Monografias.com > Lengua y Literatura
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Introducción a la Semiótica (Lenguaje, comunicación y acción)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

  1. Presentación
  2. Fundamentos
  3. El signo: semiótica de la significación
  4. La Comunicación: Funciones del Lenguaje
  5. Comunicacón y acción
  6. Semióticas complejas
  7. Debates contemporáneos en comunicación
  8. Bibliografía

Presentación

Esta Introducción a la Semiótica no
tiene otra pretensión que facilitar el acceso del alumno que se inicia,
al complejo universo de los signos y la comunicación. De modo que estas
páginas quieren ser una suerte de mapa y, hasta donde ello es posible,
un resumen de los más diversos temas y autores.

El destinatario natural de este texto es el estudiante que no ha tenido oportunidad de relacionarse con esta ciencia relativamente nueva, muy especialmente los estudiantes de pedagogía, diseño y periodismo. Pensando en ese lector, hemos dispuesto una selección de notas al pie en cada uno de los capítulos que remite, a su vez, a una bibliografía básica y fundamental.

Hemos organizado este libro en cinco grandes partes. En primer lugar proponemos una síntesis de la noción de signo así como la de comunicación, entendiendo que ello delimita dos campos teóricos diferenciados. Luego, relacionamos la noción de habla con la acción social, tanto en su dimensión perlocucionaria, la llamada comunicación estratégica; como, en su dimensión puramente ilocucionaria o propiamente comunicativa. En tercer lugar, hacemos un recorrido sucinto por lo que hemos llamado "semióticas complejas", es decir, por aquellos códigos transfrásticos o textuales, asimismo, exploramos los códigos no verbales así como algunas aproximaciones al mundo organizacional. En cuarto lugar, nos ocupamos de la comunicación visual, la imagen como fenómeno semiótico y alguna de sus manifestaciones en la rica videósfera contemporánea.

La quinta parte, por último, incluye una serie de artículos que quieren traer a estas páginas el debate más contemporáneo en la discusión comunicacional, mostrando la pertinencia de este tipo de análisis en ámbitos en apariencia diversos como, por ejemplo, las NTIC"s (Nuevas tecnologías de la información y la comunicación), la educación o los llamados hipertextos. Cada día se advierte con más fuerza que la frontera entre lo cultural y lo comunicacional tiende a desdibujarse.

Como toda introducción, la nuestra es también una invitación tácita a profundizar en lecturas ulteriores, para ello hemos agregado una amplia bibliografía que servirá de base para profundizar cada uno de los temas aquí expuestos. Así, si nuestro sucinto, y a ratos esquemático, trabajo logra motivar a algún estudiante para internarse en el mundo de las comunicaciones, nuestro esfuerzo estará plenamente justificado.

No podría terminar estas líneas sin expresar mi profundo agradecimiento a mi estimada colaboradora Javiera Carmona, quien ha tenido la gentileza y la paciencia de leer el borrador, aportando su mirada antropológica y enriqueciendo las notas y precisiones en torno a los diversos tópicos de la obra.

Álvaro Cuadra

Santiago, 2005

PRIMERA PARTE:

Fundamentos

I CONCEPTOS PRELIMINARES

1 Semiótica y ciencias sociales

El término semiología proviene etimológicamente del griego semeión (signo) y logos (discurso, saber, ciencia); de tal manera que la semiología es -literalmente- la ciencia de los signos. Así fue, por lo menos, como lo pensó Ferdinand de Saussure en los albores del siglo XX[1]El problema que plantea una ciencia tal es mucho más complejo de lo que previó el eminente filólogo suizo. En efecto, preguntarnos sobre esta nueva ciencia nos lleva, ineluctablemente, a la cuestión sobre el estatus epistemológico de las ciencias humanas; único modo de ensayar una respuesta a la interrogante de fondo: ¿es posible la semiótica? Una aclaración previa: los términos semiología y semiótica son, en la actualidad, aceptados como sinónimos; aunque ambos nombres nos remiten a tradiciones intelectuales distintas. El término semiologie fue el que propuso Saussure y fue seguido por los intelectuales francófonos; en tanto, que semiótica (semiotics), fue la denominación que se impuso en el mundo anglosajón. De hecho, fue el nombre que le dio Charles s. Pierce a esta nueva ciencia; uno de los más notables precursores en lengua inglesa. En todo caso, a partir de 1969, el nombre oficial de esta nueva ciencia es el de Semiótica, y así fue consignado por la IASS (International Association for Semiotics Studies).

Antes de intentar responder qué es la semiótica, es menester aclarar qué lugar ocupa esta nueva ciencia en el conjunto de saberes, o si se quiere, es necesario esclarecer sus condiciones de posibilidad. Siguiendo a Michel Foucault[2]y su Arqueología del Saber, podemos imaginar la episteme moderna contemporánea como un triedro que presenta tres ejes y tres planos (véase figura Nº 1)

Monografias.com

Figura Nº 1

En el eje horizontal (eje X) estarían las ciencias físico-matemáticas que se desarrollaron desde el Organon aristotélico, cuyo fundamento es empíricamente deductivo. En el eje vertical (Y) estarían las ciencias empíricas que se desarrollan a partir del Novum Organon de Bacon y que ponen en relación elementos discontinuos pero análogos a través de la inducción. Ambos ejes conforman un primer plano en que se da la aplicación matemática a las ciencias empíricas; es el plano de lo matematizable. Un tercer eje (eje Z), corresponde a la reflexión filosófica que cuestiona las ontologías particulares de cada ciencia y conforma con ellas dos planos; respecto de las ciencias empíricas la filosofía de la vida (biología), filosofía económica (economía) y filosofía del lenguaje (lingüística). Con las ciencias físico-matemáticas, la reflexión filosófica constituye el plano de la formalización del pensamiento (la lógica).

En este triedro, las ciencias humanas ocuparían el volumen definido por los tres planos descritos. Al decir ciencias humanas, estamos aludiendo a la posibilidad de definir al hombre como objeto de estudio, esto es, al concepto mismo de hombre. Desde una perspectiva histórica, las ciencias empíricas han definido tres cortes respecto de la realidad llamada hombre. Hacia fines del siglo XVIII, se introducen tres nociones que darán origen a tres ciencias empíricas bien delimitadas; en primer lugar aparece con Ricardo la noción de trabajo; el hombre es un ser que trabaja, produce. En segundo lugar, nace el concepto de organismo; así, entonces, el hombre es una realidad orgánica, biológica; este concepto es creado por Cuvier. Finalmente, Bopp introduce el término sistema gramatical, apuntando de este modo al hombre como aquél que habla o significa: el homo loquens.

Hemos afirmado que las ciencias humanas ocupan el volumen de este triedro; así, tendríamos que admitir que más allá de las particularidades de cada ciencia empírica, la realidad humana es profundamente interdisciplinaria y compleja. Lo que queda fuera de discusión es que estas ciencias humanas pertenecen al campo epistemológico contemporáneo; es evidente que las ciencias humanas no son ciencias en el sentido que lo son la física o la química; por ello algunos autores prefieren el término logos, en el amplio sentido de saber. Como sea , este saber de las ciencias humanas se separa por igual de la mera opinión (doxa), así como también se separa de la ideología; aunque no siempre sea posible alcanzar en estas ciencias una formalización cabal.

2. Semiótica

Todos los autores reconocen la precariedad de este nuevo saber semiótico; así, algunos hablan de nivel semiótico[3]otros de dominio semiótico[4]o simplemente de investigación semiológica[5]Examinaremos un par de definiciones:

/La semiótica/Es una formalizacón, una producción de modelos. Así, cuando digamos semiótica pensaremos en la elaboración (que, por otra parte está por hacer) de modelos[6]

La investigación semiologica se propone reconstruir el funcionamiento de los sistemas de significación diferentes de la lengua de acuerdo con el proyecto propio de toda actividad estructuralista: el proyecto de construir un simulacro de los objetos observados. Para llevar a cabo esta investigación es necesario aceptar desde el primer momento… un principio, sugerido, como otros muchos, por la lingüística, es el de la pertinencia…[7]

Tanto la noción de modelo que propone Julia Kristeva como tarea a realizar por la semiótica, como la de simulacro de la que habla Roland Barthes, nos lleva a plantearnos esta ciencia desde el punto de vista de su formalización. Según estos semiólogos, esta nueva ciencia se encargaría de elaborar constructos, sistemas formales cuya estructura mantendría un isomorfismo con el sistema que se está estudiando. Este simulacro o modelo representaría un nivel de axiomatización de los diversos sistemas significativos. Así, el nivel de formalización sería un nivel semiótico. Dos advertencias: en primer lugar, se trata de una definición estructuralista, una de las posibles, no la única. En segundo lugar, el concepto mismo de modelos escinde la realidad y su representación; podríamos resumir este punto de vista con el aforismo: el mapa nunca es el territorio. Todo modelo es una representación de fenómenos.

3. Modelo, pertinencia

Los lingüistas utilizan representaciones formales para dar cuenta de una serie de fenómenos inherentes al lenguaje[8]En general, se entiende por modelo de un objeto, cualquier construcción funcionalmente semejante a ese objeto; es decir, al construir la representación de un fenómeno sólo las propiedades funcionales serán esenciales. Se puede afirmar, por ende, que todo modelo es siempre una cierta idealización del objeto; en este sentido nos representamos los fenómenos más como diagramas que como cuadros acabados.

Los modelos no operan como conceptos concernientes a objetos reales sino con conceptos de objetos ideales o constructos, en otras palabras, los modelos no se pueden deducir de los datos experimentales, sino que se construyen libremente a partir de ciertas hipótesis generales: los modelos son una creación humana, una invención.

Un modelo debe ser una entidad formal, lo corriente es que represente un sistema matemático o lógico: una fórmula, ecuación o algoritmo. Por eso los modelos buscan ser exactos, precisos, unívocos. Esto no significa, empero, que por se exactos sean verdaderos; no existe ningún lazo lógico entre la precisión y la verdad. De hecho, el modelo se enlaza con los datos por medio de la interpretación. Así, interpretamos los datos mediante un modelo; es el poder explicativo del modelo. Además, no sólo explicamos un fenómeno sino que podemos, eventualmente, predecir el comportamiento del objeto; es el poder predictivo del modelo.

La semiótica, en tanto ciencia de los signos, va a elaborar modelos para explicar los fenómenos de significación y de comunicación. Pero, ¿cuál es la singularidad de los modelos semióticos?

Preguntarse por la singularidad de la mirada semiótica, es plantearse la cuestión de la pertinencia de una mirada tal. El llamado principio de pertinencia se refiere a la distinción entre un determinado objeto real y la pluralidad de objetos de estudio que se pueden construir a partir de él. Desde luego, el objeto real es distinto del objeto de estudio. Pensemos en una manzana en tanto objeto real. Podemos imaginarla como una entidad económica de primera importancia para la agroindustria y las exportaciones del país; pero al mismo tiempo, podemos pensarla como parte esencial de una dieta sana. El objeto manzana es el mismo, sin embargo, en cada perspectiva de análisis extraemos de él un conjunto de rasgos diferenciales que constituyen – en los hechos- nuestro objeto de estudio. Así, el rasgo diferencial presencia de vitamina A no es pertinente en un análisis económico, pero sí lo es en una perspectiva nutricional.

Ciertamente, existe una pertinencia semiótica; ésta emana del rasgo diferencial significativo -no significativo, respecto del objeto estudiado. Volviendo sobre nuestro ejemplo, podemos estudiar la manzana desde una perspectiva semiótica, en tanto este objeto significa en el contexto de nuestra cultura. Bástenos pensar en la asociación entre dicho fruto y el concepto bíblico de pecado; es indudable que el término manzana significa y -potencialmente- comunica. Nótese que la semiótica se interesa por la manzana en cuanto entidad que significa y comunica: esto es, en cuanto la manzana deviene signo.

La semiótica estudia todos los procesos de la cultura (objetos y procesos reales), en tanto: procesos de comunicación y sistemas de significación. La semiótica estudiará todo fenómeno, hecho u objeto que se comporte como signo. El proceso por el cual algo funciona como signo se llama semiosis, podemos concluir entonces, que la semiótica estudia la semiosis. Como ciencia, se va a ocupar de los dominios íntimamente ligados; por una parte de los sistemas de significación y por otra de los procesos de comunicación. Ahora bien, todo proceso comunicacional supone un sistema de significación; algún tipo de signo o, mejor dicho, un sistema de signos. Pero, este sistema de signos es una entidad semiótica autónoma, por lo tanto, puede existir independientemente de cualquier acto comunicativo. Estas dos realidades dan origen a dos orientaciones básicas en semiótica; la semiótica de la significación o teoría de los códigos; y la semiótica de la comunicación o teoría de la producción de signos.

Cuando señalamos que la semiótica se propone estudiar todos los procesos culturales, y aún el comportamiento comunicativo no humano (zoosemiótica), ponemos a esta ciencia en el plano de una verdadera Teoría General de la Cultura[9]

4. Semiótica y cultura

La semiótica utiliza ciertos modelos propios de la lingüística, pero extiende su aplicación a los más diversos fenómenos de la cultura. Se puede afirmar que la lingüística ha sido la ciencia pionera para las ciencias sociales[10]Así, el enfoque comunicacional -semiótico- es el fundamento de gran parte del pensamiento contemporáneo. Desde la filosofía, L. Wittgenstein, J. Austin y J. Searle, se han ocupado del lenguaje y su relación con la realidad y la ciencia; desde la sociología, Jürgen Habermas pretende explicar la racionalidad de la acción desde la acción comunicativa; lo mismo que autores como Jean Françoise Lyotard o Jean Baudrillard, intentan explicar la cultura y el hombre de hoy -cultura postmoderna- utilizando un paradigma eminentemente comunicacional.

¿En qué sentido podemos entender la hipótesis semiótica de la cultura? Umberto Eco lo enuncia del siguiente modo:

… la cultura por entero debería estudiarse como un fenómeno de comunicación basado en sistemas de significación. Lo que significa que no sólo puede estudiarse la cultura de ese modo, sino que, además, sólo estudiándola de ese modo pueden esclarecerse sus mecanismos fundamentales[11]

La cultura, entonces, es un gran fenómeno de comunicación; basado en sistemas de significación, uno de los cuales es el lenguaje, aunque no el único. Lotman define la cultura como: "todo el conjunto de la información no genéticamemoria común de la humanidad o de colectivos más restringidos, nacionales o sociales"[12]. La cultura, definida en tales términos, es objeto semiótico, en tanto constituye un conjunto de signos organizados que significan y comunican. Cuando algo tiene significado, podemos decir que posee un valor, aún más, lo que significa existe. Los signos de la cultura, la serie sígnica, se correlacionan con la serie fáctica, los hechos. La cultura organiza el mundo, le otorga existencia y valor a las cosas, fenómenos e ideas; establece jerarquías. La cultura emerge sobre un fondo de no-cultura; y frente a este caos instituye un cosmos, un orden y un nomos, una legalidad.

Una analogía útil nos la da la vida orgánica; podemos decir que el conjunto de seres vivos constituyen un universo que llamamos biósfera; del mismo modo, la cultura es el medio propio del hombre, el universo sígnico que podemos llamar sociósfera.

En el seno de la cultura existe un dispositivo estereotipizador; el sistema sígnico por excelencia que no es otro que el llamado lenguaje natural. Este principio de estructuralidad constituye un verdadero sistema de modelización primario a partir del cual se construyen otros sistemas más complejos en una cultura (los discursos estéticos, éticos, políticos, etc.). El lenguaje natural permite construir sistemas de modelización secundarios; de este modo, el lenguaje actúa como una matriz desde la cual se organiza la cultura.

Volviendo al punto anterior acerca de la relación entre los signos y la realidad, es necesario aclarar que dicha relación no implica una negación de lo real; lo único que podemos afirmar es que entre la serie sígnica y la serie fáctica o fenoménica existe una brecha infranqueable. Las entidades de la realidad, llamémosle los realia, poseen existencia y valor para nosotros observadores en la medida que integramos dichos realia en un sistema de significación y en los circuitos del uso del lenguaje. En otros términos: existe aquello para lo que poseemos un signo susceptible de ser usado; este es el llamado principio de expresabilidad[13]

En suma; cualquiera sea nuestra hipótesis sobre el origen de la cultura, lo cierto es que tanto la utilización de instrumentos, como el intercambio de bienes o el reconocimiento de estructuras parentales; todos suponen la aparición del signo en comunidades humanas. La cultura se hace, por tanto, análoga a la semiosis; el hombre crea cultura en la justa medida en que es capaz de significar el mundo, de este modo las cosas deviene signos.

El signo: semiótica de la significación

1. Noción de signo

El problema que encierra la noción de signo es conocido desde hace mucho; de hecho, existen intuiciones presemióticas ya en el padre de la medicina Galeno, hasta el filósofo Locke, pasando ciertamente por San Agustín, entre otros. No obstante, la semiótica contemporánea encuentra dos claros precursores en el filósofo norteamericano Charles Sanders Peirce y el filólogo suizo Ferdinand de Saussure.

En principio podemos aceptar provisoriamente como concepto de signo aquel que señala Eco: "Signo es cualquier cosa que pueda considerarse como substituto significante de cualquier otra cosa,", y luego añade: "esa cualquier otra cosa no debe necesariamente existir ni debe subsistir de hecho en el momento en que el signo la represente"[14]. Ya Aristóteles y luego los estoicos se ocuparon del signo; para los antiguos se trataba de una entidad triple: por una parte estaba la realidad física del signo, a esta dimensión del signo la llamaron semainon; luego estaba lo que es dicho por el signo, es decir, el semaiomenon y, finalmente, el objeto al que se refería o pragma. Bajo diversas denominaciones, esta visión triádica del signo resulta todavía muy útil. Una de las reformulaciones más recurrentes es el llamado triángulo de Ogden-Richards; utilizaremos de aquí en adelante los términos de uso más frecuente o la traducción más corriente al castellano, para evitar en lo posible la ambigüedad en las definiciones. Así, el triángulo Ogden-Richards quedará representado en la figura Nº 2 de la siguiente manera:

significado

Monografias.com

Figura Nº 2

Resulta claro que el significante es de orden material, es lo que nos resulta perceptible del signo; es el plano de la expresión. Es el signo en su materialidad, la que se asocia a un significado o concepto o idea mental de las cosas. E nexo que une un significante con un significado se llama significación y se representa normalmente por una barra: ste/sdo o bien ste. Y es lo que constituye verdaderamente el signo. Sdo

La relación entre un significante y un referente es bastante difícil de explicar, de allí el uso de línea punteada —-; la relación ste.-referente parece arbitraria y difusa por el momento. Hemos escrito que un significante puede aludir a un referente, pues es claro que existen términos que no lo poseen: pensemos en la palabra centauro o unicornio; o más simplemente, en términos tales como y, de, con, etc.

El significante, según señalamos, es la parte perceptible del signo: ¿y qué ocurre con estímulos que no nos dicen nada? El signo se diferencia de una mera señal en que ésta se transmite como un estímulo y provoca una reacción; ahora, una reacción no es significación. La señal es todo estímulo sin capacidad significante; por eso se dice que actúa sobre el destinatario sub specie stimuli. Entre dos máquinas, por ejemplo, puede haber paso de señales que impliquen una cantidad de información, pero no hay comunicación ni significación.

Hay signo cuando hay un significante que se asocia a un significado. Dicha asociación es convencional. Pensemos en el significado o idea mental perro; pues bien, no hay ninguna razón para que dicha idea se exprese como dog o chien o perro. El contenido o significado del signo puede aludir a ciertos objetos de la realidad; en tal caso hablamos de un proceso de designación, esto es: el proceso mediante el cual un contenido mental se asocia a un objeto o hecho de la realidad. El objeto mismo recibe el nombre de referente.

En el dominio estrictamente lingüístico es indispensable distinguir entre referente y referencia, pues mientras ésta remite a formas culturales e ideológicas, aquel es la realidad extralingüística evocada por el signo. El lenguas naturales poseen la capacidad de construir el universo que refieren, de tal suerte que, en principio pueden construir universos imaginarios.

En rigor, la referencia no pone en relación un signo con los "realia" u objetos de la "realidad", la función referencial del signo ha sido entendida a veces como parte del "concepto" o "pensamiento"[15] El referente, en cambio, se define en el mundo de los objetos. La distinción introducida por Ferdinand de Saussure entre significado y referente se emparenta con los lógicos de la Edad Media, en especial con los llamados "terministas": "L"opposition saussurienne du signifié et du référent ressemble…à diverses distinctions établies par les logiciens. Ainsi, pour certains logiciens du Moyen Age occidental dits "terministes" (Pierre d"Espagne, Albert de Saxe, entre autres), la réalité matérielle du mot (vox) peut entrer dans deux rapports absolument différents:

a.- Il y a un rapport de signification (significatio) entre une vox et la réprésentation intellectuelle (latin: res) qui lui est associée conventionnellement: ainsi "blanc" ou "homme" signifient l"idée de blancheur ou d"humanité

b.- La supposition (suppositio) est una relation d"une tout autre nature: elle unit la vox aux objets extérieurs (latin: aliquid)[16]

En la actualidad se tiende más bien a pensar que la suppositio entraña una falacia extensional o referencial: "La falacia referencial consiste en suponer que el significado de un significante tiene que ver con el objeto correspondiente"[17] En una línea muy próxima, Charles Sanders Peirce escribe: "There is nothing…to prevent our knowing outward things as they really are, and it is most likely that we do thus know them in numberless cases, although we can never be absolutely certain of doing so in any special case"[18]

Una salida teórica a este problema nos la ofrece Eco al afirmar que: " Por tanto, si bien el referente puede ser el objeto nombrado o designado por una expresión, cuando se usa el lenguaje para mencionar estados del mundo, hay que suponer, por otra parte, que en principio, una expresión no designa un objeto, sino que transmite un CONTENIDO CULTURAL"[19]

Pensar el referente como contenido cultural nos lleva a relativizar el carácter de verdad irredargüible de los discursos. Esto es particularmente cierto en lo relativo a ciertos discursos históricos, pues, según hemos visto, no hay garantía alguna de verdad en dichos asertos. Todo relato histórico construye, más bien, un verosímil, esto es: un constructo discursivo de carácter hipotético en que se estatuyen ciertas condiciones de posibilidad a la luz de los antecedentes disponibles y según los cánones estatuidos por ciertos contenidos culturales.

2. Tipos de signos

Una tipología elemental de los signos nos lleva a las siguientes consideraciones. En primer lugar, están las señales o estímulos no significantes; dichas señales se relacionan con nuestras posibilidades preceptúales; así distinguimos señales acústicas, olfativas, táctiles, visuales o bien sápidas. Sólo en la medida en que dichas señales se asocien a un cierto contenido podemos hablar de signos; la semiosis permite que la mera señal se haga signo. El primer tipo de signos a considerar es aquel que nace de una interpretación que hace el sujeto de una señal. Este tipo de signo aparece frente a señales sin ninguna intención comunicativa. Por ejemplo, nubarrones negros en el cielo, lo podemos asociar con lluvia o tormenta, pero, por cierto, la naturaleza no nos quiere comunicar nada, nosotros interpretamos los signos. A este tipo de signos los llamaremos indicios. El significante de un indicio es una señal que se asocia a un significado posible. La fiebre, por ejemplo, y en general los síntomas médicos, son indicios en la medida que evidencian ciertas posibles patologías que se asocian a tales síntomas. En definitiva, la fiebre tiene varias causas posibles. Indicios claros son, las huellas de animales en la jungla o una cabeza con canas, en ambos casos es posible inferir ciertas causas, la presencia del animal o la edad, respectivamente.

Si los indicios no poseen intención comunicativa, comunican y significan. Lo más inmediato a nuestra experiencia, sin embargo, son los signos con intención comunicativa. Distinguiremos dos tipos de signos intencionales, según sea la relación entre el significante y el significado.

Llamaremos símbolo a los signos en que el significante y el significado guardan entre sí una relación de significación motivada y, por lo mismo, inexacta. Tal es el caso, por ejemplo, de la cruz cristiana. Entre la cruz y el cristianismo existe una relación motivada, no es en absoluto casual o gratuito el símbolo de la cruz (Cristo murió en la cruz); pero, es evidente que todo lo que implica el cristianismo no se agota en el símbolo de la cruz, esto es, el símbolo es inexacto.

Reservaremos el título signo, en un sentido estricto, para los signos inmotivados y exactos. El mejor ejemplo lo constituye el signo lingüístico, la palabra. El significante y el significado en el caso de una palabra no guarda ninguna relación necesaria.

En otros términos, un signo, en el amplio sentido semiótico, es la correlación de una forma significante con un contenido o significado, en forma más o menos autónoma respecto de los objetos reales o no a los que pueda estar referido. Cuando existe la correlación significante-significado existe función semiótica; por lo tanto, llevando al extremo nuestra línea de pensamiento debemos decir con el autor Hjelmslev que no existen signos (como entidades físicas y fijas), sino que "hay funciones semióticas que correlacionan dos funtivos que forman un signo en ciertas circunstancias, transitoriamente"[20]. Pensemos en palabras españolas con diversos contenidos; banco, por ejemplo.

Los aportes de la lingüística

Una referencia obligada en el ámbito de la lingüística es Ferdinand de Saussure (1857-1913). Su célebre Cours de linguístique générale fue publicado por sus alumnos Charles Bally y Albert Sechehaye en 1916 ; y a partir de allí se funda toda la lingüística moderna.

El gran logro de F. De Saussure es el haber abandonado la lingüística histórica y analizar el lenguaje humano sincrónicamente. Es decir, la lingüística moderna analizaría los hechos concernientes a un sistema lingüístico dado en una época precisa, en un momento de su desarrollo. Con esto, se opone a la diacronía propia de la lingüística histórica. La sincronía, entonces, es una abstracción que nos permite estudiar un sistema significante independientemente del tiempo. No sólo se trata de un enfoque independiente del tiempo, pues Ferdinand de Saussure no hace su estudio lingüístico ajeno a los estratos sociales y a la distribución geográfica; esto es: la lingüística moderna nace como un estudio sincrónico, sinestrático y sintópico. Este tipo de estudio lingüístico se conoce hoy como lingüística descriptiva.[21]

A partir de este supuesto sincrónico, el filólogo suizo estableció sus dicotomías, que hoy en día son conceptos clásicos en cualquier estudio lingüístico[22]

3.1 Lengua y Habla

El lenguaje human presenta dos dimensiones bien delimitadas; por una parte está la institución social, en cierto sentido autónoma respecto del individuo; dotado de sus propias reglas. La parte social del lenguaje la llamó Saussure lengua (langue). El sujeto incorpora la lengua, una lengua particular y la utiliza; es decir, se sirve del sistema lengua. Este proceso de utilización de una lengua se llama, en términos del lingüista suizo habla (parole). El lenguaje es la lengua más el habla. Si quisiéramos comparar ambas facetas del lenguaje obtendríamos el cuadro siguiente[23]

lengua

habla

Naturaleza

psíquica

Producto social

Sistema de signos

Potencial

Fija

Cambia lentamente

Naturaleza psicofísica

Uso individual

Realización del sistema

de signos

Actualizada

Libre

Efímera

Figura Nº 3

Conviene tener presente aquí una observación que hace con mucha agudeza Roland Barthes:

Lengua y habla: evidentemente estos dos elementos no encuentran una definición completa si no es en el proceso dialéctico que les une: no hay lengua sin habla y no hay habla que esté fuera de la lengua; en este intercambio estriba la auténtica praxis lingüística[24]

La relación lengua: habla, se puede comprender como la relación que posee un sistema respecto del proceso que genera o posibilita. Así podemos anotar la ecuación siguiente:

Lengua

:

Sistema

Habla

Proceso

Figura Nº 4

Para Saussure la lingüística debía ocuparse tan sólo de la lengua; no podía existir una lingüística del habla ya que cada término al ser utilizado en el habla se incorporaba -creía él- en la lengua. Esta afirmación es más que discutible y volveremos al habla más adelante (Véase capítulos V y VI). Notemos que la lengua es de naturaleza psíquica, una especie de memoria colectiva de la que un sujeto se sirve y hace manifiesta; cuando el sujeto toma la lengua y la realiza, utiliza la fonación (en el lenguaje oral), por lo tanto el habla es de naturaleza psicofísica. Una nota al margen, Saussure estudia la lengua oral; el estudio de la escritura es mucho más tardío y se llama gramatología.

La distinción entre lengua y habla, tan neta en esta primera etapa de desarrollo de la lingüística, ha sido discutida por varios autores; entre ellos, mencionemos a Hjelmslev y Coseriu. Para ellos, existiría más bien un esquema tripartito en que -entre lengua y el habla- se da una realización colectiva del sistema lengua, una suerte de habla social que llaman norma. La norma no pertenece a la lengua propiamente dicha, pero tampoco constituye un habla individual.

3.2 Significado y significante

Para Saussure, la segunda dicotomía esencial está dada por el carácter dual del signo: éste es una realidad de dos caras. Hay un plano de la expresión y un plano del contenido. El significante de un signo lingüístico es de orden material, son sonidos. Este principio es válido para cualquier tipo de signos, gestos, imágenes u objetos. En el lenguaje oral, se trata de sonidos estructurados en una doble articulación: cada palabra está constituida por unidades distintivas o fonemas que aisladamente no significan nada; esto fonemas se articulan en monemas o unidades significativas, las palabras. Esta doble articulación explica que 30 sonidos, más o menos, puedan constituir prácticamente infinitas unidades significativas. En suma: la lengua está constituida por un conjunto finito de unidades que se combinan según ciertas reglas; de manera que se pueden producir un número ilimitado de combinaciones posibles; así tenemos monemas o palabras; las que a su vez se combinan según ciertas reglas gramaticales. Por lo tanto, podemos decir que la lengua constituye un código. Las reglas de la lengua nos permiten seleccionar y combinar elementos para producir enunciado o mensajes.

Todo lenguaje que posea un código lo llamaremos lenguaje sistemático; por el contrario, aquellos lenguajes carente de código los llamaremos lenguajes asistemáticos. Por ejemplo, el lenguaje de la pintura moderna no está estrictamente codificado, por lo que podemos considerarlo un lenguaje asistemático o hipocodificado.

El significado se sitúa, hemos dicho, en el plano del contenido; se trata de la representación mental de la cosa, es la idea que poseemos de ella. Así una secuencia de fonemas, esto es: una imagen acústica, nos va a remitir a cierta imagen mental de la cosa aludida por la cadena de sonidos. El plano de la expresión se vincula con el plano del contenido por la relación de significación, como una hoja de papel en que el anverso y el reverso conforman un todo: el signo.

Dos signos pueden coincidir en su significante; entonces, hablaremos de homonimia. Si sus significados son análogos o lo suficientemente próximos, hablaremos de sinonimia. Por último, si dos signos distintos designan un mismo referente, hablaremos de correferencialidad.

3.3 Sintagma y paradigma

La lengua funcionaría según Saussure sobre dos ejes (véase figura Nº 3). Un eje de selección y un eje de combinación. El eje de selección pone a disposición del hablante un repertorio de unidades combinables; por esto también se le llama reserva, memoria o paradigma. El paradigma es una memoria asociativa en que se articulan oposiciones de modo contrastivo. Se trata, ciertamente, de relacione in absentia. Un hablante elige los términos que utiliza contrastando unos con otros; así, construye un sintagma. El sintagma es la combinación concreta de signos; es la actualización que establezca relaciones de contigüidad in praesentia.

El paradigma animales de carga, opera por oposiciones entre los substantivos: caballo/mulo/buey; hay desde luego, una similaridad esencial entre dichos nombres. El sintagma, el-caballo-transporta-piedras, opera por contigüidad y no sería admisible una frase agramatical. El paradigma funciona sobre el principio de la clasificación; en cambio, el sintagma evidencia sus unidades por su segmentación.

El

Buey

Transporta

Chatarra

paradigma

El

Buey

Transporta

Paja

El

Buey

Transporta

Madera

sintagma:

El

Caballo

Transporta

Piedras

Figura Nº 5

Se ha visto que el sintagma, en tanto un orden de contigüidad se aproxima a lo metonímico, en tanto que lo paradigmático se asocia a lo metafórico. El sintagma es la cadena hablada, lineal e irreversible; el paradigma es la memoria que posibilita la construcción de sintagmas, es una serie nemotécnica virtual[25]

3.4 Denotación y Connotación

El lenguaje se presenta como un sistema capaz de designar un referente a través de un significado o idea mental de la cosa aludida. Repitamos una vez más: un signo es la correlación de un plano de la expresión E y un plano del contenido C, la relación de significación R une estas dos caras del signo. Así, podemos representarnos un signo como ERC. Pues bien, imaginemos la palabra perro; es claro que la cadena de fonemas /pe/-/rro/ constituye el plano de la expresión; este significante remite a la noción de cánido doméstico; luego hemos trazado la estructura (ERC); pero, ¿qué ocurre cuando Kafka escribe en su célebre novela El proceso

Uno de los señores cogió por la garganta a K. Y el otro hundió el cuchillo en el corazón, clavándoselo dos veces más. Con los ojos ya velados pudo ver todavía a los dos señores que se inclinaban sobre él, con las caras muy juntas, observando el fin. -¡Como un perro! – se dijo, cual si la vergüenza debiera sobrevivirle[26]

Es evidente que el célebre escritor judío-checo Franz Kafka, no se refería en lo absoluto, al mamífero carnívoro al que alude el término perro. Sin embargo, el escritor utiliza el mismo significante.

Tendremos que concluir que existen dos niveles distintos de significación para el significante perro. Así, diremos que existe un nivel de lenguaje informativo-referencia, objetivo si se quiere; a este nivel lo llamaremos lenguaje denotativo. Cuando utilizamos la palabra perro en un contexto corriente como, por ejemplo: En esa casa tengo un perro como mascota, estamos haciendo un uso denotativo del término. Por el contrario, cuando utilizamos el término más allá de su significado y le otorgamos un nuevo sentido, hablaremos de lenguaje connotativo.

Kafka, obviamente, utiliza la palabra perro con un sentido distinto de su valor puramente referencial o denotativo. Cuando K piensa para sí, que su muerte es la de un perro, quiere significar con ello que muere de un modo vil e indigno.

Hemos elegido el lenguaje literario porque es un buen ejemplo de lenguaje connotativo; en efecto, la literatura construye un lenguaje segundo -una especie de lenguaje parásito- sobre el lenguaje denotativo para otorgarle un nuevo sentido a las palabras. Notemos que los términos siguen exactamente igual; se toma el siglo (ERC) y se construye a partir de él una nueva relación, un nuevo contenido; podemos representar el fenómeno de la connotación del modo siguiente:

(ERC)

R

C"

denotación

con

notacion

Figura Nº 6

Un sistema connotado -como el lenguaje literario- es un sistema cuyo plano de expresión está constituido por un sistema de significación. La connotación representa un desplazamiento hacia el contenido. Observemos que, en general, la connotación implica una ampliación de los contenidos puramente denotativos; se pasa de un significado a un sentido más complejo, más pleno. Por ello, el lenguaje poético entraña una apertura del lenguaje hacia la pluralidad de sentidos posibles.

La connotación es siempre derivada del lenguaje primero; en el caso de la literatura, sería impensable la retórica, por ejemplo, sin el lenguaje de base del que se sirve.

3.5 Lenguaje objeto y metalenguaje

Otro desprendimiento o derivación del lenguaje corriente es el desplazamiento de los signos hacia el plano de la expresión. En ciertas circunstancias los hablantes requieren precisar absolutamente los términos utilizados en su discurso. De modo que, mientras la connotación representa una apertura hacia la plurivocidad del lenguaje; los metalenguajes tienden a la univocidad, a la restricción y precisión de significados.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Página siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter