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Diagnóstico de Acarapis Woodi Rennie en apiarios de Sancti Spíritus, Cuba 2005-2013



  1. Introducción
  2. Materiales y métodos
  3. Resultados y discusión
  4. Bibliografía

Resultados del diagnóstico de Acarapis woodi Rennie en apiarios de la Provincia Sancti Spíritus durante el período 2005 – 2013

Resumen

El presente estudio comprendió un período de 9 años y fue realizado en el Laboratorio de Referencia para Investigación y Salud Apícola (LARISA). Se analizaron un total de 12 367 muestras de abejas según técnica adoptada del Manual de la OIE, capítulo 2.2.1. con el objetivo de identificar la presencia de Acarapis woodi. Se incluyó además, una valoración de las muestras que llegaron para otras investigaciones. Aunque se plantea que el parásito no es capaz por sí solo de desencadenar una afectación severa a la población de abejas, su presencia es latente en las colmenas, por lo que se hace necesario diagnosticarlo mediante exámenes microscópicos.

Gracias a estas pruebas encontramos por cientos de infestación del parásito, que han sobrepasado el 50,0%. Las muestras que dejaron de ser diagnosticadas para este ácaro y los por cientos que representaron en comparación a las muestras que sí fueron investigadas, estuvieron entre un 0,5% y un 76,3% contra las 444 muestras a las que se les efectuó el diagnóstico del Acarapis woodi, en el año 2009. Finalmente se incluyó el diagnóstico de abejas procedentes de 39 apiarios de la propia provincia, para el que se tomó un número mayor de muestras de las reguladas en los procedimientos y normas de diagnóstico, obteniéndose resultados entre un 0,6% y 38,6% de infestación.

Introducción

La Acarapisosis es una enfermedad invasiva contagiosa que afecta a las abejas adultas. Es producida por el ácaro Acarapis woodi Rennie.

En 1920 se conoció que esta enfermedad era provocada por diminutos ácaros que penetraban por el primer par de espiráculos situados en la parte anterior del toráx de las abejas, para de allí llegar a los tubos respiratorios, en donde perforaban las paredes de las tráqueas para alimentarse de la hemolinfa. En la gran tráquea protorácica o en otras ramas, el Acarapis desarrolla su ciclo evolutivo (Guía técnica para el apicultor, 2013).

A partir del 1990 este germen se diagnostica en nuestro país, en la zona oriental.

Estos parásitos obstruyen los conductos con sus cuerpos, sus huevos, excrementos y restos de sangre succionada. A medida que aumenta la población de estos las paredes traqueales se vuelven opacas y descoloridas con manchas eruptivas negras (Manual de la OIE sobre animales terrestres, 2008). Las abejas que presentan estas características, sufren de una infestación severa.

MORENO (2003), indica que la infestación se inicia en abejas menores de 6 días de edad, cuando establecen contacto físico con abejas parasitadas de mayor edad. Abejas de mayor edad son inmunes a la penetración del ácaro a sus tráqueas; la razón de esta inmunidad no ha sido aún bien esclarecida, pero se cree que se debe al endurecimiento de los pelos que rodean los espiráculos del primer par de tráqueas toráxicos por donde normalmente penetran los parásitos.

Los síntomas se confunden con los de las intoxicaciones y otras afecciones de origen viral, bacteriano o parasitario. Estos se hacen evidentes cuando en niveles de infestación altos (mayores del 40 % se observan abejas con alas dislocadas y con dificultad para volar, con abdomen distendido, tórax de color negro y brillante por estar desprovisto de pelos). Pierden el instinto de picar. También se observan abejas muertas o trepando a las hierbas (Manual sobre patología apícola).

Entre las manifestaciones clínicas se tienen las siguientes: alas dislocadas abanicándolas sin conseguir volar, el abdomen se ve distendido, presencia de abejas muertas o moribundas frente a las piqueras, algunas se ven trepando las hojas, hierbas, otras abejas presentan el tórax desprovisto de pelillos por lo que se ve negro y brillante, es notorio también que las abejas enfermas pierden el instinto de picar. Este síndrome aparece en días con temperaturas bajas, en colonias altamente infestadas que han pasado por prolongados periodos de encierro, sin embargo no es exclusivo de acariosis ya que puede también observarse en casos de hambre, envenenamiento por insecticidas o por consumo en exceso de alimentos fermentados, cambios bruscos en la temperatura ambiental o en algunos casos asociadas a otras enfermedades como: nosemosis, amebiasis y parálisis (SAGARPA, sf 2006; CAMPANO, 2004).

Las tráqueas infestadas contienen varios estados del ácaro, que normalmente se encuentran desteñidos y oscurecidos (HOOD, 2000, MUSSEN, 2002). Los ácaros se ven como pequeños corpúsculos ovales, a través de las paredes de las tráqueas, si no hay presencia de ellos, se verán limpias y transparentes. Cuando la parasitación es grave se puede observar una gran cantidad de ácaros en sus diferentes estados. Bajo esas condiciones, las abejas pueden llegar a morir por asfixia. Por otra parte las deyecciones de los ácaros tienen un pigmento (melanina) que al contacto con el aire que circula por la tráquea se oxida y toma un color oscuro que las mancha. Este sería el motivo por el que las tráqueas infectadas se ven oscuras y presentan manchas irregulares. Además la melanina, junto con la saliva del ácaro contamina la hemolinfa de la abeja, provocando una intoxicación al insecto (TELLERIA, 2004).

Trabajos de Bailey (sf) y más reciente los de Wilson (sf), demuestran que el tiempo de vida de una abeja enferma es de aproximadamente 30% más corto que el de una abeja sana (SAGARPA, 2003). El número de ácaros en la tráquea varía mucho, desde una sola hembra a muchos ejemplares de todas las edades y en todos los estados. Se ha observado abejas infestadas con hasta un número de 108 y también una reina con 87 adultos y 57 formas inmaduras (TELLERIA, 2004).

Teniendo en cuenta que la Acarapisosis es una enfermedad difícil de diagnosticar en base a sus síntomas clínicos, los objetivos de nuestro trabajo fueron: realizar un estudio de la infestación del parásito mediante el diagnóstico de laboratorio en un periodo de nueve años; efectuar una valoración del número de muestras que dejan de ser diagnosticadas; y demostrar que, cuando se eleva el número de abejas a investigar mediante un examen microscópico de las tráqueas, el margen de dar un diagnóstico falso negativo, se reduce.

Materiales y métodos

En los nueve años que se tomaron para el estudio se investigaron un total de 12 367 muestras de abejas, a las que se les realizó el método de diagnóstico para la enfermedad antes nombrada. A este número se le detectó la presencia del ácaro, sus huevos y restos de estos a un total de 5 252 muestras.

Durante ese tiempo se dejaron de examinar para esta técnica 1 635 muestras, a las que se les efectuó principalmente y por interés de los apicultores, el diagnóstico de la Varroosis.

Por año se inspeccionó el número de muestras investigadas, el total de muestras que resultaron positivas y se halló el por ciento de infestación del parásito para cada período.

Además, en el primer trimestre del presente año nos dedicamos a diagnosticar la presencia del parásito Acarapis woodi Rennie, en muestras tomadas al azar, de diferentes apiarios de la provincia.

Para efectuar el análisis utilizamos un número mayor de abejas de las muestras, de las que en realidad se utilizan según los procedimientos y normas, para verificar el diagnóstico de laboratorio. Las muestras de abejas utilizadas estuvieron en un rango desde 46 hasta 220 abejas a las que se les realizó apiario por apiario la técnica de laboratorio.

Las abejas investigadas eran adultas jóvenes, y se trabajaron en estado de deceso mediante el método compresorio de Poltiev (1977). Se utilizó el triquinoscopio (láminas de vidrio de forma rectangular donde se colocaron las secciones de anillos torácicos cortados).

Para la realización de esta técnica se utilizaron tijeras pequeñas de punta fina, agujas de disección y pinzas pequeñas sin dientes. Luego de realizado el corte en el primer anillo anterior del tórax, se depositó este en una de las láminas del triquinoscopio, seguidamente se añadió una gota de solución acuosa de Hidróxido de Potasio al 8% a cada sección cortada y esperamos durante unos treinta minutos para que la solución disolviera los tejidos y músculos torácicos y aclarara las tráqueas. Posteriormente se colocó encima de los cortes la otra lámina de vidrio, y se aplicó presión a las secciones cortadas, con ayuda de presillas o tornillos situados a ambos extremos del triquinoscopio.

Seguidamente las muestras se observaron en el microscopio electrónico, utilizándose para esto los lentes de 10x y 20x aumentos.

El método utilizado para diagnosticar esta patología, es una adopción de técnicas aplicadas por el Manual de la OIE, capítulo 2.2.1.

Resultados y discusión

Las muestras examinadas fueron enviadas para la realización del pesquizaje parasitológico, y las reseñas no contaban con una anamnesis donde se demostraran los signos de la enfermedad.

Según los resultados obtenidos con el diagnóstico de laboratorio, las muestras positivas a Acarapis woodi representaron un 42, 4% de infestación del parásito en apiarios espirituanos. Resultados semejantes se han alcanzado en Chile, donde en el año 2010 se obtuvo un 47% de infestación del parásito; siendo este dato catalogado como un alto porcentaje de infestación de Acariosis para la V región, según expuso el Doctor César Tapia, asesor de Apicultores del INDAP, en Olmué y Mache.

En la tabla # 1 se muestran los resultados del análisis de laboratorio para los nueve años de investigación:

Años

# de Muestras Investigadas

# de Muestras positivas

% de Infestación del Ácaro

2005

1 074

501

46,6%

2006

1 686

846

50,3%

2007

1 171

567

48,4%

2008

848

445

52,4%

2009

444

200

45,0%

2010

929

267

28,7%

2011

1 687

594

35,16%

2012

1 983

692

34,8%

2013

2 545

1 140

44,7%

Los datos reflejan un porcentaje de infestación por el parásito Acarapis woodi para los primeros cinco años, que se comportan entre un 46,6% y 45,0%. Dentro de ese quinquenio se encuentran los por cientos más altos de infección del ácaro, alcanzándose en las muestras analizadas más del 50,0% de infestación en el 2008. A partir del 2010 desciende la infestación del parásito. Esto estuvo asociado al número de muestras a las que no se les realizó el diagnóstico y, a los falsos negativos ya que muchas muestras provenían de apiarios que habían sido diagnosticados positivos en años anteriores.

Nuevamente se observó un incremento en el por ciento de infestación del Acarapis en el pasado año, pues del número de muestras investigadas alrededor de la mitad resultaron positivas; superando en un 13,9%, al resultado obtenido en el 2012.

Nuestros datos concuerdan con otros obtenidos en la V Región en Chile, en donde se ha estado analizando desde hace años la presencia del Acarapis woodi, y los resultados varían de un año a otro como los alcanzados en la provincia de Sancti Spíritus. En el 2001, en la V región en Chile se detectó un 11,9% de infestación por el parásito analizado; en el 2006 fue de un 44,4%; en el 2009 superior al 20% y en el 2010 la infestación por Acarapis woodi fue de un 47%.

En la tabla # 2 se hace una comparación entre el número de muestras investigadas y el número de muestras a las que no se les realizó la técnica de laboratorio.

Años

# de muestras Investigadas

# de muestras no investigadas

% que representan las muestras no investigadas

2005

1 074

6

0,5%

2006

1 686

2007

1 171

20

1,7%

2008

848

335

39,5%

2009

444

339

76,3%

2010

929

245

26,3%

2011

1 687

364

21,5%

2012

1 983

50

2,5%

2013

2 545

276

10,8%

Como se aprecia en los tres primeros años, el número de muestras a las que no se les efectuó la técnica de laboratorio para el diagnóstico del Acarapis woodi fue menor en comparación con el resto de los años; representando las muestras no investigadas solo un 0,5% y 1,7% para el 2005 y el 2007. En el 2006 se realizó el diagnóstico de este parásito al 100% de las muestras recibidas y el por ciento de infestación fue de un 50, 3% en la provincia.

A partir del 2008 decrece el número de muestras no investigadas, dejándose de analizar en los seis años restantes un total de 1 629 muestras para lo que a la enfermedad Acarapisosis respecta. En comparación con los años anteriores, en el 2009 se incrementó el por ciento de las muestras no investigadas, representando este aumento, un 76, 3% del total de las muestras a las que sí se les realizó la técnica de laboratorio para el ácaro en cuestión.

En los años 2008 y 2009 del número total de muestras analizadas la mitad resultó positiva a Acarapis woodi; mientras que los por cientos de infección del mismo a las abejas espirituanas estuvieron en un 52,4% para el 2008 y un 45,0% para el 2009. En estos dos años se dejaron de investigar 335 muestras para el primero y 339 para el segundo. De haberse efectuado el diagnóstico, y cerca de la mitad de esas muestras resultaran positivas, el 2008 mantendría igual por ciento de infestación, mientras que el 2009 se vería incrementado en un 2,0%. Similar le ocurriría al 2010, 2011, 2012 y 2013 si se hubiesen analizado las muestras a las que no se les efectuó el diagnóstico de laboratorio. De realizado la investigación, los por cientos de infestación ascenderían en un 3,0%; 3,0%; 1,0% y 1,3% respectivamente. Debe tomarse en cuenta, que con los falsos negativos también aumentarían los por cientos de infestación en cada año.

Como se ve en la tabla # 1, a partir del 2011 asciende el número de muestras a investigar, y la infestación anual del Acarapis woodi empieza a incrementarse; tanto es así, que en el pasado 2013 sube hasta un 44,7%, y en este período se dejaron de investigar para el parásito un total de 276 muestras que representan solamente un 10,8% del total de muestras diagnosticadas para ese año.

En esta enfermedad los signos clínicos son muy difíciles de detectar, y otras veces se confunden con una intoxicación. Muchas veces el apicultor presta mayor interés a otras afecciones como la Varroosis, y se enfoca en ver como se comporta la tasa de infestación de estos parásitos, descuidando la presencia de otro germen como el Acarapis woodi; quien puede infligir un daño significativo a la colmena, y al apiario en general.

Para demostrar que la presencia del parásito Acarapis woodi Rennie es real en los colmenares, nos dimos a la tarea de investigar a dicho germen durante los tres primeros meses del presente año. Para esto tomamos muestras al azar de apiarios estatales y privados de la provincia; estas muestras corresponden a las enviadas para el pesquizaje parasitológico, que se les realiza en nuestro centro.

En la tabla # 3 se exponen los apiarios muestreados, así como las colmenas de las que procedieron las muestras, el número de abejas analizada; el número de abejas positivas y el por ciento de infestación general; así como el por ciento de infestación severa en las abejas positivas.

Apiarios

# Colm.

# Abejas

# Ab. Positivas

# Ab. + Inf. Severa

% Infest. General

% Infest.

Severa

Canal II

1,2,3

201

6

2,9%

Bacuino

28,29,30

177

5

2,8%

Blanquisal

161,162,163

175

7

2

4,0%

1,1%

Ciego

236,237,238

220

14

6

6,3%

2,7%

Los Ramos

381,382,383

178

5

2

2,8%

1,1%

Palma Sola

529,530,531

160

7

3

4,3%

1,8%

Las Auras

1,2,3

165

1

0,6%

La Sierra

2,4,6

129

9

6

6,9%

4,6%

Jicotea

1,2,3

150

30

22

20,0%

14,6%

Alevines

1,2,3

156

6

3,8%

La Curva

1,2,3

132

25

18

18,9%

13,6%

Cieguito I

340,342,346

100

2

2,0%

Cieguito II

45,50,55

81

2

1

2,4%

1,2%

Trilladera

60,65,66

69

3

2

4,3%

2,8%

M. Quieta

132,135,137

81

1

1,2%

Quemado

156,158,160

75

3

1

4,0%

1,3%

Bejuco

253,254,257

75

5

4

6,6%

5,3%

Los Cocos

264,266,269

72

9

6

12,5%

8,3%

Rodovaldo

331,336,333

84

3

1

3,5%

1,1%

Corojal

479,793,785

102

22

9

21,5%

8,8%

Guayo

473,499,214

105

17

8

16,1%

7,6%

Concepción

10,630,646

100

2

1

2,0%

1,0%

Melones

10,630,646

72

2

1

2,7%

1,3%

Meyer

26,590,7

110

11

7

10,0%

6,3%

Arturo

529,599,591

112

2

1

1,7%

0,8%

Vaquería

751,808,757

102

21

13

20,5%

12,7%

Senén

464,925,808

110

4

3

3,6%

2,7%

Vallecito

685,690,662

58

1

1

1,7%

1,7%

Entrada del Pueblo

492,491,490

100

13

8

13,0%

8,0%

Meso I

300,370,445

101

39

18

38,6%

17,8%

Jobo 5

712,353,384

100

6

3

6,0%

3,0%

Meso II

702,297,529

102

2

1,9%

La Amistad

690,836,854

100

5

2

5,0%

2,0%

Centro de Reina

1,2,3 Maternas

46

2

4,3%

Centro de Reina

1,2,3 Paternas

52

1

1,9%

M. de Neiva

1,2,3

79

3

1

3,7%

1,2%

Carpintero

295,296,297

50

1

1

2,0%

2,0%

Carpintero

300,301,302

50

2

2

4,0%

4,0%

Carpintero

306,307,308

52

2

1

3,8%

1,9%

La Gloria

1,3,5,7

56

1

1

1,7%

1,7%

La Ciencia

1,3,5,7

69

2

1

2,8%

1,4%

La 22

694,696,697

75

6

5

8,0%

6,6%

Como se aprecia en los resultados obtenidos a los 39 apiarios investigados, cuando se eleva el número de muestras de abejas a diagnosticar, el margen de dar un resultado falso negativo se reduce. Al trabajarse las muestras enviadas según los procedimientos y normas, se tomarían un número de 15 abejas por colmena, a las que se les realizaría la técnica de laboratorio; y posterior a leerse bajo el lente de 10 o 20 aumentos del microscopio, estas escasas tráqueas muchas veces resultan negativas; y al incrementarse el número trabajado, encontramos, que todos los apiarios estaban positivos, con un mayor o menor grado de infestación. Resultados similares fueron hallados en la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad de Guadalajara en una investigación realizada en 1984.

También coincidimos con referencias citadas en el Manual de la OIE sobre animales terrestres (2008), Acarapisosis de las abejas, donde se han detectado tasas de infección del 2,0% utilizando 50 abejas; aunque, es de destacar, que, cuando la prevalencia del ácaro es mayor, se pueden encontrar infestaciones más altas, en un número menor de abejas trabajadas; como se aprecia en las 46 abejas investigadas del apiario Centro de Reina, donde se obtuvo un 4,3% de infestación. En color negro se destacan las muestras que resultaron con por cientos mayores del 10% para las tráqueas positivas generales; así como, para las que resultaron positivas con una infestación severa. Según HOOD, 2000, y MUSSEN, 2002 cuando la parasitación es grave se puede observar una gran cantidad de ácaros en sus diferentes estados. Al aumentar la población de parásitos las paredes traqueales se vuelven opacas y descoloridas con manchas eruptivas negras; siendo una infestación severa (Manual de la OIE sobre animales terrestres, 2008).

En nuestro análisis coincidimos con la bibliografía expuesta, pues como se muestra, de los 39 apiarios diagnosticados, en 31 se detectaron muestras severamente infestadas, según las características citadas anteriormente. Además, es importante reconocer que algunos de los apiarios donde la infestación tanto general o severa fueron mayores, solamente esas muestras fueron enviadas para la realización del diagnóstico de la Varroosis; no teniéndose en cuenta por parte del apicultor la posible afectación del Acarapis woodi; como se observa en el 38,6% de infestación general y el 17,8% de infestación severa, obtenido para el apiario Meso I; con tan sólo trabajadas 101 abejas.

Esta técnica de laboratorio es más trabajosa que la de la Varroosis, y solo se efectúa el diagnóstico según se indica en los procedimientos y normas; por lo que se debe prestar mayor interés a su realización. Referencias de apicultores en mermas en la producción de jalea real, y los datos antes expuestos, demuestran, que, aunque no se vean los síntomas, la presencia del parásito es bastante vigente en nuestros apiarios. Un muestreo general y por colmenas, arrojaría resultados más precisos sobre el grado de infestación del Acarapis woodi en los apiarios.

Bibliografía

Acarapisosis de las abejas. Manual de la OIE sobre animales terrestres (2008).

Apicultura. Salud y producción. Guía técnica para el apicultor (2013).

CAMPANO, S. 2004. Acaropisosis, Acariasis interna o Acariosis tráqueal de las abejas melíferas. Encuentro Apícola Regional. Contribución a la Sustentabilidad de la Apicultura de la X Región. Rio Negro, Chile. (25 may 2004). 5 p.

HOOD, M. 2000. The Honey bee tráqueal mite. Entomology insect information series Cooperative extension service. Department of Entomology, Soils, and Plant Sciences. Clemson, SC, USA. Clemson University. 13 p.

MORENO, A. 2003. Manual de control de enfermedades apícolas. Red Nacional apícola. Chile (on line) 61 p.

MUSSEN, E. 2002. Diagnosing and Treating Nosema Disease. Extension Apiculturist. UC. Davis. . (16 Nov

2006).

ORANTES, F; GONZALEZ, A y GARCÍA, P. 1997. Acariosis intratraqueal. Incidencia actual en apiarios del sur de España. Vida Apícola. España. 81: 32-35.

Poltiev, V. I.; Nachataleva, E. V. (1977). Acariasis. Enfermedades y enemigos de las abejas. 2da Ed. Kolos Moscú: 90 — 92.

SAGARPA, sf. SECRETARIA DE AGRICULTURA, GANADO, DESARROLLO RURAL, PESCA Y ALIMENTACIÓN. Enfermedades de las abejas adultas. Manual de patología apícola.Programa Nacional para el control de la abeja africana (On Line). http://www.sagarpa.gob.mx/Dgg/apicola/manpato.pdf (9 Nov 2006).

TELLERIA, I. 2004. Parasitación por ácaros. Casos clínicos. (On Line). (13 abr. 2004). UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE. 2005. Comentario apícola: ¿Alternativas para el control de varroa en Chile?. Apicultura. Boletín Nº 3. 8p.

TELLERIA, 2004. Parasitación por ácaros. (on line) (25 May 05).

 

 

 

Autor:

Ken Jact Fernández León*; Yovanni Solenzal Valdivia*; Modesto Seoane Rodríguez*; Ángela Zaima Sánchez Hernández*; Norayda Ramírez Navarro*; Aliana Mora García*.

Laboratorio de Referencia para Investigación y Salud Apícola

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