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Las Aventuras de Sabas



  1. Sabas y el Dios de los Mares

En una isla lejana ubicada a 30 días por mar partiendo desde un pueblo en las costas de Grecia había una montaña, y al pie de la montaña una cueva, y en esta cueva se decía que habitaba una anciana, conocida solo por leyendas urbanas y por historias contadas por ancianos que hablaban de un misterioso don que poseía y que muy pocos conocían.

Las historias contadas por pocos decían que esta anciana cumplía los deseos de vidas maravillosas a cambio de precios que sólo algunos se atrevían a pagar, una de estas leyendas llegó a oídos de un joven viajero llamado Sabas quien había soñado con riquezas y grandezas desde niño.

Sabas se aventuró a saber más acerca de esta misteriosa anciana y constantemente visitaba durante la noche las tabernas del pueblo con la esperanza de encontrar a algún anciano a quien una buena jarra de vino pudiera aflojarle la lengua, en uno de esos intentos un anciano le dijo que en el pueblo vivía un escribano que poseía una biblioteca con numerosos libros y textos de historias contadas por personas desde tiempos muy antiguos y posiblemente ahí podría encontrar más indicios acerca de la misteriosa anciana.

Al día siguiente por la mañana se encamino en busca de mas respuestas, al llegar a la biblioteca el escribano lo llamó por su nombre y le dijo: -Así que tú eres Sabas, he oído que tienes mucho interés por saber más acerca de la anciana de la isla… -Sí, quisiera saber un poco más -respondió de inmediato Sabas- son ciertas aquellas historias?, es cierto que te concede un sólo deseo?… – Es cierto -respondió el escribano-, pero las historias cuentan que el precio es muy alto, no pedirá oro ni riquezas, te pedirá algo que posees y que aprecias demasiado y muchas veces sin saberlo…

El escribano le contó durante toda la tarde historias de personas ilustres y con vidas plenas y maravillosas, estas personas nunca respondían de donde provenía el éxito que tenían y algunas personas sospechaban que habían visitado la isla.

Al caer la noche el escribano le dio 2 libros autobiográficos inspirados en vidas maravillosas de las que él estaba seguro que sus protagonistas habían visitado la isla, Sabas se paso toda la noche leyendo cada capítulo de los libros quedando maravillado con cada página que leía, anhelando más que nunca conocer a la anciana para pedirle su deseo.

A la mañana siguiente le pidió al escribano que le dijera cómo llegar a la isla, este le dio las indicaciones y así partió, en busca de su deseo más preciado.

Navegando por las tranquilas aguas del Mediterráneo solía meditar por las noches, mirando las estrellas e imaginando como su vida estaba a punto de cambiar, a veces pensaba en su pueblo natal y en todos los viajes que a su corta edad había realizado, los 30 días de navegación parecieron 90 debido a la ansiedad por terminar su travesía, al llegar a las costas de la isla se divisaba una montaña como a 2 días de camino, rodeada por un impresionante y frondoso bosque, bajo de su velero y preparó un refugio para pasar la noche en la playa y estar listo muy temprano por la mañana para continuar con su aventura.

A la mañana siguiente estaba ya en pie desde las primeras luces del sol, levantó sus cosas y empezó su viaje, mientras caminaba admirando el paisaje veía animales de todo tipo en una perfecta y armoniosa convivencia, plantas exóticas y pequeños riachuelos marcaban distintos caminos a lo largo de toda la isla, sin incidencias llegó luego de 2 días de camino y encontró la cueva.

Desde la entrada de la cueva Sabas gritó –Eeeeyyy!!!- para anunciarse y luego de unos segundos una anciana con una túnica muy maltratada salió de la cueva dejándose iluminar apenas por la luz del sol y lo miro por un momento y respondió:

-Salve –que era "hola" en latín y Sabas quedo mudo al no entender-, "As Salam AlayKom" –dijo en seguida que significa "que la paz sea contigo" como saludan los árabes, pero sin respuesta de Sabas, seguidamente realizo saludos en hebreo, arameo y egipcio antes de hacerlo en español, -"Hola"- dijo finalmente la anciana- a lo que Sabas respondió:

-Hola mi nombre es Sabas y he venido desde muy lejos buscándola.

-Vienes por aquellas historias que has escuchado de que concedo deseos, -respondió la anciana- pero aún si yo pudiera hacerlo el precio que pido a cambio es muy alto…

-Tengo oro -agregó rápidamente Sabas- no es mucho pero puedo conseguir más si lo desea…

-Yo no pido nada material, -dijo la anciana- lo que yo pido es algo que necesitarás, algo que tienes contigo y que no le das valor alguno hasta que tienes que darlo a otra persona

-Lo que sea -dijo Sabas- estoy dispuesto a dar cualquier cosa…

-Primero tomaremos el té – agrego la anciana- ve al rio y trae un poco de agua, luego recolecta un poco de leña.

Así lo hizo Sabas, se apresuro a conseguir el agua y la leña mientras el precio lo mantenía bajo una gran expectativa, al volver se sentaron a tomar el té y la anciana le contaba acerca de las personas que antes habían pasado por la isla, Sabas escuchaba los relatos de la anciana con mucha atención, trataba de ubicar o asociar alguno de los protagonistas de sus relatos para saber si en realidad alguno de ellos había destacado en la vida consiguiendo su deseo.

Durante su relato la anciana decía:

-Han llegado muchos dignos de mi regalo y otros no tan dignos, todos buscaban lo que pensaban que jamás podrían conseguir sin mi ayuda, sin embargo, a pesar del precio los que estuvieron dispuestos a pagarlo consideraron luego que el precio fue más que justo, por eso lo consideraron un regalo, hubieron otros que a pesar de sus esfuerzos nunca cumplieron con mis demandas y tuvieron destinos, penosos y tristes finales, es muy duro para mi ver cómo los años pasan y más aún como las lenguas evolucionan y tengo que acostumbrarme a los nuevos visitantes, existen al menos 2796 lenguas en todo el mundo, yo no hablo todas pero creo haber tenido al menos la suerte de conocer a cada representante de aquellas lenguas, imaginas cuantas culturas hay?, considerando que una misma lengua puede ser hablada por muchas culturas… ya no puedo imaginarlo… Pero lo curioso es el deseo, con tanta diversidad en lenguas, en culturas, en eras, en tiempos, en etnias o en cualquier clasificación que puedas imaginarte los deseos siempre son los mismos, o al menos su variedad no es tan basta… Solo he notado que el deseo varía más según la época.

-Anciana he viajado mucho, -dijo Sabas- el camino que quiero recorrer aún es basto, siempre estoy buscando conseguir lo que quiero pero hasta ahora no lo había visto tan cerca, yo seré alguien que lo aproveche, quiero esa bendición que le has dado a pocos, quiero estar dentro de ese grupo selecto de los que pudieron pagar el precio de tu "regalo".

-Mi regalo tiene condiciones,-interrumpió la anciana- primero has de saber que vivo en esta isla desde que la vida existe en este planeta, tú como muchos me dicen anciana, pero la verdad es que para mí el tiempo solo me representa estaciones, vivo en el centro de todo lo que conocen, no importa desde que puerto partiste, no importa desde que país vienes, si navegas en dirección al ombligo del mundo llegaras a mi isla en 30 días, no estoy en un mapa y nunca nadie revelo mi ubicación, pues ese es un rasgo típico de tu era, cuando llegan con su deseo creen ser los únicos y más dignos de poseerlo, pero solo algunos se van con mi regalo, crees ser digno?, vagas por el mundo buscando que te llegue de regalo algo que puedes conseguir por ti mismo sin darte cuenta, estas aquí dispuesto a pagar lo impensable sin estar si quiera seguro de lo que quieres… Pero he notado que tienes corazón, así que mañana hablaremos del precio y mientras siéntete libre de dormir donde guardo mis tesoros, ojala y te guste leer.

La anciana se levanto y tomo una antorcha que alumbraba la entrada de la cueva y la colocó en otra cámara, cuando Sabas se acerco vio una serie de libros y manuscritos más antiguos que el mismo tiempo, y ahí en una ruma de hierba seca se sentó a leer los contenidos inéditos de aquellos escritos amontonados por la anciana, durante su lectura notaba que las historias de alguna manera dejaban el supuesto de la visita a la isla, pero que sobre eso explayaban en miles de palabras incontables aventuras, cuantificaban riquezas increíbles o descubrimientos asombrosos, habían historias de líderes militares que con todo en contra salían victoriosos de batallas donde sus ejércitos eran minoría, viajes y excursiones a donde ningún otro jamás llegó, era como revivir a través de los libros varias vidas plenas que ahora le pertenecían.

Sabas no pego el ojo en toda la noche, de hecho tuvo que salir un par de veces por mas combustible para mojar la antorcha que lo alumbraba, estaba fascinado con todo lo que leía, con cada cuento y con cada aventura, el estaba entonces seguro de que ahí su deseo se haría realidad y más aún que ningún precio sería alto sabiendo todo lo que podía lograr.

A la mañana siguiente Sabas despertó abrigado de muchos manuscritos, cuando salió de la cueva vio a la anciana en lo que parecía una conversación con algunas aves de la isla, no escuchaba lo que decía pero sus gestos parecían decir que estaba pasando un lindo momento con amigos, al acercase noto que venían algunos roedores alargados… Eran Hurones y cada uno venía con una rama seca para la leña, las aves traían consigo algunas hojas para el té y pequeños primates traían semillas y espigas de trigo, era como si toda la naturaleza de la isla incluyendo a la anciana vivieran una simbiosis, como si todos se cuidaran entre sí.

Buenos días –dijo Sabas- creo que solo dormí algunas horas, pues quede fascinado leyendo algunos de los manuscritos que guardas en tu cueva, yo quiero tu regalo anciana… Cuál es el precio?.

Antes que nada aventurero Sabas, -dijo la anciana- Quiero saber cuál es tu bien más preciado?… Sabas quedo mudo por un prolongado instante, mientras caminaba a pasos lentos con una expresión de sorpresa, pues hasta ese momento jamás había pensado cual era su bien más preciado, no tenía riquezas que lo aten ni bienes consigo, solo su sed de aventura que hasta el momento había sido calmada y mesurada… Anciana no lo sé –respondió Sabas- Creerás que miento pues ese podría ser el precio que pides, pero realmente no lo sé, supongo que hasta ahora no he tenido un bien preciado nunca…

Oh! Mi aventurero Sabas, si no tienes un bien preciado quiere decir que puedes pagar mi precio y un poco mas inclusive, hagamos el trato en este momento, que es lo que Sabas desea? –Preguntó la anciana-.

Todo -Dijo Sabas-, antes de llegar a la isla y saber de ti quise grandezas, aventuras y riquezas, pero luego de leer tus manuscritos lo deseo todo!, conocimiento, aventuras, las historias de amor, la gloria como esos militares, lo quiero todo anciana, eso es posible?…

Es posible –dijo la anciana-, el precio es más alto pero tú puedes pagarlo, te concederé todo lo que pidas pero debo estar segura de que todo será aprovechado, debes entender que estos regalos no son para cualquiera, solo para algunos atrevidos y sedientos aventureros de la vida… Tú me pagarás este deseo con tiempo Sabas, el precio es tu tiempo de vida, entero y completo para mí, si estás dispuesto acordaremos los detalles, si no lo estas, puedes volver a tu velero y partir cuando lo desees…

Tiempo anciana? –dijo Sabas sorprendido- como es que puedo darte tiempo?, es mi vida y vine por un deseo para que mi vida sea mejor, pero tu precio implica darte esa vida a cambio de cómo quiero vivirla?… Eso no suena a un precio alto, suena a imposible o a una estafa… Por que pagaría por un deseo si no tuviera el tiempo de vivir para disfrutar ese deseo?. Es una locura!…

Se llama fe Sabas, -replicó la anciana- tú no sabes cómo pero cumpliré tus deseos plenos de vida, si no tienes fe porque viniste a buscar una historia o una leyenda?.

Por aventura anciana – dijo Sabas- por vivir una aventura, así llegue a tu isla buscando mi deseo… Sabía que no era seguro encontrarte, mucho menos que seas real, pero me aventuré a creer que existías y no me equivoque, ahora estas aquí conmigo demostrándome lo real que puede ser creer en algo sin tener evidencias concretas…

Eso mi joven Sabas se llama tener fe – dijo la anciana-, ya has atravesado los mares por 30 días buscando una isla con una montaña, con una cueva y con una anciana… Partiste sin pensar si quiera que estarías vagando por el océano persiguiendo un cuento o una leyenda, estabas seguro de que me encontrarías y así lo hiciste, eso se llama fe… Me interesa cerrar el trato contigo Sabas, creo que tienes mucho potencial, además no pido todo tu tiempo de vida en este momento, lo pediré con ordenes especificas.

Veras mi querido Sabas, todos esos escritos que has leído son mis tesoros más preciados pues son los que me conectan con el mundo, de otra forma yo no podría saber que pasa fuera de esta isla, esas aventuras me han contado como evolucionó el hombre y como se destruyó varias veces también aunque lo ignores, solo aquí están los vestigios de muchas civilizaciones que han perecido a causa de sus tontas ambiciones, saldrás por aventuras Sabas y vendrás aquí a contarme como te fueron en esas aventuras, llevarás contigo un diario y registraras todo… Siempre estaremos en contacto Sabas, hablaremos siempre en tus sueños, cuando medites y te concentres, cuando tengas dudas de algo, podrás consultarme y al final de tus aventuras si has cumplido con mis demandas durante todo ese tiempo entonces te daré esa vida plena que tanto deseas, solo ten fe.

Sabas quedo pensando por un instante, sus ojos reflejaban mucha confusión, la anciana lo dejo sentado frente a la fogata y Sabas quedo mudo ahí hasta el atardecer… Con las piernas entumidas y muy cansado se levanto luego de varias horas y entro a la cueva a buscar a la anciana, para decirle que lo haría y esta como si de antemano supiera su respuesta le dijo: -partirás mañana por la mañana, cuando estés en altamar te diré a donde llegaras y que tendrás que hacer, ahora descansarás pues en adelante tu tiempo me pertenece.

Sabas y el Dios de los Mares

A la mañana siguiente Sabas se levantó muy temprano y se dirigió hacia la orilla de la isla, por la mañana ya no vio a la anciana así que sólo partió imaginando que cosas le depararían en su nueva vida cumpliendo los deseos de la anciana, la noche cayó y a mitad de camino Sabas levantó una tienda y encendió fuego para pasar la noche en la espesa selva de la isla, ahí escucho unos quejidos que venían del pie de un árbol y encontró un pequeño primate blanco, albino como la misma nieve, sucio y bastante maltrecho sin poder moverse, Sabas lo levantó con mucho cuidado y lo acercó al fuego, lo revisó con mucha delicadeza y pudo notar que tenía una pequeña herida en la pata derecha, notó además que esta presentaba una coloración bastante oscura y que posiblemente el pequeño primate tenía fiebre, Sabas no sabía muy bien cómo tratar una infección y más aún sin contar con medicinas, así que se dispuso a buscar un poco de agua limpia para lavar la herida sabiendo que eso al menos ayudaría a ver la gravedad de la misma, al notar la gravedad de la herida no supo qué hacer así que se quedo pensando por unos minutos tratando de meditar sobre la situación cuando de pronto cayó en una especie de transe y escucho una lejana voz que lo llamaba por su nombre:

Sabas -Escuchó a lo lejos- Que ha sucedido?… Sabas quedó mudo por un momento y luego notó la presencia borrosa de la anciana… Anciana que es esto? -Pregunto intrigado Sabas-. Así es como nos comunicaremos en adelante -dijo la anciana-, que ha sucedido con Filos?

Filos? -Pregunto Sabas-. Si el primate se llama Filos -respondió la anciana- es amigo mío al igual que todos los animales de esta isla.

Creo que está enfermo, tiene una herida y está infectada -respondió Sabas-, no sé qué hacer pues no tengo medicinas…

Cubre la herida con pan florecido -respondió la anciana- busca un poco de pan con moho verde, asegura que ese moho verde toque la herida directamente mientras la cubres, llévalo contigo y dale cuidados, será tu compañero en adelante.

Sabas salió de su trance y busco en su bolsa un pedazo de pan, pero estaban en buen estado, al mirar al fondo de la bolsa notó un pedazo con una decoloración verde por los días que estuvo guardado, sacó la pieza de pan y la puso directamente en la herida de Filos, mientras la vendaba con mucha delicadeza le decía: Estarás bien mi pequeño amigo, esto te va a aliviar y te cuidaré hasta que te recuperes… Lo recostó sobre un manto que llevaba consigo y lo puso delicadamente junto al fuego, se recostó a su lado y quedó atento a sus necesidades por un momento hasta que vencido por el sueño cayó rendido.

A las primeras luces del sol Sabas se levantó y pudo ver que el pequeño Filos se encontraba bastante mejor, el dolor al parecer había disminuido y la herida se veía mucho mejor, así que levantó sus cosas y con delicadeza envolvió a Filos y lo cargó en su espalda para dirigirse hacia su barca, al llegar soltó amarras rápidamente y subió, como quien simplemente sigue su camino, pero mientras se alejaba de la orilla tomo un momento para mirar por segunda vez la isla, pero esta vez no se hacía más grande, esta vez se alejaba y con ella su antigua vida de libre albedrío, con ella se alejaba su vida como despidiéndose y prometiendo esperar por él.

Así partió Sabas luego de una travesía a buscar su nuevo camino que ahora estaba dirigido por alguien más, al cabo de unos días Filos estaba perfecto y revoloteaba por toda la barca, dando saltos que hacían parecer que el también estaba aventurándose a nuevas e impensables cosas que marcarían su futuro y el de Sabas.

La tranquilidad del mar los acercó, pero estos días desconectados del mundo no eran como cuando llegaba a la isla, esta tranquilidad era desventurada, pues su objetivo no estaba cerca, su camino era hacia la incertidumbre, estaba tan lejos como una vida y cada vez parecía más lejana, así se mantenía pensando hasta que se desvaneció por el cansancio.

Un terrible impulso hizo saltar a Sabas por la mañana, parecía un loco alborotado por un extraño sentimiento, un deseo que jamás había sentido… Tal vez cuando su deseo de grandezas era claro, lo habría alborotado tanto, pero esto era algo distinto, era un sentimiento enorme de deseo hacia algo que él no descifraba… Que me está pasando? – Se preguntaba Sabas- me siento eufórico, casi podría batirme en duelo con cualquier bestia mitológica. Que tengo?… Trato de meditar para hablar con la anciana pero eso era imposible por el impulso que tenía, hasta que de ponto visualizó una fruta, corrió al pequeño almacén donde guardaban las reservas y frenéticamente y sin pausa sacaba bolsas y bolsas de cebada, barriles de agua y distintos víveres, sin poder encontrar lo que buscaba, se volvió a revisar las bolsas que ya había arrancado del pequeño almacén y tirado en medio de su barca, pegándolas a su rostro aspiraba con tal fuerza que su pecho se inflaba varios centímetros, hasta que de pronto encontró una bolsa con el aroma que buscaba, rápidamente la rompió y busco en su contenido encontrando una bolsa de varios frutos secos que la anciana le había colocado entre sus víveres, los abrió sin pensar y sin ningún reparo de verificarlos o limpiarlos se arrojo un puñado de estos a la boca, pensó que eso aliviaría rápidamente su deseo pero empeoro todo!. Desesperado por eso no supo que más hacer hasta que quedo sentado a un lado de la cubierta con la bolsa reventada y todos los frutos secos dispersos en su barca quedaron a merced del sol y de Filos, este bajo a gran velocidad desde el mástil y empezó a comer cada pasa, pecana o nuez que estaba regada, Sabas en un celoso impulso por proteger algo que deseaba sin saber por qué también se abalanzó a rescatar lo que pudiera cuando de pronto su deseo fue haciéndose más leve, su deseo era más pausado y tranquilo… Sabas salió de esa loca alteración sin saber que pasaba pero recordando cada instante de ese insaciable deseo como si estuviera tatuado en su mente, pero ahora estaba más tranquilo y pausado, cada vez más pausado hasta que cayó rendido y el sentimiento de deseo desapareció y cambió por un sentimiento de saciedad absoluta.

Sabas meditó ahí por un instante hasta que sintió la voz lejana de la anciana, ella lo llamaba por su nombre como una madre despertando a su hijo a diario, Sabas, enfócate – Decía la anciana- esto es solo el inicio de una conexión que hiciste hace unos días antes de salir de la isla, Filos te ha transmitido sus sentimientos, lo has alimentado de agua, pan y granos, el no está acostumbrado a comer pan o granos, el se alimenta de frutas y frutos secos, su deseo de alimentarse con eso te ha afectado. Mi aventurero Sabas, acabas de hacer un amigo de por vida, este se ha conectado a tí, es un vinculo irrompible, no puedes separarlo, el te eligió y eso no lo puedes cambiar, con el tiempo se comunicaran de forma clara, con el tiempo todo lo que hagas lo afectara y viceversa, ese es un regalo muy aparte de nuestro trato, ya lo entenderás, el siente mucho tus deseos y sentimientos, tú haces lo mismo con él, pero como tú eres un ser de luz racional tus emociones o sentimientos básicos los puedes controlar y él lo sabe, pero Filos no tiene un control pues no los conoce, bienvenido a una aventura donde te has conectado con un ser distinto a tu especie y que seguramente sientes inferior.

Los días pasaron en altamar mientras Sabas y Filos aprendían a comunicarse, casa día que pasaba terminaba en un agotamientos terrible para ambos, pero conforme buscaban controlar la forma de conexión se fueron afianzando, eran días con ejercicios continuos entre ellos en los que realmente iban conviviendo de una forma alegre.

22 días después de la partida de la isla los
intercepto un gran barco con bandera negra del que no pudieron escapar, y ahí
según la anciana era donde Sabas y Filos debían terminar luego
de sus travesías, como prisioneros del Dios De Los Mares.

 

 

 

Autor:

Mirko Góngora Rakigjija

 

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