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Introducción a la Semiótica (Lenguaje, comunicación y acción) (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

En general, el discurso poético es connotado; en cambio, el discurso científico es metalingüístico. Las posibilidades interpretativas del discurso científico son mínima o nulas; se trata de un discurso apofántico en que cada término posee un significado claro, preciso y definido. Así, cuando en química hablamos de condensación, todos están de acuerdo que se alude al proceso por el cual el vapor se hace líquido, etc.

El metalenguaje representa un nivel de abstracción que se distancia del lenguaje corriente, haciéndolo objeto de un sistema de signos más complejo. Podríamos decir que un metalenguaje es un lenguaje de lenguajes; o como dice Barthes: "… es una semiótica que trata de una semiótica"[27]. En otros términos, un metalenguaje es un sistema cuyo plano del contenido constituye un sistema de significación. Dado un signo (ERC), lo metalingüístico queda definido como:

E"

R

(ERC)

L. Objeto

met

alengu

aje

Figura Nº 7

Tanto la connotación como el metalenguaje son derivaciones de un lenguaje primero (Véase figura Nº ¿). Una última observación: todas las dicotomías planteadas por Saussure sirven de modelos para el análisis de otras realidades sociales y culturales. De esta manera, las categorías lingüísticas se pueden utilizar para analizar fenómenos tan diversos como la vestimenta, la cocina, los mitos (como lo hizo Claude Lévi-Strauss), etc. De hecho, las tesis de Saussure sirvieron de base a desarrollos teóricos como el llamado estructuralismo. Esta corriente de pensamiento se manifestó y ejerció influencia en todas las áreas de las ciencias humanas, durante su auge en la década de 1970. Conserva todavía cierta vigencia teórica, bajo la forma del postestructuralismo, especialmente en lingüística y semiótica.

Para terminar, proponemos la figura siguiente como síntesis de lo que hemos señalado sobre la connotación y el metalenguaje:

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Figura Nº 8

En la Figura Nº 8 se observa que el desprendimiento metalingüístico (a la izquierda), se verifica en relación con una determinada teoría en que se definen los conceptos. De la misma manera, la derivación connotativa (a la derecha) se da en relación con un determinado contexto en que se usa el término.

4. Estudio del signo

En semiótica, se utiliza con frecuencia la proposición de Morris[28]en el sentido de considerar tres modos de estudiar los signos. Aunque en la actualidad ha sido muy discutida, no deja de ser un aporte interesante a la semiótica de la significación.

Según este semiólogo estadounidense, el signo puede estudiarse desde tres perspectivas distintas:

  • El signo en relación con otro signo: (S – S). A esta manera de abordar el estudio de los signos se le llama sintáctica. Esto es, se considera al signo en una secuencia con otros signos, inserto allí según ciertas reglas combinatorias.

  • El signo en relación con la realidad que quiere significar: (S – R); este enfoque se llama semántica. Se considera al signo respecto de la cosa -real o no- que quiere representar.

  • El signo en relación al uso: (S – U); esta relación se llama pragmática y se refiere a la utilización que se hace del signo por parte de los usuarios; sea como emisores o receptores de signos.

El estudio de los signos, la semiótica, posee -según Morris- tres ramas bien definidas: la sintáctica, la semántica y la pragmática.

Para terminar, hablaremos de signo lato sensu; cuando: "…por convención previa, cualquier señal instituida por un código como significante de un significado exista"[29]. La naturaleza del significante puede variar (sonidos, sabores, olores, íconos o señales táctiles). Lo fundamental del signo es la relación de dicho significante con un significado. Hay signo cuando existe la significación.

La Comunicación: Funciones del Lenguaje

La función universal del lenguaje es comunicar. Desde la antigüedad, el lenguaje fue visto como un instrumento – el organon platónico- para comunicar a otro algo sobre el mundo[30]Se ha llegado a proponer como axioma de la comunicación, precisamente, la imposibilidad de no comunicar.[31]

En este siglo destacan claramente dos lingüísticas que se han ocupado del fenómeno de la comunicación humana y de las funciones del lenguaje, a saber: Karl Bühler y Roman Jakobson. Examinaremos brevemente el desarrollo de sus planteamientos que sirven de base, aún hoy, para cualquier aproximación al problema comunicacional.

La tesis de Bühler

Para este lingüista, la comunicación está ligada a un estructura triádrica del lenguaje. Los tres polos o factores que debemos considerar son: hablante, oyente y asunto o tema. Estos tres polos están asociados a tres funciones diferentes del lenguaje[32]

a. Función expresiva:

Esta función del lenguaje le permite a un hablante manifestar su mundo subjetivo, emocional. El hablante expresa su sentir lingüísticamente; sea frente a la belleza, al dolor, etc.

Notemos que cada vez que un hablante verbaliza sus emociones, lo hace de manera consciente. Pone en evidencia su mundo íntimo.

b. Función apelativa:

El lenguaje posee, fundamentalmente, la función de comunicar a otro determinados contenidos. Este otro -oyente o interlocutor- se ve involucrado en lo que se comunica. La función apelativa -o connotativa- se refiere al énfasis que se puede poner en el interlocutor. Pensemos en casos como hacer una pregunta o dar una orden; es evidente que se supone la presencia de un oyente al cual se quiere influir de alguna manera.

  • Función representativa:

Esta función alude a la posibilidad de representar mediante signos la realidad objetiva. El hablante comunica al oyente algún asunto o tema de la realidad, valiéndose de signos lingüísticos.

Notemos que la función expresiva y la función apelativa son dos instancias que se correlacionan, cuya manifestación más obvia está dada por la oposición YO/TU. De hecho, el sólo puede ser designado por un yo.

Para Bühler, estas tres funciones son propias del lenguaje y, por lo tanto, son universales. Podríamos resumir la doctrina de este lingüista en la figura siguiente:

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Figura Nº 9

2. El modelo de Jakobson

Roman Jakobson (1896-1982), lingüista nacido en Rusia y nacionalizado estadounidense en 1941, es quizás quien más ha aportado a esclarecer las relaciones entre la estructura del lenguaje y el fenómeno de la comunicación. Hacia mediados de la década de los sesenta, Jakobson elabora su modelo de la comunicación basado en la teoría matemática de la información que Shanon y Weaver habían desarrollado en 1949. Para este lingüista, la comunicación es un proceso mucho más complejo que como lo había descrito Bühler[33]

El modelo de Jakobson es hexagonal. Esto es, debemos considerar por lo menos seis factores que se asocian a seis funciones del lenguaje. Dichos factores son los siguientes:

  • Emisor

En todo proceso comunicativo existe un polo que es la fuente y el transmisor de un determinado contenido informacional. El emisor es quien selecciona signos de un sistema y los combina para producir la información. El emisor, por lo tanto, es el que codifica la información; por ello, a veces se le llama codificador.

  • Destinatario

El destinatario constituye el polo que se correlaciona con el emisor; este segundo polo es el que recibe la información. Dicho de otro modo, es destinatario o receptor es el decodificador de la información. Entre emisor y destinatario debe existir un sistema de signos que sea común a ambos, por lo menos parcialmente; pues de otro modo la comunicación es imposible.

  • Código

Es el sistema de signos que permite la relación entre un emisor y un destinatario. Un código es un conjunto finito y abstracto de unidades que se combinan según ciertas reglas o leyes de composición para producir un número ilimitado de operaciones o mensajes. En términos estrictamente lingüísticos, el código es el sistema lengua.

  • Mensaje

El mensaje es la secuencia de signos seleccionadas de un código; combinados según ciertas reglas instituidas por el código; y transmitidas por un emisor a un destinatario a través de un canal. Obviamente, la secuencia de signos implica un hecho de significación, lo que permite que el destinatario decodifique e interprete un mensaje. Desde el punto de vista lingüístico, el mensaje es la realización del código. Es decir, el mensaje es el habla. Por lo tanto, podemos proponer la ecuación siguiente:

Lengua

:

Código

Habla

Mensaje

Figura Nº 10

  • Contexto

El contexto es el referente del mensaje; el tema o asunto del que trata el mensaje. Es la realidad referida por una secuencia de signos. Es un mundo percibido imaginado al que pueden referirse un emisor y un destinatario. La semiótica estudia los signos que aluden a la realidad, sin ocuparse de la realidad misma del referente. La ontología de las cosas y del mundo es tema de la filosofía, la teología y la ciencia.

  • Contacto

El contacto o canal es lo que permite establecer y mantener la comunicación entre el emisor y el receptor. El contacto es el medio a través del cual se transmiten los mensajes. Puede tratarse de soportes físicos (hilo telefónico, sistemas electrónicos); o bien puede tratarse de un contacto síquico y físico, como en la situación conversacional face-to-face. Cuando algún elemento perturbe el paso de la señal a través del canal, produciendo algún tipo de interferencia, hablaremos de ruido. El ruido implica una alteración en la transmisión del mensaje y puede tener muy variadas causas.

El modelo de Jakobson puede aplicarse a cualquier proceso comunicacional, no solamente a la comunicación lingüística. Así, en un nivel de abstracción superior, podemos aplicar el modelo de Jakobson a los medios de comunicación de masas o a la comunicación no verbal, etc.

Del modo reseñado hasta aquí, se infiere una primera definición de comunicación:

Hay proceso de comunicación cuando un emisor transmite intencionalmente señales puestas en código por medio de un transmitente que las hace pasar a través de un canal; las señales salidas del canal son captadas por un aparato receptor que las transforma en mensaje perceptible por un destinatario, el cual, basándose en el código, asocia al mensaje como forma significante un significado o contenido del mensaje. Cuando el emisor no emite intencionalmente y aparece como fuente natural, también hay proceso de significación, siempre que se observen los restantes requisitos[34]

Si pensamos en términos lingüísticos, el proceso de comunicación se asocia a seis funciones inherentes al lenguaje, que se deducen de los factores del modelo de Jakobson (véase Figura Nº 11).

  • Función emotiva

Esta función está enfocada sobre el emisor, y permite que quien habla o escribe manifiesta sus sentimientos; de modo que los enunciados del sujeto son autoreferentes y ponen de relieve sus connotaciones sicológicas y sentimentales. Citemos como ejemplos clásicos las interjecciones y las oraciones exclamativas: ¡Ya me aburrí!, ¡Ay, qué dolor!, ¡Qué delicioso este plato!, etc. En todos estos casos se advierte la actitud del sujeto con respecto a aquello de lo que habla.

  • Función conativa

Esta función del lenguaje está orientada hacia el destinatario y se hace evidente en el imperativo, en el vocativo y las frases interrogativas. Esta función enfatiza la persona del oyente, sobre el que se quiere llamar la atención, dar órdenes, etc. Así, por ejemplo, una pregunta como: ¿Qué hora es?, espera de parte del receptor la realización de una acción. En este caso concreto, una respuesta que representa la entrega de una información dada. Lo mismo ocurre cuando damos una orden como: ¡Cierre la puerta, por favor! Es evidente que se espera del oyente una conducta muy precisa.

  • Función referencial

Esta función del lenguaje es el uso denotativo o cognitivo que hacemos de las palabras. Este es el nivel corriente en que un mensaje transmite una información sobre el mundo; es decir, el lenguaje enfatiza el contexto. Encontramos este tipo de función en las frase en que se afirma algo del mundo (o se niega). Por ejemplo: El hombre es un animal racional o El lenguaje es un instrumento de la comunicación, etc. En todos estos casos, el lenguaje representa una realidad, nos informa sobre algo; comunica conceptos e ideas acerca del mundo.

  • Función metalingüística

Encontramos esta función en aquellos mensajes que hacen del código el contenido u objeto de la comunicación. Se usa el lenguaje para hablar, precisamente, del lenguaje; aclarar o verificar términos que se están usando. Este tipo de función es recurrente en el lenguaje infantil: Papá, ¿qué significa semiótica? Cada vez que preguntamos por un elemento del código -o por una palabra- estamos poniendo en evidencia la función metalingüística. Otro caso muy corriente del uso de esta función es en el aprendizaje de una lengua extranjera.

Se utiliza la función metalingüística en las definiciones. De hecho, podemos pensar un diccionario como una antología de definiciones. El proceso inverso se llama denominación, y es otro ejemplo de esta función. Es el caso de los puzzles[35]

  • Función poética

Esta función del lenguaje enfatiza la estructuración misma del mensaje, el modo cómo se expresa. Lo que interesa aquí es la disposición, la forma, los recursos expresivos que condicionan el mensaje. El mejor ejemplo lo constituyen todas las grandes figuras de la retórica (metáforas, metonimias, etc). El ejemplo clásico que se utiliza en comunicación es el eslogan de una candidatura presidencial estadounidense usado en los años 1950 I like Ike. Por ejemplo la frase de una multitienda: La Polar. Llegar y llevar. Es obvio que hay un esfuerzo por hacer del mensaje el objeto de sí mismo. Se busca la rima, la eufonía u otro recurso que haga atractivo el mensaje en sí mismo. En general, se puede decir que los encabezados en la redacción publicitaria, tanto como los titulares de prensa, enfatizan la función poética del lenguaje.

  • Función fática

La función fática pone el acento en el canal que sirve a la transmisión del mensaje. Esta función concierne directamente a la comunicación entre emisor y destinatario. Por ejemplo, la expresión clisé para responder al teléfono: ¿Aló?, que no posee otra significación que la apertura del canal de comunicación. Hay fórmulas para comenzar la comunicación: Buenos días; para terminarla: Hasta luego; para interrumpirla: Perdón, y por último para continuar una conversación: Como le decía…

Debemos aclarar que un mensaje corriente mezcla todas las funciones; lo que ocurre es que se puede afirmar que un mensaje es predominantemente referencial o emotivo, etc. Es muy difícil encontrar situaciones ideales o puras que cumplan una sola función. De todas maneras, todo mensaje establece una suerte de jerarquía de funciones en que algunas son subsidiarias o accidentales, en tanto que otra se hace central o predominante. El lingüista estadounidense Dell Hymes, ha introducido una modificación al modelo de Jakobson. El punto de Hymes es que la noción de contexto se refiere tanto al tema o asunto tratado por un mensaje como a la situación o circunstancia concreta en que se da el mensaje. Así, Hymes propone una séptima función del lenguaje que él llama función situacional, y que se refiere al cuándo y dónde se efectúa la comunicación. El mismo Hymes sugiere una serie de preguntas para esclarecer un proceso de comunicación. De esta manera, el modelo de Jakobson se torna mucho más operacional. En efecto, ante cualquier situación comunicacional, podemos plantearnos las preguntas que sugiere Hymes para cada factor y función del lenguaje (Véase el cuadro resumen de la Figura Nº 12.

Pensemos en un caso concreto de comunicación como es la exhibición de una cinta cinematográfica. La secuencia de preguntas y respuesta podríamos resumirla de la manera siguiente:

  • ¿Quién lo dice?: El emisor es el que codifica el mensaje. En el caso de un film, el emisor es el director.

  • ¿A quién se lo dice?: El destinatario de una cinta es el público espectador.

  • ¿Cómo se lo dice?: Es lógico pensar que cada director posee rasgos estéticos que lo hacen único. Así, hay películas de Chaplin, Kubrick o Spielberg. Todo film tiene un montaje.

  • ¿De qué se está hablando?: Aquí tendríamos que dar cuenta del tema que aborda el film.

  • ¿En qué lengua lo dice?: El lenguaje cinematográfico es una semiótica compleja que emplea varios lenguajes (lenguaje teatral-escenográfico, lenguaje verbal, lenguaje no verbal, lenguajes implícitos pictóricos, lenguaje fotográfico y propiamente cinematográfico). En fin, los resumimos bajo la etiqueta de lenguaje cinematográfico.

  • ¿Lo dice por teléfono?: El cine establece contacto por la proyección luminosa de imágenes animadas.

  • ¿Cuándo y dónde lo dice?: Situación concreta. Sala 6 del Cinemark Plaza Oeste, una tarde de domingo, en invierno.

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Figura Nº 11

SEGUNDA PARTE:

Comunicacón y acción

IV. EL HABLA: LENGUAJE Y ACCIÓN

Como ha quedado muy claro, Ferdinand de Saussure estableció la distinción entre langue y parole; privilegiando en sus estudios la lengua. Es decir, el sistema de signos que conforma una institución social e histórica de naturaleza psíquica. El habla, en cambio, quedó relegada en el interés de la lingüística descriptiva. A tal punto que hasta hace poco, una lingüística del habla resultaba impensable. Como ya señalamos, el habla es la realización de este sistema de signos; es el empleo o uso concreto que hacen los individuos pertenecientes a una comunidad de habla. Ampliando nuestra ecuación anterior, podemos resumir la relación lengua-habla de la siguiente manera:

Lengua :

Sistema :

Paradigma :

Código

Habla

Proceso

Sintagma

Mensaje

Figura Nº 12

Para estudiar los fenómenos del habla, una fuente muy valiosa es la llamada filosofía analítica desarrollada por pensadores ingleses de la primera mitad del siglo XX. Ellos hablan desde la filosofía del lenguaje y, nos interesan por que se ocupan del uso concreto del lenguaje, el llamado lenguaje ordinario. La tesis central de estos filósofos es que el significado de un término está determinado por el uso. Es decir, el contexto determina el significado último de un término. Esto se sintetiza en el lema: Meaning is use, el significado es el uso. Existen por lo menos dos grandes versiones de la filosofía analítica inglesa; lo que se llama la corriente de Cambridge, de inspiración platónica, representada por Ludwig Wittgenstein. La otra, es la llamada Escuela de Oxford, de clara raigambre aristotélica, y cuyo exponente más célebre es John Austin.

1 Los juegos de lenguaje

Ludwig Wittgenstein (1889-1951) destaca por la profunda originalidad de su pensamiento. En este filósofo del lenguaje se reconoce dos momentos diferentes que corresponden a sus dos obras fundamentales. Un primer planteamiento expuesto en 1922 en su obra Tractatus Logico-Philosophicus y, más tarde, sus célebres Philosophische Untersuchungen, traducida como Investigaciones Filosóficas, aparecidas en 1953[36]

Si el Tractatus es la visión ordenada y lógica de los problemas del lenguaje en filosofía, las Investigaciones se presentan como un conjunto de notas no sistematizadas, cuyo tema fundamental es la relación entre la filosofía y el lenguaje. Lo singular de este pensador estriba en su concepción del lenguaje. Lo que llamamos lenguaje no constituye una unidad para Wittgenstein, sino que se trata de un conjunto de fenómenos emparentados entre sí, pero sin nada en común.

Vemos una complicada red de parecidos que se superponen. Parecidos a gran escala y de detalle. No puedo caracterizar mejor esos parecidos que con la expresión parecidos de familia[37]

El lenguaje, entonces, es el nombre que utilizamos para denominar un conjunto de usos, llamados por Wittgenstein juegos de lenguaje (Sprachspiel).Un juego de lenguaje está constituido por el proceso de uso de las palabras. Dichos juegos no sólo incluyen al lenguaje sino también las acciones entretejidas con él. Notemos que para Wittgenstein el significado de un término sólo emana del juego en que está inserto. Conocer un significado es conocer el papel que juega dicha palabra en nuestros juegos de lenguaje. Es decir, en el uso que hacemos de ella. Así, incorporar una palabra es darle, asignarle, un papel en nuestros juegos de lenguaje como medio de representación.

El conjunto de juegos de lenguaje compone una familia, y en principio, son incontables los juegos de lenguaje. El mismo autor propone entre otros ejemplos:

Dar órdenes y actuar siguiendo órdenes

Relatar un suceso

Hacer conjeturas sobre un suceso

Inventar una historia y leerla

Adivinar acertijos

Hacer un chiste, contarlo

Traducir de un lenguaje a otro

Suplicar, agradecer, maldecir, saludar, rezar[38]

Podemos ver que los ejemplos citados por el autor son, en efecto, muy diversos y muy difíciles de ordenar a primera vista. Para este filósofo, los juegos de lenguaje están íntimamente relacionados no sólo con la acción son con determinadas formas de vida. De este modo, el lenguaje en su uso queda definido como una actividad comunal. Un lenguaje privado, que fuese conocido solamente por quien habla, resulta imposible de ser concebido. El concepto de juego de lenguaje, aunque es descrito por el mismo autor como de bordes borrosos, presenta una profunda originalidad en la que todos coinciden y que nos obliga a pensar el lenguaje desde otras perspectivas[39]

Si bien las Investigaciones se presentan como un escrito fragmentario, podemos colegir -a partir de la analogía entre lenguaje y juego- que no existiría una esencia común al lenguaje o bien que ésta sería mínima.

Wittgenstein orienta todo su esfuerzo a demostrar que la mayor parte de los problemas filosóficos -acaso todos-, son pseudoproblemas que aparecen cuando el lenguaje sale de vacaciones. Con esto, Wittgenstein quiere significar que el filósofo utiliza muchos términos fuera de su contexto habitual, fuera de su uso corriente en el lenguaje ordinario. De tal manera que al plantear sus problemas, el especialista filósofo está abusando del lenguaje, forzando a los términos a decir lo que no dicen en el uso habitual que hacemos de ellos. Como señala Rafael Echeverria: "La solución de los problemas filosóficos depende, pues, del análisis y penetración en los abusos y malentendidos de la lógica del lenguaje, analizando el modo como éste ha sido violentado. Según Wittgenstein, la pregunta básica a este respecto es: ¿es éste un uso de tal término que corresponde al uso que se le confiere en el juego lingüístico que es su hogar natural?[40]

2. Los actos de habla

John Langshaw Austin (1911-1960), es quizás el mejor exponente de la llamada Escuela de Oxford[41]Nuevamente encontramos en este pensador un énfasis en el aspecto pragmático del lenguaje; en la relación entre los signos y el usuario o hablante. El universo del habla se manifiesta como actos de habla (también, llamados a veces, actos de lenguaje). De modo que hablar en una situación concreta de comunicación es realizar actos de habla.

Austin expone su teoría en un texto publicado de manera póstuma en 1962, formado por una compilación de una serie de conferencias del autor que llevan por título original How to Do Things with Words, traducido como Palabras y Acciones. Cómo Hacer Cosas con Palabras[42]Intentaremos resumir, muy esquemáticamente, las ideas de John Austin.

¿Qué ocurre cuando alguien dice algo? Austin afirma que es necesario distinguir por lo menos tres aspectos de la cuestión. Digamos que en realidad hay por lo menos tres actos que se realizan al decir algo:

  • El Acto de decirlo o Acto Locucionario

  • El Acto al decirlo o Acto Ilocucionario

  • El Acto que realizamos porque decimos algo o Acto Perlocucionario

El Acto Locucionario es el acto de decir algo. Esto significa que todo acto locucionario supone la emisión de sonidos con una cierta entonación y una acentuación propia. Esto es, un acto fonético. Es indudable, además, que junto con el acto fonético, emitimos sonidos que están codificados, que pertenecen a un léxico y se combinan según una gramática. En suma, se trata de signos susceptibles de ser comunicados y eventualmente, capaces de establecer un nexo con otro. A este acto lo llama Austin, un acto fático. Por último, todo acto locucionario en la medida que emite sonidos y pone términos que poseen significado, puede -y generalmente lo hace- referir ciertas realidades del mundo. Es decir, pueden designar un referente; a este acto lo llama nuestro autor acto rético.

Al hablar, al decir, llevamos a cabo inmediatamente estos tres tipos de actos, que en conjunto denominamos acto locucionario. Pero, el asunto no es tan sencillo para Austin. El acto locucionario permite transmitir ciertos contenidos proposicionales, pero acontece que el receptor es capaz no sólo de decodificar el mensajes sino que, además, es capaz de comprender el propósito que dicho mensaje se propone. Así, es capaz de discriminar si se trata de una pregunta, de una orden, un consejo o un insulto. Es decir, cuando decimos algo no sólo transmitimos contenidos proposicionales neutros sino que los envolvemos de una cierta fuerza ilocucionaria que contiene la pretensión de validez del enunciado. El acto de decir algo conlleva el acto que realizamos al decirlo. Todo acto de habla es locucionario e ilocucionario al mismo tiempo. Como señala Searle: "When a proposition is expressed, it is always expressed in the performance of an illocutionary act"[43].

Además, existe una dimensión perlocucionaria del acto del lenguaje; pues es posible que a partir de un acto de habla se genere un evento en la realidad. La dimensión perlocucionaria está dada por las consecuencias que puede tener un acto de habla en el mundo. Notemos que entre la dimensión locucionaria y la perlocucionaria existe una conexión causal. En tanto que, la relación entre el acto locucionario y el acto ilocucionario es de tipo convencional. Aclaremos que al hablar realizamos un acto locucionario que al mismo tiempo es ilocucinario y – potencialmente – perlocucionario. Austin disocia esta realidad del habla con fines puramente analíticos.

Hablar, por tanto, es emitir ciertos contenidos proposicionales (P). Los que van asociados a una determinada fuerza ilocucionaria (F) que establece la validez del enunciado, su propósito, etc. Por último, lo que decimos puede tener consecuencias sobre nuestro entorno o realidad ® . Todo acto de habla, entonces, posee una estructura básica del tipo:

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Figura Nº 13

Ya dijimos que toda expresión posee una dimensión ilocucionaria, aunque a veces no sea explícita. Imaginemos, por ejemplo, a un cirujano que en el quirófano dice: Pinzas, resulta evidente que se trata de una solicitud o una orden dirigida a su ayudante. En este caso, la fuerza ilocucionaria emana del contexto o situación comunicacional.

Si todo acto de habla supone un acto complejo de tipo ilocucionario: ¿es posible establecer una tipología entre los diversos actos de habla? La pregunta nos hace recordar aquella afirmación de los primeros lingüistas que veían imposible una lingüística del habla, pues esa es la pregunta de fondo: ¿es posible caracterizar este universo, en apariencia tan caótico, del habla?

Varios autores han intentado ordenar este mundo del habla, proponiendo diversos criterios para elaborar una taxonomía de los actos de habla ilocucionarios. Entre ellos, destacan principalmente dos: John Searle y Jürgen Habermas. Cada cual, desde supuestos diferentes, llega a establecer una conceptualización básica respecto de los fenómenos del habla. No está demás insistir en la importancia de este tipo de estudios, ya que ellos nos ponen en relación con el uso concreto del lenguaje en diversas situaciones. Esto tiene un impacto enorme en el desarrollo de otras áreas o ciencias. Pensemos, por ejemplo, la tremenda utilidad que representan estos avances en psicología o psiquiatría. Lo mismo se puede decir de la sociología, la administración de empresas, la publicidad, la propaganda política o las relaciones públicas. Se advierte el vasto campo que se abre ante los fenómenos comunicacionales.

3. Taxonomía de los actos ilocucioanrios

John R. Searle ha desarrollado en Berkeley, California, toda una tipología de los actos ilocucionarios. Podemos decir que este autor parte de las premisas de Austin, pero de un modo crítico y avanza hacia su nueva proposición. El punto de partida de Searle es que cuando hablamos, cuando realizamos actos de habla, nos estamos comprometiendo a un comportamiento gobernado por ciertas reglas:

The hypothesis of this work is that speaking a language is engaging in a rule-governed form of behavior. To put it more briskly, talking is performing acts according to rules[44]

Searle distingue dos tipos de reglas. Las llamadas reglas constitutivas en que la existencia de la actividad depende de las reglas que lo instaura. Pensemos en las reglas del ajedrez o del fútbol. En este caso, las reglas toman la forma: X counts as Y in context C. Es decir, X será equivalente a Y en un contexto C. Así por ejemplo, tomar la pelota con la mano en el campo de juego será una falta grave o penalty si se realiza cerca del arco. Por otro lado, están las llamadas reglas regulativas en que la actividad que regulan preexiste a la regla misma. Por ejemplo, las normas de la etiqueta. Es evidente que podemos alimentarnos sin utilizar en absoluto dichas normas sociales. La forma de una regla regulativa es: If Y do X. Si se da el caso Y, compórtese X. Si considera terminados platos, ponga el servicio a las 6:30 para que el mozo lo retire de la mesa.

Los actos de habla están instituidos por reglas constitutivas que instauran y regulan los comportamientos del hablante. Estas reglas, inherentes a cada idioma, comprometen al hablante lingüísticamente con el enunciado que profiere. El compromiso del hablante es de naturaleza lingüística y no sicológica. Se trata de dispositivos previstos e instituidos en el uso mismo del lenguaje.

Hasta aquí hemos señalado que todo contenido proposicional P va, inevitablemente, acompañado de una cierta fuerza ilocucionaria. Searle va a intentar descomponer esta fuerza, utilizando para ello tres criterios básicos[45]

El primer criterio que utiliza Searle para su taxonomía lo llama Illocutionary point, punto ilocucionario: esto quiere decir que todo acto de habla posee un propósito implícito. Así, por ejemplo, las aserciones tienen el propósito evidente de quiere representar una realidad: Está lloviendo. En cambio, una orden está destinada -tiene el propósito claro- de incitar al oyente a la ejecución de una acción: Cierra la puerta. Lo mismo, una promesa tiene el propósito de comprometer al hablante con una acción en el futuro.

El segundo criterio considerado por nuestro autor apunta a la relación entre las palabras y el mundo. Se trata de una cierta dirección de adecuación (direction of fit) entre lo que se dice y la realidad a la que se alude. Por ejemplo, al afirmar que está lloviendo, nuestro enunciado, nuestro acto de habla quiere adecuarse o ajustarse a la realidad del mundo. Así, la adecuación de las aserciones es palabra-mundo. Mientras que una orden, las palabras no dan cuenta de una realidad del mundo. Más bien, es el mundo el que debe adecuarse, eventualmente, a las palabras.

El tercer criterio de Searle es lo que llama sincerity condition o condición de sinceridad. Este criterio se refiere a la relación del hablante con lo que predica. Como dijimos, tal relación es lingüística y no sicológica. Por ejemplo, si damos una orden, subyace el supuesto de que -en efecto- deseamos o queremos que el oyente ejecute una acción A. Por lo tanto, la condición de sinceridad implícita en los actos de habla llamados órdenes, es el desear o querer.

Con estos tres criterios básicos, Searle va a delimitar cinco categorías de actos de habla. Aclaremos que los tres criterios señalados son sólo algunos de los que nuestro autor plantea. De hecho, elige tres de una docena de criterios dignos de considerarse. No discutiremos los otros criterios, salvo cuando sea absolutamente necesario mencionarlos, como es el caso de ciertos actos de habla que requieren instituciones extra-lingüísticas para ser realizados, que revisaremos de inmediato en los actos de habla declarativos.

Utilizaremos en términos didácticos las fórmulas que propone Searle para cada tipo de acto de habla, manteniendo la misma notación en inglés que él utiliza.

  • 31 Actos de habla representativos

Este tipo de actos de habla está constituido, para Searle, por aquellos actos en que afirmamos que es el caso, es decir, nuestro punto ilocucionario es la representación de la realidad. Nuestro discurso, en este tipo de actos de habla, pretende adecuar nuestras palabras a la realidad descrita. La condición de sinceridad implícita es que el hablante cree en el contenido proposicional que enuncia. Reconocemos este tipo de actos de habla porque podemos decir de ellos que son verdaderos o falsos. Por ejemplo, las aserciones, testimonios, descripciones y explicaciones, conclusiones, deducciones, etc. La fórmula que utiliza nuestro filósofo, queda representada por el signo, que significa es el caso, la flecha hacia abajo indica la adecuación palabra mundo ( ), y la condición de sinceridad es creer (en inglés belief: B); todo lo anterior en relación con un determinado contenido proposicional P. Así obtenemos:

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Figura Nº 14

Tenemos a modo de ejemplo el siguiente contenido proposicional P: El lápiz está sobre la mesa. Este contenido lleva implícito lo siguiente: Es el caso que lo que digo se adecua a la realidad del mundo y creo que: El lápiz está sobre la mesa.

3.2 Actos de habla directivos

Los actos de habla directivos son aquellos en que el hablante quiere conseguir del oyente la realización de una acción futura. El punto ilocucioanrio es el intento del hablante por obtener una determinada conducta-respuesta del oyente. Esto se simboliza con una señal de exclamación (!). La dirección de adecuación se establece desde una acción (el mundo) hacia un contenido proferido pro el hablante (la palabra). De manera que la flecha se presenta a la inversa que en los actos representativos. La condición de sinceridad implícita en este tipo de actos de habla, es que el hablante desea efectivamente la acción que solicita del oyente. Consideremos, finalmente que, sea cual fuere la forma particular que adquiera el acto de habla directivo (pregunta, solicitud, orden, petición, consejo, sugerencia, etc). El contenido proposicional presenta la estructura arquetípica según la cual un oyente H debe realizar una acción A. La fórmula de Searle es:

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Figura Nº 15

La condición de sinceridad, querer (to want o to wish: W) invita u obliga a un oyente H (hearer: H) a que haga la acción A. Nótese que los actos de habla directivos, a diferencia de los representativos, están orientados claramente a la acción.

3.3 Actos de habla comisivos

El término comisivo alude a un compromiso que realiza el hablante (speaker: S) con la ejecución de una acción futura A. De hecho, la palabra comisivo se deriva del inglés to commit, comprometerse. Cuando un hablante promete, jura o declara enfáticamente, lo que hace es comprometerse a sí mismo respecto a una acción que llevará a cabo. Por ejemplo, Dejaré de fumar. Nuevamente notamos que se trata de actos de habla orientados a la acción. Así, la dirección de adecuación depende de un acción en el mundo, luego, la flecha (al igual que en los actos de habla directivos) toma la dirección mundo-palabra. El punto ilocucionario no es otro que la promesa misma: Yo me comprometo a… La condición de sinceridad subyacente es que el hablante tiene la intención (intention: I) de cumplir con la acción a la que se compromete. Según ya dijimos, hablar es comprometerse a un comportamiento. Ahora, en los actos de habla comisivos, se trata de un compromiso que asume el hablante explícitamente respecto de una acción concreta y determinada.

La fórmula general de este tipo de actos de habla es la siguiente:

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Figura Nº 16

En los actos de habla directivos, el que se compromete es el oyente. En los actos de habla comisivos, el que se compromete es el hablante. No obstante, ambos actos de habla coinciden en su orientación hacia la acción y en la preeminencia del mundo en la adecuación entre la palabra y la realidad.

3.4 Actos de habla expresivos

El punto ilocucionario de esta clase de actos de habla es la expresión o de un determinado estado sicológico, especificado en la condición de sinceridad. El estado sicológico, se deriva -obviamente- del asunto tratado en el contenido proposicional y que toma la forma de un atributo o propiedad que se asocia al hablante o al oyente: estar triste, estar alegre, etc. Si damos las gracias a alguien por algo, estamos expresando un estado de satisfacción. Nótese que en este tipo de acto de habla la dirección de adecuación palabra-mundo carece de sentido. Esto es así porque los actos de habla expresivos no encuentran su validez en el mundo objetivo (como en el caso de los actos de habla representativos, directivos y comisivos). Todo enunciado que constituya un acto de habla expresivo encuentra su validez en el mundo subjetivo inherente al sujeto. Así, en los actos de habla expresivo presuponemos la verdad de lo expresado. Al estoy triste del hablante podemos atribuirle un estado anímico al oyente. Por ejemplo, Mi más sentido pésame, es decir, Estoy triste porque tú estás triste. La fórmula general de Searle para esta clase de actos de habla es:

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Figura Nº 17

3.5 Actos de habla declarativos

Lo característico de este tipo de actos de habla radica en que requiere instituciones extralingüísticas para legitimarse. Esto significa que la validez de cierto tipo de actos de habla no se encuentra ni en el mundo objetivo ni en el mundo subjetivo, sino que en el mundo social. Pensemos en la expresión los declaro marido y mujer; es indudable que para que dicho enunciado posea efectividad y validez debe ser proferido por alguien que esté investido de la autoridad para hacerlo. Sólo un pastor o un sacerdote puede administrar legítimamente el sacramento del matrimonio. Notemos que, por un lado, el mundo debe legitimar el acto de habla, pero por otro, el sacerdote debe pronunciar -efectivamente- las palabras que se requieren. En suma, hay una doble dependencia de los actos declarativos. En cuanto a la condición de sinceridad, ésta no se requiere, ya que el sujeto se convierte en portavoz de una orden social (político, religioso, moral, etc.). Por esto, los actos de habla declarativos no suponen ninguna condición de sinceridad. El nexo entre el sujeto y lo que enuncia está prescrito en reglas -constitutivas y regulativas- del orden social. Por lo tanto, poseen la fuerza coercitiva para imponerse. Este es el caso de las leyes, los reglamentos de todo tipo, los códigos éticos y religiosos. En una palabra: los actos de habla declarativos son aquellos que se acatan.

La fórmula que propone Searle es:

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Figura Nº 18

Notemos que para Austin, los actos locucioanrio e ilocucionario son propiamente lingüísticos, en tanto que el acto perlocucionario es la consecuencia en la realidad y por lo tanto, se tata de algo ajeno a la lingüística. Como señala Malcolm Coulthard:

Basically an illocutionary act is a linguistic act performed in uttering certain words in a given context, while a perlocutionary act is a non-linguistic act performed as a consequence of performing the locutionary and the illocutionary acts[46]

En síntesis, hemos visto que tanto para Wittgenstein como para Austin y Searle, el problema del lenguaje se sitúa en el plano del habla, es decir, del uso. Desde esta perspectiva pragmática, los enunciados pueden ser vistos como jugadas hechas en un juego, o bien como actos que se desarrollan según ciertas reglas y que se asocian a determinados comportamientos. Para Wittgenstein, el lenguaje es el espacio de una lucha (agon), así la antigua idea de una agonística vuelve al pensamiento contemporáneo. Austin y Searle ven en los actos de habla las unidades mínimas de base de la comunicación lingüística. Por último, es necesario advertir que tanto los actos de habla como los juegos de lenguaje se inscriben en un contexto más amplio, cual es el problema de la acción.

V. LA ACCIÓN COMUNICATIVA

4.1 El problema de la acción

Jürgen Habermas, en su extensa obra titulada Teoría de la Acción Comunicativa,[47] revisa el problema de la racionalidad de la acción social desde Max Weber a Talcott Parsons, proponiendo una nueva visión cuyo fundamento no es otro que la comunicación.

Habermas pertenece a la tradición de la llamada teoría crítica[48]corriente intelectual fructífera iniciada por Max Horkheimer en Frankfurt, durante los años veinte. Otros miembros destacados fueron Theodor Adorno, Walter Benjamin, Henry Marcuse y Eric Fromm, por mencionar algunos.

La tesis habermasiana toma como punto de partida la tipología de la acción de Weber, haciendo de ella una versión no oficial. Esta versión divide las acciones en dos grandes grupos: por una parte, aquellas que se coordinan mediante tramas de intereses, y por otra parte, las que se coordinan mediante acuerdo normativo.

Tipología de la Acción (M. Weber)

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Figura Nº 19

La dicotomía de Max Weber se va a transformar en Habermas en acciones estratégicas y acciones comunicativas, o si se prefiere, acciones orientadas al éxito y acciones orientadas al entendimiento. La noción de éxito queda definida en los siguientes términos:El éxito viene definido como la efectuación en el mundo del estado de cosas deseado que en una situación dada puede ser generado causalmente mediante acción y omisión calculadas[49]

Tipos de Acción (J. Habermas)

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Figura Nº 20

Las acciones humanas orientadas hacia el éxito tienen como medios, lo económico (la riqueza) y lo político (el poder). En cambio, las acciones orientadas hacia el entendimiento se realizan a través de actos de habla. De este modo, la concepción habermasiana de lo social se fundamenta, precisamente, en la intersubjetividad lingüística. Habermas va a distinguir, entonces, los siguientes tipos de acciones:

  • Acciones instrumentales: este tipo de actividad está orientada al éxito, pero, desde la perspectiva de la observancia de reglas de acción técnicas. Las acciones instrumentales se evalúan por la eficacia en la intervención en un estado de cosas o sucesos. En este sentido, se trata de una acción no social.

  • Acciones estratégicas: son aquellas acciones orientadas al éxito, pero consideradas como la observancia de reglas de elección racional que influyen sobre un interactuante racional. A diferencia de las acciones instrumentales, éstas son sociales.

  • Acciones comunicativas: este tipo de acción no busca influir en las decisiones de un oponente, sino que busca el entendimiento para interpretar juntos una situación y coordinar planes de acción.

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Figura Nº 21

Conviene aclarar que los llamados efectos perlocucionarios, como los llama Austin, deben entenderse como casos especiales de interacciones estratégicas. Por el contrario, las acciones comunicativas persiguen solamente fines ilocucionarios:

Cuento pues, como acción comunicativa aquellas interacciones mediadas lingüísticamente en que todos los participantes persiguen con sus actos de habla fines ilocucionarios y sólo fines ilocucionarios. Las interacciones, en cambio, en que a lo menos uno de los participantes pretende con sus actos de habla provocar efectos perlocucionarios en su interlocutor, las considero como acción estratégica mediada lingüísticamente[50]

4.2 Adecuación al mundo

Habermas va a caracterizar las relaciones entre la acción y el mundo, utilizando los conceptos de Karl Popper y Jarvie, para quienes la realidad del mundo se escinde en tres universos distintos, a saber:

Mundo Objetivo: universo de objetos y estados físicos.

Mundo Social: universo regulado por normas que rigen los

comportamientos

Mundo Subjetivo: universo de los sentimientos, deseos y actitudes

íntimas de un sujeto.

Para Habermas, la existencia de estos tres mundo no debe confundirse con el mundo de la vida, que es una estructura cosmovisiva que será analizada más adelante.

Utilizando esta teorías de los tres mundos, Habermas propone la siguiente taxonomía de las acciones:

  • Acción Teleológica: es la acción en la cual un actor realiza un fin, decidiendo entre varias alternativas de acción para producir un estado de cosas deseado. Se trata de acciones no sociales en sí mismas, aunque pueden estar asociadas a acciones sociales. La acción teleológica se orienta hacia el éxito y se relaciona con el mundo objetivo en el que se busca la eficacia. Estas acciones no suponen mediación lingüística.

  • Acción Estratégica: son aquellas acciones que buscan influir sobre un oponente. Están mediadas lingüísticamente a través de actos de habla como los directivos, pues suponen imperativos y perlocuciones. Su pretensión de validez es el éxito en un mundo objetivo. Aquí debemos distinguir dos casos: las acciones abiertamente estratégicas y acciones estratégicas encubiertas. Entre éstas últimas es preciso señalar la manipulación, cuando el engaño es consciente, y comunicación distorsionada, cuando el engaño es inconsciente.

  • Acción Regulada por Normas: en este caso, la acción se orienta al entendimiento (acción comunicativa). El actor tiende al cumplimiento de normas, valores comunes d eun grupo social que rige el comportamiento. Este tipo de acción se inscribe en el mundo social y su acto de habla característico es declarativo. Su pretensión de validez es la legitimidad o rectitud respecto del marco normativo que determina las relaciones interpersonales.

  • Acción Dramatúrgica: el actor se autoescenifica, generando una imagen de sí mismo, a través de actos de habla expresivos. Como acción está orientada al entendimiento (acción comunicativa) y su pretensión de validez es la veracidad o sinceridad de lo expresado. Obviamente, este tipo de acción se da en el mundo subjetivo

  • Conversación: es la representación de un estado de cosas mediante los actos de habla representativos. Es una acción orientada al entendimiento (acción comunicativa) cuya pretensión de validez es la verdad. En este caso, se apunta hacia el mundo objetivo, pero como representación.

Dado un acto de habla de la forma F (P), la componente ilocucionaria F indica la pretensión de validez del enunciado. En este sentido, lo ilocucionario funciona como un here by que se puede traducir como por la presente. Así, cada vez que expresamos algo, lo envolvemos de la pretensión de validez que reclama el contenido proposicional.

El mundo de la vida

Para actuar comunicativamente, tanto el hablante como el oyente deben estar familiarizados con un cierto saber cosmovisivo que opera en al cotidianeidad. Se trata de un conjunto de convicciones o suposiciones que damos por descontado. A este saber lo llama Habermas, utilizando la denominación de la fenomenología de Edmund Husserl (1859-1938). También se le ha llamado trasfondo de obviedad a esta estructura subyacente que permite la comunicación. Entre sus característica señalemos:

  • Se trata de un saber aproblemático

  • Se trata de un saber implícito

  • Se trata de un saber holísticamente estructurado

Este trasfondo prerreflexivo se nos presenta como una autoevidencia. Este fundamento último no es verdadero ni falso. Más bien, es un saber que sirve de fundamente a lo que tenemos por verdadero. Este trasfondo emerge solamente cuando se lo problematiza. De hecho, el mundo de la vida permite que no existan situaciones absolutamente desconocidas. El mundo de la vida (Lebenswelt) es el espacio que posibilita el entendimiento entre un hablante y un oyente. Podemos resumir con Habermas:

El mundo de la vida constituye una red intuitivamente presente y por tanto familiar y transparente y, sin embargo, a la vez inabarcable, de presuposiciones que han de cumplirse par que la emisión que se hace pueda tener sentido, es decir, para que pueda ser válida[51]

En términos de una experiencia concreta, el trasfondo de lo obvio nos lleva a pensar, de modo natural, que el mundo que conocemos seguirá siendo más o menos el mismo. A esto podemos llamarlo y así sigue. No sólo eso, si es verdad que el mundo es constante, entonces, una acción llevada a cabo con éxito puede realizarse una vez más: puedo hacerlo siempre otra vez. Tal es el suelo seguro que pisamos. En la práctica, un hablante y un oyente incorporan el espacio y el tiempo como obviedades; así son capaces de datar y localizar sus emisiones en el espacio social y el tiempo histórico. De este modo, es posible describir hechos o sucesos mediante relatos o cuentos tenidos por verdaderos.

El entendimiento ordinario o de sentido común posee un marcado carácter contextual, según ha sido planteado por llamada etnometodología[52]La categoría de mundo de la vida es distinta al de los tres mundos descritos anteriormente:

La categoría de mundo de la vida tiene un status distinto que los conceptos formales de mundo de que habíamos hablado hasta aquí. Estos constituyen, junto con las pretensiones de validez susceptibles de crítica, el armazón categorial que sirve para clasificar en el mundo de la vida, ya interpretado en cuanto a sus contenidos, situaciones problemáticas, es decir, situaciones necesitadas de acuerdo[53]

Los diversos mundos mencionados califican los posibles referentes (normativo, subjetivo u objetivo). En cambio, el mundo de la vida fija las normas de intersubjetividad del entendimiento posible.

Esto nos lleva a definir una situación como un fragmento del mundo de la vida delimitado respecto de un tema. El tema está en relación con intereses y fines de acción. Es un ámbito de relevancia.

Acción y saber

Desde la perspectiva de una pragmática formal, Habermas intenta establecer una relación entre el tipo de acción y la forma de saber materializado a través de dicha acción. De este modo, propone lo siguiente:

  • Acción Teleológica (instrumental y estratégica): este tipo de acción se materializa en un saber utilizable que se acumula como tecnologías y estrategias, en un discurso teórico.

  • Acción Comunicativa (conversación): en este tipo de acciones se da un saber teórico-empírico que se transmite mediante teorías y que adquiere la forma de discurso teórico.

  • Acción Regulada por Normas: este tipo de acción se encarna en un saber práctico-moral. En este sentido es un discurso práctico que se transmite como representaciones morales y jurídicas.

  • Acción Dramatúrgica: en este caso, estamos ante un saber práctico-estético, que se transmite a través de las obras de arte y cuya forma de argumentación es la crítica.

En este punto, afirma Habermas, quedaría superada la teoría de Weber, ya que no sólo considera la racionalidad con respecto a fines, sino otros casos:

Pero la principal ventaja que la pragmática formal ofrece en nuestro contexto es que con los tipos puros de interacción lingüísticamente mediada pone de relieve precisamente aquellos aspectos bajo los que las acciones sociales materializan o encarnan diversas clases de saber. La teoría de la acción comunicativa puede resarcir las debilidades que hemos descubierto en la teoría weberiana de la acción, pues no se empecina en la racionalidad con arreglo a fines como único aspecto bajo el que las acciones pueden criticarse y corregirse[54]

La Acción Comunicativa extiende el análisis de la acción a toda la gama de acciones, abriendo la posibilidad de aprehender los procesos de racionalización social en toda su amplitud.

La Figura Nº 4 es una representación gráfica que propone Habermas en la que se observa al mundo de la vida como constitutivo del entendimiento como tal, en tanto que los otros mundos son un sistema de referencia sobre el que el entendimiento es posible. La figura supone dos actores (A1 y A2) que emiten actos comunicativos (AC1 y AC2) respecto de diversos mundos. La doble flecha indica las relaciones que mediante sus actos comunicativos los actores entablen con el mundo

Mundo de la Vida

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Figura Nº 22

Cuadro sinóptico de la Acción Comunicativa (J. Habermas)

Acción

Tipo de Acción

Acto de Habla

Mundo en que se define

Pretensión de validez

Tipo de saber

Acción no Social

No lingüística instrumental

No lingüístico

Mundo objetivo

Eficacia

Técnicas

Acción social teleológica

Perlocuciones

F(P) — R

Mundo objetivo

Eficacia

Técnicas y estrategias

Acción estratégica

Abierta

Encubierta: manipulación, distorsión

Directivos

Comisivos

Mundo Objetivo

Acción

Eficacia

Técnicas y estrategias

Acción social comunicativa

Actos ilocucionarios

F(P)

Conversación

Acción comunicativa

Representativo

Mundo objetivo

Representación

Verdad

Saber teórico:

Ciencia

Acción dramatúrgica

Acción comunicativa

Expresivo

Mundo subjetivo

Sinceridad

Arte

Acción regulada por normas

Acción comunicativa

Declarativo

Mundo social

Rectitud

Saber ético y jurídico

Figura Nº 23

TERCERA PARTE:

Semióticas complejas

VI. SEMIÓTICA DEL TEXTO

1 Lingüística del texto

Desde un punto de vista estrictamente lingüístico; la unidad de mayor complejidad es la frase. Como afirma Barthes: "en la lingüística no podría, pues, darse un objeto superior a la frase, porque más allá de la frase, nunca hay más que otras frases"[55]. Sin embargo, basta examinar cualquier texto -literario, político o periodístico – , para advertir de inmediato que el texto o discurso no es sólo una adición de frases.

Los estudios textuales han dado origen a una verdadera revolución en el ámbito de las ciencias del lenguaje[56]En general, existen dos orientaciones básicas en los estudios de lingüística textual: la llamada tendencia proporcional, y la llamada tendencia dinámica. Ambas corrientes se distinguen, justamente, en el contexto de texto es una suma de frases con ciertas condiciones específicas de coherencia. No hay diferencia radical entre frase y texto; por lo tanto, la lingüística del texto es una ampliación a un nuevo nivel de la lingüística ya existente.

La segunda tendencia que hemos llamado dinámica, parte del supuesto que entre frase y texto existe una discontinuidad radical; se trata de dos realidades cualitativamente distintas. El texto es concebido como una unidad sui generis[57]que no puede ser definido como un conjunto de frases. En los hechos, el texto es: "… la unidad mínima de la comunicación[58]Nótese este énfasis comunicacional en el texto; la unidad texto no pertenece a la lengua sino – en tanto valor comunicativo – al lenguaje, de allí la importancia de los factores pragmáticos en el texto.

La noción de texto no se sitúa en el mismo plano que la de la frase ( o la proposición, el sintagma, etc.); en este sentido, el texto debe distinguirse del parágrafo, unidad tipográfica de varias frases. El texto puede coincidir con una frase o con un libro entero: se define por su autonomía y por su clausura… constituye un sistema que no debe identificarse con el sistema lingüístico… [59]

La lingüística textual dinámica reconoce la singularidad de su objeto, en tanto unidad de comunicación autónoma y cerrada. En otros términos, se puede afirmar que, el texto es un sistema connotativo ya que se construye sobre un sistema de significación primero, el sistema lengua.

Los antecedentes de la lingüística textual – que preferimos denominar ampliamente: semiótica textual – son básicamente tres; la pragmática y la sociolingüística, en cuanto se han ocupado del uso del lenguaje a través de actos de habla, la filosofía del lenguaje y la lógica en tanto se han dedicado al problema del sentido y la coherencia, y por último, la llamada gramática de textos que lleva adelante Teun Van Dijk[60]

Según Van Dijk, todo texto puede ser dividido en dos niveles de complejidad; las microestructuras lingüísticas (sintácticas, semánticas y pragmáticas) y, al mismo tiempo; contiene macroestructuras (sintácticas, semánticas, pragmáticas).

El nivel sintáctico estructural es el ordenamiento peculiar que muestra un texto concreto; el nivel semántico está dado por la isotopía o coherencia semántica del texto. Por último, el nivel pragmático, concibe el texto como un macroacto de habla. Como afirma Van Dijk:

Un macroacto de habla es un acto de habla que resulta de la realización de una secuencia de actos de habla linealmente conectados[61]

La noción de macroacto de habla es particularmente interesante, pues, sitúa el texto – mensaje en su dimensión comunicacional. Imaginemos una carta, una solicitud; encontraremos en ella una serie de actos de habla conectados entre sí, pero la carta o solicitud funcionará como un todo, definiendo de este modo un macroacto de habla. Un discurso posee funciones globales, tanto semánticas como pragmáticas, que permiten comunicar un sentido global. Así, la solicitud funcionará como un acto directivo que quiere que el oyente/lector haga una acción A. Como señala nuestro autor:

Nótese que el macroacto de habla tiene varias funciones: conversacionales, interaccionales y cognoscitivas. Primero, organiza y reduce los respectivos actos de habla individual del texto. Segundo, hace posible que el hablante haga un plan global pragmático para su discurso que determinará el tipo de acto de habla global que decida realizar. Independientemente de los detalles locales de la conversación… Y tercero, el oyente comprende pronto, a través de las actitudes preparatorias del hablante, cuál acto de habla global se está realizando…[62]

Además, Van Dijk propone el nombre de superestructura para denominar la forma global del discurso, que define las relaciones jerárquicas entre sus diferentes fragmentos. Esta estructura esquemática global permitiría diferenciar diversos tipos de textos, según la forma que presentan.

Examinaremos ahora algunos elementos dignos de considerarse en el análisis de textos.

2. La Proyección Semántica

Todo texto posee una doble estructura; así, existirá una microestructura semántica y una macroestructura semántica. La primera estará construida por microproposiciones que se relacionan unas con otras; pero que, finalmente, nos darán un todo: un tema.

El texto, más allá de las microestructuras que lo componen, se presenta como una unidad comunicativa con una cierta alusividad, un aboutness. Según Van Dijk, la relación entre los dos niveles semánticos del texto se produce por un fenómeno que se llama proyección semántica o mapping. El mapping depende de ciertas macrorreglas. Como explica nuestro teórico:

…el vínculo entre microestructura y macroestructura debe ser una relación particular entre dos secuencias de proposiciones, es decir, en términos técnicos, una proyección semántica (mapping). Las reglas de la proyección semántica se llamarán de aquí en adelante, macrorreglas[63]

Las macrorreglas son aquellas operaciones o procedimientos que nos permiten derivar el tema o asunto de un texto a partir de las secuencias proposicionales fundamentales:

  • Supresión: Dada una secuencia de proposiciones, se suprimen de aquellas que no sean presuposiciones de las proposiciones subsiguientes.

  • Generalización: Dada una secuencia de proposiciones, se hace una proposición que contenga un concepto derivado de los conceptos de la secuencia de proposiciones, de manera que, la proposición construida sustituye a la secuencia original.

  • Construcción: Dada una secuencia de proposiciones, se hace una proposición que denote el mismo hecho denotado por la totalidad de la secuencia de proposiciones, y se sustituye la secuencia original por la nueva proposición.

La primera macrorregla, alude al hecho de que el tema de un texto se deriva obviando los detalles, suprimiendo todo aquello que no resulte textualmente pertinente. La segunda regla dice relación con ciertos nombres o palabras que operan como superconjuntos o, si se quiere, superconceptos; capaces de resumir una secuencia de proposiciones. La tercera macrorregla se refiere a ciertas situaciones convencionales, en que el marco de conocimiento permite suprimir los detalles de una acción. Por ejemplo, una acción como ir – al – supermercado, funciona como un framework que no es necesario hacer explícito. Van Dijk propone el siguiente orden para la aplicación de las macrorreglas: construcción – supresión – generalización.

Las macrorreglas semánticas permiten la transformación de la información, evidenciando de este modo una o varias macroposiciones que dan cuenta del tema o asunto del texto.

3. La correferencia

Entre los muchos mecanismos lingüísticos que sirven para mantener una coherencia interna del texto, destaca la presencia de ciertos elementos que permanecen fijos, permitiendo una continuidad en el texto. Dichos elementos fijos refieren una misma realidad, constituyendo un eje temático textual. Ahora bien, la recurrencia de ciertos referentes no implica necesariamente la repetición de las mismas unidades léxicas, por el contrario se dan variaciones expresivas que designan el mismo referente. La correferencia es, precisamente, la continua referencia a un objeto desde todas las posibilidades expresivas.

Examinaremos a continuación los mecanismos de correferencia de uso más frecuente, especialmente en el lenguaje periodístico. El mecanismo de correferencia se da en un nivel textual; en este sentido, se trata de una hipersintaxis o sintaxis textual que se puede observar en el uso que se hace de la lengua.

Antes de iniciar cualquier análisis de correferencia es imprescindible distinguir dos tipos de unidades funcionales en un texto: los actores y los procesos[64]Se llama actor o participante a las unidades funcionales que representan personas, cosas o lugares y que intervienen en los procesos. Se llama proceso a las unidades funcionales que remiten a una acción, hecho, fenómeno o acontecimiento.

En un texto podemos establecer una red correferencial de los actores y otra de los procesos; distinguiendo de este modo los ejes temáticos sobre los que está estructurado el texto. Para esto, resulta indispensable segmentar el texto en unidades de sentido o enunciados que pueden coincidir con un párrafo o bien, seguir otro orden. En cada enunciado, separamos actores y procesos, los que disponemos en columnas para ponerlos en correlación con otros enunciados. Es bastante corriente que el primer enunciado establezca ya los ejes temáticos fundamentales que serán desarrollados ulteriormente.

Los mecanismos más corrientes para la correferencia son los siguientes:

  • Sustitución pronominal (SP): este es el mecanismo más sencillo y propiamente lingüístico para resolver el problema de la identidad referencial. De hecho se usa también a nivel oracional. Se sustituye el lexema que designa un referente por un pronombre pertinente. Así, Juan será él; María será ella, etc.

  • Repetición léxica total (RLT): consiste en utilizar el mismo significante en cada ocasión para referirse a un referente dado. Este recurso demuestra una pobreza estilística, por ende no es aconsejable al momento de redactar.

  • Repetición léxica parcial (RLP): estamos ante una RLP cuando se denomina algo mediante varios elementos léxicos y luego se utiliza uno de ellos para la correferencia. Por ejemplo: se inicia el discurso con Una manifestación de estudiantes… y luego se repite: la manifestación…

  • La cuasi-sinonimia (CS): la sinonimia perfecta no existe, por eso, es más concreto hablar de cuasi-sinonimia. Este recurso se basa en la utilización de términos que posean una clara identidad sémica; el mismo significado en la lengua. Esto nunca es absoluto; sin embargo, se evita la repetición formal y se mantiene una equivalencia semántica relativa. Por ejemplo, si nos referimos al Papa, podemos volver a designarlo como el Pontífice. Este mecanismo evidencia una mayor riqueza léxica y tiende a aumentar la calidad del estilo.

  • La paráfrasis o sinonimia construccional (P): esta modalidad de correferencia se basa también en la identidad sémica. Se vuelve sobre el primer término utilizado para ampliar el contenido sémico en una especie de explicación o definición implícita de la realidad referida. De manera que al Papa lo podemos definir como el Jefe de la Iglesia Católica.

  • La nominación descriptiva (ND): este mecanismo representa el más alto grado de libertad de que dispone un autor. Se utiliza la ND cuando destacamos ciertos atributos o cualidades inherentes al objeto referido. El objeto será identificado por un lector en la medida que comparta un marco de conocimiento del mundo con el autor. Por ejemplo, podemos denominar a Neruda como el poeta de Isla Negra. Sin lugar a dudas, la ND es la que ofrece las mayores posibilidades expresivas y estilísticas; por eso, su uso en el lenguaje periodístico es muy frecuente.

4. La lectura: texto y lector

Según el modelo de Jackobson, uno de los factores claves para hacer posible la comunicación entre un emisor y un receptor es un código compartido, aunque sea parcialmente. Aquí debemos introducir una nueva distinción, pues un receptor (pensemos en un lector) no sólo decodifica el texto lingüísticamente sino que además es capaz de otorgarle un sentido más amplio. Para que ello sea posible, se requiere de dos factores: por una parte, indiscutiblemente, un lector debe poseer el diccionario de la lengua; esto es, la competencia lingüística: hablar el idioma. Por otra parte, no obstante, se requiere de una enciclopedia, una competencia social y cultural que excede lo meramente lingüístico. Así, vamos descubriendo que lo que genéricamente se llama código, es algo más complejo y, lo correcto sería hablar de códigos y subcódigos[65]

Leer o actualizar un texto es hacerse cargo de su superficie lexemática y, eventualmente, enunciar una interpretación. Leer no es sólo decodificar en un nivel lingüístico, sino otorgarle un sentido al texto, es decir: construir una coherencia textual, una isotopía. En términos estrictos, un texto es un artificio sintáctico – semántico – pragmático[66]La interpretación del texto es parte de su proyecto generativo, está prevista por el autor. Frente a un texto, un lector utiliza su diccionario, las reglas de correferencia, los subcódigos estilísticos, retóricos a ideológicos, además de su enciclopedia, su conocimiento del mundo y la sociedad. Notemos que un texto presenta dos planos interpretativos: por un lado está lo que se dice, el tema o Topic textual; pero, por otro lado está lo que se quiere decir, el sentido que le otorgamos al texto: la isotopía. El Topic se reconoce, la isotopía se construye. Cuando Albert Camus nos relata en su novela La peste la historia de un pueblo argelino que es azotado por la peste bubónica; hace, en realidad, una referencia clara a los horribles padecimientos de los pueblos de Europa durante la segunda Guerra Mundial. El Topic de la novela de Camus es uno, las interpretaciones muchas; aunque no infinitas. Frente a un texto, existe la llamada lectura descriptiva o intrínseca que da cuenta del tema o Topic; y la llamada lectura productiva o extrínseca. Una lectura descriptiva puede ser objeto de varias lecturas productivas; este es el carácter recursivo de la lectura:

Le Parcours ainsi représenté a un caractère récursif ; i) l"interprétation intrinsèque peut faire l"objet de plusieurs interprétations extrinsèques ; ii) de même pour l"interprétation extrinsèque, qui peut être réinterprétée à son tour…[67]

Existen textos que se proponen pluri-isotópicos, es decir, textos que pueden ser leídos e interpretados de diversas maneras; se habla en esos casos de obras abiertas o textos plurales. Este tipo de textos es corriente en literatura, no así en ciencias y en periodismo, donde se tiende más bien a la univocidad textual.

Leer es enfrentar un texto sin la posibilidad de corregir nuestra percepción del texto; no es posible preguntar al autor qué significa tal o cuál cosa. Esta es la gran diferencia que existe entre la interacción diádica face-to-face y la lectura.

Según Wolfgang Iser, uno de los mas célebres estudiosos contemporáneos de la fenomenología de la lectura; ésta poseería un carácter virtual. Esto quiere decir que la lectura no se puede reducir a la realidad del texto, pero tampoco es posible reducirla a la subjetividad del lector. La lectura nace de la interacción texto-lector.

El texto regula la actividad del lector; lo estimula, lo guía. Esto es posible porque el texto presentaría ciertos gaps (vacíos) que el lector iría llenando con sus propias proyecciones ideacionales. De este modo, los gaps funcionarían como verdaderos pivotes o ejes que regulan la relación texto-lector. Como afirma Iser:

Whenever the reader bridges the gaps, communication begins. The gaps function as a kind of pivot on which the whole text- reader relationship revolves. Hence, the structured blanks of the text stimulate the process of ideation to be performed by the reader on terms set by the text[68]

Por último, debe tenerse presente que toda lectura es históricamente condicionada, de modo que leer El Quijote hoy, no tiene el mismo sentido que tenía en otros siglos; y sin duda, no será el mismo en el futuro. Cada época determina los límites de la lectura que podemos hacer de un texto. Esto es lo que, de algún modo, propone Borges en su cuento: Pierre Menard, autor del Quijote. Las obras permanecen verbalmente idénticas a sí mismas, pero el tiempo histórico determina la lectura productiva que podemos hacer de ellas.

VII CONDUCTAS NO VERBALES (CNV)

1 Cinésica y Proxémica

La semiótica, en tanto ciencia de los signos, se ocupa de todo cuanto pueda ser tenido por signo. Esto es, la semiótica estudia todo cuanto posea una significación para una comunidad. El lenguaje natural, las palabras, con toda la importancia que tiene, no agota, en absoluto, las posibilidades de significación humanas. Por ello, algunos filósofos han hablado del hombre como un animal simbólico[69]Pensemos, tan sólo en fenómenos tan diversos como los síntomas médicos, los sistemas musicales, los lenguajes formalizados de la lógica o el álgebra. En fin, pensemos en todo tipo de símbolos políticos y religiosos.

Desde el punto de vista de una teoría de la comunicación, nos interesa destacar un código auxiliar humano como es la gestualidad y las relaciones espaciales entre los interlocutores. Existen dos ramas de la semiótica que se ocupan, precisamente de estas cuestiones. En primer lugar, la cinésica, que estudia las actitudes (la gestualidad) y el movimiento como fenómeno de comunicación. En segundo lugar, la proxémica, que estudia el espacio y la distancia como hechos comunicativos. En general, hablaremos de todo tipo de comportamiento simbólico como de conductas no verbales (CNV).

La importancia del estudio de este tipo de comportamientos, es que muchas veces aparece asociado al lenguaje verbal, al que puede contradecir e incluso anular. La conducta no verbal, posee también una importancia indiscutible como lenguaje sustitutivo, como es el caso de los sordomudos.

En el marco de esta sucinta aproximación a las CNV, seguiremos muy de cerca los estudios de Ekman & Friesen[70]quienes han definido una CNV como: "cualquier manifestación de la conducta no verbal de una persona, esto es, todo movimiento o posición del rostro y/o del cuerpo"[71].

2. Criterios para una tipología

Ekman & Friesen proponen tres criterios básicos para elaborar una taxonomía de las CNV.

  • Uso

Al enfrentarnos a las CNV surgen de inmediato una serie de interrogantes respecto a las circunstancias en que se usa tal o cual gesto. Si acaso tiene alguna relación con el habla, etc. A este conjunto de factores los llamamos uso o circunstancias de emisión. Entre estas circunstancias, nuestros autores consideran:

  • Las condiciones externas: circunstancia concreta donde ocurre la CNV; oficina, hogar, individual o en grupo; en calma o en estados de ira, etc.

  • La relación con el habla: la CNV puede ser independiente del habla o bien, estar relacionada con el aspecto verbal.

  • La conciencia de la CNV: un individuo puede saber lo que está haciendo o bien, puede hacerlo de modo inconsciente.

  • La intencionalidad de la CNV: un sujeto puede hacer un uso deliberado o no de algún gesto. Este factor también resulta interesante para distinguir los tipos de CNV.

  • La retroalimentación externa: la CNV puede tener un feedback (retroalimentación) de parte del interlocutor. Es decir, se fina en la CNV y responde a ella, o bien, puede ser indiferente. En otras palabras, una CNV puede tener un feedback positivo o negativo.

  • El tipo de información: como una simplificación al máximo, podemos afirmar que la CNV transmite información cognitiva-fáctica o bien, emocional. Una tercera posibilidad es que la CNV no transmita ningún tipo de información.

  • Origen

Podemos diferenciar las diversas clases de conductas no verbales según su origen. Es decir, según el modo como ellas llegaron a ser parte del repertorio de un individuo. Básicamente, nuestros teóricos distinguen tres orígenes posibles:

  • La CNV puede estar inscrita en el patrimonio genético de la especie humana. Un reflejo, por ejemplo, corresponde a un patrón neurológico heredado.

  • La CNV puede pertenecer a la experiencia común de la especie. En este caso, nos encontramos con conductas universales que, no obstante, no son heredadas. Por ejemplo, la utilización de las manos para llevarse la comida a la boca.

  • La CNV puede ser, finalmente, adquirida a través del aprendizaje. Muchos comportamientos no verbales son, en efecto, aprendido en el proceso de socialización del sujeto. Pensemos en los gestos que los niños imitan de sus mayores.

  • Codificación

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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