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Crecimiento vs. Desigualdad: ¿un falso debate? (Parte II)




Enviado por Ricardo Lomoro



Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6

Monografía destacada

  1. El falso debate (la liturgia del engaño)
  2. La "solución" Piketty
  3. La "globalización" de la miseria (el muerto al hoyo y el vivo al bollo)
  4. Del Paper – La era de la desigualdad (¿consecuencia directa del "imperialismo monetario"?) – Parte III
  5. Política fiscal y desigualdad del ingreso
  6. "Crecimiento vs. Desigualdad": un falso debate
  7. Las mentiras más grandes jamás contadas: el fin de la historia, la Tierra es plana?

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El falso debate (la liturgia del engaño)

Crecimiento económico vs…

Luego de la lectura de los Informes de Organismos Internacionales presentados en la Parte I de este Paper, la conclusión es sencilla:

Las QE (quantitative easing)

  • No han generado empleo

  • No han contenido la inflación, sino que la han exacerbado vía activos financieros e inmobiliarios

  • No han ayudado al trabajador, que ha visto disminuir su renta.

Todos los procesos de aumento de la masa monetaria, desde los "assignats" revolucionarios hasta las QE de Bernanke, no han hecho sino empobrecer a quienes pretendía ayudar y enriquecer a quienes pretendía castigar. Quizá es tiempo de dedicarle algo más de tiempo a la historia, y algo menos a la demagogia.

Según el análisis histórico durante los primeros años de expansión económica, las rentas del capital y las más acomodadas suelen ser las primeras en recibir el aumento de beneficios antes de que los efectos calen a capas salariales más bajas. Así pues, la desigualdad subirá todavía más en los próximos años con las ganancias bursátiles y las que reciban los responsables empresariales a corto plazo antes de que los más desfavorecidos vean aumentar su poder adquisitivo a medio plazo.

Ese fenómeno solía ser poco relevante en crisis anteriores pero se agrava en esta ocasión porque esta recesión también ha sido diferente a las anteriores en cuestión de desigualdad. Tradicionalmente, las diferencias entre ricos y pobres siempre se habían visto reducidas en tiempos de contracción económica ya que las políticas de redistribución social tendían a acortar esa brecha. Sin embargo, esta crisis se ha resuelto recortando, precisamente, las políticas que tienden a estrechar las desigualdades: empleo estable, educación y sanidad.

La OCDE emitió hace dos años una batería de recomendaciones que han sido ignoradas sistemáticamente por la mayoría de los gobiernos de los países miembro.

  • Empleo estable: El crecimiento del empleo en los 15 años anteriores a la recesión económica explican cerca del 70% de la reducción de la desigualdad de rentas, según los datos de la OCDE. La estabilidad en esa variable es clave para la reducción de las diferencias. Aumentar el empleo estable y en concreto el empleo femenino era la recomendación clave.

  • Servicios públicos (educación y sanidad): Según la OCDE, los Servicios Públicos contribuían a disminuir las desigualdades en el ingreso en cerca de un 20%, en la mayor parte de los países de la OCDE. Esa redistribución crecía con el aumento de gasto en sanidad y educación. La recomendación era mantener esa apuesta pero los recortes hechos para cumplir los objetivos de déficit han ido en sentido radicalmente contrario.

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Para el caso de España, por ejemplo, en términos del índice de desigualdad (Gini), la sanidad explica 11 de los porcentuales de disminución. Por su parte, la educación es la responsable de 7 puntos porcentuales más de disminución del índice. Los recortes en ambos capítulos son claves para explicar que la desigualdad en esta crisis haya seguido un patrón diferente al habitual.

La consecuencia práctica es que el impacto de los recortes no terminará con la recuperación económica. Los efectos de las políticas adoptadas y la tradicional forma de repartir beneficios de cualquier recuperación todavía abrirán más la brecha social a corto plazo. La OCDE asegura en sus informes que "resulta altamente improbable" que la recuperación económica baste para solucionar la crisis social y concluye: "la prioridad absoluta es dar ayuda a los grupos más desfavorecidos".

Las principales recomendaciones sobre políticas para los países de la OCDE contenidas en el informe Divided We Stand han sido contradichas sistemáticamente en esta crisis. El organismo proponía justo lo contrario de lo que se ha hecho:

  • El empleo es el medio más prometedor de hacer frente a la desigualdad. El mayor reto consiste en crear más y mejores empleos, que ofrezcan buenas perspectivas profesionales y den a la gente oportunidades reales de superar la pobreza.

  • La inversión en capital humano es fundamental. Esa inversión debe comenzar en la primera infancia y mantenerse durante todo el ciclo de la enseñanza obligatoria. Una vez realizada la transición de la escuela al trabajo, deben existir incentivos suficientes para que tanto o los empleados como los empresarios inviertan en capacitación a lo largo de la vida laboral.

  • La reforma de las políticas fiscales y de las prestaciones sociales es el instrumento más directo para aumentar la redistribución. Las considerables y persistentes pérdidas económicas que sufren los grupos de bajos ingresos a consecuencia de las recesiones ponen de manifiesto la importancia de las transferencias gubernamentales y las políticas bien concebidas de ayuda a los ingresos.

  • La fracción cada vez mayor del ingreso que perciben los grupos de rentas más altas indica que estas personas tienen ahora una mayor capacidad tributaria. En este contexto, los gobiernos podrían reexaminar la función redistributiva de los impuestos a fin de velar por que los individuos más acaudalados satisfagan su parte correspondiente de la carga fiscal.

  • Es importante garantizar la prestación de servicios públicos gratuitos y de alta calidad, tales como la educación, la salud y la atención a las familias.

La desigualdad social ha crecido con fuerza durante la crisis y seguirá avanzando si los gobiernos nos son capaces de gestionar de una forma más "inclusiva" la incipiente recuperación, de acuerdo con el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría. Por eso, los países deberían concentrar su atención en crear empleo y mantener el gasto público en lugar de recortarlo, incluso si los presupuestos son ajustados.

"En los tres primeros años de la crisis financiera global, la desigualdad en los países de la OCDE se ha incrementado más que en los 12 años anteriores", afirmó Gurría en declaraciones recogidas por la CNBC. (Más gasto público y creación de empleo para acabar con la desigualdad, según la OCDE – El Economista – 5/5/14)

En un informe reciente, la OCDE explicaba que la proporción de renta en manos del 1% de la población (los más ricos) ha aumentado en la mayoría de los países miembros en las últimas tres décadas como consecuencia de que ha acaparado una parte "desproporcionada" del crecimiento general de los ingresos, por ejemplo un 37,3% en Canadá y un 46,9% en Estados Unidos.

Ángel Gurría advierte de que sin una acción política concertada, la brecha entre ricos y pobres "es probable" que crezca aún más en los próximos años. "Tienen que poner el foco en la creación de empleo y permitir, incluso en presupuestos públicos muy ajustados, programas para acabar con esta desigualdad", añade el secretario general de la OCDE.

En la apertura del foro anual de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en París, Gurría señaló que se espera que la economía global crezca cerca del 3% este año y en torno al 4% en 2015, mientras el comercio mundial debería progresar un 4,7% y un 4%, respectivamente.

"Sigue sin ser suficiente para dar un empleo decente a los 202 millones de desempleados. No es suficiente cuando tenemos a 73 millones de jóvenes sin trabajo. No es suficiente cuando las desigualdades en muchos países están aumentando más rápido que antes de la crisis", subrayó.

… (vs) Desigualdad de los ingresos

La última "foto de familia" europea

España no está entre los países europeos con una mayor concentración de riqueza en los escalones más altos de la sociedad, según un informe publicado el 2/10/14 por el banco Julius Baer: el 1% de los hogares acapara el 20% de la riqueza del país, cifra inferior a la media europea del 27% y superior, por ejemplo, a la de Reino Unido, Grecia u Holanda. Alemania o Austria dominan, por el contrario, la concentración de patrimonio, con un 40% y 35%, respectivamente.

Para estar en este selecto club, y tomando la cifra del 1%, popularizada en las protestas en Estados Unidos hace no demasiado, los hogares deben tener una riqueza de 712.000 euros. Como riqueza se entiende la suma de activos financieros y activos reales (incluyendo vivienda) descontando las deudas alcanza el millón de euros. Para estar en el 10% más privilegiado (que acapara el 43% de la riqueza), el umbral es de 435.000 euros.

Así, 168.000 hogares españoles, menos del 1% del total, son millonarios. Solo Eslovenia, Eslovaquia y Grecia tienen un porcentaje inferior de millonarios, de acuerdo con el informe. En Alemania y Francia hay varias veces más millonarios que en España (1,4 y 1,3 millones, respectivamente, el 3,5% y 4,5% del total).

En Bélgica, Austria y Holanda el porcentaje de millonarios está entre el 6% y el 9%. Incluso la pequeña Austria tiene más millonarios, en valor absoluto, que España. Las diferencias son tan abultadas que el miembro menos rico de la elite española, con un patrimonio de 712.000 euros, no llegaría a estar en el 10% si tuviese un pasaporte alemán.

Así, la riqueza media de un hogar español está en los 92.300 euros, solo por encima de Portugal, Eslovenia, Grecia y Eslovaquia, frente a los 167.000 de los 17 países analizados, y cuatro veces menos que la media en Suiza o Luxemburgo.

Además, ha sido, con gran diferencia, el país donde más se ha reducido la riqueza: nada menos que un 28% entre 2007 y 2013, debido a la caída de los salarios y, también, al desplome del valor de los activos inmobiliarios, que obviamente no se ha correspondido con el descenso en el valor de las deudas ligadas a estos activos.

En total, en España se han destruido 1,4 billones de riqueza durante la crisis, más que en la suma del resto de países que han perdido riqueza: Holanda, Reino Unido, Italia, Eslovaquia, Eslovenia, Grecia y Chipre. Suiza ha aumentado riqueza en un 68%, más de un billón de euros, y Alemania en un 18%, más de dos billones.

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Julius Baer recurre al Coeficiente Gini para medir la distribución de ingresos y dónde se están produciendo las mayores desigualdades, y el resultado es demoledor para nuestro país, ya que España aparece a la cabeza de las estimaciones de la firma sobre qué países soportan una mayor brecha, como puede verse en el siguiente gráfico.

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La propia Julius Baer alerta de que la concentración de la riqueza vuelve a aumentar en Europa, después de que buena parte de la riqueza europea quedara destruida en el s. XX por las dos Guerras Mundiales y la Gran Depresión de 1929. 

La "solución" Piketty

Un "impuesto confiscatorio" contra las oligarquías económicas que se conceden bonus y salarios millonarios y una tasa global a la riqueza son las ideas del economista Thomas Piketty que han levantado la mayor polvareda económica desde "El Capital" de Marx. A finales de abril de 2014, Google sumaba ya 196 millones de entradas sobre el autor.

Cuando en 1789 estallaron las revueltas del hambre que desembocaron en la Revolución Francesa la desigualdad entre los más ricos y los más pobres era sólo algo superior a la que hoy se vive entre los más ricos y los más pobres en las sociedades avanzadas. La desigualdad es inaceptable en términos de "utilidad común" rezaba la Declaración de los Derechos del Hombre de 1789 que terminó con el Antiguo Régimen. Esa desigualdad vuelve a ser hoy una de las grandes amenazas económicas y sigue creciendo. Ante ese problema, el economista francés Thomas Piketty ha provocado uno de los mayores debates de los últimos años con su obra "El Capital del Siglo XXI" y sus dos grandes propuestas para reducir la desigualdad: un impuesto de hasta el 80% para la "oligarquía económica", es decir, quienes ganan más de un millón de dólares al año  un impuesto global a la riqueza.

El punto de partida de Piketty es comprobar como los grandes ejecutivos de algunas compañías han "secuestrado" los consejos de sus empresas para otorgarse salarios billonarios de forma completamente arbitraria, al margen de los resultados empresariales mientras se rebaja el salario mínimo y se recortan sueldos a las plantillas. Eso aumenta la brecha entre ricos y pobres de tal forma que en España ha significado que el 1% de los grandes millonarios haya pasado de controlar un 5% de la riqueza nacional en 1980 a controlar más del 7% hasta 2010, concluye. Esa desigualdad crece en todo el planeta.

Con la premisa del secuestro del sistema por las oligarquías económicas, la primera propuesta para terminar con la desigualdad ha tensado las costuras de la economía clásica. Su obra plantea instaurar un "impuesto confiscatorio" del 80% sobre quienes ganan más de un millón de dólares al año. "La medida no sólo no reduciría el crecimiento económico del país -argumenta el economista- sino que impondría límites a comportamientos económicos inútiles y a veces dañinos". El objetivo de ese impuesto no es aumentar la recaudación del Estado sino "reducir drásticamente la remuneración de las cúpulas empresariales sin recortar la productividad de la economía".

"Ninguna hipocresía es lo suficientemente grande cuando las élites económicas y financieras se ven obligadas a defender sus intereses" -acusa el autor de "El Capital en el Siglo XXI"- "y eso incluye a economistas que, en la actualidad ocupan un lugar envidiable en la jerarquía de los ingresos. Algunos economistas tienen la desafortunada tendencia a defender sus intereses privados mientras claman por el interés general". El ataque a la disciplina y la contundencia de sus propuestas ha levantado una polvareda económica que no se recordaba en décadas.

La educación ha sido tradicionalmente la gran niveladora de desigualdades. Sin embargo, en su denuncia, el autor señala que también la educación está siendo secuestrada por la oligarquía económica. El nivel de renta de los padres de los alumnos que estudian en Harvard es de 450.000 dólares al año, lo que se corresponde con el nivel de renta del 2% más rico en Estados Unidos. El dato refleja que la selección de estudiantes está basada en algo más que el mérito y sugiere que hay una "aristocracia social" que perpetúa la desigualdad entre generaciones futuras.

La segunda bomba que ha estallado en los foros de debate económico es la llamada "tasa global a la riqueza", una idea definida como "utópica" que pretende establecer un sistema de valoración de las fortunas individuales para gravarlas después con un impuesto progresivo. Un 0% para aquellos cuyas fortunas no alcancen el millón de dólares, un 1% para quienes tengan entre 1 y 5 millones de dólares y un 2% para quienes tengan activos valorados en más de 5 millones.

  • "Para los milmillonarios del planeta, ese impuesto gravaría el valor neto personal, el tipo de cifra que publican revistas como Forbes", sostiene Piketty.

  • Para el resto, el impuesto se determinaría sobre el valor de mercado de todos los activos financieros (depósitos bancarios, acciones, bonos y otros activos), los activos no financieros (especialmente vivienda) y el valor neto de la deuda.

La medida obligaría a los bancos a una transparencia nunca vista y a compartir información pero, sobre todo, evitaría la alternativa que -según denuncian los organismos internacionales- está cuajando: la del proteccionismo económico. "Cuando se mira de cerca -concluye el economista- esta solución resulta ser mucho menos peligrosa que sus alternativas".

Tachado de un sesgo neo-marxista, el debate está siendo aplaudido entre los descontentos por la crisis a los que Piketty ha regalado un análisis con bases de datos de más de dos siglos y está siendo criticado por las escuelas más clásicas de la economía.

Pero más allá del nombre y la provocación de sus ideas, la desigualdad parece haber cuajado como problema y el manejo de los impuestos como solución. El Antiguo Régimen acabó cuando las asambleas revolucionarias decidieron terminar con los privilegios fiscales de la nobleza y el clero y establecieron un sistema de tasas universal.

La Revolución Americana nació cuando las colonias británicas decidieron también fijar sus propios impuestos bajo el lema "no taxation without representation" que implicaba otorgar derechos políticos a quien pagaba al Estado. Ahora, ante una desigualdad creciente, el futuro de los impuestos puede volver a decidir el futuro de la estabilidad social.

¿Hasta dónde puede llegar la presión fiscal de un Estado? No parece probable que en términos prácticos se impulse más la presión fiscal a día de hoy. Sin embargo, entre los años 2050 y 2060 la presión fiscal podría superar con mucho el 50% si mantiene ritmos de crecimiento como los actuales. El futuro no está claro pero el pasado sí deja ya tres etapas diferenciadas según el análisis histórico de El Capital del Siglo XXI.

  • Desde el siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial los impuestos apenas consumían un 10% de la renta nacional. El resultado fue un "Estado mínimo" o de regalías que se limitaba a las labores de policía, justicia, militar y administración interna.

  • Entre 1920 y 1980, el peso de los impuestos se multiplicó por 3 o 4 y hasta por 5 en los países nórdicos favorecido por un impresionante crecimiento económico de casi un 5% anual. El resultado fue la creación de un "Estado del bienestar o Estado social" en el que se financiaron educación, sanidad, pensiones y desempleo.

  • Entre 1980 y 2010, ese aumento de la presión fiscal se estabilizó para cubrir esos "gastos sociales" sin que el Estado moderno cumpliera una verdadera función de "redistribuir riqueza", afirma el autor.

Según Piketty, vivimos en una nueva edad de oro de la economía, pero de peculiares características, ya que el aumento de riqueza, en lugar de beneficiar al conjunto social, está provocando un retorno a los niveles de desigualdad del siglo XIX. El capitalismo patrimonial está de regreso, más allá de que el origen de la fortuna se sitúe en la tierra, como ocurrió el siglo XVII; en la industria, como sucedió en el XIX; o en el entorno inmobiliario y financiero, como en el XX. Volvemos a la misma lógica de la acumulación y a la economía dominada por las dinastías familiares.

Los problemas que este contexto desigual genera no se agotan en la redistribución o en la justicia, sino que también terminan con las posibilidades de una sociedad estable. Como señalaba el economista francés "si esta tendencia continúa, las desigualdades se volverán insostenibles para 2040 o 2050. Incluso los más fieles defensores del mercado deben estar preocupados, porque si el rendimiento del capital es mayor que la tasa de crecimiento, se ampliarán mecánicamente las desigualdades, con el riesgo de que un declive nacional brutal, a través del nacionalismo político o del proteccionismo exacerbado, pueda servir como válvula de escape para las tensiones sociales. Espero que hayamos aprendido las lecciones del siglo XX".

En "El Capital en el siglo XXI", Piketty utiliza significativamente una obra de Balzac, Papá Goriot y, en especial, la descripción sobre cómo funciona la sociedad que realiza Vautrin, uno de sus personajes, para subrayar el tipo de mundo que dejamos atrás y que volveremos a encontrarnos a la vuelta de la esquina. Así será nuestro mundo, según el discurso de Balzac que cita Piketty:

1. "Cómo hacer rápidamente una fortuna, es el problema que se plantean en este momento cincuenta mil jóvenes que se encuentran en la misma situación que usted. Usted es uno de ellos. Calcule los esfuerzos que tiene que hacer y lo encarnizado del combate. Tienen que devorarse unos a otros como fieras, dado que no hay cincuenta mil buenos puestos".

2. "¿Sabe usted cómo se triunfa aquí? Con el brillo del genio o con la habilidad de la corrupción. Hay que entrar en esta masa de hombres como una bala de cañón o deslizarse en ella como la peste. La honradez no sirve para nada… La corrupción es lo que prima, el talento es raro. Por eso, la corrupción es el arma de la mediocridad que abunda, y sentirá usted sus alfilerazos por todas partes".

3. "El hombre honrado es el enemigo común. Pero ¿qué cree usted que es un hombre honrado? En París un hombre honrado es el que se calla y no quiere tomar parte en la corrupción general. No hablo de esos pobres esclavos que hacen todos los trabajos sin ser nunca recompensados, y a los que yo llamo la cofradía de las zapatillas de Dios. Ciertamente en ellos está la virtud en todo el esplendor de su necesidad, pero también está la miseria. Estoy viendo la cara que pondrían esas buenas gentes si Dios nos gastara la broma pesada de no asistir al Juicio Final".

4. "Si quiere usted tener rápidamente fortuna, ha de ser ya rico o parecerlo. Para enriquecerse hay que dar golpes importantes, no conformarse con pequeños trapicheos. Si en las cien profesiones que puede usted abrazar hay diez hombres que triunfan rápidamente, la gente los llama ladrones. Saque usted sus conclusiones. He ahí la vida tal como es. No es más agradable que la cocina; huele igual de mal y hay que mancharse las manos si se quiere sacar tajada; sólo es preciso sabérselas limpiar bien después; en eso consiste toda la moral de nuestra época"

Lo único que podemos hacer si no queremos vivir en el mundo descrito por Balzac, es resolver los problemas de desigualdad. En caso contrario, avisa Piketty, "esta contradicción se resolverá por la violencia". 

El lenguaje de los hechos (I): la carrera de los pobres nunca se acaba

Hace años (desde antes de la crisis) que se viene escuchando (o leyendo) a "gigantes y cabezudos" de Wall Street, a iluminados "gurús" mediáticos y a prestigiosos "papahuevos" de las universidades de la "Ivy League", proclamar que para resolver los problemas de competitividad de los países avanzados, había que hacer "reformas estructurales".

Un eufemismo cínico para no decir directamente que había que establecer el despido libre, instituir los empleos de usar y tirar, los contratos de lunes a sábado, aceptar la McDonalización de la sociedad y crear un enorme ejército en la reserva dispuesto a aceptar el salario del miedo.

Por "reformas estructurales" debe entenderse un mercado de manos libres en cuanto a las condiciones laborales, remuneraciones, seguros sociales, protección del trabajador, enfermedad, maternidad, vacaciones, y un largo etcétera de conquistas sociales, que costaron años de lucha obrera conseguirlos en las economías desarrolladas.

Por "reformas estructurales" nunca debe entenderse una reducción del gasto público no productivo, una disminución de los privilegios de la clase política, una rebaja de los subsidios y ventajas fiscales a las grandes corporaciones, un mayor control de la operaciones financieras de alto riesgo sistémico, una penalización de la corrupción, connivencia, o prevaricación de los poderes públicos y privados… (la lista continúa).

¿Se puede considerar suficiente una "reforma estructural" (mejora de la competitividad) por la que un trabajador de EEUU, Alemania, Inglaterra o Francia (por ejemplo) tenga un salario equivalente al de un trabajador de Bangladesh, India o China?

Aunque ese fuera el caso, tampoco alcanzaría, para satisfacer las ilimitadas ansias de rentabilidad de las grandes corporaciones multinacionales. La carrera de los pobres (el descenso a los infiernos) nunca se acaba. Siempre habrá algún productor más barato.

La siguiente información puede ayudar a ilustrar sobre el drama (sin final) de los trabajadores de usar y tirar:

"El derrumbe de la fábrica Rana Plaza no sólo puso el foco internacional sobre Bangladesh, segundo productor de ropa del planeta. También produjo un grave daño de marca al sector textil español, al vincular los beneficios de ciertas compañías a las condiciones infrahumanas de los obreros, tal y como informó en aquellos días este diario. La presión tras la tragedia provocó que el salario mínimo subiese a 0,25 euros la hora, el más bajo del mundo. Ahora, en este pequeño rincón de Asia crece el miedo a que las empresas occidentales busquen mercados aún más baratos para producir"… ¿Es el país más barato del mundo demasiado caro para las compañías occidentales? (El Confidencial – 29/9/14)

Bangladesh tiene el salario mínimo más bajo del mundo: 0,25 euros la hora. Las más de cuatro millones de costureras que trabajan en el país van cada mañana a la fábrica sabiendo que no cobrarán más de 49 euros al mes. Este pequeño rincón de Asia es desde hace años el segundo mayor centro de producción de ropa del planeta, sólo superado por el gigante chino. Y, aun así, en Dacca, la capital, crece el miedo a que las empresas occidentales busquen mercados aún más baratos para producir sus prendas.

El punto de inflexión se produjo en abril de 2013, cuando el derrumbe de la fábrica Rana Plaza provocó la muerte de1.138 personas y alrededor de 2.500 heridos. Aquel desastre puso sobre la mesa las pésimas condiciones de los trabajadores del textil, en su mayoría mujeres, y las ruinosas infraestructuras en las que cosen. Desde entonces, el mundo ha decidido poner los ojos sobre este pequeño país de 155 millones de habitantes, lo que generó una presión internacional que ha llevado a cambios en el sector.

El citado sueldo mínimo es un 77% mayor que el establecido antes del colapso del Rana Plaza. Esa subida ha golpeado los beneficios de los propietarios de las factorías, que se ven entre la espada y la pared porque las marcas occidentales se niegan a aumentar el precio de compra al productor. Empresas como Simco Group o Babilonia Group, que trabajan en la zona de Dacca, han pasado de tener un beneficio del 2% antes de la crecida salarial a tener pérdidas con sus pedidos. Y aseguran que su situación es la más común en el sector. "Queremos precios justos ya que nuestros costos de producción han aumentado", exige a las firmas internacionales Atiqul Islam, presidente de la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Ropa de Bangladesh (BGMEA, por sus siglas en inglés).

"Si no nos lo puedes dar a nuestro precio, nos iremos a otro sitio" es la respuesta que los empresarios locales dicen que reciben desde algunas famosas marcas. Al otro lado del mundo, la sueca H&M reconoció en marzo que subir los salarios en Asia dañaría sus márgenes de beneficio, si bien otras compañías como Tesco o Gap han pedido que se aumenten los sueldos de las costureras asiáticas.

Para los empresarios, crecen los costes. Para las costureras, mejoran sus condiciones, unas costureras que ahora se atreven a levantar la voz. Más de 100 sindicatos han podido registrarse en el último año en el país asiático, frente a la persecución que sufrían antes. Las organizaciones de trabajadores se van asentando en los centros de producción, donde calculan que ahora hasta un 30% de los empleados conoce sus derechos. "Los dueños de las fábricas sólo están preocupados por sus beneficios. Pero ignoran continuamente la seguridad de las costureras y sus derechos", dice Babul Akhter, presidente del Centro de Solidaridad de los Trabajadores de Bangladesh.

Marcas, sindicatos y propietarios llegaron a un gran acuerdo para realizar inspecciones en más de 1.600 fábricas en todo el país, que alberga unas 5.000 en total. Las revisiones empezaron en febrero y previsiblemente terminarán este mes. El Centro de Solidaridad anunció a principios de septiembre que se han cerrado más de 200 fábricas por carecer de unas condiciones mínimas de seguridad, según informó el diario local The Daily Star. "Sobre todo las pequeñas fábricas no pueden cumplir los estándares establecidos en el acuerdo porque no tienen suficiente capacidad financiera para las reformas", afirmó Shahidullah Azim, vicepresidente de la asociación.

Desde el sector reconocen que el textil local atraviesa una etapa de incertidumbre. Los optimistas lo llaman transición y mantienen la esperanza. Los realistas sostienen que el país está perdiendo posiciones en el mercado internacional y que será difícil recuperarlas. A estos últimos les avalan los datos.

La confección de ropa, que supone más del 85% en las exportaciones totales del país, es la columna vertebral de la economía de Bangladesh. Eso se traduce en 24.000 millones de dólares al año, según el último ejercicio fiscal. Pero desde 2012, las ventas al extranjero han frenado su progresión, estando actualmente en un 10% frente al 15% del ejercicio anterior. Algunos empresarios locales reconocen que viven el peor crecimiento de los últimos 15 años. Con ironía dicen que si los pedidos siguen cayendo, el textil de Bangladesh acabará como la industria del yute que, antes de que se instalase la confección en los años 80, era el motor económico del país y ahora apenas llega a los 240 millones de dólares anuales.

"Las exportaciones están cayendo. Nuestro negocio está siendo tomado por otros países", afirmó recientemente Rahman Sinha, presidente del Opex Group y antiguo presidente del Centro de Solidaridad. En concreto, Sinha sostiene que las marcas de Estados Unidos buscan nuevos mercados en África, como Uganda, Kenia o Etiopía, que presenten mejores precios. La inestabilidad política que vive Bangladesh desde hace dos años tampoco ayuda. Firmas como la europea H&M han anunciado que se instalarán en países subsaharianos para producir. La alerta que se ha encendido en las oficinas de Dacca se entiende si se tiene en cuenta que Estados Unidos y Europa reciben el 85% de las prendas que nacen en sus fábricas.

Pero no sólo en África las firmas encuentran el nuevo "El Dorado" que antes veían en el pequeño país asiático. "Indonesia nos ha superado y ahora somos los cuartos en las exportaciones a Estados Unidos. Esto es muy preocupante", señala Atiqul Islam, actual dirigente del Centro de Solidaridad. La lista de países del sureste asiático con oportunidades de negocio flexibles es interminable. Birmania, Camboya o Vietnam están recibiendo ahora pedidos que antes estaban destinados a Bangladesh.

Babul Akhter representa con su sindicato a cientos de trabajadores. Su miedo es distinto. "En Sri Lanka no hay tantos trabajadores y en Birmania no están preparados. En China los trabajadores han cambiado su mentalidad y el valor de su fuerza de trabajo", cuenta en su despacho de Dacca. Akhter cree que hay que mirar a su vecino occidental: "India sí que intenta quitarnos la producción: están creciendo mucho en el sector textil y son un competidor peligroso para nosotros. Será un problema para Bangladesh, porque fabrica cosas baratas de calidad internacional".

Razón no le falta. India se convirtió en 2013 en el segundo mayor exportador de textil del mundo, sólo superado por China. 40.000 millones de dólares avalan esa posición privilegiada que supera a Italia y Alemania, según la AEPC. El 43% del textil que exporta el gigante indio es ropa (casi 16.000 millones), la cual se ha disparado un 21,8% respecto a 2012, un crecimiento que los expertos achacan a la crisis del colindante bengalí, con quien está recortando distancias a gran velocidad en prendas de vestir. Un compañero de Akhter que prefiere mantener el anonimato sostiene que, aunque los salarios son más bajos en su país, las marcas no quieren asumir la responsabilidad de pagar las reformas para que las fábricas de Dacca cumplan los mínimos de seguridad. El precio de estar bajo la lupa internacional es muy caro y otros países son, ahora, menos visibles.

La industria de la confección ha sido partícipe del desarrollo de Bangladesh desde hace décadas. "Ha habido un gran progreso en el país desde que (el sector) nació en 1971. Las fábricas de ropa, en particular, han dado poder económico a las mujeres. Pero el Gobierno, las fábricas y las marcas tienen que trabajar juntos para asegurar el cumplimiento de las normas internacionales del trabajo", apunta a este medio Meenakshi Ganguly, directora de Human Rights Watch en el sur de Asia.

La voracidad de las compañías internacionales, que a veces parece no tener límites, lleva a Bangladesh a enfrentarse a la situación de elegir entre mejorar la calidad de vida de sus trabajadores o mantener sus cuentas de resultados intactas. Liana Foxvog, del Foro Internacional de Derechos Laborales, tiene claro que el país debe apostar por una tercera vía: "Los trabajadores bengalíes quieren empleos, pero que sean dignos. La dicotomía "sin trabajo o mal trabajo" es falsa. Hay un tercer camino a seguir: puestos de trabajo que respeten los derechos sindicales, que paguen un salario digno y que proporcionen unas condiciones seguras y saludables. Los consumidores no deberían aceptar nada menos de las corporaciones globales".

Como Foxvog, los agentes sociales del país asiático se esfuerzan por convencer a las marcas occidentales de que es posible una industria fructífera en la que haya buenas condiciones de trabajo. Temen que las firmas no lo vean así. "Gobierno, empresarios y trabajadores estamos preocupados por eso. Las marcas no deberían irse porque hacen negocio aquí y es algo que hacemos juntos", explica Roy Ramesh, secretario general de la Federación de Sindicatos Internacional IndustriALL en Bangladesh. Para mantener la esperanza, Ramesh se agarra al gran acuerdo firmado a raíz del colapso del Rana Plaza. "Es un paso que más de 150 marcas han mostrado su intención de no mover su producción, al menos en los próximos cinco años. Si se van, los que más sufrirán al final serán los trabajadores".

– El lenguaje de los hechos (II): las "reformas estructurales" de las multinacionales

"La alegación de la UE de que los acuerdos fiscales que firmó Apple con el Gobierno irlandés equivalen a ayudas estatales ilegales plantea una nueva cuestión sobre cómo utilizan las grandes compañías estructuras internacionales para no pagar gran parte de los impuestos de sociedades que deberían, especialmente en Europa"… Así es la estructura fiscal de Apple (Expansión – 30/9/14)

Por ejemplo, si una persona compra un iPhone libre en la tienda Apple de Múnich, Apple Alemania consigue con la venta unos 500 euros, pero la empresa no se embolsa realmente ese dinero. Según un informe de la compañía, Apple Alemania tuvo unos ingresos de 268 millones de euros en el año fiscal que acabó en septiembre 2012, unos gastos de compras de 205 millones de euros y unas pérdidas de 18 millones de euros después de contabilizar los gastos administrativos y otros gastos.

En realidad, gran parte de los ingresos parecen ir a Apple Sales International, empresa que compra los productos de Apple de fabricantes contratados de China y los revende a tiendas minoristas, según la carta que la UE envió el 29/9/14 al Gobierno irlandés. Apple Sales International tuvo unos ingresos de más de 50.600 millones de euros en el año fiscal 2012, según una investigación realizada por el Senado de EEUU el año pasado.

Otro aspecto de la carta de la UE es que aunque Apple Sales International es una compañía registrada en Irlanda, declaró unos ingresos sujetos a impuestos en Irlanda de tan sólo 40 a 50 millones de euros ese año, y pagó menos de 10 millones de euros por el impuesto de sociedades en Irlanda. El motivo es que Apple Sales International no es un residente fiscal en Irlanda y que, según la UE, los impuestos que pagó en ese país son el resultado de tipos impositivos y cálculos que la compañía negoció en un acuerdo entre amigos con el Gobierno irlandés.

Un portavoz de Apple ha declarado que la compañía no recibe un tratamiento especial y que paga todos los impuestos que debería. Como prueba, señala que paga cada vez más impuestos.

Aparte de estos supuestos acuerdos en materia fiscal, Apple no es ni mucho menos la única compañía que utiliza Irlanda como base de operaciones de una estructura internacional para evitar pagar una gran cantidad de impuestos por ingresos imponibles.

Por ejemplo, Google gestiona gran parte de sus ventas de publicidad global a través de una entidad en Irlanda, Google Irlanda, que tuvo unos ingresos de 15.230 millones de euros en 2012. Pero gran parte de ese dinero no permanece allí.

Google Irlanda pagó 8.550 millones de euros en derechos a una compañía registrada en Holanda, que a su vez pagó casi toda esa cantidad (más unos 200 millones de euros procedentes de una filial similar en Singapur) a una firma de Google registrada en Irlanda pero ubicada en las Islas Bermudas, donde las empresas no pagan impuesto de sociedades, según un informe empresarial presentado a las autoridades holandesas. Google ha declarado que su estructura es legal y que paga todos los impuestos que le corresponden.

"Apple rellena su declaración de la "renta" en Irlanda de abajo hacia arriba, según un dictamen publicado hoy por la Comisión Europea. La multinacional estadounidense primero pone lo que quiere pagar y después completa los datos de resultados y beneficios para que le salga a ingresar la cantidad deseada como impuesto de sociedades"… Bruselas acusa a Irlanda de conceder a Apple rebajas fiscales en exclusiva (Cinco Días – 1/10/14)

La Comisión Europea (CE) sospecha que Irlanda acordó un régimen fiscal ilegal con el gigante estadounidense Apple para que dos de sus filiales en el país pagasen menos impuestos motivada por cuestiones relacionadas con el empleo. Estas ventajas "habrían estado motivadas por consideraciones de empleo, lo que no es un razonamiento basado en el principio de trato en condiciones de igualdad", que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recomienda que se respete, asegura la CE.

Lo más sorprendente del caso, según Bruselas, es que la empresa estadounidense realiza esa práctica con la autorización expresa de la Hacienda irlandesa, que desde 1991 la ha aceptado prácticamente sin cuestionarla. Casi igual de sorprendente es que la irregularidad no llamara la atención de la Comisión Europea hasta junio de 2013, cuando por primera vez pidió información a Dublín sobre tan peculiar régimen fiscal.

El dictamen publicado el 1/10/14 detalla las acusaciones contra Irlanda recogidas en el expediente por ayudas de estado iniciado en junio de 2014. Al mismo tiempo, la CE expedientó a Holanda y Luxemburgo por conceder un trato fiscal favorable a Starbucks y a Fiat Trade and Finance, respectivamente.

En el caso de Apple, las autoridades irlandesas y la compañía estadounidense pactaron una fórmula que supone, según la CE, "una ingeniería (fiscal) a la inversa para llegar a la base imponible" prevista. En concreto, a menos de 38 millones de dólares, cifra que, según ha reconocido Dublín a la CE, "no tiene ningún fundamento económico".

El departamento de Competencia de la CE, dirigido por el comisario Joaquín Almunia, considera que ese método concede a Apple una ventaja fiscal que, presuntamente, supondría una ayuda de Estado. Si la CE confirma sus sospechas, Bruselas puede exigir a Dublín que reclame a Apple la diferencia entre lo que al fisco y lo que realmente debería haber pagado.

Bruselas recuerda que los acuerdos entre autoridades fiscales y multinacionales para pactar el tratamiento de las operaciones intra-grupo son habituales. Pero suelen basarse, añade la CE, en criterios objetivos, para evitar que una multinacional trasvase sus beneficios desde los países con más carga fiscal a los más benévolos, entre los que figura Irlanda con un impuesto máximo del 12,5%.

La CE considera que el acuerdo de Dublín con Apple concede a la compañía una ventaja arbitraria y exclusiva. Como prueba, Bruselas señala en el dictamen que Irlanda aceptó un cálculo de los beneficios, basado en los costes operativos, que solo pretendía limitar la carga fiscal de la filial de Apple en el país.

Bruselas critica, además, que los acuerdos alcanzados entre Irlanda y Apple fueran de duración indefinida. La CE recuerda que en otros países, los acuerdos sobre operaciones intra-grupo tienen una duración limitada. En el caso de España, por ejemplo, no pueden exceder de cuatro años. En Irlanda, se pactó en 1991 y solo se revisó, a favor de Apple además, en 2007.

La empresa de Cupertino, Google, Facebook, Uber… las grandes tecnológicas californianas son un agujero negro de impuestos en Europa. Se aprovechan de los desajustes de "un mercado único, 27 Estados" para apenas pagar al fisco.

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