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Pasado y presente de la deuda externa de América Latina (página 10)



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sprendido otros dos argumentos a favor de la continuidad de los pagos: por una parte, para los años ochenta se dificulta una solución estrictamente "de mercado" como fue la depreciación de los bonos en la gran depresión dado que los títulos de deuda bancaria son menos transables que los bonos, lo que obliga a privilegiar la negociación por encima de la moratoria; por otra parte, esa negociación es factible dada la concentración de los títulos de deuda en manos de un pequeño número de bancos acreedores, lo que les da a los deudores la posibilidad de tener un interlocutor válido y les abre una opción diferente a la del incumplimiento de los pagos. Al respecto, véase A. MacEwan [1990; 108-109].

[356] Por ejemplo, véase The Wall Street Journal [1983; 44], en donde se citaba un estudio confidencial de la Reserva Federal de EE.UU. descartando un eventual colapso del sistema ante la cesación de pagos.
En el mismo sentido, a comienzos de los ochenta R. Devlin [1980; 119] planteaba:
"Las autoridades de los países industrializados han sostenido a menudo que los bancos comerciales han llegado a ser `rehenes' de los gobiernos de los países en desarrollo. Sin embargo […] parece tratarse de una gran exageración."

[357] Véase A. Kaletsky [1987; 111 a 133].

[358] A. Kaletsky [1987; 95].

[359] Ch. Kindleberger [1984a; 370].

[360] Respecto a lo profundo de las represalias, un ejemplo de los más extremos es el siguiente párrafo, que pertenece a W. Cline [1983; 90-91]:
"Además de las dificultades con el acceso a los créditos de corto y largo plazo, los países morosos podrían enfrentar represalias. Los acreedores extranjeros podrían embargar algunos de los activos extranjeros del país moroso, así como sus exportaciones que estuvieran en el exterior (aerolíneas comerciales, barcos, cuentas bancarias, embarques de mercancías, etc.)
"[…si se diera] una declaración de moratoria conectada con cambios internos de gobierno moviéndose significativamente a la izquierda (o hacia la derecha nacionalista) y anunciada en términos de una censura a las naciones occidentales, la reacción oficial internacional podría reforzar a las represalias privadas. En el extremo, las naciones occidentales podrían imponer embargos comerciales sobre los países morosos. Ese paso completaría el proceso de movimiento hacia la autarquía que el país arriesgaría cuando decidió primero una prolongada moratoria."
Respecto a la imposibilidad de mantener una posición de moratoria, el siguiente párrafo, que corresponde a un trabajo de O. Ugarteche [1980; 75], es un buen ejemplo de las opiniones que en tal sentido predominaban en América Latina sobre todo en los inicios de la década de los ochenta:
"[…] Salvo una revolución que esté dispuesta a enfrentarse al capital bancario internacional, y a sufrir los efectos, teóricamente con el apoyo de otra potencia (Cuba con la Unión Soviética) o con un vasto potencial interno (Irán), es absolutamente imposible que se logre una moratoria exitosa."

[361] A. Kaletsky [1987; 69].

[362] Según dicha doctrina, de acuerdo con A. Kaletsky [1987; 73], "… en ciertas circunstancias los tribunales se negarán a juzgar las acciones de poderes extranjeros, aún cuando afecten intereses norteamericanos privados y violen los principios de la ley tanto de Estados Unidos como internacional".

[363] Según la argumentación de A. Kaletsky [1987; 78 a 82], el escaso monto de los bienes que podrían ser embargados se deriva de consideraciones como las siguientes:
– Por una parte, según la Ley Estadounidense de Inmunidades Soberanas, sólo se pueden embargar aquellas propiedades utilizadas para actividades comerciales en Estados Unidos, lo que deja fuera a las propiedades diplomáticas y militares y a todas aquellas propiedades que no se utilizan en Estados Unidos.
– Por otra parte, es muy improbable que se dicte un embargo precautorio, por lo cual "no existe nada que impida que un deudor moroso traslade sus propiedades fuera de la juridicción nortemamericana anticipando una sentencia adversa".
– En tercer lugar, al aplicar una sentencia la mayor parte de los tribunales distinguen no sólo entre los particulares y el gobierno del país deudor, sino que, al interior de éste, "reconocen a las corporaciones nacionalizadas, las que son enteramente de propiedad del gobierno y su banco central, como entidades legales distintas, separadas de su gobierno y responsables sólo por su propio incumplimiento."

[364] A. Kaletsky [1987; 82].

[365] A. Kaletsky [1987; 94].

[366] A. Kaletsky [1987; 99-100].

[367] Al respecto, plantea A. Kaletsky [1987; 110]:
"El arsenal de sanciones posibles que poseen Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países acreedores es casi ilimitado. Claro que la utilización de la fuerza de las armas en contra de un país moroso sería inconcebible hoy en día, pero a causa de la interdependencia mundial cada vez mayor, las sanciones económicas y políticas de otro tipo como, por ejemplo, los embargos comerciales, la exclusión de instituciones internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, o la pérdida de la ayuda para el desarrollo o la asistencia militar podrían ser tan efectivas como las cañoneras del siglo XIX para doblegar a un país deudor."

[368] A. Kaletsky [1987; 111].

[369] A. Kaletsky [1987; 142].

[370] Véase A. Kaletsky [1987; 145].

[371] Véase, al respecto, S. Griffith-Jones [1988b; 399] y D. Tussie [1988b; 281].

[372] Entre los escasos autores en los que hemos encontrado la línea de explicación que desarrollaremos, se encuentran MacEwan [1987] y [1990], C. Fortín [1988] y, parcialmente, S. Griffith-Jones [1988a] y [1988b].

[373] A. MacEwan [1990; 109] .

[374] S. GriffithJones [1988b; 402].

[375] En el caso de México, se concretó a través del Fideicomiso Para la Cobertura de Riesgos Cambiarios (FICORCA), creado en abril de 1983, y que participó en operaciones por un total aproximado de 12000 millones de dólares manejados a un tipo de cambio preferencial. Véase M. Wionczek [1987] y R. Gutiérrez [1992].

[376] En el caso de Venezuela, en febrero de 1983 fue creada la Oficina para el Sistema de Tipos de Cambio Diferenciales (RECADI), encargada de otorgar divisas a tipos de cambio preferenciales, que en el caso del servicio de la deuda y de la importación de bienes esenciales se otorgaron al más bajo de los varios tipos existentes (4.30 bolívares por dólar, cuando el tipo de cambio libre empezó en 8 bolívares, subió a 17 y se estabilizó en un rango de 13 a 14 desde agosto de ese año). Véase E. Mayobre [1987].

[377] En el caso de Argentina, en una primera etapa se otorgó garantía estatal a la deuda que había sido contratada sin esa garantía y, en una segunda etapa, la deuda privada fue transformada en deuda pública, haciéndose cargo el Estado Argentino de la totalidad de su pago. El resultado neto para las dos etapas, fue un total de pérdidas para el Banco Central argentino que según una estimación recogida por E. Calcagno [1987b; 73], habría alcanzado un monto de aproximadamente 14400 millones de dólares para el periodo 19811983.

[378] Comparando ese aspecto de la situación de Chile con la de los demás países de América Latina, S. Griffith-Jones [1988b; 420] concluye:
"El tratamiento más dañino de la deuda privada (desde el punto de vista del interés nacional) ha sido el aceptado por el gobierno chileno, el que además de otorgar a posteriori una garantía para una parte importante de la deuda concedió grandes subsidios para su servicio en el resto de la deuda."

[379] Al respecto, Ffrench Davis [1988; 146-147] plantea:
"Este proceso de `estatificación' de la deuda ha tenido graves repercusiones en el poder negociador del país, pues antes de la crisis la mayor parte de la deuda era responsabilidad exclusiva del sector privado, que no estaba en capacidad de servirla por su propia cuenta. En este sentido Chile era uno de los pocos países de América Latina con una deuda privada sin garantía pública, hecho que lo colocaba en una posición de negociación mejor que la del resto. No obstante, esterilizó esta ventaja sin recibir ninguna compensación significativa de parte de los bancos acreedores por la reducción del riesgo comercial a que se exponían en Chile".

[380] Véase R. Ffrench-Davis [1988; 146].

[381] A. MacEwan [1990; 111-112], luego de describir las características de los estados y grupos gobernantes latinoamericanos en los años treinta, expone:
"Medio siglo después de aquella temprana serie de incumplimientos se han producido grandes cambios en la estructura sociopolítica de los estados latinoamericanos, así como en su relación con el capitalismo internacional. Sobre todo en las naciones grandes de la zona de manera muy obvia Brasil, México, Argentina y Venezuela, el Estado ha adquirido un cariz mucho más capitalista. En consecuencia, los nexos con el capital internacional se han vuelto más firmes, atrincherándose por completo."

[382] En tal sentido, R. Feinberg [1986; 58-59] plantea lo siguiente:
"[…] podría argumentarse que muchos latinoamericanos se identificaron con el lado de los acreedores. En alguna época, la fuga de capitales fue un privilegio de élite, pero durante los años setenta y comienzos de los ochenta en muchos países la clase media abrió cuentas bancarias en el extranjero. Por la diversificación de carteras financieras, su propio interés pasó a estar involucrado en la solidez del dólar y la estabilidad del sistema financiero internacional."

[383] En tal sentido, C. Fortín [1988; 376] plantea:
"[…] en el contexto de altos niveles de fugas de capital en el periodo anterior a las negociaciones, es posible que grupos económicos distintos de los financieros se preocupen también por conservar la operación regular de los mercados de capital internacionales a fin de proteger sus activos financieros en el exterior. Evidentemente los sectores de importación y exportación no desearán poner en peligro el comercio internacional en general y el del país en particular. Es igualmente probable que algunas élites importantes en los países deudores tengan en alta estima la integración de esas economías y sociedades en el mercado mundial, lo que les daría la oportunidad de interrelacionarse con sus similares de los países industrializados y de alcanzar un estilo de vida comparable."

[384] Además de los materiales ya citados que analizan la ausencia de moratorias en América Latina, en casi todos los cuales se incluyen también revisiones de la falta de posturas comunes por parte de los gobiernos de la región, otros documentos dedicados principalmente a este último tema son D. Tussie [1988b], L. Angeles [1987], G. D'Donnell [1987], L. Bendesky [1987] y [1990], P. Padoan [1990], J. Schvarzer [1984] y R. Feinberg [1986].

[385] En relación a los precedentes que se establecieron con la negociación mexicana, véase C. Fortín [1988; 382-383]; CEPAL [1983d; 30] y [1984c; 58]; D. Tussie [1988b; 282] y R. Feinberg [1986; 57].

[386] Véase Conferencia Económica Latinoamericana [1984; 656 a 659]. En la Declaración, se planteaba que "La crisis demanda soluciones urgentes, a través de acciones conjuntas, fundadas en la cooperación regional y en la concertación de posiciones comunes, destinadas a fortalecer la capacidad de respuesta de la región" y se demandaba, de los gobiernos de los países acreedores, "una actitud de corresponsabilidad en la solución del problema de la deuda externa." En el Plan de Acción, se establecían una serie de "criterios básicos", que incluían no "comprometer los ingresos de exportaciones más allá de porcentajes razonables", reducir los pagos por el servicio de la deuda, ampliar sustancialmente los plazos y periodos de gracia, mantener flujos netos positivos de recursos financieros y vincular las renegociaciones con mayores facilidades de acceso a los mercados externos de los productos de exportación de la región".
Sin embargo, tanto la Declaración como el Plan de acción se quedaban bastante "cortos" respecto del documento preparatorio de la Conferencia que, a solicitud del Presidente de Ecuador, habían elaborado conjuntamente la CEPAL y el SELA. En dicho documento, por ejemplo (véase CEPAL y SELA [1983e; 116]), se proponía la creación de un Centro Latinoamericano de Información sobre Financiamiento Externo, el cual:
"… permitiría acrecentar el conocimiento de los distintos países latinoamericanos acerca de las condiciones en que vienen operando las refinanciaciones y el mercado financiero internacional. Dicho centro podría servir, asimismo, para asesorar a los gobiernos que lo requiriesen en la administración y solución de los problemas generados por la deuda externa."

[387] O. Hurtado [1990].

[388] D. Tussie [1988b; 285]

[389] CEPAL [1984c; 65]

[390] CEPAL [1984c; 65]

[391] R. Feinberg [1986; 57-58]

[392] Una propuesta de manejo regional del problema de la deuda que sí implicaba la redefinición de las reglas impuestas por los acreedores además de los planteamientos cubanos, a los que ya hicimos referencia, fue la presentada por la Secretaría Permanente del SELA en mayo de 1989. Dicha propuesta, cuya presentación no la hemos incluido en el texto debido a que en la práctica no tuvo mayores efectos dado que sus componentes de mayor importancia se "diluyeron" cuando la propuesta pasó del ámbito de la Secretaría al del Consejo incluía una serie de medidas tendientes a reducir los pagos por servicio de la deuda a una cuarta parte del nivel que tenían. Dichas medidas, abarcaban un límite máximo a las tasas de interés, reducciones del valor nominal del principal y transformación de la deuda nominal descontada en bonos, además de otras propuestas referidas a la deuda intrarregional, con gobiernos del capitalismo desarrollado y con organismos financieros multilaterales. Para los detalles de la propuesta, véase SELA [1989a] [1989b] y [1989c].

[393] En relación a esa búsqueda de "relaciones privilegiadas", L. Angeles [1987; 313], plantea:
"Parecería que cada deudor importante cree estar vendiendo a sus acreedores una actitud de condescendencia que minimiza el riesgo al sistema financiero internacional y cuyo precio es un trato de excepción a cambio."

[394] Véase, entre otros, D. Tussie [1988b; 296-297] y G. D'Donnell [1987; 327-328]

[395] Véase R. Ffrench-Davis y R. Devlin [1993; 11].

[396] CEPAL [1989; 64].

[397] En tal sentido, R. Bouzas [1987; 23] hace la siguiente síntesis:
"A través de su acción coordinada, los bancos consiguieron transferir el grueso de los costos de la crisis de la deuda a los prestatarios quienes, en contraste, actuaron individualmente compitiendo entre sí por arrancar a sus acreedores condiciones menos perjudiciales."

[398] Respecto al papel jugado por esos cinco bancos estadounidenses, en uno de los informes del proyecto CEPAL/CET, se dice (M. Mortimore [1989; 23]):
"En resumen, los bancos `líderes' predominaron en los comités de dirección de los deudores más importantes, y así ejercieron una influencia muy decisiva sobre el conjunto del proceso de reestructuración de la deuda."

[399] Al respecto, S. GriffithJones [1988a 17] plantea que lo que se dio fue:
"La dominación de las instituciones y los criterios financieros en el manejo de la crisis de la deuda como fenómenos puramente temporales, la implicación era que si los países en desarrollo ajustaban rápidamente sus economías, las crisis tanto de deuda como de crecimiento podrían abordarse pronto, sin ninguna necesidad de generar grandes cambios estructurales ya sea i) en las políticas de desarrollo de los países (excepto las invocadas tradicionalmente por instituciones como el FMI); ii) en el sistema financiero internacional, o iii) en el marco de las negociaciones de la deuda."

[400] En tal sentido, son varios los autores S. Griffith-Jones [1988a; 17], Ffrench-Davis y R. Devlin [1993; 12], CEPAL [1990c; 52], entre otros que citan a los análisis de W. Cline como ejemplo del tipo de pronósticos que empujó a la aceptación del carácter transitorio de la crisis.

[401] CEPAL [1990c; 52].

[402] S. GriffithJones [1988a; 21]

[403] R. Ffrench-Davis y R. Devlin [1993; 12].

[404] CEPAL [1984c; 76]. Y a continuación se agrega:
"Estos efectos negativos quizás fueron agravados por la actuación de los países deudores. Frente a una posición unida de la banca, ellos se comportaron como si fueran competidores con respecto al crédito bancario. Así, en las negociaciones mismas hubo escasa cooperación entre los países deudores."

[405] CEPAL [1990c; 52].

[406] R. Devlin [1987c; 262].

[407] Véase R. Devlin [1983] y CEPAL [1984c; 76 a 78].

[408] Véase CEPAL [1989; 64].

[409] En tal sentido, en otro de los documentos del proyecto CEPAL/CET (M. Mortimore [1989; 25]) se plantea:
"Los `líderes' utilizaron también su influencia en los comités bancarios de dirección para obtener, en ciertos casos, ventajas que excedían el ingreso adicional generado por los márgenes punitivos. Lograron a veces adquirir mayor seguridad para sus compromisos en manos de prestatarios del sector privado haciéndolos incorporarse de diversas maneras a los acuerdos de reestructuración de la deuda, con lo cual adquirían una garantía estatal a posteriori. […] los prestatarios más riesgosos que presumiblemente habían pagado a los "líderes" mayores primas de riesgo pasaban a estar en las mismas condiciones que los prestatarios más solventes, a quienes los "rivales" habían cobrado primas de riesgo muy inferiores."

[410] Respecto a las ventajosas condiciones con que los bancos acreedores lograron enfrentar el estallido de la crisis de deuda, en un material de G. Biggs [1985; 174] se presenta el siguiente listado:
"[los bancos] han utilizado provechosamente, entre otros, los siguientes recursos: actuar bajo la representación de un comité único presidido por alguno de los bancos más poderosos; mantener separadas las negociaciones aplicando el criterio "caso por caso"; conducir las negociaciones y suscribir los contratos donde tienen sus oficinas principales (Londres o Nueva York) ; utilizar el inglés como idioma oficial de renegociación y de los contratos; disponer del más refinado asesoramiento legal y financiero prácticamente sin costo; y aplicar como precedente de los términos y condiciones financieros de sus negociaciones con otros países los convenidos con México en 1982."

[411] En esa perspectiva, las dos siguientes citas la primera de la CEPAL [1989; 64], y la segunda de M. Mortimore [1989; 25], nos parece que resumen adecuadamente lo ocurrido:
"Ahora parece claro que los bancos estadounidenses, sobre todo los líderes, utilizaron su control de los comités directivos bancarios para obtener ventajas particulares frente a los no estadounidenses, los estadounidenses más pequeños y, sobre todo, los propios países deudores."

"… también parece haber quedado en evidencia que el enorme ajuste forzoso realizado por los deudores beneficiaba más los balances trimestrales de los "líderes" que las perspectivas económicas de mediano plazo de los países, y por lo tanto, más que resolver la crisis, tendía a prolongarla."

[412] En el caso de Japón, que aparece con los menores niveles de reservas, cabría tener presente el uso generalizado de la subvaluación de activos como mecanismo de "reservas ocultas". Al respecto, véase CEPAL [1990a; 43 y 50].

[413] Véase CEPAL [1990a; 51]

[414] Salomon Brothers, "Less Developed Countries, Indebtedness: Secular Developments in US banbing are Defusing the Problem", Bank Weekly, 20 de enero de 1987. Citado en S. Griffith- Jones [1988b; 394].

[415] CEPAL [1990a; 13 y 43]

[416] Véase FMI [1992; 2 a 5 y 49] y I. Swary y B. Topf [1992; 395 a 397].

[417] Respecto a esos cambios, ocurridos en el mercado internacional de capitales, en el libro de I. Swary y B. Topf [1992; 392] se plantea:
"La valorización se ha visto impulsada por la creciente eficiencia de los mercados de eurobonos, los que se han vuelto amplios y homogéneos. La crisis de la deuda internacional ha incrementado la conveniencia de los activos altamente líquidos. En consecuencia, se ha vuelto una práctica común la emisión de bonos mediante consorcios multinacionales de bancos grandes que se reunen en poco tiempo."

[418] En tal sentido, en el trabajo de I. Swary y B. Topf [1992; 392-393] se plantea:
"Ya se han tomado medidas tentativas para la eliminación total de la intermediación financiera mediante la confrontación directa de los prestatarios y prestamistas finales. Varios de los prestatarios más grandes y dignos de crédito han empezado a colocar la deuda directamente con los grandes inversionistas institucionales, mientras que algunos prestamistas han empezado a buscar a prestatarios para invertir directamente con ellos."

[419] I. Swary y B. Topf [1992; 394-395].

[420] En tal sentido A. Gutiérrez [1991a; 190], al referirse al desarrollo de la "titularización", plantea:
"[…] esta forma de financiamiento no sólo socializó el riesgo y abrió nuevas posibilidades para pequeñas y medianas empresas, sino también sustituyó el financiamiento de largo plazo por el de corto plazo, y aumentó el apalancamiento financiero de las empresas, degradando en mucho la calidad de los valores emitidos, amén de alentar la especulación.

[421] Véase I. Swary y B. Topf [1992; 399-400].

[422] Véase A. Gutiérrez [1991b; 29-30].

[423] A. Gutiérrez [1991a; 186]

[424] I. Swary y B. Topf [1992; 381].

[425] Véase A. Gutiérrez [1991a; 186-187].

[426] En tal sentido, en el Balance Preliminar de la Economía Latinoamericana 1988 de la CEPAL (p. 10), al referirse a una emisión de bonos realizada por Brasil como resultado de la reprogramación de su deuda que en ese año había acordado con la banca privada, se planteaba que "la emisión brasileña constituyó la primera oportunidad en América Latina en que se logró utilizar los bonos de salida con cierto éxito."

[427] Véase R. FfrenchDavis y R. Devlin [1993].

[428] Un análisis de las conversiones para el caso de la deuda oficial bilateral, se encuentra en S. GriffithJones [1993b]. Así, también, en R. Devlin [1992] se hace una revisión de las operaciones de canje de deuda por "naturaleza".

[429] Según la CEPAL, en su Balance Preliminar… 1993, op. cit. p. 53, los "términos de Toronto ampliados" le permiten al acreedor elegir entre las siguientes tres opciones:
"i) una reducción del 50% de las obligaciones y una reprogramación del saldo a lo largo de un periodo de 23 años (seis de gracia); (ii) una reducción de la tasa de interés, de tal modo que otorgue un alivio equivalente a la primera opción, en términos de valores actualizados, y una reprogramación de las obligaciones en un periodo de 23 años (sin periodo de gracia), y (iii) una reprogramación a 23 años (seis años de gracia) con una tasa de interés inferior a la del mercado y una capitalización sin costo de los pagos de intereses durante el periodo de gracia."

[430] Según el Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe (varios años), la relación deuda/exportaciones de bienes y servicios, en el total regional, fue de 16.1% en 1978 y de 18.4% en 1979.

[431] CEPAL, Balance Preliminar de la Economía de América Latina y el Caribe 1993, p. 28.

[432] Véase CEPAL, Anuario Estadístico de América Latina y El Caribe, Edición 1994, Santiago de Chile, febrero 1995.

[433] CEPAL, Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe 1994, p. 439.

[434] CEPAL, Balance Preliminar de la Economía de América Latina y el Caribe 1994, p. 2. Las estimaciones de los montos de inversión directa ingresada durante los años noventa varían considerablemente entre las distintas fuentes, pero todas ellas coinciden en asignar un rápido crecimiento a dichos montos. Así, según Naciones Unidas [1993; 259] la inversión directa neta habría sido de 4.2 miles de millones de dólares en 1991 y de 6.5 miles de millones en 1992; según cifras que maneja P. Kuczynski [1993; 332], los montos de ingreso serían cercanos a los 7000 millones de dólares en 1990 y de 11500 millones en 1991; y, según el Programa Sobre Corporaciones Transnacionales [1993; 45], los ingresos estimados de inversión extranjera directa hacia la región fueron de 16 000 millones en 1992.

[435] También a este respecto varían considerablemente entre las distintas fuentes, pero todas coinciden en la tendencia al incremento. En el caso de la CEPAL (Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe 1994, p. 439), a las inversiones de cartera netas ingresadas a América Latina se les asigna un monto de 2100 millones de dólares en 1988, 4 000 millones en 1989, 11 000 millones en 1990 y 17 200 millones en 1991.

[436] Un análisis comparativo del comportamiento de las bolsas de la región durante los años ochenta, se encuentra en el material de A. Gutiérrez [1991a; 166 a 173] que ya hemos citado en partes anteriores de este capítulo. Cifras recientes del comportamiento de esas bolsas, se presentan en el Balance Preliminar …1993, op. cit. de la CEPAL, pp. 25 y 48.

[437] Respecto a la repatriación de capitales, existen pocas estimaciones del peso que ellos han tenido en el ingreso total de recursos hacia América Latina. Una estimación en tal sentido, y referida al inicio de los años noventa para el conjunto de América Latina, puede verse en S. GriffithJones, A. Marr y A. Rodríguez [1993a; 42].
Para el caso de México, en E. Correa [1992a; 37] se estima que hasta 1992 la repatriación de capitales había alcanzado un monto de 8000 millones de dólares.

[438] En ese sentido, F. Carmona [1993; 115] se refiere a "[…] un mercado de capitales en auge relativo aunque inestable y frágil, en gran parte por la mayor participación del capital extranjero y en ascendente medida del nacional monopolista, en la financiera […]".

[439] Refiriéndose a los mercados bursátiles de los países recién señalados, en el Balance Preliminar… 1993, op. cit., p. 25, se plantea:
"Los inversionistas extranjeros que operan en esas bolsas son fondos mutuos internacionales, especialmente del Reino Unido y de los Estados Unidos, o inversionistas directos, tanto institucionales (como fondos de pensiones y empresas de seguros) como individuales."
Un análisis detallado de las inversiones de cartera colocadas en la compra de acciones en los mercados bursátiles de América Latina, y en particular en México y Chile, se encuentra en CEPAL [1992a; 67 a 70].

[440] Por ejemplo, en un informe preparado por funcionarios del Banco Mundial (M. Ahmed y L. Summers [1993; 77), se hace el siguiente balance y pronóstico acerca del papel de los bancos:
"Una lección fundamental de la crisis de la deuda es que los bancos comerciales son un instrumento ineficiente para canalizar financiamiento a largo plazo a las naciones más pobres.
"Es probable que durante el próximo decenio su función en estos países consista en suministrar crédito de exportación a corto plazo y establecer relaciones bancarias a fin de facilitar los acuerdos comerciales internacionales, así como en financiar proyectos de recursos limitados, en los que el reembolso del préstamo se vincule al éxito de la inversión financiada."

[441] Véase CEPAL, Balance Preliminar de la Economía de América Latina y el Caribe 1994, p. 2.

[442] En tal sentido, cabe mencionar que para los años noventa, según la misma fuente del Cuadro 5 (FMI [1995; 15]), además de los países de América Latina que hemos venido señalando los únicos restantes emisores de montos importantes de bonos internacionales en el capitalismo atrasado han sido Corea del Sur, Hungría, Turquía, China y Hong Kong.

[443] La reapertura del mercado internacional de bonos para América Latina se analiza en CEPAL [1992a; 63 a 66], en S. GriffithJones, A. Marr y A. Rodríguez [1993a; 4849] y en E. Correa [1992a; 3334]

[444] Dos de las pocas emisiones de bonos realizadas por algún país de América Latina con posterioridad a 1982 correspondieron a Colombia, que según se recordará, fue la economía de la región que menores problemas de deuda presentó a lo largo de los años ochenta. Véase CEPAL [1992a; 63].

[445] Según las cifras de la CEPAL, tomadas del Balance Preliminar de la Economía Latinoamericana, 1987 y del Cuadro XII del Anexo Estadístico, los únicos países en los cuales la relación deuda exportaciones de 1994 es menor a las de 1980 y 1981, son Costa Rica, Chile y Paraguay, en tanto que para otros tres países la cifra de 1994 es menor a la de uno de los años de ese bienio: Brasil y Colombia respecto a 1981 y El Salvador respecto a 1980.

[446] En ese sentido, en un documento presentado por el SELA en octubre de 1993 (y según las reseñas aparecidas el 25 de octubre de 1993 en La Jornada, p. 39 y en Excelsior, Sección Financiera, pp. 2 y 10), se planteaba que:
"La crisis de la deuda exterior podría no estar realmente superada y sólo adormecida por la crisis norteamericana y sus políticas keynesianas de tasas de interés"

[447] Una revisión detenida de las estrategias de negociación de la deuda del gobierno mexicano, se encuentra en J. Estay y J. Rivera [1989].

[448] En tal sentido, por ejemplo, A. Mercadante [1995; 250] considera que en América Latina "México fue la experiencia neoliberal más radical…"

[449] En lo que respecta a la apertura comercial, cabe recordar que se aplicó una rápida reducción de los aranceles y de las barreras no arancelarias, de tal manera que entre 1984 y 1994 el arancel máximo pasó de 100 a 20%, el arancel promedio pasó de 24 a 12%, se eliminaron los precios oficiales de importación, y los permisos previos de importación que en 1984 cubrían a todas las fracciones arancelarias desaparecieron por completo.

[450] En tal sentido, la casi total desaparición del sector paraestatal de la economía con la unica excepción notable, hasta ahora, de PEMEX tendría que ser comparada con el total de 1155 empresas públicas con que contaba el Estado mexicano en 1982.

[451] Al respecto, basta tener presente que según cifras de la CEPAL (Anuario Estadístico de América Latina y el Caribe, 1992, p. 468) entre 1981 y 1983 las importaciones mexicanas de bienes cayeron en un 64%, como resultado de lo cual el balance comercial pasó de un déficit de 6100 millones de dólares a un superávit de 14400 millones entre esos dos años. A modo de comparación, cabe tener presente que según esa misma fuente (p. 430) la disminución de importaciones de bienes para el resto de América Latina y el Caribe fue de 36 por ciento.

[452] En tal sentido, cabe recordar que en el Cuadro 2 del tercer capítulo construido con cifras de la CEPAL, para México la participación de los salarios en el ingreso cayó de 36% en 1980 a 25.9% en 1988, cifra ésta última que, de los doce países considerados en dicho Cuadro, sólo era superior a la de Argentina. Según información de INEGI (Sistema de Cuentas Nacionales, diskettes) para 1990 la participación de los salarios en el ingreso nacional se había reducido aún más, llegando a 25%.
A ello, cabría agregar que, también según información de la CEPAL (Balance Preliminar de la Economía Latinoamericana, 1993, p. 37), el salario mínimo real urbano en México disminuyó 55% entre 1980 y 1990, a lo que se agregó una caída adicional de 9% entre 1990 y 1993.

[453] Véase el Capítulo XI, artículos 1102 a 1104, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte [1993; 388389].

[454] Véase el Capítulo XI, artículo 1109, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte [1993; 393394].

[455] Véase el Capítulo XI, artículo 1106, del Tratado de Libre Comercio de América del Norte [1993; 389 a 391]. En dicho artículo, se establece que ninguna de las Partes podrá imponer a "un inversionista de una Parte o de un país no parte" requisitos referidos a:
" a) exportar un determinado nivel o porcentaje de bienes o servicios;
"b) alcanzar un determinado grado o porcentaje de contenido nacional;
"c) adquirir o utilizar u otorgar preferencia a bienes producidos o a servicios prestados en su territorio […]
"d) relacionar en cualquier forma el volumen o valor de las importaciones con el volumen o valor de las exportaciones, o con el monto de las entradas de divisas asociadas con dicha inversión; […]
"f) transferir a una persona en su territorio, tecnología, un proceso productivo u otro conocimiento reservado […]"

[456] Véase CEPAL, Balance Preliminar de la Economía Latinoamericana, varios años.

[457] Véase INEGI (Sistema de Cuentas Nacionales, diskettes)

[458] Véase CEPAL, Balance Preliminar de la Economía Latinoamericana, varios años.

[459] Respecto de los problemas económicos, no está por demás recordar que ya desde 1993 había una notoria disminución del crecimiento de la producción global, la cual en ese año aumentó sólo en 0.4% (0.6% según la CEPAL), en tanto que la producción manufacturera caía en un 1.4%. Véase A. Huerta [1995; 14].

[460] En tal sentido, cabe mencionar que la tasa prima, luego de haberse mantenido en un nivel de 6% durante 1992 y 1993, pasó a 6.06%, 7.25%, 7.75% y 8.5% en los trimestres uno al cuarto de 1994, respectivamente, para llegar a 9% en el primer trimestre de 1995. Véase OCDE, Main Economic Indicators, mayo de 1995, p. 72.

[461] Las cifras están tomadas de Alberto Arroyo [1995; 67].

[462] Esa repetición del ciclo endeudamientocrisis de pagos
en México, es analizada por A. Ortiz [1995].

 

Enviado por:

Ing.+Lic. Yunior Andrés Castillo S.

“NO A LA CULTURA DEL SECRETO, SI A LA LIBERTAD DE INFORMACION”®

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Santiago de los Caballeros, República Dominicana, 2015

“DIOS, JUAN PABLO DUARTE Y JUAN BOSCH – POR SIEMPRE”®

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