña el Cetro de Poder y pone al hombre en contacto, en forma consciente, con el centro en el cuerpo del Logos planetario, del cual es parte. Las dos iniciaciones llamadas sexta y séptima, tienen lugar en los planos búdico y átmico. La estrella de cinco puntas "fulgura desde adentro de sí misma", según dice una frase esotérica, y se trasforma en "la estrella de siete puntas", descendiendo sobre el hombre, y éste penetra en la llama.

Además, las cuatro iniciaciones anteriores a la de adepto, señalan, respectivamente, la adquisición de determinadas proporciones de materia atómica en los cuerpos , por ejemplo, en la primera iniciación, una cuarta parte de materia atómica; en la segunda, una mitad; en la tercera, tres cuartas partes, y así hasta completar. Puesto que el principio búdico es el unificador (o el fusionador de todo), en la quinta iniciación el adepto se desprende de los vehículos inferiores y se afirma en el búdico, desde donde crea su cuerpo de manifestación.

Cada iniciación otorga mayor control sobre los rayos, si esto puede expresarse así, aunque no da la idea exacta. Las palabras a menudo confunden. En la quinta iniciación, cuando el adepto es un Maestro en los tres mundos, controla más o menos (de acuerdo a su línea de desarrollo) los cinco rayos que se manifiestan especialmente en el momento en que recibe la iniciación. En la sexta, si pasa al grado superior, adquiere poder en otro rayo y, en la séptima, ejerce poder en todos los rayos. La sexta iniciación señala el punto de realización del Cristo y pone al rayo sintético del sistema bajo Su control. Debemos tener presente que la iniciación da al iniciado poder en los rayos y no poder sobre los rayos, una diferencia bien marcada. Cada iniciado lógicamente posee uno de los tres rayos mayores como rayo primario o espiritual, y en el rayo de su mónada es donde finalmente adquiere poder. El rayo de amor o rayo sintético del sistema, es el último que se adquiere.

Quienes desencarnan después de la quinta iniciación, o quienes no llegan a ser Maestros en encarnación física, reciben sus siguientes iniciaciones en otra parte del sistema. Todos están, en la Conciencia del Logos. Se ha de tener en cuenta una gran realidad, que las iniciaciones del planeta o las del sistema solar, sólo son preparatorias para ser admitido en la Gran Logia de Sirio. Este simbolismo ha sido bien conservado en la masonería y combinando el método masónico con lo dicho respecto a los pasos en el Sendero de Santidad, obtendremos un cuadro aproximado. Ampliemos su significado:

Las primeras cuatro iniciaciones del sistema solar corresponden a las cuatro "Iniciaciones en el Umbral", previamente a la primera iniciación cósmica. La quinta iniciación corresponde a la primera iniciación cósmica, la de "aprendiz aceptado" en la masonería, que hace de un Maestro, un "aprendiz aceptado" en la Logia de Sirio. La sexta iniciación es análoga al grado segundo de la masonería, mientras que la séptima hace del adepto un Maestro Masón de la Hermandad de Sirio.

Maestro, por lo tanto, es quien ha recibido la séptima iniciación planetaria, la quinta iniciación solar y la primera iniciación cósmica o de Sirio.

La Unificación, resultado de la Iniciación.

Debe comprenderse que cada iniciación sucesiva produce la unificación más completa de la personalidad con el ego y, en niveles más elevados, con la mónada. La evolución del espíritu humano es una unificación progresiva. En la unificación del alma con la personalidad yace oculto el misterio de la doctrina cristiana de la Expiación, unificación que tiene lugar en el momento de la individualización, cuando el hombre se trasforma en una entidad consciente y racional, distinta de la de los animales. A medida que prosigue la evolución, ocurren sucesivas unificaciones.

La unificación en todos los niveles emocional, intuicional, espiritual y divino consiste en un continuo y consciente funcionamiento. En todos los casos está precedida por la combustión a través del fuegointerno y la destrucción, por medio del sacrificio, de todo aquello que separa. El acercamiento a la unidad se produce mediante la destrucción de lo inferior y de todo lo que obstaculiza. Tomemos, por ejemplo, la trama que separa los cuerpos etérico y emocional. Cuando el fuego interno quema esta trama, se produce una continua comunicación entre los cuerpos de la personalidad, y los tres vehículos actúan como uno. Algo semejante ocurre en los niveles superiores, aunque el paralelismo no puede ser detallado. La intuición corresponde a lo emocional y los cuatro niveles superiores del plano mental a lo etérico. En la destrucción del cuerpo causal, al recibir la cuarta iniciación (llamada, simbólicamente, "la Crucifixión"), tenemos un proceso análogo al de la combustión de la trama, que conduce a la unificación de los cuerpos de la personalidad. La desintegración, que es parte de la iniciación del arhat, conduce a la unidad entre el ego y la mónada, expresándose en la Tríada. Ésta es la perfecta unificación.

Por lo tanto, el propósito del proceso consiste en que el hombre sea conscientemente uno:

Primero: Consigo mismo y con quienes han encarnado con él.

Segundo: Con su Yo superior y con todos los yoes.

Tercero: Con su Espíritu o "Padre en los Cielos", y así con todas las Mónadas.

Cuarto: Con el Logos, los Tres en Uno y el Uno en Tres.

El hombre se convierte en un ser humano consciente por mediación del perpetuo sacrificio de los Señores de la Llama.

El hombre llega a ser un ego consciente, poseyendo la conciencia del yo superior, en la tercera iniciación, por mediación de los Maestros y del Cristo y por Su sacrificio, al encarnar físicamente para ayudar al mundo.

En la quinta iniciación el hombre se une con la mónada por mediación del Señor del Mundo, el Observador Solitario, el Gran Sacrificio.

El hombre se unifica con el Logos, por medio de Aquel de Quien nada puede decirse.

CAPÍTULO III

El trabajo de la jerarquía

Aunque el tema de la Jerarquía oculta del planeta despierta un enorme y profundo interés en el hombre común, su verdadera significación, sin embargo, no será comprendida hasta que se reconozcan tres cosas sobre el tema. Primero, que la entera Jerarquía de seres espirituales representa una síntesis de fuerzas o de energías, conscientemente manejadas para llevar adelante la evolución planetaria. Esto será más evidente a medida que avancemos. Segundo, estas fuerzas manifestadas en nuestro sistema planetario, por medio de las grandes Personalidades que componen la Jerarquía, vinculan el sistema y todo lo que contiene, con la Jerarquía superior llamada solar. Nuestra Jerarquía es una réplica en miniatura de la síntesis mayor de esas Entidades autoconscientes, que manipulan y controlan al Sol y se manifiestan a través de éste y de los siete planetas sagrados, y también de otros planetas mayores y menores, que componen nuestro sistema solar. Tercero, esta Jerarquía de fuerzas tiene cuatro líneas de acción predominantes, que son:

Desarrollar la autoconciencia en todos los Seres.

La Jerarquía trata de proporcionar las condiciones adecuadas para
desarrollar la autoconciencia en todos los seres, realizándolo primeramente
en el hombre, mediante el trabajo inicial de fusionar los tres aspectos superiores
del espíritu con los cuatro inferiores; mediante el ejemplo en el servicio,
en el sacrificio y en la renunciación, y por la constante corriente de
luz (comprendido esotéricamente) que emana de ella. La Jerarquía
podría ser considerada como el conjunto de fuerzas del quinto reino
de la naturaleza en nuestro planeta. Este reino se alcanza mediante el pleno
desarrollo y el control del quinto principio o mente, y su trasmutación
en sabiduría, que literalmente consiste en aplicar la inteligencia a
todos los estados del ser, mediante la utilización plenamente consciente
de la facultad discriminadora del amor.

Desarrollar la Conciencia en los tres Reinos Inferiores.

Como es bien sabido, los cinco reinos de la naturaleza en el arco evolutivo
pueden definirse de la manera siguiente: mineral, vegetal, animal, humano y
espiritual. Estos reinos entrañan algún tipo de conciencia, y
el trabajo de la Jerarquía consiste en desarrollar dichos tipos hasta
la perfección, mediante el agotamiento del karma, la acción de
la fuerza y la provisión de las correctas condiciones. Obtendremos una
idea de esta tarea si hacemos un breve resumen de los diferentes aspectos de
la conciencia a desarrollar en los diversos reinos.

En el reino mineral, el trabajo de la Jerarquía está
dedicado a desarrollar la actividad discriminadora y selectiva. Una de las características
de la materia es desarrollar un tipo de actividad, y en cuanto esa actividad
va dirigida a la construcción de formas, aún las más rudimentarias,
se manifiesta la facultad de discriminar. Esto es reconocido por los científicos
de todas partes y, al hacerlo, se acercan a los descubrimientos de la Sabiduría
Divina.

En el reino vegetal, a esta facultad de discriminar se le agrega
la de responder a la sensación, advirtiéndose la elemental condición
del segundo aspecto de la divinidad, así como en reino mineral se advierte
un reflejo similar rudimentario, del tercer aspecto de actividad.

En el reino animal, se incrementan las actividades rudimentarias,
y se encuentran síntomas (si puede decirse así) del primer aspecto,
o propósito y voluntad embrionarios. Podríamos llamarlo instinto
hereditario, pero en verdad actúa como propósito de la naturaleza.

Con gran sabiduría H. P. Blavatsky dijo que el hombre es el macrocosmos
para los tres reinos inferiores, porque en él se sintetizan estas tres
líneas de desarrollo y llegan a su plena fructificación. En verdad
y de hecho, es inteligencia activa y maravillosamente manifestada. Es amor
y sabiduría incipientes, aunque no sean más que el objetivo de
sus esfuerzos; posee esa voluntad embrionaria, dinámica, iniciadora,
que llegará a su pleno desarrollo después de haber entrado en
el quinto reino.

En el quinto reino la conciencia a desarrollar es la de grupo,
y se manifiesta en el pleno florecimiento de la facultad amor-sabiduría.
El hombre no hace más que repetir, en una vuelta más alta de la
espiral, la tarea de los tres reinos inferiores, pues en el reino humano manifiesta
el tercer aspecto de inteligencia activa. En el quinto reino, en el cual se
ingresa en la primera iniciación, que abarca todo el período de
tiempo durante el cual recibe el hombre las cinco primeras iniciaciones y actúa
como Maestro y parte de la Jerarquía, llega a su consumación el
aspecto amor-sabiduría o segundo aspecto. En la sexta y séptima
iniciaciones fulgura el primer aspecto o voluntad, y después de ser Maestro
de Compasión y Señor de Amor, el adepto se trasforma en algo más.
Penetra en una conciencia superior a la grupal, la Conciencia de Dios, y se
hace consciente de Dios. Entonces entra en posesión de la gran voluntad
o propósito del Logos.

Fomentar los diversos atributos de la divinidad, cultivar la simiente
de la autoconciencia en todos los seres, es trabajo de las Entidades que se
han realizado, han entrado en el quinto reino y han tomado allí la gran
decisión e inconcebible renunciación de permanecer en el sistema
planetario, para cooperar con los planes del Logos planetario en el plano físico.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

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