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Romanticismo




Enviado por Eugenia Sol



Partes: 1, 2

  1. Noción de escuela o corriente literaria
  2. Ubicación del romanticismo como corriente
  3. Antecedentes
  4. Caracteres generales del romanticismo
  5. Romanticismo y neoclasicismo
  6. El romanticismo en Alemania
  7. El romanticismo inglés
  8. Romanticismo francés
  9. Romanticismo italiano
  10. Romanticismo español
  11. El romanticismo en las demás artes
  12. Bibliografía

El fenómeno estético de la literatura no debe estudiarse aisladamente, la obra literaria no puede desligarse de las circunsatncias sociales que la roderon al nacer. Cada época tiene sus inquietudes, sus problemas, sus ideas y sentimientos dominantes y el artista responde a eso. Ésta es la causa de la formación de escuelas, corrientes o movimientos literarios. Llamamos así a un conjunto de artistas, de una o varias disciplinas del arte, que comparte ciertos patrones estéticos, que son , a su vez, consecuencia de una forma de ver el mundo vinculada con una realidad histórica, social y cultural. Generalmente, se reconoce un maestro o líder del movimiento y existe algún documento que encierra los principios fundamentales de la corriente. Algunas veces, existe un lugar (cenáculos, salones, etc) o una publicación (revistas) que los une e identifica.

Las escuelas o corrientes literarias no se suceden una a otra en forma tranquila y pareja, sino que presentan una evolución nada lineal y por momentos cargada de intolerancia y agresividad entre los partidarios de las diferentes posiciones. Las generaciones artísticas suelen entablar entre sí verdaderas "guerras estéticas". Para esquematizar la sucesión de escuelas, Carmelo Bonet[1]utiliza la siguiente explicación. En cada momento histórico conviven, en una especie de paz armada, tres corrienetes estéticas que luchan por el predominio.

  • a) La escuela dominante, la que mejor expresa el sentir y pensar de la época, la que mejor satisface los gustos, deseos y exigencias estéticas de la mayoría. La postura en auge.

  • b) La escuela dominada, correspondiente al período anterior, desplazada, pero que sigue peleando sin rendirse. En ésta se inscriben los escritores o artistas inconformes con la escuela dominante, casi siempre residuos de la escuela anterior,los náufragos de un movimiento exhausto y pasado de moda. A estos hombres del viejo régimen que siguen fieles a sus principios ya caducos, los nuevos los llaman "fósiles" o "reaccionarios". Curiosamente, estos mismos escritores, en el pasado, fueron parte de la candente vanguardia y luego de la escuela dominante. Cumplieron todo el ciclo.

  • c) La vanguardia revolucionaria. Son aquellos que se aprestan a derribar a los dominadores y a ocupar su sitio. Son los nietos de la escuela dominada. En los comienzos no saben con claridad y en concreto qué quieren, pero saben muy bien lo que rechazan. Es su período destructivo, nihilista, de crítica negativa. Es la limpieza despiadada con que una generación tamiza los productos espirituales de la anterior. Todas proceden con igual ensañamiento. En ocasiones la lucha dura años y años, especialemnte si la escuela a la cual se pretende desalojar ha tenido un largo y hondo arraigo. Luego, comienza el período constructivo, comienzan a levantar algo sobre los escombros que ellos mismos han provocado. Comienzan a ser la escuela dominante y se repite el ciclo.

Obviamente, esto explica por qué no se puede fechar con exactitud el comienzo y final de una escuela o por qué un escritor puede presentar rasgos de más de una. Por otra parte, existen artistas que se mantienen ajenos a esta lucha estética; suelen ser puentes entre una escuela y la otra, entre una generación y otra, entre un clima social y otro. Son los artistas de transición.

Frente al racionalismo ilustrado y positivista que imperaba en Europa del siglo XVIII, el romanticismo surgió arrollador y vital como un movimiento de exaltación del hombre, de la naturaleza y de la belleza y como expresión del espíritu de rebeldía, libertad e independencia que dominó todas las áreas del pensamiento y la creación artística a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII y la primera del siglo XIX.

El uso de la palabra romántico se remonta al siglo XVII y se aplicaba a determinado tipo de composición poética – el roman o romant – heredera de los romances medievales y de los cuentos y baladas que florecieron en Europa meridional durante los siglos XI y XII. La fascinación por lo misterioso y sobrenatural y la atmósfera de fantasía y heroísmo que caracterizaba a estas composiciones, terminó por enriquecer el ámbito semántico de la palabra que, símbolo de una nueva estética, encontró sus primeras manifestaciones , eminentemente literarias, en los movimientos prerrománticos de Alemania e Inglaterra de la segunda mitad del siglo XVIII.

A principios del siglo XIX la oleada romántica se extiende a Francia y a los países escandinavos. Más tarde a Italia y España; hacia 1825 toda Europa era romántica. Hacia 1850, la ola se retira, comenzando por los países en que primeró entró.

El romanticismo también llega a América, pero más tardíamente.

El desarrollo del arte romántico no se da en los ámbitos propios de la aristocracia (salones, academias, sociedades literarias), sino en espacios de dominio de la pujante burguesía. Los elementos vivos de la literatura se perciben en cenáculos y grupos literarios. Los periódicos y las revistas se multiplican y van cobrando importancia.Esta difusión masiva de la palabra escrita, gracias al auge periodístico, fomentará la multiplicación de literatos en todas las clases sociales.

Los jóvenes del Sturm und Drang, con Goethe a la cabeza, son los precursores del romanticismo porque sientan las bases sobre las que dicho movimiento se construye. Los sturmers encontraron en Shakespeare el prototipo del genio porque había sabido expresar la naturaleza humana mediante un arte que huía de toda regla. Representativa de este período es la novela epistolar "Las penas del joven Werther".

Otro antecedente destacable fue Rousseau, por su exaltación del sentimiento y porque había hecho una valoración de la naturaleza pura, incontaminada por el contacto con el hombre. Además, debido a su obra Julia o La nueva Eloísa, donde relata los amores de una época de su vida, se lo puede considerar el padre de la llamada novela confesional, que va a conocer su auge en el período romántico.

El ser humano, por su misma complejidad a veces es incoherente, contradictorio. Los clásicos trataron de eliminar esta dualidad, los románticos, en cambio, se complacieron en hallarla dentro de ellos mismos y en expresarla plenamente.

Existe una supremacía de la emoción sobre la razón, pero este reinado toma distinta forma según el período, el autor y el país. En algunos casos es apasionamiento, en otros es melancolía solitaria, en otros insatisfacción amorosa. A veces, puede percibirse casi un afán de sufrimiento. Como manifestación contra el "conformismo" ambiente son frecuentes la bohemia, el snobismo, la excentricidad , la exageración.

Los románticos tendieron a una renovación del gusto, a una transformación y agilización de las reglas del arte. Fue el liberalismo político aplicado a la literatura. Víctor Hugo fue el primero en levantar este estandarte y proclama "El genio puede más que las reglas" y va contra las célebres tres unidades clásicas del drama. De todos modos, vale la pena aclarar que el romanticismo mantiene ciertas normas, no se produce aún la ruptura total.

El período romántico encumbró al individualismo como una afirmación positiva del hombre frente a la colectivización social creciente. Para los artistas románticos, cualquiera fuera la disciplina artística que cultivaran, no alcanzaba con ser un maestro en lo suyo, también tenían que ser personalidades en el sentido mundano. En consecuencia, fue una época en que florecieron las autobiografías, las confesiones, las memorias, el retrato y el exhibicionismo. En muchas novelas el autor se identifica notablemente con su personaje (es el caso de La nueva Eloísa de Rousseau, Werther de Goethe o Graziella de Lamartine).

Un tema característico de los románticos es la soledad. Es un camino de ahondamiento, de ensimismamiento, una expresión de una voluntad de escucharse y sentirse a sí mismo. Hay tres manifestaciones distintas de esta temática.

En primer lugar, la soledad como descubrimiento de la naturaleza. El paisaje se presenta como "espejo del alma". Algunas veces como elemento evocador de un pasado perdido, por ejemplo, cuando el poeta se pasea por un lugar al cual tiene asociado entrañables recuerdos. Por la misma razón, florece cierto culto por las ruinas, ya que éstas son evidencias del paso del tiempo, de la fugacidad del hombre y por contraste, de la permanencia de la naturaleza.

En segundo lugar, la soledad puede aparecer vinculada con la ensoñación, como un camino de fantasía.

Finalmente, en algunos autores románticos, la soledad aparece como dolor explícito frente al mundo y por lo tanto, como refugio. Generalmente, el poeta confiesa que debe separase del mundo porque no puede coexistir con la gente. Un matiz de esta variante será el tema del incomprendido, la torre de marfil donde se encierra quien es capaz de "sentir demasiado". En cierto modo, esto puede vincularse con el carácter rebelde del romántico, su postura de enfrentamiento a las imposiciones sociales, su actitud desafiante : "yo contra todos" .

Otro rasgo destacable de la corriente artística que nos ocupa es la tendencia al escapismo que se manifiesta bajo tres formas: resurrección del pasado, retorno a la naturaleza y exotismo.

La causas del escapismo que se refleja en el arte son de orden histórico y social.

Durante el período romántico hubo un cisma cada vez mayor entre las realidades de los comienzos de la época industrial y las tendencias escapistas de las artes. Un ejemplo claro es el resultado que obtuvo Napoleón con la fundación de la Escuela de Bellas Artes, en la cual esperaba que arquitectos e ingenieros se prepararan para utilizar las nuevas tecnologías al servicio del arte nuevo. Lo llamativo fue que cuando los arquitectos comenzaron a usar las nuevas técnicas metalúrgicas para el tratamiento del hierro, no construyeron modernas viviendas, sino castillos oníricos y catedrales neomedievales. Ian Fleming[2]comenta al respecto: "una fábrica de enorme producción o un ingenioso sistema de alcantarillado de una ciudad producían cuadros y poesía infinitamente más insulsos que los interiores de los harenes orientales y las riberas bordeadas de palmas del Ganges. A pesar de desear emplear los frutos de la Revolución Industrial como medios que los ayudasen en la producción y difusión de sus obras, los artistas de esa época estuvieron totalmente convencidos de que las nuevas tecnologías no hacían al mundo más bello, por esa causa, se hizo más ancho el hueco entre la utilidad y la belleza. Los artistas, al rechazar reconciliarse con la realidad, buscaron formas caprichosas y elegantes de evitar el tema".

La resurrección del pasado se manifiesta especialmente de dos modos. Por un lado, el interés que despertó en la imaginación romántica el universo medieval con sus leyendas misteriosas, sus caballeros heroicos y sus castillos tenebrosos. Este resurgir del medioevo es notorio en la literatura, pero también en otras artes. Basta constatar la cantidad de edificios de este período que se construyeron en estilo arquitectónico gótico, románico e incluso bizantino. Por otro lado, el florecimiento de la novela histórica, cuyos hechos, más o menos cercanos a la realidad, se ubicaban en otro tiempo distinto del contemporáneo del autor. Sin duda, el más destacado representante de esta tendencia, como ya lo hemos nombrado, es Sir Walter Scott autor de obras como La dama del lago, Rob Roy y Ivanhoe, que recrean historias medievales y tradiciones legendarias de las Islas Británicas. En Francia, se destaca Alejandro Dumas (padre) que también ubica sus historias en el pasado (sin remontarse a la Edad Media) e incluye en narraciones ficticias personajes reales. Muy conocidas son sus novelas Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo.

Es necesario destacar que muchas veces, el retorno a la Edad Media y a temas históricos se vincula con una fuerte tendencia nacionalista propia de los autores de esta época. Según Ian Fleming[3]esta tendencia es una forma de cada nación de marcar independencia cultural y oposición a Napoleón. Otros críticos, en cambio, la vinculan con el rechazo a los patrones de belleza clásicos que eran universales y estaban inspirados en la antigüedad grecolatina.

La segunda forma de evadir la realidad circundante es el retorno a la naturaleza. Cuando analizamos la importancia del tema de la soledad para los románticos, mencionamos el papel que jugaba la naturaleza en ese aspecto; complementariamente, veremos ahora el rol que ésta ocupa como mecanismo de evasión.

Ya Rousseau, prerromántico, había promulgado el retorno a la naturaleza. Había desafiado la imagen urbana, civilizada y aristocrática del hombre, al ensalzar al "buen salvaje" de corazón noble y cuyo encanto rústico se basaba, justamente, en su rechazo a la sociedad y en su comunicación con la naturaleza no hollada por manos humanas. Esta idea echó raíces y se volvió uno de los mecanismos de escape más populares del siglo XIX para ese estrato de la población que vivía en las ciudades y soñaba con una ídilica vida campestre ,pero sin tener intención de vivirla realmente. Estas personas, entonces, gozaban de la lectura de poesía llena de imágenes de la naturaleza, preferían para adornar las paredes de sus viviendas urbanas paisajes campestres y elegían las notas bucólicas de la Sinfonía Pastoral de Beethoven.

Finalmente, la búsqueda de lo exótico en tierras lejanas fue otra importante vía de escape. Transcribimos las palabras de Ian Fleming[4]al respecto: "Mientras osados negociantes abrían nuevos mercados extranjeros y misioneros llegaban a lejanos países para tratar de establecer un puente entre el mundo pagano y el cristiano,los artistas trataban de adueñarse de la imaginación popular con historias y escenas de misterios exóticos asociados con lejanas tierras y gentes (…) Por esta causa, el mundo Oriental fue sumado al repertorio imaginativo y su cambiante imagen se ha reflejado en todas las artes de esta época."

Muchas veces, el romanticismo se define a partir de una oposición con el neoclasicismo.

El neoclasicismo tuvo su auge en gran parte del siglo XVIII, coincidentemente con el enciclopeidismo y el siglo de las luces. El arte neoclásico es de fuerte influencia cortesana . Tiene como ideales estéticos el equilibrio, la sobriedad y la mesura. Le da mucha importancia a la razón, al intelectualismo y a las reglas de creación artística.

Tiende a la objetividad y a la universalidad. Su modelo estilístico hunde sus raíces en la antigüedad clásica, grecorromana.

El romanticismo, en tanto, sacude a Europa entre mediados del siglo XVIII y mediados del XIX. Refleja una época de grandes cambios ideológicos y es de carácter burgués. Responde a una cultura del individualismo y egocentrismo, lo que se refleja en el tono intimista y confesional. La presencia de la vida afectiva en el arte separa realmente a los clásicos de los románticos. El romántico no atiende razones. A la lógica del cerebro, opone la lógica del corazón, como resume aquella frase de Blaise Pascal : "El corazón tiene razones, que la razón no conoce"

Se pone en práctica el criterio subjetivo basado en lo imaginativo, lo fantasioso. Se recurre con frecuencia a lo misterioso, lo inexplicable por las vías racionales e incluso lo tenebroso (goticismo).

Es un arte de búsqueda, que muchas veces refleja ansias insatisfechas, nostalgias indefinidas y melancolía. En este período existe una valoración especial de la libertad que se nota en la vida política por el crecimiento de los movimientos liberales y nacionalistas, y en el arte, tanto en los temas como en las formas elegidas. (Crece el rechazo por las reglas de creación estética.)

Se cultiva el exotismo y el orientalismo como formas de evasión.

El romanticismo se rebela contra todos los antecedentes clásicos, entonces, no sólo se opone al neoclasicismo, sino también al Renacimiento y a la cultura de origen grecorromano que lo había inspirado. Se identifica, en cambio, con varios de los ideales medievales: volvió la vista a los valores de la caballería; reemplazó al Olimpo por el mundo sobrenatural cristiano; cambió los mitos griegos por las leyendas medievales; se inclinó hacia el gótico; cultivó como valiosa fuente de inspiración lo propio de cada pueblo( las tradiciones, el folklore, el color local, las leyendas vernáculas) en vez de los patrones universales.

Esta recuperación de temáticas medievales,puede vincularse con cierta tendencia al nacionalismo.

Existen diferencias entre la forma en que los neoclásicos y los románticos explotan estéticamente la naturaleza. El romántico no copia la naturaleza, sino que se consustancia con ella y la transforma en un "estado del alma", según la expresión de Henri Fréderic Amiel. A menudo seleccionan paisajes grandiosos, exóticos, poco conocidos.

Sin embargo, todas estas diferencias podrían resumirse en un cambio de categorías estéticas. Mientras en el neoclasicismo se buscaba lo bello, el romaticismo busca lo sublime y lo pintoresco.

Lo bello fue definido por los antiguos griegos como aquello que inspira sensaciones estéticas placenteras por la perfección de su forma, su armonía, su regularidad y equilibrio. Subyace a este concepto la noción de regularidad geométrica , el cálculo de proporciones, indudablemente vinculado con el quehacer racional humano.

Lo sublime conoce su primera definición teórica en un ensayo de E. Burke (1756) titulado Investigación filosófica sobre el origen de la idea de sublime y de bello. Burke consideraba que eran nociones opuestas. Lo sublime no nace del placer de la mesura y de las formas, su raíz está en los sentimientos de asombro y de miedo que provoca el infinito, la desmesura "todo lo que es terrible o puede traer algo terrible" (la oscuridad, la soledad, el silencio)

Kant sostenía que lo sublime deriva del conflicto entre sensibilidad y razón. Lo sublime contiene esa mezcla de inquietud y placer que está determinada por la contemplación de lo inconmensurable: la infinitud de tiempo y espacio, la fragilidad del hombre frente a los fenómenos naturales,etc. Kant decía que la noche era sublime y el día era bello.

La noción de pintoresco es formulada en 1792, por U. Price, en un ensayo donde compara lo pintoresco con lo sublime y lo bello. Según este autor, lo pintoresco rechaza la precisión de la regularidad geométrica y halla el placer estético en la irregularidad y en el desorden espontáneo de la naturaleza.

Lo pintoresco es la categoría estética del paisaje. Toda la pintura romántica de paisajes, que es por cierto bastante abundante, conserva esta característica. Este concepto tuvo tal fuerza durante el período que nos ocupa que incluso influyó en el diseño de jardines; surgió el jardín "a la inglesa". El arte de la jardinería, en el transcurso del renacimiento y barroco, había puesto de moda el jardín "a la italiana" o "a la francesa", que consistía en combinaciones de elementos vegetales y artificiales (fuentes, escalinatas, estatuas,etc) ordenados según diseños geométricos y regulares. El jardín a la inglesa rechaza esta regularidad geométrica y dispone cada cosa en una aparente casualidad. Son característicos de este tipo de jardines los senderos serpenteantes,los planos inclinados, la disposición desordenada de arbustos e incluso la incorporación de falsas ruinas.

Luego de la revolución francesa, que despertó el beneplácito de los progresistas alemanes, el movimiento romántico comienza a definir su perfil. La primera generación romántica en este país, se forma hacia 1800 y se la conoce con el nombre de Generación de Jena. A este grupo pertenecen los hermanos Schlegel, Schelling, Wackenroder y, fundamentalmente Novalis, cuyo verdadero nombre era Friederich von Hardenberg (1772- 1801) quien, a pesar de su corta vida,constituye un hito trascendental para el romanticismo. Es en su flor azul que la escuela encuentra su símbolo radiante de nostálgica evocación y sugestiva irrealidad.

La segunda generación del romanticismo alemán o generación de Heidelberg, se ubica hacia 1805, convoca a nombres capitales del movimiento, la mayoría relacionados con el género narrativo: los hermanos Grimm, Abalbert van Chamisso, E.T.A. Hoffman. El aporte de esta generación se centra en la exposición de una estética fantástica y sobrenatural, donde lo fantasmagórico se encuentra con lo mágico y lo maravilloso.

En cuanto a su producción en el género lírico, el romanticismo inglés puede dividirse en dos generaciones. La primera está integrada por William Blake, Samuel Taylor Coleridge, William Wordsworth y Robert Southey. Los tres últimos fueron representantes de la corriente lakista ( de lake: lago) así llamada porque sus integrantes compusieron e inspiraron gran parte de sus obras en la región de los lagos del Norte de Inglaterra. Fue una generación apacible y calma si se la compara con la segunda generación .

Los lakistas cantaron al sentimiento y al paisaje; al hombre y a la naturaleza. El prefacio escrito por Wordsworth para sus Baladas líricas es casi un acta fundacional del movimiento romántico en Inglaterra. Allí exponía la necesidad de innovar el lenguaje artístico, objetivo que procuraron lograr los integrantes de este movimiento.

Por otro lado, también fue característico del lakismo darle un espacio fundamental a la imaginación. Coleridge sostenía que "la actividad poética es el pleno ejercicio de la imaginación" .Wordworth distinguía entre fantasía e imaginación , entendía que la primera adorna la superficie de las cosas mientras que la segunda les da un sentido más profundo.

Algunos de estos autores establecieron relación íntima entre el sentimiento poético y lo que Wordsworth designa como "los modos desconocidos del ser", esto es, los estados oníricos y las fronteras del inconsciente, por ese motivo, algunos críticos entienden que prefiguran estrategias de la poesía moderna, por ejemplo, del Surrealismo.

La segunda generación romántica reúne a grandes figuras: Lord Byron, John Keats, Percy Bysshe Shelley.

Si la primera generación fue más bien cuidadosa en opiniones y actos, estos jóvenes románticos, particularmente Lord Byron, serán rebeldes, opuestos a las convenciones, a la opresión y la coerción, más sensibles a los desamparados y a las luchas sociales (Byron morirá luchando con los revolucionarios griegos, Shelley participó de la causa liberadora irlandesa)

Capítulo aparte merecen los narradores del romanticismo inglés. Especialmente hay que destacar el desarrollo de la novela gótica, (cuya culminación es la novela de Mary Shelley, Frankestein) y la novela histórica representada por Sir Walter Scott.

El movimiento romántico se inicia en Alemania casi simultáneamente con Inglaterra, pero no llegará a Francia hasta 1815. Hasta esa fecha, Francia vivió casi aislada del resto de Europa y sólo algunos escritores, que por diversos motivos habían residido en el exterior, tuvieron contacto con las innovaciones estéticas que estaban surgiendo. El caso más claro es el de Madame de Staël que estuvo desterrada y por eso vivió en Inglaterra y Alemania. Expuso sus conocimientos acerca de las nuevas tendencias en dos libros De la literatura y De Alemania. Allí sostenía que la poesía debía surgir de la emoción, el entusiamo y la inspiración.

De todas maneras, el romanticismo propiamente dicho, en Francia, estará representado por Víctor Hugo. Su genio creador fue amplio y variado: poeta, novelista, dramaturgo, pensador. El Prefacio a su drama histórico Cromwell tiene el carácter de manifiesto de la nueva corriente; éste recoge algunas de las ideas de Madaem de Stael y sistematiza propuestas de varios teóricos. Generó intensas polémicas entre partidarios de lo clásico francés y representantes de las nuevas estéticas.

Otros románticos franceses de interés son: Lamartine, Alfred de Vigny y Alfred de Musset.

Casi toda la producción está comprendida entre 1830, fecha de la "batalla de Hernani" y 1848, año en el cual el romántico Lamartine, llegó a ser ministro de la república. El romanticismo francés, sin embargo, sobrevive hasta las últimas décadas del siglo, en parte debido a la longevidad de Víctor Hugo.

Para comprender mejor la virulencia con que se vivía la oposición entre los clásicos y el modo de ser que ellos representaban y los románticos, vale la pena transcribir la descripción que hace la inteligente crítica española Emilia Pardo Bazán de la llamada Batalla de Hernani[5]

" Los que describen el estreno de Hernani, sin pensarlo se sirven de la fraseología militar. Los espectadores no se sentaban, tomaban posiciones; no buscaban el sitio mejor para ver, sino el punto estratégico para combatir, y cual los ligueros en la noche de San Bartolomé, tenían sus jefes y capitanes, se daban contraseñas para reconocerse y caer en masa sobre el enemigo. Divididos en destacamentos de veinte o treinta, requerían en el fondo de los bolsillos sus armas ofensivas – las llaves- o fregaban las palmas preparándose al aplauso que había de cubrir el estridente silbido. Hasta en el traje y en el pergeño parecían irreconciliables los de los dos bandos. Mientras los clásicos movían con desprecio sus burlonas cabezas trasquiladas y ostentaban sus calvas lucias, los románticos desplegaban orgullosos sus luengas crines merovingias y sus barbas dignas de un estuche como el que gastaba el Cid Campeador; y sobre los pantalones verde mar, la nota rabiosa del jubón rojo de Théophile Gautier recordaba el trapo con el que se cita al toro para enfurecerlo y la bandera de las revoluciones.

Los de la nueva escuela tenían a su favor el arrojo, esa misteriosa tensión de la voluntad y esa acometividad ciega e irreflexiva que todo lo arrolla. Era la mocedad, mientras los secuaces del clasicismo representaban la fuerza de la inercia, la resistencia de lo inmóvil. Como uno del bando clásico demostró en alta voz su desaprobación, levantóse una cuadrilla de jaleadores románticos y gritó: ¡Fuera ese calvo! ¡Fuera! ¡Que se largue! Y al punto, el jefe de otra brigada se alzó más indignado todavía y clamó: ¡No, que no se escape! ¡matarle, que es un académico!

La contienda de Hernani, ¡cosa curiosa!, puede reducirse a un altercado de peluquería. La injuria de los románticos a los clásicos era llamarles pelucones y también rodillas, aludiendo al parecido de la calva con una rodilla desnuda. Los clásicos replicaban mofándose de los melenudos y amenzando trasquilarles como a borregos inocentes."

El romanticismo italiano participó de las características que fueron afines a todo el movimiento: la afirmación del yo en el individualismo, la obra como creación imaginativa en la que interviene la inspiración, valoración del acervo cultural nacionalista, cierto rechazo del clasicismo para bucear en formas más sueltas, populares y musicales. De todos modos, es fundamental resaltar, en este caso, el nacionalismo que fue tan intenso que ayudó a forjar una conciencia nacional que se expresó en un agudo sentimiento de lo patriótico, paralelo a la búsqueda italiana de la unidad e independencia políticas.

La figura central será Giacomo Leopardi.

El romanticismo llega tardíamente a España y pueden señalarse dos períodos. En el primero, se destaca José de Espronceda , el Duque de Rivas y José Zorrilla. En estos autores aparece una marcada influencia de los románticos alemanes e ingleses. En el segundo período se logra una poesía más propia y original : Rosalía de Castro y Gustavo Adolfo Bécquer, el más logrado representante de esta corriente en España.

Aunque , naturalmente, nos centremos en el estudio del período romántico en la literatura, no podemos dejar de mencionar los aportes de este período en la pintura, la escultura, la arquitectura y la música.

Llama la atención la profunda interrelación artística que se produce durante el período romántico. Los pintores plasman en sus cuadros escenas de obras literarias, los músicos se inspiran en cuadros o en poesías, los arquitectos construyen edificios góticos inspirados en castillos descritos en novelas históricas o relatos de inspiración medieval. Si bien son muchos los representantes en cada una de las disciplinas artísticas, seleccionaremos sólo algunos a modo de ejemplo.

Pintura.

Eugenio Delacroix (1798 – 1863) muestra su romanticismo en la técnica y en los temas de sus cuadros. Con respecto a lo primero, selecciona colores vivos e intensos y recurre a contrastes luminosos que reflejan el desborde emocional, marca definitoria de la época. Este autor sostenía que "el gris es el enemigo de toda la pintura" y sugería "eliminemos de nuestra paleta todos los colores terrosos (…) cuanto mayor sea la diferencia en color, mayor será el brillo". Con respecto a los temas, notamos que muchas veces se inspira en poemas de Byron (Mazeppa, El Naufragio de Don Juan) o en la obra de Goethe (ilustra Fausto). En su obra también se nota una recurrencia a lo imaginativo, a lo medieval y a lo macabro ( por eso la Divina Comedia también fue fuente de inspiración para él: Dante y Virgilio en el Infierno). Un cuadro emblemático de este autor y del romanticismo es "La libertad guiando al pueblo"

También se destacan los paisajistas, tanto ingleses como franceses: William Turner (1775 – 1851) ; Camille Corot (1796 – 1875) y John Constable (1776 – 1837) .

Escultura

El más destacado escultor del período es Francisco Rude
(1784 – 1855) . Su Partida de los voluntarios, un relieve en
piedra que se halla en el Arco de Triunfo de L`Etoile de París, muestra
una expresión vehemente, una vibrante energía y gran movimiento,
todas características románticas.

Arquitectura

La arquitectura romántica recibió su impulso inicial de la popularidad que alcanzaron las novelas góticas. Los castillos imaginarios de las novelas se materializaron, principalmente en Inglaterra, como caprichos arquitéctonicos de excéntricos ricos. Por ejemplo, William Beckford, un rico heredero, mandó construir al arquitecto James Wyatt, una residencia que llamó Fonthill Abbey, inspirada en la obra de Horace Walpole, un narrador gótico. Sus relatos, al igual que los de otros autores de su mismo estilo, se desarrollaban en castillos o abadías donde abundaban misteriosas trampas, paneles corredizos, rechinantes puertas traseras, movedizas armaduras y voces sepulcrales que escapaban de olvidadas tumbas. Por eso, Fonthill Abbey tenía una enorme torre central que se alzaba sobre una gigantesca sala a la que se accedía por una imponente escalinata. El resto de su interior era un laberinto de largos corredores.

En Francia, este impulso arquitectónico, en primer término, se dirigió a la conservación de muchos monumentos medievales existentes. La publicación de la obra de Víctor Hugo, Notre Dame de París, avivó las llamas del entusiasmo popular por la restauración de las iglesias, templos y abadías. Más tarde también se construyeron edificios "neogóticos", como la iglesia de Santa Clotilde. (Arquitectos Cristian Gau y Theodore Ballu)

Música

Dos son los rasgos fundamentales de las composiciones musicales del romanticismo. Por un lado, el mayor peso que adquiere lo personal del artista, la expresión de sus sentimientos y su inspiración .Esto da lugar al uso de nuevas formas de armonía y a una mayor libertad en la composición. Por otro lado, el auge de la música programática, es decir, aquellas composiciones musicales que siguen un texto literario. Son una especie de relato o poema musical.

Franz Liszt (1811 – 1886) fue una figura extraordinaria, no sólo el pianista más grande de todas las épocas, sino también un genial compositor romántico, en estilo pianístico y también orquestal. Entre sus obras programáticas destacamos: Mazeppa (inspirado en el poema de Byron) ; Sonidos de una fiesta (inspirado en una obra de Schiller) y Los Preludios (basado en un fragmento de Meditaciones poéticas de Lamartine).

Héctor Berlioz (1810 – 1864) fue otro autor de facetas renovadoras. Tenía un temperamento ardiente y batallador puesto a prueba por la doble incomprensión de músicos y público. Su obra más representativa es la Sinfonía Fantástica, cuyo subtítulo es Episodios de la vida de un artista. La historia que describía las visiones de un artista bajo los efectos del opio, reflejaba la pasión del compositor hacia la actriz Harriet Smithson.

Federico Chopin (1810 – 1849) fue debido a sus composiciones para piano, tal vez, el gran compositor más divulgado de toda la historia de la música. Su vida misma, signada por musas inspiradoras, amores desgraciados, una melancolía recurrente y una devastadora enfermedad, es un emblema romántico. En sus obras, los rasgos de esta escuela artística se notan en su tendencia al intimismo y su nacionalismo, que se expresa en la adopción de formas musicales populares y danzas tradicionales de su nación materna (por ejemplo, sus famosas Polonesas)

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