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Reflexionemos juntos. Una invitación a pensar (página 2)



Partes: 1, 2

De la palabra debe pasar la firmeza a la conducta. No se cansaban los estoicos de recordar el gesto firme del senador Helvidio Prisco. Pidióle un día Vespasiano que no fuera al Senado, para que su austera palabra no perturbara sus planes.

–Está en vuestras manos quitarme el cargo, pero mientras sea senador no faltaré al Senado.

–Si vais—repuso el emperador–, será para callar vuestra opinión.

–No me pidáis opinión y callaré.

–Pero si estáis presente no puedo dejar de pedírosla.

–Y yo no puedo dejar de decir lo que creo justo.

–Pero si lo decís os haré morir…

–Los dos haremos lo que está en nuestra conciencia y depende de nosotros. Yo diré la verdad y el pueblo os despreciará. Vos me haréis morir y yo sufriré la muerte sin quejarme. ¿Acaso os he dicho que soy inmortal?…

Graba este ejemplo en tu memoria, artesano, poeta, sembrador o filósofo. Probable es que no puedas imitarlo en grado heroico, pero no lo olvides en tu habitual escenario. Has de él un mandamiento de tu credo. Piensa que el porvenir de tu pueblo está en el temple moral de sus componentes."

Me hubiese gustado escribir una acotación a esas hermosas palabras de Ingenieros, pero creemos que nos resultaría muy cuesta arriba ser el escoliasta, ya de conducta y firmeza se amalgaman, para forma el carácter del hombre. Es esa razón, que recurriremos al libro la Educación, escrito por Elena G. de White, donde hablando de José y de Daniel, ambos personajes del Antiguo Testamenta, dice:

"La mayor necesidad del mundo es la de hombre que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimos de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos.

"Pero semejante carácter no es el resultado de la casualidad; no se debe a favores o dones de la Providencia. Un carácter noble es el resultado de la autodisciplina, de la sujeción de la naturaleza baja a la superior, de la entrega del yo al servicio de amor a Dios y a la humanidad".

Cuando nuestra forma de vida sea un bochorno para los corruptos y los tiranos, para los indolentes y malvados, podemos estar seguros, de que hemos honrado a nuestros padres, obedecido a Dios y educado a nuestros contemporáneos.

Todo el que trabaja tiene suerte

En el capítulo XXVl, de su Moral Social, don Eugenia María de Hostos, y al cual le da el título de:

LA MORAL SOCIAL Y LAS PROFESIONES, leemos lo siguiente:

Una vez, una madre de las que en la América Latina pueden, por la ternura, servir de modelo a cualesquiera madres, decía, refiriéndose a uno de sus pequeñuelos:

-"Y este seré sacerdote".

-"Si time esa vocación, enhorabuena", dijo su marido.

-"Y aunque la tenga: el sacerdote no tiene que luchar tanto con la vida como otros".

-"Es un error: en la vida, todos son sacerdocios, y todos imponen deberes costosos".

-"Pero el sacerdote tiene siempre el pan a la manos''.

-"Pero no siempre lo tiene a la conciencia".

-"; ¿Qué quieres decir?".

-"Que no siempre es tan fácil para la conciencia el acercarse al pan que se toma fácilmente con la mano".

-"¿Por qué?".

-"Porque el pan se digiere solamente en el estómago".

— "¿Pues acaso hay algún otro aparato digestivo?".

-"Varios: la razón, que juzga de nuestro modo de ganar el pan, es uno; la voluntad, que a veces se resiste a determinados modos de ganar el pan, es otro; la conciencia, que aprueba o condena los modos de subsistencia que se adoptan, otro".

-"Y el sacerdocio eclesiástico ¿es uno de esos modos de ganar la vida que la razón juzga mal, que la voluntad resiste y que la conciencia condena?".

-"Si lo adapta la vocación, no; cuando lo adopta el egoísmo cauteloso e inmoral, sí".

– ¿Y ¿por qué?".

-"Por lo mismo que es inmoral hacerse abogado o médico, o maestro o periodista, o comerciante o peluquero, sin más mira que la de ganar el pan".

-"Pero aun así, cuando el objeto es evitar los vicios de la ociosidad y la deshonra del vicio…".

-"Menos malo, en efecto, pero es malo".

-"Pero si así se hace un bien a la familia…".

-"A la verdadera familia no se le puede hacer un bien que sea un mal para la sociedad.

-"Y por qué es un mal para la sociedad el seguir sin vocación una carrera?".

-"Porque todo oficio, carrera, profesión o función social requiere un número determinado de deberes, que se cumplen tanto menos cuanto mayor es la repugnancia con que los reconocemos, y toda vocación extraviada impone deberes repugnados".

-"Pero eso, en Último caso, será un mal para el extraviado de su vocación".

-"Para él, para la familia, para sus convecinos, para sus comarcanos, para su patria y para la humanidad entera".

-"¿Cómo así?",

-"Porque lo que la sociedad humana quiere y requiere de sus miembros es que coadyuven al orden social, y para eso hay que cumplir con su deber; y para que el cumplimiento del deber sea general, hay que hacer del deber una causa y origen de felicidad".

El mismo Hostos nos invita: "…a hacer del trabajo, no sólo un recurso, sino una devoción; no sólo un esfuerzo, sino un estímulo placentero; no sólo un modo de conservación, sino un holocausto de cada día."

Y es que el éxito, esto es el resultado feliz de toda situación que se nos presente en la vida, no depende del azar o de la suerte, no viene de la casualidad, sino del trabajo.

No olvidemos a Thomas Alva Edison, quien en su vida adulto patentizó un invento cada quince días de su vida; y de quien podemos decir que llevó la tecnología al mundo, solía decir lo siguiente: "La invención es 1% de inspiración y 99% de transpiración."

Ya lo dijo el sabio Salomón, en Proverbio 14: 23:

"En toda labor hay fruto;

Más las vanas palabras de los labios empobrecen."

¿Dónde y qué hemos de beber?

Se dice que un día, Alejandro Magno, quien fuera discípulo de Aristóteles, le pregunto a los sabios de su corte: "¿Cómo puede el hombre vivir para siempre?". Los sabios se reunieron, y después de mucha deliberación se ofrecieron esta respuesta: Muriendo.

Es que al hombre siempre le ha preocupado el enigma de la muerte. Y tan acuciante es la necesidad de una respuesta a esta pregunta, que en la historia de la humanidad, los cerebros más brillantes, se han dedicado a buscar una panacea a este terrible mal. La búsqueda del elixir de la vida y de la piedra filosofar, a perturbado el sueño a más de un investigar, sabio o charlatán.

Olvidándonos de la China, Egipto, Roma o Arabia, durante la edad media, hombres como Roger Bacon y Alberto Magno, se empeñaron en encontrar la milagrosa bebida; Tomás de Aquino, y el mallorquín Ramón Llull, buscaron la "quinta esencia", el al-kukhul, espíritu, de los árabes. Y es gracia a esas investigaciones, que tanta contribución hizo al arte de la farmacopea, que hoy podemos contar con: alcohol metílico, alcohol etílico, alcohol propílico.

Fue siguiendo estos procedimientos, y después de muchas destilaciones, perseverancia, que los hombres modernos podemos decir que hoy tenemos "el agua de vida", ya que descubrimos "la fuente de agua que nos da la vida eterna. A este líquido de oro, los ingleses le llaman "whiskey",

Por lo que sabemos, en 1605, François Annibal Estrées da a los monjes de la Cartuja de Vauvert en París un manuscrito que revela la fórmula de un elixir de la vida, es el origen del licor llamado chartreuse. Este elixir, todavía se fabrica bajo la supervisión de los monjes en Grande-Chartreuse, y su grado de alcohol es muy elevado.

Del descubridor y conquistador español, Juan Ponce de León, se dice que seguía la leyenda de Cíbola, las Siete Ciudades de Oro y de la fuente de la eterna juventud, y que según le habían dicho en Santo Domingo y en Cuba, se encontraba en la Florida. De Isaac Newton se dice, que un 60% de sus manuscritos, contiene investigaciones sobre la búsqueda de la piedra filosofar.

No olvidemos, que Jesús nos dice, que Él es el agua de vida, y que todo el que cree en Él, de su interior brotaran ríos de agua de vida. El agua que recibamos ha de circular, porque el agua que se estanca se pudre. Por eso estamos llamados a hacer florecer el erial que nos circunda.

¿Cuál será nuestro sino?

La doctrina teológica de la predestinación, debe ser entendida como la relación que se establece entre la existencia de las cosas y el destino de ellas, siendo esta doctrina contraria al determinismo y al libre albedrio. Juan Calvino dice que Dios eligió o predestinó a un número determinado de hombres para que hereden la vida eterna, y a otro número para que no tengan la misma vida. Esto lo dice, sin importar el tipo de vida y de obediencia que esos hombres hayan llevado, ya que la predestinación es incondicional.

A pesar de que ceo lo contrario a Calvino, la vida enseña que hay personas que nacen predestinada, y uno de esos predestinados fue el español Miguel Servert.

Servert fue un teólogo, medico, geógrafo, astrologo, humanista y algo más. Como teólogo, negó la doctrina de la trinidad de Dios y el bautismo de los infantes, lo cual le creo problemas con la iglesia romana; pero fue más lejos, cuando iba a publicar su obra Restitución del Cristianismo, le envió una copia a Calvino para conocer su parecer. Calvino le envió en respuesta un ejemplar de s obra Institución del de la Religión Cristiana, la cual Servert leyó y le hizo unas críticas muy agrias, que rasguñaron la sensible epidermis del reformador.

En 1553, Servert publicó su obra, y el Tribunal de la Santa Inquisición lo a presó en abril de ese mismo año, en la ciudad francesa de Vienne, pero por poco tiempo, ya que escapó de la prisión. El 17 de julio de ese mismo año, el Santo Tribunal juzgó a Servert en contumacia, y lo condenó a morir quemado en efigie, in absentia. En su huida de Francia a Italia, el prófugo pasó por Ginebra, en Suiza, lugar donde se encontraba Calvino, siendo apresado y condenado a morir en la hoguera, como de hecho sucedió el 26 de octubre de 1553.

A mi entender, Servert nació y vivió para morir quemado, teniendo la gloria de ser la única persona que los católicos quemaron en efigie y los protestantes en persona.

El filósofo y el matemático

Es fascinante estudiar la vida de Leonhard Paul Euler, matemático y físico suizo del siglo XV111. Sabemos que fueron grandes sus contribuciones en el campo de cálculo o la teoría de grafos. También introdujo gran parte de la moderna terminología y notación matemática, particularmente para el área del análisis matemático, como por ejemplo la noción de función matemática. También contribuyó con sus trabajos en los campos de la mecánica, óptica y astronomía, la teoría de los números, la lógica, teoría de grafos y geometría. Se debe decir que ganó por doce ocasiones el premio de la Academia de las Ciencias francesa

Esto lo he dicho, para agregar, que no solo fue el más grande matemático de su siglo, sino que fue un creyente fervoroso en Dios. Hijo de un pastor luterano, se inició en el estudio de la teología para seguir tras las huellas de su padre. Gran parte del conocimiento que tenemos de las creencias religiosas de Euler se deduce de su obra Cartas a una Princesa alemana, Defensa de la revelación divina frente a las objeciones de los librepensadores. Estos trabajos muestran a Euler como un cristiano convencido que defendía la interpretación literal de la Biblia. Su Defensa de la revelación, es una de la inspiración divina de la Biblia.

Contemporáneo con Euler, fue el filósofo francés Denis Diderot, que hasta murieron en el mismo juntos, Euler en 1783, y Diderot, el año siguiente. Junto con Jean-Baptiste le Rond d"Alembert impulsaron la L'Encyclopédie, obra compuesta por 72 000 artículos, de los cuales unos 6000 fueron aportados por el propio Diderot.

La historia que voy a contar, ocurrió en San Petersburgo, Rusia, en el año de 1774. Euler había llegado a Rusia por segunda vez en 1766, cuando fue llamado por Catalina segunda, para que formara parte de la Academia de la capital. Diderot, fue invitado por Catalina, para que fuera su asesor. Como ya se dijo, Euler era un creyente en Dios, y Diderot, era ateo.

He aquí la historia que cuenta Mariano Perero, en su libro: Historia e Historias de Matemáticas, el capítulo titulado Terror matemático:

"Augusto De Morgan, un matemático británico, la siguiente historia sobre Denis Diderot, el enciclopedista francés conocido por su ateísmo: Diderot había sido invitado por la emperatriz Catalina a la corte de Rusia y le informó que un erudito matemático tenía una demostración algébrica de la existencia de Dios y que la iba a presentar ante la corte. Diderot aceptó presenciar el evento. Eric T. Belle, en su obra Los grandes matemáticos, cuenta: "Euler se acercó a Diderot y le dijo con voz grave y tono convencido: Monsieur, a más b a la n partido n es igual a x, donc Dieu existe, réspodez.

"Diderot, para quien el álgebra era chino, quedó desconcertado e intimidado por las carcajadas de los presentes y, sin esperar más, pidió permiso a Catalina para volver inmediatamente a Francia, permiso que le fue concedido sin dificultad".

El gran matemático John Forbes Nash, estaba convencido de haber demostrado la existencia de Dios, atreves de sus fórmulas matemáticas.

¿De qué es lo que te ufanas?

En la reflexión anterior, cuando hablamos de Diderot, dijimos que él, junto con Jean le Rond D'Alembert fueron los creadores de la célebre — L'Encyclopédie. Alcanzó D"Alambert fama como filósofo y matemático, donde trabajó en lo relativo a las ecuaciones diferenciales y a las derivadas parciales. Fue un gran exponente del movimiento ilustrado.

Nuestro amigo, al igual que su socio Diderot se ufanaba de ser ateo.

Se cuenta que un día, D'Alembert se encontraba en el palacio de María Josefina Teresa de Lorena, y que este se empezó a jactar de ser un ateo, para lo cual dijo:

-Yo soy el único en toda esta casa que no adora a Dios.

Al oír estas palabras la princesa se apresuró a decir:

– No, señor; usted no es el único.

– ¿Y quiénes son los demás?- Inquirió el matemático.

-Los perros y los caballos que están en las caballerizas.- respondió la princesa.

-¡Me está usted igualando con las bestias!- Exclamó el ateo visiblemente molesto.

-No señor- dijo la princesa- Aunque las bestias tengan igual desgracia que usted, de no conocer al Ser Supremo, no tienen sin embargo, la imprudencia y la osadía de vanagloriarse de ello.

Cuando los hombres, profesando ser sabios se hacen necios, comienzan a decir en sus corazones: no hay Dios.

Huyamos de la necedad

En la lengua hebrea, idioma en que se escribió el Antiguo Testamento, las palabras loco, insensato, perverso, impío, fatuo, ruin, villano, necio, se usan como sinónimo, para expresarlas, se dice nabál. Esta palabra es un equivalente a la palabra moría de los griegos. Esto lo decimos a sabiendas de que el adjetivo necio, proviene del latín nescius, y que con él se designa a aquella persona ignorante de lo que podía o debía saber. También se le aplica al falto de razón, como al imprudente, al terco y al porfiador en las cosas que dice.

Hecho este preámbulo, he aquí lo que nos dice el pastor Pablo Perla, en el tomo segundo, capítulo nueve de su libro: Sermones en Romanos:

"Donald Grey Barnhouse cuenta en la página 294 del primer tomo de su comentario a Romanos que mientras conversaba con un hombre éste afirmó ser un ateo. Al escucharle hacer semejante declaración Barnhouse le dijo:

"Puede ser que a usted no le importa cuál es mi opinión en cuanto a lo que usted afirma. Pero me gustaría hacerle una pregunta. Basado en la Biblia entiendo que un hombre que asevera que no hay Dios es un necio. Y en el original hebreo esta palabra significa enfermo mental. Mi pregunta para usted es ésta: ¿Está diciendo la verdad cuando afirma que no hay Dios? Ya que me gustaría saber si estoy hablando con un enfermo mental o con un mentiroso".

Como está tan de moda el contraponer la fe a la razón, y el alegar que la ciencia es contraria a la Biblia, que es la Palabra de Dios, quiero recordar aquellas palabras del filósofo alemán Dietrich von Hildebrand cuando dice: "Nunca podrá haber contradicción entre la verdad revelada y la ciencia. No los descubrimientos científicos como tales, sino las erróneas interpretaciones filosóficas de los mismos pueden ser incompatibles con la verdad revelada".

¿Por qué convertirnos en necios o lo que es peor, en mentirosos, al decir cosas que no creemos? Después de todo, Dios está por encima de nosotros, razón por la cual no debemos avergonzarnos de decir que creemos en Él.

Después de todo, ¿qué?

La palabra afanar, es una palabra que proviene del árabe, y que implica en su etimología: pasión y agotamiento, y estas dos últimas palabras tienen que ver con el anhelo vehemente para conseguir algo con congojas. En el Sermón del Monte, indiscutiblemente la pieza mejor lograda para traer tranquilidad al espíritu, quietud a los nervios, paz a la conciencias, consolación al alma, en definitiva, una pieza anti estrés. En este sermón, Jesús nos invita a no afanarnos. En libro del Eclesiastés, el sabio nos amonesta de esta manera: "Vi algo más debajo del sol. Que no siempre la carrera es de los ligeros, ni de los fuertes la guerra, ni de los sabios el pan, ni de los prudentes la riqueza, ni de los elocuentes el favor: sino que el tiempo y la ocasión acontecen a todos", 9:11.

Lo que he dicho, lo digo teniendo en mente al político brasileño Tancredo Neves. Neves fue aquel que formó parte de la Alianza Liberal que hizo la revolución que llevó a Getulio Vargas a la presidencia de su país en 1930, y que fue presidente de la Cámara Municipal, que llegó a Diputado, Senador, Ministro de Justicia, y que en 1961 alcanzó el puesto de Primer Ministro. Fue el mismo Neves que se opuso a los gobiernos militares de su país, los cuales duraron unos quince años, y el mismo que en las primeras elecciones por votos indirectos, alcanzó 480 a su favor, en contra de 180, lo cual sucedió el 15 de enero de 1985.

Ese luchador, trabajador y afanador, murió el 14 de marzo, un día antes de la toma de posesión de la presidencia, víctima de las complicaciones de las múltiples operaciones sufridas, y que por causa de la campaña se infectaron.

¿Qué podemos decir del señor Gerard Ford, el 38 presidente de los Estados Unidos de Norteamérica? Solo puedo decir que su nombre ni siquiera apareció en la boleta electoral, pero que a raíz del caso Watergarte, el señor Spiro Agner, el vicepresidente de Nixon tuvo que renunciar al cargo, y Ford fue llamado a ocupar la vacante; nueve meses más tardes, tras la dimisión de Nixon en 1974, Ford ocupó la presidencia, hasta 1977.

Afanarse es acongojar el espíritu, y eso es vanidad, es perseguir el humo, para atraparlo con las manos. Nada hay más engañoso que correr tras un éxito que no nos asegura la felicidad, sino que es causa de desvelo.

¿Cuándo la respuesta no está en los libros?… ¡a inducir!

Se conoce con el nombre de método inductivo o inductivismo, al método lógico científico que elabora conclusiones generales a partir de enunciados observacionales particulares. Este ha sido el método científico más común. El creador del mismo es el filósofo, político, abogado y escritor inglés Francis Bacon.

En la época en que vivió Bacon, 1561 -1626, la máxima autoridad del conocimiento era Aristóteles. Cuando se quería saber algo, había que ir a los escritos del Filósofo, como lo llamaba el sabio de Aquino.

He aquí la siguiente anécdota que leí en un libro de metodología de la investigación, pero que antes había escuchado decir a mi profesor de psicología de la educación:

"Él estaba pasando por un salón inglés, donde los filósofos estaban discutiendo cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler, y lo segundo era como se podía deducir cuantos dientes tenían los caballos, entonces. Él era una gente muy arrogante y muy práctico y entonces cuando pasa por allí les dice: "Yo no podré saber cuántos ángeles caben en la punta de un alfiler, lo que sí les puedo decir que para averiguar los dientes, usted le abre la boca al caballo y les cuenta los dientes, y háganlo con cinco caballos, el total de dientes, divídanlo entre cinco, y eso les dará los dientes que debe tener un caballo"

Cuando lo cuestionan en que basaba esa conclusión entonces empezó a escribir el Nuevo Organon."

Fue Bacon un encarnizado opositor a la lógica, al organon, esto es al instrumento del maestro del Liceo. Refiriéndose al trabajo del peripatético, Bacon escribió: "La lógica en uso es más propia para conservar y perpetuar los errores que se dan en las nociones vulgares que para descubrir la verdad: de modo que es más perjudicial que útil." Libro I, Aforismo 12.

Lo que no sé, es que si Bacon sabía que un caballo tiene 49 dientes, pero la hembra, esto es la yegua solo tiene 36. Por tal razón si tomamos tres caballos y dos yeguas, nos da un promedio de 44; pero si tomamos dos caballos y tres yeguas, el promedio de dientes de un caballo es 41.

Como Bacon, debemos liberarnos de muchos de nuestros ídolos, los cuales nos han mantenido aherrojado en la caverna de Platón, donde solo podemos ver las sombras y no la realidad. Es hora de que, a semejanza de las falcónidas, veamos al sol de frente, porque nada le hemos de temer a la luz. Rompamos las cadenas del oscurantismo y busquemos la verdad, solamente ella nos puede dar la libertad.

¡Cuidado con lo que deseas!

Quiero iniciar esta reflexión con una frase de Oscar Wilde quien dijo: "Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad." Y es que muchas veces tenemos un deseo vehemente, o lanzamos un suspiro, o una interjección, que se puede convertir en orden.

Orlando Martínez era un joven periodista dominicano, y director de la revista más leída de su tiempo. Escribía una columna en un diario vespertino, la cual se titulaba Microscopio. Siendo miembro del Partido Comunista Dominicano, su pluma se dirigía contra el gobernante de turno, que era de la extrema derecha, el presidente Joaquín Balaguer.

Eran tantas y mordaces las críticas de Orlando contra Balaguer y su gobierno, que se cuenta que un día dijo el mandatario: "Que cosa, es muchacho no me deja gobernar tranquilo." La frase fue entendida como una orden de acallar al periodista, y como en la canción Historia de vampiros, escrita por Mario Benedetti y cantada por Joan Manuel Serrat, pero en este caso, cuatro quirópteros de lidia, dieron muerte, el 17 de marzo de 1975.

El crimen fue un verdadero escándalo, y a pesar de que el presidente Balaguer decía saber quiénes eran los culpables de esa muerte se lo calló, y lo que fue más, en su libro "Memorias de un Cortesano de la Era de Trujillo", dejó una página en blanco, para que después de su muerte se escribieran los nombres de los autores. En el año 2000, una corte de justicia condeno a aquellos vampiros, que en una noche oscura segado la vida del comunicador. Cuatro fueron los condenados veinticinco años después del hecho: el ex cabo de la Policía, Mariano Cabrera Durán, el civil Rafael Alfredo Lluberes Ricart, también a 30 años de reclusión, al general retirado Joaquín Antonio Pou Castro, a quien le impusieron 20 años, y Luis Emilio de la Rosa Beras cumplió una pena de cinco años.

Esto lo traigo a colación, porque el día 29 de diciembre, en el santoral católico se conmemora cono santo de esa fecha a san Tomás Becket. Becket era canciller del reino, y arzobispo de Caterbury, en el reinado de Enrique segundo, el rey normando de Inglaterra.

Era una tradición, de que cualquier varón, que su familia hubiese dedicado a la iglesia o que él mismo se hubiese ofrecido, y que hubiera sido tonsurado, se consideraba que era un clérigo. Muchos de esos clérigos solo habían recibido alguna orden menor, esto es ostiario, lector, exorcista, acólito y subdiácono. Muchos de estos jóvenes, que como estudiante llevaban vidas turbulentas, y cometían delitos. Por esta razón, el rey pedía que fuesen secularizados por la iglesia y juzgado por las cortes reales. Las penas que imponía el tribunal eclesiástico eran benignas, y las que imponían las cortes reales eran más severas, llegando a la pena de muerte.

El argumento del arzobispo era que una persona: non bis iudicatur in idipsum, esto es, que nadie puede ser juzgado dos veces por el mismo delito. Otro enfrentamiento surgió con Las constituciones de Clarendon, cuando el rey convocó otra asamblea en Clarendon el 30 de enero de 1164 en la que presentó sus demandas expuestas en dieciséis puntos. Sus peticiones implicaban el abandono de la independencia del clero y su dependencia de Roma. El clero estuvo de acuerdo, pero no Becket, que era el arzobispo. Las relaciones se pusieron tensas, y el arzobispo huyó a Francia, y se refugió en la corte de Luis V11. La Iglesia y el Estado estaban enfrentados en una colisión frontal.

Después de cuatro años, se hicieron las paces entre el príncipe espiritual y el temporal. Después de reunirse en Francia, se acordó que Becket regresaría a Inglaterra, mientras el rey resolvía unos asuntos de sus feudos franceses. En la Navidad de 1170, el rey oyó unos comentarios de que el arzobispo, se estaba en su cede de Canterbury, en lo cual se le hacían unas críticas; he aquí que se dice, que el rey, que era iracundo dijo: "« ¿no habrá nadie capaz de librarme de este cura turbulento?» y «es conveniente que Becket desaparezca». Ese deseo se entendió como una orden, orden para cuatro caballeros anglo-normandos, Reginald Fitzurse, Hugo de Morville, William Tracy y Richard Brito que, de inmediato, se levantaron de la mesa, cruzaron el canal de Mancha, y proyectaron el asesinato del arzobispo que llevaron a cabo el martes 29 de diciembre de 1170 en el atrio de la catedral de Canterbury mientras asistía a vísperas con la comunidad monástica.

Enrique Segundo dijo que no tenía nada que ver con ese asesinato, lo mismo que el presidente Balaguer, quien le atribuyó la muerte del periodista a fuerzas incontrolables. Pero sea como fuese, la opinión pública se le atribuyó a esos dos mandatarios, las muertes de esos ciudadanos.

Por esa razón, recuerdo la frase de Wilde: "Ten cuidado con lo que deseas, se puede convertir en realidad."

Las águilas no cazan moscas

"Aquila non capit muscas", esto se traduce como: "El águila no atrapa moscas", se atribuye esta frase a Julio César. Traigo esto a colación, a propósito de Thomas Edward Lawrence, mejor conocido como Loren de Arabia.

Lawrence fue el organizador de una acción conjunta con los irregulares y fuerzas árabes incluyendo Auda Abu Tay contra la ciudad de Aqaba, la cual cayó en su poder el 6 de julio de 1917. En enero de 1918, Lawrence luchó en la batalla de Tafileh, al sureste del Mar Muerto, bajo el mando de Jafar Pasha al-Askari. Por esta participación, Lawrence fue galardonado con el Orden de Servicios Distinguidos por su liderazgo en Tafileh. El último gran aporte de Lawrence fue su participación para la captura de Damasco en las últimas semanas de la guerra.

Ya pacificada la región, un médico australiano le implora al héroe que fuera al hospital turco. Cuando él llega al lugar, el hedor es enfermante, el suelo cubierto con unos treinta cadáveres, con las ratas andando sobre ellos. La visión era dantesca. En medio de este cuadro, oyó un quejido que venía de una gran habitación, hacía la cual avanzó, caminando: "sobre la blanda estera de cuerpos, cuyas ropas, amarillas de estiércol, crujían secamente bajo mis pisadas. En el interior de la sala el aire estaba cagado y caliginoso y el ordenado batallón de camastros ocupados, tal calmo que pensé que también sus ocupantes estaban muertos, cada hombre rígido sobre su pestilente jergón, y con los excrementos que había ido goteando desecado ya sobre el cemento del suelo.

"Penetré un poco entre las hilaras de catres, recogiéndome las blancas haldas de la túnica para no hundir mis pies descalzos en los charcos, y en ese momento oí un suspiro y me volví rápidamente, para encontrarme con los abiertos ojos de azabache d un hombre tendido, cuyos trémulos labios crepitaban ()". Capítulo CXX1 de Los Sietes Pilares de la Sabiduría.

Con la ayuda obligatoria de los prisioneros turcos, se pudo poner más o menos en orden ese muladar, ese pudridero. Es medio de ese ajetreo, que al día siguiente, y en el siguiente capítulo, Lawrence continúa narrando:

"Habíamos también limpiado, fregando y desinfectado una habitación, donde pensábamos trasladar los casos menos graves, para que cuidaran de ellos por turnos. A este ritmo pensábamos tener en tres días las cosas perfectamente dispuestas, me hallaba yo contemplando orgullosamente otros logros cuando un comandante médico hizo su aparición y me pregunto abruptamente si yo hablaba inglés: > Con una modesta sonrisa respondí que así era, a lo que él prorrumpió: Ante semejante andanada, cacareé como un pollo, invadido por una loca y tensa risa; resultaba extraordinariamente divertido recibir tal cúmulo de maldiciones, justo cuando empezaba a felicitarme de haber mejorado lo que aparentemente no tenía remedio.

"El comandante no había entrado en el pudridero el día anterior, ni lo había olido, ni nos había visto quemando aquellos cuerpos sometidos a la última degradación, cuyo recuerdo me había asaltado en el lecho, llenándome de sudores y temblores, pocas horas antes. Se me quedó mirando, al tiempo que musitaba: Yo quise decir algo de nuevo, pero él me propinó una bofetada y se marchó, dejándome más avergonzado que enfadado, ya que en el fondo pensaba que tenía razón, y que cualquiera que lleve a cabo con éxito una rebelión de los débiles contra sus amos, debe salir de ella tan manchado en su autoestima que nada en el mundo podrá hacerle luego sentir limpio. No obstante, todo estaba a punto de terminar."

Las grandes acciones son para los grandes hombres, las pequeñas también, pero muchas veces las mentes pequeñas, se crecen en su ceguera, al ver a los grandes realizar acciones que son para ellos, pero que no las hacen.

Venga un poco de semántica

Quiero en este momento reflexionar sobre el significado de dos palabras, y las mismas serán definidas a la luz del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. La primera palabra es: avaricia, que según el Diccionario: (Del lat. avaritia). f. Afán desordenado de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas. La otra palabra es: envidia. (Del lat. invidia). 1. f. Tristeza o pesar del bien ajeno. 2. f. Emulación, deseo de algo que no se posee.

Una vez preparada la plataforma sobra la cual vamos a reflexionar, he aquí una fábula del viejo Esopo, y que se titula:

"EL AVARO Y EL ENVIDIOSO.

El soberano Júpiter envió al Sol a informarse sobre las voluntades dudosas de los hombres. En ese tiempo, acudieron ante el Sol dos individuos de muy distinta condición, pues uno era avaro y el otro envidioso. El Sol les dijo:

– ¿Qué queréis y qué pedís? Declaradlo en confianza, que os será otorgado cuando solicitéis: el primero tendrá exactamente lo que pida y el segundo tendrá el doble:

Al oír esto, el avaro quería que el envidioso pidiese primero para obtener él el doble, creyendo que pediría alguna riqueza. Mas el envidioso, entendiéndolo así y considerando que el avaro le tocaría el doble de lo suyo, no pudo encubrir su envidia. Y así pidió que le fuera quitado un ojo, para que al otro le quitaran los dos. Y el Sol, al oír esto, sonriéndose, subió a lo alto hacia el dios Júpiter y le contó hasta qué punto la envidia reina entre los hombres: actúan de tal modo que sus semejantes se vean en peores daños y desgracias."

Los hombres somos avariciosos, y en nuestro afán desmedido, llegamos a ambicionar cosas, que nos hacen sentir tristeza por los bienes, virtudes y cualidades de otros.

La historia que voy a contar, le sucedió al violinista Fritz Kreisler. De él dice la Enciclopedia electrónica Wikipedia: "Es considerado uno de los más grandes violinistas de la historia, así como uno de los más amados. Era idolatrado por la increíble belleza de su timbre, de características únicas, así como por su intenso y expresivo vibrato, su uso del portamento, la elegancia y naturalidad de su legato y su perfecta articulación, características todas que conferían a su arte un sello inconfundible." La misma fuente dice que: En 1882 se convirtió a la edad de 7 años en el alumno más joven de la historia del Conservatorio Musical de Viena.

Se ha de entender que un Portamento es la transición de un sonido hasta otro más agudo o más grave, sin que exista una discontinuidad o salto al pasar de uno a otro. En ocasiones también se utiliza de manera intercambiable con el término anticipación. El Vibrato es un término musical que describe la variación periódica de la altura o frecuencia de un sonido. Se trata de un efecto musical que se utiliza para añadir expresión a la música vocal e instrumental. Pero como dice la nota anterior, nuestro amigo era un maestro en el legato, que en notación musical es un signo de articulación representado mediante la ligadura de expresión o ligadura de articulación, que indica un modo de ejecución de un grupo notas musicales de diferentes alturas. Las notas afectadas se deben interpretar sin articular una separación entre ellas mediante la interrupción del sonido.

Un día en que se encontraba Kreisler en Londres, vio en la vitrina de una casa que vendía instrumentos musicales, un violín Stradivarius. Cuando preguntó por el precio para comprarlo, este era muy elevado, razón por la cual pidió que le reservaran el precioso instrumento, e lo que él reunía el dinero. Al cabo de un tiempo, el violín lo compro un coleccionista. El músico se enteró de lo sucedido, y como había conseguido un protector, este le dijo que tratara de ver al comprador, para que lo adquiriera.

Deseoso de tan codiciado instrumento, el músico fue a donde el coleccionista y le ofreció comprarle el violín; pero como iba el coleccionista a vender un ejemplar digno de orgullo. Por mucho que el músico insistió, la negativa de la venta fue mayor. Cuando ya estaba para retirarle, el virtuoso del violín le pidió permiso al dueño del instrumento que como una gracia, le permitiera tocar una pieza, lo cual le fue concebido. Cual no fue el asombro y la admiración del coleccionista, el cual quedó estupefacto ante tan bella música e inigualable ejecución. Una vez terminada la ejecución, y cuando el músico se retiraba, el coleccionista lo detuvo, y le dijo: No se vaya, el Stradivarius es suyo, se lo regalo. No puedo tener en una vitrina un instrumento capaz de producir tan hermosa música. Llene usted el mundo entero de esas melodías".

¿Por qué querer talentos y habilidades de otros? ¿Por qué subir por lo que otros tienen, si las nuestras no son de provechos para nosotros ni para los demás? Podemos ser felices compartiendo, y ese repartir, hacer felices a otros.

Sí que es una gran lección

"Opino con los romanos de antaño que el general de hoy debe ser mañana, si es necesario, soldado raso." Thomas Jefferson.

Anteriormente había dicho que las águilas no cazan moscas, lo cual es cierto, pero no se ha de olvidar que la reina de las aves uno desprecia una comida que le pueda ser gratis, por lo cual, cuando las circunstancias son favorable, son aves carroñeras. Nadie se empequeñece haciendo una tarea humilde, ya que John Bunyan, no solo era hijo de un hojalatero, sino que el mismo lo fue. Bunyan era bautista reformado, pero es recordado en la Iglesia de Inglaterra y en la Iglesia Episcopal.

Veamos un relato que aparece en el segundo tomo del Español, de Méndez Pereira, y que fue mi libro de texto en el sexto grado de la escuela primaria:

"GRAN LECCIÓN.

Durante la guerra de independencia de los Estados Unidos, un cabo daba órdenes a un piquete para mover una viga pesada que trataba de colocar en una fortificación. El peso era excesivo para los pobres hombres y a cada momento se oía la voz del director animándolos.

-¡Vamos, muchachos! – Les decía.- ¡Vamos a ver otra vez! ¡Fuerza!

Un oficial vestido de paisano acertó a pasar.

– ¿Por qué- le preguntó al director,- no ayuda usted mismo?

– Señor,- contestó éste con todo el énfasis de un emperador,- ¡yo soy cabo!

-¡Ah! ¡Es usted cabo!- exclamó respetuosamente el oficial.

– Sí,-insistió el otro con orgullo.

– Yo no sabía eso.

Con esto, bajó de su caballo y forcejeó hasta que el sudor le bañaba lacara. Cuando, por fin, quedó colocada la viga en su lugar, se dirigió al pequeño gran hombre:

– Señor cabo,- le dijo,- cuando usted tenga otra tarea como ésta y le falten hombres, mande a llamar a su general en jefe, y yo vendré gustoso por segunda vez.

El cabo se quedó viendo visiones. El oficial era Jorge Washington."

Que no nos avergüencen las pequeñas tareas, Jesús, que se desprendió de su imagen de Dios, vino a la tierra a servir, y la lavó los pies de sus discípulos. No olvidemos aquella frase de san Agustín:

"Para hacerse grande, hay que comenzar por hacerse pequeño."

No es donde se nace, sino quien se llega a ser

El primer capítulo de la Vida de Demóstenes, escrito por Plutarco dice lo siguiente:

"El que escribió ¡oh Socio! el elogio de Alcibíades, vencedor en Olimpia corriendo con los caballos, fuese Eurípides, como generalmente se cree, o fuese cualquier otro, dice que al hombre, para ser feliz, le ha de caber en suerte haber nacido en una ciudad ilustre; pero yo creo que para la verdadera felicidad, que principalmente consiste en las costumbres y en el propósito del ánimo, nada da ni quita haber nacido en una patria oscura e ignorada, o de una madre fea y pequeña. Porque sería cosa ridícula que hubiera quien pensase que Júlide, parte muy pequeña de una isla no grande como la de Ceo, y que Egina, de la que dijo un ateniense que debía quitarse como una legaña del Pireo, habían de haber llevado excelentes actores y poetas, y no habían de poder producir un hombre justo que se bastase a sí mismo, que tuviera juicio y fuera de un ánimo elevado. Porque lo natural es que las otras artes, que se alimentan con el trabajo y la fama, se marchiten en pueblos humildes y oscuros, y que la virtud, como planta fuerte y robusta, arraigue en todo terreno, si prende en una buena índole y en un ánimo inclinado al trabajo; de donde se sigue que si nosotros dejamos de pensar y conducirnos como corresponde, esto deberá justamente atribuirse, no a la pequeñez de la patria, sino a nosotros mismos."

Este prolegómenos ha de servirnos de ejemplo, como si fuese una de esas telas donde se cosen los muestrarios de botones, para que el interesa escoja el modelo que necesite. ¿Cuántas veces no hemos pensado, que de haber nacido o tal lugar, tiempo o familia, hubiésemos sido personas importante y distinguida? Pero, ¿Quién nos ha dicho que es la familia, el tiempo o el lugar que nos ha de honrar y enaltecer, y no nosotros al lugar de nuestro nacimiento a la familia de la cual procedemos?

Que se entienda, la patria no es una plataforma, un pedestal, ni mucho menos una columna sobre la cual nos hemos de subir, para la obtención de nuestros torpes, mezquinos y abyectos intereses; no, mil veces no, la patria es el lugar que escucho nuestro primer vagido, y donde se a de verter nuestra sangre. Es más, la patria es el lugar que se ha de abonar con nuestras cenizas; a ella hemos de aportar, de ella no nos debemos beneficiar

Igualmente nuestra familia, no hemos de vanagloriarnos de la honra de nuestros padres, somos nosotros los llamados a honrarle a ellos con nuestros trabajos, ejemplos y conductas. Me enorgullece el proceder de una familia virtuosa; pero mucho más me ufana, el haber yo dado origen a unos hijos honrados. La naturaleza no conoce diferencias, ni privilegios entre los hombres; solo el talento y la virtud nos ha de colocar en posiciones distintas.

Nadie sospechaba, que cuando nació Samuel Langhorne Clemens, conocido por el seudónimo de Mark Twain , en la minúscula aldea de Florida, condado de Monroe, en el estado de Misuri, el 30 de noviembre de 1835, la tierra que le vio nacer entraría en el mundo de las letras. Tan pequeño era su población, que Twain dice en su Autobiografía: "La aldea tenia cien personas y yo aumenté la población en un uno por ciento. Es más de lo que han hecho por su pueblo mucho de los mejores hombres de la historia."

Otro de esos buenos hombres de la historia es Gabriel García Marques, quien ha hecho que su solar nativo Aracataca, sea conocido por todo el mundo.

En el siglo primero de nuestra era, las tres ciudades más pobladas del imperio eran, Roma, una ciudad que sobrepasaría los tres millones de habitantes, y esto lo decimos, porque en Alejandría, la segunda ciudad del Imperio, vivían unos dos millones de judíos, según Merrill C. Tenney, en su obra: Nuestro Nuevo Testamento. La tercera ciudad del imperio, era Antioquía de Siria, con más de un millón de habitantes, los cuales fueron alabados por Cicerón.

Para los judíos, la ciudad más importante sobre la tierra, era Jerusalén, la ciudad del Gran Rey, y en la cual se encontraba el tempo, el asiento de Dios.

En los días del Imperio Romano, las provincias eran tierras conquistadas fuera de la península. La provincia podía ser imperial o senatorial. Si el territorio conquistado era fácil de gobernar, quedaba en mano del Senado, el cual nombraba un procónsul; si el territorio era indócil, quedaba bajo el mando del Emperador, quien nombraba un procurador como gobernante. La Siria, principalmente el territorio de Israel, estaba gobernada por un procurador, era un territorio de difícil gobernación. De entre todos los judíos, los galileos eran los más insubordinados.

Pero ninguna de esas cuatro ciudades fue la elegida para el nacimiento del niño-Dios. El lugar elegido fue un villorrio localizado unas cinco millas, al sureste de Jerusalén. Pero fue ese pequeño poblado, el que fue elegido por Dios para que se convirtiera en centro de la historia de la raza humano. Cuando en el reloj del cielo sonó la hora, en Belén Dios se hizo hombre, y un coro de ángeles se le apareció a unos pastores y proclamaron la gloria de Dios en el cielo y buena voluntad para con los hombres. Aunque pequeña, en Belén nació el gobernante de todos los gobernantes, el Rey de reyes y Señor de señores.

En esa pequeña aldea, la luz del cielo empezó alumbrar, luz que no se ha de apagar, sino que en un presente continuo, ha de ir en aumento, que llegue el día que no ha de tener noche. Así es que no es necesario al:" hombre, para ser feliz, le ha de caber en suerte haber nacido en una ciudad ilustre; pero yo creo que para la verdadera felicidad, que principalmente consiste en las costumbres y en el propósito del ánimo, nada da ni quita haber nacido en una patria oscura e ignorada, o de una madre fea y pequeña."

Que con nuestras virtudes, talentos y honradez, seamos los pedestales sobre los cuales se eleven los apellidos de nuestros progenitores, así como los héroes epónimos, cuyos nombres se pronunciaran por antonomasias, ya que la honra será tanta, que cuando se pronuncien nuestros, se estarán mencionado los de nuestros procreadores y del suelo donde nacimos y viceversa.

No es como comiences, sino como termines

En la Historia se encuentran ejemplos de hombres y mujeres que tuvieron un inicio promisorio, pero que por esos vaivenes de la inconstante Fortuna, terminaron como deshechos en el zafacón de la misma. Los dominicanos hemos condenado al ostracismo a la espada invicta del general Pedro Santana. Santana es el héroe máximo de nuestra Independencia Nacional; cuantas veces se enfrentó al enemigo, lo derrotó. Pero ese glorioso caudillo, el que se llenó de gloria en los campos de batallas, enajenó la soberanía nacional, y anexó la Republica al Reino de España.

Esa traición, o por qué no, falta de fe en la Patria que él había liberado, es la razón por la cual hoy se propone sacar sus restos mortales del Panteón Nacional.

Todo lo contario de lo que sucedió con el general Pedro Santana, es lo que sucedió con el rey del antiguo reino de Judá, que lleva por nombre Manasés. Manasés, empezó su reinado en el año 698 A. C., y según lo que leemos en el relato sagrado:

"De doce años era Manasés cuando comenzó a reinar, y cincuenta y cinco años reinó en Jerusalén. Pero hizo lo malo ante los ojos de Jehová, conforme a las abominaciones de las naciones que Jehová había echado de delante de los hijos de Israel. Porque él reedificó los lugares altos que Ezequías su padre había derribado, y levantó altares a los baales, e hizo imágenes de Asera, y adoró a todo el ejército de los cielos, y les rindió culto. Edificó también altares en la casa de Jehová, de la cual había dicho Jehová: En Jerusalén estará mi nombre perpetuamente. Edificó asimismo altares a todo el ejército de los cielos en los dos atrios de la casa de Jehová. Y pasó sus hijos por fuego en el valle del hijo de Hinom; y observaba los tiempos, miraba en agüeros, era dado a adivinaciones, y consultaba a adivinos y encantadores; se excedió en hacer lo malo ante los ojos de Jehová, hasta encender su ira. Además de esto puso una imagen fundida que hizo, en la casa de Dios, de la cual había dicho Dios a David y a Salomón su hijo: En esta casa y en Jerusalén, la cual yo elegí sobre todas las tribus de Israel, pondré mi nombre para siempre; y nunca más quitaré el pie de Israel de la tierra que yo entregué a vuestros padres, a condición de que guarden y hagan todas las cosas que yo les he mandado, toda la ley, los estatutos y los preceptos, por medio de Moisés. Manasés, pues, hizo extraviarse a Judá y a los moradores de Jerusalén, para hacer más mal que las naciones que Jehová destruyó delante de los hijos de Israel. Y habló Jehová a Manasés y a su pueblo, mas ellos no escucharon; por lo cual Jehová trajo contra ellos los generales del ejército del rey de los asirios, los cuales aprisionaron con grillos a Manasés, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia. Mas luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en la presencia del Dios de sus padres. Y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén, a su reino. Entonces reconoció Manasés que Jehová era Dios.

Esta es la que se conoce con el nombre de la oración de Manasés, según el apócrifo de ese nombre:

"Oh Señor Todo poderoso, Dios de nuestros antepasados, de Abraham y de Isaac y de Jacob y de sus justos descendientes; tú que hiciste el cielo y la tierra con todo su orden; quién encadenaste el mar por tu palabra de comando, que confinó lo profundo y que sellaste con tu terrible y glorioso nombre; en quien todas las cosas se estremecen, y tiemblan ante tu poder.

Porque tu esplendor glorioso no se puede aguantar, y la cólera de tu amenaza para los pecadores es incalculable; sin embargo, inmensurable e inalcanzable es tu misericordia prometida, 7Tu eres el Señor Altísimo, de gran compasión, continuo cuidado, y muy misericordioso, y tú te aplacas ante el sufrimiento humano. O Señor, de acuerdo a tu gran bondad, Tú has prometido arrepentimiento y perdón a los que han pecado contra Ti, y en la multitud de tus misericordias tú has designado el arrepentimiento para los pecadores, para que puedan ser salvados. Por lo tanto tú, O Señor, Dios de los justos, no has designado el arrepentimiento para el justo, porque Abraham, Isaac y Jacob, no pecaron contra ti, pero tú has designado el arrepentimiento para mí, que soy un pecador. Porque los pecados que he cometido son más en número que la arena del mar; mis transgresiones son multiplicadas, ¡O Señor, son multiplicadas! No soy digno mirar para arriba y ver la inmensidad del cielo debido a la multitud de mis iniquidades. Me siento pesado, como atado con muchas cadenas de hierro, y por eso soy rechazado debido a mis pecados, y no tengo ningún alivio; porque he provocado tu cólera y he hecho lo que es malvado en tu vista, creando abominaciones y multiplicando ofensas.

y ahora doblo la rodilla de mi corazón, implorándote tu amabilidad. He pecado Señor, he pecado, y reconozco mis transgresiones. Honestamente te imploro, perdóname, O Señor, perdóname! No me destruyas con mis transgresiones! No estés enojado conmigo para siempre, o guardes maldad para mí; no me condenes a las profundidades de la tierra. Porque Tu, O Señor, eres el Dios de los que se arrepienten. y en mí tu manifestarás tu bondad; porque, indigno aun como yo soy, tú me salvarás de acuerdo a tu gran misericordia.

Yo te alabare continuamente todos los días de mi vida. Porque toda la multitud del cielo canta tu alabanza, y tuya es la gloria para siempre. Amén.

Luego, el autor de las Crónicas nos dice:

Después de esto edificó el muro exterior de la ciudad de David, al occidente de Gihón, en el valle, a la entrada de la puerta del Pescado, y amuralló Ofel, y elevó el muro muy alto; y puso capitanes de ejército en todas las ciudades fortificadas de Judá. Asimismo quitó los dioses ajenos, y el ídolo de la casa de Jehová, y todos los altares que había edificado en el monte de la casa de Jehová y en Jerusalén, y los echó fuera de la ciudad. Reparó luego el altar de Jehová, y sacrificó sobre él sacrificios de ofrendas de paz y de alabanza; y mandó a Judá que sirviesen a Jehová Dios de Israel.

Esta reflexión que he titulado: No es como comiences, no la he de finalizar sin ante insertar el primero de los sonetos medicinales, escrito por Almafuerte, que es el seudónimo de Pedro Bonifacio Palacios, y que él tituló:

¡Avanti!

Para Don Félix J. Tettamanti

Si te postran diez veces te levantas

Otras diez, otras cien, otras quinientas…

No han de ser tus caídas tan violentas

Ni tampoco, por ley, han de ser tantas.

Con el hambre genial con que las plantas

Asimilan el humus avarientas,

Deglutiendo el rencor de las afrentas

Se formaron los santos y las santas.

Obsesión casi asnal, para ser fuerte,

Nada más necesita la criatura,

Y en cualquier infeliz se me figura

Que se rompen las garras de la suerte…

¡Todos los incurables tienen cura

Cinco segundos antes de la muerte!

Llegó la hora del destete de mi alumno

En el libro V111 de la República, de Platón se sostiene un dialogo, de lo cual copio lo siguiente:

"- El de que una ciudad como ésa será necesariamente no una, sino dos, la ciudad de los pobres y la ciudad de los ricos, que conviven en el mismo lugar y se tienden asechanzas entre sí.

– En efecto -dijo-, no resulta menos grave el efecto apuntado.

– Pues, por otra parte, no podrá considerarse una buena cosa la imposibilidad de hacer una guerra, o por necesitar de la multitud armada y temerla más que al enemigo, o por no servirse de ella y parecer entrar en lucha con un ejército de oligarcas. Aunque, justamente por ser amantes del dinero, no querrán cargar con los gastos de la guerra.

– Estás en lo cierto.

– Volvamos ahora a lo que antes censurábamos. ¿Te parece bien que en un régimen así los mismos hombres se ocupen de muchas cosas diferentes y que sean, por ejemplo, labradores, comerciantes y guerreros?

– De ningún modo."

Aristóteles, en el libro 1V, capítulo V111 de la Política leemos:

"Después de haber sentado los principios, tenemos aún que examinar si todas estas funciones deben pertenecer sin distinción a todos los ciudadanos. Tres cosas son en este caso posibles: o que todos los ciudadanos sean a la vez e indistintamente labradores, artesanos, jueces y miembros de la asamblea deliberante; o que cada función tenga sus hombres especiales; o, en fin, que unas pertenezcan necesariamente a algunos individuos en particular y otras a la generalidad. La confusión de las funciones no puede convenir a cualquier Estado indistintamente. Ya hemos dicho que se podían suponer diversas combinaciones, admitir o no a todos los ciudadanos en todos los empleos, y conferir ciertas funciones como privilegio. Esto mismo es lo que constituye la desemejanza de los gobiernos. En las democracias todos los derechos son comunes, y lo contrario sucede en las oligarquías."

C. Marx y F. Engels en su trabajo sobre: Feuerbach, Oposición entre las concepciones materialista e idealista, nos dicen:

"Finalmente, la división del trabajo nos brinda ya el primer ejemplo de que, mientras los hombres viven en una sociedad formada espontáneamente, mientras se da, por tanto, una separación entre el interés particular y el interés común, mientras las actividades, por consiguiente, no aparecen divididas voluntariamente, sino por modo espontáneo, los actos propios del hombre se erigen ante él en un poder ajeno y hostil, que le sojuzga, en vez de ser él quien lo domine. En efecto, a partir del momento en que comienza a dividirse el trabajo, cada cual se mueve en un determinado círculo exclusivo de actividades, que le viene impuesto y del que no puede salirse; el hombre es cazador, pescador, pastor o crítico crítico, y no tiene más remedio que seguirlo siendo, si no quiere verse privado de los medios de vida; al paso que en la sociedad comunista, donde cada individuo no tiene acotado un círculo exclusivo de actividades, sino que puede desarrollar sus aptitudes en la rama que mejor le parezca, la sociedad se encarga de regular la producción general, con lo que hace cabalmente posible que yo pueda dedicarme hoy a esto y mañana a aquello, que pueda por la mañana cazar, por la tarde pescar y por la noche apacentar el ganado, y después de comer, si me place, dedicarme a criticar, sin necesidad de ser exclusivamente cazador, pescador, pastor o crítico, según los casos."

Estos dice que abecés, los discípulos siguen a sus maestros, pero hay momento, en que dejan de andar por el mismo camino. Es preciso que sepamos cuando es el tiempo del destete.

Como si fuera una conclusión

Hemos llegado a la parte final, de este trabajo, que más que lectura son una invitación a que REFLEXIONES JUNTOS, Una Invitación a Pensar. Como te habrás dado cuenta, entre cuentos, anécdotas, fabulas, parábolas y poesías, hemos ido haciendo un alto en el camino, para pensar. Lo que he procurado, es que el músculo del cerebro se ejercite, ¿Por qué dejar que la inactividad lo atrofie? Pensar no es difícil, pero pensar correctamente no es que sea fácil, aunque cuando uno se habitúa a hacerlo, es como andar en bicicleta, el secreto está en pedalear.

Aunque no he querido ser grosero, vulgar, rudo, burdo, ordinario, irreverente, me he guardado para el final algunas reflexiones que quiero las hagamos juntos, no como un maestro y su discípulos, porque posiblemente tú no andes buscando maestros, ni yo quiero discípulos, para que no vayan a convertirse en mis epígonos. Me basta como un adlátere recorriéramos juntos este camino.

Así es que antes de que nos separemos, porque debemos separarnos y tú has de andar tu propio camino y labrar tu propio destino, lee lo que he guardado para el final:

En su libro El Loco, Khalil Gibran nos trae esta parábola, a la que él titula:

"EL ESPANTAPÁJAROS

Una vez que dije a un espantapájaros," Usted debe estar harto de estar sólo, de pie en este campo".

Y él dijo, "La alegría de asustar es profunda y duradera, y nunca me canso de ello".

Dije yo, después de pensarlo un minuto, "Es cierto; ya que yo también he conocido aquella alegría".

Dijo él," Sólo los que están rellenos de paja pueden saberlo".

Entonces le dejé sin saber si me halagaba o me despreciaba.

Un año pasó, durante el cual el espantapájaros se convirtió en filósofo. Y cuando pasé por su lado otra vez vi que dos cuervos construían un nido bajo su sombrero".

He querido guardar para el final esta hermosa parábola, y lo he hecho justamente porque sé por experiencia, que pocos conocimientos hay que envanezcan tanto al hombre como el estudio de la filosofía. Es verdad que todo conocimiento envanece, pero el sentirnos aprendiz de filósofo, nos hace poseedor del secreto de la piedra filosofar.

Tan pronto somos capaces de conocer las reglas del silogismo, y de definir palabras tales como: premisa, proposición, deductivo, nos creemos poseedores de toda la lógica de Aristóteles; y lo que es más, de junto a Sócrates, utilizar la mayéutica con la misma ironía, para ridiculizar a nuestros compañeros. Y esto lo hacemos, como si el pensar fuera una actividad de unos seres especiales e iluminados. El pensar es una actividad del hombres, del ser humano, y lo único se necesita para pensar en forma lógica, correcta, es razonar sobre las causas primeras y naturales que han dado origen a los hechos que nos han admirados, asombrados, lo que nos ha hecho preguntarnos.

Lo desconocido nos causa asombro, y cuando nos asombramos nos hacemos siempre alguna pregunta sobre el objeto o fenómeno que nos perturba. Las preguntas que nos hacemos, nos obligan a buscar unas respuestas, para lo cual es necesario que entremos en conversación con nosotros mismos, con nuestros semejantes o como el medio que nos rodea. Ese inquirir, es lo que nos lleva a aprender, y se aprende, cuando el sujeto, que soy yo, aprehende el objeto causa de su asombro.

Cuando se pregunta sobre un hecho o fenómeno y empieza a profundizar sobre su interrogación, ese preguntarse nos lleva a interpretar la causa que provocaron el fenómeno o el hecho que originó nuestra admiración o asombro, sin que necesariamente lo sepamos, estamos haciendo filosofía, estamos buscando la verdad. Si perseveramos en la búsqueda de la verdad, porque solo se busca lo que no se tiene, eso nos convierte en filósofo. El buscar respuesta es el trabajo del pensador, el científico es el que soluciona los problemas. El filósofo piensa en el problema, el científico que lo solucione. La filosofía es superior a la ciencia; la ciencia buscar el conocer las cosas, la filosofía el por qué son así las cosas.

Cuando nació la filosofía occidental, fue amamantada junto con los mitos y las leyendas; porque en la mente de los griegos, el mito, que no es más que un relato que se ha venido contando desde antes de que nosotros existiésemos, o un acontecimiento prodigioso, no se separaba de la realidad. Mito y realidad se concatenaban de tal forma que eran una misma cosa, formaban parte de la cultura, se apoyaban uno al otro. Así como de la filosofía se desprendió la lógica y la psicología y la ética; el pensamiento racional fue separando el mito y la realidad. Por lo cual ningún buscador de la verdad, convertido en filósofo, se ha de asombrar, cuando determine que él cree en los mitos, porque después de mucho razonar llegó a la comprensión de que eran ciertos los mitos en los que creían sus abuelos.

Es así que no te creas pensador profundo, tan solo por el hecho de que eres capaz de utilizar un lenguaje rebuscado. Serás pensador, cuando seas capaz de utilizar tu cabeza, tu propia cabeza; cuando ante un problema puedas utilizar las leyes que rigen el pensamiento y llegar a conclusiones satisfactoria. Cuando uno piensa, su cerebro no utiliza un lenguaje complicado, cabalístico o esotérico. No, el cerebro bien ordenado, el que siguen las leyes del pensamiento, es como el agua, siempre sigue el declive, y lo que es más, adopta la forma del envase que la contiene. Por eso usa un lenguaje exotérico, llano, común, en otra palabra, cero complicaciones.

Así como se ha de rehuir a las personas agresivas, a los animales feroces y a las plantas urticantes, el pensamiento filosófico no tiene por qué envolverse en una estructura complicada y difícil. El filosofar es un dialogar entre amigos, ¿Por qué no usar un lenguaje coloquial?

Es de Tomás de Iriarte, esta fábula, que retrata de cuerpo entero, a los pedantes, que por dominar un par de términos filosóficos, quieren impresionar a sus oyentes, cuando ellos en realidad no tienen la más remota idea de su significado:

EL GATO, EL LAGARTO Y EL GRILLO

Ello es que hay animales muy científicos

en curarse con varios específicos

y en conservar su construcción orgánica,

como hábiles que son en la botánica,

pues conocen las hierbas diuréticas,

catárticas, narcóticas, eméticas,

febrífugas, estípticas, prolíficas,

cefálicas también y sudoríficas.

En esto era gran práctico y teórico

un gato, pedantísimo retórico,

que hablaba en un estilo tan enfático

como el más estirado catedrático.

Yendo a caza de plantas salutíferas,

dijo a un lagarto: «¡Qué ansias tan mortíferas!

Quiero por mis turgencias semi-hidrópicas,

chupar el zumo de hojas heliotrópicas».

Atónito el lagarto con lo exótico

de todo aquel preámbulo estrambótico,

no entendió más la frase macarrónica

que si le hablasen lengua babilónica;

pero notó que el charlatán ridículo

de hojas de girasol llenó el ventrículo,

y le dijo: «Ya, en fin, señor hidrópico,

he entendido lo que es zumo heliotrópico».

¡Y no es bueno que un grillo, oyendo el diálogo,

aunque se fue en ayunas del catálogo

de términos tan raros y magníficos,

hizo del gato elogios honoríficos!

Sí; que hay quien tiene la hinchazón por mérito,

y el hablar liso y llano por demérito.

Mas ya que esos amantes de hiperbólicas

cláusulas y metáforas diabólicas,

de retumbantes voces el depósito

apuran, aunque salga un despropósito,

caiga sobre su estilo problemático

este apólogo esdrújulo-enigmático.

Don Andrés Avelino, en el Proemio de El Problema de la Fomentación del Problema del Cambio de Identidad, nos dice: "Precisamente la posesión de la verdad, ignorante a la vez de los hilos ocultos de la concepción del universo, es que determina esa soberbia en la psicología del filósofo, que acertadamente muestra el Dr. Gaos, tal soberbia es un hecho en la historia de la filosofía que aparece en diversas formas desde la humilde soberbia cartesiana hasta la canallesca soberbia schopenhaueriana…. El hombre que filosofa se cree poseso de la verdad, sencillamente porque ve el onto, se cree poseso del onto y como todo poseso, como el vulgar poseso de lo material, se torna soberbio. Se siente poseso de poderío espiritual, poseso de verdad…. Tal como el comerciarte o el usurero, viven irritados, soberbios, creyendo que todos los que llegan a sus puertas son ladrones; así el filósofo, usurero de su verdades, cree que los demás filósofos serán negadores-esta es la forma de usurpar los tesoros teoréticos-de su verdad…Filosofar es, pues, confesar el filósofo los tesoros que posee, hacer un inventario en público de su propia espiritualidad privada y personal. Es el único poseedor que grita en las cuatro esquinas, que publica, que vocifera las riquezas que tiene, y por eso se ve impulsado a hacerlo con fuerza, a gritarlo muy alto por temor a que se la arrebaten demasiado pronto, sobre todo, porque hay otra manera no menos despiadada de hurtar las riquezas al filósofo, y es la indiferencia y el silencio."

El maestro Avelino nos invita a que respetemos al filósofo en las posiciones que toma, ya que es una posición personal. Por lo cual, mi querido amigo, tú que has llegado conmigo hasta este punto, solo te pido que te preguntes, que pienses, medites y reflexiones. Tus verdades son tuyas, en la misma medida en que las cosas que he dicho son mis verdades, verdades de la que soy un vocinglero, prueba de lo cual, es que la he entregado a estas cuartillas, como te habrás dado cuentas. Pero sobre todas las cosas dichas, no debemos olvidar aquella frase feliz de George Bernard Shaw, cuando dijo: "El cerebro de los necios transforma la filosofía en tontería, la ciencia en superstición, y el arte en pedantería."

Que Dios nos libre de ser pedantes, supersticiosos o tontos, esto es si lo tradujéramos, de no tener el cerebro de un necio, quien como el espantapájaros de la parábola, tiene el cerebro lleno de pajas.

DEDICATORIA

A mi alter ego, Antony Almonte,

Y con él, a todas aquellas personas

Que hacen del arduo trabajo de pensar, una ocupación

Cotidiana, un estilo de vida.

 

 

 

Autor:

Humberto R. Méndez B.

Santiago, República Dominicana

Septiembre del 2015

Partes: 1, 2
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