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Salvar al refugiado Ryan (relato sobre la crisis de refugiados en europa)




    Salvar al refugiado Ryan – Monografias.com

    La historia de Ryan era curiosa. Tuve noticias de él en nuestra agitada Europa durante una manifestación contra el gobierno de España, así como contra grupos de extrema derecha autorizados por el gobierno que habían quemado vivos durante la noche en un cajero automático de Nules, Castellón, a cuatro refugiados de Patisán.

    Solo uno de ellos sobrevivió, y todavía saliendo humo de su cuerpo, se presentaron en el  mismo hospital de Villarreal  donde estaba convaleciente  las autoridades de extranjería para repatriarlo a su país. Miles y miles de refugiados, cerca de dos millones ,estaban preparando el salto a Europa huyendo de hambres, persecuciones y muerte, para sufrir hambres, persecuciones y muerte.Junto a mi, en la manifestación había un señor con grandes bigotes de estilo colonial sahara  español que inferían   a su rostro un aspecto de autoritario. La clasificación de su personalidad autoritaria no solo procedía del aspecto de su fisonomía, si no del olor a colonia para hombres Varon Dandy que había vertido en grandes cantidades sobre sus mejillas y que era lo que se solía oler entre los policías de las comisarías.    Sujetaba una sábana pancarta contra la intolerancia como yo y como una docena de personas más.  Su aspecto me hizo sospechar de que fuera un secreta infiltrado en nuestro grupo. Él debió notar lo que pensaba, pero no dijo nada hasta que se colocó sobre mi hombro una mariposa. Entonces, dejando de sujetar la pancarta que otras manos seguían sujetando, la  cogió  entre sus dedos. Me dijo mientras las alas del animal temblaban entre ellos, que era una mariposa tigre.Es un extraño ejemplar por aquí ¿ sabes?-

    Su voz era profunda y misteriosa, y parecía como si estuviera soñando al mirar al animal. Prosiguió hablándome sin mirarme, yo creo que hablaba conmigo:

    Yo las solía cazar en oriente próximo.

    Observó a su alrededor con la mariposa entre los dedos como si buscara gente de esos países en cuyo recuerdo parecía estar sumergido en plena gran Vía de castellón. En una ventana tabicada a cal y canto de una casa vacía con pintadas oKupas y un letrero de en venta, debió notar algo extraño. Sonrió.A mi me pareció ver entre unos cabirones una sombra que se ocultaba.¿ es usted experto en estos animales?- pregunté contemplando el bello ejemplar que tenía unas alas, efectivamente, con la forma de las rallas de un tigre, amarillas y negras, y con dos antenas de colores sobre la cabeza que movió alegre la mariposa cuando la dejó volar de nuevo.  Se despidió de ella con los  ojos que parecían estar  cansados y desengañados el mundo. Una pregunta suya me desconcertó:¿sabes quién es Ryan?Yo negué con la cabeza,  pero imagine que era el motivo de que estuviera en la manifestación.La marcha empezó a moverse. Delante teníamos a un grupo de España 2.000 con hachas, cadenas y palos,  y a gente uniformada de la policía dispuesta a cargar contra nosotros. Varios furgones blindados y una tanqueta surgieron a nuestra espalda, y de una intersección que teníamos. Sus motores chirriaban dispuestos a tragársenos. la tanqueta tiraba un espeso humo negro de su tubo de escape que ascendía por la parte trasera hasta la torreta que poseía un cañón de agua a presión que dentro de un momento íbamos a conocer.

    Las fuerzas motorizadas surgidas de la diagonal desfilaron 
    delante de nosotros. No tardaron en llegar a las filas de la policía
    que se abrieron para que pasaran, maniobrando para dar la vuelta y quedar frente
    a la manifestación.La marcha seguía su trayecto como un barco
    empujado por la fuerza de sus motores, incapaz ya de frenar que va irremisiblemente
    contra un iceberg que lo va a hacer polvo. Quedaban cinco minutos para que fuéramos
    desintegrados. mi misterioso compañero de pancarta  parecía tranquilo,
    y con ganas de hablarTe contaré la historia de Ryan, me dijo.Mi nombre
    es Jijona, formaba parte de un grupo de cazadores de lepidópteros de
    España que viajaba por Patisán,  un reino en medio de la estepa
    de oriente medio.

    El país es un lugar remoto y desconocido por casi todo
    el mundo. Es sacudido una vez al año por un terremoto, cada dos años,
    hay un huracán devastador, y cada seis meses, un pronunciamiento derroca
    al régimen anterior. El agua es escasa, pastos no tiene,  bosques no
    los busques que  solo hay arbusto boji. Patisán no tiene  grandes ríos,
    ni minería. Pero eso, si, alberga las más hermosas mariposas del
    mundo que atrae a los aficionados a los lepidópteros , siendo estos 
    los únicos  que conocen el tesoro  de Patisán.  No hay tiene carreteras,
    así que hay que recorrerlo a camello para capturar algunos de sus extraños
    ejemplares que engrandecen nuestras colecciones particulares. Allí pude
    contemplar las mariposas transparentes, las mariposas cebra, la cabra, la anguila,
    o la mariposa tigre, como las que acabamos de ver . Siguiendo a una mariposa
    oruga llegamos a una pequeña aldea en medio de unas grandes montañas
    azuladas cuyas cumbres estaban nevadas todavía pese a ser verano. Pensé
    que si lograba capturarla sería la joya de mi gran colección.
    La mariposa despareció en la entrada de una pequeña aldea, entre
    los techos de paja que adornaban la calle de tierra por la que nos adentrábamos.
    Le perdimos el rastro entre los techos de paja. Yo, y mis compañeros 
    sentimos una profunda decepción ante la fatalidad de haber dejado huir
    a  este extraño ejemplar. Mis dedos estaban calientes y palpitaban frustrados
    por no haber logrado llegar a alcanzar el tacto de la mariposa ante de pincharla
    con un alfiler. Nos dimos cuenta de que estábamos en la plaza del pueblo.
    No se veía ninguna alma. Bajamos de los camellos y fuimos a un bar que
    tenía pinta de estar medio abandonado. El techo de cañizo estaba
    por  el suelo, sin duda por culpa del último ciclón.

    Cruzamos la puerta de bambú, y pisando un suelo de
    barro sucio lleno de cucarachas nos adentramos por este local destartalado e
    incomodo donde no había nada más que pulgas hambrientas que nos
    picaban en todos los sitios como si fuéramos su desayuno.  Pues Patisán
    también es famoso por su pulga roja. llegamos a una terraza trasera tapada
    con una cortina harapienta donde un hombre viejo con turbante meneaba Té
    y servía a dos ancianos más que había reclinados en almohadones
    que  tomaban sin cesar té y espantaban las moscas. Los hombres no nos
    miraron extrañados, estaban acostumbrados a los extranjeros Europeos.
    Sus caras estaban tristes, mucho más de lo habitual de lo que acostumbran
    a estar la gente de Patisán , que suelen ser bastante optimistas pese
    a las circunstancias medio ambientales en que se encuentra el país entre
    volcanes, simas geológicas,  arenas movedizas, desiertos, insectos venenosos 
    y vendavales.  Los españoles que gozamos de buena fama entre estas personas,
    pues solemos mezclarnos bastante bien en sus bares y entre la población
    nativa, donde las costumbres tampoco son muy diferentes a las nuestras, les
    preguntamos a que venían en un bar esas caras de pena.

    El viejo que movía le té y que hablaba muy bien
    el inglés,  nos explicó la causa:Estamos así por la familia
    Ryan . Cuya desgracia es inimaginable para nuestra sociedad, pese a estar acostumbrados
    a las desgracias que se ciernen en nuestra bella tierra en forma de terremotos,
    huracanes y pronunciamientos, que se traducen en explotación, hambre,
    indignidades y miseria. Sin embargo, la de los Ryan nos humilla especialmente
    cono sociedad, pueblo y nación. No hay familia de esta aldea que no haya
    perdido a algún familiar joven tratando de llegar a Europa para vivir
    mejor. Mueren tanto en el viaje, como en el continente, pero el caso de la familia
    Ryan, es muy doloroso para nosotros, mucho más que dos huracanes seguidos
    de un terremoto y una plaga de pulgas rojas.  De 8 hermanos que salieron hacia
    Europa, por las noticias que nos llegan sabemos de la muerte de 7.Nuestras
    caras mostraron una espantosa mueca de asombro y de vergüenza.Imposible-
    dije yo algo ofendido defendiendo al viejo continente, y nuestro modo de vida,
    ya que hablaba de la Comunidad Europea como si fuera Patisán o Albacete-

    En nuestra cultura la hospitalidad es famosa, al igual que
    el que quiere trabajar y prosperar puede hacerlo. No hay nadie en Europa que
    desee trabajar que no lo haga. Es el mayor imperio económico  del mundo.
    al decir esto yo y mis compañeros Felipe y Pedro sacamos pecho.El anciano
    y los otros dos hombre me lanzaron una mirada sarcástica que nunca olvidaré.
    Nos invitó a sentarnos junto a ellos, a tomar té ya que estábamos
    algo agitados.Y esto es lo nos contó ese anciano cuya cara era enjuta
    y seca como un hueso de oliva. Calcule que debía tener más de
    90 años, aunque se movía bastante bien, y no era el único
    ya que la gente de Patisán es muy longeva. Antes de empezar a hablar,
    sacó cartas que llegaban al pueblo de embajadas europeas, empresas de
    transportes y funerarias. Las tenía él, pues era ademas de el
    único empresario del lugar,  también era  el alcalde de la localidad,
    el cartero, el médico, el sacerdote  y el  cronista municipal.Los dos
    mayores naufragaron cruzando el mediterráneo en un barco llamado Esperanza.
    El barco era un atunero de desguace, auténtica  chatarra oxidada que
    la más mínima ola haría pique.

    A las pocas millas de zarpar los abandonaron a su suerte.
    El primer oficial se largo con el dinero arriando por la noche un bote. Un cañonero
    de la armada Italiana los hundió a 200 millas de la costa bajo el pretexto
    de que eran piratas Libios. De 400 pasajeros no hubo supervivientes, se los
    trago el mar como si nada. A Grecia llegó uno de los hermanos Ryan cruzando
    el estrecho de dardanelos en un ala delta . En un golpe de viento cayó
    sobre una torre de alta tensión donde se electrocutó. En macedonia,
    metido entre un grupo de 2.000 refugiados que se agolpaban en la frontera donde
    el ejercito macedonio se desplegó con sus mejores oficiales que iban
    de gala con todas sus brillantes medallas para la carga que iba a ser televisada.
    Una bomba de gas paralizante y otra lacrimógena lanzada por la policía
    dio en los pies de uno de los Ryan. Se ahogó con sus propias lágrimas
    muriendo sobre un charco formado de su llanto.

    La foto salió en portada del Macedonia Today, estaba
    hecho un ovillo el pobre Ryan. En un camino de un bosque de Serbia una de las
    hermanas Ryan, muy hermosa, de 18 añitos, que pretendía llegar
    por allí a Hungría asesoradas por unos pastores que resultaron
    ser bandidos, fue violada, robada y asesinada por unos delicuescentes comunes.
    Su cadáver fue devorado por lobos. Un grupo de neonazis en Hungría
    linchó hasta matar en un polideportivo mientras se duchaba al penúltimo
    del linaje de los Ryan. Un gran estudiante, muy aficionado a la poesía.
    Guardo algunos poemas, y aún recuerdo como los días de invierno
    nos recitaba en la aldea sus versos. Su hermano mayor realizó 1.000 kilómetros
    metido en un deposito de combustible vacío  de un  camión en posición
    de feto.

    Llegó así hasta  Viena.

    Llovía muchísimo, el camionero cuando llegaron
    le gritaba que bajara, pero parecía no oírle, así que el
    camionero fue a su encuentro. Lo encontró muerto con sus propias manos
    tapándole la cara. Se asfixio  metido en ese deposito. Queda Ryan, el
    pequeño. Sabemos por su última carta que ha llegado hace un par
    de semanas a España. Está en un estado lamentable. Aterrorizado
    por el ministro del interior y la famosa guardia civil que lo quieren ingresar
    en un Cies como si fuera un delincuente. Se halla en orden de búsqueda
    y captura desde que supieron que esta de forma irregular en España por
    ir a urgencia al enfermar de unas fiebres que cogió cruzando el estrecho
    de Gibraltar con un flotador. Si Ryan no sobrevive, morirá todo el linaje
    de esta familia.No puedo negar que nos cayeron las lágrimas tras el
    relato y tuvimos que pedirles perdón. El anciano, que era un hombre muy
    compasivo, nos preguntó si podíamos hacer algo por salvar a Ryan.
    Desde esa carta había dejado de comunicarse con su madre y presentían
    que le pasaba algo. El anciano nos invitó a visitarla,  y así
    lo hicimos. Cenamos con ella y con su esposo en una choza vacía donde
    estaban las fotos de sus hijos que no nos atrevíamos  a mirar. La idea
    de Ryna, según nos contó su padre,  era llegar a Noruega.Les
    prometimos por nuestro honor de Españoles que haríamos todo lo
    que estuviera en nuestra mano por salvar a Ryan. Para ello teníamos como
    pista la última dirección de Ryan en Pontevedra.

    II.

    Alianza Nacional y la guardia civil hacían ronda con
    perros por las montañas  de Pontevedra obedeciendo las ordenes del ministerio
    del interior cuyos informes  de extranjería  apuntaban a que en las casas
    y pazos  dispersos del termino había inmigrantes y refugiados  varios
    coches patrulla cortaban las carreteras que estaban llenas de alambres de espinos
    y garitas con la bandera de España. Los helicópteros sobrevolaban
    en escuadra sin cesar, dando vueltas circulares a la zona de monte y haciendo
    sonar a través  de megáfonos en varios idiomas:Refugiados e inmigrantes,
    en España, tierra de Santiago, no hay futuro para ustedes, vuelvan a
    sus países de origen para ser tratados con todas las garantías
    y derechos humanos.Nosotros que íbamos en un seat ibiza y nos identificamos
    como españoles de bien que hacíamos el camino  pudimos pasar el
    control y llegar a la zona boscosa de caserones.

    Estuvimos dos días preguntando a inmigrantes por Ryan.
    Nadie parecía conocerlo. Mostramos fotos, incluso llevamos con nosotros
    a un miembro de amnistía internacional para que nos ayudará a
    comunicarnos con ellos. Pero había tantos refugiados, y en tan malas
    condiciones psicológicas que no había forma de aclararse con ellos.
    Muchos se ponían a llorar, especialmente las mujeres con niños,
    algunos de los cuales estaban enfermos de diarreas. Nos pedían que les
    lleváramos a Noruega o a Suecia.Estábamos desesperados y muy
    desanimados por no encontrar a Ryan, cuando vimos tras unas vacas que pastaban
    libremente un caserón repleto de escombros. Preguntamos a un pastor que
    estaba preparando unos quesos por Ryan. Este movió la cabeza afirmativamente
    mientras nosotros dábamos un grito de alegría. Bajamos a un húmedo
    sótano acompañados del pastor que era sordo mudo. El olor a estiércol
    y a cuerpos humanos enfermos era muy fuerte. No teníamos más luz
    que unos viejos candiles. La llama se inclinaba y palpitaba como un corazón
    con los latidos de la respiración de todos aquellos condenados refugiados.
    Se afinaban en ese sótano cientos de personas cuyos ojos,  los que estaban
    despiertos, nos observaban repletos de terror como si fueran animales capturados
    de una oscura selva. Había muchos inmigrantes que estaban tirados o quizás
    muertos. Yacían amontonados a lo largo del sótano cuyas gruesas
    paredes de sillería catedralicia centenaria  podían servir de
    prisión o de refugio antiaéreo.. Esquivábamos  para no
    chafar a cuantas cabezas podíamos, aunque reconozco que debimos chafar
    a alguna que otra, que no dijo nada acostumbrada.

    Ryan, ryan, muchacho venimos a rescatarte- grité con todas mis fuerzas , y entre las sombras humanas, tumbado en un rincón, un muchacho de unos 20 años se levantó sorprendido de escuchar su nombre. Avanzó con dudas hacia nosotros.Su rostro era como el de las fotos, aunque en vivo tenía mayor cara de tonto. Sus ojos eran verdes, y su piel aria, blanca como las cumbres borrascosas  de Patisán. Parecía desconcertado. Le enseñé fotos de su madre con nosotros, y le conté como dimos con su pueblo y nos comprometimos a salvarlo y llevarlo a Noruega. Evitamos contarle lo de sus hermanos. La verdad es que era muy confiado Ryan. Rápidamente se puso en nuestras manos, cogió su macuto, y se despidió de varios amigos que le desearon suerte.

    III.

    A la llegada a la frontera con Francia Felipe y Pedro,  mis
    compañeros de aventura comentaron mientras Ryan compraba su desayuno
    en una cafetería, que ya habíamos hecho bastante y que veían
    a Ryan capaz de seguir solo por el resto del continente hasta llegar a  Noruega.
    Venga Felipe, eso es imposible- comenté a mi amigo que daba muestras
    de estar asustado, aunque no le dije lo que pensaba para no empezar una discusión
    sobre el honor y la palabra dada-  El muchacho no tiene ninguna posibilidad
    , ni la  de llegar a la frontera suiza.Pedro intervino con su habitual sentido
    práctico.No tiene visado para moverse por el continente Jijona, deberíamos
    dejarlo con el primer grupo de refugiados que veamos.

    Nos acercamos a cualquier caserón, o a cualquier grupo
    anarquista francés , y  les entregamos en adopción a Ryan. El
    chico se hace de querer, es discreto y afable, seguro que le ayudan. Es un buen
    muchacho que no está estropeado por nuestras costumbres. Con nosotros
    no tiene ninguna posibilidad.Debo reconocer que el argumento de Pedro me dejó
    desconcertado.Ryan llegó a nosotros feliz,  y nos ofreció unas
    chocolatinas que había comprado.Yo lo observé con pena al igual
    que mis compañeros que agacharon la mirada al suelo para no ver sus ojos
    verdes por vergüenza.Oh Ryan- suspiré.El debió adivinar
    lo que pensábamos, que lo íbamos a abandonar. Y así era.
    Así que no tuve más remedio que confesar la verdad.Ryan, ¿
    qué crees que es mejor para ti unirte a un grupo de refugiados para cruzar
    las fronteras, o seguir con nosotros? Te juro por mi parte que no te lo digo
    por temor. Lo digo porque quiero que llegues a Noruega de una pieza y le escribas
    a tu madre.Mama, estoy en Noruega trabajando y he visto a ABBA.Ryan estaba
    apunto de dar su decisión cuando se acercó un coche de la gendarmería
    para interrogarnos por ser extranjeros.Entonces Felipe se subió la coche
    gritando:Viva Euskadi..arrancó a toda velocidad llevándose tras
    de si la gendarmería que abrió fuego.Nosotros aprovechamos para
    ocultarnos en el bosque.En el bar había veteranos de la segunda guerra
    mundial que presenciaron la escena. Un viejo con botas de agua nos siguió
    hasta una arroyo donde nos ocultamos.

    Espanolos, espanolos, no tengan miedo, mua partisano, resistencia antifascista.

    Fuimos con él  a una hermosa casa de piedra al otro lado del bosque que se abría a  una hermosa colina  llena de viñedos por todas partes. En la cochera de la casa había un viejo citroen  dos caballos  y una vieja BMW de quinientos centímetros cúbicos que nos ofrecía ,ya que al coche la fallaban las bujías.Pedro tuvo que volver a España en tren, y Ryan y yo rodábamos por carreteras secundarias con la BMW.Por la noche llegamos a Alemania.Cerca de un pueblo de Magdeburgo decidimos parar para pasar la noche.Paré la moto cerca de un polideportivo lleno de refugiados.De repente escuchamos unos gritos provenientes de la calle de al lado, que nos hicieron ponernos en guardia.

    Ächtum.Áchtum.

    Golpeando al pisar con botas militares el suelo adoquinado de un pueblo que parecía tranquilo, aparecieron  un grupo de policías y funcionarios con antorchas que llevaban a un polideportivo a unos refugiados a empujones. Los estaban concentrando. La imagen me  recordó a los  republicanos que huían de España tras la guerra civil y el régimen francés concentró de igual modo tras las alambradas a los refugiados.  Afortunadamente los funcionarios no repararon en nosotros, pensando que seriamos turistas.

    Arranqué la moto y salimos de allí. Ryan y yo dormimos en una pradera donde había vacas, seguramente de alguna ecoaldea alemana que las dejaban libres, y los animales  dormían al raso. Ryan me enseñó a meterme entra las vacas para sentir su calor. La noche pese a ser verano la verdad es que era fresca, pero gracias al calor de las vacas fue agradable. Al día siguiente seguimos rumbo a Polonia. Llegamos por la tarde, sobre las cinco.Allí la situación era muy grave. Había todo tipo de refugiados embotellados dentro de su frontera en espera de alguna decisión política que diera orden de que hacer con ellos. Había mucho miedo por si había disturbios, si la orden era de meterlos en vagones borregueros y llevarlos hasta la frontera con Turquía. La gente de los pueblos los trataba como vampiros. Los apedreaban por las calles, incluso llegamos a ver en un parque donde descansaban agotados varios refugiados, como varios grupos de extrema derecha linchaban a algunos de ellos. Un neonazi de casi dos metros  se acercó mientras recogía de una fuente agua pensando que yo era moro.

    Español, español- me tocó mostrarle a este individuo, que no era policía, pero ejercía el control de un grupo de rapados que miraban a cierta distancia esperando alguna señal de ese monstruo para atacarnos. Y de seguro que hubiéramos pasado un mal rato si lo hacían. Mostrando mis  documentos y dándole dinero  al final le convencí de ser español,  y debió pensar que Ryan también sería español y nos dejo en paz.Movernos por Polonia era muy difícil. Intentaba conseguir un ferry para Noruega para Ryan pero no había forma sin papeles. Estuvimos escondidos por los embarcaderos Nowy Port durante dos día, en los que hubo todo tipo de altercados de la policía y los grupos de extrema derecha contra los inmigrantes, que se saldaron con 30 inmigrantes muertos y un policía herido en el dedo pulgar.Paseaba  por el muelle solo,  ya que a Ryan lo había encerrado en una habitación de hotel que tenía pagada para que no lo detuvieran si lo veían por la calle. me senté frente al embarcadero para pensar que hacer ahora. Pasaron varios curas que embarcaron. Me di cuenta de que a los curas no les pedían los policías la documentación.

    De repente vi la luz. Estaba en Polonia, un país muy católico, de donde era el Papa Juan Carlos.

    Me levante corriendo y me fui al hotel. Ryan estaba durmiendo cuando lo zarandeé gritando:

    Ryan, Ryan, ya se como podemos  salir de Polonia.

    El muchacho me miraba como un muñeco, y cuando le dije:

    disfrazarte de cura.

     

    Entonces me miró asombrado, y con su habitual inocencia me dijo:

    Pero yo no se nada de curas, soy de una zona de hinduismo.

    Pues tendrás que aprender a bendecir en polaco Ryan

    Cambiamos el hotel por una habitación de un pisito  que estaba sobre una iglesia.

    Hicimos Ryan y yo un agujero en el piso para escuchar  la misa. Yo solía bajar a los oficios, mientras Ryan aprendía. Entable amistad con el párroco que había pertenecido a solidaridad obrera.

    Cuando tuve la certeza de que era de fiar, lo subí al cuarto y le presente a Ryan.

    El párroco era un hombre entrado en años que había conocido la segunda  guerra mundial. Era un muy conocido en Polonia por su activismo hacia los obreros y los pobres.

    Accedió al saber nuestro caso a  acompañarnos para embarcar a Ryan.

    Al día siguiente el párroco  y Ryan disfrazado de cura fueron junto al embarcadero.

    Yo iba delante de ellos, fingiendo ser un turista que viajaba solo.

    Papeles- me pidió el agente en el puente del barco de malas maneras.

    Yo me mostré perezoso para poner nervioso al agente. La gente esperaba impaciente en la escalinata.

    A ver, a ver – empece a palpar cómicamente  la ropa mientras el policía me decía que me diera prisa.

    En este bolsillo no está, en este otro tampoco, ¿ qué tal amigo?  Mira, mira, español- sonreía al agente que echó un vistazo a mi DNI dejándome pasar.

    El agente al ver al viejo  párroco lo reconoció, y se inclinó para besar su mano.

    Este le dijo una oración haciendo la señal de la cruz sobre su cabeza:

    "La peor prisión es un corazón cerrado"

    El agente asintió. miró a Ryan,  y sin pedirle
    los papeles pasó. 

    IV.

    Esto es lo que me contó   antes de la carga policial
    donde fue herido  de gravedad y trasladado a un  hospital,  para después
    ir a comisaría y a prisión de acuerdo con la ley mordaza.

    Angelilo de Uixó.

     

     

     

    Autor:

    Ángel Blasco Giménez

     

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