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Migraciones a Europa: Entre la hipocresía y el complejo de culpa (página 3)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

Se destinarán 240 millones de euros adicionales del presupuesto de la UE al plan y los países recibirán 6.000 de euros por cada persona reubicada.

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Fuente: El País (27/5/15)

– Reino Unido y Francia preparan ya en la costa de Libia la operación contra las mafias (El Confidencial – 30/5/15)

La misión prevé la intervención en el país norteafricano una vez que el Consejo de Seguridad de la ONU dé su visto bueno, cosa que podría suceder en las próximas semanas

(Por Roberto Ballesteros)

El Reino Unido, Francia, Alemania e Italia ya están sobre el terreno. Cada uno de estos cuatro países ha desplegado al menos un barco en la costa de Libia con el fin de recabar información y preparar la zona para la operación militar que la Unión Europea lanzará a finales de junio contra las mafias de inmigrantes del país africano

Los cuatro países mantienen fuerzas en el área más sensible bajo diferentes coberturas comunitarias a la espera de que el Consejo de Seguridad de la ONU apoye el plan que le ha trasladado la alta representante para la Política Exterior Europea, Federica Mogherini, que tiene el objetivo de neutralizar a las mafias que trafican con inmigrantes en Libia y que utilizan para bloquear a las autoridades europeas.

El objetivo oficial de estos barcos no es la preparación de la operación, sino que cada uno está teóricamente realizando diferente tipo de labores, desde el salvamento y rescate humanitario a otras funciones, todas ellas dentro del marco cubierto por organismos de la Unión Europea.

La operación -denominada EUNAVFOR- comenzará previsiblemente a finales de junio y será liderada por el Reino Unido, país que más medios ha puesto al servicio de la misión, que pretende neutralizar a las mafias que tratan de colapsar las costas europeas con inmigrantes procedentes de Libia. De ahí que la operación tenga previsto desplegar tres estadios que se irán desarrollando por etapas.

El primero, según fuentes diplomáticas, será el patrullaje de la zona por parte de la UE; el segundo, el salvamento y rescate de los inmigrantes víctimas de las mencionadas mafias; el tercero, la intervención armada en las zonas sensibles "con todos los medios disponibles", que tendrá el objetivo de neutralizar a los delincuentes y acabar con cualquier amenaza migratoria.

En la práctica, la tercera fase conllevará destruir las pateras que puedan encontrarse en las costas libias y desembarcar en puntos estratégicos con el fin de proteger plataformas petrolíferas y otras zonas sensibles, explican las mismas fuentes.

En el Consejo de Seguridad de la ONU, por su parte, parece estar más cerca el consenso para aprobar la operación militar. Según las fuentes consultadas, únicamente Rusia faltaría por pronunciarse. El resto de países estaría dispuesto a apoyar la misión que tratará de hacer desaparecer a las mafias del norte de África.

Mogherini sigue trabajando, de hecho, para conseguir que ese consenso sea total en torno a la operación en las próximas semanas. En cualquier caso, la votación del Consejo de Seguridad de la ONU sería vinculante para la puesta en marcha del tercero de los estadios mencionados, el que conlleva la intervención armada sobre un país ajeno a la Unión Europea.

Fuentes comunitarias aseguran que la operación podría tener una duración de 14 meses desde el momento en el que se lance, además de un presupuesto que rondaría los 12 millones de euros. Por el momento, ya se han comprometido a participar en la ofensiva los mencionados Italia, Reino Unido, Francia y Alemania, a los que se sumaría previsiblemente España.

La amenaza migratoria o incluso bélica por parte de las mafias y los yihadistas que ocupan plazas en Libia, anunciada por El Confidencial, ha amenazado la costa sur de Europa durante los últimos meses y ha generado tensión entre los países comunitarios, episodio que sigue de cerca también Estados Unidos a través de sus socios británicos.

La opinión de los que "saben" (supuestamente)

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Los migrantes viajan en barcos mal preparados para el peligroso trayecto

– Emigrar en cayuco a Europa (Real Instituto Elcano – 9/5/13)

(Por Jordi Garreta Bochaca)

Tema: ¿Cuáles son causas de la emigración en pirogue o cayuco desde Senegal a España y cómo se lleva a cabo el viaje?

Resumen: Para una buena parte de la juventud de Senegal y de sus familias la emigración es la única vía de mejora económica. En ese contexto operan diferentes componentes de un negocio que hacen posible el viaje en pirogue o cayuco hacia un destino cada vez más incierto. A partir de entrevistas realizadas en Senegal y España el texto profundiza en las causas de la emigración por esta vía, mostrando sus sólidas motivaciones.

Análisis

Introducción

La evolución social y económica de Senegal ha creado una "tradición emigratoria", que ha normalizado el desplazamiento como estrategia para la mejora de las condiciones de vida y de trabajo. El aumento del paro como consecuencia del cierre de empresas, la situación de los sectores agrícola, ganadero y pesquero, la escasa industria y el tímido desarrollo del sector terciario son el marco en el que se produce la emigración senegalesa. Socialmente, el progresivo endurecimiento de las condiciones de vida, la remota posibilidad de movilidad social ascendente, o los ejemplos de los emigrantes que han conseguido materializar su proyecto y el de su familia, constituyen los factores que empujan a la emigración. En este contexto, la salida viable, a menudo percibida como la única posible para mejorar y tener éxito es la emigración, que puede reportar ingresos y reconocimiento social tanto personal (convertirse en un triunfador, un héroe…) como familiar. A esto hay que añadir la inacción gubernamental, que hace poco para frenar esa emigración.

El estudio que se resume aquí tenía como objetivo analizar las causas de la emigración a Europa, y especialmente cómo se lleva a cabo el viaje en pirogue, que en España se ha denominado cayuco. El trabajo se basa en entrevistas realizadas a emigrantes senegaleses y a sus familias en Senegal y en España, concretamente en Cataluña, entre diciembre de 2008 y marzo de 2009. En total se realizaron 70 entrevistas: 48 en Senegal y 22 en Cataluña. [1]

La emigración en pirogue no es la única que practican los senegaleses. Junto a ésta existe otra forma de inmigración irregular por vía terrestre hasta llegar al Estrecho en Marruecos y también una muy pequeña emigración legal.

La decisión de emigrar es a menudo la consecuencia de la presión familiar y del entorno de amigos. En un sistema de familias amplias con grandes exigencias de ayuda y reciprocidad, se espera de los jóvenes que puedan colaborar en el sustento de la gran familia. Las entrevistas muestran cómo el joven se siente "obligado" a luchar por mejorar la vida de su familia, a buscar los medios para marcharse o a seguir el ejemplo del otro joven que ha conseguido los objetivos de su proyecto. Los jóvenes senegaleses piensan que emigrar a Europa es la única forma de triunfar y que, si consiguen llegar, fácilmente encontrarán trabajo. Muchas personas se han construido una imagen de Europa, a pesar de la crisis actual, como un paraíso terrestre y han vertido en ella gran parte de sus sueños y expectativas. Aun así, la mayoría de los inmigrados residentes en Cataluña que hemos entrevistado reconocen que sus sueños se han truncado y que la vida en España no es fácil, señalando que cuando hablan con sinceridad con sus compatriotas en Senegal éstos no quieren entender la difícil situación que se encontrarán a su llegada a España y los ingentes esfuerzos que deben invertirse durante el proceso de acomodación. Es comprensible que no les crean cuando conocen tantos ejemplos de "triunfadores".

Emigrar en pirogue

A pesar de la ley del silencio que se extiende sobre el viaje clandestino en pirogue, el estudio ha podido detectar cómo se organiza el viaje y quiénes son los actores principales: el promotor, el constructor de la pirogue, los facilitadores y el capitán. El promotor y el constructor actúan porque existe una alta demanda; el capitán, por el agotamiento de la pesca y la necesidad de sustituirla con otra actividad económica; los facilitadores, para obtener ingresos o incluso para viajar a un menor coste.

Muy a menudo, cuando se habla de emigración en Senegal se habla de clandestinidad y, por lo tanto, también, aunque no siempre, de pirogues, dado que la obtención de visados es difícil, en un proceso caro y lento. Emprender la vía de las pirogues, siendo conscientes de que se juegan la vida, les parece una opción aceptable. Los testimonios de los entrevistados en Senegal muestran la aceptación social de la emigración irregular como una salida habitual y plenamente justificada. Emigrar clandestinamente no tiene connotaciones negativas ni peyorativas en este entorno.

Las estrategias de los "empresarios" de la emigración y los emigrantes son parecidas en las diferentes zonas de partida de Senegal: Guet Ndar, Mbour, Pikine, Thiaroye, Mbao, Zinguinchor, Hélinkine… Dos figuras clave en el negocio de la emigración clandestina son el constructor de las pirogues y el promotor del viaje. Así, detectamos varios grupos de pescadores organizadores (promotores) de los viajes clandestinos. Por ejemplo, en Guet Ndar, Mbao y otros puertos pesqueros, donde la pesca era el medio de vida tradicional de sus habitantes (los hombres salían a pescar en sus pirogues y las mujeres distribuían y vendían el pescado), la crisis del sector por las dificultades para conseguir una licencia de pesca en Mauritania y la competencia de los grandes barcos pesqueros europeos, ha causado este giro hacia la gestión de la emigración hacia España mientras que los que tradicionalmente construían pirogues lo siguen haciendo, aunque para otro uso.

La demanda de viaje en pirogues era muy intensa en el período del estudio. Un promotor entrevistado señaló que cada día le llegaban más de 100 nuevas peticiones de personas que querían partir hacia España. El promotor del viaje diseña y planifica el proyecto en el terreno, y lo materializa: Se pone en contacto con el propietario de la pirogue y le asegura la compra, después hace propaganda a través de los "facilitadores" para buscar clientes potenciales y, con las cantidades dadas por los candidatos, compra la pirogue, la equipa y asegura la logística y los materiales necesarios para el viaje. Este negocio le reporta un beneficio de más de un millón de FCFA por cada viaje, alrededor de 1.525 euros.

El promotor nos explicó someramente cómo planifica y lleva a cabo el proyecto. En primer lugar, por razones de seguridad, los potenciales clientes sólo pueden contactar con él a través de los "facilitadores". Recalca que tienen varias estrategias para sacar adelante los viajes y que han organizado una red de información y vigilancia para evitar ser delatados y detenidos. Una vez que el cliente ha pagado el dinero convenido, se inscribe al candidato en una lista y se le da un recibo como garantía (una garantía relativa, como veremos), se le informa del lugar de partida y recibe unas consignas a seguir estricta y escrupulosamente hasta el mismo momento de la salida. Se recalca la necesidad de mantener la discreción para evitar la intervención policial. En caso de sospechar de una fuga de información, se cambia de lugar de partida. A veces los clientes tienen que acudir hasta a tres lugares de partida diferentes antes de la salida real del viaje.

Los inmigrados que han viajado en pirogue corroboran lo anterior y también señalan que el viaje se organiza a través de una red de personas (entre tres y cinco) en la que cada cual tiene un papel asignado en la estructura. Además, insisten en que el momento de la partida en la pirogue es muy tenso porque a menudo hay más candidatos que plazas reales ya que los organizadores reclutan un número excesivo de personas y esto supone un conflicto entre los candidatos para obtener tener plaza y un buen asiento y, entre los candidatos y los guardaespaldas de los organizadores. Como indican algunos de los entrevistados, a veces hace falta imponer la fuerza física para hacer valer el ticket.

Generalmente los emigrantes viajan sin ningún tipo de documentación de identificación personal para evitar que la policía española, si los atrapa, los repatríe a su país. La duración del viaje depende de la longitud de la pirogue, [2] del estado de la misma y de las dificultades que puedan aparecer a lo largo de la travesía. Suele durar entre siete y 12 días. Según el tamaño de la embarcación, el número de viajeros oscila entre 30 y 150 personas. En opinión de los entrevistados que han hecho el viaje, las pirogues suelen estar en buen estado y los capitanes son expertos y eficientes.

Para los protagonistas no es fácil narrar las vicisitudes sufridas durante la travesía. El mal ambiente suele reinar en el interior de la pirogue y las dificultades aumentan a medida que pasan los días: falta de agua potable, escasez de víveres porque las provisiones se han estropeado o no se han calculado bien, carencia de espacio, conflictos y peleas, frío, fatiga, mareos… Los conflictos surgen en relación con el uso del espacio de la barca, con la comida o con decisiones difíciles, como la lanzar o no los cadáveres al mar. El capitán es el que se responsabiliza de mantener el orden dentro de la pirogue. Las muertes son consecuencia sobre todo del intenso frío que sufren y que algunos son incapaces de soportar.

Y todo este esfuerzo, en la mayoría de las ocasiones, es en vano. Cuando las pirogues llegan a las costas españolas, el gobierno español acoge a los emigrados a través de la Cruz Roja y los instala en centros de acogida. A partir de este momento se dan tres situaciones diferentes: (1) la de los que salen del centro de internamiento y se quedan en España; (2) la de los que vuelven voluntariamente; y (3) la de los repatriados. Los emigrantes que consiguieron salir de los centros de internamiento ponen énfasis en el duro golpe que representa darse cuenta de que España no es El Dorado que se imaginaban y relatan las numerosas dificultades para encontrar trabajo, vivienda… Los inmigrados residentes en Cataluña que hemos entrevistado recalcan las dificultades para poder trabajar estando en situación irregular. Necesitan no sólo sobrevivir sino ganar dinero para enviar a la familia en Senegal y la única solución que se les presenta es trabajar esporádicamente en la economía sumergida. Pero, a pesar de todas las dificultades, se quedan.

Los emigrados que vuelven voluntariamente a su país (que son pocos) son los que, como los anteriores, evitaron la repatriación porque estaban enfermos o engañaron respecto a su nacionalidad (diciendo que procedían de Guinea o de Costa de Marfil, por ejemplo) o consiguieron huir, pero que han vuelto a su país de forma voluntaria porque los trabajos esporádicos no le permitían sufragar ni sus necesidades más básicas. Pero también hay algunos que consiguieron ahorrar algo en España y decidieron volver e invertir en Senegal para organizar un negocio propio.

Los emigrados que han sido repatriados a su llegada a España culpan al gobierno senegalés por la firma con el gobierno español del acuerdo de repatriación. Según el testimonio de los entrevistados, el proceso de repatriación es muy rápido (al menos ésta es su percepción) y no reciben ninguna explicación ante este resultado que ellos consideran inaceptable e inimaginable. Todos los entrevistados repatriados manifiestan, como es de suponer, sentimientos de una profunda tristeza ante el fracaso de su proyecto. El joven emigrado retornado es considerado y se considera como una víctima que lo ha perdido todo y debe empezar de nuevo. Y así, en algún caso, los jóvenes rehúsan volver al hogar familiar para evitar este sentimiento de fracaso y de dignidad rota por no haber satisfecho las expectativas propias y las familiares. Eso sí, todos los repatriados entrevistados señalan que volverán a intentarlo, que esa es su única opción. [3]

Conclusión: Las condiciones socioeconómicas de Senegal y la presión emigratoria que se deriva de ella permiten afirmar que, a pesar de la crisis económica que azota Europa, no es probable una reducción a corto plazo del desplazamiento de la población senegalesa. Ciertamente, la situación económica europea puede provocar una reorientación de los destinos, pero parece claro que Senegal no detendrá en los próximos años la salida de su población más joven. Mientras la movilidad ascendente e incluso la supervivencia de muchas familias se sitúen más allá de sus fronteras, la presión migratoria hacia el exterior (intraafricana y extraafricana) seguirá existiendo.

(Jordi Garreta Profesor del Departamento de Geografía y Sociología de la Universitat de Lleida)

[1] Más concretamente, en Senegal se han realizado ocho entrevistas a políticos y representantes de instituciones públicas que conocen e intervienen en el tema de la emigración, 15 a miembros de familias sin pérdidas (con parientes emigrados que residen en España), cinco a miembros de familias con pérdidas (con parientes que han fallecido en el transcurso del viaje en pirogue), dos a empresarios de la emigración clandestina, 10 a emigrados que han vuelto a Senegal (cinco a repatriados, es decir, forzados a volver al Senegal, y cinco a emigrados que han vuelto voluntariamente), cuatro a pequeños empresarios (empresas locales) y cuatro a adolescentes (uno de sus progenitores emigró a España). Los entrevistados de Senegal son, principalmente, de Dakar y la Cassamance. En Cataluña los entrevistados son inmigrados de origen senegalés instalados a lo largo de todo el territorio; así, se han hecho cinco entrevistas en las comarcas de Barcelona (cuatro hombres y una mujer), cinco en las de Tarragona (dos hombres y tres mujeres), seis en las de Girona (hombres) y seis en las de Lleida (cinco hombres y una mujer).

[2] Hecho que también condiciona el número de personas que componen el pasaje de las pirogues, que oscila entre 30 y 150 personas, entre las que predominan los hombres jóvenes.

[3] Véanse: J. Garreta (dir), M. Tamba, M. Ba, O. Ba, O. Bernad, J. Domingo, X. Guillem, M. Sabaté, T. Kokouvi, y S. Vila (2011), Barça o barzakh. Els impactes de l'emigració al Senegal, Editorial Icaria, Barcelona; y J. Garreta (2012), "Barça o barshak (Barcelona or die): Senegalese emigration on "pirogues" towards Spain", en Studi emigrazione/Migration studies, vol. XLIX, nº 188, pp. 725-744.

– La brújula de los inmigrantes ya no mira solo hacia el norte (El País – 29/1/14)

Las rutas migratorias están cambiando. Y a un ritmo más rápido del que cabría esperar.

Los países ricos del norte tendrán que competir con naciones como China, India, Turquía, Brasil o Marruecos para atraer inmigrantes

(Por Mariangela Paone)

España debate si las cuchillas de la valla de Melilla son o no un "método de disuasión" aceptable contra la inmigración; Grecia levanta un muro en la frontera con Turquía; Bulgaria diseña otro para frenar la llegada de refugiados sirios… Y mientras los Estados intentan protegerse con armaduras varias, el epicentro de los movimientos migratorios se está desplazando poco a poco. Los países ricos del Norte siguen siendo destino prioritario para muchos ciudadanos que buscan un futuro mejor. Pero ya están dejando de ser los más deseados. "Europa, EEUU y Canadá seguirán recibiendo inmigrantes, pero muchos de ellos irán a otros países emergentes", señala Demetrios Papademetriou, presidente del Migration Policy Institute, un think thank internacional, con sede en Washington. "Los protagonistas de estos nuevos movimientos serán China, India o Turquía, pero también países como Marruecos, México o Indonesia. No hace falta mirar una bola de cristal para saberlo. Es algo que ya está sucediendo. El problema es que aún no somos plenamente conscientes de ello en los países occidentales. Donde sí lo son es allí donde se está produciendo este fenómeno -Turquía, Brasil o Marruecos…", añade.

Es evidente que los países tradicionalmente receptores de inmigrantes aún piensan que todo sigue igual. Se aprecia en el discurso político imperante, en el que priman expresiones como oleadas, avalancha, asalto o llegada masiva de extranjeros, y muchas de las medidas anunciadas recientemente tienen que ver con el levantamiento de nuevos límites, físicos o normativos. Pero un repaso detallado a los datos de los últimos años deja entrever que los flujos migratorios ya no son lo que eran. Y cambian a un ritmo más rápido del que cabría imaginar.

Los desplazamientos desde el Sur -desde los países de renta baja y media- hacia el llamado Norte desarrollado ya no predominan en las grandes corrientes migratorias internacionales. Pablo Lattes, investigador de la División Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU, lo detalla así: "Si se mira el total de las últimas décadas, la ruta más importante es entre México y EEUU. Pero si analizamos los últimos años vemos cómo destacan Asia y África. Por ejemplo, si en la década de 1990 a 2000 el incremento del contingente de extranjeros se debió en un tercio a las llegadas a Europa y dos tercios a América del Norte; entre 2000 y 2010 un cuarto se debió a Europa, un cuarto a América del Norte y casi el 40% de los desplazamientos fueron a Asia". Cuando el periodo que tomamos como referencia se circunscribe solo a los últimos tres años, "un 30% corresponde a Europa, un 18% a Estados Unidos y un 50% a Asia", añade Lattes. "Si simplificamos, podemos decir que entre 1990 y 2000 el crecimiento del número extranjeros se registraba 100% en el Norte y ahora es de poco más del 50%, mientras el resto son movimientos Sur-Sur. Y creemos que el Sur va a ser cada vez más importante", añade.

Los expertos en migraciones alertan de que una Europa cada vez más envejecida podría encontrarse en 2030 con un déficit demográfico que dificulte el mantenimiento de su tradicional estado de bienestar, ya vapuleado por la crisis económica última. El viejo continente podría necesitar más inmigrantes justo cuando estos se encuentren mirando hacia otro lado. "Si Europa continua con sus políticas restrictivas existe el riesgo real de que no sea capaz de atraer la inmigración cualificada que necesita en un contexto de competición global", afirma Catherine de Wenden, socióloga francesa y directora de investigación del CNRS, el equivalente francés del CSIC. De Wenden, que ha dedicado gran parte de su actividad académica durante los últimos 20 años a investigar las migraciones internacionales, está convencida de que en el futuro habrá tanta gente que se va hacia el Norte como hacia el Sur del mundo, "pero el Norte seguirá teniendo necesidad de atraer más inmigrantes".

El equívoco del actual debate está, según De Wenden, en no reconocer que "la inmigración es un factor de crecimiento económico, un dinamismo frenado por las trabas puestas a la movilidad". Para esta experta, no se trata de una cuestión económica, sino política: "Todos hablan sobre cómo cerrar más las fronteras, sobre medidas de disuasión, mientras Europa necesita políticas de circulación. Hay que abrir el acceso que ahora tienen diplomáticos, empresarios, etc., a otras categorías laborales, como los jóvenes que cubren trabajos no cualificados, para que tengan la posibilidad de trabajar de manera legal y no se expongan a la muerte o a la explotación de los traficantes".

Sin embargo las señales que llegan desde el viejo continente no auguran cambios a corto plazo. Tras la conmoción y el intenso debate suscitados el pasado octubre por la muerte de centenares de migrantes en las costas de la isla italiana de Lampedusa, la urgencia para actuar se ha ido desvaneciendo y la discusión sobre los cambios de las políticas migratorias comunitarias ha sido postergada hasta después de las elecciones europeas de junio. La única respuesta ha sido, una vez más, el reforzamiento de las operaciones militares y la petición de un papel más incisivo para Frontex, la agencia europea creada en 2004 para el control de las fronteras exteriores de la UE.

"Europa está, y seguirá estando, muy confundida en materia de inmigración debido a la retórica de una derecha que más que extrema es oportunista", señala Papademetriou, presidente del Migration Policy Institute. "El descenso de inmigrantes supondría una pérdida para Europa, que tiene en estos momentos una demografía negativa, y seguirá teniéndola. La inmigración es inevitable. La masiva no es necesaria, pero siempre los necesitaremos", añade.

Posponiendo el debate sobre una nueva regulación, los dirigentes europeos han elegido no poner sobre la mesa un tema que consideran demasiado arriesgado de cara a los comicios de junio. Esto sucede en un momento en el que los líderes de la extrema derecha, y también los conservadores británicos, han puesto el control de la inmigración en el eje central de su discurso político. Los argumentos son a menudo parecidos y tienen que ver con la presunta "carga económica" que supuestamente tienen los inmigrantes para el estado de bienestar de los países de acogida. El primer ministro británico David Cameron se ha convertido en uno de los paladinos de esta tesis, que recientemente ha sido desmentida por diversos estudios sobre migraciones en Reino Unido.

Una investigación del University College London publicada en el mes de noviembre reveló que en los últimos 10 años los inmigrantes procedentes del área económica europea (los Estados miembros de la UE más Islandia, Liechtenstein y Noruega) han aportado una contribución neta a las finanzas del país de casi 30.000 millones de euros, pagando en impuestos el 34% más de lo que han recibido en términos de prestaciones sociales. Un estudio similar elaborado en 2012 por el Instituto Nacional de Investigación Económica y Social del Reino Unido, tomando como base los inmigrantes no comunitarios -migrantes económicos y estudiantes- concluía que los extranjeros residentes se beneficiaban menos de los servicios públicos que los nacionales, y que el balance relativo entre costes y beneficios era positivo tanto para la economía como para las finanzas públicas.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) también se centró en este aspecto en su último informe sobre Migraciones, y la conclusión general del estudio de impacto fiscal fue que el efecto es menor: "Generalmente no rebasa 0.5% del PIB, ya sea en términos positivos o negativos". "Sin embargo -se lee en el texto- los inmigrantes normalmente tienen una situación fiscal neta menos favorable que los nacionales, en gran parte debido a que suelen pagar menos en impuestos y en cuotas a la seguridad social, y no porque tengan una mayor dependencia de las prestaciones sociales".

¿Qué pasaría si las políticas migratorias se restringieran aún más? Le preguntamos a Joel Oudinet, del Centro de Investigación Económica de la Universidad de Paris Norte, coautor de un estudio realizado en el marco de un proyecto europeo sobre los desafíos a los que se enfrenta Europa de aquí al 2030. En él se analizan distintos escenarios sobre la base de la mayor o menor apertura de los países a la inmigración y sus consecuencias en términos económicos. El peor escenario para el crecimiento y el mercado del trabajo de los países de destino es el de "migración cero", marcado por políticas que buscan reducir al mínimo los flujos migratorios. "Harían falta políticas proactivas para alimentar la inmigración y para pensar en una gestión multipolar de los flujos migratorios", explica Oudinet. "Tenemos una necesidad real de inmigrantes, aunque hay que afrontar problemas de integración y aceptación por parte de la población nacional", añade. En su opinión, se debería empezar con desmontar mitos que se retroalimentan de la actual situación de crisis económica: "Como el de que nos roban el trabajo, que es falso. En todos los países de inmigración los puestos de trabajos en determinados sectores –manufactura, limpieza, vigilancia- son cubiertos mayoritariamente por inmigrantes".

Otro de los mitos está relacionado con los llamados flujos mixtos (inmigrantes económicos y refugiados). Cuando llegan las pateras a las costas europeas el relato oficial los presenta habitualmente como inmigrantes. Sin embargo, cada vez más se trata de personas que llegan a las costas europeas huyendo de guerras y persecuciones políticas. Un fenómeno que ha crecido sobre todo a raíz de las convulsiones posteriores a la llamada Primavera Árabe. En ese caso se trata de refugiados, no inmigrantes.

Un fenómeno en el que tampoco es el Norte el que soporta un mayor peso. "En contra de la percepción general, la mayoría de los refugiados no solo procede del Sur, sino que vive también en esa región", señala el último informe de la Organización Internacional para las Migraciones. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, los países en desarrollo hospedan a cuatro de cada cinco refugiados, el 80% del total. El Norte da acogida a menos del 20% del total, pero también genera un número mucho más limitado de refugiados (menos del 1% del contingente a escala mundial). Y en el futuro el Sur podría asumir una carga aún mayor. "Otro riesgo muy grave es el crecimiento de la emigración forzosa causado por factores climáticos. Que en principio afectará sobre todo a los países limítrofes (y del Sur)", añade Oudinet.

Ante la complejidad de los escenarios futuros, la socióloga Catherine De Wenden cree que sería necesario establecer "una gobernanza mundial (en materia de migraciones)". No parece tarea fácil. "Por un lado está la ONU, que pide hacer más seguras las vías de emigración y que se garanticen los derechos de los inmigrantes; por otro, los Estados que reclaman el control de sus fronteras". Para Pablo Lattes, de la división de la ONU sobre Población, resultaría más factible establecer acuerdos a nivel regional, porque la gran mayoría de los desplazamientos se producen entre 2-3 países. Y pone como ejemplo a los países del Mercosur, que han adoptado políticas más abiertas: "Se fomenta la posibilidad de salir y entrar, porque si los inmigrantes puede volver a sus países sin trabas son más propensos a hacerlo. Las trabas hacen que la gente no se vaya, porque entrar ha costado mucho esfuerzo. En Suecia también se está viendo algo parecido".

Los expertos coinciden en que el problema no es la falta de soluciones sino de voluntad política para aplicarlas. "Hay muchos instrumentos que los Gobiernos tienen y pueden usar, pero parece que es cada vez más difícil hacerlo de una forma racional", señala el presidente del Migration Policy Institute. "Y no es solo un problema europeo. También pasa aquí, en EEUU, donde la reforma migratoria se encuentra en un impasse. Parece que es cada vez más difícil gobernar", concluye Demetrios Papademetriou.

El ejemplo del Mercosur

Los países del Mercosur (Uruguay, Paraguay, Brasil y Argentina), junto a Bolivia y Chile, acordaron en 2002 y ratificaron en 2009 un "acuerdo sobre residencia" que facilitaba la movilidad de los ciudadanos de los países firmantes. El pacto, al que se sumaron en 2011 Perú y Ecuador, desliza el control de los ingresos a una perspectiva de lucha contra el tráfico de personas y la explotación laboral. "Los flujos migratorios intrarregionales en la zona del Mercosur no son nuevos pero en las últimas décadas se están intensificando -comenta Marcela Cerruti, del Centro de Estudios de Población de Argentina- Durante muchos años hubo políticas restrictivas pero lo único que conseguían era un aumento de los inmigrantes indocumentados". La puesta en marcha del acuerdo regional también ha tenido recaídas en las legislaciones nacionales. "En Argentina en 2004 se cambió la ley de inmigración y se pasó de una normativa basada en el concepto de seguridad nacional a un marco regulatorio de respeto de los derechos humanos", explica Cerrutti. Para la experta, el acuerdo promovido por el Mercosur "ha resultado ventajoso para la integración de os inmigrantes en la sociedad. Y también como mecanismo de control de la población para saber quiénes son los inmigrantes y monitorear las políticas de Estado en este sentido".

– El control de la inmigración ilegal en la frontera exterior del Mediterráneo Central (Real Instituto Elcano – 10/2/14)

(Por Magdalena Martínez-Almeida de Navasqüés)

Tema [1]: Durante el año 2013 la presión migratoria en las fronteras exteriores de la UE se ha incrementado de manera notoria, principalmente a causa del conflicto en Siria y de la inestabilidad en Egipto, Libia y en menor medida Túnez. Todo apunta a que durante 2014 la presión migratoria continuará siendo fuente de preocupación para los Estados miembros en primera línea y para la UE en general. La pregunta es qué medidas se deben tomar a nivel europeo para controlar el fenómeno migratorio.

Resumen: El 3 de octubre de 2013, un barco lleno de inmigrantes africanos se incendió y se hundió al sur de la isla italiana de Lampedusa. El buque, que se cree transportaba entre 450 y 500 personas, la mayoría, eritreos y somalíes, había salido de Misrata en Libia y se hundió a no más de 1 km de la costa de Lampedusa. El total de muertos se sitúa por encima de los 330 inmigrantes.

Cuando estas tragedias ocurren, todas las miradas se vuelven hacia Bruselas, preguntando ¿cómo la UE no ha podido evitarlo?, ¿cómo deja la UE que esto pueda pasar a sus puertas?, ¿dónde está la solidaridad de la que la UE hace gala a menudo y que está consagrada en los Tratados? Estas reacciones dejan translucir que para la opinión pública estas cuestiones son eminentemente europeas.

Por eso quiero plantear la cuestión siguiente: ¿qué más pueden hacer las instituciones europeas y FRONTEX para que la política de control de las fronteras exteriores y la prevención de la inmigración ilegal, que son competencias compartidas, sean más eficaces y si hay medidas adicionales a nivel de la UE para ayudar a los Estados miembros que están en primera línea a evitar que se produzcan tragedias humanas de tal envergadura?

Análisis: Tras la tragedia acontecida el 3 de octubre de 2014 en Lampedusa, a petición de Italia, este tema se incluyó en el orden del día del Consejo JAI del 7-8 de octubre. El ministro italiano, Angelino Alfano, pidió la solidaridad de la UE y de sus Estados miembros, con el fin de prevenir tragedias similares y hacer frente a la situación de emergencia humanitaria. En concreto, instó a una acción rápida y propuso el establecimiento de un Grupo de Trabajo con el objetivo de fijar una serie de medidas operativas para reforzar, en particular, el control de los flujos migratorios en el Mediterráneo central.

Trabajos de la "Task Force Mediterráneo"

La Comisión reaccionó rápidamente y la comisaria Cecilia Malmström anunció que la Comisión tenía la intención de organizar una operación de búsqueda y salvamento en el Mediterráneo, desde España hasta Chipre, coordinada por FRONTEX y acogió con satisfacción la propuesta de Italia de crear un Grupo de Trabajo para el Mediterráneo (que ha sido denominada en la jerga comunitaria "Task Force Mediterráneo").

El Grupo de Trabajo celebró su primera reunión el 24 de octubre de 2013. Aunque al principio parece que Italia quería que únicamente fuera bilateral (Italia-Comisión), los Estados miembros solicitaron que no se les excluyese y por lo tanto en los trabajos han participado los 28 Estados miembros y los representantes del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE), así como ciertas agencias europeas como FRONTEX, EUROPOL, FRA y EMSA. Los días 24-25 de octubre, el Consejo Europeo discutió esta cuestión y adoptó algunos párrafos sobre los flujos migratorios (párrafos 46-49), pidiendo al Grupo de Trabajo "que defina, basándose en los principios de prevención, protección y solidaridad, acciones prioritarias que permitan utilizar con más eficacia y a corto plazo las políticas y los instrumentos europeos".

El Grupo de Trabajo ha sido presidido por la Comisión, que se encargó de elaborar un documento de síntesis, posteriormente revisado a la luz de los comentarios recibidos por los Estados miembros, SEAE y las Agencias. Tal documento ha dado lugar a la Comunicación de 4 de diciembre [2] sobre los trabajos del Grupo de Trabajo Mediterráneo. La Comisión presentó esta Comunicación al Consejo JAI de 5 de diciembre.

La labor del Grupo de Trabajo ha de considerarse exitosa puesto que en un plazo muy corto de tiempo se han conseguido identificar 38 medidas complementarias y que abarcan las diferentes facetas de la lucha contra la inmigración ilegal. Las medidas concretas que se han puesto sobre la mesa están recogidas en cinco capítulos:

1. Medidas de cooperación con terceros países.

2. Protección regional, reasentamiento y vías legales para acceder a Europa.

3. Lucha contra la trata de seres humanos, el contrabando y la delincuencia organizada.

4. Asistencia y solidaridad.

5. Vigilancia fronteriza para ayudar a salvar vidas.

La estructura de los capítulos refleja la prioridad que una gran mayoría de Estados miembros quieren dar a las medidas de cooperación con terceros países de origen y de tránsito, Son, sobre todo, medidas de carácter preventivo destinadas a evitar que los inmigrantes se suban a los barcos y arriesguen sus vidas en travesías de incierto final.

De hecho, una de las medidas que solicitó Italia a la UE a través de sus ministros de Defensa y de Interior fue la posible planificación de una operación PESD en el Mediterráneo para luchar contra el tráfico de personas y la inmigración ilegal a través de la detección, intercepción y detención de los traficantes y facilitadores. Sin embargo, por razones jurídicas, políticas y operativas no fue apoyada por los demás Estados miembros.

De las 38 medidas incluidas en la Comunicación, no todas ellas han recibido igual apoyo por parte de los Estados miembros. Existe un gran consenso sobre las medidas de los capítulos 1, 3 y 5. Las medidas más controvertidas han sido las relativas a la facilitación y la apertura de nuevas vías de acceso legal a Europa.

Queda por ver a qué ritmo y de qué manera todas estas medidas se irán aplicando. La Comisión deberá informar al próximo Consejo Europeo de junio sobre los avances realizados. Debido a la presión de los Estados miembros directamente afectados, en las conclusiones del último Consejo Europeo celebrado los días 19 y 20 de diciembre 2013 se "hace un llamamiento para la movilización de todos los esfuerzos a fin de aplicar con un calendario preciso, que habrá de indicar la Comisión, las medidas propuestas en la Comunicación". Asimismo, el Consejo Europeo "volverá a tratar este asunto del asilo y las migraciones en junio de 2014 con una perspectiva política más amplia y a más largo plazo, cuando se definan las orientaciones estratégicas para el refuerzo de la planificación legislativa y operativa en materia de libertad, seguridad y justicia".

La vigilancia de las fronteras exteriores en el Mediterráneo central y las medidas a nivel europeo

Desde principios de 2013 hasta finales de septiembre, las cifras de FRONTEX indican que más de 45.000 inmigrantes cruzaron o intentaron cruzar el Mediterráneo para llegar a la UE. La mayoría de estos inmigrantes eran de nacionalidad siria y eritrea. La mayoría de los inmigrantes que se dirigieron hacia las Islas Pelágicas, Sicilia o Cerdeña salieron en barco desde Libia, Túnez, Egipto o Argelia. En comparación con 2012, la presión migratoria se ha concentrado en la ruta del Mediterráneo central.

Para apoyar a Italia, la Comisión anunció que destinaria 30 millones de euros para cubrir los costes de reforzar las operaciones de vigilancia fronteriza de Frontex, así como para la mejora de las capacidades de acogida y tramitación de los procedimientos relativos a los inmigrantes o solicitantes de asilo.

Los Estados miembros consideran que el control y la vigilancia de las fronteras exteriores -fronteras comunes- es su responsabilidad en cuanto que lo consideran como una cuestión de soberanía nacional por lo que afecta a la defensa y protección de su territorio. Por esta razón, la Agencia FRONTEX sólo presta su apoyo si el Estado miembro afectado lo solicita y su papel es de coordinador. Además, es importante recordar que la Agencia cuenta con unos medios limitados y su capacidad operativa depende de las aportaciones de los Estados miembros. Las operaciones conjuntas marítimas son las más costosas por la extensión de las áreas operativas que se tiene que someter a vigilancia y los medios necesarios para garantizar la eficacia de este tipo de operaciones. Por esta razón, en la última revisión del mandato de esta Agencia en 2011, se reforzaron las obligaciones para que los Estados miembros contribuyesen con los medios necesarios y, asimismo, se dotó a FRONTEX de la posibilidad de adquirir medios materiales propios, posibilidad ésta que todavía no se ha utilizado y que deberá ser precedida de un cuidadoso análisis de costes.

FRONTEX presentó al Grupo de Trabajo Mediterráneo un nuevo concepto operativo destinado a reforzar la vigilancia aérea y marítima y la capacidad de efectuar rescates en el mar en las tres operaciones que FRONTEX coordina en Grecia e Italia. En concreto, esto supone ampliar las zonas geográficas donde FRONTEX estaba anteriormente llevando a cabo las operaciones HERMES, AENEAS y POSEIDON SEA, necesitando mayores medios técnicos. Según estimaciones de FRONTEX, el coste de los nuevos activos ascendería a unos 14 millones de euros en 2014. Los esfuerzos nacionales de vigilancia fronteriza estarán plenamente coordinados con las operaciones llevadas a cabo por FRONTEX, que forman parte de la ya existente Red Europea de Patrullas.

El papel de FRONTEX en la coordinación de operaciones de vigilancia de fronteras marítimas, apoyando al Estado miembro que ha solicitado la asistencia de la Agencia y coordinando los medios aportados por otros Estados miembros, lógicamente ha atraído la atención sobre la responsabilidad de la Agencia en este tipo de operaciones, en las que a menudo se tiene que hacer frente a situaciones en las que la vida de los inmigrantes está en peligro.

Uno de los aspectos más controvertidos de las operaciones marítimas conjuntas coordinadas y financiadas por FRONTEX es el de las reglas relativas a las operaciones de búsqueda y salvamento y las modalidades de desembarco de los inmigrantes interceptados o rescatados en el mar. El Consejo adoptó en comitología [3] la Decisión 252/2010 por la que se completa el Código de fronteras Schengen en lo que se refiere a la vigilancia de las fronteras marítimas exteriores en el marco de las operaciones conjuntas organizadas por FRONTEX. El Tribunal de Justicia anuló la Decisión, [4] dándole la razón al Parlamento Europeo en septiembre del 2012 por un defecto de forma. El Tribunal consideró que unas normas con consecuencias de gran calado sobre los derechos fundamentales debían ser adoptadas a través del procedimiento legislativo ordinario. Actualmente se está discutiendo la propuesta de Reglamento que sustituye a la Decisión. El art. 4 de la propuesta de la Comisión incorpora la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en el caso HIRSI contra Italia. [5] Uno de los objetivos de la propuesta de la Comisión es suplir la falta de claridad sobre qué reglas deben de aplicarse para decidir el sitio donde se debe desembarcar a los inmigrantes que, según la opinión de la Comisión, es una de las causas por la que ciertos Estados miembros han dejado de participar en las operaciones marítimas conjuntas.

EUROSUR

En la Comunicación del 4 de diciembre, así como en las declaraciones que siguieron al drama de Lampedusa del 3 de octubre, se mencionan las enormes posibilidades para mejorar el conocimiento de la situación en las fronteras exteriores y de los instrumentos que ofrece el recién estrenado Sistema Europeo de Vigilancia de Fronteras (EUROSUR), establecido por el Reglamento 1052/2013 de 22 de octubre.

EUROSUR empezó a funcionar el 2 de diciembre de 2013 en los Estados miembros con fronteras exteriores en el sur y este de la UE, Croacia incluida. EUROSUR ha sido diseñado para el intercambio de información y cooperación sobre las fronteras exteriores terrestres y marítimas. Sin embargo, a instancias del ponente del Parlamento Europeo, se ha incorporado en el Reglamento la posibilidad de que se incluya información sobre la vigilancia de las fronteras aéreas. Éste sin duda será uno de los aspectos que se desarrollará con más detalle cuando dentro de unos años se revise el sistema.

EUROSUR está basado en la idea de proporcionar a los Estados miembros la infraestructura y las herramientas necesarias para detectar y responder a las nuevas rutas y métodos utilizados para la inmigración ilegal y la delincuencia transfronteriza. Por esta razón, EUROSUR contribuirá a mejorar el conocimiento de la situación en las fronteras exteriores, entendidas en sentido amplio, ya que cubren el especio pre-fronterizo pero definido éste con mucha amplitud. Este mejor conocimiento debe ser acompañado de una respuesta más rápida y eficaz por parte de los Estados miembros y de FRONTEX.

EUROSUR ha sido presentado en ciertas declaraciones como un instrumento que pudiese haber evitado el drama del barco de Lampedusa. Sin embargo, no es así exactamente porque los trabajos de desarrollo de una tecnología capaz de detectar por satélite el tipo de embarcación que usan los traficantes para llevar a los inmigrantes desde Libia o Túnez hasta Lampedusa no ha conducido todavía a un resultado del todo satisfactorio.

Sin embargo, es importante subrayar que el establecimiento de EUROSUR es un hito en la política comunitaria de fronteras exteriores y que está llamado a jugar un papel de primer orden por contener una enorme fuerza integradora que proviene de una mayor coordinación a nivel nacional de todas las autoridades que tienen responsabilidades de vigilancia de las fronteras exteriores. Asimismo, deberá promover una armonización al alza de los estándares de vigilancia de fronteras a nivel europeo.

La Agencia FRONTEX será el eje central de EUROSUR. La Agencia deberá establecer y mantener la red de comunicación para EUROSUR y con la información que reciba de los centros nacionales de coordinación, así como de sus propias fuentes, deberá establecer y mantener el mapa de situación europeo y el mapa común de información prefronteriza. Esto debería conducir, al menos a medio y largo plazo, a una mayor conexión entre las prioridades nacionales y europeas desde el punto de vista de la gestión y vigilancia de las fronteras.

Un aspecto innovador y prometedor es el uso de modernas tecnologías de vigilancia, tales como la fusión de los datos derivados de los sistemas de notificación para buques e imágenes de satélites que será coordinado por FRONTEX. Con estos instrumentos se podrá mejorar el seguimiento de los puntos de partida conocidos de la migración irregular en las costas del Mediterráneo en el norte de África, en particular de las actividades en los puertos y en las costas que sirven como centros para reunir a los inmigrantes irregulares. La detección y el seguimiento de los barcos pequeños se llevarán a cabo en el marco de EUROSUR, con el apoyo financiero del futuro programa Copérnico, así como con los resultados de varios proyectos de investigación como Perseo, Closeye, Lobos y Sagres y con el apoyo técnico y los consejos del Centro Común de Investigación de la Comisión Europea.

En el marco del Reglamento de EUROSUR (art. 20), y bajo ciertas condiciones, es posible la creación de redes regionales entre los miembros de la UE (países de Schengen) y vecinos de terceros países para el intercambio de información y cooperación en materia de inmigración ilegal y delincuencia transfronteriza. Basándose en los resultados positivos logrados por España y algunos países de África occidental en un proyecto llamado SEAHORSE ATLÁNTICO en materia de lucha contra la inmigración ilegal y la delincuencia transfronteriza (España, Portugal, Mauritania, Marruecos, Senegal, Gambia, Guinea Bissau y Cabo Verde), España propuso la creación de una red regional similar en el Mediterráneo (SEAHORSE Mediterráneo) con el apoyo de otros Estados miembros de la UE y con el de la Comisión, que ha aportado financiación comunitaria. Los costes estimados para 2011-2020 son aproximadamente de 5,37 millones de euros. El proyecto SEAHORSE Mediterráneo se presentó en Madrid el 19 de septiembre de 2013 y se desarrollará durante los próximos tres años en España, Italia, Francia, Malta, Portugal, Chipre, Grecia y Libia, mientras que se espera que Argelia, Túnez y Egipto lo firmen en 2014.

EUROSUR debe conducir a un enfoque más específico y a una aplicación más efectiva de las operaciones organizadas por FRONTEX y las autoridades nacionales así como a impulsar la cooperación entre distintas Agencias europeas y el Servicio Europeo de Acción Exterior y las delegaciones de la UE.

Aunque los Estados miembros tienen la responsabilidad de contar con sistemas eficientes de asilo, inmigración e integración, debe prestarse apoyo especial a aquellos que sufren una elevada presión migratoria, lo que hace necesarias nuevas herramientas.

Conclusión: Las fronteras exteriores del espacio Schengen no son sólo fronteras de los Estados miembros donde están situadas sino que son fronteras comunes: una vez que el nacional de un tercer país ha accedido al espacio Schengen, puede entrar en cualquier otro Estado miembro. Por lo tanto, la manera en que los Estados miembros que están en primera línea protegen las fronteras exteriores y aplican las normas comunitarias en materia de control y de vigilancia es un asunto de interés común para todos los Estados del área Schengen.

La UE es y seguirá siendo un polo de atracción para muchos inmigrantes. Las estadísticas demuestran que la crisis no ha reducido de manera significativa la llegada de inmigrantes irregulares. El fenómeno migratorio hacia Europa es muy variable y la UE necesita estar mejor preparada para adaptarse a estos cambios y a situaciones de emergencia que surgen a raíz de los conflictos y guerras en regiones vecinas.

(Magdalena Martínez-Almeida de Navasqüés Administradora en la DG Justicia y Asuntos de Interior, Secretaría General del Consejo de la UE)

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[1] Las opiniones expresadas en este documento pertenecen únicamente al autor y no reflejan la posición u opinión del Consejo de la UE.

[2] COM (2013) 869.

[3] Comitología es una palabra de la jerga comunitaria que designa el conjunto de comités compuestos por expertos de los Estados miembros que asisten a la Comisión en la ejecución de los actos legislativos.

[4] Sentencia del TJ en el caso C-355/10 (Parlamento Europeo contra Consejo).

[5] Asunto Hirsi Jamaa y otros contra Italia (Demanda nº 27765/09). Sentencia del TEDH de 23/II/2012.

– La inmigración irregular y la Cumbre Euro-Africana (Real Instituto Elcano – 8/4/14)

(Por Carmen González Enríquez)

Pese a que no estaba previsto que ocupara un lugar preminente en la 4ª Cumbre que acaba de celebrarse en Bruselas entre la Unión Europea (UE) y la Unión Africana (UA), la inmigración irregular se ha convertido en uno de los principales temas de discusión de la reunión, que ha aprobado un plan de acción trienal para combatir esa forma de migración. A primera vista el plan no parece contener grandes novedades. Se repiten los leitmotiv de lo que constituye la política europea contra la inmigración irregular desde hace años: combatir a las redes que se benefician del deseo de emigrar, mejorar el impacto de la migración legal en el desarrollo local, mejorar la gestión fronteriza no sólo de la UE sino entre los países africanos, facilitar cauces de emigración legal, y, de forma expresa o sobreentendida, condicionar la ayuda europea a la cooperación en la prevención de la inmigración irregular. Esa ayuda se cifra en 28.000 millones de euros anuales para el período 2014-2020, una cantidad respetable (como comparación, los fondos dedicados a mejorar la competitividad de la economía europea en el presupuesto de la UE de 2014 son 16.000 millones de euros).

Sin embargo, aunque las ideas no son nuevas -son las mismas que rigen la actuación de la UE desde la adopción en 2005 del llamado Enfoque Global sobre la migración- sí lo es el ámbito geográfico en que van a aplicarse. Hasta ahora, sólo los países implicados en el llamado Proceso de Rabat (básicamente el Magreb y África occidental), iniciado en 2007, habían establecido con la UE, y en particular con España, el tipo de relaciones que permitía generar redes de confianza y obtener el apoyo de los países de paso u origen de la inmigración irregular para frenarla. Lo nuevo de esta Cumbre es que por primera vez el conjunto de los Estados africanos aceptan incluir las migraciones irregulares en la mesa de negociaciones con la UE y tratar temas que hasta hace poco era tabú en esas conversaciones, como las readmisiones. Hasta ahora las migraciones estaban incluidas en una de las ocho áreas de cooperación que formaban el Partenariado África-EU pero dentro de un conjunto heterogéneo de asuntos que incluían también el empleo y la enseñanza universitaria en África. España ocupaba la vicepresidencia de esta área de cooperación y desde ella ha impulsado la presencia de la inmigración irregular en esta 4ª Cumbre: de las cuatro Declaraciones que ha producido la Cumbre, una de ellas se dedica a la inmigración.

¿Qué puede esperar España de este nuevo plan que es en buena parte un éxito de la diplomacia española? Puede esperarse que compense el derrumbe de la ayuda española al desarrollo en África y, por esa vía, ayude a restaurar la colaboración con Estados africanos que, a raíz de la disminución de los fondos españoles de cooperación, son ahora más renuentes que antes a aceptar las readmisiones de inmigrantes irregulares. La readmisión en origen o en el Estado de paso es una pieza clave de cualquier política de lucha contra la inmigración irregular; sin la readmisión no es posible la devolución o expulsión y en consecuencia esa política pierde toda su eficacia y credibilidad. El descenso de los presupuestos estatales españoles impide desarrollar muchos de los elementos que forman parte de la cooperación española incluida en los acuerdos firmados con 16 países africanos a partir de 2006. Esos acuerdos han sido muy eficaces para frenar la llegada de inmigración irregular a las costas españolas (las llegadas por mar a Canarias pasaron de 31.000 personas en 2006 a 197 en 2013) pero los recortes presupuestarios están poniendo en peligro la colaboración de algunos de estos países. Así, por ejemplo, España encuentra cada vez más problemas para conseguir la readmisión de irregulares en Camerún y Guinea-Conakry. La crisis económica española impide además desde hace cinco años ofrecer cuotas de inmigración legal como contrapartida a la colaboración de las autoridades africanas en el control de la irregular. Las restricciones presupuestarias españolas también han reducido drásticamente la cooperación institucional en el terreno específicamente migratorio: apoyo a los gobiernos de la zona para el desarrollo de sus propias normas y políticas migratorias, campañas de sensibilización dirigidas a los jóvenes para que conozcan los riesgos del viaje irregular, apoyo a la gestión de fronteras entre países africanos, etc.

En este contexto de reducción de las ayudas para la cooperación en todos los frentes, con una disminución del 70% desde 2011 de los presupuestos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), sin un Plan África que sustituya al que acabó en 2012, y sin presencia de la inmigración en el Plan Director de Cooperación 2013-2016 (la migración sí aparecía en el Plan anterior como una prioridad de la política para el desarrollo), los recursos españoles para obtener la colaboración de las autoridades africanas se han visto seriamente disminuidos.

Por eso, la Declaración aprobada en la Cumbre es una buena noticia para España y para todo el espacio Schengen por el que circulan libremente los inmigrantes irregulares una vez que han accedido a cualquiera de sus Estados miembros. Los fondos aprobados permitirán, por ejemplo, prestar más ayuda a Marruecos en su implementación del acuerdo de movilidad con la UE que se firmó en el 2013, en el desarrollo de su nueva política migratoria que por primera vez incluye la posibilidad de regularizar a los inmigrantes, y en la gestión de sus fronteras. El acuerdo de movilidad incluye 5 millones de euros para apoyar a Marruecos en el desarrollo de esas políticas nacionales, una cantidad que resulta muy insuficiente a la luz de la presión migratoria de paso que el país está sufriendo.

Sin duda se trata de pequeños pasos, que pueden parecer desproporcionadamente reducidos ante la magnitud del problema demográfico de un continente cuya población sigue aumentando con tasas mucho más altas que las de su crecimiento económico, pero son pasos en la dirección apropiada.

(Carmen González Enríquez es investigadora principal de Demografía y Migraciones del Real Instituto Elcano)

– Tormenta perfecta (Editorial – El País – 5/1/15)

La falta de una posición común de la UE penaliza las decisiones sobre inmigración y asilo

Los países del sur de la Unión Europea se encuentran bajo los efectos de una crisis migratoria muy difícil de manejar. Pero es toda Europa la que debe darse por enterada, atrapada como está entre el compromiso con los valores humanos y un creciente sentimiento anti-inmigración, alimentado por partidos extremistas, que llena de miedo y de dudas a gobernantes de ideas más templadas.

El descubrimiento de barcos fantasma en el Mediterráneo es solo el último episodio del éxodo, además de una verdadera exhibición criminal por parte de los traficantes de personas, que cargan viejos navíos y abandonan a los pasajeros sin tripulaciones en alta mar. El flujo de los desesperados no se va a detener, porque ni se esperan mejoras sensibles en los niveles de vida africanos, ni cabe soñar con un final cercano de los conflictos de Oriente Próximo, causantes inmediatos de las últimas oleadas de viajeros procedentes de Siria, Irak o Libia.

La ausencia de una posición común de la UE penaliza principalmente a los países del sur. Italia no quiere sostener por sí solo el esfuerzo realizado en 2013 y la mayor parte de 2014 con la operación Mare Nostrum, que rescató a más de 100.000 personas en el mar. El sustitutivo es una operación europea mucho más limitada, coordinada por Frontex y orientada a la vigilancia fronteriza, más que al rescate de náufragos. Las propias fuerzas de seguridad españolas han protagonizado episodios muy duros cuando rechazan la llegada irregular de inmigrantes a Melilla por el mar o estos tratan de rebasar las vallas fronterizas.

No es un asunto que pueda dejarse sin más al criterio y a los solos medios de cada Gobierno. El problema afecta en realidad al conjunto de la comunidad internacional, pero le toca a Europa adoptar decisiones colectivas, superando la división entre los partidarios de organizar amplios dispositivos de búsqueda y rescate, y los que se niegan con el pretexto de que eso incrementa el "efecto llamada". La política común debe disponer de un componente de seguridad, orientado a encontrar y castigar a los contrabandistas de personas, y otro de mejora en los dispositivos de búsqueda y salvamento.

Lo que resulta inaceptable es ceder a la vergüenza de mirar a otro lado mientras se ahogan a millares en el Mediterráneo, que empieza a ser considerado como el camino más mortífero del mundo.

– La migración como oportunidad para Europa (El País – 26/3/15)

Algunos ven el Mediterráneo como la parte más vulnerable del continente, pero su verdadero talón de Aquiles es no ser capaz de construir sociedades estables y diversas

(Por Peter Sutherland)

El año pasado más de 4.000 hombres, mujeres y niños perdieron la vida al intentar cruzar el Mediterráneo desde África a Europa. Sus trágicas muertes no han afectado en nada el aumento de la marea humana, que crece semana a semana, mientras que los traficantes de personas en las costas se vuelven cada vez más descarados y crueles. Solo desde comienzos de este año miles de migrantes han sido rescatados de las gélidas aguas.

En este contexto, y el del temor sembrado por los ataques terroristas en París y Copenhague, la Unión Europea se dispone a desarrollar una nueva y muy importante agenda sobre inmigración. Cuando los comisionados de la UE se reúnan para debatir los pasos a seguir, deben superar la tentación de buscar soluciones reactivas y cortoplacistas y, en lugar de ello, desarrollar un plan de acción amplio y verdaderamente creativo tanto en sus países como en el exterior.

La última vez que Europa tuvo que hacer frente a un punto de inflexión así fue en 2011, cuando la Primavera Árabe desató una oleada de inmigrantes que huían de la violencia y el caos en el Norte de África, pero la oportunidad de tomar medidas atrevidas (como un Plan Marshall Mediterráneo que canalizara la inversión a la integración de las inmigrantes) pasó sin que se la aprovechara. En su lugar, la UE hizo un par de ajustes burocráticos a su sistema de asilo y se consumió en debates sobre asuntos no esenciales, como los "fraudes al sistema de bienestar" por parte de los migrantes.

En 2014, la financiación de emergencia de la UE para migración y asilo fue de apenas 25 millones de euros, un patético intento de acción colectiva, aunque complementado con fondos de los estados miembros. En el otoño pasado, la valiente operación italiana de rescate marítimo Mare Nostrum, que había salvado cientos de vidas, se reemplazó por una iniciativa de la UE mucho más débil y que ha tenido problemas para hacer realidad su cometido.

Para empeorar las cosas, es evidente que dentro de la misma UE existe un desequilibrio entre compromiso y compasión. Suecia y Alemania han acogido a la mayoría de los solicitantes de asilo procedentes de Siria y otros países, mientras que la mayoría de los demás miembros de la UE han admitido a pocos o ninguno. Por ejemplo, el Reino Unido ofreció apenas 90 plazas de reasentamiento para refugiados sirios el año pasado. (En comparación, Turquía, Líbano y Jordania están destinando miles de millones de dólares a gastos para albergar a cerca de cuatro millones de refugiados.)

Grecia, Italia y Malta han debido cargar con el grueso del impacto de acomodar a quienes llegan, con todos los costes financieros, sociales y políticos que ello entraña. Como resultado, la tragedia que se vive actualmente en el Mediterráneo está sometiendo a serias presiones la solidaridad al interior de la UE.

La inmovilidad no hará que el problema desaparezca ni beneficiará a los gobernantes europeos en sus elecciones locales. "Luchar contra los traficantes de personas", la solución fácil para muchos en la UE, tomará muchos años en dar algún resultado, sobre todo si se considera la inestabilidad en varios gobiernos norafricanos. Mientras tanto, una mayor desestabilización en Oriente Próximo (que es una posibilidad muy real) podría poner en peligro la seguridad de decenas de millones de personas que, en virtud de las leyes internacionales, tendrían derechos legítimos a pedir asilo.

Se precisa un enfoque mejor y más viable. La respuesta necesaria inmediata requiere muchos recursos pero es factible en lo operativo: una fuerte operación marítima conjunta de la UE con un mandato explícito de rescate.

Cuando los solicitantes de asilo lleguen a costas europeas, la UE debería asumir de manera colectiva la responsabilidad financiera y administrativa de procesarlos y albergarlos, independientemente de dónde desembarquen. Y debería dar un paso solidario adicional si proceden de Siria, distribuyendo de manera equitativa la responsabilidad de albergarles en todos los estados miembros.

Mientras tanto, para aligerar la cantidad de personas que acaban optando por subirse a embarcaciones de traficantes, la UE debería comprometerse a reasentar a muchos más de los 30.000 refugiados sirios que ha aceptado hasta ahora. Como mínimo, sería de justicia una cifra cercana a los 250.000, si se consideran los millones de refugiados que existen hoy en Líbano, Turquía y Jordania.

Entretanto, los ministros de exteriores de la UE harían bien en intensificar sus conversaciones con los países africanos a fin de crear nuevos medios legales y de seguridad para quienes se encuentran en situaciones de riesgo y desean cruzar el Mediterráneo, lo cual podría implicar extender visas humanitarias, de trabajo y de reunificación familiar, con solicitudes que se habrían de procesar en el exterior. La UE debería considerar metas de más largo plazo, como crear un mercado mediterráneo común para estimular el crecimiento de las economías norafricanas y lograr que la región acabe por convertirse en un destino para los migrantes, más que una mera zona de tránsito.

Lo que es más importante: Europa necesita fortalecerse desde adentro. El continente necesita desesperadamente una manera distinta de ver la diversidad. Los países de la UE tienen dos opciones: o hacen un vano intento por retroceder a modelos de estado obsoletos, y monoétnicos, o aceptan la diversidad entendiendo que sus culturas nacionales no solo sobrevivirán, sino que florecerán gracias a ella.

Proceder de ese modo no implicaría de manera alguna abandonar los valores centrales europeos, pero requeriría respetar a todos quienes los adopten, independientemente de su raza o credo. Algunos ven el Mediterráneo como la parte más vulnerable de Europa, pero el verdadero talón de Aquiles del continente es no ser capaz de construir sociedades estables y diversas.

(Peter Sutherland es Representante Especial del Secretario General de las Naciones Unidas para asuntos de Migración Internacional. Copyright: Project Syndicate, 2015)

– La orilla descuidada (Editorial – El País – 14/4/15)

La UE debe consensuar con sus vecinos del Mediterráneo un nuevo marco de relaciones

La cumbre informal celebrada ayer en Barcelona entre los representantes de Exteriores de los 28 miembros de la UE y de 8 de los 10 países de la orilla sur mediterránea es el primer encuentro de este nivel que se celebra desde que en 2008 se creara la Unión por el Mediterráneo. Por eso, aunque la cita no tenía como objetivo alcanzar ningún acuerdo concreto, el mero hecho de celebrarse tiene ya una gran significación. Los últimos atentados yihadistas en París, Copenhague y Túnez han hecho más acuciante la necesidad de concertar una política común que permita combatir eficazmente la creciente amenaza del terrorismo islamista. La cumbre debe encauzar lo que de hecho es una rectificación de la política de la UE respecto de los vecinos del sur.

De esta política de vecindad depende la evolución de tres problemas que preocupan crecientemente a Europa: la seguridad, la inmigración y la dependencia energética, todos ellos de algún modo relacionados y que solo pueden abordarse eficazmente desde la cooperación. En los tres frentes se ha producido un empeoramiento que ha hecho tomar conciencia de la mutua fragilidad y de la necesidad de unir esfuerzos para su resolución.

La amenaza terrorista no solo supone un problema de seguridad en Europa, sino que pone en jaque los débiles intentos de democratización de los países del sur y su progreso económico. El conflicto de Siria, la deriva de Libia hacia un Estado fallido -los dos únicos países ausentes ayer- y las consecuencias de una guerra civil entre dos modos de entender el islam han convertido el Mediterráneo en el escenario de una grave crisis que en 2014 se saldó con 3.500 muertos por naufragio. La guerra empuja a miles de refugiados al camino de la inmigración ilegal, agravando así los crecientes flujos de desplazados por razones económicas. Urgen medidas que amortigüen el drama humano y permitan al tiempo un control de la inmigración respetuoso con los derechos humanos.

La estabilidad de la zona es también vital para que Europa tenga opciones energéticas que le permitan reducir la dependencia de Rusia: el 30% de la energía que importa la UE procede de ese país.

Todos ellos son problemas complejos que justifican corregir la política de vecindad con los países del sur que la UE emprendió en 2011. Tras hacer autocrítica por haber apoyado regímenes autoritarios, Europa adoptó un nuevo marco de relaciones con esos países sujeto a un principio de condicionalidad que supeditaba los posibles acuerdos de cooperación a los progresos democráticos. Este requisito y el hecho de tratar a todos los países como un bloque homogéneo (cuando no lo es) han sido un obstáculo que ha puesto en crisis todo el modelo.

La reunión debe servir para debatir y compartir una nueva política y demostrar que el sur es también una prioridad para la UE, en vísperas de la cita de mayo en Riga con los vecinos del Este.

– No dejar a nadie en el mar (El País – 20/4/15)

El escritor italiano analiza el último naufragio en el Mediterráneo

(Por Roberto Saviano)

El Mediterráneo convertido en una fosa común. Más de 900 muertos. Muertos sin historia, muertos de nadie. Desaparecidos en nuestro mar y pronto borrados de nuestras conciencias. Ocurrió este lunes: un pesquero que vuelca, unos inmigrantes -es decir, personas, hombres, mujeres y niños- engullidos que se convierten en fantasmas. Pero ya sabemos que volverá a pasar mañana. Y en una semana. Y en un mes. Llevando nuestras emociones hasta la indiferencia. Repite una noticia todos los días, con las mismas palabras, con el mismo tono, por triste y afligido que sea, y lograrás que ya no se escuche. Esa historia no recibirá atención, parecerá la misma de siempre. Será la misma de siempre. "Muertos en una barcaza". Algo relevante para los encargados de los trabajos, historia para las asociaciones, desesperación invisible.

Si ahora, justo ahora, hablamos del tema, solo es porque los muertos son 900, quizá más: una cifra desmesurada, inhumana. Si es que esta palabra aún tiene sentido. Seguimos sin saber nada de ellos, pero estamos obligados a saldar cuentas con la tragedia. Saldar cuentas: porque hablamos de números y nada más. De haberle faltado dos ceros al parte de muerte, ni siquiera habríamos sabido de él. Porque ya no es más que una cuestión de números (o de detalles dramáticos como "inmigrantes cristianos arrojados al mar por musulmanes") lo que supone la diferencia. No para los individuos, no para las sensibilidades privadas, sino para la comunidad que deberíamos representar, que debería representarnos. Porque a la indiferencia personal, acaso comprensible, la acompaña en el plano político una algarabía de declaraciones: disputas, acusaciones en tonos violentísimos. Nadie consigue hacer lo que necesitamos más que ninguna otra cosa: hacer que se comprenda. Pocos se dedican a ello: Médicos sin fronteras, con la campaña #millonesdepasos, intenta contar lo que ocurre, evitando reducir a estas personas a su problema. Es decir, a "expatriados, inmigrantes ilegales, clandestinos": palabras que diluyen la esencia humana para que sintamos con menos intensidad la pérdida infinita ante la tragedia. Muchos políticos, incluso en estos momentos, gritan. Salvini habla de "invasión", cuando en realidad la mayor parte de los que llegan no se queda en Italia, sino que se dirigen a Francia, Alemania o los países del Este. El Movimiento 5 Estrellas, que en sus propuestas había planteado un debate interesante, por desgracia ha caído en la tentación de cambiar el baricentro de la cuestión, del "salvar vidas" a "la expulsión", asumiendo como cierta esa falsa lógica de que cuanto más difícil sea entrar en Italia de forma clandestina, menos intentos de llegar a nuestras costas se producirán. No es así; no se salvan vidas endureciendo las fronteras, y no solo lo demuestra la experiencia italiana, sino también la estadounidense. Basta leer el libro "Los migrantes que no importan", de Óscar Martínez, para comprender que los flujos clandestinos de personas desde México hasta Estados Unidos rara vez se pueden gestionar y son imparables.

La cuestión es que el primer objetivo debería ser precisamente ese: salvar vidas, preocuparse por ellas. En cambio, se ha logrado convertir esa voluntad en algo ridículo, romántico, ingenuo. Cualquier reflexión sobre el dolor de los otros, de los que llegan de un "submundo", ha de ser contenida. Hay una economía en el sufrimiento. Quien valora el dolor, quien calibra la tragedia humana, quien intenta despertarse del torpor de la cifra de ahogados es tildado e inscrito automáticamente en el movimiento de "los buenos de más".

"Bueno de más" es la acusación de quienes no quieren dedicar tiempo a comprender y ya tienen la solución: devoluciones, arrestos, detenciones. Es la mezcolanza de frustración personal que busca a un responsable de nuestro desasosiego, la voluntad de considerar que la única solución realista y vencedora es la más autoritaria. Es la bondad considerada un sentimiento hipócrita por definición. Y, lo que es mucho peor, una cualidad moral que solo puede tener el hombre perfecto, inmaculado y puro: ergo nadie más que los muertos, cuya vida queda transfigurada y cuyas acciones ya son pasado. Todo el que intente actuar de otra forma desde su imperfección humana será marcado con un juicio único: falso. Y así la bondad se convierte en un sentimiento sin ciudadanía, ridículo, precisamente porque no puede sentirse más que desde la perfección rotunda. He ahí el cinismo miope, que lo destruye todo con diligente sarcasmo.

Es obvio que, racionalmente, resulta imposible imaginar una acogida universal y desmesurada, sin reglas; sin embargo, la estrategia adoptada, que se basa en admisiones y devoluciones un tanto aleatorias, ya no se sostiene. A Italia no se le reconoció el peso político que debería haber tenido al ser un país bisagra. Teníamos que aspirar a enfrentarnos al resto de Europa por el tema de la inmigración. Teníamos que aspirar a que nos escuchasen, sin que nos endilgaran, sin que delegaran "el problema" en nosotros.

La perenne campaña electoral de Renzi, que en el plano internacional parece estar más interesada en adquirir credibilidad diplomática que en plantear e imponer temas, no nos están ayudando, aunque parece injusto atribuir a este Gobierno toda la responsabilidad. Europa calla, culpable, pero podemos intentar cambiar las cosas. Podemos comprometernos a interpretar, a contar, a no permitir que estas vidas sean aplastadas y desperdiciadas así. Que se queden atrás, tan atrás que desaparezcan de nuestra vista. Convirtiéndose en un fantasma, en un estereotipo, en un incordio.

Inventarnos caminos alternativos, reunir toda la creatividad posible. Hablar del tema en televisión y en Internet, pero de otra forma: como decíamos, "expatriado" o "ilegal" son términos que diluyen la esencia humana construyendo una distancia irreal, que baja el volumen de la empatía.

Tenemos que pedir a los partidos que presenten a candidatos que hayan vivido la experiencia; abrir las universidades a esos hombres y mujeres. ¿Disminuirá todo eso el consenso político, con la cantilena del "primero nosotros y luego ellos"? Probablemente sí, sucederá. Pero solo en primera instancia; pronto nos daremos cuenta del enorme beneficio que supone. La historia de los desembarcos y de los flujos de inmigrantes tiene que convertirse en un tema que el Gobierno considere fundamental dado su consenso.

Renzi y su Gobierno responden con diligencia cuando un tema se vuelve mediático y popular: si perciben que el juicio sobre ellos estará determinado por el problema de la inmigración, empezarán a diversificar, a buscar nuevas estrategias y dar nuevos enfoques. El semestre italiano en Europa ha supuesto una profunda decepción, por lo que respecta tanto a las propuestas sobre los flujos de capital criminal (era una buena ocasión para plantear el tema del blanqueo) como sobre inmigración. Pero ahora es inútil lamentarse de lo que no se ha hecho; es necesario que Europa decida de manera diferente. Dar a los inmigrantes un espacio que no sea esporádico. Que la televisión los reciba, empezando a pronunciar bien sus nombres y los de sus países, contando su día a día y su resistencia.

Los únicos que a esta hora representan lo que Europa debería ser son los italianos; los muchos italianos que salvan vidas todos los días corriendo el riesgo de violar las leyes. La figura que mejor describe a estos italianos honrados es la del pescador Ernesto, en la preciosa película "Terraferma" de Emanuele Crialese, que viola la orden de la Capitanía de mantener su pesquero alejado de una patera respondiendo con un sencillo, humano y potente: "Yo nunca he dejado a nadie en el mar".

– Morir por Europa (Editorial – El País – 20/4/15)

El aumento de flujos y el drama humano en el mar hacen urgente revisar la política de inmigración

En apenas cinco días, más de 10.000 inmigrantes ilegales han llegado a las costas italianas. La cifra da idea de la magnitud que está adquiriendo un problema social y humanitario que Europa no ha sabido hasta ahora afrontar de forma adecuada. Según la Agencia Europea de Control de Fronteras (Frontex), en el primer trimestre de 2015 han sido interceptados 57.000 inmigrantes irregulares, el triple que en el mismo periodo de 2014. Se teme que con el buen tiempo la presión migratoria aumente y, con ella, un drama humano que ni siquiera se puede cuantificar. A varios puertos italianos han llegado en los últimos días rescatados y supervivientes de otras travesías y el naufragio de un pesquero este fin de semana frente a la costa libia con 700 víctimas es especialmente trágico.

El Mediterráneo se está convirtiendo en la mayor tumba de vidas y esperanzas. Mientras sea tan diferente la situación entre las dos orillas -una próspera y en paz, otra pobre y consumida por las guerras- el éxodo no se detendrá. Al contrario. Los conflictos de Oriente Próximo han llevado a los corredores de la inmigración económica a cientos de miles de refugiados. Solo la guerra de Siria ha dispersado en los países vecinos a cuatro millones de personas. A todo ello hay que añadir nuevas olas migratorias procedentes de los Balcanes. Los informes de Frontex muestran cómo crecen y se ramifican las rutas clandestinas por todo el perímetro de la UE. Cuando se consigue sellar un punto de acceso, otro se abre en otro lugar. La mayor vigilancia en la frontera de Grecia con Turquía llevó los flujos hacia Bulgaria. Este país, que hace apenas dos décadas derribaba el viejo muro construido para impedir la salida, levanta ahora otro para impedir la entrada. Los acuerdos con Marruecos y Mauritania redujeron los flujos hacia España, pero aumentó la presión sobre Grecia e Italia.

Un problema de esta naturaleza no se resuelve solo con vallas de espino. Es preciso un cambio de estrategia. La Comisión Europea ha tomado por fin conciencia de la emergencia y estudia un nuevo modelo de gestión. Europa no puede permitirse que se convierta en otra ocasión fallida. La nueva política estará destinada al fracaso si los diferentes países no son capaces de afrontar la cuestión como un problema común y global. Los del norte se quejan de que asumen la mayor parte de los refugiados políticos, y los del sur de que no reciben suficiente ayuda para controlar sus fronteras.

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