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El conjunto monumental de Giza explicado (página 30)




Enviado por ramon ramonet riu



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Arnau al recibir las noticias de las continuas expediciones de los francos contra Egipto, recordaría aquellas alianzas que, con menos entidad, habían sucedido en 1082 en vida del Cid Campeador. Recuérdese que éste, habiéndole ganado los castillos de Monzón y Tamarite al califa de Tortosa, enfrentado a su hermano el califa de Lérida, éste había pedido ayuda al conde de Barcelona Berenguer Ramón II "el Fraticida" (1076-1096), quien en poco tiempo fue hecho prisionero de Rodrigo Díaz de Vivar, pagando muy cara el catalán su libertad. Mi biografiado que nació con posterioridad, sabría, como toda la nobleza hispana, de la legendaria fama de la espada del Cid, cuya hoja mide 78,5 cm. y tiene escrito: "Io soi Tisona", la cual por cierto hasta el año 2007 ha permanecido junto a la tumba del Cid en la catedral de Burgos. En Cataluña Rodrigo Díaz de Vivar interesaba, y mucho, pues una de sus hijas se había casado con el conde Ramón Berenguer III (1096-1131).

Volvamos a cuando, por ignorados motivos, el Gran Maestre Arnau de Torroja de Solsona, en 1167 y 1168 dio de nuevo dinero a su soberano natural, y posteriormente aún le dio más, recibiendo el rey 5.000 escudos en otras dos ocasiones. (Fue el dicho año 1168 cuando Arnau lamentó que Nuradín, el sultán de Siria, expulsase de El Cairo al rey Amalrico I de Jerusalén). En la Península también había mucha actividad bélica, pues una vez en 1169 se conquistó Teruel (y el año siguiente Albarracín, aunque los musulmanes de allí conservaron su autonomía), quedaba abierta la expansión de los cristianos dentro de Al-Andalus, y los templarios participaron activamente en todas aquellas campañas.

No tengo reparos en referir aquí unos acontecimientos tan separados dentro del marco mediterráneo, pues trato de presentar a un hombre que vivió los avatares de dos alejados mundos y a la vez dos diferentes culturas, y ambos en plena ebullición belicista.

Al poco tiempo de haber regresado Arnau de Torroja a Cataluña le sorprendería también saber de la existencia de un intrigante y peligrosísimo líder ismaelita de Siria, llamado Preste Juan. Su reino los cruzados creyeron entender que se extendía hasta más allá de la Torre de Babel, en Babilonia, y como parecía que trataba de ser amigo de los francos, algunos cruzados al verse acorralados, debieron morir en la vana esperanza de que aquellos guerreros cristianos "amigos" aparecerían en el horizonte para salvarles. En efecto, en una misiva del año 1165 un tal Preste Juan de las Indias envió tres copias de la misma carta al emperador de Bizancio Manuel Comneno, al Papa Alejandro II y al emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico. El Preste Juan desde algún lugar de Oriente les informaba de su deseo de vivir en amistad y también de su intención de visitar oficialmente el Santo Sepulcro, puesto que se consideraba seguidor de las verdaderas palabras de Jesucristo.

SITUACIÓN PREVIA A QUE ARNAU FUESE ELEGIDO "GRAN MAESTRE"

La Orden de Sión, a la cual cuando escribo siempre tengo en mente por haber sido la matriz de la Orden del Temple, sigue siendo actualmente tan misteriosa como lo fue en sus orígenes. Son bastantes los autores que incluso niegan que su creación se remonte más allá de hace unos pocos años. Por mi parte, en la prevista continuación de esta investigación, encontraré el modo de referirme a dicha Orden-Madre, porque aquí me limito a presentar los probables hechos de Arnau de Torroja, y aún limitando mi investigación tanto como me sea posible a cuando sucediesen durante su vida. Otra cosa será ofrecer el debido contexto para su óptima comprensión.

Los templarios humildemente se consideraban "Pobres soldados de Cristo y del Temple de Salomón". Por tal contradicción hoy día aún siguen siendo popularmente conocidos, pues desarrollaron muy novedosas ideas para su tiempo, las cuales abarcaron todos los ámbitos sociales, desde enseñar nuevos métodos para intensificar la agricultura hasta planificar unos mucho más esbeltos templos cristianos, los cuales después de morir Arnau de Torroja se elevaron a miles sobre los cimientos de los existentes en estilo románico.

La Orden del Temple había sido reconocida oficialmente por la Santa Sede el año 1128 en el Concilio de Troyes consolidándose su función dentro de la Iglesia y gozando del apoyo papal que posibilitó su inserción en la estructura socioeconómica de su tiempo. Fue posteriormente que los más nobles de los caballeros templarios vistieron el dicho hábito blanco propio de los monjes cistercienses, haciendo sus mismos votos de pobreza, obediencia y castidad, pues también ellos eran monjes a pesar de llevar espada. La Regla conocida de los caballeros de Sión y del Temple era casi idéntica en austeridad y rezos a la redactada para regirse los monjes cistercienses que vestían de blanco, pero además los templarios tuvieron su "Regla interna", la cual aún hoy sigue siendo un secreto. No la conocían ni todos los caballeros de la Orden, sino sólo sus superiores más dignos. Así, cuando se habla de la "Caballería de Tierra Santa", se remite en particular a los templarios para quienes la enseñanza se divulgaba según determinadas jerarquías.

Bertrand de Blanchefort trató esforzadamente de adaptar las normas de su Orden a las especiales circunstancias que en Palestina experimentaba diariamente en los más diversos campos, sin excluir una desbordada cantidad de donaciones y relaciones con gentes de otras creencias. Desde que los nobles aspirantes a militar entre los templarios eran admitidos, recibían unas enseñanzas de tipo naturalista que eran muy antiguas. Ejercitaron un método rápido para potenciar su espiritualidad. Para ello no tenían reparo en adaptar al catolicismo lo mejor de cada creencia, no importándoles si procedía de Egipto o de la India y tampoco si era ajena al cristianismo. Su gran aprecio por el sufismo (la masonería islámica), explica que llegasen a confraternizar con los musulmanes al extremo de realizar campañas bélicas contra algún enemigo común. Lo que les distinguió sesenta años después de su fundación, fue que los nobles se enrolaban especialmente para consagrarse a la búsqueda de Dios y, colateralmente, llevar a cabo una específica función militar. A pesar de su permiso para matar, rezarían las cinco veces diarias como estaba prescrito, empezando con los "maitines" a las dos de la madrugada (a las cuatro si era invierno), lo que justifica el que debían dormir con las camisa y calzones puestos.

Cuando Arnau llegó a Palestina por primera vez realmente aún era muy poco probable que los países vecinos pudiesen unir sus fuerzas dada la inexistencia del imprescindible líder carismático unificador. Hubiese sido lo único que habría amenazado la presencia de un Estado cristiano en Oriente Próximo. Los caballeros templarios residentes en la ciudad de Jerusalén eran nobles muy escogidos a fin de prepararles para ser las máximas jerarquías de la Orden en el futuro. Ellos tenían la misión de hacer llegar la comunicación jerárquica de las órdenes del Gran Maestre hasta el resto de los templarios dispersos por encomiendas y castillos del sector, unos quinientos en total. En tiempos de Arnau de Torroja tuvieron comendadores territoriales en Acre (costa de Palestina) y en Antioquía (Siria), de los que dependieron los demás castillos regionales. Desde 1130 desde la base de Amanos tuvieron la custodia de la frontera con el actual norte de Siria.

La "Milicia del Temple" tuvieron extraordinariamente estructuradas sus jerarquías, tanto en lo que se refiere a los tropas como a los clérigos y agricultores. Sólo me interesa en esta primera parte su rama militar, siendo como dije, controlados religiosa y organizadamente por mandos intermedios. Mi limitación no impide que se expongan aquí los objetivos que ambas órdenes, Sión y Temple, persiguieron con gran afán a lo largo de su historia y que debieron de hacerles tan peligrosos como para buscar su condena en el siglo XIV. En efecto, su utopía sinárquica los hizo realmente temibles para el resto de poderosos de este mundo.

El Gran Maestre de las órdenes de Sión y del Temple mandaba personalmente el ejército, disponiendo de cuatro robustos caballos de marcha para uso cotidiano, mientras que su montura en la batalla era un muy grande y brioso corcel turcomano de elite que estaba a cargo de un escudero. A su lado se encontraba en todo momento el intérprete y el sacerdote. También contaba con su propio cocinero y otros servidores de lo que debe considerarse "su casa". Entre éstos tenía a su servicio a un capellán, a un clérigo que disponía de tres caballos, un redactor en lengua árabe que le hacía de interprete, un soldado de las tropas ligeras de la orden, un mariscal y dos sirvientes "de a pie", así como su propio cocinero. Referente a los mandos de la tropa perfectamente jerarquizados, entre ellos se distribuían las muchas responsabilidades de toda campaña militar. Fuera del campo de batalla el Gran Maestre tenía también entre sus más allegados los servicios de un tesorero y un comendador residente en Jerusalén para toda Tierra Santa. (Cruzón, Henri de: "La Règle du Temple", en Sociétéde l'Histoire de France, París, 1886).

En Tierra Santa mi biografiado debió de sorprenderle comprobar que en Palestina los cristianos y los musulmanes incluso se aliaban si se daba el caso. De hecho la unión de los egipcios con los francos fue el detonante para que el sultán Nuradín de Damasco fuese contra la capital del país del Nilo, donde el rey de Jerusalén y el visir de El Cairo, uniendo sus tropas le harían frente en varias ocasiones. Arnau desde su llegada debió de tener la oportunidad de robar su valor y ejemplar sentido común, e incluso quizá desplegar ciertas dotes de estrategia militar, aunque el éxito o fracaso de cualquier conflicto bélico siempre fue responsabilidad final del Gran Maestre. Los mandos de los templarios inspiraron en los demás caballeros el "esperit de corps" nunca antes experimentado en la Edad Media por otros ejércitos.

Los musulmanes reconocieron que los francos sacaban una gran utilidad al hecho de crear un Estado, ya que ni en el caso de la muerte de los reyes de Jerusalén los cristianos nunca luchaban entre ellos mismos. Esto les parecía una cosa extraña, puesto que para los seguidores de Mahoma, al morir un visir, califa, o sultán, padecían luchas internas para merecer sucederlo. Es decir, mientras que lo primero que previnieron los europeos al ocupar Palestina fue institucionalizar la monarquía, los musulmanes eran incapaces de un sistema como aquel, ni viendo lo útil que era. Es paradójico, porque en tierra de Israel emergieron instituciones monárquicas entorno al siglo X a.C., cuando se separaron los dos reinos de Israel al norte (capital Siquem), y el reino de Judá en el sur con capital en Jerusalén. Claro que los hebreos supieron bien que ellos eran un "puente" natural entre las dos grandes potencias de la antigüedad, Mesopotamia y Egipto. En fin, la explicación a tanta anarquía entre los musulmanes es que, a partir del siglo IX, los seguidores del Profeta perdieron el control de su destino. Los grandes líderes que los gobernaron los años que Arnau de Torroja vivió entre ellos, ya fueron incluso de origen turco (como Nuradín), o bien kurdo, (como Saladino, según Amin Maalouf "Las Cruzadas vistas por los árabes").

A lo largo de su historia en Palestina, los templarios tuvieron allí hasta 24 castillos. Las cuatro principales capitales de aquellos siglos (de sur a norte) fueron, además de Jerusalén: Acre, Trípoli y Antioquía, porque Chipre fue su provincia posterior. Entre Jerusalén y Jericó tenían un castillo y una torre, y otro castillo en el monte "De la Cuarentena"; si bien el más famoso estaba ubicado a orillas del río Jordán (por cierto excavado en julio de 2006). Como los templarios no podían nunca renunciar al combate si no eran superados por un enemigo tres veces superior, se entiende que muriesen unos 20.000 monjes-guerreros en aquellas campañas de Tierra Santa, entre los cuales cinco de sus 22 grandes maestros que tuvo la Orden del Temple en total. Entre dichos mandatarios se cuentan Guillermo de Beaujeau y Gerard de Ridefort, de la Cataluña Norte; y aún me complace recordar que otros Maestres del Temple fueron oriundos de la Corona de Aragón además de Arnau de Torroja: Gilabert de Erall y Pere de Montagut. Sólo Arnau de Torroja fue Gran Maestre universal catalán que tuvo bajo su mando las dos órdenes conjuntas de Sión y del Temple.

De hecho la gente musulmana entonces estaban a gusto en Palestina aunque no se les permitía residir en el mismo Jerusalén. En el resto del Reino franco los musulmanes vivían incluso mucho mejor que bajo los intransigentes gobiernos que les eran propios, porque no les daban un margen de libertad personal sino que estaban sujetos a las normas religiosas islámicas, las cuales aún hoy les siguen dictando su modo de vida. Por aquel entonces los maronitas del Líbano se retractaron de su herejía monoteísta, imitándolos la mayoría de musulmanes de la zona. Así llegaron a tener una administración autónoma bajo magistrados llamados reis, que eran la influyente clase media burguesa de sus ciudades, en cuyos campos se cultivaba algodón y caña de azúcar.

Al morir Bernard de Blanchefort (2.1.1169) Arnau de Torroja que ostentaba la jerarquía de Maestre Provincial para Hispania y Provenza, debió de embarcarse de nuevo en Venecia para asistir al funeral de su amigo en Jerusalén. Fue allí donde inmediatamente se reunieron para elegir a su sucesor en el gobierno de las órdenes de Sión y del Temple entre todos los que fuesen digno de ello. Previamente varios altos cargos habían sido propuestos por decisión de los capítulos reunidos en todos los países donde tenían sus principales encomiendas.

Dada la grave acusación de traidor que el rey Amalrico I había dictado para con el Gran Maestre de los templarios difunto, se procuró limar asperezas nombrando a un templario que, a pesar de haber ingresado hacía poco tiempo en la Orden, tenía méritos justos, pero suficientes, y además contaba con la amistad del rey de Jerusalén. Eligieron al caballero Felipe (Philippe) de Milly, cuya candidatura se discutió desde el mes de enero al mes de agosto del año que lo eligieron, pues era el único Gran Maestre nacido en Palestina. La candidatura de Felipe de Milly prosperó porque, además de haber participado del las campañas de Egipto de 1167 y de 1169, era un experto en cuestiones islámicas y hablaba casí todas las lenguas del Oriente Próximo. Extrañamente este Gran Maestre dimitió el mes de enero de 1171, muriendo el mes de abril del mismo año sin dejar rastro en la historia. Sucedió mientras acompañaba al rey Amalrico I en su viajé a Constantinopla.

Felipe de Milly había sido un señor feudal de insidiosa memoria, siendo bajo su mandato cuando más dividida estuvo la gente de armas del reino de Jerusalén. Su contiunador en el cargo de Gran Maestre, llamado Odón de Saint- Amaud, siguió su misma línea, aunque gozó rompiendo los pactos entre el rey de Jerusalén y Saladino. En efecto, expresamente hizo construir castillos en tierra prohibida, lo cual fue considerado alta traición por los musulmanes, por lo que a orillas del Jordán éstos hicieron una gran matanza de caballeros templarios.

Odón (Eudes) de Saint-Amaud, antes senescal del Gran Maestre, era de origen provenzal, que en aquel tiempo era casí decir catalán, por lo que hay que suponer que a pesar de ser relativamente nuevo en la Orden (en 1169 aún no era caballero templario), debió de conocer bien a Arnau de Torroja, desde 1166 era Maestre de Provenza e Hispania, y quien fue su sucesor. Odón de Saint Amaud fue un personaje enérgico que de nuevo tuvo muy serios motivos para llevarse mal con el rey de Jerusalén. No pudo admitir que pactase con la secta de los "hashahashin", de quienes los templarios por haberlos vencido tiempo antes, seguían cobrando de ellos un regular tributo. Es más, Odón había querido olvidar que la primera organización de la orden del Temple fue copiada de los odiados "asesinos", con los que compartieron los mismos objetivos espirituales. De los "hashahashin" los templarios incluso les copiaron el color del gorro y los cinturones rojos, así como su capa blanca, si bien los templarios le dieron un corte de estilo europeo.

El rey Amalrico I quiso castigar personalmente al templario Gautier de Mesnil, que asesinó al enviado de los "hashahashin" dispuesto a pactar una rara alianza con el dicho soberano de Jerusalén. Tal castigo éste no pudo efectuarlo porque el Gran Maestre se negó a entregarle a su valiente hombre, por lo cual el rey de los "franys" quedó entonces muy desprestigiado.

Con la decisión del rey Amalrico I de pactar con los "hashahashin" se perjudicaban los ingresos de los caballeros templarios, puesto que al fin tenían vocación de grandes prestamistas. El Gran Maestre Odón tampoco se avenía con los caballeros hospitalarios de San Juan de Jerusalén (los cuales, para dar muestra de su moral, si tiempo atrás acompañaron al rey a invadir Egipto, después fueron incluso capaces de aliarse con los mongoles). Los templarios y los hospitalarios no congeniaron ni después de que el mismísimo pontífice de la Iglesia romana escribiese a Odón intentando suavizar sus divergencias. Por cierto que el Papa aprovechó el escrito para felicitar a los templarios (2.8.1179) por su renuncia a los lujos y demostrada "valentía al marchar por la vía del Señor". Quizá se debió de referir a la única gran victoria que consiguieron los francos de Balduino IV ayudados por las órdenes de Sión y del Temple contra los egipcios (un siglo después llamados mamelucos) en la batalla de Montgisart (1177; una victoria pírrica).

Fue memorable, pues hay que tener en cuenta que en Jerusalén los templarios de elite no pasaron de ser medio centenar. Allí de hecho estaban solamente los destinados a instruir los neófitos que un día gobernarían su doble Orden, y entretanto servían eventualmente como emisarios que se abrían en abanico por todos los caminos del entorno para llevar instrucciones a otros destacamentos vecinos. Luego otros caballeros, distribuyéndose por la geografía como las ramas de un gran árbol, llegaban hasta los más recónditas encomiendas de Europa. Es obvio que merced a su efectiva red de comunicaciones podían llamar a la masiva concentración para las batallas a todos sus aliados, entre los cuales tenían lugar destacado los llamados "turcoples", que eran el grueso de su ejército, y a los cuales reclutaban de entre los católicos de Armenia.

A los templarios se les recordará siempre por demostrar una valiente y ejemplar conducta propia de quienes lucharon para defender su particular idea de la divinidad. Como era de temer, Bertrand de Blanchefort , siendo el Gran Maestre cierto día fue hecho prisionero y permaneció en una mazmorra de la ciudad de Alepo encarcelado durante tres largos años. Pago su rescate el emperador Manuel I Comneno, emperador de Bizancio, quien lo apreciaba particularmente, tanto como Arnau de Torroja o el mismo rey Luís VII de Francia. Este último incluso le otorgó el título "Elegido por la gracia de Dios" que todo Gran Maestre llevó después de él con la mayor dignidad. Es de suponer que con mayor emoción que ningún otro lo ostentaría su amigo Arnau de Torroja cuando décadas después, precisamente por los méritos hechos al lado de Bertrand de Blanchefort , él también fue nombrado en1181 Gran Maestre conjunto de las órdenes del Temple y de Sión (1181-1184).

Al morir Bernard de Blanchefort los templarios seguirían los consejos de los habituales asesores del Gran Maestre como cuando estaba prisionero. Reunidos en capítulo, la Orden aún sin cabeza visible, era suficiente democrática para sustentarse con un comandante interino que eventualmente llevase en su mano el "Bastón de mando". Un bastón que, por cierto, ya entonces era muy parecido al que vemos en manos de los faraones egipcios, y que posteriormente se dio en llamar bastón pitagórico. En definitiva una especie de ábaco, con una cruz templaria grabada decorándolo. Los monjes-guerreros puede que entonces, dada la ausencia de su verdadero Gran Maestre, tomasen también en cuenta las opiniones de Arnau de Torroja, puesto que además de ser reconocido como su gran amigo, tampoco se ha de descartar que quizá él ya fuese un mítico guerrero muy digno de tener incluso una leyenda propia. Con mente abierta puedo suponer que Arnau de Torroja tuvo desde aquel momento un lugar destacado entre el grupo de los místicos dirigentes que inventaron el tan famoso lema: Todos para uno y uno para todos.

CUANDO ARNAU EJERCIÓ DE "GRAN MAESTRE" DE LA ORDEN DE TEMPLE

Los problemas que le tocó vivir a Arnau de Torroja durante su última etapa en Jerusalén se los había encontrado tan pronto estuvo de regresó a Palestina, pues los ataques de los musulmanes cada vez más compactados por Saladino, parecían ser inminentes. Así y todo, lo agobiarían quizá más las maquinaciones encubiertas de los nobles aspirantes al poder, En Jerusalén sucedió que, dado que al rey Amalrico I (difunto desde 1174) le habían concedido la anulación de su primer matrimonio, su heredero al trono de Jerusalén fue el joven Balduino IV" el Leproso" (1174-1185). Se le diagnosticó el terrible mal poco después de haber sido coronado rey y después, debido a su mal aspecto, él joven monarca evitó siempre aparecer en público. Lo peor fue que vio como el reino de Jerusalén se dividió en dos facciones enfrentadas entre si y su única solución fue nombrar heredero del trono a un niño-rey llamado "Balduinito". Las muchas intrigas palaciegas para conseguir los nobles ser sus regentes, probablemente le darían más preocupaciones morales que todas sus batallas anteriores. A buen seguro que, como monje vocacional, nuestro hombre se postraba muy sentidamente a rezar para que la solución a tanta incertidumbre se resolviese lo menos mal posible.

El reino de Jerusalén, establecido como resultado de la primera Cruzada papal oficial, fue un intento de colonización de la Palestina por los europeos. La economía alcanzó allí su máximo desarrollo en el siglo XII, siendo uno de los más prósperos reinos de la cristiandad. Los mercaderes del Reino Franco tenían el monopolio del comercio entre Europa y Oriente, y cargaban sus barcos con las exóticas mercancías que las caravanas traían de Asia, igual que sucedió con los productos agrícolas, la fabricación de materiales de seda y algodón, las tintorerías y las fábricas de vidrio de Tiro, etc.. Eran tiempos cuando los navíos occidentales proporcionaban a Palestina productos europeos necesarios para los colonos. Cada año dos veces, por Pascua y por san Juan, barcos cargados de productos necesarios abastecían Palestina desde Europa. Las industrias particulares de Siria ayudaban a alimentar aquel floreciente comercio, pues en el Reino Franco de "Outremer" todo era negocio.

Los reyes de Jerusalén durante el siglo XII estaban rodeados por sus altos oficiales y mantenían una corte bastante numerosa donde regía la etiqueta bizantina, la mayor parte de los reales ingresos se destinaban a la defensa del Reino franco. Cada vasallo cobraba por cumplir un servicio militar ilimitado y además el rey enrolaba también extranjeros concediéndoles una renta o un feudo, si bien su falta de disciplina los hacía bien diferentes a los caballeros de los órdenes monástico-militares. Los belicosos voluntarios que llegaban eventualmente de Europa, una vez se habían desahogado peleado contra los sarracenos, ya consideraban cumplidos sus votos y regresaban de nuevo a sus casas, …lo cual representaba un alivio para los musulmanes vecinos. Fue así que pudo contar con una cosmopolita tropa formada por caballería ligera de turcos, arqueros maronitas del Líbano, e infantería armenia y siria que en total sumaron unos veinte mil hombres. De todos ellos tan sólo unos seiscientos eran caballeros templarios, a los que reforzaron continuamente nobles europeos.

En Palestina se vivió normalmente en la mayor tolerancia, pues los caballeros occidentales en sus casas les gustaba de rodearse de ricos enseres árabes, y además se apropiaron de un incalculable número de feudos y castillos, como los templarios más tarde hicieron en toda Europa. Éstos en la Palestina del siglo XII tuvieron muy diversas fuentes de ingresos, ya que, al al igual que el rey, también cobraron por el derecho de tránsito de todas las caravanas.

Obviamente las dos órdenes co-hermanadas tuvieron diversos gastos inesperados, como cuando en 1182, al mando de Arnau de Torroja, en Tierra Santa pagaron un impuesto del 2% de los ingresos de la Orden, destinado a sostener la guerra contra Saladino.

Aunque el arzobispo de Tarragona Guillermo de Torroja ya hubiese muerto, puede entreverse que la influencia de Arnau de Torroja, su muy poderoso hermano aunque viviese en el otro extremo del Mediterráneo, se dejarían sentir en la Corona de Aragón, porque no es de creer que Arnau quedase al margen de la política catalana. Y menos cuando el soberano catalán cedió el Valle de Arán al conde de Bigorra para que le rindiera vasallaje y luego lo acompañase a ocupar Narbona para ofecérsela sus habitantes. No acabó allí, sino que después de ver humillados a los de Niza, los unió a la corte provenzal cobrándoles 25.000 sueldos melgoreses y también exigió que cincuenta caballeros le escoltasen hasta Roma. Todo ello por el miedo que infundió en la zona el castillo construido por los genoveses sobre la roca que hoy es el principado de Mónaco. En 1179 el rey de Aragón cedió al conde Roger II Trencavel muchos castillos en las provincias catalanas del Norte de los Pirineos.

Sabiendo que los catalanes estaban ocupando sus flancos, el conde de Toulouse no podía permanecer inactivo, y menos viendo a los pisanos bajo las órdenes del rey de Aragón cuando consolidaron la posición de Niza en 1177. Arnau de Torroja aunque dicho año se sabe que otorgó Carta Puebla a la villa de Encinacorba, y también concedió fueros a los de Zaragoza, su movilidad le permitió capitanear buena parte de los templarios en tierras del Mediodía de Francia al ser una zona conflictiva que le obligó a mantener allí un difícil equilibrio;.. y no sólo político, sino de obediencia a uno u otro pontífices romanos. El auge de los considerados herejes hay que datarlo entre 1139 y 1179 y a Arnau lo afectó de lleno en el Sur de Francia. Aunque no parezca posible, con el tiempo todo se complicaría aún mucho más con la intransigente conducta del Sumo Pontífice de atacar militarmente a los bautizados cátaros (1181), con cuyas ideas de seguir las palabras de Jesucristo más fielmente, los templarios congeniaron como lo prueba que ni en pleno genocidio se aviniesen a perseguirlos.

Arnau de Torroja vivió relativamente tranquilo en la Corona de Aragón hasta ser elegido Gran Maestre de las órdenes de Sión y del Temple en 1181 cuando estuvo obligado a residir para siempre en Tierra Santa. Sabía que ello representaba no volver a ver su tierra natal a la cual, mientras vivió cerca, había procurado favorecer, pero la proximidad terminó, y en 1181 seguramente ya no tuvo tiempo ni para lamentar que el castillo que su padre había reconstruido en la cima del "Mont Vell" de Solsona (luego reconstruido de nuevo por su sobrino) hubiese sido ganado a su familia por el obispo de Urgel en un pleito. Por otra parte, no puede dejarse de ver la mediación de Arnau para favorecer la Iglesia de su ciudad natal en 1180. Los monjes recibieron entonces la buena noticia de que el pontífice Alejandro III confirmaba los privilegios antiguos de la iglesia de Santa María de Solsona sobre las más de setenta posesiones que tenía dispersas, escribiendo además una expeditiva repulsa a cuantos nobles se habían opuesto a ello. UNA BULA DE EUGENIO III ( INÉDITA de Santa María de Solsona)

El Dr. Riu (el 14 de Agosto de 1891) no se contentó con ilustrar su libro con el texto de las bulas de Urbano II y de Eugenio III, existentes en el archivo nº 242 de la catedral de Solsona (celsonense – pág. 45 y 46), sino que además citó cuatro cartas desconocidas enviadas a Loewenfeld, las cuales todavía siguen inéditas. Anagni, 12 Marzo de 1159:

Alejandro III, en bula al Prepósito Guillermo, le da facultad para nombrar los clérigos que hayan de servir las iglesias de su patronato, con tal que los presente á los Ordinarios respectivos de los lugares en que estén situadas dichas iglesias. 18 de Mayo de 1180:

Alejandro III en otra bula, dirigida al prepósito Bernardo de Pampa, aprueba y confirma el patronato de la iglesia de Solsona sobre las setenta y cinco iglesias que enumera; y concede que el prepósito y canónigos puedan nombrar sacerdotes para el régimen de dichas referidas iglesias, debiendo éstos dar cuenta en lo espiritual á sus respectivos Diocesanos, y en lo temporal á los prepósitos de Solsona.

Dado que Arnau de Torroja regresó a Palestina hay que presentar el contexto de la Iglesia i el Estado con los que estuvo obligado a entenderse. Los justos y comprensivos se darán cuenta de que mi investigación acerca de Arnau de Torroja me ha sido muy difícil, pues no hay más remedio que especular con base histórica aquellos tiempos que le tocó vivir. Otro recurso que nos acerca al personaje es el bagaje cultural y patriótico que debió de acompañarle en su muy comprometida dirección de aquella embrionaria empresa multinacional que, en la alta Edad Media, fueron las órdenes de Sión y del Temple.

En Jerusalén el año 1174 el rey Amalrico I había muerto prematuramente, causando el consiguiente altibajo en toda la palestina cristiana. Lo sucedió su hijo Balduino IV (1174-1185), un muy bien dotado joven, alumno de Guillermo de Tiro. Al joven monarca sin embargo inesperadamente se le diagnosticó lepra, por lo que quedó pronto incapacitado para gobernar directamente. Primero el rey leproso fue asistido por Milón de Planci y por Reinaldo de Ch⴩lion. Este último fue Señor de Montreal en 1174 e hizo una política individual opuesta a la del rey Balduino IV. Su mayor hazaña había sido derrotar a Saladino en Ramala (1177). Reinaldo de Ch⴩lion se presentó ante el emperador Manuel I de Bizancio lanzándose a sus pies, y a pesar de ello no le prestó atención hasta pasados unos minutos de charlar tranquilo con otros asistentes al acto. Luego Manuel I le hizo erguirse y escuchó sus suplicas de perdón. Reinaldo, estaba muy desprestigiado por sus barbaridades, pero no obstante le concedió seguir gobernando el principado de Antioquía.

Aquel fue un periodo de graves intrigas por la sucesión al trono de la corte de Jerusalén, pues mientras Saladino (cuyo nombre árabe: ib Yusuf Ayyub Salah al-Din, significa "Justicia por la fe"), aunaba voluntades de los diferentes líderes musulmanes para enfrentarse juntos a los cristianos, éstos en la corte de Jerusalén acabarían dando el poder al muy intrigante Guido de Lusignan después de casarse con la viuda del rey Balduino IV. En vano el regente Raymundo de Trípoli había tratado de impedir que reinase Guido, desistiendo al darle la espalda cuantos feudales creía que lo respaldarían.

Es decir, a pesar de la gran amenaza del unificador Saladino, los francos continuaban enfrentándose entre si. Para colmo, todo fue aún mucho más trágico cuando murió al haber muerto el rey Amalrico I de Jerusalén, quien, siguiendo su obsesión, si hubiese vivido tenía prevista otra invasión de Egipto ayudado por la flota siciliana. Su ex suegro Manuel de Bizancio, que por el NW. de Europa dominaba desde Venecia a Kiew, antes de ser derrotado por los turcos en 1176 también intentó invadir Egipto en solitario, resultando un completo fracaso. Lo había empezado a notar cuando el año anterior los venecianos le dejaron muy clara su hostilidad.

Con ello habría comenzado para Manuel su annus horribilis porque Venecia se alió con Guillermo III de Sicilia (y en 1184 con Germania, al haber casado en la catedral de Milán Enrique II con la princesa heredera). No obstante Venecia volvió a la obediencia de Manuel Comneno antes de su muerte, aunque hasta el año 1183 no formó parte de su Imperio. Para entonces Alejo II (1180-1183) ya era nuevo emperador, siendo con quien Arnau de Torroja (que lo sobrevivió) debió de tratar asuntos políticos como Gran Maestre general desde 1181.

Disciplina y arrojo en combate fue la única forma de ganar ascensos entre los templarios, y destacarse en el fragor de la batalla parece haber sido para ellos una obsesión. Es de suponer pues, que nuestro Arnau de Torroja debió de arriesgar ostensiblemente su vida en Egipto y en Siria entre los años 1163 y 1164; así como probablemente Arnau también debió de distinguirse en las campañas de la Península Ibérica. Él fue un ferviente católico que estaba convencido de haber encontrado la mejor forma de cumplir con su fe. Así fue como llegó a estar sujeto tan sólo a las órdenes del Papa de Roma e independiente del Rey de Jerusalén. El Patriarca de Jerusalén era otro poder independiente del rey, por ser el representante del Vaticano más importante del Reino Franco de "Outremer". Al asentarse en Palestina el patriarca Daimberto se enemistó con el rey Balduino I, y actuó independiente de la realeza, si bien convivieron en armonía.

Cuando en 1180 los máximos dirigentes de la orden de Sión y del Temple se reunieron en capítulo para elegir de entre todos los que más méritos hubiesen demostrado, y el más idóneo para oponerse al imparable y astuto Saladino, se impuso la personalidad de Arnau de Torroja. Lo conocían muchas viejas glorias y los jóvenes por sus idas y venidas a Jerusalén para informar personalmente del estado de la situación en las provincias a su cargo.

Arnau de Torroja vivió muchas intrigas, suponiendo que estaría preocupado porque tal situación debió de parecerle casí suicida para el futuro del Reino de Jerusalén; y por otra parte, la muy rígida estructura feudal existente en todos los niveles se hacía asfixiante para el pueblo llano. En cuanto a las intrigas cortesanas por enlaces matrimoniales, fue causa de social bochorno el que Sibila, la viuda del rey difunto, se volviese a casar con Guido de Lusignan, el regente nombrado por su ex marido el rey Balduino. Sin embargo, como Guido resultó ser muy incompetente, los barones le quitaron su cargo y confiaron la regencia al conde Raymundo de Trípoli. También María de Antioquía, la viuda del emperador Manuel Comneno de Bizancio, agudizó la tradicional rivalidad entre latinos y griegos, la cual culminó con la masacre de mercaderes latinos en 1182. El partido latino quedó abolido al ser nombrado emperador el muy enérgico Andrónico (1183-1185), quien había llevado una vida errante llena de aventuras desde que raptó a la viuda del rey de Jerusalén Balduino III.

Tal vez Arnau de Torroja fuese nombrado por las exigencias de algún tipo de compromiso, teniendo en cuenta su edad, pues tendría sesenta años lo que por aquel entonces era ya bastante avanzada. Lo evidente es que, a pesar de haber residido en el otro lado del Mediterráneo bastantes años, él había seguido al corriente de la situación que se vivía en el Reino Franco. Arnau de Torroja debió de hacer viajes a Palestina previos a su elección.

Al intentar saber la fecha de la elección de Arnau de Torroja a la máxima jerarquía de las órdenes de Sión y del Temple, tan sólo se puede seguir un débil rastro. En marzo de 1180 Alfonso II aún lo trató de Magister Maior de España y Provenza al hacerle una donación para las órdenes de Sión y del Temple. El 26 de noviembre de 1180 Arnau aún estaba en Miravet (Tarragona), donde concedió a sus habitantes el gran privilegio de no pagar peajes y usajes, ni por tierra ni por mar. El rey Alfonso II el mes de marzo de 1181, en Tortosa, hizo otra donación a la Orden del Temple, y en realidad a su amigo Arnau de Torroja. En aquella ocasión además de Arnau, también se cita a su sucesor Berenguer de Aviñón como Gran Maestre de España y Provenza.

Para situar aquel concreto periodo cultural en que Arnau de Torroja empezó a ejercer su más alta dignidad, recordaré que aquel mismo año murió el genial poeta Chrétien de Troyes, entre cuyas obras más famosas se encuentra: "Perceval, o el cuento del Graal" (cuyo editor reunió de dos diferentes manuscritos inacabados). En la novela de Chrétien otro romance titulado "Lanzarote, o El caballero de la Carreta", Chrétien lo dedicó a su protectora Maria de Champagne, reconociendo que ella le había sugerido el tema del Grial, (una reliquia que luego se ha querido creer en posesión de los templarios, pero que en la trama de su novela tan sólo se refiere a un vaso misterioso relacionado con una leyenda celta). En otro romance el eclesiástico Roberto de Borón ya presentó el Santo Grial como eje central de la historia del cáliz que usó Jesucristo en su Última Cena; un recipiente donde, después de la Crucifixión, José de Arimatea recogió su sangre.

Arnau era un noble muy prudente e inteligente, quien entonces fue el responsable de una muy especial hermandad de unos 33.000 monjes-guerreros en total, regidos con férrea disciplina y que tuvieron muy sincero afán de servicio. Su geográfica dispersión llegaba desde Portugal (país donde fueron prematuramente apoyados por la realeza) hasta Hungría. Quienes se han limitado a dar de mi biografiado tan sólo el año y lugar de su necrológica, debieron de haber sospechado las muchas condicionantes que se le exigió para alcanzar tan alto cargo. Por ejemplo, debía tener experiencia en abrir y cerrar las "encomiendas" de la Orden, o sea las casas fortificadas con diseño rectangular y almenadas de todas partes donde se establecieron los templarios. Así mismo, el Gran Maestre era el responsable de que se admitiese a tal o cual caballero, y sólo repasando las solicitudes que le llegaban Arnau de Torroja debió de tener mucho trabajo, porque en aquellos tiempos los nobles se le ofrecían a centenares. Si lo solicitaban para servir de simples sirvientes, Arnau podía delegar la tarea en otro mando inferior, pero a los nobles debió examinarlos y autorizarlos personalmente, …llevando buena cuenta de sus donaciones (el dote) al permitirles ingresar.

Las dotes diplomáticas de Arnau de Torroja en 1180 fueron consideradas imprescindibles en la dirección religioso-militar más famosa de todos los tiempos, pero sin duda Arnau aportaba también una muy probada experiencia militar, por no decir que pudo haber sido incluso de cierto de renombre dentro de dichas hermanadas Órdenes. Por supuesto que Arnau era un militar bastante inferior en estrategia de combate a la del entonces temible sultán Saladino, pero tal desventaja era aplicable a cualquier otro candidato de su Orden.

Arnau de Torroja es un personaje que, aún estando tantos siglos muy olvidado, pertenece a la historia grande de las órdenes militares de la Edad Media, a quien por ser Gran Maestre universal de las órdenes de Sión y del Temple no se le ha podido olvidar. Omito las etapas que debió de pasar desde que ingresó en la Orden hasta que ostentó la máxima jerarquía durante los cuatro últimos años de su vida. Puedo entender que se librase de ser inicialmente un sirviente, pero después debió ser sargento e ir quemando etapas, siendo de toda lógica que al designarlo tuviesen en cuenta, no sólo las normales exigencias, sino que tal vez incluso pudieron haber recordado de su campaña en El Cairo, u otra que ignoramos,… y ¿por qué no?, protagonizada con heroicidad. Otro motivo más a considerar para haberlo elegirlo Gran Maestre pudo ser que, al saber Arnau de Torroja que Jesucristo nuestro Señor hablaba el mismo idioma arameo, que él pudo escuchar hablar a los cristianos de Palestina mientras convivía con ellos, su innata piedad seguramente le hizo desear aprenderlo, poniendo en ello muy sincera atención.

En 1181 Arnau de Torroja como nuevo gran mandatario internacional de su Orden, tuvo muchas y muy graves asuntos que resolver de los que podamos sospechar. Por ejemplo, bajo el mandato de Arnau de Torroja los templarios se comprometieron a reinstaurar en su trono al depuesto rey Manelic de Etiopia, dado que , por ser un descendiente directo del rey Salomón y la reina de Saba. Manelic a cambio les prometió el Arca de la Alianza, a pesar de que allí aún sigan creyendo que la conservan bien guardada, por el hecho de que se hicieron una copia exacta de la misma. Los ingenuos y muy antiguos dibujos de hombres blancos barbudos con hábitos de templario llevando el Arca en procesión dejan pocas dudas de dicha tradición, y además está el hecho histórico de que en 1185 Manelic ocupaba de nuevo su trono en Lalibela. Allí en agradecimiento a los templarios que le ayudaron Manelic hizo excavar en el suelo de peña once iglesias que sorprenden por estar bajo tierra imitando los templos habituales. Para convencerse de dicha colaboración basta ver tan sólo el diseño de una cruz templaria a ras de suelo, que es la forma de la cubierta de cada uno de dichos templos. El principal beneficio de los templarios en Etiopía, aparte de diversas ideas, fue la posesión de la sagrada reliquia que es el Arca. De ella son conservados en Ucero (Soria) idénticos dibujos de las que la recuerdan en aquellas iglesias etíopes. Según F.J.B. Manzano, adentrarse en San Bartolomé de Ucero, un templo construido en el cañón de Río Lobos, es viajar a la lejana Etiopía a través de los símbolos allí existentes. El aspecto positivo de su cargo fue tan sólo de índole espiritual y cultural, ya que Arnau también conoció anticipadamente inventos como la pólvora, la brújula, etc.. Todavía debo sospechar que Arnau se benefició precozmente del uso del monóculo para compensar una vista cansada por la edad, puesto que no hay que olvidar que aunque las gafas fuese un invento del siglo XIII, las Órdenes que gobernó se dedicaron a recopilar saberes herméticos heredados por las culturas clásicas, para luego desarrollar ciertas ideas discretamente entre sus miembros más capacitados. El "Teorema de Pitágoras" a los iniciados les fue "familiar", tanto como a los antiguos egipcios.

También vivió la gran novedad de dejar de contar los años partiendo de los que llevase reinando cada rey de Francia, y seguro que residiendo Arnau en Jerusalén se anticipó a la nueva forma de computar el tiempo a sus propios familiares del sur de los Pirineos, porque la verdad es que el sistema que hoy nos parece tan normal, tardó mucho en generalizarse en toda la Europa Occidental. Los antiguos condados catalanes, como vasallos de los herederos de Carlomagno, habían medido el tiempo desde el reinado de dicho emperador. Había sido (y durante años siguió siendo) el calendario cronológico habitual en casí toda la larga vida de Arnau de Torroja, pues sólo se modificó aquel mismo año en que fue nombrado Gran Maestre de las órdenes de Sión y del Temple de Jerusalén. Por su alta jerarquía religioso-militar y por su fe, le convenía computar los años a partir de la concepción de Jesucristo, tal como lo adoptó el obispo Berenguer de Vilademús en el Concilio Provincial de la Iglesia Tarraconense. Además, el hecho de ser una cronológica disposición de un obispo catalán, a Arnau aún lo enorgullecería más si cabe, y lo adoptaría con gran entusiasmo inmediatamente para sí y para todas las encomiendas de su Orden dispersa por muy vastos dominios. (Aunque no fue hasta el 1350 cuando, por orden de Pedro III, entre el pueblo llano se contaron los años a partir del nacimiento de Jesucristo "Anno Dni", significando Anno Jucar Domini).

Los Templarios quedaron muy afectados al conocer la muerte en cautiverio de su Gran Maestre. Muerto Odón debían elegir una nueva cabeza suprema y no podían equivocarse. Se exigieron que no hubiese intervenido antes en la política de la corte de Jerusalén tan marcada por deslealtades. Dado que no se pusieron de acuerdo, no tuvieron más remedio que nombrar un cargo de Gran Maestre interino, en cuyo período la orden del Temple había sido gobernada eventualmente por el arzobispo de Bourges, llamado Philippe Berruyer, tío de Odón de Saint-Amand. Dicho alto cargo de la jerarquía eclesiástica, como Gran Maestre templario tan sólo fue un cargo interino. Su destino fue ser un "segundón", pues ya había desempañado anteriormente el cargo de Maestre de Hispania y Provenza.

La elección de Arnau de Torroja supuso una derrota para los partidarios del enérgico Odón (según Melvillé: "La Vie des Templiers", p.107). Arnau de Solsona fue llamado Arnaud de Toroge (1181-1184) por los caballeros francos a los que capitaneó. La historia informa al menos de que mi biografiado dejó constancia de varios logros diplomáticos de máxima urgencia, pues ya en 1181 consiguió la firma de un tratado de paz en Antioquía Guillermo de Tiro, 22.7, ps. 1015-1016), y con igual éxito firmó otro tratado semejante en Acre tres años más tarde ("Eracles", vol. II, ps. 2-3. Se trata de la traducción al francés de la obra de Guillermo de Tiro, nacido hacia 1130 en Palestina. Dicho cronista del rey escribió durante su reinado. A él se debe las primeras informaciones sobre las órdenes de Sión y del Temple, acabando su obra antes de 1173).

En efecto, Arnau de Torroja lo primero que consiguió al llegar a Jerusalén y ser cabeza de las órdenes de Sión y del Temple, fue poner fin a los conflictos que tenían con la orden hermana de los hospitalarios, exponiendo claramente que las ordenes religiosas armadas como ellos todos debían dar ejemplo de hermandad y tolerancia, especialmente de cara a los enemigos musulmanes. Así consiguió la reconciliación, siempre antes fracasada, y ello por la experiencia que tenía Arnau en el suelo patrio (J. Forey "The templars in the Corona of Aragon", Oxford; U.Pres, London 1973 p. 420-431). Firmaron la paz con cláusulas y condiciones, tal como la harían con un verdadero enemigo, y posteriormente aquella concordia todavía fue confirmada por escrito papal (J. Miret Sanç: "La casa dels Templers…" Barcelona 1910, p.113).

Arnau de Torroja al salir elegido cabeza de la "Orden con dos cuerpos" se comprometió a propiciar el entendimiento con el rey Balduino IV de Jerusalén y con los hospitalarios, pues ambas órdenes monástico-militares, fuese por avaricia, orgullo, o ambición, el caso es que en aquel periodo rivalizaron entre si. El mismo Papa de Roma se vio obligado a amonestar a ambas órdenes por sus continuas rencillas entre ellos, así como por luchas internas en el seno de cada Orden. Tan en discordia vivían, que donde fuese que en Palestina se encontrasen templarios y hospitalarios, entre ellos mismos incluso se atacaban. Bajo el mandato de Arnau de Torroja, en cambio, ambas fuerzas religioso-militares se comprometieron a respetarse y acentuar su humildad. Sin duda fue un mérito de Arnau de Torroja, dado que existe una carta donde se lee que el sumo Pontífice le felicitó por haberlo conseguido. El nombramiento de Arnau es evidente que dio los esperados frutos pacificadores, ya que el día 5 de enero de 1182 el pontífice Lucio III, al renovar las disposiciones de la bula de su predecesor Alejandro III, lo dejó muy claro al referirse a él como: Dilectus filius Arnaldus. Se vuelve a encontrar por última vez a Arnau de Torroja en funciones, en un acto que presidió el patriarca Heralcio de Jerusalén, en 1183, con motivo de un acuerdo entre los monjes de la abadía de Nuestra Señora de Josafat.

Como Gran Maestre de las órdenes de Sión y del Temple, tuvo un poder político-espiritual de máximo alcance, pero lo más imperioso sería cultivar la entonces muy zarandeada moral de los caballeros de su Orden, de lo cual pienso ofrecer una síntesis en un futuro. De sus creencias y conocimientos heterodoxos, al mundo tan sólo trascendieron indicios y muy veladamente. Incluso después de abolirse la Orden de los templarios, remitiéndose a sus iniciáticos saberes, siguieron siendo fundadas centenares de órdenes de presuntos neotemplarios, practicantes de discretos rituales que resultaron ser capaces de llegar hasta nuestro siglo. El espíritu de los fundadores de la Orden de Sión y luego el de la Orden del Temple, se mantuvo, siendo ello posible gracias a rememorar, sobre todo, la gran eficacia y efectiva comunión entre sus correligionarios.

ARNAU DE TORROJA Y SALADINO "EL UNIFICADOR"

Presentar lo mejor posible a Saladino será una forma de penetrar en el pensamientos de Arnau de Torroja, ya que ambos procurarían conocerse bien. Saladino se interesaba por todos los cambios en el Reino Franco, y más aún por el nuevo Gran Maestre de las órdenes de Sión y del Temple, siendo gracias a su buen servicio de espionaje por lo que finalmente triunfó. Por su parte Arnau debió de admitir que dicho enemigo era digno de ser temido, sin dejar de reconocer que se le consideraba un hombre de honor incluso por los cristianos. Con guerreros kurdos y turcos, y posteriormente egipcios, formó el núcleo duro de su ejército, siendo capaz de recuperar Jerusalén después de que lo hubiesen ocupado casí un siglo los cristianos. Saladino desde 1169 fue visir de El Cairo y pacificador de Egipto al anular la dinastía fatimí, el año siguiente ya había recuperado el castillo de La'Aqaba (la bíblica Elath) en la costa del Mar Rojo. Al ser una muy transitada ruta de caravanas entre Siria y La Meca, era una estratégica posición, por lo cual en 1182 aquel castillo fue atacado por Renaud de Ch⴩lion.

Reinaldo era un hombre que había viajado a Tierra Santa relativamente hacía pocos años, y según él: un buen patriota debía matar musulmanes como fuese. Quien habría debido frenarle era Heraclio, otro recién llegado para ejercer de gran Patriarca en Jerusalén, pero que demostró ser un iletrado y además un libertino, pues incluso hizo ostentación pública de la belleza de su novia.

La personalidad de Saladino mereció numerosos libros, y en estas páginas interesa mucho al haber coincidido tan carismático líder musulmán, en el espacio y en el tiempo, con Arnau de Torroja. Saladino debió sentir un gran respeto por mi biografiado con el que, previsiblemente se debería enfrentar. Arnau por su parte supo de la fama de Saladino y sin duda que, a pesar suyo, en el fondo lo admiraría. Sería imposible demostrar hoy por hoy que ambos se entrevistaron con objeto de procurar entendimiento mutuo, así como pactar treguas, pero probablemente así debió de suceder aunque al parecer con pocas consecuencias, exceptuando la paz que consiguió en todas partes.

Si de Arnau de Torroja ya no se recuerda nada, en cambio Saladino pasó a la historia como uno de los mayores líderes del Islam entre 1138 y 1193. De origen kurdo (unos desdeñados tanto por árabes como por turcos), finalmente con sus victorias elevó la dignidad de todo el mundo musulmán. Haré un breve repaso a su vida que remite a los años de la decadencia de Costantinopla.

Aunque el visir de El Cairo, llamado Shawer, utilizó a unos y a otros con tal de poder aferrarse a su trono, no sería él el beneficiario final de tan repetidas alianzas con los francos, sino aquel joven treintañero que ha pasado a la historia como Yusuf, al que llamaban Saladino (Salah-al-Din, significando "la justicia de la fe"). Se recuerda de él que fue un hombre piadoso, gentil y por cierto un excelente jugador de polo, ya que desde joven mereció el alto honor de figurar en el equipo de Nuradín, su sultán, que en aquel tiempo era la máxima autoridad en el mundo islámico. Saladino además de ser un gran experto en caballos, también era un sobresaliente estratega militar, pues consiguió reunificar el Islam hasta disponer de un ejército de 60.000 hombres, de ellos la mitad jinetes, para cruzar el río Jordán el mes de Junio de 1187 y expulsar a los cristianos de Palestina (aunque regresaron en 1229 y 1244; pero eso no me extenderé en referirlo porque Arnau de Torroja murió varios años antes).

Saladino empezó las campañas de Egipto como acompañante de su tío, el mejor de los generales del turco sultán Nuradín que dominaba el sur de Siria, pero al final el tío Shirkuh, quizá cansado de los devaneos del visir egipcio al cual acababa de restablecer en el trono, lo mató proporcionándole una gran comilona (18.1.1169), quedándose después con el trono y los bienes del difunto. Le sirvió de poco a Shirkuh quitarlo de medio porque él también murió a los pocos meses y quedó como cabeza del ejército sirio el joven general Saladino.

A la muerte del legítimo califa fatimí de Egipto, en el mes de septiembre de 1171 Saladino fue elegido el quinto sultán de Egipto en seis años. Probablemente lo nombraron por considerar que sería un joven fácil de manipular, pero ignoraban la personalidad del hombre con quien estaban tratando. Inicialmente Saladino gobernó en El Cairo con disimulada rebeldía, pues se negaba a obedecer al sultán Nuradín, su jefe natural, por creerse él mismo predestinado para liberar Jerusalén. Nuradín no pudo aceptar que un subordinado suyo en El Cairo se comportase como su igual y lo amenazó con acudir allí para castigar personalmente su osadía, …y ello a pesar de que Saladino, previniendo la reacción de Nuradín, le había enviada cartas de su fingida sumisión. Era el año que además el califa de Bagdad había concedido a Nuradín la dignidad de sultán de Siria y Egipto, pero hasta su muerte en mayo de 1174 Saladino se resistió a obedecerle.

Con su insumisión al sultán Nuradín, Saladino estuvo en clara rebeldía y era inminente una guerra entre ambos líderes musulmanes. Entonces coincidió en morir el rey Amalrico I prematuramente en Jerusalén en 1174, con el consiguiente altibajo en toda la Palestina cristiana. A pesar de ello, Saladino lo único que hizo fue conquistar Baniyas. Nuradín en cambio fracasó en su empeño de quitar Jerusalén a los francos y se tuvo de conformar con conquistar Damasco y la parte de Siria central, si bien por entonces obtuvo del califa de Bagdad la nominación de sultán de Egipto, Palestina, Nubia, y en 1175 sultán de la Cirenaica.

Saladino desde el año 1171 había abolido el califato de Egipto y se erigió primer sultán aiubí de aquel país, donde se preparó para guerrear contra su propio soberano, pues Nuradín ya le había avisado que iba a castigarle, pero que murió muy oportunamente pocos días después (15 de mayo de 1174) de un paro cardíaco. Aquello fue el fin de la dinastía selyúcida que había durado un siglo.

Saladino tuvo una idea del mundo muy superior a la que tenían sus correligionarios contemporáneos. Al rico país de Egipto Saladino lo veía como la mejor fuente de ingresos para sus guerras contra ocupación de los europeos cristianos, pero también contra los sectas musulmanes disidentes que en su tiempo dividían todo el Islam. Él quiso que El Cairo fuera el núcleo de un renacimiento cultural, así como la despensa necesaria para la unificación de sus correligionarios a fin de lograr la expulsión de cristianos de Tierra Santa. En el fondo Saladino defendió tanto una cultura como un territorio, y para sus fines substituyó la burocracia fatimí por un sistema feudal que dio a sus oficiales militares control directo sobre las regiones agrícolas de todo Egipto.

Saladino habría peleado contra el heredero de Nuradín, pero públicamente presumía de querer protegerlo. El hijo sucesor de Nuradín, después de un lógico rechazo, acabó por reconocerle su autoridad en el país de los faraones. Así y todo, sólo faltó que hubiese disturbios políticos en Siria y en Yazira, para que Saladino con su ejército se impusiese también en Damasco. De hecho desde que salió de El Cairo para luchar contra los cruzados en Siria, ya nunca volvió a la capital del Nilo.

Dejó Egipto bajo el gobierno de su hermano Al-Malik al-Ádil,
y marchó a capitanear personalmente la guerra contra los cruzados.
Conquistó la ciudad de Trípoli en 1172 y el Yemen en 1173, atacando
por primera vez Jerusalén en 1174 animado por las disputas sucesorias
de la familia del difunto Amalrico I. Saldino con anterioridad no había
querido participar en las campañas contra Jerusalén ordenadas
por Nuradín (1171-1173) con objeto de sitiar el Reino Franco entre dos
estados musulmanes.

Saladino era el líder musulmán al que el nuevo Gran Maestre Arnau de Torroja debió tratar de pactar, o si no era posible, debía esforzarse en derrotarlo. No lo creería imposible, pues Saladino ya había sido vencido en 1177 en la gloriosa batalla de Montgisard, cerca de Ramala (Gaza) gracias al coraje de los templarios, porque allí hicieron gala de una rápida evolución de su caballería, por lo cual a Saladino le forzaron a firmar la paz,… paz que él aprovechó para dominar parte de Mesopotamia y hacerse con la muy bien fortificada Alepo. Pues una cosa es que no fuese fanático y sintiese respeto incluso por los cristianos, y otra diferente es que Saladino no rentabilizase sus desgracias para convertirlas en ventajas. Hay una prueba de ello.

Saladino sentía miedo por la secta de los "hashahashin" al mando de un líder quien pensaba como los sufíes pero en versión negativa. Ciertamente llegaron a herirle en dos ocasiones en 1175, y no lo mataron gracias a que Saladino siempre iba cubierto con una cota de malla debajo de su capa, tal como copió de los francos. Para protegerse Saladino había creado un cuerpo policial que lo protegía de las canalladas de amigos y enemigos. Una decisión suya inesperada fue cuando cambió de actitud y procuró tener por aliado a los "hashahashin" utilizando eventualmente a sus sectarios, quizá como otra forma más de minar la resistencia de los francos con los que mantenía constantes refriegas. En efecto hizo un extraño pactó con la secta de los "hashahashin" (vizaries ismaelitas) que por aquel tiempo estaban en su apogeo. Y lo más extraño de todo fue que Saladino en 1176 renunció a destruirlos, levantando el sitio de su principal castillo, lo que quizás obedecía al temor que sintió por sus temidas maldiciones psíquicas (telebulia) capaces de hacerle daño incluso a distancia.

La historia de dicha secta de los "hashahashin" la escribieron sus enemigos y merece poca fiabilidad, pero subsistieron en la figura del carismático Aga-Kan. En sus últimos tiempos (siglo XIII) el señor del castillo de Alamut en Siria era llamado Sinán y también "el Viejo de la Montaña", del que aún hoy se dice que drogaba a sus adiestrados asesinos prometiéndoles alcanzar el Paraíso si morían. (La secta ismaelita de los "hashahashin" fueron masacrados en 1268 por Balbeys que vivió entre 1223 y 1277, cuando gobernó el mundo islámico con brazo de hierro).

Aunque Saladino comenzó su carrera en el Egipto fatimií, intentó reeducar a los egipcios para que aceptasen la ortodoxia Sunní, y sus sucesores consolidaron Egipto como el centro de dicha fe. En El Cairo admira todavía hoy la ciudadela construida por Saladino sobre la colina Mokattam. Es llamada Salah Eddín El-Ayubi, y tiene la ciudad de El Cairo extendida a sus pies. Toda la fortaleza se hizo para disuadir a los cristianos de nuevas ocupaciones y fue elevada en vida de Arnau de Torroja, y éste a buen seguro que se se hiría informando de una tan magnífica defensa para la ciudad que había conocido años antes.

Mi biografiado debió saber también que, a pesar de todo, la mayor aportación de Saladino en Egipto fue de tipo cultural pues hizo edificar la universidad (Madrasa) donde se interpretaba la religión y el dogma shií en lugar de la ley islámica. Con este fin convocó en El Cairo a profesores sunnís del Este para proveer de personal sus nuevas escuelas. Durante once años mando construir cinco universidades y una mezquita. Sin embargo en tales centros de cultura, además de la religión, se enseñaba: administración, matemáticas, geodesia, física y medicina. Y es que Saladino, en El Cairo no edificó ningún palacio fabuloso, pues quiso que fuese una ciudad comercial y procuró hacerla un polo cultural sin recintos privados. Todo lo que dispuso fue para disfrute de sus habitantes, por cuyo espíritu abrió las estancias del palacio Al-Qahira y vendió su fabuloso tesoro, incluido un rubí de 2.400 quilates y una esmeralda como un puño, así como la biblioteca espléndida de los califas, con cuyo dinero pagó a sus tropas turcas.

Saladino era generoso y nada avaricioso llegando a recordarle cual máximo representante de la nobleza caballeresca del islam ("Futuwa", muy anterior a las de los francos). Corría la idea de que para él: el oro valía tanto como la arena. Saladino fue recordado cual personaje de la caballería romántica medieval, debido a que sus admiradores más ardientes fueron los propios biógrafos cristianos, al elegirlo modelo de virtudes humanas como también hicieron los propios árabes, a lo cual contribuyó el que, cuando tomaron Jerusalén en 1099, los cristianos habían pasado a cuchillo a todos los habitantes, fanfarroneando muchos años de su masacre. En cambio cuando Saladino en 1187 conquistó Jerusalén, no mató a los defensores. La creyó una ciudad santa, entendiendo que su victoria fue la consecuencia de su guerra justa.

Cuando Arnau de Torroja estuvo a la cabeza de los religiosos con espada, Saladino casí había conseguido unificar a los egipcios sirios y mesopotámicos contra los francos en gran medida gracias al infame comportamiento de Reinaldo, regente del condado de Trípoli, quien atacó naves sarracenas saqueando sus puertos y caravanas como haría cualquier pirata. Cuando el rey Balduino IV de Jerusalén firmó una tregua con Saladino, hubo un periodo de entendimiento mútuo, pero en 1181 Reinaldo de Ch⴩llon atacó una caravana de musulmanes que iban de Egipto a Siria y Saladino lo consideró un acto muy ofensivo, por lo que declaró rota la paz.

El malvado Reinaldo exasperó hasta el límite a Saladino, que lo acosaba sin tregua, por lo cual reclamó ayuda al rey Balduino de Jerusalén, quien el mes de setiembre de 1182 defendió Alepo y logró hacer retroceder a Saladino. Otra cosa es que, ante la mediocridad de Guido de Lusignan, la ciudad de Alepo cayése poco después en poder de Saladino como una fruta madura.

En 1182 la lepra había debilitado tanto que al joven rey Balduino ("le Mesel") que se decidió coronar rey al hijo de su hermana Sibila y del conde de Monferrat, y le llamó Balduino V. Fue el principio del fin, pues cuando el Estado Franco de Palestina quedó cercado, la expulsión de los europeos de Tierra Santa a todos les parecía ser cuestión de meses.

ARNAU VIVIÓ SUS ÚLTIMOS AÑOS SOPORTANDO REGENTES RIVALES

Aunque Arnau de Torroja en España ejerció además de recaudador a fin de enviar dinero al centro supremo de su Orden en Jerusalén. Tanto esmero debió de desarrollar también en dicha tarea que, como sabemos, llegó a ostentar el máximo poder universal de los templarios siendo en poder comparable a un verdadero rey, aunque mucho más internacionalmente reconocido. Es hora pues de olvidarse de su cargo de recaudador y tratar de verlo como un poderoso gobernante.

A Arnau de Torroja, en toda su gloria, puedo imaginármelo, sólo cuando la solemnidad del acto lo requería, con su cetro y vestido con un hábito impresionante, que él luciría por ser alto de talla, con un porte impecable. En tales ceremonias se presentaba acompañado de su séquito, lo que le acabarían de dar el tono de autoridad que ostentó como Gran Maestre, al mismo nivel que los grandes soberanos, tanto europeos como del otro extremo del Mediterráneo. Sin duda en la cúpula del mando supremo de la orden los templarios cuidaron mucho el efecto imponente para dar una imagen de gran sobriedad, y ello siguió siendo válido después de separarse de la orden-madre de Sión.

En la intimidad tendrían también sus debilidades, pero a cada caballero templario se le reconoció el valor de un guerrero, la gallardía del noble y la bondad de un monje;…monjes, aunque que en realidad no eran. Imperiosamente en los actos oficiales se moverían con gran cuidado de no parecer ni feroces, impulsivos, ni mostrar otra debilidad que la oración exige a todo religioso,… aunque ciñéndose una espada.

Tal es el cuadro que me complace imaginar y seguramente me quedo corto, aunque me condiciona la humildad que emana de mi protagonista y paisano. Sin duda hay que reconocerle que hoy día sigue siendo el hombre más socialmente encumbrado y de máximo prestigio internacional nacido en Solsona. Esta es una aproximación de la época cuando, con los años, él ya habría enriquecido mucho su inicial espiritualidad. Le pasa normalmente a todo el mundo, pero en Arnau de Torroja podemos creer que su evolución fue sobresaliente.

Es cierto que los grandes maestros, incluso los provinciales, dispusieron también de asesores de la propia Orden en todos los campos que era necesario para tomar las decisiones más difíciles con máximas garantías. Arnau de Torroja además se carácterizaría por su gran prudencia y sentido de la oportunidad, lo cual era exigible a quien debía llevar a buen fin no sólo para la gloria de su Orden, sino para el bien de la cristiandad entera. Su mayor éxito no obstante fue llegar a convencer al rey de Jerusalén de la necesidad de pactar una tregua de dos años con Saladino (con el cual debió de tratar y parlamentar hasta 1182), lo cual fue un gran logro del muy diplomático Arnau de Torroja, y lo consiguió tan pronto fue nombrado Gran Maestre.

Los conocimientos del Gran Maestre de las órdenes de Sión y del Temple, sobrepasaban mucho a cualquier otra orden militar del siglo XII (y se le exigía que el fuese el más experto en simbología iniciática), puesto que los musulmanes que combatían también hacían alarde de conocer bien al enemigo de turno, con óptimos resultados. Sin duda que Arnau y Saladino el jefe de los musulmanes enemigos congeniaron bien a nivel particular, así como seguro que también despreciaron al mismo tipo de nobles que les fueron contemporáneos. Lamentablemente sólo Saladino vio reconocido su mérito por la Historia, pero ello no significa que deba ser olvidado Arnau de Torroja de quien, al menos desde 2007, ya tendrá dedicada esta pseudobiografía.

Ambos mandatarios tenían un aspecto físico completamente diferente. Saladino era más bien bajo de estatura, muy vivaz y de ojos y cabello negro, luciendo una barba corta. La diferencia de edad aún era más considerable, pero tenían en común su interés por el estudio de la Genealogía propia de la cultura de cada uno. Ambos honestos líderes compartieron también las muy elevadas ideas humanistas de los sufíes.

Por mucha diplomacia que desplegase Arnau de Torroja siendo Gran Maestre de la Orden del Temple de Jerusalén, él no debió permanecer al margen de los acontecimientos tan intrigantes por motivos de la sucesión que alteraron aquella corte en 1182. Las familias de nobles cercanos al rey Balduino IV pugnaban entre sí para sucederle en el trono, siendo en el período de tales intrigas cuando más agobiado vivió Arnau de Torroja, …en momentos puntuales, seguramente cabiló mucho más por ello que si encontrase en medio de una batalla.

Por Joscelin de Courtenay y su hermana (madre de Balduino IV, y abuela de Balduino V, y cuyas intrigas de entonces podrían presentase cual precursoras de las atribuidas a la famosa Lucrecia Borgia), sabemos de las nefastas influencias que recibía el leproso rey Balduino IV de Jerusalén. Con la elección de 1180, los diferentes bandos acabaron de tomar sus posiciones y en tal estado llegó Arnau de Torroja a la máxima jerarquía de la más poderosa de las órdenes militares de su época, con su mente esperanzada de buscar el entendimiento entre todos ellos. En principio los templarios y el clero católico estaban de parte del patriarca de Jerusalén y de la familia Lusignan, porque el rey había disgustado a los poderosos de la Iglesia católica.

Entre tanto Saladino tuvo serios problemas y durante muchos meses dejó en paz al Rey de Jerusalén yéndose a guerrear entonces contra los fanáticos correligionarios musulmanes de Damasco. Saladino al principio confiaba mucho en la caballería egipcia que luchaban cuerpo a cuerpo respaldados por sus arqueros, pero dicha táctica no servía ante los brutales choques de la pesada caballería de los francos. De hecho Saladino no obtuvo grandes victorias hasta variar su estrategia; la nueva consistió en aprovechar la agilísima movilidad de sus arqueros turcos a caballo. Inicialmente atacó Mosul ayudado por el selyúcida líder de Anatolia, Kijil Arslan II, evitando que pudiera unirse a los de Alepo.

En cambio, en la Palestina cristiana los políticos se peleaban divididos en bandos rivales, unos a favor de pactar con Saladino y otros en su contra. El primero era capitaneado por Raymundo de Trípoli, quien ocupó Damasco, que conservó para si, y también Alepo, una ciudad que en 1183 también puso bajo su control Saladino (cuando arquitectónicamente aún no tenía el aspecto tan impresionante que le dio su hijo años más tarde). Entró en Alepo con gran pompa, y desde entonces Siria y Egipto ya fueron un mismo Estado.

Como el rey leproso además estaba ya casí ciego, lo más sensato fue dar la regencia de Jerusalén al conde Raymundo de Tiro, aunque Inés consiguió evitarlo imponiendo como su regente a Guido de Lusignan, quien popularmente era motejado: "el guapo esposo de la princesa", pues se vio despreciado por todos los barones. En efecto, al poco tiempo, dada su incompetencia supina, el cargo se delegó de nuevo en Raymundo de Tiro. No quedaba más remedio que hacerle renunciar al poder, y el propio rey enfermo lo consiguió cuando ambos disputaron, por lo cual, con un simple pretexto, el rey leproso en 1183 volvió a retomar el poder delegado en un tan nefasto personaje. Gracias a dicha estratagema, la armada real se salvó de un desastre seguro. Sus errores fueron tan grandes cuando fue regente, que de no haber intervenido el ejército del conde de Trípoli a tiempo, Saladino habría podido dar el paso definitivo en octubre de 1183. El rey leproso, a fin de evitar que una vez muerto él Guido se perpetuase en el poder, en noviembre del mismo año nombro rey con plenos poderes a su sobrino aún muy niño, siendo llamado Balduinito, el cual reinó al mismo tiempo que él.

Raymundo de Trípoli esperaba que por su amistad con Saladino, éste le ayudaría a recuperar el poder que había ostentado antes en Jerusalén. De hecho, el rey Balduino se sentía mejor protegido por él, y ambos coincidían en tener a Guido de Lusignan por un falso cristiano. A pesar de todo, como era su cuñado, eligió a Guido como regente, a sabiendas que todos los condes de Tierra Santa lo veían como un extranjero. Raymundo y Guido habrían peleado entre si de no haberlo impedido el propio rey, que mandó interponer una cruz entre ambos. Después les hizo jurar que colaborarían y sólo pelearían contra musulmanes. Posteriormente fueron los propios barones quienes nombraron al que debería ser su regente, recayendo la responsabilidad de nuevo en el conde de Raymundo de Trípoli, sin duda el más capaz para gobernar. Entonces tenía 34 años y era partidario de pactar con el carismático Saladino. Por ello de nuevo fue elegido para la regencia a condición de que templarios y hospitalarios, si llegaba el caso, defendiesen los castillos cristianos que fuesen atacados. El ansia de poder político de la Orden de San Juan del Hospital desequilibró más aún la relación entre las órdenes militares de Palestina. Fue en ese contexto cuando Arnau de Torroja aceptó la mediación dque le encomendaron el papa Lucio III y el rey Balduino IV a fin de poner término a tan desastrosas luchas fratricidas.

En 1184, la situación política degeneró todavía más, cuando Reinaldo de Ch⴩lion con el beneplácito de los Templarios y de los Hospitalarios, asoló por su propia iniciativa las posesiones de los musulmanes en Transjordania. Arnau siendo en tal período Gran Maestre, dió testimonio inequívoco de una gran sagacidad. Decidió negociar una tregua con Saladino a pesar de la firme decisión de éste de vengar las matanzas de Reinaldo de Ch⴩lion. Dicha tregua con Saladino fue rota por culpa de los saqueos del depuesto Guido de Lusignan en 1183 sin que el rey Balduino, ya con muy poco poder, pudiese reprobárselo. Saladino, en venganza, atacó Damieta deportando 1.500 cristianos que naufragaron durante la batalla en la costa egipcia.

Saladino cada vez capitaneaba mayor número de líderes musulmanes y aprovechó la división interna en la corte de Jerusalén para ocupar Galilea. El señor del otro lado del Jordán, llamado Renaud, pidió ayuda urgente a Balduino y fue admirable el extraordinario coraje entonces del rey leproso dando órdenes mientras sufría estoicamente su dolor. Saladino debió retirarse de aquella orilla del Jordán el mes de julio. En agosto del mismo año se había empeñado en dividir en dos el Reino Franco de Jerusalén y atacó Beirut en octubre, como otro intento de separar de Palestina el condado de Trípoli. De nuevo el rey Balduino acudió con los caballeros de las órdenes religioso-militares de refuerzo, y Saladino volvió a renunciar a sus planes. A pesar de su estado yacente, en setiembre Balduino viajó a Alepo como una forma tradicional de permanecer siempre en alianza con alguna ciudad Siria. Al cabo de un año debió de acudir otra vez allí para defenderla.

En septiembre de 1183, un año y medio después de la muerte del heredero de sultán Nuradin, por tercera vez el rey Balduino IV, muy esforzadamente, lleno de llagas y sin apenas ver nada, acudió a Siria para defender Alepo, como siempre transportado en una litera. Consiguió la victoria, aunque Alepo al cabo de otro año cayó de nuevo en manos de Saladino como una fruta madura. Entonces aquel líder musulmán empezó realmente la reunificación de las provincias islámicas dispuestas a echar a los cristianos de Palestina. Los francos debieron también empezar a reaccionar, siendo lo primero apartar de la corte definitivamente a Guido de Lusignan. A pesar de todo, en primavera de 1184 los nobles se sublevaron cuando el rey leproso intentó, sin éxito, que Guido se separase de su esposa Sibila. Después de muchas protestas ante la corte judicial, el rey leproso sólo consiguió quitar al conde Guido la ciudad de Jaffa, la cual volvió a la jurisdicción real.

Los doce años que Reinaldo de Ch⴩lion pasó en la cárcel de Damasco lo volvieron un ser monstruoso, de quien decían que con entrañas de judíos alimentaba sus jaurías de perros. Una vez libre recuperó el señorío de la fortaleza de Kerak (la má importante al norte de Petra). A partir de 1182 capitaneando a los más revoltosos nobles de Palestina dominó con su flota todo el sur del Mar Rojo como bucanero, abordando navíos musulmanes, cual si quisiese limpiar el mundo de seguidores del Profeta. Tal era el belicoso defensor de Jerusalén, que además procuraba anexionar a su condado las posesiones sirias de Nuradín. Ello fue así hasta que Saladino se las quitó en 1183. Reinaldo hablaba árabe con fluidez y era un descendiente del conde franco que había expulsado a los moros del sur de los Pirineos (el santificado Gil, de sobrenombre "nariz-corta"). Por cierto, Reinaldo tenía una faz morena cruzada por una gran cicatriz que lo afeaba mucho, y para colmo una gran nariz aguileña.

Después de recobrar su libertad, Reinaldo de Ch⴩lion no paró de dar quebraderos de cabeza tanto a los moros como a los cristianos del reino de Jerusalén, porque influyó en el rey y su familia, procurando hacerle romper todas las treguas con los musulmanes a los que atacó siempre que pudo. La conducta de Reinaldo hizo rabiar a los árabes, hasta decidirlos a llamar a la Guerra Santa, un hecho que obligó a los franys de Palestina a pedir ayuda al "Basileus" tan pronto pudieron. Saladino sintió por Reinaldo más odio que nadie.

Guido de Lusignac escuchaba los consejos de Ch⴩lion, y si uno era malo el otro era peor. El caso es que entre ambos desgobernaron el Estado Franco en Palestina, dando mayor vigor a la unificación del mundo árabe. El muy impetuoso caballero Guido era tan orgulloso como incapaz, como ya lo había advertido Raymundo de Trípoli, quien a pesar de ello le debió entregar el cargo de regente porque en la votación la mayoría de nobles feudales le fueron desleales. Reinando con una extravagante conducta atacó incluso la Meca y Medina con las máquinas de guerra, por lo que los árabes tuvieron el mayor éxito al hacer un llamamiento a la "guerra santa". Incluso los emires andaluces le ofrecieron entonces ayuda de todo tipo a Saladino. Cuando los caballos de los cristianos defecaron en las más sagradas mezquitas del islam, las quejas de los infieles ante el rey de Jerusalén tampoco les sirvieron de nada.

Además de los citados condes regentes y otros aspirantes a mandatarios, Arnau debió de parlamentar con otros nobles francos, como por ejemplo Aimerico de Lusignan (hermano de Guido), Joscelin de Courtenay conde de Edesa (1159- 1200), quien por cierto se llevó a su ciudad la Sabana Santa de Turín (La "Sindone", que fue botín de guerra de los bizantinos en la Cuarta Cruzada 1200).

Fue más o menos cuando Arnau empezó a dirigir a los templarios en diciembre de 1180, cuando Felipe II Augusto, rey de Francia, sucedió a Luís VIII quien se enfrentó a los Plantagenet incrementando el odio entre Enrique II y su hijo Ricardo (el tercero de los ocho que tuvo), al cual el rey francés capturó de regreso de la Tercera Cruzada. Una vez libre, Ricardo "Corazón de León" le hizo guerra sin cuartel a su propio padre hasta su muerte (1199).

Del año 1180 lo más dramático (porque es una mancha que el Vaticano dificilmente podrá hacerse perdonar), fue el comienzo de una cruzada espiritual contra los cátaros del Languedoc francés, dada la imposibilidad de los párrocos católicos de frenar el auge que experimentaron desde 1175. En el Vaticano justificaron el acoso de los herejes porque la unidad de la "Barca de Pedro" se tambaleaba. Los cátaros en 1165 celebraron un coloquio con los representantes católicos.

Las más altas jerarquías de la iglesia hereje debatieron con los abades y las más altas jerarquías eclesiásticas acerca del dogma de la fe. Por otra parte los cátaros incluso osaron celebrar en 1167 el primer concilio de una Iglesia del Sur de Francia, que contó con la presencia del hereje "Pope" bizantino llamado Nicetas;…y todo ello sucedió siendo Arnau el máximo responsable de las órdenes de Sión y del Temple allí era Arnau de Torroja. Los templarios muy prudentemente nunca se dedicaron a exterminar cátaros. En cambio la Iglesia católica para acabar con ellos convocaría dos concilios en Letrán (1139-1179), dictándose la persecución de herejes, sin respeto alguno por el derecho patrimonial del Conde de Toulouse del Languedoc, cuyas posesiones primero invadieron y finalmente arrebataron para que Francia pudiese tener por fin acceso al mar Mediterráneo. Tal fue el precio del genocidio medieval en la Cataluña Norte.

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