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Emociones, sencillamente (página 5)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Una misma emoción puede manifestarse
con distinta fuerza
o intensidad de unos individuos a otros por la genética
(igual que unos nacen con la nariz más larga, otros con las orejas más
pequeñas, otros más altos, etc.) También se crea diferencia
por la educación infantil o cultura social (la doctrina religiosa, amor
a la patria, a los colores deportivos, a la ecología, las vergüenzas).
También la Inteligencia puede dictaminar mayor o menor gravedad, o beneficio.
Esta diferente manifestación de la fuerza o peso de las emociones dará
lugar en la balanza a una gran variedad de conductas de unos individuos a otros.

Rico o Pobre: Partiendo de la frase
"Las cosas sólo se valoran cuando se pierden", podemos concluir
que "tener" no se valora (no produce felicidad porque el organismo
sólo premia lo que se consigue). "perder" resta felicidad,
"conseguir o recuperar" produce felicidad.

El rico conjuga con mayor frecuencia el "tener"
(no necesita "conseguir"), el pobre puede con más
frecuencia "conseguir" porque no "tiene". Esto concuerda
con aquello en lo que todos coincidimos de que "Las cosas cuando no se
tienen ilusionan hasta que se consiguen;

después se abandonan y olvidan". Para ilusionarse es preciso "no tener"; "tener" hace perder interés en ellas. La vida del pobre es más feliz y placentera que la del rico. En los países pobres –he oído decir en infinidad de ocasiones- se respira ambiente de alegría, solidaridad y despreocupación. En los países ricos lo más frecuente son las caras largas, graves, e intolerantes.

El pobre ve que el rico "tiene" y piensa: "Si yo tuviera, sería feliz". Claro, porque él va a conjugar el "conseguir". Lo que no piensa es que cuando "consiga" recibirá un premio, pero no puede volver a conjugar el "conseguir" sino el "tener". Las cosas sólo se consiguen una vez. Para volver a "conseguir" habría que "perder". El que "tiene" necesitaría "perder" o dar para recuperar la capacidad de "conseguir" (hay una cita de la filosofía hindú que reza: "Lo que no es dado, es perdido"). Por todo esto, la felicidad no puede ser constante; debe alternar obligatoriamente con fases negativas o problemáticas desde las que partir para "conseguir o mejorar". La ola no sube si antes no baja. Cuanto más baje, más subirá.

Nuestra genética es de pobres. La riqueza acumulativa no existía más allá de 8.000 años.

Imposible para un nómada acumular riquezas. Los bienes no se tenían; había que "conseguirlos" cada 24 horas, y por si esto fuera poco, todo había que compartirlo con el grupo, velis nolis.

Además tengamos en cuenta que, aunque el rico haya
conseguido su capital dentro de la legalidad vigente, existe otra legalidad
de tipo emocional, a la que no se le puede ocultar toda la historia del proceso
ganancial. Ella puede dictaminar Injusticia o abuso social
real, generadores de Culpa, y por consiguiente, el disfrute de su dinero, resultará
al rico mucho menos dulce de lo que desde fuera imaginamos.

Ilustración de Rico y Pobre:

Consideraciones sobre un hotel de 4 estrellas
y un restaurante (cómo los ven un millonario, un ciudadano medio y un
subsahariano): El millonario pondrá faltas al hotel y no digamos al restaurante
(puede no estar contento en ninguno de los dos), el ciudadano medio pondrá
faltas al restaurante (puede no estar contento), pero no se las pondrá
al hotel (siempre estará contento). El subsahariano será feliz
donde quiera que lo llevemos. ¿Quién de ellos está mejor
posicionado para conseguir disfrute?

La Felicidad no depende absolutamente de las
cosas, sino de éstas + las circunstancias personales del individuo.

Cuando España ganó su segunda
Eurocopa, después de casi 50 años, el asunto se convirtió
en tema prioritario en todas las tertulias y conversaciones de los ciudadanos
durante varios días. Después llegó el Mundial del 2010
y ocurrió igual. Al ganar la tercera Eurocopa en el 2012, las conversaciones
giraban en temas varios, pero no necesariamente sobre el tema deportivo. El
preparador de la selección española comentaba que "Hemos
pasado de pobres a ricos y nos hemos vuelto muy exigentes".
En el
próximo mundial de 2014 (ojalá me equivoque), tendremos más
posibilidades de sufrir que de celebrar, ya que no nos vamos a conformar simplemente
con llegar alto. Me gustaría volver al nivel de felicidad de la segunda
Eurocopa.

Si comparamos la Felicidad con una escalera,
el que está en el peldaño más bajo, sólo puede subir.
El del peldaño más alto, sólo puede bajar. Subir es agradable.
Bajar desagradable.

El que nada tiene, todo lo puede conseguir.
El que lo tiene todo, apenas puede conseguir algo más.

Hay dos clases de pobres: Uno el ciudadano
medio de un país pobre, y otro el ciudadano pobre de un país rico.
El primero no se siente pobre y sonríe a la vida. El segundo, a pesar
de disponer de más recursos que el primero, se siente pobre rodeado de
personas ricas y no es feliz con su vida marginal.

SI TRABAJO PUEDO CONSUMIR. SI CONSUMO PUEDO
TRABAJAR.
No

parece una propuesta circular muy inteligente.

Importancia de la comunicación interpersonal:
Cuando mantenemos una conversación, los casos que nos cuentan de
forma fidedigna, enriquecen el almacén de nuestra Experiencia casi
como si nosotros hubiésemos sido los protagonistas. Estos datos quedan
a disposición de la Memoria para ser utilizados con inmediatez
en casos iguales o análogos.

Ejemplo: no tengo experiencia directa de que
los ladrones entren en mi casa; sin embargo me han contado muchos casos de robos
y por consiguiente, procuro cerrar la puerta antes de ausentarme. El niño
pequeño nunca ha oído hablar de ladrones y no cerrará la
puerta hasta que sus padres no le informen de que ocurren casos de robos.

Todo lo que aprendemos de la experiencia personal
y lo que los demás nos comunican o enseñan va al almacén
de la Experiencia. Cuantos más datos o informes conozca yo de mi entorno,
más acertadas serán mis decisiones. Cuando hablo con alguien me
tranquilizo (dos inteligencias estudian el problema mejor que una sola). Cuando
no hablo me angustio. Es como si condujera de noche con un solo faro. Temo no
mover el volante acertadamente.

Necesidad de los pequeños problemas:
El ser humano ha vivido millones de años teniendo que resolver problemas.
El problema presenta 2 fases: Una primera molesta y desagradable, que constituye
el problema o necesidad en sí. Esta molestia es la fuerza o emoción
que nos empuja a buscar la solución. La segunda fase es la resolución
del problema. Al resolverlo, recibimos un incentivo, un bienestar o felicidad.
Estos incentivos o premios agradables, al hacerse genéticos con el paso
de los milenios, son imprescindibles en cantidad diaria suficiente para el bienestar
psíquico de la persona. Es como si dijéramos que estamos genéticamente
acostumbrados a esos incentivos. La vida de nuestros antepasados era un continuo
ir del malestar del problema a la satisfacción de superarlo, y volver
a empezar con otro nuevo. Si no hay problema, no hay satisfacción. Necesitamos
resolver problemas para ser felices.

El problema grande y duradero (generador de
depresión) era desconocido para nuestros antepasados. Tenían problemas
grandes, vitales, pero o se resolvían pronto, o la muerte los solucionaba
con igual premura. Actualmente tenemos problemas de "nueva generación"
de difícil solución por nuestra parte, y de muy larga duración:
Vivienda, hijos adolescentes, divorcio, trabajo insatisfactorio, imposibilidad
de atender debidamente a los ascendientes, vivir inmersos en una cultura y valores
distintos de los que conformaron nuestra personalidad en la infancia, emigración
individual… Todos estos problemas son muy negativos porque permanecen en la
primera fase (malestar) y no desembocan o lo hacen a muy largo plazo en la fase
placentera de la resolución.

De las 2 fases del placer (1ª
de carencia o molestia y 2ª de disfrute), la sociedad de consumo, trata
de ahorrarnos la 1ª fase de carencia o molestia (parece algo lógico
y deseable), pero con ello no hace sino inhibir la 2ª fase o de disfrute.
La persona se instala en el hartazgo. Mira para atrás y ve que no tiene
carencia o molestia (lo tengo todo), pero no nota que también
ha desaparecido el placer de la 2ª fase. Esta conducta aplicada a todas
nuestras "carencias" o "molestias" hace que la vida desemboque
en un estado de insatisfacción personal que se traduce en un malhumor
y descontento característicos de los ciudadanos de países desarrollados,
que contrasta y sorprende con el buen estado de ánimo de los ciudadanos
de países llamados tercermundistas. Todo el que los visita comprueba
esta realidad, que no encaja en nuestros prejuicios. Nosotros pensamos que ellos
deberían estar poco menos que llorando y quejándose todo el día.
Esto debe ser un punto de reflexión obligado para todo el que pretenda
adentrarse en los caminos de la Felicidad.

El hombre necesita sueños de trascendencia
para no morir del todo ("tener un hijo, escribir un libro y plantar
un árbol
"). Ellos hablarán de mí cuando ya no
esté. Mi nombre se recordará. Es como si yo siguiera viviendo
en ellos.

El Pesimismo tiene su base positiva:
Pienso que algo va mal. Siento malestar. Trato de arreglarlo. Lo arreglo. Otra
cosa es llevar el pesimismo hasta extremos irracionales (en medio está
la virtud). Si no existiera el pesimismo, las ilusiones volarían líbremente,
y las frustraciones y fracasos serían continuos. Todas nuestras emociones
son necesarias porque son naturales.

El Optimismo es todo lo contrario.
Cierro los ojos a la posibilidad de que algo va mal. En consecuencia no siento
malestar, pero si algo iba realmente mal, no se soluciona. ¿qué
es mejor? Quizá el término medio. Los dos (Optimismo y Pesimismo)
tienen su sitio en nuestra vida, sólo que debemos aprender a manejarlos.

Obsesión: El cerebro evita cualquier
asunto que produzca felicidad, infelicidad o dolor y por consiguiente nos distraiga
del tema obsesivo o estresante tan importante para nosotros. La Obsesión
es el extremo pernicioso de la preocupación moderada. La obsesión
no deja a la inteligencia trabajar en otra dirección, entorpeciendo así
la llegada por otros caminos de soluciones más interesantes.

El Temor: El temor es una emoción
de malestar que nos empuja a poner los medios para evitar un mal. Es
la base de la prevención. El mal se puede atacar desde 2 frentes:
El curativo (arreglo la gotera que se me ha producido en la casa), y el preventivo
(temo que se produzca la gotera y reviso el tejado durante el verano).

Un temor pequeño, manda poca fuerza
(poca motivación) para prevenir el problema. Un temor grande, manda mucha
fuerza (mucha motivación).

El Temor inteligentemente utilizado, es bueno
para nosotros, y por eso existe. Pero nosotros podemos hacer un uso abusivo
de él y convertirlo en un daño no beneficioso. Por ejemplo cuando
tememos la llegada de un mal (la vejez). No sirve de nada temer, porque el mal
se va a producir por mucha prevención que usemos. Así hay 2 personas:
una que al mal de la vejez añadió el malestar que dicho temor
le produjo durante toda su vida. La otra vivió alegremente y únicamente
se enfrentará al malestar ya real de la vejez, habiéndose ahorrado
el malestar previo del Temor ). Decimos que la 2ª utilizó inteligentemente
sus emociones. La persona que teme algo, debe plantearse si con el temor va
a solucionar el problema o no, para alimentarlo o por el contrario tratar de
desoírlo.

Situaciones en las que yo trataría
de evitar el malestar del temor excesivo por improcedente: Ante la vejez.
Ante una de las muchas amenazas de enfermedad que nos plantean los medios de
comunicación con sus temibles porcentajes. Ante lo que hará mi
hijo cuando sale de marcha. El temor a morirme joven. El temor a la muerte en
sí (pensamos equivocadamente que será algo dolorosísimo
y terrible)…. Un temor cero en nuestra vida sería negativo. Si no,
seríamos todos toreros; que se gana más. Saber ponerle límites
al temor (como a la mayoría de las emociones), es lo inteligente.

Felicidad: " Premio o refuerzo
que nuestro organismo nos concede por la satisfacción subjetiva de una
necesidad material o espiritual que estaba desatendida, cese de una molestia
o no materialización de lo temido"

La Felicidad es la única realidad que
cuanto más se busca, menos se encuentra (su búsqueda nos llena
de Preocupación y Temor de que no la encontremos, y esto dificulta su
aparición).

La felicidad ajena no puede medirse con parámetros
externos objetivos. Intervienen otros ingredientes o circunstancias totalmente
subjetivas. Así sucede con frecuencia que personas que objetivamente
viven en una situación envidiable, no manifiestan síntomas de
felicidad. Y a la inversa, personas en ambiente tercermundista que dan muestras
externas de felicidad.

El único termómetro que tenemos
para adivinar con relativa fiabilidad la Felicidad ajena, se basa en la predisposición
a la sonrisa o alegría aún por temas nimios; predisposición
a la extraversión y comunicación; el interés por lo intrascendente
(las pequeñas cosas); actividad o viveza; Tolerancia social en relación
con la conducta de los demás, y Tolerancia a las "desgracias"
propias.

Si nos fijamos, veremos que a un estado parecido
podemos llegar por el consumo de alcohol o de drogas. ¿Cuál es
la diferencia? Que la Felicidad es un potente excitante muy bien dosificado
por nuestro organismo, que corta el bienestar, a poco de producirse, con la
puesta en escena de algún problema o contratiempo, real o imaginario,
dando así tiempo a una recuperación natural de las sustancias
hormonales que produjeron la excitación placentera.

Aunque queramos seguir siendo felices, nuestro
organismo no nos lo permite. Pasado el tiempo de recuperación, vuelve
otra vez a abrirse la puerta de la Felicidad, completándose así
el círculo natural de Felicidad sí, Felicidad no.

Las drogas artificiales, fallan en el tema
de la dosificación. Están a nuestro alcance y las podemos tomar
sin tasa. El organismo no tiene tiempo de recuperarse de la excitación,
y por consiguiente trata de adaptarse a la droga, obligando a una mayor ingestión
(posible gracias al dinero) para conseguir hoy el mismo grado de excitación
que el alcanzado ayer. La batalla está perdida porque la emoción
de bienestar es fuerte y la Inteligencia no consigue equilibrar la balanza emocional
por mucho peso que ponga en el otro platillo. El final casi siempre es infausto.

Si a nuestros jóvenes les pusiésemos
fáciles los hilos que mueven la Felicidad, no necesitarían
ayudarse con drogas; sin embargo la sociedad de la opulencia y el hartazgo bloquea
sus mecanismos de Placer y de Ilusión; resulta paradójico, pero
así es. El organismo desconoce esta situación de ausencia de bienestar,
para él inusitada, y encuentra salida en la trampa fácil de la
droga.

Análisis:

En el proceso de Felicidad, se producen 2 fases imprescindibles ambas: una desagradable (situación de necesidad, molestia o temor) y otra placentera (satisfacción de la necesidad, fin de la molestia, o no materialización de lo temido)

Para que haya felicidad es indispensable que exista previamente necesidad, molestia, o temor (resulta perogrullesco que quien no tiene una necesidad no puede satisfacerla). Debe haber una satisfacción de la necesidad (si no hay satisfacción no hay felicidad y continúa el malestar. La satisfacción debe ser subjetiva: si yo creo que se ha satisfecho, está satisfecha y me siento bien; si yo creo que no se ha completado, está insatisfecha. No afecta la objetividad de la satisfacción. Si mis necesidades están a ojos de todos (objetividad) satisfechas, pero yo creo que no lo están suficientemente, no recibo felicidad. Por el contrario si a los ojos de todos recibo de la vida un pago insuficiente, pero yo creo (subjetividad) que de sobra, veo satisfecha mi necesidad y siento felicidad. Cuando se satisface una necesidad (ha terminado), inmediatamente aparece el bienestar o placer de una intensidad proporcional al grado de la necesidad satisfecha (necesidad pequeña o poco importante, placer pequeño; necesidad importante, bienestar grande). La felicidad no puede ocultarse porque nuestro comportamiento se vuelve tolerante, complaciente, extrovertido, rica expresividad, disposición a la acción, y la sonrisa franca aparece con facilidad aunque los motivos sean pequeños; Por el contrario la infelicidad tampoco puede ocultarse porque nos volvemos intolerantes y exigentes, discrepantes, introvertidos (preocupados), inexpresivos (excepto la Ira), y si hay que sonreír, lo hacemos de manera forzada, o por un motivo muy importante. Decimos desde fuera sin miedo a equivocarnos: "Este tío viene hoy cabreado". Se le nota la infelicidad. Lo mismo que notamos cuando algo bueno le ha ocurrido, y viene feliz con los síntomas antes descritos.

Si aceptamos estas premisas, podemos concluir que cuantos menos bienes materiales posee la persona, tendrá más necesidades. Si de vez en cuando puede satisfacerlas

experimentará felicidad cada vez que eso ocurra. Será rico en felicidad. Los niveles de Ilusión serán muy altos. Si posee muchos bienes materiales, los utilizará para que desaparezcan las necesidades, y con ello estará anulando las ocasiones de sentir bienestar. Será pobre en felicidad, y un nivel muy bajo de Ilusiones. A este punto nos lleva la sociedad de consumo. El ser humano llevaba millones de años viviendo en la precariedad, en un sistema donde nada estaba hecho ni asegurado para mañana: si quería pan tenía que amasarlo, si quería una silla tenía que fabricarla, la choza la arreglaba él, si necesitaba ropa, igual, etc. De repente aparece la industrialización y la máquina. A partir de ahí, los artículos se fabrican con tanta facilidad y a precio tan asequible que podemos permitirnos lo necesario y lo innecesario. El trabajo se hace en especialización y esto cambia brutalmente el esquema ocupacional para el que el hombre estaba diseñado. Antes el trabajo estaba muy diversificado para, como hemos visto, dar satisfacción a las múltiples pero sencillas necesidades. Había que ser panadero, carpintero, constructor, sastre… Ahora el hombre trabaja 8 horas en un trabajo casi siempre muy monótono y especializado, nada diversificado. Tras las 8 horas laborales, se da bruscamente paso a la inactividad, con lo que la vida de muchas personas se compone de 8 h. "a sus órdenes" y el resto en actividades de ocio poco creativas, ya que las ocupaciones verdaderamente gratificantes cayeron en desuso (no hay que preparar comida, no hay que desatascar el lavabo, no hay que encolar la silla, no hay que coser los pantalones, ni arreglar el pinchazo de la bici, porque de todo ello se encarga el reciclaje o los profesionales, previo pago del dinero que nos dieron por las 8 h. de dependencia. Imaginemos lo que supone desperdiciar 8 horas de tu día en una actividad laboral que no te agrada, o tú no eliges, o con compañeros poco afines que tampoco tú puedes elegir, que hablan de temas que a ti no te interesan. El lugar de trabajo lo decide otro, así como tu ropa o uniforme, e incluso la conducta que debes observar en tu puesto. Aguantamos y seguimos opinando que estamos sobre el buen camino, porque todo el mundo lo hace así (Gregarismo). "La vida es así".

Aparece el bricolage como un sucedáneo de aquella rica
actividad artesanal de nuestros antepasados. Es algo genético.
Todo lo artesanal nos cautiva.

Tendencias o Gustos: Funcionan igual
que las Emociones y perfectamente podemos unificarlas y meterlas en el mismo
cajón para no complicarnos. Todo lo que siempre fue agradable, o desagradable,
poco a poco se fue transformando en genético y así queda impreso
en nuestra naturaleza humana. Antes no existían las modas ni los eslogan,
sencillamente porque no existían medios de comunicación con la
credibilidad casi divina que hoy les profesamos. Esto quiere decir que solamente
triunfaba lo bueno o lo conveniente. La posibilidad de error era mínima,
porque las tendencias eran refrendadas, no por un anuncio televisivo dirigido
a engañar nuestro subconsciente, sino por un historial de muchos milenios
de práctica satisfactoria.

Ahorro ( Avaricia moderada): El ahorro
nos permite confiar en el mañana. A más ahorro más confianza,
hasta unos límites que nos llevarían a lo pernicioso y esclavizante
de la otra vertiente conocida como Avaricia. En medio queda la virtud.

Gregarismo: El camino que elige el
99 % de los componentes de la tribu, es el mejor. Se comprueba que ese 1% que
no lo sigue, tarde o temprano termina con problemas. ¿Para qué
molestarme en pensar, cuál será el mejor camino? Yo hago todo
lo que haga la mayoría sin miedo a equivocarme, porque esa mayoría
supone un filtro o control de calidad casi perfecto. Es como conectar el piloto
automático de nuestros actos, mientras tenemos la mente (inteligencia)
ocupada en otros menesteres. Esto siempre funcionó bien en la antigüedad
hasta que apareció la trampa en forma de medios de comunicación
de masas. Como en los principios de la era de la comunicación, la profesionalidad
y la credibilidad de los comunicantes quedaba fuera de duda, ya que se trataba
únicamente de informar, sin tomar partido, el público siempre
aceptó como verídica toda la información mediática.
Cuando oímos "han dicho en la tele…", todos abrimos bien
los oídos con total interés. Cualquier opinión que se transmita,
la audiencia la entiende como "este es el camino a seguir, porque todo
el mundo está de acuerdo; no veo que alguien lo discuta. Integro en mi
vida aquella información y actúo en consecuencia; lo contrario
sería verme en las filas de aquel 1 % que terminaba mal."

A los medios no les interesa fomentar el debate
porque sus mensajes unidireccionales, a los que se deben, podrían perder
fuerza ante la opinión de disidentes. Se hace fuerte aquel "panem
et circenses
". Todo se centra en el espectáculo, concursos,
deporte, cotilleos y similares. El daño que nuestra tendencia al Gregarismo
nos hace consiste en que nos transforma en muñecos en manos de intereses
ajenos a los nuestros: Mensajes de contenido político oculto. Campañas
electorales en las que prima la imagen o lo que es lo mismo, el engaño.
Eslogan con poco fundamento ("esto es bueno", "aquello es malo").
Opiniones totalmente personales, que al día siguiente se hacen generales
sin el mínimo contraste. Los estilos de vida y "valores"
vía telenovela. Y qué decir de las ofertas consumistas, donde
se permiten todo tipo de engaños y de incitaciones veladas mediante imágenes
sugerentes engañosas, dirigidas a nuestro subconsciente. Nos dicen que
el hombre es libre y puede elegir, pero esto en la practica no es real porque
se nos plantean 2 alternativas: accedo a lo que me venden y entro cómodamente
en el 99 % vía Gregarismo, o me resisto aferrándome a mi criterio,
pero entro en los marginados del 1% condenado a vivir atormentado por la Duda
o angustia de estar o no estar en lo cierto. Igual estoy haciendo el tonto y
resulta que de los 100 el único equivocado era yo. Normalmente con la
ayuda de alguna excusa "lógica", abandonamos nuestro criterio
personal y nos unimos al Gregarismo. A partir de ahí, desaparece la lucha
interior de la Duda y nos tranquilizamos, pero somos señuelos en manos
de quien mueve los hilos (el poder, el dinero) que decidirá el color
de la ropa que nos pongamos, el partido político que votemos, la bebida
que elegiremos para nuestra fiesta, etc. etc. No sueñes que eres tú
el que eliges líbremente. Si fuese así nadie se gastaría
un euro en publicidad, y por el contrario vemos que ésta, va ganando
presencia en nuestro estilo de vida. Los medios de comunicación, sin
lugar a dudas, el invento que más difícil pone nuestra Felicidad,
y más aceleración transmite al progreso insostenible. Las personas
siempre se comunicaron sin necesidad de "medios de comunicación",
y podrían seguir haciéndolo sin problemas, porque la información
útil es la que concierne a nuestro entorno más próximo.
A medida que vamos interponiendo kilómetros entre nosotros y el foco
de la noticia, ésta va perdiendo utilidad.

Resumiendo: El Gregarismo unido a los medios de comunicación, hacen un daño terrible en la vida feliz del individuo. Las comunidades que disfruten de menos presión de los medios, verán reducido en esa medida el daño que reciban.

El individuo por sí solo no puede salir del sistema
porque el que lucha contra el Gregarismo cae en manos
de la siempre desagradable Marginalidad.

LISTA ORIENTATIVA DE ASIGNATURAS NECESARIAS
PARA APROBAR EL CURSO DE LA FELICIDAD

TODAS ESTÁN IMPRESAS EN LA GENETICA
DE LOS SERE
S HUMANOS. VIVIR LA VIDA DEBERÍA SER TRATAR
DE DAR SATISFACCIÓN A LA MAYORÍA, SIN RENUNCIAR A NINGUNA.

  • Hacer el bien a los demás. Amar. No hacer daño. Compasión. Agradecimiento.

  • Sentir que mis ocupaciones y desvelos son útiles a mis seres queridos y al grupo.

Interactuar con ellos. Amistad. Diálogo. Enseñanza. Hacer cosas (que no me las den

hechas. Ser protagonista de mi vida). No inactividad. Sentir que todas mis ocupaciones son necesarias y me satisfacen.

  • Amistad, camaradería, fidelidad, diálogo, enseñanza, aprendizaje.

  • Sentirme protagonista de mi vida. Yo satisfago personalmente mis necesidades, sin que otro tenga que hacérmelas por mi falta de capacitación. No confundir descanso con inactividad.

  • Subrayar lo que tengo. No lo que me falta. La publicidad intenta esto último; cuidado con ella.

  • Solucionar problemas. Sentirme capacitado

  • Sentirme amado (sobre todo en la infancia). Sentirme protegido y apoyado por el grupo. No acosado. Sentir que el grupo me ve importante y necesario. Me respeta.

  • Sensación de saldar las posibles deudas. No deber a los demás. Sentir, por el contrario, que los demás me deben. Perdonar. No cobrarlo todo. Sensación de Paz.

  • Sensación de salud, a pesar de los achaques propios de la naturaleza humana.

  • No temer el futuro. En la vida encontraré un rincón de felicidad sean cuales fueren mis circunstancias. No soy responsable de la mayoría de mis circunstancias. Sólo me preocupan las que puedo modificar con mi conducta y a precio razonable.

  • Autoesmima. Sentirme afortunado. Reconocerme unos valores humanos y sociales que brillarán por encima de mi pobre aspecto externo. Sentir que en la jerarquía grupal hay muchos detrás de mí (si es el caso). No sobrevalorar la imagen de los demás. Más bien al contrario: Sentir Compasión por ellos. Para poder mantener esa imagen vana, la vida va a ser con ellos mucho más exigente y amarga.

  • Juegos o actividades esporádicas de competición activa (mejor que expectativa) o comparación (sobre todo los varones).

  • El roce familiar como potenciador de la unidad. La comida como ceremonia familiar de reparto equitativo de bienes. La familia es el grupo de apoyo más fuerte, seguro y natural. Enriquecer la familia sintiendo cercanos a los parientes aunque sean retirados.

  • Disfrutar diariamente la paternidad o maternidad, con todo lo que conlleva la relación paterno-filial.

  • Creencias religiosas que colmen las demandas espirituales. La Religión es fuente de consuelo, sosiego, y reforzadora de los valores sociales imprescindibles para la convivencia.

  • Satisfacer necesidades genéticas propias o de seres queridos. Sentir los placeres vitales: comida, bebida, descanso o sueño, curación, amistad, sexualidad…., alternándolos cíclicamente con hambre, sed, cansancio, dolor, ausencia, continencia… Ojo a las "necesidades" infinitas del consumismo. Queman dinero y tiempo para ganarlo.

  • Tener controladas, no reprimidas, las emociones que la civilización ha transformado en inconvenientes. Se controla una emoción reforzando mediante el pensamiento insistente la emoción opuesta. Así pierde fuerza y no hay que reprimir dolorosamente. Ojo: La tendencia natural es la contraria: Subrayar la emoción y sentirla dolorosa para obligarnos a satisfacerla. Así funcionaban nuestros antepasados. Como ahora en el marco legal de la civilización no podemos darle satisfacción sin infringir la Ley, el dolor no encuentra final, y el único medio de que dispone el organismo es la ruptura drástica: la temible Depresión.

  • Sentir frecuentemente pequeños placeres que de su presencia beneficiosa durante milenios se hicieron genéticos: Caricias o masajes, el sol de invierno, el fuego, el diálogo del arroyo, la lluvia de otoño, la brisa de verano, el mar, los espacios abiertos, el cielo estrellado, los animales, las plantas, la arcilla, la artesanía, los olores y aromas naturales, el amanecer como comienzo de la vida, el atardecer como satisfacción por lo cumplido y vivido…

  • Música, Canto y Danza, sonrisa frecuente e intrascendente.

  • Sentir libertad. Reducir al mínimo la excesiva rigidez de las normas impuestas, desde mi sentido de la justicia y el respeto a los demás. Elegir en mi vida aquellos terrenos donde yo pueda decidir, sin sentirme oprimido y limitado por órdenes o normas.

  • Sentir que tengo tiempo holgado de hacer lo necesario. Disfrutar de Tranquilidad. Nada placentero o genéticamente necesario va a quedar sin satisfacer por falta de tiempo. Muchas otras cosas superfluas (consumismo) quedarán sin hacer, pero no me importa. Nadie alcanza a hacerlo todo. Tenemos unos límites temporales.

  • Aceptar con resignación los accidentes y desgracias que, de forma ineludible, la vida me depara como naturales, sin caer en Frustración. La Naturaleza no concede ningún seguro a nadie. No soy el centro del mundo, ni nadie lo es. Lo mismo que pasa a los demás puede pasarme a mí ¿Porqué no?

  • El ejercicio físico. El cansancio moderado como base para el buen descanso. El ejercicio físico siempre estuvo muy presente en la vida de nuestros antepasados.

  • Sentir satisfechas mis necesidades de Justicia. En caso contrario ayudarme con la Tolerancia y el olvido.

  • Aprendizaje, conocimiento y manejo de mecanismos y dinámicas del entorno social y material. Satisfacer la curiosidad sin timideces ni prejuicios. Preguntar siempre.

  • Sentir distracción u ocupación en momentos que salte la alarma del aburrimiento. El exceso de distracción empobrece mi vida (consume el tiempo que necesito para desarrollar otras necesidades). Aunque resulte molesto, ponerle límites de tiempo y frecuencia (dispongo de 30 minutos para consultar en Internet. Si no completo la información, apago y otro día seguiré. Si hoy tengo partido en la tele, me privaré de la película de sobremesa, etc.)

  • Los sueños. (lo bueno puede ocurrir. Lo malo se puede arreglar. La justicia se impone sobre el delito. Mi vida puede mejorar), las Ilusiones, los Retos.

  • Deseo de información o control de mi entorno ambiental. Viaje. Exploración. Cotilleo informativo positivo; no malintencionado ni manipulado.

  • Poder controlar el entorno social. Conozco todo lo que me rodea para mejor tomar mis decisiones.

  • Hoy mejor que ayer. Progreso muy lento, no revolucionario, sostenible, que permita a padres e hijos, completar su ciclo vital bajo una misma cultura, costumbres, y valores sociales, sin cambios desequilibrantes de una generación a la siguiente.

  • No tener necesidad de fijar residencia duradera fuera de la comarca de nacimiento, y lejos de familiares, amigos, conocidos, costumbres y tradiciones, paisaje, clima

  • Arte. Deseo de trascendencia. Prolongarme en mi legado: un hijo, un libro, un árbol… que hablarán de mí cuando yo no esté. Mi memoria seguirá viva en ellos.

—oOo—

Todas estas emociones están ahí para producirnos Felicidad de forma gratuita. Ah! Y para satisfacerlas no es necesario ir a la escuela. Cuando Vd. visite un país tercermundista y note que los ciudadanos sonríen, cantan y son más solidarios y tolerantes que en su país de origen, ya sabe el motivo. No se extrañe de que sean más felices que Vd.; y por supuesto, respete su estilo de vida y deje de "ayudarles". No les dé "caña para pescar"porque si hay pescado, ellos saben cómo atraparlo.

NOTA.- La Imagen externa y el Prestigio, así como el Gregarismo, son quizás las necesidades genéticas más presionantes en el amplio abanico de las Emociones, por encima incluso del Amor, la Soledad o el Desprecio. A nuestros antepasados, en la Imagen o nivel jerárquico, les iba la vida. Ellos conseguían Imagen de sus valores o circunstancias personales.

Nosotros, inmersos en el consumismo, la sacamos casi exclusivamente de ese bien escaso, conflictivo y no natural que es el dinero. Como para conseguirlo tenemos que quemar nuestro tiempo trabajando y poner en grave riesgo otras necesidades importantes, cuanto menos dependamos de la Imagen, mejor nota podremos sacar en las otras asignaturas. Por suerte, desde la aparición de las leyes escritas, la Imagen no es asunto de vida o muerte como para nuestros antepasados, y por consiguiente, no es inteligente preocuparse por ella en tanta medida. Como la Imagen es un valor relativo, puede suceder que por mucho que nos esforcemos, no consigamos brillar, porque los demás también juegan a lo mismo. Sería más inteligente atenuar el efecto devastador de la emoción de Imagen, subrayando lo que dejamos por el camino en nuestra estúpida lucha por el dinero. Utilizo el verbo atenuar porque eliminar por completo la emoción, sería tarea imposible, ya que los genes, a corto plazo, no pueden modificarse.

Granada, Julio de 2012

D.L. GR-300-12

Se autoriza la redifusión, hecha sin ánimo
de lucro.

 

 

 

Autor:

José Luis Cuesta Titos

 

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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